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EVALUADOR PAR 2018

Mauricio Vladimir Fuentes


Facebook Guía del Profesor MBE
Ya hemos revisado las preguntas de la Evaluación Par del
año pasado en un texto anterior. Ahora corresponde
estudiar al detalle las nuevas preguntas que nos trae esta
edición 2018 de la Evaluación Docente.
Las primeras 2 son nuevas, basadas respectivamente en los
Dominios y Descriptores B.2 y C.2 del MBE. La tercera
pregunta, acerca de la inclusión y el decreto 83, es la misma
que el año pasado. Comencemos:
1. ¿Qué hace cuando a algunos de sus estudiantes no les
interesa algún contenido de su asignatura? Piense en una
situación específica.
Bueno, a decir verdad, un verdadero profesor MBE tiene
clarísimo, sabe y asume hidalga y perfectamente, que a
nadie en toda la sala le interesa un pinche comino lo que
está hablando.
Tal como dijera Jesús, “los médicos son para los enfermos”
y un niño que tenga abiertas sus ventanas al aprendizaje
gracias a una correcta estimulación temprana y una
emocionalidad y alimentación saludables, va a aprender
dónde sea y cómo sea, pues la verdad es que este tipo de
niños no nos necesitan para seguir completándose como
personas. Al menos no al nivel en que lo podemos asistir en
nuestro sistema escolar, dado que tenemos que hacerlo
también con otros 44 estudiantes por curso. Si fuera
estudiante único, sería el estudiante y la clase perfectas.
Esta es una pregunta capciosa que está mirando el concepto
de “educación de calidad” mientras se formula. Resulta que,
a estas alturas, ya para nadie es novedad que los liceos y
colegios de “excelencia” no son excelentes por sus
procedimientos y metodologías, ni mucho menos por sus
planes y programas originales, innovadores y vanguardistas,
sino por el simple y evidente hecho de que seleccionan y
discriminan el tipo de estudiantes que pueden ingresar y
cuáles no.
El “Marco para la buena Dirección y liderazgo escolar”
asegura que es el cambio de prácticas y formas de gestión
aquello que marca la diferencia en las comunidades de
aprendizaje, sin embargo, las conclusiones de tal
documento están basadas en experiencias extranjeras que
en nada se asimilan a la realidad que tenemos aquí en Chile.
De hecho, de las 38 fuentes citadas para la construcción del
documento, sólo 5 son chilenas y son estudios diagnósticos
sobre nuestra situación (Weinstein, Volante, Muñoz y
Marfán). Sólo UNO contiene propuestas (“Formación y
entrenamiento de los directores escolares en Chile”), más
un estudio del CIDE de la UAH sobre estándares de
dirección.
Existen en Chile varios liceos y colegios que han pasado de
puntajes SIMCE y PSU mediocres a sobresalientes, sin
embargo, son casos excepcionales que no sirven de ejemplo
para cualquier otro establecimiento, sino solo para aquellos
con quienes compartan características en común.
Otros, los “emblemáticos” o similares, esos que cuentan
con sendos laboratorios de ciencias y computación bien
equipados, instalaciones, bibliotecas de lujo, orquestas
sinfónicas, etc, son fruto de inyecciones de dinero tal por
parte de las municipalidades, que, si intentáramos replicar
el formato para todo el país, quedaríamos en bancarrota sin
haber cubierto ni siquiera una décima parte del total de
establecimientos.
O sea, la forma en que por ley entendemos y organizamos
nuestras escuelas está basada en experiencias de país que
de ninguna forma responden a nuestra realidad nacional.
Para qué hablar acerca del currículum, ese que hace 30 años
denunciaban ya Los Prisioneros como esos “12 juegos” que
de no ser entendidos o de no interesarnos desde la infancia
temprana, nos dejaría de por vida pateando piedras.
Nuestra realidad en cambio, dice que nuestro país es
culturalmente tan diverso, geográfica y económicamente
tan dividido y segregado, políticamente tan polarizado, que
cualquier intento por uniformar la educación desde la
“forma” está completamente destinado al fracaso. País con
características únicas en el mundo, por tanto, imposible de
homologar a otro con su respectivo sistema escolar.
Nuestros ejemplos de vida, los países de los estudios según
los cuales basamos nuestra forma de enseñar, dirigir y
estructurar nuestras escuelas son Canadá, Escocia,
Inglaterra, Australia, Nueva Zelandia, EEUU y Perú. Ejemplos
mundiales sobre cómo educar efectivamente… a una
población escolar totalmente diferente y muchas veces
diametralmente opuesta a nuestra realidad.
Según esta forma de enfocar la educación, obviamente los
que triunfarán serán aquellos que compartan rasgos
culturales similares a los de los países de donde sacamos los
ejemplos (revise los resultados SIMCE y PSU de este año y
vea a qué estratos sociales corresponden esos puntajes de
310 ó 320 hacia arriba). La opción B, es que hagamos
triunfar a nuestros estudiantes “culturalmente” diferentes,
equiparándolos a la cultura en que esperamos que triunfen.
Recordemos que, en nuestro sistema escolar, el verdadero
respeto a la diversidad, aquel que se hace cargo de ella y la
valora en sus propios términos, no existe. Basta con
argumentar que la individualidad es el antónimo extremo
de la uniformidad, justamente la forma de educar que nos
rige y marca la pauta a través de las pruebas, evaluaciones y
test estandarizados (revise también el art2 de la LGE y
compárelo con los planes y programas del MINEDUC, a ver
cómo se las ingenia para justificar ambas cosas a la vez).
“Estándar” que tampoco es nuestro, sino de experiencias de
países ajenos y extraños de personas con quienes solo
compartimos el ser Sapiens Sapiens, lo que nos lleva al
origen y centro de esta primera pregunta que nos guía en
esta evaluación par: “¿Qué hace cuando a alguien no le
interesa lo que usted dice?”, que para efectos del portafolio
cambiaremos por “asumiendo que a nadie le importa un
carajo lo que usted balbucea junto al pizarrón frente a la
clase, pues son conocimientos y habilidades totalmente
ajenos a la experiencia vital de sus estudiantes, ¿qué hace
para captar su atención sobre su “increíblemente”
interesante, pertinente y necesario Objetivo de Aprendizaje
(eso fue sarcasmo)?”
Pues bien, ¡hago de todo! Esta pregunta asume que usted
hace clases no parado frente al curso, con una aburrida
pizarra o con un escuálido ppt, hablando como si se fuera a
quedar dormido o quisiera empapelar a groserías al
simpático joven que tiene el regetón a todo volumen en su
celular y aún no saca ni un lápiz del estuche, sino que
parece mono sumergido en falopa saltando de un lado a
otro de la sala, atento a la más mínima petición de atención
o duda que surja, e ingeniando mil formas (por estudiante)
para hacerles entender aquello que pretendo enseñar.
¿Recuerdan a Roberto Poblete, con toda la paciencia y
pedagogía del mundo, intentando enseñarle de mil formas
diferentes un chiste a su amigo Humbertito? Bueno, lo
mismo, pero con la sala llena y la cara llena de energía y
felicidad durante 90 minutos. Sin perder nunca la
compostura.
Así que cuando un estudiante no muestra interés en lo que
enseño, se lo presento y explico de tal manera que al final
de la clase me termina pidiendo bibliografía y documentales
adicionales para poder seguir investigando en su casa
(“¡Mamá, bota mi PS4 y teléfono celular a la basura, que
nada impedirá que investigue hasta la madrugada lo que mi
profesor me enseñó hoy!”. De ese toque).
Su estudiante se llama Humberto, su hobbie favorito es no
escucharlo a usted y la materia que debe aprender para la
prueba requiere nervios y temple de acero, además de una
mente aguda como bisturí de obsidiana para poder
asimilarla efectivamente. ¿Qué hago?
Opción 1: Me doy de cabezazos contra el pizarrón mientras
me pregunto “¿por qué estudié pedagogía y no Derecho
como me dijo mi papá?”.
Opción 2: Levanto al estudiante de la solapa, lo zamarreo y
le doy cachetadas mientras le vuelvo a explicar, hasta que
por fin entienda la materia.
Opción 3: Me siento a su lado con toda la paciencia del
cosmos y le enseño exactamente lo mismo, pero desde otra
perspectiva.
Si eligió la Opción 1, lo siento por usted; si eligió la opción 2,
puedo recomendarle un buen abogado; la respuesta
correcta según el MBE, es la 3 (ahora, si tuvo que leer esto
para saber que era la 3, debería cambiar de profesión).
En esta pregunta, la rúbrica seguramente contiene
indicadores acerca de cómo usted individualiza sus prácticas
pedagógicas, a la vez que las utiliza para el provecho de
toda la clase. O sea, cada vez que se encarga de una
dificultad de aprendizaje específica, es capaz de utilizarla de
forma positiva para el provecho de todos.
La pregunta dice “Cuando a algunos de sus estudiantes”, o
sea, no uno (no es “alumno PIE”), ni muchos (el problema
no soy yo), sino algunos. O sea, un grupo. Cuando un
pequeño grupo no entiende lo que le digo, según la ley
vigente y el decreto 83, es porque no estoy enseñando de
acuerdo a su modo o estilo específico de aprendizaje.
Yendo a lo literal, esta pregunta nos pide que respondamos
que cuando un “grupo” no entiende, lo que hacemos es
cambiar la “forma”, el “estilo”, la “perspectiva”. Si el grupo
no entendió con un ppt, les muestro una canción, un video,
los saco al patio, pero ojo, eso es lo que haría cualquier
profesor competente.
El indicador “Destacado” requiere que después de hacer lo
usual, hagamos lo extraordinario. Al que le resultó fácil, le
doy bibliografía extra y lo ayudo a ligar lo aprendido con
otras asignaturas; al que le resultó difícil, le explico con
peras y manzanas, desvelándome y gastando tiempo extra
de mis horas libres para generar instrumentos que apliquen
a su estilo de aprendizaje.
Cuando un “grupo” no entiende, llego la otra clase con una
explicación específica para ellos, pero válida para todos los
compañeros. Tomo esa aparente dificultad y la utilizo como
ejemplo para que toda la clase vea que no hay solo una
forma de aprender. Tomo la “dificultad” y la transformo en
una “oportunidad”.
Los descriptores del indicador B.2 del MBE requieren que a
cada niño le ajuste una dificultad específica para su estilo y
nivel de aprendizaje (lea la taxonomía de Bloom revisada y
póngase creativo); que los motive de tal forma que mi rol
sea como cuando jugábamos con autitos a fricción: al
estudiante le doy solo el impulso y él continúa solo su
camino, “motivado” o movido por mí consejo y guía.
El último descriptor habla de “clima de esfuerzo y
perseverancia”, por tanto, nunca jamás le resuelvo una
dificultad solamente a quien me la preguntó, sino que la
abordo de tal forma que mientras más dudas tengan, más
inteligentes los hago sentir, más seguros de sí mismos y
todos quedan con ganas de alcanzar la excelencia.
Después de esa “acción pedagógica” que le contaré a mi
evaluador par de hecho, el estudiante en cuestión logró
incluso descubrir un nuevo hobbie, una nueva comprensión
del mundo, de la vida, le sirvió para fortalecer su
autoestima o cualquier rasgo de superación personal,
grupal y social que desee evocar (o inventar. Para efectos
del portafolio es irrelevante). Les dije que hicieran “algo
normal” y se motivaron tanto que me llegaron con algo
extraordinario, superior a aquello que normal y
“competentemente” le pediría o exigiría a alguien. Lo
mismo que haría cualquier docente, pero con un “extra”.
Ese es el Destacado.
2. Cuénteme de alguna actividad que usted realizó con sus
estudiantes que fue desafiante para ellos, para lograr un
aprendizaje de su asignatura.
Si en el caso anterior la pregunta era acerca de un grupo de
estudiantes que no entendía la materia, en este caso todos
entienden y están por sobre el promedio. Ahora, lo que
debe explicar es cómo fue capaz de motivar a todo un curso
repleto de buenos elementos, a superarse aún más de lo
que ellos mismos pensaban que podrían.
Los descriptores del indicador C.2 asumen que usted será
capaz de, primero, diagnosticar el estilo aprendizaje, el nivel
de habilidades y los intereses personales de sus estudiantes
para lograr el OA propuesto; segundo, tener un panorama
general de lo que pretende enseñar y ser capaz de dividirlo,
de seccionarlo en partes donde se aprecie claramente
cuándo enseña, cuándo trabajan ellos y cuándo los
retroalimenta (esto no es exclusivo de este descriptor, es
simplemente cómo hay que estructurar una clase); tercero,
involucrar a los estudiantes con lo que están aprendiendo
(tampoco es exclusivo de este descriptor, sino cómo
deberíamos enfocar cualquier tipo de aprendizaje); y por
último, el descriptor que sí es exclusivo de este indicador:
variar y ajustar la complejidad de los contenidos y
actividades, a fin de que la actividad sea “desafiante”.
Como se podrá dar cuenta, el criterio de este domino se
contradice a sí mismo: si admitimos que existen diferentes
estilos de aprendizaje, aprendiendo cada persona de una
forma particular; y asumiendo que nuestro trabajo es
presentar al estudiante un desafío “ni tan fácil que se
desinterese ni tan difícil que se frustre”, podemos concluir
que este criterio pretende que en 90 minutos, hagamos 45
clases con procedimientos específicos, a 45 niños, con 45
desafíos ajustados a la sensibilidad emocional de cada uno,
cosa que ni se frustren ni se desinteresen.
O sea, si Francisco, María y Brayan pintan, deben aprender
mi contenido pintando. Pero Juanito pinta con cera, María
con grafito y Brayan con témpera, pero con los dedos, sin
pincel, o sino se frustra.
Luego Diego, Deyanira y Maicol aprenden bailando y
cantando, así que les enseñaré de ese modo. Pero Diego
baila freestyle, Deyanira salsa y Maicol recita la materia al
ritmo del trap, pero tiene que ser con mesa de sonido y
micrófono, o sino se desinteresa.
También está Jaimito, Rosalinda y Desiderio: Jaimito
aprende con mapas mentales hechos con lápices scripto (los
de palo lo frustran); Rosalinda con lenguaje de señas (pero
en kurdo y chino mandarín, o sino se desinteresa, es muy
fácil); y Desiderio aprende haciendo maquetas y monitos de
plastilina (pero tiene que estar solo sin que nadie haga
ruido, o sino se desespera y se frustra).
Llevo 9 alumnos, siguiendo al pie de la letra el Dominio C del
MBE, faltan 36 y llegamos a los 45. Ahí es cuando usted
confirma que quienes escribieron el MBE jamás en su vida
pisaron una sala de clases frente al pizarrón, menos en un
Liceo público, y ni soñar con que los estudiantes estaban
escuchando reguetón y jugando online en sus smartphones
cuando ingeniaron los Dominios, sino que lo hicieron desde
sus cómodos escritorios (berger de cuero, calefacción y
tomando Juan Valdés), tal como estoy escribiendo yo esto
ahora (pero en silla de palo y tomando té supremo), además
de evidenciar el absurdo del documento cuando se
pretende llevar a la realidad del día a día.
Bueno, esta pregunta entonces, requiere que usted haga
justamente aquello que acabamos de describir. Aquí debe
explicar el caso de cómo usted propuso una actividad al
curso que fue tan perfectamente planificada, medida,
organizada, supervisada y evaluada, que al finalizar todos
saltaron y gritaron de euforia y alegría, como cuando Alexis
Sánchez pateó el último penal el 2015 pero multiplicado por
10; como si acabaran de oír el estreno de la Novena Sinfonía
de Beethoven en Viena; o como si en TV anunciaran que le
subirán en un millón de pesos el sueldo a los profesores.
De hecho, usted no salió caminando de esa clase, fueron sus
propios estudiantes los que lo sacaron en sus hombros y
llegó pisando pétalos de flores a la sala de profesores. De
ese nivel, eso es lo que quiere escuchar esta pregunta.
Yo les quería enseñar algo, pero fue tan fabuloso que todos
se fueron de cabeza a investigar y profundizar lo aprendido,
a ligarlo con otros contenidos, con otras asignaturas,
desperté potencialidades dentro de ellos que estaban
dormidas, que ni ellos sabían que existían.
Nadie se frustró porque era muy difícil y nadie perdió el
interés porque era muy fácil. Ellos eran verdaderos galgos
de carrera y su actividad fue el conejo que todos seguían a
la par a máxima velocidad y potencia.
En la entrevista par, el evaluador le preguntará muchas
veces “pero cómo; qué hizo; cómo lo hizo; sea más
específico”, pues antes existían “palabras clave” y ahora son
“frases clave”, o “situaciones clave”. Así que ingenie una
actividad donde todos se esforzaron a tope (sin pasarse ni
quedarse atrás) y cuente lo fabuloso que resultó todo, ya
fuera uniéndolo con otras asignaturas o generando trabajo
extra (y voluntario), para beneficio de ellos mismos. Cuente
también cómo esa experiencia los marcó e incluso usted
tuvo que hacer una clase especial para poder profundizar lo
que ellos mismos descubrieron.
Para salir Destacado, debe generar que los estudiantes
quieran o deseen “sacar” el contenido hacia afuera y
mostrarlo al mundo, o que lo hayan utilizado de forma
autónoma para mejorarse como personas y seres humanos.
La pregunta 3 la puede ver en el escrito anterior de
EVALUADOR PAR, es la misma. El único alcance es recordar
nombrar o citar algún estudio, libro o documento “oficial” o
más o menos serio que hable del tema del género (parta
por los oficiales del MINEDUC y luego póngase creativo)
Recuerde, para todas las preguntas, no darse vueltas en la
misma idea, simplemente sea concreto y mencione las
situaciones, lo que su evaluador par necesita. Son esas
frases clave para marcar sus indicadores en “Competente” o
“Destacado”, nada más. Diga lo que hizo, el genial y
“competente” resultado que logró, y finalmente qué fue lo
“destacado” que logró hacer, bueno, no usted, sino hacer
que los estudiantes hicieran.
Generalmente se le pide una situación específica por
pregunta. Nombre dos, que funcionaron fabulosamente
dentro de lo esperado y luego mágicamente recuerde una
tercera oportunidad, donde logró lo que ningún otro
profesor había logrado, donde alcanzó el cielo como
profesor y todos sus estudiantes alcanzaron la iluminación.
Para inspirarse, vea “La Historia Sin Fin” y viaje al reino de
Fantasía, mismo lugar donde fueron forjados el MBE y la
Evaluación Docente, a buscar esas experiencias pedagógicas
clave que “realizó” en algún momento y que transformaron
su vida y la de quienes lo rodean, así no tiene cómo
equivocarse ni dónde perderse.

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