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Es una destructiva enfermedad foliar que afecta principalmente a plantas del género Musa:
banano y plátano. Es causada por el hongo del género Ascomycete Mycosphaerella fijiensis
Morelet (anamorfo Pseudocercospora fijiensis) y constituye el principal problema
fitopatológico en estos cultivos.
La Sigatoka es la enfermedad del banano más importante a nivel mundial. Su nombre viene
del Valle de Sigatoka en las Islas Fiji donde fue identificada por primera vez en 1912.
Durante los siguientes 40 años, la enfermedad se difundió a todos los países productores de
banano. La Sigatoka negra apareció en América Central en 1934 y en dos años llegó a
destruir más de 8900 hectáreas de banano en Honduras y Surinam. En 1936, programas de
fumigación con fungicidas utilizando la Mezcla de Burdeos (cobre y cal) fueron
desarrollados para controlar la enfermedad.
La Sigatoka Negra se encuentra presente en todos los países de producción bananera y se
considera de gran impacto económico porque disminuye los rendimientos, afectando la
productividad de las plantaciones, y por los altos costos para su manejo.
2. ¿Cuáles son los síntomas que presentan los cultivos afectados?
4. ¿Qué medidas preventivas se pueden tomar para evitar esta plaga enfermedad?
La alta virulencia de M. fijiensis enfoca las medidas preventivas hacia el manejo adecuado
de labores culturales en la plantación y al monitoreo continuo de la evolución de la
enfermedad, es así que se emplean parcelas pre aviso para establecer la mejor estrategia de
manejo de fungicidas dentro de un programa anual de aplicaciones. El objetivo es mantener
los niveles de la enfermedad en un umbral que no afecte la productividad.
La siembra en altitudes superiores a los 1.000 m.s.n.m, o bajo condiciones de sombra
moderada (bajo árboles), o la combinación con otras especies de plantas (siembras mixtas o
huertos mixtos) ayuda a reducir la severidad del ataque de la enfermedad.
5. ¿Qué mecanismos existen para controlar la aparición de la plaga enfermedad y/o erradicarla
del cultivo? (Control Cultural, Mecánico y Químico)
Para el caso de M. fijiensis no existe control total y/o erradicación, ya que al ser una
enfermedad policíclica, en cultivo permanente en países del trópico y con condiciones
adecuadas para su desarrollo, su incidencia estará siempre presente en las plantaciones.
Se establecen “estrategias de manejo” para mantener los niveles de infección bajos,
mediante programas basados en el uso adecuado de fungicidas y otras herramientas como
aceite agrícola.
Los programas se estructuran aplicando las recomendaciones FRAC (Fungicide Resistance
Action Commite) que regula el uso adecuado de las moléculas disponibles rotando modos y
mecanismos de acción diferentes para minimizar el riesgo de resistencia, mediante un
portafolio que incluya el uso de fungicidas unisitios y multisitios.
Combate cultural
Dentro de las prácticas que pueden generar un ambiente menos favorable para la
enfermedad, se recomienda: el control de malas hierbas, el drenaje adecuado, la nutrición
balanceada y la adecuada densidad de siembra.
Con la deshoja sanitaria detallada (despunte y cirugía), a intervalos semanales, se logra
reducir la severidad de la enfermedad.
Más recientemente se ha introducido la práctica de la “defoliación controlada o poda
temprana de hojas” a la floración (eliminación a la floración de las tres hojas más viejas de
cada planta), como una práctica para la reducción del inóculo del patógeno.
La nutrición mineral balanceada es también un aspecto relevante. Algunos elementos como
el silicio, cobre, calcio, boro y zinc contribuyen a reducir la severidad de la enfermedad.