Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ahora bien, ¿cómo queda Venezuela? El caso de Venezuela es una muestra del efecto
perverso de la dependencia de las exportaciones y los ingresos fiscales de los hidrocarburos en
su economía (Monaldi, 2010). No es sorpresa para nadie, que Venezuela es uno de los países
con el desempeño más pobre de la región en un contexto de altos precios del crudo.
10 120
Promedio AL* 8,4
8 6,8 100
6,1
6 5,4 5,4
4,8 4,8 5,0 80
% 4,0
4 2,9 60
3,5
2 1,4 40
0 20
Chile
Paraguay
Brasil
Ecuador
Perú
Panamá
Colombia
Argentina
Venezuela
Bolivia
Uruguay
0
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
En cuanto al déficit global de Venezuela cerró en -14,3% con respecto al PIB en 2013. La
Comisión Económica para América Latina (Cepal) alerta sobre el manejo caprichoso de los
recursos públicos al destacar que “Sin embargo, este déficit representa solo una parte del déficit
real del gobierno. Si bien en el presupuesto para 2013 se contabilizaban los ingresos petroleros
a 55 USD por barril, el promedio fue de 103 dólares por barril durante los primeros diez meses
del año. La diferencia generó créditos adicionales que fueron empleados para el presupuesto,
pero la mayor proporción fue destinada al Fondo de Desarrollo Nacional (FONDEN), que
permite al gobierno el uso discrecional de estos recursos adicionales.
En cuanto al sector petrolero, la producción de crudo se contrajo levemente (-0,6%), según las
cifras publicadas por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en los
primeros nueve meses de 2013. La inversión en la producción de crudo se expandió con
respecto al año anterior (5%), según la cuenta de instalaciones activas de extracción de crudo
que realiza la empresa Baker Hughes. De los 2,5 millones de barriles diarios que se exportan,
cerca de 0,8 millones no generan divisas porque se destinan al pago de la deuda de los fondos
chinos o se exportan a cambio de alimentos y servicios a Cuba y a los países de Petrocaribe.
(Cepal, 2013)
La década pasada estuvo marcada por una tendencia de pensamiento pesimista en cuanto a la
dotación natural en recursos naturales de los países; más allá de ser considerado una
bendición, las investigaciones señalaban que un país con esas características estaba
condenado política y económicamente. Según Sachs (1995) una de las características
sorprendentes del crecimiento económico moderno era que las economías con abundantes
recursos naturales, han tendido a crecer más lentamente que las economías con recursos
naturales escasos. No obstante, esta visión negativa del petróleo ha perdido credibilidad
recientemente por críticas en cuanto a la metodología y las técnicas de regresión usadas en los
modelos, los cuales incurren en riesgos de confundir correlación con causalidad. (Haber, 2011)
Bajo esta visión se señala que el problema se encuentra en la naturaleza del contrato fiscal
entre el gobierno y su gente. La falta de mecanismos formales y transparentes existentes previo
a la entrada de grandes rentas generadas por el crudo son el problema.
La falta de interés del ciudadano derivada del poco sentido de pertenencia que lo desvincula de
los ingresos estatales, ha permitido la sostenibilidad de esta situación. Para revertir esta
realidad, es necesario obligar a los ciudadanos a renunciar parte de sus ingresos para financiar
al Estado, ya que esto genera incentivos para exigir rendición de cuentas y un uso más efectivo
de su dinero. (Rodríguez et al, 2011).
Venezuela posee las mayores reservas probadas de crudo que permitirán su producción y
puesta en mercados internacionales durante muchos años; bajo este contexto se hace
inviable depender constantemente de las políticas erradas del gobierno de turno junto con
la incertidumbre de su precio, que nos hace aún más vulnerables ante cualquier shock externo.
Pero, ¿cómo mitigar esos efectos?
Casos exitosos como los de Noruega, Australia y Chile nos hace reflexionar sobre su
aplicabilidad en Venezuela. No obstante, para que sea eficiente una política en materia, se
necesita en primer lugar una administración de justicia que este dentro del marco jurídico
establecido estable y fuerte
El poder de los mecanismos judiciales de resolución de conflictos son de gran peso para un
país (Piñango, 2011). Si un abuso del gobierno puede ser llevado a una instancia judicial,
donde pueda ser denunciado y sentenciado sobre esas irregularidades, entonces se puede
llevar al país hacia un óptimo desempeño.
En 2012, de acuerdo a los resultados del Índice de Presupuesto Abierto correspondientes que
publica el Internacional Budget Partnership (IBP), el país se encontraba en el cuarto peor lugar
de la región debido al escaso conocimiento público sobre el manejo de los recursos.
Por esto es necesario sincerar la gestión de estos organismos, que aunque parece imposible
por la extrema polarización política, es posible y necesario para poner orden económico, político
y social en el país. Una vez alcanzado un entorno legal estable, el cual ya de por si es un
camino cuesta arriba, es imperante enfocarnos en la industria petrolera.
Tomando como ejemplo el caso de Australia, un país con un fuerte sector minero y una
herencia cultural similar a la de Estados Unidos, mostraba un bajo rendimiento con respecto a
casi todos los minerales, en especial el carbón, hierro y bauxita. (Rodríguez et al, 2011). Este
país era un claro ejemplo de falta de inversión en educación, puesto que no propiciaba la
formación de capital humano local, dependiendo en gran medida de la ciencia extrajera.
Por esto, en la década de 1930, los australianos se mostraban pesimistas sobre las
posibilidades de una expansión de sus recursos minerales. Esta sensación condujo al país a la
toma de políticas públicas ineficientes que intensificaban más esa visión negativa de los
recursos. Esa sensación es la que se vive actualmente en Venezuela y por ello se cae en el
determinismo de que somos una economía condenada por su dotación natural. ¿Pero está todo
perdido?
Para Australia, el problema no era la excesiva dependencia de los minerales, sino una falta de
explotación de su potencial minero. Una vez que el país comenzó a desarrollarlo, cerca de la
década de los 50´s y 60´s, dejó de depender de la ciencia extranjera y se hizo intensivo en
conocimiento, con lo cual el crecimiento de la producción de minerales se aceleró, propiciando
un crecimiento de su Producto Interno Bruto (PIB).
Estas situaciones nos dan esperanzas y nos dicen que no todo está perdido para Venezuela,
por lo que nos da una idea de cómo actuar para convertir esa maldición en una bendición.
Retomando los puntos sobre una posible cadena de soluciones, nos enfrentamos ahora a la
necesidad de adaptar las tecnologías de exploración y perforación de petróleo a condiciones
venezolanas, tal como hizo Noruega.
Esto puede lograse bajo una sólida estructura de especialización y dotación de capital humano
como mencionábamos anteriormente. Por ejemplo, se podría desarrollar procedimientos
acompañados de su infraestructura para poder aprovechar la ventaja geográfica de la faja
petrolífera del Orinoco y no depender de acuerdos rusos, bielorrusos, portugueses o españoles
para su prospección y futuras exploraciones. Es competencia de geólogos e ingenieros de
petróleo caracterizar la calidad y cantidad de los hidrocarburos en el Orinoco, al igual que
investigar su composición química. Con esto nos haríamos intensivos en conocimiento con lo
cual ampliaríamos la base de nuestros recursos.
Otro punto importante que debemos atacar, es el subsidio interno a los combustibles. Por las
circunstancias particulares de sus respectivas políticas energéticas internas, algunos países
productores de petróleo, como es el caso de Venezuela, han mantenido altos niveles de
subsidio a los precios de venta de la gasolina, en un intento de “premiar” a sus conciudadanos
con la “riqueza” de sus naciones. Sin embargo, estas medidas se han convertido en una trampa
mortal para las finanzas de dichos Estados, ocasionado a sus habitantes mayor daño que
beneficio (Rodríguez, 2012).
El caso de Irán nos sugiere que la eliminación de subsidios se puede llevar a cabo sin mayores
protestas, de la mano de un mecanismo de compensación directa para consumidores y una
extensa campaña de información, por ejemplo.
Ahora bien, no sólo basta contar con una industria altamente productiva si el fruto de ese
esfuerzo es despilfarrado por el gobierno de turno. Primero hay que dejar a un lado la terrible
gerencia venezolana a signada por el principio de que “si hay para todo y todo es posible ¿por
qué le voy a decir que no a una solicitud tuya?” (Piñango, 2014)
Debemos luchar contra ese pensamiento que nos ha dejado nuestra cultura petrolera y sus
influencias en la vida del país durante 100 años. Esta manera de llevar a un país, afecta entre
otras cosas, no tener que escoger prioridades; lo que promueve un uso ineficiente de los
recursos, que aunque en épocas de bonanzas se piensa que son infinitos, no lo son.
¿Cómo logramos esto? Son varios los elementos que pueden propiciar el establecimiento
racional de prioridades para la nación. En primer lugar, como mencionamos líneas atrás, el
establecimiento de un marco jurídico y mecanismos judiciales que lo hagan cumplir; esto
fomentará la reformación de instituciones fuertes que permitan el orden político, económico y
social del país.
Con respecto a qué hacer con las grandes rentas generadas por los altos precios
internacionales; experiencias pasadas nos hace ver que las iniciativas como los fondos de
estabilización macroeconómica o fondos de ahorro (FIEM y FEM) y los programas como las
“Misiones” implementadas a partir de 2003 por el ex presidente Hugo Chávez, pueden caer en
agendas populistas.
En el caso de las Misiones, en un principio fue un éxito casi instantáneo en la población, sobre
todo en los sectores más pobres, sin embargo su distribución discrecional de los recursos, ha
permitido que el gobierno favorezca a partidarios y castigue a la disidencia (Rodríguez, 2012).
El error fue formularlas bajo una burocracia paralela en lugar de complementar el marco
institucional existente, lo que propició un programa poco transparente cuya dirección era
Cabe destacar, que a toda esta situación se le suma la desidia y falta de interés del ciudadano
por conocer el uso y resultado final del uso de los recursos. Muchos autores señalan que la
desvinculación de estos ingresos estatales (por vía de excedentes petroleros) trae
consecuencias negativas en indicadores de gobernabilidad.
A fin de evitar la discrecionalidad y limitar la asignación de los recursos se postula una especie
de Mecanismo de Distribución Directa de la renta que incluya un componente tributario. Aun
cuando tiene muchos retos intrínsecos en su aplicación, pudiera ser una solución al alinear los
intereses de los ciudadanos con los objetivos de política.
Tal como sugieren Rodríguez et al, en su estudio: “Direct Distribution of Oil Revenuues in
Venezuela: A viable Aternative?, cobrar un impuesto t sobre las transferencias directas
establecería lazos más fuertes con el gobierno, fomentando una participación más productiva
en la política económica. Sin embargo, en su planteamiento proponen transferencias igual a
todos los ciudadanos en efectivo. Quizás este planteamiento pudiera ser pulido a fin de evitar o
siendo más realista, mitigar, cualquier falla.
Como primer paso del proceso se exigiría el registro en el organismo autónomo creado para la
distribución, y como requisito de inscripción se establecería la declaración de impuesto, a fin de
ver su estado socioeconómico; y poseer una cuenta bancaria, a fin de facilitar las transferencias
y la toma de decisión de la cuantía a transferir según su estrato. Este último requisito, como
señala Rodríguez et al, es un inmenso mecanismo de formalización e inclusión para la
sociedad.
Estas transferencias no reemplazan, por lo tanto, las funciones que corresponden a otros
instrumentos y es en ese marco que debe analizarse su funcionamiento. Asimismo, es esencial
señalar que la efectividad de estos programas depende, en gran medida, de la presencia de
sólidos sistemas universales de salud y educación, así como de una economía dinámica que
Un punto importante a implementar, por ende, es el recogido de una cuota de impuesto a esa
transferencia de naturaleza rentista, ya sea un tipo de impuesto a priori o impuesto virtual.
Rescatando lo afirmado por Rodríguez et al, al gravar en términos generales a los ciudadanos
genera una corresponsabilidad que fomenta un papel más productivo de la política económica.
¿Cómo? Cuando los gobiernos cobran impuestos a los ciudadanos, éstos están más obligados
a ofrecer algo a cambio, y en contraparte los individuos agravados tendrán incentivos para
exigir rendición de cuentas y un uso eficiente de su dinero propiciando la transparencia.
No queda claro cómo procederán los gobiernos futuros en este escenario, aunque la historia
reciente nos da algunas pistas. Ningún camino es claro y mucho menos fácil. Cuando se trata
de una sociedad, el método ensayo y error resulta altamente costoso, pues no son
experimentos que se hacen en un laboratorio, que si no resulta puede ir a la papelera, se trata
de una sociedad en donde habitan más de 25 millones de personas y en la cual la toma de
decisiones puede significar hundir a un país en la pobreza y desigualdad o hacerla más
próspera. Sólo nos queda aprender de errores pasados y experiencias exitosas y saber
aplicarlas siempre buscando mejorar el bienestar de la sociedad.
Haber, S. and V. Menaldo (2011) “Does Oil Fuel Authoritarianism? A Reappraisal of the
Resource Curse,” American Political Science Review. (Web)
Piñango, Ramón (2014) “En Venezuela ya ni siquiera queda una ilusión de armonía”,
Extraído el 18 de agosto de http://aperturaven.blogspot.com/2014/08/en-venezuela-ya-
ni-siquiera-queda-una.html
Puente, José Manuel. Daza, Abelardo. Ríos, German y Rodríguez, Alesia (2006): “The
political economy of the budget process: The case of Venezuela”.Inter – American
Development Bank.
Sachs, Jeffrey D. and Andrew M. Warner. (1995) "The Big Rush, Natural Resource
Booms And Growth," Journal of Development Economics, 1999, v59(1,Jun),
Wright, G. y J. Czelusta (2004). “The Myth of the Resource Curse”. Challenge, Vol. 47,
n.° 2 (mar./ab. 2004), pp. 6-38.