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Antropología lingíi{stica

se reflejan
, en el1 lenguaje o las formas en que las taxonomías lingu1st1ca
. ., 4
son guias para a cosmovisión de aquellos que las emplean. Un '
d 11 · · estudlC
e enguaJe orientado hacia la antropología supone el reconocim¡ } Métodos etnográficos
d 1 ·' ' ento
e ~ accion reciproca e~tr~ :} lenguaje como recurso humano y el len-
guaje como producto histonco y proceso. Esta influencia mutua h
abordarse con una serie de herramientas teóricas como los con a dt'
. d , ., , cepto,
que se mtro ucen en este capitulo. También necesita métodos sofi
d d StlCl-
OS para ocumentar las formas en que la comunicación lingu··· ·
f¡ 1st1ca
a ecta Y construye nuestra vida social. Los próximos dos capítul
' '1 · OS se
d edi caran a este u timo objetivo.

En los dos próximos capítulos presentaré una revisión crítica de las téc-
111cas de recogida de datos y de los procedimientos analíticos que prac-
tican habitualmente los antropólogos lingüistas profesionales'. Con la
excepción de referencias ocasionales a cuestiones prácticas, este capí-
tulo pondrá el énfasis en la lógica de los hábitos de investigación y en
lo, procedimientos, en vez de en las soluciones técnicas que se requie-
ren para resolver habituales problemas de investigación. En algunos
casos hablaré brevemente de lo que, considero, son algunas de las for-
mas más innovadoras e interesantes de documentar el rol de la comu-
nicación en la formación de la cultura. En el capítulo 5 abordaré de un
modo más específico la práctica de la transcripción.
Los antropólogos lingüistas emplean métodos de la etnografía tra-
dicional, como la observación participante y el trabajo con hablantes
nativos, a fin de que consten sus comentarios interpretativos sobre el
material comunicativo que recogen. También utilizan técnicas de reco-
gida similares a las que emplean los lingüistas tipológicos interesados
en modelos gramaticales. Recientemente, estos métodos se han inte-
grado con nuevas formas de documentación de prácticas verbales, que
se han aplicado en algunos campos como la sociolingüística urbana, el
análisis del discurso y el análisis de la conversación. El advenimiento de
las nuevas tecnologías para la grabación electrónica de sonidos y accio-
nes ha ensanchado el campo de los fenómenos de estudio, ha aumen-
tado nuestro arsenal analítico y, al mismo tiempo, ha multiplicado el

I Dentro del campo afin de la socíolmgüística. Stubbs ( 1983) es un libro de texto


introductorio al análisis del díscurso que es particularmente sensible a los métodos que se utilizan
para recoger información conversacional. Véase rambién Milroy (1987).
Métodos etnogrlf,cos
Antropología lingiilstíca

una identificación suficiente o empatía con los miembros del grupo, a


número de problemas técnicos, políticos y morales a los que debe h
fr . . d acer
en,te_un mvesnga or de campo. En el umbral de esta nueva era ter , 1111 de poder obtener una perspectiva interna, lo que los antropólogos
)laman «el punto de vista érnico» (véase el epígrafe 6.3.2).
nológica es urgente la creación de un lugar de debate en el que se .
· 1 exa- Hay que decir algunas palabras sobre el uso del término «objetivi-
mmen os pros y los contras de las nuevas herramientas dentro de
d b un dad•>, que ha sido criticado duramente en trabajos recientes sobre la
e ate general sobre la metodología que se emplea para el estudio de
experiencia etnográfica (Kondo, 1986; Rosaldo, 1989) y, desde una pers-
la conducta comunicativa de los seres humanos.
pectiva general, en los debates actuales en el seno de la ciencias socia-
les y a propósito de ellas (Manicas, 1987). Con respecto a la etnografia,
4.1. ETNOGRAFÍA los problemas con el término «objerividad» surgen de su identificación
con una forma de escritura positivista pensada para eliminar la subje-
Si el objetivo de la antropología lingüística es el estudio de las form,
tividad inherente a la posición del observador, tanto a sus emociones
lingüísticas en tanto elementos constitutivos de la vida social los inv :1~
· d , es como a sus actitudes teóricas, morales, políticas. Una supresión así, en
~ga ores han de encontrar la forma de conectar aquellas con las prác
su forma más extrema y pura, no es solo imposible de conseguir, sino
neas culturale~. La etnografia nos brinda un valioso conjunto de técnicas
que también es un dudoso objetivo, ya que no daría como resultado
para co~segmrlo. Por este motivo, la integración de la etnografía con
más que un pobre reflejo de la experiencia del etnógrafo (De Marti-
otros met~dos para la documentación de modelos lingüísticos es una
no, 1961). ¿Cómo se puede decir lo que en realidad hacen los indivi-
de las _cuali~des que_distingue a los antropólogos lingüistas respecto de
duos sin estar mínimamente identificado con su punto de vista? Se
otros investigadores interesados en el lenguaje o la comunicación. En
acabarían diciendo cosas como «la gente se agacha en el suelo, coge la
este epígrafe trataré brevemente de los rasgos básicos de lo que consti-
comida con las manos y se la lleva a la boca, y a esto lo llaman "corner?».
tuye una investigación etnográfica y sugeriré las formas en que dichos
Es obvio que un relato como este, más que ser «objetivo» e imparcial,
rasgos pueden convertirse en parte integrante del estudio del lenguaje·.
puede entenderse como una evaluación negativa de las prácticas loca-
4. 1. 1. Qué es una et11ografla les. Poco verosímil sería también una descripción que se identificase
completamente con una perspectiva autóctona, y que no reflejase de
En u~a ~~imera ~proximación, podemos decir que una etnografia es la
alguna manera la percepción de los investigadores sobre los eventos des-
descripción escrita de la organización social, las actividades los recur-
critos, amén de su propia conciencia sociohistórica de las peculiarida-
s?s símbólicos y materiales, y las prácticas interpretativas q~e caracte-
des (o, por el contrario, de la predecibilidad) de tales eventos y, por
riza~ a un grupo particular de individuos. Una descripción así suele
tanto, de su valor en términos comparativos. Con todo, lo importante
surgir de la participación directa y prolongada en la vida social de una
es tratar de controlar o poner entre paréntesis el propio juicio de valor.
c_omunidad, e implica dos cualidades aparentemente contradictorias:
Aunque esto podría verse como un paso que los antropólogos com-
(1) una habilidad para retroceder y distanciarse uno mismo de las reac-
parten con filósofos fenomenólogos como Husserl y con sociólogos
ci~nes inmediatas y condicionadas culturalmente, con el fin de conse-
interpretativos como Weber, la práctica de evitar pensar lo obvio es un
gmr un grado aceptable de «objetividad», y (ii) la intención de conseguir
ingrediente importante de cualquier ciencia, aunque, claro está, no es
suficiente. Una ciencia de los individuos, una ciencia humana, no puede
dejar de aprovecharse de la capacidad de los investigadores para iden-
• ' L0 .que sigue no es de mnguna manera una introducción total a los métodos emo-
g~cos, smo un estudio que resume lo que considero son algunas de las cuestiones centrales que
tificarse y empatizar con los individuos a los que estudian. Esto implica
atanen al proce~o. d~ ejercer la ernografia y producir descripciones etnográficas. Para otra' que en la etnografía existe un factor en juego que consiste en cambiar
descripciones mas '.ntorrnadas sobre los métodos etnográficos actuales en la antropología cultural lo familiar por lo extraño y, viceversa, lo extraño por lo familiar (Spiro,
Y ~ampos afines, véanse Agar (1980). Spradley (1980),Jack.son (1987), así como las valoracions"
1990) (véase el epígrafe 2.1 sobre la noción de cultura de Hegel).
cnncas de Clifford y Marcus (1986), Geertz (1988), Rosaldo (1989), Sanjek (1990a).

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Antropología li11giiística Métodos et11ogr<ificos

Puesto que existen distintos grados de distancia o acercamiento res- incluyendo el del observador y el observado. Combinan un sentido del
pecto a una realidad etnográfica, para la mayoría de los etnógrafos la 3sombro del etnógrafo ante lo que ve o nota por primera vez con una
descripción adecuada está en algún punto medio. Geertz (1983) adoptó "enuina intención de averiguar cómo esas prácticas se convierten en
el contraste psicoanalítico entre «experiencia-próxima» y «experiencia- :otidianas» para los participantes o, viceversa, cómo algo que resulta
distante» para ilustrar este punto: obvio para el etnógrafo, es algo excepcional o incomprensible para los
Poco más o menos, un concepto de experiencia próxima es aquel individuos que estudia.
que alguien -un paciente, un sujeto cualquiera o, en nuestro caso, un No obstante, en la mayor parte de las etnografías suele olvidarse
informante- puede emplear naturalmente y sin esfuerzo para defim- con frecuencia incluir un estudio explícito y una documentación de
lo que él o sus prójimos ven, sienten, piensan, imaginan, etc., y lo que l,1, prácticas dialógicas de las que nace la descripción. Como ha subra-
podría comprender con rapidez en el caso de que fuese aplicado de }ado Denis Tedlock (1983), a pesar del hecho de que la mayor parte de
forma similar por otras personas. Un concepto de experiencia distante lo que aprendemos en el trabajo de campo es el producto de un diá-
es, en cambio, aquel que los especialistas de un género u otro -un logo en vivo -entre nosotros y los «autóctonos», así como entre los
analista, un experimenralista, un etnógrafo, incluso un sacerdote o un autóctonos entre sí-, suele verse poco o nada de ese diálogo en los
ideólogo- emplean para impulsar sus propósitos científicos, filosófi
relatos etnográficos que se publican. La crítica de Tedlock a lo que él
cos o prácticos. El «amor• es un concepto de experiencia próxima,
llama antropología analógica y su propuesta de una antropología
mientras la «catexis objetual» lo es de experiencia distante. La -estra-
dialógica articula la contribución de los métodos antropológicos lin-
tificación social», y tal vez para muchos pueblos del mundo incluso la
«religión- (y ciertamente un «sistema religioso»), son conceptos de güísticos al estudio de la cultura. En lugar de sustituir el discurso local
experiencia distante; en cambio, la «casta» y el «Nirvana» son de expe- por el monólogo narrativo del observador (ya sea en primera o tercera
riencia próxima, cuando menos para los hindúes y budistas ... La ver- persona), que es típico de la antropología analógica, la antropología dia-
dadera cuestión ... reside en los papeles que desempeñan ese par de lógica sitúa al habla local en una posición preeminente con el fin de
conceptos en el análisis antropológico. O, más exactamente, en cómo dar a los lectores un acceso más directo al modo en que los miembros
deben desplegarse esos conceptos en cada caso para producir una representan sus propias acciones, así como al modo en el que tratan con
interpretación de la forma en que vive un pueblo que no sea prisio- los investigadores de campo y se prestan a sus demandas'. La práctica
nera de sus horizontes mentales, como una etnografía de la brujería de la transcripción (véase el capítulo 5) y su inserción en la descrip-
escrita por una bruja, ni se mantenga sistemáticamente sorda a las ción etnográfica es un elemento esencial de este proceso, por medio
tonalidades distintivas de sus existencias, como una etnografía de la
del cual los investigadores hacen explícitas las fuentes que nutren su
brujería escrita por un geómetra.
(Geertz, 1992: 75) comprensión de un fenómeno cultural dado.
Los criterios de adecuación para valorar la conveniencia de una
El «equilibrio» entre ser insensible y convertirse en adivino es sim- etnografía en una comunidad pueden ser bastante variados, y entre
plemente el reconocimiento de que la escritura etnográfica implica la otras, hay consideraciones políticas, geográficas, raciales, teóricas y meto-
comprensión de diversos puntos de vista, algunas veces contradictorios dológicas. El conjunto de rasgos que han de reunir una serie de indi-
y otras complementarios. Por tanto, una etnografía bien lograda no e,
un método de escritura en el que el observador asuma una perspectiva
-ya sea «distante» o «próxima», sino un estilo con el que el investiga- •En la etnografía clásica, los informantes pronuncian colectivamente. y en contadas
dor establece un diálogo entre diferentes puntos de vista o voces, entre 0<·as,ones,
palabras sueltas en una lengua totalmente exóaca: por otro lado, cuando se trata de
otras, las de las personas que se estudian, la del etnógrafo y sus prefe- confesiones o reflexiones, donde el contacto entre los mdividuos y entre las culturas es una
realidad insoslayable, a los informantes se les permiten enunciados completos, pero en ellos habrá
rencias disciplinarias y teóricas. Así es el estilo de las mejores etnogra-
po,iblemente o consistirán en palabras de lenguas de contacto. En cualquier caso, el modo
fías que tenemos. Son un compendio de diversos puntos de vista, dolllinante, incluso de la confesión, es el monólogo- (Tedlock, 1983: 326).

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Antropología li11gii{stica Métodos et11ogr!ificos

viduos para que se les considere una «comunidad» varía de compartir coordinar sus acciones y objetivos, a pesar de sus diferencias (véase el
el mismo espacio, hasta ser miembro de la misma institución política, epígrafe 2.2.1); en otras palabras, en su relato etnográfico intentará des-
religiosa o educativa. Tenemos, pues, etnografías de individuos que viven cribir no solo cómo un grupo específico de individuos se mantiene
o trabajan en la misma ciudad, pueblo, isla, edificio y fabrica, y etno- unido gracias a sus semejanzas, sino también, a pesar de sus diferencias,
grafías de individuos que pasan algún tiempo juntos, como los partici- o debido a sus diferencias. Si, por otro lado, el etnógrafo se orienta hacia
pantes en una clase, un partido político, un movimiento religioso o un una definición de la cultura según la cual todos sus miembros la com-
intercambio ceremonial. parten en más o menos igual medida, se concentrará en los hábitos
comunes y tenderá a ignorar las diferencias, que atribuirá a variaciones
4.1.1.1. El estudio de los individuos en sus comunidades irrelevantes de un modelo subyacente y básico.
La hipótesis inicial de que los individuos que estudiamos forman una Los etnógrafos presuponen que la información que necesitan pue-
«comunidad» ha de confirmarse mediante una observación sistemática. den obtenerla, de alguna forma, por medio de especiales técnicas de
Esto significa que los etnógrafos esperan encontrar características comu- recogida de datos. En este sentido, los etnógrafos no difieren de cual-
nes a los miembros de un grupo: una serie de costumbres, actividade, quier otro profesional de las ciencias humanas como, por ejemplo, los
sociales, formas de interactuar e interpretar los actos sociales. Si el len- psicoanalistas, quienes creen que es posible acceder a conflictos psico-
guaje es, desde luego, un indicio importante de pertenencia a una comu- lógicos ocultos por medio del examen de la conducta corriente, como
nidad, la variación de los modelos lingüísticos y la alternancia frecuente la narrativa oral, los dibujos o las reacciones físicas. Lo que les diferen-
entre lenguas, dialectos o registros (véanse los capítulos 1 y 9) son indi cia de otros estudiosos de la conducta humana es que pretenden apro-
cios de la existencia de una posible subdivisión interna dentro de esa ximarse tanto como sea éticamente adecuado a la experiencia cultural
misma comunidad. En general, el hecho de centrarse en un grupo no de los sujetos (la Asociación Antropológica Americana ofrece pautas en
significa que exista necesariamente una homogeneidad cultural en él. este sentido). En vez de extraer el lenguaje de la realidad que quieren
Cuanto más estudiamos sociedades distintas de las nuestras, en especial, estudiar a partir de informes orales o escritos, los etnógrafos conviven
las complejas sociedades postindustriales y multiétnicas, como los Esta- durante un período de tiempo con las personas cuyo modo de vida
dos Unidos, más cuenta nos damos de que la comunidad homogénea quieren entender, les observan trabajar, comer,jugar, hablar, reír, gritar,
donde todo el mundo habla la misma lengua (o dialecto) y sabe todo lo enfadarse, entristecerse, estar contentos, satisfechos, frustrados. La obser­
que hay que saber para sobrevivir es, bien una idealización romántica de vación de una comunidad específica no se lleva a cabo desde un lugar
las sociedades de pequeña escala, bien un constructo colectivo que está distante y seguro, sino desde el interior de las cosas, esto es, partici­
en el núcleo del nacionalismo (Anderson, 1991). A pesar de esta cons- pando en tantos eventos sociales como sea posible. A esta combina-
tatación, sin embargo, los etnógrafos prosiguen su permanente búsqueda ción dificil, pero necesaria, de formas de estar con otros y observarlos
de modelos, esto es, de configuraciones recurrentes en la conducta de la denominamos observación participante , una piedra angular de la
los individuos, en sus descripciones, en sus procesos interpretativos, en contribución de la antropología a nuestra comprensión de las culturas
el empleo de sus recursos naturales y en la producción y el manejo de humanas (Malinowski, 1935, vol. 2: 3-4). En este sentido, antes de ser
sus herramientas y artefactos. Que un etnógrafo se sienta más atraído un producto, esto es, texto escrito, la etnografía es una experiencia o
por las semejanzas que por las diferencias entre los miembros de una un proceso (Agar, 1980: 1). Esta experiencia de participar en la vida
comunidad, vendrá determinado, en gran medida, por sus preferencias social de un grupo determinado a través de la cual puede compren-
teóricas. Por esta razón, la noción de cultura que se adopte es tan in1por- derse cómo se constituyen unos con otros en colectividad, es lo que les
tante en el proceso de realizar una etnografía. Si el etnógrafo asume, convierte al mismo tiempo en únicos y predecibles.
siguiendo la sugerencia de Wallace (1961), que una cultura es la organi- Tal como se desprende de las anécdotas con que los etnógrafos gus-
zación de la diversidad, buscará las formas en que los miembros puedan tan de ilustrar su trabajo de campo, para ellos su experiencia está car-

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Autropolcgla lilt~iiística
Métodos et11ogr4ficos

gada de significado y va más allá de la mera ejecució~ sa~sfactoria d_el


proyecto de investigación que se plantearon_ en un prmcipio. El traba.Jo reproduce)?, esto es, ¿qué hace que un grupo concreto de personas
de campo tendrá importantes consecuencias para el modo en que el constituya una unidad funcional de algún tipo?; y (2) ¿qué sentido dan
investigador se planteará su trabajo desde ese momento en adela~te y. los individuos a su forma de vivir, esto es, cómo se explican (en primer
en un plano más personal, para su propia vida personal. Para el pr_mc1- lugar, a sí mismos) por qué viven como viven, y por qué es un modo
distinto al de otros (algunas veces incluso de sus vecinos)?
piante, sin embargo, todo lo que puede decirse sobre transformaciones
y comprensión suele ser charla de cafe. Para alguien que no ha~ ~asado Cuando los etnógrafos reúnen la información que les podría ayu-
por esa experiencia le es dificil imaginarse exactamente la practica del dar a responder a estas preguntas, se espera que respeten los procedi-
trabajo etnográfico. Las primeras preguntas que suelen hacer los estu mientos analíticos, metodológicos y éticos que a lo largo de los años
diantes de antropología se refieren al tipo de fenómenos que deben bus- han informado la experiencia de una larga serie de investigadores, y de
car cuando inicien su trabajo de campo. Respuestas como «a un la cual hay constancia documental. Aquí hay algunas reglas tal como
etnógrafo le interesa todo» o «todo puede ser objeto de investigación fueron formuladas por el antropólogo británico Raymond Firth, uno
de los sucesores más aclamados de Malinowski:
para un etnógrafo, depende de tu interés» no suelen se_r de gran ayuda
para el principiante. Listas amplias aunq~e no exha~stiva_s; como la de Durante los últimos cmcuenta años la antropología social ha de-
la figura 4.1, podrían ser útiles como pnmera aproXImacion. sarrollado una técnica de trabajo de campo bastante sensible. Se han
creado reglas que garantizan una información tan precisa como sea
Tabla 4.1. Temas para un estudio etnográfico. posible. El investigador de campo debe fomentar el máximo contacto
con los individuos que estudia, así como con su medio. Se espera que
A los etnógrafos les interesa: utilice la lengua vernácula tanto con el fin de evitar los errores en la
interpretación como de confirmar sus cuestiones previas con el mate-
-lo que hace la gente en su vida diaria (i. e. las actividades en las que
rial recogido en la escucha de las conversaciones ordinarias entre los
participan, cómo se organizan, por quién y para quién) miembros de la comunidad. Se espera que verifique concienzudamente
-qué fabrican y qué usan (artefactos) , todos los datos significativos y no confie exclusivamente en los infor-
-quién controla el acceso a los bienes (productos de la tierra) y tecnologías mantes. No debe considerar que las opiniones que obtenga de ellos son
-qué sabe la gente, qué piensa y siente declaraciones objetivas de la realidad social, sino reflexiones desde la
-cómo se comunican unos con otros posición y los intereses de los individuos que las dan. Sobre todo, no
-cómo toman las decisiones (i. e. qué está bien o mal, qué se permite, qué se espera que las generalizaciones sobre las instituciones locales se basen
resulta raro, insólito, qué es verdad) exclusivamente en la información recogida de las palabras de los infor-
-cómo clasifican los objetos, los animales, las personas, los fenómenos mantes, sino que esté respaldada en todo momento por las propias
culturales observaciones que el investigador de campo haga de la conducta real
de los individuos.
-cómo organizan la división del trabajo (en géneros, edades, clases
sociales, rangos, etc.) (Firth, 1965: 3)
-cómo se organiza la vida de la familia/el hogar, etc. Esta sucinta y elocuente declaración revela que una de las grandes
preocupaciones de cualquier etnógrafo es la credibilidad de la infor-
. de estos temas es el inte
· rés mación que obtiene. Además de crear formas que garanticen la exacti-
La cuestión general que late debajo
' fos tud de lo que la gente les dice, también deben garantizar a sus lectores
P or la constitución de la sociedad y la cultura. Los etnogr~ .
que sus descripciones son precisas. Esto significa que los etnógrafos tie-
recogen información con el fin de responder a d os cuestiones bási-
·
. (se crea, se gestiona,
. ~e nen que tratar con dos tipos de interlocutores: los sujetos de su estudio
cas: (1) ¿cómo se constituye el orden social
Y sus futuros lectores. El reconocimiento de estas dos lealtades, casi

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Antropologia li11g1iística Métodos etnogrijicos

siempre conflictivas,es clave para una profesión que ha de lidiar cone, australiano, los pintupí han insistido en que aquellos que viven en sus
tantemente con los problemas del «poder, la resistencia, las constriccio- comunidades deben «ayudar a la comunidad aborigen».
nes institucionales y la innovación» (Clifford, 1986: 2), durante su Su deseo de instruirme en la cultura pintupí ha ido parejo a mi
trabajo de campo y después. No hay modo de dar la espalda a estas incorporación en sus vidas. Los pintupí que conozco han insistido en
cuestiones y responsabilidades.Sin embargo, hay formas de incorporar que aprendiera participando, y se han mostrado reticentes a la hora de
a la investigación, y a la (re)presentación pública de la misma, la tensión someterse a las sesiones formalesde entrevistascon las que, para mi frus-
creada por la intrusión del etnógrafo en el mundo de Otros, quienes tración, yo había soñado algunas veces.No es ni educado ni productivo
(por definición) poseen ideas y normas distintas de las suyas. Esto sig- hacer un montón de preguntas. Cuando los miembros de la comunidad
decidían prestarme su ayuda, me pasaba el día trabajando en observa-
nifica que, además del tema del acceso (a los individuos, a las fuentt's, ,1
ción-participante, aguardando el momento de hacer preguntas.De este
la información), los etnógrafos se han sensibilizado con la cuestión del
modo, poco a poco, aprendí a identificar ciertos consrructos simbólicos
papel que desempeñan dentro de la comunidad en la que trabajan. Cada pintupí dentro de ámbitos de acción, en el esfuerzo de hacerme enten-
vez en mayor medida, los etnógrafos van tomando conciencia del modo der, y no como objetos de análisis. Mí experiencia de la cultura pinrupí,
en el que se les percibe, de lo que se espera que hagan, de la medida en por tanto, ~mí_ en consonancia con el dict11111 de Wittgenstein de no pre-
que su personal proyecto de investigación, así como la representación guntar el significado de algo,sino de fijarseen su uso.
de ese proyecto, no es sino el producto casual de diversas fuerzas y alian- (Myers, 1986: 15)
zas, a veces en conflicto, a veces complementarias.
Según estas observaciones de Myers, ser un etnógrafo significa, antes
4.1.2. Los et11ógrafos como mediadores culturales que nada, aprender a mirar y a escuchar. Durante el trabajo de campo
Los etnógrafos han empezado a reconocer que operan como media­ se dan toda clase de interacciones y transacciones a nuestro alrededor
dores culturales entre dos tradiciones: una que establece su disciplina la mayoría de las cuales no están (afortunadamente)motivadas por nues~
y su orientación teórica particular, y la otra, representada por las per- tra mera presencia. Con el fin de describir estas interacciones, debemos
sonas que estudian y viven con ellos, que tienen su propia opinión apren~er_ primero a reconocer que pertenecen a la misma «especie».
sobre lo que deberían hacer en el trabajo de campo y cómo deberían Esto significa que la repetición de la vida cotidiana es un elemento cru-
comportarse. En las últimas etnografias se ha hecho más evidente la cial de nuestra habilidad para aprender a detectar modelos. Como
influencia de los miembros de la comunidad sobre el programa de: observadores-participantes,nos hacemos expectativas y aprendemos a
investigación del etnógrafo. Aquí hay un ejemplo del prólogo de l.1 hacer pronósticos sobre el efecto que produce un determinado acto
etnografía de Fred Myers sobre los pintupí, una tribu aborigen del (11~cluidas las palabras) y dónde o cómo podría haberse originado.
Desierto Occidental australiano: Mientras aprendemos a hacer este tipo de pronósticos, debemos ubi-
carnos a nosotros mismos en el tiempo y en el espacio. Debemos esco-
Como dijo una vez Margaret Mead, la antropología tiene infor-
ger _d~11de sentarnos (o permanecer de pie) y cuándo estar presentes.Son
mantes, no objetos de estudio. La gente nos enseña. Mi vida con l.1,
dec1S1ones que no dejan de tener consecuencias, porque nosotros lo
comunidades pmtupí ha estado siempre condicionada por mi partici-
pación en ella como «pariente». Una vez que han decidido que yo era sabemos, pero, como nos recuerda Myers, también los miembros del
su amigo (a pesar de mis denodados y sinceros esfuerzos por explicar grupo que estudiamos. Los miembros de cualquier comunidad suelen
en qué consistía mi trabajo), su aceptación nunca se ha basado en mí tener firmes convicciones acerca de lo que un visitante/forastero/invi-
investigación, por la cual no han mostrado nunca mucho interés. En t~do (u otras identidades que más o menos pudiéramos haber adqui-
vez de ello, lo que esperaban de mí era mi compromiso humano con rid~ durante nuestra estancia) debiera ser o lo que debiera estar
ellos como amigos. Esta condición impregna toda mi investigación. haciendo; también tienen firmes convicciones sobre quién ha de ser la
Desde que comenzó la política de «autodeterminación» del gobierno persona pública que se presente al investigador de campo. Por estos

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Antropologla lin,t¿iiística Métodos et11ográficos

motivos, el trabajo de campo no es más que una larga lista de negocia- ,1mbito también el juego entre los sonidos y la orientación espacial, los
ciones y compromisos entre nuestras expectativas y normas y las de actos de habla y los actos del cuerpo (véanse los capítulos 3 y 6).
nuestros anfitriones. Un ejemplo emblemático de este tipo de nego- Las experiencias de Myers y Ochs ilustran cómo en el proceso de
ciaciones nos lo ofrece Elinor Ochs en la introducción a su estudio una etnografia intervienen siempre formas de aprender de las perso-
etnográfico sobre la adquisición del lenguaje y el proceso de socializa- nas a las que se estudia (Spradley, 1980: 1). De acuerdo con la ya clá-
ción en Samoa Occidental: sica definición de Malinowski (1922: 25) a propósito del objetivo de
la etnografía, este aprendizaje suele verse como parte integrante de la
Cuando, durante el verano de 1978, empecé a grabar a los niños de
estrategia del etnógrafo «de aprehender el punto de vista autóctono, de
Samoa y a sus cuidadores, me encontré un problema metodológico seno.
su relación con la vida, a fin de poder entender s11 visión de s11 mundo».
En vez de enfrascarse en sus actividades cotidianas y en sus interaccione;
Pero este punto de vista es solo exacto en parte. En la tradición de
los niños se sentaban educadamente en esterillas próximas a la mía, y allí,
o bien aguardaban a que yo les dijese qué debían hacer, o actuaban Malinowski, al etnógrafo se le retrata como un neófito, al que los nati-
siguiendo las órdenes de algún hermano mayor, padre u otros parientes. vos tratan como un niño grande que aún necesita que se le atienda y
Aún era peor para el investigador que, en vez de conversar en el registro se le recuerde constantemente cuál es el comportamiento adecuado y
típico de la mayoría de las interacciones que tenían lugar en la aldea (el cuál no lo es en una determinada situación. Los etnógrafos suelen con-
registro que los samoanos denominan «mal hablas), los cuidadores y los firmar esta percepción, porque se ven inmersos en situaciones donde
niños parecían emplear tan solo el registro que llaman «buen habla», carac- se pone de manifiesto su incapacidad para una conducta competente.
terístico del samoano escrito, y del que se habla en la escuela, la iglesia, en Algunas veces se comportan así de forma inconsciente, y otras lo hacen
algunos escenarios donde tienen lugar negocios, y también con los extran- estratégicamente con el fin de observar cuál es la reacción de las per-
jeros que lo hablan. -Por favor», les decía una y otra vez a los miembros sonas ante sus torpezas, habida cuenta de que las enmiendas de sus erro-
de la casa, «sigan haciendo lo que hacen normalmente, y no me presten
res pueden brindarles la ocasión de oír explícitas definiciones de normas
atención». De alguna forma, esperaba que esa fórmula crease mágicamente
sociales y de reglas de etiqueta.
el contexto para la conversación «espontánea» entre niños y cuidadores
que caracteriza los estudios longitudinales sobre el lenguaje de los niño,
Junto a la representación de los etnógrafos como niños desobe-
en otras sociedades. ¿De qué otra forma podía yo obtener un registro de dientes o adultos culturalmente menoscabados, hay realidades que con-
datos que fuese «comparable»? El error de mi fórmula mágica y la pers- tradicen, y a veces complementan, estas impresiones. La relación de los
pectiva de quedar en ridículo en el mundo de la investigación expen etnógrafos con los sujetos de su estudio no son de ningún modo paran-
mental me llevaron a un análisis profundo de las bases de este problema. gonables a las que tienen los principiantes subordinados con los exper-
(Ochs, 1988: 1) tos de rango superior. La humildad que se desprende de sus actitudes
forma parte de una posición profesional, que tanto si es intencionada
La solución de Ochs a su problema fue reajustar su foco intelectual como si no, ellos esperan que reporte sus frutos a largo plazo. El inte-
y recolocar su interés en el desarrollo del lenguaje dentro de un esce- rés del etnógrafo por las vidas de los individuos y sus problemas suele
nario más amplio que, entre otros rasgos, incluyese la organización social ser similar al interés del abogado por las quejas de sus clientes o al inte-
del espacio en un hogar de Samoa. En su caso, la conducta que ella rés del terapeuta por los conflictos de sus pacientes: es compasivo pero
observaba y registraba en niños y adultos la obligó a reconsiderar el distanciado. Al escuchar sus historias, especialmente las más trágicas, el
efecto que su presencia en la casa ejercía, así como las fronteras de su etnógrafo no suele tener interés en el narrador y en su drama perso-
marco analítico. Si, como efectivamente descubrió, la conducta verbal nal, sino en la trama que dejan traslucir; no en los individuos que par-
de la gente variaba de unas partes de la casa a otras, y dependía del lugar ticipan en esos dramas, sino en los dramatis personae que representan; no
en que el investigador se sentaba, entonces debía reconsiderarse la misma necesariamente en los modos en que podría resolverse el conflicto, sino
noción de «lenguaje» como objeto de estudio para que incluyese en su en la lógica implícita en ese conflicto. En sus conversaciones con dichos

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A11tropología li11gtHstica Métodos etnot¿rcificos

sujetos, los etnógrafos poseen una conciencia de sus objetivos profe- Cuando se considera a los etnógrafos como mediadores culturales se
sionales que los proyecta más allá del aquí-y-el-ahora y en el reino de subraya el hecho de que, por grande que sea la «proximidad» o la «distan-
la escritura académica y la investigación profesional. Esto no significa ria» con que aquellos actúan, sienten o piensan, sus interpretaciones y sus
que el interés real en el drama humano o en la amistad real no esté allí acciones están siempre insertas dentro de procesos más amplios y de diá-
desde el comienzo, o no pueda crecer durante o después del trabajo de logos más complejos. Parte del trabajo que se hace en y a través de la etno-
campo; significa tan solo que como etnógrafos no podemos aparentar grafía debe, por tanto, contemplar una comprensión de estos diálogos, con
ser lo que no somos: uno de «ellos». Nuestras formas de participar en independencia de la medida en que cada investigador decida dedicar su
las vidas y dramas de la gente requiere honestidad para con los demás, investigación y publicaciones a la discusión de este proceso interpretativo.
así como para nosotros mismos. Como sugiere Narayan (1993: 672), De la misma forma que sería ingenuo caracterizar la etnografía como una
«debemos centrar nuestra atención en la calidad de las relaciones que búsqueda permanente y genuina del conocimiento, también sería erró-
mantenemos con la gente que pretendemos representar en nuestros tex- neo verla como un insoslayable acto de dominación sin paliativos, donde
tos: ¿nos servimos de ellos como una mera excusa para nuestras afir- los etnógrafos y los individuos que estudian actúan simplemente como
maciones profesionales sobre un Otro generalizado, o los aceptamos marionetas en el escenario de un teatro humano, totalmente controlados
como sujetos con sus propias voces, puntos de vista y dilemas; como por agentes ocultos y más poderosos. Una etnogra.fia es un acto interpre-
individuos con los que nos unen lazos de reciprocidad y que pueden tativo y, como tal, debería dedicarse a incrementar la profundidad de las
llegar hasta ser críticos con nuestra propia tarea profesional?». descripciones, lo cual entraña una comprensión de las condiciones bajo
La visión del etnógrafo como un joven principiante es imprecisa, las que es posible la propia descripción. La. contribución de los antropó-
porque los etnógrafos son adultos profesionalesque suelen proceder de logos lingüistas a la definición actual de la etnogra.fia, a sus objetivos, con-
naciones o instituciones poderosas, con superioridad militar y económica diciones y resultados ha puesto el énfasis en la necesidad de que nuestros
sobre las personas a las que estudian. Estos investigadores actúan y se les sujetos hablen, tanto como sea posible, con sus voces y sus cuerpos, que
suele percibir como individuos poderosos y ricos que tienen un interés cuenten las historias que cuentan habitualmente en su vida cotidiana. El
pasajero, y en muchos aspectos limitado, en la comunidad en la que viven proceso de la transcripción, que abordaremos en el siguiente capítulo, debe
y estudian. Más allá de las intenciones, motivaciones o conciencia de los entenderse dentro del contexto de esta tarea.
etnógrafos, hay procesos políticos y globales que forman parte de las rela-
ciones que establecen sobre el terreno. Los antropólogos acaban de 4. 1. 3. ¿ Qué debe abarcar una etnografia? Complementariedad
empezar a investigar estas relaciones y sus consecuencias potenciales y y colaboración en la i1111estigació11 etnogr(ifica
reales, especialmente ahora que una nueva generación de etnógrafos ha Cuando Malinowski empezó a promocionar la etnografia en sentido
vuelto para estudiar su propia comunidad o la comunidad de sus moderno, esto es, como observación participante, pensaba que las etno-
padres (i. e. Abu-Lughod, 1991; Appadurai, 1991; Kondo, 1990; Mani, grafias debían ser relatos que abarcasen la totalidad de aspectos de un
1990; Narayan, 1993; Said, 1989). Al mismo tiempo, no deberíamos pueblo determinado. El etnógrafo tenía uno o dos años para familiari-
sobrestimar el ascendente de los investigadores sobre sus sujetos o infor- zarse con el lenguaje que se hablase en la comunidad y (¡al mismo
mantes. Como ha indicado Harvey (1992: 75), «la relación entre investi- tiempo!) describir todos los aspectos posibles de la vida social y mate-
gador e investigado no puede describirse como una relación jerárquica rial y de la cultura simbólica que él o ella pudiera documentar.
sin más, donde el investigador simplemente impone su planteamiento».
Si pensásemos que la gente a la que estudiamos es víctima inocente de El etnógrafoque se proponga estudiar por separado solo la religión, o bien
la tecnología, o la organización social, delimita el campo de su investigación
nuestros proyectos académicos y científicos, sería, lisa y llanamente, pater-
de forma artificial, y eso supondrá una seria desventaja para su trabajo.
nal o racista. Ellos tienen sus propias ideas, planteamientos y objetivos.
Debemos encajar en sus vidas igual que ellos encajan en las nuestras. (Malinowski, (1922] 1973: 28)

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A11tropologfa /i11giifstica Métodos et11ográficos

Esta condena de las descripciones parciales y adhesión a las etno- de individuos (mujeres, hombres, niños, jefes, sacerdotes, diputados,
grafías totales dio algunos relatos notables, pero también algunas simpli- sacerdotes, oradores, doctores, etc.). Por medio de la selección y clasi-
ficaciones sobradamente conocidas. Había siempre algunos aspectos de ficación de las actividades sociales sobre la base del uso lingüístico los
la cultura que, bien se ignoraban, bien se daban por descontados, algu- antropólogos lingüistas son capaces de producir relatos más precisos de
nas veces presuponiendo que se trataba de aspectos evidentes o que no la estructura lingüística y del uso que los que tenían los antropólogos
requerían investigación especial alguna. El lenguaje era casi siempre uno culturales con tan solo un limitado entrenamiento en los métodos y
de esos aspectos culturales que se colocaban en esta categoría residual. modelos lingüísticos.
Los etnógrafos no podían arreglárselas sin él, pero raramente le otorga- El peligro de una comprensión restrictiva de la vida social de una
ban la atención sistemática que requería. Era un instrumento para temas comunidad -un peligro que acecha detrás de las lentes que enfocan
teóricamente más importantes, como la organización social, el sistema solamente los códigos verbales y la actuación verbal- debe compen-
de parentesco y, en ocasiones, la interpretación de mitos y leyendas. La sarse mediante la colaboración directa o indirecta con otros investiga-
sexta edición de Notes and Queries on A11thropology, editado por el Real dores, que pueden estar estudiando el mismo grupo, pero con otros
Instituto de Antropología de Gran Bretaña e Irlanda (1951), dedica, por enfoques. De esta colaboración han resultado algunos de los mejores
ejemplo, un capítulo a «La Lengua», y su mejor consejo al etnógrafo en estudios antropológicos de las últimas décadas. Por ejemplo, los estu-
ciernes es que eche mano de las descripciones lingüísticas existentes o dios de base etnográfica de Bambi B. Schieffelin (1990) sobre la socia-
que se instruya en lingüística. En once páginas se presenta al lector la lización lingüística de la tribu de los kaluli del monte Bosavi, en Nueva
gestualidad, el lenguaje de signos y el lenguaje hablado, y hay secciones Guinea Papúa, y el relato de Steven Feld (1982) sobre la interpenetra-
sobre fonología, gramática y semántica. El siguiente capítulo es sobre ción de sonidos, sentimientos y relaciones sociales dentro de una misma
cultura material, ¡que ocupa ciento dieciocho páginas! comunidad, se beneficiaron claramente uno del otro. Es más, sobre
Los antropólogos contemporáneos han aceptado finalmente el ambos estudios gravitaba la obra anterior de Edward Shieffelin (1976)
hecho de que una persona no puede abarcar la cultura de una comu- a propósito de la organización cultural de los sentimientos (especial-
nidad en todos sus aspectos, tal como prescribió explícitamente Mali- mente el miedo y la atracción) dentro de la misma comunidad. El estu-
nowski (1922), y que investigadores distintos ponen de relieve aspectos dio de Genevieve Calarne-Griaule (1965) sobre la ideología lingüística
distintos de acuerdo con su experiencia e intereses teóricos. Tenemos de los dogón (Mali) fue posible gracias al cúmulo de estudios etnográ-
ya etnografias de grupos específicos (i. e. tejedores, sastres, drogadictos, ficos previos, así como las aproximadamente setenta publicaciones de su
doctores), de actividades (interacción en clase, actuaciones musicales, padre, el antropólogo francés Marce! Griaule. Su obra proporcionó un
posesión espiritual, ritos de paso), de acontecimientos (juicios, reunio- fundamento sólido sobre el que ella hacía gravitar una compleja serie
nes políticas, bodas, intercambio de regalos) y de procesos sociales de hipótesis sobre cómo el lenguaje trabaja a la vez como metáfora y
(socialización, aculturación, hospitalización, marginación, instituciona- factor de conexión en la cosmología y la filosofia de los dogon.
lización de ciertas prácticas). La descripción etnográfica de las lenguas Estos proyectos, entre otros, nos han enseñado que la imagen del soli-
no es una excepción. Los antropólogos lingüistas adoptan métodos tario investigador de campo, que viaja a una tierra ignota, nunca antes
etnográficos para centrarse en los distintos modos en que la comuni- hollada por un antropólogo, y sobre la cual escribe después, con firma de
cación lingüística se integra como parte de la cultura de los grupos que autor, ensayos y monografias es un anacronismo, tal vez nada más que una
estudian. Participando en los diversos aspectos de la vida social de una mezcla de humanismo romántico y de solipsismo metodológico.
comunidad, el antropólogo lingüista puede documentar las conductas No debería interpretarse esta crítica de los proyectos aislados ni la
comunicativas que tienen lugar en una serie de interacciones (la con- alabanza de la colaboración como una obligación para que se escriban
versación casual, los acontecimientos políticos y ceremoniales, las repre- siempre ensayos en colaboración ni para que abramos nuestros cuader-
sentaciones teatrales, el canto, el duelo), y entre grupos determinados nos de notas y archivos para que los vea cualquiera, pues no debe olvi-

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A11tropología lingiüstica Métodos etnogrqficos

darse que quedan muchas cuestiones pendientes, como la de la protec- fidedigna y variada que la que resultaría de una entrevista con uno o
ción de la vida privada de las personas que nos permitieron ser testigos dos hablantes nativos entre cuatro paredes de un despacho de una ins-
de sus vidas. Sin embargo, ciertamente queda en el aire una mayor con- titución académica occidental. Aunque podrían participar ocasional-
ciencia de la naturaleza dialógica de cualquier búsqueda epistemológica, mente de la vida de una comunidad, la mayoría de los lingüistas no
además de un sentido renovado de la importancia de la conexión exis- consideran que una ubicación i11 situ les brinde ninguna oportunidad
tente entre el conocimiento y el poder, entre el libre acceso y la respon- de captar el uso que los hablantes hacen del lenguaje en su interacción
sabilidad. A medida que una nueva generación de estudiantes procedentes con otros. Por el contrario, la experiencia de campo es una excusa para
de un amplio abanico de etnias, razas y naciones ingresa en el foro aca- convertir a algunos hablantes nativos en consultores lingüísticos, quie-
démico occidental, nuestras descripciones se verán afectadas; nuestro dis- nes, con un entrenamiento previo, aprenderán a usar sus intuiciones
curso del Otro no será ya nunca el mismo. Los nietos de los «primitivos», para ofrecer criterios de aceptación de las diversas formas gramaticales.
cuya descripción hicieron los padres fundadores de la antropología (Boas, «¿Puede decirse...?» -pregunta el o la lingüista-; y anota enseguida la
Malinowski, Radcliffe-Brown)y madres (Benedict, Mead, E. C. Parson), reacción del hablante nativo a la expresión propuesta; y se presenta la
no solo leen nuestros libros, sino que se sientan en nuestras aulas, evalúan siguiente proposición: «¿Qué me dices de ... ?», seguida de una serie de
nuestras descripciones y, esperémoslo, se preparan para hacer nuevas pre- cuestiones: ¿cuál es mejor?, ¿por qué esta no funciona?, ¿qué dirías en
guntas y proponer nuevas respuestas. Autoría y cooperación cobrarán vez de esto otro?, etc. Estas técnicas son importantes para descubrir
seguramente un nuevo sentido en futuros trabajos etnográficos. Que estas regularidades en el sistema lingüístico y para tener acceso a formas que
cuestiones hayan salido a la luz se debe en gran medida a la contribución podrían no ser comunes en el uso cotidiano. Al mismo tiempo, el uso
de las antropólogas feministas, que han obligado a los antropólogos y a exclusivo de estos métodos evita sistemáticamente involucrarse en lo
otros científicos sociales a plantearse la naturaleza genérica de los relatos, que convierte precisamente al lenguaje en una institución social y una
llamados objetivos, y de la situacionalidad de cualquier descripción etno- práctica cultural.
gráfica (Haraway, 1991; Harding, 1986; Spivak, 1985). Los antropólogos lingüistas, por otro lado, realizan abundantes gra-
baciones audiovisuales de las interacciones cotidianas. Estas formas de
documentación se complementan con la observación participante y
4.2. Dos CLASES DE LINGÜÍSTICA DE CAMPO
demás técnicas afines para el trabajo de campo, que tienen como obje-
Los antropólogos lingüistas no son los únicos que atraviesan largas dis- tivo el estudio de la competencia oral, entre otras: notas etnográficas,
tancias con el fin de establecerse en una comunidad de hablantes y des- dibujos, mapas, entrevistas y fotografía fija. Estas técnicas se usan con el
cribir su lengua, porque los lingüistas lo han hecho también desde hace fin de revelar la existencia de prácticas orales locales, así como las con-
bastante tiempo, y los cursos de metodología de la investigación de ceptualizaciones locales de dichas prácticas y del lugar que ocupan en
campo son una parte importante del aprendizaje de cualquier lingüista, la organización social de la comunidad (véase la tabla 4.2).
al menos en los Estados Unidos. Hay, sin embargo, algunas diferencias
importantes entre el método de trabajo de campo que emplean los Tabla 4.2. Lo que les interesa a los antropólogos lingnistas es:
antropólogos lingüistas y el de la mayoría de los lingüistas. La práctica
de la etnografía que he esbozado más arriba es una de ellas. Para los lin­ ­La organización básica de la relación entre sonidos y significados, tal
güistas interesados exclusiva o principalmente en la gramática, el motivo como aparece en el uso del lenguaje real en las diversas actividades
de trasladarse a un lugar remoto y vivir en una comunidad de hablan- sociales y (siempre que existan ya descripciones gramaticales) hasta
tes suele radicar en participar del privilegio de poder tener acceso, vir- qué punto las anteriores descripciones gramaticales reflejan el uso del
tualmente ilimitado, a hablantes de diferentes edades, género y status lenguaje real, o tan solo usos especiales, como los orientados a la
social, cuyos testimonios proporcionan una base de datos mucho más alfabetización.

142 143
­Las conceptualizaciones
. locales de lo que constituye un «lengua· Je», lo e 111cluso declinar los verbos que se están estudiando, algo que podría
que incluye caracterizaciones del habla de recién nacidos y foráneos necesariamente una elección voluntaria del investigador. En
110 5er
­La distribución e~pacial de los usos del lenguaje (i. e. ¿ocupa un luga.r .,,1111oa,
por ejemplo, si me sentaba en una zona de la casa destinada a
cen_tral la actuación verbal pública, como el marae en las antiguas los oradores, se esperaba de mí que actuase cuando se presentara una
s~c,eda~es polinesias o «la casa de reunión» entre los kuna? ¿Existen ocasión. Los expertos locales actuaban como profesores, consejeros y
diferencias entre los modos de usar el lenguaje en las distintas partes d tides seguidores.Aun cuando se había despertado alguna expectación
una casa?). e ,1nte mi alocución pública, esto no se debía a mi manifiesto interés por

¡,1 lengua y el arte verbal, sino más bien a la identidad social de «jefe»
­Los rasgos y significados culturales de lo que se entiende como ritual 0
lenguaje ceremonial, frente al habla cotidiana. \" orador que se me atribuía (Duranti, 1994a: 23). Por ser el único
~,1rón adulto de nuestro equipo de investigación', era el candidato más
­La distribución social de estilos, géneros y acontecimientos de habla
adecuado para representar oralmente a quienes ellos consideraban que
(i. e. ¿de qué modo los diferentes grupos sociales se desmarcan de los
era mi «familia extensa». Cada vez que alguien se dirigía a nuestro
demás mediante registros lingüísticos especiales o actuaciones
grupo con un discurso ceremonial, los otros participantes volvían sus
verbales?).
rostros expectantes hacia mí, aguardando que fuese yo el que hablase
­La medida en que las teorías locales sobre la estructura lingüística y el ,1 continuación. En estas situaciones era mucho más dificil para mí
uso del lenguaje guardan relación con las cosmologías locales. poder seguir lo que sucedía a mí alrededor, poner en marcha una gra-
­El papel de la socialización lingüística en la configuración de la badora, o tener tiempo para improvisar unas notas rápidas. Al mismo
persona, la mente y las relaciones sociales. nernpo, estas experiencias me permitían acceder al patlios del aconte-
­La interpenetración de códigos distintos (i. e. habla, gestualidad, ropa) cmüento comunicativo, algo que nunca habría podido hacer mediante
en la constitución de los mensajes y sus interpretaciones. la observación o las entrevistas.
Cuando es posible y éticamente adecuada, la participación com-
pleta brinda a los investigadores la gran oportunidad de experimentar
La cuestión básica que subyace a estas preguntas son los diferentes directamente el proceso mismo que están intentando documentar. Aun-
modos en que el lenguaje, siendo un sistema abstracto de clasificación que esto no se aproxima ni de cerca a penetrar en la mente y el cuerpo
(de los mundos natural y cultural) y un modo de interacción social de un hablante nativo, la participación permite al investigador conocer
proporciona el tejido que permite que un determinado grupo social 5~ profundamente lo que significa participar en una situación determi-
reconozca como comunidad. nada y sugiere hipótesis y nuevas preguntas. La epifanía que provoca el
ingreso en la comunidad que se estudia se refleja bien en el relato de
Feld a propósito de su experiencia entre los kaluli:
4.3. LA OBSERVACIÓN PARTICIPANTE
Aun cuando eran muchas las cosas que, como resultado de la obser-
Ha~ distintas maneras de observación participante: desde la pattícipadén vación parricipante, podía entender sobre los ideales kaluli con respecto
~,1
pasiva, en la _q_ue etnógrafo intenta entrometerse lo menos posible, a la expresión del sonido, no creo que empezase a sentir muchas de las
?asta l_a partiapaaon completa, en la cual los investigadores interactúan
mtens1~amente_ c_on otros participantes, y llegan a participar y actuar
en_ la_ nusma actividad que estudian (Gold, 1969; Spradley, 1980: 58-62; ' Esto no sigmfica que en Samoa las mujeres nunca den discursos ceremoniales JU
participen en complejas negociaciones. He conocido y oído a oradores fernemnos con mucho
Williams~n e~-~[·: 1982: cap. 8). En caso de una investigación de campo talento. Sin embargo. casi siempre se prefiere con mucho que sean hombres. especialmente s1
de corte ~ngu1saco, la participación completa supone que hay que ser ostentan átulos {matai}, los que cumplan con el papel de oradores. Esta preferencia no reza para
capaz de interactuar de un modo competente en la lengua vernácula, las actividades que dirigen y organizan muJeres.

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Antropologia lingiiistíca Métodos et11ogr4ficos

cuestiones esenciales,como... la construcción de un clímax de sonido Al observador que entra en una casa con la intención de averiguar
hasta el día que compuse una canción sobre la marcha de Bosav; cómo gestiona una familia su capacidad de leer y escribir, se le plan-
(E. Schieffelin] y Bambi [Schieffelin], que llenó de lágrimas los ojos de tean enseguida algunos problemas prácticos: dónde sentarse o perma-
Gigio, uno de sus amigos más antiguos e íntimos. También yo lloré, v necer de pie, qué zonas de la casa se plantea observary a qué miembros
en esa intensa y momentánea experiencia testimonial, sentí por pri; de la familia, y con cuáles de ellos hablará.Aun cuando exista un foco
mera vez la emoción de cómo sería habitar aquella realidad estética en de atención tan definido como «ver la televisión», el observador ha de
la que sentimientos como aquellos se encuentran en el mismo corazón tomar diversas decisiones sobre el lugar al que ha de dirigir su aten-
del ser humano. ción. Si se sienta junto a los miembros de la familia mientras estos ven
(Feld, 1982: 236-237) la televisión, por ejemplo, le será imposible observar su dirección de
mirada. Puesto que generalmente tiene lugar más de una actividad a la
Al mismo tiempo, la preocupación que nos produce nuestra pro-
vez dentro de una casa, el observador debe plantearse sin cesar adónde
pia actuación, y que supone prestar atención al papel que desernpejij , debe dirigir su atención. Estas decisiones son tanto más dificiles de
rnos allí y a la percepción que de él tienen los demás, puede ser tomar cuanto que constatamos que observar una actividad significa con
absorbente y extremadamente perturbadora cuando lo que pretende- frecuencia perderse otra.
mos es documentar lo que ocurre a nuestro alrededor. Por este motivo
{Leichter, 1984: 43)
los etnógrafos deben refrenarse para no convertirse en participantes
completos, y aprender a aceptar el extraño status de que se les perciba Además de encontrar el lugar apropiado, los investigadores deben
como profesionalesespectadores circunstanciales u oyentes casua- encontrar la conducta adecuada para cada lugar determinado. En oca-
les (véase también el epígrafe 9.3.2). Para ello hay que encontrar el siones, esto los obliga a quedarse inmóviles para no atraer la atención; y
lugar que más se aproxima a un punto ciego en la escena, esto es, el lugar en otras, a parecer ocupados. Por ejemplo, alguien podría estar tomando
donde se pasa más desapercibido. Para Ochs, que estudiaba la lengua de notas sobre un libro, o fijándose en algún objeto o herramienta (la gra-
los niños de Samoa, el punto ciego suponía sentarse en lo que se con- badora, la cámara) que requiera una atención incondicional.
sidera la zona «trasera» de la casa, donde no se le dispensaba el rango La lógica que subyace a la búsqueda del punto ciego y a intentar
honorífico de las invitadas de alto status (véase el epígrafe 9.5). Para el importunar lo menos posible no es pretender disimular nuestra pre-
investigador que estudia el protocolo de una ceremonia, el punto ciego sencia allí, sino aproximarse lo más posible a lo que es ser un partici-
será el lugar donde no tenga que ceñirse a dicho protocolo; si graba pante marginal. Aun cuando en la práctica no es ni éticamente
una conversación, el punto ciego será el lugar donde los participantes adecuado ni factible que ocultemos totalmente nuestra presencia, resulta
no se sientan obligados a incluirle; si lo que estudia es una clase, podría también muy restrictivo que recojamos datos únicamente basándonos
ser una silla que le permita escapar al foco visual de la mayoría de los en la respuesta de los participantes a nuestra presencia en la escena. Aun-
estudiantes, y buscaría un lugar alejado de la pizarra donde escribe el que este tipo de datos han demostrado ser reveladores (Duranti, 1990;
profesor, o del pequeño estrado al que suben los niños para presentar Haviland, 1986; Howe y Sherzer, 1986), no deberían constituir la mayor
sus trabajos en clase. En general, es mucho más dificil encontrar el lugar parte de nuestro corpus.
adecuado en escenarios íntimos que en escenarios públicos o forma- Hay veces en que la conducta más conveniente consiste en acep-
les. Una de las grandes dificultades que le tocaría vencer a un etnógrafo tar que se nos trate como invitados o ser el centro de atención (esto es
sería la observación participante dentro de una casa habitada por una especialmente cierto durante los primeros días en una comunidad o las
gran familia. Leichter proporciona un retrato sorprendente de los pro- primeras visitas a un lugar concreto). Por esta razón, no hay reglas abso-
blemas que hay que afrontar, en su descripción de los dilemas de un lutas sobre el modo de comportarse cuando se forma parte de una
observador que intenta aprender sobre las prácticas lectoras y escrito- observación-participante. Nuestra sensibilidad social debe determinar
ras de una familia: en cada caso cuál es la respuesta más apropiada a las expectativas de

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Antropología li11giiística Métodos etnográficos

nuestros anfitriones. Es habitual que en este terreno se produzcan erro- ,·ista. Este interés forma parte de un problema más amplio que afecta a
res, a veces inevitables, pero no fatales generalmente, aunque ha habido !J adecuación o no de la situación provocada por la entrevista para acce-
casos en los que una conducta descortés de los etnógrafos precedentes der al conocimiento local y a las prácticas comunicativas locales. Para
ha originado la prohibición de seguir investigando en el futuro. En este William Labov (1984: 29), por ejemplo,
caso, la pauta general que ha de observarse es el respeto a la sensibili-
LAs entrevistas cam a cara son el 1í11ico medio de obtener el volumen y cantidad
dad de nuestros anfitriones por encima del deseo de obtener «buena.
de habla registrada que requiere 1111 análisis cuantitativo (cursiva en el original).
información y de la emoción de documentar algo fundamental para
nuestros objetivos de investigación. La mayor parte de los antropólogos lingüistas no están de acuerdo
En general, no es arriesgado decir que son necesarios diversm con este principio general y creen que, aunque en ocasiones son úti-
modos de participación para realizar una buena descripción de un les, las entrevistas raramente proporcionan la riqueza de información
evento o situación social. Esto significa que los etnógrafos suelen osci _ que requiere un análisis lingüístico culturalmente contrastado. No hay
lar entre momentos de mayor y menor implicación en las actividads; nada que pueda sustituir la observación y grabación de las interaccio-
de campo. nes reales que tienen lugar entre los hablantes de la comunidad durante
la realización de sus tareas cotidianas, ya sean privadas y corrientes o
públicas e institucionalmente relevantes. Disponemos de tecnologías
4.4. LAS ENTREVISTAS
audiovisuales en el mercado que permiten un alto nivel de fidelidad,
Las entrevistas, en sentido lato, son una forma corriente de interacción aun cuando los hablantes sentados frente al investigador en un entorno
durante el trabajo de campo. Los etnógrafos hacen preguntas sin cesar, tranquilo no se dirijan directamente al micrófono. Cuando se consi-
algunas de las cuales son acerca de cuestiones o problemas que intentan dera que las entrevistas son necesarias o imprescindibles, han de tenerse
resolver; por tanto, nunca son tan ingenuas o inútiles como podría pare- en cuenta algunas advertencias con el fin de saber qué se debe esperar
cer, dado que cualquier respuesta aparentemente lacónica o poco rele- y cómo ha de gestionarse una situación de entrevista.
vante podría tener, tal vez no en el momento pero sí a largo plazo, un
gran contenido informativo para el investigador. Hay, sin embargo, algu- 4. 4. 1. LA ecología cultural de las entrevistas
nas ocasiones en que el investigador se sienta (a menudo con un bloc de Las reacciones a las cuestiones del investigador variarán en función de
notas en sus manos o con la grabadora en marcha) y formula una serie una serie de factores: si el formato de la entrevista se ajusta a las prác-
de preguntas más o menos estructuradas y, en parte, preparadas con ante- ticas locales de obtención de información (véase más abajo), o a la natu-
rioridad, a un miembro de la comunidad al que se considera particular- raleza de los temas que se discuten. Las cuestiones podrían dirigirse a
mente experto en una determinada área de conocimiento. Para los un dominio de conocimiento cuyo valor se reconoce culturalmente,
antropólogos lingüistas, la entrevista podría ser un instante decisivo para como es el caso de la oratoria pública y de otros campos especializados
obtener información cultural de fondo que les permita comprender los (en ocasiones esotéricos) como la medicina, la magia, las genealogías, o
intercambios lingüísticos específicos que son objeto de su estudio. Para a un dominio que puede considerarse no especialmente idóneo para la
algunos investigadores de la escuela sociolingüística (Labov, 1972a, especialización, como las actividades relacionadas con niños (i. e. jue-
1972b), la entrevista podría brindarles la ocasión de obtener un corpus gos verbales, canciones infantiles, rutinas de socialización, errores que
lingüístico que sirva de base para un estudio de las formas gramaticales, cometen los niños al hablar).
las variaciones estilísticas, y las actitudes hacia el lenguaje (Hill y Hill, En algunas comunidades, el acceso a ciertos temas o eventos puede
)
1986). En éstos casos, el lingüista no busca «expertos», sino simplemente estar sencillamente prohibido a las personas ajenas a ellos. Este es el caso,
«hablantes», y uno de sus intereses principales es averiguar hasta qué al parecer, de los rituales de los aborígenes australianos relativos al sueño,
punto el hablante ha empleado un habla representativa durante la entre- o las ceremonias religiosas de los indígenas americanos. Cuando se per-

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Antropología li11giiística Métodos et11ográficos

mite que los investigadores de campo presencien o participen en cere- No debería olvidarse nunca que cuando obtenemos información
monias sagradas, consideradas de acceso restringido (i. e. solo para adul- de los individuos, estos podrían quedarse con la sensación de que les
tos o solo para varones iniciados), deben ser especialmente cuidadoso ha sido sustraído algo precioso. El pago de un sueldo de informante
para no violar la confianza que han depositado en ellos. Cualquier podría no ser suficiente para compensar el sentid~ de pérdida que
información sobre dichos eventos ha de ser sopesada con sumo cui- ,1Jguien puede experimentar, cuando algo que podna haber rnencio-
dado y negociada con los miembros de la comunidad. n,~do en un momento de intimidad o en señal de amistad hacia el
Los investigadores de campo deben ser conscientes de que cada rnvestigador de campo se convierte en una información puesta al ser-
comunidad posee sus propios modos de conceptualizar lo que es u,1.1 vicio de miles de personas del mundo entero.
«entrevista». Cuando, como suele suceder, este evento comunicativo 110 Los investigadores necesitan estudiar también la ecología local
entra en su repertorio cultural, ha de valorarse la oportunidad de dar- del acto de preguntar. En otros mundos los investigadores de
les algunas nociones previas o algún tipo de información con el fin de campo necesitan averiguar a quién se permite preguntar qué, cuándo
que los miembros de la comunidad puedan comprender el interés del v cómo. En las sociedades occidentales se espera y se permite que se
investigador en realizar una entrevista. Tal como cuenta Elinor Ochs hagan preguntas durante las primeras fases del proceso de aprendi-
Keenan (1974; 1976), en Madagascar se considera que la información zaje (especialmente en el contexto de las actividades escolares), pero
es un bien escaso, y las personas son reacias a proporcionar, tanto a loca- en muchos lugares del mundo hacer preguntas no se considera una
les como a extranjeros, nada que pudiera considerarse «noticias». Como actividad adecuada para un principiante. En muchas sociedades se
en muchas otras sociedades del mundo, se suelen proteger celosamente espera que los principiantes observen e imiten lo que hacen los
las genealogías, y los investigadores de campo que se interesan por ellas expertos en vez de importunarles con preguntas (Lave, 1990; Rogoff,
podrían tener que esperar durante meses o años para encontrar a 1988). Por tanto, cuando Charles Briggs empleó la entrevista con el
alguien que desee entrar a abordar ese asunto en detalle. En Samoa no fin de investigar sobre la talla de madera en una comunidad mexi-
resulta apropiado hacer preguntas respecto a las motivaciones de las per- cana del norte de Nuevo México, tuvo que hacer frente a toda clase
sonas. Preguntas como «¿por qué lo hizo?» suelen producir un rechazo de «problemas procedimentales» (1986: 43). La gente no respondía
genérico al compromiso {ta'ilo «[cómo pobre] yo saber?» o, si se inte- directamente a sus preguntas, o le proporcionaba información apa-
rroga a propósito de una conducta desviada, «(él estaba) borracho» (ona), rentemente contradictoria o muy restrictiva. Afortunadamente, con
se responderá cualquier cosa que no presuponga algún conocimiento el tiempo, Briggs registró sus tentativas y, tras un cuidadoso estudio
sobre el grado de ingesta de alcohol de la persona sobre la que se pre de sus propias preguntas y de las respuestas de sus informadores, pudo
gunta, y cualquier otra pesquisa no obtendrá probablemente ningún comprender mejor el proceso de la entrevista, que ahora puede ayu-
fruto. A los samoyanos no solo les disgusta aventurar explicaciones psi- dar a otros investigadores que pudieran encontrarse en situaciones
cológicas o especulaciones sobre los estados anímicos profundos, sino similares.
que el hecho de que el investigador se vea envuelto en este tipo de
Este material permite entender mejor algunos de los errores comu-
prácticas interpretativas suele verse como algo inapropiado e incluso
nicativos que cometí durante mi investigación de campo con los mexi-
peligroso. Por ejemplo, que la reconstrucción de los acontecimientos
canos ... Sencillamente di por supuesto que el conocimiento del español
del pasado se presente vinculada causalmente a una crisis del presente
estándar, un proyecto de investigación que demostró ser válido para la
puede hacer sangrar viejas heridas y agotar emocionalmente a las per- pareja y su comunidad, y una reciente amistad me permitirían comenzar
sonas. Esto se hace evidente en ocasiones solemnes, como la asamblea mi ronda de entreviscas.Al mismo tiempo, pensé que las entrevistas serían
del consejo de la aldea ([0110), donde se exhorta a los participantes a instrumentos inmejorables para obtener una competencia sociocultural y
mirar hacia el futuro y no traer al debate conflictos que sucedieron en sociolingüística ... Puesto que yo ignoraba las tradiciones orales de la comu-
el pasado y que se consideran resueltos (Duranti, 1994a: 97). nidad y carecía del mínimo dominio sobre las habilidades pragmáticas que

150 151
Antropología li,wiiística Métodos et110.~rqficos

requerían, no dejé otra elección a los mayores, salvo la de retomar el con- Los criterios varían cuando se trata de hacer algunas entrevistas pun-
trol de la interacción y romper el marco de la entrevista. cuales, o bastantes entrevistas, con el fin de conseguir datos para un estu-
(Briggs, 1986: 6{) dio comparativo. Los sociólogos urbanos han elaborado diversos métodos
Briggs descubrió, entonces, que si quería aprender sobre la talla v para realizar docenas o incluso cientos de entrevistas formalizadas. Uno
la tradición, tendría que adoptar el papel de principiante tradicional. de estos métodos es el cuestionario estandarizado. Se ha diseñado
Para enseñarle, sus anfitriones preferían seguir el método de darle una con el fin de que pueda utilizarse en distintos trabajos de campo y se
pieza de madera y un buril y ayudarle a tallar. Solo una vez dentro dt• adapte a diversas situaciones, además de a sujetos de variada clase social
ese contexto, Briggs pudo conseguir más información sobre las tallas v O procedencia étnica. Shuy, Wolfram y Riley (1968) utilizaron cuestio-

su trascendencia sociocultural. · narios estandarizados en su Estudio del Dialecto de Detroit, que fue dise-
ñado con el fin de obtener una panorámica general de las diversas
Entonces me encontré con que, si repetía una de sus frases, seguid.1
subculturas de habla inglesa, que pudiera servir de guía a las políticas edu-
de una coletilla interrogativa: «¿Así que cu padre era un gran brormsr.i,
cativas ciudadanas. Para el trabajo de campo se entrevistó a unos 700 ha-
no es cierto?», obtendría más información. Por tanto, una vez que habí.i
entendido la manera adecuada para aprender y había obtenido un nivel blantes, aproximadamente, de cuatro grupos de edades distintas y
mínimo de competencia, los López estaban bien dispuestos a propor- pertenecientes a un amplio espectro de origen social y étnico. Pese al
cionarme cualquier información sobre el arte de la talla. Afortunada- convencimiento de los investigadores respecto a que «la informalidad en
mente, esta vez sí que la pareja me permitía poner en marcha mi la entrevista era un factor crucial para obtener información sobre el habla
grabadora. Esto no solo llenaba de ruido de fondo mis primeras gra- coloquial» (pág. 40), la exigencia de un sonido de elevada calidad con vis-
baciones, sino que me proporcionaba mucha información sobre el tas a un análisis fonético dio lugar a lo que la mayoría de los antropólo-
modo que tenían los López de enseñarme a aprender. gos lingüistas considerarían un contexto muy formalizado:
(Briggs, 1986: 63)
El marco de la entrevista era sencillo y estándar. El investigador de
Este fragmento pone de manifiesto el grado de sutileza analítica campo colgaba el micrófono alrededor del cuello del informante, ponía
que se requiere para, a partir de las entrevistas, detectar dónde se pro- en marcha la grabadora, a la que previamente se había conectado el cable,
ducen los malentendidos, así como los mecanismos lingüísticos especí- y pedía al informante que contase hasta diez. Este procedimiento daba
ficos que el entrevistador y los entrevistados emplean para transmitir su lugar a una lista recitada, uno de los registros más formales que deseába-
comprensión respectiva del evento. mos obtener, y servía de doble identificación de la cinta en caso de que
se extraviase entre las demás. Luego, el investigador de campo procedía
4.4. 2. Distintas clases de entrevistas con el cuestionario, desde la sección l hasta la IV ..
Si bien los antropólogos lingüistas tienden a utilizar más las entrevistas ora (Shuy, Wolfram y Riley, 1968: 41)
les que las entrevistas basadas en cuestionarios escritos, tienen igualmente Desde la sección l a la IV, el cuestionario invitaba al investigador a
que preparar material escrito para planear y dirigir sus entrevistas orales hacer preguntas como «¿Qué clase de juego soléis hacer por aquí?»,
con un miembro de la comunidad. Dentro de esta clase de contextos, es «¿Cuáles son tus programas de televisión favoritos?», «¿Tienes un ani-
importante haber comprendido bien las consecuencias asociadas a la uti- mal de compañía?; cuéntame algo de él».
lización y producción de este tipo de material escrito. Dependiendo de la Aunque estas técnicas eran muy efectivas para suscitar un amplio
historia de cada comunidad, sus miembros podrían albergar desconfianza registro de formas lingüísticas para ser comparadas después unas con
ante cualquier interacción o documento que pudiera tener implicaciones otras y, a continuación, someterse a análisis estadístico, su objetivo se
socioeconómicas o legales (i. e. rellenar un formulario). Estas mismas reser- limitaba a suscitar diversos estilos de habla, en vez de dilucidar la rela-
vas se aplican a la hora de tomar notas o hacer grabaciones audiovisuales ción entre cada estilo de habla y el contexto de uso. Además, el hecho
mientras se mantienen charlas con la gente (véase más abajo). de que la mayoría de las preguntas hubiesen sido preparadas con ante-

152 153
Anttopologla li11giifstica Exégesis chamula: r k'opoh no' o! li kirsanoe,
kóP . I
¡e corriente o cooversaoooa l ,L.J gente simplemente habla,.
3. k"op sventa tdhimol h · o/o/
l)uegos imp<O\ isados de los niños!
lación, garantizaba una cierta uniformidad y continuidad de una entre- 3. kºehoh sventa h'o/ol
vista a otra, pero limitaba la posibilidad de que surgiesen temas de inte- oP wenlJ r k'ir nah (Canciones improvisadas de los niños!
' ntOIJ li kirsanoe 3. sk"op h'opisial Exégesis chamula: r /ok'ik ta ~·n1on huhune,
rés para los informantes, y que el entrevistador pudiese haber sugerido uaje para las personas que !Oratoria para transportadores) ,Vienen del corazón de cada uno,.
nuevas preguntas (véase también Wolfson, 1976). ene" su corazón caliente) 3. k'op S>-enta kavi/to
{lenguaje de los tribunales!
Las entrevistas que hacen los antropólogos lingüistas tienden a ser 3. k"op 5"t'tlta {npo/ k,rsano
llenguaie emocional o lenguaje malol
menos estructuradas que las que se centran alrededor de un cuestiona-
Exégesis chamula tpara todas las categorías
rio estandarizado, pero pueden centrarse igualmente en algunos temas po< debajo de la linea): mu sna'shel sba'ik,
concretos, como las formas lingüísticas. La principal diferencia entre los ,Ellos no saben cómo altera~ a sí mismos,.

métodos sociolingüísticos y los métodos lingüísticos antropológicos 4. bac/'i'al: 'k'op ----5 al ·1o·;¡ 1Habla rec,entel
radica en que, en su mayor parte, los primeros no utilizan las entrevu., (Auténtica narrativa ---5. tubah lo'i/ (Habla local
1
reciente) 1
tas como su técnica principal de recogida de datos del habla, sino como 1
5. hut k"op (Mentiras; bromas mciertas
método casual de provocar interpretaciones sobre las muestras de habla en Jl(OSJI
nativa que han sido recogidas en otras situaciones, la mayor parte de las 5. ba,'í ií tol lo'i/ {Habla frívola:
desafio verbal!
3. 'at 'kop
cuales suelen ser interacciones espontáneas. En algunos casos, los antro- (Palabras
4. ·;r to/ k'op ~---5. mukul k'op ()( baba k"op
1Lenguaje frívolo! ttenguaje enterrado o superficial!
pólogos lingüistas podrían pedir a los hablantes nativos que expresen k op (Palabras
recientes)
5. k'ehe/ k'op !Palabras oscuras;
determinadas formas lingüísticas, e incluso que las representen +-lo qnt• o lenguaje) PrO\ erbos l
5. hak'om k'op
podría dar lugar a historias, mitos, fórmulas mágicas, disertaciones, fór-

4-:
• 1 . .t,cert,jos;palabras escondidas)
4. tah,mol . ~ 5. 5"t'tlta m_uk'ta k1rsano (Para adultos)
mulas de cortesía y diversas formas gramaticales-, pero este tipo de oca- l)uegos tradioooales: ••••• 5. S>'t'llla h o/o/ tPara niños)
siones suelen reservarse para complementar o clarificar la información •••15. ldh,mo/5"t'tlta k'inetik()uegos rituales)
!sin clasificar¡ 5. S>-enta ba' ye/ banamil
que pudiera haberse recogido en situaciones fuera de la entrevista. 2 puru k'op : tDe la Primera Creación)
Una interacción del tipo pregunta-respuesta que suele tener lugar Palabras puras o tradición oral) 4. bac/', 'antivo k'op ! 5. 5"t'llla sta 'loma/ banamil
(Auténtica narrativa ¡ iDe la Segunda Creación)
entre el investigador de campo y el hablante nativo suele centrarse en la antigua) : 5. sventa yo! iba/ banamil
/ (De la Tercera Creación)
transcripción de cintas previamente grabadas (véase el epígrafe 5.7). Otro ! 5. sventa bisobsatik tPara medirse la
tipo de entrevista habitual es la que se centra en la compilación de taxo- cara; para cruzarse uno mismo\
4 k'op ta { ak"rio! 5. n-enta $ it • Ho 'h·o/ol
nonúas nativas de géneros de habla. Estas taxonomías son útiles, porque Lenguaje para hacer Para el bautismo)
sagrado! 5. s1ent.l nupunel (Para el matnmonio)
son un medio para que los investigadores se hagan una idea de la gama 3. 'entivo k'op
5. sventa muk/uma/ (Para el entierro)
,Palabras
de fenómenos lingüísticos o repertorio (Gurnperz, 1972) existente/ dis- annguas)
5. nrora k,rsano 1Para los plebeyos!
5. s,-enra k'abtel r ti' uk h'ilol
ponible en la comunidad (véase el epígrafe 3.4). El conocimiento de este 1Pa1a transportadores v c~amanesl

<
repertorio contribuye a que los investigadores decidan el grado de repre- 5. svenra k1Nno {Para los plebeyos)
5. sventa • anima !Para los muertos)
sentatividad de un cierto estilo de habla, y cómo se relaciona con otros 5. nenta h'abtel
4. resal !Oración 1Para los transportadores!
estilos, cómo se percibe por las personas que lo ejecutan y por sus audi- 5. =ta h'ilol (Para los chamanesl
torios. Una de las taxonomías más amplias y complejas de géneros de habla 5. 51-enta pa/e ,Para el sacerdote)
5 svenld l opo/ kírsano :Para las
que se han descrito hasta la fecha es la que recoge Gary Gossen (1974) en persooas malas: protestantes, brujas.
asesinos y ladrones!
su estudio de la tradición oral chamula (véase la figura 4.1). 5. S>-enta yah,a/ hl • uleklik
Gossen (1974: 52-55) ofrece una informativa descripción de los méto- 4. k'ehoh Canción 1Para el patrón de las almas)
5. sventa htotiketike 1Para los santos:
dos que siguió para obtener la taxonomía. De su estudio, además de cómo
recogió los datos, aprendemos qué criterios siguió para la selección de sus Figura 4.1. [;na taxonomla popular de la conducta uetba! de los cliamula
informantes y para la elección de ciertos temas que revelaban sus respuestas- (Gossen, 1974).

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Antropología li11giiística Métodos et11ográficos

Durante un período de un año, en intervalos elaboré una coi aciones y restricciones sobre el habla que tenía lugar en situaciones
\'3rl '
, , , . ' np I eta
taxonorrua del genero folle del chamula, básicamente a partir de las · .c. de la vida real. La recreación de estos géneros en contextos aislados
. . lluor~
maciones de seis varones de edades comprendidas entre diecioch (i. e. exclusivamente para la _grabacióndel investigador) no :º~iguió crear
­ E · i.:«.
sesenta anos. stos mismos mrorrnantes me proporcionaron la . O\:
. . ma}ona ¡,15 modificaciones necesarias para acomodarse a un auditorio conoce-
de los textos que he incluido como ejemplos de género en el ap' di dor, exigente y dispuesto a la interacción (Duranti, 1994a). Asimismo,
. . m~
d el libro. De los informantes, cinco procedían de dos aldeas cercan
. , a\v Tedlock (1983: 292) descubrió que, cuando se encontraba presente una
e1 sexto vivia en un centro ceremonial vecino. La selección se hizo den,
grabadora, la versión de la historia contada podía no ser tan explícita
tro de ese territorio acotado con el fin de poder tener algú n co ntro
I ~omo la que los miembros de la familia se contarían unos a otros ante un
sobre los datos espaciales de sus textos. Para obtener las categorías de l
taxononúa investigador de campo desprovisto de grabadora.
. , . utilicé tanto un marco de preguntas cerradas como la con~a
versac10~ informal. Ambos métodos eran complementarios, por cuanto Estos eventos nos dicen que los investigadores deben contrarrestar
la entrevista formal (por ejemplo: «¿cuántas clases de ... dirías que hay?•) J,1 posible variación en la actuación de cualquier forma verbal con
?3ba lugar a una taxononúa y unos rótulos genéricos que podrían us,lr\c una variación de los tipos de participación , lo cual supone tam-
informalmente para identificar y hablar sobre los tipos de textos, una vez bién alternar entre una participación pasiva y una completa, y entre la
que estos hubieran sido registrados y transcritos. Una cuestión habiruj] presencia y la ausencia de un aparato electrónico de grabación. Aun-
que surgía incontables veces era: «¿es esto un/ a ... ?•. que formular preguntas es un hábito profesional del investigador, hay
Esta taxonomía era útil por cuanto proporcionaba rótulos genén ocasiones en que, como nos recuerda Myers (véase más arriba), escu-
cos empleados por los habitantes locales para organizar la colección de char lo que se dice a nuestro alrededor es sencillamente la mejor estra-
textos, y también contribuía a garantizar un seguimiento más completo
tegia para aprender, por supuesto, siempre que el investigador de campo
de las formas de conducta verbal que reconocían los chamulas ... el
sea capaz de entender lo que la gente esta diciendo".
diseño del trabajo de campo se basó en gran medida en la información
inicial que obtuvimos a partir de la taxonomía.
(Gossen, 1974: 53) 4.5. IDENTIFICAR Y USAR LA LENGUA
O LENGUAS LOCALES
Gossen menciona también los lugares del esquema taxonómico que
representaban «un acuerdo razonablemente general» y aquellos en los que Es también importante que, al elegir la lengua que será objeto de nues-
«el acuerdo de los informantes no era tan completo» (1974: 54). Estas tro estudio etnográfico, no creemos una «separación» en lo que Gum-
afirmaciones son importantes no solo desde un punto de vista fáctico perz llama la «matriz comunicativa», es decir, la totalidad de los
+-puesto que dejan al conocimiento de otros investigadores la valoración papeles comunicativos dentro de una sociedad (Gumperz, 1968: 464).
de la información que muestran las tablas-, sino metodológicamente, Esto significa que no deberíamos excluir el inglés del estudio de una
porque previenen a los lectores del riesgo de enfatizar excesivamente la comunidad urbana de la India, como tampoco sería acertado desde un
realidad psicológica y fenomenológica de la clasificación. Esto significa punto de vista metodológico, excluir el español del estudio del inglés
que una taxonomía como la que reproduce la figura 4.1 es una de las que emplea la población hispana del sur de California o de Texas. La
1~1.meras posibles de organizar la información que proporcionan los dis- relevancia de un código en un momento particular de una interacción
a_ntos hablantes nativos. No hay que olvidar que este tipo de clasifica-
cienes es de poca utilidad sin una documentación de la actuación de los
géneros de habla. En mi trabajo sobre la oratoria de Samoa, por ejemplo, ' Véanse Mead (1990) y Lowre (1940) para un debate sobre el uso de las lenguas nativas
n:ie encontré con que los oradores discrepaban en algunas de sus afirma- como herramientas etnográficas. Véanse Owusu (1978) y el epígrafe 4.5 para una discusión
sobre si emplear o no a traductores en el trabajo de campo y de los problemas que generan la
ciones sobre las distintas partes del tradicional discurso ceremonial.Algu- falca de familiaridad o fluidez de los etnógrafos en las lenguas habladas por la población que
nas de estas discrepancias, no obstante, podían explicarse en términos de pretenden estudiar.

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Antropología li11giiística Métodos ett1ogrcifrcos

es, claro está, una cuestión empírica que habrá de decidir con una 1· minos nativos y expresiones hechas, y confunden los significados loca-
. ., . nves-
ngacion previa. Pero el método de recogida de datos es una elec · , les y las expresiones? No he conocido ninguno todavía,y ciertamente
, . c1on
teonca. Por este, motivo, es importante hacer entrevistas a habla n~ no se encuentra entre nuestras respetables «expertos» etnográficosy crí­
.


nativos sobre generos de habla o estilos de habla y, además, tener u ticos. Y lo que resulta todavía más perturbador de esta actitud general
experiencia más directa de todos los eventos en los que participan es que no paran de escribir doctas monografiasy ensayossobre las cul-
miembros de la comunidad (véase el epígrafe 9.2). os turas africanas sin que les preocupe seriamente que sus deficiencias lin-
No hay duda de que los investigadores de campo deberían hacer ¡0 güísticas puedan degradar la calidad de los datos recogidos. La mayor
parte de las veces los editores no pueden garantizar, o no les importa,
posi~l~ por familiar_izarse con la(s) lengua(s) que usan las personas que
que los términos nativos hayan sido correctamente transcritos.
participan en el objeto de estudio. Esto es útil no solo para la capaci-
dad de llevar entrevistas sin intérpretes, sino también y principalmente, Siendo realistas, es dificil que un investigador de campo hable con
para entender lo que ocurre. Como ha afirmado con elocuencia Wn fluidez la lengua local antes de llegar aJ lugar de investigación. Esto sig-
herspoon, mfica que lo que suele suceder (a los que trabajan fuera de su propia
comunidad) es que el etnógrafo conoce 11n poco la lengua (si se trata de
El gran valor del aprender la lengua de otros pueblos no radica en
antropólogos lingüistas, posiblemente una mínima cantidad de infor-
poder entrevistar a los informantes sin la ayuda de intérpretes ni en
mación sobre las características tipológicas y estructurales de la lengua
incorporar términos nativos a nuestra etnografia; radica en poder com-
-o lenguas- que se hablan en la zona), pero no la habla con fluidez
prender lo que dicen los nativos y cómo lo dicen cuando conversan
(ni tampoco se desenvuelve mínimamente en ella). Lo que suele suce-
unos con otros.
der, por tanto, es que, antes que nada, haya que confiar en los hablantes
(Witherspoon, 1977: 7)
bilingües que intentan hablar, bien nuestra lengua nativa, bien una len-
Por muy torpes o inadecuados que resulten los esfuerzos de los gua que hablemos con cierta fluidez. Jane y Kenneth Hill (1986), por
etnógrafos por hablar la lengua local, simbolizan un compromiso ) ejemplo, para su estudio del sincretismo lingüístico (un término que
muestran el respeto y el aprecio por la tradición cultural del pueblo que ha sustituido al más prejuicioso de «mezcla de lenguas»)" entre los
estudian. Cuando, por motivos sociohistóricos, los miembros de la hablantes mexicanos de México Central confiaron en un hablante nativo
comunidad tienen una mala opinión de su propia lengua o dialecto, se de dieciséis años para todos los datos recogidos en sus entrevistas, basa-
opondrán resistencias a que lo utilicen los investigadores de campo. En das en un cuestionario estándar (véase el epígrafe 4.4.2). La misma per-
estas u otras circunstancias, el uso de una lengua específica o de un dia sona fue también responsable de la primera transcripción que se hizo de
lecto se convierte en una declaración política de principios, que puede todas las entrevistas. El detenido estudio de Hill y Hill (1986: 67-89)
tener consecuencias a largo plazo para las relaciones personales y públi sobre los contextos de todas las entrevistas y el papel que desempeñó el
cas entre los miembros de la comunidad. entrevistador en ellas, permite que los lectores se hagan una buena idea
Desgraciadamente, en el pasado muchos estudios clásicos de antro- de las limitaciones y de las ventajas de emplear ese método.
pología fueron realizados por investigadores que poseían un conoci- En situaciones en las que la lengua pidgin es moneda corriente en
miento muy limitado de las lenguas nativas. Al escribir sobre el trabajo la región -como es el caso de África Oriental, Nueva Guinea Papúa
realizado en el continente africano desde la óptica de un estudioso y y otras partes de Melanesia-, los investigadores pueden empezar su
de un «nativo», Maxwell Owusu (1978: 327) observó que:

puede uno preguntarse ¿cuántos europeos y americanos conocen en ' -El término "smcrético ·• (si hablamos del mexicano) es una elección más apropiada que
realidad nuestra lengua, más allá de las traducciones corrientes que cal- la palabra "rruxed", en parte porque el pueblo malinche nene una opimón negativa de la mezcla
can literalmente de los diccionarios, que convierten en caricatura tér- en la lengua, y en parte porque, por ser un tecnicismo. el térnuno "sincrénco" sugiere algo de la
obra y de la creatividad de los hablantes mexicanos del Malinche- (Hill y Hill, 1986: 1 ).

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Antropología li11g1iística Métodos et110.f!ráficos

labor uti~izán_dola y,_ luego, cambiar paulatinamente a la lengua local 4.6. ESCRIBIR LA INTERACCIÓN

La expenenc1~ de_ d1~ersos investigadores con los que he hablado a 1~


La acción significativa es objeto para la ciencia solo con la condi-
largo de lo~ anos indica que es una estrategia de investigación eficaz
ción de algún tipo de objetivación, lo cual es equivalente a la fijación
para las primeras semanas o meses, pero que debiera ser salame
r= . id tal
mci en o complementaria del proceso interpretativo en el tra-
ntt' de un discurso por la escritura.
(Ricoeur, 1981: 203)
bajo de :ampo. El_objetivo del investigador tiene que ser el de moverse
con rapidez para interactuar lo más posible con los hablantes mon _ Aunque la escritura no es la única cosa que hace el etnógrafo, no hay
lingües (cuando estos constituyan la mayoría de la población) 0 en ~.1 ernografia sin escritura (Geertz, 1973). Esto es cierto desde antes de que
lengua de uso frecuente, que suele ser la lengua que hablan los niño s. lleguen los investigadores a realizar el trabajo de campo (pues deben
aunque las cosas se ponen más complicadas cuando se habla más de convencer a sus directores, compañeros, patrocinadores y autoridades
u~a lengua en una comunidad, o cuando los niños no aprenden la locales de la valía de su proyecto) hasta el momento en que entregan
nus~a lengua que aprendieron sus padres cuando eran niños (véase el borrador definitivo del manuscrito con las conclusiones de su tra-
Kulick, 1992). Hay que guardar ciertas reservas también ante un exceso bajo. Lo que nos interesa especialmente es el intervalo entre estos dos
de confianza en los hablantes bilingües. Excepto cuando se trata de momentos.
comunidades en las que casi todo el mundo es bilingüe, suelen existir Uno de los rasgos que singularizan a los antropólogos lingüistas
razones de peso para que algunos individuos sepan una segunda len- es la confianza que depositan en los magnetófonos, especialmente en
gua; esto es, suelen ser personas que han vivido y trabajado fuera de la la tecnología de las grabadoras y cámaras de vídeo (con las que pue-
comunidad durante un período de tiempo o que tienen parientes en den rebobinar la grabación), que pueden utilizarse en el momento
otra región o en otro país. Esto significa que son más capaces de adop- apropiado para capturar y analizar las interacciones espontáneas. La
tar el punto de vista del investigador y comprender sus necesidades investigación actual complementa -sin pretender reemplazarla en su
pero, al mismo tiempo, no son los individuos típicos de esa comuni- totalidad- el uso de notas etnográficas con otros instrumentos para
dad. Esta es una de las paradojas con que han de convivir los investi- la grabación, especialmente los electrónicos. Esta sección presenta al
gadores de campo, es decir, que la gente que nos entiende mejor y a lector las propiedades concretas de algunos de estos instrumentos, Y
los que entendemos mejor suelen ser normalmente los que se aproxi- los modos de transformar la información almacenada en ellos en aras
man más a nuestra forma de ser (Duranti, 1996). Una de las dificulta- del análisis.
des del trabajo de campo es poder beneficiarse de los hallazgos que Ya desde el inicio, el concepto de «escribir la interacción» presenta
esas personas pueden brindarnos sin que la facilidad de ese acceso algunos problemas. Con independencia de lo buen escritor que se sea,
redunde en detrimento de la comunicación con otros miembros de la sabemos que si el objetivo final es tener un grabación precisa de una
comunidad. interacción concreta, entonces la escritura es una tecnología muy pobre
. Como veremos en la próxima sección, los antropólogos lingüis- para poder describir la riqueza de la experiencia de estar o de ser testigo
tas intentan superar estos obstáculos mediante la grabación directa de de un evento como observador. No hay duda de que, por ejemplo, una
interacciones espontáneas, no solo entre ellos y sus sujetos, sino tam- grabación de calidad en vídeo, o una película con banda sonora, de un
bién y, principalmente, entre los sujetos mismos. La grabación elec- evento nos proporcionará mucha más información que una descrip-
trónica y el play-back permiten al investigador ayudarse de los ción escrita. Al mismo tiempo, también es verdad que (i) debido a
miembros de la comunidad local para transcribir y traducir la inte- diversos motivos éticos, económicos, prácticos y hasta teóricos, no
racción lingüística a su velocidad normal, y son, además, vehículos de podemos hacer grabaciones sonoras o en vídeo de todo; (ii) aun si
inestimable valor para entrenar el oído del investigador en las sutile- pudiésemos aproximarnos a una documentación audiovisual total,
zas de las formas de hablar del lugar. nunca sería la misma que la experiencia de «estar allí», y (iii) como vere-

160 161
Antropología li11~~iiÍstica Métodos ct11ográ.ficos

mos más adelante, puede que haya situaciones en las que un registro tura. La fuerza de la nota escrita radica en que permite que nos fijemos
escrito sea más revelador que uno visual". en esa única palabra, que indaguemos sobre ella en otro momento, o
Con el fin de tratar con la naturaleza problemática que es inhe- que la busquemos en el diccionario. Desde luego, la palabra .ºº_es todo
rente al uso de la escritura, para describir la interacción en general ) Jo que sucedió en aquel preciso instante, pero ya es algo: nos indica otras
la interacción verbal en particular debemos empezar por el siguiente direcciones, y contribuye a que aprendamos otras palabras, otros signi-
presupuesto: cualquier proceso de documentacién es por definición parcial, esto ficados, otras interacciones.
es, se adopta un punto de vista q11e es selectivo. Esto significa que 11l111LJ La ventaja de ver las cosas así es que no tenemos que enfrascarnos
tendremos un dispositivo de grabación «perfecto» que reproduzca el en la búsqueda inútil de la perfecta grabadora o de la perfecta descrip-
contexto exacto que pudiera retrotraernos (y al resto de los partici- ción y, a la vez, tampoco tenemos que desgastar nuestras energías en que-
pantes en el mismo) al momento del evento. Puesto que, con el fin de Ja rnos de las deficiencias de las herramientas que tenemos a nuestra
dejar todo exactamente del modo en que fue, necesitaríamos estar allí disposición. Por el contrario, lo que sí tenemos que hacer es compren-
sin el recuerdo de haber estado allí, esta estrategia de investigación der las propiedades características de estas herramientas. Solo cuando
crearía un efecto de abismamiento, ya que retrocederíamos sin parar hemos conocido las limitaciones concretas y las ventajas de cada herra-
hasta el momento de la interacción y nunca conseguiríamos extraer mienta, estamos en disposición de saber cómo incorporar la tecnología
de ella un análisis. con el fin de obtener descripciones más precisas y un análisis que
Una vez que hemos aceptado esta arbitrariedad, sin embargo, cae- englobe los complejos fenómenos socioculturales. Ahora sabemos que,
mos también en la cuenta de que es parte integrante de nuestro obje- cuando se utilizan adecuadamente, las grabadoras y los ordenadores p11c-
tivo, concretamente, del análisis. Un análisis es, después de todo. 1111 den utilizarse en nuestro beneficio, lo cual permite un análisis más pre-
proceso selectivo de representación de 11n fenómeno determinado con el fin de il11- ciso de la interacción que tiene lugar entre las personas. No cabe duda
minar algunas de sus propiedades. Un análisis que pretendiera reproducir de que, por ejemplo, una grabación será una herramienta más adecuada
su objeto a la perfección no sería tal, sino que nos lo devolvería en la que nuestra memoria para almacenar una conversación, por muy bien
forma que fue. Análisis implica traneformación, con algún propósito. Esto que pensemos que podemos escuchar y recordar; y una fotografia nos
vale tanto para usar un termómetro que mida nuestra temperatura cor- permitirá ver los detalles de una escena que podría haberse escapado
poral como para escribir sobre un trozo de papel una palabra que oímos delante de nuestros ojos. También podría servir para refrescarnos la
por primera vez. En ambos casos utilizamos una herramienta (un ter- memoria acerca de quién se encontraba allí y dónde estaba situado cada
mómetro, un bolígrafo y un papel) para que medie en nuestra interac- uno de los presentes. Lo mismo puede decirse de las grabaciones de pelí-
ción con un cierto objeto o fenómeno (nuestro cuerpo, la gente que culas y vídeo, que tienen -como los grabadores- la ventaja adicional
interactúa frente a nosotros). En ambos casos lo hacemos con el pro· de tener una dimensión temporal y, por tanto, de almacenar informa-
pósito de observar ciertas propiedades -y ciertas propiedades sola ción sobre el movimiento. Con estas herramientas tenemos la enorme
mente- del fenómeno; y solo en un momento posterior del proceso ventaja de poder ver una y otra vez cómo se gestionan las facultades
documental nos preocupará integrar la información recogida con infor visuales y auditivas para la construcción de interacciones significativas.
mación suplementaria. La fuerza del termómetro como herramienta De hecho, una grabación en vídeo posee tal riqueza de información que
radica precisamente en que puede ignorar todo, excepto la tempera- está muy por encima de nuestra destreza analítica. Por limitado que sea
su uso. es por el momento el mejor registro que podemos obtener si nos
interesa integrar el habla con los movimientos corporales y, desde una
Soy consciente de que la dicotomía entre -escmo- y ,visual, es distorsionadora, pues.
después de codo. la escrrrura es un medio visual. Lo que cambia en la, dos modalidades de
óptica más general, con la comunicación visual. pero aún estamos apren-
grabación que hemos visro es el grado relativo de arbitrarredad y. más concretamente, la relativa diendo a extraer de él todas sus posibilidades. Las nuevas orientaciones
iconicidad del medio. de la tecnología informática que permiten almacenar, recuperar, maní-

162 163

d
Antropologla li11giiística Métodos etnográficos

pular y reproducir información sobre la interacción comunicativa no personas que se mueven detrás de la cámara o abandonan el lugar para
solo ofrece nuevas soluciones a viejos problemas, también abre la posi- ir a alguna otra parte). De pronto podría sorprendernos una idea, una
bilidad de nuevas preguntas analíticas (véase el apéndice sobre pautas conexión que nunca habíamos hecho antes y sentir la necesidad de
prácticas para grabar interacciones comunicativas). escribirla (¡así es como muchos hemos aprendido a relacionarnos con
las nuevas ideas'), en vez de esperar a encontrarnos solos. Cuando regre-
4. 6.1. Tomar notas mientras se graba samos a casa al final de la jornada, aquellas pequeñas frases y aquellos
El hecho de que se hable sobre nuevas herramientas y, especialmente, dibujos nos serán de gran utilidad para reunir las piezas sueltas de la
sobre los aparatos electrónicos no debe interpretarse como el final de narración de las experiencias que vivimos durante el día. No será
las tradicionales notas etnográficas. Las notas etnográficas pueden aña- extraño que, tan solo unas horas después, cuando nuestra memoria ha
dir dimensiones de descripción que no pueden capturarse en cinta empezado ya a actuar selectivamente (y analíticamente), las notas nos
magnetofónica, ni siquiera en cinta de vídeo. En primer lugar, aportan sean de gran utilidad para corregir nuestros frágiles recuerdos. Es indis-
una dimensión experiencial, subjetiva de «haber estado allí», que no está pensable, pues, que los investigadores repasen sus notas en cuanto les
al alcance de la vista ni del oído en la grabación --si bien esta última sea posible después de la sesión de grabación, y escriban largos cuader-
puede poner de manifiesto importantes aspectos de cómo se percibió, nos de campo basados en esas notas. Me he dado cuenta de que las
gestionó y actuó allí nuestra presencia. En segundo lugar, la notas son notas de campo contienen información fundamental que me permite
un documento informativo sobre los participantes en la interacción: su contextualizar lo que he grabado previamente en la cinta",
procedencia cultural, su profesión, status social, edad, conocimiento pre-
vio y relación de unos con otros. Todas estas piezas informativas y
4.7. LA GRABACIÓN ELECTRÓNICA
muchas otras, que pueden recogerse sencillamente hablando con las
personas, aportan una profundidad de conocimiento sobre los eventos Si miramos hacia el futuro, parece que la nueva ciencia del lenguaje
y los participantes que excede la simple observación.de una grabación y de la comunicación, tanto de la imagen como del sonido, se hará rea-
en vídeo. Si tenemos en cuenta que no sabemos nunca qué tipo de pre- lidad, muy probablemente, no gracias a los refinamientos de los siste-
guntas tendremos que formular más adelante, es importante que reco- mas notacionales, sino a las mejoras en los métodos de grabación,
jamos la máxima información posible sobre lo que puede ser relevante. análisis y manipulación electrónica de los eventos audiovisuales.
El hecho de que no podamos saber de todo no es una razón para que (Armstrong, Stokoe y Wilcox, 1994: 354)
no sepamos de nada. Nuestra curiosidad está siempre espoleada por
nuestros intereses, y desarrollamos una sentido de lo que nos gusta saber La incorporación de aparatos electrónicos como el magnetófono y
sobre las personas y las situaciones. Al mismo tiempo es importante la cámara de vídeo (o videocámara) al instrumental del investigador de
seguir las intuiciones y las direcciones que nos indican otros. En tercer campo reúne una serie de ventajas que no poseía el método tradicio-
lugar, queremos ser más que una simple «persona-cámara» en las inte- nal de observación-participante, basado en la destreza del investigador
racciones en las que participamos. Para un investigador que se interese para escuchar, observar y (lo que es más importante) recordar, con o sin
por el modo de comunicarse de las personas, es importante saber inter- la ayuda de un cuadernillo de notas. La posibilidad de detener el flujo
pretar diferentes papeles (participante activo y pasivo, por ejemplo), y
soportar diferentes grados de protagonismo en la escena. Si tenemos un
cuadernillo a mano, podremos tomar alguna nota, tal vez una palabra, Un forma muy sencilla de tomar nocas, y que ha resultado muy útil, es escribir la fecha
de la grabación y los nombres de los participantes en la cinta. Para las cintas de audio, el
o esbozar con un dibujo la situación, indicando en él dónde se sientan investigador puede dar mforrnacrón sobre la situación en el nucrófono antes de empezar a grabar
las personas o quién se mueve en qué dirección. También el cuaderni- y, si se trata de cintas de vídeo, la fecha y la hora pueden sobreimprcsionarse a lo largo de la cinta
llo nos permitirá escribir sobre lo que ocurre fuera de la grabación (las o al principio de la misma, y después de cada •pausa• o interrupción.

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Antropologia lingiiística Métodos et11ogrq(,cos

del discurso o del movimiento corporal, regresar a un punto concreto hay que mejorar nuestra comprensión de lo que significa ser humano
y verlo nuevamente, nos permite concentrarnos en lo que, a veces y tener una cultura (además de un lenguaje), sencillamente porque no
, . d 11 , es
un rrurumo eta e captado en un instante, como un sonido concreto podemos encontrar una situación ideal para una observaci~,n. natura-
o u~ pequeñ~ gesto de ~na persona. Trabajos recientes basados en gra- lista-objetiva. La segunda propuesta es, antes que nada, annetica y, en
baciones de video y audio han demostrado que los participantes son en segundo lugar, impracticable en cualquier circunstancia que no fuese un
realidad bastante sensibles a los mínimos detalles de una interaccio' 11, laboratorio provisto de cristales de mercurio. Algunos investigadores han
como la calidad de un solo sonido o la dirección de una sutil mirada intentado eludir algunos de estos problemas haciendo que sea un miem-
de soslayo. Puesto que esta sensibilidad no se da a nivel consciente, sen- bro de la comunidad el que tenga la cámara. Este método tiene la ven-
cillamente no puede investigarse preguntando a los informantes por taja de que ofrece una perspectiva diferente de la del etnógrafo -para
ella. Una vez que se ha identificado un «fenómeno» y se ha seleccio- quien las categorías por las que alguien es seleccionado para entrar en la
nado un investigador, sin embargo, los miembros -así como los cole- grabación podrían ser diferentes -, pero no soluciona r:almente !ºs
gas del investigador y otros expertos- podrán corroborarlo en sus problemas éticos, puesto que los miembros de la comunidad podrían
propios términos", lo que en algunos casos confirma y en otros arroj.i sentirse mucho más autorizados para entrometerse en las vidas de su
dudas sobre la hipótesis del investigador. Por medio de esa experiencia, familia y sus vecinos, lo cual sería causa de más dilemas éticos.
otros pueden añadir sus reacciones y evaluaciones a las del investigador. De hecho, el efecto-cámara es solo un caso especial de lo que nor-
Cuando un gran número de personas entran en el proceso interpreta- malmente se llama la paradoja del observador­participante: para
tivo y la interpretación del investigador se hace más vulnerable, la cali- obtener información necesitamos observar la interacción, pero para ob-
dad de las hipótesis aumenta. servar la interacción (de manera aceptablemente ética) necesitamos estar
en el escenario; por tanto, cuando observamos, influimos en lo que
4. 7. 1. ¿ Irifluye la presencia de la cámara en la interacción? vemos, porque otros siguen nuestra presencia y actúan de acuerdo con
Invariablemente, cada vez que hablo de una interacción con la ayuda ella. Cuando pensamos por un momento en este bucle lógico, nos
de un vídeo hay alguien del auditorio que pregunta: «¿la presencia de damos cuenta que esto no solo forma parte de la actividad investiga-
la cámara influye en la interacción?». Las imágenes de vídeo hacen sur- dora; forma parte de nuestro ser social, del hecho de ser miembro de
gir esta cuestión más que, digamos, las descripciones verbales de una una sociedad y productor/ consumidor de interpretaciones culturales.
situación determinada en el trabajo de campo o las transcripciones de Ser un agente social, un participante en cualquier situación y en cual-
las historias que los informantes contaron al magnetófono. Podría sos- quier papel, significa formar parte de la situación y, por tanto, influir en
tenerse que la presencia del magnetófono o del cuaderno de notas ella (véase la sección 4.1.2). ¿Hay una solución para esta paradoja? La
influye también en la situación. Si lo llevamos a su lógica consecuen vida en sí misma es un intento de resolver la paradoja del observador-
cía, la cuestión «sobre el impacto» podría utilizarse para decir que sería participante. La llamada observación neutral, con un observador total-
mucho mejor 110 estar allí en absoluto. Esto podría conseguirse de dos mente escindido de lo observado es una ilusión, una construcción
formas distintas: (i) si 110 estudiamos a las personas o (ii) si no permiti- cultural. Esto no significa que debamos ignorar la paradoja, sino que
mos que los participantes sepan que su interacción se está grabando. La tenemos que tratar con ella siendo conscientes de su naturaleza insos-
primera opción es autodestructiva y esperemos que inaceptable para layable. En las ciencias sociales, tratar con esta paradoja significa enten-
cualquiera que haya llegado hasta aquí con este libro; implica que no der los distintos modos e11 que la presencia de determinados tipos de actores

' Pese a que. al enmarcar un fenómeno, ya se orrenra a los futuros oventes v videntes a
de
oír y ver de una forma selectiva. cabe aún una cierta independencia en los j~icios valor. que Esto era lo que le interesaba a Sol Worth cuando facilitó cámaras a los navajo, para que
no seria posible si los investigadores dijeran sencillamente lo que han observado. hiciesen sus propias películas (Worth y Adair, 1972).

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A11tropología li11giiística Métodos et11ográficos

modo sobresaliente las acciones sociales. Por tanto, como he men-


sociales (i. e. etnógrefos) o aparatos (i. e. cámaras, grabadoras, cuadernos, cuestio- rar de , den ll
narios) desempeñan un papel en la actividad que es objeto de estudio, y las dis- cionado anteriormente (véase el epígrafe 4.6), las ~amaras pue en e-
tintas transformaciones que cada uno de esos medios y técnicas producen. Por var la contabilidad de una interacción que mantiene algunas de s~s
, · 11 . Luego, distintas personas
características temporales y kines1cas . . podrán
ejemplo, no hay duda de que nuestra presencia como observadores es
más perturbadora en unas situaciones que en otras. Hay una diferencia ver dicha grabación y analizarla de diversos modos, modos disantos del
entre entrar con una cámara en las manos en una habitación donde dos que permitiría la narración del mism~ _evento por un observado~. Co~~
personas mantienen una conversación, y entrar con una cámara en un en cualquier otro artilugio de grabac10~, e.n lu~r de rechazar sin palia
acontecimiento público con docenas de personas presentes. AJ mismo tivos el uso de una cámara porque podría influir en las p~rsonas, o .aco-
tiempo, el modo en que nos presentamos a nosotros mismos, lo que gerla como la tecnología que nos permitirá c_onseguu los m:Jores
hacemos, así como la actividad que ocupa a nuestros anfitriones, tiene resultados, debemos esforzarnos por entender que es lo, q~e una camara
mucho que ver con el impacto de nuestra presencia y la de la cámara puede aportar a nuestros objetivos teóricos y metodologicos.
en lo observado. La filmación en vídeo plantea las mismas preguntas
que cualquier otra técnica de documentación, como la entrevista (véase
4.8. OBJETIVOSY ÉTICA DEL TRABAJO DE CAMPO
el epígrafe 4.4.1).Tenemos que crear formas de evaluar el modo en que
lo que vemos a nuestro alrededor cambia cuando incorporamos una ¿Qu'est on est venu faire ici? ¿Dans que! espoir? ¿A quelle fin?
cámara de vídeo o cualquier otro artilugio de grabación a una situa- Lévi-Strauss, Tristes Tropicos
ción dada. Al mismo tiempo, no debemos olvidar que, tal vez con la
excepción de las consabidas conductas ante la cámara (i. e. ciertos En la revista Anthropology Newsletter que publica me~sualm:~te la
reconocimientos de la presencia de la cámara o muecas como mirarla Asociación de Antropología Americana, abundan los dilemas encos.
fijamente y sonreír), normalmente la gente no crea de la nada la con- Dentro y fuera de la antropología se escribe cada vez más ~obre las cues-
ducta social ni el lenguaje. Por el contrario, sus acciones forman parte tiones éticas y políticas que atañen a la práctica del estudio de los seres
de un repertorio que poseen con independencia de la presencia de la humanos. Dentro de la antropología lingüística, Penelope Harvey
cámara. Podría aducirse que es posible utilizar de excusa la presencia de (1992) y Niko Besnier (1994) han escri~o recient~mente s?bre los pro-
la cámara con el fin de realizar determinadas acciones sociales que se blemas éticos que conlleva la grabacion de l~s 1~teracc1ones. En un
habrían hecho de cualquier modo, como cuando alguien señala a la honesto y fascinante estudio de un tema tan dificil, Harvey se a~eve. a
cámara para justificar que deben ser educados y generosos. Creo que la adoptar una postura impopular y defende.r la ~rab~ción ~l~nd~stm~, sin
mayor parte del tiempo las personas están demasiado ocupadas con sus dejar de reconocer al mismo tiempo sus 1mplica~10nes eneas; s~suene,
propias vidas como para alterarlas por causa de un nuevo aparato o de además, que si no hubiese podido realizar grabaciones c_lan?estmas. del
una nueva persona. Muchos investigadores han demostrado una y otra habla durante los episodios de borrachera, no le ha~:ta sido posible
vez que, incluso con el objetivo de una cámara apuntándoles, los par- comprender algunos importantes aspectos de la relac1~n entre el len-
ticipantes se las arreglaban para discutir entre ellos, dejarse invadir por guaje y el poder de la comunidad de los Andes d~ Peru que ell~ e~tu-
las emociones, revelar aspectos íntimos de sus vidas privadas, o lanzarse diaba. El problema ético que entraña no compartir nuestros objetivos
a contar sus impresiones sobre las vidas privadas de otras personas con nuestros informantes procede, en su opinión, de la naturaleza de la
(¡incluida la del investigador!).
Una comprensión del impacto de la cámara en un contexto deter-
minado implica también una comprensión del tipo de información que II
· · ' que .ru· siquiera
Hay muchos aspectos de una srruacron · · u na cámara puede
. captar • como
d · el estudio de la conducta
representa. Una cinta de vídeo contiene una versión filtrada de algo que el olor una dimensión del contexto que se ha subesnma o siempre en .
humana, pese a la evidencia de sus muchos efectos, como la activación de la memoria.
ocurrió mientras la cinta corría. Sin embargo, posee el poder de captu-

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168
representación y de la autoría en la antropología. No podemos «estar No hay duda de que los viajes de descubrimiento en nombre de la
totalmente seguros de cuáles son los datos que estarnos recogiendo, por- ciencia han sido casi siempre viajes de conquista (Reill y Miller, 1996).
que los recuerdos, impresiones, notas y grabaciones se convertirán en Por este motivo, la edad de la inocencia en la antropología ha terrni-
"datos" fijados solo al ser registrados» (Harvey, 1992: 82). nado. Sea lo que sea que venga a ocupar su lugar, habrá de negociarse
Besnier (1994) escribió sobre las consecuencias imprevistas de mos- mediante aproximaciones teóricas y empíricas que aborden los con-
trar la interacción grabada a miembros de la comunidad que no esta- flictos que acompañan cualquier búsqueda de otras formas de ser, hacer
ban presentes durante la grabación, como cuando, por ejemplo, pedimos y decir. Entre las muchas soluciones posibles, ninguna es la definitiva.
a una tercera persona que nos ayude a transcribir la cinta grabada. Al El antropólogo italiano Ernesto De Martino, que trabajó hace cincuenta
igual que Harvey, sostiene que la ética del trabajo de campo es más años en subculturas del sur de Italia, que él consideraba oprimidas, sugi-
compleja que el simple respeto al principio de advertir a los partici- rió que la investigación etnográfica debería partir del «empeño de vin-
pantes que grabamos sus acciones, o de no permitir que alguien escu- cular nuestro viaje al reconocimiento tácito de una pasión real, que
che lo que otros miembros de su comunidad dicen cuando no están estuviese relacionada con un problema vital de nuestra propia socie-
presentes. Besnier aborda algunos de los puntos de Harvey, pero apro- dad» (1961: 20). El investigador tiene como fin explicar cómo se ha tra-
vecha el relato de un dilema ético al que tuvo que enfrentarse para cri ducido esa pasión en un relato etnográfico, sin dejar de ser consciente
ticar la sabiduría implícita en la observación participante sin cámaras de de las complejidades que ya he apuntado. Sin embargo, no hay forma
vídeo ni magnetófonos: de escapar de la responsabilidad que tenemos como investigadores hacia
las personas que estudiamos. Esto no significa que tengamos siempre
Me gustaría desarrollar la cuestión que aborda Harvey, cuando sugiere
que escribir solamente lo que pensamos que les gustará, sino que sea lo
que los métodos antropológicos que basan el análisis etnográfico en fas
que sea que decidamos decir en público o publicar debería estar guiado
re-creaciones impresionistas de lo que se dice sobre un episodio de borra-
chera o un momento de cotilleo abusan más de su autoridad científica por la conciencia de las posibles consecuencias de nuestra investigación
que los métodos basados en el análisis microscópico de una transcrip- (la Asociación Americana de Antropología ofrece algunas pautas sobre
ción de lo que se dice, aunque no ignoramos, por supuesto, la autoridad la ética del trabajo de campo, pero no agotan ni mucho menos la lista
etnográfica inherente al proceso de tra~pci_ón (véaseTedlock, 1983). de posibles problemas y situaciones a los que hay que hacer frente
durante el trabajo de campo). Necesitamos crear una comprensión teó-
(Besnier, 1994: 27)
rica de nuestra postura y posición respecto de los métodos etnográfi-
Las críticas de los postestructuralistas y postmodernos al papel del cos que empleamos. El concepto de los etnógrafos como mediadores
investigador cuando visita países lejanos y reclama en nombre de su culturales, que hemos discutido más arriba, es una forma de llegar a un
autoridad científica han sido el centro de frecuentes debates durante acuerdo con la compleja realidad del trabajo de campo. Ignorar los pro-
los últimos años, pero hace mucho tiempo que estos asuntos preocu- blemas o decidir no salir de casa no son soluciones viables.
pan a los antropólogos. En la cita del libro autobiográfico de Lévi-
Strauss Tristes Trópicos, que encabeza este epígrafe, se realizan preguntas
4.9. CONCLUSIONES
como <<¿Qué hemos venido a hacer aquí?, ¿con qué esperanza?, ¿para
qué?», que sintetizan una de las principales cuestiones del trabajo etno- En este capítulo hemos visto que la antropología lingüística, tomando
gráfico: ¿Qué hay detrás de la búsqueda del etnógrafo por el conoci- cosas prestadas de otros campos dedicados al estudio de la interacción
miento del Otro? ¿Subyacen a la experiencia del trabajo de campo humana y la comunicación, ofrece una mezcla única de técnicas de gra-
motivaciones ocultas, no escritas, algunas veces con y otras sin una bación y dimensiones analíticas para nuestra comprensión de las cultu-
motivación consciente por parte del investigador? ¿Qué buscamos? ras humanas. En el próximo capítulo exploraremos el modo en que la
¿Qué queremos encontrar? ¿Quién nos ha enviado? información grabada mediante los métodos que se discuten en este

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A11tropología lingiüstica

capítulo se transforma en textos y en otras formas de representación 5


visual que puede ayudarnos a mejorar nuestra comprensión analítica
del lenguaje como práctica cultural.
Transcripciones: de la escritura
. Un impo~tante aspecto de los métodos de la antropología lingüís-
nea, que se discute en este capítulo, es la integración de los métodos a las imágenes digitalizadas
tradicionales de observación participante con las nuevas técnicas de gra-
bación, que permiten un tipo de acceso distinto a la experiencia etno-
gráfica. En los próximos capítulos me referiré a una serie de disciplinas
e in:estigaciones (especialmente en sociología y lingüística) que utili-
zan instrumentos de grabación similares, los cuales producen, en última
i~stancia, al parecer el mismo tipo de documentos (textos, transcrip-
ciones). Puesto que estas otras disciplinas tienen cosas que ofrecer para Boas y Malinowski, a los cuales interesaban los estándares de la investi-
nuestra comprensión de los modos en que el lenguaje afecta a la cons- gación de campo y de los métodos empíricos, creían que mostrar las
titución de la acción social, es importante mantener hacia ellos una acti- fuentes lingüísticas de sus descripciones etnográficas, es decir, los relatos
tud abierta y receptiva. No existen derechos de autor respecto a los orales de los informantes, era una de las tareas más importantes de un
métodos en las ciencias sociales. Hay que sentirse libre para usar cual- antropólogo. Dado que no disfrutaban del lujo de tener un aparato que
quiera que sirva a nuestros objetivos. Experimentar con nuevas técni- les permitiese grabar y, luego, escuchar una y otra vez lo que los infor-
cas (i. e. vídeo, ordenadores) puede ayudarnos a profundizar O desvelar mantes hubiesen dicho, la transcripción significaba anotar de manera sis-
fenómenos que se habían ignorado anteriormente o que habían que- temática y cuidadosa las respuestas de los informantes a las preguntas
dado sin analizar. AJ mismo tiempo, las nuevas tecnologías también relativas al conocimiento de la tradición y de los diversos aspectos de la
crean problemas éticos y políticos. Una disciplina que se preocupa por organización social de su comunidad. La transcripción de una conversa-
el problema de la representación no debe crecer sin dejar de observar ción entre nativos estaba fuera del alcance tecnológico de los primeros
con ojo vigilante los pros y contras de los nuevos métodos de docu- etnógrafos. Para obtener información sobre el uso del lenguaje se veían
mentación, y sin elaborar una comprensión crítica de los pros y con- obligados a usar dos tipos de técnicas. En primer lugar, intentar captar
tras de los antiguos métodos. una palabra o una oración tal y como se usaba durante el transcurso de
una interacción con el fin de anotarla mentalmente o por escrito, y espe-
rar la oportunidad de preguntar al informante sobre ello:

Cuando aparecía una oración excepcionalmente buena (sobre botá­


nica o jardinería) tomaba nota de ello, mentalmente o por escrito, para
luego inducir a mi informante a que la repitiese, no necesariamente
como la había oído la primera vez, pero sí para poder reproducir la
información que contenía y su especificidad lingüística.
(Malinowski, 1935, vol. 2: 5)

Otra técnica era suscitar narraciones sobre un tema determinado y


transcribirlas. Este método se basaba en la destreza (y paciencia) de los
hablantes nativos para hablar de manera clara y pausada, y en su volun-
tad de adaptarse a la limitada capacidad del etnógrafo para entender su

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