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Preparación de la disolución

Como regla general, el objetivo es disolver el soluto en la mínima cantidad de disolvente a su


temperatura de ebullición. El compuesto a recristalizar, finamente pulverizado, se coloca en un
matraz de fondo redondo del tamaño adecuado al que se acopla un refrigerante de reflujo. Se
echa un trocito de plato poroso y se cubre el sólido con un volumen del disolvente elegido que
se juzgue todavía insuficiente para disolverlo totalmente se calienta la mezcla hasta ebullición,
agitando constantemente al comunicar al líquido un movimiento de giro. A la solución hirviente
se añade más disolvente en pequeñas porciones y continuando la agitación. Entre cada dos
adiciones se debe dejar el tiempo suficiente para que el soluto pueda disolverse. Se continúa la
adición de disolvente hasta que todo el soluto se ha disuelto a la temperatura de ebullición.

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