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Ingeniería de Minas
TEMA:
Apreciación del Litio
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CURSO:
Concentración de Minerales
La analogía con la fabricación del satélite en la Argentina es productiva. De hecho, la primera vez
que en argentina hubo un conocimiento serio de para qué servían las baterías de litio fue en el año
2005 cuando se le encargo a la CONEA realizar los testeos y controles de una batería de litio
estadounidense que utilizaría el satélite argentino SAC-D. Como importarla salía un millón y
medio de dólares, por primera vez se pensó en intentar producir las baterías en el país, sustituyendo
importaciones y adoptando tecnología de punta. Nosotros estamos a favor de que la Argentina
tenga en sus manos el silicio para hacer los paneles solares que necesita el satélite o el litio para
las baterías del satélite (así como tampoco Nacif se opone a realizar las baterías en el país, aunque
no conoce de qué estamos hablando y qué implican). Pensamos que la Argentina debe apuntar a
una estrategia que le permita hacer paneles solares, satélites y también baterías (para la que se
pueden gestar múltiples iniciativas legislativas, entre las cuales están la obtención de
financiamiento de los cuantiosos recursos que conlleva la explotación de combustibles fósiles o de
las ganancias desproporcionadas de la industria electrónica). Esperamos haber dejado claro que, a
nuestro entender, es precisa una política directa de intervención sobre la actividad litífera para que
quede en manos de nuestro país, pero que fundamentalmente es necesario dirigir las fuerzas de la
actividad política -en el corto, mediano y largo plazo-, a sentar las bases de la industria de
acumuladores de energía; y aquí Nacif se confunde al afirmar que esta última no tendría sentido
“sin aquella”. En función de lo dicho, sí creemos que lo central radica menos en levantar una gran
estructura para la “minería del litio” que en emplazarla para la “energía del litio”.
Hoy por hoy, la soberanía en materia de energía del petróleo realiza un paso muy importante si
recupera los yacimientos nacionales. Sin embargo, un país puede contar con el mejor yacimiento
de litio –Chile o Bolivia, para el caso-, pero si no cuenta con la tecnología de baterías, un mercado
para ellas y un sistema de innovación permanente que bordee la “frontera tecnología”, no le
reportará mayor utilidad que una actividad minera más. Y en este sentido, el entorno económico y
científico de la Argentina, aunque incipiente, es bastante más favorable para la confección de
células de energía que los dos países de tradición minera. Muy a diferencia, un país puede no tener
un gramo de litio, y poseer toda la capacidad para la fabricación de acumuladores, y así cimentar
un proyecto de desarrollo robusto, como Japón o Alemania. En el fondo, a los países dominantes
no les inquieta que nos concentremos en la extracción de nuestras riqueza litífera -y de todos los
recursos naturales-, porque así ellos agregan valor, detentan el conocimiento, diseñan estrategias
de mercado para mercancías complejas, gozando de la ganancias de innovación que les ofrece la
fisonomía del capitalismo contemporáneo.