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Había una vez un fontanero muy bueno al que un día llamaron con urgencia para poner un
parche a una tubería. El fontanero replicó “esa tubería no necesita un parche, lo que hace
falta es cambiar todo el sistema de fontanería de la casa”. Los dueños de la casa le dijeron
“ya, lo sabemos, pero ahora mismo tenemos prisa. El agua se sale y lo encharca todo, no
tenemos dinero para cambiar el parche… Pónganos el parche ahora y en cuanto cobremos
la paga le llamaremos para cambiar toda la fontanería”.
El fontanero aplicó el parche, cobrando barato en espera de poder llevarse luego el contrato
de cambio de fontanería. Y puso el parche muy bien para que vieran una muestra de cuán
hábil podía llegar a ser. Tan bien puso el parche que dejó de gotear por completo, y así los
dueños de la casa perdieron la prisa. Pasó un mes, y luego otro, y luego otro…
Un año y medio después los dueños de la casa decidieron cambiar la fontanería completa.
Como habían podido ahorrar durante mucho tiempo gracias al parche del fontanero,
reunieron una buena cantidad y diseñaron un cambio que incluía griferías de oro, bañeras
de marmol, duchas de hidromasaje… Tan goloso resultó el proyecto que muchas grandes
empresas de fontanería presentaron sus ofertas junto con la del fontanero. Y a la hora de
evaluarlas todas, al llegar a la del humilde fontanero, los dueños de la casa dijeron “este es
un parcheador, un chapuzas, no es quien necesitamos para nuestro bonito y nuevo sistema
de fontanería”.
Había una vez en un país muy lejano un mago con cuyo método, aseguraba, uno podía
conseguir cualquier cosa. El propio mago, a pesar de llevar una vida casi austera, parecía
ser una persona tremendamente feliz y satisfecha, y muchos aseguraban que era uno de los
grandes sabios de su tiempo.
Un día un joven señor fue a visitar al mago. Acudía de un torneo en el que había conocido a
la bella hija del rey, y se había enamorado perdidamente de ella. “Mago, enseñame un
método para encandilar a la princesa y te cubriré de oro”, le dijo. Y el mago aceptó el
encargo.
“Bien”, comenzó el mago, “lo primero es pasar mucho tiempo con la princesa para irla
conociendo. Ella adora montar a caballo, por lo que tendréis que empezar a cabalgar en los
mismos bosques que ella”. El joven señor puso mala cara. “Ya me gustaría, pero es que mi
caballerizo es un patán, tiene los caballos hechos una pena, llenos de mugre y heridas, y
aunque he intentado por todos los medios que se tome su trabajo en serio no ha habido
manera”.
“Lo que debéis hacer entonces”, prosiguió, “es mostaros lo más atractivo posible a la
princesa. Llamad a vuestro sastre y que os prepare un traje fastuoso”. De nuevo, el joven
señor puso cara de contrariedad. “Imposible, mago”, replicó, “mi sastre me sale por un ojo
de la cara. Siempre comienza con ofertas muy baratas, pero el traje que me entrega es un
desastre, y entonces empezamos con los arreglos: una puntadita por aquí, un botón por
allá… Y claro, al final el traje sale tan caro que mi padre ya me ha suspendido el
presupuesto para vestidos”.
El mago lo miró en silencio durante unos segundos. Meneó la cabeza y dijo “en fin…
Intentemos otra cosa: mostradle a la princesa vuestras dotes de liderazgo. Haced que
vuestros hombres organicen unas maniobras militares en las que vos os mostraréis como el
gran estratega y guerrero que seguramente sois”. Una vez más, el joven señor parecía a
punto de llorar. “No sabéis lo que decís… Mis hombres tienen una rutina muy marcada, y
en el momento en el que se les pide algo más de lo que les toca empiezan a quejarse, a
protestar, incluso a desobedecer las ordenes… Si empiezo a pedirles esfuerzos y que hagan
cosas nuevas tendré problemas”.
El mago meditó de nuevo unos segundos. “Muy bien, tengo la solución”, dijo. “Todas las
noches, antes de acostaros, haréis gárgaras con esta poción, por la que os cobraré mil
monedas de oro. En un tiempo, la princesa acabará rendida a vuestros pies”. Por fin, el
joven señor saltó loco de alegría. “¡Esto es lo que necesitaba! En verdad sois un gran mago,
y si la poción finalmente funciona no solo ganaréis estas mil monedas, os cubriré de oro
como os prometí”.
Esa misma noche el joven señor comenzó con las gargaras. Durante un mes, dos, tres, el
señor hizo gárgaras y gárgaras y más gárgaras hasta que la gargante se le enrojeció y casi
perdió el habla, pero la princesa no daba muestras de notar siquiera su presencia. Compró
otra poción, y otra, y otra más. Pasó un año entero, y nada. Entonces, enfurecido, marchó
donde el mago.
“¡Me has engañado!”, gritó al mago. El mago le miró sonriendo. “Bueno, mi señor, no
podéis culparme”, le respondió, “pensé que si el caballerizo, el sastre y vuestros hombres os
tomaban por tonto, yo debería quizás probar suerte “.
- “Para que te pones zapatillas, aunque corras con ellas lo mas rápido que
puedas no vas a ser mas veloz que el león”
Moraleja:
"Para ganar terreno en el mundo empresarial hay que competir con sagacidad
e inteligencia"
“Me encantaría ser capaz de subir a lo alto de ese árbol …” suspiraba el pavo,
“pero no tengo energías.”
MORALEJA:
"La mierda puede llevarte a la cumbre, pero no te mantendrá allí".
Un mono que estaba trepado en un árbol cercano, que había visto y oído la
escena, sale corriendo tras la pantera para contarle como
la engañó el perrito.
Ahh, este Mono !!!, hace como media hora que lo mandé a traerme
otra pantera, y todavía no aparece.
Moraleja:
En momentos de crisis,
Sólo la imaginacion
es mas importante que
el conocimiento.
Resumen:
Los mayores un día, conocieron unas aves muy interesantes que llamaron su
atención por su capacidad gerencial, experiencia y realizaciones. Decidieron
llevarlos a su país.
Entre ellos se encontraba Pedro el pavo real, quien realmente era una antitesis
de la pinguinidad. Era un ave llena de colorido, radiante, y bullanguera. Sabía
escribir y manejaba bien los presupuestos; era imaginativo, creativo, sensato y
practico. Era distinto y sus logros profesionales impactantes.
A Pedro le interesaban los pingüinos por lo maravilloso que había leído y oído
de ellos, también le interesaba su país rico y donde eran bien pagadas las
aves.
Pedro no quería ser ostentoso, recogía sus plumas, y solo las desplegaba para
impresionar a los pingüinos ocasionalmente. Quería ser tomado en serio y
tener éxito.
Pedro el pavo real, tenia diferentes retos, debía aprender a comportarse como
todo un pingüino. Pero conforme paso el tiempo empezaron los problemas…
Para todos era un hecho que el pavo real era talentoso y productivo estaban
contentos con los notables resultados de su trabajo, pero les incomodaba su
naturaleza llamativa y vistosa.
Pedro quería saber que tenia de malo. Ellos le respondieron que tenía que
comportarse como ellos para que todos se sintieran bien.
Las aves se dieron cuenta que lo que tenia en común era que ninguna había
crecido en el reino de los pingüinos. Los pingüinos por su parte argumentaban
que eran partidarios de la diversidad. Pero sus acciones los traicionaban.
Las aves exóticas deciden tratar de cambiar la cultura tan arraigada de sus
jefes los pingüinos. Y asi todas desarrollaron estrategias para convertirse en
agentes de cambio.
Sorprende a tu jefe cuando este haciendo algo bien hecho o más o menos bien
hecho…
Expón tus nuevas ideas ante los pingüinos mayores en situaciones en que no
les incomode tener que dar respuesta
Pedro el pavo real fue el primero que ante lo ocurrido decide marcharse a un
nuevo país.
Este nuevo lugar era descrito como el reino de las Oportunidades, Allí los
trabajadores y los jefes no perdían su tiempo aparentando lo que no eran.
Sabían que para triunfar en una empresa son indispensables ACEPTACION y
CONFIANZA.
Todas las aves exóticas se alejaron del país de los pingüinos y llegaron al reino
de las Oportunidades donde prosperaron y se desarrollaron como nunca. Una
nueva liberta les permitió volar a cado uno a su manera. Comprendieron que el
reino de las Oportunidades es un estado mental es una actitud.
Comentario:
Habia una vez un oso perezozo que vivia en un lugar muy transitado de la
selva, por alli pasaban los leones cuando salian a hacer ejercicio, las
comadrejas daban pequeños paseos por alli y asi muchos animales concurrian
el lugar.
- Seria buen negocio poner una venta de empanadas aqui, dado que este es un
lugar muy transitado.
- Seria buen negocio poner una venta de empanadas aqui, dado que este es un
lugar muy transitado.
- Seria buen negocio poner una venta de empanadas aqui, dado que este es un
lugar muy transitado.
Moraleja 1: "Las ideas no valen nada a menos de que hagas algo productivo
con ellas"
Moraleja 2: "Tener una buena idea en la cabeza es como tener una linda
mascota...Pero muerta, debes darle vida!!"
"Era una vez un campesino que fue al bosque cercano a atrapar algún pájaro
con el fin de tenerlo cautivo en su casa. Consiguió atrapar un aguilucho. Lo
colocó en el gallinero junto a las gallinas. Creció como una gallina.
“De hecho”, dijo el hombre. “Es un águila. Pero yo la crié como gallina. Ya no
es un águila. Es una gallina como las otras.
Pero cuando el águila vio allá abajo a las gallinas picoteando el suelo, saltó y
fue a parar junto a ellas.
El campesino sonrió y volvió a la carga: “Ya le había dicho, se volvió gallina”.
Fue cuando ella abrió sus potentes alas. Se erguió soberana sobre sí misma. Y
comenzó a volar a volar hacia lo alto y a volar cada vez más a las alturas.
Voló. Y nunca más volvió.
Moraleja:
"Todos tenemos un Aguila adentro, pero muchos tememos dejar que ella vuele
por lo cual ese aguila en muchas personas muere creyendose gallina...No
permitas que tu aguila siga con su potencial escondido, dale ese empujon que
necesita para expandir sus alas en las cimas del exito"
MADRID (ABC) Los seres humanos viven una media de 75 años. Las
compañías viven una media de doce años y medio. Si descontamos el fuerte
efecto de la mortalidad infantil (empresas que desaparecen en los primeros
años de su existencia) y consideramos sólo las grandes corporaciones, la
esperanza de vida empresarial no supera los 40 o 50 años.
¿Por qué unas empresas tienen éxito a largo plazo y otras languidecen y
desaparecen? ¿Cuáles son las claves del éxito sostenido durante años y
generaciones?. En los últimos años, dos obras clave de la literatura del
management han intentado dar respuesta a estas preguntas. Una de ellas,
Empresas que perduran, escrita en 1994 por Collins y Porras se ha convertido
ya en un clásico. La otra es The living company (La compañía viva), escrita por
Arie de Geus y pubilcada en 1997.
William McKnight, que dirigió los destinos de 3M desde 1914 hasta 1969, pasó
sin pena ni gloria por la comunidad empresarial de su tiempo. Había
comenzado en la empresa como auxiliar de contabilidad y sus biógrafos lo
describen como un hombre callado, reflexivo, serio, modesto... Y, sin embargo,
3M se convirtió durante esa época en una gran empresa, que aportó nuevos
productos al mercado.
Un rico labrador que veía próximo el final de sus días, reunió a sus hijos y les
dijo que, a su muerte, buscaran un tesoro que habla dejado escondido en su
propiedad. Siguiendo las indicaciones de su padre, los hijos cavaron la tierra
de arriba a abajo, sin dejar un palmo. Tesoro no hallaron, porque no existía,
pero habían removido la tierra con tanto ahínco que, al año siguiente, la
cosecha se quintuplicó.
En los años 50, Masaku Ibuka, de Sony, les planteó a los ingenieros de la
compañía una meta aparentemente imposible: hacer una radio que cupiera en
el bolsillo de la camisa. Fuera de Sony, la idea encontró escepticismo. Sin
embargo, la compañía fabricó la radio de bolsillo; el producto penetró en todos
los mercados y las investigaciones que se habían realizado en el campo de los
transistores más tarde merecieron el premio Nobel.
Cuenta la fábula que pasaba un burro por un prado cuando se encontró una
flauta que alguien había olvidado. Se acercó a olerla y al dar un resoplido sonó
la flauta.
Una rana vivía en un estanque apartado y otra rana amiga, en una charca del
camino. La primera aconsejaba a su amiga que se mudara al estanque, un
lugar más seguro para vivir. Pero la otra no se dejó convencer, alegando que
le costaba trabajo abandonar una morada en la que durante mucho tiempo
habían vivido ella, sus padres y sus abuelos. Un día pasó una carreta por el
camino y la aplastó.
El apego a nuestras costumbres ignorando el medio que nos rodea nos puede
llevar a la ruina. La historia de las empresas analizadas en el estudio de Arie
de Geus demuestra cómo éstas han sabido realizar internamente cambios
graduales en sus estructuras y la forma de gestionar a su gente para
aprovechar las oportunidades y anticiparse a las demandas del mercado. Han
sabido preservar el núcleo de creencias básicas mostrándose dispuestas a
cambiar todo lo demás.
Un pájaro volaba hacia el sur para invernar. Hacía tanto frío que el pájaro,
helado, cayó al suelo agotado.Mientras estaba tendido en el suelo pasó una
vaca y dejó caer unas boñigas sobre él.
MORALEJA:
Un conejito lo vio y le preguntó, “¿Puedo sentarme contigo sin hacer nada todo
el día:
MORALEJA:
Para pasarte el día sentado, sin hacer absolutamente nada, debes estar
sentado … muy, muy arriba.
Fabuula empresarial
2. Cuelga un plátano del techo y pon una escalera para poder alcanzarla. Asegurate de que
no exista ningún otro modo de alcanzar el plátano que no sea subiendo por la escalera.
3. Instala un sistema que haga caer una lluvia de agua helada en toda la habitación cuando
un mono empiece a subir la escalera.
4. Los monos aprenden rápido que no es posible subir la escalera evitando el sistema de
agua helada.
6. Reemplaza uno de los 20 monos por uno nuevo. Inmediatamente, va a intentar subir la
escalera para alcanzar el plátano, y sin entender por que, será golpeado con saña por los
otros.
7. Reemplaza ahora uno de los viejos monos por otro nuevo. Entonces será golpeado
también y el mono introducido justo antes que este será el que más fuerte le pegue.
8. Continuar el proceso hasta cambiar a los 20 monos originales y que queden únicamente
monos nuevos.
9. Ahora ninguno intentara subir la escalera, y mas aun, si por cualquier razón a alguno se
le ocurre pensarlo, este será inmediatamente masacrado por el resto de los monos y lo
peor es que será sin motivo alguno y sin que ninguno de los monos tenga la menor idea
del por qué de la cosa.