Está en la página 1de 73

¡NO LE LLAMES MÁS!

No permitas que te siga


haciendo daño.

Rhonda Findling
Índice

Introducción: ¿Por qué no debes llamarle? 2

1. Romper el ciclo compulsivo 4

2. Duelo y aflicción 7

3. Recuperarse del rechazo 13

4. Paternidad inadecuada 16

5. Madres y hombres 22

6. Cosas que te atan a él 24

7. El hombre ambivalente 30

8. Él nunca cambiará 37

9. Comportamiento obsesivo 40

10.Salir ahí fuera de nuevo 42

11.El programa de diez pasos “¡No le llames!” 48

12.Sobrevivir un revés 60
INTRODUCCIÓN

¿Por qué no debes llamarle?

Separarse de alguien a quien se ama es uno de los sentimientos más


dolorosos que el ser humano puede experimentar. Es causa de sufrimiento y de
un profundo pesar, pues significa perder el amor en sí, y el amor es la mejor
forma de felicidad conocida por el hombre.
El sentimiento que provoca el hecho de renunciar al amor que hubo se
ha convertido en la inspiración de gran parte de nuestra cultura en la
actualidad. Sólo hay que escuchar las diez primeras canciones de las listas de
éxitos. Prácticamente todas tratan de la ternura y la añoranza que despierta un
amor perdido: I Can´t Live If Living Is Without You (No puedo vivir sin ti), The
Way We Were (Tal como éramos) o You Just Keep Me Hanging On (Te sigo
esperando). La mayoría de las baladas que interpretan las grandes damas del
jazz (Sarah Vaughan o Billie Holiday, por ejemplo) tratan de rupturas amorosas:
My Man (Mi hombre) o The Man That Got Hawai (El hombre que se marchó).
Las películas pueden contar historias acerca de la dificultad que tienen
las mujeres para renunciar al amor. Atracción fatal es la historia de una mujer
que se convierte en una asesina psicópata debido a su obsesión por un hombre
casado que la rechaza. La historia de Adele H., de François Truffaut, trata de
una mujer que se vuelve loca tras perder al hombre del que se había
enamorado.
Del mismo modo, la televisión y el teatro también cuentan historias
acerca de personas incapaces de recuperarse tras una ruptura. En Subset
Boulevard, Norma Desmond asesina a su amante, Joe, porque éste está a
punto de abandonarla. Las telenovelas suelen presentar la historia de una
persona que se pasa la hora entera persiguiendo a quien la abandonó. La
mayoría de los programas de entrevistas muestran una interminable lista de
personajes obsesionados por un amor frustrado.
Los periódicos, por su parte, están repletos de historias de gente que no
pueden superar su situación por mucho dolor que les cause. Así, por ejemplo, si
Mínica Lewinsky hubiera sido capaz de afrontar sus sentimientos por la ruptura
de su relación con el presidente Clinton acudiendo a un psicoterapeuta
profesional y no a Linda Tripa, quizás el curso de la historia de Estados Unidos
hubiera tomado un rumbo muy distinto.
¿Por qué sé tanto acerca del proceso de superación de una ruptura?
Porque yo misma pasé por esa experiencia.
Años atrás, me enamoré de un hombre atractivo, carismático, elocuente
y espiritual. Durante el tiempo que duró nuestra relación, me volví
emocionalmente dependiente de él. Me enseño mucho acerca de la
espiritualidad. Era cariñoso y amable, y creí que me comprendía como nunca
antes nadie lo había hecho. Sin embargo, cuando le expresé mi deseo de que
se comprometiera, se marchó.
Ahora, cuando miro atrás, siento y creo que su repentino y casi cruel
rechazo estaba causado por sus problemas para relacionarse. Cuando lo conocí,
me dijo que en más de siete años no había tenido ninguna relación y que no
tenía intención de comprometerse. Me enamoré de él de todos modos,
deseando ser la excepción. Pese a mi capacidad profesional como
psicoterapeuta, no pude más que sentirme herida y profundamente deprimida.
Tuve que emprender un difícil proceso de superación para poder recuperarme y
seguir adelante con mi vida. Durante ese mismo tiempo, me encontraba
tratando a mujeres con dificultades para superar la ruptura de una relación
amorosa, por lo que decidí, al fin, crear un grupo de psicoterapia llamado “¡No
le llames!”. Realizamos varias sesiones en la comunidad y pronto empezaría a
aparecer en radio y la televisión como “experta en relaciones”. Parecía que mi
camino ya estaba decidido.
A través de mi propia experiencia persona y profesional, aprendí lo
mucho que puede llegar a afectar a una persona adulta un abandono o un
rechazo. El dolor del rechaza puede alcanzar hasta lo más profundo del ser
humano. Una mujer, por ejemplo, puede llegar a obsesionarse hasta tal punto
por un hombre que la ha rechazado, que la rabia y el deseo que siente por él
llegarán a consumirla. He conocido mujeres que han perdido la salud, el dinero,
el trabajo, sus hijos, incluso que han ido a la cárcel, a causa de su
preocupación por el hombre que las abandonó. En el grupo de terapia han
participado mujeres al borde del suicidio por una ruptura y su incapacidad de
superarla.
La mujer ha recorrido un largo camino para independizarse
económicamente del hombre, pero todavía queda mucho trabajo por hacer para
alcanzar la independencia emocional. Existen demasiadas mujeres
económicamente autosuficientes que soportan relaciones emocional y
físicamente abusivas por temor a que las abandonen. Prefieren mantenerse al
lado de un hombre que las maltrata, las humilla o las rechaza que arriesgarse a
quedarse solas. En los próximos capítulos, aprenderás a desarrollar tus
habilidades para superar una relación rota y no destrozar tu vida por lealtad al
amor romántico o por miedo a la soledad. Los ejercicios te servirán para
expresar y experimentar tus propios sentimientos, lo cual es fundamental en el
proceso de curación. Este libro, los ejercicios y el programa de diez pasos
desarrollado a partir de mi trabajo con las mujeres del grupo de terapia “¡No le
llames!” te ayudarán a recuperarte del dolor de una relación rota. Aunque la
mayoría de las mujeres de la terapia estaban pasando por una separación,
había algunas que seguían inmersas en una relación con un hombre nada
aconsejable y que lo que buscaban era la fuerza y el apoyo necesarios para
romper. Otras sentían que estaban actuando ciegamente, respondiendo a su
desesperación por no quedarse solas, y buscaban una nueva perspectiva sobre
su comportamiento.
Los casos que se presentan en este libro están basados en la experiencia
y el esfuerzo por sobreponerse a una relación rota de pacientes que he tratado
y personas que he conocido. Los nombres y rasgos que pudieran identificarlos
han sido cambiados.
Si en estos momentos mantienes una relación y un exceso de ansiedad
hace que quieras llamarle por miedo a que te abandone o que pierda interés,
éste también es tu libro. Utiliza los ejercicios prácticos, el programa de diez
pasos y la información proporcionada para centrarte y no dar la impresión de
estar necesitada o desesperada. Esto puede poner en contra al mejor de los
hombres.
Si lo que ocurre es que estás sufriendo por una ruptura, puedes utilizar
este libro para reponerte. Sigue mi consejo de controlarte y no salir corriendo
detrás de tu ex; conseguirás recuperarte de la pérdida con tu orgullo y
autoestima intactos. No sólo sobrevivirás, triunfarás. Incluso puede que te
animes a buscar un nuevo amor, uno que siempre esté ahí para ti.
¡De verdad, la vida sigue después de ese hombre!
1

Romper el ciclo compulsivo

Sheila, una atractiva programadora de veintisiete años, permanecía


encerrada en su apartamento, mirando fijamente el teléfono. Deseaba llamar a
Tony, un guapo comercial con el que había estado saliendo los últimos seis
meses.
Al principio, Sheila creía que Tony era perfecto. Era encantador,
ambicioso y muy atento. Una noche, después de una cena romántica en un
restaurante francés, Sheila reunió el coraje suficiente para preguntarle sobre su
futuro en común. Él le confesó que no se veía casado con ella, y propuso que
ambos empezaran a salir con otras personas. Sheila se hundió. Herida y
enfadada, decidió que lo mejor era que no debían volver a verse. Ahora, Sheila
se sentía sola y desesperada. Quería estar con Tony cualesquiera fueran las
condiciones, las que él quisiera. No podía soportar la idea de una vida sin él. Se
sentía como si todo fuera culpa de ella. Si pudiera volver atrás y borrar aquella
fatídica conversación, todavía estarían juntos. Tenía que hablar con él.
Marcó su número, deseando que estuviera en casa, pero lo que sonó fue
su contestador. Sheila colgó. Decidió esperar y volver a llamar después. Intentó
mantenerse ocupada haciendo las tareas de la casa, pero no podía dejar de
pensar en Tony, así que cogió el teléfono y volvió a marcar su número. De
nuevo el contestador. Empezó a llamar cada quince minutos durante más de
dos horas seguidas. Sabía que estaba fuera de control, como un drogadicto
desesperado por una dosis. Pero no podía evitarlo. No podía soportar la idea de
no verle nunca más.
Todas podemos sentirnos identificadas con la situación por la que pasa
Sheila y por cómo se siente, pues, en mayor o en menor grado, todas hemos
experimentado un cuadro emocional similar. Los síntomas se nos muestran
dolorosamente familiares: el miedo a perder el control, el deseo de oír su voz
de nuevo… Sabemos que nuestro comportamiento es irracional y, sin embargo,
somos incapaces de dominarnos ante la necesidad de llamar por teléfono. Nos
encontramos atrapadas.
¿Qué es lo que agita nuestra estabilidad emocional hasta el punto de
hacer lo que sea para que él vuelva? ¿Por qué no podemos superarlo sin más?
Veamos algunos de los factores que intervinieron en el hundimiento
emocional de las mujeres de mi grupo de terapia. El abandono figura entre uno
de nuestros miedos más profundos. Un bebé abandonado está condenado a
morir; no puede sobrevivir si no hay ningún adulto que lo alimente y, por tanto,
su miedo es parte de sus instintos. En cierta medida, y según las circunstancias
de cada individuo, ese miedo permanece con nosotros.
Si, una vez adultos, somos abandonados por alguien de quien
esperábamos amor y sustento, ese temor infantil vuelve a ponerse de
manifiesto. Este efecto, combinado con la presente amenaza de abandono,
puede generar una intentensa sensación de pánico. Nuestra aptitud para
razonar puede verse afectada hasta tal punto que todo lo que somos capaces
de experimentar se reduce a ese terror a ser abandonadas, a sentirnos solas o
rechazadas.
Estos sentimientos tan dolorosos pueden hacer que nos resistamos a
aceptar que la relación se ha roto y nos aferremos a ella como nuestra única
salvación. Un comportamiento así puede ejemplificarse con actividades que van
desde la profusión compulsiva de llamadas telefónicas hasta el presentarse en
su casa o lugar de trabajo sin previo aviso, o incluso el no dejar de escribirle
cartas o e-mails aunque él no haya respondido a ninguno de nuestros intentos
de contacto.
Cuando una mujer se encuentra en tal estado de aferramiento, puede
llegar a sentirse desesperada hasta el punto de no sentir reparo alguno en
recurrir a un comportamiento humillante y prácticamente lindante con lo
masoquista.
Nancy estaba tan triste cuando su novio la dejó, que fue a su casa, se
arrodilló ante él y le rogó que la aceptara de nuevo. Me confesó que cuando
estaba arrodillada, lo único que importaba ere que él volviera con ella y, en
aquel momento, su orgullo y su autoestima no eran importantes en absoluto;
su idea de que no podría vivir sin él la dominaba.
Marcy fue al edificio en el que vivía su ex novio y le pidió al portero que
lo llamara. El chico respondió que no quería que subiera, y Nancy se quedó tan
turbada que le dijo al portero que no se iría sin hablar con el hombre a quien
había venido a ver. El portero amenazó con llamar a la policía, pero en su
desesperación, ella se resistía a marcharse. Finalmente, la policía llegó y Marcy
tuvo que desaparecer, terriblemente humillada y avergonzada.
El dolor y la humillación en los tres casos expuestos son muy lógicos y no
tan fuera de lo común como creemos. Muchas mujeres, incluso aquellas de las
que nunca lo hubiéramos imaginado debido a su éxito, fama y/o belleza, han
vivido la situación por la que pasaron Marcy, Nancy y Sheila.
El hecho de no querer llamar a nuestro ex de forma compulsiva o
aferrarnos a él cuando sabemos que la relación se ha terminado puede servir
para enmascarar o anestesiar nuestros sentimientos de soledad, sufrimiento y
profundo dolor. Lo mismo se aplica a aquellas mujeres que se encuentran en
una relación o amistad nuevas y temen no volver a saber nunca más de su
pareja. Cuando empezamos a llamar compulsivamente a un hombre por miedo
a que nos abandone, puede que experimentemos una subida de adrenalina al
pensar en verle o simplemente en oír su voz, pero debemos ser conscientes de
que esta subida es temporal. El verdadero camino hacia una libertad emocional
es sentir el dolor de su ausencia y analizarlo y trabajarlo por nosotras mismas o
con la ayuda de un especialista.
Si existe alguna esperanza de que la relación pueda recuperarse, o lo
que realmente queremos es mantenerla tal y como está, es importante recordar
que una actitud desesperada y agobiante es motivo suficiente para que la
mayoría de hombres se distancien todavía más. Este tipo de comportamiento
te hace aparecer como si te creyeras indigna de ser amada y estuvieras
agradecida por el hecho de que cualquier hombre se hubiera fijado en ti.
Si un hombre tiene sus propias ideas acerca de lo que significa el
compromiso, el que nosotras le agobiemos con nuestras continuas exigencias
de que nos demuestre que no nos dejará, sólo puede hacer que se sienta
coaccionado y sometido a mucha presión. Una actitud así, además, nos muestra
emocionalmente deseosas, lo cual le hará sentirse con la eterna obligación de
asegurar y demostrar el amor que tanto ansiamos, lo que no deja de ser un
arduo trabajo para cualquiera.
Es natural que cueste enamorarse de una persona que constantemente
nos bombardea con llamadas telefónicas. Una mujer desesperada no da
ninguna oportunidad al hombre que ama para echarla de menos. Está tan al
alcance de la mano que él no tiene motivos para suspirar por ella o fantasear
acerca de su deseo por ella, lo cual, desafortunadamente, es en lo que suele
consistir el enamoramiento.
Aferrarse desesperadamente a un hombre puede llevarnos a un ciclo
vicioso. Cuanto más se distancia él, más nos aferramos nosotras, y cuanto más
lejos, más desesperada es nuestra dependencia.
Incluso si somos conscientes de ello, la necesidad de permanecer a su
lado suele ser irresistible. Aunque sabemos que nuestro comportamiento no es
apropiado, no podemos evitar dejarnos llevar por un impulso que no podemos
controlar, y realmente nos sentimos mal cuando actuamos así.

¿Qué podemos hacer cuando nos sobrecoge la irresistible y


compulsiva necesidad de llamar a un hombre?

Primero, debemos darnos permiso para experimentar conscientemente la


tensión y nuestros propios sentimientos, y soportarlos hasta que desaparezcan.
Y ten por seguro que desaparecerán; los sentimientos son algo temporal. En
eso consiste precisamente el truco: sentir nuestras emociones sin
dejar que gobiernen nuestros actos. Requiere una gran dosis de disciplina
y trabajo personal, pues lo más fácil sería dejarse llevar por nuestros
sentimientos y actuar en consecuencia. El hecho de ser conscientes de lo que
sentimos sin permitir que esos sentimientos dirijan nuestra vida es lo que se
conoce como “contención emocional”.
Es lógico, sin embargo, que en ese proceso de contención nos sintamos
algo incómodas, pues suele generar ansiedad y, por tanto, una gran tensión.
Esa incomodidad es la que nos induce a llamarle e intentar, así, liberarnos de
esa sensación de incertidumbre y malestar. En ese momento, debemos pensar
en la angustia y el profundo dolor que nos causaría el que nos rechazara o el
no conseguir la respuesta que esperábamos.
Toni, una de las mujeres de mi grupo de terapia, se hizo una lista de
amigos a quien llamar si se veía acechada por la necesidad de llamar a su ex
novio. Helen, otra de las mujeres del grupo, se propuso ir al gimnasio cada vez
que sintiera que quería llamarle. Si el gimnasio estaba cerrado, entonces salía a
practicar jogging un buen rato. Barbara, por su parte, se iba al cine. Muy
pronto todas las componentes del grupo de terapia disponían de una lista de
cosas para hacer cuando las invadiera el irresistible impulso de llamar a su ex.
Es muy importante que entendamos que el hecho de contener nuestros
sentimientos no significa que no debamos expresarlos a otras personas. Un
buen amigo que sepa escucharnos o un grupo de terapia pueden resultarnos
tan útiles en este sentido como un especialista. Hay mujeres que han preferido
superarlo solas. Es posible conseguirlo, pero desde luego no es el mejor modo
de hacerlo.
El principal objetivo de controlar nuestras llamadas al hombre con el que
hemos roto y exponerle nuestros sentimientos es evitar sentirnos rechazadas,
heridas o humilladas. Cada vez que sufrimos un rechazo, se refuerza esa
imagen de desesperación y antipatía contra la que pretendemos luchar.
Incluso si ese hombre al que llamamos responde como esperábamos,
puede que nos sintamos momentáneamente aliviadas y más cercanas a él, pero
sin duda la angustia volverá, pues la relación todavía no es definitiva, y
entonces tendremos que empezar todo el proceso de nuevo, como si el trabajo
realizado hasta entonces no hubiera servido para nada.
Superar el dolor que sentimos sin acudir a él puede parecer muy
complicado, pero el hecho de conseguirlo por nosotras mismas nos
proporcionará una sensación de triunfo y de confianza en nuestros propios
recursos.
2

Duelo y Aflicción

Cuando una relación termina, o cuando nuestro hombre empieza a


distanciarse o perder el interés por nosotras, nos enfrentamos a una situación
de pérdida –incluso si se trata de una pérdida temporal-, y es necesario ser
conscientes de los sentimientos que ésta despierta en nosotras.
Odio tener que decir a mis pacientes que primero deben sentir el dolor
para poder después superarlo y seguir adelante. Pero, desafortunadamente, así
es. El único modo de recuperarnos es librándonos de las fantasías de nuestro
amor y siendo conscientes de todos los sentimientos y sensaciones que
experimentamos.
El proceso de superación de una pérdida se conoce como “período de
duelo”. Se trata de un proceso complicado en el que intervienen gran cantidad
de sentimientos: aflicción, pesar, ansiedad, decepción, rabia, apatía, tristeza y
desesperación.
La aflicción es un sentimiento muy doloroso, incluso angustioso, pero es
absolutamente necesario para concienciarnos del dolor que causa en nosotras
la reciente pérdida. Negar la existencia de ese dolor puede llevarnos a llamarle
de forma compulsiva, lo cual nos impediría superar esta situación y amar a otra
persona. Estamos dolidas por la pérdida de su compañía, de los momentos de
amor con él, de sus caricias, de la fantasía sobre un futuro juntos, de los hijos
que podríamos haber tenido con él, del placer y la felicidad que sentimos a su
lado.
Puede que haya momentos en los que nos sintamos consumidas por la
aflicción, temerosas de no poder recuperarnos jamás, pero si somos
completamente conscientes de estos sentimientos, podremos superar el dolor y
la tristeza que nos invaden. Debemos afrontarlos y conocerlos bien para que su
intensidad disminuya hasta que, por fin, terminen desapareciendo. Una cosa sí
debemos tener clara: no durarán para siempre.
El sufrimiento y la aflicción tienen su propio ritmo, y no podemos
forzarlo. Es imposible decidir cuándo sufrir, y hemos de aceptar ese sentimiento
cuando aparezca.

Etapas de la pérdida

El período de duelo por la pérdida del hombre del que estábamos


enamoradas pasa por cuatro etapas. Puede que el orden en que se sucedan
varíe o que se solapen entre sí, pero en cualquier caso son fácilmente
reconocibles. Esta división en fases se basa en las cinco etapas del proceso de
la muerte propuestas por la doctora Elizabeth Kübler-Ross en su famosa obra
On Death and Dying (Sobre la muerte y los moribundos), publicada en 1969.
La negación es la primera fase. No queremos afrontar la realidad de que
él se ha marchado, nos ha rechazado o ha hecho algo terrible que ha
provocado que rompiéramos con él. Estamos bajo el efecto de un profundo
shock emocional que nos impide reconocer la verdad.
En esta fase de negación, es sumamente importante intentar hacer
frente a la realidad. Si hacemos ver que todo sigue igual y nos dedicamos a
perseguir al hombre con el que acabamos de romper, podemos terminar
sintiéndonos todavía más heridas y humilladas. Este es un buen momento para
hacer uso de nuestra propia red de apoyo –buenos amigos, un grupo de terapia
o un especialista, por ejemplo-, y buscar la ayuda necesaria para aceptar la
verdad de la situación.
La rabia es la segunda fase de este proceso. Durante esta etapa,
estamos afrontando la realidad y nos sentimos enfadadas con él por habernos
traicionado, herido y abandonado. Antiguos conflictos que quedaron sin
resolver (con los padres, los ex novios…) pueden resurgir en este momento.
Sin embargo, es importante superar esta rabia sin acudir a él. No
debemos utilizarla como excusa para enfrentarnos con él, sermonearle o incluso
pero: recurrir a la violencia. Demostrarle nuestro sentimiento de rabia no
resolverá nada. De hecho, puede empeorarlo todo. La mayoría de las personas
no responden bien a las confrontaciones, así que lo más probable es que no
obtuviéramos en absoluto el tipo de reacción que andamos buscando. Quizás
nos sintamos mejor por un momento, pero esta situación suele terminar
haciéndonos sentir todavía peor. Lo mejor, por el contrario, es compartir
nuestros sentimientos de rabia con alguno de los componentes de nuestra red
de apoyo, o intentar superarlos por nosotras mismas. Podemos hacerlo, por
ejemplo, practicando algún deporte, escribiendo o realizando actividades que
impliquen cierta dosis de creatividad.
La tercera y cuarta fases son, respectivamente, la depresión y la
desesperanza, sin duda las más difíciles de superar. Los nervios y el drama de
la ruptura se han calmado para dar paso a la sensación de vacío propia de
cualquier situación de pérdida. Los desengaños amorosos del pasado, que
probablemente habíamos retomado en la segunda fase, pueden volver a
presentarse de nuevo y contribuir a nuestra tristeza. Pueden ser momentos
muy difíciles, pero es completamente necesario pasar por esta fase si queremos
seguir adelante y estar preparadas para abordar una nueva relación; si nos
quedamos en la fase de la negación, nos veremos permanentemente acechadas
por el pasado. Sin embargo, si la depresión llega hasta el punto de afectar
nuestro funcionamiento habitual (dejamos de trabajar, de comer o de dormir),
puede que entonces se trate de una condición clínica y, como tal, debe ser
tratada por un especialista.
De nuevo, es importante que no le llamemos tampoco en esta fase. Se
trata de una complicada etapa de nuestras vidas en la que nos sentimos
vulnerables, y no podemos correr el riesgo de que reaccione de manera
distante o nos rechace, lo cual podría hacernos sentir todavía más solas y
agravar nuestra depresión y sensación de desesperación. En cambio, en esta
fase del proceso es especialmente importante recurrir a nuestra red e apoyo en
pos de sustento emocional. Por nuestra parte, debemos intentar concentrarnos
en superar este dolor. Aunque es una etapa muy dura, siempre hay que tener
presente que el tiempo cura todas las heridas, y que los sentimientos de
tristeza y desesperanza llegarán, tarde o temprano, a su fin. En este punto es
donde pasamos a la última fase, la de la aceptación.
La aceptación es definitiva cuando empezamos a recomponer nuestras
vidas. No nos sentimos tan obsesionadas por él, y comenzamos a pensar en
hombres nuevos y en salir con ellos. Esta puede ser una etapa algo capciosa;
siempre podemos querer llamarle para demostrarle que ya lo hemos superado.
No debemos caer en la tentación, pues es posible que no consigamos el tipo de
respuesta que imaginábamos y nos sintamos defraudadas o, lo que es peor,
puede que nuestros sentimientos por él resurjan y tengamos que volver a
empezar ¡desde la primera fase!
Un factor muy importante de este proceso de duelo y aflicción es ser
conscientes en todo momento de todos nuestros sentimientos, también los que
son positivos. No debemos avergonzarnos de seguir enamoradas de nuestro ex,
incluso si la relación se ha terminado y aunque nos haya herido profundamente.
Es natural. Tenía cualidades que admirábamos; de otro modo nunca nos
hubiéramos fijado en él ni nos habríamos enamorado de él.
Es igualmente necesario mantener la sensación de deseo por él. No hay
por qué avergonzarse. Son sentimientos, nada más. No estamos obrando según
ellos, sencillamente los estamos sintiendo.
Es probable que sintamos la necesidad de expresar agradecimiento y
sigamos obsesionadas con la relación porque creemos estar en deuda con
nuestro ex por algo que hizo. Vivian estaba sumamente agradecida a su novio
por haberla apoyado económicamente mientras estudiaba derecho. Barbara,
por su parte, se sentía agradecida por el apoyo recibido por parte de su pareja
durante un duro proceso de divorcio. Ambas querían expresar estos
sentimientos al resto del grupo, pues aunque sus relaciones habían terminado,
seguían centradas en lo maravillosos que eran sus respectivos ex compañeros.
También puede ocurrir que sintamos envidia hacia nuestro ex por alguna
cualidad que admiramos en él y que quisiéramos poseer. Betty, por ejemplo,
admiraba la capacidad de su novio Paul para relacionarse con la gente. Solía
observarlo en las fiestas, y estaba fascinada por la rapidez y la facilidad con la
que conectaba con los demás.
Lo que sin duda alguna sentiremos por él es enojo y rabia tanto por
habernos abandonado como por habernos tratado injustamente, traicionado,
rechazado, o incluso por haber abusado de nuestra confianza. Superar estos
sentimientos sin dejar que nos dominen es capital para recuperarnos del
desengaño.
La clave de este proceso es NO llamerle, por muy poderosas que sean
nuestras razones. Debemos utilizar este período de tiempo para distanciarnos
emocionalmente de él, para desconectar de la relación. Si le llamamos para
compartir con él nuestros sentimientos y no se de cuenta de lo difícil de nuestra
situación, puede reaccionar expresando su rechazo o su desprecio, con lo que
terminaríamos sintiéndonos mil veces peor. Un resultado tal contaminaría el
proceso de recuperación invalidando todo el trabajo hecho hasta ahora.
En lugar de eso, lo mejor es expresar estos sentimientos a otra persona,
ya sea un terapeuta, un amigo o un grupo de terapia, alguien con quien nos
sintamos seguras. El hecho de tener un testimonio que siga nuestra experiencia
con el amor, el dolor, la tristeza y el deseo hace que este proceso adquiera un
significado mucho mayor. Sin embargo, hay veces en las que no podemos
encontrar a nadie con quien compartir nuestras sensaciones, así que tendremos
que sentirlas por nosotras mismas. Cuando el el corazón se despierta en medio
de la noche, no podemos ir llamando a la gente a las cuatro de la mañana (¡a
no ser que estos amigos sean extraordinariamente comprensivos!). En lugar de
eso, podemos sentir y llorar solas. De este modo, aprenderemos a calmarnos y
consolarnos a nosotras mismas, un punto que desarrollaremos en el tercer
capítulo.
Betty y Tim llevaban prometidos seis meses cuando él le confesó que no
sabía si podría casarse con ella. Betty se hundió. Habían estado saliendo
durante más de un año antes de prometerse. Tim se había trasladado desde
Grecia a Nueva York para realizar un máster de ingeniería. Un año después,
conoció a Betty en una discoteca, y desde su primera cita empezaron a pasar
prácticamente todo su tiempo libre juntos. Cuando la familia de Tim se enteró
del compromiso, se enfadaron mucho, pues querían que él se casara con una
mujer griega. Amenazaron con desheredarle si seguía adelante con la boda, y
Tim decidió hacer caso a su familia y renunciar al matrimonio con Betty.
Betty estaba furiosa con Tim por su incapacidad para hacer frente a su
familia y por haber traicionado su amor y sus expectativas de futuro juntos.
Aunque seguía desempeñando normalmente su trabajo como analista
financiero, Betty se estaba desmoronando, por lo que decidió someterse a
terapia. Cuando acudió a mí, comentamos sus síntomas de depresión y su
incapacidad para superar completamente la relación con Tim.
De vez en cuando, él la llamaba, aunque su decisión de no casarse con
ella seguía firme. Esta situación la confundía todavía más, y gracias a la terapia,
decidió que lo que más le convenía era romper definitivamente con Tim.
Betty pasó las primeras sesiones de terapia tomando conciencia de su
propio dolor y llorando. Hablaba de las cosas que echaba de menos de Tim: el
que la llamara dos veces al día cuando salían juntos, su relación sexual e,
incluso, la rutina de ir al cine. El período de duelo se concentró en la pérdida
del futuro que podrían haber compartido. Lloraba por la boda que habían
planeado –ya habían decidido hasta el nombre de sus hijos-. Esto era lo que le
resultaba más penoso.
Poco después, empezó a expresar la rabia que sentía hacia Tim por
haberla rechazado y abandonado. Cada vez distinguía con más claridad las
razones que lo habían impulsado a obrar así, entre las que figuraban su
somentimiento a la familia y su incapacidad para independizarse
emocionalmente de ellos.
Durante este tiempo Tim la volvió a llamar otra vez. A estas alguras del
proceso, ella se sentía mucho más fuerte psicológicamente, por lo que fue
capaz de pedirle que no la volviera a llamar. Le dijo que sólo lograba
confundirla, pues estaba claro que no había esperanza de futuro entre ellos.
Esto le proporcionó una gran seguridad y confianza en sí misma. Se sentía
menos como una víctima, y su depresión terminó desapareciendo. Podía hablar
de los buenos ratos pasados con Tim, de cómo él la había ayudado
económicamente mientras ella estudiaba, y era capaz de sentir gratitud hacia
él. Recordaba lo amable y cariñoso que había sido con ella.
A pesar de los sentimientos positivos de Betty por Tim, había aprendido
a contenerlos y controlar su necesidad de llamarle para compartirlos con él,
pues era consciente de que con ello crearía todavía más confusión.
Cuando Betty empezó a salir nuevamente, a veces sentía el impulso de
comparar a esos hombres con Tim, lo cual le infundía nuevas dudas acerca de
la posibilidad de encontrar a alguien con quien se sintiera tan bien como con
Tim. A medida que continuaba trabajando su dolor, sus sentimientos por Tim
empezaron a cambiar, y al cabo de un año era capaz de pensar en él sin sentir
dolor ni remordimiento, de verlo todo como una experiencia muy positiva. Se
sentía lo bastante liberada emocionalmente como para volver a implicarse de
forma seria con otro hombre. No temía correr el riesgo de mantener una nueva
relación, pues sabía que podía amar y, si era necesario, recuperarse de una
pérdida.

¿Qué podemos hacer para facilitar nuestro paso por la fase de duelo?

 Para calmar nuestro enfado, podemos hacer ejercicio físico (correr, jugar
al tenis, ejercicios de musculación, lucha, ¡o incluso tomar clases de artes
marciales!). Servirá cualquier actividad en la que podamos descargar
nuestra ira y nuestra tensión.
 Expresar nuestros sentimientos a través de ejercicios de creatividad tales
como escribir versos, prosa o letras para canciones, pintar, cantar y bailar.
 Hablar siempre que podamos de nuestros sentimientos con las
compañeras del grupo de terapia.
 Escribir una carta de despedida a la relación que acaba de terminar. Hay
que escribirla como si nuestro ex pudiera oír a alguien que la lee, decir
todo lo que debe ser dicho, y dejar que nuestros sentimientos afloren a
medida que vamos escribiendo. Pero cuidado: no la envies. Puede resultar
extraordinariamente positivo leerla a un amigo en quien confiemos,
alguien que pueda comprendernos. Al cabo de un tiempo quizá queramos
releerla, o tal vez romperla en señal de que nuestra relación con él ha
terminado definitivamente.

La representación de un ritual también puede servir de ayuda para


superar la fase del duelo.
Donna se sentía angustiada por haberse separado legalmente de Mark, y
estaba pasándolo bastante mal emocionalmente. La noche de su cumpleaños,
temerosa de que no pudiera resistir el impulso de llamar a Mark, decidió salir
con sus amigas Linda y Susan. Las tres amigas fueron a celebrar el fin de la
relación de Donna con Mark pasando por delante del restaurante donde la
pareja solía ir a cenar cada viernes; pero una vez en la zona de aparcamiento,
Donna les contó sus experiencias con su ex marido.
Entonces las tres mujeres se dirigieron a la playa. Donna se quitó el
anillo de casada, lo arrojó al océano y después lloró. Linda y Susan se
mostraron compasivas y le ofrecieron todo su apoyo. Después, fueron a un
restaurante de moda a celebrar el cumpleaños de Donna, el fin de su relación
con Mark y su nuevamente recuperada libertad. Lo festejaron con pastelillos y
café, compartiendo historias sobre relaciones y aventuras pasadas, riendo y
llorando hasta que cerró el local.
Cuando Donna vino a visitarme para la sesión de terapia, me dijo que se
sentía mucho mejor y capaz de aceptar el fin de la relación.
Podemos planear algún ritual con amigos o llevarlo a cabo solas. No es
nada más que otro modo de expresar el cambio y la transformación que está
sufriendo nuestra vida.
El factor más importante de cualquier forma de duelo es la capacidad de
compartir nuestra historia con otras personas, ya sea un terapeuta, nuestro
mejor amigo o nuestra madre. El hecho de contar y expresar lo que nos sucede
nos ayuda a dejar de sentirnos solas o desamparadas para sentirnos apoyadas
y comprendidas. A menudo, cuanto más hablamos de nuestros sentimientos,
más nos distanciamos del dolor y el sufrimiento que éstos generan en nosotras.
La presencia de una persona compasiva y afectuosa con la que compartir
nuestras penas y alegrías nos ayudará, sin duda, a recuperarnos de cualquier
trauma o herida.

Ejercicios Prácticos

Los siguientes ejercicios están diseñados para ayudarte a superar el pasado.


Piensa bien las respuestas antes de escribirlas (es lo que se llama “procesar” las
respuestas). El hecho de tener que ir explorando nuestros sentimientos a
medida que respondemos a las preguntas es una parte fundamental del
proceso de curación.

 ¿Has sentido tristeza o desesperación?

 ¿Has sentido rabia o enfado hacia tu ex? ¿Qué hizo él para provocarte estos
sentimientos?

 ¿Qué tipo de cosas crees que puedes hacer para expresar tus sentimientos
de dolor y rabia de un modo sano y constructivo?

 ¿Tienes a alguien con quien compartir tus sentimientos cuando estás triste o
disgustada? Describe a esa persona.

 Si en plena noche te sientes desbordada por la tristeza o la rabia, ¿qué


haces para calmarte?
 ¿Cuál es el modo más original que imaginas para celebrar el fin de tu
relación? Escribe sobre ello sin preocuparte de lo extravagante que pueda
parecer.
3

Recuperarse del rechazo

El hecho de estar recuperándonos de un conflicto emocional no significa


que tengamos que resignarnos a estar apesadumbradas durante todo el día. En
estos períodos de sentimiento de pérdida y rechazo, es especialmente
importante cuidar de nosotras mismas. Debemos intentar restablecer nuestra
vida tal como era antes de la crisis. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo recuperar nuestra
paz interior? Durante los días inmediatamente posteriores a la ruptura, hay que
hacer todo aquello que nos haga sentir mejor, al menos hasta que el dolor
inicial empiece a mermar. He aquí algunas sugerencias para complacernos.
Podemos ir a la peluquería a arreglarnos el pelo, apuntarnos a aquel
curso que siempre deseamos hacer, visitar a la familia, viajar, meternos todo el
día en el cine, ir a un concierto, hacernos un masaje o una limpieza de cutis,
salir de compras, apuntarnos a un gimnasio, coger unas vacaciones del trabajo,
saltarnos la dieta y comer pasteles todo el día, visitar a los amigos y hablar de
nuestro ex, hablar por teléfono durante toda la noche, o contratar una canguro
para los niños y salir a bailar. El único límite es nuestra imaginación.
Debemos concedernos algún capricho, hacer cosas que nos causen
placer. En eso consiste cuidar de uno mismo. Hay que tomárselo como si se
tratara de unas vacaciones e intentar no ser demasiado exigentes con nosotras
mismas. Durante este período de nuestra vida, debemos procurar mantenernos
lo más relajadas posible. Lo importante es conseguir superar los primeros días
de forma que el sufrimiento inicial provocado por el abandono o el rechazo
empiece a remitir.
No se debe recurrir a las drogas o al alcohol. Puede que logren detener
el dolor de forma temporal, pero lo único que conseguiremos con ello es
retrasar el momento de sentir ese dolor. Debemos mantenernos sobrias y
centradas, y lo último que necesitamos en este momento es el problema
adicional de la drogodependencia o el alcoholismo.
Al cabo de una semana, debemos intentar cortar alguna de estas
actividades que tanto placer nos proporcionan, pues si seguimos comiendo
pasteles todo el día, tomando vacaciones del trabajo o comprando, podemos
terminar sin trabajo, con sobrepeso y en la más absoluta ruina. Hay muchas
maneras de recuperarse que no causan adicción ni ningún tipo de daño físico.
La psicoterapia individual, el grupo de terapia, los métodos de
autoayuda, el masaje, la reflexología, la hipnoterapia, la biblioterapia (leer
mucho), los círculos de plegaria, la acupuntura, o la meditación, la lista es
interminable.
Lo importante es que no llamemos al hombre que nos rechazó. Con ello
sólo conseguiríamos reabrir la herida y echar abajo todo el trabajo hecho hasta
ahora. En caso de que funcionar normalmente nos suponga un esfuerzo
extraordinario, que nos cueste demasiado levantarnos para ir a trabajar o que
nos sintamos profundamente deprimidas y tengamos pensamientos suicidas,
entonces puede que estemos clínicamente enfermas y debamos recurrir a la
ayuda de un profesional. No hay por qué sentir vergüenza de tener que
medicarse, pues el sentimiento de pérdida y rechazo puede reavivar traumas
del pasado que dábamos por olvidados y que deben tratarse para poder ser
superados.

Apoyo

Durante el tiempo en que estemos intentando recuperarnos, es


fundamental poder contar con una sólida red de apoyo. Necesitamos amigos
con los que hablar cuando nos sobrevenga la necesidad de llamar a nuestro ex
o cuando nos sintamos deprimidas y desanimadas.
Es importante que las personas que componen nuestra red de apoyo no
nos critiquen ni nos hagan sentir todavía peor, pues, al contrario, van a
convertirse en nuestro apoyo emocional. Sería estupendo que reunieran alguna
de las siguientes características: sensibilidad, imparcialidad, generosidad,
compasión, animosidad, entereza emocional y discreción.
Hay que contar con al menos tres personas a las que podamos llamar en
caso de sentir el impulso de llamarle a él (deberemos llevar sus números
siempre encima). Nuestra red de apoyo puede estar formada por amigos,
parientes, compañeros de trabajo, especialistas, sacerdotes o pastores,
etcétera, cualquier persona con la que nos sintamos a gusto y en la que
podamos confiar a la hora de explicarle nuestros problemas. Es aconsejable
contar con varias personas en lugar de insistir siempre con la misma, por lo que
deberemos seguir dedicando energía y esfuerzos en proveernos de una buena
red de apoyo.
Contar con las personas adecuadas no sólo nos ayudará a controlar el
impulso de llamarle, sino a sentirnos menos solas y más queridas. El hecho de
saber que existen otras personas aparte de nuestro ex que se preocupan por
nosotras nos hace conectar emocionalmente con ellas, lo cual evita que
caigamos en la depresión de la soledad no deseada y que nos invadan los
sentimientos de desesperación que ésta genera.
Amy y Tom habían sido amigos durante casi un año. Ella le había
apoyado durante todo el proceso de su divorcio, y él la había ayudado cuando
ella rompió con su prometido. Era la primera vez en todo el tiempo que hacía
que se conocían que se encontraban ambos sin pareja. Algunas veces, cuando
habían quedado para cenar (lo cual solía proponer Tom), Amy le había
sorprendido mirándola con una expresión soñadora en su rostro. A menudo la
llamaba por la noche para ver cómo estaba y hablar sobre lo que les había
ocurrido durante el día. Una vez, incluso llegó a comprarle un libro de poemas.
Amy presentía que Tom estaba románticamente interesado en ella, y
pensó que debían reflexionar sobre la posibilidad de empezar a salir. Durante la
siguiente cena juntos, Amy le dijo que se sentía traída por él y le preguntó
cuáles eran sus sentimientos hacia ella. Tom reaccionó con sorpresa ante el
comentario y le dijo a Amy que la consideraba como una hermana, que no creía
que funcionaran bien como pareja y que, además, estaba saliendo con otra
mujer, de la cual creía que se estaba enamorando. Amy se sintió humillada y
herida. Terminó la cena rápidamente y se excusó.
Estaba enfadada con Tom por enviarle señales ambiguas y después
haberla rechazado. Pensó que su amistad con él se había arruinado por
completo. A pesar de su enfado, sin embargo, Amy seguía creyendo que Tom
terminaría llamándola para admitir su error y confesarle que, de hecho, sí se
sentía románticamente atraído por ella. Pasó una semana y no llamó. Amy
comprendió que estaba más enamorada de Tom de lo que creía y se deprimió.
Empezó a obsesionarse con llamarle, pero sabía que aquello era humillante y
que lo mejor para ella era superarlo todo de una vez.
Esa noche se programó toda la semana de manera que no le quedara
tiempo para sentirse deprimida esperando a que sonara el teléfono. Iría a
trabajar durante el día y después se mantendría ocupada para no echar de
menos las llamadas de Tom.
El lunes fue a hacerse un masaje y luego a ver una película que había
estado posponiendo. El martes fue a cenar con un amigo que no había visto en
mucho tiempo y quedó con otro para tomar el café. El miércoles se fue de
compras y volvió con el vestido de sus sueños. Una vez en casa, empezó a
sentir el suplicio de la ausencia y el rechazo de Tom, y llamó a unos amigos
para comentar con ellos lo que le había ocurrido con Tom. El jueves se citó con
su terapeuta, a quien no había visto desde hacía dos años. Pidió dos días libres
a la empresa y se marchó. De la ciudad durante el fin de semana para visitar a
su hermana y sus sobrinas.
Cuando regresó de su viaje, Amy se sentía algo mejor. Se había gastado
mucho dinero la semana anterior y tenía que controlar el presupuesto, pero
decidió que seguiría tratándose terapéuticamente hasta que superara el
rechazo de Tom. También se decidió a hacer un montón de visitas a sus amigos
durante las dos semanas siguientes y a empezar un curso de interpretación.
Quizá le sirviera para afrontar algunos de sus sentimientos y, por qué no, para
conocer gente nueva. Además, en su interior, siempre había querido ser actriz,
y éste era un buen momento para perseguir uno de los sueños que había
estado posponiendo.

Ejercicios Prácticos

 ¿Te recuerdan las circunstancias actuales situaciones pasadas de pérdida y


rechazo? ¿Cuáles fueron?

 Describe tus sentimientos por la persona que has perdido o que te ha


rechazado.

 En este mismo momento, ¿qué podrías hacer para aliviar ese dolor?

 Describe tus rasgos más positivos y atractivos.


 Haz una lista de algunas de las personas por las que te sientes querida y
descríbelas.

 ¿Estás otorgando demasiado poder a la persona que te rechazó? Haz una


lista de sus rasgos negativos.

 Haz una lista de todas las actividades que puedas hacer esta semana para
sentirte mejor.
4

Paternidad Inadecuada

Desear un padre imaginario

Si estás pasándolo mal intentando superar el fin de una relación o no


puedes evitar estar llamando constantemente a tu pareja porque temes que
vaya a dejarte, puede que estés sufriendo los efectos de lo que se conoce como
“paternidad inadecuada”. Muchas niñas crecen sin su padre en casa o con un
padre que entra en sus vidas sólo de forma esporádica y siempre vuelve a
marcharse. No es de extrañar, pues, que muchas mujeres padezcan las
secuelas de una falta de cariño por parte de la figura paterna.
A pesar de lo triste que esta situación es ya de por sí, la ausencia física no
es el único modo en que el padre puede desatender a sus hijos. Puede que no
haya estado emocionalmente disponible, debido, por ejemplo, a una adicción al
sexo, al trabajo, a las drogas o al alcohol. Puede que tuviera problemas para
relacionarse, o que su modo de hacerlo fuera distante por definición. Puede que
hubiera estado deprimido o físicamente enfermo. O puede que se tratara de un
hombre absorbido en sí mismo.
En este sentido, es importante mencionar que este último tipo de ausencia
constituye un abandono emocional y que, por tanto, debe tratarse como
cualquier caso de pérdida. Cabe decir, además, que el abandono emocional
puede ser tan traumatizante como el abandono físico.
El hecho de maltratar o humillar a la madre delante del niño también se
considera ejemplo de paternidad inadecuada. En el caso de la niña, es incluso
más grave, pues ésta tiende a identificarse con su madre e interioriza el modo
en que es tratada por el padre. Cualquier tipo de abuso o pelea delante de los
hijos es estresante y traumatizante para ellos, y cuando se lleva a cabo, no se
están considerando los graves efectos a largo plazo que este tipo de conducta
puede causar en los pequeños.
Por supuesto, si el padre abusa del niño o niña física, sexual o
emocionalmente, deja de comportarse como tal. Estamos ante el caso extremo
de un padre demasiado preocupado por sus propios problemas y necesidades.
Es completamente incapaz de cumplir sus obligaciones para con su hijo o hija.

Puede que hayas pasado por un caso de paternidad inadecuada si tu


padre…

 Estaba exageradamente preocupado por sí mismo y sus problemas;


 Anteponía sus necesidades a las tuyas;
 Abusaba sexual, emocional o físicamente de ti;
 Os abandonó física o económicamente.

Tenías un padre…
 Con sensibilidad;
 Comprensivo;
 Interesado en ti;
 Claro (no ambiguo en sus señales);
 Respetuoso;
 Capaz de considerarte seriamente;
 Deseoso de proporcionarte todos los medios para que crecieras feliz.

Cuando tenía doce años, mis padres se divorciaron. Aunque mi padre


trabajaba, se marchó para “vivir su propia vida”, sin considerar siquiera el
pasarnos algún tipo de manutención. Nos abandonó a mi madre, a mi hermano
y a mí con una casa hipotecada y un coche en manos de los bancos porque no
había pagado las letras. Mi madre era ama de casa y no disponía habilidades
que la hicieran apta para trabajar, así que fuimos empobreciéndonos cada vez
más. A pesar de los intentos de mi madre en los juzgados, mi padre solía
esquivar la ley y raramente contribuía económicamente. Nunca hizo ningún
intento de financiar parte de mi ecuación universitaria, pero yo era bastante
obstinada, así que conseguí mantener tres trabajos a la vez y terminar la
carrera.
Incluso ahora que soy adulta y una profesional en mi trabajo, su egoísmo y
falta de cariño siguen pareciéndome difíciles de comprender. Cuando empecé a
salir con hombres solía elegir los que fueran guapos, encantadores y
egocéntricos, tal como era mi padre. Malgasté un montón de tiempo y energía
en hombres que eran incapaces de mantener una relación sana, pero logré
terminar con todo ello cuando empecé a tratarme terapéuticamente y conseguí
superar los sentimientos provocados por el abandono de mi padre.

Paternidad inadecuada y relaciones amorosas.

El hecho de haber crecido bajo los efectos de una paternidad


inadecuada puede influir de distintos modos en las relaciones
amorosas que tengamos.

 Puede que nos entre el pánico cuando creemos que un hombre se está
distanciando de nosotras o pretende dejarnos. Este sentimiento de terror
procede de los recuerdos del abandono paterno escondidos en el
inconsciente y que todavía no hemos superado. El miedo a ser
rechazadas puede hacernos actuar de un modo desesperado hasta el
punto de desatar conductas humillantes y autodestructivas.
 Puede que nos relacionemos con hombres parecidos a la figura paterna
en un intento de revivir y resolver la historia. Es como tratar de extraer
sangre a una piedra; estamos intentando recibir amor de un hombre
emocionalmente incapaz de dárnoslo. La triste realidad es que podemos
encontrar millones de hombres como nuestro padre, pero nunca
podremos obtener el cariño y la atención que necesitábamos cuando
niñas. Es demasiado tarde, y repetir el trauma una y otra vez no
resolverá nada. Lo que sí podemos hacer ahora que somos adultas es
curar la herida.
 Quizás nos relacionemos con hombres como nuestro padre porque
emocionalmente no nos hemos liberado de él o de su recuerdo. El hecho
de estar con este tipo de hombres permite a la niña que forma parte de
nosotras seguir en contacto con el padre que conoció. Parece del todo
irónico que tengamos dificultades para separarnos emocionalmente de
alguien que ni siquiera estaba ahí cuando lo necesitábamos. Incluso
puede que nos aferremos a la imagen del padre que deseamos tener
pero que nunca tuvimos.

Si no conseguimos desvincularnos emocionalmente de esta imagen y


superar los sentimientos que provoca en nosotras, lo más probable es que
nuestras expectativas y demandas acerca de los hombres con los que nos
relacionamos no sean realistas. Así, por ejemplo, el hecho de esperar a que el
hombre con el que salimos pague los gastos de la cita o nos obsequie con
regalos refleja claramente nuestro deseo de ser cuidadas y atendidas tal y
como queríamos que nuestro padre lo hiciera. Este tipo de exigencias, sin
embargo, son las que pueden hacer que un hombre se desinfle. ¡Está buscando
una novia, una pareja, no una hija!
Exigir amor incondicional a un hombre responde a la creencia de que nunca
nos dejará si efectivamente nos quiere de ese modo, y puede hacer que nos
sea prácticamente imposible aceptar su decisión de terminar la relación si se
diera el caso y que lo pasemos realmente mal al intentar superar esta situación.
Es otro camino hacia el mismo lugar: el conocido comportamiento
autodestructivo.
Las falsas expectativas de amor incondicional también podrían causarnos la
sensación de que podemos hacerle lo que queramos sin esperar consecuencia
alguna. Desde luego, se trata de una idea completamente disparatada; toda
acción tiene sus efectos, y si hacemos cosas para hacerle enfadar o
entristecerle, podría terminar rechazándonos o dejándonos. No es ni nuestro
padre ni el padre que hubiéramos querido tener. Un hombre está con una
mujer porque quiere, no porque se lo deba. Un padre, en cambio, le debe a sus
hijos el permanecer con ellos a lo largo de su infancia y adolescencia, y esa
exigencia, pues, debe dirigirse a él, no a nuestra pareja.
Si estamos actuando de alguna de estas formas, puede que lo que
realmente necesitemos para mantener una relación sana sea resolver los
problemas que tengamos a raíz del comportamiento de nuestro padre.

Dejar atrás la niña que fuimos

Pero, ¿cómo podemos desvincularnos de lo que sentimos hacia nuestro


padre? ¿Cómo podemos recuperarnos del sufrimiento causado por su falta de
cariño y atención?
La clave para separarnos emocionalmente de lo que representó la figura
paterna en el pasado y de lo que no pudimos obtener de ella cuando niñas es
pasar por un proceso de aflicción y de duelo. Debemos sentir el dolor y llorar
por aquella niña que no recibió ni el amor ni el apoyo emocional que necesitaba
y que su padre debía proporcionarle. Debemos llorar por aquel padre que tanto
habíamos idealizado y que nos defraudó. ¡Fue el hombre que nos abandonó!
Una vez que empecemos a ser conscientes de los sentimientos de rechazo,
de privación de cariño y de pérdida, aflorarán en nosotras mucha rabia y dolor.
Suele ser mucho mejor experimentar tales emociones con un psicoterapeuta,
un grupo de apoyo o un amigo, pero es posible hacerlo solas –a través de la
creatividad, por ejemplo (artistas, escritores y músicos famosos reconocen
expresar sus más hondos sentimientos a través de sus trabajos).
Lo más importante, sin embargo, es que lleguemos realmente a tomar
contacto con el amor que sentimos por nuestro padre. Toda niña quiere y
admira a su padre, y por ello afecta tanto su marcha.
Es precisamente ese amor y admiración que sentimos por la figura paterna y
el hecho de que no nos lo devolviera del modo que necesitábamos lo que causa
esa gran herida. Es ahí donde sentimos que se nos ha roto el corazón y, por lo
tanto, donde debemos aplicar la cura. Incluso a medida que vamos
haciéndonos adultas, seguimos deseando que nuestro padre nos quiera y nos
respeta. En su obra Father Loss (La pérdida de un padre), Elyce Wakerman lo
describe a la perfección:
Permanecí ante el espejo y empecé a cantar algo y
fuerte. Ahí estaba, una chica de quince años, sola en
aquel santuario adolescente que era mi habitación.
Corregí la postura de timidez que me caracteriza, eché
los hombros hacia atrás, me recogí el pelo y empecé a
cantar lo que me dictaba el corazón. “Soy de sobras la
estrella más grande, pero nadie lo sabe.” Tras el reflejo
de la cantante, aparece un público sonriente formado
por un solo asistente que, a diferencia del resto,
aprecia mis cualidades artísticas. En la alegre intimidad
de mi habitación, recreo una fantasía y reconozco ante
el espejo mi deseo de un aplauso suyo, de mi padre. A
veces, aún ahora que ya he crecido y que me
encuentro hablando de este tipo de cosas, sigo
hallándome a mí misma preguntándome, al final de
cada capítulo: “Papá, ¿me estás aplaudiendo?”.

Sólo cuando seas plenamente consciente de tus sentimientos hacia tu


padre una vez adulta, podrás empezar a desvincularte emocionalmente de la
figura que marcó tu pasado. Comenzarás a vislumbrar una imagen de él más
realista, sin llegar a ser ni el ogro ni el héroe que creías que fue. Incluso puede
que descubras que era incapaz de ejercer su papel como padre adecuadamente
porque él mismo no obtuvo ese tipo de trato por parte de sus padres. Es
probable que no recibiera el amor que necesitaba cuando era pequeño, pero el
problema no estaba en ti. No es que no merecieras recibir amor. El problema
era él, y cuando seas capaz de comprender eso, tu vida empezará a cambiar.
No fue hasta que la relación de Linda con Ivan estuvo a punto de
terminar que el conflicto interior que mantenía ella con su padre empezó a
aflorar. Linda había estado saliendo con Ivan durante un año cuando vino a
verme. Él era un padre divorciado, trabajaba en la construcción y veía a sus
hijas los fines de semana. Ella era secretaria, quería casarse y formar una
familia. Todo iba bien hasta que la ex mujer de Ivan le pidió que cuidara de sus
hijas mientras ella se recuperaba de una operación. Linda intentó ser
comprensiva con las nuevas responsabilidades de Ivan, pero pronto se sintió
consumida por los celos y la rabia. Empezó a llamarle más a menudo incluso
sabiendo que a él no le gustaba y, más adelante, comenzó a dejarse caer por
su casa sin avisar. Normalmente, Ivan estaba demasiado ocupado con sus hijas
para pasar tiempo con ella, lo cual hizo que Linda terminara sintiéndose
rechazada.
Una noche tuvieron una terrible pelea en la que Linda acusaba a Ivan de
no dedicarle suficiente tiempo. Él respondió que se sentía bajo una enorme
presión y que creía que debían dejarlo por un tiempo. Hundida, Linda empezó a
tomar antidepresivos bajo prescripción médica, pero sentía que no la estaban
ayudando y decidió intentarlo con la psicoterapia. Vino a verme y empezó a
reflexionar sobre su pasado, lo cual le hizo tomar plena conciencia de multitud
de sentimientos hacia su padre que yacían enterrados en su inconsciente.
Cuando niña, su padre trabajaba dieciséis horas diarias, con lo que
prácticamente nunca estaba en casa. Linda pasaba la mayor parte del tiempo
con su madre o sola, por lo que conservaba muy pocos recuerdos de momentos
agradables vividos con su padre, muerto cinco años atrás. Necesitaba llorar la
muerte de su padre más profundamente, y también la falta de atención que ella
tanto había sentido.
Empleó muchas sesiones comentando sus sentimientos cuando su padre
no estaba ahí para ella, y terminó siendo capaz de afrontar su deseo de
atención por parte de él y de exteriorizar su envidia por la relación de Ivan con
sus hijas. Lloró durante muchas sesiones por el dolor que le causaban esos
sentimientos de rechazo y abandono emocional por parte de su padre, y se dio
cuenta de cómo a menudo se involucraba en relaciones amorosas no
correspondidas como medio para revivir la relación con su padre. También lloró
por su muerte, porque ya no habría oportunidad de arreglar las cosas entre
ellos.
Ivan la llamó una noche y decidieron citarse para hablar. Linda le explicó
todo lo que había aprendido durante su experiencia con la terapia, y él, un
hombre comprensivo y respetuoso, se mostró muy receptivo con los cambios
que ella había hecho. Su capacidad para abordar la responsabilidad añadida del
cuidado de sus hijas también había mejorado, por lo que disponía de más
tiempo para dedicar a la relación. Finalmente, Linda e Ivan empezaron a vivir
juntos, y en la actualidad están pensando en casarse.
Pasar por todo un arduo proceso de toma de conciencia de los propios
sentimientos sirvió para que Linda aprendiera a actuar más libremente en su
relación con Ivan y dejar de revivir en él los conflictos sin resolver que tenía con
su padre.
Una vez que hemos llorado y nos hemos separado emocionalmente de
una mala relación con nuestro padre es cuando verdaderamente estamos en
condiciones de elegir la pareja adecuada. Debemos pasar por esta etapa de
duelo y dolor para no malgastar el resto de nuestra vida repitiendo el mismo
episodio de abandono, soledad y sufrimiento que vivimos con nuestro padre.
Debemos superar los sentimientos que provoca nuestra relación con él para
que en su lugar de ser prisioneras del pasado, seamos dueñas de nuestra vida
y de nuestro porvenir.

Ejercicios Prácticos

 Describe brevemente a tu padre.

 Describe sus cualidades positivas.

 Describe lo que consideras inadecuado en él como padre.

 Describe cómo era su padre.

 Describe cómo fue su infancia.

 Describe qué cualidades hubieras deseado en él.

 Describe por qué te considerabas desatendida por él.

 ¿Abusó física o emocionalmente de ti? Si es así, escribe sobre ello en este


espacio.

 ¿Maltrataba a tu madre de algún modo? Si es así, escribe sobre ello en este


espacio.

 ¿Qué es lo que no te gusta de tu padre?

 ¿Qué es lo que más admiras de él?

 Describe la imagen que tenías cuando eras una adolescente.


 Describe de qué modos puedes distanciarte psicológicamente de él, que
serán, por tanto, en los que debas trabajar.

 Describe de qué forma puedes estar reviviendo tu relación con tu padre


cuando eras pequeña.

 ¿En qué se parecen a tu padre los hombres con los que te relacionas?

 ¿En qué se distinguen de él?

 ¿Qué rasgos has heredado de tu padre?

 Si pudieras haber tenido un padre ideal, ¿cómo hubiera sido?

 ¿Cómo ha evolucionado tu relación con tu padre? Si todavía está vivo, ¿cuál


es tu relación ahora?
5

Madres y hombres

¿Te has dado cuenta de hasta qué punto el hombre cuyo rechazo te está
costando superar se parece a tu padre? La mayoría de las mujeres se sienten
enormemente vinculadas a su madre. Después de todo, fue ella la primera en
cuidar de nosotras al nacer, así que, pese a que nos enamoramos de hombres,
puede que en realidad nos sintamos atraídas por aquellos que demuestran
poseer rasgos similares a los de nuestra madre.
A veces, nos enamoramos de un hombre que nos trata del modo en que lo
hacía nuestra madre. Si, por ejemplo, no nos prestaba la suficiente atención o
no se preocupaba demasiado por escucharnos, quizás el hombre con el que nos
relacionemos sea malo como oyente. Si, en cambio, era egocéntrica y
anteponía sus necesidades a las nuestras, quizás ocurra lo mismo con nuestra
pareja. Es difícil superar la pérdida de este tipo de hombres, porque es como
tratar de superar la pérdida de nuestra madre.
Cuando una madre se muestra competitiva y distante, es lógico que su hija
se sienta poco querida. O cuando, por ejemplo, siente odio hacia sí misma y
actúa despectivamente con la niña, puede que ésta termine interiorizando el
odio y la baja autoestima de la madre.
A menudo solemos imitar el modo en que nuestra madre se relacionaba con
los hombres. Si aceptaba comportamientos abusivos, puede que tendamos a
tolerarlos también. Si, en cambio, sentía pánico a quedarse sola y se aferraba a
su pareja, enonces es probable que nuestra actitud frente a los hombres sea
similar.
La mayoría de las mujeres quieren a su madre incluso si se sienten
enfadadas o decepcionadas por su causa. Si encontramos una pareja mejor que
la que ella tuvo, nos sentimos tremendamente culpables por obtener más amor
de un hombre del que ellas nunca recibieron. Nos duele verlas sufrir, y
sentimos su dolor como propio (a veces, incluso, no queremos abandonarla
emocionalmente, por lo que hacemos de nuestra vida una representación de la
suya). Nos implicamos en relaciones con hombres que no nos tratan como
debieran o que no tienen ningún futuro, tal como nuestra madre hizo. Nos
empeñamos en dirigir nuestra vida hacia situaciones que no van a ningún sitio
y, por tanto, no somos más felices de lo que lo era ella. Si sufrió, nosotras
imitamos su comportamiento y nos aferramos a hombres que no nos convienen
porque ella así lo hizo. A veces, nos mantenemos unidas a nuestra madre
sintiéndonos atraídas y emparejándonos con hombres como nuestro padre.
Puede que incluso nos arrastremos y nos humillemos ante los hombres porque
sentirnos mejor y más afortunadas que nuestra madre nos provocaría un
terrible dolor.
Durante años, en mi juventud, mis relaciones con los hombres se basaban
en las que mantenía mi madre cuando yo era pequeña. Ella toleraba la actitud
impropia, a veces abusiva, de mi padre, después se enfadaba y, ya harta,
decidía dejarle para darle una nueva oportunidad cuando él acudía a ella con
promesas de cambio… Y así una y otra vez. Un auténtico caos. Asistí a sesiones
de psicoterapia y, una vez consciente de cuál era el problema, aprendí nuevas
maneras de relacionarme con los hombres; maneras distintas de las que tenía
mi madre cuando yo era niña.
¿Cómo desvincularnos emocionalmente de nuestra madre y cambiar?
Debemos reflexionar acerca de los temas pendientes con nuestra madre y con
los hombres, relacionarnos con mujeres mayores que nosotras que puedan
servirnos como modelo y guía, leer libros de autoayuda, observar el
comportamiento de otras mujeres que mantengan relaciones sanas con
hombres sanos. Se trata, simplemente, de ser conscientes de nuestra actitud en
lugar de revivir inconscientemente el comportamiento de nuestra madre.
El hecho de ser distinta a nuestra madre es una forma de seguir adelante y
separarse de la figura materna, y suele despertar sentimientos tanto de pérdida
como de amor por la que fue la primera persona en cuidar de nosotras. Puede
que tengamos que llorar el fin de nuestro vínculo infantil con ella, pues se trata
de un proceso muy emotivo y repleto de sensibilidad, pero es el trabajo que
debemos realizar para continuar con nuestra vida y ser capaces de cambiar.
Sólo de este modo conseguiremos mantener con éxito una relación amorosa.
Desvincularse emocionalmente de nuestra madre no significa que la
queramos menos, sino que somos menos interdependientes y que interferimos
menos en los problemas de la otra. De hecho, el amor entre las dos puede
crecer por la simple razón de que ambas contemplaremos la realidad más
objetivamente. Aunque me siento emocionalmente más separada de mi madre
ahora de lo que lo estaba a los veinticinco, mantenemos una estrecha relación y
constituye en sí misma gran parte de mi red e apoyo.
Debemos tener presente que hace sólo unos cuantos años que la mujer se
ha independizado económicamente. Históricamente, las mujeres necesitaban a
los hombres para que las mantuvieran, por lo que no tenían más remedio que
permanecer a su lado fueran cuales fueran las circunstancias. Parece que el
problema de aferrarse a una relación poco conveniente nos viene de antiguo.
Aprender nuevas posibilidades de comportamiento, por lo tanto, no significa
abandonar a nuestra madre; se trata de hacer posible que nuestras hijas,
sobrinas, nietas, bisnietas, que todas las mujeres de futuras generaciones sean
capaces de mantener relaciones amorosas más sanas, menos dolorosa y mucho
más gratificantes.
6

Cosas que te atan a él

A veces, la forma en que vemos a un hombre puede hacer que nos


obsesionemos por él, lo cual dificultará el proceso de recuperación si la relación
termina.

Idealizarlo

Uno de los problemas más corrientes es el de idealizar a nuestro ex –creer que


es perfecto, único- y atribuirle cualidades extraordinarias. Si nos obstinamos en
pensar lo increíble que es, en lo difícil que nos resultará encontrar un hombre
de su categoría, nunca seremos capaces de superar el fin de la relación con él y
seguir adelante. Debemos intentar ser realistas en nuestra percepción de él, e
incluso fijarnos en sus imperfecciones si es necesario; si no, la batalla por
recuperarnos de su rechazo será interminable.
Cuando Brian y Karen se conocieron, él le dijo que estaba separado de su
mujer. Nunca más volvió a tocar el tema hasta un sábado por la noche. Empezó
a comportarse de un modo algo extraño y, por fin, tras unas cuentas copas de
vino mientras Karen lo provocaba, Brian confesó que estaba pensando en
reconciliarse con su mujer. Karen se hundió. Volvieron a verse unas cuantas
veces más, pero al final Brian regresó a su casa y nunca más volvió a saberse
de él. Karen se obligó a sí misma a salir de nuevo con otros hombres, pero no
podía evitar terminar comparándolos con Brian. Después de un año más o
menos, vino a verme porque sentía que estaba dejando escapar oportunidades
con hombres interesantes a causa de su incapacidad para dejar de pensar en
Brian.

Ejercicios prácticos

 ¿Qué es lo que tu ex tiene de especial o único según tú?

 Describe la sensación que te produce estar con él y que crees no poder


sentir con ningún otro hombre.

 Describe las cualidades que más te gustan de él. Haz una lista de todas y
cada una de ellas.

 ¿Has conocido alguna vez a alguien que poseyera algunas de las cualidades
de tu ex y por quien sintieras algo parecido? Descríbele y enumera sus
cualidades.

 Los hombres que forman parte de tu vida hoy, ¿poseen alguna de las
cualidades atractivas de tu ex? Enuméralas.
 ¿Puedes imaginarte con otro hombre sintiendo esa extraordinaria química?
Si es así, describe cuáles serían sus características más atractivas.

 ¿Tiene algún defecto el hombre a quien idealizas (es decir, tu ex)?


Enuméralos.

 ¿Te ha herido de algún modo tu ex? Si es así, describe qué ocurrió.

La última oportunidad

Si seguimos creyendo que nuestro ex era la última oportunidad de encontrar


a nuestro príncipe azul, lo único que conseguiremos es continuar sufriendo.
Obviamente, pensar que nunca volveremos a conocer a un hombre por el
que sintamos la pasión o la química que sentimos con nuestro ex nos
predispone a pasarlo todavía pero a la hora de intentar superar el fin de la
relación con él. Pensar que fue nuestra última oportunidad para conocer el
verdadero amor nos hará aferrarnos aél con mucha más fuerza.
Debemos creer en la posibilidad de encontrar el amor de nuevo. He tenido
muchas pacientes temerosas de no poder volver a enamorarse que logran
sentirse atraídas por otro hombre una vez que han superado el trauma por la
pérdida de sus ex parejas. Y es que el solo hecho de recuperarse abre muchas
puertas nuevas.
El contar con más de treinta y cinco o cuarenta años no es excusa para
pensar que nunca encontraremos pareja. Miles de mujeres en sus cuarenta se
casan y forman su propia familia.
Cuando Brian dejó de salir con Karen, ella contaba con cuarenta y tres años
y estaba muy preocupada por la posibilidad de haber desperdiciado la ocasión
de encontrar la felicidad con un hombre y formar una familia. Gracias a la
terapia y su red de apoyo, resolvió concederse a sí misma y concederle a la
vida una nueva oportunidad. Se apuntó a una agencia de citas y empezó a
socializar con otras personas a través de su trabajo. En dos meses, conoció a
un hombre con el que sintió una química extraordinaria y que, además, también
quería formar una familia.

Ejercicios prácticos

Si crees que ésta es tu última oportunidad de encontrar el verdadero amor,


responde las siguientes preguntas.

 ¿Habías mantenido alguna otra relación excitante antes? Si es así, descríbela


en este espacio.

 Si estuviste enamorada de un hombre previamente a esta relación, describe


por qué te parece que esa relación era tu última oportunidad de encontrar el
amor.
 ¿Hay alguien de tu familia o grupo de amigos que te diga que a partir de
cierta edad es imposible encontrar el nuevo amor?

 Si te sientes particularmente desesperada, describe con detalle esa


sensación. ¿Cuáles son las razones que se esconden detrás de ese
sentimiento?

 Si una amiga tuya estuviera en tu misma situación, ¿qué le dirías?


¿Albergarías más esperanzas por ella que por ti misma?

 Enumera cinco personas que conozcas que hayan encontrado el amor


pasados los cuarenta. Si quieres, puedes incluir el nombre de famosos.

Romanticismo

El romanticismo es otra de las formas de pensar que nos mantiene


atrapadas en el recuerdo de nuestro ex. Como ya se ha comentado, es
importante ser plenamente conscientes de los sentimientos de ansiedad y
deseo que nos provoca el proceso de superación de la relación rota. Sin
embargo, hay mujeres que muestran la tendencia de sentirlos indefinidamente;
no saben cómo ni cuándo parar, y continúan fantaseando acerca de la vuelta
de nuestra ex pareja autoinflingiéndose un daño casi masoquista.
A veces, el hecho de adoptar una perspectiva romántica de las cosas nos es
infundido por el entorno cultural en que vivimos. Sólo hay que escuchar la letra
de las canciones de amor en las que mujeres proclaman su necesidad de amor
para vivir; harán cualquier cosa para mantener a su hombre con ellas. Aunque
no hay nada como una buena canción o película romántica para tomar
contacto con nuestros sentimientos más profundos, la cruda realidad es que
algunas mujeres han echado a perder sus vidas por fidelidad al amor
romántico. Y es que, a menudo, el romanticismo es más un reflejo de nuestra
desesperación que de las cosas tales como son, y por ello lo utilizamos como
vía para escapar d la realidad que es, definitivamente, que la relación se ha
terminado.
Michelle pasó un año entero escribiendo y fantaseando acerca de un
hombre al que solía ver. Tenía veintiocho años cuando conoció a Dan, un
ingeniero mecánico. Después de estar saliendo durante un mes, Dan obtuvo un
ascenso en la empresa en la que trabajaba y tuvo que mudarse lejos a otra
sucursal. Cuando se marchó, Dan le dijo a Michelle que le escribiría y que
intentaría regresar para Navidades. Escribía una vez al mes, y Michelle, en
cambio, le escribió cerca de cien cartas en todo el año. Ella era artista, muy
imaginativa y con una vida rica en fantasía. Se pasaba horas soñando despierta
acerca de Dan y su posible vida juntos. Un hombre la invitó a salir, y aunque lo
encontraba atractivo, lo rechazó pensando que debía permanecer fiel a Dan.
Vino a verme cuando recibió un carta de Dan en la que le contaba que se
casaba con una mujer que había conocido en el trabajo. Se sentía furiosa con
Dan y consigo misma por haber perdido un año de su vida.
El hecho de fantasear acerca de un feliz reencuentro con un hombre que no
está ahí cuando le necesitamos no es nada productivo. Estar en un continuo
estado de ansiedad nos impide conocer hombres nuevos y abrirnos a nuevas
experiencias, y si no vivimos sensaciones nuevas en algún momento,
empezaremos a depender del pasado en exceso, así que lo mejor es canalizar
la energía que gastamos en mantener nuestras esperanzas románticas y
redirigirla hacia la creencia de que sin duda, tarde o temprano, conoceremos a
alguien nuevo.

Ejercicios prácticos

Si eres demasiado romántica como para superar el fin de tu relación, contesta


las siguientes preguntas.

 ¿Eres muy romántica generalmente (lees novelas románticas, te gusta la


música y las películas sensibleras)?

 ¿Qué causó el fin de la relación?

 Sé completamente sincera y escribe acerca de las posibilidades –reales- de


volver a estar juntos.

 ¿Le aconsejarías a una amiga que siguiera esperando si se encontrara en tu


misma situación?

 ¿Pasas mucho tiempo soñando y fantaseando acerca de los hombres y las


relaciones con ellos? ¿Cuántas horas, aproximadamente? ¿Interfiere eso en
tu trabajo o tu vida normal?

 ¿Pasas más tiempo soñando con tu pareja que estando con ella realmente?

 Enumera las formas en que crees que estás negando la realidad de tu


situación. Sé sincera.

Pensar en el pasado

A veces, hacemos o decimos cosas a nuestra pareja de las que después nos
arrepentimos. Si seguimos pensando en qué es lo que hemos hecho para que la
relación haya fracasado, terminaremos volviéndonos locas. No podemos volver
atrás. Quizá cometiéramos un error, pero somos humanas, y como tales, no
somos perfectas, así que, en lugar de obsesionarnos por el pasado y todo lo
que hemos hecho mal, debemos concentrarnos en aprender a perdonarnos a
nosotras mismas.
¡Sobre todo, no le llames para tratar de hacerte perdonar! Sólo conseguirás
empeorar las cosas. Puede que vuelva a rechazarte y tengas que repetir aquel
indeseable “¡No debería haberlo hecho!”. Desafortunadamente, no podemos
echar marcha atrás y cambiar las cosas que ya se han hecho, pero sí podemos
aprender de ellas y avanzar.

Ejercicios prácticos

¿Estás intentando cambiar el pasado? Si es así, responde a las siguientes


preguntas.

 ¿Qué es lo que lamentas haber hecho?

 Si pudieras volver atrás en el tiempo, ¿qué habrías hecho de modo distinto?

 ¿Realmente crees que lo que hiciste fue tan nocivo para la relación? ¿Por
qué?

 ¿Lo has pasado mal intentando perdonarte a ti misma? ¿Por qué?

 ¿Qué pasos puedes dar para lograr perdonarte ahora?

Si…

Sigues obsesionada por los acontecimientos que condujeron al fin o al


empeoramiento de la relación. Sigues pensando cómo tendría que haber sido
todo para llegar a un final feliz. Si yo… si él… si yo… Debemos aceptar las cosas
tal como son. Podemos cambiar nuestro futuro con lo que hemos aprendido de
esa experiencia, pero si nos obcecamos con el pasado, sólo conseguiremos
terminar frustradas e infelices.
Obsesionarnos con él y nuestro pasado juntos es una forma de controlar
nuestros sentimientos. No queremos sentir el dolor que nos ha causado la
pérdida de la pareja, así que nos concentramos en otra cosa que nos haga
olvidar ese dolor. Cuando te invadan los recuerdos del pasado, intenta tomar
conciencia de lo que sientes (dolor, frustración…) en ese momento. Llora si lo
necesitas, habla con alguien en quien confíes acerca de tus sentimientos
(¡excepto con él, por supuesto!).
No sigas intentando analizar o razonar la situación, descifrar qué es lo que
ha ido mal. Debemos concentrarnos en controlar el pasado, y no podemos
hacerlo, por mucho que lo intentemos, si además queremos controlarle también
a él. Hay que detener el cilo ya. ¡No mires atrás!

Ejercicios prácticos

 ¿En cuáles de las circunstancias que causaron la ruptura sigues pensando?

 ¿Crees que esas circunstancias provocaron realmente el fin de la relación?


¿Por qué?
 Si pudieras volver atrás y cambiar las circunstancias, ¿cómo crees que
habría salido todo?

 Una vez que has imaginado cómo hubiera podido resultar la relación de
haber cambiado algunas cosas, supéralo. Escribe un final feliz a las
circunstancias reales que vivisteis.

La ruptura perfecta

Los finales nunca son perfectos. Debemos aceptar que la relación se ha


terminado y seguir adelante. Si sentimos la necesidad de llamar a nuestro ex
para pedir perdón por algo que dijimos o para expresarle lo bien que llevamos
la ruptura, debemos resistirnos. No debemos llamarle; puede que nos rechace o
que nos haga sentir mal de cualquier modo. Debemos aceptar la forma en que
terminaron las cosas con sus imperfecciones. La vida no es una pintura que
pueda retocarse; es caótica e imperfecta, así que lo mejor es dedicar nuestra
energía a aceptar la situación tal como se presentó y mirar hacia el futuro que
nos aguarda.

Ejercicios prácticos

 ¿Cómo imaginas el fin perfecto?

 Escribe sobre lo que sentiste al no tener el fin que hubieras deseado.

Sigamos siendo amigos

Cuando rompemos con un hombre, lo mejor es no quedar como amigos.


Nos estamos mintiendo a nosotras mismas si creemos que no nos afectará el
que nos diga que está saliendo con otra mujer y nos empiece a hablar de ella.
¿Por qué pasar por ese dolor? Olvidar, recuperarnos y seguir adelante es
mucho más fácil si no nos relacionamos con el hombre por el que estamos
sufriendo.
Lo más recomendable es cortar por lo sano y no establecer ningún tipo de
contacto con nuestro ex si podemos evitarlo. Si hay que verle necesariamente
porque el lugar de trabajo es común o existen niños de por medio, hay que
intentar mantener una relación formal y orientada hacia el trabajo o los niños
en su caso. Y cuando nos veamos obligadas a estar con él, hemos de establecer
unos límites muy claros y mantener siempre las distancias.
Quizás después de haber encontrado una nueva pareja y cuando haya
pasado tiempo suficiente podáis intentar lo de ser amigos. He conocido mujeres
con un trabajo o con niños en común con sus ex parejas que fueron capaces de
entablar una amistad años después de la ruptura.

Ejercicios prácticos

 ¿Aún quieres seguir siendo amigos con tu ex como excusa para intentar
recuperar la relación amorosa? Reflexiona y escribe sobre tus verdaderos
sentimientos.

 ¿Alguna vez has conseguido seguir siendo amigos con algún ex novio?
¿Cómo resultó?

 Si tenéis niños o trabajáis en el mismo lugar, escribe sobre las veces que
tengas que verle. Enumera las distintas formas de hablar y relacionarte con
él que te permitan seguir sintiéndote segura e invulnerable.

 “¡La vida sigue!” Repite esta frase en voz alta o en tu interior cien veces al
día -¡o más!-. Debes dar una oportunidad a hombres nuevos y dejar de
compararlos con tu ex. Puede que encuentres cualidades o rasgos en ellos
por los que nunca hubieras creído poder sentirte atraída. Nunca se sabe qué
(o quién) hay detrás de la esquina. Un nuevo mundo se abre ante ti para
que escribas el siguiente capítulo de tu vida.
7

El hombre ambivalente

¿Alguna vez has conocido a alguien que te trata como a una diosa del
sexo una noche, y luego no te llama durante dos semanas? ¿O alguien que te
lleva a pasar un increíble fin de semana de esquí y después desaparece de tu
vida? No logras adivinar qué has hecho mal para que te haya rechazado. ¡Si
incluso se comportaba como si le gustaras! Pues bien, te has cruzado con un
hombre ambivalente.
Muchas de las mujeres de mi grupo de terapia se relacionaban con un
hombre así, lo cual dificultaba todavía más el proceso de recuperación cuando
la relación terminaba. Si eso ocurría, empezaban a cuestionarse su propia
actitud tratando de descubrir qué motivó el extraño comportamiento de él.
Nunca sabían cómo reaccionar ante la ambigüedad de las señales que les
enviaba la pareja.
La impredecible conducta de un hombre ambivalente puede hacernos
sentir rechazadas y abandonadas. El miedo a perderle nos lleva, a su vez, a
aferrarnos todavía más a él y no dejar de llamarle y perseguirle, lo cual, como
sabemos, no es nada bueno.
Relacionarse con una pareja ambivalente es muy desalentador, pues su
comportamiento es absolutamente ilógico y se presta a la confusión. Puesto
que no entendemos su actitud impredecible, empezamos a dar vueltas a todo lo
ocurrido con él para averiguar qué es lo que debemos haber hecho mal. Nos
autocensuramos por haber dicho o hecho cosas por las que normalmente no
nos disculparíamos y que, sin embargo, ahora nos hacen sentir tremendamente
culpables.
Lo más probable es que no hayamos hecho nada mal. La mayor parte de
las veces se trata de un problema de él. Sólo nos sentíamos atraídas hacia él e
intentábamos participar en el proceso de enamoramiento, lo cual, en el caso de
un hombre ambivalente, es suficiente para que huya despavorido.

¿Cuáles son los rasgos fundamentales que definen a un hombre


ambivalente?

 Nos dice que nos ama y luego empieza una relación con otra mujer.

 Nos dice que nos hecha de menos, que quiere estar a nuestro lado, pero no
encuentra tiempo para vernos.

 Se muestra entusiasta practicando el sexo con nosotras, y la siguiente vez


que hablamos, adopta una actitud distante y formal.

 No nos llama cuando dice que lo hará.


 Se relaciona con otra (otras) mujer (mujeres), pero dice que sólo quiere
estar con nosotras.

 Cancela citas, o siempre llega con retraso.

 Nos da plantón.

 Mantenemos una conversación intensa en la que nos sentimos plenamente


conectadas a él, y la siguiente vez que hablamos, en cambio, actúa
fríamente.

 A veces, desaparece de nuestra vida durante semanas.

¿Qué es lo que provoca que un hombre ambivalente se comporte del


modo en que lo hace?

El hombre ambivalente puede ser encantador, refinado e inteligente,


pero a la vez suele ser emocionalmente inmaduro. Busca una satisfacción
sexual, económica o emocional, y la quiere de un modo del que ni él mismo es
consciente, lo cual provoca el carácter particularmente ilógico que lo define. Si
no obtiene esa satisfacción, se distancia emocionalmente y sigue buscando.
Se trata de un tipo de hombre que puede describirse como infantil. No
ha madurado ni psicológica ni sexualmente hasta el punto de ver a una mujer
como un ser aparte (por el contrario, él la considera una extensión de sí
mismo). Un hombre de estas características se muestra totalmente
ensimismado en sus propias necesidades, y es absolutamente incapaz de
considerar siquiera las nuestras. Le entra el pánico cuando se ve demasiado
implicado en una relación, se siente engullido por una mujer por la que se
siente atraído, y para aliviar esa ansiedad, se distancia o desaparece.
Es un hombre temeroso de experimentar necesidad por alguien. Si
empieza a enamorarse y sentirse dependiente, escapa. Hará todo cuanto sea
necesario para no tener que soportar el terror y la vergüenza de su propia
vulnerabilidad. Puede que tenga miedo a una relación seria debido a un trauma
infantil, o puede que nos vea como seres totalmente buenos o malos, y que si
nota algo distinto a lo esperado, corte con nosotras definitivamente. Lo más
probable es que nunca lleguemos a saber qué es lo que le molestó de nosotras.
Cuando Alice conoció a Carl, vio en él al hombre de su vida. Era guapo,
encantador e imaginativo. Trabajaba como asesor publicitario. Salieron un par
de veces a cenar a restaurantes muy románticos y muy caros. En la segunda
cita, Carl fue a buscarla a su oficina, donde la besó apasionadamente. Alice no
recordaba haber experimentado nunca un deseo sexual tan fuerte por ningún
hombre. Creyó ser la mujer más afortunada del mundo por encontrar a un
hombre por el que se sentía tan atraída y que, al parecer, la correspondía. De
pronto, empezaron a ocurrir cosas extrañas.
Alice notó que Carl nunca la llamaba por la noche, siempre durante el día
y al trabajo. Él le había dado el supuesto número de teléfono de su casa, pero
ella empezó a sospechar e intentó llamarle varias veces. Nunca respondía,
siempre salía el mismo contestador. Tras investigar un poco, Alice averiguó que
se trataba de un buzón de voz. Cuando habló con Carl, éste admitió haber
mentido acerca de lo del teléfono y le confesó que estaba viviendo con otra
mujer. Alice estaba aterrada por no poder encontrar otro hombre por el que
sintiera una atracción tan profunda, así que decidió continuar viéndole.
Esperaba que él dejara a su novia.
Carl la llamó a menudo durante unos cuantos días, y después empezó a
llamar con menos frecuencia. Le dijo que tenía mucho trabajo, y cuando por fin
consiguieron citarse de nuevo, el día antes la llamó para anularlo con la excusa
de que debía partir en un viaje de negocios de última hora. Alice se sintió
frustrada y se enfadó con él. Le dijo que nunca encontraba tiempo para estar
con ella aun cuando no dejaba de repetirle que la echaba de menos. Carl se
enojó y le respondió que lo estaba presionando demasiado. Ella empezó a
sentir que estaba perdiendo el control por un hombre que, a pesar de ser muy
activo sexualmente, no tenía ningún interés en llevar la relación más allá. Alice
tenía muchas ganas de llamarle. Incluso llegó a pensar en ir a su oficina y
pedirle explicaciones sobre por qué la confundía tanto. Quería saber de una vez
por todas qué es lo que él sentía verdaderamente por ella. Sin embargo, intuía
que aquella no era la mejor manera de resolver las cosas, así que vino a verme.
Carl era un hombre muy egocéntrico y exigente. Había estado mintiendo
a Alice desde el principio sobre su misteriosa vida personal. No le había dado
siquiera la oportunidad de decidir si quería empezar una relación con un
hombre que estaba viviendo con otra mujer. Sólo la veía como alguien que
complacería sus necesidades sexuales o emocionales, como una extensión de sí
mismo. El bienestar de ella le era enteramente igual.
Un hombre como Carl se mueve en un campo emocional muy limitado,
por lo cual es incapaz de alcanzar cierto grado de compromiso. Es incapaz,
también, de sentir compasión y simpatía, lo único que le importa es que se las
dispensen a él. El comportamiento de un hombre así será extremadamente
variable, lo mismo que sus intenciones.
Actúa apasionadamente y, sin embargo, no encuentra tiempo para salir
con Alice. Le dice que le gusta, pero le miente y manipula. Y, además, se niega
a aceptar que su comportamiento sea ambivalente. Un hombre como Carl
puede hacer que una mujer sienta la necesidad de llamarle, ya que después de
dispensarle todo tipo de atenciones, sus maniobras de distanciamiento la hacen
sentirse abandonada y rechazada; temerosa de haber hecho algo mal y
agobiada por la posibilidad de perderle, esa mujer correrá tras él.

Cómo tratar a un hombre ambivalente

Si estás saliendo con un hombre ambivalente que no deja de enviarte


señales ambiguas y que te está volviendo loca con su variabilidad…

 No te culpes. Es su problema, no el tuyo. No te lo tomes como algo personal


y no te sientas rechazada. Considérale como una persona con serios
problemas de madurez que interfieren en su capacidad para
comprometerse.
 No intentes ayudarle a que aclare sus ideas. Puedes hablar con él y
descargar tus sentimientos, pero no lograrás cambiar nada, pues su
problema no tiene nada que ver contigo. Lo único que puedes hacer por él
es animarle a que busque la ayuda de un profesional.

 Resiste a la tentación de acercarte más a él. Es normal que sientas miedo


de perderle, pero sus sentimientos por ti son, probablemente, lo que
provocó su inseguridad, así que correr tras él no va a funcionar.

 No sigas el ritmo de su agenda y haz lo que tú quieras o lo que tengas que


hacer. Trabaja en los ejercicios prácticos propuestos en este libro y olvídate
de él ya. Utiliza tu energía para realizar tus propios objetivos, no para
solventar sus problemas. Debes dejarle estar.

 Acepta su actitud confusa tal como es. El hecho de analizarlo y tratar de


justificar todo lo que hace puede llegar a volverte loca, y es que no hay
explicación lógica para su comportamiento.

 Reflexiona sobre por qué estás con un hombre que te confunde y que te
transmite inseguridad.

 Establece los límites de su actitud respecto a ti (por ejemplo, no vas a


tolerarle que te dé plantón otra vez) y respétalos. Al hombre ambivalente no
le gustan los límites que le obligan a aceptar y comprender tus necesidades,
lo cual es emocionalmente incapaz de hacer, así que puede que
desaparezca. No te preocupes, no será una gran pérdida.

 No dudes en darle un ultimátum. Quieres que esté contigo porque quiere y


no por miedo a ser abandonado o por comodidad.

Alice siguió estos consejos y no llamó a Carl. Se obligó a desvincularse


totalmente de la situación y de todo lo que había ocurrido entre ellos.
Empezó el programa “¡No le llames!” y a salir con otros hombres, y aunque
su relación con Carl no había terminado por completo, la superó.
Cuando Carl finalmente se decidió a llamarla, ella estableció unos límites.
Le dijo que a menos que fuera capaz de dedicarle tiempo para quedar como
mínimo una vez a la semana, no quería volver a verle. Le daba un mes para
dejar a su novia. Carl se enfureció, discutieron y colgó. Alice no volvió a oír
nada más de él. En lugar de llamarle para disculparse o correr tras él,
continuó con el programa de recuperación. Después de un tiempo, conoció
a un hombre capaz de mantener una relación con el que se sentía segura y
comprendida. ¡Alice entendió entonces que si hubiera continuado
dependiendo de la agenda de Carl, nunca hubiera conocido al que es su
nuevo novio!

¿Por qué estás con un hombre ambivalente?


Muchas de las mujeres que tienen relaciones con un hombre ambivalente
están cegadas por la pasión y la excitación y no se dan cuenta de si
verdaderamente ese hombre es capaz de mantener una relación. No
perciben sus limitaciones emocionales.
Si la necesidad de una satisfacción inmediata de la excitación, la pasión y
el drama es la cualidad esencial que buscamos en un hombre, consideremos
el hecho de que muchos psicópatas, asesinos y violadores son guapos y
fascinantes. Pueden mostrarse encantadores, cariñosos y muy “sexys”.
Quizás el atractivo físico y el carisma no son, después de todo, los rasgos en
los que fijarnos a la hora de buscar a un hombre con el que mantener una
relación amororsa.

Cualidades que denotan que no se trata de un hombre ambivalente

 Invierte tiempo y energía en la relación.

 Llama cuando dice que lo hará.

 No intenta explotarnos ni utilizarnos de modo alguno.

 Es considerado con nuestros sentimientos.

 Es compasivo y atento.

 Es capaz de escuchar cuando hablamos. Nos presta atención.

 No nos hace sentir como si estuviéramos volviéndonos locas.

Un hombre que no es ambivalente nos hace sentirnos más seguras en una


relación, y esto hace que no tengamos la necesidad urgente de llamarlo a cada
segundo.

Ejercicios prácticos

¿Estás con un hombre ambivalente? Para descubrirlo, responde a las


siguientes preguntas:

 El hombre con el que mantienes la relación, ¿te envía señales ambiguas?


Si es así, haz una lista de algunas de ellas.

 ¿Suele confundirte con este tipo de comportamiento? Si es así, ¿de qué


modo lo hace?
 ¿Está con otras mujeres a la vez que contigo? ¿Cómo lo descubriste?

 ¿Lo pasa mal cuando tiene que comprometerse a algo?

 ¿Cómo te hace sentir la relación que mantienes con él? ¿Te sientes
segura?

 ¿Cómo te hace sentir su comportamiento? ¿Pasas mucho tiempo


pensando en ello?

 Su actitud desconcertante, ¿te incita a llamarle?

 ¿Alguna vez te ha explotado a ti o a otras personas? Si es así comenta


algunos ejemplos.

 ¿Demuestra ser capaz de sentir compasión o simpatía hacia otras


personas? Si es así, ¿cómo lo hace?

 ¿Alguna vez te ha mentido a ti o a otras personas? ¿Crees que te está


mintiendo ahora?

Cuando hayas respondido a estas preguntas, vuelve a repasar la lista de


cualidades que tiene un hombre que no es ambivalente y reflexiona acerca de
si el hombre con el que estás manteniendo una relación lo es o no. ¿Estás
contribuyendo de alguna manera a tu problema de querer correr tras él y
llamarle?
Existe otro tipo de hombre ambivalente sobre el que me gustaría hablar y
con el que cabe evitar hasta la primera cita. Suele tratarse de un conocido, un
compañero de trabajo o un amigo que flirtea con nosotras, acude a nuestro
despacho para hablar todo el tiempo, nos aconseja, nos protege, nos hace
favores sin pedir nada a cambio, o nos mira a los ojos atontado.
Si nos sentimos atraídas por él y se nos ocurre preguntarle por sus
sentimientos, negará categóricamente que tiene algún interés romántico o
sexual por nosotras, y hará que nos sintamos manipuladas o confusas.
A este tipo de hombre ambivalente le aterroriza comprometerse.
Manifiesta sus deseos de mantener una relación adoptando una actitud
seductora, pero se retira asustado cuando se presenta la menor oportunidad de
hacerlos realidad. Suele ser inconsciente de su comportamiento hasta que se lo
señalan.
Algunos de estos hombres se sienten avergonzados o humillados por su
sexualidad a causa de un trauma infantil, y proyectan sus deseos románticos y
sexuales en nosotras como si fuéramos las únicas que los estuviéramos
sintiendo.
Algunos encierran un gran sentimiento de rabia contra las mujeres, y les
proporciona placer seducirlas y convencerlas de sus intenciones románticas
para luego rechazarlas. Este último grupo es, sin duda, el más peligroso.
A veces, las mujeres tenemos dificultades para superar una ruptura con
este tipo de hombres ambivalentes porque siguen dedicándonos muchas
atenciones. También puede ocurrir que los idealicemos, que lleguemos a creer
que nunca encontraremos a un hombre con sus mismas maravillosas
cualidades.
En caso de que valoremos mucho la amistad con él, podríamos intentarlo
y continuar con una relación absolutamente platónica, pero lo cierto es que
terminaríamos sintiendo un gran dolor y frustración.
Conozco mujeres que se han permitido concederles un margen de
tiempo con la esperanza de que él cambiara y quisiera implicarse romántica o
sexualmente con ellas. Pero, a menos que sigan un tratamiento de psicoterapia,
este tipo de hombres ambivalentes continúan librando batallas interiores con
sus propias tendencias y deseos, mientras la autoestima de la mujer se hunde
cada vez más a raíz de sus continuos rechazos.
Así pues, debemos reflexionar e intentar descubrir por qué necesitamos
estar con un hombre que asegura no estar interesado en nosotras ni romántica
ni sexualmente.

Ejercicios prácticos

 ¿Te sientes atraída por un hombre con el que no estás saliendo y que te
envía señales ambiguas? Si es así, descríbele física y psicológicamente. ¿De
qué modo demuestra sus dotes de seducción?

 Si fueras a hablar con él acerca de esas señales que envía, ¿qué le dirías?

 ¿Sientes frustración o rechazo en esta relación? ¿Vale realmente la pena?

 ¿Constituiría una gran pérdida para ti romper esa relación? Si es así, ¿qué es
peor, la pérdida o los sentimientos de frustración y rechazo? ¿Por qué?
8

Él nunca cambiará

Estás equivocada si crees que el hombre que te ha herido y te ha estado


decepcionando una y otra vez va a cambiar. Debes renunciar a esa falsa
esperanza si no quieres seguir echando por tierra esos preciosos años de tu
vida. Pocas mujeres han venido a mi consulta realmente convencidas de que
con un poco de paciencia y tiempo su hombre iba a cambiar a pesar de los
continuos rechazos que habían sufrido. A menos que un hombre reciba
tratamiento psicoterapéutico individualmente o asistiendo a grupos, él nunca
cambiará. Lo que ves es lo que hay. Te estás engañando si crees que puede
producirse algún cambio milagroso.
Algunas mujeres viven la extraordinaria fantasía de poder “arreglar” al
hombre que aman. Sigue siendo una fantasía. No somos ni sus terapeutas ni
sus psiquiatras.
Algunas consideran su incapacidad de seguir adelante sin él como prueba de
su gran amor. No lo es. Sólo es prueba de su dependencia extrema, patológica
en los casos en que él comete abusos físicos o emocionales sobre ellas. La
verdad, sin embargo, es que como adultas que son, la dependencia física o
emocional no es completa. Sólo la sienten como tal.
A menudo, nos aferramos desesperadamente a dolorosas relaciones sin
futuro por temor a la gran sensación de vacío que sentiremos sin ese hombre
en nuestra vida. Este temor es a veces tan aterrador que el sufrimiento que nos
provoca el sostener la relación vale la pena si podemos mantener nuestro
vínculo con él. Algunas mujeres temen derrumbarse psicológicamente si
pierden a su hombre, así que prefieren soportar el dolor y la humillación que les
causa su relación con él antes que pasar por el horror de verse solas.
Este aterrador sentimiento de vacío ya estaba ahí antes de conocerle. Puede
que lo hubiéramos desarrollado en nuestra infancia si papá y mamá no
satisfacían nuestras necesidades de amor y afecto. O puede que sea el
resultado de una depresión oculta que hayamos estado sufriendo por un largo
período de tiempo y de la cual no éramos conscientes debido al caos en que
habíamos sumido nuestra vida para evitar, precisamente, esos sentimientos de
vacío.
La incapacidad de nuestros padres para proporcionarnos lo que más
necesitábamos cuando éramos pequeñas es la razón de nuestro empeño por
aguantar la actitud rechazadora, dañina e incluso abusiva de él y mantener la
falsa esperanza de que todavía puede cambiar. Las mujeres que en su infancia
son tratadas adecuadamente por sus padres suelen romper la relación cuando
su pareja adopta actitudes poco aceptables. No se aferran a él esperando
cualquier migaja que se digne soltar. Sienten que se merecen una relación
amorosa recíproca y plena.
Para lograr superar ese sentimiento de dependencia emocional de un
hombre que continuamente nos decepciona o nos hiere, debemos hacer algo de
introspección en nosotras mismas y aliviar las heridas que hayamos heredado
de nuestra infancia. Parte de este trabajo puede hacerse tomando conciencia
del amor y el cariño que nos faltaron y llorando por ello. Recuperarnos de un
trauma infantil reforzará nuestra independencia emocional y nos hará sentirnos
menos desesperadas por obtener amor de cualquier hombre que pueda
dárnoslo.
Si aceptamos el hecho de que un hombre que no deja de herirnos y
decepcionarnos no va a cambiar, debemos ser nosotras las que cambiemos
superando nuestras fantasías de que algún día él termine reaccionando. Toda
nuestra vida cambiará; y lo hará a mejor. La aceptación de nuestra
responsabilidad al elegir estar o no con un hombre que nos hace infelices nos
dará poder sobre nosotras mismas. Nos sentiremos menos desesperadas y
menos dispuestas a aferrarnos a una relación frustrante, agotadora y nada
productiva. Aumentará nuestra autoestima y nuestro respeto por nosotras
mismas, y estaremos más abiertas a conocer un hombre maduro y generoso
con el que entablar una relación amorosa sana y fértil.
Evelyn, una actriz de veintiséis años, había empezado a salir con Kevin, un
jefe de personal de treinta y cuatro años que había conocido durante un trabajo
temporal. Kevin dejó claro desde el principio que sólo estaba interesado en algo
esporádico y que no quería comprometerse. Atraída por sus buenas maneras y
su carisma, Evelyn aceptó salir con él bajo esas condiciones. Esperaba que él
cambiaría y que llegaría un momento en que se decidiría por una relación más
seria, y que incluso podría querer casarse.
Quedaban para verse sólo cuando Kevin llamaba, y las pocas veces que
Evelyn tomaba la iniciativa, él respondía de forma fría y distante y eludía la cita
diciendo que estaba ocupado. Evelyn se sentía herida por la actitud de rechazo
que mostraba Kevin, así que decidía no llamarle más. Días más tarde, él la
llamaba y conseguía convencerla para pasar la noche juntos. Y así un montón
de veces. En algunas ocasiones, Evelyn intentaba explicarle cómo se sentía, la
frustración que experimentaba por su relación, pero él no se lo tomaba en serio
y se apresuraba a cambiar de tema. Una vez, incluso, se puso a gritar. Evelyn
veía que Kevin era un egoísta y que en realidad le interesaban poco sus
sentimientos, pero como la relación sexual era tremendamente placentera,
continuó con ella esperando algún día que él cambiaría.
Una noche, quedaron en que Kevin iría a casa de Evelyn a cenar. Ella se
pasó horas en la cocina preparando una complicada receta, pero Kevin no se
presentó. La llamó a la mañana siguiente para disculparse diciendo que había
surgido algo muy urgente y que no había podido avisarla. Cuando Evelyn le
preguntó qué era lo que había ocurrido, él se puso a la defensiva, se enfadó
por considerarla una entrometida y le colgó el teléfono. Hundida y harta de la
relación con Kevin, Evelyn decidió intentar olvidarle y seguir adelante, pero días
más tarde él volvió a llamar. Se mostraba arrepentido y seductor, y le pidió a
Evelyn que fuera con él al cine para compensar lo de la última noche. Con la
esperanza de que Kevin hubiera cambiado y, finalmente, se hubiera dado
cuenta de su actitud egoísta, ella aceptó salir con él. Cuando se disponía a
arreglarse para la cita con Kevin, Evelyn descubrió que le había dejado un
mensaje en el contestador diciéndole que tenían que cancelar la cita. Sólo eso;
no había ninguna explicación. Evelyn se sintió frustrada y muy enfadada, así
que le llamó a su apartamento para saber qué había ocurrido y contestó una
mujer. Colgó el teléfono con furia. Estaba deprimida por su incapacidad para
superar esa relación, que había resultado ser, ya, completamente abusiva, así
que decidió visitar a un terapeuta. Después de algún tiempo, con el apoyo
necesario y una nueva perspectiva sobre la vida y sobre sí misma, Evelyn fue
capaz de ver que Kevin no iba a cambiar y de superar la relación por completo.

Ejercicios prácticos

 En la actualidad, ¿estás inmersa en una relación con un hombre del que


esperas que cambie? Si es así, ¿qué cambios te gustaría ver en él?

 ¿Qué pruebas te ha dado de que, efectivamente, va a cambiar? ¿Te ha


hecho alguna promesa? ¿Cuál?

 ¿Cuánto estás dispuesta a esperar para que tu novio o marido cambie?


Anota los límites de tiempo que le has dado o que te gustaría darle.

 Si te encuentras continuamente deseando que tu pareja cambie, reflexiona


sobre tus sentimientos acerca de la soledad en tu vida. ¿Cómo sería estar
sin un hombre?

 ¿Te deprimes a menudo? ¿Es posible que tu miedo a la soledad sea debido
a una depresión con la que temes enfrentarte? Si te encontraras sola y
deprimida, ¿qué pasos darías para recuperarte de esos sentimientos?

 ¿Qué podrías hacer para que tu vida fuera más plena y feliz si no tuvieras a
un hombre a tu lado? ¿Has estado alguna vez sola? ¿Cómo superaste esos
períodos de soledad en el pasado?

 ¿Te aterrorizan los sentimientos de vacío que podrías tener si decidieras no


esperar más a que él cambie y le dejaras? Describe cómo crees que te
afectaría ese vacío.

 ¿Cómo crees que superarías ese sentimiento de vacío? ¿Cómo crees que las
demás mujeres lo hacen?

 ¿Tienes algún recuerdo de haberte sentido abandonada o menospreciada


durante la infancia? ¿Crees que ese período de tu vida podría tener algo que
ver con tu miedo a estar sola y, por tanto, con tu tendencia a aferrarte a
hombres que no te convienen?
9

Comportamiento obsesivo

Has llegado hasta este capítulo, has hecho todos los ejercicios prácticos
propuestos, pero todavía no puedes dejar de pensar en él. ¡Se ha convertido en
una auténtica obsesión!
Decides que debes tener información de él como sea y contratas a un
detective privado para espiarle. O empiezas a llamar a 900 números de teléfono
distintos para localizarle y te gastas todo tu dinero en ello. Una de mis
pacientes contrató los servicios de una mujer que aseguraba practicar magia, y
otra se gastó casi mil dólares haciendo que hechizaran a su ex para conseguir
que volviera con ella. Por supuesto, nunca más volvió a oír ni de él ni de la
hechicera.
A pesar de lo inverosímil que pueda parecer, son cosas que ocurren.
Lucy, una secretaria de treinta y un años, conoció a Steve por un anuncio en la
sección de contactos de un periódico. Creía que era el hombre de su vida; era
tan excitante, atractivo y cariñoso. Sin embargo, él solo quedaba con ella
cuando le apetecía o cuando le iba bien, así que la relación nunca llegó a
progresar verdaderamente. A los seis meses, él parecía haber desaparecido de
su vida. Lucy le llamó y le dejó mensajes que él nunca respondió. Fue a una
adivina que le predijo que Steve volvería y que terminarían juntos. Lucy esperó
unos cuantos días, pero la impaciencia se apoderó de ella y decidió ponerse
manos a la obra.
Empezó a fisgonear por ahí y llamar a varios amigos de Steve. No le
proporcionaron ninguna información de interés excepto que solía frecuentar un
nuevo bar. Lucy fue allí el viernes por la noche y vio a Steve hablando con una
mujer. No tuvo el valor de acercarse a él, así que regresó a casa y empezó a
dejarle mensajes en el contestador. Cuando vio que él no respondía, le escribió
una carta.
Una noche al regresar a casa, Lucy encontró un mensaje de Steve en el
contestador: “¿Puedes dejarme en paz de una vez? ¡Olvídame!”
Lucy se hundió. El mensaje de Steve era claro. Comprendió que su sueño
de llegar a ser una pareja no tenía ningún futuro y que la relación se había
terminado. En aquellos momentos deseaba haber dejado las cosas tal como
estaban para no sentirse tan avergonzada y humillada. Menos mal que no había
ido a hablar con Steve en el bar; hacer el ridículo ante la gente hubiera sido
espantoso.
Algunas mujeres creen que si bombardean a un hombre con atenciones
(cartas, mensajes, visitas inesperadas), él se verá arrastrado por su incansable
pasión y querrá volver a reiniciar la relación. No nos engañemos; nunca
funciona. Lo único que conseguiremos al actuar de este modo es sentirnos
humilladas. Él ya sabe lo mucho que le queremos, no tenemos que
demostrárselo. Perseguirle es hacer que se sienta acechado. Llamar a sus
amigos es hacer que se sienta hostigado. Con este tipo de actitud sólo
conseguiremos parecer desesperadas y necesitadas, lo cual todavía le alejará
más de nosotras. Nos perderá el respeto y, si seguimos acosándole, puede que
incluso nos encuentre repulsivas. Destruirá nuestra autoestima y nos hará sentir
peor de lo que nunca hubiéramos imaginado.
Acechar u hostigar a un hombre es como coger una rabieta. Nos
negamos a aceptar la realidad; nos negamos a aceptar que no nos quiere. Y
no. Debemos respetar su decisión incluso si nos resulta dolorosa y frustrante.
No podemos controlarle. Es una persona aparte de nosotras y tiene su
propia agenda. Lo único que sí podemos controlar es a nosotras mismas y
nuestro comportamiento.
Debemos aprender a aceptar las decepciones como parte de la vida que
son. No podemos exigir a un hombre que nos ame porque nos sentimos
merecedoras de ello. Vengarse es la acción más autodestructiva de cuantas
puedan llevarse a cabo en una situación de desesperación. Podemos echar a
perder toda nuestra vida en el empeño. Él puede acogerse a su derecho de
protección oficial o llevarnos a los tribunales por acoso, y no hay duda de que
no necesitamos añadir problemas de tipo legal a los que ya estamos sufriendo.
Acecharle, hostigarle o tomar venganza son formas de mantenernos
vinculadas a él, pero debemos tener en cuenta que este tipo de conductas no
van a hacer que regrese, sino al contrario, le alejarán todavía más. No vale la
pena gastar tiempo o energía en ello.
Adoptar un comportamiento obsesivo es nuestra forma de defensa
contra el dolor, la rabia y la vergüenza que no queremos reconocer. Puede que
necesitemos psicoterapia para superar estos sentimientos. Enfrentarnos a ellos
en el entorno adecuado puede ayudarnos a terminar con nuestra obsesión. La
pérdida de la pareja podría haber desenterrado traumas del pasado que todavía
no se han superado, tanto los propios de la infancia como los de antiguas
relaciones. En lugar de obsesionarnos por recuperar a ese hombre, debemos
ocuparnos de redirigir toda nuestra energía hacia nosotras mismas.
Después de trabajar con muchas mujeres que han tenido dificultades
para superar el fin de una relación, puedo asegurarte que continuar gastando
las energías en recuperarle equivale a terminar con nuestra autoestima, nuestra
economía, nuestra carrera profesional, nuestras amistades, nuestra salud e,
incluso, con nuestra vida. Así pues, no lo dudes: ¡No le llames!
10

Salir ahí fuera de nuevo

Aunque el proceso de duelo constituye una parte esencial del programa


de recuperación, tiene que llegar un momento en que sigamos adelante por
nosotras mismas y conozcamos a hombres nuevos. El estar llorando
eternamente por nuestro ex una vez que la relación se ha terminado es sólo
toro modo de aferrarse a él. Debemos canalizar toda esa esperanza que
albergábamos por su vuelta y dirigirla hacia nuestro intento por conocer a otro
hombre por el que nos sintamos atraídas.
Quedar con alguien y “salir ahí fuera” nos ayudará a descubrir que,
efectivamente, hay otros hombres con los que relacionarse aparte de nuestro
ex. Por supuesto, no se trata de lanzarse a los brazos de cualquiera, pero
conocer a alguien nos facilitará enormemente el proceso de superar la ruptura
si es que llevamos demasiado tiempo aferradas a su recuerdo. Puede que
incluso empecemos a pasarlo realmente bien saliendo con otros hombres y que
nos sintamos menos desamparadas y solas.
A continuación propongo algunos de los trucos recopilados durante las
sesiones mantenidas con mis pacientes para ayudarte a reiniciar tu vida social.

 Asiste a acontecimientos sociales en los que estés interesada –conferencias,


organizaciones, exposiciones, clases, ferias, talleres- y haz un esfuerzo por
conocer gente nueva, tanto hombres como mujeres. Es muy fácil conocer
hombres a través de las mujeres con las que hemos iniciado una amistad o
una relación comercial. Y además, nos será muy bueno relacionarnos con
mujeres que no estén siempre obsesionadas por los hombres.

 Di a la gente que quieres conocer a alguien con quien mantener una


relación. Nunca se sabe. Quizá saben de alguien que esté buscando lo
mismo que tú.

 Asiste a las fiestas para solteros que se organicen. Al menos podrás estar
segura de que todos los hombres que conozcas están allí para conocer a
alguien y no por otra razón, así que, como mínimo, no habrá malentendidos.
Pese a que estas fiestas puedan parecer lugares de reunión para gente
desesperada y sola, he conocido muchas parejas atractivas e interesantes
que se enamoraron en un entorno de este tipo. A veces, sólo se trata de
estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. El hombre de tus
sueños podría estar buscándote, pero debes arriesgarte a estar ahí para que
el encuentro pueda producirse. Ayuda al destino, ponle medios para que te
sea favorable.

 Practica deporte; es una forma divertida de conocer gente nueva. Si tienes


algún interés por el golf, por ejemplo, hay cantidad de hombres que lo
practican mientras cierran importantes negocios. Las pistas de tenis y de
esquí son otra buena opción para socializar.
 Apúntate a un gimnasio y ejercita la musculatura. Al parecer, está
resultando ser un medio muy popular para conocer hombres últimamente.
Además, ten en cuenta que cualquier tipo de ejercicio físico te hará sentir
mucho mejor.

 Diviértete. Organiza fiestas o reuniones en tu casa e invita al hombre en


quien estés interesada.

 Anúnciate en la sección de contactos de algún periódico o revista. Conozco


muchas mujeres que se han casado con la persona que conocieron
utilizando este medio. Un punto a tener en cuenta: tuvieron mucho más
éxito con los hombres al anunciarse ellas que al responder a los anuncios de
ellos. En lugar de llamar a tu ex, puedes ponerte en contacto con tus
nuevas conquistas.
Este tipo de anuncios suelen tener bastante mala fama, pero lo cierto es
que abren un mayor abanico de posibilidades de conocer gente con la que
en otras circunstancias nunca hubieras tratado. Los anuncios de contactos
pueden poner en marcha tu vida social si hace ya tiempo que no sales con
nadie. Muchas personas que trabajan recurren a este medio porque
simplemente no disponen del tiempo suficiente para buscar pareja. Sólo hay
que ir con un poco de cuidado. Si, por ejemplo, conciertas una cita a ciegas,
hazlo en un sitio público. No quedéis en su casa ni en la tuya; id a tomar un
café o una copa en algún sitio agradable. De este modo, si no te gusta,
puedes marcharte en lugar de tener que esperar a que termine la cena. Si
ya por teléfono te produce malas vibraciones, no pierdas el tiempo citándote
con él. Y si ocurre eso mismo en persona, ¡márchate! Recurrir a los
anuncios de contacto puede parecer algo arriesgado, pero no hay nada de
malo en ser un poco atrevida si se toman ciertas precauciones de seguridad.

 Apúntate a una agencia de contactos por vídeo. Es una buena manera de


ver cómo es el hombre antes de citarte con él. Además, los hombres que
invierten tiempo y dinero en una agencia de este tipo son los que,
probablemente, están más interesados en una relación a largo plazo.

 Acude a todo tipo de fiestas o celebraciones. Firma de libros, inauguraciones


de galerías, fiestas de Navidad o bodas. En Nueva York, por ejemplo, hay
gente que organizaba grandes fiestas para solteros en clubes selectos que
alquilan, y sé de mujeres que han conocido a hombres muy interesantes en
estas fiestas. Averigua si en tu ciudad se organizan este tipo de fiestas y, si
es así, inscríbete en la lista de asistentes.

 Frecuenta los clubes nocturnos de moda. Sé lo que se dice acerca de


conocer hombres en bares o pubs, pero existen muchas parejas felizmente
casadas que se conocieron en algunos de estos sitios. Mi hermano, por
ejemplo, un abogado de prestigio, conoció a mi cuñada, una activa mujer de
negocios, en un club nocturno, ¡y eso que ambos habían jurado que nunca
saldrían con alguien que hubieran conocido en ambientes de este tipo!
 Realiza trabajos voluntarios (o remunerados) en el periódico local si te gusta
escribir; puedes entrevistar a los hombres de éxito que vivan en tu misma
vecindad, o hacer reportajes de los bares de moda o de los acontecimientos
sociales que se lleven a cabo.

 Intégrate a un grupo de teatro o de producción cinematográfica. Los


ensayos y las fiestas de pre y posproducción constituyen una gran
oportunidad para conocer y entablar amistad con gente nueva.

 Consigue un ordenador y conéctate a la red. Conocer gente a través de


Internet se ha convertido en algo completamente normal, y ya son muchas
las personas que han iniciado una relación on line y que han terminado
casándose.
Conectarse a Internet es especialmente útil cuando sientes la necesidad de
llamar a tu ex. Puedes empezar a charlar con otras personas y distraerte
inmediatamente. El único inconveniente de los contactos por este medio es
que no podrás ver ni oír a la persona con la que estás hablando, así que es
imposible saber si ese hombre es realmente quien dice ser. Existe otro tipo
de problema, y es el que podría surgir si empiezas a proyectar tus fantasías
en ese personaje.
Para evitar cualquier posible decepción, te recomiendo que hables con él por
teléfono lo antes posible. De esta forma, tu imagen de él se basará en la
realidad y no en la fantasía; además, puede que tus sentimientos hacia él
cambien una vez que le oigas. Si te decides a hablar con él, no le des tu
número. Coge el suyo. Si cuando habléis te parece seguro, entonces puedes
darle el tuyo-
Debes tener cuidado con los don Juanes del ciberespacio. Se trata de
hombres que se conectan a la red para mantener más de un romance a la
vez. Por supuesto, nunca reconocerán que están hablando con otras
mujeres aparte de ti. Pretenden hacerte creer que sólo “chatean” contigo.
Así pues, si un hombre empieza a mostrarse algo desquiciado o ambivalente
en algún sentido, es señal de que tiene problemas para relacionarse. Los
hombres que tienen dificultades para mantener relaciones maduras y sanas
actúan del mismo modo tanto si están conectados como si no.

 Aprende a ir a los sitios sola. Si sólo acudes a fiestas o acontecimientos


sociales si vas en compañía de un escolta, estás limitando tus posibilidades
de conocer a alguien nuevo. Así, por ejemplo, ¿qué pasa si te invitan a una
fiesta y todas tus amigas están ocupadas precisamente esa noche?
Personalmente, te aconsejo que vayas de todos modos.
Además, los hombres suelen encontrar más accesibles a las mujeres cuando
están solas que cuando van acompañadas de toda una pandilla de amigas.
Tú también estarás más dispuesta a entablar conversación con alguien que
no conozcas si no dispones de una amiga con la que charlar.
Ir sola te da libertad para ir adonde quieras y cuando quieras, así que si te
da por pensar en tu ex, puedes marcharte y hacer lo que te apetezca.
Cuando ves a un hombre que te interesa, no hay nada malo en ir hacia él y
saludarle. Tampoco pasa nada si le llamamos para proponer una primera
cita. El lema “¡No le llames!” tan sólo se aplica a aquellas relaciones que se
han terminado o corrompido. Puede que un hombre sea tímido o esté
inseguro acerca de sus posibilidades contigo, por lo que indudablemente
apreciará el que seas tú la que dé el primer paso llamándole, eso sí, siempre
que no des también el segundo, el tercero, el cuarto… Si un hombre no
responde ante la primera llamada, déjalo correr. Sigue adelante con el
siguiente.
Saber que tienes el poder de elegir en lugar de esperar a ser elegida puede
ayudarte a darte cuenta de que dispones de más opciones, lo cual, a su vez,
te hará sentir menos temerosa a ser abandonada si la relación se rompe o
no avanza.
Un aviso: si acudes a un acontecimiento social y no conoces a nadie que te
atraiga, o conciertas una cita a ciegas con un hombre con el que no tienes
nada en común, no te desanimes y corras a casa a llamar a tu ex porque
crees que es el único por el que siempre podrás sentir algo. Salir es todo un
proceso. El que hayas pasado algún tiempo con un hombre que no te
convence no significa que no puedas volverte a enamorar jamás. Persiste y
sigue citándote con otros hombres, pero, sobre todo, ¡no le llames!
Cuando empieces a salir de nuevo, debes continuar aplicando los principios
del programa “¡No le llames!”. Así, por ejemplo, si conoces a un hombre por
el que te sientes sumamente atraída, salís un par de veces y no vuelves a
saber de él en una semana, no te dejes dominar por el pánico y le llames.
En lugar de eso, siente y lamenta la pérdida de él como persona y del futuro
que habías imaginado juntos. Puede que sólo hayan sido un par de citas,
pero la conexión entre ambos era verdadera.
Debes recordar que cualquier separación, ya sea física o emocional, de un
hombre con el que sentimos que hemos conectado, constituye un ejemplo
de pérdida, sobre todo si no sabes si volverás a saber nunca más de él.
Incluso si se trata de una ruptura temporal en lugar de definitiva debe
tratarse como una forma de pérdida.
Si consideras su falta de contacto como una decepción y una pérdida, acude
a tu red de apoyo y reflexiona sobre tus propios problemas. De esta forma,
habrá menos posibilidades de que pienses en llamarle.
No hay ningún problema en llamar a un hombre nuevo una vez para
comprobar que realmente está bien y que no le ha ocurrido nada malo, pero
si empiezas a llamarle excesivamente, le ahuyentarás. Le darás una imagen
de ti de mujer desesperada y demasiado necesitada. Sé que sería fantástico
poder ser aceptada tal como eres al principio de la relación, pero,
desafortunadamente, no es así como funcionan las cosas. Cuando las
parejas empiezan a conocerse, la primera impresión cuenta muchísimo. ¿Te
gustaría citarte con un hombre y que éste acudiera sucio y desaliñado? Todo
el mundo da lo mejor de sí al principio, así que si empiezas acechándole, no
querrá ni saber lo lejos que puedes llegar. Recuerda: puede que no llame
porque necesite más tiempo para pensar si verdaderamente quiere
mantener una relación contigo; no todos los hombres son igual de
impulsivos. O quizás esté muy ocupado o haya tenido que salir de la ciudad
por negocios.
Intenta ser paciente. Hay mucha ansiedad al principio de una relación, así
que debes tratar de controlar tus sentimientos en lugar de actuar
impulsivamente.
Si nunca llama o no responde a tus llamadas, no le persigas ni intentes
hacerle cambiar de opinión. Acepta su rechazo y sigue adelante con otra
cosa. Es mejor que la relación no funcione al principio que cuando ya te
sientes muy vinculada a él. No empieces a sobrevalorarle ni a idealizarle;
hay muchos hombres ahí fuera.
Salir con alguien y enamorarse siempre implica cierto riesgo. Sin embargo,
si eres cuidadosa y selectiva, puedes disminuir el número de posibilidades
de pasar por otra situación de pérdida. Esta vez, por ejemplo, puedes
intentar conocer bien a un hombre antes de implicarte emocionalmente con
él. No te enamores de una ilusión. ¡Sé realista!

 Si empieza a mentirte, no te llama o no es fiable en ningún sentido, es señal


de que tiene serios problemas para relacionarse. Su actitud no va a cambiar;
es su carácter. No intentes hacerle entrar en razón. Lo que ves es lo que
hay.

 Si desde el principio te dice que no quiere una relación estable, debes


escucharle. No seas ambiciosa y creas que podrás hacer que cambie de
opinión. Utiliza tu energía para encontrar otro hombre que sí esté buscando
comprometerse en una relación seria.

 Si te dice que está casado o que está saliendo con alguien, no esperes que
abandone a esa otra persona por ti. Puede que mantenga más de una
relación a la vez porque teme comprometerse. No necesitas un triángulo
amoroso que te haga sentir humillada o despreciada. Dile que resuelva su
complejo de Edipo con otra.

 ¡Si comete abusos físicos o verbales contra ti, déjale de inmediato! Si te


pega, es excesivamente crítico contigo, te insulta o te maldice, márchate
incluso si estáis en plena cita. No te preocupes si te parece de mala
educación; no debes tolerar ningún tipo de abuso.

Si lo has pasado mal al intentar superar tu última relación, debes ser


especialmente cuidadosa en tus contactos. Las mujeres tienden a vincularse
emocionalmente de los hombres con los que mantienen relaciones sexuales, así
que procura ser menos impulsiva a la hora de satisfacer tus necesidades en
este campo, sobre todo si el hombre en cuestión es alguien a quien apenas
conoces. Intenta recapacitar sobre ese apremio por lograr placer inmediato y
desarrollar la capacidad de controlar tus impulsos sexuales hasta que conozcas
mejor a tu pareja. Piensa con perspectiva de futuro en lugar de centrarte en el
momento y la excitación de “sentirse bien”.
Sólo porque te sientas locamente atraída por un hombre increíblemente
atractivo que conociste en una fiesta, seductor y con un trabajo excelente, no
significa que tengas que saltar a la cama con él. La verdad podría ser que
estuviera mintiendo acerca de su trabajo, que se mostrara seductor porque
busca la satisfacción inmediata de su necesidad de placer, y que no tuviera
ningún interés en mantener una relación seria. Si te tomas el tiempo necesario
para conocerle, podrás descubrir información importante sobre él y evitar
resultar herida.
Debes intentar madurar y ser menos superficial en tus gustos respecto a los
hombres. Puede que necesites reflexionar acerca de por qué te sientes tan
atraída por el encanto del recipiente en lugar de la calidad del contenido.
Procura buscar a un hombre que, aunque no te vuelva loca, sea
emocionalmente maduro, considerado, respetuoso, y que esté interesado por ti
y por la posibilidad de una relación a largo plazo. El tipo de hombre que acabo
de describir puede no resultar tan estimulante como el perpetuo niño, egoísta,
seductor y manipulador (ver capítulo 7: El hombre ambivalente), pero si lo que
estás buscando es una relación sana y recíproca con futuro, puede que tengas
que considerar por qué un hombre estable y cariñoso te resulta tan aburrido.
No terminaría nunca si empezara a contarte todos los caos que he tratado
de mujeres que han malgastado su juventud con hombres emocionalmente
incapaces de mantener una relación sana y/o de comprometerse con el
matrimonio o la familia. Cuando esas mujeres reunían la suficiente fuerza para
romper (a veces, lo hacían ellos), ya habían entrado en la madurez y sentían su
reloj biológico avanzando vertiginosamente hacia su fin. Vivían consternadas
por el precioso tiempo que habían perdido. Así pues, es importante, antes de
que sea demasiado tarde, recapacitar sobre nuestros valores de juicio y
elección cuando de hombres se trata.
En mis años de práctica como psicoterapeuta, me he dado cuenta de que
las mujeres que tienen éxito en sus relaciones son muy realistas. Cuando notan
cualquier indicio de que hay algún problema serio en el sí de la relación o
cuando son rechazadas, lo dejan y punto. No intentan convencerse a sí mismas
porque saben bien lo que quieren. Se sienten plenamente capacitadas para
amar y para ser amadas, y saben que tienen el derecho a disfrutar de una
relación sana y fructífera. En general, son mujeres enormemente cuidadosas al
elegir la persona a quien confiar su corazón.
No utilices la excusa de “no hay hombres para mí ahí fuera”, porque
sencillamente no es verdad. La gente se casa en cualquier momento y a
cualquier edad. Todavía hay listas de espera de un año en según qué iglesias.
Por supuesto, también contamos con un alto índice de divorcios, pero incluso
las parejas que se divorcian vuelven a casarse más tarde. Hay muchos hombres
de todas las edades que quieren casarse.
Algunas de las pacientes que se casaron después de pasar por una mala
experiencia, invirtieron mucho tiempo y energía en buscar a un hombre.
Asistieron a fiestas, se anunciaron, se apuntaron a agencias de contactos,
acudieron a citas a ciegas, o fueron presentadas a su pareja por algún amigo
común. Y ellos estaban ahí. Aunque a veces resultaba muy descorazonador,
terminaron encontrando al hombre del que se enamoraron y que se enamoró
de ellas.
Otras mujeres, no tan determinadas a encontrar pareja de nuevo, se
concentraron en su trabajo, en sus hijos y/o en su capacidad creativa. Muchas
de ellas llegaron a conocer al hombre que sería su esposo en el trabajo, en la
consecución de algún proyecto común o simplemente en la rutina del día.
Algunas mujeres no encontraron a un hombre con quien salir, pero estaban
suficientemente ocupadas viviendo una vida plena y muy satisfactoria. Aunque
a veces se sentían solas, preferían estar abiertas a la posibilidad de encontrar a
un hombre con quien mantener una relación sana antes que volver a las
relaciones improductivas que habían dejado atrás.
Lo que estas mujeres tenían en común, tanto si estaban con un hombre
como si no, es que todas ellas habían sido capaces de superar la ruptura con
sus ex y seguir adelante con su vida. Ninguna de ellas seguía viviendo
situaciones abusivas o de rechazo, y todas estaban abiertas a considerar lo que
el destino les ofreciera.
11

El programa diez pasos


“No le llames”

Si:
Sientes la necesidad de llamar al hombre con el que has roto pero sabes
que no deberías, o estás saliendo con un hombre al que quieres llamar incluso
sabiendo que sería mejor no hacerlo,

Entonces:
Utiliza el siguiente programa para resistirse a ese impulso.

PASO 1

 Pospón la llamada. ¡Para! Convéncete a ti misma de que vas a esperar al


menos dos horas antes de llamarle. Esto te dará algún tiempo para
recapacitar. Siempre puedes llamar más tarde.

Ejercicios prácticos

 ¿Qué podrías hacer (ir al cine, a una librería…) para posponer la llamada
unas horas?

 Escribe sobre la urgente necesidad que sientes por llamar a tu ex.


Describe tus sentimientos.

 Escribe sobre tu fuerza interior. Piensa en aquellos momentos en que


mostraste tu determinación en situaciones que podrían haberte dañado.
Describe esas situaciones y de dónde sacaste las fuerzas para actuar
como lo hiciste.

 Mira el cuadro 2.

 Mira la sección “Cincuenta cosas que hacer para no llamarle”. Anota


alguna de esas actividades o inventa las tuyas propias.

PASO 2

 Aléjate de cualquier cosa, sitio o persona que te haga querer llamarle.


Ejercicios prácticos

 Te encuentras con alguien que te recuerda a él. ¿Qué harías para


escabullirte elegantemente? Describe en detalle todos los pasos.

 ¿Qué opinas de deshacerte de los objetos que te recuerdan a él (ropa,


joyas, libros…)?

PASO 3

 Distráete. Concentra tu atención en otra cosa, lo que sea que te haga


dejar de pensar en él aunque sea temporalmente. Ve al cine, sal con tus
amigos, cualquier cosa que alivie tu preocupación por él. Mira el cuadro
3.

PASO 4

 Recuerda que los sentimientos y las necesidades terminan


desapareciendo. Sólo es así de duro ahora; ¡no siempre lo sentirás de
este modo!

Ejercicios prácticos

 ¿Hubo un tiempo en que luchabas contra un impulso por hacer algo y


conseguías aplacarlo? ¿Qué hacías para lograrlo?

 ¿Cómo imaginas que alguien con un gran autocontrol llevaría esta misma
situación?

PASO 5

 Piensa en las consecuencias negativas que pueden derivarse de tu


llamada. Evita pensar ahora en los momentos geniales que habéis
pasado juntos. No idealices la relación. Al contrario, piensa en todos los
rasgos negativos de tu ex y recuerda las veces que te decepcionó y que
te sentiste insatisfecha por su trato.
Ejercicios prácticos

 Piensa en las veces que le has llamado. ¿Conseguiste lo que querías o te


sentiste todavía peor?

 Piensa en el duro trabajo que has llevado a cabo para superar esa
relación; si te rindes y finalmente decides llamarle, tendrás que empezar
de nuevo. Enumera algunos de los pasos que has seguido para
recuperarte de la ruptura con él.

 Enumera algunas de las posibles decepciones que podrías llevarte si te


dejas dominar por la tentación y le llamas. Recuerda que si te rechaza,
vas a sentirte mucho peor que ahora.

 Haz una lista de todos los rasgos negativos de tu ex. Si hubo momentos
en los que se mostró abusivo o desconsiderado, escribe sobre ellos.

PASO 6

 Escribe acerca de los sentimientos que se esconden tras esa necesidad


de llamarle y que se deben a factores externos como un mal día en el
trabajo, problemas económicos o de salud.

Ejercicios prácticos

 ¿Te sientes mal por algo que te ha ocurrido (que no tiene nada que ver
con tu ex) y que te está causando el querer tenerlo a tu lado? ¿Qué ha
pasado?

 Si ha ocurrido algo que avive el deseo de llamar a tu ex, intenta analizar


objetivamente el incidente y tu reacción ante él. Describe qué es lo que
sientes a raíz de ese acontecimiento o situación específica.

 ¿Qué puedes hacer para superar esos sentimientos antes que llamarle?

PASO 7
 Avisa a tu red de apoyo. Si has llegado hasta aquí y todavía quieres
llamarle, es hora de compartir tus sentimientos con las personas que te
quieren. Memoriza los números de teléfono de los distintos componentes
de tu red de apoyo o llévalos siempre contigo.

 ¿Quién será la primera persona a la que llamarás si pasas por un


momento de debilidad y sientes necesidad de hablar con él?

PASO 8

 Aprende a controlar tus sentimientos y no expresarlos en el mismo


momento que surjan. A veces, en la vida, hay que reflexionar acerca de
lo que uno siente, tomar conciencia de ello y no dejar que controle
nuestros actos. Soportar la frustración y el dolor que produce el echarle
de menos repercutirá positivamente en tu capacidad y preparación para
evitar este tipo de situaciones.

Ejercicios prácticos

 Piensa en situaciones en las que has sido capaz de soportar sentimientos


desagradables y en las satisfacciones que este poder de superación te ha
comportado (dejar de fumar o empezar una dieta para mantenerte sana;
superara una situación difícil en el trabajo y obtener un ascenso…).
Escribe sobre esos momentos.

 Piensa en las veces que optaste por una satisfacción inmediata de tus
necesidades y las cosas no salieron como tú esperabas (dejaste un
trabajo y te arrepentiste; compraste mucho y lo lamentaste cuando te
entregaron la factura…) Enumera algunos ejemplos.

PASO 9

 Recuérdalo minuto a minuto, hora tras hora y día tras día. Utiliza el
cuadro 5 para mantener un registro de los días que puedes resistir el
impulso de llamarle. Si lo consideras necesario, haz un seguimiento hora
a hora. El hecho de saber que vas a tener el gusto de tachar otro día sin
haberle llamado quizá te ayude a darle un sentido de logro a todo esto.
Has sido capaz de controlarte y no hacer algo potencialmente
autodestructivo. Has sido capaz, en definitiva, de protegerte a ti misma.

PASO 10
 Si has llegado al paso 10 sin haberle llamado, ¡¡ recompénsate!! Si
después de una semana has aguantado sin llamarle, queda con algunos
amigos y sal a celebrarlo. Sé que es muy duro, que hace falta mucha
disciplina para lograrlo, pero debes confiar en ti misma y en tus propios
recursos como persona. Todos los tenemos, sólo hace falta creer un
poco más en ellos. Y cuando lo consigues, concédete un premio. Te lo
has ganado.

Ejercicios prácticos

 Haz una lista de las cosas que hace tiempo querías hacer pero has ido
posponiendo.
CUADRO 1

Organízate

Organiza tu agenda durante el período en que te sientas más vulnerable


respecto a tu decisión de llamarle. Manténte ocupada de forma que dispongas
de poco o nada de tiempo para pensar en él. Si tienes que permanecer en casa
por alguna razón (una enfermedad, los niños…), intenta siempre tener cosas
que hacer para no plantearte siquiera el llamarle.

Actividad ¿Sentiste la ¿Qué hiciste


Organizada necesidad de para no
llamarle? sucumbir en la
tentación?
8:00 – 9:00
9:00 – 10:00
10:00 – 11:00
11:00 – 12:00
12:00 – 13:00
13:00 – 14:00
14:00 – 15:00
15:00 – 16:00
16:00 – 17:00
17:00 – 18:00
18:00 – 19:00
19:00 – 20:00
20:00 – 21:00
21:00 – 22:00
22:00 – 23:00
23:00 – 24:00
CUADRO 2

Actividades para distraerte

Haz una lista de las distintas actividades que puedes realizar para olvidar el
deseo de llamarle, como por ejemplo leer, correr, escribir en un periódico…

Actividad La he probado y La probaré en Sirvió de ayuda


es efectiva el futuro (fecha pero no lo
aproximada) suficiente para
desviar mi
atención
CUADRO 3

Síntomas de que quieres llamarle

Mantén un seguimiento de aquellos actos, pensamientos y sentimientos que


reflejan tu deseo de ponerte en contacto con él.

Lune Marte Miércole Jueve Vierne Sábad Doming


s s s s s o o
Seman
a
1
Seman
a
2
Seman
a
3
Seman
a
4
CUADRO 4

Progreso mensual

Haz un seguimiento de hasta dónde puedes aguantar sin llamarle.


Después de ciertos períodos de tiempo (un día, una semana o un mes, por
ejemplo) permítete un premio por tu autocontrol y tu fuerza de voluntad.

Semana
1 Número de contactos establecidos:
Semana
2 Número de contactos establecidos:
Semana
3 Número de contactos establecidos:
Semana
4 Número de contactos establecidos:
CUADRO 5

Calendario

Marca cada uno de los días que consigas controlar el impulso de llamarle.
Recompénsate cada cierto tiempo por no haber contactado con él y por cuidar
de ti misma.

Lune Marte Miércole Jueve Vierne Sábad Doming


s s s s s o o
Seman
a
1
Seman
a
2
Seman
a
3
Seman
a
4
Mi red de apoyo

Personas a quien llamar si siento un gran deseo de llamar a mi ex.

Nombre Teléfono
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Cincuenta cosas que hacer para no llamarle

Haz lo que sea necesario para distraer tu atención del impulso de llamarle.
Concéntrate en algo que no sea él.

 Pasa la noche hablando con tus amigos por teléfono.


 Asiste a alguna terapia de grupo o a alguna reunión del programa de doce
pasos. Algunas de estas reuniones tienen lugar por la noche.
 Manténte ocupada progresando en tu trabajo. Puedes hacer horas extras.
 Haz un curso de cualquier cosa que te interese saber más.
 Lee un libro de autoayuda que te ofrezca medios para analizar tu propio
comportamiento.
 Lee libros que inspiren tu espiritualidad.
 Reza.
 Escucha alguna cinta de autoayuda que te motive.
 Medita.
 Realiza alguna actividad física como jugar al tenis, correr, ejercitar la
musculatura…
 Ve a la librería y compra algún libro que te guste.
 Cómprate ropa.
 Ve al cine.
 Ve al teatro.
 Ve a cenar a un restaurante caro.
 Prepárate una cena deliciosa.
 Arréglate y sal a bailar.
 Escribe o responde a un anuncio en la sección de contactos.
 Compra chocolate del más caro y cómetelo tú sola (¡pero no de una sola
vez!).
 Haz algo que tenga que ver con la naturaleza (ir de excursión a la montaña
o de acampada…).
 Redacta artículos para un periódico, compón un poema o escribe alguna
historia sobre lo que te está ocurriendo.
 Haz limpieza a fondo de tu casa o redecórala.
 Mira la televisión.
 Mira alguna película de video.
 Ayuda a personas menos afortunadas que tú.
 Lee una novela.
 Navega por Internet o “chatea” online.
 Juega con los niños y muéstrate receptiva de su amor incondicional.
 Toma un baño caliente y relajante.
 Hazte la manicura o pedicura.
 Hazte un masaje o una limpieza facial.
 Córtate el pelo.
 Cuida de las plantas.
 Ve a una reunión de solteros.
 Pinta.
 Ve a la playa o a un museo y haz algún boceto.
 Escribe una carta a un amigo.
 Resuelve crucigramas.
 Recupera el contacto con alguien a quien no hayas visto en años y quedad
para comer.
 Haz un viaje corto de un día.
 Llama al terapeuta.
 Acude a un lugar de culto.
 Juega con tu perro.
 Haz una visita a tus amigos de siempre o a tus familiares.
 Toca un instrumento.
 Acude a algún sitio donde toquen música en vivo.
 Pon a tope el equipo de música y canta lo más alto que puedas.
 Construye frases positivas, compromisos que te aporten algún beneficio y
dilos en voz alta o para ti sola, repitiéndolos varias veces.
 Sal de casa y haz cualquier cosa que consiga alejarte del teléfono.
12

Sobrevivir a un revés

Recaída
De acuerdo, pero ¿qué pasa si después de todo este duro trabajo, finalmente
nos rendimos, le llamamos y, lo peor, no obtenemos la respuesta que
buscábamos?

 Debemos aceptar el hecho de que hemos sufrido un revés y no volver a


llamarle. Hay que parar ya, seguir haciendo lo que sea que estuviéramos
haciendo para no llamarle. El truco para superar un revés es volver al punto
donde estábamos y seguir adelante por nuestro camino.
 Podemos llamar a alguien de nuestra red de apoyo y hablar sobre nuestros
sentimientos. No hay por qué avergonzarse de lo ocurrido, y mantenerlo en
secreto podría llevarnos a otra recaída. Reconocerlo abiertamente nos hará
concederle menos importancia.
 Debemos perdonarnos. Somos humanas y, por tanto, cometemos errores.
Hay que intentar no ser demasiado duras con nosotras mismas.
 Debemos valorar el duro trabajo que hemos hecho hasta ahora.
 Hay que tener paciencia. Todo cambio requiere un tiempo, y el que estamos
llevando a cabo es muy grande.
 Debemos recordar que cualquier cambio implica un proceso que no es
lineal. Suele consistir en dar dos pasos adelante y uno atrás.

Refocalización

Hay que utilizar este margen de tiempo para concentrarnos en nosotras


mismas (y no en él). Debemos recuperar la energía que dedicábamos a pensar
en él, a analizarle, a obsesionarnos en él y a quererle, y dirigirla hacia nuestro
propio interior. Ha llegado el momento de concentrarnos en el trabajo, la salud
y la recuperación.

Trabajo

Puede que sea un buen momento para prestar más atención al trabajo, para
dedicar más energía a lograr un ascenso o conseguir la información necesaria
para progresar en nuestra carrera profesional. Si no estamos contentas con
nuestro trabajo, debemos reciclarnos.
Siempre ha habido un hobby del que disfrutamos especialmente. Quizá
podríamos pensar en convertirlo en nuestro medio de manutención; cabría
considerar la posibilidad de tomar clases de algo por lo que estemos muy
interesadas (arte, música, idiomas…). Debemos alimentar nuestros dotes y
talentos naturales, perseguir el sueño que siempre hemos perseguido pero para
el que nunca disponíamos de tiempo o energía. ¡Es el mejor momento!

Salud

Debemos andar con cuidado con nuestra salud, dormir y comer lo suficiente,
especialmente ahora. Hay que alimentarnos tres veces al día y hacerlo de forma
equilibrada. Podemos tomar vitaminas si es necesario. Es fundamental que
cuidemos de nuestro cuerpo, aun cuando no nos sintamos demasiado
dispuestas.
Comer alimentos sanos y descansar mucho afectará a nuestro estado de
ánimo aumentando nuestra capacidad para superar la relación rota.
Hacer ejercicio regularmente, por otra parte, puede hacer que
expulsemos todas las toxinas que nos sobran, y con ellas, nuestro deseo de
contactar con él.
No es un buen momento para caer víctima del alcohol o de las drogas.
Cualquier bebida alcohólica, incluso una copa de vino, podría provocar que
empezáramos a pensar en nuestro ex y nuestros sentimientos de añoranza por
él. El alcohol, además, hace que perdamos el control sobre nuestros actos, y
todo el trabajo hecho hasta ahora se vendría abajo si termináramos
rindiéndonos a nuestros impulsos y le llamáramos.

Recuperación

Ha llegado la hora de realizar ejercicios de recuperación (o curación) interior.


Concentrémonos en nuestros traumas infantiles y los provocados por relaciones
pasadas e intentemos descubrir si hay algún factor que se repita en todos los
casos. Debemos examinar hasta qué punto este tipo de problemas heredados
del pasado podrían estar contribuyendo a nuestra situación actual y cuál es el
mejor modo de utilizarlos para prevenir futuros desengaños.
Podemos recurrir a la psicoterapia. Algunos terapeutas disponen de
tarifas especiales para personas con dificultades económicas. Si, aun así, nos es
absolutamente imposible corre con ese gasto, hay clínicas que ofrecen un
servicio similar por muy poco dinero. Siempre habrá alguien que pueda
ayudarnos.
Debemos utilizar este margen de tiempo para cuidar de nosotras
mismas, para realizar aquellas cosas que nos hacen sentir especialmente bien.
Si hay niños de por medio, podemos contratar los servicios de una canguro
mientras nos tomamos un respiro a solas o con algunos amigos (ver la sección
“Cincuenta cosas que hacer para no llamarle” para estudiar algunos ejemplos
como punto de referencia).
Si nuestro ex estaba decepcionándonos continuamente y su actitud era
impredecible, puede que la vida nos resultara excitante y melodramática. Quizá
lo era, sí, pero de una forma poco sana. Cuando empecemos a canalizar
nuestra energía hacia nosotras mismas, lograremos una sensación de control
que antes no teníamos. La vida nos parecerá más manejable, más serena, más
plácida.
Hay que disfrutar de esta capacidad de control sobre nuestra vida por
mucho que pueda parecernos aburrida. Debemos intentar saborear los
momentos de paz y de quietud que antes nos pasaban desapercibidos
simplemente porque no existían. Nunca nos paramos a oler el perfume de las
rosas mientras estábamos concentradas en recuperar a nuestro ex. Y es que
hay muchas cosas interesantes en esta vida aparte de él. Llevar una vida
tranquila sin las constantes crisis que solían asolarnos puede convertirse
en una experiencia intensamente excitante por el solo hecho de que
dispondremos de suficiente tiempo y energía para disfrutar de tantas cosas.
Existe todo un mundo ahí fuera que no incluye a nuestro ex y que
aguarda a que nosotras lo exploremos y lo saboreemos al máximo.

Aprender de la experiencia

He conocido a demasiadas mujeres incapaces de aprender de su propia


experiencia. Repiten los mismos errores una y otra vez. Debemos aprender,
aprender y aprender para que no haya una próxima vez, desarrollar nuestra
capacidad de análisis y de percepción de las cosas. No debemos castigarnos
porque nuestra relación no terminara en matrimonio o en pareja.

Utiliza este margen de tiempo para

 Intentar descubrir qué es lo que falló.


 Reflexionar sobre lo que te gustaba y lo que no acerca de tu ex.
 Percibir la relación que tuviste como una experiencia de la que aprender,
como una lección. Después, supera esa lección, quédate con la información
y sigue adelante.

Lecciones espirituales

Si hay una lección que he aprendido bien de mis pacientes y de mi experiencia


privada, es la de superar una relación cuando ésta se ha terminado. Aferrarnos
a un hombre no nos acarreará más que disgustos. Algunas cosas simplemente
no funcionan, y no puede hacerse más. Debemos permitir que el universo siga
su curso.
A menudo, si dejamos las cosas tal como están, la vida siempre
abre una vía de salida. A veces, no intervenir en el desarrollo de los
acontecimientos resulta mucho mejor que intentar forzarlos para que
sean como queremos. Puede que lo que creemos querer no sea lo que
más nos conviene, o que cuando miramos atrás, nos demos cuenta de
que lo que creíamos desear habría terminado siendo una pesadilla y
nos alegremos por no haberlo conseguido.
¡A veces ocurre que cuando el hombre rompe la relación, nos sentimos
mucho mejor! Debemos estar agradecidas, quizá su marcha haya sido una
bendición para nosotras.
Todo el mundo tiene su propio camino que seguir. En algunos casos, el
destino hace que, durante un corto período de tiempo, viajemos por ese
camino con alguien a nuestro lado. Puede que el hombre con quien tengamos
que compartir nuestro viaje esté ahí esperando y que no podamos conocerlo
porque seguimos aferradas a nuestro pasado.

Anhelos y deseos

Es muy importante que nos mantengamos en contacto con la parte de nuestro


yo que anhela y desea ser amada. No debemos avergonzarnos de estos
sentimientos; son completamente normales y muy humanos. No hay nada
como el amor romántico y apasionado siempre y cuando sea recíproco .
Negando nuestros anhelos y deseos sólo conseguiremos actuar
compulsivamente. Ejemplos de tal conducta son el llamar por teléfono a
nuestro ex o a otro hombre de los que no obtendremos la respuesta que
buscamos.
Tomar conciencia de estos sentimientos de deseo nos ayudará a lograr
un mayor control sobre nuestra vida y a mostrarnos más abiertas de cara a una
nueva relación. Debemos conservar la esperanza y creer firmemente en que
encontraremos a un hombre que nos brindará el amor con el que siempre
habíamos soñado. Como solía decir mi abuela Rally “Donde hay vida, hay
esperanza”. Para encontrar ese amor, sin embargo, deberemos recordar lo
siguiente: si ha roto con nosotras, no nos trata bien, nos evita, nos
confunde o nos hace sentir mal: sobre todo, ¡No le llames!

También podría gustarte