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Placer, pasién, competud, amor y felicidad aparecen ahora como sentimien:
tos que conven con les miedos, las incertidumbres, los temores y la angustia
ue les generan los primeros desempeios a los maestros principiantes. A la
hora de hacer un balance, las sensaciones placenteras parecen imponerse 0
contrarrestar la influenca de las otras que, en definitiva, se presentan como
pasajeras 0 cicunstancisles. Los sentimientos de bienestar que les produce la
tarea docente, junto con el desatio de asumir la individualizacién a la hore de
concretarla en un escenario escolar masificado que reine muchos alumnos, son
dos 1asgos que eran patrimonio de la maestra buena, evocada por nuestros
rmaestios cuando se refeian al nivel primario de su escolaidad.
EI personaje de la maestra buena, que en los relatos autobiograficos se
impone ante la buena masta’, quiere, ima, ayude, escucha y denota fel
ded, gusto y pasién por lo que hace. Las maestras buenas se recuerden a par-
tir de los vinculos cercanos que establecian (‘iratan bien y estan cerca"),
aparecen como buenas 2ersonas; son queridas y reconocidas, sobre todo, cvan-
do promueven situaciones que individuaizan. Ser querido, reconacido, nombre
do, elegido, favorecido, escuchado 0 ayudado (individvalizado) por la maestra
les provocé sensaciones de graificacin y satisfaccién a esos alumnos que hoy
son maestros.
Modelo para amar
Al realizar sus relatos autobiogréficos, nuestros maestros miran a otros: asus
dacentes ya sus alumncs: qué destacan de los docentes que consideran “infu-
yentes"? £Cémo recuercan fo que (les) hicieron estos maestios y protesores?
iCémo perciben a sus alumnos? {Qué hacen o, mejor, qué dicen hacer? Qué
les hacen a los alumnos? “Qué prioizan de su tarea o qué dicen priorizar? En
este juego especular de miradas, aparecen ellos mismos como maestros ytam-
bién, las formas posibies de concer a tarea de ensefar
En todas las caracterzaciones producidas por los maestros, la elacién interper-
sonal, el vinculo y e! afeco con los alurnnos se presertan como ingtedientes que
definen la tarea de ensefar. Son sus proporciones las que varian tanto como su ut-
dod. Mientras que, para algunos, querer y mimar (como una mamné o un pap),
collevarse bien (como una amiga/o) constituye el componente principal de la trea
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que los convoca, para otros, es solo un elemento mas. Asimismo, hay quienes ape-
lan a una sonia, ina caida o al buen trato pare (mativas, dominar, incentivar 0
‘encantat); mientras que otros maestros quieren, se acercan, se contactan y tocan
porque si 0 acaso para reparar 0 sala alguna deuda personal “Trato de reparar
cosas mias’; “Me llena el contacto con los chicos"; “El trabajo me aliment’
Se nota en esta dimensién afectivo-vincular cierta gradualidad en el trato:
estd el que se acerca el que se contacta, y el que toca (mrima y besa). También
tencontramos a los que pretenden que la relacién 0 el vinculo establecido tras
ciende el tiempo y el espacio escolar, y perdure por varios afos.
Es interesante sefialar que, en algunas historias, la vuelta a la escuela como
‘maestro produce la reactivacién de aspectos negativas 0 de puntos oscuros de
la propia historia escolar que se pretenden reparar, cura’, a fin de evtar que @
otros les pase lo que uno padecid. Pero también la vuelta a la escuela permite
re-encontar/se con el escenatio propicio que habilta lo que 2 uno le gusta
hacer, lo que siempre soné ("el suefio de ser maestra"), devoher lo que uno
recbié 0 recbir el afecto de los nifos y las nifias; esto dhimo es lo que lena,
alimenta o gratifica a varios de nuestros docentes.
‘Absolutamente relacionado con el tema de la afectividad, y en ciertos casos,
con las vivencas personales, aparece en algunos relatos la ayuda que el maes-
tio brinda @ os alunos, como oto ingrediente propio de la tarea de ensehar
Nuevamente en este caso, puede ser un aspecto central 0 complementario, en
genera, del afecta. En estas escenas, el maestio se muesta ayudando a los
“lumnos en los problemas familiares, sociales 0 escolares que estos presentan.
‘Aqui también hay certa gradualidad que va entre los que escuchan las dificuk
tades y los que resuelven o intentan hacerlo, e incluso los que legan a posesio-
narse de los protlemas de los otros.
El personaje que va surgiendo a partir de estos rasgos recuerda, una vez
imas, a la maestra buena que nuestros maestros evocaron de la propia escola:
fidad, que es dulce, carfiosa, atenta, que se involucre con los problemas de los
‘alumnos (contiene y comprende), los trata bien, los quiere, los individualiza y
hasta, pasado el tiempo, los reconoce o identifica. Sin embargo, varios de estos
maestros evocan otra cualidad que valoraron de sus antiguas maestras y que
muchos se la adudican a si mismos: la exigencia. Aun los mas amigos, pater
Tea apres a ceico de