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Existen diversas concepciones formales del delito, sin embargo todas aquellas
coinciden en que el delito es aquella conducta legalmente "imputable"; esto
quiere decir que dicha acción se encuentra tipificada (descrita), en los distintos
ordenamientos de la ley penal. "Una vez admitido como axioma inconcuso que
sin la ley no hay delito y que las conductas que quedan fuera de las leyes son
impunes, solo se puede asegurar lo que el delito es, interrogando la ley misma".
La definición formal obedece a una concepción legal por cuya virtud el delito es
toda acción legalmente imputable; es decir, el conjunto de presupuestos de la
pena que se encuentran en la parte especial de los ordenamientos penales
sustantivos. Se estima que la misma limita la libertad de construcción científica
y conlleva a que "una vez admitido como axioma inconcuso que sin la ley no hay
delito y que las conductas que quedan fuera de las leyes son impunes, solo se
puede asegurar lo que el delito es, interrogando la ley misma".
La concepción formal del delito se considera la única posibles por ser esta
producto de la metodología del derecho, debido a que la acción punible es
aquella que se encuentra sancionando por las normas de derecho.
Aunque existe una notable similitud entre una concepción formal de delito y el
principio de legalidad nullum crimen nulla poena sine lege el principal problema
del concepto formal del delito consiste en la tarea de concretar el concepto de
delito en los ordenamientos legales, es decir, buscar una definición que atienda
a toda clase de generalidad aun por encima de todos las concepciones que se
tienen de el. El Código Penal Federal señala que delito es "el acto u omisión que
sancionan las normas penales".
Por ende, esta noción entraña una relativización del concepto de delito
consustancial con el principio de legalidad, cuya consecuencia más importante
estriba en el hecho de supeditar el concepto de delito a la ley. En ese sentido se
expresa el código penal Federal, que señala que el delito es "el acto u omisión
que sancionan las normas penales".
El objeto del delito es aquella persona, cosa o interes que es protegido por las
leyes penales y es en base a este que se clasificaran los delitos. Dentro del
objeto del delito encontramos el objeto material y el objeto jurídico.
Objeto material. Es la persona o cosa afectada directamente por el daño
causado por la conducta delictiva o el peligro en que se colocó a dicha persona
o cosa.
Es posible confundir el objeto material con bien jurídico, u objeto jurídico, cuando
se habla del objeto material del delito, se refiere a el objeto corporal externo,
sobre el cual se realiza la acción, y cuando nos referimos al bien jurídico lo
identificamos como el objeto que intenta proteger la ley.
1.- Homicidio.
2.- Aborto.
3.- Lesiones.
5.- Genocidio.
II.- DELITOS CONTRA EL HONOR
10.- Proxenetismo.
1.- Hurto.
2.- Robo.
3.- Abigeato.
5.- Receptación.
8.- Extorsión.
9.- Usurpación.
10.- Daños.
2.- Usura.
1.- Contrabando.
2.- Terrorismo.
1.- Genocidio.
3.- Tortura.
4.- Discriminación;
4. EJEMPLOS DE DELITOS:
Un dentista administra anestesia total a una señora sin realizar los exámenes
pertinentes por un internista, máxime cuando la señora le había comunicado que
padecía del corazón. La señora muere de paro cardíaco por la anestesia. En el
examen por el internista no se hubiera descubierto la lesión y sólo se hubiera
conseguido retrasar la muerte por unos días.
En los años 30 del siglo pasado, el cliente de una peluquería, Ernesto K., se
presentó a teñirse el cabello, para lo que fue atendido por Francico R. El
peluquero usó una tintura que había aplicado a otros clientes previamente y que
había dado buenos resultados. La tintura era de venta libre en el mercado con
ese fin. En el caso del cliente Ernesto K, la aplicación tuvo por consecuencia
lesiones –presumiblemente en el cuero cabelludo y el rostro. En aquel entonces,
la ley penal no distinguía entre distintas clases de lesiones según su gravedad ,
como sí hoy lo hace en el art. 94 CP. El cliente puso querella contra el peluquero.
debido al mal olor, la madre sospecha que el yogur podría estar en estado de
descomposición, pero, al no tener otra cosa para darle de comer a su hijo, ni
alcanzar a leer bien la fecha de vencimiento, se decide a darle igualmente el
yogur.
La madre no huele nada especial, pero advierte que el yogur está vencido desde
el 10 de enero.
San Martín Castro enseña que "las faltas son simples injustos menores en
relación con los delitos; no hay entre ambas diferencias cualitativas, pues sus
elementos son exactamente iguales, pero como quiera que las faltas conciernen
sanciones más leves, y están referidas a vulneraciones a bienes jurídicos, de
menor intensidad, es del caso, tratarlas distintamente en función a la simple
diferencia cuantitativa que existen entre ellos". De modo tal que el criterio
diferenciador entre el delito y la falta se sustenta en un criterio puramente
cuantitativo, pero que tiene en cuenta la gravedad de la infracción y la pena.
Amado Ezaine Chávez, la define de la manera más sencilla al indicar que las
faltas: "Son infracciones penales que lesionan los derechos personales,
patrimoniales, y sociales, y que por su mínima lesión no constituyen delitos"; "La
falta es el hijo menor del delito".
El proceso por faltas son medios educadores y correctores del pueblo peruano
se hallan tipificadas en el articulo 440 al 452, del Código Penal y en ellas hay
sanciones benignas, como corresponde a su naturaleza, pero educadoras,
correctoras y preventivas, suficientemente claras y precisas como para conducir
a nuestra sociedad por el camino del respeto a la ley y el orden.
Pues deducimos entonces que el proceso por faltas tiene como objeto educar,
corregir y prevenir el delito.
XXI.- FALTAS:
7. EJEMPLOS DE FALTAS:
El Libro Tercero del Código Penal peruano, que comprende los artículos 440° al
452°, está dedicado a las faltas. Las faltas son -o deberían serlo- lesiones o
puestas en peligro a bienes jurídicos, pero de manera menos intensa, tal es así
que, en base al principio de proporcionalidad, tienen asignadas sanciones
penales menos restrictivas. Quiere decir que, no obstante no tratarse de delitos,
son ilícitos de naturaleza penal que también se rigen por los principios de esta
rama del Derecho.
Sin embargo, nuestro Código Penal sanciona algunas faltas cuya existencia y
legitimidad consideramos cuestionable. Así, por ejemplo, el artículo 443° C.P. -
denominado “agresión sin daño”- establece lo siguiente:
“Artículo 443°.- El que arroja a otro objetos de cualquier clase, sin causarle daño,
será reprimido con prestación de servicio comunitario de diez a quince jornadas”.
Si bien el artículo citado establece una sanción penal ínfima, llama la atención el
hecho de que dicha conducta sea considerada un ilícito penal. Básicamente, con
esta norma, si “A” le lanza a “B” un objeto inocuo (pensemos en un lapicero), sin
causarle ningún daño, podría ser sancionado penalmente (repito, con una
sanción ínfima pero sanción penal al fin). ¿Cuántos de nosotros hemos cometido
esta falta? Seguramente muchos –la misma cantidad que se sorprendería si
alguien los denunciara penalmente por dicha conducta-. Distinto sería el caso si
el tipo penal previera que el objeto tuviera la capacidad (material) de generar un
daño o implique un riesgo para la víctima, pero el tipo no discrimina en ese
sentido.
Este supuesto resulta más cuestionable aún pues, si por “designio” se entiende
“propósito o voluntad de hacer algo”, lo que se estaría sancionando no serían ni
siquiera actos preparatorios de un delito sino la decisión o intención de cometerlo
(fuero interno del sujeto). El tipo penal no exige que el sujeto activo no pague su
consumo en un restaurante, solo le basta que este haya realizado el pedido con
la intención de no hacerlo. ¿Es posible probarlo? ¿No es esta una lesión clara al
principio de lesividad y de proscripción de responsabilidad objetiva? Y si para la
aplicación del tipo penal se exigiera el efectivo no pago de lo consumido, ¿no
debería, en aras al principio de legalidad (con precisión: el de taxatividad), ¿estar
establecido en el texto de la norma?
Lo ejemplos no quedan allí. Quizás el más curioso de ellos sea el del artículo
447° C.P. (“ingreso de animales en inmueble ajeno”):
La norma citada se encuentra comprendida, además, dentro del Título que regula
las faltas contra el patrimonio. El primer cuestionamiento es, pues, si realmente
se está lesionando o poniendo en peligro el patrimonio del sujeto pasivo –
digamos, el dueño del inmueble-. Para hacer más sencillo este breve análisis,
pensemos en uno de los supuestos (“dejar entrar”) en el que el dueño de un
perro que se percata que su mascota sale despavorida de su domicilio, ingresa
a la casa de su vecino y no lo detiene –es decir, “lo deja entrar”, como prescribe
el artículo-. Lo que básicamente está sancionando el tipo penal es que el dueño
del can no le haya impedido a este ingresar al domicilio ajeno (ojo: la “decisión”
de ingresar a la casa vecina no es del dueño, es del can). ¿Si bien el dueño del
animal es responsable de controlar que su mascota no sea una fuente de peligro
o no genere daños, si no existe una conducta peligrosa que controlar no tendría
por qué sancionarse este tipo de casos –por lo menos, no penalmente? ¿Debe
ser considerada esa conducta un ilícito penal? Consideramos, como en los dos
casos anteriores, que no. Lamentablemente, no son los únicos ejemplos y ello
resulta preocupante al margen que, en los hechos, no existan precedentes
judiciales abundantes sobre el tema. Finalmente, esas normas está vigentes y
un texto normativo debe ser coherente con los principios que lo rigen.
Los delitos son castigados con penas de reclusión o con multas, faltas son
sancionadas con penas de arresto y, en su defecto, con multas. Un delito se trata
de acciones u omisiones típicas, antijurídicas y culpables que aparecen
tipificadas en la ley como conductas más graves. Las faltas en estos casos no
se llegan a causar un daño material efectivo sobre el bien jurídico protegido. Sus
consecuencias no son las mismas.