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Venezuela y su Petróleo: Más allá de la maldición

El petróleo aún sigue siendo el protagonista


en los mercados internacionales a nivel
mundial y pareciera que esa tendencia
permanecerá por unos cuantos años más.
Aun cuando existen iniciativas de nuevas
posibilidades en el suministro de fuentes de
energía, incluso más limpias que la
desarrollada actualmente, los cambios en la
matriz energética actual enfrentan aún retos
que lo convierten en un proceso lento.

No obstante, aun en presencia de estas


iniciativas el petróleo continúa apoderándose
de la escena y no debería ser, todavía, motivo de preocupación de los países exportadores
netos del commodity. La creciente demanda del crudo de países emergentes representa un
pilar fundamental para estas economías que propulsan su crecimiento a partir de este
combustible. Por lo tanto, podría pensarse un escenario en donde el precio del petróleo
reaccionaría hacia la alza o en el caso más neutro se mantendría estable, pero lo que resultaría
muy poco probable es una baja de los precios; todo esto sin mencionar los conflictos en Medio
Oriente que suelen refleja riesgos de disrupciones en el suministro debido a la incertidumbre.

Ahora bien, ¿cómo queda Venezuela? El caso de Venezuela es una muestra del efecto
perverso de la dependencia de las exportaciones y los ingresos fiscales de los hidrocarburos en
su economía (Monaldi, 2010). No es sorpresa para nadie, que Venezuela es uno de los países
con el desempeño más pobre de la región en un contexto de altos precios del crudo.

Como observamos en el gráfico dos, Venezuela en promedio (2010-2014e) el crecimiento del


Producto Interno Bruto (PIB) es de 1,4%, muy por debajo del promedio ponderado para la

Desempeño de las economías de la Región Precio Petróleo 2001-2014


(PIB promedio 2010 -2014e) Cesta OPEP , USD

10 120
Promedio AL* 8,4
8 6,8 100
6,1
6 5,4 5,4
4,8 4,8 5,0 80
% 4,0
4 2,9 60
3,5
2 1,4 40

0 20
Chile

Paraguay
Brasil

Ecuador

Perú

Panamá
Colombia
Argentina

Venezuela
Bolivia

Uruguay

0
2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013

2014

Fuente: Cálculos propios en base a datos de Bancos Centrales y CAF


* Calculado a partir de los datos de cada país como promedios ponderados por el Fuente: OPEP
tamaño de cada economía,
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región durante el mismo periodo, del resto de las economías evaluadas, exceptuando Brasil,
todas muestran un crecimiento promedio superior al 4%.

Otras variables macroeconómicas, como la inflación, registró en 2013 un fuerte incremento,


ubicándose al final de periodo en 52,7%, lo que equivale a un alza de 33 puntos porcentuales
respecto del crecimiento interanual registrado en 2012. De hecho, la inflación en Venezuela ha
sido la más alta de toda América Latina en los últimos 5 años, y analistas afirman que cerrará el
año 2014 sobre el 66% mientras que el promedio del resto de países de la región sufrirán una
inflación promedio en el entorno del 7% anual.

En cuanto al déficit global de Venezuela cerró en -14,3% con respecto al PIB en 2013. La
Comisión Económica para América Latina (Cepal) alerta sobre el manejo caprichoso de los
recursos públicos al destacar que “Sin embargo, este déficit representa solo una parte del déficit
real del gobierno. Si bien en el presupuesto para 2013 se contabilizaban los ingresos petroleros
a 55 USD por barril, el promedio fue de 103 dólares por barril durante los primeros diez meses
del año. La diferencia generó créditos adicionales que fueron empleados para el presupuesto,
pero la mayor proporción fue destinada al Fondo de Desarrollo Nacional (FONDEN), que
permite al gobierno el uso discrecional de estos recursos adicionales.

En cuanto al sector petrolero, la producción de crudo se contrajo levemente (-0,6%), según las
cifras publicadas por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en los
primeros nueve meses de 2013. La inversión en la producción de crudo se expandió con
respecto al año anterior (5%), según la cuenta de instalaciones activas de extracción de crudo
que realiza la empresa Baker Hughes. De los 2,5 millones de barriles diarios que se exportan,
cerca de 0,8 millones no generan divisas porque se destinan al pago de la deuda de los fondos
chinos o se exportan a cambio de alimentos y servicios a Cuba y a los países de Petrocaribe.
(Cepal, 2013)

En Venezuela el subsuelo es propiedad Composición de las expotrtaciones de bienes f.o.b


de la nación. El país es el segundo
mayor productor de petróleo y el primer 120%
Export. Petroleras Export. No petroleras
exportador en la región, teniendo de
100%
lejos las mayores reservas de
hidrocarburos. El petróleo es la fuente 80%
principal de ingresos fiscales, 60%
representando alrededor del 50% de los 96,3%
ingresos en el presupuesto y alrededor 40%
del 90% de las exportaciones, tendencia 20%
que ha venido intensificando a lo largo
de los años. (Monaldi, 2011). Para 2004 0%
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
las exportaciones petroleras Fuente: BCV, Cálculos propios.
representaban el 82,9% del total,
dejando para las no petroleras un 17,1%; como vemos en el gráfico 4, al transcurrir los años
esa proporción se ha estrechado cada vez más, al punto que para el tercer trimestre de 2013 –
última data disponible-, según cifras del Banco Central de Venezuela, la proporción era de
96.3% versus 3,7%.

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Lo que da a suponer es que existe una correlación negativa entre la dependencia del
commodity y el crecimiento económico y bienestar del país.

La década pasada estuvo marcada por una tendencia de pensamiento pesimista en cuanto a la
dotación natural en recursos naturales de los países; más allá de ser considerado una
bendición, las investigaciones señalaban que un país con esas características estaba
condenado política y económicamente. Según Sachs (1995) una de las características
sorprendentes del crecimiento económico moderno era que las economías con abundantes
recursos naturales, han tendido a crecer más lentamente que las economías con recursos
naturales escasos. No obstante, esta visión negativa del petróleo ha perdido credibilidad
recientemente por críticas en cuanto a la metodología y las técnicas de regresión usadas en los
modelos, los cuales incurren en riesgos de confundir correlación con causalidad. (Haber, 2011)

Bajo esta visión se señala que el problema se encuentra en la naturaleza del contrato fiscal
entre el gobierno y su gente. La falta de mecanismos formales y transparentes existentes previo
a la entrada de grandes rentas generadas por el crudo son el problema.

La “maldición” no es el petróleo, si no la situación de las instituciones gubernamentales ex ante


a su llegada. Unas instituciones fuertes establecen reglas del juego claras que evitan las
transferencias discrecionales populistas, que en su mayoría carecen de capacidad de aplicar
políticas públicas estables y promueve fallas de gobierno como lo son: el clientelismo, la
búsqueda de rentas, entre otros; resultando inequitativa su distribución (Monaldi, 2011). Esta
asignación bajo criterios políticos, en lugar de los económicos, promueven la corrupción
causando debilidad institucional y esta a su vez produce un pobre desempeño económico.

La falta de interés del ciudadano derivada del poco sentido de pertenencia que lo desvincula de
los ingresos estatales, ha permitido la sostenibilidad de esta situación. Para revertir esta
realidad, es necesario obligar a los ciudadanos a renunciar parte de sus ingresos para financiar
al Estado, ya que esto genera incentivos para exigir rendición de cuentas y un uso más efectivo
de su dinero. (Rodríguez et al, 2011).

Venezuela posee las mayores reservas probadas de crudo que permitirán su producción y
puesta en mercados internacionales durante muchos años; bajo este contexto se hace
inviable depender constantemente de las políticas erradas del gobierno de turno junto con
la incertidumbre de su precio, que nos hace aún más vulnerables ante cualquier shock externo.
Pero, ¿cómo mitigar esos efectos?

Casos exitosos como los de Noruega, Australia y Chile nos hace reflexionar sobre su
aplicabilidad en Venezuela. No obstante, para que sea eficiente una política en materia, se
necesita en primer lugar una administración de justicia que este dentro del marco jurídico
establecido estable y fuerte

El poder de los mecanismos judiciales de resolución de conflictos son de gran peso para un
país (Piñango, 2011). Si un abuso del gobierno puede ser llevado a una instancia judicial,
donde pueda ser denunciado y sentenciado sobre esas irregularidades, entonces se puede
llevar al país hacia un óptimo desempeño.

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En Venezuela, la falta de transparencia está directamente relacionada con la falta de
supervisión efectiva por parte de la Asamblea Nacional (AN) (Rodríguez et al, 2011), quién es el
organismo legislativo venezolano, y cuyo objetivo es garantizar el ordenamiento jurídico del país
y su adecuación a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV).

Tanto la Contraloría General de la República y la Asamblea Nacional (AN) deben controlar la


entrada de cada bolívar al país. Sin embargo, la AN no cumple con su labor. Desde el año 2004
la propuesta de Ley de Presupuesto Nacional es aprobada sin ningún tipo de modificación
(Puente, 2008).

En 2012, de acuerdo a los resultados del Índice de Presupuesto Abierto correspondientes que
publica el Internacional Budget Partnership (IBP), el país se encontraba en el cuarto peor lugar
de la región debido al escaso conocimiento público sobre el manejo de los recursos.

Índice de Presupuesto Abierto


América Latina 2012
País cod. Índice Posición
Brasil BR 73 12
Chile CL 66 16
México MX 61 22
Colombia CO 58 27
Perú PE 57 30
Honduras HN 53 36
Guatemala GT 51 38
Argentina AR 50 40
Costa Rica CR 50 40
El Salvador SV 43 55
Nicaragua NI 42 58
Trinidad y Tobago TT 38 63
Venezuela VE 37 65
Ecuador EC 31 70
República Dominicana DO 29 71
Bolivia, Estado Plurin. BO 12 84
Fuente: Internacional Budget Partnership (IBP)

Por esto es necesario sincerar la gestión de estos organismos, que aunque parece imposible
por la extrema polarización política, es posible y necesario para poner orden económico, político
y social en el país. Una vez alcanzado un entorno legal estable, el cual ya de por si es un
camino cuesta arriba, es imperante enfocarnos en la industria petrolera.

En primer lugar, tomando los elementos que permitieron el surgimiento de la economía


estadounidense en cuanto a minerales, se debe fomentar la educación sobre el sector. La
educación es un factor sumamente importante en su desarrollo, puesto que promovería
profesionales altamente calificados y capacitados para la implementación de mejores prácticas
en todas las etapas de valor de la industria, así como también en la parte de investigación para

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la implementación de nuevas tecnologías que propicien procesos más óptimos que permitan
alcanzar el potencial de la industria del petróleo.

Tomando como ejemplo el caso de Australia, un país con un fuerte sector minero y una
herencia cultural similar a la de Estados Unidos, mostraba un bajo rendimiento con respecto a
casi todos los minerales, en especial el carbón, hierro y bauxita. (Rodríguez et al, 2011). Este
país era un claro ejemplo de falta de inversión en educación, puesto que no propiciaba la
formación de capital humano local, dependiendo en gran medida de la ciencia extrajera.

Por esto, en la década de 1930, los australianos se mostraban pesimistas sobre las
posibilidades de una expansión de sus recursos minerales. Esta sensación condujo al país a la
toma de políticas públicas ineficientes que intensificaban más esa visión negativa de los
recursos. Esa sensación es la que se vive actualmente en Venezuela y por ello se cae en el
determinismo de que somos una economía condenada por su dotación natural. ¿Pero está todo
perdido?

Para Australia, el problema no era la excesiva dependencia de los minerales, sino una falta de
explotación de su potencial minero. Una vez que el país comenzó a desarrollarlo, cerca de la
década de los 50´s y 60´s, dejó de depender de la ciencia extranjera y se hizo intensivo en
conocimiento, con lo cual el crecimiento de la producción de minerales se aceleró, propiciando
un crecimiento de su Producto Interno Bruto (PIB).

Estas situaciones nos dan esperanzas y nos dicen que no todo está perdido para Venezuela,
por lo que nos da una idea de cómo actuar para convertir esa maldición en una bendición.
Retomando los puntos sobre una posible cadena de soluciones, nos enfrentamos ahora a la
necesidad de adaptar las tecnologías de exploración y perforación de petróleo a condiciones
venezolanas, tal como hizo Noruega.

La industria noruega se especializó en la producción de plataformas de perforación en aguas


profundas, que inicialmente fueron diseñadas para superar las dificultades de su producción,
pero lograron convertirse en bienes de exportación, ya que resultaron útiles para la perforación
en alta mar en otras partes del mundo (Wright y Czelusta, 2004).

Esto puede lograse bajo una sólida estructura de especialización y dotación de capital humano
como mencionábamos anteriormente. Por ejemplo, se podría desarrollar procedimientos
acompañados de su infraestructura para poder aprovechar la ventaja geográfica de la faja
petrolífera del Orinoco y no depender de acuerdos rusos, bielorrusos, portugueses o españoles
para su prospección y futuras exploraciones. Es competencia de geólogos e ingenieros de
petróleo caracterizar la calidad y cantidad de los hidrocarburos en el Orinoco, al igual que
investigar su composición química. Con esto nos haríamos intensivos en conocimiento con lo
cual ampliaríamos la base de nuestros recursos.

Es importante señalar que el Petróleo Original en Sitio (POES) cuantificado en la Faja


Petrolífera del Orinoco, alcanza un volumen de 1.360 MMMBls de crudo de los cuales, el país
sólo reportaba 40 MMMBls como reservas probadas que representa escasamente 3%, por eso
la necesidad de implementar nuevas tecnologías para influenciar mayor producción.

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Por ello, parte de la renta obtenida por el petróleo debería invertirse en preparación de
ingenieros, licenciados, técnicos, entre otros; tanto en fuera del país, en universidades
especializadas, como dentro del país, otorgando facilidades a las universidades locales para
que ofrezcan conocimiento oportuno y de calidad. Con esta inversión en conocimiento se
esperaría que su futura labor en la industria petrolera del país lo que incrementaría altamente
su potencial de producción.

Otro punto importante que debemos atacar, es el subsidio interno a los combustibles. Por las
circunstancias particulares de sus respectivas políticas energéticas internas, algunos países
productores de petróleo, como es el caso de Venezuela, han mantenido altos niveles de
subsidio a los precios de venta de la gasolina, en un intento de “premiar” a sus conciudadanos
con la “riqueza” de sus naciones. Sin embargo, estas medidas se han convertido en una trampa
mortal para las finanzas de dichos Estados, ocasionado a sus habitantes mayor daño que
beneficio (Rodríguez, 2012).

El caso de Irán nos sugiere que la eliminación de subsidios se puede llevar a cabo sin mayores
protestas, de la mano de un mecanismo de compensación directa para consumidores y una
extensa campaña de información, por ejemplo.

Ahora bien, no sólo basta contar con una industria altamente productiva si el fruto de ese
esfuerzo es despilfarrado por el gobierno de turno. Primero hay que dejar a un lado la terrible
gerencia venezolana a signada por el principio de que “si hay para todo y todo es posible ¿por
qué le voy a decir que no a una solicitud tuya?” (Piñango, 2014)

Debemos luchar contra ese pensamiento que nos ha dejado nuestra cultura petrolera y sus
influencias en la vida del país durante 100 años. Esta manera de llevar a un país, afecta entre
otras cosas, no tener que escoger prioridades; lo que promueve un uso ineficiente de los
recursos, que aunque en épocas de bonanzas se piensa que son infinitos, no lo son.

¿Cómo logramos esto? Son varios los elementos que pueden propiciar el establecimiento
racional de prioridades para la nación. En primer lugar, como mencionamos líneas atrás, el
establecimiento de un marco jurídico y mecanismos judiciales que lo hagan cumplir; esto
fomentará la reformación de instituciones fuertes que permitan el orden político, económico y
social del país.

Con respecto a qué hacer con las grandes rentas generadas por los altos precios
internacionales; experiencias pasadas nos hace ver que las iniciativas como los fondos de
estabilización macroeconómica o fondos de ahorro (FIEM y FEM) y los programas como las
“Misiones” implementadas a partir de 2003 por el ex presidente Hugo Chávez, pueden caer en
agendas populistas.

En el caso de las Misiones, en un principio fue un éxito casi instantáneo en la población, sobre
todo en los sectores más pobres, sin embargo su distribución discrecional de los recursos, ha
permitido que el gobierno favorezca a partidarios y castigue a la disidencia (Rodríguez, 2012).
El error fue formularlas bajo una burocracia paralela en lugar de complementar el marco
institucional existente, lo que propició un programa poco transparente cuya dirección era

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exclusiva del ejecutivo y sus antojos. Al no haber presión política y tener un margen de
maniobra sin igual, ha propiciado el despilfarro y corrupción en general.

Cabe destacar, que a toda esta situación se le suma la desidia y falta de interés del ciudadano
por conocer el uso y resultado final del uso de los recursos. Muchos autores señalan que la
desvinculación de estos ingresos estatales (por vía de excedentes petroleros) trae
consecuencias negativas en indicadores de gobernabilidad.

A fin de evitar la discrecionalidad y limitar la asignación de los recursos se postula una especie
de Mecanismo de Distribución Directa de la renta que incluya un componente tributario. Aun
cuando tiene muchos retos intrínsecos en su aplicación, pudiera ser una solución al alinear los
intereses de los ciudadanos con los objetivos de política.

Tal como sugieren Rodríguez et al, en su estudio: “Direct Distribution of Oil Revenuues in
Venezuela: A viable Aternative?, cobrar un impuesto t sobre las transferencias directas
establecería lazos más fuertes con el gobierno, fomentando una participación más productiva
en la política económica. Sin embargo, en su planteamiento proponen transferencias igual a
todos los ciudadanos en efectivo. Quizás este planteamiento pudiera ser pulido a fin de evitar o
siendo más realista, mitigar, cualquier falla.

Como primer paso del proceso se exigiría el registro en el organismo autónomo creado para la
distribución, y como requisito de inscripción se establecería la declaración de impuesto, a fin de
ver su estado socioeconómico; y poseer una cuenta bancaria, a fin de facilitar las transferencias
y la toma de decisión de la cuantía a transferir según su estrato. Este último requisito, como
señala Rodríguez et al, es un inmenso mecanismo de formalización e inclusión para la
sociedad.

Segundo, se establecerían montos máximos y mínimos de acuerdo al estrato socioeconómico,


los cuales se transferiría una parte (cerca del 50%), en efectivo y el 50% restante sería
transferencias condicionadas, lo cual consiste en especies de “vales o cupones” de tres tipos:
educación, salud y alimentación, a fin de evitar un mal uso de los recursos y propiciar el
desarrollo en la población.

Con transferencias condicionadas en la educación, como es el caso en Brasil con su programa


Bolsa familia, se puede cambiar en forma permanente la situación de las familias, porque se
exige que los niños estén en la escuela de manera continua. Esto significa acumulación de
capital humano, como un activo de la sociedad, sobre todo de las familias más pobres.

Las transferencias condicionadas representan un importante avance en el campo de la


protección social en América Latina y el Caribe, ya que proveen transferencias de ingreso y
facilitan el acceso a servicios sociales a sectores pobres que tradicionalmente habían sido
excluidos.

Estas transferencias no reemplazan, por lo tanto, las funciones que corresponden a otros
instrumentos y es en ese marco que debe analizarse su funcionamiento. Asimismo, es esencial
señalar que la efectividad de estos programas depende, en gran medida, de la presencia de
sólidos sistemas universales de salud y educación, así como de una economía dinámica que

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logre generar de manera sostenida empleos de calidad. Estos sistemas deben proveerse de
parte del Estado, lo cual se sostendría a partir de los ingresos recaudados por vía tributos
implementados a la población.

Un punto importante a implementar, por ende, es el recogido de una cuota de impuesto a esa
transferencia de naturaleza rentista, ya sea un tipo de impuesto a priori o impuesto virtual.
Rescatando lo afirmado por Rodríguez et al, al gravar en términos generales a los ciudadanos
genera una corresponsabilidad que fomenta un papel más productivo de la política económica.
¿Cómo? Cuando los gobiernos cobran impuestos a los ciudadanos, éstos están más obligados
a ofrecer algo a cambio, y en contraparte los individuos agravados tendrán incentivos para
exigir rendición de cuentas y un uso eficiente de su dinero propiciando la transparencia.

Esta propuesta enfrenta diversos obstáculos para su implementación y desarrollo; la burocracia


y corrupción son temas que deben ser tomados en cuenta para evitar fuga y el mal uso de
recursos. Para evitarlo, es importante insistir en el rol de los mecanismos judiciales. Claro está,
que este tipo de mecanismo de distribución puede caer presa de agendas populistas si no se
diseña y se cuidan los detalles de su diseño.

No queda claro cómo procederán los gobiernos futuros en este escenario, aunque la historia
reciente nos da algunas pistas. Ningún camino es claro y mucho menos fácil. Cuando se trata
de una sociedad, el método ensayo y error resulta altamente costoso, pues no son
experimentos que se hacen en un laboratorio, que si no resulta puede ir a la papelera, se trata
de una sociedad en donde habitan más de 25 millones de personas y en la cual la toma de
decisiones puede significar hundir a un país en la pobreza y desigualdad o hacerla más
próspera. Sólo nos queda aprender de errores pasados y experiencias exitosas y saber
aplicarlas siempre buscando mejorar el bienestar de la sociedad.

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Referencias

Cecchini Simone y Madariaga Aldo (2011) “Programas de transferencias Condicionadas:


“Balance de la experiencia reciente en América Latina y el Caribe” Cepal,

Cepal (2013) “Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe”

Haber, S. and V. Menaldo (2011) “Does Oil Fuel Authoritarianism? A Reappraisal of the
Resource Curse,” American Political Science Review. (Web)

Monaldi, F (2010) “La economía política del petróleo y el gas en Latinoamérica”,


Plataforma Democrática (Web)

Piñango, Ramón (2014) “En Venezuela ya ni siquiera queda una ilusión de armonía”,
Extraído el 18 de agosto de http://aperturaven.blogspot.com/2014/08/en-venezuela-ya-
ni-siquiera-queda-una.html

Puente, José Manuel. Daza, Abelardo. Ríos, German y Rodríguez, Alesia (2006): “The
political economy of the budget process: The case of Venezuela”.Inter – American
Development Bank.

Rodríguez, P.L., F. Monaldi y J. R. Morales (2012) “Direct Cash Transfers of Oil


Revenues in Venezuela”.

Sachs, Jeffrey D. and Andrew M. Warner. (1995) "The Big Rush, Natural Resource
Booms And Growth," Journal of Development Economics, 1999, v59(1,Jun),

Wright, G. y J. Czelusta (2004). “The Myth of the Resource Curse”. Challenge, Vol. 47,
n.° 2 (mar./ab. 2004), pp. 6-38.

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