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Organizaciones internacionales, Derechos

Humanos y democracia

La corte internacional de Justicia

La Corte Internacional de Justicia (CIJ, también llamada Tribunal Internacional de Justicia) es el


principal órgano judicial de las Naciones Unidas. Fue establecida en 1945 en La Haya (Países
Bajos), siendo la continuadora, a partir de 1946, de la Corte Permanente de Justicia Internacional.

Sus funciones principales son resolver por medio de sentencias las disputas que le sometan los
Estados (procedimiento contencioso) y emitir dictámenes u opiniones consultivas para dar
respuesta a cualquier cuestión jurídica que le sea planteada por la Asamblea General o el
Consejo de Seguridad, o por las agencias especializadas que hayan sido autorizadas por la
Asamblea General de acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas (procedimiento consultivo).
El Estatuto de la Corte Internacional de Justicia forma parte integral de dicha Carta, situada en
su capítulo XIV. En virtud del artículo 30 del Estatuto, la Corte adoptó el 14 de abril de 1978 un
reglamento mediante el cual se determinó la manera de ejercer sus funciones y, en particular,
sus reglas de procedimiento.

Los idiomas oficiales de la corte son el francés y el inglés.

¿Qué repercusiones tiene la jurisprudencia de la corte internacional de justicia?

Jurisprudencia
La jurisprudencia internacional no es una fuente del Derecho, es decir, no crea derecho, sino
que es sólo un «medio auxiliar para la determinación de las reglas de derecho» (art. 38, 1, d) del
Estatuto de la CIJ). Los dictámenes, junto con las decisiones en asuntos contenciosos, forman
parte de esta jurisprudencia internacional, que tiene como principal función la de servir como
elemento de interpretación del Derecho Internacional. La CIJ ha hecho en la práctica un uso
indistinto como precedentes de sus dictámenes y sentencias, tratando a ambos tipos de
resoluciones en pie de igualdad. Ambas, por tanto, son igualmente jurisprudencia. Ello se
producía ya en la Corte Permanente de Justicia Internacional, que también podía dictar tanto
dictámenes como sentencias.

Legitimación de las partes


Existen dos tipos de procedimientos dentro de la CIJ: el contencioso (para disputas entre
Estados) y el consultivo (para aclaraciones jurídicas a órganos de la ONU).

Pueden recurrir a la Corte de justicia, en materia contenciosa, todos los Estados que sean parte
en su Estatuto, lo que incluye automáticamente a todos los Miembros de las Naciones Unidas.
Un Estado que no sea Miembro de las Naciones Unidas puede llegar a ser parte en el Estatuto
de la Corte en las condiciones que en cada caso determine la Asamblea General, por
recomendación del Consejo de Seguridad. Otros Estados, no Miembros de las Naciones Unidas
y no partes en el Estatuto, pueden encomendarle casos en las condiciones que establezca el
Consejo de Seguridad según la Resolución 9 del 15 de octubre de 1946. Además, el Consejo
puede recomendar que un litigio se remita a la Corte.

Tanto la Asamblea General como el Consejo de Seguridad pueden solicitar una opinión
consultiva de la Corte sobre cualquier cuestión jurídica. Otros órganos de las Naciones Unidas y
los organismos especializados, con autorización de la Asamblea General, pueden solicitar
opiniones consultivas sobre cuestiones jurídicas que correspondan al ámbito de sus actividades.

Ninguna persona individual, física o jurídica, podrá recurrir a la Corte, ni en la vía contenciosa ni
en la consultiva.

Procedimiento contencioso: sentencias


Solamente los Estados pueden ser parte en los asuntos contenciosos planteados a la Corte
Internacional de Justicia. La jurisdicción de la Corte está limitada a los asuntos en los que ambas
partes han sometido su disputa a la Corte. Cada parte debe cumplir las obligaciones que le
incumban como consecuencia del juicio emitido por la Corte, el Consejo de Seguridad puede ser
invitado a "hacer recomendaciones o decidir sobre medidas" si así lo estima pertinente.

En la práctica, los poderes de la Corte se han visto limitados por la desgana de las partes
condenadas en respetar las sentencias de la Corte, o por la imposibilidad del Consejo de
Seguridad para imponer las consecuencias del juicio, muy especialmente si el fallo va en contra
de los intereses de uno de los cinco países miembros del Consejo de Seguridad que tiene el
poder del veto sobre cualquier decisión.

Sin embargo, en lo que concierne a las partes, un juicio de la Corte es vinculante, final y sin
posibilidad de apelación y, como consecuencia de la firma de la Carta de las Naciones Unidas,
cada Estado Miembro de las Naciones Unidas se compromete automáticamente a obedecer
cualquier sentencia de la Corte Internacional de Justicia en un asunto en el cual sea parte.
Asimismo, la Carta de las Naciones Unidas contempla en su artículo 94 párrafo segundo la
posibilidad de los Estados de recurrir frente a un incumplimiento de una resolución de la Corte
al Consejo de Seguridad, el cual tiene la potestad de hacer recomendaciones o dictar medidas
con el fin de que se cumpla lo fallado por parte de la Corte en el caso particular.

Por ejemplo, los Estados Unidos habían aceptado previamente la jurisdicción obligatoria de la
Corte desde su creación en 1946 pero retiró su aceptación tras el juicio de 1984 que compelió a
los Estados Unidos a "cesar y abstenerse" del "uso ilegal de la fuerza" contra el gobierno de
Nicaragua. La Corte afirmó que los Estados Unidos se encontraban incursos "en una infracción
de su obligación bajo el Derecho internacional consuetudinario de abstención del uso de la
fuerza contra otro Estado" y le fue ordenado pagar compensaciones, aunque nunca cumplió su
obligación.

Algunos ejemplos de asuntos puestos en consideración de la Corte Internacional de Justicia:

• Una queja de los Estados Unidos en 1980 en la que Irán tenía detenidos a diplomáticos
estadounidenses en Teherán en violación de las normas de Derecho internacional;

• Una disputa entre Túnez y Libia acerca de la delimitación de la plataforma continental


entre ellos;

• Una disputa acerca del curso de la frontera marítima que divide los Estados Unidos y
Canadá en el área del Golfo de Maine;
• Una queja realizada por la República Federal de Yugoslavia contra los estados miembros
de la Organización del Tratado del Atlántico Norte acerca de sus acciones en la Guerra de
Kosovo;

• El caso Haya de la Torre, que enfrentó a Colombia contra Perú, donde se discute la
existencia o no de costumbres regionales americanas;

• El caso del conflicto entre Argentina y Uruguay por plantas de celulosa;

• El caso del templo Preah Vihear (Camboya vs. Tailandia), en el cual se recepta la figura
anglosajona del estoppel;

• El caso de los ensayos nucleares (Australia y Nueva Zelanda contra Francia), donde se
sustenta la teoría admisoria de los efectos jurídicos de los actos unilaterales de los Estados.

• El caso de la controversia territorial y de delimitación marítima entre Colombia y


Nicaragua.

• El caso de la controversia de delimitación marítima entre Chile y el Perú.

• El caso de la controversia sobre la negociación marítima entre Bolivia y Chile.

Procedimiento consultivo: dictámenes


Los dictámenes o consultivas son realizadas en una función de la Corte que solo está abierta a
ciertos organismos y agencias de las Naciones Unidas. Al recibir una consulta, la Corte decide
acerca de qué Estados y organizaciones pueden proporcionar información útil y les da la
oportunidad de presentar declaración de forma oral o escrita. El procedimiento consultivo de la
Corte está diseñado con base en el procedimiento contencioso y por lo tanto las fuentes de
derecho aplicables son las mismas en ambos procedimientos. A menos que se haya pactado que
el fallo sea vinculante, en principio los dictámenes de la Corte son de carácter consultivo y por
lo tanto no son vinculantes para las partes que los solicitan. Sin embargo, ciertas normas o
instrumentos pueden adelantar a las partes que la opinión resultante será vinculante.

Ejemplos recientes de dictámenes serían:

• El Dictamen de la Corte Internacional de Justicia de 8 de julio de 1996 sobre la legalidad


de la amenaza o el empleo de armas nucleares;

• El Dictamen de la Corte Internacional de Justicia de 9 de julio de 2004 sobre las


consecuencias jurídicas de la construcción de un muro en el territorio palestino ocupado.

Convención americana de los derechos humanos

La Convención Americana sobre Derechos Humanos (también llamada Pacto de San José de
Costa Rica) fue suscrita, tras la Conferencia Especializada Interamericana de Derechos Humanos,
el 22 de noviembre de 1969 en la ciudad de San José en Costa Rica y entró en vigencia el 18 de
julio de 1978.Es una de las bases del sistema interamericano de promoción y protección de los
derechos humanos.

Si el ejercicio de tales derechos y libertades no estuviese ya garantizado por disposiciones


legislativas o de otro carácter, los Estados partes están obligados a adoptar medidas legislativas
o de otro carácter que fueren necesarias para hacerlos efectivos.
Además, establece la obligación, para los Estados partes, del desarrollo progresivo de los
derechos económicos, sociales y culturales contenidos en la Carta de la Organización de los
Estados Americanos, como medios de protección de los derechos y libertades, establece dos
órganos para conocer de los asuntos relacionados con el cumplimiento de la Convención: la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos
Humanos.

A la fecha, veinticinco naciones se han adherido a la Convención: Argentina, Barbados, Bolivia,


Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Haití,
Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana,
Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.

Trinidad y Tobago denunció a la Convención Americana sobre Derechos Humanos por medio de
un comunicado dirigido al Secretario General de la OEA el 26 de mayo de 1998. Igualmente lo
hizo Venezuela en el 2012.

Entre otros instrumentos, ha sido complementada con:

 Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Protocolo de


San Salvador), de 1988
 Protocolo a la Convención Americana sobre Derechos Humanos relativo a la abolición
de la pena de muerte, de 1990

Estos protocolos cuentan con diversos grados de ratificación por parte de los Estados.

Estructura y significado

Conforme a lo en ella estipulado, la Convención entró en vigor el 18 de julio de 1978. En su


redacción actual consta de 82 artículos agrupados en tres partes y estas a su vez en once
capítulos. El artículo 1 compromete a los Estados signatarios a reconocer los derechos regulados
en la Convención “a toda persona sujeta de su jurisdicción”, lo que supone que no se limita a los
ciudadanos ni a los residentes.

Primera Parte Deberes de los Estados y derechos protegidos


• El Capítulo I (artículos 1 y 2) aparte de comprometer a los estados a respetar lo
estipulado en la Convención les insta a crear leyes acorde a lo establecido.

• El Capítulo II (artículos 3 al 25) enumera los derechos civiles y políticos y sociales

• El Capítulo III (artículos 26) este artículo cita el compromiso de los estados a crear
legislaciones “que se derivan de las normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y
cultura, contenidas en la Carta de la Organización de los Estados Americanos”.

• El Capítulo IV (artículos 27 al 31) explica la suspensión de garantías, la interpretación y


la aplicación de todo lo establecido en la Convención.

• El Capítulo V (artículo 32) establece los deberes de las personas.

Segunda Parte Medios de protección


• El Capítulo VI (artículo 33) crea los órganos responsables por velar por la protección y
promoción de los Derechos Humanos: la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos y
la Corte Interamericana de los Derechos Humanos.
• El Capítulo VII (artículos 34 al 51) dicta la organización, funciones, competencia y
procedimiento de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos.

• El Capítulo VIII (artículos 52 al 69) dicta la organización, funciones, competencia y


procedimiento de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos.

• El Capítulo IX (artículos 70 al 73) menciona las disposiciones generales de ambas


instituciones, como dar la inmunidad diplomática, según el derecho internacional, a los
miembros de ambos organismos.

Tercera Parte Disposiciones transitorias


• El Capítulo X (artículos 74 al 78) sobre la firma, ratificación, reserva, enmienda,
protocolo y denuncia.

• El Capítulo XI (artículos 79 al 82) Disposiciones Transitorias

¿Porque es importante la existencia de organismos internacionales?

La importancia de las Organizaciones Internacionales reside en el estadio evolutivo actual hacia


una verdadera Sociedad Internacional, en la que un tercer nivel de relaciones imponga un marco
universal de normas inviolables, representativas de lo que podemos denominar un interés
mundial, que sea superior a toda otra norma nacida en virtud de relaciones interestatales o
supraestatales de cooperación. Ello en la actualidad no es así precisamente en virtud de la falta
de normas imperativas (llamadas de ius cogens) para cada una de las relaciones que se
establecen en el plano internacional, que operen como instrumento de control de las relaciones
"particulares" o "regionales" a la vista de un interés superior al estatal. Ello hace que las
Organizaciones Internacionales tengan un "margen" de acción sumamente amplio - esto es no
regulado - y respecto del cual les resulte posible avanzar por vía legislativa o consuetudinaria.

Desde un punto de vista sociológico, la importancia de las Organizaciones Internacionales radica


en la predominancia actual de una marcada tendencia a la regionalización del escenario mundial,
una unificación política, económica -y naturalmente legislativa- en organismos supraestatales.
Todo esto por sobre una llamada globalización de la Comunidad Internacional, fenómeno que
es descrito de maneras muy divergentes por los intelectuales y que efectivamente implica
variadísimos elementos de carácter económico, cultural, político, filosófico, etc..

De todas maneras se entiende que estas tendencias, aunque muy marcadas, van en zaga
respecto del más tangible y definido modelo de una Sociedad Internacional caracterizada por la
cooperación supraestatal a través de los Organismos Internacionales de carácter regional.

Resulta penoso observar cómo el impulso de agendas personales, que en muchas ocasiones
nada tienen que ver con los deseos y necesidades de sus gobernados, lleva a las autoridades de
un país a imponer voluntades en organismos internacionales, restándoles su posible efectividad,
impacto y validez como interlocutores en procesos de paz social y desarrollo económico.

Recién celebrada la Cumbre Mundial de la ONU por su 60 aniversario, se sigue observando cuán
inútil es la existencia de la organización. Si de hecho ya lo había mostrado en varios capítulos,
para no ir más lejos: la guerra de Irak. Se percibe tanto su inutilidad, dado que se imponen
agendas e intereses, para justificar acciones en contra de la paz mundial, pese a que se arguya
en contrario.
En la cumbre recién celebrada, pudiendo imponerse como criterios orientación de su acción
futura para el organismo, aquellas referidas a pobreza, equidad de género, salud, educación y
sustentabilidad, se privilegió la aprobación de un consenso (con los disensos de Cuba y
Venezuela), favorable a los intereses del gran capital: reforma interna de la ONU y combate al
terrorismo.

falta definir operacionalmente qué es lo que entiende la ONU por terrorismo, dado que existen
casos documentados y juzgados (como el de Luis Posada Carriles) en que el terrorismo es
patrocinado por alguno de esos países o grupos afines ideológicamente, contra sus rivales. A
como se ve el asunto me parece que la definición que tienen es: terrorista es quien ataca al gran
capital, el que ataca a mis rivales, es un patriota.

Pudiera plantearse la pregunta, ¿qué no es más importante el combate a la pobreza, la salud, la


educación, la lucha contra la discriminación, la equidad de género y la sustentabilidad que la
reorganización de la ONU o el terrorismo?

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