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EQUIDAD EDUCATIVA EN EL PERÚ: ENTRE EL DERECHO A

LA EDUCACIÓN Y LA IGUALDAD DE GÉNERO

EDUCATIONAL EQUITY IN PERÚ: BETWEEN THE RIGHT TO


EDUCATION AND GENDER EQUALITY.

MARIO ERMIL AVILA OSCUVILCA


MILAGROS DE LA CALLE HOSPINA
DARCY KAROL HUAMÁN CABEZAS

RESUMEN

Los autores analizan la desigualdad de género ante la insatisfacción de las


necesidades de las mujeres en relación al derecho a la educación, precisan porque no son
consideradas como sujetos activos en la definición de las estrategias para la igualdad y
son aún mantenidas como meras destinatarias de políticas públicas que aparentan ser
coherentes con la equidad educativa. Hacen lo propio con el concepto de equidad
educativa, en tanto, garantizarlo desempeña un papel decisivo para el logro de la igualdad
de género y la eliminación de la discriminación y violencia por razón de género.

PALABRAS CLAVE

Derecho a la educación, Derechos Humanos, Igualdad de género, Políticas


públicas, Mujer.

INTRODUCCIÓN:
La desigualdad en el Perú tiene – metafóricamente – un rostro, el de una
adolescente andina, campesina, quechua-hablante, posiblemente embarazada por
violación y que aún sabe leer ni escribir. Hace un par de años, se publicó un artículo
periodístico sobre tal problemática, denominado “El sistema educativo refleja la enorme
desigualdad de género en el Perú”, y su autora, CASTILLO (2017), precisó con datos y
estadística como es que aún mantenemos en el país una brecha de género – especialmente
notoria en la educación – entre hombres y mujeres, y que es enorme.
Existe el fin de lograr la igualdad de género, eliminar la discriminación y violencia
por razón de género; sin embargo, pareciera que, a pesar de los esfuerzos y recursos
destinados, estamos aún ante un latente tema estacional y se hace poco o nada para salir
de ahí, pese a que sabemos que este tiene su génesis y vigencia en conceptos basados en
discriminación y la normalización de la violencia contra la mujer a consecuencia de la
sencilla condición de ser tal. Precisamente, tales problemáticas se caracterizan por las
contribuciones y omisiones de la sociedad e individuos por normalizar y perpetuar
papeles estereotipados y que son – sencillamente – innecesarios.
Existe un largo camino emprendido por el Estado y la sociedad civil para lograr
el objetivo de la reivindicación de los derechos de la mujer, y la consecuente garantía de
un desarrollo efectivo del enfoque de género, uno que vaya más allá de una nomenclatura
y que, a su vez, garantice la viabilidad y éxito para la determinación e implementación de
instrumentos y políticas públicas que luchen contra la brecha educativa entre varones y
mujeres en el país.

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MUJER, DERECHOS HUMANOS Y SU CONTENIDO
Una de las actuales y vigentes restricciones a la capacidad de obrar de las mujeres
es el desconocimiento por parte del Estado, sociedad e individuos de ideales y prácticas
liberales e igualitaristas, pese a que su relevancia ha partido del consenso internacional
sobre el derecho a la igualdad como un componente esencial de los derechos humanos y
de su característica de universalidad, exigencia implícita del orden nacional e
internacional basado en derechos.
Este paradigma relativo a las vulneraciones de derechos que sufren las mujeres
trasciende aún más cuanto en el propio ámbito nacional, no reciben de parte del Estado el
tratamiento de vulneración de derecho humanos, haciendo mucho más dificultoso abordar
esta primera cuestión planteada, pues es un reto injustificado para la defensa – en
específico – de los derechos económicos, sociales y culturales de las mujeres.
Como se precisó, en nuestra dinámica social existe una enorme desigualdad de
género en el país, sea, en principio, por la incoherencia entre la articulación de políticas
públicas y el estatus jurídico y fundamentación de los derechos destinados a la
construcción de estados de bienestar y desarrollo. Esta situación es manifiestamente
contradictoria con los fines de protección social de la persona, pues se descuida atender
las necesidades destinadas a la mejora de condición de vulnerabilidad de las mujeres
Desde la exigencia del derecho internacional, principalmente de los derechos
humanos, la problemática abordada es objeto de crítica – en principio – desde el
significado del desarrollo de los derechos fundamentales y, por lo cual, se plantean
argumentos para atención de la mujer, como titular de derechos humanos.
Al respecto, RUSSO (1999) mencionó que los derechos humanos son los derechos
fundamentales de la persona humana, tomando a ésta en tres dimensiones: como ser físico,
como ser psíquico y como ser social. Esa aproximación implica tomar una decisión,
desplazando un criterio objetivo (catálogo de derechos) hacia uno subjetivo (definición
de persona). (pág. 36)
A su vez, sobre el contenido de los derechos, BIDART (1989) nos refiere sobre el
hombre (entiéndase varón y mujer) que no se conforma con que su libertad quede exenta
de interferencias injustas, porque hay circunstancias sociales por las que se reclaman algo
más: demandan que su libertad estrangulada se explaye, que sus derechos bloqueados se
vuelvan accesibles, que sus obstáculos se remuevan. que los condicionamientos
deficitarios se funcionalicen. (pág. 32). Sin embargo, ante la afectación constante de los
derechos de la mujer física, psíquica y socialmente, aún no trasciende en la medida
necesaria de la exigencia de atención y defensa sus derechos, perpetuándose así las
diferencias en desigualdades injustas.
Por lo anterior, es lamentable que, aspirándose a ser en una sociedad moderna,
democrática y constitucional, la competencia del Estado sobre la protección de los
derechos fundamentales de toda persona no esté garantizado, más aún si este poder deber
tiene por primera razón la posesión del monopolio del poder coactivo y su legitimación
es basada en el sentido mínimo de protección de los derechos humanos.
Sin embargo, mediante el principio de igualdad, como eje central del acuerdo
propio de nuestra sociedad, se aspira a contar con condiciones que permitirán abordar las
brechas de género; puesto que, una vez canalizada mediante lineamentos generales, es

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plausible aplicar principios subsecuentes como la equidad. Precisamente, AGUDELO, M.
(2004), en relación a la finalidad y naturaleza de los derechos humanos y conforme a la
filosofía de RAWLS, indica que se justifica la existencia de un derecho de gentes que
respete los derechos humanos fundamentales, con alcance universal, como producto de
un acuerdo propio de sociedades liberales y no liberales. (pág. 146.)
MUJER, IGUALDAD Y NO DISCRIMINACIÓN
Hoy en día, apreciamos que sociedades y Estados occidentales precian el
reconocimiento – universal – de los derechos, garantías y libertades de sus habitantes, y
entre aquéllos – en primer lugar – el derecho a la igualdad. Sin embargo, el tema está muy
lejos de ser idílico: desde las dificultades de la propia definición del concepto de igualdad.
No obstante, la igualdad es en principio, un valor de relevancia global en los sistemas
civiles y políticos modernos y, necesario para instituir el Estado social, democrático y
constitucional de Derecho en el que vivimos.
Precisamente, MONTOYA Y SÁNCHEZ-URÁN (2007) indican sobre la igualdad:
(…) Su fundamento es el reconocimiento de la igual dignidad de todos los seres humanos
por el hecho de serlo –dignidad que es innata a la persona e inalterable por razón de las
circunstancias–, lo cual se traduce en la afirmación de una serie de derechos
fundamentales inviolables y en la asignación al poder político de la función de
garantizarlos y de facilitar su ejercicio. Como todo valor, la igualdad tiene a la vez un
sentido fundante del sistema jurídico–político y un carácter teleológico, en cuanto meta u
objetivo del sistema. (pag.1)
A su vez, BAYEFSKY (1990) refiere que la igualdad es tanto un principio como un
derecho, del cual, lo Estados y organismos internacionales se han venido abocando en su
desarrollo y promulgación (aún con definiciones diversas), pero que jurídicamente son
elementos definitorios legítimamente exhibidos juntos como el significado único de todas
las disposiciones de igualdad en el derecho internacional y en sí constituyen temas
consistentes en la jurisprudencia internacional existente.
Precisamente, contamos con lineamientos jurisprudenciales del Comité de
Derechos Humanos, que confirman que el derecho a la protección contra la
discriminación es relevante a fin de garantizar los derechos fundamentales de igualdad y
dignidad humana; así, por ejemplo, en el caso NAHLIK V. AUSTRIA (1996) se aprecia en
su fundamento 8.2. la siguiente observación:
El Comité ha tomado nota de la alegación del Estado Parte de que la comunicación es
inadmisible (…) por referirse a una supuesta discriminación en el marco de un acuerdo
privado respecto al cual el Estado Parte no tiene influencia alguna. El Comité observa
que, en virtud de los artículos 2 y 26 del Pacto, el Estado Parte está obligado a velar
porque ninguna de las personas que residan en su territorio y estén sometidas a su
jurisdicción sea objeto de discriminación alguna y que, por consiguiente, los tribunales
de los Estados Partes tienen la obligación de proteger a las personas contra la
discriminación, tanto si se produce en la esfera pública como entre partes privadas (…)
En tal sentido, el Estado, en relación al derecho/principio de igualdad, tiene ante
el poder y la potestad coactiva del control social, en contraposición, el deber negativo de
no incurrir en la discriminación, que generan normalmente desigualdad, intolerancia y
violencia; así mismo, tiene la obligación positiva de proteger a las personas contra la
misma, mediante acciones de carácter general y/o especial a fin de garantizar la plena

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igualdad efectiva de las personas. La igualdad como derecho, principio y valor, tiene una
pertinencia esencial para el desarrollo progresivo de los derechos humanos, a su vez,
como ayuda como punto de comparación con los instrumentos normativos y técnicos que
entendemos que discriminan activa u omisivamente.
Específicamente, en el caso de la mujer, ya hemos señalado que se normalizan
escenarios que aún prevalecen en determinados Estados, donde se las conceptualiza como
de “segunda clase” en lo que respecta a derechos fundamentales como la nacionalidad y
la ciudadanía, la salud, la educación, los derechos conyugales, los derechos al trabajo,
entre otros.
Históricamente, en el ámbito interamericano, la igualdad de la mujer ha recibido
una atención superficial con la consecución de políticas inclusivas y menos
discriminadoras, aproximadamente hasta la mitad del siglo XX; ya con posterioridad, han
tenido a la fecha un trato especial y de manera progresiva. En principio, se tuvo la
adopción de una serie de instrumentos sobre sus derechos civiles y políticos, como, la
Convención sobre la nacionalidad de la mujer de Montevideo (1933), la Convención
Interamericana sobre la concesión de los derechos políticos a la mujer, y la Convención
Interamericana sobre la concesión de los derechos civiles a la mujer, Bogotá (1945).
Sin perjuicio a lo anterior, sobre al ámbito de la no discriminación en la educación,
destaca la Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones en la esfera de la
enseñanza (1960), en tanto, mediante este instrumento se define y prohíbe la
discriminación en general y las especiales; tal como precisa:
Artículo 1: 1. A los efectos de la presente Convención, se entiende por “discriminación” toda
distinción, exclusión, limitación o preferencia fundada en la raza, el color, el sexo, el idioma, la
religión, las opiniones políticas o de cualquier otra índole, el origen nacional o social, la posición
económica o el nacimiento, que tenga por finalidad o por efecto destruir o alterar la igualdad de
trato en la esfera de la enseñanza y, en especial: a) Excluir a una persona o a un grupo del acceso
a los diversos grados y tipos de enseñanza; b) Limitar a un nivel inferior la educación de una
persona o de un grupo; c) A reserva de lo previsto en el artículo 2 de la presente Convención,
instituir o mantener sistemas o establecimientos de enseñanza separados para personas o grupos;
o d) Colocar a una persona o a un grupo de personas en una situación incompatible con la dignidad
humana; 2. A los efectos de la presente Convención, la palabra “enseñanza” se refiere a la
enseñanza en sus diversos tipos y grados, y comprende el acceso a la enseñanza, el nivel y la
calidad de ésta y las condiciones en que se da. (…) (p. 25).

Por su parte, en los últimos 20 años, países como el Perú, han adoptado
mecanismos destinados a generar mayor igualdad de género, por ejemplo, mediante
acciones de equidad y justicia para la prevención de la violencia contra la mujer, mediante
la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer (1995) y; medidas para la promoción de principios de igualdad y de no
discriminación a fin de garantizar una plena igualdad jurídica efectiva, por medio de
medidas especiales, tal y como lo plantea la Convención Interamericana contra toda forma
de discriminación e intolerancia (2013).
En tal sentido, la importancia de la igualdad y no discriminación hacia la mujer,
en la educación, permite construir una sociedad más incluyente, igualitaria, justa y
diversa, ya que el beneficio no se realizará a nivel básico y/o superficial, pues, un criterio
de equidad, de igualdad plena, cuenta con un enfoque que englobe a la ciudadanía,
principalmente los motores sociales, como lo son los vínculos familiares. Ahora bien, el

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concepto de equidad dentro del sistema educativo, es en sí un término indispensable
puesto que no puede hablarse de una igualdad, efectiva y/o plena sin esta.

MUJER, DERECHO A LA EDUCACIÓN E IGUALDAD DE GÉNERO

Sobre el particular, el principio de la igualdad de trato y la no discriminación por


razones de sexo, es a su vez, es un derecho humano fundamental contenido en
instrumentos internacionales de los cuales el Perú es estado parte. Entre estos tenemos,
por ejemplo, a la Carta de las Naciones Unidas (1945), preámbulo, y los artículos 1) y 3);
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966), artículos 2, 3 y 26; el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966), artículos 2, 3 y 7;
la Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969), artículo 1; entre otros.
De manera específica y vinculante al Perú, la Convención sobre la eliminación de
todas las formas de discriminación contra la mujer (1979), en su artículo 1°, define a la
discriminación como sigue:
“Toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o
resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer,
independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer,
de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política,
económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera.”
Ahora bien, en el caso de la mujer y la reivindicación de sus derechos, de ninguna
manera ésta es excluyente, puesto que, de lo contrario, quedaría desvalida frente a las
eventuales violaciones que pudiese cometer el propio Estado, pues, para el desarrollo del
derecho a la educación también se requiere de la igualdad de género, materializada en
proyectos educativos nacionales más integrales.

En tal sentido, es oportuno enfatizar la relevancia del derecho a la educación con


relación a la igualdad de género; y desde un análisis de derechos, como propio de nuestro
Tribunal Constitucional. Al respecto, citamos el fundamento 6 de la STC correspondiente
al Expediente 00853-2015-PA/TC, que precisa: “los bienes constitucionales deben
interpretarse en el marco del Estado social y democrático de derecho, conforme a los
artículos 3 y 43 de la Constitución, sin perjuicio de la respectiva normativa de protección
internacional de los derechos humanos, tal como ordena la Cuarta Disposición Final y
Transitoria de la Constitución”. (pág. 4) Nótese que, el derecho a la educación toma
relevancia a partir de su definición, pues ayuda a justificar los contenidos objeto de
interpretación y protección constitucional.

Una primera definición, es la contenida en el fundamento 6 de la STC


correspondiente al Expediente 00091-2005-PA/TC, por el cual se indica que la educación
es un derecho fundamental intrínseco y, a la vez, un medio indispensable para la plena
realización de otros derechos fundamentales, por cuanto permite al ciudadano participar
plenamente en la vida social y política en sus comunidades.

En efecto, nuestro Tribunal Constitucional, resalta que el derecho a la educación


tiene bienes constitucionales directamente vinculados, como son: el acceso a una
educación adecuada (artículo 16), la libertad de enseñanza (artículo 13), la libre elección
del centro docente (artículo 13), el respeto a la libertad de conciencia de los estudiantes
(artículo 14), el respeto a la identidad de los educandos, así como el buen trato psicológico

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y físico (artículo 15), la libertad de cátedra (artículo 18), y la libertad de creación de
centros docentes y universidades (artículos 17 y 18).
Adicionalmente, la educación se configura como un servicio público, en la medida
de que se trata de una prestación pública y obligación del estado, a fin de garantizar la
continuidad de los servicios educativos, el de aumentar progresivamente su cobertura y
calidad. Al respecto, el fundamento 11 de la STC correspondiente al Expediente 04232-
2004-PA/TC, hace referencia a que el Estado tiene la responsabilidad de tener siempre
como premisa básica que el derecho a la educación como todos los derechos
fundamentales (e incluso las disposiciones constitucionales que regulan la actuación de
los órganos constitucionales) tienen como fundamento el principio de la dignidad
humana.

De otra parte, a nivel internacional, es conocido que existen instrumentos de


derechos humanos que también reconocen a la educación como un derecho fundamental
y como un servicio público que desempeña un papel decisivo para el logro de la igualdad
entre los géneros y la eliminación de la discriminación y violencia por razón de género;
motivo por el cual – como en el caso del Perú – se imponen a los Estados obligaciones de
proteger y garantizar los derechos a la educación y a una vida libre de violencia y
discriminación. Entre estos instrumentos, se destacan las recomendaciones generales de
CEDAW (Comité para la eliminación de todas las formas de discriminación contra la
mujer de la ONU, en sus siglas en inglés)

Así, por ejemplo, tenemos a la Recomendación General N 35 (2017) sobre la


violencia por razón de género contra la mujer, por la que se actualiza la recomendación
general N 19 y la Recomendación general N 36 (2017) sobre el derecho de las niñas y
las mujeres a la educación; en la que se hace especial referencia en el derecho de acceso
a la educación, los derechos dentro de la educación y los derechos a través de la
educación, (véase el fundamento 28 de CEDAW/C/GC/36 y el punto iii) del fundamento
31 de CEDAW/C/GC/35).

Sin perjuicio a lo anterior, contamos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible


(2015), que incluyen metas y objetivos destinados a la eliminación de todas las formas de
discriminación contra todas las mujeres y niñas, y el Marco de Acción para la Educación
2030 reconoce que la igualdad de género está inextricablemente ligada al derecho a la
educación; por lo que, planteadas las barreras ideológicas, culturales y estructurales para
la garantía de la igualdad entre los géneros, es responsabilidad del Estado el superar la
discriminación y violencia por razón de género en y desde la educación.

Bajo estas premisas, iniciativas como la Campaña Latinoamericana por el derecho


a la educación (CLADE, por sus siglas en español), promueven activamente que los
Estados deban actuar en el sentido de garantizar escuelas físicamente accesibles, trayectos
y entornos seguros a los centros educativos, infraestructura escolar e instalaciones
adecuadas, seguras y con perspectiva de género; establecer currículos y materiales
educativos no estereotipados y que aborden la igualdad de género, así como planes de
educación sexual integral; asegurar la protección y prevención contra el abuso sexual y
otras formas de violencia y maltrato, así como asignar recursos humanos y financieros e
institucionalidad apropiados para establecer la igualdad de género en la educación.
(CLADE, 2019)

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EDUCACIÓN, IGUALDAD DE GÉNERO Y POLÍTICAS PÚBLICAS

Conforme a lo señalado, y sobre los alcances del derecho a la educación, cabe


plantear una reflexión sobre la protección social de los derechos humanos relativos a la
mujer en relación al derecho de educación y la igualdad de género. Para tales efectos,
bajo las premisas y discursos sobre derechos, reconocemos que son objeto de especial
protección, en tanto, dada su relevancia internacional, no solo parte de las proclamaciones
formales de igualdades; debido a que, son normalmente distantes de situaciones reales de
disparidad y peligros para la dignidad y libertad de la mujer.

Las políticas públicas educativas peruanas deben encuadrarse en el marco


internacional de derechos humanos, en especial en el marco de los instrumentos jurídicos
de protección de los DDHH que el Estado Peruano a firmado y ratificado; principio
porque son de importancia para el crecimiento y mejora educativa, y que a su vez influye
en el avance y progreso como sociedad en el enriquecimiento de valores y conocimientos.
Sin embargo, y lamentablemente, esta situación no se refleja en la realidad de nuestra
sociedad, ya que aún se debe superar el la brecha de género y el paradigma que se da al
hablar sobre igualdad de género.
Tal como lo señaló CASTILLO (2017), existe una negativa estadística nacional en
relación al sistema educativo. Sobre el analfabetismo, para el año 2002, el a nivel nacional
en mujeres era del 15% y en hombres del 5%; del cual – como, adiciona – en la zona
rural, la cifra se disparaba a un 26.2% de mujeres son analfabetas frente a solo un 8% de
hombres; así mismo, indica que – según INEI – en el 2015 la cifra a nivel nacional bajó
a 9% en mujeres y a 3% en hombres. Es decir, los números reafirman que la proporción
de desigualdad por género de 1 a 3 persiste en nuestro sistema educativo.

Ante esta brecha de género, de manera progresiva se ha ido desarrollando una


planificación multisectorial con esfuerzos destinados a nuestro mejorar y hacer más
igualitario modelo educativo; principalmente, destinados a la infancia y adolescencia,
conforme se aprecia del plan nacional de igualdad de género 2012-2017, el Plan Nacional
Contra la Violencia de Género 2016-2021 y el Plan Multisectorial
para la Prevención del Embarazo en Adolescentes 2013-2021.
La principal reflexión es que ante el fenómeno de la perpetuación de esta cifra
negativa – de 3 a 1 – encontramos como una herramienta base el Plan Nacional de
Igualdad de Género 2012-2017, por el cual se parte del principio de igualdad entre
mujeres y hombres, de relevancia jurídica universal al ser reconocido en convenios
internacionales; así mismo, precisa que tal principio hace referencia a los derechos y
responsabilidades que como seres humanos tenemos todas las personas, lo que implica
dar las mismas condiciones, trato y oportunidades sin distinción de clase, sexo, edad,
creencias, etnia o cultura (igualdad en general). Lastimosamente, no llega a ser suficiente.

Por su parte, el Ministerio de Educación (MINEDU, por sus siglas en castellano)


desde el año 2012 tenía como disposición gubernamental el cumplimiento del Decreto
Supremo N°004-2012-MIMP; no obstante, su ejecución ha sido cuestionable al no
garantizarse que, en las entidades educativas, indistintamente privadas y/o públicas,
involucradas se logre cumplir con el denominado “Plan nacional de igualdad de género”,
partiendo para ello con la adopción de medidas mínimas y necesarias.

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Con relación a lo señalado, surge la interrogante a responder, ¿Por qué un Plan
Nacional de Genero?, la respuesta tiene como antecedente que el Perú suscribió los
acuerdos de la Plataforma de acción de Beijing (1995), concretando así su compromiso
con la erradicación de las brechas de género y de toda forma de discriminación por sexo.
En la referida plataforma, los Estados expresaron su decisión de promover los objetivos
de igualdad, desarrollo y paz para todas las mujeres del mundo, en interés de toda la
humanidad. A continuación, expondremos ejemplos de políticas públicas destinadas al
desarrollo de acciones educativas con enfoque de género.

Por su parte, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables mantiene la


rectoría en las políticas nacionales y sectoriales sobre mujer, e incluso tiene como
competencia la promoción y fortalecimiento de la transversalización del enfoque de
género en las políticas públicas, conforme al Decreto Legislativo N° 1098. Cabe resaltar
que, el criterio que le da este plan es de observación a la realidad, a fin de identificar roles
de los varones y mujeres, y la asimetría de relaciones de poder e inequidades que se
producen entre ellos; de esta manera se planteó iniciarse acciones para lograr la igualdad
de género.

Precisamente, reconociendo toda política programada que afecte a la mujer y al


hombre de manera diferenciada, el Decreto Supremo N° 008-2019-MIMP, en su artículo
12° establece que: “El Estado peruano ha suscrito y ratificado tratados y compromisos
internacionales sobre derechos humanos en materia de igualdad y no discriminación
como la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra
la Mujer (CEDAW)”

Así, por ejemplo, mediante la Resolución Ministerial N° 0035-2013-ED, en su


artículo 4° se hace referencia a la creación de Comisión Sectorial para la
Transversalización de los Enfoques de Derechos Humanos, Interculturalidad e Igualdad
de Género, teniendo para ello en cuenta las principales dificultades a partir de los planes
que establece el propio Estado, así como los aspectos metodológicos y el acceso a fuentes
de información, a fin de contar con tal información, que sea reconocida y posible de ser
empleada conforme a la realidad.

Sin embargo, aún con estos esfuerzos, el MINEDU (2018), a través del documento
“Perú: ¿cómo vamos en educación?” precisa una conclusión negativa respecto al acceso
a la educación en el país:

(…) conforme al cada año respecto al inmediatamente posterior, se encuentra que existe
una brecha estadísticamente significativa entre los años 2015 y 2017. Esto sugiere que el
crecimiento ha sido constante a través de los años, y que es muy probable que el
incremento mayor de estos últimos tres años guarde relación con las políticas del sector
educación de incremento de acceso a este nivel. (pág. 31)

EQUIDAD EDUCATIVA E IDEAS DE CAMBIO


Ahora bien, ante la necesidad de mejorar la definición y aplicación del principio
de igualdad en las políticas públicas educativas, se tiene que establecer y acentuar el
cambio de poder equilibrar el servicio educativo a aquellos a los que se les ha apartado,
limitado y perjudicado. Para tal fin, se plantea caracterizar de manera – eficiente, en base
a la equidad – la igualdad de género, en los siguientes cinco lineamientos:

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1) PROMOVER la igualdad de género en los distintos ámbitos de la malla curricular,
2) FORTALECER el sentido normativo y respaldo constitucional dentro de nuestra
sociedad, 3) REDUCIR las obstaculizaciones que en muchos casos es el Estado
propiamente quien interfiere para no canalizar el mensaje, 4) GARANTIZAR que la
información recabada sea conducente dentro de nuestra sociedad y, 5) El VALORAR ya
que vivimos en una sociedad que rige pensamientos críticos que no tienen sustento.
La justificación de la presencia de tales verbos – resaltados – guardan estrecha
relación con el contenido de la Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (1979), el mismo que es de obligatorio cumplimiento para
el Estado peruano, y que fue aprobada por Resolución Legislativa Nº 23432, publicada el
05 de junio de 1982. El instrumento de ratificación fue depositado el 13 de septiembre de
1982 y el tratado es vigente desde el 13 de octubre de 1982.
Precisamente, contando con una referencia normativa nacional e internacional,
que es mejor caracterizada con los verbos rectores destinados a dar contenido a las
prácticas y políticas públicas educativas, el primer paso recomendado llega a ser la
aplicación del lenguaje inclusivo en la dinámica escolar, la cual estimamos deba de
incorporarse dentro de las sesiones de clase y labor de guía humana, a cargo de los
docentes que desarrollan cada uno de los distintos cursos y espacios de integración. Sin
perjuicio a lo anterior, se debería tomar más importancia en el ítem de la motivación
puesto que aquí recaería sobre el docente en poder desarrollar sus clases que estén acorde
a sus distintas asignaturas.
Conforme a lo mencionado, el docente deberá de recibir capacitación
especializada por parte de los organismos ejecutores educativos, como lo son las
Unidades de gestión educativa local de las diferentes provincias del país (UGEL, por sus
siglas en castellano). En ese sentido, a nivel normativo y gestión, se requerirá de una
resolución emitida por el Ministerio de Educación que ordene sobre este punto la
implementación correcta sobre un lenguaje inclusivo con enfoque de género.
Cabe precisar que la medida planteada requiere del respaldo constante de las
autoridades competentes y la observancia debida de las distintas resoluciones que ya
desarrollaron el tema sobre el enfoque de género, en tanto, estos ya reconocen que existe
una problemática frente a un lenguaje inclusivo respecto a la equidad educativa en el Perú.
Seguidamente, es ideal elaborar propuestas innovadoras de aplicación de acciones de
fomento de la igualdad de género, en los distintos niveles de gobierno, y a fin que puedan
incorporar en sus políticas marcos que establezcan la igualdad de género.
Por ello, y más a profundidad con el desarrollo de la medida planteada, estimamos
que se cuente con el respaldo de una política nacional de manera cooperativa, con el
ministerio de la mujer y poblaciones vulnerables, el instituto nacional de estadística, entre
otros que básicamente refrenden la contextualización de nuestra sociedad.
De otra parte, respaldamos la iniciativa de incorporación de un curso denominado
“Enfoque de género”, dicho título responde literalmente a lo que se refiere consideramos
que no debería ser envuelto en algo que claramente se menciona como es “enfoque de
género”, para erradicar toda discriminación de género en niños y niñas. El curso estaría
desarrollado en tres agrupaciones el primero relacionado al contexto social y humano, el
segundo derechos fundamentales y/o humanos y tercero la igualdad.

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Tal iniciativa, técnicamente, cuenta con el respaldo de la UNESCO para su
fortalecimiento de la realidad que se vive en el Perú y poder comprender de manera
general el reconocimiento progresivo que se llevaría a cabo. Así mismo, propiamente el
desarrollo de las agrupaciones como es el contexto social y humano relacionado a los
cursos de personal social puesto que se dará un enfoque a partir del desarrollo de la
problemática que viven en la realidad.
Finalmente, se deben de profundizar contenidos sobre los derechos fundamentales
y/o humanos también relacionado al curso de educación cívica para que puedan revalorar
sus derechos a un libre desarrollo, bienestar, autonomía, dignidad bajo los parámetros que
el estado peruano faculta y que otros países también son participes, en tanto, la igualdad
en democracia constituye un equilibrio que se relaciona especialmente a un acceso,
desarrollo para las mujeres.

CONCLUSIONES

1. Nuestra dinámica social advierte que existe una enorme desigualdad de género
en el país, sea, en principio, por la incoherencia entre la articulación de políticas
públicas y el estatus jurídico y fundamentación de los derechos destinados a la
construcción de estados de bienestar y desarrollo.
2. La importancia de la igualdad y no discriminación hacia la mujer, en la
educación, permite construir una sociedad más incluyente, igualitaria, justas y
diversa, ya que el beneficio no se realizará a nivel básico, cuenta con un
enfoque que englobe a la ciudadanía, principalmente los motores sociales como
son los vínculos familiares.
3. A nivel internacional, existen instrumentos de derechos humanos que también
reconocen a la educación como un derecho fundamental y como un servicio
público que desempeña un papel decisivo para el logro de la igualdad entre los
géneros y la eliminación de la discriminación y violencia por razón de género.
4. Las políticas públicas educativas peruanas no tienen que ser ajenas al marco
internacional de derechos humanos, en principio porque son de importancia
para el crecimiento y mejora educativa, y que a su vez influye en el avance y
progreso como sociedad en el enriquecimiento de valores y conocimientos.
5. Es necesario un desarrollo a profundidad bajo un enfoque basado en derechos,
derechos fundamentales – a propósito del derecho a la educación y la igualdad
de género.
6. Abordar las desigualdades de género ante la insatisfacción de las necesidades
de las mujeres en relación al derecho a la educación, ha demostrado que las
políticas públicas educativas no son equitativamente desarrolladas.
7. La equidad educativa, es relevante para la progresividad del derecho a la
educación y bienes constitucionales conexos, en tanto, garantizarlo desempeña
un papel decisivo para el logro de la igualdad entre los géneros y la eliminación
de la discriminación y violencia por razón de género.
8. Contando con una referencia normativa nacional e internacional y una mejor
caracterización de verbos rectores destinados a las prácticas y políticas públicas
educativas, el primer paso recomendado llega a ser la aplicación del lenguaje
inclusivo en la dinámica escolar. Así mismo, respaldamos la iniciativa de
incorporación de un curso denominado “Enfoque de género”, dicho título
responde literalmente a lo que se refiere consideramos que no debería ser

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envuelto en algo que claramente se menciona como es “enfoque de género”,
para erradicar toda discriminación de género en niños y niñas.
9. Se deben de profundizar contenidos sobre los derechos fundamentales y/o
humanos también relacionado al curso de educación cívica para que puedan
revalorar sus derechos a un libre desarrollo, bienestar, autonomía, dignidad
bajo los parámetros que el estado peruano faculta y que otros países también
son participes

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