Está en la página 1de 2

El músico de Dios

En la vida hemos escuchado muchísima música, desde compositores de música clásica, cantautores
hasta bandas de música, cantantes de salsa, reggaetón y muchos otros ritmos. ¿No? Y el escuchar
esa música nos trae muchos sentimientos y emociones, ¿no es cierto? Pues bien, teniendo todo eso
en cuenta podemos hacernos una idea de lo poderosa que puede ser la música en nuestra vida.

Es más, no es incorrecto decir que la música es y ha sido una creación de Dios, al igual que nosotros,
por lo que no es raro decir que la música, efectivamente tiene un gran poder.

Ahora pasemos a pensar en los cantantes no seculares, en los músicos que le cantan a Dios. Por un
momento tratemos de pensar en algún momento que una canción para Dios nos haya provocado
un sentimiento y un deseo de estar con Él, de adorarle, de cantarle o que nos haya hecho sentir que
Él está con nosotros y nos ama.

Tienen un recuerdo de esos, ¿cierto?

Miremos ahí el poder que tiene la música enfocada a Dios, dirigida a Él.

La música secular nos genera emociones, nos genera sentimientos y decisiones, ¿cierto? Pero la
música de Dios tiene un poder especial mayor, adicional a todo lo anterior. ¿Cuál es ese poder? El
de acercarnos a Dios, el de conectarnos a Él.

Ahora miremos un versículo de la Biblia que nos refuerza este mensaje y es 1 Samuel 16, 14-23.

En este versículo vemos que a Saúl lo está atormentando un espíritu maligno de Dios y que no
encontraba él ningún tipo de alivio a ese tormento, pero, cuando David fue llamado a su corte y él
tocaba su arpa para él, Saúl milagrosamente lograba sentirse mejor y recobraba el ánimo.

Este versículo muestra el poder que tiene la música de Dios.

Muchas personas que acuden a Yeshu’a cada día tienen problemas, tienen “espíritus malignos” que
los atormentan sin parar y vienen a estos grupos con el fin de encontrarse aliviados, de encontrar
un remanso en medio de todo el ajetreo del mundo y allí, es donde nosotros, como músicos de Dios,
entramos a actuar.

Y es que no actuamos porque nosotros somos la bendición y la tranquilidad en los corazones de los
demás no. Nosotros sólo somos bueyes y asnos que llevan a Jesús, a Dios a los demás. La acción
redentora y de bendición que trae la música en Dios sólo se logra por Dios mismo, nosotros sólo
somos un vehículo, un asno, que lleva mansamente ese mensaje y esa bendición a los otros.

Y, esa bendición que llevamos es poderosísima, una que puede ablandar hasta el corazón más duro,
una que puede devolver a la vida a quien se creía que había muerto en su espíritu, una que puede
restaurar el ánimo de las personas y hacer sentir mejor a los demás, pero por sobre todas las cosas,
el mayor poder que trae esa bendición y es el juntar el corazón de los hombres con el corazón de
Dios.

Y el versículo también nos trae muchas más enseñanzas y, particularmente, dos más.

La primera, es la responsabilidad y el deber del músico de Dios


La segunda, las características que debe de tener el músico de Dios.

Todo músico que quiera y sienta el llamado al servicio de un ministerio de música, tiene la
responsabilidad y el deber de actuar conforme a la voluntad de Él para que de él sea que “tiene la
ayuda de Dios”.

Para que Dios sea diligente y actúe con nosotros, es necesario de nuestra voluntad, de nuestra
disposición y de invocarlo constantemente a través de la oración para que, como un equipo
perfecto, podamos salir adelante en este servicio.

También podría gustarte