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Causas de extinción de la responsabilidad penal parte 3.

Más problemático resulta establecer cuándo comienza el plazo o término de


prescripción. A este respecto, conviene saber que la regla general es que los
plazos previstos en el art. 131.1 comienzan a computarse desde el día en que se
haya cometido la infracción punible. Dicho comienzo del plazo se entiende en
ciertos supuestos del siguiente modo: a) En los casos de delito continuado, permanente, y
que exijan habitualidad, se computarán, respectivamente, desde el día en que se
realizó la última
infracción, desde que se eliminó la situación ilícita o desde que cesó la conducta.
b) En ciertos delitos cuando se cometen contra menores de edad (tentativa de
homicidio y delitos de aborto no consentido, lesiones, contra la libertad, de
torturas y contra la integridad moral, la libertad e indemnidad sexuales, la
intimidad, el derecho a la propia imagen y la inviolabilidad del domicilio), se
computarán desde el día en que ésta haya alcanzado la mayoría de edad, y si
falleciere antes de alcanzarla, a partir de la fecha del fallecimiento.
A su vez, el cómputo del término o plazo se interrumpe, quedando sin efecto el tiempo
transcurrido, cuando el procedimiento se dirija contra el culpable,
comenzando a correr de nuevo el término de la prescripción desde que se paralice el
procedimiento o se termine sin condena13. A estos efectos, el legislador se ha
visto obligado a precisar (reforma de 2010) cuándo debe
entenderse dirigido el procedimiento contra el culpable. Así, en concreto, como
regla, se entenderá dirigido el procedimiento contra una persona determinada14
desde el momento en que, al incoar la causa o con posterioridad, se dicte
resolución judicial motivada en la que se le atribuya su presunta participación
en un hecho que pueda ser constitutivo de delito o falta (art. 132.2.1)15.

II.2. Prescripción de la pena


La prescripción de la pena implica la imposibilidad jurídica de materializar la
sanción penal impuesta al responsable de un infracción penal, y por tanto, de la
responsabilidad penal adquirida. Se plantea en aquellos casos en los que
transcurre un prolongado lapso temporal entre el momento de firmeza de una sentencia
condenatoria, o el instante de su quebrantamiento, y la efectiva
ejecución de la sanción impuesta.
Sobre el fundamento de esta institución los argumentos son similares a los de la
prescripción del delito16. En este sentido, la imposición del castigo o su
ejecución sólo tiene sentido como reacción frente a un hecho si éste resulta socialmente
dañoso (principio de seguridad, o de necesidad de tutela)17, entendiéndose que
tal dañosidad desaparece en los casos en los que ha
transcurrido mucho tiempo entre el enjuiciamiento del hecho y el momento de
ejecutar su sanción. El art. 133.1 CP establece que las penas prescriben:
i) a los 30 años, para las de prisión de más de 20 años;
ii) a los 25 años, para penas de prisión de 15 o más años sin que excedan de 20;
iii) a los 20 años, en penas de prisión de más de 10 años y menos de 15, y
de inhabilitación por más de 10 años;
iv) a los 15 años, en penas de prisión de más de 5 años y menos de 10 y de
inhabilitación por más de 6 años y menos de 10;
v) a los 10 años, en las restantes penas graves;
vi) a los 5 años, en penas menos graves; vii) pasado 1 año, en las penas leves.
También aquí se establece la excepción de que no prescriben en ningún caso las penas
impuestas por delitos de lesa humanidad, genocidio, terrorismo (si
hubieren causado la muerte de una persona) y los dirigidos contra las personas
y bienes protegidos en caso de conflicto armado, excepto los previstos en el art.
614 (art. 133.2 CP).
El tiempo de la prescripción de la pena comenzará a correr desde la fecha de la
sentencia firme o desde el quebrantamiento de la condena si ésta hubiera
comenzado a cumplirse (art. 134 CP)18.
También prescriben las medidas de seguridad (art. 135 CP), aunque no deja de
ser discutible que la medida corra la misma suerte que la pena, ya que no se
basan en la culpabilidad, sino en la peligrosidad de un sujeto no culpable. Así la función
de la prescripción de las medidas debería entenderse como la determinación del
tiempo en que se atribuirá validez al pronóstico de
peligrosidad que sirve de base a su imposición.
Los plazos (desde que la resolución se hizo firme) serán de 10 años para las
medidas privativas de libertad y de tres años y medio para el resto de medidas.
IV. Cancelación de antecedentes penales19.‐
Las sentencias condenatorias, además de imponer como consecuencia jurídica del
hecho punible una o varias penas (principales y, si procede, las correspondientes
penas accesorias)20, pueden desplegar otros efectos no
previstos expresamente en la sentencia como son la imposibilidad de obtener la
suspensión de la ejecución de la pena privativa de libertad impuesta en una
condena posterior (art. 81.1 CP), la posibilidad de apreciar la circunstancia agravante de
reincidencia (art. 22.8 CP) o la revocación de la libertad
condicional concedida (arts. 93.1 y 3 CP). Todo esto es consecuencia de los
«antecedentes penales» que surgen tras una sentencia condenatoria y que
quedan registrados en el Registro Central de Penados y Rebeldes. Por otra
parte, los antecedentes penales pueden impedir el acceso a un cargo público, la
obtención de pasaportes o del permiso de armas.
Para limitar los efectos negativos se prevé la cancelación de estos antecedentes21. Los
requisitos para poder cancelarlos son (art. 136. 2 CP): i) tener satisfecha la
responsabilidad civil proveniente de la infracción, excepto en los supuestos de insolvencia
declarada por el Juez o Tribunal sentenciador; y ii) que hayan
transcurrido los siguientes plazos: 6 meses para las penas leves; 2 años para las
penas que no excedan de 12 meses y las impuestas por delitos imprudentes; 3
años para las restantes penas menos graves; 5 años para las penas graves. Estos
plazos se contarán desde el día siguiente a aquél en que quedara extinguida la
pena, incluido el supuesto de que sea revocada la condena
condicional. En los casos de suspensión de la ejecución de la pena privativa de
libertad, el transcurso del plazo de suspensión sin haber delinquido de nuevo el
sujeto determinará la remisión de la pena22, comenzando el plazo a correr desde el día
siguiente al otorgamiento de la suspensión de condena,
independientemente de cuándo fue notificada.
El art. 136.5 CP se ocupa de los casos en que, a pesar de cumplirse los requisitos
establecidos en este precepto para la cancelación, bien por solicitud del
interesado, bien de oficio por el Ministerio de Justicia e interior, aquélla no se
haya producido, el Juez o Tribunal, acreditadas tales circunstancias, ordenará la
cancelación y no tendrá en cuenta dichos antecedentes23. Por otro lado, el art. 22.8 CP
excluye la posibilidad de apreciar la circunstancia de reincidencia
cuando los antecedentes estuvieran cancelados o hubieran podido serlo.

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