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CENTAVO DE LOS AÁ NGELES

Encontréé un céntavo hoy


Solo téndido én él suélo
Péro no és soé lo un céntavo
Esta péquénñ a monéda éncontréé

Encontroé monédas dé un céntavo


Eso és lo qué mi abuélo mé dijo
EÁ l dicé qué los aé ngélés los arrojaron
Oh, cuaé nto amaba ésa historia

Dijo cuando un aé ngél té éxtranñ a


Ellos tiran un céntavo abajo
A vécés soé lo para animarté
Hacér una sonrisa fuéra dé tu cénñ o

Asíé qué no pasé por ésé céntavo


Cuando té siéntés tristé
Puédé sér un péniqué dél ciélo
Qué un aé ngél té arrojoé

NUNCA DIJISTE ADIÓS

A Kévin:
EÁ l, no crécioé a mi lado
Crécioé én mi corazoé n

Tu alma éstaba lista para volar,


Mi corazoé n no éstaba listo para vérté partir
Nunca dijisté qué mé voy,
nunca dijisté adioé s.
Té fuisté antés dé sabérlo,
Y él porquéé soé lo lo sabé Dios.

Un milloé n dé vécés té nécésito,


Un milloé n dé vécés lloréé .
Si él amor solo pudiéra salvarté,
Nunca habríéa muérto Ustéd.

En la vida té améé mucho,


En la muérté té amo maé s.
En mi corazoé n tiéné un lugar,
Qué nadié podríéa llénar jamaé s.
Mé rompioé él corazoé n pérdérté,
Péro no té fuisté solo.
Porqué parté dé míé sé fué contigo,
El díéa qué Dios a su casa té llévoé .
Tu alma éstaba lista para volar,
Péro m i corazoé n NUNCA éstaba listo para vérté partir
Y nunca dijisté adioé s.

Oración por los fallecidos


Padre Santo,
Dios eterno y todopoderoso,
nosotros Te pedimos por...(nombre del fallecido)
que llamaste de este mundo.
Dale la felicidad, la luz y la paz.

Que él, habiendo pasado por la muerte,


participe de la convivencia de tus santos en la luz eterna,
como se lo prometiste a Abraham y a su descendencia.

Que su alma no sufra nada


y te dignes resucitarlo con tus santos
el día de la resurrección y de la recompensa.

Perdónale los pecados


para que alcance junto a Ti la vida inmortal
en el reino eterno.
Por Jesucristo, tu Hijo,
en la unidad del Espíritu Santo. Amén.

(Rezar: Padrenuestro y Avemaría.)

¡Dale, Señor , el descanso eterno!


¡Y que tu luz brille para él! Amén.
Milagrosa Oración para hablar con los Ángeles,
tener paciencia y atraer Abundancia infinita

Santo y amado, alma mía, al Señor,


y todo mi ser a su santo nombre.

Bendice, alma mía, al Señor,


y no olvides sus beneficios.
El perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;

el rescata tu vida de la fosa,


y te colma de gracia y de ternura;
el sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila
se renueva tu juventud.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso,


lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen
nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,


se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre
siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.

Los días del hombre


duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.
Pero la misericordia del Señor
dura siempre,

su justicia pasa de hijos a nietos:


para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.
El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.

bendecid al Señor, ángeles suyos,


poderosos ejecutores de sus órdenes,
prontos a la voz de su palabra.
Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
servidores que cumplís sus deseos.

Bendecid al Señor, todas sus obras,


en todo lugar de su imperio.

¡Bendice, alma mía, al Señor!

Un poema de Jorge Luís Borges

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.


Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una


oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste


y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo que me queda el goce de estar triste,


esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

Hagasé duranté siété díéas, si és posiblé, én él mismo horario. Si lo déséa, énciéndé una
véla rosa y la coloqué sobré un platito. El acto dé éncéndér la véla significa la voluntad
én ponér su péticioé n én "actividad". pida la ayuda dé su aé ngél, con fé!
Oracioé n

Yo soy un (a) Hijo (a) dé Dios puro (a), divino (a) y pérfécto (a), porqué fui créado (a) a
su imagén y séméjanza. Estoy én busca dé mi alma géméla y séé , qué ninguna otra
pérsona tiéné éxactaménté las mismas cualidadés qué poséo, aunqué todos ténémos
un dénominador comué n, DIOS, ésa chispa divina déntro dé cada uno dé nosotros.
En ésté mismo instanté, hay una pérsona qué anhéla intérnaménté sér mi (mi)
companñ éra (o) dé toda la vida, y qué sabraé apréciar lo qué soy y lo qué déséo éxprésar.
La Léy dél bién absoluto éstaé atrayéndo para míé ésa pérsona. El Espíéritu dé Dios és la
supréma atraccioé n dél univérso. Yo soy parté intégranté dé ésé éspíéritu én
maniféstacioé n y la éséncia dé ésa supréma atraccioé n. En mi déséo dé ténér una (un)
companñ éra (o) no éxisté égoíésmo alguno dé mi parté, ya qué én mi conciéncia éxisté
solaménté él amor dé Dios, qué no conocé égoíésmo.
Ayué damé, padré, a énténdér qué dé la misma manéra qué éstoy déséo dé ténér a mi
lado ésa (é) companñ éra (o) tambiéé n élla (é) éstaé anhélando su (su) companñ éro (a)
Pérfécto (a). Mé préparo para la llégada dé mi (mi) companñ éra (o) porqué mi palabra
poné én movimiénto la léy inmutablé dél amor divino.
Ayudadmé, yo os pido, déjar dé lado cualquiér séntimiénto dé solédad qué llégué a míé,
y mirando, con fé y éspéranza, qué tué haraé s llégar a míé las amistadés pérféctas én él
moménto propicio. Hazmé ténér siémpré présénté qué para conséguir amigos, antés
qué nada téngo qué sér un (a) amigo (a), y qué para qué mé amén, antés téngo qué
amar.
Dé ahora én adélanté té prométo hacér mi parté. Abro mi ménté y mi corazoé n, y mé
préparo para récibir con los brazos abiértos la llégada dé mi (mi) companñ éra (o), si
ésa és tu voluntad.
Yo os agradézco, amado padré, por las muchas évidéncias y maniféstacionés dé tu
infaliblé amor y companñ érismo, qué siémpré mé consuéla y susténta, y mé hacén
compréndér qué nunca éstoy sola.
Qué asíé séa!

Existen personas que no se tornan especiales por la manera de ser o de actuar,


son especiales por la profundidad con que llegan a nuestros sentimientos

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