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CalderOn y su escuela dramatica Tgnacio Arellano Plena erect ets overated vivas en su época pata abrirks a la modernidad ey posibilidades la comedia nueva qu mente, Lope de Vega, y que a final eee cnn te renin Bites Arcadia de las Letras Coleccién Arcadia de las Letras Ne 6, Calderbn y su escuela dramética Director dela coleccién: Victor de Lama Astor: © Ignacio Arellano Ayuso Die de cubierea: Ediciones de Laberinto © Tluseacin de cubiera cedida por el Maren de a Real Academia de Bellas ‘Artes de San Fernando, Madsid: Frgmento de «El suet del cable», de Antonio de Pereda © EDICIONES DEL LABERINTO, S.L. ISBN: 84-87482-05.6 Depesito Legal: M-8333-2001 tear det Ministerio de Eason, Ctra y Depots EDICIONES DEL LABERINTO, 5.L, Corrchano, n° 3,2 -28007-MADRID. Centralia: 91 433 57 52° - Fax: 91 501 3972 ‘Tefono pedides:91 501 71.85, E-mail: aberinto@eicioneslabennto.es sewedicloneslaberina es Imprime: Iberia Grafic, SL - Fuenlabrada (Madd) Printed in Spain /Impreso en Esparia SUMARIO PRESENTACION CrONOLOGEA . 4, Calderén: 5. La escuela o el 6. El ciclo de Cal 7. El final del ciclo y del teatro del Siglo de Oro: y Bances Candamo ...... LOS CAMINOS DE 1A CRITICA BIBLIOGRAFA SELECTA . DICE ONOMASTICO INDICE. GENERAL . .. Capitulo 2 Calderé6n: introduccién general a su obra. Elementos para una lectura de Calder6n. El trazado de conjunto 2.1. Fases y etapas (Cuando Caldesén impone su dominio, en los aos veine del siglo, la primera generacién de dramarurgos llega a su fin. Ruiz de Alaro6n y Tirso dejan de excrbic paral teato, Lope frena sensiblemente su produccién, las controversias reatrales coman un tono nuevo, més sosegado, y el teatro de corte empieza a desarollare. Se abre una segunda fase dela comedia, en la que elementos hereda- dos y nuevas invenciones alcanzarén con Calderén su fusi6n culminante. La renovacién en la continuidad se muestra bien en un fendmeno caracte- tistico, el de las refundiciones de pieas dela primera etapa. En esa pano- ler sigue constituyendo una fuerza creadora distinguible de la pero restringida, de otros reorganizadores de Formulas reci- bidas, como Moret o, ya en la etapa postrera, Bances Candamo, ‘Una de ls cuestones referidas al estudio del teatro de Calderda es la de su evolucién dramatica. Dos fase se suelen distinguir en el teatro cal- deroniano, la primera, desde Amor, honor y poder (1623) hasta el cierre de los teatros de 1644-1649; y la segunda, que ocupa la tres décadas poste- de los autos y en las \ccién queda marcado mientras que la segunda se centra en fiestas cortsanas: este segundo mom 23 de Calderén puede ordenarse segtin momentos + en cuenta también los géneros. 2.2. La vertiente tragica. Géneros serios La tragedia, mucho més extensamente cultivada que en otros drama- turgos auriseculares puede integra piezas de tema religiso, histrico 0 rmitol6gic, y constituye uno de los campos mis fecundos del teatro calde- roniano, Aunque después resiltaré especialmente algunos dramas en este terreno, apuneo ya desde el principio que el tono trégico impregna grandes {reas de las comedias serias dle Calderén, Parker dedicé un trabajo clisco a este campo, ~sHacia una definicidn de a ragedia calderonianay,en el que establece los principios bésicos que estructuran la tagedia en Calderén: cades. El andlisis de Parker es valioso, pero no contempla toda la comple dad de los aspectos trigicos en la obra de Calderén, y puede complemen- tarse con otras aportaciones, como la de Ruiz Ramén (1984), quien ha visto, por su parce, dos modelos de tragedias calderonianas: el configurido por el conficto libertad / destino, y el de la tragedia de honor. Para otro «studio calderonista, Marc Vitse, una de las constantes de la visiba tré- sica del poeta es el fracaso multiforme de la instancia paterna, es deci, las caencias de aquellos cuya funcin dramatica les hace desempefiar el papel de la generacién adulea(padees, reyes, maridos, tc) * (Caller: ineroxiein. 2.2.1. La tragedia espafiola y el Siglo de Oro Una de las paradojas cuiosas que han afecado ala Jectura dela obra aciona precsamente con esta condicién de su vertiente Calderén ha sido tomado en muchas par de humor. Convertido en un autor ‘udgico, Pero aqui ha surgido otro abuso incerpreta- tivo, que desde ciertos puntos de visea supondefa la caducidad cota de su cobra dramética, Me refiero a la idea de que en el reatro del Siglo de Oro espafiol no hay tragedias. Si Calderén es solo autor trigico yen el Siglo de (Oro no hay tragedias, Calderén no existe. Conclusién evidentemente falsa sobre premisas igualmente falsas, 1a idea de que Espafa no hace ninguna concribucién notable al drama trigico, como tecuerda con meridiana claridad Parker", se relaciona com la supuestaincapacidad cn un universo religioso que con- templa la presencia de un Dios ordenador y justo y un més alli en que todo desorden se subsana. Tal consideracién estiba en una definicién arbitraria de tragedia, vigente en el skim siglo, y que solo considera trigico el dlesamparo del hombre en su escenario césmico, en seguimiento de las soflas de Hegel, Kierkegaard o Nictasche, ete. Se suele decir que el crs nismo es una visién anttrégica del mundo, pues ofrece al hombre la segu- tidad del reposo final en Dios. No es momento de entrar en las teorfas sobre la tragedia: ahora bien, hay que sefalar que aunque ef marco ideol6- gico general de Calderén es sin duds el cristianismo, no siempre es opera- tiva en el plano drarnético la esperanza del més alli La accin teatral puede ‘contempt la destruccidn de un héroe tigico en términos que provoquen la compasién y el temor del oyente, como pedia Ariseteles (Poética 1453A) y los precepristas auiseculares. Es mis, la concepci6n arisotéica de los malos;y la caida de los malas provoca satisfaccién, no temo pasién. De manera que la accién trigica mezcla cierta justificaciéa mora (es yoo tas dl re de os et 25 ‘Cakeron y su escuch dramicca con elementos azarosos, mezcla capaz de provocar la caarss erigica y que Parker ha sefalado como esencial en Calder6n. La responde més bien ala poética de Aristrcles, con lopianas (no sustantvas en este terreno) que a la tencialista, Y dicho vigente en los pablicos populares que la moderna, més intelecruales de visin ms limicada. Si no admitimos (no hay por qué admitiso) este concepro restrictive de tragedia, Calderén se presenta como un poeta poligrafo, capaz de todo arco dramitico, desde el entremés y la comedia burlesea a la cagedia, siempre innovador y siempre problemético, actual y universal a de las capas 2.2.2. Para una lectura de Calderén La universalidad y actualidad de Calderén solo v6 de una lectura adecuada que, evitando el ana valor permanente. Hay que adaptar la obra a cada época a través de una interpretacién, del conjunto toca, buscando las homologias posibles, por medio de una leccura metaférica 0 mitica. De nuevo Parker (1991, pp. 31-34) se muestra certero al sefalar que una literatura efetivamence vilida en el pasado per- ‘mised hallar una universalidad valida para nosotos,y proponer el modo de lecrura que Mircea 3» descubra su cesible desde el nivel de la existencia profana e individual. No se trata, insisto, de aplicaciones anacréni valores universales dentro de unas coordenadas ‘obra a una actualizacién forzada de su significa su sentido metafbrico los valores que perviven para el receptor de hoy. sino de recupes 6 2.2.3. Un ejemplo Un buen ejemplo, del que me ocuparé después con mis demors, es el de El mayor montruo del mundo, cuyo protagonista, Herodes, ordena que ordena marar a su mujer. La vigencia del drama en el pseudorromantiismo del gran amor de Herodes; esté en su perfecta a dramética que ejerplifca una conducta egoista, obsesionada por la propia pasién, y que por medio de un esquema que mezcla el des- tino y la responsabilidad desemboca ca un comprensible desenlace trgico, provocando hoy como ayer la emocién en el espectador. Pero veamos un poco més de cerca, examinando a un tiempo su posi- ble vigencia, algunas preocupaciones centrales en los dramas de Calderén, que configuran el mundo temstico de esta drea de su produccién. 2.2.4. El honor {Qué vigencia puede conservar, empezando por uno de los temas mis cen Bl médica de su honra de un don Gutiere, que mata a su mujee Mencfa por sospechas de una infidelidad, 2qué sentido puede tener? Ya se lo negaba Menénder Pelayo (Calderin y su teatro) por razones morales: los dramas de honor calderonianos los considera eminentemente inmorales y solo comprensibles dentro de la Espafia del siglo XVII, donde, supone, casos como el citado eran cosa de todos los dias. Son piezas que han escandalizado a numerosos cri que rechazan dems, la ald desalmada con que maran a sus mujeres estos maridos, la jnverostmil Iigica con que los matadores razonan, etc. La posturs de 7 (Calder y su escuela deumicicn Menéndes Pelayo ex significative: no admite que don Gutierre mate por vos sociales; le pareceria més humano matar por celos, con pasign, najes no es una dicién para la vida misma nobles mueren. No es menos pas sobre todo es una convencién que ras: lo que nos importa es la eagedia. (que silo tiene) y a obligacién de la honra. En este sentido puede considerarse, como hace Vitse un héroe que se enfrenta a su trage- dia asumigndola con todas sus consecuencias. La presién de uns idcologta -dramitica~ convertida en esquema rigido que obliga a los individuos y {que se coloca por encima de ellos es la fuente de la destruccidn trgica para los procagonists. El ejecutor destruye y queda destuidor de ahi las protes- tas que a menudo estos maridos que se sienten obligados a reparar st honor declaman, maldiciendo semejante rigor que no deja rsquicio por donde escapar, como Juan Roca en El pintr de su deshonrar ‘Mi fama ha de ser honrosa, omplice al mal y no al bien? {Mal hays el primero, amén, ‘que hizo ley tan riguross! ‘El honor que nace mio, ‘exclavo de otro? Exo no. Lo importante en el terreno atistica es el potencial expresivo y emo- tivo del tema de la honra como mecéfora dramitica del laberinto de la pre- sién social y de un mecanismo monstruosamente aurénomo en el que la libertad, la verdad o la misericordia no pueden exist. 1. Ver. Vise, Calder egies Antopos, xt 1, 1987p 61-6 donde fice una (Caldera 2000 (Paplona, Unive de Neva sep, 200, cen ta) 28 (Caer: introducein El honor resulea asf metifora de la opresion ideolégica y social, un de condicionamientos que existe hoy con tanta fuerza como en el siglo XVIL perfectamente comprensible, creo, para cualquier espectador actual que no se instale en el prejuicio. 2.2.5. La lucha generacional. Conflicto padre e hijo ‘También constance iver, y por tanto, actual, es otto de los gran des temas calderonianos, en el que algin crtico como Vitse™ ha clave entera de sus dramas serios, y ha sido igualmente resaltado por ronistas como Parke, el de la lucha generacional, el conflicto padre Defecto general de la figura paterna es su incapacidad para afrontar el riesgo de la vida, para acepcar la inseguridad y contingencia esencales del ser humano: los «padres» carecen, en summa, de valor para enfrentarse con sincetidad a los embates de milkiples violencias. No me interesa entrar ahora en hiporéticas explicaciones de tipo biogréfico que se han dado a este tema apelando a un padce rigido y autortario que evocaria Calderén en sus obras. En cualquier caso, varias piezas fundamentales responden a este tema bisico: La devocién de la cru, Los eabellos de Absalén, Las tres justicas en sna, La vida es set, “Tomemos solo un par de ¢j Basilio, padre y rey, figura doblemente «patemar, es para su hijo un tirano: stirano de mi albedrio» le llama Segismundo, Parte de sidera que en el dimo acto Segismundo, vencedor de la rl los métodos de su padre, pero en La vida es suefio el fracaso de la instancia 15, Lava cr uo, ML Ruano, Mod Casta, 1994, 1-72-28, Calder y escuela dramstica paterna se cierra de modo optimista con el triunfo renovado de la nueva generac, segtin comencaré propesio del examen de La vida es sue, Hay, no puede olvidars, una victoria del albedeio y dela con- ia sobre los apetios y sobre los horéscopos. ‘Mis trigica, con desenlace opuesto, es Leste justicias en una. Don Lope es un joven violento, bandoleroy asesino. En una discus leg a abo- fetcar a su propio padre, que ha sido para él un personaje que nunca le ha ‘mostrado amor ni atencién, En la investigacién del caso, que el rey ordena a su justicia don Mendo, se descubre que don Lope es en realidad hijo de don Mendo y de una hermana de Blanca, la supuesta madre de Lope, que fingié haberlo dado a luz para evicar la deshonraa la hermana. En cualquier caso el sey ordena que ajustcien a don Lope que ha infamado a quien tenfa por padre, En esce drama el fracaso paterno afeeta a vatios personajes, que se repareen la culpa: don Mendo, por abandonar a su amante y su hijo nonavo, do; don Lope padre sigue creyendo que el ajustciado es su hijo, al que nunca ha querido como padee, pero cuya mucrte siente, ala vez que la propia infumia; la madre adoptiva (\éa en realidad), que enganis ~aunque con buena intencidn~ suf igualmente el dolor de la castro... Y ‘a principal victima, don Lope, paga por los pecados propios y por los ajenos Del mismo modo se meaclan las culpablidades en a tragedia de Los cabells de Absalén, con un nuevo enfrentamiento de David con su lun nuevo tema 0 complejo de temas, igualmente rnucleares: el poder, el sexo y la ambiciSn, ine 2.2.6. El poder y la ambicién Es conocida la historia del rey David, y de sus hijos Amén y Tamar, y Absalén. Lo que interesa sefalar a efectos del tema que comento, es la ambicién de Absalén, que es ta fuerza directora del personaje. Desea incluso la muerte de su hermano Amér 81 se mucre quedo yo mas cerea al slio, ‘que e quien asprs a reinar ‘ada hermano es un estorbo, 16, Lov eb de Abin, eG. Bava, Oxf, Pergamon Prt, 1973, w. 21649. 30 (Caer introduc. Conquista del pode lL aprecio por sus hermosos ca at ac dl pons, expe narcisismo del trano ‘que satisface usurpando a su propia hijo. ¥ drama de poder y de ambicin es igualmente una cragedia hisrica que comentaré mas adelance, 1a espléndida pieea, comparable a cualquiera dela obras maestras de Sha- espeate, de La cima de Inglatern. Lejos de toda complacencia con las figuras del poder cuando este da olerancia, etc. nuevamente un de temas de vigencia universal y bien actuales. Una pieza excep- cional en este sentido es El Tuzant de la Alpujarra, donde hallamos de nuevo una actitud de compromiso sumamente extica contra los abusos ¥ has opresiones, que explora con nuevos matices y dimensiones en la gran comedia de Bl alealde de Zalamea y ots muchas piczas. 2.2.7. El destino y el libre albedrio. Pesimismo y esperanza En buena parte de sus dramas y en pricticamente todos los autos sacramentales aparece un coajunco de problemas centrales en la visién del mundo que sustenta la dramaturgia calderoniana. Son los relacionados con cl destino del hombre, y su libertad o libre albedo, esto es, su responsabi- Tidad en la construccién de la histori Se recordar que tas todas sus peripecas, bien conocidas, el principe Segismundo en La vide ese, ee eee por una rebelién popular, perdona a su padce vencido, En Ia indeterminacién de fronteras vidalsuefio, Segismundo solo “encuentra un asidero indiscutible: hacer el bien, un bien no exactamente de a libertad y apuesta por la capacidad del agtieros nefastos. Muestra de la libertad human 31 seré precisamente la capacidad de reflexién de Segismundo y el dominio de su violencia, engendrada en parte por ef mismo abuso del poder paterno En los autos se enfientard Calderén desde una perspectiva plena- ‘mente teoligica a este problema de la perversin de ks inclinaciones humna- nas y de la corrupeidn de las pasiones, que tiene su raie en la caida, en el pecado original cometido por nuestros primeros padres. El gran conflicto ‘entre el bien y el mal, la caida y la Redencién, se desarolla en una anteo- pologia cristiana obligadamente optimista, como se evidencia también en cl drama de El mégico prodigiow: el verdadero magico, el vencedor en esta contiends, es Dios. Pero et hombre ha de aprender grandes leeciones de lesengafio. En este desengafio no creo que hayamos de ver, como aduce ‘Antonio Regalado, una crisis escéptica del poeta, en la que se debatera agé- nicamente entre razén y fe. En el mundo de los autos 0 en El mégico pro- digioso de manera muy notable se expone con toda claidad (y segin corres- pponde a la ortodoxia més estricta) que la fey laraz6n se complementan, ¥ ue el hombre necesita de las dos para salvarse y encaminarse hacia Dios. El desengafo pesimista no surge, pues, en Calderdn, del sentimiento de incapacidad o de las contradieciones entre fe y racionalismo 0 un hipoté- ‘ico ateismo, sino de la realidad de una condieién humana dafiada por el pecado, y sujeta, por lo mismo, a miltiples servidurnbres. 2.3. Calder6n y su sentido cémico de la vida Pero Calderén es un dramacurgo complejo que cultiva con la misma fortuna la vertiente cSmica. El titulo que he puesto a ests lineas encabla didlogo crtico con el de un trabajo clésico de Wardropper «Calderén’s Comedy and his Serious Sense of Lifes, interesante como todos los de ‘Wardropper, pero demasiado iafluyente en todo un conjunto de estudiosos que han venide después repitienda sus pasos, con una insistencia suma- ‘mene arbieraria en las supuestas dimensiones seria de todo el teatro cal- deroniano, sin excluit alas comedias ebmicas, con lo eval hacen desapare- cer todo un sector fundamental del corpus de Caldecén, a la ver que provocan, como no podia ser menos, constantes incoherencias en los and- lisis eincerpreraciones, ya que se empefian en apicar valores exegéticos pro- pos de ls obras seria alas obras cbmicas. 15. En gan State in Honor of Mchln B.Adamt oJ. B. Keller KL Sali, Chapa i, airy of North Carin 1968 pp. 1793 2 todos los dramacurgos de su tiempo, ‘cémicos, pero resulta ademds el m: itad de su obra? Por un lado -ya lo he sefialado antes~ a una ima- ica de su persona, que segiin hemos 1 algunos datos biogréficos y pondera- io debidas a cnecineos. Por otro a un defectuoso plante- que involucracuestiones de lasifcacion genérica, conven ciones estructurante, horizonte de expectativas y coordenadas de emisién ‘gen tépica excesivamente seria y visto, anda No hace falta negar absoluramence las implicaciones serias que incluso en fa obras cémicas (hablando siempre en términas generales) podrian rascearse: sin embargo, me parece stil recurcr a una dist que aduce, por ejemplo, Erwin Panofky, a propdsito del estudio del arte, entre edoctmentoss y «monumentoss” si consideramos alas obras dramé- ticas como «documentos que eeflejan a través de la transfiguracién acts- tica ciertos aspectos de la vida del XVI 0 conflictos humanos més o menos atemporales, es evidence que parte de la visiGn del mundo que en ells per- cibimos se sia en un universo serio y a veces trigico, de opresién, falea de ta consideracién erica de estos aspectos esti mas alli de la comedia y queda al margen desu valor drarmtico como «monumentos primo. liar las comedias como documentos, casi siempre desde nuestros propi Mer Bienes are uae, Madi, lira, 1983, 26:21 (Calera nexus deamitica ‘xpada, lo que queda al espectador es lo setio y no lo ligero”. Ete, Desde ‘sta perspectiva, las ramas de las comedias de capa y espada tefljaran la confusién del mundo, en el que el hombre es victima de su insuficiencia moral: a pesar de su desarrollo eémi trigiea, yy son, en fin, comedias de esencia erigi lace trigico por los imperativos del honor Podemos encontrar una larga serie de crticos que se colocan en la ‘ andloga linea interpretativa. En todos ellos se nota una fuerte dar por supuesta sin mayor demost ‘comedia de capa y espada, diseutida, a mi 05 no menos agudos y en este caso mis certe En efecto, decir que la exencia de La dama duende es una reflexién filosofica metafisica sobre laidentidad y el auroconocimiento es decir muy poco sobre el tjido propiamente dramtico de la obra, sobre su construc- ci6n poética teatral y su movimiento escénico, sobre sus peculiaridades como estructura de enredo y dinamismo de la accién. ¥ es decir algo que no es en ningtin caso La dima duende Los estudios de comedis concreus que adoptan esta perspectiva ta- sedizance, negando la dimension eémica de Calderén, se obligan as a jua- 18. sLacomedi coal del Sglo de Orem F040, Tar de coma Bacto, Ase 1978p 183.22, ps (Calder in ca toda una serie de aspectos cuyo valor lobal y que examinados sobre el sistema Fandamentales que quizd expli- ‘quen la tendencia a El primero obedece a razones de tipo social En esencia se reduce dad en la comedia para justfca su estudio y hacerlo respetable. Es nifiativa la abundancia dejuicios que nega la esmplezar o sbanalidad> de esas comediasafrmando insistentemente que son algo mis que mera- ‘mente cmicas, que ienen una muy seria dimensin, sn la cual, al parece serian piezas sin valor [No me parece ahora pertinence realizar una defensa de la necesidad y de argumentar en pro desu dig- un sentido serio puede comarlas en consderacién, El segundo motivo que provoca tales valoraciones obedece @ una pos- ‘ura metodologica desviada, que consiste en ignorar las diferencias genérias, leyendo ¢ interpretando distintas obras como si todas formaran un conjunto smos trigicas © cémicos independientemente de la tama en la «que se inserran, se cree que la comedia es el embrién dela tragedia, 0 que la tragedia es la continuacién dela comedia (Wardropper), cuando la comedia irra el paso ala cragedia; se estudiancietas obras comparando en un mismo plano eragedias ycomedias (La dama duende con. El médico de su honri), etc. Como quiera que cada uno de estos géneros obedece a coavenciones distin- tas, tienen estructura disintas y su horizonte de expectaivas es distin (y por tanc distinea es la actiud y valoracién del receptor, la visién indiscri- minada provoca,ieemediablemente, numerosis confusiones {quedan en los mismos actores solos, y aquellos pasan de los representantes en smucrtesergicas som lstimasas, ras las de la comedi goo y pastiempo Jo que glosa Vitse precisando que xno en la materia de las acciones repre- sencadas reside el principio clasficado, sina en Ia naturaleza del efecto dominante producido sobre el Imports pues, la pespoctvaescogida (por el emisr y el receptor), relacionada estrchamente con la estructura global del sistema de conven- ciones que rige uno u otto género. En la tragedia el espectador compadece, la angustia; en la comedia hay una especie de anestesa afetiva, un : si ge tienen en cuenta estos aspec- s aproximaciones, tales la que War- a Fl médico de su honra, en donde ‘ragedia como si fuera una comedia ntre otras conclusiones circulares ro Ia actitud del espectador y el es ridicalmente distinta en El Ja de Ia identidad de ambos géner valor que éste conceds a ciertos epi médico, donde se sabe que existe un riesgo trigico, que en una obra de capa y expada donde se sabe que no existe. Ya el mero titulo El médico de su Jonra orienta decisivamente la actitud del piblico. Calleré: neous, pos de La dama duende, No hay burlas con el amar, EL agua mansa, Fuego de Dias en el querer bien, Matanas de abrily mayo, Casa con dos puertas mala 1 de guardar, Elecondidoy la tapada, Matiana serd otro dia, Dar tiempo al sempo.. y decenas mis. Son mundos primaverales en los que trunfa la juvencud y el ingenio,

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