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1.

_La generación del 98

es el nombre con el que se ha reunido tradicionalmente a un grupo de escritores, ensayistas y


poetas españoles que se vieron profundamente afectados por la crisis moral, política y social
desencadenada en España por la derrota militar en la guerra hispano-estadounidense y la
consiguiente pérdida de Puerto Rico, Guam, Cuba y lasFilipinas en 1898. Todos los autores y
grandes poetas englobados en esta generación nacen entre 1864 y 1876.

Se inspiraron en la corriente crítica del canovismo denominada regeneracionismo y ofrecieron


una visión artística en conjunto en La generación del 98. Clásicos y modernos.
2._biografia de Arturo Uslar Pietri

Arturo Uslar Pietri (1906-2001), fue un novelista venezolano cuyo


interés por su país queda claramente reflejado en su obra narrativa y en
su actividad política.

Doctor en Ciencias Políticas en 1929, fue ministro de Educación (1939-


1941); secretario de la Presidencia de la República (1941-1943);
ministro de Hacienda (1943); ministro de Relaciones Interiores (1945).
Fue además redactor de la Ley de Educación de su país conocida como
“Ley Uslar Pietri” (1940). Con el derrocamiento del presidente Medina
fue encarcelado y desterrado a Estados Unidos. A su regreso a
Venezuela, en 1958, de nuevo fue detenido por el dictador Pérez
Jiménez. En 1963 fue candidato a presidente de la República. Era
miembro numerario de diversas Academias, como la de la Lengua, y
obtuvo importantes galardones, entre ellos, el Premio Nacional de su
país en 1954 y el Príncipe de Asturias de las Letras en 1990. Falleció en
2001 en su ciudad

3._ensayo

EL ENSAYO EN VENEZUELA

La generación de la independencia, tal como lo habíamos mencionado, que lee los textos de
Bacon, de Descartes, Montesquie, Voltaire y de otros produce en Venezuela desde 1830 al igual
que en el resto del continente una literatura de combate. Abarca, desde el punto de vista literario,
toda la época de auge y fin del romanticismo y disolución del clasicismo. Alcanza un destino estelar
con nombres -como vimos- que van desde Simón Rodríguez y Simón Bolívar ("vastas resonancias
de maestro profeta y discípulo genial", como los llama respectivamente Lezama Lima), hasta el
clásico pero moderno Andrés Bello. No debemos dejar de mencionar en este período a los
destacados Arístides Rojas, Fermín Toro, Juan Vicente González, José María Baralt y Cecilio
Acosta. Es el tiempo de los gobiernos de José Antonio Páez, los hemanos Monagas, la guerra
federal y Antonio Guzmán Blanco. Llega también a la presidencia un hombre distinto, distinguido y
universitario, el Dr. José María Vargas, primer rector de nuestra Universidad Central de Venezuela.

El escenario, en efecto sirve para la transfiguración histórica y muestra el desafío de una literatura
que se sumerge en el humus de la guerra, donde en esa transición (desde el punto de vista
cultural) del barroco al romanticismo de fines del siglo XVIII y principios del XIX se sorprende con
rasgos ya de raigambre muy americana, que sin romper la tradición hispánica, abre un nuevo
camino a la reflexión y expresión de los problemas más candentes del momento. Es importante
aclarar que estos personajes aún no están conscientes de la categoría de ensayo, y expresan sus
ideas en un texto que algunos llaman "proto-ensayo", y que en alguna medida se emprenta todavía
con el tratado, el artículo, la epístola y la oratoria. Pero a la vez se van a convertir en los primeros
enlances entre la reflexión y la historia literaria de Venezuela.

Y dentro de ese proceso que arranca del siglo pasado, el género del ensayo se va a consolidar
"como forma de expresión de un grupo homogéneo y literariamente organizado" (José Ramón
Medina, 50 años de literatura venezolana, p.186) con los escritores que integraron la primera
generación positivista: José Gil Fortoul, Lisandro Alvarado, César Zumeta. Luis Razetti, Laureano
Vallenilla Lanz, Pedro Manuel Arcaya, Samuel Darío Maldonado, por citar a los más
destacados. Todos ellos diversificaron su interés investigativo por temas típicamente positivistas: la
historia natural, la biología, la antropología, la sociología, economía, política, filosofía y el derecho y
la historia. Y como lo señala José Ramón Medina, el positivismo, esa nueva ciencia que penetra
con evidente retardo en los estudios universitarios de Venezuela, significa un saludable impacto
para la cultura general venezolana. Sobre todo la historia, la sociología, la filosofía y la crítica
literaria (aún no deslindada del ensayo, confusión que aún hoy se da en algunos escritores) entran
en el mundo del ensayo dentro de una nueva concepción que utiliza un método de investigación
novedoso entre los intelectuales venezolanos. Este método también va a repercutir sobre el campo
literario con el modernismo. La novela y el cuento se van a mover entre el campo de la
experimentación tesista (que pretende demostrar algo, lo que llamaríamos novela-tesis) pero que a
la vez crea un discurso preciosista de giros y aires no tan pausados que irrumpen en todos los
campos de la literatura. Pero sobre todo va a ser el ensayo la expresión donde, tanto el positivismo
como el modernismo encontrarán su justo y verdadero cauce de búsqueda conceptual de identidad
nacional.

El ensayo de esta época une su destino a dos aspectos de gran interés y que darán forma a la
expresión ensayítica de principios del siglo XX: por un lado la influencia que va a tener en los
escritores venezolanos la generación del 98 español, sobre todo a través de los ensayistas Ortega
y Gasset, Unamuno y Azorín, y por el otro el planteamiento de América como problema. Con
respecto a este segunto aspecto, la indagación inquietante de la cultura, la historia y finalmente
identidad propia es una búsqueda que oscila entre la esperanza y un desventurado pesimismo. El
pesimismo nos viene de lo que llama el poeta cubano Lezama Lima el complejo de inferioridad,
"creer que su expresión (expresión americana) no es forma alcanzada, sino problematismo, cosa a
resolver", ("Mitos y cansancio clásico", en La expresión americana, p.27). Se va estructurando un
cuadro nacional que se imbrica con los nombres de Rodó, Mariátegui, Vasconcelos, Alfonso Reyes
y Pedro Henrìquez Ureña entre otros.

Así tenemos, entre los primeros a José Gil Fortoul (1862-1941), quien aborda la investigación
sociológica para hacer una interpretación positivista de la historia venezolana. Testimonio reflejado
sobre todo en su libro El hombre y la historia. Es importante destacar que Gil Fortoul también hizo
una importante labor como historiador de la literatura venezolana en forma ensayística. Compañero
de generación es Lisandro Alvarado, desconcertante por su gran capacidad de abarcar varios
terrenos del conocimiento al mismo tiempo.Es el polígrafo de su generación y estuvo atraído por
los más dispersos temas y motivos pero a la vez fundamentado en una sólida cultura. Expresó sus
ideas en los más variados ensayos, entre los que destacan Los delitos politicos en la Historia de
Venezuela y Neurosis del hombres célebres.

A Don Rufino Blanco-Fombona, debemos agregar que su escritura ensayística fue de gran
importancia en el período, no sólo por su capacidad de análisis sino porque en forma profunda
trató tanto los temas de la historia como los de la literatura venezolana con especial dedicación,
por añadidura no olvidemos que fue el teórico del movimiento modernista con su trabajo El
modernismo y los poetas modernistas. Pero sobre todo Blanco-Fombona fue un americanista
integral. Amigo de Unamuno, dedicó gran parte de su vida a reestablecer las relaciones entre
España y Venezuela como un camino para la identidad nacional. Fue además un entusiasta
bolivariano: por todos es conocida su labor de difusión internacional de los valores de nuesrto
Libertador. Entre sus textos ensayísticos más importantes tenemosEl espejo de tres fases y La
espada de Samuray. Siguiendo el cuadro de esta época tenemos a César Zumeta (1860-1955)
quien sobresale en el cultivo de una prosa cuidada, lógica, que busca discutir y precisar los valores
filosóficos y estéticos que en su época influyen sobre la literatura venezolana. Otro que busca
deslindar las ideas estéticas y filosóficas de su generación es Luis López Méndez (1861-1891),
dueño de un estilo envidiable, aun en sus pequeños artículos periodísticos, tal como se revela en
los trabajos de su libro Mosaico de Política y Literatura.. Prefiere el ensayo crítico o el examen
estético.

Polémicos, en la indagación sociológica, y audaces en la definición histórica del país van a ser los
ensayos de Laureano Vallenilla Lanz (1870-1936) y Pedro Manuel Arcaya (1874-1958), en quienes
el rigor científico preconizado por el positivismo parece a veces teñido por la pasión o el interés
político. También tenemos a Pedro Emilio Coll (1872-1947), Santiago Key Ayala (1874-1959) y
Jesús Semprúm (1882-1931). Todos ellos poetas y narradores que unen el preciosismo verbal con
la expresión ensayística del período. Dos revistas sirven de vehículos de expresión de estos
ensayistas, como en general de toda la obra de índole modernista: El Cojo Ilustrado y Cosmópolis.

Pasemos ahora a la llamada generación del 18, que cubre históricamente un período bastante
largo. Se van dando cambios en el género aún cuando éstos no son estructurales. La
preocupación del destino de "nuestra América" sigue presente en los escritores de esta nueva
generación, pero con un agregado más nacionalista (en el buen sentido de la palabra). "Les duele
Venezuela", como lo dijo alguno de ellos y sienten la necesidad de explicar y analizar la crisis
socio-política de Venezuela dentro de un contexto latinoamericano. Pero a la vez, entre
especulaciones de índole hisórica, política y social se entretejen algunos temas nuevos literarios y
culturales que son el producto del estremecimiento estético de estos creadores. En primer lugar
mencionaremos a Julio Planchart (1885-1948) y Luis Correa (1888-1942). El primero colaboró en la
revista La Alborada con esclarecedores trabajos y muchos de sus ensayos versan sobre los
escritores de esa generación. Sus Estudios críticos se inclinan por los temas y problemas de orden
literario y estético. Luis Correa con su libro Terra Patrum destaca por su labor de difusión de la
tradición literaria venezolana. Enrique Bernardo Núñez (1895-1964) quien además de destacarse
como novelista, sorprende por la penetración de sus ensayos históricos y biográficos. Tenemos de
él los siguientes títulos: Don Pablos en América, El hombre de la Levita Gris, Juan Francisco de
León o la Rebelión contra la Compañía Guipuzcoana, Miranda o el Tema de la libertad, Viaje al
país de las máquinas, La ciudad de los techos rojos, Bajo el Samán y Una ojeada al mapa de
Venezuela. Igual tendencia histórico-biográfica se observa en Augusto Mijares (1897-1979) con
sus textos La interpretación pesimista de la sociología hispanoamericana y Hombres e ideas en
América. Su última obra El Libertador, es considerada como un aporte fundamental a la biografía e
interpretación de nuestro héroe.

Otro ensayista que dedicó la mayor parte de su vida a estudiar los aspectos más sobresalientes de
nuestros orígenes, evolución, destino y transformación como nacionalidad, fue Mario Briceño
Iragorry (1897-1958). Sus biografías responden a ese mismo espíritu que buscó siempre asentar
en la tradición y en la gesta histórica del pueblo venezolano su más firme expediente para el
progreso, tal como lo afirma José Ramón Medina. La crítica literaria ha tenido igualmente en Rafael
Angarita Arvelo (1898-1971) un consecuente y esforzado estudioso. Su historia y crítica de la
novela en Venezuela es una contribución al juicio y valoración de ese género en Venezuela. Entre
los últimos de ese período, por ubicación cronológica, también ha de mencionarse a José Nucete
Sardi (1897-1972), quien ha cumplido en el campo de la historiografía nacional una importante
labor con temas de literatura y arte, de igual modo en el constante y atractivo género de la
biografía. Algunas de sus obras ensayísticas más destacadas son: El escritor y civilizador Simón
Bolívar, Cuadernos de Indagación e impolítica, Notas sobre la pintura y la escultura en Venezuela y
Huellas en América.

Arturo Uslar Pietri, quien recientemente cumplió noventa años, cuenta con amplia audiencia dentro
y fuera del país. También novelista de primer orden, en el campo del ensayo es muy importante su
producción y abarca tanto lo literario como lo histórico, lo político y lo económico, lo cual lo
reágvela plenamente como una de las personalidades más destacadas de la cultura actual.
Tenemos así: Letras y Hombres de Venezuela, De una a otra Venezuela, Apuntes para retratos, La
ciudad de nadie y Las Nubes. (Nota: este autor ya está fallecido para el momento de la publicación
de esta página del blog).

Insertamos aguí el nombre de Luis Beltrán Guerrero (1914), quien mantiene siempre vivo la pluma
para escribir sus impresiones y reflexiones americanistas, estéticas, vivenciales, poéticas literarias
recogidas en la infinita serie de Candideces, que aún hoy día se continúan. Este cuadro cubre los
primeros cincuenta años del siglo XX, que cerramos -convencionalmente- con la importantísima
figura de Mariano Picón Salas (1901- 1965). Sin dejar de incursionar brillantemente en otros
géneros, como el de la biografía o la novela, Picón Salas es sobre todo considerado como
ensayista. Penetrante en la mejor línea de la cultura contemporánea, es, sin discusión, nuestro
máximo ensayista del período. Como lo señala Ricardo Latcham al prólogo de sus Ensayos
escogidos, "pocas mentes continentales encierran una potencia esclarecedora como la de Picón
Salas...", y sigue "En sus novelas y ensayos, en sus crónicas y esquemas interpretativos de la
realidad social e histórica, se confunden la seducción del estilo primoroso y la austeridad del
pensamiento...su genialidad prolifica en lo eminentemente ensayístico y su ensayismo es producto
de una heroica vocación" (p.XXI). Tenemos que mencionar sus ensayos contenidos en
Comprensión de Venezuela y Los últimos días de Cipriano Castro. Tanta cultura y tanta madurez
ha dejado su semilla, la obra de Picón Salas ha sido revalorizada en forma amplia y profunda por
las nuevas generaciones de jóvenes ensayistas que descubren y reconocen en él al padre del
ensayo actual. Uno de los últimos y más completos trabajos es el de Simón Alberto Consalvi
titulado Profecía de la palabra, vida y obra de Mariano Picón Salas.

Explicar la prolongación en el tiempo actual se hace necesario, aún cuando sea solamente para
señalar ciertas tendencias y algunos nombres De ahí la levedad de una aproximación, la cual
hacemos con más preguntas e interrogaciones que con respuestas. Y es que sería una osadía
presentar afirmaciones de un momento en el cual aún se están gestanto las obras. Lo inmediato, lo
actual no nos permite tener una perspetiva interpretativa o de conjunto que solamente se adquiere
con un distanciamiento espacio-temporal. Así pues, si el género del ensayo es el vehículo por
excelencia -en Latinoamérica y en Venezuela- para expresar preocupaciones de orden político-
social, ¿el ensayo actual expresa tal preocupación o tiende más bien hacia lo personal?, ¿forma
parte de la conciencia nacional o se está divorciando de ella?, ¿hay continuidad o cambios
estructurales actualmente en el género?...

Sobre todo podemos hablar de cierta continuidad de va de los años 70 hasta la actualidad (hubo
un pequeño paréntesis entre los 50 y 60). Sorprendemos igualmente al ensayista de hoy
preocupado -como antes y como siempre- de la vida nacional. Nunca ha habido divorcio en
nuestros países entre el artista y la vida. Vida y arte articulados en la médula de cultura. Se han
podido notar algunos cambios: de un pensamiento americanista de fines del siglo XIX a principios
del XX a uno más nacional de mediados de siglo, y finalmente al actual que va de lo personal para
dirigirse inexorablemente a lo político-nacional. Conocerse para conocer, como en una
extraordinaria espiral se da un proceso de adentro hacia afuera. Son -como siempre-tiempos de
concientización, es la hora de los balances, ahí la proliferación de creadores que se dedican al
ensayo y a la investigación literaria.

La lista se hace necesaria, pero con el peligro de cualquier selección. Empezamos con Juan
Liscano, preocupado por la cultura, la identidad nacional y la espiritualidad, que expresa sobre todo
en su libro ensayístico de 1977 Espiritualidad y literatura: una relación tormentosa. Guillermo Sucre
y Rafael Cadenas, profesores de Universidad Central de Venezuela destacan por su importante
labor de ensayistas. Del primero es reconocido su libro La máscara, la transparencia (1975) y del
segundo, poeta sobre todo, sus obras Literatura y vida (1972), Realidad y literatura (1979) y el más
reciente de 1983 titulado Anotaciones. En todos ellos, muy poéticos, el artista es también el
hombre que siente al país dentro de sí mismo. El sensible José Balza, es uno de los más
reconocidos de las nuevas generaciones de creadores venezolanos, con gran sentido del enfoque
estético debemos mencionar Lectura transitoria (sobre Rafael Cadenas),, El fiero (y dulce instinto
terrestre) y los Ensayos invisibles que muestra a través de un texto poético-ensayístico sus
preferencias por la música, el bolero, Alfredo Sadel... En el tema de la historia, que es una
constante en la ensayística nacional de todos los tiempos, destaca Manuel Caballero desde una
perspectiva política de actualidad. Filósofos y ensayistas son Juan Nuño y Ludovico Silva. No
debemos dejar de mencionar a Armando Rojas Guardia, Francisco Rivera, Oscar Rodríguez Ortiz,
Miguel Angel Campos, Domingo Miliani, Eugenio Montejo...

Al concluir con estos nombres el recorrido hecho, ha sido para mostrar el esplendor del ensayo y
su importancia en nuestra inquietante historia cultural, que necesariamente se expresa a través de
este género literario. Además responde a la necesidad de germinar una expresión auténticamente
propia, original. Tierra americana donde nace una extraordinaria flor ensayística a través de
escritores que son los legitimadores de nuestro pensamiento más original. Pensamiento que busca
afanosamente la corroboración de nuestra identidad e independencia cultural.

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