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Minería ilegal: La Pampa es también el

Perú
El Gobierno retoma la lucha contra la minería ilegal, y esta vez promete venir
para quedarse. Algunas reflexiones sobre el rol del Estado y de todos nosotros
frente a este complejo y urgente asunto.

1200 policías, 300 militares, 500 millones de soles, 13 ministerios articulados.


Son las cifras con las que el Gobierno renueva sus esfuerzos para recuperar el
Estado de derecho e implementar el “Plan Integral frente a la minería ilegal en
Madre de Dios” que inició el martes 19 de febrero con el mega operativo
“Mercurio 2019”, desalojando ilegales del sector más emblemático de la minería
ilegal en Madre de Dios, denominado “La Pampa”.

En estos momentos, ya cualquier peruano sabe lo que trae consigo esta minería
ilegal: trata de personas, explotación infantil, gravísimos daños a la salud
humana por mercurio, corrupción y mafias, deforestación y pérdida de especies
y hábitats valiosos, cursos de agua y ríos peligrosamente contaminados y que
convierten a los pescados en inservibles para la alimentación, caos, violencia,
sicariato, tristeza de muchos y beneficios de muy pocos: de los mafiosos, los
sicarios, los corruptos.

La intervención en La Pampa es la primera fase de una estrategia que la ministra


del Ambiente ha dicho que es diferente de intervenciones anteriores, porque esta
vez el gobierno está entrando ahí para quedarse. | Fuente: Andina

Es claro entonces que, si el Perú se reconoce como un Estado soberano con


jurisdicción sobre esta zona, recuperarla y llevarla a un estado de derecho es
una prioridad nacional.
¿Qué es un Estado de derecho? Es un principio de gobernanza donde las leyes
guían las conductas ciudadanas y se cumplen; las instituciones ejercen su rol;
donde los usuarios deben acreditar un título para ocupar el territorio o realizar
actividades extractivas; las actividades prohibidas son sancionadas y los
ciudadanos tienen la seguridad de que sus derechos humanos, civiles,
ambientales, laborales, entre otros, están debidamente protegidos.

La intervención en La Pampa es la primera fase de una estrategia que la ministra


del Ambiente, Fabiola Muñoz, ha dicho que es diferente de intervenciones
anteriores, porque esta vez el gobierno está entrando ahí para quedarse. En
estos mismos días hemos visto a la ministra y al presidente Martín Vizcarra en
la zona explicando que quedarse tiene que ver con impulsar el desarrollo de la
región. Y es que las 25 mil personas desalojadas de La Pampa, la población del
departamento y en especial las poblaciones indígenas, requerirán de un plan de
trabajo y desarrollo, donde la minería podrá ser una opción viable solo en
aquellas zonas permitidas y bajo las condiciones correctas. El gran reto será
construir modelos de desarrollo regional, que potencien una región
maravillosamente dotada de biodiversidad y de servicios y productos asociados
al bosque como el turismo, la castaña, la madera, etc. La riqueza de Madre de
Dios está también en su diversidad cultural. Construir sobre las potencialidades
del capital natural y cultural es la gran oportunidad del Perú de cara a nuestro
bicentenario. En Madre de Dios ambos sobran.

Toca entonces respaldar esta recuperación de La Pampa, y acompañar los


esfuerzos para reemplazar la destrucción por el desarrollo regional.

Para ello el gobierno debe ser muy transparente con la información, el gasto, los
mecanismos para acceder a la formalización, a los créditos para actividades
productivas. Se requiere también que las autoridades locales, judiciales y del
Ministerio Público cumplan su función y recuerden su compromiso como
servidores públicos. Que las empresas se sumen a un pacto necesario para
eliminar las cadenas de suministro de maquinaria y combustible para actividades
ilegales. Se requiere finalmente una sociedad civil y académica vigilante,
objetiva, que informe y dé cuenta de lo que se avanza y de lo pendiente. A todos
nos corresponde proponer soluciones y actuar bajo un Estado de derecho. Sólo
así sumaremos a este gran esfuerzo para que el Perú esté realmente en Madre
de Dios y en La Pampa, y que les aseguremos a sus habitantes un ambiente
saludable y un patrimonio natural y cultural puesto en valor, gestionado de
manera sostenible. ¡Así sea!

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