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Comunidad Cristo Vivo - Misioneros Católicos

Encuentro de Formación para servidores


Hohenau - 26 y 27 de octubre

Tema I: La vida espiritual


Vida natural y vida espiritual
La primera distinción que hacer es la que existe entre la vida puramente natural y la vida espiritual,
La vida natural, es la que recibimos por el simple hecho de nacer, y estrictamente no existe ninguna
diferencia entre la vida natural de un ser humano y la de los animales. Tanto los animales como el
ser humano tienen cuerpo, y aquí entramos en una sutil cuestión filosófica, pero lo que distingue
unos de otros y también de los vegetales es el alma. Las plantas poseen un tipo de alma muy básica
llamada alma vegetativa, que básicamente le permite crecer y seguir el curso natural de su vida por
sí mismo; ya el alma animal, es sensitiva, es decir es capaz de reaccionar a los impulsos que recibe a
través de los sentidos, llamaremos a esto básicamente, instinto. Pero el hombre posee alma
racional, es decir, no solamente es capaz de crecer sin necesidad de otros factores externos, ni
tampoco tiene solamente instinto, sino que posee además inteligencia y voluntad; con la
inteligencia puede juzgar lo bueno y lo malo, lo apetecible y lo detestable y con la voluntad, tender
a eso, buscarlo, desearlo o rechazarlo. Esta capacidad de suyo ya nos hace inmensamente
superiores a los animales. Pero no es suficiente para una vida espiritual, que alcanzamos recién a
través de la gracia del bautismo, mediante el cual nacemos a la gracia.

El bautismo es una gracia especialísima de Dios, mediante la cual, por los méritos de la Pasión de
Nuestro Señor, se nos borra el pecado original, heredado de nuestros primeros padres, se nos
concede la filiación divina que nos coloca, por ser hijos de Dios por encima incluso de los propios
ángeles y se nos otorga la inhabitación trinitaria mediante la cual, el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo habitan en nuestra alma haciendo que todas nuestras obras sean meritorias para el cielos, es
decir que nuestras obras, aún las más pequeñas tengan valor a los ojos de Dios.

La vida espiritual será entonces una esfuerzo del hombre por corresponder a estas gracias de Dios;
es una tendencia a las cosas naturales, que por la concupiscencia, que es una de las consecuencias
del pecado original y que no se borran como este en el bautismo, requieren de un vida acetica
Necesidad de la vida espiritual
Entendiendo los designios de Dios para la humanidad. El deseo de Dios de salvar al hombre a través
de la unión con Él, no puede el hombre hacer caso omiso a esta bondad extrema de Dios. La vida
espiritual es por consiguiente necesaria para todo aquel que ha entendido que Dios lo creó para
compartir con él toda la eternidad. Que para eso tuvo que mandar a su único Hijo al mundo y
ofrecerlo como sacrificio por sus pecados. El hombre por consiguiente necesariamente tiene que
mirar los misterios que lo salvaron y ordenar en base a ellas toda su vida.
Camino de perfección

La vida espiritual es un camino de perfección y por consiguiente arduo, pues está en vistas al
premio del que nos hace merecedores, que es el cielo. "Sean perfectos, como vuestro Padre en el
cielo es perfecto", nos dice Nuestro Señor Jesucristo. Los santos propones tres caminos para esta
perfección, las llamadas tres vías de perfección, la vía purgativa, la iluminativa y la unitiva.

Aquel que se encuentra en la vía purgativa, lucha en contra de los pecados mortales; es el primer
estadio de la vida espiritual, si uno no se ha puesto en esta vía aún no ha empezado su camino de
vida espiritual.
Aquellos que se encuentran en la vía iluminativa, han abandonado ya los pecados mortales y pelean
por dejar los pecados veniales, aquellos que no rompen la amistad con Dios, pero la debilitan
notablemente..
Y finalmente, están los que se encuentran en la vía iluminativa, es decir los que habiendo vencido
habitualmente los pecados mortales e incluso los veniales, se esfuerzan por no ofender a Dios ni
siquiera con sus imperfecciones.
Prácticas de la vida espiritual

Hablemos de los medios prácticos para una vida espiritual: la oración y la penitencia. No puede
existir vida interior o vida espiritual sin oración, no existe santo que esté ahora en el cielo que no
haya dedicado gran parte de sus esfuerzos en hacer oración e incluso hay santos que no hicieron
otra cosa, basicamente, en sus vidas. La oración entonces es imperiosa, el cristiano debe tener su
rutina de oración, sus prácticas devocionales habituales. La principal de ellas, la Santa Misa, le sigue
la liturgia de la horas, que es la oración de los hijos de Dios, en la que el Hijo se dirije al Padre y
nosotros al prestar nuestros labios y nuestra voz a Jesús nos unimos místicamente a esa oración tan
perfecta que rezan desde el Papa hasta el último laico en todo el orbe católico. Son muy necesarias
también la Lectio Divina, o lectura orante de la Palabra de Dios, que más que un curso bíblico es
rezar con los textos sagrados; vienen después el rosario, el ofrecimiento de obras por la mañana, el
examen de conciencia por la noche, la bendición y el agradecimiento de las comidas, las coronillas,
las jaculatorias, las visitas la santísimo, las novenas y el vía crucis.

Pero una vida de oración tiene que ir acompañada de una vida de penitencia, mediante ella
debilitamos la carne que es nuestro enemigo y fortalecemos la carne; los cristianos estamos
llamados a abstenernos de carne los viernes, de ayunar dos veces por año. Pero además podemos
ofrecer a Dios el frutos de muchos más sacrificios como ayunar los viernes de cuaresma, dormir en
el suelo, no colocar azúcar en el café, no encender el aire acondicionado, no apoyar la espalda en el
respaldero o simplemente soportar con paciencia y sin quejarse las contrariedades propias de la
vida.
Tema III: La Eucaristía
Eucaristía, sacramento que nutre y da sentido a la Iglesia
Cuando nuestro Señor dijo que el que no come su carne y no bebe su carne, no tendrá la
vida eterna, muchos de los que le escuchaban dijeron que esas palabras eran muy duras y
lo abandonaron. Jesús mirando a los discípulos dijo: "¿También ustedes me van a
abandonar?". Y Pedro, con aquel ímpetu que lo caracterizaba respondió: "Señor, a quién
iremos. Solo Tú tienes palabras de vida eterna.
Existen por consiguiente dos bandos, los que no acogen las palabras del Verbo Encarnado,
es decir a Él mismo y por consiguiente no comulgan de su Cuerpo y Sangre Sacratísimos, y
los que entienden que las palabras de Cristo son de vida eterna y por eso pueden participar
del banquete celestial. "Dichosos los invitados a la cena del Señor." Por eso la Misa se divide
en dos gran partes: la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística.
La Eucaristía, es el modo que Dios dispuso para permanecer entre nosotros después de
subir al cielo, abriéndonos con ello la posibilidad de la entrada al mismo, perdida por causa
del pecado de nuestros primeros padres. Jesús ha querido poner su morada entre nosotros,
ha querido vivir con nosotros y ser nuestro alimento, tomando la forma del más humilde de
los alimentos, el pan.
Eucaristía, es el sacrificio de Cristo para redención del hombre
La Misa es la renovación incruenta del sacrificio de Cristo en la cruz. Si nos preguntamos
cuándo Jesús celebró la primera Misa, tendríamos que responder que la prefiguró en la
Cena Pascual de los judíos en su salida de Egipto, la inició en el cenáculo, en la Última Cena
y la terminó en la Cruz. Expliquemos esto: los rituales de la cena pascual judía estaban muy
bien delimitados, el menor de la casa, una vez dispuesta la mesa con el cordero pascual, los
panes ázimos, las hierbas amargas y el vino, debía preguntar: ¿Por qué esta noche es
diferente a las otras noches? Y el Padre o el mayor iniciaba la narración de las grandes
hazañas que realizó Dios en favor de Israel; cómo los sacó de Egipto, cómo cruzaron el mar
Rojo, cómo fueron alimentados por el maná, cómo su sed fue saciada con el agua que brotó
de la roca, cómo una nube los guió por el desierto, cómo Dios les dio la victoria sobre sus
enemigos, cómo les entrego una tierra que manaba leche y miel. En la cena tenía que comer,
tomar una copa de vino y levantarse y rezar unos salmos mirando hacia el Templo de
Jerusalén; esta secuencia tendría que repetirse cuatro veces. La tradición nos cuenta que
Nuestro Señor, dijo las palabras de la consagración en la segunda o tercera copa, y tras la
salida de Judas que en busca de los soldados del templo para apresar a Jesús, la última cena
terminó abruptamente, sin que se haya bebido la cuarta copa. Jesús fue con sus discípulos al
Huerto de Getsemaní, allí lo apresaron y lo llevaron ante los Sumos Sacerdotes iniciándose
así los numerosos juicios por los que Nuestro Señor tuvo que pasar. Cuando estaba en la
cruz pronunció sus siete palabras, centrémonos en dos de ellas: "Tengo sed." Al escuchar
esto, uno de los soldados romanos, mojó una esponja con vinagre y acercándoselo con una
lanza le dio de beber. El vinagre está hecho, como el vino, de uvas, pero amargas. Una vez
que Cristo bebió este vinagre, dijo: "Todo está consumado." Es decir, bebió la cuarta copa,
terminó la cena pascual, la verdadera, la prefigurada en la Antigua Alianza.
Eucaristía, Mysterium fidei
Este es el misterio de la fe, dice el sacerdote una vez que el pan y vino fueron
transubstanciados en el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor. "El mundo puede vivir sin sol,
pero jamás sin Santa Misa" decía San Pío de Pietrelcina, Cuando Nuestro Señor había
muerto, uno de los soldados romanos hirió el costado de Nuestro Señor con la lanza para
asegurarse que ya estaba muerto, al instante broto´ sangre y agua, simbolizando la
Eucaristia y el bautismo. Pues asi como del costado de Adan brotó Eva, su esposa. Del
costado de Cristo, brotó la Iglesia que crece por los bautizados y vive del alimento de la
Eucaristía, mediante la cual se une a sus hijos de modo misterioso.

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