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FRANÇOIS BORDES

PREHISTORIA Y ARQUEOLOGÍA GENERAL

RESEÑA BIOGRÁFICA

François Bordes nació el 30 de diciembre de 1919 en Rives (Francia) y murió el 30 de abril de


1981 en Tucson (Estados Unidos). Es uno de los prehistoriadores que más ha aportado al
conocimiento del Paleolítico europeo, especialmente en territorio francés a partir de su
Método de análisis de materiales líticos denominado comúnmente el Método Bordes.

Estudió en Francia, doctorándose en Ciencias Naturales con la tesis: «Les limons quaternaires
du Bassin de la Seine - Stratigraphie et archéologie paléolithique» que fuera publicada en 1954
por el Instituto de Paleontología Humana de París.

Formó parte del CNRS entre los años 1945 y 1955. En 1956 fue profesor de Geología del
Cuaternario y Prehistoria, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Burdeos; allí fundó el
Instituto del Cuaternario (hoy Instituto de Prehistoria y Geología del Cuaternario.

Entre 1957 y 1975 fue director del organismo Antiquités Préhistoriques d'Aquitaine,
actualmente equivalente a Conservador del Patrimonio del Ministerio de Cultura francés.
Dirigió numerosas excavaciones en importantes yacimientos, sobre todo en el suroeste de
Francia, destacándose Pech-de-l'Azé, Combe-Grenal y Corbiac, entre otros.

CONTEXTO Y ANTECEDENTES DEL MÉTODO TIPOLÓGICO DE BORDES

El trabajo de Bordes se inserta en los estudios del Paleolítico Europeo, en momentos donde se
añadían nuevas secuencias regionales y se dividía al Paleolítico en tres estadios: Inferior, Medio
y Superior (Gamble, 1998). Su principal obra en la que expone las bases de su método
“Tipología el Paleolítico Antiguo y Medio” (1961) estuvo consagrada “al Paleolítico inferior y
medio de Europa y regiones circummediterráneas, comprendiendo en ellas al Medio Oriente y
África al norte del Sahara” (Bordes, 1961:8).

Hasta los trabajos de Bordes, la clasificación de los conjuntos de artefactos que caracterizaban
el desarrollo tecnológico y cultural de la prehistoria europea cuyo modelo vigente se basaba en
los últimos aportes hechos fundamentalmente por los prehistoriadores Peyrony y Breuil, seguía
principios teórico metodológicos que se pueden resumir de la siguiente forma:

Marco teórico: Arqueología Normativa o Tradicional Difusionista. Generación de secuencias


históricas de desarrollo regional (Historia cultural). Concepto de cultura de Gordon Childe. La
cultura se ve como un conjunto repetido y transmitido de normas, cuyo conjunto de rasgos
resultantes materiales e intangibles, presentan características únicas que permiten diferenciar
los comportamientos culturales y definir “pueblos”.

“Encontramos cierto tipo de restos –vasijas, implementos, ornamentos, ritos de entierro y


formas de habitación- muy recurrentes. A este complejo de rasgos asociados lo podríamos
denominar “grupo cultural” o simplemente “cultura”. Suponemos que cada uno de esos
complejos es la expresión material de lo que hoy llamaríamos un “pueblo” (Gordon
Childe,1929:v-vi).

Metodología: Clasificación de los conjuntos de materiales culturales a partir de la identificación


de un “fósil guía”. Herramienta conceptual tomada de la Paleontología –actualmente en
desuso-. Un fósil guía fue (para los estudios prehistóricos) un artefacto lítico cuyas
características morfológicas permitían identificarlo claramente dondequiera que se encontrara,
y él a su vez, de acuerdo al concepto de cultura utilizado, contextualizaba al resto del conjunto
lítico asociado transformándolo en la producción de un “pueblo”. Esto se complementaba con
el préstamo del concepto de estrato tomado de la Geología, que aplicado a lo cultural
prehistórico daba como resultado que los fósiles guía identificaban a los grandes
tecnocomplejos (Olduvaiense, Achelense, Musteriense, etc.) Al igual que en Geología, el
nombre se componía de una parte referida al sitio tipo donde se identificaron mejor los
artefactos (por ej. Le Moustier en Francia, y la terminación ense. En Geología el nombre
resultante denomina a un estrato con características propias de formación, composición y
cronología. En la prehistoria europea el resultado, por ejemplo: MUSTERIENSE identificaba y
aún lo hace, una industria, un conjunto de artefactos de tecnología similar que siempre
aparecen asociados y se relacionan con una cronología determinada. Si bien hasta la década
del ’20 se fueron ordenando de esta forma los diferentes conjuntos de artefactos, con un
criterio estrictamente evolucionista, comenzó a dificultarse a medida que se identificaba más
variabilidad en los artefactos y que los estudios mostraban dispersiones y repeticiones
simultáneas de algunos de ellos en regiones alejadas. Por lo tanto, los ense de la prehistoria,
comenzaron a ser confusos para los propios prehistoriadores. No quedaba claro si esos
conjuntos de artefactos equivalían a un período de tiempo o a una manifestación cultural o a
ambos. La definición de cultura de Childe proporcionó la herramienta teórica, planteando a la
cultura como un conjunto de normas que permitía distinguir conjuntos de artefactos y
asociarlos a pueblos. Pero se observaba cada vez más, mayor variabilidad artefactual, el
modelo Paleolítico/Neolítico requería de más subdivisiones internas y el fósil guía fue cada vez
más imperfecto para representar la dinámica complejidad del comportamiento cultural a través
de las industrias líticas.

Técnicas: Recolección y excavación de materiales, análisis tipológico formal. Tipología


morfodescriptiva.

Resultados: División de los materiales culturales líticos en conjuntos estáticos donde el fósil
guía y los artefactos asociados respondían o debían responder a un compartimiento estanco
–“ENSE”- donde eran ubicados. No representaban modos de vida (comportamientos
culturales) y no quedaba claro que era lo que representaban: si un estadio tecnológico (en el
marco de un concepto evolutivo de la cultura), un período de tiempo, o una cultura
determinada (un pueblo).
“Las características más relevantes de la escuela tradicional (Renfrew y Bahn, 2000) son:

Particularidad: Cada cultura arqueológica es única y diferente de las demás. En las


interpretaciones dominan las de tipo funcional, histórico y progresista.

Descripción: El fin de la arqueología es reconstruir el pasado. Para ello hay que describir
detalladamente las características de los artefactos recuperados.
Razonamiento inductivo: La arqueología es vista como un rompecabezas que sencillamente hay
que armar pues el resultado final ya es conocido por el investigador. Su tarea consiste en
obtener todas las piezas.

Validación por criterio de autoridad: La jerarquía y el reconocimiento académico del


investigador prevalecen en la interpretación. Por lo tanto, la subjetividad y la intuición
desempeñan un papel muy importante en la comprensión de los datos.

Acumulación de datos: La investigación se centra, en gran medida, en la acumulación de datos.


Para ello son necesarios trabajos de campo importantes y grandes repositorios de materiales.
Cuantos mas materiales arqueológicos se obtienen, los resultados son más fiables.

Metodología cualitativa y comparativa: Un acercamiento coloquial dominó en la aproximación


al registro arqueológico. La descripción, agrupación por semejanzas, comparación de atributos
y rasgos cualitativos de los materiales y las formas e vida de las culturas arqueológicas forman
el eje metodológico.

Pesimismo: Se concibe a la metodología arqueológica como limitada, por lo que no puede


contestar preguntas sobre todas las esferas de una sociedad” (Lanata y Guráieb, 2004:19-20).

EL “METODO BORDES”

Si bien Bordes trabajó sobre todo el período Paleolítico, su investigación más importante se
centró fundamentalmente en el Paleolítico Medio, específicamente en la denominada industria
Musteriense. El investigador trabajó en los diferentes tipos de musteriense que habían sido ya
identificados por uno de los mejores tipólogos de la prehistoria europea: Peyrony (Peña y
Crespo, s/d). El Musteriense corresponde al “nombre arqueológico del período asociado al
hombre de Neandertal, que presenta una antigüedad que oscila entre 125.000 y 30.000 años”
(Binford, 1988:87) y está asociado en el modelo clásico al Paleolítico Medio.

Frente al caos clasificatorio que representaba la prehistoria europea en ese momento, en 1953,
Bordes “elaboró un esquema que permitía clasificar conjuntos líticos descubiertos en
horizontes estratigráficos distintos e inconexos” (Gamble, 1998:19). El planteo consistía en una
nueva concepción de las industrias líticas, entendiéndolas, en teoría, como unidades de
estudio inteligibles, susceptibles de ofrecer información tanto sobre los modos de vida en el
pasado como del “grado evolutivo” de sus autores (Peña y Crespo, s/d).

Bordes proponía que a partir de una clasificación tipológica y de algunos aspectos tecnológicos,
se podían identificar agrupaciones o conjuntos recurrentes de varios tipos, los cuales aparecían
en unas proporciones determinadas. Esto lo pudo detectar gracias a índices de aparición como
el de raederas (que fue claramente discriminatorio), que ponía en evidencia cuatro tipos de
musteriense con variantes tecnológicas (Peña y Crespo, s/d).

“La tipología paleolítica es la ciencia que permite reconocer, definir y clasificar las distintas
variedades de útiles que se encuentran en los yacimientos correspondientes a ese largo
período de la evolución de la humanidad. La existencia de los “tipos” deriva, al mismo tiempo,
de un examen “a posteriori” del instrumental (desde el comienzo mismo de la Prehistoria se
distinguieron algunos de ellos) y de un razonamiento “a priori”: estos utensilios han sido
fabricados para uno o mas usos definidos, aun cuando casi siempre ignoremos cuales han
podido ser esos usos. De allí provienen denominaciones tales como raederas, raspadores,
buriles, etc., asignados ya sea por analogía con nuestros propios utensilios, sea como
consecuencia de comparaciones etnográficas hechas con el material de pueblos primitivos
actuales, sea, en fin, por deducción del auge de los “buriles” simultáneamente con la
multiplicación de objetos en hueso y la aparición del grabado.

Muchos usos de esos artefactos permanecen aún desconocidos, y posiblemente permanezcan


largo tiempo en esa situación. Los antiguos prehistoriadores llamaron “hachas de mano” a
algunas formas cuyo uso no conocemos; sin embargo, parece cierto que no hayan
desempeñado el papel de “hachas de mano”, sino solo de manera ocasional. Por consiguiente,
se tiende a reemplazar ese término por el puramente descriptivo de “utensilio con talla
bifacial” o, para abreviar, “utensilio bifacial” o, más simplemente aún, “biface”. Esto entraña
por otra parte, un equívoco, porque hay utensilios de talla bifacial que no son verdaderos
bifaces: por ejemplo, las raederas con retoque bifacial del tipo Quina. Algunos términos han
quedado consagrados por el uso: por ejemplo, “raedera”, si bien en este caso tenemos buenas
razones para pensar que esos utensilios han servido efectivamente para raer. Conservamos en
el mayor grado posible estos términos generalmente aceptados. La nomenclatura tipológica,
por lo tanto, será heterogénea, ya que algunos términos serán puramente descriptivos y otros
harán presumir una forma de uso. A la primera categoría pertenecen nombres tales como
“biface”, “limace”, “muesca”, “denticulado”; a la segunda, nombres tales como “buril”,
“raspador”, “perforador”, etc.

Otros utensilios por último, han sido denominados de acuerdo con el nombre del sitio en el
que fueron encontrados por primera vez, o donde se los halla en abundancia: lascas Levallois,
puntas Tayac, puntas Emirech, etc.” (Bordes, 1961:1).

“In his typology of flake implements, Bordes (1961) defines a total of 63 distinct categories.
Some these types, such as scrapers, denticulate, and burins, are defined on the basis of
completely different kinds of retouch, or secondary modifications, found on the flake blanks.
Other typological distinctions, are based on variations in the placement of the retouch on the
blank (...) Still other types primarily reflect technological distinctions, such as Levalloise flakes
and points, and naturally baked knives. (...) In spite of the purely functional labels that have
been pinned to some of them, it is clear that many of the types probably reflect other factors
in addition to function, including aspects of technology, style, and raw material variability
(Dibble, 1987:34).

Dos importantes aportes hace Bordes, a partir de sus trabajos, a los estudios de la prehistoria
europea. “We now know that here are two major aspects of industrial variability: formal
typological variability among the artifacts and variability in the relative frequencies of these
types among the various assemblages” (Dibble, 1987:34).

Variabilidad tipológica formal


Tipología formal. Es una forma de clasificación. Se trata de la identificación de artefactos a
partir de rasgos y atributos cuantificables que se agrupan en clases. “El tipo está en función de
los atributos dados que consideremos importantes o significativos a la hora de establecer una
clasificación” (Eiroa, 1999:22). Un tipo es “una población homogénea de artefactos que
comparten una gama de estados de atributos sistemáticamente recurrentes en un conjunto
politético dado“(Clarke, 1984:183 en Eiroa, loc.cit.). Sin embargo, la definición de tipo varía
según los marcos teóricos o las decisiones metodológicas de los investigadores.

Dos grandes tendencias se definen para la tipología lítica:

· Morfodescriptiva. Estudia “los productos de lascado y su preparación en útiles a través del


retoque” (Eiroa, 1999:23) La tipología propuesta por F. Bordes entra en esta categoría.

· Morfotécnica o morfofuncional. Enfocada hacia el estudio de las posibles funciones o usos de


los elementos analizados. De base funcionalista fue propuesta inicialmente por G. Laplace,
apoyada en estudios de huellas de uso a nivel microscópico (Eiroa, loc.cit.) fue adoptada y
ampliamente desarrollada por la arqueología procesual y post procesual.

La variabilidad tipológica formal entre los artefactos está dada por el reconocimiento de la
existencia de diferencias a nivel de los atributos dentro de un tipo determinado. Ej. RAEDERA
TIPICA – RAEDERA CÓNCAVA – RAEDERA CONVEXA – RAEDERA CÓNCAVO-CONVEXA –
RAEDERA RECTA – etc. El tipo raedera “típica” se define por rasgos y atributos formales, dentro
de ellos la variabilidad está dada por la presencia de esos rasgos básicos con diferentes
atributos dentro del “tipo”.

Variabilidad en la frecuencia relativa de los tipos


Severo crítico del uso del fósil guía para identificar y organizar conjuntos líticos, Bordes busca
en la estadística –frecuencia relativa- la herramienta para la identificación de conjuntos
representativos de grupos humanos diferentes.

“Algunos tipos de utensilios han sido considerados, durante mucho tiempo, como
absolutamente característicos de épocas diversas del Paleolítico. En realidad, son muy pocos
los que merecen esta confianza (...) Lo que verdaderamente parece característico son las
proporciones relativas de los diversos tipos de utensilios. Por lo tanto, hemos sido conducidos a
usar crecientemente un método estadístico para estudiar el instrumental, y a definir por
consiguiente, un cierto número de tipos” (Bordes, 1961:7).

El planteo de Bordes no sólo incluía una estandarización de los métodos cronológicos y


tipológicos sino que también establecía las técnicas para cuantificar los conjuntos líticos. “Sus
resúmenes cuantitativos sobre la forma de los instrumentos (...) se convirtieron en unidades
básicas de comparación” (Binford, 1988:95) y estos aportes marcaron la dirección hacia la
comprensión y síntesis del Paleolítico Medio francés (Dibble, 1987).

“Bordes defendió que las técnicas empleadas en la fabricación de los instrumentos de piedra
deberían tratarse independientemente de las formas reales de los instrumentos. (...) Las
técnicas empleadas en la producción de lascas estaban condicionadas por el carácter de las
materias primas disponibles en los diferentes lugares y, por lo tanto, eran de poca utilidad para
reconstruir la historia cultural, para detectar la aparición de pueblos distintos o para estudiar la
interacción social entre los grupos culturalmente diferenciados” (Binford, 1988:95).

Sobre esta base, Bordes reconoce cuatro tipos de Musteriense. (...) “cuatro formas básicas
representadas repetidamente y sólo unos pocos casos que podían considerarse ambiguos o
intermedios” (Binford, 1988:98). Los cuatro musterienses pueden resumirse así:
Musteriense de tradición achelense. Caracterizado por:

Presencia de hachas de mano,


Cantidad moderada de raspadores laterales
Muchos denticulados y muescas
Número considerable de cuchillos de dorso rebajado
Musteriense típico. Caracterizado por:

Escasez de hachas de mano


Menor frecuencia de cuchillos de dorso rebajado
Musteriense con denticulado. Caracterizado por:

Escasez de raspadores,
Abundancia de muescas y denticulados.
Raspadores de factura deficiente
Rara vez aparecen hachas de mano o cuchillos de dorso rebajado
Grupo Charentiense.

Dominan los raspadores


Poco frecuentes los denticulados y las muescas
Rara vez aparecen hachas de mano o cuchillos de dorso rebajado
Bordes reconoce dos subtipos para este último grupo: a) el subtipo La Quina, que tiene
raspadores transversales y casi no aparece técnica Levallois; b) el subtipo La Ferrasie, que está
caracterizado por “raspadores producidos sobre los bordes de las lascas y también por la
frecuencia de la técnica Levallois” (Binford, 1988:98; Dibble, 1987).

Desde la definición original de estos grupos por Bordes, y con menores depuraciones, se ha
demostrado que se los puede encontrar en toda Francia y en algunos sitios del Oeste del Viejo
Mundo. (Dibble, 1987)

En resumen, para Bordes “Mousterian industries in France are defined on the basis of these
tool types, though there is not a one-to-one correspondence between any given industry and
particular types. (...) What differs among different industries are the relative frequencies of
major typological classes throughout the entire assemblage and not, therefore, one or two
“index fossils” (Dibble, 1987:34).

Esta sucesión de grupos representados por conjuntos de artefactos caracterizados por la


frecuencia relativa de la variabilidad y no por fósiles guía ni prejuicios evolucionistas generó
sorpresa entre los arqueólogos debido a “la naturaleza de la normativa que empezaba a surgir
de la aplicación de La Méthode Bordes”. La aplicación del Método Bordes “permitía concluir
que la secuencia estratigráfica de cambios en las formas de los conjuntos de instrumentos de
piedra no era necesariamente direccional, ni parecía indicar esquemas de cambio graduales”
(Binford, 1988:98).

Los nuevos aportes de Bordes para la organización del pasado se resumen de la siguiente
forma:
Los conjuntos se alternan de diferentes formas pero mantienen su propia identidad en
secuencias particulares (Industrias alternativas).
Abordando la región como un todo, un conjunto puede desaparecer de una secuencia y
aparecer en otro sitio contemporáneo (“Phila paralelos”).
El planteo de Bordes permitía reconocer “culturas persistentes” esto es, formas de
comportamiento que se repiten y mantienen durante extensos lapsos (Binford, 1988:98).
Estos aportes generaron una nueva visión del pasado ya propuesta anteriormente por otros
prehistoriadores (Peyrony y Breuil) pero no adoptada sino hasta Bordes “que defendía la
existencia de diferentes líneas culturales que se remontaban a épocas muy lejanas” (Binford,
1988:98-99).

Estas líneas o “phila mantenían su integridad formal como hacen las especies biológicas y, por
tanto, no eran capaces de mezclarse fácilmente con “especies” diferentes. La distribución de
estas especies culturales avanzaba, retrocedía y volvía a aparecer en el espacio geográfico,
quedando reflejada en los depósitos arqueológicos en forma de conjuntos que podían alternar
con otros y, a través del tiempo, circular por la misma región. El concepto de los conjuntos
como representantes de especies culturales ha sido considerado recientemente como el punto
de vista orgánico del pasado...” (Binford, 1988:99).

Visión organicista del pasado

1er. Principio: Existe un paralelismo directo entre los mundos cultural y orgánico. Por ejemplo:
podemos esperar encontrar correlación entre la estratigrafía arqueológica y la natural.

2do. Principio: Cualquier complejo cultural –por analogía con cualquier complejo
Paleontológico- puede expresarse de forma más o menos constante.

Resultado: Una tradición cultural específica dará lugar a un único tipo característico de
industria en el registro arqueológico, cualquiera sea el contexto espacio-temporal. (Sackett,
1981 en Binford, 1988:100)

EL DEBATE SOBRE EL MUSTERIENSE


ARQUEOLOGÍA TRADICIONAL y ARQUEOLOGÍA PROCESUAL
El debate en torno a esta temática radica en la interpretación de la significación
comportamental de los conjuntos y artefactos (tipos de Musteriense). “Bordes, noting that in
France these Mousterian groups exhibit little regionalization and often occur interestratified at
the same site, originally suggested that they reflect distinct cultural traditions that overlapped
both spatially and temporally in this region” (Dibble, 1987:34).

La interpretación de Bordes sobre los distintos tipos de musteriense afirmaba que éstos se
debían a diferencias culturales de grupos humanos en posesión de diferentes tradiciones
culturales -lo que no implicaba que se debieran a diferentes grupos étnicos-. Esas tradiciones
culturales (“pueblos”) habían sido coetáneas, sin influirse las unas a las otras (Bordes y
Sonneville-Bordes, 1970 en Peña y Crespo, s/d; DibbIe, 1987).

Bordes planteó un modelo analítico e interdisciplinario que ha sido utilizado también para
otros períodos del Paleolítico. Además, su tipología se sigue utilizando como lenguaje entre los
paleolitistas (Peña y Crespo, s/d). “Todavía hoy representa la manera estándar de presentar los
materiales del paleolítico Inferior y Medio.” (Gamble, 1998:19)

Revisión crítica desde la Nueva Arqueología

Las mayores críticas a la interpretación de Bordes provinieron de Binford y Binford (1966) “who
suggested that the typological variability reflects different activities” (Dibble, 1987:35; Gamble,
1990). “Estas actividades incluían tareas de mantenimiento, donde se consumía y distribuía el
alimento, y las materias primas se transformaban en útiles, y tareas de extracción, donde se
obtenían los recursos alimentarios y las materias primas del entorno” (Gamble, 1990:25-26).
Además, los Binford sostenían que las cuevas y abrigos rocosos formaban parte de un sistema
de asentamiento siendo explicados como lugares elegidos para realizar diferentes actividades
por parte de un mismo grupo humano (Gamble, 1998).

Esto contrastaba con el planteo de Bordes que alegaba que los sitios habían sido reocupados
por grupos culturalmente diferentes. La propuesta alternativa de los Binford sostenía una
movilidad estacional, en sincronía con las estaciones climáticas y con una gama herramental
adecuada a las actividades productivas y al procesamiento de materias primas propias de cada
estación (Gamble, 1998).

Binford (1988) plantea una discordancia con la metodología aplicada en la interpretación de los
registros musterienses, a partir del “significado del modelo que residía en el registro
arqueológico”. “La fragilidad del esquema desarrollado y puesto en práctica por Bordes (...)
indujo a considerar que la visión del pasado (...) entraba en conflicto con el concepto general
de cultura desarrollado por los estudios americanistas” (Binford, 1988:100) Bordes
estructuraba su modelo desde el punto de vista orgánico “ilustrado por el árbol de la vida” y en
contraste, las perspectivas americanistas lo hacían desde el punto de vista cultural
“representado por el árbol de la cultura. (...) El punto de vista cultural había sido establecido
por los investigadores que estudiaban la distribución espacial de los rasgos y complejos
existentes entre grupos étnicos y sociales conocidos (...) permitiendo establecer una
correlación entre la distribución de formas culturales distintas y los tipos de medio ambientes”
(Binford, 1988:100)

En su análisis, los Binford, “calcularon /entre los 63 artefactos tipo planteados por Bordes/, el
grado de dependencia entre todos los tipos de útiles procedentes de 17 conjuntos líticos. Esto
produjo cinco agrupaciones de artefactos tipo asociados, que se consideraron como equipos
instrumentales funcionalmente interdependientes” (Gamble, 1990:26).

Factor

Artefacto tipo de la lista de Bordes

Actividad sugerida

Tipo de actividad

Analogía con la variante de Bordes


I

Perforadores, raederas y buriles

Manufactura de útiles con otros materiales que no son de sílex

Campamento base, tareas de mantenimiento

Musteriense típico

II

Puntas y raederas

Caza y descuartizamiento

Campamento de trabajo, tareas de extracción

Charentiense subtipo Ferrasie

III

Lascas y cuchillos

Cortes e incisiones, preparación de alimentos

Campamento base, tareas de mantenimiento

Musteriense de tradición achelense

IV

Lascas utilizadas y denticulados

Descortezar y cortas materiales vegetales

Campamento de trabajo, tareas de extracción

Musteriense con denticulados

Puntas, láminas, raederas

Matanza y descuartizamiento

Campamento de trabajo, tareas de extracción


Charentiense subtipo Ferrasie

“Resumen del estudio realizado por Binford (1966) sobre la variabilidad industrial en el
musteriense. Los cinco factores representan cinco grupos de artefactos estadísticamente
interdependientes entre los conjuntos del musteriense, y se sugiere que estas diferencias
podrían comprenderse mejor si considerásemos a los conjuntos como equipos instrumentales
que desempeñaban diferentes tareas” (Gamble, 1990:26).

Los aspectos tecnológicos

Otra crítica al modelo propuesto por Bordes proviene del hecho de que

“los estudios tecnológicos han ido desplazando gradualmente a los análisis tipológicos, proceso
que se ha visto respaldado por el análisis funcional de los artefactos líticos con medios
experimentales, centrado no en la globalidad de la pieza, sino sobre todo en las formas y los
daños de los bordes. (...) Uno de los descubrimientos más importantes fue comprobar que
muchas lascas y hojas, que Bordes habría calificado como desechos, se utilizaron en realidad
para cortar carne, desbastar madera y hacer tiras de materiales vegetales. (...) Dibble
demostraba cómo una raedera de sílex reafilada podía corresponder, en momentos distintos de
su vida útil, a tres tipos de raedera distintos según la lista de Bordes” (Gamble, 1998:19-21).

Al interpretar remanentes líticos es importante tener en cuenta que la fractura del pedernal es
un proceso de reducción. “(...) Jelinek (1976) point out that stone tools often can go through
several stages of modification and use (...) With each subsequent stage of remodification,
material is removed from the artifact, and the morphology of the changes.” (Dibble, 1987:35).
Estos estadios no siempre son visibles en los artefactos porque las huellas morfológicas se
pierden por las posteriores remociones del material (loc.cit.).

“It is commonly assumed that most lithic artifacts were manufactured to have formal
properties commensurate with their intended use, with other aspects of variability introduced
because of stylistic, raw material, and/or basic technological factors.” (Dibble, 1987:36)

Asumiendo, que esas herramientas son descartadas después de varios momentos en un


continuum de reducción, entonces, es posible que rasgos morfológicos de las herramientas
líticas reflejen no las diferentes funciones o estilos sino estadios de reducción y reutilización
(Dibble, 1987).

BIBLIOGRAFÍA

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