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SUSTENTADO POR:
JEUDY RODRÍGUEZ
SUSTENTADO POR:
JEUDY RODRÍGUEZ
2014-0652
ASESOR:
WILLIAM ARIAS
«Pensar es Trascender»
DEDICATORIA
Dios:
A mi Padres:
José Esteban Rodríguez y Ana Lucia Tavares, por su apoyo moral y espiritual.
A mi comunidad
A mi asesor:
Profesores:
Cruz Osvaldo Santos Cid, por todos los años de formación y por su disposición de siempre
corregir y orientar esta investigación. De igual manera agradezco a la maestra María Irene
Danna por su siempre y desinteresado apoyo. Igualmente, expreso mis gratitudes a los
profesores Juan Bartolo Domínguez, Ricardo Miniño, Diego López, Luis Huáscar,
Antonio Luciano Firpo, Calley Connors y Juan Feliz Alcántara.
Mis compañeros de promoción: Narciso Martínez, por su sincera amistad, apoyo moral y
espiritual, de igual forma agradezco a mi compañero Manuel Abud Mendoza por sus
sugerencias y soporte técnico. Asimismo, manifiesto mi gratitud con mis compañeros
Kelvin Brito, Alby Ramos, Juan Carlos Disla, Jeyson Manuel Tineo, Zoilo Vilorio, Jesús
de la Rosa Yon y Albaro Pichardo, con ustedes he pasado tantos momentos agradables,
por este motivo estaré eternamente agradecido.
Por dedicar tanto tiempo para corregir la investigación con el interés que solo un familiar
puede tener, muchas gracias.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
Existe un tema que desde siempre ha sido un tema controversial; la religión, puesto que
responde a lo más intrínseco y a su vez lo más sagrado del individuo. Esta es, seguramente
el lugar de todas las paradojas. En ocasiones se la denuncia como una forma de alienación,
y en otras es vivida y se presenta ella misma, como una promesa de liberación. Hoy en
día, existen diversas maneras de entender la religión, se encuentran posturas moderadas
y otras no tan moderadas. La cuestión se debate entre los que afirman que esta es lo peor
que le ha pasado a la humanidad, siendo principio de división y destrucción, hasta las
versiones más optimista que afirman que es la responsable de todo lo bueno y moralmente
correcto que pueda haber en el mundo.
Además, la religión es objeto de las pasiones más fuertes, lo que atestigua por lo menos
su vitalidad. Del mismo modo, la religión es un sistema de: creencias, prácticas,
cosmovisiones, ética y organización social, que relacionan la humanidad a una categoría
espiritual que trata de dar coherencia a la totalidad de la experiencia humana. Es un
fenómeno complejo y multiforme, difícilmente manipulable entre los estrechos márgenes
de la perspectiva particular de las ciencias. Hablar de religión es equivalente hablar de
una cuestión esencial del individuo, del sentido de la vida y de un desenlace final
optimista.
Es ese modo especial de avanzar más allá de las respuestas que insatisfactoriamente
ofrece el mundo, no es de extrañar que se manifieste de las formas más variadas. Religión
es sinónimo de diversidad. Del mismo modo, junto con su complejidad, puede afirmarse,
sin lugar a dudas, que la religión es un fenómeno universal. Las ciencias de la religión,
especialmente la antropología de la religión y la historia de las religiones, atestiguan que
en todo tiempo histórico y en toda cultura, si bien de modo diverso y con una mayor o
menor complejidad o riqueza simbólica, mítica, ritual, doctrinal e institucional el ser
humano se ha mostrado como criatura religiosa.
Simultáneamente, se puede afirmar que son muchas las características que se podrían
considerar constitutivas del ser humano, estas lo distinguen del resto de las especies. Así,
resulta tradicional afirmar desde Aristóteles y con prolongación en la mayor parte de la
tradición filosófica, que el hombre es un ser dotado de racionalidad y de capacidad
lingüística y que es un ser de naturaleza social, entre otras cosas. Sin embargo, una las
iv
En los tiempos posmodernos en los que se vive, para los que se ha profetizado
catastróficamente el derrumbe de todo meta relato, la superación de la metafísica, la
erosión y el desgaste progresivo de las imágenes tradicionales del mundo. Tiempos de un
pensamiento débil y fragmentario, en los que parece que lo religioso haya sucumbido a
la profecía de la muerte de Dios o cuando menos, al eclipse de Dios. Sin embargo, la
religión sigue siendo, a pesar de la crisis en que se encuentran inmersas las estructuras y
las formas tradicionales, un fenómeno vivo y dinámico, sigue gozando de un alto grado
de plausibilidad entre los hombres.
El hombre ha sido desde siempre religioso, a pesar de los distintos cambios que ha
experimentado y de tener una larga historia detrás de sus hombros, el hombre es un eterno
homo religatus. Por lo tanto, ¿Por qué dejar la religión a meced de la mera especulación?
¿Por qué abandonarla a su connatural sinrazón? ¿Por qué entregarla a sus emotivismos1
e imaginaciones? Ante un hecho tan evidente resulta de gran interés el análisis de este
fenómeno para así poder comprender al individuo mismo. Aproximarse al fenómeno
religioso es el objetivo de la presente investigación, un acercamiento que se realiza desde
el pensamiento filosófico de Manuel Fraijó, con el propósito de relacionarlo con esferas
a fines como lo son la ética y la filosofía, con el objetivo de extraer una compresión
general del mismo.
1
En esta investigación se utilizará el concepto emotivismo para hacer referencia a la profunda carga
emotiva que caracteriza el fenómeno religioso.
v
Asimismo, en este apartado se considera que cuando se hace referencia a los conceptos
razón y fe o racionalidad y convicción religiosa, de inmediato pasan por la mente,
conceptos opuestos, pero ambos elementos acometen empresas semejantes, aunque no
sin aires de tensión. En relación a esto, dos conceptos con los cuales se puede definir la
relación de razón y religión, esto en palabras de Fraijó, son tensión y
complementariedad3. Sin embargo, no es la racionalidad el elemento central de la religión
sino el emotivismo, lo imaginario, lo abstracto, la racionalidad adquiere, en la mayoría
de los casos, relevancia solo cuando se quiere fundamentar la creencia, siendo este el
tema que ocupa el apartado de la sinrazón del creer. Se tiene interés en valerse del pensar
2
Cfr. R. HERNÁNDEZ. Metodología de investigación. Mc Graw hit educación. Quinta edición, México,
2010, pág.79.
3
Cfr. M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Trotta, Madrid, 2016, pág. 90.
vi
para entender el creer. Además, se busca cobijo bajo la sombra de lo que se puede llamar
filosofía de la religión, disciplina desde la que se realiza la presente investigación, a la
cual se le dedica un apartado resaltando su devenir histórico, no sin antes hacer referencia
al giro antropológico elemento que da pie al surgimiento de esta concentración filosófica.
Este apartado responde a las inquietudes ¿Qué relación tienen los conceptos religión y
filosofía, fe y razón? ¿Qué es la filosofía de la religión?
De la misma forma, nuevamente se relaciona la religión con otra esfera a fin, en este caso
se vincula con la ética, bajo los títulos, religión trasmisora de criterios morales, religión
y ética dos saberes que convergen y divergen. Conjuntamente, la religión crea un patrón
de conducta en sus adeptos, que a su vez se proyecta en la sociedad. Convirtiéndose en
una de las entidades por excelencia a la hora de inculcar valores. De ahí, que una de las
principales tareas de la religión es la transmisión de criterios morales. Se considera que
la ética y la religión son dos dimensiones que orientan el accionar humano, aunque con
diversos enfoques. Una lo enfoca más por lo material, en el caso de la ética y la religión
lo orienta hacia lo trascendente. En el pensamiento de Manuel Fraijó emerge un concepto
mediante el cual se integran ética y religión. El termino esperanza, concepto que según el
autor las engloba a las dos. “Quien se atreve a pronunciar el término esperanza está
evocando indistintamente a la ética y la religión”4. Puesto que ambas crean esperanza.
Este aparatado responde a la incógnita ¿Tiene la religión implicaciones existenciales y
morales?
4
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Verbo Divino, Navarra, 1998; 2ª ed., 2012, pág.192.
vii
5
J. SAN MARTIN Y J. JOSÉ SÁNCHEZ. la religión, Homenaje a Manuel Fraijó. Trotta, Madrid, 2013,
pág. 170.
CAPÍTULO I
PENSANDO LA RELIGIÓN
1
1.1 Religión y Razón
Racionalidad y convicción religiosa son dos conceptos que llegan hasta esta exploración
con cierto aire de cansancio. Ambas nociones han tenido tiempos de amistad pacífica,
pero también horas de agria hostilidad. “En su largo caminar tanto la razón como la
religión, han conocido momentos de exaltación y días de horas bajas”6. Sin embargo,
sería difícil pensar una religión que sea tan irreflexiva que excluya del todo la razón, pues
de hacerlo así, estaría condenada al fracaso. Puesto que sería incapaz de enseñar y
justificar su doctrina.
Del mismo modo ocurre con la filosofía. Esta no puede permanecer al margen del
fenómeno religioso, ya que estaría negando sus orígenes y gran parte de su historia. A
pesar de los innumerables intentos que se han realizado por cortar todo vínculo con lo
religioso, por medio de filosofías reduccionistas y de carácter netamente materialista, al
fin y al cabo, la filosofía tiende a evocar lo trascendente. Tiende de cierta manera a
orientar su atención hacia la religión.
Para explicar la relación convulsa que existe entre razón y religión Manuel Fraijó recurre
a los conceptos, Atenas y Jerusalén, ciudades que se identifican con las nociones razón y
religión. En este sentido, Fraijó señala que “Atenas y Jerusalén son dos posibilidades del
espíritu humano. Ambas forman parte del ajuar existencial de los hombres.
Probablemente, no es necesario plantear su relación en términos de mutua exclusión.
Parece más correcto hablar de complementariedad”7.
6
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág.192.
7
Ibíd. pág. 27.
8
M. DE UNAMUNO. Del sentimiento trágico de la vida. Espasa Libros, Madrid, l967, pág. 91.
2
en las que a la razón9 se le otorgó honores de diosa; en otros momentos la humanidad se
ha visto sometida a milenarismos religiosos, que han permeado todos los aspectos de la
cultura10.
Efectivamente, se puede decir en palabras toscas si se quiere, que tanto la filosofía como
la religión no pueden estar juntas, pero tampoco separadas, por lo que constituyen una
especie de maridaje un tanto conflictivo. En adicción a esto, el filósofo de la religión,
Manuel Fraijó, afirma para arrojar un poco más de claridad conceptual lo siguiente:
De ahí que el filósofo Feuerbach alegase “constituye una necesidad moral del hombre y
un sagrado deber el llevar enteramente a los dominios de la razón esa cosa oscura y amiga
de la penumbra que es la religión”12. De igual modo, uno de los grandes críticos de la
religión y conocido como uno de los maestros de la sospecha Nietzsche dejó dicho: “Es
caro y terrible el precio que se paga siempre que las religiones no están en manos de
filósofo”13. Con todo esto, vienen a la mente las ideas de la ilustración, en las que se
consideraba la razón como una especie de diosa y todo aquello, no pudiese ser llevado al
14
análisis racional , se consideraba como conocimiento ilusorio, delirio o pura
imaginación, como es el caso de la religión, tan maltratada por muchos de los ilustrados.
9
Es importante tener en cuenta que en este apartado en muchos casos se utiliza la noción de razón como un
equivalente al de filosofía.
10
Cfr. M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 27.
11
M. FRAIJÓ. Filosofía de la religión, Estudios y Textos. Trota, 3era edición. Madrid, 1994, pág. 13.
12
L. FEUERBACH. Filosofía del Futuro, Humanitas. Barcelona, 1984, pág. 38.
13
F. NIETZSCHE. Más allá del bien y el mal. Alianza, Madrid, 1983, pág. 88.
14
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 28.
3
Este movimiento, hablando a grandes rasgos, pretendió dar respuestas o mejor dicho
acabar con el milenarismo de la edad media, denominado por muchos como una época
de oscuridad y sinrazón “Pasando de la exaltación exagerada de la fe a la confianza ciega
en la luz de la razón” 15. Conjuntamente, se pretendió superar esta época, rompiendo las
cadenas del dominio religioso bajo las cuales la razón se vio esclavizada tanto tiempo.
Igualmente, en este matrimonio fastidioso de la filosofía y la religión, la razón quiso
tomar las riendas del maridaje, por este motivo filósofos como Hegel, llegaron a afirmar
que hay un saber superior, el de la filosofía, con vocación de absorber todos los estadios
previos, y la religión es uno de ellos16. En este orden, se quiere aseverar que la filosofía
está por encima de la religión misma, al inverso de los medievales que alegaban todo lo
contrario.
Por lo pronto, solo se quiere crear consciencia en el lector de las horas de tensión que
filosofía y religión han tenido. Con el objetivo de establecer una posible
complementariedad, concepto defendido por Manuel Fraijó al momento de abordar el
tema.
De esta forma, aunar filosofía y religión, no es tarea fácil debido a las diferencias
sustanciales que en estas se encuentran, si bien lo que se quiere en este apartado no es
resaltar discrepancias, aunque inconscientemente se caiga en ello, sino aspectos en
común, pero no está de más el hacer una tímida aproximación al tema. Se puede resaltar
15
Ibíd. pág. 28.
16
Cfr. G. W. F. HEGEL. Filosofía de la Religión Últimas lecciones. Trota, Madrid, 2018. Pág. 35.
17
Como se podrá notar frecuentemente se utiliza el sustantivo razón, acompañado de un adjetivo, como es
el caso referido, esta forma de referirse a la razón, aunque parezca una postura reduccionista o minimalista,
responde a una tendencia de Manuel Fraijó a la hora de abordar el tema.
4
divergencias en el lenguaje, en la metodología, en las temáticas, pero sobre todo la mayor
diferencia que se percibe es la forma de aproximarse a la deidad y a todo lo que evoque
salirse de la realidad material, puesto que la filosofía lo hace de una forma dubitativa,
critica y de cierta forma escéptica. La religión en cambio, lo da como verdad certera, es
arriesgada e incluso se lanza irreflexivamente a la creencia de una deidad que orienta la
realidad.
Igualmente, la religión siempre se ha identificado con el concepto fuga mundi, huida del
mundo, situación que no ha sido bien vista por filósofos como Hume, Feuerbach,
Nietzsche y otros tantos, que sedientos de poner los pies sobre la tierra, han abogado por
una interpretación más realista del mundo. Pero la religión, como ya se ha aseverado,
19
siempre ha tenido esa tendencia a salirse de lo netamente material , para buscar
respuestas en un más allá a cuestiones existenciales, cósmicas y a una larga variedad de
temas.
18
J. GARCÍA, Pensando la religión, aproximación fenomenológica, Universidad Católica de Valencia
(España). folios • No 30 • Segundo semestre de 2009 • pág. 115.
19
Cfr. M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 41.
20
Cfr. Ibíd. Pág. 29.
5
No obstante, a pesar de que se está consciente de esta realidad, se colisiona con el hecho
de que el hombre es y ha sido desde siempre religioso, a pesar de los distintos cambios
que ha experimentado y de tener una larga historia detrás de sus hombros, el hombre es
un eterno homo religatus. Por lo tanto, ¿por qué dejar la religión a meced de la mera
especulación? ¿Por qué abandonarla a su connatural sinrazón? ¿Por qué entregarla a sus
emotivismos e imaginaciones?
Debido a esto, se considera que la razón y más estrictamente hablando, la filosofía, deba
interesarse por la reflexión sobre el fenómeno religioso, para sacar de él lo verdadero, sin
deseos de pretensión, lo esencial, lo razonable o si se quiere, lo que se aproxima a lo
razonable, realizando una reflexión centrada en el fenómeno religioso como tal, fuente de
consideraciones éticas, sociales y sobre todo existenciales. A este tenor, “es importante
precisar que, a pesar de tantas altas y bajas, tanto razón como fe son talantes de la
existencia del hombre que se necesitan la una a la otra”21.
En este sentido, en esta investigación son citadas nuevamente como invitadas de honor,
razón y fe, manifestándose en los matices de filosofía y religión. Siendo la segunda el
objeto de estudio y la primera el fundamento de análisis. Pensar la religión es una frase
que expresa muy bien el interés que se tiene en esta investigación, pero sobre todo es
importante recordar que lo que se pretende es un pensar la religión con aire de modestia,
como suele decir Fraijó, debido a que hay muchos elementos en la religión que se resisten
al pensamiento racional, ante los cuales solo queda guardar silencio en palabras de
Wittgenstein22. Como es el caso de la existencia de Dios y las diversas manifestaciones
de lo sobrenatural.
21
Cfr. Ibíd. pág. 33
22
Cfr. L. WITTGENSTEIN. Tractatus lógico-Philosophicus. Universidad Alianza, Madrid, 1987, pág. 14.
6
Si la religión es aquella actividad con la que más fuertemente se (tira de
las orejas el hombre para elevarse del suelo), creando así esa impresión
de estabilidad y sostenimiento, base de las construcciones ideológicas
humanas, entonces la investigación de la creencia religiosa es un auxiliar
inigualable para conocer la génesis y mutaciones de aquellas nociones
básicas que funcionan como soporte de la ética, del derecho, de la política
y de toda la filosofía en general23.
Con estas ideas se quiere establecer que tanto la religión como la filosofía son
dimensiones de la vida del hombre, que lo identifican y lo hacen ser precisamente un ser
en busca de respuestas. Se tiene interés en valerse del pensar para entender el creer. Puesto
que la historia parece mostrar que ni la religión, ni la filosofía salen perdiendo cuando
aúnan esfuerzos. Es, precisamente, lo que intenta la filosofía de la religión.
23
J. SADÁBA. ¿Es posible una filosofía de la religión? Universidad Autónoma de Barcelona, nº 2, 2º
semestre de 1981. Pág. 5.
24
Cfr. M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 22.
25
Cfr. M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 90.
7
doctrina. Por este motivo, se considera necesario el ponerlo en puesto privilegiado, no
por el hecho de que es la confección de la cual se tiene conocimiento e interés, sino porque
de todas las religiones es la que, en palabras de Hegel, ha realizado el mayor esfuerzo
conceptual26. Se ha ocupado por justificarse y dotar de soporte lógico a sus dogmas.
Algunos pensadores como Harnack se atreverán a decir que quien conoce el cristianismo
conoce todas las religiones27. Sin ánimos de secundar al pensador, baste decir que no se
llega a tanto. Ya que en cada religión se puede indicar que existen grados de racionalidad,
aunque eso implique reconocer que el mayor grado lo posee el cristianismo.
26
Cfr. G. W. F. HEGEL. Filosofía de la Religión Últimas lecciones. Op. Cit. Pág. 37.
27
Adolf Von Harnack filósofo y teólogo alemán citado en M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit.
pág. 181.
28
R. OTTO. Lo Santo lo Racional y lo Irracional en la Idea de Dios. Alianza, Madrid, 1996, pág. 2.
8
Del mismo modo, se puede afirmar que mientras más razonable es la religión tendrá
mayor posibilidad de adentrarse en las diversas esferas de la vida social, puesto que la
creencia, en palabras de Fraijó, “hay que exigirla, pero sobre todo, hay que
posibilitarla”29. En esta órbita, la mejor forma de posibilitar la creencia es dotándola de
un cierto grado de racionalidad.
Además, conviene aclarar que no se postula el reducir la religión a los límites de la mera
razón, pues, se es consciente de la imposibilidad de tal pretensión, puesto que lo razonable
no es lo más esencial en el fenómeno religioso. Sino es tratar de ver que existen simientes
racionales en el fenómeno que vale la pena resaltar. De ahí que Manuel Fraijó tenga la
tesis de que en el relato religioso abunda una fuerte carga cognoscitiva 30 , que no se
encuentra en estado puro, sino, que amerita depuración.
29
Cfr. M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 57.
30
Cfr. M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 40.
31
Cfr. Ibíd. Pág. 29.
32
Cfr. K. JASPERS. La fe filosófica ante la revelación. Gredos, 1968, Madrid, pág. 5.
33
Cfr. M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 43.
9
refieren a la razón que conoce sus límites en cuanto a lo religioso, pero no se resigna a
abandonarle a su connatural complejidad.
Del mismo modo, se considera que el universo religioso necesita del logos y el mito en
igual medida34. Hegel el clásico defensor de pensar la religión, llegó a afirmar que en la
razón está lo divino, es la razón la que define específicamente al hombre, no puede, por
tanto, estar ausente el tema religioso, en un tema de tan singular importancia no se puede
dar riendas sueltas al sentimiento, ni a la pura subjetividad35. Siendo este el imperativo
de la filosofía de la religión y de esta investigación en específico.
Siguiendo en la misma línea de Hegel, el filósofo se atrevió a afirmar que a Dios no hay
36
que sentirlo, hay que conocerlo . No basta la intuición, la admiración o la
contemplación, es necesario el esfuerzo conceptual. Por eso son plausibles los
innumerables intentos que han realizado un sin número de filósofos por revestir su fe de
un talante filosófico, vienen a la mente filósofos como, Pascal Kierkegaard, Descartes,
Jaspers y otros tantos, que encaminaron su pensamiento por los tortuosos senderos del
fenómeno religioso37. De ahí que es un deber comprender a los hombres que se esforzaron
por demostrar la existencia de su deidad.
Por lo demás, se podría aseverar, con la certeza de lo osada que puede resultar la
afirmación, para mentalidades escépticas en cuanto a estos temas se refieren, que la
creencia religiosa más que un acto de irracionalidad, como se le suele denominar,
embarga un gran talante racional. Es más razonable creer, que resignarse a dejarse
arrastrar por el sinsentido38. Por el hecho de que la creencia otorga al individuo un cuadro
de inteligibilidad que impregna su existencia de un fundamento trascendente que a su vez
es fuente de esperanza y optimismo.
Creer bajo las categorías del hombre religioso configura lo que es la persona como ser
integral, pues, de no existir la creencia religiosa, se queda el individuo atado a la pura
inmanencia y se deja de lado un aspecto tan rico y variado como lo es el mundo de lo
religioso, constituyendo un real retroceso intelectual.
34
Cfr. Ibíd. pág. 42.
35
Cfr. G. W. F. HEGEL. Filosofía de la Religión Últimas lecciones. Trota, Madrid, 2018. Pág. 67.
36
Cfr. Ibíd. pág. 88.
37
Cfr. M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 20.
38
Cfr. Ibíd.
10
En este tenor, afirma Manuel Fraijó:
Puede considerarse, como la forma de manifestación racional que más atraen al autor de
estas líneas, el hecho de que conscientes de la finitud y de lo mutable de las cosas, resulta
más coherente creer en la existencia de una realidad inmaterial, que resignarse a ser
devorado por el sinsentido de la mera materialidad. Evocar a la existencia de un más allá,
aunque no se tenga garantía de él, es preferible que existir sin fundamento y sin sentido.
En relación a esto viene a la mente la célebre frase de Pascal:
Con esta afirmación se manifiesta el sentir de muchos filósofos tales como Unamuno,
Jaspers que vivieron esa agonía existencial del creer o no creer. Realmente, resulta más
razonable el arriesgarse a creer, aunque eso implique el salto de la fe en palabras de
Kierkegaard, que vivir toda la vida entre un será o no será.
39
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 35.
40
B. Pascal citado por L. KOLAKOWSKI. Si Dios no existe. Tecnos, Madrid, 1985, pág. 25
11
Finalmente, luego de este esbozo de la racionalidad en el fenómeno religioso, realizado
desde una perspectiva optimista si se quiere, es importante recalcar que lo racional no es
el elemento central de la religión. Incluso, aparecerán algunas religiones que lo tienen del
todo descartado. Es sensato reconocer que el al hombre religioso, en sentido general, le
interesa el carácter emotivo, consolador y si se quiere ilusorio de la religión. Al hombre
creyente, en sentido general, más que tratar de comprender su fe, lo que le interesa es el
sentirla41. Finalmente, hay que afirmar que el emotivismo en la religión gana la batalla
frente a lo racional.
Empero, por todas las razones que se han alegado anteriormente, se insiste, que en el
fenómeno religioso existen tímidas manifestaciones de racionalidad, que se consideran
necesarias analizar y potencializar. Por lo que no renunciar a la razón, aunque parezca
una utopía es un deber de todo aquel que quiere tener una buena fundamentación de su
creencia.
Ciertamente “el corazón, y no la razón, siente a Dios. Y esta es la fe: Dios es sensible al
corazón, y no a la razón” 42
. Además, “el corazón tiene razones que la razón
desconoce”43. Se considera que la mejor manera de iniciar este apartado sobre la sinrazón
del creer es evocando a Blaise Pascal con las frases antes citadas. Verdaderamente en el
hombre, en la mayoría de los casos, la razón se ve subordinada por el sentimiento, y la
dimensión religiosa no es la excepción.
41
Cfr. M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 57.
42
B. Pascal citado por J. MARÍAS. Historia de la filosofía. Revista de investigación. Trigésima edición,
Madrid, 1981, pág. 516.
43
Ibíd.
12
es precisamente la emotividad, siendo la razón un escueto instrumento para asentar lo que
antes se ha sentido.
Del mismo modo, la religión se caracteriza por ser ese modo especial de avanzar más allá
de las respuestas que insatisfactoriamente ofrece el mundo, no es de extrañar que se
manifieste de las formas más diversas. Religión es sinónimo de complejidad. Y es,
probablemente, el fenómeno en donde cada persona pone lo que le es más característico,
lo que menos se ajusta a ritmos comunes. Es el camino que conduce al hombre hacia la
plenitud, lo que le sobrepasa, lo que colma la existencia. La religión orienta a sus
seguidores a un arrebatamiento emocional que impregna la existencia de sentido44.
Siguiendo al filósofo alemán se considera que “la religión no pretende explicar el universo
como lo hace la metafísica, ni perfeccionarlo como lo hace la moral, sino mediante la
intuición y el sentimiento se sitúa en la pasividad infantil ante ese universo, dejándose
plenificar por sus influjos inmediatos”46.
44
Cfr. M. FRAIJÓ. Filosofía de la religión, Op Cit. pág. 243.
45
F. SCHLEIERMACHER. Discurso a mis menospreciadores cultivadores, Tecno, Madrid, 1990, pág. 14.
46
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 176.
13
El hombre religioso, no pasa por el mundo de puntillas, percibe la
grandeza y el misterio en todo lo que le rodea. Allí donde el común de los
mortales percibe una simple naturaleza, el hombre religioso descubre
lenguaje y expresividad, posee una especial sensibilidad para captar la
desmesura y misteriosa realidad47.
47
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 63.
48
Ibíd. Pág. 251.
14
1.2 Inicios de una nueva disciplina
Para concretar lo antes expuesto, se considera necesario dar una mirada retrospectiva para
constatar que, desde los inicios de la historia del hombre, el fenómeno religioso ha estado
presente como una de las partes fundamentales de su quehacer. La religión ha permeado
todos los pueblos de la tierra y su gran influjo en sus tradiciones y culturas van
extendiendo la conciencia de la importancia de la religión en el proceso de humanización.
Además de su valor decisivo para el mejor conocimiento y la más perfecta realización de
la condición humana. Son muchos los que hoy en día piensan, no sólo que “quien no
conoce las religiones no conoce la religión, por lo variado del fenómeno, sino, que quien
no conoce la religión no conoce la historia humana, ni conoce plenamente lo que es el ser
humano”49.
49
M. FRAIJÓ. Filosofía de la religión, Estudios y Textos. Op. Cit. pág. 109.
15
razón a cuestiones netamente existenciales, como es el caso del sentido de la vida, y el
desenlace de la misma.
Cuando se habla de teología natural se hace referencia a una de las vías de acceso a Dios,
al igual que la teología revelada. Esta se caracteriza porque no se parte de la revelación
bíblica, sino de las posibilidades del conocimiento humano. Se pretende demostrar la
existencia de Dios partiendo de lo visible, de lo tangible. Asimismo, para el desarrollo de
sus teorías esta hace espacio al pensamiento filosófico, considerándolo como una
herramienta para explicar los conceptos teológicos. A ella también se le asocia la teodicea,
la justificación racional de la existencia de Dios frente al mal. Este estilo de pensar
responde a un criterio manejado específicamente en la Edad Media, que consiste en que
la filosofía es una herramienta de la que se sirve la teología.
Un ejemplo que puede ilustrar lo antes dicho es la frase célebre de la Edad Media “la
filosofía es la cierva de la religión y su función es la de preparar el camino para la verdad
revelada por Dios”50 Se concebía la filosofía como una herramienta que se podía utilizar
para justificar una doctrina religiosa. Se tenía la idea de que filosofía y religión podían
vivir bajo un mismo techo, del cual la religión era la cabecilla. Por esta razón, en esta
época no se hizo la distinción entre filosofía y teología, provocando que el pensamiento
filosófico careciese de autonomía e identidad. En este derrotero, afirma
50
Ibíd. pág. 5.
16
Fraijó: “para la religión, la filosofía tiene carácter subordinado, es lo penúltimo. Nunca lo
último”51.
Naturalmente, esta fusión tuvo una grave contrapartida: la teología natural vivió
tutelada por la teología revelada. La conquista de su autonomía e independencia
supuso un arduo y laborioso proceso. Pero hoy estamos de acuerdo en que, sin el
logro de su autonomía, la teología natural no habría llegado a transformarse en
filosofía de la religión52.
51
Ibíd. pág. 15.
52
J. SÁDABA, ¿Es posible una filosofía de la religión? Universidad Autónoma de Barcelona, nº 2, 2º
semestre de 1981. Pág. 5.
17
Según los historiadores de la filosofía, la primera obra53 que analiza históricamente el
surgir de la filosofía de la religión se publicó en Berlín, en 1800. Es significativo que su
autor, el kantiano I. Berger, 54equipare esta filosofía con la historia de una reflexión libre
sobre la religión. La libertad será, en efecto, condición de posibilidad de la nueva
disciplina. Por paradójico que parezca, para que naciera esta concentración, Europa tuvo
que liberarse de las ataduras religiosas. Mientras la religión fue, socio-políticamente
hablando, algo obligatorio, la misma religión se ocupó de sofocar todo pensamiento libre
y autónomo sobre ella. Sólo cuando la filosofía dejó de ser controlada por la piedad, esta
pudo ser objetivada en un proceso reflexivo y crítico de incalculable alcance. Por este
motivo, una de las características con la que se puede identificar esta facultad es por su
autonomía reflexiva. Si no posee esta característica no es filosofía de la religión.
Según Manuel Fraijó,55 los estudios parecidos a los de Berger fueron surgiendo durante
todo el siglo XIX. Por su influencia y amplitud merece ser citado el de Otto. Pfleiderer56.
Se trata de dos gruesos volúmenes que aúnan erudición y sentido crítico. Pfleiderer
considera a Gotthold Ephraim Lessing como el iniciador de esta filosofía de la religión.
Más adelante afirma que el primer período de la historia de la filosofía de la religión
comienza con Spinoza, filósofo moderno cuyo sistema filosófico se asocia con el
panteísmo, donde se postula que todo cuanto existe es Dios siendo este el inventor del
término teodicea. En este ámbito, resultan contradictorias las argumentaciones de
Pfleiderer al señalar a Spinoza como el iniciador de la filosofía de la religión pues la
filosofía de Spinoza no deja espacio para la religión.
53
Los datos que aparecen a continuación son extraídos del libro M. FRAIJÓ. Filosofía de la religión,
Estudios y Textos. Op. Cít. En la parte introductoria.
54
Cfr. M. FRAIJÓ. Filosofía de la religión, Estudios y Textos. Op. Cit. pág. 22.
55
Cfr. Ibíd. Pág. 21.
56
Fue un filósofo y teólogo protestante alemán. A través de sus escritos y sus conferencias, se hizo conocido
como uno de los representantes más influyentes de la teología liberal.
57
Cfr. Ibíd. Pág. 21
18
padre. Se trató de una lenta gestación, propiciada por muchos actores y acontecimientos
históricos.
En los últimos decenios se tiende a dejar abierta la cuestión de quién dio el impulso
intelectual decisivo para el nacimiento de esta disciplina. Mientras en 1919, H.
Straubinger sostenía que habían sido Fries y Hegel los que en el mismo año 1832 habían
tratado la filosofía de la religión como disciplina autónoma. Autores más recientes
prefieren la indefinición en este campo. Por su parte. S. Holm 60 tampoco se compromete.
Se ciñe a informar de que antes de Kant no existía la filosofía de la religión como materia
autónoma.
Es en esta consideración donde existe mayor consenso entre los filósofos, pues se
considera a Kant el precursor de esta sapiensa. Parece correcto concluir que, aunque el
creador del término fue Storchenau, el auténtico padre de la filosofía de la religión como
disciplina autónoma e independiente fue Kant. Un tema en el que reina unanimidad es
que la filosofía de la religión nació en Alemania, cuando pierde fuerza la teología natural.
Siguió durante largo tiempo gozando de buena salud en Inglaterra.
58
Cfr. Ibíd. Pág. 22.
59
J. GÓMEZ CAFFARENA. Filosofía de la Religión. Isegoria. Madrid, 1990, pág. 104.
60
Cfr. M. FRAIJÓ. Filosofía de la religión Estudios y Textos. Op. Cit. pág. 22.
19
del mundo al hombre, de la sustancia al sujeto; de una visión del mundo más o menos
cosmocéntrica a otra antropocéntrica, que culmina en la
Ilustración.
En esta época, el manto protector de la revelación dejó, ahora sí, de arropar las mentes
filosóficas, se atrevieron a pensar sin las viejas tutelas. La autonomía del pensamiento
desalojó a la ancestral heteronomía bíblica. El resto lo hicieron los sorprendentes
descubrimientos de nuevos mundos y la honda transformación de las pautas morales:
61
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios, Op. Cit. pág. 95.
62
Se traduce como "De la inmortalidad del alma” y “La historia natural de la religión"
20
En último lugar, se trata como se ve, de juicios generales que no se destacan por fechas
ni autores concretos. Es importante concluir que, aunque el creador del término fue
Storchenau, el auténtico padre de la filosofía de la religión, como disciplina autónoma e
independiente fue I. Kant, según Fraijó. Fue él quien la propuso como culminación de los
estudios teológicos. El hecho de que no llegara a utilizar el término carece de importancia.
Es cierto que fueron hombres de poco relieve filosófico los que, entre 1794 y 1798,
consumaron el paso de la teoría filosófica sobré la religión kantiana a la filosofía de la
religión. Pero se trató de un paso meramente formal. El trabajo esencial había sido
realizado por el filósofo de Kónigsberg63. Sus discípulos K. H. Heydenreich, K. H. L.
Politz y L. H. Jacob64, entre otros fueron ocupando cátedras de filosofía de la religión y
desarrollando los contenidos y métodos de la nueva disciplina. Tarea, sin duda,
importante, pero menos decisiva que la del maestro.
63
Esta es la cuidad natal del filósofo Immanuel Kant.
64
Cfr. M. FRAIJÓ. Filosofía de la religión Estudios y Textos. Op. Cit. pág. 23.
65
Ibíd. pág. 99.
21
En este derrotero, Fraijó en sus explicaciones parte del principio antropomórfico que
afirma: “En sentido estricto, solo el hombre posee religión, habría que afirmar por tanto,
que el sentido religioso irrumpe en el universo con la aparición del ser humano”66. De
ahí, que en el fenómeno religioso, el hombre ocupa una posición de singular importancia,
puesto que es el hombre el que cree, es el que sustenta la existencia de sus deidades. Este
es un factor determinante en la filosofía de la religión, que constituye el fundamento de
su identidad, la especial consideración del aspecto subjetivo del fenómeno religioso.
Se debe comenzar por G. E. Lessing. Influyó sobre Hegel, Fichte y Schelling y fue enorme
la honradez de su búsqueda. Donde antes prevalecía la seguridad se abre ahora camino la
búsqueda humilde y persistente. Es así como la teología natural se va deslizando hacia la
filosofía de la religión. Lessing sitúa al hombre en el centro de su pensamiento. Lo
decisivo para los creyentes es lo que sienten y experimentan. Insiste en que la biblia no
es la religión. Nadie debería saltar de lo histórico a lo metafísico. Lo contingente no puede
ser prueba de lo necesario.
Herder también intentó poner coto a los excesos racionalistas de la escuela de Wolff y de
la Ilustración en general. Situó con más vigor que Lessing al hombre en el centro de su
pensamiento. El término experiencia, vuelve a ser dominante. La biblia es un relato de
experiencias. Piensa que el hombre no es un ser abstracto, de ahí que la filosofía no deba
trabajar únicamente con definiciones abstractas 68 . La verdad exige ser experimentada.
66
Ibíd. Pág. 77.
67
Cfr. J. SCHMITZ, Filosofía de la religión. Herder. Barcelona, 1987, Pág. 15.
68
Cfr. K. Feiereis, o. c, capítulos dedicados a Lessing y Herder. Citado en M. FRAIJÓ. Filosofía de la
religión, Estudios y Textos. Op. Cit. pág. 25.
22
Herder desea que se vea y se sienta a Dios, tesis que culminará en Scheleiermacher.
Herder mostró que la religión tiene que ver con el hombre entero y no solo con su razón.
Pero el auténtico padre del giro antropológico fue Kant. “Retrotrajo todo a la subjetividad
humana, buscando en la autoconciencia de sujeto personal la clave de la solución”69. Las
grandes preguntas kantianas se refieren a las capacidades y límites del hombre.
Lograr una definición sustantiva de la filosofía de la religión es una tarea difícil, puesto
que todo dependerá de cómo se entiendan los conceptos religión y filosofía, para
posteriormente realizar una simbiosis de los mismos. Hay quien considera que se trata de
un trabajo contraproducente. Paul Tíllich70 es muy contundente al respecto. El objeto de
69
J. GÓMEZ CAFFARENA, El teísmo moral de Kant. Ediciones Cristiandad. Madrid, 1983, pág. 99.
70
Cfr. M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 35.
23
la filosofía de la religión, escribe, es la religión. Pero la religión se resiste a ser objeto de
la filosofía. Este es, para Tíllich, el problema fundamental de la filosofía de la religión.
La religión, el hecho religioso, huye del encasillamiento conceptual. En la misma línea,
pero con más fuerza, se expresa W. Trillhaas: “La religión sólo empieza (...) allí donde
termina la filosofía de la religión”71. El número de pensadores que insisten en que la
religión es un objeto inapropiado para la filosofía sería fácilmente multiplicable. Y a todos
ellos les asiste una cierta legitimidad: La religión es un acontecimiento biográfico. Y las
biografías escapan a la filosofía. A estas consideraciones se subscribe Manuel Fraijó.
Pero para lograr el cometido de este apartado es necesario dar una definición, Fraijó
introduce el tema haciendo referencia a Hegel, para el cual la filosofía de la religión no
puede ahorrarse lo que él llamó esfuerzo conceptual. Esta es una empresa eminentemente
teórica. Hegel insistió en ello. Según él, la función de esta disciplina no consiste en hacer
a los hombres religiosos, ateos o agnósticos. Se pretende algo, si cabe, más difícil y es el
hacerlos lúcidos72. Y esta batalla se gana o se pierde en el campo de los conceptos.
71
W. TRILLHAAS. Religioiispbilosophie. Berlín, 1972, VI. Citado en M. FRAIJÓ. Filosofía de la religión
Estudios y Textos. Op. Cit. pág. 12.
72
Cfr. Ibíd. Pág. 118.
73
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios, Op. Cit., pág. 100.
74
Cfr. Ibíd.
24
Asimismo, responder la pregunta ¿qué es la filosofía de la religión? está de antemano
condenada al fracaso, si se rechaza la ayuda que le viene de las ciencias que explican los
aspectos funcionales de la religión. Las ciencias del espíritu suelen estar
interrelacionadas. De ahí que no sea posible, ni deseable, aislar escrupulosamente los
géneros. De alguna forma, se hace siempre presente la mezcla, la impureza que
enriquece75. No hay, pues, filosofía de la religión sin este recuento de ayudas que vienen
de la fenomenología, sociología, psicología e historia de las religiones. Esta es como un
mar que se alimenta de diversos ríos.
Esta es una disciplina joven que busca aún su identidad. Ocurra lo que ocurra, mantendrá
dos características. En primer lugar, la amplitud temática, esta disciplina no se limita al
análisis conceptual de un solo elemento, como es el caso de Dios, el misterio, lo absoluto
y más concretamente el hombre religioso, sino que las aristas de su reflexión son variadas
y complejas: la identidad de la nueva disciplina no está ligada a un temario filosófico,
sino a un estilo de filosofar76. El temario puede ser generoso y adaptable a las urgencias
de cada momento histórico. Asimismo, se llega en la segunda característica, de la filosofía
de la religión, es una reflexión crítica, abierta, rigurosa y no confesional sobre los temas
relacionados con la religión.
Asimismo, “esta disciplina, dista mucho de ser un campo unificado de temas, métodos y
resultados” 77 . Lo que prevalece es una desconcertante pluralidad de planteamientos,
soluciones y métodos. Como se viene indicando, sólo en un punto parece reinar una cierta
unanimidad: en asignar a la filosofía de la religión la agobiante responsabilidad de buscar
respuesta a preguntas que carecen de ella. Se articulan así estas preguntas: ¿Existe Dios?
¿Cuál es el sentido de la vida? ¿En qué consiste la felicidad? ¿Hay vida eterna?
75
Cfr. M. FRAIJÓ. Filosofía de la religión Estudios y Textos. Op. Cit. pág. 40.
76
Cfr. Ibíd.
77
Ibíd. Pág. 39.
25
La filosofía de la religión debe dar respuesta a estas preguntas remitiéndose únicamente
a la autoridad de la razón. Y, desde ese asentamiento en la razón, debe juzgar las
respuestas que las diferentes religiones fueron dando a estos interrogantes. La filosofía
de la religión se convierte así en una disciplina fundamental, que intenta hacer frente a la
amenaza existencial y total que pende sobre la humanidad. En definitiva, debe afrontar la
contingencia de la vida.
26
CAPÍTULO II
HOMO RELIGATUS
2.1 El hombre en búsqueda de sentido
Conviene en este apartado enfocar la atención sobre algunos de los elementos que son
fundamentales en el fenómeno religioso y a su vez en el pensamiento de Manuel Fraijó.
Temas centrales, por así decirlo de cualquier disciplina que tenga como objetivo al
hombre, como es el caso de las ciencias sociales. La búsqueda del sentido, por citar un
elemento, es un tema de importancia capital, puesto que toca lo esencial, lo fundamental
de la existencia humana. Buscar el sentido es interesarse por dar razón de ser a las cosas,
descubrir el fundamento primigenio.
El afán por dar sentido a las cosas y más concretamente a la vida, es algo connatural al
hombre. De ahí que Fraijó afirme que “si de alguna manera se puede definir al hombre
es como un ser en búsqueda de sentido”78. El individuo orienta toda su existencia para
descubrir la razón de ser de las cosas, se cuestiona, explora, incluso se maravilla ante su
propia existencia y trata de descubrir su origen y finalidad. “Cotidianamente se suele
evocar lo que más hace falta, aquello de lo que más se carece”79. El individuo suele evocar
constantemente la búsqueda del sentido, precisamente, porque en la mayoría de los casos
se carece de él.
Conjuntamente, se colisiona con el hecho de que varios son los caminos que conducen al
ser al encuentro del sentido. “No existe un método univoco, tampoco consenso de
posturas, mucho menos un mismo sentido para cada individuo, sino que en este campo lo
que más reina es la diversidad y complejidad”80. De ahí la tarea de cada individuo en
descubrir el sentido de su existencia, bajo su camino, su método y sus perspectivas. Lo
que da sentido a la vida del agnóstico no es lo mismo que da sentido al religioso, lo mismo
ocurre con el filósofo, el artista o filántropo, y al fin al cabo todos son sentidos, uno no
es superior ni inferior al otro, todos simplemente son sentidos existenciales.
En este derrotero, se encontrará el tema del sentido en todos los tópicos del filosofar la
religión, de forma directa o indirecta 81 . Esta pregunta ha inquietado a la humanidad
78
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 37.
79
Ibíd.
80
M. FRAIJÓ. Fragmentos de Esperanza. Verbo Divino, Navarra, 1992, pág. 117.
81
Cfr. M. FRAIJÓ. Filosofía de la religión, Estudios y Textos. Op. Cit. pág. 15
28
durante siglos y todavía no se ha encontrado una respuesta que consiga llenar el vacío
que produce la pregunta. La vida o la existencia humana en general es algo demasiado
grande, impredecible, abstracto, variable y poco tangible. Además, no tiene por qué tener
un único sentido82. Existen demasiados puntos de vista como para encontrar un factor
común de todos ellos. “No obstante, consciente de lo antes expuesto, se pueden a grandes
rasgos establecer dos caminos generales que conducen al individuo a encontrar el sentido
existencial: la inmanencia y trascendencia” 83 . Ambos enfoques persiguen un mismo
objetivo, dotar de significado el existir humano
82
Cfr. M. FRAIJÓ. Fragmentos de Esperanza. Op. Cit. 117.
83
Ibíd.
84
Cfr. Ibíd. Pág. 118.
85
Javier Zádaba citado por J. GÓMEZ CAFFARENA. Religión. Trotta, Madrid, 1993, pág. 217.
29
Esta perspectiva, así como todas las conceptualizaciones de carácter inmanente colisiona
con el hecho de que se es finito y todo se corrompe. Nada es eterno y todo es pasajero.
De ahí que en lo material no existe sentido que perdure, lo que ahora es ya no lo será86.
La consciencia de esta realidad provoca un cierto amargo, al saber que lo que ahora da
sentido al hermeneuta inmanente, acabará como termina el ganado y todo lo existente,
con el sonido de las palas de tierra en el cementerio.
Las religiones son el fundamento sobre el que se construyen la mayoría de los proyectos
existenciales, estas otorgan a sus adeptos seguridad y consistencia. Asimismo, se puede
86
Cfr. M. FRAIJÓ. Fragmentos de Esperanza. Op. Cit. pág. 118.
87
Cfr. Ibíd.
88
Cfr. M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Ibíd. pág. 79.
89
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 37.
30
decir que la filosofía, del mismo modo que la religión, pretende ser una herramienta bajo
la cual se auxilia el hombre para dar respuestas a cuestiones existenciales. Desde la
filosofía, más concretamente en filosofía de la religión, se ha pensado sobre la razón de
ser de la existencia a lo que Javier Zádaba afirma:
90
Javier Zádaba citado en J. GÓMEZ CAFFARENA. Religión. Op. Cit. pág. 216.
91
Ibíd. 79.
31
siendo esta la que codifica toda su existencia. La vida del anthropos religado solo
encuentra razón de ser en función de la religión92. De ahí que se encuentre atado al credo.
La existencia del individuo religado no está sujeta a los vaivenes de aquel que se resiste
a creer. La creencia otorga al ser una especie de seguridad que le impiden lanzarse a la
93
desesperación . Todo suceso, todo trauma, por mal que parezca, por trágico o
desgraciado, puede ser explicado sin contradicción conceptual por el anthropos religado.
Si existe un elemento con el que se identifica tanto el filósofo como el religioso es por su
connatural interés en dar respuestas, dar explicación al mundo, a la realidad que le rodea,
y por supuesto a la propia existencia. El individuo es un ser que no se conforma con lo
que se le presenta por medio de los sentidos, quiere descubrir lo que hay más allá, lo que
subyace, se inquieta, indaga y se lanza a descubrir nuevos horizontes.
92
Cfr. M. FRAIJÓ. Filosofía de la religión, Estudios y Textos Op. Cit. Pág. 491.
93
Cfr.Ibíd.
94
Cfr. M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 37.
95
Cfr. Ibíd. pág. 79.
96
Cfr. M. FRAIJÓ. Filosofía de la religión, Estudios y Textos Op. Cit. Pág. 34.
32
Asimismo, como muchas son las preguntas también muchas son las respuestas que se
pueden encontrar, y en relación a la religión es mucha más la diversidad97. Es muy distinta
la forma de asumir el sufrimiento, por citar un ejemplo escueto, que tiene el cristiano a la
que tiene el hindú o el islam. Además, es muy diferente la forma de entender el mismo
cuerpo que tiene el cristiano a la que tiene el musulmán.
De esta manera, si se centra la atención en las diversas practicas rituales se percibirá que
la diferencia es abismal y por qué no hablar de las diferencias en la estética, en sus
símbolos, sus libros sagrados y sobre todo la diferencias en sus fundadores. Pero
realmente a pesar de que las religiones ofrecen diversas respuestas, no es menos cierto
0que responden a las cuestiones existenciales. De ahí que incumbe a cada individuo el
optar por aquella con la que más se identifique.
Sin lugar a dudas, las religiones sobreviven en palabras de Fraijó98 por su capacidad de
dar respuestas a un sin número de incógnitas que surgen en el hombre que desde otro
aspecto u otra concentración sería difícil responder. Fraijó afirma99 que la religión hace
al individuo consciente de lo esencial de la condición humana, lo saca de la rutina. Es no
permitirle al hombre sentirse a gusto en el universo, dejarse condicionar por las cosas.
Ciertamente, muchos de los elementos que se manejan en la religión solo pueden ser
entendidos bajo las categorías de la fe y racionalmente son difíciles de entender. Estos
muchas veces saltan los límites del raciocinio humano, pero a pesar de, se insiste en que
son respuestas válidas. Formas de comprender la realidad que vienen a arrojar un poco
de luz a esta aldea de las sombras que es el mundo, en las que muy pocas cosas se tienen
del todo claras.
97
Cfr. M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 198.
98
Cfr. M. FRAIJÓ. Fragmentos de Esperanza. Verbo Divino, Navarra, 1992, pág. 108.
99
Cfr. M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 198.
33
hora de configurar proyectos éticos”100. De ahí que una de las principales tareas de la
religión es la transmisión de criterios morales. En este sentido, se hace referencia a una
religión que dentro de su doctrina ha hecho un lugar especial para la moral101. Llegando
a configurar, como muchas de las sociedades entienden, lo que es bueno y lo que es malo.
Además, la religión es un mecanismo de integración y control social. La religión tiene
funciones: latentes pues socializa e integra, y por otro lado manifiesta valores e inculca
pautas.
Asimismo, algo que puede aclarar lo antes expuesto es el hecho de cómo una norma que
surgió en un contexto religioso, puede llegar a convertirse en una norma social. Tal es el
caso de la moral hindú que ha configurado el actuar de la sociedad india y su marcada
tendencia a la pasividad ante los fenómenos sociales, así como las religiones musulmanas
que son las que influyen en la concepción moral asiática en lo que corresponde a la
tolerancia de género y con su vínculo con las demás religiones102.
Asimismo, “la moral y la religión son dos aspectos que orientan el accionar humano, una
lo enfoca más por lo material, en el caso de la ética y la religión lo orienta hacia lo
trascendente”103. Ahora bien, el problema está en lo siguiente, toda acción necesita de
algo que la provoque, es decir que el accionar humano necesita tener una motivación para
poderse realizar. De ahí que la moral necesita de un fundamento que legitime sus normas,
pero ¿dónde encontrar dicho fundamento?, ¿en qué fundamentar la moral?
Efectivamente, “es evidente la ayuda que le viene a la moral por parte de la religión, esta
docta los criterios morales de un aspecto trascendente que le acuñan la garantía de un
premio en el más allá” 104 . La religión con sus conceptos de santidad, espiritualidad,
bondad, solidaridad, perfección, entre otros, divinizan por así decirlo los criterios
morales, hacen que estos sean percibidos como voluntad de Dios, como el querer de la
deidad, dándole con esto a los valores morales un fundamento que sobrepasa lo
meramente material.
100
H. Kung, Proyecto de una ética mundial. Trotta, Madrid, 1991, pág. 92.
101
En estas consideraciones sobre Moral y religión, debe tomarse en consideración que los conceptos moral
y ética se usan como equivalentes, aunque se conozca la distinción, es simplemente para evitar
complejidades conceptuales.
102
Para puntualizar un poco más, porque no hablar de la moral dominicana en lo que corresponde a la
preservación de la vida, en todas sus dimensiones, donde es indudable que el accionar moral esta
evidentemente condicionado por la religión.
103
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 298.
104
Ibíd.
34
Esta fundamentación es un incentivo para actuar de la forma correcta puesto que augura
una esperanza futura, un premio por el esfuerzo realizado. Además, es un mecanismo de
reprobación de la conducta negativa, puesto que así como hay un premio para los actos
buenos, del mismo modo, esto desde una mentalidad cristiana, habrá para los actos malos
su castigo, los conceptos cielo e infierno ilustran lo antes expuesto 105. Que alguien es
buen religioso se determina por la conducta moral que este posea, de ahí que se tiene la
tesis de que la religión no puede subsistir sin el auxilio de la moral, ¿o es qué se puede
concebir una religión sin moral? En este sentido se postula:
La religión en sus pronunciamientos morales utiliza términos como tienes, debes, deberías
elementos que evocan directamente a la moral. La religión crea un patrón de conducta en
sus adeptos, que a su vez se proyecta en la sociedad. Convirtiéndose en una de las
entidades por excelencia a la hora de inculcar valores.
También, es importante considerar que una moral que niegue la existencia de un mundo
suprasensible tendrá que conformarse con la carencia de una fundamentación consistente,
tendrá que lidiar esporádicamente con el sinsentido, y frecuentemente será víctima de la
persecución de la finitud y de la contingencia de la existencia. Una moral puramente
105
Cfr. ibíd.
106
Hilel o Hillel, llamado Hilel el Anciano y más conocido como Hilel el Sabio, fue un eminente rabino y
maestro judío, el primer erudito que sistematizó la interpretación de la Torá escrita.
107
Cfr. M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 184.
35
inmanente es un ave con las alas rotas, que por más que quiera alzar el vuelo no podrá
hacerlo. Una moral que evoque constantemente el deber por el deber, terminará
agotándose y perdiendo su razón de ser.
Luego de una breve introducción sobre los vínculos que existen entre ética y religión, es
importante resaltar que, así como fe y razón tienen una relación convulsa y compleja, lo
mismo ocurre con la ética y la religión. Pareciera que la religión es una compañera de
camino que no todos se animan a tener. Estas poseen elementos afines, pero también
aspectos hostiles.
En este derrotero, afirma Fraijó109 en sus consideraciones sobre el tema que “la ética se
refiere al más acá y la religión evoca al más allá110”. La religión bajo este concepto debe
de interesarse por los aspectos religiosos, lo suprasensible y la ética del comportamiento
en esta tierra. Pero como se ha apuntado anteriormente, en cuanto a religión se refiere,
esta suele franquear los límites de esta frontera. De ahí que la religión intervenga en las
cuestiones del más allá, pero también de vez en cuando se inmiscuye en lo que
corresponde al más acá.
108
Cfr. M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág.153.
109
En este apartado el autor realiza un análisis de las 5 antinomias de N. Hartmann filósofo alemán teórico
de la axiología.
110
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 169.
36
Tradicionalmente, “animados probablemente por el “divide y vencerás”, se ha
responsabilizado a la ética del qué se debe hacer y se ha reservado a la religión la tarea
de lo que cabe esperar” 111 . Es muy posible que tal división de capacidades no sea
pertinente. Aunque tal vez con desigual intensidad, tanto la ética como la religión tienen
que servir a ambos frentes.
Sería difícil el delimitar el campo de acción de cada una de estas disciplinas, puesto que
suelen interrelacionarse. Más que hablar de un más allá y un más acá, es necesario hablar
de distintas perspectivas que suelen relacionarse, diferentes enfoques sobre una
problemática, que su vez poseen elementos en común. Bajo este enfoque se concluye que
hay espacio tanto para la ética como para la religión.
Además, se destaca que “la ética es un asunto del hombre mientras que la religión se
refiere a Dios”112. Esto constituye una especie de paráfrasis de lo antes estipulado donde
se trata de establecer los campos de acción de ambas disciplinas, con el objetivo de
afianzar su independencia. Evidentemente, la ética no se reduce a la religión, ni la religión
se reduce a la ética, pero ambas acometen empresas semejantes, esto no sin aires de
tensión.
Del mismo modo, “la ética es una instancia autónoma en esta no existen autoridades
privilegiadas, no hay mandamientos divinos. La religión en cambio está pendiente de las
estrellas, es decir, de instancias y preceptos que caen del cielo”113. En este punto sí que
radica una vital diferencia, puesto que la religión asocia sus decretos a la deidad y los
justifica presentándolos como un querer de Dios. En este aspecto la ética es un poco más
moderada y no acuña la moral a un ser superior que está dispuesto a castigar aquellos que
no se le someten, esta más bien apela a la responsabilidad y la buena voluntad de los
individuos.
De esta manera, “la ética se basa en actos libres, la religión en la providencia”114. En este
punto, se entiende por providencia como un determinismo, no queda en ella espacio para
la autodeterminación humana. La providencia elimina la libertad, si se afirma la libertad,
111
M. FRAIJÓ ¿Vivir sin ética, vivir sin religión? Artículo publicado en el diario el País el 8-2-14, revisado
el 22 de febrero del 2018, a las 10:30 pm.
112
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. Pág. 170.
113
Ibíd.
114
Ibíd.
37
en grado máximo, se elimina la providencia. Se evocan dos conceptos aparentemente
irreconciliables para resaltar cierta discrepancia entre lo moral y lo religioso.
Por lo demás, “la ética no conoce la redención mientras que la religión vive de ella”115.
Si algo caracteriza el fenómeno religioso es su recurrente esperanza en una redención
futura, la espera de un mundo mejor, los tan evocados cielos nuevos y tierras nuevas. La
ética pretende lidiar, al igual que la política, con la regulación de la convivencia humana,
por medio de criterios morales, de ahí que le interesan los problemas de esta tierra. En lo
que corresponde a la redención, a la evocación de un más allá, prefiere simplemente
guardar silencio, manteniendo así su singular modestia.
Además, en cualquier tierra que se pise por lejana y exótica que sea, en esta se exigirá el
estricto cumplimiento de determinadas normas éticas. Nadie en cambio se interesará en
el credo religioso que se posea. No se pedirá que se adopte el credo religioso de la nación
que se visita, en cambio sí se exigirá la observancia de la moral. Con una particularidad
importante, mientras el abanico religioso admite un gran colorido, existen muchas
religiones, mientras que la ética conoce la restricción.
En otras palabras, se puede optar por cualquiera de las múltiples religiones existentes,
pero no es permitido optar por matar a un semejante. Conjuntamente, se afirma en las
consideraciones antes señaladas “Sin religión se puede vivir, sin ética no. Afirmaba B.
Russell al subirse a un avión lo que me interesa es que el piloto del avión tenga ética y no
religión”117. En estos términos, tiene mayor prevalencia la ética que la religión.
No obstante, ante lo planteado por el filósofo del lenguaje, Manuel Fraijó responde que
ante la pregunta por la importancia de la ética frente a la religión es significativo tener en
115
Ibíd.
116
Ibíd. pág. 79.
117
Ibíd. pág. 177.
38
consideración que “los postulados: no matar, no robar, no cometer adulterio, no mentir y
no cometer actos de impureza, son un legado que han dejado la religión. Son un aporte
de los grandes espíritus religiosos como Buda, Confucio, Moisés, Jesús o Mahoma”118.
La ética y la religión han tendido a darse la mano, caminar juntas, aunar esfuerzo. De
hecho, el ochenta y tres por ciento, de los seres humanos vincula su quehacer ético con
su pertenencia a algunas de las diez mil religiones existentes en nuestro planeta119.
Sin embargo, continuando con el conflicto, se es consciente que las grandes conquistas
éticas de la modernidad en el ámbito de los derechos humanos, se lograron con
frecuencia a pesar de la oposición frontal de la religión 120. La ética no depende de la
religión, es algo que se quiere dejar claro, pero podrá, eso sí, ser sensible a los impulsos
válidos que esta le ofrezca.
La dificultad para reconciliar ética y religión es real. La historia muestra que, con
frecuencia, anduvieron a codazos. Hubo épocas en las que la religión sofocó a la ética, y
también surgieron intentos de reducir la religión a la ética.
En este derrotero, Herman Cohen afirma: “la religión tiene que disolverse en la Ética,
esto sería el mayor timbre de gloria para la religión”121. Bajo esta perspectiva el telos de
la religión es el comportamiento moral. La religión será más verdadera en cuanto que sea
capaz de inmolarse y desaparecer en la ética.
Sin embargo, Kierkegaard 122 en defensa de la religión, afirmaba que quien se queda
exclusivamente en el estadio ético, uno de los tres por este concebido, andará a la deriva
y acabará en la desesperación, en este estado se vive en el sótano de su propio edificio.
En este estadio impera lo que se denomina el héroe trágico, la fidelidad a las obligaciones
morales. Para salvar esta cuestión, Kierkegaard sugiere el salto al estadio religioso, un
acto de fe, en el que ocurre la suspensión de la ética, esta se diluye en la religión.
118
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 297.
119
Cfr. M. FRAIJÓ ¿Vivir sin ética, vivir sin religión? Artículo publicado en el diario el País Op. Cit.
120
Cfr. Ibíd.
121
Ibíd. Pág. 298.
122
Cfr. S. KIERKEGAARD, Temor y Temblor, Tecnos, Madrid, 1987 pág. 37.
39
sometimiento. No se considera conveniente el reducir la religión a la ética, ni se ve en
que aportaría, puesto que ambas dimensiones realizan empresas distintas.
Como se ve, la relación entre la una y la otra ha sido convulsa y llena de trincheras
hostiles. No obstante, a pesar de los momentos convulsos que han sostenido la ética y la
religión estas siempre terminan reconciliándose. Por lo que constituyen una especie de
maridaje un tanto conflictivo.
Sin embargo, a pesar de la ayuda que de una forma o de otra la religión pueda aportar a
la moral esta “apertura de la ética a la religión no implica que la ética no sepa caminar
sola a la hora de determinar los criterios morales” 123
. Esta decidida voluntad de
colaboración, de ayuda mutua no ha evitado roces y trifurcas entre ética y la religión.
Escuetamente, se es más consciente de que una no reduce a la otra, pero suelen
encontrarse en orillas del camino.
Todas las religiones poseen catálogos de preceptos morales: no matar, no robar, no mentir,
no cometer adulterio. Todas tienen la regla de oro: no hagas a nadie lo que no quieres que
te hagan a ti. Solo así se explica el carácter absoluto del imperativo moral. Además, la
forma suprema del imperativo moral es el amor, entendido como ágape, y no hay ágape
sin una fundamentación trascendente. Se está en el género del amor que trasciende las
posibilidades finitas del hombre.
Además, “ni la ética habla solo de la rectitud de las acciones humanas, ni la religión
habla solo de la relación de los seres humanos con sus dioses”124. Ambas apuntan a una
inteligibilidad más global, más abarcadora. Ambas buscan con tenacidad el sentido de la
vida.
En el pensamiento de Manuel Fraijó emerge un concepto mediante el cual se integran
ética y religión. El termino esperanza, concepto que según el autor las engloba a las dos.
123
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 185.
124
M. FRAIJÓ ¿Vivir sin ética, vivir sin religión? Artículo publicado en el diario el País. Op. Cit.
40
“Quien se atreve a pronunciar el término esperanza está evocando indistintamente a la
ética y la religión”125. Puesto que ambas crean esperanza.
Se suele pensar que los hechos se encargan de poner a cada una en su sitio. La vida, el
dolor, y la muerte hacen palidecer las generosas ofertas de esperanza de las religiones. Su
esperanza se torna, como se dice Bloch 126, una esperanza enlutada. Efectivamente, el
discurso religioso en términos de esperanza es más asertivo que el ético.
Además, las religiones han aprendido a enmudecer, en realidad las religiones han
aprendido aguardar silencio. En realidad, el silencio nunca le fue ajeno, aunque no lo
practicaran de la forma adecuada. Pero el siglo que termina127, con su inmensa crueldad,
ha atemperado, no se sabe si definitivamente, certezas y asertividad. También la religión,
aunque en menor medida que la ética, se ha familiarizado con la sobriedad. Sin renunciar
a sus promesas, las inscribe en un marco humilde y modesto
La ética y la religión anhelan una especie de imposible necesario, que la última música
que se escuche no sean las paletadas de tierra que alguien arrojará sobre el ataúd. “La
religión espera contra toda desesperanza otro cielo y otra tierra, la ética interroga
pertinazmente sobre el fundamento de esa esperanza”128. A su vez la religión después de
125
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág.192.
126
Cfr. E. BLOCH. El principio de esperanza. Aguilar, Madrid, 1983. Pág. 47.
127
Se hace referencia al Siglo xx
128
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 192
41
ofrecer tenues razones remite al misterio, al silencio. Y como la ética también sabe de
silencios ambas se encuentran en una especie de gesticulación de impotencia.
La ética y la religión contemplaron siempre con honda inquietud este cuadro. A ambas
les es connatural la falta de resignación, nunca se avinieron bien con el perecimiento
definitivo del ser humano. Estas “se atrevieron a poner sobre el tapete frágiles esperanzas
que nunca lograron fundamentar plenamente. Desde sus diferencias, ambos buscan, con
similar tenacidad, el sentido de la vida”129 Nunca renunciaron a mantener encendida la
chispa de la esperanza, incluso para los muertos.
Fraijó en sus consideraciones finales sobre el tema evoca la figura de Aranguren 130
resaltando que hay aspectos de la ética que no sabría cómo abordar si no es en referencia
a la religión. Uno de esos capítulos es la solidaridad, la que considera heredera de la
fraternidad cristiana. Es que este autor defendió siempre la apertura de la ética hacia la
religión, postura que posteriormente Fraijó asumirá.
Hace muchos años Aranguren dejo dicho que toda existencia bien compuesta y templada
tiene que ser, a la par, religiosa y moral 131 . El esfuerzo ético rectamente cumplido, se
abre necesariamente, a la religiosidad, termina desembocando en ella. Por su parte la
129
M. FRAIJÓ ¿Vivir sin ética, vivir sin religión? Op. Cit.
130
José Luis López-Aranguren Jiménez, fue uno de los filósofos y ensayistas españoles más influyentes del
siglo XX.
131
Cfr. J. LUIS ARANGUREN. Círculo de lectores, Madrid, 1993, Pág. 87.
42
actitud religiosa fructifica en la acción moral en buenas obras. Se llega incluso a afirmar
que ningún contenido ético puede tener validez universal si no está sustentado en Dios y
por Dios. Con esta consideración se evoca a una moral con necesidad de fundamentación,
con ansias de trascendencia.
Pero realmente esta apertura de la ética a la religión estipulada por Aranguren y asumida
por Fraijó no significa que ética y religión terminen por igualarse, es decir, reducirse la
una a la otra. Es cierto que probablemente no ha existido religión que no haya predicado
a sus fieles, haz el bien y evita el mal. Todas dedican grandes espacios a la moral de sus
adeptos. Casi todas poseen catálogos de preceptos morales como no matar, no robar, no
mentir, no cometer adulterio. "Todas se atienen a la famosa regla de las reglas de la
convivencia, trata a los demás como quieres que te traten a ti”132. Pero no todo en la
religión es moralidad.
La cuestión central en temas de esperanza será siempre saber si hay algo que esperar. Es
aquí donde la ética conoce su máxima sobriedad. Ella no sabe si hay algo que esperar.
Eso sí siente anhelo por la no frustración definitiva de lo constituyente deseado.
Finalmente, se puede concluir afirmando que ética y religión son dimensiones de vida
humana que viven en un constante estado de apertura. La religión se vale de la ética para
orientar el comportamiento de sus fieles y la ética se auxilia de la religión para dotar de
132
J. MARTIN VELASCO, religión y moral. Trotta, Madrid, 1992, pág. 169.
133
M. FRAIJÓ ¿Vivir sin ética, vivir sin religión? Op. Cit.
43
un fundamento trascendente a sus principios. Ambas son dimensiones autónomas, pero
que acometen empresas semejantes. En el pensamiento de Fraijó se considera que hay
espacio tanto para la ética como para la religión. En cuestiones de esperanza la religión
y la ética suelen aunar fuerzas. La religión evoca a lo que se ha de esperar y la ética
cuestiona el fundamento de dicha espera. Ambas se niegan a resinarse ante el sinsentido,
pero sobre todo combaten tenazmente contra la disolución del ser en la nada.
44
CAPÍTULO III
No obstante, es el propio Fraijó quien señala lo que podría ser una manifestación de su
originalidad, y que se considera mucho más que un indicio, el de la actitud intelectual que
marca su aproximación al hecho religioso, disposición que condiciona en parte los temas
abordados en sus obras. “Dicha postura busca una zona intermedia entre la adhesión
precipitada a la verdad del hecho religioso, que tan a menudo se hunde en el pozo del
fundamentalismo, y el rechazo rotundo e irreflexivo de tal hecho”136. Fraijó se instaura en el
medio de los dos polos, no es de los que creen irreflexivamente, pero tampoco es de aquellos
que se muestran acérrimos escépticos en cuanto a religión se refiere. Posee un marcado
134
Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
135
Cfr. M. FRAIJÓ. Revista Filosófica Alandar, 2 de mayo del 2017. Revisado el 7-2-18, a las 9:00 pm.
136
J. SAN MARTÍN Y J. JOSÉ SÁNCHEZ. Pensando la religión, Homenaje a Manuel Fraijó. Trotta, Madrid,
2013, pág. 170.
46
interés en relacionar los conceptos razón y religión, tomando tanto de la una como de la otra,
para así elaborar una perspectiva racional del fenómeno religioso.
Conjuntamente, Fraijó identifica esa zona vacilante con un signo de interrogación, así como
su maestro Aranguren envolvía la principal promesa del cristianismo, la resurrección, con
unos puntos suspensivos. Del mismo modo la actitud dubitativa, aunque esperanzada
caracteriza las intervenciones del autor, se podría decir que se debate entre el escepticismo y
lo que podría denominarse la no resinación a no creer.
Además, esta tendencia se ve evidenciada en las principales cuestiones abordadas por Manuel
Fraijó como él mismo señala: el diálogo interreligioso, la verdad de las religiones, razón y
religión, el sentido de la vida, el mal y el devenir histórico, la ética en confrontación con las
religiones, los proyectos filosóficos ilustrados, las religiones y sus promesas de salvación,
entre otros. Son temas, a los cuales se ha acercado con su marcada tendencia vacilante137. En
algunos temas como el caso del mal, en vez de progresos, se ha quedado estancado en un
prolongado escepticismo.
137
Cfr. Revista filosófica Open Insight vol.5, no.7 publicada en Querétaro, enero del 2014, pág. 1. Revisado
02/3/18.
47
arrancarle sus mejores secretos, relacionarlas con esferas a fines como lo es
la ética y analizar sus articulaciones en los diversos credos existentes138.
Es imposible pensar la figura de Fraijó sin de una forma o de otra asociarlo con la religión,
se puede decir que es su sello distintivo. No se caracteriza por ser un tenaz religioso, sino por
ser un estudioso del tema, que desde su dudar, su cuestionarse, su poner entre signos de
interrogación, ese evocar constantemente “el sí, pero no” que le es característico, pretende
ayudar aquellos que creen, a fundamentar un poco más la razón de ser de su creencia. El
mismo afirma “Siempre me he acercado al discurso religioso desde el aprecio y la simpatía.
Nunca consideré acertada la ira prevaleciente sobre el estudio sereno y objetivo de la
religión”139. Siendo este el aspecto que más llama la atención de su vocación intelectual. Su
marcada tendencia a pensar la religión, su palpable interés en descubrir todo un conjunto de
riquezas ocultas en el acto del creer.
En este sentido, es familiar la expresión “soy técnico del fenómeno religioso, no testigo”141.
Esta frase, tan recordada por el autor en muchas de sus obras, exhibe claramente que ante el
fenómeno religioso su forma de aproximación no es la del que asume el hecho religioso
irreflexivamente, sino que es la forma de aproximarse de aquel que busca la verdad. Es la
voz del que desde una posición imparcial analiza el fenómeno, tratando desde su neutralidad
de arrojar un poco de luz y sentido. Asimismo, el interés por el fenómeno responde a una
138
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 20.
139
Ibíd.
140
Revista de Filosofía Moral y Política, Isegoria. Nº 50, enero-junio, 2014, pág. 393-447, revisado el 25/2/18
a las 10:00 am.
141
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 382.
48
aspiración de carácter existencial e intelectual, que constituye una de sus más logradas
aportaciones al mundo académico.
Esa búsqueda es la que le ha impulsado a bucear con la razón, con una razón crítica y cordial
a la vez142, por los caminos tortuosos del hecho religioso. En su larga y compleja historia, en
su densa naturaleza, y sobre todo en sus no menos complejas relaciones con la sociedad, la
ciencia y la cultura en general, Manuel Fraijó siempre, se ha mantenido a vueltas con la
religión.
142
Como se podrá notar frecuentemente se utiliza el sustantivo razón, acompañado de un adjetivo, como es el
caso referido, esta forma de referirse a la razón, aunque parezca una postura reduccionista, responde a una
tendencia de Manuel Fraijó a la hora de abordar el tema.
143
Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Página principal, sección docente. portal.uned.es
revisado el 25-2-18. A las 9:00 pm.
49
3.2 Fraijó y la religión
Al mismo tiempo, es oportuno en este momento el orientarse hacia una comprensión del
fenómeno religioso, partiendo de una perspectiva de carácter funcional del fenómeno
religioso, se prefiere abordar el tema partiendo de las contribuciones que la religión realiza
en la vida del hombre. “Las interpretaciones funcionalistas se reducen a interpretaciones
esencialistas: decir que la religión no es más que esto o aquello es hablar de su esencia, de lo
que es en el fondo, que es lo que en definitiva se pretende descifrar” 144 . Se considera
apropiado traer a colación la siguiente afirmación: “todos mis libros manifiestan compresión
y simpatía por aquellos que dan un sentido a sus vidas en las diversas religiones, a lo difícil
que es vivir y sobre todo, a lo terrible que es morir”145. Por medio de la religión se pretende
dotar de significado el drama de la vida, con todas sus complejidades, pero sobre todo es una
forma de asimilar el desenlace final, la muerte.
Asimismo, “hay una amplia gama de experiencias humanas que van desde la pregunta por el
sentido de la vida, hasta la consciencia de la insuficiencia del hombre, que manifiestan que
el hombre no puede penarse a sí mismo en profundidad sin remitirse a una trascendencia”146.
En este orden, todo estudio del hombre que quiera asumir una postura integrar ha de tomar
en consideración la dimensión religiosa del individuo.
Igualmente, la religión es un elemento central en la vida del ser humano, por medio de ella
este afronta sus miedos, comprende la realidad y se dota de sentido a la propia existencia. De
ahí que se le vea como parte esencial de toda antropología filosófica fundamental. El
144
J. GRONDIN. La filosofía de la religión, Herder, Barcelona, 2009, pág.147.
145
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 20.
146
J. FERRER. Filosofía de la religión. Palabra. Madrid, 2001, pág. 156.
50
fenómeno religioso es producto de quehacer mismo del hombre, comprender el fenómeno
religioso es una forma de entender al mismo hombre.
147
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág.63.
148
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 37.
149
J. FERRER. Filosofía de la religión. Op. Cit. pág.154.
150
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 98.
51
refiere, no existen pronunciamientos contundentes, por lo que se es consciente que esta
indagación, posee un carácter netamente exploratorio, con la intención de despertar el interés
en futuros lectores. Además, se tiene en consideración que es difícil analizar la religión desde
los criterios de las ciencias naturales, por la imposibilidad de someter a la constatación
empírica los conceptos que en esta se manejan. También, “La religión es un fenómeno
humano complejo, multiforme y, por tanto, difícilmente acotable y manipulable entre los
estrechos márgenes de la perspectiva particular de las ciencias”151. Por lo que el estudio del
fenómeno religioso es una empresa teórica que incumbe a las ciencias sociales.
Por la influencia, quizás, de la absolutización del método de las ciencias naturales, como
único criterio por el cual se puede acceder a la verdad, se tiende a relegar la religión y todo
lo que de ella deriva, al ámbito de lo ilusorio, de lo indemostrable, a la penumbra del
pensamiento humano. En esta órbita, se deja el fenómeno religioso excluido de cualquier
consideración sustentable. En relación a esto Manuel Fraijó afirma “La religión pertenece al
ámbito de lo significativo más que de lo científico, y lo significativo siempre nos afecta y
conmueve interiormente”152. Esta significación interior también merece ser analizada desde
una postura racional que pueda, por qué no, arrojar luz y sentido a este fenómeno. En este
derrotero, ha constituido la tarea más apremiante para la vocación intelectual de Fraijó, el
asumir como misión, el asediar la religión, desde la razón, para desentramar su sentido y los
aportes que esta puede realizar a la humanidad.
En otro aspecto, Fraijó afirma que se le escapa la verdad de las religiones. Resulta difícil el
determinar la verdad del hecho religioso153, es mas no son pocos los que piensan que las
religiones han permanecido hasta estos días porque se ha renunciado desde el comienzo de
la ilustración a preguntar por su verdad. En sentido se afirma: “la filosofía proclama su
voluntad de respetar lo específico el hecho religioso. Tratará de comprenderlo correctamente,
151
J. GARCÍA ALANDETE, Sobre la experiencia religiosa aproximación fenomenológica, Universidad
Católica de Valencia, artículo publicado en Madrid, 2009.
152
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 94.
153
Ibíd. pág.152.
52
antes de preguntarse por su verdad y de tomar partido a su respecto” 154. La cuestión de la
verdad de la religión es un tema abierto, en el que nunca se llegará a conclusiones notables.
En este sentido, a Fraijó le sobrepasa el fenómeno religioso, debido a que algunas religiones,
como es el cristianismo, conocen complejos sistemas filosóficos y teológicos, poseen una
larga historia y un cumulo de vivencias y reflexiones que imposibilitan que se afirme algo
que sea contundente sobre ellas155. Y es que la verdad de las religiones tiene una cita obligada
con la otra vida, en el más allá de la vida presente. Otra vida, cuya existencia, Manuel Fraijó
deja siempre en puntos suspensivos. De ahí se infiere la imposibilidad de hablar de verdad
en el fenómeno religioso, elemento que paradójicamente, todas aseguran tener, más bien sería
correcto afirmar que todas de una forma o de otra poseen aproximaciones a la verdad.
Sin embargo, la religión no renuncia del todo a su pretensión de verdad en sus enunciados.
Sus afirmaciones participan de la dinámica natural de cualquier afirmación. Una búsqueda
de la verdad que excluye la mentira y la contradicción. “Por muy paradójicos que sean los
asertos de la convicción religiosa difícilmente escaparían de la lógica interna de cada
afirmación” 156 . Afirman algo y no nada. Tienen pretensión de validez. Las religiones
protestan cuando se las considera ser un mero alegar a la ignorancia.
De este modo, las religiones insisten en que el cuadro de inteligibilidad del mundo que ellas
proponen cuenta con la misma racionalidad que es propia de otras explicaciones no religiosas
del mundo. “Reconocen que son más fuertes mostrando que demostrando, pero no renuncian
por completo al verbo probar”157. En este sentido, si se vive en un mundo plural, en el que
da cabida a diversos discursos explicativos de realidad, no se entiende por qué en muchas de
las ocasiones se quiere denigrar el discurso religioso.
En otro tenor, “la religión no es un conjunto de afirmaciones sobre Dios y el mundo sino una
actitud hacia ambas realidades” 158. Es una postura que adopta el creyente, una forma de
percibir estas dimensiones de la existencia. Estas actitudes ante Dios y el mundo varían
154
J. GOMEZ CAFFARENA, Filosofía de la religión Invitación a una tarea actual, Instituto de Filosofía.
Madrid, 1990, pág.2
155
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 21.
156
Ibíd. Pág. 114.
157
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 40.
158
Ibíd. pág. 53.
53
según el credo religioso. Unas van desde la simplicidad y otras se orientan hacia la
exuberancia. Es muy distinta la concepción del mundo y de Dios que poseen las religiones
proféticas159 a la que tienen las religiones místicas por citar un ejemplo escueto. La forma de
ver a Dios y al mundo constituyen las categorías bajo las cuales el ser religioso comprende
la realidad.
En otro aspecto, la religión posee una tendencia muy marcada a revivir la memoria de los
difuntos, por medio de rituales, simbolismos, que recuerdan aquellos que tuvieron su cita con
la muerte, augurando para ellos una realidad mejor a la de esta tierra. “En algunas culturas la
religión tiene una fuerte influencia en la forma como se percibe la muerte de los parientes,
desarrollando un conjunto de creencias que tratan de explicar este fenómeno
escatológico”160. En este derrotero, se introduce la frase de Unamuno, “el ser religioso, es
un ser guarda muertos”161. El ser religioso se resiste a olvidar el pasado. La dignidad de la
religión tiene que ver con su cultura del recuerdo. “La religión se expresa a través de
costumbres ancestrales, ritos, relatos que se repiten de un modo natural”162. La religión salva
así el pasado de un olvido seguro.
Además, cada ser humano, solo conoce una religión, la que practica o ha practicado, de las
restantes solo se tienen datos, informaciones diversas, pero poseer información es algo
distinto de conocer. “Conocer una religión es mirarla por dentro, familiarizarse con ella,
sentir que forma parte de la propia vida”163. De esta afirmación se concluye lo difícil que es
comprender el fenómeno religioso en sus diversas manifestaciones, por el hecho de que solo
se puede conocer la religión en la que se encuentra inserto.
Desde la postura del que observa sin ser parte, se pueden obtener ciertas contribuciones. Pero
resulta difícil comprender el fenómeno religioso en su acepción general partiendo de datos y
no del conocimiento. Al fin y al cabo, se termina haciendo filosofía de la región sobre el
fenómeno religioso que se conoce. Es sumamente difícil pensar la realidad, eximiéndose de
159
Las religiones proféticas están conformadas por el cristianismo, judaísmo y el islamismo, a su vez las
religiones místicas son: el hinduismo y el budismo.
160
D. ANTISERI. los problemas del lenguaje religioso, Cristiandad, Madrid, 1976, pág. 102.
161
M. DE UNAMUNO. Del sentimiento trágico de la vida. Op. Cit. pág. 32.
162
J. GRONDIN. La filosofía de la religión. Op, Cit. pág. 146.
163
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 93.
54
los códigos que la misma religión ha otorgado, sería difícil para un cristiano pensar la muerte
sin recurrir a su criterio de salvación, o para un musulmán pensar la guerra sin su criterio de
recompensa final. Por lo que se considera que la compresión del fenómeno religioso en todas
sus manifestaciones es una pretensión que nunca alcanzará a materializarse.
En otro ámbito, afirma Manuel Fraijó analizando la postura de Feuerbach “la religión es el
apara rayos con el que los humanos intentan desviar sus males e infortunios” 164. La religión,
en este tenor, se entiende como fuente de consuelo y dispensadora de bienestar, un proyecto
humano para tratar de aliviar la pesada carga de la existencia.
Conjuntamente, la religión es la que durante las largas horas de la historia ha orientado los
pasos del hombre hacia un camino de esperanza, frente al constante asedio del sufrimiento,
el sinsentido y el mal presente en el mundo165. Es la religiosidad la que ha sido lámpara en
medio de tantas oscuridades, es el bastón que le ayuda al hombre a levantarse se sus tantas
caídas, es la asistencia que el individuo posee para enfrentar tantos momentos amargos que
en esta vida le tocan experimentar. El tener que convivir con el sufrimiento, el ser testigo de
las injusticias del mundo, la desigualdad, la explotación, la frustración, la finitud, son
elementos de la vida, que el hombre ha podido enfrentar a lo largo de la historia gracias a la
ayuda que le viene de la religión. Del mismo modo, la religión constituye “un esfuerzo para
concebir lo inconcebible, para expresar lo inexpresable, una aspiración hacia el infinito”166
En este sentido, Feuerbach considera que “la religión es una proyección, la ve como un
calmante de efecto pasajero que, además de curar aliena a los humanos. La religión
encomienda al cielo, es decir a dios, lo que la tierra tiene claro”167. No se tiene ánimos de
refutar si la religión es proyección o no, pero ¿existe otra dimensión que no sea la religión
que pueda hacer más ligera la carga de las realidades antes citadas? Se cree que no, de ahí la
relevancia que posee la religión en la vida del ser humano.
164
L. FEUERBACH. filosofía del futuro. Op. Cit. pág. 113.
165
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 114.
166
J. BERGUA. Historia de las religiones. Tesoro Literario. Ávila, 1964, pág. 26.
167
L. FEUERBACH. filosofía del futuro, Op. Cit. pág. 113.
55
Según esta concepción (la de Feuerbach) los diferentes entramados
religiosos solo son atrevimientos de la fantasía humana, ficciones de sentido,
paraísos imaginarios, finales felices para una realidad cruel, en definitiva,
son fruto de la rebeldía del ser ante la muerte168.
Sin embargo, en este tenor Fraijó considera que la religión no brota exclusivamente de la
necesidad, de la precariedad como alegaba Feuerbach169 sino de la experiencia, la vivencia.
La religión es más que un sofisticado esfuerzo de auto escucha, no todo se reduce a percibir
el eco de la propia voz, de los propios deseos de perdurar más allá de la muerte, en un vacío
insondable.
Asimismo, Fraijó resalta que el primer premio en asuntos de desamparo se lo lleva siempre
la muerte170. Además, el filósofo español afirma: “Se asocia el surgimiento de la religión, al
hecho de que se tiene que morir. Si el hombre no tuviera que morir no habría religión”171. El
ser humano es el único ser consciente de la muerte, es el único que sabe que se va a morir,
por eso proyecta su existencia hacia este desenlace. “La vida humana se experimenta como
finita, su origen y término son impuestos, la muerte se presenta como algo impuesto.
168
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 115.
169
L. FEUERBACH. filosofía del futuro, Op. Cit. pág. 113.
170
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 113.
171
Ibíd.
56
No se quiere pero no se tiene más remedio que asumirla, y en ello esta nuestra finitud
temporal”172. La muerte es algo de lo que no se puede huir, es una realidad humana inevitable.
El ser se resiste a la muerte, le resulta difícil el asimilarla. Es conocido el rechazo frontal que
recibió de Unamuno “no quiero morirme, no quiero, ni quiero quererlo”175. La mayoría de
las religiones entre ellas el cristianismo han dado su palabra de honor de que existe otra vida.
Las religiones son dispensadoras de un buen vivir, pero sobre todo es una ayuda para el buen
morir.
172
J. FERRER. Filosofía de la religión. Op. Cit. pág. 155.
173
R. LEAKEY Y R. LEWIN. Nuestros orígenes. En busca de lo que nos hace humanos. Ediciones Crítica,
Barcelona, 1994, pág. 34.
174
M. FRAIJÓ. Avatares de la Creencia en Dios. Op. Cit. pag.152.
175
M. DE UNAMUNO. Del sentimiento trágico de la vida, Op. Cit. pág.36.
57
La vida al igual que la muerte requiere apoyo y consuelo. La religión debe su
permanencia en el tiempo no solo a que tenemos que morir, sino a que
tenemos que vivir y se quiere hacerlo con sentido. Ambos trances, tanto el
vivir como el morir, requieren ayuda, ayuda que, mediante sus símbolos y
promesas ofrecen generosamente las religiones176.
De este modo, apoyo y consuelo son aspectos que el creyente busca en su religión, soporte y
alivio para enfrentar la vida y el trauma que implica el saber que se va a morir. La religión
es una forma de interpretar estas realidades, una forma de asumirlas en un proyecto
existencial coherente. De la misma forma, “las religiones son instancias de acompañamiento,
ofertas de sentido, promesas de días futuros más benévolos y luminosos que los presente”177.
Podría decirse que, para el creyente, su convicción es su continua compañera de camino, la
que le salva del sinsentido, la que otorga razón de ser a su existencia. La que augura cielos
nuevos y tierras nuevas en las que no haya ningunas de las peripecias con las que en este
mundo se colisiona.
De esta manera, el cristianismo, por citar un ejemplo, acompaña a sus fieles por medio de los
sacramentos desde la cuna hasta la tumba178. Ninguna fecha de dolor queda sin alivio.
“Entendida cristianamente ni siquiera la muerte es una enfermedad mortal y tanto menos todo
cuanto se llama sufrimiento terrestre” 179 . Se muere en una radical soledad que solo las
religiones quebrantan con anuncios de una vida futura. Son ellas la última compañía, el
último interlocutor, el último consuelo de muchos seres humanos. Se resalta nuevamente,
que las religiones son entidades de acompañamiento, ofertas de sentido, para afrontar el
drama de la vida en todas sus dimensiones.
Además, estás son comunidades narrativas, de acogida, que ayudan a vivir, pero sobre todo
a morir digna y esperanzadamente a sus miembros. “Son proyectos de sentido en un mundo
en el que estos escasean, señalan límites que no se deberían transgredir y metas que se deben
176
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 113.
177
Ibíd.
178
Ibíd.
179
J. FERRER. Filosofía de la religión. Op. Cit. pág. 180.
58
alcanzar”180. Las grandes religiones milenarias, han llegado a formar un todo con las culturas
en las que se encarnan.
Asimismo, “todas las religiones intentan salvarnos de la muerte, del acabamiento definitivo,
todas intentan consolarnos, pregonando nuevas funciones para después de la caída del
telón”182. En esta órbita, lo más arduo de comprender es precisamente la caída del telón, el
acabamiento definitivo. Al ser la muerte le causa extrañeza, estupor y tristeza. Se la ve como
algo antinatural, fruto de una caída, de algún error. La consciencia de la muerte genera en el
individuo angustia, por lo que se refugia en las religiones y su creencia en un más allá. Bajo
esta perspectiva se entiende la muerte como el comienzo de un viaje y no como una
aniquilación completa de la persona.
Interesa en este momento orientar la reflexión hacia el hombre como ser religioso, con miras
a una compresión del mismo. Se puede afirmar que el hombre religioso está familiarizado
con lo inefable, con los muchos nombres y rostros de lo divino que lo impulsan a ir más allá.
Es un buscador de sentido por excelencia.
180
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 79.
181
J. GARCÍA ALANDETE. Sobre la experiencia religiosa aproximación fenomenológica Op. Cit, pág. 9.
182
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 79.
59
Se considera que “en sentido estricto solo el ser humano posee religión. Habría que
considerar, por lo tanto, que el sentido religioso irrumpe en el universo simultáneamente con
la aparición del ser humano”183. Una característica con la que se puede definir al individuo,
al igual que la racionalidad, es como un ser religioso. La religión es una categoría
esencialmente humana.
Son muchas las notas que podrían considerarse constitutivas del ser humano, distintivas del
resto de las especies animales. “Por notas constitutivas se entienden aquellos rasgos sin los
cuales el hombre no es hombre, aquellas características que hacen que un ser humano sea tal
y no otra cosa, aquellos atributos que le son intrínsecos y sin los cuales no se puede entenderlo
cabalmente y en su justa y real medida”185. Así, resulta clásico afirmar desde Aristóteles, y
con continuidad hasta nuestros días, que el hombre es un ser dotado de racionalidad y de
capacidad lingüística y que es un ser de naturaleza comunitaria, entre otras cosas 186. Entre
ellas, que el ser humano es un ser constitutivamente religioso.
El sentido religioso es, pues, característico del ser humano. Solo él se siente sobrecogido,
para aludir nuevamente a Kant187, por el cielo estrellado que le cobija y por la ley moral que
percibe dentro de sí. Solo él invoca y da gracias a un ser supremo, al que primero denominó
183
Ibíd. pág. 77.
184
J. SAN MARTÍN Y J. JOSÉ SÁNCHEZ. Pensando la religión, Homenaje a Manuel Fraijó. Op. Cit. pág.
313.
185
J. GARCÍA ALANDETE, Sobre la experiencia religiosa aproximación fenomenológica, Op. Cit.
186
ARISTÓTELES. Sobre el alma. Gredos, Madrid, 2001, pág. 11.
187
I. Kant. Crítica de la razón Práctica. Losada, Buenos Aires, 1977, pág. 171.
60
misterio y más tarde Dios. El ser religioso posee una tendencia natural a evocar una vida más
allá de la tumba, a elevarse más allá de lo meramente material.
Igualmente, es conveniente destacar que “el hombre religioso, en la mayoría de los casos, se
mueve por emociones y no por argumentos racionales, es un convencido que aspira a
convencer y no a explicar ni a demostrar”189, además, “el ser religioso no busca racionalizar
su creencia y no le preocupa que los hechos corroboren o desautoricen sus convicciones, el
ser religioso siempre se mueve en el ámbito de la creencia”190. Aunque ciertamente todo
aquel que quiera dar fundamentación a su fe, tendrá que de una forma o de otra razonarla,
pero en la mayoría de los casos la creencia que posee el ser religioso, es algo que se tiene y
no más.
188
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 79.
189
M. FRAIJÓ. A vueltas con la religión. Op. Cit. pág. 39.
190
Ibíd.
61
La religión en estas cuestiones siempre está dispuesta a dar su palabra, garantizando, una
realidad futura de bienestar.
En este sentido, “la apuesta por la no frustración definitiva del deseo de un sentido final de
la existencia, constituye el nervio central de la religión, son muchas y muy notables las
energías que la religión ha consagrado a postular un buen final para la vida de los seres
humanos”191. Sus ofertas de salvación constituyen una forma de interpretar el final de la
existencia. Son constructos que la mente humana ha asimilado para evitar así que todo
termine con la muerte, dotando este aspecto de la existencia de un grado de optimismo y por
supuesto de esperanza.
Conjuntamente, “La fe en la otra vida nació como respuesta a las injusticias de esta y ahí
continúa residiendo su vigencia” 192
. Ciertamente, las promesas de una vida más allá,
ofrecidas por las religiones constituyen un esfuerzo por afirmar la vida, incluso allí donde
ésta sucumbe derrotada por la injusticia y la muerte.
Además, se tiene claro que las religiones no trabajan con evidencias sino con la adhesión.
Son comunidades narrativas, pendientes de una verificación escatológica, que
impropiamente puede ser calificada de constatación. La única verificación que se tiene es, se
191
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. pág. 119.
192
M. FRAIJÓ. A vueltas con la esperanza, Diario el País. Publicado el 25 de abril del 2015, Revisado 16-2-18
a las 10:00 pm.
193
H. JONÁS. Pensar sobre Dios y otros Ensayos, Losada, Madrid, 2005, pág. 89.
62
murió supo la verdad194. Solo la muerte revelará la verdad última de las cosas y en concreto
de las religiones.
Conjuntamente, “Todas las religiones anuncian un más allá, otra vida, una vida futura, objeto
de esperanza”195. Es el reino de lo abismal, del misterio y el objeto de la fe. De ahí que
grandes creyentes cristianos como el cardenal Newman afirmasen: “Que mis creencias
soporten mis dudas”196. Es posible que hasta los más consumados creyentes abandonen este
mundo con el temblor de la duda sobre el más allá. Y es que, como solía repetir el filósofo
español Pedro Laín Entralgo “lo cierto es siempre lo penúltimo y lo último es siempre
incierto”197.
En este orden, la salvación que ofrecen las religiones es pues, una promesa de un futuro de
índole escatológico que no resiste comprobación histórica alguna. “Todo en ellas apunta
hacia vidas nuevas y sanadas, hacia un futuro luminoso, hacia una generosa recomposición
de lo que fue y dejó de ser, hacia inicios nuevos de vidas truncadas” 198. La historia de la
humanidad muestra que no se ha sido proclive a la resignación de que todo acabe con la
muerte. En este orden, cabe preguntarse si desapareciera la religión ¿a qué instancia se
encomendarán los difuntos? ¿A la ética? ¿A la estética? ¿A la filosofía? Realmente, lo
escatológico es el campo de acción de las religiones.
Se constata que éstas (las religiones) han ayudado a muchos hombres a vivir
y morir esperanzadamente. Las religiones son un escenario privilegiado en el
que los hombres articulan sus esperanzas. Con mayor o menor acierto, todas
las religiones tematizan el oscuro enigma de la salvación definitiva199.
194
M. FRAIJÓ Avatares de la creencia en Dios Op. Cit. pág. 119.
195
M. FRAIJÓ. A vueltas con la esperanza, Op. Cit.
196
H. NEWMAN, citado en M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios Op. Cit. pág. 204.
197
P. LAÍN. Esperanza en tiempo de crisis, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 1993, pág. 279.
198
M. FRAIJÓ. Fragmentos de Esperanza. Op. Cit. Pág. 171.
199
Ibíd.
63
Asimismo, “las religiones ofrecen su palabra de honor de que el mal no será la última
estación, de que habrá un sentido final. Por eso perduran porque nos adulan con sus promesas
inverificables de unos bienes futuros”200. Ante los planteamientos de una vida futura el autor
no afirma ni niega, simplemente guarda silencio, desea permanecer en la espera. Se mantiene
en el incómodo balanceo del sí y el no. En este sentido, Fraijó se instaura en el medio de los
dos polos, no es de los que creen irreflexivamente pero tampoco es de aquellos que se
muestran acérrimos escépticos en cuanto a religión se refiere. Siendo este su talante más
representativo.
200
M. FRAIJÓ. Avatares de la creencia en Dios. Op. Cit. Pág. 58
201
El concepto esperanza enlutada, es un término tonado por Fraijó del pensamiento de Ernst Bloch, este
concepto hace referencia a una especie de duda ante todo lo que corresponde a una esperanza fundada en una
realidad inmaterial, la certeza de un más allá es algo ante lo cual no se afirma ni se niega nada, es una cuestión
que sobrepasa los límites de la compresión racional. Para más información véase. E. Bloch. El principio de
esperanza. Aguilar, Madrid, 1983.
202
M. FRAIJÓ. Revista Filosófica Alandar. Op. Cit.
64
viii
CONCLUSIÓN
Asimismo, se tiene interés en valerse del pensar para entender el creer. Por este motivo,
se busca cobijo bajo la sombra de lo que se puede llamar filosofía de la religión. Esta se
define como una reflexión crítica y neutral que se realiza desde la filosofía sobre el
fenómeno religioso, desde una perspectiva antropológica, tratando de explicar su
naturaleza, sentido y racionalidad. Puesto que la historia parece mostrar que ni la religión
ni la filosofía salen perdiendo cuando aúnan esfuerzos. Es, precisamente, lo que intenta la
filosofía de la religión, disciplina que engloba en su estructura la razón y la religión.
Igualmente, en cada religión, se puede indicar, que existen grados de racionalidad. Toda
religión al momento de fundamentar su doctrina se ve en la necesidad de recurrir a la
racionalidad, para dotar a su sistema de conceptos entendibles, claros y enseñables, con el
fin de conferir a su credo de un fundamento teórico valido. Conjuntamente, las religiones
se aproximan a un cierto grado de rigor conceptual en la medida que se abren al análisis
racional, con el objetivo de enriquecerse del mismo. No obstante, la religión no se reduce
a enunciados racionales, sino que se sirve de ellos como el amo de su ciervo.
ix
En ese tenor, la religión crea un patrón de conducta en sus adeptos, que a su vez se proyecta
en la sociedad. Convirtiéndose en una de las entidades por excelencia a la hora de inculcar
valores. En este sentido, la religión tiene funciones: latentes pues socializa e integra, y por
otro lado manifiesta valores e inculca pautas.
La religión ha sido desde siempre un elemento central en la vida del ser humano, por
medio de ella este afronta sus miedos, comprende la realidad y se dota de sentido a la
propia existencia. De ahí que se le vea como parte esencial de toda antropología filosófica
fundamental. La religión pretende dotar de significado el drama de la vida, con todas sus
complejidades, pero sobre todo es una forma de asimilar el desenlace final, la muerte.
Las religiones de por si son promotoras de esperanza, una esperanza que en la mayoría de
los casos son incapaces de demostrar. Aun así, poseen un amplio grado de admisión, por
el hecho de que constituyen respuestas a las cuestiones fundamentales del individuo. La
religión aparece como un instinto de responder a las preguntas fundamentales del hombre
que las ciencias positivas no pueden responder, como el origen del universo, el sentido de
la vida entre otros. La religión no es un conjunto de afirmaciones sobre Dios y el mundo
sino una actitud hacia ambas realidades. Es una postura que adopta el creyente, una forma
de percibir estas dimensiones de la existencia.
La religión constituye una de las categorías del pensamiento humano bajo las cuales se
auxilia el individuo para interpretar el desenlace final de la vida. Asimismo, Fraijó resalta
xi
Limitaciones de la aproximación
Sin lugar a dudas, la principal limitación de este estudio fue la escasa producción
bibliográfica en cuanto al fenómeno religioso se refiere. Lo que se encuentran diseminadas
en todas sus obras son aproximaciones al tema. Lo que se pudieron encontrar fueron
timinas aproximaciones, una que otra aseveración, por este motivo la recolección
xii
Anexo
RE: Buenas Noches, mi nombre es Jeudy Rodriguez pertenezco a la congregación religiosa Verbum
Caritatis, soy estudiante de cuarto año de filosofía de la Pontificia Universidad Católica Madre y
Maestra, estoy realizando una tesis de grado sobre el homb...
Recibidos x
en
e.
para mí
Estimada amiga/o:
Ante todo, muchas gracias por su correo y por su deseo de realizar su tesis
de grado sobre un tema relacionado con mi pensamiento.
Pregunta qué le puedo sugerir. Su información es tan escueta que apenas
me permite sugerirle nada. Solo decirle, pero ya lo sabe, que mis libros y
principales artículos los puede ver en Internet. Debe ser usted, de acuerdo
con su director y con su plan de trabajo, quien decida qué libros elige.
Recientemente María del Olmo ha publicado un estudio que tal vez le
pueda servir de orientación: Manuel Fraijó y Javier Sádaba. Un diálogo
entre dos filósofos de la religión, Tecnos 2017.
Con mis mejores deseos y saludos cordiales.
M. Fraijó
Anexo
Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, estoy realizando una tesis de grado
sobre el hombre como ser religioso en su pensamiento, tengo hasta este momento 3 de
sus libros, Avatares de la Creencia en Dios, A Vueltas con la Religión y textos y
estudio, pienso hacer 3 capítulos el primero sobre una perspectiva histórica, el segundo
una descripción del fenómeno religioso y finalmente una exposición de su pensar sobre
el fenómeno religioso, la tesis esta asesorada por el Profesor Wllliams Arias, ¿me
gustaría saber que opina y que podría sugerir.? bendiciones....
To: mfraijo@fsof.uned.es
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momento podrá ejercer sus derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición ante la UNED,
Departamento de Política Jurídica de Seguridad de la Información, o a través de la Sede electrónica de la
Universidad.
en
e.
para MANUEL
Buenos días, el motivo de este mensaje, es el manifestarle mis agradecimientos por atender mi mensaje,
este es el esquema de trabajo que hemos decidido seguir, me gustaría saber que opina, si habría que
agregar algo o no, y finalmente quisiera saber ¿que es la religión para usted como la entiende?, sin mas
interrupciones, agradecido siempre
xv
para MANUEL
fe
b.
para mí
Querido amigo:
Muchas gracias por su correo y por el esquema de trabajo que me envía. Me
parece un esquema muy válido que se hace cargo de aspectos fundamentales
de lo que ha sido la intención de mi trabajo.
Al no tratarse de una tesis doctoral, no creo que se le deba exigir más. Por lo
demás desconozco los criterios de su universidad para la realización de este
tipo de trabajos. Personalmente me sentiría muy satisfecho si desarrolla con
rigor académico e implicación personal los temas de mis escritos que ha
elegido. (A propósito de mis escritos: acaba de aparecer la décima edición
de A vueltas con la religión y la octava de Fragmentos de esperanza).
De lo que no me siento capaz es de resumirle lo que es la religión para mí.
El tema está presente, como habrá constatado, en todos mis escritos: en A
vueltas con la religión, especialmente en el apartado IV: “Religión y ética”;
en Avatares de la creencia en Dios (especialmente en las páginas 77-79: en
ellas respondo concretamente a su pregunta sobre qué es la religión para mi.
Algo que también hago en las restantes entrevistas de este libro y sobre todo
en la parte II: pp. 89-124 “Conferencias Aranguren”). El tema está también
muy presente en mi libro El cristianismo. Una aproximación (en la segunda
edición pp. 139-181 analizo las posturas teológicas de K. Barth, K. Rahner y
H. Braun). También en Dios, el mal y otros ensayos se aborda el tema.
Especialmente en el capitulo dedicado a R. Otto (que sirve de estudio
introductorio a la tercera edición de Lo santo (Alianza editorial, 2016). Para
la relación entre fe y razón le remito al último capítulo de Dios, el mal y otros
ensayos, sobre W. Pannenberg. Finalmente: acaba de publicar la editorial
Trotta una nueva edición del libro clásico de W. James, Variedades de la
experiencia religiosa. Un estudio de la naturaleza humana, que también
contiene un estudio introductorio mío en el que, naturalmente, se aborda el
xvi
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Universidad.
xviii
para MANUEL
BIBLIOGRAFÍA
Otras obras
Revistas
FRAIJÓ, M; ¿Vivir sin ética, vivir sin religión? Artículo publicado en el diario el País el 8-
2-14, revisado el 22 de febrero del 2018, a las 10:30 pm.
_________; Revista Filosófica Alandar, 2 de mayo del 2017. Revisado el 7-2-18, a las
9:00 pm.
xxi
__________; A vueltas con la esperanza, Diario el País. Publicado el 25 de abril del 2015,
Revisado 16-2-18.
Revista filosófica Open Insight vol.5, no.7 publicada en Querétaro, enero del 2014,
Revisado 02/3/18.