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CONVENCIONES INTERNACIONALES
Debemos además dejar constancia que, para la solución de los
conflictos internacionales que pueden suscitarse entre los diversos Estados
americanos con motivo de la aplicación de leyes procesales, es necesario
tener en consideración el Código de Derecho Internacional Privado o Código
de Bustamante, promulgado como ley de la República de Chile, a virtud del
Decreto Supremo N°374, de 10 de Abril de 1934.
Este Código contiene un libro entero -el libro cuarto- sobre Derecho
Procesal Internacional, destinado a legislar materias de tanta importancia
como competencia, extradición, exhortos internacionales, pruebas,
casación, quiebra, ejecución de sentencias y otras; (artículos 423 y
siguientes). En especial, excluye de las jurisdicciones nacionales a los jefes
de Estado extranjeros y a los agentes diplomáticos extranjeros.
Por otra parte, la inmunidad de jurisdicción de que gozan las personas
antes nombradas, también había sido reconocida, con anterioridad, en la
Convención sobre funcionarios diplomáticos, suscrita el 10 de Febrero de
1928 en La Habana y ratificada posteriormente por Chile, el 31 de Diciembre
de 1936.
Pero aún más amplias son las disposiciones que se contienen, acerca
de inmunidad de jurisdicción de los Agentes diplomáticos y de inviolabilidad
de sus respectivas sedes, en los siguientes textos internacionales:
a) Convención de Viena, sobre relaciones diplomáticas, firmada el 18
de Abril de 1961, ratificada por Chile por Decreto Supremo N°666,
de 9 de Noviembre de 1967, y publicados en el Diario Oficial, de 4
de Marzo de 1968; y
b) Convención de Viena, sobre relaciones consulares, firmada el 24 de
Abril de 1963, ratificada por Chile por Decreto Supremo N°709, de
28 de Noviembre de 1967, y publicados en el Diario Oficial, de 5 de
Marzo de 1968.
Los Autoacordados
Los tribunales superiores de justicia cuentan entre sus facultades las
llamadas “económicas”, que les permiten dictar disposiciones de carácter
general denominadas autoacordados, que contienen normas permanentes,
generales y obligatorias dictadas para el mejor cumplimiento de las normas
procesales y de un mejor servicio judicial.
Tienden a llenar vacíos en la reglamentación y corregir prácticas
indebidas, pero siempre que estén subordinados a la ley.
Existen diversos autoacordados, siendo los más relevantes los
relativos a la forma de las sentencias definitivas y el relativo a la tramitación
del recurso de protección.
CLASIFICACIÓN DE LOS AUTOACORDADOS
Los autoacordados pueden clasificarse en:
– Autoacordados de la Corte Suprema y de las Cortes de
Apelaciones.
– Emanados de la Ley y emanados de las facultades económicas de
los Tribunales Superiores.
En efecto, en cuanto al órgano que los dicta, pueden distinguirse
los autoacordados de la Corte Suprema y los de las Cortes de Apelaciones.
Los primeros tienen aplicación nacional, mientras que los segundos
sólo tienen aplicación dentro del territorio jurisdiccional de la Corte de
Apelaciones que los dictó.
En cuanto a su origen, pueden distinguirse los autoacordados
dictados en virtud de una delegación que la ley efectúa a la Corte Suprema
para reglamentar una determinada materia; y los autoacordados que se
dictan en virtud de las facultades económicas de los tribunales superiores.
Los que emanan de la Corte Suprema tiene vigencia en todo el
territorio de la República, y para su validez deben ser publicados en el Diario
Oficial.
Los primeros, por delegación legislativa, sólo pueden ser derogados
mediante una ley.
Los segundos pueden ser modificados o dejados sin efecto por los
mismos tribunales cuando lo estimen oportuno.
Fuentes Indirectas
La Costumbre
Es conocido que en nuestro Derecho la costumbre no constituye
fuente sino cuando la ley se remite a ella.
En estrecha vinculación con la costumbre, sin ser sinónimo de ella,
puede mencionarse los usos o prácticas procesales que sirven para
interpretar y proyectar materialmente las normas procesales.
La práctica se advierte en la forma en que se redactan los escritos y
resoluciones y en la forma que se llevan a cabo las demás actuaciones.
Además, también en la forma en que los receptores registran el retiro de los
expedientes desde el tribunal.
Evidentemente la infracción de estos usos y prácticas no constituye
infracción de ley.
La Jurisprudencia
Aun cuando en nuestro país los fallos judiciales sólo tienen valor en
las causas en que actualmente se pronunciaren (artículo 3 C. Civil), siempre
la jurisprudencia ha constituido una valiosa fuente de interpretación legal,
especialmente en materias procesales.
Ello por cuanto indica la forma en que los tribunales aplican o
interpretan las normas, lo que es prudente tener en cuenta al momento de
enfrentar un litigio.
En efecto, sin perjuicio del efecto relativo de las sentencias judiciales,
los tribunales inferiores tienden a seguir el conjunto reiterado de
precedentes en que los tribunales superiores de justicia hacen aplicación a
los casos concretos, de los preceptos decisorios y ordenatorios de la litis.
Lo que constituye la jurisprudencia no es sólo un fallo esporádico, es
el conjunto de fallos coincidentes en algún punto de derecho, que
manifiestan un razonamiento que puede ser aplicado a los juicios similares
por venir, emanados de los tribunales superiores de justicia.
La Jurisdicción
Concepto de Jurisdicción
Cada autor define y defiende su propio concepto de jurisdicción.
Juan Colombo la define como : “El poder deber que tienen los
Tribunales para conocer y resolver por medio del proceso y
con efecto de cosa juzgada, los conflictos de interés de
relevancia jurídica que se promuevan en el orden temporal,
dentro del territorio de la Re pública y en cuya solución les
corresponda intervenir.”