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FAMILIA CONTEMPORANEA

10 Características de la Familia Venezolana


Por
Catherine Martinez

Las características de las familias venezolanas están basadas en el amor, el respeto, la tolerancia y la
cooperación. La familia es el núcleo de una sociedad y constituye un elemento esencial en la formación de
ciudadanos puesto que es el primer contacto que un individuo tiene con la comunidad.

Asimismo, es dentro del núcleo familiar donde un individuo aprende a comunicarse y a interactuar, a la vez que
adquiere valores éticos y morales que después serán reforzados. El eje de las sociedades venezolanas no reside
en las alianzas matrimoniales, ni en las prácticas mercantiles, ni en la ideología religiosa, sino en la familia.

Familia venezolana del poeta Jesús Quevedo Terán.


En Venezuela, las familias no difieren mucho de las características conceptualizadas anteriormente. Sin
embargo, las familias venezolanas presentan algunos aspectos adicionales que se relacionan directamente con
la cultura de este país.

Diversos son los autores que se han dedicado al estudio de la estructura de la familia venezolana. Por ejemplo,
José Vethencourt quien considera que el sistema de organización de las familias en Venezuela es atípico porque
no sigue las normas “preestablecidas”.

Por su parte, Alejandro Moreno señala que, en efecto, las familias venezolanas son atípicas si se comparan con
las familias europeas. Sin embargo, este autor afirma que la estructura familiar de Venezuela es común dentro
de los estándares latinoamericanos y representa la autenticidad de la región.
Lista de características legales y culturales de las familias
venezolanas

1 – Asociaciones libres

De acuerdo con la Constitución Bolivariana de Venezuela, las familias son asociaciones libres que conforman a
una sociedad y son el núcleo en el que se inicia el desarrollo de los venezolanos, puesto que es el primer
contacto entre un individuo y la sociedad.
Asimismo, la Constitución indica que las relaciones familiares están basadas en la igualdad de derechos y
deberes, en la solidaridad, en el esfuerzo común, en el entendimiento mutuo y en el respeto recíproco entre los
miembros la conforman.

El matrimonio, entendido como un proceso legal (de jure) es protegido por la ley venezolana. Asimismo, el
concubinato, entendido como un consenso entre un hombre y una mujer (de facto) que cumpla con lo
establecido por la ley, es considerado a todos los efectos como cualquier otro matrimonio.

2 – Parentesco por consanguinidad o por afinidad

El Código Civil de Venezuela establece que los miembros están unidos por lazos de parentesco, los cuales
pueden ser por consanguinidad o por afinidad. El parentesco por consanguinidad se refiere a los lazos de
sangre, mientras que el parentesco por afinidad se refiere a vínculos legales (el matrimonio, por ejemplo).

Del mismo modo, el código civil establece que un cónyuge y los parientes consanguíneos del otro son familia
(por afinidad) y este lazo permanece incluso aún después del divorcio. Por su parte, los miembros adoptados
de una familia son considerados como miembros consanguíneos ante la ley.

Por otra parte, el Código Civil establece que la proximidad del parentesco se determina por el número de
generaciones que separa a un miembro de la familia de estro; cada una de estas separaciones constituye un
grado.
La relación entre padre e hijos es de primer grado; entre abuelos y nietos, es de segundo grado; y entre tíos y
sobrinos, es de tercer grado.

3- Unión

En Venezuela, la mayor parte de la población vive en familias nucleares, es decir, en una casa habitan los
padres y los hijos. Sin embargo, los demás miembros de la familia, abuelos, tíos y primos, viven cerca o se
visitan constantemente.

Del mismo modo, cuando se producen migraciones que obligan a los miembros de una familia a separarse,
éstos suelen mantenerse en contacto a través de vía alternas.

En este sentido, los miembros de una familia no solo están unidos a los otros miembros del núcleo, sino que
también tienen relaciones formidables con los miembros de su familia extensa.

4 – Apoyo

Tal y como lo expresa la Constitución de Venezuela, las familias venezolanas se basan en principios de
cooperación y entendimiento mutuo, constituyendo un reflejo de la colectividad que caracteriza a la sociedad
venezolana en general.
Debido a este sentido de unidad los jóvenes venezolanos viven con sus padres hasta que se hayan graduado de
la universidad o hasta que sea capaz de mantenerse por sí mismos. Incluso después de que han dejado la casa
de los padres, los hijos continúan siendo apoyados por éstos.

5 – El rol de las madres

A pesar de que la sociedad venezolana esta basada en un modelo patriarcal (que favorece a la figura del
hombre), las mujeres son las encargadas de los asuntos de familia. Por lo general, las madres venezolanas
administran los ingresos del hogar.

Las madres son una figura de estabilidad dentro de la familia venezolana y, del mismo modo, son estas quienes
toman las decisiones de mayor importancia.

Algunas familias más arraigadas a los valores antiguos prefieren que sea el hombre quien trabaje mientras que
la mujer se encarga de las tareas del hogar y de cuidar a los niños. Sin embargo, debido a la influencia de las
sociedades occidentales y de los movimientos de liberación femenina, la mayoría de las madres entran en el
campo laboral al igual que los hombres.

La figura de las madres venezolanas ha sido estudiada por diversos autores, tales como Peattie, Pollak-Eltz y
José Vethencourt.
Este último señala que las familias venezolanas son atípicas porque se basan en un sistema matricéntrico (en el
cual las madres están a la cabeza de la familia).

6 – El rol de las abuelas

En el Congreso sobre la Familia y el Matrimonio en el Caribe y Centroamérica, cuyo tema principal era el
matricentrismo en Latinoamérica, se concluyó que el sistema matricéntrico era insuficiente para expresar la
realidad de Venezuela. Puesto que en este país no solo la madre es una figura resaltante, sino también la
abuela.

En caso de ser posible, suelen ser las abuelas quienes cuidan a los niños, actuando como institutrices de los
nietos. La figura de la abuela es relevante para la mayoría de los venezolanos porque representa una segunda
madre.

7 – Relaciones menos rígidas entre los padres y los hijos

La familia venezolana, como cualquier otra, está basada en relaciones de respeto. Sin embargo, la relación
entre padres e hijos no es tan rígida como en otras sociedades.

Por ejemplo, es común escuchar que los hijos traten del “tú” a los progenitores: la excepción es la zona Andina
de Venezuela (al oeste del país), región en la que se emplea el pronombre “usted” incluso cuando se habla con
un amigo.
8 – Celebrar es primordial

La palabra “fiestera” es un buen término para definir a las familias venezolanas, puesto que cualquier evento se
puede convertir en motivo de celebración. Los venezolanos pueden hacer una fiesta para ver un partido de
béisbol o el Mundial de Fútbol.

De igual forma, se organizan fiestas cuando va a nacer un nuevo miembro de la familia y después de
celebraciones religiosas (tales como el bautizo, la primera comunión y la confirmación). Asimismo, en
Venezuela, y en Latinoamérica en general, se conserva la práctica de las fiestas de 15 años (que antaño tenía
como objeto presentar a las jóvenes a la sociedad).

9 – La Navidad es una de las fiestas más conmemoradas

A pesar de que casi el 90 % de la población venezolana es católica, gran parte de esta es no practicante, lo que
quiere decir que no participan activamente en la vida de la Iglesia.

Sin embargo, la mayoría de las familias venezolanas celebra la navidad, tradición católica, e incluso asisten a
las “misas de aguinaldos” o “misas del gallo”, servicios católicos que inician el 16 de diciembre.

En la época de diciembre, los venezolanos se reúnen para preparar las hallacas, plato típico de navidad,
mostrando así la cooperación entre los miembros de la familia.
10 – Más allá del parentesco

Como ya se vio, legalmente, las familias venezolanas están unidas por lazos de parentesco.

Sin embargo, los venezolanos suelen considerar a otros individuos externos como parte de su familia. Por
ejemplo: los “compadres” y las “comadres”, respectivamente padrinos y madrinas del hijo de una persona, son
considerados familiares a pesar de no compartir lazos de afinidad ni de consanguinidad.

Del mismo modo, los amigos cercanos pueden considerarse hermanos, mientras que los amigos de los
progenitores pueden ser vistos como tíos. En este aspecto, las familias venezolanas son muy inclusivas.

Referencias

1. People of Venezuela. Recuperado el 22 de marzo de 2017, de republica-de-venezuela.com.


2. Family. Recuperado el 22 de marzo de 2017, de encyclopedias.families.com.
3. Venezuela – Values and Attitudes (2014). Recuperado el 22 de marzo de 2017, de
culturesmartconsulting.com.
4. Constitution of the Bolivarian Republic of Venezuela (in English translation from the original legal text).
Recuperado el 22 de marzo de 2017, de venezuelaemb.org.kr.
5. Morelock, Jessica. Venezuela: Travel Tips. Recuperado el 22 de marzo de 2017, de
traveltips.usatoday.com.
6. Venezuela- Family, Society, and Culture. Recuperado el 22 de marzo de 2017, de family.jrank.org.
7. Family. Recuperado el 22 de marzo de 2017, de acad.depauw.edu.
Virginia Rivero Lozada

Desde que se instaló el modelo revolucionario en Venezuela con Chávez a la cabeza y


ahora con Maduro, hemos vivido un proceso de disolución de toda la institucionalidad
pre-revolucionaria. Toda organización, ente, gremio, asociación, fue intervenida hasta su
disolución, dislocamiento o/y reducción a niveles de supervivencia. Venezuela es hoy
una sociedad invertebrada y amorfa con serias dificultades para que sociedades de
intermediación, no públicas, puedan articularse y organizarse. La familia venezolana, no
escapa a esta demolición. La polarización política ha dividido, separado y enfrentado sus
miembros. La crisis económica ha obligado a emigrar a los venezolanos, especialmente
los más jóvenes que en busca de oportunidades. Los padres se quedan solos y en
muchos casos, la esposa y los hijos ven partir a su pareja procurando un mejor trabajo y
sustento. Las madres abandonan los hijos. La pobreza y la mendicidad van en aumento
exponencial.
El golpe más duro a la familia, le viene dado por el hambre y la escasez de alimentos y
medicinas. Es una situación que está deteriorando- aún más- la institución familiar
porque a quién golpea más es a la madre y sus hijos. Como todos sabemos, el modelo
estructural, real y funcional de nuestra familia popular es el de MADRE e HIJOS. Con
excepción de los estados andinos en el que la familia está constituida por el padre, la
madre y los hijos, la mayoría de las familias en Venezuela están integradas por una
mujer-madre con sus hijos. Ella puede tener o no, una pareja más o menos estable pero
su familia real son sus hijos (varones y hembras).

Nuestra familia popular es una familia que algunos llaman “matricéntrada” porque el
pivote central sobre el que se construye el hogar y en el que gira toda la vida familiar es:
la madre. No se trata de matriarcado como otras culturas porque no es un asunto de
poder. Es simplemente que la madre está presente en toda la vida del hogar y de los
hijos desde que nacen e inclusive en edad adulta. Es ella la que cuida en la enfermedad,
vela porque sus hijos se alimenten, los lleva a la escuela, los viste, los forma y los educa
en todo aquello que la escuela no da. Aún después que crecen, no se rompe el vínculo
entre ellos. El funcionamiento hogar está enteramente en sus manos. No importa su
estrato socio-económico.

El esposo o marido, en nuestra cultura, en el mejor de los casos provee el dinero (total o
parcial) para que la madre cumpla sola todas esas tareas. Porque hoy día la mayoría de
las mujeres realizan algún trabajo o ejercen una profesión. No se trata aquí de hacer un
juicio de valor sobre lo positivo o negativo de este rasgo cultural sino de verlo como una
realidad para poder abordar soluciones. Nuestra cultura no ha producido –
lamentablemente- un sentido mínimo de pareja en el que el hombre y la mujer se
autoperciban orientados a vivir en comunidad de manera permanente y con
responsabilidad compartida en todo lo relacionado con los hijos. Esto sigue siendo un
reto y un desafío a alcanzar si queremos superar definitivamente la crisis familiar. Son
pocos los casos en el que el hombre comparte con la madre las tareas relativas a la
crianza de los hijos en un espíritu de unidad y de mutua cooperación. Y, en esta situación
de crisis, ese no compartir colapsa a la mujer y por tanto colapsa y destruye la familia.
Hoy, advertimos con mucha preocupación que la madre (esposa, hija, hermana) está en
peligro porque está sobrepasada en su capacidad de responder a su familia como
tradicionalmente lo ha hecho. No puede hacer las colas de ocho horas para conseguir los
alimentos y al mismo tiempo preparar comida, trabajar para llevar sustento al hogar,
atender los niños para la escuela, cuidar el enfermo o el necesitado. No puede pagar
sola los costos de manutención y de alimentación del hogar. ¡No puede! ¡No puede!
Todos tienen que ayudarla.

Dos de cada tres hogares está regido sólo por mujer. Ni aún con el ingreso de ambos
cónyuges se completa –hoy- la canasta básica familiar. Los tiempos para la mujer son de
24 x 24 horas. Su salud física y mental se está deteriorando. Los niños están siendo
abandonados o deficientemente cuidados. Este colapso de la madre trae consecuencias
sociales muy graves: más pobreza, más abandono de niños, desnutrición; y un nuevo
tipo de delincuencia perpetrada por personas sin ningún tipo de condición humana que
matan por matar; roban sin necesidad. Unos psicópatas sin alma.
Urge atender la crisis humanitaria y de salud que está acabando con la familia. Atender a
la madre necesitada de comida y alimentos para ella y sus hijos. Urge acabar con la
corrupción que tiene los hogares sin agua ni luz ni servicios básicos. Una corrupción que
se roba el sustento de millones de hogares y las posibilidades de una vida digna.

Urge implementar políticas públicas de atención a la madre en su salud integral y


reproductiva; urge una política de protección a la madre trabajadora; urge acabar con la
violencia hacia la mujer y la familia; y urge una política de protección y fortalecimiento
de la familia desde la educación, la salud y la vivienda. Comencemos a cambiar -todos- a
Venezuela desde la célula fundamental que es: la familia, apoyemos a la madre que es
su núcleo central y ganaremos todos un mejor país para nosotros y para las nuevas
generaciones.

Fuente: http://reportecatolicolaico.com/2017/11/la-crisis-esta-acabando-con-la-familia-
venezolana/
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Carmen Elena Réndiles Martínez

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