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Trastorno de Personalidad

Un trastorno de personalidad es un patrón permanente e inflexible de experiencia y


comportamiento que se aparta de lo que se considera habitual en la cultura del sujeto que lo padece
y que se manifiesta en la forma de percibir el mundo que lo rodea, la afectividad, las relaciones
interpersonales y el control de los impulsos.

Todo el mundo tiene sus patrones característicos de percepción y de relación con otras personas
y ante las diferentes situaciones de estrés. Por ejemplo, algunas personas responden a una
situación problemática solicitando ayuda de otras personas. Otras prefieren enfrentarse a los
problemas por sí mismas. Algunas minimizan los problemas. Otras los exageran. Sin embargo, si
sus patrones característicos de comportamiento son ineficaces o tienen consecuencias negativas,
las personas mentalmente sanas tienden a probar enfoques alternativos. En contraste, los sujetos
con un trastorno de la personalidad no modifican sus patrones de respuesta, incluso cuando estos
patrones son repetidamente ineficaces y sus consecuencias son negativas. Estos patrones se
denominan patrones de mala adaptación, porque la gente no se adapta como las circunstancias
lo requieren. Los patrones de mala adaptación varían en su gravedad y en su duración. En la
mayoría de los pacientes con un trastorno de la personalidad, el trastorno causa problemas
moderados. Sin embargo, algunos padecen graves problemas sociales y psicológicos durante toda
su vida.

Alrededor del 13% de la población sufre un trastorno de la personalidad. Generalmente afectan a


hombres y mujeres por igual, aunque algunos tipos específicos afectan a un sexo más que al otro.
Los trastornos de la personalidad resultan de la interacción de los genes y el ambiente. Es decir,
algunas personas nacen con una tendencia genética a padecer un trastorno de la personalidad, y
esta tendencia disminuye o aumenta en función de los factores ambientales. Generalmente, los
genes y el ambiente contribuyen aproximadamente por igual al desarrollo de los trastornos de la
personalidad.

La mayoría de los pacientes que presentan un trastorno de la personalidad sienten un malestar


subjetivo y tienen problemas en las relaciones laborales y en las distintas situaciones sociales.
Muchos desarrollan también trastornos del ánimo, ansiedad, síntomas por somatización abuso de
sustancias o trastornos de la alimentación. Si el paciente presenta un trastorno de la personalidad
junto con alguna de estas alteraciones, es más probable que no responda al tratamiento de estas
y, por lo tanto, que tenga peor pronóstico. Los cuales los trastornos de la personalidad se refieren
esencialmente a los problemas relacionados con: Identidad y el sentido de sí mismo y Relaciones
interpersonales.

Tasa ajustada de mortalidad por suicidio. La tasa más reciente que se tienen es de 2016,
la de Colombia es de 5,07 por 100.000 habitantes, el rango de los resultados va de 0,95 a

12,21 por 100.000. De las 37 entidades territoriales analizadas, 19 (51,3%) tienen tasa por

encima de la nacional, sin embargo, solo 2 departamentos (5%): Arauca (11,67 por 100.000

hab.) y Vaupés (12,21 por 100.000 hab.) tienen tasas con una diferencia relativa de la tasa

nacional que es estadísticamente significativa. Putumayo (9,22) y Guainía (9,15) se

encuentran muy cerca del límite estadístico que separa las cifras altas de las similares a la

media nacional. Las tasas más bajas las tuvieron San Andrés, Providencia y Santa Catalina

(0,95), Chocó (2,11) y Vichada (2,16).

“Las personas que padecen trastornos mentales y del comportamiento y aquellas que

tienen trastornos por consumo de alcohol u otras sustancias psicoactivas, tienen mayor

probabilidad de presentar conducta suicida, al igual que quienes han tenido eventos críticos

en su vida, como pérdidas de un ser querido, del empleo, han tenido experiencias

relacionadas con conflictos, peleas con los padres, separación, rompimiento con la pareja,

cambio de vivienda, madre con trastornos mentales (principalmente en adolescentes),

historia familiar de suicidios, maltrato, desastres, violencia y abuso sexual; personas con

factores genéticos o biológicos que se asocian con mayor frecuencia del evento; entre

otros” 3,4,5

Los departamentos con tasas similares o superiores al nivel nacional deberán realizar de

manera prioritaria una sala situacional (siguiendo la metodología de la Organización

Panamericana de la Salud-OPS), con el fin de analizar cuáles son los determinantes

sociales de la salud que se encuentran asociados causalmente con el suicidio en su

territorio y así construir y ejecutar un Plan para la Prevención y Atención Integral de la

Conducta Suicida que se ajuste a sus necesidades, conforme a lo establecido en los

lineamientos nacionales del Ministerio de Salud y Protección Social para tal fin.3,4

Tasa ajustada de mortalidad por epilepsia. La tasa ajustada de mortalidad por epilepsia

del país en 2016 fue de 1,34 por 100.000 habitantes, con un rango territorial que va de 0 a

2,28. Como se observa en la tabla 1, hay 17 entidades territoriales (45,9%) con tasas por
encima de la medida nacional y 20 por debajo (54,1%), pero estas diferencias no son

significativas. Esto significa que todas las cifras del indicador son similares a la cifra

nacional, sin embargo, es importante anotar que Guaviare tiene una cifra de 2,78 por

100.000 habitantes y es la entidad con la tasa más elevada, seguido de Casanare con 2,32

y Boyacá con 2,27. Las tasa más bajas las tuvieron: Amazonas y San Andrés y Providencia

con 0 por 100.000.

Problemática

Los individuos con trastorno de personalidad límite carecen de importantes habilidades de


autorregulación, de relación interpersonal y de tolerancia al malestar. En particular, son incapaces
de inhibir las conductas desadaptativas dependientes del estado de ánimo o de iniciar conductas
independientes del estado de ánimo actual necesarias para plantearse objetivos a largo plazo.
Segundo, las emociones intensas y las creencias y supuestos disfuncionales asociados aprendidos
en el entorno invalidante original (junto con el encuentro de entornos constantemente
invalidantes) forman un contexto motivacional que inhibe el uso de las habilidades conductuales
que la persona tiene y frecuentemente refuerza conductas con trastorno de personalidad límite
inapropiadas. Sin embargo, a medida que mis colegas y yo desarrollábamos este enfoque de
tratamiento se nos hizo rápidamente evidente que:

1) la enseñanza de habilidades psicosociales, tal como la creemos necesaria, es


extraordinariamente difícil si no imposible, dentro de un contexto de terapia orientado a reducir
la motivación a morir y/o actuar con trastorno de personalidad límite.

2) no se puede prestar suficiente atención a los temas motivacionales en un tratamiento con el


riguroso control de la agenda terapéutica necesaria para la formación de habilidades. A partir de
ello nació la idea de dividir la terapia en dos componentes: uno que se centrase
fundamentalmente en la formación de habilidades psicosociales y otro que se centrase en factores
motivacionales, incluida la motivación de seguir con vida, de sustituir las conductas con trastorno
de personalidad límite por conductas competentes y de construir una vida que valga la pena vivir.

Los criterios para el TPL tal como se define en la actualidad reflejan una pauta de inestabilidad y
desregulación conductual, emocional y cognitiva. Esas dificultades pueden ser resumidas en cinco
categorías; en la TDC se proponen cuatro módulos de habilidades específicas en función de esas
cinco categorías. Primero, como ya hemos comentado antes, los sujetos con trastorno de
personalidad límite suelen experimentar desregulación y labilidad de emociones. Las respuestas
emocionales son reactivas y los individuos gerazones para un curso de habilidades neuralmente
tienen problemas con la ira y la expresión de la misma, así como episodios de depresión, ansiedad
e irritabilidad. Uno de los módulos del programa de formación de habilidades sociales de la TDC
se dirige a enseñar habilidades de regulación de las emociones.

Segundo, los sujetos con trastorno de personalidad límite suelen experimentar una desregulación
interpersonal. Sus relaciones son normalmente caóticas, intensas y llenas de dificultades. A pesar
de ello, los sujetos con trastorno de personalidad límite encuentran muy difícil abandonar las
relaciones; en vez de ello, ponen en marcha esfuerzos intensos y desesperados para evitar que los
abandonen. Por otro lado, los individuos con trastorno de personalidad límite parecen llevarlo
bien en relaciones estables y positivas y mal en las que no son estables. Por ello, otro módulo de
la TDC tiene como objetivo enseñar habilidades interpersonales efectivas. Tercero, los sujetos con
trastorno de personalidad límite tienen pautas de desregulación conductual, como evidencian sus
conductas impulsivas extremas y problemáticas, así como los intentos de herirse, mutilarse o
matarse. Las conductas suicidas o impulsivas son vistas desde la TDC como intentos
desadaptativos de resolución de problema, resultantes de la incapacidad personal para tolerar el
malestar emocional el suficiente tiempo como para conseguir soluciones potencialmente más
efectivas. De ahí que exista un módulo de formación de habilidades dirigido a enseñar habilidades
de tolerancia al malestar.

Cuarto, es común una desregulación del sentido del yo. No es inusual que un individuo con
trastorno de personalidad límite informe de que no tiene el más mínimo sentido del yo, de que se
siente vacío y de que no sabe quién es. Y quinto, también presentan una breve alteración cognitiva,
no psicótica (incluida la despersonalización, la disociación y las ideas delirantes), que aparece en
situaciones estresantes y que normalmente desaparecen cuando se alivia la tensión. Para tratar
ambos tipos de desregulación, existe un módulo de formación de habilidades que les enseña un
conjunto de habilidades de «conciencia» (mindfulness), esto es, habilidades relacionadas con la
capacidad para experimentar y observarse conscientemente a uno mismo y al entorno.
Objetivo General

Investigar cuáles son las causas por las que se genera un trastorno de personalidad, si se genera más
en niños, adolescentes o adultos y dar a conocer información para distinguir de qué manera
conmueve o afecta a las personas tanto psicológico, social y actitudinalmente.

Objetivos específicos

1) Identificar cuáles son los síntomas principales que aparecen en los trastornos de
personalidad.

2) Reconocer las diferentes características y las sintomatologías de los diferentes tipos de


trastornos de personalidad.

3) Presentar y explicar las diferentes técnicas de tratamiento que suelen ser aplicadas de forma
individual a las personas que presentan diferentes tipos de trastornos de personalidad.

4) Investigar en cuantos y cuales países de Sur América se genera este problema, y cuál es el
país donde más se genera el trastorno de personalidad.

5) Averiguar en qué rango de edad se genera más este problema y porque razones.

Marco Conceptual

 LOS ORIGENES DEL MODELO DEL TRASTORNO DE PERSONALIDAD

La prolífica obra de Theodore Millon tuvo su primer exponente de relieve en "psicopatología


Moderna" (1969), un excelente y singular manual de Psicopatología, profundamente adelantado a
su época, que incluyó la primera formalización moderna de la teoría de los patrones de
personalidad, defendiendo la idea de un continuo normal-anormal. En él se proponía una
aproximación funcional interpersonal que daba cuenta de los nexos conceptuales entre las
características clínicas observadas en los individuos que podían ser identificados como prototípicos
de un determinado patrón y los factores etiológicos (biológicos y psicológicos) y etapas evolutivas
que podían hipotetizarse para cada uno de esos prototipos; también se introducía la importancia de
las estrategias de afrontamiento que se traducían en estilos de comportamiento interpersonal, la
consideración de los dinamismos intrapsíquicos (mecanismos de defensa y procesos inconscientes)
que podían inferirse a partir del examen retrospectivo y prospectivo de la trayectoria biográfica
personal, y finalmente la posibilidad de observar o modelizar las estrategias intra e interpersonales
que consciente o inconscientemente tendían a autoperpetuar el patrón de personalidad,
consolidándolo. De esta manera, cuando en 1969 Millon desarrolla su primera formulación del
modelo se trata ya de algo mucho más complejo que una mera tipología; se han sentado las bases
de un modelo que permitirá tender puentes entre las (i)rregularidades de las observaciones clínicas
y la consistencia que debe exigirse a un modelo teórico comprensivo y potencialmente explicativo,
lo que hará posible que nuevas observaciones enriquezcan la teoría y que ésta permita rastrear
nuevas evidencias; todo ello se plasmará en un conjunto ordenado y articulado de proposiciones
(Millon, 1981, 1992a, 1986a, 1986b; Millon y Millon, 1974; Millon y Everly, 1994); otra repercusión
importante de este modelo es que permitirá construir instrumentos de evaluación coherentes con
la teoría y con los que poner a prueba empíricamente el modelo (Millon, 1982,1987); e incluso dos
décadas más tarde, al tiempo de culminar el modelo teórico contribuirá a la proposición de
estrategias de tratamiento de los trastornos de la personalidad (Millón, 1990; Millon, Everly y Davis,
1993), explorando el nexo psicopatología/psicoterapia.

Un examen superficial de sus teorías y propuestas podría hacer creer al lector que Millon es un autor
ecléctico, que bebe de diferentes fuentes para producir un resultado compatible con diferentes
enfoques teóricos y aceptable para clínicos pertenecientes a tradiciones muy diversas. Millon
ciertamente es integrador, sincrético -como subraya Valdés (1994)- pero la constante búsqueda de
coherencia teórica para sus propuestas le aleja del eclecticismo, a la par que le permite no renunciar
a todo lo que encuentra de valioso en las tradiciones teóricas anteriores. En su obra de 1969
encontramos frecuentes alusiones a otros modelos surgidos con anterioridad. A título de ejemplo
recordemos los tipos de carácter derivados de la evolución psicosexual freudiana (Millon cita
particularmente a Freud, 1959; Abraham, 1927; Brown, 1940 (oral-dependiente, oral-sádico, anal-
retentivo, anal-expulsivo y fálico); los tipos neuróticos de K. Horney, 1945: (retraído, sumiso y
agresivo); las tendencias de personalidad descritas por E. Fromm, 1947: (receptiva, comercial,
explotadora, acumuladora); los prototipos de T. Leary- 1957: (Personalidades desconfiada,
dependiente, excesivamente convencional, narcisista, sádica, masoquista, hipernormal y
autocrática); las neurosis de carácter de B. Wolman, 1965: (hipervectorial, hiperinstrumental y
paramutual); los tipos interpersonales de McNair y Lorr, 1965: (B: hostil, desconfiado; C: Afiliativo,
sociable; D: retraído, desconfiado; E: insulso, inhibido; F: pasivo, G: Amistoso).

Que las propuestas de Millón sean superadoras e integradoras de contribuciones precedentes, o


sólo un intento más de organizar el conocimiento sobre la personalidad normal y patológica no lo
podremos valorar cabalmente hasta al menos dentro de una década, momento en el que ya podrá
apreciarse el impacto que las contribuciones genuinas de este modelo han causado realmente en la
Psicología de la Personalidad, la psicopatología, la Evaluación Clínica y los Tratamientos. Entre tanto
convendrá evitar proposiciones apresuradas que quieren capitalizar las florecientes aportaciones
de este modelo al servicio de "paradigmas" particulares: el enfoque cognitivista, el interpersonal, la
Psicobiología de la adaptación u otros, También es un error soslayar el importante basamento que
sus planteamientos originales tienen en las formulaciones teóricas de orientación psicoanalítica y
en el relevante papel que Millon nunca ha negado a los dinamismos inconscientes que se infieren
como articuladores explicativos en los principales prototipos que propone.

2. CONSTRUCCION DE LA PERSONALIDAD NORMAL Y PATOLOGICA: DE LOS "ESTILOS" A LOS


"PATRONES"

En la primera formulación del modelo, que denominaremos didácticamente de "4 x 2" (en alusión a
las categorías que integran las dimensiones), aparecía la idea de que en un paciente, además de que
se determine si a nivel estructural y fenoménicamente presenta características neuróticas o
psicóticas, podría estudiarse si hay o no características disfuncionales de personalidad. De esta
forma empezamos a considerar la personalidad como una "dimensión" evaluable en el ámbito de la
psicopatología, más allá de los sistemas tradicionales de categorías diagnósticas más o menos
cerradas.

Para proponer una tipología, ha de fundamentarse hipótesis sobre el origen de la personalidad


(Millon, 1981). Esbozada ya una primera versión en 1969, es en 1981 cuando aparece desarrollada
en profundidad una teoría del desarrollo/construcción de la personalidad en la que se acepta una
interacción compleja entre bases biológicas, procesos evolutivos y peculiaridad de los aprendizajes.
De forma complementada, y como resultante de la determinación que ejercen las diversas fuentes
de influencia, Millon sostiene que se habría ido definiendo un "estilo de personalidad" y
construyendo un "patrón de personalidad" en base a la calidad de las experiencias interpersonales
que el sujeto tiene a lo largo de su vida (principalmente en las primeras etapas).

Las influencias biológicas que se consideran incluyen la herencia y como consecuencia las
disposiciones temperamentales ya observadas tempranamente en la infancia; La modulación de
estas disposiciones por los procesos de aprendizaje adaptativo y refuerzo recíproco nos conducen
al concepto de individualidad biofísica de la persona. Esta primacía de la individualidad se
conservará en la teoría de Millon como uno de sus elementos esenciales, porque si bien se definirán
prototipos "ideales" de la personalidad, cada individuo singular es visto como único y sólo podrá ser
descrito analógicamente en términos de un perfil (en qué medida los diferentes prototipos
("patrones") le representan); los perfiles del MCMI, MAPI, MACI, MBHI o MIPS (véase después)
aportarán hipótesis descriptivas para los individuos en términos de códigos de 2 y 3 puntos 1, y rara
vez encontraremos sujetos que se ajusten casi perfectamente a un único prototipo.

Las etapas evolutivas están caracterizadas por representar situaciones cualitativamente diferentes
en el continuo del desarrollo. A partir de la interdeterminación entre plasticidad madurativa y
aportación estimular que caracteriza a la etapa más precoz del desarrollo, la formulación evolutiva
de Millon discurre entre las aportaciones recogidas de las teorías piagetianas, neuropsicológicas y
del apego, primero una etapa de fijación sensorial (entre el nacimiento y los 18 meses), calificada
por las capacidades sensoriales y las conductas de apego; posteriormente una etapa de autonomía
sensorio-motora (entre los 23 meses y los 6 años), caracterizada por las capacidades sensorio-
motoras y las conductas autónomas de exploración; más adelante una etapa de iniciativa intra-
cortical (desde los 4 años a la adolescencia), en la que aparecerán las conductas de iniciativa, las
habilidades mentales abstractas. Todas ellas sesgadas (positiva o negativamente) por una dimensión
integrada por los vectores de enriquecimiento vs, empobrecimiento estimular en el plano
interpersonal, que dará lugar a experiencias características del aprendizaje determinadas por
hiperestimulación o infraestimulación en una o varias de dichas etapas, balanceadas con la
plasticidad madurativa de que disponga el sujeto. Una aportación de estímulos interpersonales más
pobre podría ser compensada por una mayor plasticidad madurativa, mientras que una mayor
rigidez en la maduración podría verse compensada si la aportación estimular interpersonal es más
rica. En cualquier caso este balance no deja de lado la importancia que tiene recibir una rica y variada
aportación estimular interpersonal en las etapas más precoces.

El aprendizaje es considerado en cuanto persistencia y continuidad de los aprendizajes tempranos


en sus muy variadas modalidades (resistencia a la extinción, aprendizaje pre-simbólico, aprendizaje
aleatorio, aprendizaje generalizado, refuerzo social, experiencias repetitivas, refuerzo recíproco,
estereotipos sociales, autoperpetuación, constricción protectora, distorsión perceptiva y cognitiva
y generalización de la conducta) y teniendo en cuenta las áreas y fuentes patógenos del aprendizaje,
bien por la manera en que se ejerce el control de la conducta, estilos de comunicación proclives a
la formación patológica, el mismo contenido de los aprendizajes que puede ser inadecuado, pero
también las determinaciones patológicas de la estructura familiar o las experiencias traumáticas -
principalmente las relaciones, más que sucesos traumáticos aislados- que se atraviesan en el
desarrollo. Un modelo de la interdeterminación de estos procesos ha sido articulado por Millon y
Everly (1994) como se resume en la figura 1.

En la formulación de Millon coexistirían dos ejes de aprendizaje, que se solapan evolutivamente:

a) el aprendizaje interpersonal y de las actitudes sobre sí mismo, categorizado en tres subprocesos


evolutivos; 1) el aprendizaje de la confianza en otros (confianza básica); 2) el aprendizaje de la auto-
competencia; y 3) el aprendizaje de la identidad personal, culminación del proceso de integración
del concepto de sí mismo, imagen y esquema corporal, eje que se combina con:

b) el aprendizaje de las estrategias de afrontamiento intra e interpersonal, que da lugar al


predominio de un estilo básico de personalidad en cada individuo, aunque se adquieran
características de diversos estilos que son utilizadas de manera complementaria o alternativa
Cuando se aprecia un estilo de afrontamiento bien definido, ya se dispone de un repertorio de
mecanismos de defensa secundarios, al servicio de la integración y estabilidad del Yo.

Descendiendo al nivel descriptivo de los "estilos de personalidad" prototípicos que Millon propone
como observables ya en la adolescencia, revisamos a continuación los que elaboró originalmente
para la construcción del MAPI, incluyendo las variantes posteriores surgidas de las revisiones
posteriores (Millon, 1981; Millon y Everly, 1994; Millon, Millon y Davis, 1994a; Millon, Weiss, Millon
y Davis, 1994). Distingue los siguientes:

Introvertido. Se trata de sujetos aislados, más bien silenciosos y poco emotivos. Indiferentes y no
fácilmente excitables, tienden a no involucrarse emocionalmente con los demás y tampoco se
sienten fuertemente implicados con los objetos o tareas con las que se relacionan. No evitan
sistemáticamente a las otras personas pero manifiestan una indiferencia básica sobre todo lo que
les rodea.

Inhibido. Sujetos totalmente reservados o que experiencian molestia en la relación social con los
demás. A estos individuos les gusta permanecer incomunicados de la gente y han aprendido que
para ello lo mejor es mantener la distancia y evitar las amistades de otros. Sin embargo, a menudo
se sienten solos, eluden el contacto interpersonal por miedo a ser rechazados y tienden a evitar a
los otros por la extrañeza de sus propios sentimientos. Una variante de este tipo es el estilo
lastimero depresivo, que Millon incorpora en sus últimos trabajos (Millon, Millon y Davis, 1994a)
Cooperativo/Sumiso: Sujetos que tienden a ser compasivos, sentimentales y bondadosos en sus
relaciones con los demás. En general están poco dispuestos a imponerse y evitan tomar la iniciativa
o asumir el rol de líder, dejando a otros tomar el liderazgo y escoger la dirección. Es típico de ellos
el estado de ánimo bajo, unido a escasa confianza en su propio rendimiento y habilidades.

Sociable/Dramatizador. Sujetos con una personalidad que se expresa de manera locuaz y


socialmente encantadora; frecuentemente dramáticos y emocionalmente expresivos, tienden a
mantener con los demás una intensa pero breve relación, Buscan nuevos focos de excitación y
experiencias interesantes. De forma aparentemente contradictoria pueden sin embargo mantener
relaciones de forma rutinaria y duradera, si éstas les procuran seguridad.

Confiado en Sí mismo/Egoísta: Sujetos totalmente confiados en sus habilidades, a menudo vistos


por los demás como egocéntricos. Raramente tienen alguna duda sobre su propio valor y el de sus
actos, y en cierto modo están seguros de sí mismos. Estas personas tienden a no hacer caso a los
demás y a no compartir o adecuar sus propios intereses con las necesidades de aquellos con quienes
se relacionan,

Enérgico/indócil. Sujetos con voluntad firme y pensamiento rígido, tendentes a manejar y dominar
a los otros, Frecuentemente cuestionan las habilidades de los otros y prefieren tomar la
responsabilidad y dirección en la mayoría de las situaciones. Pueden llegar a ser frecuentemente
desafiantes y crueles, tendiendo a ser intolerantes con los problemas o debilidades de los demás.
Este estilo se desdobla en dos variantes: Indócil (independiente Activo) y Poderoso/Enérgico
(Discordante Activo).

Respetuoso/Conformista. Sujetos con un pensamiento serio, eficiente, buenos conocedores de las


normas, que se comportan de manera correcta y característica. Intentan mantener bajo control sus
emociones y las antipatías hacia los demás. Prefieren vivir sus experiencias de una manera muy
ordenada y bien planificada, evitando situaciones imprevisibles e inesperadas.

Oposicionista/Sensible: Sujetos que tienden a mostrarse como descontentos y pesimistas.


Frecuentemente exhiben un comportamiento impredecible; a menudo pueden parecer
extravertidos y entusiastas, pudiendo pasar rápidamente al polo contrario. Estas personas sienten
frecuentemente culpabilidad por sus cambios bruscos de humor, se disculpan, pero pronto vuelven
a tener esos mismos cambios imprevisibles. Millon distingue en sus últimos trabajos dos variantes:
Sensible-Oposicionista (Ambivalente Activo) y Auto-desvalorizado (Discordante Pasivo),

Estos "estilos" ya derivan de la sistemática del modelo 4 x 2 que será descrito más adelante, y son
en lo esencial convergentes con las propuestas que Millon ha efectuado recientemente (1994) en
su Indice de Estilos de Personalidad (MIPS), donde se ha cuidado particularmente la articulación de
su modelo teórico-dimensional con las contribuciones precedentes sobre patrones de
comportamiento interpersonal en las diferentes tradiciones del estudio de la personalidad en base
a modelos de rasgos, que le permitirá proponer 10 estilos, organizados bipolarmente en 5 ejes de
comportamiento interpersonal: Retirándose / Exhibiéndose; Dudando / Asertivo; Disentidor /
Conformista. Descubridor / Controlador; Quejoso / Acomodable. Conviene en este punto
detenernos a considerar qué entiende Millon por patrón de personalidad normal y qué por patrón
de personalidad patológica.
La personalidad emerge como resultante de la interdeterminación de dos procesos: cómo el
individuo interactúa con las demandas de su medio ambiente y cómo se relaciona consigo mismo.
Si el complejo proceso evolutivo de determinaciones biológicas e interpersonales que atraviesa el
individuo da lugar a que se manifieste un patrón de personalidad caracterizado por que el individuo
manifieste habilidad para abordar su entorno con flexibilidad y capacidad de adaptación, tolerante
ante la frustración y aceptando demora en la gratificación, de manera que sus comportamientos y
percepciones característicos fomenten el aumento de gratificaciones personales, entonces
podemos hablar de normalidad. Esta "normalidad" se concreta en una actitud constructiva ante el
entorno y en comportamientos promotores de salud.

Si por el contrario el individuo muestra escasa flexibilidad para adaptarse, lo que se traduce en que
dispone de escasas estrategias alternativas en la relación con los demás, utilizándolas de forma
rígida, y es incapaz de adaptarse a los cambios, tendiendo a modificar su entorno para que éste no
le exija comportamientos que están fuera de su repertorio, entonces hablaremos de patrón de
personalidad patológico. En él encontraremos además la tendencia a crear círculos viciosos que se
manifestarán como patrones repetitivos, y en algunos casos, los más disfuncionales, el patrón de
personalidad será inestable, a causa de la debilidad del Yo, y dará lugar a un patrón de personalidad
patológico "por naturaleza" o que es fácilmente observable como tal en cualquiera de sus ámbitos
de manifestación. Esta rigidez y repetitividad del patrón indicará la exacerbación patológica de un
estilo de personalidad que podría haber sido normal de ser más flexible, mientras que la
inestabilidad del patrón dominante indica una disfunción más grave (p.e, las personalidades
esquizotípica, límite o paranoide).

Para Millón los Trastornos de Personalidad son extensiones patológicas de los patrones de
personalidad normal. Resumiendo, los trastornos de personalidad son considerados "... como
emergiendo de los patrones de personalidad normal como resultado de interacciones complejas de
disposiciones biológicas, aprendizaje desadaptativo y especialmente cambios ambientales
estresantes" (Millon y Everly, 1985).

COMO EVOLUCIONA EL TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD

Con frecuencia, el trastorno límite de la personalidad presenta un curso crónico. Además de la


inestabilidad permanente en diversos ámbitos, muchas personas afectadas por este trastorno
pierden completamente el control de sus emociones en determinadas fases. La evolución depende
en gran medida de la aplicación de un tratamiento adecuado. Al caracterizarse este trastorno por
diversas dificultades en las relaciones interpersonales y las conductas autodestructivas, el
tratamiento suele resultar complejo, por ejemplo, debido a que los afectados cambian con
frecuencia de terapeuta.

Las conductas típicas del trastorno límite de la personalidad se manifiestan habitualmente en la


infancia y la adolescencia. Sin embargo, el diagnóstico no debe efectuarse hasta los 14 años, ya que
hasta ese momento la personalidad está aún evolucionando. A medida que aumenta la edad, suele
disminuir la intensidad del trastorno, de modo que muchos adultos afectados son más estables
tanto a nivel personal como laboral.

• Incapacidad para desechar objetos rotos o inútiles

• Rigurosidad y obstinación

• Inflexibilidad en cuanto a la moral, la ética o los valores

• Estricto, control mezquino del presupuesto y los gastos

2) Hay muchos aspectos a tener en cuenta en el diagnóstico y el tratamiento del trastorno


límite de la personalidad, y aunque de esto hablaremos en la parte del curso referente al
diagnóstico y abordaje terapéutico (módulo II), en este apartado expongo ciertos aspectos que se
pueden observar en muchas personas con trastorno límite con el fin de comprender muchos
comportamientos y contradicciones que se pueden dar durante las entrevistas.

INESTABILIDAD EN EL SENTIDO DE SÍ MISMO

Las personas con TLP suelen tener una auto-imagen variable que generalmente se basa en cómo
son percibidos por los demás (ante una crítica se pueden sentir “malos”, “ineptos”, “no válidos” y
ante un piropo se pueden sentir “una buena persona”, “alguien estupendo”, etc.). Esta variabilidad
en la auto-imagen o forma de percibirse, conlleva cambios de humor y pensamientos
contradictorios acerca de uno mismo y de los demás. De esta forma, en el curso de una entrevista
y en función del tema que estemos tratando (o de la persona con la que tenga relación ese tema)
el paciente se puede mostrar bien, muy alegre o contento o bien muy disgustado, decepcionado
o asqueado consigo mismo y/o el terapeuta u otras personas. Esto está muy relacionado con el
pensamiento dicotómico o pensamiento del "todo o nada" que presentan los pacientes con este
diagnóstico.
Además de lo anterior, las personas con TLP suelen tener una inseguridad tremenda y una gran
dificultad para percibir en ellos cualidades positivas y en ocasiones, ante comentarios agradables
acerca de ellos o de algo que han hecho bien, sienten que están siendo halagados pero que en el
fondo no es cierto, “lo dices para que me sienta mejor pero en el fondo sabes que soy mediocre y
que no valgo para nada”.

RELACIONES INTERPERSONALES INESTABLES:

La formación de relaciones “intensas e inestables” es uno de los criterios básicos para el


diagnóstico del trastorno límite de personalidad. Al mismo tiempo, es uno de los aspectos más
vulnerables de estas personas. Una persona con trastorno límite de la personalidad puede
necesitar a los demás de forma desesperada y a la vez sentir la necesidad de evitar este contacto
íntimo para evitar un mayor daño emocional.

Algunas personas con trastorno límite de personalidad llevan este tipo de conflicto a sus
relaciones, confundiendo a los demás y, finalmente, apartándolas de sus vidas. Tienen una
necesidad desmedida de apoyo, compañía y cariño y esperan que los demás sepan lo que
necesitan en todo momento (incluso sin decirlo).

Por lo general, las personas con trastorno límite suelen ser muy perceptivas y captar las
necesidades y puntos débiles de los demás. Sin embargo, en ocasiones tienen dificultad para
observar estas necesidades, en especial, cuando se trata de sus seres más cercanos. Esto hace que,
para sentir apoyo o protegerse emocionalmente auto-convenciéndose de que no lo necesitan,
utilicen métodos indirectos como (idealizar a una persona o devaluarla respectivamente, por
ejemplo) o por el contrario muy directos y llamativos (amenazas de suicidio, cortes, etc.). Esto crea
gran confusión en los familiares y allegados que suelen percibir estas conductas como
manipuladoras.

En los casos en los que las conductas son indirectas, es probable que se deba a que la persona con
TLP no admite de forma consciente su necesidad por los demás e irónicamente, incluso los aparta
en los momentos que más los necesita. Este tira y afloja suele terminar en relaciones de muy corta
duración con comienzos y finales intensos.
La persona con trastorno límite de personalidad no es consciente de que en realidad, esta forma
de conseguir atención genera un malestar importante en los demás, que se suelen sentir
chantajeados y presionados y que finalmente, estos comportamientos son lo que les hace alejarse
de ellos confirmando una vez más que “no le importa a los demás porque no es una persona que
valga la pena”

PROBLEMAS PARA “FUNCIONAR” O SACAR PROVECHO DE SUS HABILIDADES:

Muchas personas con trastorno límite de personalidad son altamente funcionales y poseen
múltiples habilidades que no son capaces de utilizar con éxito. Es decir, tienen capacidad para
lograr lo que se proponen pero su inestabilidad e inseguridad no les permite aprovechar su
potencial y acaban practicando “el autosabotaje”. En gran parte esto se debe a su dificultad para
autoobservarse y poder ver estas cualidades en ellos mismos.

ALTERNAR ENTRE SUSPICACIA Y EXTREMA INGENUIDAD

Las personas borderline suelen actuar de formas muy diferentes. Es muy conocida su tendencia a
oscilar entre los extremos. Lo mismo ocurre con la confianza; en momentos de estrés pueden
desconfiar hasta límites inimaginables, llegando a rozar la paranoia y en momentos en los que se
encuentran bien, pueden ser extremadamente ingenuos y confiar por completo en la primera
persona que se cruza en su camino. No es raro que un paciente se lleve a un desconocido a su casa
o a alguien que le dice estar pasando un mal momento y no tener adónde ir o que le facilite su
dirección y llaves de casa para que se vayan a descansar un rato.

Esto en parte, tiene relación con su necesidad de mantener relaciones íntimas o tener amigos en
los que confiar y a los que poder contar sus problemas, o simplemente dar la oportunidad que
ellos no han tenido en algún momento de su vida en el que se han sentido abandonados.

Es muy frecuente que las personas con TLP acudan a consulta después de un nuevo desengaño o
una estafa sintiéndose fatal por ser tan "idiotas" y “pensar que los demás pueden ser como yo".
Siempre hago lo mismo. Siempre pienso que los demás son como yo. Me desvivo por los demás, soy
capaz de hacer cualquier cosa. He llegado a hacer cosas desagradables para complacer a los demás.
Cuando conozco a una persona que parece estar sufriendo no puedo evitar intentar acabar con su
sufrimiento. Me he llevado a vagabundos para casa a personas que decían no tener papeles y la
mayoría de las veces el resultado ha sido pésimo, me han robado, maltratado e insultado. Lo más
grave de todo es que sé que lo volveré a hacer. Si encuentro a alguien que sufre y no le ayudo y
después resulta ser verdad y nadie le ayuda.....Lo que más daño me hace es que se aprovechen de
mi confianza y buena intención... cuando conocen mis puntos débiles siempre los acaban utilizando
para hacerme daño.

Diagnóstico

Si el médico sospecha que tienes un trastorno de la personalidad, podrá determinar el diagnóstico


a través de lo siguiente:

• Exploración física. El médico puede realizar una exploración física y hacerte preguntas
minuciosas sobre tu salud. En algunos casos, los síntomas pueden estar vinculados con un
problema de salud físico no diagnosticado. La evaluación puede incluir análisis de laboratorio y
una prueba para la detección del consumo de alcohol y drogas.

• Evaluación psiquiátrica. En una evaluación de este tipo, se conversa sobre los


pensamientos, los sentimientos y los comportamientos; además, puede haber un cuestionario que
permita establecer un diagnóstico. Si lo autorizas, la información que brinden familiares u otras
personas puede resultar útil.

• Criterios de diagnóstico del Manual DSM-5. El médico puede comparar los síntomas que
presentas con los criterios establecidos en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders
DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5), publicado por la
American Psychiatric Association (Asociación Estadounidense de Psiquiatría).

Criterios de diagnóstico

Cada trastorno de personalidad tiene su propio conjunto de criterios de diagnóstico. Sin embargo,
según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Diagnostic and Statistical
Manual of Mental Disorders, DSM-5), generalmente el diagnóstico de un trastorno de
personalidad incluye una desviación marcada a largo plazo de las expectativas culturales que
genera angustia o impedimentos significativos en, al menos, dos de los siguientes puntos:
• La manera en que te percibes e interpretas a ti mismo, a otras personas y a los
acontecimientos

• La adecuación de tus respuestas emocionales

• Tu desempeño para tratar con otras personas y en las relaciones

• El control o falta de control de tus impulsos

A veces puede ser difícil determinar el tipo de trastorno de personalidad, dado que algunos
trastornos de personalidad comparten síntomas similares y que pueden presentarse más de un
tipo. Otros trastornos, tales como depresión, ansiedad o abuso de sustancias pueden complicar
más el diagnóstico. Pero vale la pena el tiempo y el esfuerzo tener un diagnóstico preciso para que
puedas tener el tratamiento adecuado.

Tratamiento

El mejor tratamiento para ti depende de tu trastorno de la personalidad en particular, su graveda


d y la situación de tu vida. Frecuentemente, es necesario el enfoque de un equipo para asegurars
e de que todas tus necesidades psiquiátricas, médicas y sociales sean satisfechas. Debido a que lo
s trastornos de la personalidad permanecen por largo tiempo, el tratamiento puede requerir mes
es o años.

El equipo de tu tratamiento puede incluir a tu médico de cabecera o a otros profesionales de ate


nción médica primaria como así también a:

• Psiquiatras

• Psicólogos u otros terapistas

• Personal de enfermería psiquiátrica

• Farmacéutico

• Asistente social
Si tienes síntomas suaves que se pueden controlar bien, es posible que necesites tratamiento sol
amente por parte de tu médico de cabecera, un psiquiatra u otro terapista. Si es posible, busca a
un profesional de la salud mental con experiencia en tratamientos de trastornos de la personalid
ad.

La psicoterapia, también llamada terapia conversacional, es el principal tratamiento para los trast
ornos de la personalidad.

Psicoterapia

Durante la psicoterapia con un profesional de la salud mental, puedes aprender sobre tu afección
y hablar sobre tu estado de ánimo, sentimientos, pensamientos y conductas. Puedes aprender a s
obrellevar el estrés y controlar tu trastorno.

La psicoterapia se puede ofrecer en sesiones individuales, en grupos de terapia o sesiones que in


cluyen a la familia e incluso a los amigos. Existen muchos tipos de psicoterapia, el profesional de l
a salud mental podrá determinar cuál es la mejor para ti.

Es posible que también recibas entrenamiento para las habilidades sociales. Durante el entrenam
iento puedes usar las perspectivas y el conocimiento que has logrado al aprender formas saludab
les de controlar tus síntomas y reducir las conductas que interfieren con tu desempeño y tus rela
ciones.

La terapia familiar proporciona apoyo y educación a las familias que tienen un familiar con un tra
storno de la personalidad.

Introducción
En Colombia, los programas académicos de psicología, desde su estructura institucional y como
parte fundamental de su currículo, contemplan al interior de la formación de sus estudiantes
escenarios de práctica propios, con una organización operativa, reglamentada por normatividades
internas, inherentes a la disposición universitaria (proyecto educativo, proyecto del programa,
reglamentos de prácticas, etc.) y un ajuste a políticas y lineamientos externos de funcionamiento
dictaminados por el Ministerio de Salud y Protección Social1, 2, el Ministerio de Educación3 y el
Colegio Colombiano de Psicólogos4.
Desde esta perspectiva, los lineamientos normativos vigentes se constituyen en un marco de
actuación, que conjuga elementos legales, que necesariamente impactan la formación y sus
modalidades y metodologías de acción. En este orden de ideas, la Ley 1090 de 2006 4 reconoce la
profesión de la psicología como perteneciente al área de la salud, además de su vinculación directa
con la ciencias sociales y humanas; desde allí los programas de psicología del país, según la
naturaleza de la universidad a la que pertenecen, han tomado decisiones acerca de la pertenencia
de estos programas a un área o a otra, según interés, necesidades y objetivos institucionales.
Independientemente de esas acciones, correspondientes a la autonomía universitaria, aquellos
programas que ofrezcan servicios de salud, en aras de la formación de sus estudiantes, y las prácticas
profesionales que impliquen atención directa de usuarios, sin importar su nivel de complejidad,
deben acogerse a la normatividad vigente establecida para tal fin, en este caso la Resolución 2003
de 20141, la cual contiene directrices para habilitar servicios de salud en Colombia. Dicha resolución
establece parámetros mínimos de calidad en la atención, con énfasis en la seguridad del paciente,
hecho que implica una identificación clara de motivos de consulta, diagnósticos y propuestas de
intervención, al interior de los consultorios psicológicos, que permita un acompañamiento y/o
proceso de remisión riguroso.
En la Resolución 34613, se establecen características específicas de calidad para programas de
pregrado en Psicología, en donde los problemas fundamentales de la psicología individual y la
psicología social ocupan un lugar preponderante que podría tener asiento práctico en los ambientes
de aprendizaje, constituidos en los programas como los consultorios psicológicos.
La sistematización de la labor derivada de las prácticas profesionales en dichos consultorios se
constituye en un insumo con distintas posibilidades a considerar:

-
Servir de realimentación al proceso académico de formación, en lo que compete a pertinencia y
oportunidad de la misma, convocando a la comunidad universitaria a repensar las competencias del
currículo y los contenidos a desarrollar al interior de los cursos, con un énfasis en la identificación
de necesidades y una actitud propositiva de alternativas de abordaje e intervención.

-Brindar información veraz y confiable a las secretarías de salud, para la realización de estudios
epidemiológicos regionales.
-Aportar datos, convertidos en información, para la construcción de procesos investigativos, que
aporten al desarrollo de la disciplina y a la aplicación de la misma.
-Caracterizaciones de población, por región, que permita identificar perfiles, contextos,
particularidades, entre otros, en pro del acompañamiento específico, desde la perspectiva
particular.
Esta sistematización es posible realizarla generalmente a partir de la historia clínica, cuyo
diligenciamiento es descrito en la literatura como una acción de suma importancia, que beneficia
tanto al paciente como al psicólogo, ya que a través de la documentación de planes de intervención,
servicios prestados y evolución del paciente se puede monitorear el tratamiento y, en caso de
interrupción de este, por cambio del profesional tratante, un registro actualizado y organizado
permite la continuidad en el proceso5.
Aun cuando se trata de un proceso de gran importancia, pueden ocurrir dificultades en su ejecución,
las cuales se ven evidenciadas principalmente en la falta de precisión en el registro. Algo que podría
atribuirse a falencias en la supervisión académica de las prácticas o en la coordinación del
consultorio, pero también a las competencias insuficientes del estudiante de psicología en prácticas
a nivel de pregrado, en contraste con otros países en los cuales la práctica clínica hace parte de una
formación de posgrado6.
Aunque en Colombia diligenciar la historia clínica es una acción obligatoria para los psicólogos y
demás prestadores de salud7, en general las guías profesionales y el entrenamiento en psicoterapia
ofrecen a menudo solo sugerencias vagas acerca de lo que constituye un buen registro clínico8. De
esta manera, la calidad de los registros en los consultorios psicológicos universitarios puede verse
comprometida, haciendo necesaria su revisión para garantizar que la historia clínica sea
efectivamente un medio de comunicación referente a la atención suministrada a los usuarios. Así se
podría contribuir a dar cumplimiento a la normativa legal, la gestión de calidad y los propósitos
académicos e investigativos de dicho registro9.
Por lo anteriormente expuesto, las historias clínicas diligenciadas por los practicantes de psicología,
a nivel de pregrado, pueden ser un indicador de la situación actual de la formación en psicología
clínica brindada en las universidades colombianas. En el presente artículo se busca describir cuáles
fueron los motivos de consulta, las estrategias de evaluación, los diagnósticos, las metas
terapéuticas y las estrategias de intervención registrados por los practicantes de un consultorio de
psicología en una universidad privada colombiana.

Metodología
Se realizó un estudio exploratorio retrospectivo, cuya muestra estuvo constituida por 708 historias
clínicas de usuarios atendidos entre 1999 y 2012; estas historias pertenecían en un 62,3% a mujeres
y en un 37,7% a hombres, con una edad media de 23,56 años (DE: 14,9; rango: 2-66) residentes del
Valle de Aburrá (región del departamento de Antioquia, Colombia). La revisión se realizó a partir de
los siguientes datos: municipio de residencia, estrato socioeconómico, género, edad, motivo de
consulta, diagnóstico con el código del CIE-1010, escolaridad, ocupación, estado civil, técnicas de
evaluación, técnicas de intervención y metas terapéuticas.
El acceso a la base de datos de historias clínicas fue autorizado por el coordinador del consultorio
psicológico de la universidad, quien acompañó la revisión de los registros. Una psicóloga titulada,
auxiliar del proyecto, se encargó del traspaso y revisión de la información a una base final de datos
en SPSS.

Los datos se examinaron mediante el programa estadístico SPSS, versión 22, a través de análisis de
frecuencias.

Resultados
A continuación se presentan los hallazgos en cuanto a características sociodemográficas de la
población consultante y a los datos diligenciados por los practicantes de psicología respecto a las
técnicas de evaluación, diagnósticos, metas terapéuticas y técnicas de intervención.

Características sociodemográficas

Las personas a las que pertenecían las historias clínicas de la muestra fueron en su mayoría mujeres
(62,3%). El 54,1% de estas personas se encontraban entre los 14 y 29 años; la ocupación más
frecuente fue la de estudiante (60,3%) y a su vez el nivel educativo más frecuente fue el de
universitario con un 39%, seguido de educación básica primaria (25,4%) y educación secundaria
(20,1%). En cuanto al lugar de residencia, se destacaron los municipios de Medellín (43,1%), Itagüí
(22,5%) y Envigado (19,9%). El estado civil predominante fue el de soltero (74%), y en cuanto al
estrato, solo en 381 historias se registró el dato; de ellas, el 90% pertenecían al estrato
socioeconómico medio-bajo.

Motivos de consulta

El motivo de consulta registrado con mayor frecuencia fue el de conflictos familiares (19,6%),
seguido por dificultades en la relación de pareja (10,2%), rendimiento académico (8,9%), cambios
en el estado de ánimo (7,5%), ansiedad (7,2%), control de impulsos (6,8%) y duelos (5,4%).
Técnicas de evaluación

Este dato fue omitido con mucha frecuencia en las historias clínicas, con solo 117 registros, entre
los cuales predominan las pruebas psicométricas (32,48%) seguidas por los test proyectivos
(26,50%) y la caja de arena (18,8%) (tabla 1).
Tabla 1. Técnicas de evaluación
Recuento (%)
Identificación de autoesquemas 2 (1,71)
Pruebas psicométricas 38 (32,48)
Pruebas de neuropsicología 11 (9,40)
Test proyectivo 31 (26,50)
Caja de arena 22 (18,80)
Tres niveles de conciencia 13 (11,11)

Diagnósticos

Los diagnósticos que más se registraron, abarcando un 35,58%, fueron «Otros problemas
especificados relacionados con el grupo primario de apoyo, inclusive circunstancias familiares» (en
el que están incluidos los problemas de relación entre esposos y pareja, con un 9,2%), seguidos de
«Otros problemas relacionados con la crianza del niño» (9,46%), «Problemas relacionados con el
ambiente social» (7,34%), «Problemas relacionados con hechos negativos en la niñez» (6,50%) y
«Problemas relacionados con la educación y la alfabetización» (6,36%).

Es así como el 71,7% de los diagnósticos hacían referencia a «Potenciales problemas psíquicos o
psicosociales», de acuerdo con la clasificación del capítulo 21 del CIE-1010, como se observa en
la tabla 2.
Tabla 2. Diagnósticos de problemas potenciales psíquicos o psicosociales
Recuento
(%)
Problemas relacionados con la educación y la alfabetización 45 (6,36)
Problemas relacionados con el empleo y el desempleo 1 (0,14)
Problemas relacionados con la vivienda y las circunstancias económicas 6 (0,85)
Problemas relacionados con el ambiente social 52 (7,34)
Problemas relacionados con hechos negativos en la niñez 46 (6,5)
Recuento
(%)
Otros problemas relacionados con la crianza del niño 67 (9,46)
Otros problemas relacionados con el grupo primario de apoyo, inclusive circunstancias
251 (35,58)
familiares
Problemas relacionados con ciertas circunstancias psicosociales 3 (0,42)
Problemas relacionados con otras circunstancias psicosociales 9 (1,27)
Consulta relacionada con actitud, conducta u orientación sexual 2 (0,28)
Personas en contacto con los servicios de salud por otras consultas y consejos médicos,
6 (0,85)
no clasificados en otra parte
Problemas relacionados con el estilo de vida 12 (1,69)
Problemas relacionados con dificultades para afrontar la vida 5 (0,71)
Historia personal de factores de riesgo, no clasificados en otra parte 2 (0,28)

Por otro lado, el 25,8% del total de los diagnósticos corresponden a «Trastornos mentales y del
comportamiento» (tabla 3), en los cuales se destacan los «Trastornos neuróticos, secundarios a
situaciones estresantes y somatomorfos» con un 7,37% del total de diagnósticos y los «Trastornos
del humor (afectivos)» con el 6,92%. En el primer grupo los de mayor frecuencia fueron «Reacciones
a estrés grave» (2,01%) y «Otros trastornos de ansiedad» (3,57%), y en el segundo los «Episodios
depresivos» (4,52%).
Tabla 3. Diagnósticos de trastornos mentales y del comportamiento
Recuento
(%)
(F20-29) Esquizofrenia, trastornos esquizotípicos y trastornos delirantes 5 (0,71)
(F30-39) Trastornos del humor (afectivos) 49 (6,92)
(F40-49) Trastornos neuróticos, secundarios a situaciones estresantes y somatomorfos 53 (7,37)
(F50-59) Síndromes del comportamiento asociados con alteraciones fisiológicas y
15 (2,12)
factores físicos
(F60-69) Trastornos de la personalidad y del comportamiento en adultos 10 (1,4)
(F70-79) Retraso mental 2 (0,3)
(F80-89) Trastornos del desarrollo psicológico 8 (1,1)
(F90-F98) Trastornos emocionales y del comportamiento que aparecen habitualmente
42 (5,93)
en la niñez o en la adolescencia
En el registro se hallaron además códigos diagnósticos errados (no están en el CIE-10) y otros que
no correspondían a diagnósticos de tipo psicológico (2,5%).

Metas terapéuticas

Las registradas con mayor frecuencia fueron los autoesquemas (20,8%), relaciones (9,3%),
comunicación (8,5%) y sí mismo (8,5%), como se observa en la tabla 4.
Tabla 4. Metas terapéuticas
Recuento (%)
Autoesquemas 147 (20,8)
Relaciones 66 (9,3)
Comunicación 60 (8,5)
Sí mismo 60 (8,5)
Ansiedad 54 (7,6)
Abordaje de procesos psíquicos 53 (7,5)
Psicoeducación 45 (6,4)
Desarrollo de destreza y habilidades 43 (6,1)
Esquemas 40 (5,6)

Técnicas de intervención

En esta variable se registraron con mayor frecuencia la detención de pensamientos automáticos


(9,7%), el entrenamiento en habilidades (7,68%), la confrontación (6,67%) y el autorregistro (6,06%),
como se puede apreciar en la tabla 5. De forma similar, cuando se registró más de una técnica de
intervención, las de mayor frecuencia fueron el autorregistro y la relajación.
Tabla 5. Técnicas de intervención reportadas
Recuento (%)
Detención de pensamientos automáticos 48 (9,70)
Entrenamiento en habilidades 38 (7,68)
Confrontación 33 (6,67)
Autorregistro 30 (6,06)
Economía de fichas 29 (5,86)
Psicoeducación 29 (5,86)
Técnicas mixtas

En las historias clínicas se registraron técnicas que correspondían tanto a evaluación como a
intervención, entre ellas la de mayor frecuencia fue la del diálogo socrático (80,3%), seguida por la
entrevista semiestructurada (7,83%) y la autobiografía (4,92), tal como se aprecia en la tabla 6. Así
mismo, en los casos en los que se registró más de una técnica mixta, la de mayor frecuencia fue la
entrevista semiestructurada.
Tabla 6. Técnicas mixtas
Recuento (%)
Diálogo socrático 196 (80,33)
Autobiografía 12 (4,92)
Silla vacía 4 (1,64)
Entrevista semiestructurada 18 (7,38)
Línea de vida 6 (2,46)
Proyecto de vida 8 (3,28)

Diagnóstico y técnicas de evaluación

No está claro cómo fue la evaluación en muchos casos, tanto por la omisión del registro como por
la denominación ambigua de las técnicas para realizarla. Se observó que para los diagnósticos
vinculados con trastornos mentales la evaluación predominante era el uso de pruebas
psicométricas, seguido de test proyectivos. Para los diagnósticos vinculados a variables psicosociales
o potenciales problemas psíquicos se resalta el uso de test proyectivos y la caja de arena (además
de pruebas psicométricas). En relación con las llamadas técnicas mixtas, que se podrían contemplar
también como evaluación, es el diálogo socrático la estrategia predominante; la autobiografía
predomina para la evaluación de fenómenos psicosociales.

Diagnóstico y metas terapéuticas

Para el grupo de diagnósticos vinculados a variables psicosociales aparecen diversas metas


terapéuticas con un porcentaje de uso similar, sin embargo, se resalta como uso más variado en
diferentes diagnósticos la generación de redes de apoyo, disminución de sintomatología y
disminución de ansiedad. La disminución de sintomatología aparece significativamente en otros
cuadros diagnósticos como los trastornos del humor y afectivos, así como los trastornos de aparición
en la niñez o adolescencia. La generación de las redes de apoyo y la disminución de la ansiedad se
vuelven más significativas para el grupo de trastornos neuróticos.

Diagnóstico y técnicas de intervención

La mayoría de técnicas de intervención se utilizan en los diagnósticos asociados a variables


psicosociales, sin preferencias notables; las únicas diferencias se encuentran en las técnicas de
relajación, la terapia cognitiva conductual, la inoculación del estrés y la desensibilización
sistemática, que son más significativas en los diagnósticos de trastornos neuróticos, así como el uso
del programa Pisotón para trastornos que aparecen en la infancia o adolescencia y la técnica de
autocontrol, que es más significativa en los diagnósticos asociados a trastornos del humor y
afectivos.

Metas terapéuticas y técnicas de intervención

En el contraste entre las metas terapéuticas y las técnicas de intervención utilizadas para alcanzar
dichos objetivos, se encontró que no existe una correspondencia clara entre las metas y algunas
estrategias de intervención; esto quiere decir que se utilizan múltiples técnicas para pretender
alcanzar una misma meta terapéutica.

Bibliografía

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