Preciado, 2019.
Bajo esta inquietud, teóricas y militantes feministas (Fraser, 2014, 2015, 2018;
Mohanty, 2004, 2008; Sandoval, 2004; Fraser, Arruza y Bhattacharya, 2019; Falquet, 2017)
1 a) “se sustrae por completo a la percepción humana inmediata”, b) “tiene consecuencias a corto y
largo plazo” c) “causa daños sistemáticos y a menudo irreversibles” d) “se basan en interpretaciones
causales, por lo que sólo se establecen en el saber científico o anticientífico de ellos (…) por lo que
están abiertos en una medida especial a los procesos sociales de definición (Beck, ver año).
han elaborado una serie de reflexiones que podrían resumirse en las siguientes preguntas:
¿puede el neoliberalismo, en su devenir, explotar por igual -sin jerarquías de género- a
racializadxs y precarizadxs? ¿cómo y qué feminismo puede montarse sobre las
desigualdades de clase y raza exigiendo independencia económica, libertad reproductiva y
empoderamiento para la Mujer? ¿cómo pueden combatir los feminismos la trama narrativa
que explica la realización, la felicidad y la superación como logros individuales? En ese
sentido nos parece necesario hacer una distinción: por Feminismo, con mayúscula,
queremos dar cuenta de la presencia hegemónica de las ideas liberales-pluralistas
feministas en el mercado global; de la emergencia de un feminismo para consumo cuya
imagen de futuro se asienta en la democracia formal de libre mercado/capitalista (Mohanty,
2004) y que tiene como Sujeto a la Mujer (heterosexual, con privilegios de clase y raza). En
oposición, entendemos por feminismos, un conjunto multiforme y dinámico de apuestas
cuestionando las normas patriarcales desde el reconocimiento de subjetividades múltiples,
cambiantes y/o abiertas. Hablamos de teorizaciones en torno al sujeto como identidad
abierta (Butler, 2007, 2015), devenir mujeres (Braidotti, 2005), sujeto excéntrico (de
Lauretis, 1993, 2000), sujetos postcoloniales (Spivak, 2003), etc.
Es por eso que nos parece necesario hablar antes que, de crisis del capital, como
dijimos más arriba, de crisis de reproducción, como apuesta por la visibilización de la esfera
de la reproducción y como forma de volver a poner la vida en el centro de la teoría política,
para decir que, en estos mundos de muerte (Mbembe, 2011), un Feminismo hegemónico y
encantador, joven e individualista (Mc Robbie, 2009), neoliberal (Fraser, 2014, Fraser,
Arruza, Bhattacharya, 2019) y de mercado (Mohanty, 2008) puja por abandonar las
categorías de la vieja política y afianzarse en una deriva terapéutica e individualista que
pone a funcionar tecnologías de género (De Lauretis, 2000) del empowerment, la
psicologización y el activismo new age para las ¿nuevas? mujeres del ¿nuevo? mercado
global. Al ensamblarse con el ethos massmediático, hace accesible al gran público algunas
categorías de filo propias de la segunda y tercera ola: violencias de género, igualdad
salarial, autoconciencia feminista, libertad sexual y reproductiva. Las jóvenes -blancas o
exóticas, ricas o emprendedoras, liberadas y liberales- son llamadas a ser el nuevo sujeto
de un feminismo hipermediatizado y de consumo. Los organismos de crédito, las
instituciones estatales, las organizaciones no gubernamentales destinan fondos para la
participación y la capacitación de mujeres, tomadoras de decisiones y liderezas entusiastas,
intuitivas y resilientes que adelanten la llegada del nuevo tiempo y de la Mujer Nueva. El
Feminismo de mercado pareciera responder con merchandising al imperativo neoliberal de
la optimización personal (Han, 2014) y complacerse interrogándose por la relación entre
empoderamiento femenino y desarrollo económico; equidad de género y crecimiento
individual, paridad de género y productividad económica. Pinkwashing y homonacionalismo
(Puar, 2017).
Si, con Han, hemos pasado del capitalismo que analizaba Weber -un capitalismo
ascético de la acumulación- a un capitalismo de consumo que convierte las emociones en
medios de producción, Ahmed nos recuerda que las emociones implican siempre una
comunicación fallida, una economía afectiva productora de subjetividades dinámicas,
móviles, en las que se enmaraña pasado-presente-futuro. Al explorar la política cultural de
las emociones en los aspectos que la vinculan con la actualización capitalista de las
jerarquías de raza, clase y sexo, ladea la tensión subjetivismo-objetivismo y sugiere que el
sujeto es un punto nodal en la economía afectiva: la intensificación de la interioridad y la
exterioridad, necesaria para la conformación del nosotrxs, es producida en una economía
de las emociones que vincula sólo temporalmente un signo con un cuerpo. Es sobre el
binomio razón-emoción, socio de la falacia opositiva varón-mujer, que Han puede reeditar
la tesis del fin de la historia (Fukuyama, 1992), el crimen perfecto del asesinx de sí. Algo
huele a la frase atribuida tanto a Jameson como Žižek: es más fácil imaginar el fin del mundo
que el fin del capitalismo.
El Proyecto Humano da esta gran cena con todos los científicos y sabios del
mundo. planteando teorías sobre el misterio definitivo. ¿Por qué las mujeres
son infértiles? ¿Por qué no podemos tener más hijos? Algunos dicen que
fueron experimentos genéticos. Rayos Gamma, contaminación, lo de
siempre, lo de siempre. Como fuera. En una esquina, un hombre inglés
estaba sentado. No había dicho una palabra. Sólo comía de su cena. Así
que decidieron preguntarle. Y le dijeron ¿qué opina usted sobre que no
podamos engendrar más niños? Y les mira, mordiendo una gran ala y dijo...
no tengo la más remota idea, dijo, pero esta cigüeña sabe bien, ¿verdad?
Estaba comiendo una maldita cigüeña.
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