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Impuesto sobre la Renta:

Teoría y Técnica del Impuesto.

Dr. Roque García Mullin.

Centro Interamericano de Estudios Tributarios


(CIET) Organización de Estados Americanos.
Buenos Aires 1978.
CAPITULO I

NOCIONES INTRODUCTORIAS

A. ORIGENES

El Impuesto sobre la Renta puede ser considerado, sin exageración alguna, como el
impuesto más importante de la primera mitad del presente siglo.
Tanto en lo que respecta a la atención que suscito en la doctrina financiera, como a la
difusión legislativa alcanzada y el peso relativo que muy rápidamente llego a tener dentro
de los sistemas tributarios de los diversos países, puede decirse que este impuesto domina
con su presencia toda la elaboración científica y legislativa del período indicado.
Sus orígenes históricos, por supuesto, datan de mucho tiempo atrás, en épocas no
fácilmente ubicables con generalidad, por cuanto los primeros esbozos se refieren a figuras
tributarias que captaban aspectos especiales de ciertas rentas de algunos capitales.
Como impuesto general, comprensivo de todas las rentas, puede decirse que en el siglo
XIX se introduce en Gran Bretaña, cuyo sistema fiscal dominará a partir de entonces. Pero
en el resto de los países, es en el siglo xx donde aparecerá y se consolidará. Así, en
Norteamérica, luego de una experiencia en 1864 bajo forma de impuesto de guerra,
derogado al fin de la guerra civil, reaparece en una ley de 1894 y es declarado
inconstitucional por la Suprema Corte, basado en que no respetaba la regia constitucional
sobre reparto proporcional de cargas. Realizado un largo trámite de enmienda
constitucional, que levantaba el impedimento emergente del anterior fallo, en 1913 se
sanciona la ley que, con bastantes alteraciones, continua hasta hoy.
En Francia, es en vísperas de la primera Guerra Mundial que el Ministro Caillaux, tras ardua
polémica parlamentaria, obtiene la aprobación de la ley de 1914, a partir de la cual el
impuesto sobre la renta se incorpora al sistema, sufriendo posteriormente diversas
alternativas.
En España, la segunda mitad del siglo XIX se caracteriza por la existencia de los llamados
"impuestos de producto" (contribución territorial y contribución industrial y de comercio);
pero es solo en 1900 que se entra en el sendero de la imposición directa sobre la renta,
especialmente en materia de sociedades.1

1
Para la evolución del impuesto en Estados Unidos, Véase Bitker, op. cit. en bibliografía; en lo
concerniente a Francia, véase Allix y Lecerclé, Impot sur le revenue, y el artIculo de Marcireau citado.

En Argentina, el primer proyecto en ese sentido data de 1917, aunque solo obtuvo consagración
legislativa en 1932, durante un gobierno de facto.

En Brasil, tras varios intentos que no llegaron" a concretarse, el impuesto fue implantado en 1922
(ley 4,625). La estructura era mixta, compuesta de impuestos cedulares porcentuales con un global
complementario progresivo.

Sobre la evolución sufrida véase Aliomar. Baleeiro, op. cit. Pág. 168.
En América Latina, la repercusión de este movimiento científico y legislativo se produce con
algún retraso, pudiendo indicarse que entre los años 1920 y 1935 se asiste a la difusión de
este impuesto, quedando incorporado desde entonces a los sistemas tributarios, en los
cuales tiene un peso que varia de país en país, pero en general puede considerarse de
gran trascendencia.

B. CARACTERES GENERALES

La doctrina en general ha atribuido al impuesto a la renta ciertos caracteres generales que


han sido postulados para su defensa y en los que se basa el juicio favorable que ha
merecido.

Pero esos caracteres suponen un impuesto que reúna características muy claras de
globalidad personalidad y progresividad.

El impuesto concebido con estas características, debe gravar la totalidad de las rentas
obtenida: por las personas, cualquiera sea su procedencia o destino sin distinción alguna,
atendiendo a la situación personal del sujeto (cargas de familia, etc.) con tasas progresivas
que hagan mas fuerte la carga relativa a medida que mayor sea la renta total.

Un impuesto que reúna estrictamente todas esas condiciones difícilmente se encuentre en


las legislaciones positivas, por lo que puede considerárselo como un impuesto ideal.

El apartamiento de estos lineamientos en mayor o menor grado puede afectar en medida


diversa estos caracteres generales que se atribuyen al impuesto.

Referido a ese impuesto ideal, puede decirse que los caracteres generales que se le
atribuyen son: a) el no ser trasladable; b) el contemplar la equidad a través del principio de
capacidad contributiva, al ser global, personal y progresivo; c) el tener un efecto
estabilizador.

1. Carácter de no Trasladable

Para la doctrina clásica, el impuesto sobre la renta es el paradigma del impuesto directo,
no trasladable. De acuerdo con este criterio, el impuesto no es susceptible de traslación,
por lo que afecta directa y definitivamente a aquel sobre la cual la ley lo hace recaer. En
otras palabras, en el las condiciones de contribuyente "de jure" y "de facto", coinciden
plenamente.
Este aspecto es básico para los desarrollos posteriores; porque el impuesto a la renta no
se traslada, y grava directamente al sujeto pasivo quien no puede descargarlo en ninguna
otra persona, es que puede atribuírsele las demás características que se indicaran.
En Ia medida que las legislaciones positivas se van apartando del impuesto "ideal" y no son
totalmente atendidas las condicionantes que lo definen, comienza a desdibujarse ese
carácter de no trasladable.

En los últimos decenios y a la luz de las legislaciones positivas, la tesis de la no traslación


ha sido objeto de intensa discusión en el campo de las finanzas.
Se han presentado sólidos argumentos en contra de este carácter de no trasladable,
especialmente en el impuesto que se aplica sobre la renta de las empresas. Estas criticas
han contribuido a los serios ataques de que ha sido objeto la tradicional división de los
impuestos en directos (no trasladables) e indirectos (trasladables).

El tema es en extremo complejo y esta fuera de! marco de este Manual, pero puede
afirmarse que en la actualidad existen serias discrepancias respecto de la no trasladabilidad
del impuesto sobre la renta que rige en los países y que existe una fuerte corriente
doctrinaria que postula la tesis, por lo menos en lo que respecta a la imposición a las
empresas, de que es trasladable dentro de ciertos límites y en determinadas condiciones
de mercado y tiempo.2

En este Manual se ha seguido generalmente la posición metodológica de suponer que salvo


excepción, el impuesto no es trasladable. Se justifica que se analicen los efectos del
impuesto partiendo de este supuesto, no solamente por la necesidad de simplificar la
exposición, como corresponde al propósito docente de este trabajo, sino también por la
conveniencia de advertir las consecuencias que se derivan de la hipótesis de la no
traslación, para aquilatar plenamente en que medida resultarían alteradas si se demostrara
la traslación del impuesto.

2. Carácter de Contemplar la Equidad


El segundo carácter destacable es el de que el impuesto a la renta contempla la equidad,
entendida esta a través del principio de capacidad contributiva.
Tres son los índices básicos de capacidad contributiva: la renta que se obtiene, el capital
que se posee y el gasto o consumo que se realiza. La doctrina en general acepta que de
estos tres índices, el principal es la renta que se obtiene, por lo que claramente el impuesto
sobre la renta se ajusta a la capacidad contributiva yen consecuencia contempla la equidad.
A su vez, la equidad, como búsqueda de afirmación del postulado de gravar conforme a la
capacidad contributiva, puede ser entendida en dos sentidos: como equidad horizontal o
vertical.

Bajo el concepto de equidad horizontal, se indica que aquellos que estén en igual situación
(horizontalmente iguales, en términos de capacidad contributiva) deben abonar igual
gravamen.

Por equidad vertical, se involucra que aquellos que se encuentran a diferente nivel, deben
sufrir imposiciones diferentes. Este postulado no se agota en preconizar un impuesto
proporcional, sino que implica la propuesta de tasas progresivas, donde la alícuota aumenta
más que proporcionalmente ante los aumentos de la base, con lo cual el impuesto tiende a
una redistribución del ingreso.
En su concepción pura y clásica, el impuesto a la renta contempla ambas clases de equidad.

2
Una buena síntesis del estada de la doctrina respecta del problema de la traslación del impuesto
sobre las rentas de las empresas se encuentra en la monografía de Victorio VALLE SANCHEZ,
citado en bibliografía. Coma se indica en el texto, ese tema no ha de ser objeto de análisis en el
presente trabajo .
Atiende la equidad horizontal, siendo general y global, es decir, abarcando la totalidad de
las rentas del sujeto, sin exclusiones y sin discriminaciones entre diversos tipos de renta.

La búsqueda de equidad horizontal impone otro carácter al impuesto: debe ser personal,
en el sentido de tomar en consideración el conjunto de la capacidad contributiva del sujeto,
atendiendo su concreta situación personal: su condición de soltero o casado, los familiares
que tenga a su cargo, etc. Solo tomando en cuenta esas consideraciones, se podrá estar
seguro de estar frente a iguales situaciones, para aplicarles igual gravamen.
Por último, la búsqueda de equidad vertical da por resultado que el Impuesto deba ser
progresivo, lo cual se obtiene, tanto por la utilización de mínimos no imponibles, como por
la propia estructura de la escala de tasas. El efecto redistribuidor de ingreso a obtenerse,
dependerá de qué tan global sea la base sobre la que se aplica y del diseño concreto de la
escala de tasas.
Conviene advertir que generalmente se entiende que el concepto de capacidad contributiva,
y por ende el de equidad referida a la misma, es aplicable solamente a los contribuyentes
personas naturales o unidades familiares y no a las personas jurídicas o empresas.

3. Carácter Estabilizador

Otra característica comúnmente enfatizada por la literatura clásica sobre el tema, radica en
el llamado "efecto estabilizador" del impuesto. En concepciones de política tributaria
preponderantemente preocupadas por neutralizar los ciclos de la economía, se indica que
la estructura progresiva de la tasa otorga buena flexibilidad aI impuesto (built-in flexibility),
por cuanto en situaciones de alza de precios, el impuesto, operando a tasas mas altas,
congela mayores fondos de los particulares, y a la inversa, en épocas de recesión,
decreciendo el nivel de ingresos, la tasa baja mas rápidamente que la disminución en la
base, con lo cual se liberan mayores recursos.
Sin embargo, debe señalarse que la experiencia latinoamericana demuestra que cuando
10 diversos países han enfrentado situaciones de alta inflación, no se ha querido permitir
que operan ese efecto y se ha preferido ir a sistemas que en forma global o parcial, suponen
neutralizar II influencia de la inflación en la operación del impuesto, (corrección monetaria,
etc.).

4. Principales Críticas

La precedente reseña de caracteres generales, como se indicó oportunamente, recoge


sintéticamente, las principales virtudes atribuidas al impuesto; en contrapartida, se. puede
mencionar, aunque sin pronunciarnos a su respecto, las principales críticas que se le hacen:
a) se cuestiona su carácter de directo; b) se dice que tendría efecto desalentador del ahorro
y la inversión, etc; c) se le atribuye un efecto contrario al deseo de trabajar o a la propensión
a aceptar riesgos; d) se dice que, por el gran desgaste que ha sufrido su base y las
posibilidades de evasión que abre a ciertos sectores, termina gravando fundamentalmente
al sector de trabajadores asalariados, etc.3

3
Un análisis detallado de los efectos económicos del impuesto a la Renta escapa al marco de
referencia de este manual, debiendo ser desarrollado en el Manual de Política Tributaria, entre otras
causas porque el análisis debe ser efectuado en términos comparativos con los efectos de impuestos
alternativos (patrimonio, IV A, etc.): Pueden consultarse, al respecto: Goode, Indivjdual Income Tax,
Tales críticas, sin embargo, no han obstado a la difusión del impuesto prácticamente en
toda Latinoamérica, razón por la cual todo intento de evaluación de sus virtudes y defectos
no puede pasar por alto la circunstancia de que el impuesto esta vigente y brinda un por
ciento importante de la recaudación tributaria de cada país. 4, 5

C. EL IMPUESTO A LA RENTA COMO INSTRUMENTO DE INDUCCION DE


COMPORTAMIENTO

Relativizando un tanto lo expuesto antes, no puede menos de señalarse que Ia obtención


del objetivo de "equidad" dirigido a la redistribución del ingreso, no parece ser la única
finalidad que le ha propuesto el legislador.

Con mayor o menor intensidad según los casos, en las legislaciones sobre el impuesto a la
renta latinoamericanas aparecen elementos que se prestan para pensar que el legislador
utiliza como una forma de inducir un determinado comportamiento económico en los

cap. I a IV; Kaldor, Impuesto al Gasto, Fondo de Cultura Económica, pags. 21 a 190; Buchanan,
Hacienda, capítulos XXII a XXV; Due, Análisis Económico de los Impuestos, cap. XI; etc.
4
El excelente artículo con que el Prof. Muten analiza la evolución del lmpuesto a la Renta a partir de
la primera guerra mundial (citado en bibliografía). se cierra con estos párrafos: (subrayado nuestro)

“Parece como si el periodo evolutivo que hemos investigado en estas páginas hubiese
experimentado no solo el ascenso del impuesto sobre la renta, sino también el comienzo de su
caída".

¿Dónde terminará esta evolución? ¿Será destronado el "impuesto rey"? o ¿será un alejamiento
temporal del favor popular?.

El impuesto sobre la renta nunca alcanzará a vivir en la fórmula ideal de sus promotores originales.
Pero no parece probable que podamos alguna vez ser capaces de prescindir enteramente de él.

Principalmente, el impuesto sobre la renta mantendrá su posición como medio de influir en la


distribución de la renta; solo una economía nacionalizada será fácilmente capaz de influir la
distribución de la renta sin la ayuda de los impuestos. El sistema de libre empresa necesita
correctivos sociales en tal distribución. Con medios distintos a los tributarios las medidas de
redistribución no son fácilmente emprendidas; subsidios sociales, salarios mínimos y similares
podrían ilustrar el punto. La imposición se necesitará siempre para redistribuir la renta, y mientras
más regresivo sea el resto del sistema tributario, mayor será tal necesidad.

Quizá no debiéramos hablar acerca de un cambio radical en la actitud hacia la imposición sobre la
renta desde el optimismo de entusiastas como Von Schanz o Simons, basta una completa
condenación del impuesto. En cambio, deberíamos distinguir una tendencia a un mayor equilibrio en
la apreciación del impuesta sobre la renta, tanto en relación a las oportunidades de usarlo coma un
instrumento para conseguir fines económicos, anticíclicos y demás, como en cuanto a juzgar las
perspectivas de pasamos sin él”.
5
Es particularmente recomendable la lectura del trabajo de Reig, "Evaluación del impuesto a los
réditos... ", citado en bibliografía, por cuanto implica una síntesis de la doctrina respecto de las
características que debe reunir un impuesto "moderno”, y su aplicación al caso del impuesto a los
réditos, así como un análisis de las alternativas posibles. La síntesis del autor es de que, "El impuesto
a los réditos satisface los requerimientos exigidos modernamente para que una forma de tributación
se justifique como elemento de un sistema tributario".
contribuyentes: que las empresas retengan utilidades (o que las distribuyan), que reinvierta
en bienes de activo fijo, que se financien de tal o cual modo, etc.

El objetivo de inducción de comportamiento debe reconocerse como parcialmente


conflictivo con el de equidad, especialmente en cuanto deteriora la globalidad del gravamen.
En efecto, el postulado de equidad, a través de la capacidad contributiva, quiere que todas
las rentas de una persona sean gravadas, y lo sean sin hacer ningún tipo de discriminación
entre ellas, en tanto el efecto de inducción económica en el impuesto a la renta se busca,
entre otros medios, dando tratamientos distintos a ciertas rentas caracterizadas, sea por su
origen, sea por el destino al que se apliquen.

En buena medida, esa utilización del impuesto a la renta como inductor de conductas se
explica por finalidades extrafiscales, y bajo tal ángulo se conecta con la política de
incentivos tributarios, que no ha de ser considerada en el presenta Manual. Pero el
incentivo no es el único medio por el cual puede plasmarse el objetivo de inducción
económica; uno de los más notorios ejemplares de esta afirmación ha de verse en el
capítulo XI, analizando los efectos de los distintos sistemas técnicos para gravar las
utilidades de las sociedades y de los socios, justamente en función del efecto que esos
sistemas tienen sobre la distribución de dividendos.

D. PRINCIPALES TIPOS DE IMPOSICIÓN A LA RENTA

El análisis de las legislaciones y de su evolución histórica, nos muestra la existencia de


diversos tipos de impuestos a la renta, que responden a diversas etapas del
desenvolvimiento del sistema fiscal.

1. El Impuesto Global o Sintético.

Este es considerado el impuesto ideal, a cuya concreción deben orientarse las legislaciones
en cuanto cumple cabalmente con los atributos del impuesto a la renta analizados en
parágrafos anteriores.

Un impuesto de este tipo supone una síntesis de la totalidad de rentas (positivas y


negativas) a nivel del sujeto pasivo. No interesa entonces el origen concreto de la renta, el
que podrá ser tomado en cuenta, a lo sumo, para facilitar la síntesis final (categorías), pero
sin implicar discriminación entre las diferentes rentas, las que se suman algebraicamente
en su totalidad.

Así entendido, el impuesto atiende a la totalidad de la capacidad contributiva del sujeto, por
cuanto abarca la globalidad de sus ingresos. A su vez, todas las rentas que existen en la
economía se atribuyen en su totalidad a personas físicas, de modo que ninguna escapa de
la imposición a ese nivel.

Por eso mismo, permite una fluida aplicación de la progresividad, la cual no resultaría
demasiado justificada si su base estuviera constituida por aspectos parciales de las rentas
del sujeto, o si existieran rentas no incluidas en las declaraciones de las personas físicas.

Y, concomitantemente, un impuesto estructurado sobre esas bases permite considerar la


situación personal del preceptor, sus cargas familiares, etc.
Sin embargo, la estructuración de un impuesto de este tipo tropieza con algunas
dificultades, la principal de las cuales radica en la existencia de Sociedades de Capital.
Como se verá en el capítulo pertinente, estas entidades presentan características
especiales que justifican que se las considere como contribuyentes del impuesto, pero esa
misma circunstancia dificulta el poder asignar la totalidad de la renta que ellas obtienen a
las personas físicas que en definitiva constituyen su soporte. En la medida en que la
totalidad de las utilidades no es atribuida a personas físicas puede entenderse que el
postulado de absoluta globalidad recibe cumplimiento sólo parcial.

Por otra parte, la fisura de la globalidad (que supone trato indiscriminado en la rentas,
provengan de donde provengan) se produce normalmente tratándose de rentas derivadas
del trabajo personal, por razones que se indican en el capítulo VII.

2. Los Impuestos Cedulares o Analíticos

Por contraposición al impuesto global y sintético, se han dado en varios países, una serie
de impuestos comúnmente llamados cedulares.

A diferencia del anterior, que consideraba a la renta personal como unidad, en el caso de
los impuestos cedulares, en puridad, se tienen tantos gravámenes como fuentes resultan
abarcadas por as cedulas. El sistema en consecuencia tiende a ser real, vinculado al
fenómeno objetivo de producción de riquezas, guardando una intima relación cada
impuesto cedular con una determinada fuente de renta (trabajo, capital, combinación de
ambos).
Estos impuestos tienen como característica normal la de estructurarse con tasas
proporcionales. Ello se explica, por cuanto, tomando aspectos parciales de la capacidad
contributiva, la progresividad carece del mismo fundamento que si se tratara de captar la
globalidad de dicha capacidad.
Las tasas proporcionales de cada cédula son distintas entre sí y la diferencia de nivel refleja
la concepción política del legislador sobre el trato tributario que merece cada una de las
fuentes; así, la tasa para rentas provenientes del trabajo será menor que la de las rentas
de capitales, etc.
Otra importante característica de este tipo de impuestos, radica en que los resultados de
cada cédula son independientes entre si, por cuanto en ningún momento se produce la
compensación entre resultados positivos de una cedula y los negativos de otras ; a lo sumo
se permitirá la traslación de quebrantos, pero dentro de la misma cedula, consecuencia
derivada del hecho de que, estrictamente, cada cedula es un impuesto diferente.

Por consiguiente, puede concluirse que un régimen de impuestos cedulares pone su acento
sobre el fenómeno de producción de renta por cada fuente, consideración objetiva que
opaca el ideal de personalización del impuesto.

Las ventajas de un sistema de este tipo se intuyen con la enunciación de sus características:
son más sencillos, por cuanto normalmente están libres de las dificultades de
implementación técnica que presenta la tasa progresiva. Al mismo tiempo, permiten
discriminar el peso fiscal sobre cada fuente, exteriorizándolo en la tasa aplicable.
Y también debe anotarse en su haber , la circunstancia de que se adaptan muy fácilmente
a un régimen de retención en la fuente, incluso con carácter definitivo, porque la
proporcionalidad de la tasa puede hacer innecesaria la reliquidación final.
Como contrapartida de lo anterior, debe señalarse que un sistema de impuestos cedulares
resulta sumamente imperfecto y tosco para cumplir los objetivos de equidad vertical y
horizontal. Si bien el sistema puede abarcar todas las rentas que gane una persona, no lo
hace de forma global, que es la única que contempla la real capacidad contributiva, sino
parcial, variando el peso fiscal en función del origen de la renta. Por otra parte, tampoco
llegan a ser personales, no obstante algunos esbozos de personalización que han tenido
algunas cedulas, porque el intento de graduar el total de la imposición de acuerdo con las
circunstancias de cada sujeto sólo puede darse cabalmente a nivel de una consideración
unitaria de su status individual, jugando contra la suma global de sus rentas.
Por ultimo, resultan imperfectos para permitir al impuesto ejercer influencia en favor de la
distribución del ingreso, por cuanto por lo general no son progresivos. Por consiguiente,
resultarán Instrumentos aptos para llevar adelante objetivos restringidos a determinados
tipos de bienes o actividades, o para cumplir la finalidad recaudatoria, pero no para actuar
promoviendo distribución de ingreso, en la medida en que para ella sea necesario una
estructura progresiva de tasa, sobre base global.6

3. Los Sistemas Mixtos

En puridad, debe afirmarse que las dos categorías antes descriptas no se dan en la
actualidad en ninguna de sus formas puras y ortodoxas. De un modo u otro, los sistemas
cedulares se han ido complementando con mecanismos que permiten cierta globalización;

6
Un autor francés resume así las diferencias entre el sistema cedular y el global: “En el sistema
cedular, cada tipo de renta, cada cedula, está sometida a un impuesto particular, que en sus
diferentes elementos base, liquidación y recaudación, obedece a reglas propias; la fiscalidad directa
es por tanto constituida de impuestos múltiples sin vinculo entre ellos; se vuelve así imposible
apreciar la situación exacta del contribuyente, las discriminaciones según las diversas categorías de
rentas son sentidas como injustas por los contribuyentes a los que ellas no benefician, mientras que
la complejidad del sistema facilita la evasión fiscal y el fraude.

En oposición, el principio de unidad del impuesto sobre la renta significa que la imposición caerá
sobre la renta, la renta global, de una persona física. Se tiene, de algún modo, una renta, un
contribuyente, un impuesto. Importa poco que el contribuyente tenga rentas de diversas fuente; él
podrá incluso imputar el déficit de una categoría, desde que se trata de definir una renta global a la
que se aplicará una pauta única; la simplificación se traduce también par la existencia de una única
base, desde que basta para determinar la renta global totalizar las rentas de diversas categorías, de
una sola liquidación y de un procedimiento único de recaudación ". (J. M. Marciereau, citado)

Sin embargo, analizando la situación francesa luego de las reformas de Giscard d'Estaing de 1959,
indica que dicha unidad no se ha logrado, por la gran diferencia de normas de determinación en cada
una de las categorías.
por otra parte, difícilmente puede encontrarse un país en que el impuesto sea absoluta y
totalmente global.

De ahí que, estrictamente, la mayoría de los sistemas puedan ser clasificados de mixtos,
conteniendo elementos cedulares y globales en proporciones variadas.

Una fórmula intermedia, por ejemplo, la constituye la persistencia de impuestos cedulares


a lo que se sobrepone un impuesto global 'en el que se refunden todas las rentas, las que
luego de compensarse recíprocamente en sus resultados positivos y negativos, vuelven a
ser objeto de imposición, pero esta vez con escalas progresivas, y elementos de
personalización (mínimos, deducción por cargas de familiares, etc.)

Otra fórmula que en definitiva puede considerarse mixta, la dan aquellos impuestos que
siendo básicamente globales, contienen tratamientos discriminatorios para ciertas rentas,
como las provenientes del trabajo o de actividades desarrolladas bajo forma de empresa.

Como con mas detalles se indica mas adelante, es posible que un sistema, sin perder su
global dad, obligue a agrupar las distintas rentas en "categorías", movido por finalidades de
simplificación del cálculo, pero sin que ello implique tratamiento diferencial de la renta en
función de su origen.
Sin embargo, en la medida en que la legislación discrimine entre las categorías, y ello se
traduzca en distinto tratamiento fiscal, puede entenderse que el sistema se tiñe de
elementos cedulares.
BIBLIOGRAFIA

1. BALEEITO, Aliomar, Direito tributario brasileiro, Ed. Forense, Río de Janeiro, era. ed. 1971.

2. BIRD Y OLDMAN. La imposición fiscal en países en desarrollo, especialmente capítulos::

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Fiscal de Venezuela, pág. 143.
11. Comentarios de impuestos sobre la renta cedulares y globales, por Francesco Forte, pág.
149.

3. BITKER, Boris I. Federal Income State and Gift Taxation. Little. Brown and Company, Boston,
1961,pág.3 a 20.
4. CARO CEBRIAN y otros. Evolución y tendencias actuales del impuesto sobre la renta en el
derecho comparado. Hacienda Pública Española No.30, pág. 35.

5. GARCIA VAZQUEZ, E. Futuro del impuesto a los réditos. Derecho Fiscal XX, pág. ( ).
6. MARCIREAU J. M .L'unicite de l'impot sur le revenue. Revue de Science financiere, enero 1973,
pág.101.
7. MORAL MEDINA, Fco. Historia del impuesto sobre sociedades .Hacienda Publica Española N.
24/25,pág. 21.

8. MUTEN, Leif. La evolución del impuesto sobre la renta a partir de la primera Guerra Mundial.
Hacienda Publica Española. No.30, pág. 424.

9. PARAMIO FERNANDEZ, ]avier. Clasificación de los sistemas de imposición sobre la renta. La


imposición personal en España. Hacienda Pública Española No. 30, Pág. 13.

10. PLASSCHAERT, Sylvain R. F. First Principles about Schedular and Global Frames of lncome
Taxation en Bull. For Intern. Fisc. Doc. 1976 No.3, p.99, y The Definition of Gross Taxable Income in
Schedular or Global Income Taxes, en el mismo Bulletin, 1977, No.12, p.535.

11. RABINOVICH, Marcos. Impuesto a los réditos. Ed. Lajouane y Cía., Buenos Aires, 1942.

12. RAVINOVICH, Marcos. Impuesto a los réditos. Sus características. Derecho Fiscal III, pág. 277.

13. REIG, E. Evaluación del impuesto a los réditos como elemento del sistema tributario argentino.
Derecho Fiscal XXI, pág. 129.

14. REIG, Jorge. Impuesto a los réditos. Ediciones Contabilidad Moderna. Buenos Aires. 6ta.cd.
1972. Cap. I.

15. SOTO GUINDA, Joaquín. Introducción a un repaso histórico del desarrollo y evolción del
impuesto sobre la renta. Hacienda Pública Española, No.30, pág. 419.

16. V ALLE SANCHEZ, Victorio. El Impuesto sobre la renta de sociedades, Madrid, 1970.
CAPITULO II

CONCEPTO DE RENTA

El concepto tributario de “renta”, como base de la imposición, es objeto de ardua disputa en


doctrina y motiva diferencias entre las distintas legislaciones.

La causa de ello radica, entre otras cosas, en que en el tema pueden confluir
consideraciones de tipo económico, financiero y de técnica tributaria.

Lo primero deriva de que el concepto de renta tiene originalmente cuño económico; lo


segundo es resultado de que el impuesto a la renta es visualizado como uno de los más
eficientes instrumentos para el financiamiento de los gastos del Estado distribuyendo el
peso de la carga entre los habitantes según principios de equidad, en función de sus
respectivas capacidades contributivas. Y las consideraciones técnicas tributarias derivan
del hecho insoslayable de que los conceptos teóricos que se adopten deben concretarse
en definiciones legales susceptibles de ser operadas eficientemente por la administración.

En el presenta trabajo, sólo puede hacerse una exposición simplificada de las diversas
posiciones, cuyo detalle se encontrará en la obras indicadas en la bibliografía; y esa
exposición simplificada, está además orientada a presentar en la forma más clara posible
esas tendencias, atendiendo a su relevancia práctica.

Desde ese ángulo pragmático, lo que importa es partir de la base de que la vida económica
puede determinar que a la esfera patrimonial de una persona entren satisfacciones o
enriquecimiento de muy distinta índole y explicitar que las distintas doctrinas sobre el
concepto de renta tienen como efecto el que, según los casos, algunos de estos
enriquecimientos resultan gravados y otros no.

En una visión progresivamente más global, podría decirse que por “renta” puede
entenderse:

a) El producto periódico de un capital (corporal o incorporal, aún el trabajo humano);


b) El total de ingresos materiales que recibe el individuo, o sea el total de
enriquecimientos que provienen de fuera del individuo, cualquiera sea su origen y
sean o no periódicos;
c) El total de enriquecimientos del individuo, ya se hubieran traducido en satisfacciones
(consumo) o en ahorros, a lo largo de un período; este concepto implica considerar
renta todo lo consumido en el período, más (menos) el cambio producido en su
situación patrimonial.1

1
En la teoría financiera, el concepto de "renta" tiene aún otra acepción, como restringido a la "renta
efectivamente consumida en un período”: Sería renta la riqueza de la que efectivamente disfruta el
contribuyente y el disfrute se evidenciaría en su aplicación al consumo.

Los antecedentes de esta línea conceptual pueden ubicarse en J. Stuart Mill, con su afirmación de
que existiría .'doble imposición" del ahorro, si se grava la renta que se destina al ahorro, y luego
nuevamente la renta producida por ese ahorro. Esa concepción fue seguida, con variantes, por
autores como Marshall, Fischer y Einaudi. Se parte de la base de que lo que constituye renta no es
el mero poder económico sobre recursos escasos, como quiere Simons, sino la efectiva satisfacción
Como se ve, aunque por fundamentos distintos, cada una de estas tres líneas conceptuales
teniendo una cobertura progresivamente mayor en cuanto a los enriquecimientos
alcanzados; justamente, esa mayor cobertura determina que cada una de ellas sea vista
como sucesivamente más justa que la anterior en cuanto ensancha la base de imposición ;
pero, como contrapartida, se van introduciendo dificultades para la determinación de la
renta y la administración del impuesto, incorporarse items mas difícilmente cuantificables y
controlables.

A. EL CRITERIO DE LA RENTA-PRODUCTO

Este criterio, en el cual subyace una concepción de la renta de tipa económica y objetivo,
entiende que es tal "el producto periódico que proviene de una fuente durable en estado de
explotación".

Por consiguiente, sólo son categorizables como rentas, los enriquecimientos que llenen
estos requisitos: a) sean un producto; b) provengan .de una fuente durable; c) sean
periódicos; d) la fuente haya sido puesta en explotación (habilitación).

de la necesidad personal mediante el concreto ejercicio de ese poder. Como se ve, de alguna manera
esa forma de pensar se emparenta con las ideas de Kaldor y su propuesta de establecimiento del
impuesto al gasto personal, en cuanto es común a todas esas concepciones partir de la base de que
en el impuesto a la renta el módulo relevante no ha de ser la obtención de la renta, sino su utilización.

En opinión de J. Soto Guinda (Presentación del estudio de P. H. Wueller. Hacienda Publica Española
N. 48, 1977, Pág. 253), "la contraposición doctrinal más relevante acerca del concepto de renta
gravable, vuelve a situarse en nuestros días en la disyuntiva renta global-renta destinada al consumo.
Se trata aquí de elegir, fundamentalmente desde la óptica de la equidad; entre un modelo de
imposición sobre la renta que persiga la reducción de las desigualdades en la distribución de la renta
y la riqueza durante la vida de los contribuyentes y otro en que el énfasis de la imposición se coloque
en el mantenimiento de los precios relativos entre el consumo presente y futuro”.

En 1974, el Prof. William Andrews, de Harvard, publicó, un artículo (Harvard Law Review, Vol. 87
No.6, P. 1113), planteando la posibilidad de un impuesto sobre la renta personal "tipo consumo", en
el que la base imponible lo constituye el total de ingresos del periodo, pero con deducción de las
partidas destinadas a inversión. La descripción del sistema puede verse en el trabajo de ]. Soto
Guinda:"El ;impuesto sobre la renta tipo consumo: una reciente reformulación del impuesto sobre el
gasto personar', Hacienda Pública Española No.40, pág. 39 y sgts.

Este concepto de renta como renta consumida, sin embargo, no ha sido recogido legislativamente
en ningún país, razón por la cual no ha de ser considerado en este Manual.

Sin embargo, la proliferación de regímenes de incentivos a la inversión (desgravaciones, créditos


por inversiones, etc.) puede llegar a hacer nacer la duda respecto de si ese concepto no está
comenzando a permear insensiblemente los sistemas fiscales de algunos de los países con déficit
crónico en la formación de capital interno.
1. Debe ser un Producto

La renta debe ser un producto, es decir, una riqueza nueva, distinta y separable de la fuente
que la produce. Por ello, no es renta, en esta concepción, el mayor valor que experimente
un bien, ni el crecimiento operado en un bosque, etc.

A esa condición se agrega la de que debe ser una riqueza nueva "material". Según indican
los clásicos expositores de la tesis, desde el punto de vista tributario, la renta es un concepto
contable que solo puede referirse a cosas que puedan contarse y medirse exactamente y
ser expresadas en dinero. Como se ve, este carácter de "material", pone de manifiesto que,
para este concepto, la renta es el medio material para obtener satisfacciones, pero no la
satisfacción en si, 10 cual deja fu era del concepto de renta a las denominadas "rentas
imputadas", como p. Ej., el valor locativo de la casa habitación de la que se es propietario.2

2. Debe Provenir de una Fuente Productora Durable

Por fuente productora se entiende un capital, corporal o incorporal, que teniendo un precio
en dinero, es capaz de suministrar una renta a su poseedor. En ese concepto entran
básicamente las cosas muebles o inmuebles, los capitales monetarios, los derechos y las
actividades.

La fuente para ser tal debe ser durable, en el sentido de que sobreviva a la producción de
la renta, manteniendo su capacidad para repetir en el futuro ese acto.3

Lo importante del concepto radica en que excluye la consideración como renta de las
ganancias de capital, pues en ellas, la fuente se agota (para la persona) en el momento en
que la ganancia se realiza.

3. La Renta debe ser Periódica

Coma consecuencia del carácter durable de la fuente, y vinculado a él, se afirma la


necesaria periodicidad de la renta. Pero es importante destacar que no es necesario que la
periodicidad se concrete en los hechos (es decir, que realmente se repita la renta), sino que
basta con que sea posible.

2
Esto no quiere decir que los autores clásicos de la renta producto, no admitan como equitativo, p.
ej.: que se impute al dueño que ocupe su casa habitación un alquiler ficto como recibido por ello.
Pero si lo hacen, es basados en consideraciones de equidad y no porque el concepto de renta
abarque esas imputaciones; estrictamente, se gravaría el ahorro resultante, pero sin existir renta.
Respecto de la posición de Allix y Lecerclé, véase García Belsunce, pág. 98.
3
La doctrina recoge el concepto de durabilidad, en un sentido relativo; afirmar que la fuente debe
ser durable, no quiere decir sostener que ella sea eterna. Los desgastes que la fuente puede ir
sufriendo a 10 largo de su explotación deben ser reembolsados, mediante un régimen de
amortizaciones o deducciones par agotamiento. permitiendo deducir el costo de las reparaciones,
etc.
El concepto de periodicidad se conforma, así, con la simple potencialidad o posibilidad, la
que se presenta cuando la fuente tiene la capacidad de volver a repetir el producto, si es
nuevamente habilitada a tal efecto.4
Tratándose de bienes corporales, esa capacidad debe ser determinada atendiendo a la
naturaleza y destino de ellos; por ello, si un inmueble se arrienda durante un único mes el
arriendo será renta, aun cuando antes y después no vuelva a afectarse el bien a ese
destino, puesto que en virtud de aquellas condiciones puede volver a originar nuevos
alquileres, si vuelve a ser arrendado.

4. La fuente debe ser Puesta en Explotación.

A efectos de producir renta, es necesario que la fuente haya sido habilitada racionalmente
para ello o sea afectada a destinos productores de renta.5
Por eso, si un predio es objeto de labores, los frutos que se obtengan serán renta; pero no
lo será, en cambio, el enriquecimiento proveniente de un aluvión.
La misma exigencia de habilitación racional de la fuente coloca bajo examen especial una
serie de explotaciones de las que, racionalmente, no pueden esperarse beneficios, como
sucede en el caso de autos. La problemática en estos casos es doble e involucra tanto a
los beneficios que eventualmente se obtengan, como a los quebrantos que resulten de tal
tipo de actividades.6

4
Por eso es que algunos autores hablan, más que de periodicidad, de que la fuente esté afectada a
una “función productiva regular”, este concepto lleva implícita la idea de habitualidad o reiteración
real o potencial de esa función, y excluye los ingresos puramente accidentales.
5
“El concepto de “habilitación de fuente” significa que es la voluntad del hombre la que convierte al
capital en productivo, cuando decide explotar la tierra, efectuar un préstamo o invertir el capital que
tenía ocioso, o utilizar su actividad laboral o inteligencia en la producción de bienes o servicios.
Supone esto excluir la utilidad recibida de un acontecimiento fortuito, de una accesión, de un aluvión
o de un mero aumento de valor por causas de coyuntura, porque si bien estos derivan de una fuente,
esta no es productiva” (García Belsunce, pág. 121).
6
Una postura coherente lleva a admitir que si se acepta la doctrina del rédito producto, deben
aceptarse tanto las ganancias como las pérdidas que provengan de una fuente productiva. Dar
carácter de tal a actividades donde no es claro su carácter de actividad económica (o, por lo menos
respecto de las cuales es difícil sacar conclusiones en abstracto), genera este tipo de problemas.

Una situación de este tipo se da con relación a las granjas. No hay duda de que ellas constituyen la
fuente productora de ingresos de millares de campesinos; pero tampoco puede dudarse que muchas
personas residentes en ciudades mantienen granjas, no como explotación de fuente productiva, sino
para recreo.

Un trato indiscriminado de estas actividades como productoras de renta (o pérdidas) ha dado lugar
en Estados Unidos a la aparición de los llamados “Cowboys de Wall Street”, hombres de negocios
que mantienen granjas (ruinosas desde el punto de vista de explotación y deparadoras de altas
satisfacciones en lo personal). Véase al respecto...”Hobby Farming as a tax shelter”, Monthly Digest
of Tax Articles, enero de 1974 pág. 29.
5. Realización y Separación de la Renta.
En doctrina se ha discutido si además de los elementos analizados, la caracterización de la
renta producto requiere la realización y efectiva separación del producto de la fuente.
No obstante las discrepancias que se registran entre algunos autores, es posible concluir
para que se tipifique la renta producto, sólo es necesario que la riqueza nueva se agregue
en forma cierta y estable al fondo preexistente; la realización es una de las formas, quizá la
mas común, en que la riqueza nueva se consolida.

El Concepto de separación supone que lo producido se extrae de la fuente adquiriendo


individualidad económica propia; pero a su vez es susceptible de una doble interpretación,
según se exija separación en sentido físico o simplemente financiero.7

6. La Renta debe ser Neta.

En cualquier caso. se acepta que sólo constituya renta aquella riqueza que excede los
costos y gastos incurridos para producirla, así como para mantener la fuente en condiciones
productivas.8

B. EL CRITERIO DEL FLUJO DE RIQUEZA

7
Referente al tema "realización y separación”, las dos tesis extremas son las de Seligman y Vanoni,
resumidas por García Belsunce (op. cit. Pág. 124). Para Seligman, separación significa autonomía o
independencia física del rédito con relación a la fuente (p. ej.: nacimiento de la cría de la vaca);
realización, quiere decir permutación por moneda. Para Seligman, ambos requisitos son necesarios.

Para Vanoni, en cambio, la realización (permutación del bien) no es esencial, ni la separación, sino
la consolidación de los incrementos de valor no realizados, ya que a estos fines no es la venta de
los bienes la única forma de consolidar el incremento de valor, por eso, la existencia de crías no
significaría creación de renta para Seligman y sí para Vanoni.

Concluye García Belsunce dando su opinión en el sentido de que "la separación del rédito en cuanto
a riqueza autónoma y físicamente independiente del capital, no es indispensable para calificar la
riqueza nueva como rédito imponible (sea el caso del rédito por valuación de inventario o por
crecimiento natural; el ejemplo del bosque señalado por Seligman). La realización del crédito,
entendida como la permutación efectiva del bien (tesis de Vanoni) no es requisito necesario para
configurar la renta, bastando que la riqueza pueda valuarse en moneda, en cuanto este consolidada
en forma cierta y estable”. (Op. cit. pág. 130).
8
En puridad, la característica de "neta" no es, ni con mucho, privativa del criterio de renta producto,
sino que es común a todos los criterios. También es común. a todos los criterios la principal dificultad
envuelta en el concepto de "neto ", que radica en distinguir entre 10 que es gasto necesario para
producir renta, de lo que es consumo o empleo de la renta. A juicio de Simons, "aquí es donde se
tropieza con el criterio inevitable de la intencionalidad. Resulta inconcebible una distinción precisa y
objetiva por completo. Determinadas partidas representarán en unos casos gastos empresariales
yen otros un mero consumo, y frecuentemente los motivos están entremezclados. Un artista
profesional compra pintura y pinceles para utilizarlos en ganarse la vida. Otra persona puede
adquirirlos como juguetes para sus hijos o para cultivar una afición en sus ratos libres”. (Op. cit. pág.
200).
Como se vio en párrafos anteriores, la renta producto se caracteriza por ser un
enriquecimiento proveniente de terceros, pero con condiciones muy especiales.

Otro criterio tributario más amplio que el antes analizado, considera renta la totalidad de
esos enriquecimientos provenientes de terceros, o sea al total del flujo de riqueza que desde
los terceros fluye hacia el contribuyente, en un periodo dado.

Este criterio engloba todas las rentas categorizables como renta producto. Pero al no exigir
que provenga de una fuente productora durable, ni importar su periodicidad, abarca una
serie mas de ingresos que seguidamente se indican:

1. Las Ganancias de Capital Realizadas

Se consideran tales, las originadas en la realización de bienes patrimoniales, en tanto la


realización de esos bienes no sea el objeto de una actividad lucrativa habitual.

Como se dijo líneas arriba, esos resultados no podrían ser considerados renta producto,
puesto que la fuente productora de ellos (el bien vendido), agota al producirlos la posibilidad
de proporcionar nuevas ganancias de capital al mismo beneficiario.
La problemática especial de las ganancias de capital ha de ser analizada en otro capítulo
de este trabajo, razón por la cual en esta oportunidad bastara decir que, en el concepto de
flujo de riqueza, ellas configurarían rentas puras y simples.

2. Los Ingresos por Actividades Accidentales

Son ingresos originados por una habilitación transitoria y eventual de una fuente productora,
o sea que provienen de actos accidentales que no implican una organización de actividades
con el mismo fin.9

3. Los Ingresos Eventuales

Son ingresos cuya producción depende de un factor aleatorio, ajeno a la voluntad de quien
lo obtiene, tales como los premios de lotería y los juegos de azar. No hay periodicidad ni
habilitación racional de fuente, de modo que no podrían caber en el concepto de renta
producto.

4. Ingresos a Titulo Gratuito

Comprende tanto alas transmisiones gratuitas por acto entre vivos (regalos, donaciones)
coma las por causa de muerte (legados y herencias)

Recapitulando sobre este concepto de renta como equivalente a "flujo de riqueza ", se
advierte que considera como condición suficiente y a la vez necesaria para configurar la

9
Por ejemplo, una persona de profesión abogado, acerca a dos clientes para hacer un negocio, y
así obtiene una comunión; su profesión habitual no es la de comisionista, ni las comisiones provienen
de una fuente durable y permanente, en el criterio de renta producto. Otro caso, el automovilista que
encuentra a alguien en el camino y le cobra por llevarlo a destino.
renta, el hecho de tratarse de enriquecimientos que han fluido desde terceros hacia el
contribuyente, independiente- mente de que sean producto o no de fuente alguna.
Pero -y este carácter lo diferencia del criterio que se reseñará a continuación. - es
necesario que haya existido una operación con terceros. Este requisito excluye del
concepto de renta al aumento de valor que experimentan los bienes, en tanto no se traduzca
en operación de mercado, así como a los consumos que el sujeto puede proporcionarse sin
realizar intercambios tales como el uso de bienes durables o la provisión de bienes y
servicios de propia producción.

C. EL CRITERIO DE CONSUMO MAS INCREMENTO DE PATRIMONIO

Esta doctrina supone un concepto de renta que tiene su centro en el individuo y busca
captar la totalidad de su enriquecimiento (capacidad contributiva) a lo largo de un periodo.
10

Podría decirse que en la concepción de renta producto, el énfasis se coloca sobre el


fenómeno de producción y el eje de la imposición está en la consideración objetiva de lo
que una fuente produce; y que en el criterio del flujo de riqueza, la consideración más
relevante es la del tránsito patrimonial desde los terceros al perceptor. En este criterio, en
cambio, el individuo es el gran protagonista; las satisfacciones de que dispone, a lo largo
de un periodo, son el test último de su capacidad contributiva fiscal.11

10 Es de descartar la peculiar vinculación que este especial concepto de renta tiene con el tiempo,
en el sentido de que es impensable si no es con relación a un período. Dice Simons que "la relación
del concepto de renta con el intervalo concreto de tiempo resulta fundamental, y el 01vido de esta
relación crucial ha dado origen a una gran cantidad de confusión en la literatura sobre el tema. La
medida de la renta implica la asignación de consumo y acumulación a periodos de tiempo
específicos. En cierto sentido entraña la posibilidad de medir los resultados de la participación del
individuo en las relaciones económicas en un intervalo de tiempo determinado, con total indiferencia
por cuanto baya acontecido antes del comienzo de ese intervalo (antes de que finalizase el anterior)
o por lo que pueda acontecer en períodos posteriores. Todos los ' datos necesarios para realizar la
medición se encontrarían, idealmente, dentro del período analizado".

La afirmación se presta para un doble orden de consideraciones:

a) es cabalmente cierta, en el sentido de que el tiempo tiene, en la concepción del consumo mas
incremento de patrimonio, una importancia decisiva, de la que carece en otras corrientes (donde solo
interviene a los efectos de la progresividad de la tasa). En efecto, es posible pensar en una renta
producto o en un flujo de riqueza sin necesarias connotaciones temporales, por el tránsito que ellas
significan (y esto es lo que basamento regímenes de retención definitiva en la fuente) En cambio, la
formula que se comenta requiere, indispensablemente, un "antes" y un "después" para poder operar.

b) no es exacta (o por lo menos no es feliz) en cuanto parece dar la idea de periodos estancos, sin
ninguna comunicación entre ellos, lo cual a primera vista podría conducir a no permitir la traslación
de quebrantos por un año a otro; desde ese punto de vista, no habría "total indiferencia por cuanto
haya acontecido antes del comienzo del intervalo".

11 Diferenciando renta social y renta personal, dice Simons:


“Aun cuando la renta personal no sea susceptible de una definición precisa, en comparación con
el concepto de renta social ofrece un grado de ambigüedad mucho menor. Su medición entraña el
estimar simplemente los resultados relativos de la actividad económica individual
durante un periodo de tiempo. Además, no plantea problemas de distinción entre producción y rapiña.
La renta social implica la valoración de un producto total de bienes y servicios, en tanto que la renta
Esas satisfacciones, en definitiva, tienen dos formas de manifestarse: o se transforman en
consumo o terminan incrementando el patrimonio al fin del periodo. Por eso, la suma
algebraica de lo consumido más los cambios en el valor del patrimonio, constituyen la renta
del período.
Así, si al comienzo del periodo una persona tenía 100 unidades, consumió 60 y al final de
periodo quedó con 120, su renta ha sido de 80, pues le permitió consumir 60 e incrementar
el patrimonio en 20.

Como se ve en este enfoque, para nada interesa saber si la renta fue producto de fuente o
no; ni siquiera interesa saber si provino de un flujo de riquezas desde terceros. Además de
esos rubros la renta, como corriente de satisfacciones, puede haber consistido en el
consumo de bienes o servicios producidos por el mismo individuo o en el consumo de
bienes durables adquiridos con anterioridad o en simples variaciones de valor que ha
experimentado el patrimonio, por cualquier causa que sea, entre el comienzo y el fin del
periodo y aunque no se haya "realizado" mediante una operación de mercado con terceros.

La renta, se dice, interesa como índice de capacidad contributiva del individuo, de su aptitud
real o potencial para satisfacer necesidades, de su poder económico discrecional si ello es
así, para medirla no hay que recurrir a su origen (fuente o flujo), sino a su constatación a
nivel personal a lo largo de un periodo. Analizada bajo ese ángulo, ella se plasma en dos
grandes rubros: las variaciones patrimoniales y los consumos.

1. Las Variaciones Patrimoniales

El propio concepto en que se basa esta teoría supone la consideración como renta (positiva
o negativa) de los cambios de valor (positivo o negativo) del conjunto de derecho de
propiedad del individuo, operados entre el comienzo y el fin del periodo.

Las causas a que obedezcan estos cambios de valor, es indiferente; pueden ser causas
físicas (accesión, aluvión) o de tipo económico (donaciones). Todas ellas están en principio
comprendidas en el concepto de renta. 12

personal es un concepto puramente adquisitivo que hace referencia a la detentación y ejercicio de


un derecho.
La renta personal connota, ampliamente, el ejercicio de control de la utilización de recursos escasos
de la sociedad". (Op. Cit., pág. 198).

12AI hablar en el texto de cambios de valor por causas económicas, no se está haciendo referencia.
a los cambios meramente nominales, producidos por ejemplo por la inflación, sino a alteraciones
relativas de precios.

El propio Simons, reconoce, refiriéndose a la acumulación (o valorización patrimonial) que "este


elemento de la renta anual quedaría falsamente representado si el nivel de precios se modificase
sensiblemente a lo largo del año. Estas limitaciones del concepto de renta son reales e
insoslayables... "

Una solución a ese problema, en economías con altos índices inflacionarios, puede estar dada, por
la técnica de la "corrección monetaria ", que supone comparar patrimonios deflacionados, o sea
expresados en moneda constante. Este tema es motivo de estudio por separado y no será,
considerado en este Manual.
Este carácter de renta que revisten, bueno es señalarlo, es totalmente independiente de
que se hayan o no realizado, es decir, puesto de manifiesto mediante una operación de
mercado. Para esta línea conceptual, exigir el requisito de realización supone una fuerte
cortapisa al concepto de renta, no justificable.13
En términos de comparación de este criterio con el de flujo de riqueza, puede ser útil
advertir que las variaciones patrimoniales positivas pueden provenir básicamente de dos
orígenes: acumulación de ahorro de ingresos del periodo o aumento del valor de los bienes
ya poseídos al comienzo.
El primer rubro resultaría gravado en el criterio de flujo de riqueza, en cuanto ingreso
proveniente de terceros, por ello la real diferencia se plantearía en las valorizaciones o
ganancias de capital no realizadas, que no resultarían gravadas en el criterio de flujo de
riqueza, y si estarían abarcadas por criterio que se comenta.

2. Los Consumos

Si a lo largo del periodo, una persona -hipotéticamente- se abstuviera totalmente de


consumir, el calculo de su renta personal se reflejaría directamente en la acumulación
patrimonial del final del período.

Al consumir, ejercita derechos destruyendo bienes económicos. Por consiguiente, el valor


de esos consumos debe ser sumado a las acumulaciones patrimoniales, para determinar
la totalidad de la renta del periodo.

Puede ser bueno indicar que este criterio tiene algún punto en que sus consecuencias
practicas coinciden con el flujo de riqueza (aunque por otro fundamento), pero lo que excede
en varios aspectos.

Para corroborar la afirmación anterior, debe partirse de la base que el consumo de una
persona entendido como "empleo de bienes y servicios en la satisfacción de necesidades",
puede revestir mas:14

13Simons critica acerbadamente la tendencia a circunscribir la ganancia a aquella que ha quedado


realizada, diciendo:
“Esta opinión es mantenida briosamente por los expertos en contabilidad, los tribunales de justicia
e incluso por algunos economistas. Se basa claramente en las prácticas convencionales de la
contabilidad financiera. El contable, frente a problemas de evaluación para los que apenas se suelen
disponer de datos, ha desarrollado y sigue religiosamente un procedimiento de "regla del dedo que
sacrifica la relevancia en aras de la precisión”. En vez de intentarla mejor estimación que sea posible
se suele contentar con utilizar cifras previamente disponibles en sus cuentas, minimizando así las
exigencias de juicios de valor ",

“Para él, la renta tal vez sea solo lo que se puede presentar en bandeja ante unos directores poco
complicados diciendo que es renta..."

“Pero la "ganancia" no es algo que cabe dejar a la puerta como quien entrega un paquete. Se puede
ganar sin que exista realización y cabe realización sin ganancias; y si una de ellas es esencial para
que exista la renta, es preciso excluir la otra", (Op. Cit. págs. 211 y 212).
14 En un sentido amplio de la palabra consumo, también habría que incluir en él, el goce de

actividades de descanso y recreo, como juegos, caminatas, etc." o aun el mero y simple ocio, pero
a. uso de bienes adquiridos en el periodo:
b. uso de bienes durables adquiridos en el periodo anterior;
c. consumo de bienes y servicios producidos directamente por la persona (granjeros, etc.),
El criterio de flujo de riquezas (que atiende a transacciones y no a consumos) a lo mas que
puede dar lugar es a que resulte gravado el ingreso que se recibe en ese periodo y que se
gasta en él, con lo cual cubriría parcialmente la hipótesis primera. 15 Pero quedarían fuera
del, el uso de bienes adquiridos con fondos ahorrados en periodos anteriores y las hipótesis
b y c.

El criterio de consumo mas incremento de patrimonio, al abarcar todos los consumos,


llevaría a una nivelación en el tratamiento tributario de todos ellos y especialmente de las
últimas hipótesis, que por su importancia merecen tratamiento especial.

a. Uso de bienes de consumo durables

Razonando en términos generales a partir de la aceptación del principio de que la renta


consiste en un conjunto de satisfacciones, no habría porque descartar que esas
satisfacciones provinieran, no de terceros, sino del uso de los bienes propios y
especialmente de los de consumo durable, que no se agotan en una primera utilización.

Correspondería hablar, en estos casos, no de una renta "ganada", es decir derivada de


transacciones con terceros, sino simplemente "imputada", atribuida al individuo por el hecho
de haber disfrutado (consumido) ese bien. Se las han denominado por ello rentas de goce
o disfrute, o rentas psíquicas.

Dicho de otra manera, podría indicarse que si por gozar o disfrutar de un bien ajeno el
individuo tiene que pagar un precio (alquiler), al disfrutar de ese bien como propio
experimenta un ahorro. y (tercera versión de un concepto único) que si ese bien propio, en
vez de utilizarlo directamente lo arrendara, obtendría un ingreso inequívocamente
categorizable como renta.
El concepto así establecido, es aplicable para todos los bienes de consumo durables: casa
habitación, automóvil, yates, mobiliario, etc.

como señala Due (op, cit. Pág. 120), "este carece de valor monetario, ya que no posee el merito de
poder brindar otros bienes en su cambio; comprende simplemente en gran parte, la utilización de
bienes no económicos.”

En línea similar, razona Simons que "el ocio es en sí mismo una importante partida o componente
del consumo; que la renta por hora de ocio, mas allá de cierto mínimo, podría muy bien imputarse a
las personas de acuerdo con lo que podrían ganar a la hora si se contratasen sus servicios en vez
de trabajar. Como es natural, una cosa es indicar que ese procedimiento es adecuado en principio y
otra muy diferente proponer su aplicación. Esa consideración sugiere, sin embargo, que el desprecio
de la "renta percibida en especie" puede quedar sustancialmente contrarrestado a efectos
comparativos (para medir rentas relativas) despreciando también el ocio" (op. cit. pág. 200).

15 El ingreso que se gasta en un periodo, y que fue recibido antes de su inicio, en la línea de flujo de
riquezas, ya tributo, como ingreso, en él "; ejercicio anterior.
Desde el punto de vista de la teoría de consumo mas incremento de patrimonio, el ingreso ahorrado
el año anterior se reflejó ya en el patrimonio a comienzo del ejercicio, y su utilización en consumo
determinará una merma de dicho patrimonio.
Sin embargo, de todos ellos la única categoría que frecuentemente se ve reflejada en la
legislación positiva lo constituye la casa habitación.
En efecto, una adopción lisa y llana del concepto aplicado a todos los bienes de uso
tropezaría con dificultades de valuación monetaria prácticamente insalvables, así como con
graves problemas de contralor. Por otra parte, una critica generalmente esgrimida contra
las rentas imputadas radica en que por su propio carácter, no dan a su titular
disponibilidades con que pagar el impuesto resultante.16

Todas esas dificultades hall determinado que, en los hechos, el problema de las rentas
imputa- dos se haya circunscrito a los inmuebles, y dentro de estos, específicamente al
inmueble destinado a casa habitación del contribuyente.
Se argumenta en favor de tal solución, que el propietario que habita en su casa realmente
esta percibiendo el producto de su inversión en el mueble, o sea una renta bajo la forma de
los beneficios que obtiene. Se agrega que él tuvo la posibilidad de invertir su capital en otros
activos, cuyos rendimientos estarían gravados, y que su preferencia demuestra que los
beneficios que deriva de comprar casa para habitarla a mismo, son superiores a los
rendimientos que obtendría en formas alternativas de inversión.17

Sin embargo, en algunos países ha incidido, en el tratamiento fiscal del punto, el objetivo
social de fomentar la vivienda propia, con el cual se estimaría incompatible esta forma de
imposición, dando lugar a soluciones de compromiso entre uno y otro criterio. Esas formulas
transaccionales, consisten normalmente en gravar, no todas las viviendas propias, sino sólo
imputar renta a aquellas que no se utilizan para vivienda permanente, sino únicamente para
veraneo o recreo, o a aquellas cuya utilización se cede en forma gratuita a terceros. En este
ultimo caso, es bien claro que quien cede en forma gratuita una casa. a tercero, está en
igual condición de quien recibiera alquiler (renta gravada) y luego lo donara a su
arrendatario.

b. Bienes y servicios producidos y consumidos por la misma persona.


También aquí el razonamiento teórico llevaría a la conclusión de que producir un bien o
servicio, y consumirlo uno mismo, debe tener igual trato fiscal que producir un bien, obtener
por el una renta y con ella adquirir un bien similar, caso en el cual el ingreso seria
categorizado como renta y el gasto como consumo y por ende no seria deducible. En
consecuencia, entrarían en esta hipótesis los consumos de alimentos que hacen los
agricultores de su propia producción, los retiros de mercaderías por parte de los dueños o
socios para consumo propio, el aprovechamiento de las huertas que la familia pueda tener,

16
Muchos autores denominan a estas rentas imputadas "in natura", expresión que puede llevar a
confusión, cuando en operaciones con terceros se recibe, no dinero, sino bienes. en pago, y que par
tal motivo preferimos no utilizar.
Maurice Laure, por ejemplo, indica que "La convicción de que la renta "in natura" queda detrás de la
barrera que separa la vida privada de la vida social es una primera dificultad de orden general para
el gravamen de esta forma de renta. Otra dificultad, de alcance igualmente general, estriba en el
hecho de que el titular de una renta "in natura" no percibe esta renta en una forma que le permita
pagar el impuesto mediante una parte de la misma renta': (Op. cit. Pág. 152.)
17
Sobre el tema, véase, in extenso Álvaro Magal1a, op. cit.; del mismo modo, nota 2 de este capítulo.
las tareas domesticas desempeñadas por el ama de casa e incluso el valor del servicio de
la persona que se afeita a sí misma, etc.
Sin embargo, por diversas razones, normalmente la consideración positiva de estos casos
queda circunscripta a los dos primeros citados, o sea la situación de los agricultores, y los
retiros de mercaderías de los dueños o socios. En los demás casos, se estima que son
mayores los inconvenientes que derivarían de su aplicación.18

D. LA APLICACION PRACTICA DEL CONCEPTO DE RENTA

Cuando el legislador ha decidido instituir un impuesto sobre la renta, ha encontrado la


dificultad de traducir los conceptos antes examinados, creados en el ámbito de la ciencia
económica o financiera, al campo concreto de la ley positiva. Al hacerlo, necesariamente
ha debido tomar en consideración aspectos pragmáticos y funcionales, mas que una
ortodoxia conceptual en una corriente determinada.

Ello ha dado por resultado que las definiciones legales no reflejen en su forma pura ninguna
doctrina en especial y que por el contrario contengan elementos de mas de una de ellas.
Otra característica de las legislaciones, consiste en el tratamiento, no siempre coincidente,
que se da al tema según se refieran a las personas físicas o alas empresas.

1. Personas Físicas

No obstante que en el ámbito doctrinario, la corriente prevaleciente estima que el criterio de


"consumo mas incremento patrimonial" es el que mejor contempla la equidad horizontal,
permitiendo una equitativa atribución de carga tributaria, es un hecho que ninguna
legislación lo ha adoptado, al menos con toda su extensión teórica.
Las dificultades para determinar los casos en que corresponde imputar rentas a los
individuos a raíz de sus actividades consuntivas, los problemas para estimar esas rentas -
máxime en los casos en que no existen transacciones de mercados y lo complejo de una
valoración periódica de los bienes patrimoniales, con la carga de dificultades de
implementación y administración que implican, han tenido por efecto que las legislaciones
en general se inclinen por los otros dos criterios comentados, o sea el de la renta producto
y el flujo de riquezas. Los casos de renta imputada por la casa propia habitada 0 cedida
gratuitamente, retiro de bienes por parte del dueño o socio, etc. constituyen sin embargo

18 Las razones que llevan a no considerar todos los posibles casos de autoconsumo, son las
siguientes:

En primer lugar, las razones de orden administrativo no permiten gravar la mayoría de los casos
considerados; no sólo la ausencia de operaciones de mercado torna difícil la valuación de bienes
y servicios, sino que prácticamente es imposible detectar su configuración, ya que ello requeriría un
esfuerzo administrativo impracticable. En segundo término, cabe tener presente, que gran parte de
esas actividades son desarrolladas en horas de descanso, por lo que resultaría difícil decidir si se
llevan a cabo con fines de recreación o por la utilidad que reportan. Finalmente, cabe tener en cuenta
que las personas de más bajos ingresos son las que, a raíz de su situación económica, se ven
obligadas a prestarse a sí mismas la mayor cantidad de servicios, por lo que la imputación de rentas
en razón de esas utilidades les atribuiría una capacidad contributiva que en realidad no tienen, efecto
que no parece admisible en términos de equidad.
ejemplos de aplicación, aunque muy parcial, del criterio de consumo mas incremento del
patrimonio.
Debe advertirse además que tampoco los criterios de renta producto y flujo de riqueza se
presentan en una forma absoluta y pura, sino que es normal que el primero experimente
ampliaciones y el segundo algunas restricciones.

a. En las legislaciones estructuradas en torno al concepto de renta producto, es frecuente


que en forma expresa se califique como renta ingresos que, en ausencia de norma, serian
clasificables como ganancias de capital.19

b. En cuanto al criterio de flujo de riqueza, también se presenta normalmente con algunas


alteraciones respecto del modelo teórico. En primer lugar, normalmente los ingresos a título
gratuito no se incluyen en el concepto de renta.20
Una segunda adaptación puede anotarse en relación con los resultados de juegos de azar,
los cuales es frecuente que no se sometan a disposición, o que tributen a tasa proporcional,
sea con un impuesto independiente o configurando una cedula dentro del gravamen a la
renta.

19Los casos a que se refieren esas disposiciones que para algunos autores configuran excepciones
que se apartan del criterio de la renta producto, en tanto que para otros tienen carácter aclaratorio y
solo están destinadas a poner de manifiesto la verdadera naturaleza de los ingresos pueden
clasificarse en los siguientes grupos:

a) caso en que los bienes patrimoniales son "tratados como mercaderías, batiéndolos objeto de
operaciones que por sus características, denotan el denominado "espíritu de empresa". P. ej. : si se
urbanizan y mejoran terrenos para proceder a su venta fraccionada, o cuando se construyen edificios
y se enajenan de acuerdo con regímenes de propiedad horizontal.

b) casos en que la enajenación de bienes es consecuencia solo indirecta de la actividad que genera
la renta producto, pero que se considera que los ingresos que resultan de aquella transacción
provienen de la misma fuente productora. Tal situación se da en los ingresos deriva- dos de la venta
de bienes recibidos en pago de operaciones habituales, a en la venta de bienes depreciables, de la
nave del negocio, etc.

c) casos en que la realización de bienes configura la forma como se obtiene el ingreso derivado de
una actividad; ello ocurre, p. ej. al vender una patente de invención, o al ceder derechos de autor.

d) casos en que la realización de bienes constituye una modalidad a la que puede recurrirse para
obtener las rentas que hubiera generado su explotación, como si se cede el derecho a explotar un
bosque, o se cede una licencia, etc.

20 Diversas consideraciones se han formulado para fundamentar la exclusión de los ingresos a titulo
gratuito: el hecho de que los deudos hayan podido colaborar en la formación del patrimonio que se
transmite, la situación que puede crear a la familia el deceso que origina la transmisión, etc.

Sin embargo, parecería que la causa determinante de un trato especial, se vincula con la condición
de altamente irregulares que tienen esos ingresos, característica que torna inequitativa la aplicación
del impuesto a la renta, a menos que para esos casos se opte por una tasa proporcional (lo cual
quiebra parcialmente el sistema), o que se acuda a sistema de promediación que introducen una
considerable complejidad a la estructura técnica del gravamen y su administración.
Como los ingresos accidentales no tienen alta significación, en los hechos la diferencia
práctica más importante entre el criterio de la renta producto y el flujo de riqueza se plantea
en el área de las ganancias de capital realizadas, tema tratado en el Capítulo IX.
c. Es frecuente, tanto en las legislaciones estructuradas en base al Concepto de renta
producto como al de flujo de riqueza, que se considere renta gravada el uso de
determinados bienes, fundamentalmente el valor locativo de inmuebles o el valor atribuible
a bienes retirados de la empresa por el dueño o socio para su consumo o uso. En muchos
casos, esta norma responde a razones de equidad; no siendo deducibles los alquileres, ni
los gastos de consumo, sería injusto no imputar renta a quien habita en su propia casa, o
consume lo producido por su empresa (véase nota 2.)

d. Por ultimo, debe destacarse que es frecuente que las legislaciones culminen la definición
de renta gravable, tanto de personas físicas como de empresas, indicando que se
considerará como tal "todo incremento de patrimonio operado en el periodo y que no sea
debidamente justificado".

A primera vista, podría parecer que se trata de una concesión a la teoría del consumo mas
incremento de patrimonio. Sin embargo, una observación más atenta indica que tal norma
obedece a exigencias de tipo técnico, que tienen relación con la carga de la prueba, sin
significar cambio alguno en el concepto mismo de renta adoptado por la ley. Se trata de
Una presunción establecida en favor de la administración, destinarla a aliviarle la carga de
demostrar el carácter de renta gravada de todos y cada uno de los ingresos del
contribuyente.21

La verdadera naturaleza del instituto se advierte, cuando se considera que mediando la


injustificación del ingreso, y siendo este de los no alcanzados por la ley (p. ej.: premio de
lotería), la presunción legal queda sin efecto.

A título de síntesis, podría decirse que los conceptos puros de renta producto y renta
consumo mas variaciones patrimoniales, se presentan mas que nada como extremos
teóricos, entre los cuales las legislaciones, influidas por motivaciones tanto teóricas como
pragmáticas, llegan a un punto de equilibrio distinto según los países y las épocas.
Desde ese punto de vista, la discusión doctrinaria no se plantea tanto entre concepciones
teóricas, sino referida al concreto campo de ingresos que debiera ser gravado, a la mayor
o menor extensión del hecho imponible. En los últimos años en Estados Unidos se ha
planteado una vigorosa polémica en torno a la factibilidad de una "base comprensiva"
(comprensiva de todos los enriquecimientos), abogando Musgrave y Galvin en favor de su
ensanchamiento y oponiéndose a ello el Prof. Boris Bitter.22

21 Jarach opina, que "esta disposición contenida entre las normas del procedimiento administrativo
de determinación, tiene alcance de derecho sustantivo, al establecer una presunción legal de que
todo aumento patrimonial del contribuyente constituye ganancia imponible, si este no prueba que se
origina en alguna ganancia ya comprendida en las diferentes categorías de ganancias del mismo
año o de anteriores o bien de otras causas, como herencias, legados, donaciones, ganancias
exentas o de fuente extranjera ". (El concepto de ganancia, citado en bibliografía, pág. 715).
22 El artículo originario de la polémica fue" de Bittker (Comprehensive Tax Base as a Goal of Income

tax Reform) 80 Harvard Law Review, p. 925; a el replicaron Musgrave (In Defense of an Income
Concept, Harv. L. Rev.81, p. 44; Pechman (Comprehensive Income Taxtion: a comment) 81 Harv. L.
Rev. pág. 63; Galvin (More en Boris Bittkerand the comprehensive tax base) 81 Harv. L. Rev. p.
2. Empresas

La aplicación práctica del concepto de renta, cuando se trata de actividades empresariales,


tiene varias alteraciones respecto de las conclusiones vistas en materia de personas físicas.

Ello se explica porque la empresa es, en sí misma, esencialmente comercial y lucrativa; se


caracteriza por la combinación de trabajo y capital, con el fin de obtener utilidades. Por
consiguiente, y a diferencia de lo que ocurre con personas físicas no empresarias, en
principio todas las utilidades que obtiene una empresa tienen carácter de renta comercial y
especulativa, independiente de que provengan de actividades habituales o no.

Como es lógico, tal carácter supone reducir, o aun eliminar, las diferencias teóricas entre
los criterios de "renta producto" y "flujo de riqueza". La aplicación del criterio de "consumo
mas incremento de patrimonio" es de más difícil concreción, porque el propio concepto de
consumo, totalmente claro en caso de personas físicas, es de casi imposible traslación al
campo de la empresa. Ello no obstante, si en algún sistema se efectuaran valuaciones a fin
de cada periodo, y las valorizaciones producidas (y aun no realizadas) integraran la base
imponible, podría pensarse que se llega a una concreción parcial de los postulados de la
formula Haig-Simons.

a. Ampliación del Criterio de Renta Producto

En un primer estadio la legislación puede mantener el criterio de renta producto, pero incluir
dentro de ese concepto los beneficios que provienen de la enajenación de ciertos bienes
que no son objeto habitual de comercio por la empresa. Nótese que la venta de tales bienes
no constituye actividad normal sino excepcional, de modo que difícilmente cabrían en el
concepto puro de renta producto, si no mediara expresa inclusión de la ley, disponiendo
que también se consideran grava- dos los resultados provenientes de esas operaciones.

Ejemplos de tales casos, en que la ley entiende que la enajenación de bienes patrimoniales
es consecuencia directa de la actividad que genera la renta producto, por lo que considera
que los ingresos que resultan de aquella transacción provienen de la misma fuente
productora, se dan en materia de bienes recibidos en pago de operaciones habituales;
venta de bienes muebles depreciables o de inmuebles afectados a la producción de rentas
o de intangibles corno la llave del negocio, etc. Incluso es frecuente que en caso de
entidades bancarias, se otorgue igual carácter a los beneficios resultantes de ventas de
valores, y en caso de entidades aseguradoras, a la enajenación tanto de valores como de
inmuebles, teniendo en cuenta también que tales enajenaciones -y por ende los beneficios
que de ellas emergen- son una consecuencia de la actividad de la empresa.

b. El Concepto de Empresa Fuente

En un mayor grado de amplitud conceptual, pero siempre manteniéndose dentro del criterio
de la renta producto, se ha postulado el principio de la empresa como fuente. Dicho de otro
modo, se sostiene que la fuente productora de las rentas no es la aplicación conjunta de
capital y trabajo, sino la empresa que resulta de esa aplicación. Como consecuencia de

1016, respondiendo a su vez Bittker (Comprensive Income Taxation: a response) 81 Harv. L. Rev. p.
2032.
ello, si la fuente productora durable es la empresa misma, todos los productos que de ella
se derivan, en tanto sean riqueza material nueva, constituyen renta producto, sin interesar
que se originen en operaciones que formen o no parte de la actividad normal.

c. Criterio de Flujo de Riquezas

Como se dijo anteriormente, aun cuando las legislaciones adopten el criterio de flujo de
riqueza, nunca lo hacen de un modo total y absoluto, siendo frecuente que se excluyan los
ingresos recibidos a título gratuito, dada su alta irregularidad y circunstancias especiales
que los rodean.
Partiendo de esa base puede entenderse que la aplicación en el caso de empresas del
criterio de flujo de riquezas, otorga al concepto de renta la misma amplitud, que el principio
de la empresa fuente. Teóricamente, la diferencia radicaría en que p. ej. : las ganancias de
capital, en el concepto de empresa fuente, serian gravadas como un producto mas de la
fuente, y en el concepto de flujo de riquezas se les podría reconocer como ingresos de
distinto tipo, lo cual posibilitaría tratamientos especiales. En caso de que para la renta de
empresas se adoptara tasa proporcional, como es frecuente, la diferencia solo podría
radicar en una alícuota mas baja, aunque esa solución no puede reputarse muy común. Si
la estructura de la tasa fuera progresiva, entonces se posibilitarían tratamientos especiales
considerando la irregularidad de la generación de esas ganancias, y d periodo en que se
generaron las rentas.

d. Criterio de Balance

De acuerdo con el criterio del balance, se consideran beneficios empresariales todos los
aumentos del patrimonio de la empresa.
Según la forma legal de practicar las valuaciones, tal criterio puede traducir iguales
resultados que el de empresa fuente, o por el contrario puede implicar una aplicación de la
teoría del consumo mas Incremento del patrimonio.

En efecto, si en el balance no se incluyen las valorizaciones que entre principio y fin del
ejercicio pueden haber tenido los bienes de la empresa y se recogen en la cuenta de
ganancias y perdidas solamente los resultados de las operaciones realizadas, el criterio
equivale al de la empresa fuente, ya que significaría considerar gravados todos los
beneficios realizados en el periodo.
Si, por el contrario, el balance refleja las diferencias de valorización de los bienes de la
empresa (aun sin haberse realizado) y la utilidad se calcula como la diferencia entre los
patrimonios iniciales y finales, entonces el criterio significaría la aplicación de la fórmula de
Haig-Simons.23

23Es conveniente reiterar y profundizar la afirmación de que el termino "teoría del balance " es en
definitiva equívoco, si no se aclara el sistema de valuación que el balance involucra.

"La teoría del balance cubre generalmente dos acepciones. Por contrapuesta a la teoría de la fuente,
ella considera todo enriquecimiento o todo aumento de valor, aun accidental como
una renta imponible. Ella no analiza la noción de renta como de varias cedulas, sino que abarca al
contrario la totalidad de rentas, el conjunto de frutos y beneficios obtenidos a lo largo del periodo
dado... "
"Contrapuesta a la teoría de la cuenta de explotación, es decir tratándose del beneficio "teoría del
balance" considera como renta el resultado que se deriva del balance al fin del ejercicio, con relación
al comienzo de él, comprendiendo así a la vez al producto de la explotación y también del aumento
real de valor de la totalidad de los elementos del activo... "

"Los resultados de la actividad durante el ejercicio contable, son en efecto descriptos en dos
documentos: el balance y la cuenta de explotación. El balance expresa todos los elementos del
activo y del pasivo de la empresa. La cuenta de explotación rehace la actividad de ella pero los
elementos constitutivos del capital no figuran allí. El beneficio no tiene la misma consistencia según
se extraiga de uno y otro documento, siendo la diferencia esencial la constituida por la plusvalía de
capital".

Los párrafos transcriptos son del estudio del Prof. Dersin citado al final de este capitulo, en el cual el
autor señala que, no obstante aceptarse pacíficamente que todos los países de la CEE siguen la
teoría del balance, el termino tiene radicales diferencias entre los estados, especialmente en
Alemania, país donde naciera la aludida teoría. Allí, la valuación se realiza no a precio de mercado,
sino en función del concepto de "teilwert” o sea "la suma por la cual un comprador de la totalidad de
la empresa habría evaluado un bien individual de equipo en tanto que elemento de la totalidad del
precio de compra ", sobre la base que el adquirente continuaría con la explotación.

Por su parte Allix y Lecercle (op. cit. T. I. pág. 351) explican así la "teoría de balance":"¿Qué es el
balance? La manera más simple de hacerse una sumaria idea, es suponer a una sociedad comercial
que cesa sus operaciones y liquida. Ella va a vender sus inmuebles, su portafolios de valores
mobiliarios, las mercaderías, etc., realizar, en una palabra, lo que le pertenece. Esta realización le
proporciona una suma. En primer lugar, la sociedad debe retirar con que pagar las deudas”. “Ella es
responsable frente a los acreedores por lo que debe: responsabilidad hacia terceros, he aquí un
rubro que inscribiremos en una columna del cuadro. Y debe retirar además del producto de la
realización de su activo el monto de su capital, es decir, el monto de fondos que empleo en la
explotación. Puede ser, además, que la sociedad haya separado una cierta parte de sus beneficios
para ponerlos a un costado, es decir, que haya constituido reservas... "
Por consiguiente, deberemos inscribir en. el balance, además de las responsabilidades hacia
terceros, el capital y las reservas. He aquí lo que la sociedad debe por lo menos retirar de la
realización de lo que posee; esto representa, en el balance, su pasivo. Ella va a hacer frente a ese
pasivo con el producto de la realización de su activo; es decir, si posee inmuebles con el producto
de su venta, con el producto de la venta de mercaderías, de sus valores de portafolios, etc...."

"Entonces, en esta concepción, el beneficio, lo constituye el excedente que quedaría en manos del
empresario, si suponemos que liquida su empresa el día de confección de balance, luego de haber
pagado sus deudas y recuperar el capital social eventualmente acrecido de reservas. Por el
contrario, en la otra concepción (de la cuenta de explotación) si un fabricante de calzado quiere
modificar su fábrica, vende un edificio 100,000 francos más caro de lo que lo pagó, la plusvalía
realizada no será tomada en consideración, puesto que no es proveniente de la explotación...sino
una realización de capital". (Op. cit. págs. 352 y 354.)

Pero más tarde, comentando la adopción por la Administración Francesa de la teoría del balan- ce,
agregan: "La Administración agrega a su tesis el correctivo de que es necesario, que la plusvalía no
sea simplemente constatada por el balance, sino que sea efectivamente realizada por una
enajenación". (Pág.381).

A su vez Lucien Mohl (Elementos de la Ciencia Fiscal, pág. 167) describe así la teoría francesa del
balance: '”Si... se parte de la teoría del balance debe englobarse entonces en la noción de renta
imponible las variaciones de capital, apareciendo entonces el beneficio como la diferencia entre
activo neto de final de período y activo neto de comienzos del mismo (deducción hecha de las
aportaciones exteriores, tales como constitución de fondos o los prestamos). Y sobre el sistema
e. Conclusiones

Como se advierte, salvo el caso extremo de incluirse valorizaciones, los criterios señalados
no arrojan grandes diferencias entre sí en su aplicación a las empresas, porque a uno u
otro titulo resultan gravados tanto las típicas rentas producto, como las ganancias de capital
realizadas y otras operaciones no habituales, aunque el fundamento por el que se llegue a
tal resultado pueda ser distinto.

francés, agrega: 'Para la imposición de las plusvalías, se tiene en cuenta... el grado de movilidad y
liquidez del elemento activo considerado. En rigor, la teoría del balance no se aplica m1is que si el
elemento de activo en cuestión se puede considerar lo suficientemente móvil, o sea no especializado,
apto para cambiar de empleo y suficienteti1ente líquido- es decir fácilmente cambiable por dinero- lo
cual es frecuente en el caso de capitales circulantes. Por lo contrario, las plusvalías de un grado
pequeño de movilidad y liquidez (en general los capitales fijos) solo se gravan si Son originadas por
venta, lo que excluye del campo fiscal a las plusvalías de .simple estimación..."

Las transcripciones realizadas sirven para afirmar que el término "teoría del balance" es por lo menos
equívoco en cuanto a permitir resolver si engloba o no las valorizaciones de activos fijos.

Este tema ha tornado últimamente una nueva connotación en los países latinoamericanos que han
introducido sistemas globales de "ajuste por inflación" (Argentina, Brasil, Chile),

El punto teórico de la incidencia de la inflación en el impuesto a la renta ha motivado estudios


especiales del Programa de Sector Público de la OEA ("Inflación y Tributación ", Washington, 1978)
y por ende no ha de ser tratado en este Manual.

Sin embargo debe indicarse, como apunte para ulteriores reflexiones, que esos sistemas de ajustes
pueden haber introducido un cambio en el concepto mismo de renta gravada.

Para ejemplificar al respecto, puede decirse que en la teoría del balance, tal como tradicionalmente
se aplicaba en Latinoamérica, solo se tomaban en cuenta las operaciones realizadas por la empresa,
pero no las simples valorizaciones de bienes no enajenados En un caso extremo e hipotético, una
empresa que no hiciera ninguna operación en el ejercicio, no podría tener perdida ni ganancia a los
efectos del impuesto.

En estos sistemas de ajuste por inflación, en cambio, aunque no se realicen operaciones, pueden
existir ganancias o pérdidas fiscales, según la composición de sus activos y sus pasivos y el efecto
que en ellos tenga el fenómeno inflacionario.

Eso constituye una aproximación más al concepto de Hair Simons, pero de todos modos no su
completa aplicación; la diferencia continuaría radicando en el hecho de que en los ajustes por
inflación las valorizaciones se consideran sólo a la luz de índices generales de corrección por
inflación, los cuáles normalmente no tienen en cuenta las alteraciones de precios relativos.
CUADRO SINOPTICO DE LOS DIFERENTES CRITERIOS

Orígenes del enriquecimiento Criterio tributario de Renta

Renta Producto Renta Producto: se considera renta el


producto que una fuente durable produce o
Ganancias de capital realizadas puede producir periódicamente, habiendo
sido habilitada racionalmente para producir
Ingresos por actividades accidentales beneficios.

Ingresos de naturaleza eventual Flujo de riqueza: la renta es el ingreso


monetario o en especie que fluye hacia el
Ingresos a título gratuito contribuyente en el período a raíz de
transacciones de terceros.

Uso de bienes adquiridos en períodos Consumo más incremento de


anteriores patrimonio: la renta es igual al valor del
consumo más el incremento del patrimonio
Consumo de bienes y servicios de registrado en el período, sea incorporación
propia producción de nuevos bienes o por la simple
valorización de los existentes.
Variaciones patrimoniales.

NOTA: El precedente cuadro ha sido confeccionado para poner de manifiesto la diferente cobertura que tienen
los distintos criterios, en cuanto al campo de enriquecimientos que resultan gravados al quedar incluidos en el
concepto de renta. Indica, por otra parte, que aunque la fundamentación teórica del criterio de consumo más
incremento de patrimonio difiera sustancialmente de los dos anteriores, su diferencia práctica con ellos se centra
en tres rubros (uso de bienes durables, autoconsumos, variaciones patrimoniales); en consecuencia, para
plasmarlo legislativamente", no sería necesario alterar sustancialmente la definición de renta, sino que bastaría
con agregar esos ítems a la definición tradicional basada en el flujo de riqueza.
BIBLIOGRAFIA

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las empresas ALALC IRE/I/DT 2. Mayo 1976. Este trabajo ha servido de base para la confección del
presente capítulo.

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3. CARTER, K. L. "La reforma tributaria canadiense y Henry Simons." Hacienda Pública Española
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6. DUE. Análisis económico Capítulo VL

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17. PLOPUL, A. B. Jurisprudence comparee sur le revenue imposable. Archives Internationalet de


Finances Publiques, 1960, Cedam, Padua.

18. SCHANZ, Georg Von. El concepto de renta y las leyes regulador as del impuesto sobre la renta.
Reproducido en Hacienda Pública Española No. 3, pág. 155.

19. SIMONS, Henry C. El impuesto personal sobre la renta. Traducción de los capítulos I y II de su
obra, El impuesto personal sobre la renta, en Hacienda Pública Española No. 3, pág. 195.
20. SOTO GUINDA, Joaquín. La renta gravable y la determinación de la base en el impuesto
personal sobre la renta, Hacienda Pública Española, No. 30, pág. 93.

21. VANONI, Ezio. Osservazioni sull concetto di reddito in finanza, en "Opere Giuridiche", Giuffre
1962, T. II pág. 349.

22. WUELLER, Paúl. El concepto de renta gravable. Reproducido en Hacienda Pública Española
No.48, pág. 255, precedido de una importante presentación de Joaquín Soto Guinda.

23. ZANCADA PEINADO, Fermín. Patrimonio y Gastos: su operatividad en el impuesto sobre la


renta. Hacienda Pública Española No. 30, pág. 143.
CAPITULO III

PRINCIPIO JURISDICCIONAL

En el capítulo anterior, se expusieron los principales criterios seguidos por la legislación en


cuanto a definir qué tipo de enriquecimientos son considerados "renta" a los fines tributarios
de cada país.

Para que un enriquecimiento calificado abstractamente como "renta" por una legislación
genere el impuesto correspondiente, no basta con que él encaje en la descripción hipotética
de la ley, sino que además es necesario que tenga algún tipo de conexión o vinculación con
el país; que por alguna circunstancia, el Estado se atribuya jurisdicción, en el sentido de
potestad tributaria, para hacer tributar ese fenómeno a sus arcas.

Esas características que determinan la vinculación de un fenómeno económico con la


potestad tributaria de un Estado, han sido denominadas "puntos de conexión" o "momentos
de vinculación", es decir, aspectos especiales del fenómeno que lo ligan o vinculan con un
Estado. 1

La doctrina discute si la elección entre principios jurisdiccionales basada en determinados


puntos de conexión es una opción política de cada Estado, o si por el contrario existen
principios jurídicos que imponen una cierta solución.2 En general, se entiende que los
Estados son libres y soberanos para establecer su principio jurisdiccional, sin otra limitación
que la derivada de las posibilidades reales de hacer cumplir las disposiciones que dicten
(asequibilidad).

Como todo fenómeno económico, los hechos generadores de obligación, tributaria


presentan dos aspectos, uno subjetivo y otro objetivo; bajo el primero, la atención se centra

1
Dice Jarach (Curso pág. 212), que: “Este momento de vinculación es otro aspecto del mismo hecho
imponible, del mismo supuesto legal, es decir, la vinculación entre el hecho y el sujeto activo, como
la atribución al Sujeto pasillo es una vinculación entre el hecho imponible y los sujetos pasivos de
las obligaciones tributaria.".

Y más adelante: ."los criterios que el legislador adopta para vincular la materia imponible con su
poder fiscal, ocupa, en la sistemática de la relación jurídica tributaria, la posición de nexo o
vinculación del hecho imponible con el sujeto activo..”.
2 Jarach (op. cit. pág. 215) dice que: El poder fiscal no se halla limitado por principios superiores de
orden jurídico, de derecho internacional ni constitucional ni tampoco por principios éticos, sino que,
sustancialmente, el Estado adopta los criterios de imposición para determinar el ámbito de aplicación
de los impuestos; criterios fundados en su interés político económico, sin perjuicio de los ideales de
justicia en que debe inspirarse siempre la actividad legislativa ':
Giuliani Fonrouge (Derecho Financiero T. l. pág. 356), defiende el criterio de fuente, diciendo que:
No se trata, pues, de la preeminencia de una razón utilitaria, de lo que convenga a los países
importadores de capitales, sino de la afirmación de un concepto con fundamentación Jurídico
económica incuestionable..."
sobre las personas que realizan el acto o hecho gravado; bajo el segundo, sobre la
ubicación especial del hecho en sí. Esto da lugar a que puedan identificarse puntos de
conexión subjetivos u objetivos, susceptibles de ser clasificados en el siguiente esquema:

Nacionalidad, ciudadanía
P. Físicas
Residencia, domicilio
Subjetivos
Lugar de constitución
Sociedades
Puntos de conexión Sede de dirección efectiva

Objetivo - Ubicación territorial de la fuente

A. LOS CRITERIOS SUBJETIVOS


Se consideran criterios subjetivos, en general, a todos aquellos que, para decidir si un
determinado fenómeno económico es o no gravado en el país, atienden a las circunstancias
personales de quien participa en él. En materia de impuesto a la renta, eso significa que se
atiende a la figura del perceptor de la misma, como piedra de toque para la aplicación del
principio jurisdiccional.

Será entonces alguna cualidad personal del perceptor de la renta la que determinará que
el fenómeno genere o no impuesto en cierto Estado. Cualidades personales relevantes son,
en materia de personas físicas, la nacionalidad o el domicilio; y en materia de sociedades,
el lugar de constitución o la sede efectiva, como pasa a verse.

1. Personas Físicas

Uno de los criterios al respecto, hace de la nacionalidad el quid determinante para decidir
la atribución de potestad tributaria. Se trata como se ve de un criterio basado en elementos
de tipo político. Todas las rentas que perciban los nacionales del Estado, constituyen
hechos gravados para ese país. Siguen parcialmente ese criterio las legislaciones
estadounidenses, mexicana, francesa. Una variante muy cercana al criterio de nacionalidad
lo es el de la ciudadanía, utilizado parcialmente en algunos países.

El otro criterio de tipo subjetivo, es el del domicilio o residencia. En derecho privado, ambas
locuciones tienen significados distintos, pero en materia tributaria, es frecuente que se
utilicen en un sentido más o menos equivalente, y en todo caso, con menor relevancia para
el elemento anímico que en derecho privado. Es frecuente que se utilice también el término
"residente" como una fórmula abreviada de los casos en que la imposición se determina
por el domicilio, residencia, u otro criterio de naturaleza análoga.
La adopción del principio de domicilio o residencia lleva. por necesidad lógica, a dar una
definición del instituto adoptado. Generalmente, ella es diferente del concepto homónimo
de derecho civil, intentando fijar con más nitidez las situaciones marginales, a fin de evitar
equívocos.
En algunos casos la precisión se da mediante límites temporales: la residencia por más de
seis meses en el año, p. ej. hace adquirir status de residente. En otros casos,. se intenta
acotar el criterio por vía conceptual, fijando pautas de hecho. Así, p. ej. el Modelo de tratado
para evitar la doble tributación de la OECD, define el carácter de "residente" por la
circunstancia de que una persona está sujeta a la legislación de un Estado por razón de su
domicilio, residencia, sede de dirección o cualquier otro criterio análogo. Previendo que una
persona física pueda resultar residente de más de un Estado al mismo tiempo, va dando
pautas especificativas: en primer lugar, donde tenga vivienda permanente a su disposición;
si la tiene en dos países, donde "mantenga relaciones personales y económicas más
estrechas (centro de intereses vitales)"; si esto no puede determinarse, es residente donde
viva de manera habitual; si lo hace en más de un lado, como último criterio, rige el de
nacionalidad (Art. 4).

2. Sociedades
Los criterios antes examinados (nacionalidad, ciudadanía, domicilio), son claros respecto
de personas físicas, para quienes han sido elaborados; sólo las personas naturales nacen
biológicamente, sólo ellas tienen filiación, sólo respecto de ellas es posible hablar de un "jus
sanguini", sólo ellas tienen derechos políticos como la ciudadanía, etc.
Únicamente por extensión esos conceptos de personas naturales pueden ser aplicados a
otros entes, y ello, a condición de que previamente se indique que es lo que ha de
entenderse por nacionalidad o por residencia, etc., de una entidad de existencia meramente
ideal.
Dicho de otro modo, en materia de personas morales o ideales se vuelve necesario
identificar "puntos de conexión" específicos, para dar contenido concreto a los criterios de
tipo personal.3
Estos puntos de conexión, en materia de personas jurídicas, pueden agruparse en dos
categorías, según sean de naturaleza formal o sustantiva.
El criterio de tipo formal más difundido es el que atiende al lugar de constitución de la
sociedad. Son, por ende, nacionales de un Estado, las empresas que, siendo sociedades,
se han constituido en él. El criterio, obviamente, no alcanza a cubrir a todas las "empresas",
sino sólo a aquellas que se constituyeron como sociedades, dejando fuera, por ende, las
agrupaciones de hecho y las empresas unipersonales; pero en tal caso el criterio de
sujeción o no al gravamen puede venir dado por algún tipo de circunstancia personal del
empresario: su nacionalidad, su domicilio, etc.

3
La doctrina de Derecho Internacional Privado siempre ha tenido dificultades para identificar las
facetas más relevantes de una sociedad, no sólo a los efectos tributarios, sino para determinar por
cuál ley ha de regirse; para una exposición detallada de los criterios utilizados, véase Quintín
Alfonsin, Curso de Derecho Internacional Privado, Montevideo 1964, Pág. 638.
Como una variante del anterior, en algunos casos se atiende al "domicilio de constitución"
o sea al domicilio que para la empresa se asigne en el acto de constitución, el que, por
supuesto, puede ser diferente del lugar donde se está constituyendo.

Ambos criterios hall sido objeto de críticas, fundadas en el carácter meramente formal del
elemento que se, considera: el del "domicilio de constitución" genera la crítica adicional de
que, bien puede faltar, en el documento de constitución, indicación del domicilio o haber
cambiado las, circunstancias de hecho desde entonces, etc.4

Sin embargo, debe reconocerse que el primero de ellos presenta la ventaja de su claridad
y nitidez disipando todo tipo de situaciones dudosas. En términos generales, es el criterio
predominante en América Latina así como en los Estados Unidos. 5

Los criterios de tipo sustantivo. en cambio, se despreocupan del lugar de constitución de la,
sociedad y atienden a otros elementos de tipo más sustancial, intentando descubrir en qué
ámbito geográfico se radica efectivamente el poder económico de la empresa.

En tal línea, se ubican los criterios de "sede social real", "principal establecimiento" y "sede
de dirección efectiva", que son de amplio predominio en Europa.6

Estos criterios tienen la ventaja de que atienden mucho más a la realidad de las cosas; pero
como contrapartida, pueden presentar menos nitidez y generar mayores dudas, en casos

4
El convenio para evitar la doble tributación, aprobado por decisión 40 del Pacto Andino, dispone
que:

"d) Una persona física será considerada domiciliada en el país miembro en que tenga su residencia
habitual.

Se entiende que una empresa está domiciliada en el país que señala instrumento de constitución. Si
no existe instrumento de constitución o éste no señala domicilio, la empresa se considerada
domiciliada en el lugar donde se encuentre su administración efectiva”.
5
Tratado de Montevideo de 1940, art. 8; Código Bustamante, art. 252; Legislación de Argentina.
Uruguay, etc.

6 El art. 58 del tratado de Roma atiende a que las sociedades tengan "su sede social, la
administración central o el centro de actividad principal en el interior de la Comunidad". La ley
alemana de 1925, a que "la sede social o el lugar de residencia de la dirección se halle en el interno,
del Reich ".

El art. 4 del Modelo OECD para evitar la doble tributación, atiende a la sede de dirección o cualquier
otro criterio de naturaleza análoga",agregando que cuando en virtud de las disposiciones del par. .1,
"una persona que no sea una persona física sea residente de ambos Estados contratantes, se
considerará residente del Estado contratante en que se encuentre su sede de dirección efectiva".
Este articulo cuenta con la reserva de los Estados Unidos, donde se expresa que como allí "es
tradicional la sujección por nacionalidad (o por el lugar de constitución. cuando se trata de
sociedades) este país se reserva el derecho de aplicar este criterio en los convenios que concluya
con otros países miembros de la OECD".
El criterio de Gran Bretaña es el del "lugar de dirección central y real control"; ver reporte nacional al
Congreso de IFA, México, 1974, Cabiers, pág. 11/206.
marginales, o cuando se produce alteración de las circunstancias de hecho (p. ej., sucursal
que se vuelve más importante que la matriz; traslado de la dirección de un país a otro, etc.).7
Por último, debe indicarse que los criterios señalados son los más importantes tratándose
de efectos fiscales fundamentalmente. Ello no quita que, a otros efectos, las legislaciones
puedan asignar carácter nacional o extranjero a las empresas atendiendo otras pautas,
como sucede en las leyes reguladoras de inversiones extranjeras en varios países, o, en
épocas de guerra, a efectos de confiscación de bienes del enemigo, etc.8

Dos características deben ser destacadas, respecto de todos los criterios subjetivos, tanto
para personas físicas como jurídicas:

En primer lugar, que ningún país los aplica en forma exclusiva, es decir, haciendo de ellos
el único criterio jurisdiccional, Todos los Estados utilizan el criterio objetivo de la fuente, que
se verá más abajo, para todas las rentas que pueden ser consideradas como teniendo
fuente en su economía, y además, se atribuyen potestad para gravar otros fenómenos
económicos, no a título de lente, sino en virtud de la nacionalidad o domicilio del perceptor.

La segunda característica de todos estos regimenes, dice relación con la consecuencia que
involucran, ya que las rentas de sus nacionales o residentes pasan a estar gravadas
dondequiera que hayan sido obtenidas; por esta razón, se les conoce con el nombre de
"criterios de renta mundial",
Como derivación de ello, las responsabilidades de los sujetos pasivos pueden ser diferentes
entes al fisco, según que ellos cumplan con el quid subjetivo elegido por la legislación
(nacionalidad, domicilio), o que simplemente sean deudores de impuestos por obtener
rentas de fuente nacional. Ello da origen a que en tales países se manejen los conceptos
de "sujeción limitada" o real "sujeción ilimitada" o personal; en la primera situación se
encuentran quienes, no siendo residentes (o nacionales) obtienen rentas en el país, y
responden entonces limitadamente por el impuesto le ellas generan; en la segunda, en
cambio, quienes deben impuesto por la totalidad de las rentas) tenidas a lo largo del mundo.

B. EL CRITERIO OBJETIVO: TERRITORIALIDAD DE LA FUENTE

Este criterio ya no atiende a consideraciones de tipo personal del contribuyente, sino que
centra la atención en circunstancias de tipo económico.

7 La jurisprudencia inglesa ha aceptado expresamente que una sociedad, al igual que una persona
física, puede tener pluralidad de domicilios (V. reporte nacional a IFA, citado en nota anterior).

8
Debe destacarse que los conceptos de "nacionalidad de la empresa" (o del capital) y "nacionalidad
de la sociedad", que muchas veces, por comodidad de lenguaje, se utilizan como sinónimos, son en
definitiva diferentes; la sociedad puede ser formalmente nacional, por haberse constituido en el país,
y pertenecer a una empresa extranjera a su vez, una empresa de cierta nacionalidad puede operar
a través de sociedades constituidas en diferentes países, etc. En general, puede decirse que las
disposiciones de los regímenes de regulación de inversiones extranjeras en Latinoamérica atienden
más a la nacionalidad del capital o empresa, que a la de la sociedad. Véase al respecto, enfatizando
la distinción entre empresa y sociedad, Eduardo White, "Naturaleza Jurídica de las empresas
multinacionales" en Derecho, Pontificia Universidad de Perú,
1973.
El derecho a exigir tributo se fundamenta básicamente en la "pertenencia" de la actividad o
bien gravado, a la estructura económica de un determinado país.

Por ello, "este concepto territorial tiene su fundamento en las ventajas que derivan de la
pertenencia a un determinado agregado económico, político y social, representadas por los
beneficios que el contribuyente obtiene directamente o indirectamente, a través de los
servicios públicos que mantiene el Estado en su territorio y de las demás ventajas que le
proporciona la vida social". 9 Son esos elementos Ios que posibilitan el surgimiento de la
renta, que la hacen posible, y de ellos deriva la potestad del Estado en cuyo seno ocurren
esos hechos para gravar las rentas que producen.
En consecuencia, es el país de ubicación del bien o actividad productora de renta quien
está habilitado para gravar esa riqueza o renta, en mérito a que ella tiene su fuente en el
circuito económico de ese Estado. Es un principio de solidaridad, tanto social como
económica, el que justifica que aquel Estado en cuyo seno la riqueza nace, la someta a
tributación, pues dicha obtención fue posible en virtud de un cierto ambiente político,
económico social y jurídico cuyo costo es lógico contribuir a sufragar, sin que interese
entonces la nacionalidad o el domicilio o cualquiera otra condición personal del perceptor.

El principio de fuente, por consiguiente, circunscribe la potestad tributaria del país a las
rentas que tengan su fuente en él; las demás rentas, serán de "fuente extranjera", y, aunque
percibidas por nacionales o residentes del país, no causarán gravamen en él.
Tal circunstancia lleva a una delimitación lo más precisa posible del concepto de fuente. En
su enunciación genérica, se suele indicar que son "ganancias de fuente nacional aquellas
que provienen de bienes situados, colocados o utilizados económicamente en la República,
de la realización en d territorio del país de cualquier acto o actividad susceptible. de producir
beneficios o de hechos ocurridos dentro del límite del mismo, sin tener en cuenta la
nacionalidad, o el domicilio o la residencia del titular o de las partes que intervengan en las
operaciones, ni el lugar de celebración de los contratos".
Dicho sintéticamente, partiendo de la base de que las rentas pueden tener por origen, o el
capital, o el trabajo, o la combinación del capital y el trabajo, el principio de fuente lleva a
considerar que deben gravarse las rentas de capitales, donde éste estuviere situado o
utilizado económicamente, las rentas de trabajo, donde éste se lleva a cabo, y las rentas
empresarias (combinación de capital y trabajo) donde se realiza la actividad, ya que la
afectación de capital a ella es consustancial en el fenómeno empresa.

Sin perjuicio de lo anterior, la concreta ubicación territorial de la fuente puede dar lugar a
dificultades en ciertos casos, y en todo caso lleva a la necesidad de dar mayor precisión a

9
Supervielle, El concepto de Fuente en el Impuesto a la Renta. Rev. Fac. Derecho, Montevideo,
año VHI No. 1, pág. 279.
Ios criterios genéricos antes indicados, pero su consideración excedería los límites de este
capítulo.10

C. EVALUACION DE LOS PRINCIPIOS

Un análisis de los fundamentos de cada uno de los posibles principios jurisdiccionales de


un país demuestra que ninguno de ellos está totalmente privado de razón, y que en ellos
pesa, primordialmente, el interés particular de cada país.
Los criterios subjetivos, y especialmente el del domicilio, tienen un sustento político y social,
porque su justificación última radica en que se considera razonable que, quien convive en
una determinada organización social o política, contribuya al financiamiento de los servicios
que utiliza.
Se lo ha defendido también en base a consideraciones de neutralidad impositiva: si el país
de domicilio sólo gravara las rentas que los residentes obtienen en el país, y no las que
obtienen en el extranjero, se estaría favoreciendo indebidamente la radicación de capitales
fuera de frontera, alterando la neutralidad del sistema (neutralidad de exportación de
capitales).

También se presentan argumentos en base al principio de capacidad contributiva: el real


poder económico de una persona, que debe ser la base para su contribución, está dado,
en materia de rentas, por el total de las que reciba independientemente del lugar donde las
obtenga; todas ellas conforman la capacidad contributiva de la persona, y en función del
total es que debe gravarse.

Por último -pero no por eso menos importante- debe mencionarse que los criterios
subjetivos favorecen a los países desarrollados, en sus relaciones con los países en vías
de desarrollo, ya que el flujo de capitales y servicios entre ellos es por lo general
unidireccional, siendo los desarrollados amplios proveedores netos de capitales. En tales

10Los problemas concretos de ubicación territorial de la fuente en casos especiales serán analizados
en ocasión de estudiar la doble tributación internacional.

Existe además una serie de actividades que son internacionales por esencia, es decir, que su propio
desenvolvimiento supone el operar parcialmente en un país y parcialmente en otro. Se encuentran
en esta situación: los transportes internacionales, los seguros internacionales, la actividad de
agencias de noticias, distribuidores o intermediarios de películas y cintas para radio y televisión,
placas fotográficas, etc. En tales casos, las dificultades técnicas que pueden encontrarse dicen
relación con un doble aspecto: si existe renta de fuente nacional, y en caso afirmativo, como debe
ella calcularse.
Desde el punto de vista de los países desarrollados, guiados por criterios subjetivos, la gravabilidad
surge como consecuencia de la nacionalidad o residencia de la empresa; pero en el criterio de fuente,
las dos cuestiones señaladas en el párrafo anterior surgen con toda intensidad.
En general ellas son resueltas sobre una base pragmática, tomando en consideración índices
externos tales como los fletes cobrados de y hacia el país, los seguros tomados sobre bienes
ubicados en el territorio, o las sumas pagadas por alquiler de películas y similares, y estableciendo
la presunción (absoluta o relativa, según las legislaciones de que un determinado porcentaje de esas
sumas brutas el renta neta de fuente nacional.
condiciones el gravar las rentas de sus residentes por sus inversiones en el exterior les
proporciona una importante ampliación en la base gravable.

En cuanto al criterio de fuente, tiene la fundamentación económica que se ha indicado


líneas iba: la riqueza que produce una economía debe ser gravada por el poder político de
la economía que la genera. 11

Pero además, como contrapartida de lo dicho en relación a los países desarrollados, los
países en vías de desarrollo son receptores netos de inversiones que realizan residentes
en otras áreas; la adopción de principios subjetivos haría que escapara a la imposición
buena parte de las riquezas que país produce, acentuando aún más el crónico déficit de
financiamiento de estas economías.
Por tal motivo, los más altos foros técnicos de América Latina han propugnado el principio
de fuente como el más adecuado y conveniente para los países del continente.12

11
Es especialmente claro Sorondo (Rev. Fac. Derecbo, Montevideo, año VIII No. 1) al atacar los
argumentos en que se ha pretendido basar la imposición en función de domicilio.

"El contribuyente debe pagar los impuestos no sólo por los beneficios generales que recibe sino por
lo que tiene, como expresión de los conceptos de solidaridad social que justifican el tributo. Pero
estos conceptos de capacidad contributiva ¿deben expresarse con relación a quién? ¿se es solidario
con relación a quién? ¿qué conglomerado social o asociación política o país, en suma tiene derecho
a exigir esa solidaridad? Se está en el punto de partida: la fundamentación misma del impuesto exige
que la capacidad contributiva del contribuyente sea expresada con respecto al país de origen de la
renta, en relación a lo que gana en dicho país -y con respecto al país donde gasta esa renta, en
relación a los consumos efectuados en el mismo".-

Más adelante indica que si el país de domicilio quiere tener en cuenta la renta extranjera, como índice
de capacidad ,contributiva, podría hacerlo a los efectos de calcular la tasa, aplicable a las rentas
nacionales.

Y agrega como argumento menor, las mayores posibilidades de evasión que presenta el sistema de
domicilio.

En cuanto al argumento sobre la neutralidad, que se buscaría mediante el criterio del domicilio, este
autor lo invierte con suma eficacia: si lo que preocupa es que no baya desigualdad, "es evidente que
esta desigualdad sólo puede corregirse por vía de atribuir la capacidad de imposición al país donde
debe cumplirse tal actividad. Este es el único que puede fijar condiciones igualitarias para que la
actividad que se cumple en el ámbito económico que corresponde a su soberanía financiera se
desenvuelva en condiciones de un mercado económico”.

Sobre el concepto de neutralidad impositiva internacional, véase también el análisis de Enrique


Piedrabuena Richard, “Bases para la política latinoamericana sobre tratados tributarios”, VI Jornadas
Latinoamericanas de Derecho Tributario, Punta del Este, 1970.

12
En el ámbito Latinoamericano, las I Jornadas del Instituto Latinoamericano de Derecho Tributario
(Montevideo, 1956), consideraron "que el principio de la fuente como atributivo de exclusiva potestad
fiscal se fundamenta en una adecuada distribución de poderes en el ora internacional, permitiendo
a cada Estado desarrollar su propia política tributaría en armonía con respecto de los demás Estados,
afirmando en el campo que le es propio el principio vasto de la igualdad jurídica de las naciones", en
Ello no obstante, algunos países latinoamericanos han introducido en sus legislaciones, de
forma o parcial, principios jurisdiccionales de tipo subjetivo. En buena medida, lo
determinante de tal actitud ha sido la constatación de que esos países se han vuelto
también exportadores capitales, por vía de radicación clandestina de fondos de sus
residentes en países desarrollados. disposición de ese tipo, tiene una eficacia directamente
vinculada con la posibilidad concreta que tenga de vigilar el cumplimiento que se haga de
la norma; en principio, y atendiendo al hecho que normalmente la administración no está
en condiciones de controlar la aplicación de la ley fu de las fronteras, parecería que la
afirmación del postulado muchas veces no pasa de una m declaración de principios, sin
acatamiento efectivo.

base a lo cual recomendó la adopción principio de la fuente por oposición al de domicilio o


nacionalidad.

Más recientemente, en el seno de la ALALC, ha existido una muy activa elaboración técnica
afirmándose el principio de la fuente como el que debería regir tanto los tratados entre países de la
asociación, como con terceros países. Un esfuerzo adicional ha sido desarrollado sucesivas
reuniones de expertos en doble tributación internacional que ha convocado el o mismo, a fin de
ubicar territorialmente la fuente en casos especialmente discutidos a nivel internacional."

En el pacto Andino, la decisión No, 40, que aprobó Modelos de tratados para evitar lado tributación,
tanto entre .los miembros como con terceros países, ha significado también u muy enfática y
ortodoxa aplicación del principio de fuente.

A su vez, el Concejo Económico y Social de las Naciones Unidas, en su resolución No. 1430, 6 de
junio de 1969, ratificó términos de una decisión anterior (del 9 de junio de 1953), el sentido de
recomendar que "el principio del país fuente constituya el principio fundamental de los acuerdos
fiscales entre países desarrollados y países en desarrollo".

Véase "Acuerdos fiscales entre países desarrollados y países en desarrollo, segundo informe,
Naciones Unidas, New York, 1971, S. 71. XVI. 2, pág. 25, anexo l.
BILIOGRAFIA

Se indican en el capítulo “Aspectos internacionales de la imposición sobre la renta”,


contenido en el apéndice.
CAPITULO IV

EL PERIODO DE TIEMPO

Como afirmación general puede decirse que el propio concepto de renta tiene una
importante connotación temporal; cualquiera que sea la concepción que se tenga sobre lo
que es "renta", ella es siempre un fenómeno ubicado en una secuencia cronológica.

Salvo impuestos algo elementales, estructurados sobre la captación de una parte de la


renta en el momento en que ella se produce (impuestos de producto, retención definitiva de
la fuente), en los demás casos, la tendencia a la personalización implica la necesidad de
contemplar la problemática del tiempo.

En un esquema teórico de renta como consumo más incremento de patrimonio, quizás


podría decirse que el ideal consistiría en gravar la renta percibida por una persona a lo largo
de toda su vida, en un solo gravamen que contemplara el resultado neto de sus variaciones
patrimoniales y consumos realizados; sólo ésa sería su exacta capacidad contributiva.
Como tal sistema es impracticable, surge la necesidad de seccionar el tiempo en períodos
menores, lo cual da origen al concepto de "ejercicio", como lapso de tiempo en el cual se
calcula la renta de la persona.

En consecuencia, para que un enriquecimiento determine obligación impositiva en un cierto


momento, no bastará con que encuadre en el concepto abstracto de renta señalado por la
ley (capítulo II), ni con que tenga, con el país de que se trata, el "punto de conexión"
adoptado como principio jurisdiccional (capítulo III); será necesario, además, que sea "renta
del ejercicio".

A. IMPUTACION DE LA RENTA A UN PERIODO

Normalmente, los ejercicios que contempla la ley de Impuestos a la Renta son anuales, y
en materia de personas físicas, muy frecuentemente coinciden con el año civil; las
especiales características del tiempo en su aplicación a las empresas, serán analizadas en
la sección C, de este capítulo. Los ejercicios inferiores al año, no son frecuentes en caso
de personas físicas, pero pueden presentarse en caso de contribuyentes que se ausentan
definitivamente del país, en cuyo caso la solución más lógica parece indicar la aplicación
de la regla de la prorrata.
Pero no basta con establecer los Iímites del ejercicio, para resolver todos los problemas;
siendo la renta un ingreso, o un flujo de ellos, que se incorpora al patrimonio del
contribuyente, existen por lo menos dos momentos que pueden ser trascendentes, a
efectos de decidir si esa incorporación se produjo en éste o en aquel ejercicio.
Los dos momentos relevantes, lo constituyen el instante en que se adquiere el derecho a
un ingreso (nacimiento del crédito) y el momento en que se le percibe. Ellos dan lugar, por
consiguiente, a dos sistemas de imputación de un cierto ingreso a un período, conocidos
con los nombre de “de lo devengado” y “de lo percibido”.
En el sistema de lo “devengado” también llamado “causado”, se atiende únicamente al
momento en que nace el derecho al cobro, aunque no se haya hecho efectivo. Dicho de
otro modo la sola existencia de un título o derecho a percibir la renta, independientemente
de que sea exigible o no, lleva a considerarla como devengada y por ende imputable a ese
ejercicio. 1, 2
Como contrapartida, tratándose de gastos, el principio de lo devengado se aplica
considerándoseles imputables (deducibles) cuando nace la obligación de pagarlos, aunque
no se hayan pagado sean exigibles.

En general, este sistema supone que el contribuyente lleva adecuadas anotaciones


contables, razón por la cual rara vez es admitido tratándose de personas físicas no
empresarias; su aplicación en materia de empresas será analizada más adelante.

El sistema de lo "percibido" atiende al momento de percepción del ingreso, (o de


cancelación del gasto). Por "percepción", sin embargo, no ha de entenderse siempre
contacto material con la renta, percepción efectiva, sino el hecho de entrar la renta en la
esfera de disponibilidad del beneficiario.

Por tal razón, el concepto fiscal de percepción comprende, no sólo la percepción efectiva
del dinero, sino otras hipótesis cercanas, como pago mediante entrega de bienes. También
comprende los casos en que, estando el ingreso disponible para el sujeto pasivo, él se ha
acreditado en del titular, o con su autorización. Se ha reinvertido, acumulado, capitalizado,
puesto en reserva, etc., conforme a sus instrucciones. 3,4

1
Para Reig, el concepto de "devengado" reúne las siguientes características:
1) "Requiere que se hayan producido los hechos sustanciales generadores del crédito o gasto;
2) Requiere que el derecho de ingreso o compromiso no esté sujeto a condición que pueda hacerlo
inexistente;
3) No requiere actual exigibilidad o determinación o fijación en término preciso para el pago, ya que
puede ser obligación a plazo y de monto no determinado", (La contabilidad citada).

2
Destaca García Belsunce (El concepto... pág. 129) que la "aceptación del método del crédito
"devengado” como sistema paro imputarlo al ejercicio fiscal, por oposición al del crédito 'percibido',
importa admitir que un crédito devengado importa sólo una disponibilidad jurídica, no una
disponibilidad económica o efectiva del ingreso. Hay un derecho del beneficiario se incorpora a su
patrimonio, que como tal puede valuarse en moneda; hay una realización potencial, para ubicarlos
en la terminología de Seligman, pero no hay una realización efectiva en el concepto de Vanoni, y no
podría haberla, porque no hay todavía la disponibilidad para el beneficiario".

3
"La variedad de situaciones cubiertas por el concepto de “percepción”, ha permitido a la doctrina
dirigirse tres situaciones: a) percepción real, que puede ser en efectivo o en especie, y ocurre cuando
el crédito es cobrado por su titular; b) percepción presunta, cuando el crédito es acreditado en cuenta,
reinvertido, puesto en reserva y en razón de la disponibilidad financiera existente o de identidad de
la persona fiscal del titular, se supone el acceso a su goce; c) Percepción indirecta; cuando un tercero
dispone del crédito por cuenta del beneficiario, como en el caso en que con él se abonen deudas del
mismo". Reig, "La contabilidad fiscal y la contabilidad general", D, Fiscal, XIX, pág. 4.
4
El concepto de la "acreditación en cuenta" como equivalente a percepción exige ser especialmente
definido, por cuanto, entre otras cosas, si el pago al que corresponde la percepción está sujeto a
La justificación de que el instante de percepción no esté necesariamente unido a la idea de
percepción efectiva en que, en la medida en que el impuesto busca gravar en función de
capacidad contributiva, ella se pone de manifiesto, como poder económico, en cualquiera
de las situaciones antes dichas, en que se tiene la disponibilidad de la renta aún sin contacto
material con ella. Por otra parte, tratándose de impuesto progresivo, podría quedar librado
al sujeto pasivo el nivel de la tasa, con sólo postergar la percepción de la renta.

El sistema de lo percibido es, desde el punto de vista contable, bastante más simple que el
de lo devengado, por cuanto para su aplicación son suficientes las escrituraciones o registro
elementales que pueden llevar cualquier persona; por tal razón, es normalmente prescripto
para personas físicas.

B. CONSECUENCIAS DE LA IMPUTACION EN PERSONAS FISICAS

La imputación de un cierto ingreso a un ejercicio, en materia de personas físicas, presenta


un triple orden de consecuencias, vinculadas en mayor o menor grado con la progresividad
del gravamen.
Una de ellas, es la de obligar a establecer un cierto tratamiento para las ganancias de
capital, que se realizan en un ejercicio, pero se han venido generando en varios ejercicios,
tema este que se verá en el capítulo IX.

Las otras dos derivaciones, que se analizarán a continuación, se refieren a los problemas
que plantea la irregularidad de la renta frente a la progresividad de las tasas y a la anualidad
de las deducciones personales.

1. La Irregularidad de la Renta y la Progresividad

La vida económica de algunos contribuyentes está caracterizada por el hecho de que, en


un corto número de años, obtienen ingresos sumamente abultados, pasados los cuales su
nivel tiende a caer bruscamente. Es el caso de los deportistas profesionales, o artistas, o
escritores de un "best seller", etc.

Un problema similar se plantea en la actividad agrícola, caracterizada por fuertes


fluctuaciones en el ingreso a través de los años, por razones climáticas o de otra naturaleza.

retención en la fuente, corresponde efectuar dicha retención, so pena de las responsabilidades


patrimoniales (y aún penales) correspondientes.

En puridad, habría que distinguir según que entre las partes existiera o no un auténtico contrato de
"cuenta corriente”. Si lo hubiera, como en ella la compensación opera ipso jure, parecería que la
simple contabilización de un crédito configurara el precepto legal.

En cambio, en la relación normal comercial (a la que frecuentemente se denomina cuenta corriente,


sin ser Io jurídicamente), la doctrina exige, para que se configure la hipótesis legal, que el acreedor
tenga conocimiento del crédito realizado y que el monto sea mantenido a su disposición. Véase
González, Francisco, D, Fiscal T, XII, pág. 403 y Sanclemente, R., D. Fiscal
XIX, pág. 430.
En esa clase de situaciones, la progresividad de la tarifa apareja como resultado que en los
años pico, el contribuyente tiene que abonar sumas sustancialmente mayores, por estar
gravadas con tasa más altas, que las que resultarían si esa misma a suma de ingresos se
hubiera repartido uniformemente a lo largo de su vida útil o si el ejercicio de imposición a
considerar hubiera sido la totalidad de su vida.

Para contrarrestar ese efecto, se han propuesto una serie de soluciones que tienden a
corregir esa inequidad; pero como esas correcciones involucran siempre, aunque un grado
distinto, mayores complejidades, ellas no siempre son recogidas por las legislaciones.
En primer lugar, se han propuesto sistemas de promedios móviles, donde se iría
promediando el ingreso de un período determinado de años (por ej.: tres) todos los años se
hace el promedio de los últimos tres. Ese promedio es el que da la base imponible del año,
en una opción del sistema, o el que determina el nivel de tasa a aplicar a la renta total de
ese año, en otra variante.
Este sistema ha sido criticado, especialmente porque el impuesto crece con retraso frente
al crecimiento de la renta y porque si la renta decrece bruscamente a lo largo del período,
no hay forma de rescatar el exceso abonado en los años anteriores.5
Otro sistema, es el del "promedio optativo", donde la promediación por cierto lapso utiliza
únicamente cuando el contribuyente opte por ello. 6
Otra solución al problema, radica en el "promedio acumulativo", sistema que supone que
cada año se adiciona la renta del período a la obtenida en años anteriores y al total se le
aplican las especiales; lo que habría que desembolsar en el año sería la diferencia entre la
suma y lo pagado hasta entonces, más los intereses de lo hasta ahora pagado. Esto último
(reconocer intereses por pagos de impuestos realizados) ha sido sugerido para evitar que
exista conveniencia postergar de un año para otro la realización de la renta.

Como se advierte, este sistema es sumamente complejo y aunque más técnico, presenta
dificultades casi insuperables cuando se producen cambios en el cuadro de alícuotas de un
año a otro.7,8

5
Supóngase una persona que a lo largo del tiempo obtiene la siguiente serie de ingresos: Año I, 100;
II, 200; III, 500; IV, 700; V, 100. Los promedios móviles a partir del segundo año, serían: año III, 266;
IV, 466; V, 433. El impuesto crece con retraso frente al aumento de la renta y el último año, por otra
parte, debe abonarse sobre una base imponible que es cuatro veces mayor que la base real de ese
año.
El sistema presenta problemas, además, si el contribuyente es un individuo que abandona la
jurisdicción estatal, o una sociedad que se disuelve, en cuyo caso es preciso efectuar reliquidación.
6
El sistema del promedio operativo presenta bastantes dificultades prácticas especialmente cuando
las tasas han variado en los diversos años; a su respecto, el juicio de Due es que “aunque de ningún
modo constituye una solución perfecta, eliminaría los peores defectos del tratamiento actual”,
(análisis...pág.159).
7
Véase una exposición detallada del método de promedio acumulativo de Vickrey en su artículo
citado en bibliografía.

8La situación de artistas y deportistas ha intentado también contemplarse en algunos países


mediante el sistema denominado “de divisores”. Partiendo de la base aproximada de que la vida útil
2. La Irregularidad de la Renta y las Deducciones Personales
Como se indica en el capítulo respectivo, el concepto de capacidad contributiva, lleva al
otorgamiento a los contribuyentes personas físicas de un mínimo de renta anual que no es
gravado y que sólo por encima de él se aplica el impuesto.
En la medida en que la renta de una persona es irregular a lo largo del tiempo, es posible
que en un año se encuentre muy por debajo del mínimo no imponible y que al siguiente
supere ese mínimo. Se advierte claro, que si se hubieran sumado los resultados de ambos
años, es posible que tampoco el segundo el contribuyente hubiera experimentado ingreso
gravado, por cuanto la deducción del primer año habría operado a su plenitud.
Esta es una consecuencia del fraccionamiento en períodos, que rara vez se encuentra
contemplada en las legislaciones, las que, por razones fundamentalmente prácticas y
financieras, no admiten la traslación del saldo no utilizado de deducciones personales.

C. LA IMPUTACION EN MATERIA DE EMPRESAS

La problemática de la imputación de rentas en un período tiene, en materia de empresas,


proyecciones muy particulares.

En primer lugar, porque la solución mayoritaria (aunque no unánime) en materia de


empresas, es gravarlas con tasas proporcionales sin mínimos no imponibles, de modo que
los problemas de ingresos irregulares analizados párrafos atrás no aparecen, o si lo hacen
ya no aparejan más que consecuencias de tipo financiero, de anticipación o aplazamiento
del impuesto, pero no respecto a su monto en sí.
En segundo lugar, porque normalmente las empresas ya dividen su actividad en ciclos
denominados ejercicios comerciales, de modo que puede decirse que en esta materia las
normas fiscales encuentran ya una realidad preexistente, dictada por la necesidad del
empresario de conocer la marcha de su empresa.

En esta materia, la norma seguirá siendo la anualidad del ejercicio, pero las causas que
den motivo a ejercicios de menos de doce meses, pueden considerarse más posibles;
iniciación de actividades, cierre de las mismas, etc. Incluso, si el sistema permite que la
empresa voluntariamente cambie la fecha en que realiza el ejercicio, otra causa de
aparición de ejercicios inferiores al año sería la de adaptarse a un cambio en cuanto a la
fecha de cierre.
Otra particularidad que suele encontrarse en el tema en materia de explotaciones
empresariales, es la posibilidad de que el ejercicio no sea coincidente necesariamente con
el año civil.

de un trabajador normal es de 30 años y de la de un artista o deportista de 10, estos últimos están


autorizados a seguir el siguiente procedimiento: dividen en tres los rendimientos artísticos o
deportivos; un tercio de esa cantidad se suma a otras rentas del trabajo, que pueda tener la persona;
esa suma es la que determina la al(cuota aplicable a la totalidad de rentas del trabajo. Véase al
respecto el comentario de Drake, citado en bibliografía al final del capítulo
Muchas veces las empresas efectúan pedidos en el sentido de que la legislación les admita
libertad para fijar ejercicios que, aunque sean anuales, no coinciden con el año calendario,
porque en distintas actividades, al empresario le conviene establecer como cierre de
balance alguna fecha en la que su actividad no ha de tener presumiblemente gran desarrollo
(post-zafra) de modo que los problemas de confección de estados no perturben la normal
realización de la actividad empresarial.

Tal ventaja, sin embargo, no debe hacer perder de vista el costo que para la Administración
tiene una solución amplia en este punto, por cuanto no habrá pautas uniformes respecto a
la fecha de vencimiento de ejercicios y por ende de vencimientos de impuestos (ya que
estas últimas fechas, normalmente, se establecen en términos de meses a partir del
vencimiento del ejercicio). Por otra parte, el dictado de normas a lo largo del año encontrará
a las empresas en distinta situación, según su fecha de cierre de ejercicio, pudiendo generar
problemas de aplicación, etc.

Como fórmula intermedia entre la total uniformidad (todas las empresas usan ejercicio
coincidente con el calendario) o la extrema libertad (cada una fija su propio ejercicio,
siempre que sea de doce meses), puede establecerse una cierta fecha uniforme, pero
admitiendo que la Administración por motivos fundados autorice otras distintas, o por el
contrario prever tres o cuatro alternativas posibles como fecha de cierre, a las cuales las
empresas se acomoden en virtud de sus particulares conveniencias.

En todos los casos en que alguna capacidad de opción es otorgada a las empresas, la
norma debe complementarse con otra que indique que, en caso de cambio de fecha, se
deberá hacer un balan por la fracción de período que vaya desde la fecha de cierre del
ejercicio anterior, al comienzo nuevo ejercicio.9

También en cuanto a los sistemas de imputación (devengado o percibido), se anotan


peculiaridades en el tratamiento de empresas. En esta materia, es frecuente encontrar
legislaciones que admiten ambos sistemas, a opción del contribuyente (o incluso un tercero,
que se verá más adelante). y la posibilidad de optar puede venir tanto del hecho de que la
legislación disponga en general el uso de un sistema determinado, pero autorice a la
Administración a permitir otro, como de Ia circunstancia de que lisa y llanamente acepte
que sea el propio contribuyente el que elija el sistema que quiere utilizar.

El único requisito impostergable para dar cualquier margen de elección al contribuyente, es


que no pueda cambiase el método sin hacer los ajustes correspondientes. En puridad, y
para la generalidad de los negocios, puede decirse que ambos métodos llevan, a lo largo
del tiempo, a resultados iguales.
Sin embargo, existen algunos casos que uno y otro método pueden dar lugar a resultados
radicalmente diferentes, por lo menos desde el punto de vista financiero; por ej.: las
operaciones a largo plazo. En este caso, si se sigue el sistema de "percibido", se irá
ingresando cada año el monto de lo que efectivamente se perciba; solución similar se
aplicará respecto de su costo, con lo cual la utilidad irá surgiendo cada año, por las cuotas

9
Las diferencias anotadas entre empresas y personas físicas en cuanto algunas legislaciones
reconocen a las primeras la posibilidad de fijar ejercicios no coincidentes con el año civil, puede
arrojar problemas en el campo de la integración de las ganancias empresarias en la renta personal
del socio o empresario. La solución normal, en ese caso, consiste en considerar imputable a la
persona finca la utilidad que corresponda de la empresa, en el año civil en que ésta cierra su ejercicio.
pagadas en él. Las cuotas futuras, y aún las impagas en el ejercicio, no se reputarán
ingresadas.

El sistema de lo devengado, en cambio, llevará a computar en el ejercicio que se hace la


operación el total del precio, pues es en ese momento en que surge el derecho de crédito
del titular. Por supuesto, que si la tarifa de impuestos es progresiva, las diferencias serán
muy grandes, pero aún trabajando en hipótesis de tasas proporcionales, existirá un efecto
financiero muy importante.

Es por ello que frecuentemente las legislaciones, para el caso de operaciones a plazo,
cuando ellas conforman la modalidad operativa normal de la empresa, permiten el uso de
sistemas denominados "de lo devengado-exigible". De acuerdo a él, si la empresa usa
normalmente el sistema devengado, las operaciones a plazo las irá imputando, en el
ejercicio en que se haya hecho exigible cada una de las cuotas. Se trata, como se ve, de
un sistema intermedio: se aparta del devengado puro, puesto que no considera causado de
inmediato el total del ingreso, sino sólo el correspondiente a las cuotas que vencen en cada
año; y por otra parte, se aparta del de lo percibido, puesto que computa lo que se ha vuelto
exigible en el ejercicio, independientemente de que se haya cobrado efectivamente o no.
Lo normal, en países en que se permite optar por uno u otro sistema, es la implícita
obligación le llevar todos los rubros de ingresos (y los de gastos) por el sistema elegido. Sin
embargo, en algún país es posible, haciendo las adecuadas aclaraciones, llevar algunos
rubros por el sistema de lo devengado y otros por el de lo percibido.
A título de conclusión, podría afirmarse que cualquiera de los dos sistemas, tanto el de lo
percibido como el de lo devengado, producen resultados equivalentes a lo largo del tiempo,
razón por la cual no existiría real necesidad de que la norma impositiva exigiera uno
determinado de ellos, y prohibiera el restante, siendo aceptable permitir una opción del
contribuyente, en tanto leve la contabilidad regular y que para cambiar de un sistema a otro,
efectúe los correspondientes ajustes.

En cuanto al sistema de lo devengado exigible, su utilización es lógica cuando las


modalidades normales de una operación consisten en el otorgamiento de plazos que
involucran más de un ejercicio y especialmente en el caso de enajenación de inmuebles a
plazos dilatados.

BIBLlOGRAFÍA

1. DRAKE, Ramón. Limitación de la progresividad en el Impuesto General sobre la renta de


las personas físicas a determinados actores y deportistas. Rev. Derecho Financiero. Enero
1972, pág. 65.

2. DUE. Análisis económico de los impuestos, pág. 146 a 163.

3. GARCIA VAZQUEZ, E. Normas impositivas sobre la imputación de impuestos y gastos


en las empresas. Derecho Fiscal 11, pág. 172.
4. GONZALEZ, Fco. El sistema de lo devengado en la imputación de réditos y gastos del
al! Fiscal. Derecho Fiscal T. XIV, pág. 181.

5. JARACH, Dino. Balance Comercial y balance fiscal. La Información XXVIII, pág


6. LOPEZ, Alberto. Método de imputación de los dividendos cobrados por una sociedad
anónima Derecho Fiscal XVII, pág. 94.

7. PEIRANO FACIO, J. C. Problemas del impuesto a la renta relacionados con el año fiscal
Semana tributaria. Montevideo, 1962,pág. 88.
8. RAIMONDI, C. Imputación de réditos y gastos del año fiscal. Sistema de lo devengado.
Derecho Fiscal XII, pág. 193.

9. REIG, E. Imputación del rédito al año fiscal. Dos problemas: beneficiarios del exterior y
ventas a crédito. Derecho Fiscal XVII, pág.401.

La contabilidad general y la contabilidad fiscal (métodos y normas para la imputación de l


réditos y gastos) Derecho Fiscal XIX, pág. 1.
Impuesto a los réditos, pág. 223 y sgts.

10. RODRIGUEZ PEREZ, H. Problemas de determinación de la renta gravada en cada


período la contribución general sobre la renta, Rev. Derecho Financiero, mayo 1972, pág.
615.

11. VILLAR, Celestino. Los intereses de financiación de ventas, el sistema de lo devengado


y impuesto a los réditos. Impuestos XXX, pág. 667.

12. VICKREY, W; El promedio del ingreso para propósitos del impuesto al ingreso, en
Musgrave y Shoup, Ensayos sobre economía impositiva, Fondo Cultura Económica,
pág.89.

CAPITULO V

EL SUJETO PASIVO

La determinación del o de los sujetos pasivos del Impuesto a la renta sirve de pauta
respecto de cuál es la respuesta, implícita en el sistema, a varios problemas básicos y
angulares en la organización del impuesto.

Porque la selección de ciertos sujetos pasivos, si bien tiene importantes aspectos técnicos,
responde en definitiva en alto grado a las opciones que se hayan adoptado respecto de
problemas tales como: los objetivos o finalidades del impuesto, su carácter global o cedular
y, en alguna medida también el propio concepto de renta elegido.
Si el objetivo prioritario del sistema lo constituye la equidad a través de la globalidad del
impuesto, como medio de captación de capacidad contributiva personal que tributará a
escalas progresivas, esa idea central se reflejará, en el campo del concepto de renta, en la
adopción de fórmulas lo más aproximadas que sea posible a la de "consumo más
incremento de patrimonio". Como consecuencia de la orientación hacia la capacidad
contributiva, en materia de sujetos pasivos la solución deberá encaminarse hacia la
captación de aquélla en el único nivel donde (mayoritariamente) se estima que es posible
encontrarla, esto es, en las personas físicas. Para ser consecuente, ese sistema debe dar
una alta relevancia a la personalización del impuesto, con lo que las circunstancias
concretas respecto de la dimensión y estructura de la unidad familiar se volverán más
importantes.
La existencia de personas jurídicas, en ese enfoque, será vista como un entorpecimiento
introducido por el derecho en el tránsito de la riqueza hacia las personas físicas y las
soluciones que se arbitren estarán dirigidas a integrar lo más posible las utilidades de esas
entidades en cabeza de personas naturales.
En cambio si el sistema persigue objetivos que no son exclusivamente de globalidad en la
captación de capacidad contributiva, sino que influyen propósitos de inducción económica,
las soluciones se irán apartando gradualmente del esquema teórico delineado en párrafos
anteriores: se reconocerá existencia tributaria sustantiva a las sociedades o a las empresas;
se manejarán criterios de renta producto y posiblemente se llegará a una estructura cedular,
donde la relevancia la tiene la fuente y no la persona perceptora, y las tasas, normalmente,
son de carácter proporcional.
El análisis de las legislaciones positivas indica que las soluciones técnicas varían, en
función de la diversidad de objetivos alternativos que pueden perseguirse. En un extremo
se encuentran legislaciones que estructuran de impuestos, uno para personas físicas y otro
para sociedades o empresas, sin ninguna comunicación entre sí, configurando "doble
imposición económica"; en el otro, sistemas que tratan de integrar lo más posible las rentas
de unas y otras, buscando centrarse sobre un único sujeto final, que serían las personas
físicas.
A los efectos expositivos, del presente capítulo, se analizarán separadamente los
problemas que derivan del tratamiento de la persona física como unidad contribuyente
(Sección A), para luego presentar el caso de las entidades intermedias (sociedades,
empresas) que pueden interponerse entre la persona física y la fuente de la renta. Por
último, se trata en términos generales de la problemática del contribuyente del exterior.
A. LA UNIDAD CONTRIBUYENTE A NIVEL DE PERSONA FÍSICA

El primer aspecto que debe considerarse, consiste resolver si, a nivel de persona física, la
unidad contribuyente debe estar constituida por cada ser humano aislado o si por el
contrario ha de reconocerse el hecho de que normalmente éste vive en unidades familiares.
Autorizadas opiniones indican que la exacta pauta de capacidad contributiva no puede en
el individuo aislado, sino en la familia.
Se invoca para ello que la ley establece obligaciones alimenticias entre familiares (con
jurídica), y que en la realidad de las cosas, la familia actúa como unidad económica,
compartiendo ingresos que, aunque provenientes de distintos integrantes, se confunden en
el seno fa contribuyen a soportar los gastos en los que también incurre la familia como un
todo (con socio-económica).
Pero a partir de tal afirmación (relevancia de la familia como unidad jurídico-económica),
las opiniones difieren en cuanto a las consecuencias fiscales que han de derivarse.
La primer y gran discrepancia, radica en resolver si, aceptando un tratamiento especial para
la familia, él debe ser de tipo protector o favorable, disminuyendo lo que sería la suma de
la carga fiscal de cada uno de los integrantes o si, por el contrario, bajo la afirmación de
que ese compartir de ingresos y gastos que se da en la familia permite una mayor
capacidad de disfrute, es equitativo darle un tratamiento fiscal más severo que el que
correspondería a cada integrante aisladamente considerado.
En puridad, la orientación que una legislación de impuesto a la renta tenga respe institución
familiar, no se manifiesta únicamente en su trato como unidad contribuyente es el resultado
de disposiciones sobre ese punto y, además de la consideración que tengan los hijos y
otros dependientes como cargas familiares, las deducciones a que den derecho los topes
que se establezcan para el caso que ganen rentas propias, etc. Pero de todos modos, la
admisión, familia como unidad fiscal tiene relevancia.
En forma muy sintética, puede decirse que las legislaciones adoptan alguno de estos tres
temperamentos sobre el punto: 1) Suma sin posterior división de los ingresos de los
integrantes; 2) Suma con posterior división entre los miembros; 3) Fórmulas intermedias.
1. Si se obliga a sumar los ingresos de los cónyuges, y no se adopta ninguna otra previsión
especial, el resultado es que el todo pasa a tributar tasas progresivas más altas de lo
que lo harían las partes. De ello, deriva un serio agravamiento de la presión fiscal sobre
los matrimonios.
Los efectos sociales que tal medida pueda tener permanecen aun en discusión.
Mientras algunos afirman que tal aspecto no tendría influencia en el, comportamiento
concreto de las personas respecto del matrimonio, otros afirman que constituir la un
“impuesto al matrimonio”, desalentando esa institución. En algunos países se dice que
la disposición que se comenta provocaba divorcios meramente formales, destinados a
evitar la acumulación de las rentas de los cónyuges, razón por la cual la legislación
extendió la obligación de sumar las rentas, no sólo a los matrimonios, sino incluso a
ciertas situaciones de concubinato.1
Si por razones teóricas se sostuviera que deben sumarse las rentas de los cónyuges,
pero por consideraciones de equidad no quisiera equipararse la pareja a la situación de
un soltero que ganara igual cantidad, la solución podría consistir en establecer una
escala especial de tasas para los matrimonios, donde se graduara el exacto peso fiscal
que se considera razonable en esas circunstancias.
2. La técnica de sumar las rentas de todos los integrantes del núcleo familiar, para luego
dividirlas, responde en general al deseo de otorgar un tratamiento benévolo a la
institución. Los dos sistemas más comunes, a estos efectos, lo constituyen el
mecanismo del cociente, y el sistema de la división de rentas (ax splitting).

1 El aspecto anecdótico del tema motivó un artículo del Buenos Aires Herald (traducido en el Boletín
de la DGI Argentina, No, 224, agosto 1972, pág. 230) titulado "Impuesto a la virtud", donde se narra
la situación de dos cónyuges, que "analizaron su situación impositiva y comprendieron que, para
1972, les resultaba más barato vivir en el pecado para comer un poco mejor",
En el sistema del cociente, se toman en cuenta, como integrantes de la unidad familiar,
tanto a los cónyuges como a los hijos. La ley determina cocientes para todas las situaciones
posibles (casados sin hijos, con uno, con dos, etc.). Se suman las rentas de los integrantes,
y el resultado se divide por el cociente, dando lo que sería la renta convencional de cada
miembro; se calcula el impuesto que correspondería a esa renta convencional, y el
resultado se multiplica por el antedicho cociente, dando así el impuesto a pagar por la
familia. 2

En el sistema de división simple de rentas, en cambio, los hijos no son considerados a


efectos de la integración de la unidad familiar, sino que son tomados en cuenta
posteriormente, como cargas. Se suman entonces las rentas de ambos cónyuges, se les
divide por dos, se calcula el impuesto; y se multiplica por dos.

Ambas fórmulas, que implican suma y división, tienen la característica de que, si todos los
que' son tomados en cuenta a Ios efectos de la formación del núcleo, ganan rentas iguales,
los resultados son similares a los que se obtendrían si tributaran aisladamente. Pero cuando
uno de los integrantes gana todo el ingreso, y el otro carece de rentas, la publicidad de
dividir ingresos hace escapar de las altas tasas que de otro modo, corresponderían. Tal
hecho, le ha valido la crítica de que el impuesto discrimina contra las personas solteras. 3

3. Las fórmulas intermedias que pueden anotarse son numerosas y en general


disponen que el esposo sea quien incluya en su declaración la gran mayoría de

2
Puede ser ilustrativo transcribir el régimen francés del cociente, tal como está contenido en el
artículo de Lagares Calvo citado en bibliografía:
Soltero, divorciado o viudo sin hijos a su cargo: cociente 1; casado sin hijos a su cargo: 2; soltero o
divorciado con un hijo a su cargo: 2; casado o viudo con un hijo a su cargo: 2, 5; soltero o divorciado
con dos hijos a su cargo: 2, 5; soltero o divorciado que tenga 3 hijos a su cargo: ,1; casado o viudo
que tenga tres hijos a su cargo: 3, 5; soltero o divorciado que tenga cuatro hijos a su cargo: 3, 5;y
así sucesivamente, aumentando 0.5 por hijo a su cargo. Es importante destacar que el cabeza de
familia puede pedir la imposición separada de aquellos hijos que tengan recursos personales, en
cuyo caso el hijo no se considera a los efectos de fijar el cociente.

3 Dice Goode: "mi opinión es que el impuesto a la renta sobre solteros, es ahora indebidamente más
pesado que el que recae sobre matrimonios..." "La razón que tengo para favorecer una reestructura
de tasas, es la convicción de que una pareja casada con un cierto ingreso disfruta de mayores
oportunidades de consumo y puede ejercer mayor poder económico que dos personas solas, con el
mismo ingreso agregado"... "La ventaja de las parejas casadas es atribuíble a economías de escala
en el consumo, y al valor imputado de los servicios de las amas de casa en su hogar". De todos
modos, las afirmaciones de Goode están un tanto relativizadas por el autor en función del nivel
económico y social de la pareja (Individual Income Tax, pág. 246).
Por su parte, Due (op. cit. pág. 133) también critica el sistema, planteando el caso de quienes, no
siendo casados, sostienen a familiares, como p, ej.: una persona viuda con hijos menores: "al fallecer
la esposa, por ejemplo, la carga impositiva del marido se aumenta materialmente, aún cuando sus
gastos (en el caso de que haya hijos menores) son tanto o más abultado, anteriormente. Ciertos
cambios en la legislación fiscal federal mitigaron el problema estableciendo que los contribuyentes
individuales que se califican como jefes de familia pueden emplear una tabla especial de tasas que
llevan a un resultado intermedio entre la obligación tributaria de una persona soltera y la de un
matrimonio”.
rubros gananciales, permitiendo a la esposa que declare separadamente las rentas
provenientes de su trabajo personal. De tal manera, lo que podrían considerarse
rentas patrimoniales de la pareja resultan adicionadas a la declaración de uno de
los cónyuges, mientras el otro declara separadamente las de tipo laboral o
profesional.

Otra fórmula que puede considerarse intermedia, consiste en permitir que el contribuyente
opte por acumular o no las rentas del núcleo, según lo que resulte más favorable.
Como contrapartida de cualquier tratamiento que se dé a la unidad familiar, se plantea el
problema de los efectos de la disolución de la misma, especialmente cuando se produce un
divorcio. Frecuentemente, las legislaciones de impuesto a la renta atienden al momento
final del período anual, y adoptan la ficción de que quien está casado o divorciado en ese
momento, se considera que lo ha estado durante todo el año.4

Otro problema de trascendencia, dice relación con la integración que ha de darse a la


unidad familiar, es decir, si sólo debe constituirse, con los cónyuges, tomando a los hijos
como c familiares, o si ellos también deben ser considerados integrándola. E incluso en
algunos países, acepta la existencia de un núcleo familiar como unidad tributaria, que a
falta de un cónyuge, puede ser constituido por el cabeza de familia, tomando a los demás
como dependientes, o tomando uno de los dependientes como integrante del núcleo
familiar.
Otra unidad contribuyente que suele aparecer en las legislaciones, es la sucesión indivisa.
La transposición de los principios civiles al ámbito tributario llevaría a disponer que, intervalo
entre fallecimiento y partición, la sucesión presentara declaratorias provisionales. y hecha
efectiva la división, los herederos efectuarán reliquidación correspondiente. Como el estado
de indivisión puede durar mucho tiempo, tanto por causas voluntarias como involuntarias,
evitar sucesivas declaraciones provisorias, normalmente las leyes introducen la ficción de
considerar sujeto contribuyente a la sucesión indivisa.
Este expediente técnico debiera quedar limitado a la solución del problema que le dio
origen, es decir, cubrir el lapso entre fallecimiento y partición con la ficción de continuación
de la personalidad del causante; en tal caso, la sucesión indivisa sería una prolongación de
la persona, con sus mínimos no imponibles, cargas de familia, etc. Sin embargo, en algunos
países se interpreta q sucesión indivisa constituye un sujeto diferente al causante, lo cual
puede tener importancia año del fallecimiento, en el cual, entonces, habría que presentar
dos declaraciones, una por la persona fallecida, hasta la fecha de deceso, y otra por la
sucesión indivisa. 5
Otro caso de ficción jurídica que suelen presentar los ordenamientos, dice relación con los
condominios o con los conjuntos artísticos, etc., pero en cada caso las razones de su
establecimiento están vinculadas al propósito de extender la progresividad de la tarifa al
campo de unidades económicos que exceden de las personas físicas.
Igual explicación tiene en los países en que tal figura se acepta, la atribución del carácter
de contribuyente a los fideicomisos.

4 Véase “Problemas impositivos de la ruptura matrimonial", Eugene O. Daniels, artículo tomado del
Monthly Digest of Tax Articles, Nov. 70, traducido en DGI Argentina, noviembre 1971 pág. 625.
5
Reig. Impuesto a los réditos, pág. 147.
B. LA UNIDAD CONTRIBUYENTE A NIVEL EMPRESARIAL

Todas las legislaciones de Impuesto a la Renta incluyen, junto al gravamen relativo a las
personas físicas -que es el que se ha examinado hasta ahora en este capítulo-, un cierto
tratamiento ara determinadas entidades que la vida económica muestra como
intermediarios entre las personas físicas y las fuentes de producción de riqueza.
Dichas entidades intermediarias presentan numerosos problemas de alta trascendencia
fiscal y conómica. En muy gruesa síntesis, podría decirse que las principales cuestiones
planteadas son dos, a saber: qué clase de entidades serán consideradas con relevancia
fiscal a este respecto, y en segundo lugar qué tratamiento fiscal integrado tendrán las
utilidades de esas entidades y las de las personas físicas que en definitiva las integran.
El primer problema dice relación con determinar si el Impuesto a la Renta debe dar
tratamiento especial (cualquiera que él fuere) a todas las personas jurídicas, o sólo a
aquellas que, por sus características especiales, presentan rasgos distintivos (sociedades
de capital), o si, cambiando de enfoque, la entidad intermedia que se ha de tener en cuenta
es la empresa, independientemente de su forma jurídica. Este es el tema que se ha de
examinar en el presente capítulo.
El segundo tema implica resolver, aceptado que alguna de esas entidades ha de tener
tratamiento especial, qué clase de vinculación, si alguna ha de existir, entre el gravamen
que pesa sobre la entidad elegida 'y el que recae sobre las personas físicas que en definitiva
la integran (socio, accionista, empresario). En esta materia como se verá más adelante, las
opciones extremas lo constituyen los sistemas de "transparencia fiscal" (donde toda la
utilidad lograda por la entidad se atribuye a sus titulares personas físicas,
independientemente de que ella se haya o no distribuido), y el de 'ente separado" (donde
la entidad paga un impuesto por sus utilidades y sus titulares pagan por su parte por las
utilidades que efectivamente reciban o retiren). Como se verá en el capítulo XI, que es
donde este tema se verá tratado, existe una gran variedad de sistemas intermedios, con
importantes implicaciones en cuanto a los efectos económicos de cada tipo de imposición.
Como se advierte, uno y otro problema son diferenciables, ya que el primero se refiere a
quién la de ser el sujeto fiscalmente relevante además de las personas físicas (si las
personas jurídicas, o algunas de ellas, o las empresas), sin adelantar nada en cuanto al
régimen concreto al que serán sometidas; en tanto el segundo se ocupa justamente de esa
cuestión. Pese a la clara diferencia, existe también interconexión entre ambos, que se
advierte en algunas de las opciones extremas, .ero que no impide en líneas generales su
tratamiento separado.

1. La Opción Entre Personas Jurídicas y Empresas; Aspectos Generales


La pregunta sobre a qué entidades debe darse relevancia fiscal, a título de sujeto pasivo
(utilizando este término en un sentido técnico, es decir, abarcando tanto a contribuyentes -
como a responsables- para no prejuzgar desde ahora sobre el contenido de alguna de las
soluciones involucradas) es susceptible de dos enfoques sustancialmente distintos,
obedeciendo a objetivos diferentes, que en cierto modo conducen insensiblemente a la
solución que se ha de adoptar.
En un primer enfoque, la imposición a esas entidades puede abordarse partiendo de la
premisa de que se busca un régimen unitario, global y sintético, de impuesto a la renta,
dirigido básicamente a captar capacidad contributiva de personas físicas, las cuales, según
la concepción clásica, son las únicas respecto de quienes puede predicarse dicha
capacidad.
Bajo ese punto de vista, como la orientación es hacia un impuesto totalmente global a nivel
de personas físicas, el problema lo plantean sólo las personas jurídicas, pues son las únicas
entidades creadas por el derecho con existencia simplemente ideal, en definitiva integradas
por personas físicas, pero a las que el orden jurídico brinda personalidad jurídica. En
algunos casos, inclusive la participación de las personas físicas puede revestir forma
anónima, con lo cual se produce una imposibilidad absoluta de identificar las personas
físicas intervinientes.

El problema, en consecuencia, en este supuesto, se centrará sobre las personas jurídicas.


o simplemente sobre algunas de ellas, atendiendo básicamente a las dificultades que
presentan en cuanto a detectar la capacidad contributiva de las personas físicas que las
integran.

El segundo enfoque, en cambio, supone un objetivo económico distinto: la preocupación ya


no se centra tanto en captar capacidad contributiva de personas físicas, sino en poder
contar con un impuesto independiente sobre las entidades protagonistas de la vida
económica, aquellos antes se caracterizan por efectuar las combinaciones de trabajo y
capital con fin de lucro, de modo tal de poder actuar sobre su comportamiento.
Desde este punto de vista, lo relevante no ha de ser la forma jurídica de la entidad, sino su
papel en la economía. Por consiguiente, la trascendencia a los efectos fiscales, no derivará
de ser persona jurídica o no, sino de constituir o no una "empresa".
Como se advierte, el distinto objetivo buscado en este segundo enfoque involucra u en el
criterio selectivo, que ya no será de tipo formal, sino sustancial, vinculado a la económica
desarrollada; la empresa será gravada en cuanto tal, independientemente titular sea una
sociedad de capital, de personas, o aún una única persona física (empresa unipersonal).

2. La Imposición a las Personas Jurídicas .

Como se ha dicho, subyace a esta opción la concepción clásica del impuesto a la entiende
que este tipo de gravamen es el instrumento más idóneo para atribuir la carga tributaria
función del principio de capacidad contributiva y como tal, el más adecuado para actuar
sobre la redistribución del ingreso.

Como se parte de la base de que el concepto de capacidad contributiva sólo puede


concebirse respecto de las personas físicas, ese enfoque en rigor exigiría que todas las
rentas, cualesquiera que fueran sus fuentes productoras, se atribuyeran a las personas
físicas titulares de estas últimas, de modo que la progresividad del tributo actuara
plenamente.
La existencia de personas jurídicas, en principio, no sería obstáculo para un tributo así
concebido, a condición de que fueran perfectamente identificables las personas físicas que
en definitiva constituyen su soporte humano (que fueran "transparentes").
Sin embargo, diversas circunstancias hacen que en muchas ocasiones tal postulado sea
impracticable.
En primer lugar, porque si el régimen general del país acepta la existencia de sociedades
con todo o parte de su capital en forma anónima (sociedades anónimas, sociedades en
comandita por acciones), dicho anonimato constituye un obstáculo insalvable a la
identificación de los titulares físicos.
En segundo lugar, porque un importante sector de la doctrina indica que en cierto núcleo
de sociedades poseen una existencia, no sólo jurídica, sino aún económica propia e
independiente. 6

6 La afirmación de que también las entidades colectivas pueden tener capacidad contributiva, ha sido
planteada por un importante sector de la doctrina.
Así GRIZIOTTI (Principii.. pág 283) afirma que “los sujetos de de la imposición no son solamente
las personas físicas, sino también las entidades colectivas, por la capacidad contributiva que pueden
presentar en forma propia y diferente de la que presentan las personas físicas, que las pueden
constituir”.

También VANONI: “La sociedad, como instrumento de recolección y organización de medios


económicos para' fines productivos, potencia la fuerza de los socios y la trasciende: mediante la
superación de la posición de los individuos y la fusión de su aporte en un organismo unitario de
producción, se da vida en el mundo económico a una entidad diversa y autónoma respecto de aquélla
de quienes han concurrido con capital o con trabajo a su formación. La coordinación, que es la
esencia de la sociedad, hace que la potencia del organismo creado supere la suma algebráica de
las fuerzas aportadas por los socios. La sociedad se pone como persona separada de los socios: y
esta personalidad, que involucra, como se ha visto, independencia y autonomía, es verdadera en el
mundo económico, aún antes que en el mundo jurídico" (L’ imposta perso nale sul reddito e gli utili
di societa non distribuite, en opere Giudiridiche, Vol. 11, pág. 570).

COSCIANI, critica esta línea conceptual, recalcando que la capacidad contributiva es un lógico
complemento del concepto de sacrificio, idea ésta difícilmente pensable en relación a una sociedad.
Véase “Problemas relacionados con la imposición de las personas jurídicas" en la Revista de
Ciencias.. Económicas. Buenos Aires, 1961.

Por su parte, GOODE (The Corporation income tax, p. 5) resume las justificaciones esgrimidas en
favor de un impuesto a las sociedades, clasificándolas en:

a) teoría del privilegio o beneficio que tiene la sociedad al reconocerle el Estado personalidad jurídica
distinta de sus miembros;

b) en otra concepción.. el impuesto sería una forma de repartir ciertos costos sociales originados por
las empresas;

c) en otra línea, basándose en que las sociedades tienen capacidad contributiva, se fundamentaría
el impuesto en ella.
d) por último, se invoca la utilización del impuesto como un medio de control social.

Faltaría para completar el cuadro, la invocación de la llamada 'regla cínica de la tributación': el


impuesto se justifica, porque la renta obtenida por las sociedades constituye una fuente relativamente
fácil de gravamen, que un sistema fiscal no puede despreciar.
Y también una invocación pragmática: dejando sin gravar las utilidades sociales e imponiendo sólo
los dividendos, quedaría en manos de los particulares diferir indefinidamente el impuesto, con sólo
retener los beneficios a nivel social.
Esta consideración, como se ve, lleva a la atención, dentro de las personas jurídicas, en las
sociedades y dentro de ellas, en las denominadas “sociedades de capital”.

En ellas, se dice, se asiste a la creación de una nueva entidad, independiente jurídica y


económicamente de sus integrantes personas físicas; estos quedan relegados a la
condición de aportadores de capital de inversionistas. En efecto es característica del
mundo moderno la formación de colosos productos de la concentración de capitales, en los
que la propiedad del paquete accionario (sea al portador o nominativo) se encuentra
repartida entre infinidad de accionistas, donde por ende el control y la posición relativa del
accionista cede terreno y adquiere importancia, en cambio la figura del “manager” ejectivo
que, aún no teniendo participación en el capital de la empresa es quien adopta o contribuye
a adoptar las más importantes de sus decisiones.

En el caso de esa sociedades de capital, suponer que la sociedad no es nada más que un
procedimiento del que se valen los accionistas para llevar adelante sus negocios, no sólo
significa desatender la realidad jurídica (que indica dualidad de personalidades), sino aún
la realidad económica nos indica que la sociedad tiene una sustancia más jurídica que
económica, que señala que lo que el accionista está haciendo no es actividad comercial o
industrial, sino una inversión o colocación de capitales.
Frente a las sociedades de capital quedarán pues las restantes entidades que, siendo
sociedades, no reúnen esas características: sociedades colectivas, en participación, etc.
En ellas, predomina el aspecto personal, caracterizado por un número pequeño de socios,
que generalmente tienen conocimiento recíproco; lo normal es la participación o al menos
la vigilancia directa del s los asuntos comerciales o industriales del giro y una alta confianza
de todos los socios entre ellas, al revés de lo señalado en el párrafo anterior, el análisis de
la realidad económica no que la sociedad tiene una sustancia más jurídica que económica
y que los socios, más que inversionistas o colocadores de capital, realizan ellos mismos la
actividad del giro, a través de la sociedad.
Si eso es así, no se plantearían aquí las dificultades existentes respecto de las sociedades
de capital y no habría inconveniente de prescindir, a los efectos fiscales, de la personalidad,
societaria, y considerar que las utilidades obtenidas por la sociedad son directamente
obtenidas por cada uno de los socios en proporción a su participación. La sociedad de

Para LAUFEMBURGER (El impuesto sobre la renta y las sociedades comerciales, pág. 210), las
particularidades de la renta de las sociedades se derivan de su origen y de su naturaleza. Lo primero,
porque a diferencia de la renta personal, que reconoce diversas fuentes, "El origen de la renta social
es muy distinto. La fuente es única, el capital. No solamente la sociedad no despliega actividad
personal propia, sino que su nacimiento depende de la aparición el del capital. El capital social sirve
para adquirir el de explotación, para poner en movimiento las fuerzas del trabajo y para organizar la
dirección. La renta social está, pues, caracterizada por su unidad".
En cuanto a su naturaleza, destaca que la renta producida por este capital de explotación, en
colaboración con la parte del capital dedicada a la organización del trabajo, tiene la particularidad de
convertirse automáticamente en capital nuevo, Los beneficios realizados en el curso del ejercicio son
transformados en materias primas, en útiles, en valores mobiliarios, en parte ya su vez productores
de renta, Esta facultad de reproducción automática con renta social, comparada con la renta
individual de un importe nominal igual/un valor p, propio y superior a su expresión numérica ".
personas, por consiguiente no será sujeto del impuesto a las personas jurídicas sino que
sus socios incluirán la parte correspondiente a sus resultados, en sus respectivas
categorías de rentas provenientes de la actividad comercial e industrial. 7

Una categoría social intermedia (derivada del hecho de contar con elementos tanto
capitalistas como personales) puede plantearse respecto de las Sociedades de
Responsabilidad Limitada. De acuerdo con las características concretas que este tipo de
sociedad tenga en cada país y el énfasis puesto en cuanto al objetivo de globalidad de la
imposición y distribución de ingreso, será defendible cualquiera de las dos soluciones, es
decir, tanto su asimilación a sociedades personales como a sociedades de capital.

Incluso dentro de la categoría de “Sociedades da Capital” es posible también introducir


algunas distinciones y dar tratamientos diferenciales. En efecto, es fácilmente constatable
que bajo la estructura formal de sociedades de capital, se encuentran en la realidad dos
tipos de entidades de muy diferentes composición. Por un lado, existen los que se
denominan sociedades abiertas”, que responden a las características indicadas en párrafos
anteriores: gran número de accionistas, existencia de un nivel gerencial profesional,
posibilidad de 'adquirir sus acciones en forma pública y del mismo modo desprenderse de
ellas, etc.

Pero junto a ellas y, con igual forma jurídica, también existen las denominadas "sociedades
cerradas", caracterizadas por un pequeño número de accionistas, vinculados entre sí por
conocimiento recíproco o lazos familiares, que no venden libremente sus acciones, con gran
participación directa de los accionistas en la dirección de los negocios sociales, etc. Estas
entidades, reproducen las características esenciales de las sociedades de personas o aun
de las empresas unipersonales, aunque su estructura formal es igual a las de tipo "abierto".
También aquí, dependiendo del énfasis que se dé al objetivo globalidad del impuesto y
distribución del ingreso, es posible que el ordenamiento tributario dispense tratamiento

7Si se profundiza en el enfoque sobre el tratamiento que se debe dar a las sociedades de 1 se
advierte que en realidad él puede estructurarse sobre una doble vertiente.
En efecto, en un primer enfoque, la sociedad personal puede considerarse como "conductor" de
rentas, sin ninguna relevancia fiscal, simple aglomeración de rentas q siendo obtenidas por los
socios.

En un segundo ángulo, en cambio, la sociedad personal tendría cierta "entidad"; ella sería quien
obtendría las rentas, y en un segundo momento ellas resultarían imputadas a los socios.

Las consecuencias fiscales resultantes de uno y otro tratamiento pueden ser distintas, en caso de
existir diferencias en cuanto al concepto de renta, régimen de determinación, ex011eraciones o
principios jurisdiccionales aplicables en uno y otro caso.

En el caso Basye, la Suprema Corte estadounidense estableció que "mientras' la sociedad como tal
no paga impuestos, debe reportar la renta que genera y dicha renta debe ser calculada en buena
medida del mismo modo que un individuo computa su ingreso personal, Para este propósito la
sociedad es mirada como una entidad independiente, separada del conjunto de sus socios. Una vez
que su ingreso es determinado, su existencia puede ser desconocida dado que cada socio debe
pagar su impuesto sobre su porción del ingreso total, como si la sociedad fuera un mero agente o
conducto a través del cual pasa la renta". Véase: "The partnerships as an entity; implications of
Basye, Pusey, en Taxes, marzo 1976.
diferente a unas y otras, reservando la consideración de sujeto pasivo independiente para
las sociedades "abiertas" y sometiendo a las "cerradas" al tratamiento de las sociedades
personales. Claro está que ello puede ser imposible de controlar, si el régimen jurídico
permite el anonimato y en todo caso, es muy difícil de definir legalmente y de fiscalizar
prácticamente el cumplimiento de los parámetros que se establezcan para diferenciar una
sociedad de otra.8

A título de resumen, podría decirse que, desde el punto de vista de estructurar un impuesto
unitario y global a las personas físicas, el obstáculo surge de la existencia de personas
jurídicas,; que dentro de ellas, las especialmente relevantes serán las sociedades en
general, que dentro de ellas, es técnicamente posible otorgar a las sociedades de personas
un tratamiento que prescinda de su personalidad, circunscribiendo la imposición
independiente a las sociedades de capital y que aún dentro de ellas es teóricamente
posible, pero prácticamente difícil, diferenciar su tratamiento fiscal según sean del tipo
abierto o cerrado.

3. La Empresa como Sujeto de Imposición.

Es importante reiterar que la adopción de la empresa como sujeto de impuesto, supone


enfoque diferente de los objetivos que han de perseguirse con la tributación; la finalidad
última es prioritariamente captar la renta global de las personas físicas, deteniéndose en la
personalidad jurídica cuando no exista otro remedio sino, por el contrario, establecer un
impuesto independiente del de las personas físicas (sin perjuicio de las conexiones que
puedan establecerse) para evitar que el tratamiento fiscal a las empresas dependa
teóricamente de la forma jurídica que éstas asuman.

8 En derecho positivo latinoamericano, ésta es la posición seguida por Colombia (art. 41, DL N.
2053/74), que dispone que "cuando una persona natural o grupo de personas vinculadas entre el
segundo grado de consanguinidad o afinidad, posea más del setenta porciento (70%) /le las acciones
de una sociedad anónima o comandita por acciones, se les considera como dividendo la parte
proporcional que les corresponda en la renta líquida gravable de la sociedad, descontados el
impuesto sobre "la renta y la reserva mínima legal determinados por el mismo año o período
gravable".
Como se ve, la norma solamente prevé el caso de sociedad de familia, que es sólo una de las
hipótesis de sociedad cerrada.

Eventualmente, resultarían de aplicación al tema los distintos criterios existentes para determinar la
presencia de "sociedades vinculadas ':

Y en todo caso deberá tenerse en cuenta el obstáculo infranqueable que, para este tipo de
soluciones, representará la admisión/ de acciones al portador.

Otro tipo de pautas que en ocasiones ha sido sugerido, dice relación con el hecho de que la sociedad
cotice o no en la Bolsa, asignando el carácter de "abierta" a quienes así lo hagan. El criterio es
endeble, en la medida en que puede comercializarse una parte no significativa del capital social,
cuyo grueso puede mantenerse en un estrecho círculo.

Otra medida propuesta, ha sido la de dar un tratamiento general, suponiendo que la sociedad es
cerrada, y luego permitir que aquellas que reúnan los requisitos especiales en cuanto a número de
accionistas, distribución de capital, etc., obtengan el status de abiertas. El inconveniente puede
plantearse si, luego de obtenida la calificación, .se produce' la absorción de la totalidad del capital
por una persona o familia.
Bajo el enfoque desarrollado en el numeral anterior, el ideal sería teóricamente prescindir
absoluto de la personalidad jurídica y gravar todo en cabeza de las personas físicas; las
situación en que, como mal menor, se produce imposición a nivel de la sociedad y luego a
nivel del accionista, son consideradas como de "doble imposición", un mal al que es
necesario resignarse en medida en que no se le pueda atenuar o evitar.

Desde este otro punto de vista, en cambio, empresa y empresario son dos entidades
diferentes ambas merecedoras de imposición, en la medida en que ello se acepte, tampoco
corresponder hablar de "doble" imposición, puesto que se referiría a sujetos separados. y
la imposición al empresas -estaría especialmente justificada por tratarse de las entidades
protagonistas del sistema económico, cuya conducta es susceptible de ser inducida en su
comportamiento por el instrumental tributario. 9

Por otra parte se agrega otro argumento: no es razonable ni justo discriminar entre
empresas en función de su forma jurídica, elemento exterior que nada agrega en materia
tributaria. Las características especiales de la realidad que deben ser recogidas por la
tributación, derivan del hecho de constituir una empresa, asociación dinámica de capital y
trabajo y no de la circunstancia formal de que su titular sea una sociedad anónima, o
colectiva o aún una persona física. 10

9
En el Simposio sobre Política Tributaria realizado en Santo Domingo, en 1974, la Oficina de
Finanzas Públicas de OEA proponía:

"Estructurar un impuesto independiente que grave las utilidades de todas las empresas. Puede
decirse que están dadas las condiciones formales para adoptar una medida de esta naturaleza,
porque ya existe una cédula, la tercera categoría, que alcanza a las utilidades de todas las empresas,
aunque con discriminaciones que conviene corregir (,..) La modalidad de impuesto a las utilidades
que se propone, se presenta ante todo como parte de un sistema que en su conjunto debe ser
congruente con una determinada política económica para el desarrollo, Dentro de esa concepción
no cabe función alguna al impuesto cedular en sI; por lo que se propone su eliminación como tal,
aunque se mantenga un impuesto a las utilidades de las empresas destina- do a constituir
esencialmente un instrumento de política económica, pero cuyo contenido es diferente del que en la
actualidad rige, 2do. Carácter neutro del impuesto frente a la estructura jurídica de las empresas.
Para lograr este objetivo, es necesario que el impuesto se aplique en igual forma a toda empresa,
con prescidencia de su estructura jurídica; a tal efecto es preciso qué el impuesto sea de tasa
proporcional, única y que los beneficios respecto del impuesto personal se concedan sólo cuando
las utilidades son reinvertidas", Ampliando este último punto, más adelante se expresa: "4to.
Uniformar el tratamiento para las utilidades reinvertidas en la empresa; en el caso de concederse a
las sociedades de capital, debe extenderse en igual forma a las sociedades de personas y a las
empresas unipersonales, porque las razones para concederlo concurren respecto de estas igual que
en las anteriores, con lo cual se elimina el incentivo para que las empresas adopten formas jurídicas
que no correspondan a su naturaleza intrínseca, con el, sólo objeto de adaptar su estructura al
tratamiento tributario más favorable”.
.
10 El Dr. Manuel Rapoport, integrando una "Comisión de Estudio para la Reforma Tributaría" en
Argentina, 1973, proponía la sustitución del impuesto a las Sociedades de Capital por una imposición
a la empresa. Fundado en la constatación de que "se aprecian distorsiones injustificadas que, unidas
a otras vigentes en el sistema tributario, impulsan a empresarios ya inversores a adoptar formas
jurídicas artificiales, tendientes a procurar un nivel inferior de imposición", finalizaba proponiendo un
Se dice además que a nivel de empresa – independientemente de que sea sociedad o no-
que se dan las más especiales características con relevancia tributaria: una aplicación
fluida de conceptos de renta mucho más difícilmente aplicables a personas físicas no
empresarias; necesidad de reglas especiales de imputación de gastos e ingresos,
problemas de valuación de inventarios, amortizaciones, traslación de quebrantos, fusiones,
etc.

Sin perjuicio de que la opción entre sociedades o empresas como sujeto del impuesto quede
librada en buena medida a la definición de objetivos que ella presupone, no puede pasarse
por alto la circunstancia de que la elección del concepto de “empresa” como eje de la
imposición, presenta ciertas complejidades de tipo técnico, ninguna de ellas absolutamente
insuperable, pero algunas con entidad suficiente como para causar problemas en caso de
no ser resueltas. A título ejemplificativo, pueden señalarse las siguientes:

a) En primer lugar el concepto mismo de empresa, si bien identificable en el plano


económico, requiere precisiones y acotaciones en el campo jurídico, bajo riesgo de
que se vuelva especialmente difuso y problemático en los casos límites.11 Un

impuesto a la actividad industrial y comercial: "La propuesta que se formula significa que los
beneficios, obtenidos por las empresas (los definidos como tales en la tercera categoría de la ley de
impuesto a los réditos) tendrán el mismo impuesto sin tener en consideración la forma jurídica,
atendiendo exclusivamente a la magnitud de los ingresos y a las discriminaciones que por razones
de política económica -por actividad o por radicación especial- se instrumentan expresamente. La
imposición actual de la mediana y pequeña empresa seria contemplada con la propuesta hecha de
aplicar una escala corta de tasas progresivas, tanto a las sociedades de capital como a las personas
o único dueño ".

Por su parte, Alexander Kafka, comentando la exposición de Allan Prest (Conferencia sobre Política
Fiscal, Santiago de Chile, 1962), indicaba:

"Por otra parte, desde el punto de vista económico y social hay pocas ventajas en discriminar para
los fines de los impuestos, entre la renta de sociedades de suscripción cerrada y las empre- sas no
incorporadas. Así pues, parecería que el impuesto sobre la renta mercantil en general tiene grandes
ventajas sobre el impuesto- específico a las sociedades anónimas, sobre todo en los países
subdesarrollados" (....)

”La segunda reforma se refiere a la necesidad de eliminar la discriminación (cuando exista) entre el
impuesto que se cobra a las sociedades anónimas y el que grava a las sociedades no incorporadas.
Asimismo, los impuestos sobre la renta mercantil se deben hacer extensivos, donde se pueda, a las
actividades agrícolas ",

En la doctrina hacendística, Haberger ha insistido en las consecuencias de un trato discriminatorio a


Sociedades y a empresas no societarias, indicando que ello causa que se produzca un flujo de capital
desde el sector más fuertemente gravado hacia el que lo está menos, hasta el punto en que se
produzca una igualación de los tipos de beneficios netos entre ambos sectores. Sobre el punto,
véase Valle Sánchez, El Impuesto sobre la Renta de Sociedades, pág. 187.
11A título de ejemplo, se transcribe la definición de sujeto pasivo en el "Impuesto a la Renta de las
Empresas" sancionado por Bolivia, Art.l0: "contribuyentes del Impuesto. Son sujetos del impuesto,
todas las empresas incluyendo sociedades anónimas, sociedades en comandita por acciones,
sociedades cooperativas, sociedades de responsabilidad limitada, sociedades colectivas,
sociedades accidentales, sociedades unipersonales, sucursales o agencias de empresas
domiciliadas en el exterior y cualquier otro tipo de empresas. Se entiende que esta enumeración es
enunciativa y no limitativa. Art. 11: Concepto de empresa. A los efectos de este impuesto se
entenderá por empresa toda unidad económica inclusive las de carácter unipersonal que coordine
ejemplo lo da la combinación de capitales y trabajo para la prestación de actividades
no comerciales ni industriales, como p. Ej.: los servicios que brindan profesionales
que se asocian entre si (médicos, abogados, etc.).

b) Otra situación marginal es la de aquellas empresas en el que el capital tiene muy


poca relevancia y lo que netamente prevale es el trabajo personal (artesanía).
También existen casos, en materia de prestaciones de servicios que, sin embargo,
suponen una cierta afectación de capital; un ejemplo pueden constituirlo los
despachantes o agentes de aduana, que normalmente tienen un cierto capital
afectado a adelantar transitoriamente los derechos aduaneros adeudados por sus
clientes.

c) La elección de la empresa como sujeto plantea, además el problema de las


actividades agropecuarias que configuran típicas empresas en el sentido económico
del término, pero a las cuales no siempre se desea incluir en el régimen y que, de
todos modos, no siempre son tratadas por sus propietarios como empresas en
cuento a contabilización de ingresos, egresos, inventarios, amortizaciones, etc.

d) Un gravamen que dependiera enteramente del concepto de empresa, no dejaría de


crear problemas frente al caso de sociedades comerciales, anónim$, etc. que
pudieran demostrar que no están constituidas para explotar una empresa, sino con
una finalidad y operativa distinta (p. ej. poseer inmuebles sin explotarlos). Las
complicaciones ínsitas en esta hipótesis, han hecho que las legislaciones que
recogen del concepto de empresa, comprendan también a todas las sociedades,

factores de producción en la realización de actividades mercantiles lucrativas o de operaciones


comprendidas en los arts. 2 y 3 de este decreto, cualquiera fuere su organización jurídica”. El art. 2
citado, se refiere a los resultados, utilidades, ganancias y regalías provenientes del comercio y de la
industria; actividades agropecuarias o de otros recursos naturales; de la prestación de servicios
comerciales, industriales, bancarios, de seguros o similares y en general de cualquier actividad...
que implique el ejercicio habitual o comercio de compra venta, cal explotación o disposición de
bienes. El art. 3 se refiere a loteos, venta de llaves, etc.
A su vez, en el proyecto de Ley conocido en Argentina en 1976, se gravaban las sociedades
anónimas, de economía mixta, sociedades de responsabilidad limitada, sociedades cooperativas, en
comandita, colectivas, asociaciones, fundaciones y mutuales y también "las explotaciones
unipersonales pertenecientes a personas de existencia visible domiciliadas en el país o a sus
sucesiones indivisas radicadas en el mismo, a condición de que unas y otras encuadren en el
concepto de empresas establecido en la ley". Y el artículo siguiente, definía a la empresa , como
"toda organización de capital y trabajo para producir y/o comercializar bienes o prestar servicios de
cualquier naturaleza, posea o no personalidad de derecho y de poseerla cualquiera fuera su forma
jurídica, siempre que cumpla alguna de las siguientes condiciones: a) que ocupe más de cinco
personas en relación de dependencia, excluidos el cónyuge y los ascendientes directos de él o de
los titulares; b) la suma de ventas y/o servicios de su ejercicio inmediato anterior exceda de ...c) que
tenga obligación de llevar libros en forma comercial, salvo que se trate de auxiliares de comercio; d)
que fraccionen y vendan inmuebles -loteos- con fines de urbanizaci6n; e) que construyan y vendan
inmuebles en propiedad horizontal".

En México, por su parte, bajo el titulo de "Impuesto al ingreso global de las empresas”, se dispone
(art. 16) que "Son objeto del impuesto a que este título se refiere los ingresos en efectivo, en especie
o en crédito, que provengan de la realización de actividades comerciales, industriales, agrícolas,
ganaderas o de pesca". Las personas morales o físicas o aún "las unidades económicas sin
personalidad jurídica" que realicen dichas actividades, son sujetos pasivos del impuesto.
independientemente de que su giro sea o no empresarial. Al mismo resultado llegan
otros países que estructuran el impuesto sobre la base del gravamen a todas las
personas jurídicas, luego asimilan a éstas últimas a la empresa unipersonal.12

e) Por último, debe indicarse que como la hipótesis de imposición a las empresas
supone de alguna manera dos gravámenes (uno a nivel de empresa, otro a nivel de
empresario), resultará necesario prever el tratamiento que la empresa acuerde al
empresario cuando presta servicios en ella, tema que será relevante tanto en el
primer gravamen (como gastos de la empresa) como en el segundo (como ingreso
de la persona física). Existiendo relativa igualdad en las tasas, el problema perdería
importancia, pero la tiene en caso de discordancia, entre los niveles de imposición
una de otra. Por otra parte, no es de descartar que la prevalencia del factor personal
en las empresas unipersonales y sociedades de personas permita que los titulares
de las mismas afecten a destinos personales utilidades que aparentemente
retendría la sociedad, y que en circunstancias normales tendrían que ser objeto de
retiro de utilidades y posterior consumo por el beneficiario, en tanto que de este
modo saldrían como gastos de la entidad, bajando su base imponible. De todos
modos, y sin desconocer la posibilidad de establecer regulaciones al respecto, debe
decirse que esta problemática no es exclusiva de las empresas sino que también
puede plantearse incluso en sociedades anónimas cuando estas revisten carácter
de “cerrado”.

f) Un párrafo especial merecen ciertas actividades que tanto pueden ser civiles como
mercantiles, dependiendo su calificación, no de la operación en sí, sino de las
circunstancias en que se realiza y de la repetición o no de ellas que realice el sujeto
pasivo. Ejemplo claro de ello, lo constituyen la enajenación de inmuebles y,
eventualmente, también de automóviles. Muchas personas, a lo largo de su vida
compran y/o venden inmuebles y vehículos, pero sería errado atribuirles carácter
empresarial por eso sólo. Estrictamente, habría que atender el ánimo de lucro que
con cada operación realizara, y especialmente al propósito o no de revender el bien
comprado.

Como la norma tributaria, para ser eficientemente administrada y aplicada, no puede entrar
a elementos que dicen relación con el fuero íntimo del sujeto pasivo, normalmente: se opta
por acudir a elementos externos, que dicen relación o con el tiempo en que se realizan las
operaciones, o con el número de operaciones realizadas en un cierto período. Ambos

12La relevancia fiscal de una empresa unipersonal plantea especiales problemas, algunos jurídicos
y otros de técnica fiscal. En primer lugar, podemos preguntamos si estrictamente en tales casos el
derecho consagra una efectiva y auténtica personalidad jurídica nueva, distinta a todos los efectos
de la persona natural del empresario o si se trata de una distinción funcional, a los solos efectos del
impuesto a la renta y con validez limitada a la hipótesis prevista por la ley.
Para advertir la trascendencia práctica y fiscal de una respuesta afirmativa a la pregunta planteada,
basta pensar que, en tal caso, la afectación de un bien hasta entonces usado particularmente por el
empresario a la empresa, debería ser asimilada o a una venta o a un arrendamiento o a un aporte a
una sociedad.
En segundo lugar, debe destacarse que de todos modos se producirá una cierta diferenciación entre
dos masas de bienes, los afectados a la empresa y los no afectados, por cuanto sólo los primeros
serán objeto de amortización, depreciación, etc.
Sobre estos problemas, véase Ketchedjian, "L 'enterprise individuelle et le droit fiscal: un nouveau
sujet de droit? en Revue de Science Financiere abril junio, 1974.
elementos permiten perfil dentro de cada legislación, un cierto concepto de "habitualidad",
que permite su equiparación tratamiento de las empresas.

Es de destacar que los problemas que hemos reseñado brevemente, y que dicen relación
cor posibilidad de establecer un gravamen autónomo a las empresas, no son exclusivos de
esta solución técnica. En efecto, en buena medida ellos se plantean también en un impuesto
a la renta cedular -para la atribución de la renta obtenida a una u otra cédula- y aún en uno
global, en cuanto reglas de determinación de una y otra categoría sean diferentes. Lo único
que podría decirse es que en este caso la trascendencia sería mayor, siendo dada su
magnitud por el monto de la tasa aplicable a las empresas.

C. LOS CONTRIBUYENTES DEL EXTERIOR


El hecho de que el sujeto pasivo sea nacional o extranjero, residente en el país o en el
exterior normalmente no tiene trascendencia a efectos de determinar el nacimiento o no del
gravamen, principio jurisdiccional aplicado es el de fuente. En principio, puede decirse que
lo gravado es toda renta de fuente nacional y que para configurar el hecho generador de la
obligación la nacional o la residencia del perceptor de la renta es irrelevante.
Sin embargo, esa afirmación no implica que la condición subjetiva del perceptor, y
especialmente su residencia, no tenga alta importancia en otros aspectos del gravamen.
Así, por ejemplo, el tratamiento especial para la familia, y especialmente los mínimos no
imponibles y deducciones por carga de familia, sólo son reconocidos a contribuyentes
residentes en el país (y, frecuentemente, se exige que los dependientes, para dar derecho
a deducción, deben también residir allí).

Normalmente también, el hecho de abonar rentas a contribuyentes del exterior origina para
el pagador la obligación de retener, en forma definitiva, un cierto porcentaje de la remesa a
título de impuesto generado por esa renta. Esta es la solución más general tratándose de
los denominados "ingresos por inversión", consistentes en la colocación de capitales
tangibles o intangible I ninguna otra actividad directa del inversionista.
Cuando la actividad que genera la renta en el país consiste en servicios personales, la
solución es parecida, obligándose a retener un cierto porcentaje y muchas veces
condicionando la autorización de salida del país a la comprobación de haber abonado el
gravamen; esta solución es frecuente tratándose de artistas, deportistas profesionales, etc.
Mayores dificultades pueden presentarse cuando la actividad que se desarrolla en el país
es de tipo industrial, comercial, o en general, empresarial, o sea que supone aplicación
conjunta de capital y trabajo para finalidades lucrativas por parte del contribuyente del
extranjero.
Desde ese punto de vista, y a título de resumen, puede indicarse que un contribuyente del
extranjero puede realizar actividad empresarial en el país bajo alguna de estas tres
modalidades: 1) mediante establecimiento permanente o sucursal; 2) por medo de una filial
o subsidiaria; 3) por otros medios.

1. Un establecimiento permanente es un "lugar fijo de negocios en el que una empresa


efectúa toda o parte de su actividad", como tal, comprende oficinas, fábricas, talleres, etc.
Si la empresa del extranjero además, presenta estatutos constitutivos a aprobación de las
autoridades locales, obteniendo formal autorización de funcionamiento, se dice que se está
en presencia de una "sucursal".
Una y otra hipótesis tienen de común que significan actuación directa de la empresa del
exterior en el país; es el propio contribuyente del exterior el que actúa, por intermedio de su
establecimiento o de su sucursal, según los requisitos formales que haya cumplido.
Por razones técnicas que se verán en el capítulo correspondiente, muchas veces las
legislaciones disponen que los establecimientos o sucursales lleven "contabilidad
separada" de sus casas matrices, fin de poder determinar exactamente la ganancia de
fuente nacional; del mismo modo, muchas veces instituyen como sujetos pasivos del
impuesto a esas sucursales o establecimientos. Así y todo, desde el punto de vista
sustancial, es la propia entidad extranjera la que está operando en el país, punto que puede
ser importante en materia de responsabilidad, etc.
2. Una subsidiaria (o filial) es una sociedad formalmente nacional, pero cuyo capital
(normalmente bajo forma de paquete accionario) pertenece, en forma total o mayoritaria, a
una empresa del exterior. En algún momento de su operativa, a la empresa del exterior se
le planteará el problema de cómo operar en el país: si establecer una sucursal, o constituir
(o comprar) una sociedad nacional, de las que el orden jurídico reconozca categoría de
sociedad de capital.
Se produce en esos casos una clara disociación entre forma y sustancia; desde el punto de
vista formal, en cuanto constituida en el país, la sociedad formada será nacional; desde el
punto de lista sustancial, no es difícil advertir que el contribuyente del extranjero será algo
más que un mero accionista y que en realidad estará ejerciendo actividad comercial o
industrial en el país, bajo la apariencia de mera inversión de capitales.
Las legislaciones discrepan, en este punto, en cuanto a si dar relevancia a la forma o a la
sustancia. Las que siguen el primer camino, aceptan que sociedad y accionista son entes
diferentes; la sociedad será contribuyente por los impuestos que le conciernan, y el segundo
lo será por las utilidades o dividendos que retire, o remita al exterior. Las legislaciones que
siguen el segundo camino, en cambio, lo hacen a través de regulaciones que prácticamente
equiparan, a todos los efectos, esta situación con la de la sucursal o establecimiento
permanente.
3. Pueden darse otras formas de actuación de una empresa extranjera en el país, que ni
siquiera lleguen a configurar un "establecimiento permanente", en sentido de lugar fijo de
negocios.
En tales condiciones, los países desarrollados, unilateralmente o en los tratados que
celebran, prefieren abstenerse de gravar esas actividades que empresas extranjeras
desarrollan en sus territorios, bajo la implícita afirmación de que, si la actividad no tiene
entidad como para apoyarse es un establecimiento permanente, razones de. simplicidad
administrativa conducen a no gravarla. Como contrapartida, esos países exigen a los
demás que cuando sus empresas son las que realizan ese tipo de actividades en el
extranjero, tampoco se las gravan.
En los países en vías de desarrollo, en cambio, no aceptan la limitación al principio de
fuente que significaría exigir que la renta nacional se obtenga mediante el establecimiento
permanente para poder gravarla, y entienden que, tratándose de riqueza generada por su
economía, les compete el poder de imposición sobre ella. Las dificultades prácticas que
supone el hecho de que el contribuyente extranjero carece de establecimiento en el país,
se tratan de salvar instituyendo como agente de retención a todo aquel que gire o acredite
rentas al extranjero.

BIBLIOGRAFIA

A) El sujeto pasivo a nivel de personas físicas.

1. COSCIANI, C. La acumulación de las rentas de los cónyuges. La información,


XXXII, pág. 1625.

2. DUE, op, cit, pág 132.

3. GOODE, op, cit, pág 242.

4. LAGARES CALVO, M. J. La unidad contribuyente en el impuesto sobre la renta de


las personas físicas. Hacienda Pública Española. N. 3, pág. 69.

5. LAURE, Maurice, op. cit., pág. 157.

6. RABINOVICH, Impuesto a los réditos, pág. 11 y sgts.


7. REIG, op. cit. pág. 151.

B) Sujeto pasivo a nivel de empresas.

8. ALVAREZ MELCON. El impuesto sobre sociedades y los grupos de sociedades.


Hacienda Pública Española, N. 24, pág. 419.

9. COSCIANI, C. Conferencia dictada en las I Jornadas Latinoamericanas de Derecho


Tributario (Revista de Ciencias Económicas, Bs. As. 1969).

10. DELGADO GOMEZ, Antonio. Ámbito de aplicación personal del Impuesto sobre
sociedades. Los sujetos pasivos. Hacienda Pública Española, N.24,pág.117.

11. GONZALEZ CANO, La política tributaria en cuanto determinante del nivel de las
inversiones. En "Simposio Nacional sobre Política Tributaria como Instrumento del
Desarrollo". Secretaría de Finanzas, República Dominicana, 1974, Vol. 1, pág. 221.

12. KETCHED]IAN, L 'enterprise individuelle et le droit {lScal: un nouveau mjet de


droit Revue de Science Financiere, abril-junio 1974.

13. LAUFEMBURGER. El impuesto a la renta de las sociedades.

Véase además, la bibliografía indicada al final del capítulo Xl.

CAPITULO VI

DETERMINACION DE LA BASE IMPONIBLE

CONCEPTOS GENERALES

De lo expuesto en Ios capítulos II, III y IV, puede sacarse en conclusión que las rentas
comprendidas en la definición legal, obtenidas dentro del ámbito jurisdiccional adoptado por
el país, y que resulten imputables al año de que se trate, constituyen en principio las "rentas
gravables del período". Dicho de otro modo, ellas cumplen, en principio, Ios requisitos
exigidos por la hipótesis de incidencia del impuesto.

La determinación del impuesto resulta de un proceso que, partiendo de aquellas rentas


gravables del período, termina en una suma sobre la que corresponde aplicar la alícuota
legal, o sea la renta neta imponible.

Este proceso, supone una progresiva depuración de elementos y atraviesa por una serie
de etapas. Las legislaciones no son concordes, ni en la forma de denominar esas etapas,
ni en cuanto al orden en que se van escalonando, aunque sí exista bastante coincidencia
en los lineamientos generales del proceso. y en su orientación hacia la concreción de una
base numérica depurada, sobre la cual se aplique la alícuota.
A Ios fines expositivos, para permitir visualizar el proceso. se hace necesario optar por Una
cierta terminología y por un cierto orden de escalonamiento de etapas; pero tal opción tiene
exclusivamente justificación metodológica, impuesta por la necesidad de contar con un
punto de referencia. y no excluye la posibilidad de otras alternativas, o del uso de otras
denominaciones, en la medida en que sean adecuadas al concepto que se busca expresar.

Con esas precisiones, podría decirse que el proceso de determinación tendría las siguientes
secuencias:

a) categorización de rentas. es decir, agrupamiento de las rentas brutas en las diversas


"categorías" previstas por la ley;
b) determinación de la renta neta de cada categoría;
c) acumulación y compensación de resultados de las distintas categorías, dando por
resultado la renta neta total;
d) aplicación de deducciones personales, mínimo no imponible, etc. dando por resultado la
renta neta imponible, sobre la que se aplica la alícuota legal;
e) posibles créditos contra el impuesto o reducciones del mismo.

De todos modos, en forma previa, es necesario referirse a dos temas generales, en cuanto
su problemática puede jugar en diferentes etapas dentro del proceso precedentemente
esquematizado: la exclusión de rentas exentas; y las formas de determinación de las rentas.
A. LAS RENTAS EXENTAS
No pueden darse reglas generales y absolutas respecto del momento en que procede
excluir las rentas exentas. Y ello, por una doble circunstancia: 1) las diferentes formas por
las que se puede llegar a quitar un ingreso del campo del gravamen; 2) los diferentes
ámbitos que puede tener una exención.

1. Como concepto general, puede decirse que las rentas exentas son aquellas que, no
obstante caer en la definición genérica dada por la ley, son objeto de dispensa por parte de
otra disposición legal, de modo tal que en definitiva se sustraen al gravamen.
La doctrina clásica al respecto se afilia al concepto expuesto en el párrafo precedente, el
cual supone un doble juego de normas: la primera norma incluye la renta en la hipótesis de
incidencia del tributo, pero la segunda incide luego y dispensa del impuesto. En esta línea
conceptual, el concepto de exención (dispensa) es distinto y diferenciable del de "no
sujeción" o "no incidencia", ya que en este segundo caso la renta en cuestión nunca fue
abarcada por la hipótesis de incidencia.
Para poner un ejemplo concreto, si la ley sigue al pie de la letra la teoría de la renta-
producto, las ganancias de capital no quedan alcanzadas nunca por el impuesto; en cambio
los intereses de títulos públicos sí lo estarían, razón por la cual, en este segundo caso, haría
falta una segunda norma que dispensara del pago del impuesto emergente.
Otra consecuencia del criterio precedente: las rentas no abarcadas en la definición (no
incidencia) no tendrían ni siquiera por qué ser objeto de declaración en tanto que las
exentas, como en principio están gravadas, podrían someterse a obligación de declaración,
para luego dispensarlas al proporcionarse a la Administración los elementos que le permitan
cerciorarse de que se está frente a la hipótesis prevista en la ley; por consiguiente, ellas
podrían aparecer involucradas en el primer cálculo de la renta bruta, siendo necesario
depurarlas en un segundo momento.1

Ese segundo momento, donde opere la exclusión de las rentas exentas, puede ser ubicado,
o al comienzo del proceso o en relación a cada categoría de rentas o al final, cuando se
haya producido la suma de los resultados parciales de categorías, dependiendo de la
técnica de determinación y de las características que tenga la exención.
En cuanto a esto último, puede ser importante la distinción entre exenciones subjetivas y
objetivas. Por ejemplo, las de tipo subjetivo, ligadas íntimamente a la persona del perceptor,
(ej.: entidades filantrópicas) normalmente dan lugar a una simple declaración de ingresos
brutos, sin ulterior cálculo, o más frecuentemente, a la dispensa de presentar declaración,
salvo pedido expreso de la Administración.

Las exenciones objetivas, en cambio, están vinculadas o a la naturaleza del acto productor
de rentas o al destino que se ha de dar a una renta, independientemente de su origen.

Las del primer tipo, frecuentemente dan lugar a depuraciones a nivel de determinación de
renta neta de categoría y ello es lógico, por cuanto estando vinculadas a una cierta fuente,
es en la determinación de las rentas de esa fuente que se autoriza su deducción. El ejemplo
antes dado de los intereses de títulos públicos puede aplicarse el caso.

En cambio las del segundo tipo, frecuentemente denominadas desgravaciones, pueden


vincularse al origen de la rente (p. Ej.: reinversiones en la empresa, compra de fertilizantes
en explotaciones agropecuarias) en cuyo operarán a nivel de categoría, pero también es
posible que carezcan de tal vinculación con una fuente determinada (exoneración de las
rentas que se dediquen a adquirir acciones de ciertas sociedades anónimas), en cuyo caso
es más lógico depurarlas luego de haber hecho la compensación de los resultados
cedulares.

Y eventualmente el mismo resultado final dispensatorio puede obtenerse si se reemplaza


la deducción de la base imponible de las rentas exentas por un crédito, porcentual o fijo,
contra el impuesto liquidado o por una reducción del impuesto liquidado. Lo precedente no
implica que sean exactamente los mismos los resultados de una rebaja en la base que una
rebaja en el impuesto, pero sí que el resultado final puede ser igual, razón por la cual uno

1 La Otra doctrina sobre la naturaleza de las exenciones indica que no existe tal dispensa, ni existe
el doble juego de normas (una que grava y otra que exonera), sino que lo exento está des- de un
primer momento fuera del ámbito de la hipótesis de incidencia, razón por la cual los casos
normalmente considerados de exención son casos de no incidencia. De todos modos, la tesis sólo
es aplicable al caso de las exenciones totales; en cuanto a las parciales, constituyen reducciones o
bonificaciones en el cuantum de lo debido, lo cual puede afectar tanto a la base de cálculo como a
la al{cuota. Véase el estudio de José Souto Maior Borges, lsencoes Tributarios, Sugestoes Literarias;
Sao Paulo 1969.
y otro procedimiento se presentan como alternativos para la obtención de una misma
finalidad.

En resumen, podría decirse que la decisión legislativa de exonerar una cierta renta, podría
jugar: o en el momento pre-legislativo (determinando una especial definición de renta
gravada, que la excluya) o como típica dispensa excluyendo al sujeto; o a nivel de renta
bruta (excluyendo la renta del ámbito gravado) o a nivel de renta de categoría; o en ocasión
del cálculo de la renta neta total, o incluso, luego de calculado el impuesto, operando como
crédito contra el impuesto o, como reducción del mismo.

B. FORMAS DE DETERMINACION: RENTA REAL, PRESUNTA, POTENCIAL

En forma general, puede decirse que normalmente, la determinación del impuesto se realiza
sobre la base de la renta "real" o "efectiva", es decir, aquella que efectivamente existió en
la realidad.
La renta real o efectiva parte de la "renta bruta" del período, la cual en principio, equivale al
ingreso bruto obtenido efectivamente de un bien o actividad. En un importante caso, que es
el de ingresos por permutación de bienes, no se produce esa equivalencia entre renta bruta
e ingreso bruto. En efecto, en tanto los bienes enajenados debieron ser adquiridos, es decir,
tuvieron un costo, la renta bruta equivale a la diferencia entre el ingreso bruto por la
enajenación, y el costo tributario del bien vendido. Si a la renta bruta se le restan los gastos
necesarios para obtenerla y para mantener la fuente, se tendrá la renta neta real.

Sin embargo, puede decirse que casi no existe ningún sistema que se atenga pura y
exclusivamente a la renta real, sino que, en mayor o menor grado, el legislador recurre
muchas veces al auxilio de presunciones.

Esas presunciones puede decirse que son hijas de la necesidad, porque en buena medida
responden a las dificultades para el cálculo (y fundamentalmente, para el control de
veracidad) de la renta real en algunas situaciones.

Claro está que la proliferación y extensión de estas presunciones puede acabar por alterar
el tributo, cambiándolo de personal a objetivo, e incluso desnaturalizándolo como impuesto
a la renta, para convertirlo, en algunos casos, en un impuesto al capital.

Por ello es interesante analizar aunque sea brevemente el ámbito de aplicación y las
modalidades que pueden revestir esas presunciones.

En cuanto al ámbito de aplicación: mientras existen algunas presunciones que están


referidas a algún específico tipo de ingresos, existen otras que dicen relación con la
totalidad de las rentas de un cierto sector de contribuyentes. Ejemplo del primer caso, es
la presunción de que todo préstamo genera interés; del segundo caso, ciertos regímenes
para pequeños comerciantes o agricultores. E incluso se conocen regímenes de
presunción de la totalidad de la renta de cualquier sujeto pasivo, mediante coeficientes a
aplicarse a los gastos que realiza. 2

También pueden diferir los regímenes, en cuanto al modo como las presunciones entran a
jugar; en algunos casos su utilización constituye una facultad del contribuyente, en tanto
otras son obligatorias. 3

2 Los sistemas de presunciones generales, dan lugar a los regimenes de "estimación indiciaria" o
“estimación por signos exteriores de renta gastada': que puede ser útil describir brevemente.

En España, por ejemplo, el sistema supone: a) elegir signos que se consideren relevantes da que
ocupa, automóviles que usa, casas de recreo, aeronaves, cli1allos de carrera o d número de
servidores y celebración de (restas o residencia en hoteles); b). valorar cada esos signos, cosa que
es hecha directamente por la norma (se presume un gasto en vivienda equivalente a un porcentaje
del valor del bien, el gasto en automóviles por sumas fijas de pesetas por HP del motor, etc.); c)
estimación de renta a partir de esos gastos, lo cual se hace a través de coeficientes. Véase
bibliografía citada al final del capitulo, para mayores detalles del funcionamiento del sistema.

Otro ejemplo de estimación indiciaria de rentar (aunque no a los efectos del impuesto) se da en
algunos sistemas de seguridad social aplicados a las profesiones liberales, donde el ingreso (y por
ende la base de cotización) se presume en función del número de años de ejercicio pro de cada
contribuyente.

Un tipo de presunción general en cuanto a referirse a toda una categoría de contribuyentes se intentó
introducir en Bolivia, en ocasión del D.L. 11.153, comprendiendo a ”profesionales, agentes
mediadores de comercio, corredores comisionistas", etc. (art. 62). La reglamentación establecería
distintos montos de renta estimativa para cada categoría de profesionales: obligados, las que
estarían relacionadas con las tasas y montos fijos que deberían p respectivas categorías en concepto
de pago definitivo. Los obligados serían agrupados en cinco categorías de importancia impositiva
creciente para este impuesto y con relación al régimen pago, conforme a los distintos listados que
deberían presentar las asociaciones profesionales. Todo el régimen aludido, sin embargó, fue dejado
en suspenso sin haber entrado efectivamente a operar.

Trotabas (op. cit. pdg. 214) sintetiza la evolución seguida en Francia por el sistema de "forfait” para
el pequeño empresario, indicando que cíclicamente se orienta hacia el concepto “forfait"
aproximativo, y luego de "forfait" normal, más tarde "forfait" preciso, etc. Luego de las leyes de 1966
Y 1970, se maneja un "forfait" normal, establecido por dos años, que grava “el beneficio que la
empresa puede producir normalmente".
Esa estimación se renueva por tácita reconducción un año más, salvo denuncia por el c yente o por
el inspector; la estimación del inspector debe contar con asentimiento de contribuyente, y en caso
de discordia, resuelve la Comisión Departamental de Impuesto, contencioso.

3 Las presunciones referentes a que todos los préstamos generan intereses, son de tipo obligatorio.
En cambio, algunos países autorizan, en general, a pequeños contribuyentes, un régimen optativo
de tributación en base a utilidad presumida, a partir del ingreso bruto. Así por ej. en Brasil (Dec.
76.186, art. 146) ciertos contribuyentes pueden optar por abonar, en vez del 30'1. sobre la ganancia
real del impuesto a las empresas, el 12%. sobre el ingreso bruto; la opción es irrevocable y se realiza
todos los años.
En materia de deducción de gastos en algunas categorías también es frecuente que se establezcan
presunciones de utilización optativa por el contribuyente.
Otro aspecto importante, que permite perfilar las características de rentas presuntivas de
una legislación, es el referente a la relación que el régimen de presunciones tenga con la
declaración de ingresos reales. En algunos casos el régimen de presunciones puede
operar reemplazando la declaración real; en otros sistemas, lo presumido constituye un
mínimo, pero si es superado por la realidad debe declararse y pagarse de acuerdo a esto
última.

Por último, existen presunciones de rentas destinadas a ponerse en funcionamiento en el


caso especial de que el contribuyente no haya presentado declaración jurada, o que la
presentada no fuera veraz, en cuyo caso el instituto de la presunción actúa corno una ayuda
de legislador a la Administración en la tarea de reconstruir la realidad.4
Y, en lo que tiene que ver con el tipo de presunción que arrojan, pueden clasificarse en
absolutas o relativas, según admitan o no la posibilidad de prueba en contrario. 5

La renta estimada sobre bases presuntivas o indiciarias no debe ser confundida con la
llamada "renta potencial". En la primera, el sistema trata de acercarse lo más posible a
determinar la renta real, y, como alternativa a las dificultades ínsitas en tal tarea, acude a
indicios que le sirvan de indicadores de aquella realidad. En la renta potencial, en cambio,
el legislador se mueve por objetivos diferentes: la finalidad no es reflejar lo más posible la
renta real, sino indicar cuál sería la renta que estaría en condiciones de dar un bien
determinado, si fuera sometido a determinadas condiciones de explotación (normales u
óptimas, según las variantes del sistema). Como se advierte, la renta potencial, a diferencia
de la presunta, se despreocupa de su concordancia con la realidad; por tal motivo, sólo se
justifica su empleo cuando se intenta optimizar el aprovechamiento que se realiza de un
bien que se estima está siendo ineficientemente explotado por los agentes económicos,

4
Es común en el Derecho Tributario Latinoamericano, que el Código Tributario o Ley de
Procedimiento de cada país autorice a la Administración a fijar índices o coeficientes que permitan
hacer las estimaciones de oficio de la renta, en caso de falta de presentación de declaración jurada,
o cuando ésta no merece fe. Sin embargo, las determinaciones de oficio así practicadas no siempre
son confirmadas por los tribunales.
En la ley argentina 20.858, el legislador ha avanzado un poco más y ha establecido presunciones
que directamente llevan a la cuantificación de la materia imponible, para ciertos casos. Por ejemplo,
en caso de que una inspección arroje diferencias entre el inventario que se constata y el que debería
existir, se presume que el monto de esa diferencia, más un 10% por concepto de renta dispuesta o
consumida en gastos no deducibles, es ganancia neta. Otra presunción incorporada dice relación
con la técnica inspectiva del 'punto fijo', o sea la intervención directa de caja en establecimientos que
prestan servicios.(restaurantes, etc.) y permite extrapolar a todo el año y los volúmenes de ingresos
constatados durante un cierto número de inspecciones en el año. Esas presunciones sirven también
para determinar la base imponible a los efectos del impuesto al Valor Agregado.
5
La presunción relativa tiene como único efecto el invertir la carga de la prueba, y por ende su
utilidad es un tanto limitada. En el régimen español de estimación de rentas tiene ese carácter, por
cuanto los Jurados tributarios pueden reducir los resultados de la estimación, de acuerdo a las
pruebas que presente el contribuyente.
La presunción absoluta debe ser diferenciada de la "ficción", por cuanto la primera reposa en reglas
de experiencia (es normal que los préstamos generen interés), en tanto las segundas se
desentienden de toda relación con la realidad, configurando, como ha dicho un autor, "mentiras
técnicas dictadas por la necesidad": por ejemplo, cuando la legislación establece a la sucesión
indivisa como contribuyente. o cuando dispone que se considerará casado o divorciado a todos los
efectos del periodo, a quien tuviera esa condición el último día del año.
situación que suele darse respecto de la tierra como factor de producción, como se verá en
el. capítulo respectivo.
Por último, cabe agregar que en los casos en que el legislador acude a sistemas de renta
presunta o de renta potencial, es frecuente que la aplicación del sistema prescripto ya dé
origen a la renta neta; en efecto, no sería del todo lógico presumir una renta bruta y luego
admitir los comprobantes de los gastos realmente efectuados, ya que los dos elementos de
la renta provendrían de orígenes, heterogéneos (presunción y realidad).

C. LA CATEGORIZACION DE RENTAS BRUTAS

Dejando de lado los regímenes de renta presunta o potencial y volviendo a la consideración,


la renta real, resulta claro que a nivel individual, el total de las rentas brutas obtenidas sólo
puede surgir mediante la suma de los montos de los distintos ingresos.
Dicho de otro modo, el monto de rentas brutas de una persona en un año, es el resultado
de que obtuvo por diferentes orígenes: salarios ganados, arrendamientos recibidos,
intereses cobrados, etc. Esta afirmación, que puede parecer un truismo, responde al
propósito de indicar que, por m global que sea el impuesto, la cuantificación de la renta
global supone la suma de las rentas obtenidas de distintos orígenes. En su clasificación
más sintética, esos orígenes pueden reducirse trabajo, capital y combinación de ambos; en
forma más desagregada, se podría distinguir, en trabajo, según que fuera o no en relación
de dependencia, y en los capitales, según fueran inmuebles o muebles, corporales o
incorporales, etc.
Caro está que la legislación puede ignorar esos distintos orígenes, y disponer la agregación
todas las rentas, englobadas bajo el rótulo común de "renta bruta", y contra ella deducir en
fon global los gastos necesarios para obtenerlas.
Pero también puede respetar el diverso origen de las rentas (y de los gastos que ellas
suponen), disponer que la suma se haga en forma gradual, primero parcialmente, por
"clases" o "categoría de rentas.
Debe enfatizarse que el hecho de que un sistema utilice "categorías", no lo convierte por
ese sólo hecho en "cedular", ni en principio, altera su carácter global. La globalidad la
mantendrá, tanto las categorías sean simples fórmulas técnicas para sumas parciales de
rentas de origen común, y no supongan tratamientos fiscales que discriminen el peso fiscal
que corresponda a las distintas rentas.
Así entendidas, las "categorías" son simples estadios intermedios en el cálculo de la renta
global, que están justificados por la similitud de origen de grupos de rentas.

En efecto, las rentas que tienen un origen común, presentan dos parecidos entre sí: uno en
cuanto al tipo de ingreso y también otro en cuanto al tipo de erogaciones que normalmente
resultan necesarias para obtenerlas. El agrupamiento parcial representado por las
categorías permite instrumentar el impuesto con una serie de precisiones que facilitan la
aplicación de la ley, por adecuarse a las peculiaridades del ingreso.
Dicho agrupamiento presenta otra característica, la cual es permitir introducir tratamientos
diferenciales entre las rentas en virtud de su origen, lo cual normalmente se utiliza para dar
un trato especialmente beneficioso a las rentas del trabajo; pero desde el punto de vista
teórico, esas discriminaciones ya suponen algún apartamiento de la total globalidad del
gravamen, aunque puedan estar absolutamente justificadas.

Lo importante a reiterar en esta parte de la exposición, es que el concepto de


"categorización de rentas" no tiene por qué equivaler a "discriminación fiscal en función del
origen", y que en consecuencia, iguales resultados pueden obtenerse sumando
directamente todas las rentas brotas, que sumando parcialmente por categorías; la opción
entre uno y otro sistema dependerá de consideraciones de tipo técnico.6

La precedente afirmación debe de todos modos relativizarse, en cuanto sólo está referida
a los aspectos internos de la tributación, es decir, considerando al país como una unidad
cerrada. En el campo del derecho tributario internacional, en cambio, adoptándose la teoría
de la territorialidad de la fuente como principio jurisdiccional, la categorización de una renta
como proveniente del capital, del trabajo o de la combinación de ambos, puede tener como
efecto el otorgar o quitar potestad tributaria a un país, como con mayor detenimiento se
verá en el capítulo respectivo.

Debe tenerse en cuenta, además, que si bien en el plano teórico la distinción entre rentas
puede hacerse claramente en función del factor productivo que las genera, ello sólo es
plenamente posible en un alto plano de abstracción. En tal plano, es posible pensar en
rentas que son únicamente derivadas de capitales o de actividades o de la combinación de
ambos.

6
Comentando el sistema argentino, Reig (Impuesto a los Réditos, p. 112) indica que "la clasificación
por categorías... no implica que nos encontremos hoy frente a un impuesto cedular como el
establecido en otros países. y señala varias razones de dicha clasificación; una de técnica legislativa,
'y obedece al principio de certidumbre en la fijación del impuesto que obliga al legislador a ser claro
y preciso... ya que cada una de las categorías presenta particularidades en cuanto a los gastos
deducibles para establecer el rédito neto y otro problema de su determinación que merecen
disposiciones separadas para mejor precisión legal de la materia imponible."
Señala además, estas otras razones: posibilidad de una deducción mayor para rentas de trabajo,
régimen de imputación especial en la compensación de quebrantos de las categorías y diferencias
en cuanta a los criterios de imputación para el año fiscal (op. cit. pág. 113).

Por su parte, Musgrave afirma: "Incluso donde se aplica un método sintético global la distinción entre
fuentes de renta sigue siendo relevante al proyectar los rendimientos fiscales. Se aplican diferentes
normas de ajuste al pasar de la renta bruta a la renta imponible, y en cada paso se necesitan
diferentes medidas para definir los costos deducibles. Tal distinción es completamente compatible
con un método sintético global, con tal de que los diversos componentes de la renta neta estén
entonces combinados, de que las deducciones generales (por ejemplo, gastos médicos) se hagan
de la renta combinada y de que se apliquen entonces tipos uniformes a la suma total de renta neta
imponible" (Fiscal Systems, versión castellana ed. Aguilar, Madrid 1978).
Paramio Fernández transcribe también la posición de Neumark: “El impuesto sobre la renta alemán
distingue siete "clases de ingresos" que en ciertos aspectos recuerdan las antiguas fuentes de renta
del impuesto prusiano y también las "cédulas" francesas. De esas últimas. así como de las
"schedules" inglesas, se distinguen sin embargo por el hecho de que con ellas no se trata de delimitar
objetos de impuestos parciales autónomos, con sus tipos impositivos específicos, etc. sino sólo de
categorías que se han establecido para facilitar una exacción a las peculiaridades de cada ingreso"
Copo cit. p.17).
En el análisis concreto, sin embargo, se advierte que la vida económica no posibilita una
distinción tan tajante y absoluta: la renta de un préstamo es renta de capital, seguramente;
pero hacer el préstamo, averiguar sobre la solvencia del deudor, etc., supone una actividad.
Existen trabajos que requieren en algún grado, la afectación secundaria de un capital (el
tomo de un dentista, las herramientas del mecánico, etc.). Todo eso hace que la distinción
entre categorías no pueda hacerse de un modo absoluto y, que ella se estructure en tomo
al factor productivo "predominante"; de otro modo, sería muy difícil encontrar rentas puras
de un cierto factor y todas se convertirían en mixtas.7

Otra circunstancia, cercana a la anterior, debe ser señalada: el uso de un sistema de


categorías presenta el problema técnico del campo de cobertura de cada una de ellas y de
su total, frente a la definición genérica de renta contenida en la ley.
Dicho de otra forma, es posible que alguna renta esté comprendida en el concepto genérico
de renta dado por la ley, y sin embargo no caiga exactamente en la definición de ninguna
categoría. Normalmente, tal posibilidad se precave mediante una norma que dispone que
toda renta no comprendida en las demás categorías debe imputarse a una determinada de
entre ellas, generalmente la de actividad industrial y comercial. Si, como se ha dicho, la
categorización no supone discriminación en el trato fiscal, dicha norma posee sólo un efecto
ordenatorio, sin mayor trascendencia sustancial, que sí pasaría a tener en el caso contrario.
Por último, debe indicarse que cuando la legislación toma como sujeto pasivo de la
imposición a las sociedades o a las empresas, por lo general a esos sujetos pasivos no se
aplica la división en categorías, la que queda por ende reservada a las personas físicas. En
principio, nada obstaría a que la empresa también categorizara sus rentas, según
provinieran de arrendamientos, valores, etc. Sin embargo, especiales características de la
acción empresarial pueden llevar, paralelamente a la adopción de un concepto particular
de renta para esos sujetos, a dar un tratamiento unitario a todos sus ingresos y todos sus
gastos (véase cap. 11), lo cual hace innecesario el régimen de categorías.

D. DETERMINACION DE LA RENTA NETA DE CADA CATEGORIA

Como noción general, y sin perjuicio de los mayores detalles que se darán al analizarse
cada categoría, puede decirse que del concepto de renta bruta al de renta neta se pasa a
través de la sustracción de dos elementos: por un lado las deducciones y por otro las
desgravaciones.

7 . Dice José Luis Ucieda (,op. cit. p. 121) que "Desde un punto de vista estrictamente económico,
las rentas mixtas obtenidas por el trabajo por cuenta propia como consecuencia de la intervención o
participación del capital instrumental en su obtención, deberían tener el mismo trato tributario, esto
es, estar encuadradas dentro de la estructura tributaria que comprende y sujeta gravamen a las
rentas empresariales (concurso del trabajo y del capital) ya que tienen la mil "cuantificación" o
catalogación. Lo que puede justificar que dichas rentas mixtas o empresariales sean objeto de
discriminación, dentro de la misma estructura tributaria o incluso que puedan ser encuadradas en
distintas estructuras tributarias, es la distinta "cuantificación", es decir, la distinta proporción capital-
trabajo que ha sido necesaria para la obtención de dichas renta! lo que es lo mismo, las distintas
dosis que de los factores productivos de capital y trabajo intervenido o participado para la producción
de bienes y prestación de servicios y por lo tal las distintas partes alícuotas de dichas rentas que se
atribuyen o asignan al capital y al trabajo”.
Las primeras, porque es de esencia del concepto mismo de renta su carácter de "neta", es
decir, que el concepto implica la idea de la deducción de las erogaciones que se realicen
para obtener esa renta, así como para conservar la fuente en condiciones de producir.
Las segundas, responden a detracciones, bonificaciones o exenciones establecidas por la
ley, pero no porque directa o indirectamente se relacionen con la generación de renta o
mantenimiento de la fuente productiva, sino por razones de política económica (exoneración
de intereses de bonos públicos, trato especial para arrendamientos compensatorio de un
régimen de congelación, etc.). Este tipo de medidas, por ubicarse claramente dentro del
campo de los incentivos fiscales, requiere un estudio especializado bajo tal enfoque y por
consiguiente no ha de ser analizado en el presente trabajo.

En cuanto a las deducciones, ellas serán examinadas en detalle al analizarse cada una de
las categorías.
En forma genérica, puede afirmarse que las deducciones están regidas básicamente por el
denominado "principio de causalidad", que determina que sólo son admisibles aquellas que
guarden una relación causal directa con la generación de la renta o con el mantenimiento
de la fuente en condiciones de productividad.
Más específicamente, la relación de causalidad se establece entre la deducción del gasto
y la generación de la renta gravada, lo que significa la necesidad de soluciones especiales
en casos en que la persona es también beneficiaria de rentas exentas o de rentas no
alcanzadas por el gravamen.

En la medida en que los gastos deben también ser imputados a un período de tiempo
determinado, surge la necesidad de distinguir entre gastos corrientes, inversiones y
previsiones, por cuanto su deducción operará en forma distinta.
Los primeros, cuyo efecto se produce de inmediato, serán imputados en su totalidad al
ejercicio en que se devenguen o abonen. Las inversiones, en cambio, en tanto estén
destinadas a producir efectos a lo largo de más de un período de tiempo, darán lugar a
amortizaciones mediante las cuales se recuperará el capital invertido, evitando así que la
fuente productora se agote y posibilitando su reposición. En cuanto a las previsiones,
cuando ellas son admitidas por la legislación, responden a erogaciones que han de
realizarse en el futuro, para las cuales la ley permite se vayan naciendo anticipadamente
reservas razonables. La precedente clasificación sólo es plenamente aplicable en el caso
de la renta empresarial (ver cap. X) pudiendo sufrir modificaciones en las restantes
categorías.
El principio de causalidad lleva también a efectuar un deslinde que es de alta relevancia en
la estructura del impuesto a la renta, cual es la distinción entre "cargas" de la renta y
"empleo" de la misma, puesto que las primeras, en general, son deducibles para obtener la
renta neta y en cambio el segundo no debe ser deducido, sin alterar la estructura teórica
del gravamen.8

8Allix Y Lecercle (op. cit, pág. 174) reconocen la dificultad de la distinción entre cargas y empleos
de la renta, esencialmente en el caso de rentas profesionales y proponen la siguiente pauta:
"..,el empleo es un [m, y la carga un medio. Sólo son cargas de la renta los gastos directa y
especialmente necesarios para la producción o la conservación de la renta", Y dan ejemplos:
E. LAS ETAPAS SIGUIENTES EN LA DETERMINACION

Los problemas de la renta bruta y renta neta de cada una de las principales categorías,
serán analizados en los capítulos VII, VIII, IX, X y XI. En ellos se verán, en ese orden, las
rentas del trabajo personal, las provenientes de capitales, el problema de las ganancias de
capital, la determinación de la renta empresaria y la cuestión de la integración de las
utilidades de la empresa en el gravamen personal del empresario o accionista.
En el capítulo XII, partiendo de la base de que ya se han determinado las rentas netas de
categoría, se abordará la problemática de la renta neta global, que es la que resulta de
compensar los resultados de las diferentes categorías; se hará referencia a la deducción
de partidas pasivas no vinculadas con ninguna categoría, cuya sustracción en
consecuencia debe hacerse de esa renta global, así como de las deducciones personales,
cargas familiares y mínimo no imponible, mediante lo cual se llega a la renta neta imponible,
es decir, aquella sobre la cual se aplica la alícuota prevista en la ley.
En algunos casos, el resultado de la aplicación de la alícuota no es tampoco la suma que
corresponde pagar, pues posteriormente intervienen créditos contra el impuesto así
liquidado o reducciones del mismo.

BIBLlOGRAFIA

1. ALLIX y LECERCLE. L 'impot sur le revenue, París, 1926.

2. TROTABAS, Louif. Droit fiscal, Dalloz, 1973.

"Los gastos de alojamiento, vestimenta, alimentación, son, en principio, empleos y no cargas de la


renta, Subvenir a las necesidades, es el fin; trabajar o hacer valer los capitales para sacar renta, no
es más que el medio de obtenerlo; así si no se trabajara, uno debería alojarse, alimentarse y vestirse.
Sin embargo, si la función ti la ocupación obligan a gastos que se habrían podido evitar a no ser por
ella, requieren comidas tomadas fuera de hora en condiciones más onerosas, o vestimentas,
especiales, una habitación especial para servir de atelier o de gabinete, trabajo, esos son gastos
especiales para la adquisición de renta, que deben deducirse.

Si un comerciante tiene un automóvil que utiliza en parte para negocios y en parte para paseos, el
gasto que le ocasiona es en parte una carga y en parte un empleo de renta: Lo mismo, los gastos
de teléfono"...

"Un trabajador se constituye un fondo de retiro; las primas son una carga de la renta, pues en
representan primas de amortización del desgaste de la fuerza de trabajo y aseguran directamente la
conservación, de la renta, en la época en que llegue la hora de retirarse. Un propietario de inmuebles
hace lo mismo: pero para él es un empleo -una colocación- de su renta, puesto que la pensión de
retiro no interesa ni a la adquisición ni a la conservación de la renta inmobiliaria",

De todos modos, como casos dudosos, señalan los gastos de representación y el pago de á puestos;
respecto de estos últimos. indican que los impuestos cedulares (existentes en ese momento en
Francia) constituyen cargas de la renta, pero no el impuesto global complementario.

Véase la opinión de Simons, en nota 8 del capitulo II.


3. UCIEDA ARCAS, José Luis. Discriminación tributaria de las rentas del trabajo, rentas
de capital y rentas mixtas o empresariales, en Hacienda Pública Española No 22, pág.
119.

4. PARAMIO FERNANDEZ, Javier. Clasificación de los sistemas de imposición sobre la


renta. La imposición personal en España. Hacienda Pública Española No. 30, pág. 13.

5. REIG, Jorge. Impuesto a los réditos, pág. 114 y stgs.

6. MALIK, I.A. El uso de técnicas presuntivas en la tributación de pequeños comerciantes.


Revista de Derecho Financiero, setiembre 1974, pág. 1349.

7. RODRIGUEZ PEREZ, H. Trabajos en Revista de Derecho Financiero, mayo 1974, pág.


645, noviembre 1969 y enero 1968.

8. 8. CALLE SAIZ, R. La crisis de los signos externos de renta gastada como


procedimiento de determinación de la base imponible. Hacienda Pública Española No.
3, pág. 43.

CAPITULO VII

RENTAS DEL TRABAJO PERSONAL

A. CONCEPTO

1. Trabajo por Cuenta Ajena y por Cuenta Propia


El trabajo humano, caracterizado por la aplicación de facultades físicas o mentales a una
actividad, es y ha sido siempre una de las fuentes primeras de las que las personas pueden
obtener ingresos. Ello explica que en cualquier esquema de imposición a la renta han
estado involucradas las provenientes del trabajo.
El trabajo puede efectuarse bajo diferentes condiciones, que dan lugar a una división básica
en las rentas que de él provienen.

Por un lado, puede identificarse el trabajo realizado por cuenta ajena, es decir, cuando la
persona arrienda su fuerza de trabajo a otro, normalmente un empresario, que es quien
combina ese factor productivo con el capital.
El trabajo por cuenta ajena tiene características bien definidas: por su naturaleza, se presta
en relación de dependencia, o sea que las decisiones respecto o en qué aplicar el trabajo
no pertenecen al trabajador, sino que le son impuestas por el patrón, mediante el vínculo
jerárquico que la dependencia involucra.

Por otra parte, el trabajador queda ajeno a los riesgos concretos de la empresa a la que
arrienda sus servicios; su remuneración es pactada de antemano, o en algunos casos,
establecida por disposición de las autoridades públicas, y normalmente ella no depende de
que la empresa obtenga o no utilidades.
Esa característica hace que su renta sea periódica, y dentro de ciertos límites, previsible.
Todo ello, por supuesto, sin desconocer que en forma mediata la permanencia de su empleo
depende de la supervivencia de la empresa; pero la extensión que en los tiempos modernos
ha tenido la seguridad social, abarcando incluso el riesgo del desempleo, ha contribuido a
amortiguar de algún modo la repercusión de los avatares empresariales a nivel de ingreso
del trabajador.

Otro aspecto termina por caracterizar este tipo de rentas del trabajo por cuenta ajena: son
prácticamente las únicas que pueden considerarse rentas puras del trabajo, por cuanto en
su generación no interviene el capital.

La precedente afirmación no importa desconocer que el trabajo del obrero es aplicado


conjuntamente con el capital (p. ej.: una máquina) para la función de producción; pero esa
combinación se produce a nivel de empresa, siendo justamente una de las características
de esas entidades. Dicho de otro modo, la remuneración que se recibe retribuye únicamente
al factor trabajo, ya que por su parte el empresario paga por la utilización del capital a los
propietarios de ese otro factor productivo.
Ese carácter de renta pura del trabajo, normalmente apareja como consecuencia que la
renta obtenida también sea neta, o dicho de otro modo, que en el caso la renta bruta
coincida casi exactamente con la renta neta, dado que ningún gasto especial, aparte del
empleo de energías es necesario para obtenerla. Algunos problemas pueden plantearse
con ciertas partidas, como los gastos para obtener empleo, o en vestimenta, o en transporte
hasta y desde el lugar de trabajo, pero generalmente las legislaciones no consideran a esos
rubros como deducibles. 1,2 Los regímenes positivos normalmente admiten la deducción de
las cotizaciones por seguridad social, lo cual plantea el problema, que se verá más adelante,
de si las pensiones a recibirse en el futuro deben o no ser gravadas.

1Respecto de la deducibilidad de los costos de transporte de y hacia el trabajo, fundamentando su


posición contraria, dice Goode: (op. cit. pág. 79).

"Es cierto, que, dado un cierto lugar de residencia, los gastos de viaje (hasta el lugar de trabajo)
pueden ser necesarios. Pero de eso no se sigue que esos gastos son primariamente costo de ob-
tener el ingreso, más que consumos. Una gran parte de estos gastos de viaje puede ser mirada
como la consecuencia de una preferencia de consumo ejercida al elegir un lugar de residencia.
Aquéllos que viven en los suburbios porque les gusta los árboles y el pasto están claramente
haciendo una decisión de consumo que involucra gastos de traslado tanto como el costo de mantener
el césped",

En cuanto a los gastos de mudarse a un nuevo lugar de residencia, agrega que ellos “pueden ser
miradas como un gasto de consumo, cuando la mudanza refleja preferencias personales o pueden
ser considerados como un costo de obtener el ingreso, cuando es dictado por requerimientos del
empleo, o de oportunidades. A menudo es difícil clasificar las mudanzas sobre la base de criterios
objetivos".

Due, por su parte, coincide con Goode en cuanto a los gastos de abonos para viajes de ida y vuelta
al trabajo, concluyendo que "si al abonado se le permitiera deducir los gastos de viaje y a quien vive
en la zona céntrica no se le concediese deducción alguna para compensar sus altos costos de
vivienda, el resultado sería la discriminación.

En cambio se muestra claramente favorable a deducir los gastos de obtener un nuevo empleo: "el
no permitir tal deducción, es un obstáculo en el camino de la movilidad ocupacional y del óptimo
empleo de recursos. considerando además que el monto de ingresos fiscales afectados no es
grande" (op. cit. pág. 120).

2En definitiva, la dificultad conceptual mayor radica en diferenciar lo que es un gasto necesario para
obtener la renta, de lo que constituye un empleo de renta, sobre lo cual ya se habló en la nota 8 del
capítulo VI.

Al respecto, reconociendo la dificultad, escribe Simons: "Lo primero que parece necesario es
distinguir entre consumo y gasto y aquí es donde se tropieza con el criterio inevitable de la
intencionalidad. Resulta inconcebible una distinción precisa y objetiva por completo. Determinadas
partidas representarán en unos casos gastos empresariales y en otros un mero consumo, y
frecuentemente los motivos están entremezclados. Un artista profesional compra pinturas y pinceles
para utilizarlos en ganarse la vida. Otra persona puede adquirirlos como juguetes para sus hijos o
para cultivar una afición en sus ratos libres" (op..cit. pág. 200).

Por su parte Kaldor, analiza el problema desde el ángulo de la distinta amplitud que tiene la
deducción de gastos tratándose de empresas, y en los demás casos, expresando: "Las generosas y
elásticas disposiciones sobre gastos deducibles establecidas actualmente para las utilidades, ponen
a un comerciante en una situación privilegiada en comparación con otros contribuyentes, no sólo
porque se le grava con un concepto más estrecho de "ingreso" que a los demás, sino también porque
queda en condiciones favorables para beneficiarse con las oportunidades de evasión de impuestos,
disfrazando los gastos personales como gastos de negocios".
En alguna medida, un trato más favorable para las rentas del trabajo vendría a compensar esa
disparidad.
Con características bastantes diferentes; pueden identificarse, contrapuestas a las rentas
del trabajó por cuenta ajena, aquellas derivadas del trabajo por cuenta propia;
En ellas, en primer lugar, ya no se presenta la relación. de dependencia, puesto que el
contrato' que regula las relaciones entre el pagador y el perceptor de renta ya no es
típicamente laboral, sino de otro tipo.
Además, las características de periodicidad y previsibilidad predicadas para la anterior
categoría ya no pueden ser extendidas a estas rentas, que pueden sufrir grandes altibajos
aún en el corto plazo, por cuanto la dosis de riesgo ínsita en la actividad es mucho mayor y
por ende la incertidumbre respecto del futuro. Sin embargo, los ingresos obtenidos por esas
actividades son rentas gravadas, (aún en la concepción más restringida de renta producto)
por cuanto derivan de una "profesión ". a la que el sujeto se dedica, o para la que tiene una
habilitación especial (título universitario, etc.).

Por último, este tipo de rentas supone normalmente la aplicación de cierto capital, de modo
que estrictamente dejan de ser puras rentas de trabajo. Como se dijo oportunamente, la
categorización se hace en función del factor productivo "predominante", es decir, el de
mayor influencia en el resultado final.

Por ende, se clasificarán como rentas derivadas del trabajo independiente aquéllas que, si
bien suponen aún capital, éste se utiliza solamente en la medida necesaria para posibilitar
el trabajo:
El trabajo que se posibilita mediante la aplicación del capital, es normalmente y como regla,
el propio; sin embargo, se admite que, en cantidades relativamente pequeñas, se utilice
incluso trabajó ajeno, como el caso de las secretarias, ayudantes, etc.
Como se advierte, las dos circunstancias antedichas pueden hacer que, en ciertas
situaciones, sea muy dificultoso diferenciar nítidamente cuándo se está en presencia de
rentas del trabajo independiente y cuándo ante rentas empresariales. Esa delimitación se
hace aún más confusa cuando las profesionales se asocian entre sí para prestar servicios
en común (sanatorios, etc.)...
De todos modos, y más allá de las dificultades de diferenciación, la consecuencia
importante de lo antes dicho radica en que ya en este caso no se puede afirmar, como se
hizo con las rentas del trabajo por cuenta ajena, que normalmente la renta bruta coincide
con la renta neta, por no admitirse deducción de gatos.
En estos casos, por el contrario, deberá admitirse la deducción de los sueldos que se
abonen, de otros gastos en que se incurran, e incluso, dependiendo de la amplitud de la
legislación, también la amortización del capital que se aplique a la actividad.

2. Forma de Remuneración

Aceptado que una cierta renta proviene del trabajo personal, su gravabilidad es
independiente de la denominación que reciba (sueldo, aguinaldo, bonificación, gratificación,
etc.), o de la forma que se pague.

En cuanto a esto último, debe señalarse que se consideran gravadas, tanto las retribuciones
en efectivo, como aquéllas que se otorguen en especie. En esta segunda categoría, entran
los casos en que la remuneración se integra con el otorgamiento de comida en el trabajo,
o vivienda, o asignación de automóvil para usos particulares o el pago de educación de los
hijos o el pago de seguros de vida, etc. Esos rubros deberán ser valuados monetariamente
e incorporados a la renta en efectivo.

Un caso especial, que ha de ser resuelto por aplicación de principios generales, lo


constituyen las remuneraciones pactadas "libres de impuesto", o sea en las que la carga
del impuesto es asumida por el remunerador del trabajo y no por el perceptor. En la medida
en que la obligación tributaria es de origen legal, y no puede ser alterada por pactos de
particulares, la solución básica del caso, a falta de previsión expresa de la ley, es entender
que la remuneración se integra, tanto por lo que percibe en forma neta el trabajador, como
por el impuesto que el tercero toma a su cargo, razón por la cual debe practicarse un
acrecentamiento en la base imponible.3

3.Casos Especiales
Algunos tipos de ingreso pueden dar lugar a problemas particulares:

a. Reembolso de gastos de viaje

Es bien posible que el trabajador se vea obligado, por rezón de su propio empleo, a
trasladarse de un lugar a otro, pernoctar en hoteles, etc. Desde el punto de vista del
gravamen como captador de capacidad contributiva; la solución teórica sería la de
considerar que por esos rubros el trabajador percibe renta, sólo en la medida en que el
pago hecho por el patrono por esos conceptos, le signifique un aborto. De lo contrario,
deberá verse en esas partidas la indemnización que paga el patrono por un gasto que el
empleado se vio obligado a hacer por razón de su trabajo, pero que no aumentó en nada
su capacidad contributiva.

En el plano positivo, es frecuente que las legislaciones o atiendan a las características


concretas de cada caso para determinar si hay remuneración o indemnización, o fijen
pautas diferenciales dependientes de la forma como se calculan esos pagos. En efecto, se
parte de la base de que si ellos se calculan como una suma fija por día, una parte puede
ser salario, ya que el empleado, reduciendo sus gastos efectivos, está en condiciones de
realizar algún ahorro; en cambio, si el patrono se limita a reembolsar los gastos
efectivamente incurridos, mediante rendición de cuentas, se estaría frente a una simple
indemnización, no gravada.

3Cuando el impuesto es de alícuota proporcional, la fórmula de acrecentamiento de renta es simple:


1/1-t , donde “t” es la tasa del impuesto.

Por ejemplo, en un sueldo pactado "neto de impuestos" en 10,000, siendo la alícuota de20%, el
acrecentamiento se calcularla aplicando la fórmula 1/1-0.20, dando un factor 1,25.

En el caso,12,500 es el ingreso total del cual, descontando su propio 20%, se obtiene un neto de
10,000.

Cuando la escala de alícuotas es progresiva, en cambio, el cálculo supone la utilización de fórmulas


más complejas.
b. Jubilaciones y pensiones
Este tipo de ingresos, tiene una relación sólo mediata con el trabajo; responde, no al trabajo
actual, sino al hecho de haber trabajado en el pasado. Las legislaciones no siempre gravan
estos ingresos, especia1nlente cuando ellos son servidos por arcas públicas, pero cuando
lo hacen, los engloban entre las rentas del trabajo.
Exige en este punto una directa relación entre el gravamen de la jubilación y el carácter de
deducible que tiene para el trabajador en actividad, la cuota de aporte al fondo de
jubilaciones.

c. Seguros de desempleo
Este rubro merece similares consideraciones al anterior, por cuanto las indemnizaciones se
reciben en momentos en que, por definición, la persona no se encuentra trabajando.
Sin embargo, es frecuente que las cotizaciones a tal fondo se permitan deducir, lo cual
justificaría considerar a esos seguros cuando se reciben, como derivados de la anterior
relación laboral.

d. Directores de sociedades anónimas


Desde un punto de vista formal, los directores de este tipo de sociedades son empleados
mandatarios de la Asamblea de accionistas y bajo tal ángulo en principio las retribuciones
que perciben como tales, serían rentas de trabajo. Sin embargo, atendiendo a la realidad
latinoamericana, que demuestra amplia predominancia de sociedades "cerradas", muchas
veces estas situaciones son extraídas del trato beneficioso que normalmente se otorga a
las rentas de esta categoría, haciéndolas incluir en la de actividades comerciales.

e. Participación en multas
Frecuentemente las legislaciones impositivas admiten que a los denunciantes de
infracciones se les otorgue un cierto porcentaje sobre la multa aplicada. Cuando el
denunciante es un particular, resulta un tanto difícil atribuir a esta partida carácter de renta
del trabajo, porque no puede afirmarse en abstracto que tenga una aptitud permanente para
enterarse de iIícitos tributarios y denunciarlos. En cambio, en el caso de 1os propios
funcionarios fiscales, cuando la legislación de fondo les permite constituirse en
denunciantes, la situación es distinta. y frecuentemente se consideran a tales
participaciones como integrando su remuneración y por ende sujetas al gravamen.

f. Quebrantos de caja

Se consideran tales las sumas pagadas por los patronos a los funcionarios que
habitualmente manejan fondos para compensar pequeños faltantes producidos por la
función.
A su respecto, como en relación con otras partidas similares, la solución de su gravabilidad
o no dependerá del concepto positivo de renta que adopte la legislación. En un criterio de
renta producto estricto, en principio no serán considerados renta, por cuanto son simples
indemnizaciones calculadas a "forfait" por los faltantes que inevitablemente se suden
producir en el manejo diario de la caja. En una concepción más amplia, en tanto se trata de
una riqueza que fluye desde terceros, podrían considerarse incluídos en el concepto, y por
ende, si no se les quisiera gravar haría falta previsión expresa de la ley. Como contrapartida
de considerar gravadas estas partidas, habría que aceptar que los quebrantos reales que
se produjeran, deberían poder ser deducidos.

g. Indemnizaciones por despido


La legislación laboral impone generalmente la obligación de que el patrono que quiera
prescindir de los servicios de un empleado, en caso de carecer de justa causa, le abone
una determinada indemnización, que normalmente se calcula en función del salario que
ganaba y de su antigüedad en la empresa.

Estrictamente, podrían distinguirse dos elementos dentro de esa indemnización: por un


lado, la reparación de un daño (daño emergente) que se causa al obrero, ingreso que por
su carácter simplemente reparatorio no entraría en el concepto de renta. Pero
conjuntamente con ello, también; existe una indemnización por los salarios que se recibirían
en el futuro (lucro cesante). Respecto de ese último elemento, podría sostenerse que debe
teóricamente considerarse renta, puesto que reemplaza un futuro ingreso, que estaría
gravado. Ello no obstante, muchas veces las legislaciones excluyen expresamente este
rubro de la definición de hecho gravado.

B. TRATAMIENTO ESPECIAL PARA LAS RENTAS DEL TRABAJO

Se discute en doctrina si el trabajo personal posee o no algunas características que hagan


procedente un trato especialmente benévolo hacia las rentas que de él se derivan.
En un plano totalmente teórico, podría decirse que el impuesto intenta captar la capacidad
contributiva a nivel de individuo y que esa capacidad, en sentido de poder económico, se
produce por todo ingreso que entre al patrimonio, independiente de su origen; desde el
punto de vista de las satisfacciones que depara o posibilita, es indiferente saber de qué
forma el mismo ha sido obtenido.
Sin embargo, varios argumentos han sido esgrimidos en favor de un trato especial para
este tipo de rentas.
En primer lugar, se dice que la renta del trabajo es más inestable que la proveniente de
otras fuentes, p. ej.: de la colocación de capitales, pues depende de la aptitud productiva
del individuo, que no es eterna.
En segundo término, se indica que el ser humano no puede "amortizar" su gradual pérdida
de capacidad productiva, como lo hacen las empresas con sus activos físicos.

Se señala además que la obtención de esa renta origina gastos (vestimenta, transporte,
que no siempre se admiten como deducibles).
Se indica también que en las rentas obtenidas bajo relación de dependencia las
posibilidades de evasión son mínimas, por cuanto normalmente están sujetas a un impuesto
de retención en la fuente, lo que determina que el peso real del impuesto sobre este tipo de
rentas sea mayor que en otras.
Y, por último, se indica que aún en términos de capacidad contributiva, las situaciones no
son absolutamente iguales a igualdad de ingreso, pues quien tiene su renta proveniente del
trabajo debe efectuar ahorros mayores, a fin de asegurarse ingresos cuando decline su
aptitud productiva, mientras que el que percibe rentas de otras fuentes puede
despreocuparse de ello, etc.

Estrictamente, aunque, la validez teórica de alguno de los argumentos precedentes sea


cuestionable, consideraciones de consenso popular han determinado (aún a costa de una
cierta alteración de la globalidad del sistema) un tratamiento de algún modo preferente para
este tipo de rentas.4
Este tratamiento especial se encuentra más justificado, en términos políticos, si se comparte
la afirmación de algunos autores en el sentido de que en muchos países el impuesto a la
renta amenaza con convertirse sustancialmente en un impuesto al trabajo, en la medida en
que los grupos de altos ingresos logran eludirlo mediante arbitrios diversos: anonimato en
sociedades de capital, etc.5

En cuanto a la forma de hacer efectiva la discriminación favorable a las rentas del trabajo,
las opciones existentes son varias:

En primer lugar, la discriminación puede hacerse dentro de un impuesto único, sea


asignando distintas tarifas para rentas del trabajo y del capital o de lo contrario, otorgando
una deducción adicional para las primeras, deducción que operaría a nivel de categorías.6

4
Respecto de la conveniencia de un- trato diferencial para las rentas del trabajo, dice Lucien Mehl:

"Es cierto que esta discriminación entre rentas de trabajo y rentas de capital -durante tiempo tenida
como una de las reglas esenciales de la distribución de impuesto sobre la renta- actualmente puede
discutirse. Las rentas de capital han sufrido serios quebrantos con l/l depreciación del signo, etc. Las
rentas del trabajo; que a veces han dejado de ser rentas modestas, se han consolidado en virtud de
la acción sindical la intervención estatal, la institución de la previsión social, etc. Desde el momento
que el impuesto sobre la renta grava una renta neta de la que se deduce "el costo humano'" la
discriminación no es ya 4eltodo evidente, y puede, incluso, no ser equitativa"(op. cit. pág. 159).

5 Para Ucieda (op. cit. pág, 128), existiría un tercer fundamento para la discriminación en favor del
trabajo, el cual radicaría "en la política económica, es decir, en la teoría del equilibrio del presupuesto
compensatorio. Este enfoque teórico necesita mantener estable la propensión al consumo, de aquí
que las rentas del trabajo tengan un trato tributario favorable respecto a las del capital, por tener
aquellas una propensión marginal al consumo mayor que éstas”.
6
La Comisión para el Estudio del Sistema Fiscal de Venezuela, dijo que "Sin embargo, si se desea
la diferenciación a favor de los ingresos ganados, puede obtenerse fácilmente sin recurrir a un
sistema cedular. Dada una estructura unitaria de cuotas de impuestos aplicables a todos los
ingresos, puede obtenerse la diferenciación ya sea excluyendo un porcentaje de los ingresos
ganados, mediante una cantidad absoluta de los mismos o con un porcentaje de ingresos ganados
hasta cierta cantidad, que se considere como tope, Así pues, si suponemos un primer grupo de 5,000
bolívares gravado con una tarifa del ocho por ciento y si se deseara gravar los ingresos ganados,
entonces podría deducirse el 25% de los ingresos ganados de los ingresos brutos, hasta negar a
una exención total de 1,250 bolívares (esto podría expresarse, también como una deducción especial
de los ingresos brutos),o bien podría usarse un crédito contra el impuesto de los ingresos ganados,
bajo el cual podría acreditarse al impuesto el dos por ciento de los ingresos ganados basta negar a
un .crédito total de 100 bolívares”.... "La diferencia significativa entre esos métodos es que el de
deducción o exclusión aplica los beneficios de las diferencias de los ingresos gallados a los niveles
Otra alternativa, puede ser el establecimiento de un impuesto adicional sobre las rentas del
capital, de modo de que en comparación las del trabajo resulten favorecidas.

Y, por último, también se ha señalado por algunos autores7 que el mismo resultado final se
lograría si, dejando indiscriminado el tratamiento en el impuesto a la renta, el sistema
tributario se completará con el establecimiento de un impuesto sobre el Patrimonio.

BIBLIOGRAFIA

1. BERNAL FERRERO, José, El impuesto sobre los rendimientos del trabajo personal.
Rev. Derecho Financiero, setiembre 1966, pág. 1399.

superiores de las tarifas de impuesto del contribuyente, mientras que el de crédito contra el impuesto
los aplica a las tarifas iniciales" (La imposición fiscal en los países en desarrollo, pág. 146).
7 Lagares Calvo (op. cit. pág. 19) comentando los argumentos a favor del impuesto al patrimonio,
dice que "el segundo argumento se apoya en la diferente disponibilidad de las rentas fundadas y no
fundadas y en consecuencia en el trato discriminatorio que debe aplicarse a cada una de ellas para
reflejar de ese modo su distinta capacidad tributaría. Tradicionalmente esta discriminación en el
gravamen se ha venido aplicando mediante desgravaciones en el ámbito del impuesto sobre la renta
concedidas a favor de las rentas no fundadas o rentas procedentes del trabajo. Ahora bien, todo lo
que represente un tratamiento diferente por tipos de ingresos en el ámbito del tributo personal impone
a éste la pesada obligación de separar cada clase de renta, con lo que incide inmediatamente en
problemas de definición e incluso de valoraciones diferentes (...). Por ello, parece más eficaz intentar
un tratamiento común para todas las rentas, tanto fundadas como no fundadas, con lo que se puede
establecer un impuesto sintético sobre las mismas mientras se encomienda la tarea de la
discriminación al Impuesto sobre el Patrimonio Neto, que puede recoger as{ la mayor capacidad
tributaría de las rentas fundada”.
2. DUE. Análisis económico, pág. 113.

3. GOODE. Individual lncome Tax, pág. 93 y 112.

4. KALDOR, N. Imposición de las utilidades de los negocios en Bird y Oldman, la


imposición fiscal en los países en desarrollo, pág. 168.

5. LAGARES CALVO. M.J. El impuesto al patrimonio neto. En publicación del Instituto


de Estudios Fiscales, Ministerio de Hacienda, Madrid, 1972.

6. MEHL, L, Elementos de ciencia fiscal, pág. 159.

7. RABINOVICH, Marcos. Réditos provenientes del trabajo personal realizado en


relación dependencia. Derecho Fiscal 1, pág. 171.

8. REIG, Impuesto a los réditos, pág. 135.

9. RUIVAL, R. Y YEMMA, J. C. Admisibilidad de las amortizaciones en las rentas de la


cuarta categoría. Derecho Fiscal XV, pág. 284.

10. SCOTTI, N. Incremento del Impuesto a las ganancias del personal tomado a cargo
por el empleador. La información XXXI, pág. 592.

11. SIMONS. Cap. 11 de su obra, en Hacienda Pública Española No. 3, pág. 195.

12. SIMESEN DE BIELKE, Sergio. Los socios "empleados" de las sociedades de


personas frente al impuesto a las ganancias.

13. SURIANO, Horacio. Cálculo del sueldo nominal necesario para obtener un cierto
sueldo neto. Derecho Fiscal XV, pág. 284.

14. UClEDA ARCAS, José. La discriminación tributaria de las rentas del trabajo de las
rentas del capital y de las rentas mixtas o empresariales. Hacienda Pública Española
No. 22, pág. 119.

CAPITULO VIII

RENTAS PROVENIENTES DE CAPITALES

Esta clase de rentas son generalmente consideradas de tipo pasivo, en cuanto se producen
por la simple afectación del capital a actividades productivas, diferenciándolas en
consecuencia de las rentas de tipo activo, caracterizadas por la actividad del titular (trabajo,
empresariales, etc.).
En puridad, y como se indicó oportunamente, la categorización de las rentas suele hacerse
en base a caracteres predominantes y no absolutos, y es de ese modo como debe
entenderse la afirmación precedente. Aun las clásicas rentas de capital puro, sea
inmobiliario o mobiliario, comportan una cierta actividad, pero ella es dirigida normalmente
sólo a la habilitación de la fuente productora, esto es, a colocarla en condiciones de
producir: arrendar el inmueble, concertar el préstamo, etc.
Estas rentas tienen, por lo general, las características clásicas de las rentas producto, y
especialmente, la de perdurabilidad de la fuente; tal circunstancia sirve para diferenciarlas
de las llamadas "ganancias de capital", que suponen la desaparición de la fuente, al menos
para quien las realiza, y que son tratadas en forma especial en el capítulo IX.
En su clasificación más simple, pueden dividirse, según la naturaleza del capital de que se
trate, en renta de inmuebles y renta de capitales mobiliarios sin perjuicio de las
subclasificaciones que, especialmente en estos últimos, puedan hacerse.

A. RENTAS DE INMUEBLES

Se engloban bajo tal denominación, las rentas derivadas de la explotación pasiva de


inmuebles, mediante la cesión de su utilización a terceros.
Si el inmueble fuera objeto de explotación activa, como sucede cuando es sometido a una
explotación agropecuaria, o cuando un baldío urbano es destinado a estacionamiento de
vehículos, las rentas derivadas de ello ya no serían rentas de inmuebles, sino que
provendrían de la utilización conjunta de capital y trabajo y por ende entrarían en otra
categoría.
Por consiguiente, las típicas rentas de esta categoría lo constituyen los arrendamientos
derivados de la locación de inmuebles, así como la renta imputada por utilización de la
vivienda propia, cuando la legislación positiva considera tal elemento comprendido en la
definición de renta gravable.

Pero por extensión, se suele incluir en esa categoría otros ingresos, que si bien no caben
en forma indubitable en ella, se considera razonable que tengan el mismo tratamiento que
los alquileres.
Ejemplos de ese tipo se encuentran, por ejemplo, en las contraprestaciones percibidas por
la constitución a favor de terceros de derechos reales tales como uso, usufructo, etc.
También suelen incluirse, aun cuando no son típicamente provenientes de la locación de
inmuebles, las rentas que provienen de arrendamientos de inmuebles amueblados,
considerándose a toda retribución como una unidad y dándole el régimen de los inmuebles.
Por último, también el contenido de la categoría suele extenderse hasta abarcar situaciones
que aunque referida a inmuebles, tienen una naturaleza distinta, como el caso de los
subarrendamientos: En tales casos, los beneficios que obtiene el que da en subarriendo.
en puridad provienen de la utilización de un derecho (el derecho al arrendamiento); sin
embargo, normalmente también se consideran a esas rentas englobadas en la categoría.
La renta bruta de este tipo de capitales coincide normalmente con el ingreso bruto, pero la
legislación generalmente cuida de que sean sometidos a gravamen todos los beneficios
derivados de la locación, algunos de los cuales pueden no estar reflejados en el precio del
arriendo.
Esta situación, se da, por ejemplo, cuando el arrendatario hace mejoras en la casa, mejoras
que quedan en beneficio del propietario, sin indemnización, al cesar el contrato; cuando el
arrendatario se obliga a tomar a su cargo el pago de impuestos y otros gravámenes que
corresponderían al propietario, etc.

En cuanto a los gastos de que se admiten como deducción, y que, junto con las
desgravaciones, IIevan al concepto de renta neta de categoría, son los encuadrados dentro
del principio de causalidad, o sea los necesarios para obtener y mantener la renta y
mantener la fuente. En este último aspecto, debe diferenciarse lo que son gastos de
mantenimiento o conservación del inmueble, que son deducibles, de los que puedan
significar mejoras permanentes (construcción de una habitación, instalación de ascensor),
que, en tanto son dirigidos a constituir la fuente, y no al mantenerla, no podrían deducirse
como gasto del ejercicio, sin perjuicio de que puedan ser amortizados.

Otro rubro de gastos que plantea problemas es el de los intereses, cuando la deuda ha sido
contraída para la adquisición o reparación del inmueble, por cuanto se afirma que tal
admisión discrimina contra los propietarios que no se han endeudado y contra quienes
alquilan. 1

Por las especiales características de la situación, en que los contribuyentes normalmente


no llevan anotaciones contables ni conservan documentos justificativos de gastos es
frecuente que las legislaciones les permitan optar entre deducir gastos reales debidamente
comprobados o una deducción de gastos presuntos, establecida en un porcentaje de la
renta bruta, involucrando todos los gastos necesarios para obtener la renta y mantener la
fuente. En tal caso, para evitar que el contribuyente utilice alternativamente el sistema que
le resulta más favorable, generalmente se establece que la opción debe ser mantenida
durante un cierto número de años.

Por último, es de señalar que el principio de causalidad conduce a admitir solamente los
gastos realizados en inmuebles productores de renta, de modo que no correspondería
deducción alguna por gastos en bienes que están 'les ocupados o no producen renta
gravada.

B. RENTAS DE CAPITALES MOBILIARIOS

Las rentas involucradas bajo tal rótulo pueden ser extremadamente variadas:
1. producidas por capitales invertidos mediante contrato de préstamo civil,
mercantil o de deuda pública;
2. producidas por capitales in tangibles , consistentes en propiedad intelectual
o industrial;

1GOODE, lndividual lncome Tax, pág. 122. Véase también MAXWELL, lncome Tax Discrimination
Against Renter, National Tax journal, St. 1973, pág. 491.
3. producidas por capitales invertidos mediante contrato de sociedad civil o
comercial;
4. producidas por la colocación aleatoria de un capital, como en el caso de las
rentas vitalicias;
5. producidas por bienes corporales de muebles arrendados

Algunas legislaciones incluyen también en esta categoría las sumas percibidas en


pago de obligaciones de no hacer, ya que desde el punto de vista jurídico puede
pensarse que el deudor de la renta es poseedor de un bien incorporal consistente
en el derecho a exigir una cierta abstención; sin embargo, desde el punto de vista
económico, parecería más lógico atribuir esas rentas a la categoría correspondiente
a la actividad cuya abstención se remunera.
Todos los rubros antes indicados, tienen la característica común de que comportan
rentas de capital puro, es decir, obtenidas por la cesión de un capital (corporal o
incorporal) para su utilización económica por un tercero. Ello no impide que la
habilitación deja fuente (hacer el préstamo, negociar el licenciamiento, etc.) pueda
significar alguna actividad pero ella, si existe, es de ínfima importancia y no alcanza
a privar del carácter de provenientes le capital a esas rentas. En materia de
participación en utilidades sociales, el punto puede prestarse a mayores
precisiones, que se harán en la sección correspondiente.

1. Intereses
Se consideran tales, a los efectos fiscales, toda suma que sea el producto de la
colocación de un capital mediante préstamo privado o público, cualquiera sea la
denominación o la forma de pago.
Se comprenden, por lo tanto, el producido de títulos, valores, bonos, letras,
debentures, préstamos, etc.
En lo que dice relación con los títulos públicos, es frecuente que en la ley que
establece su emisión, se les otorgue el carácter de exentos, solución que provoca
críticas desde el punto de ,vista de la equidad y administración del impuesto. 2

2 Normalmente el gobierno recurre a la exoneración de las rentas de sus propios títulos. como forma
de obtener dinero a una tasa de interés menor que la que debería pagar si constituyeran renta
gravable de su perceptor. Ahora bien, como los perceptores tienen diferentes tareas de imposición
medía a sus ingresos, según el nivel en que encuentran la exención discrimina contra los
contribuyentes de medianos ingresos, en favor de los de altos ingresos, pues éstos son los que
ahorran más, al tener tasas marginales más altas.
Desde el punto de vista administrativo, y muy especialmente si se admiten títulos al portador, este
tipo de papeles públicos crean dificultades casi insalvables a la administración.
También es común que, para obviar dificultades probatorias, las legislaciones
establezcan la presunción de que todo préstamo es oneroso, es decir, que genera
interés, indicando el tipo de interés presumido. Por lo general, se trata de una
presunción absoluta.3
En otro orden de ideas, debe destacarse, que cuando el deudor se compromete a
abonar cierto interés "libre de impuestos", o sea asumiendo él la carga tributaria que
para el perceptor significa el impuesto., la solución técnica consiste en practicar
"acrecentamiento de renta", considerando que el interés está compuesto tanto por
lo que se paga, como por el impuesto que se asume la obligación de pagar. Esta
situación es dable, no sólo en rentas de capitales, sino también en las provenientes
del trabajo y muy común en materia internacional.

2. Regalías
Antes que nada, es necesario aclarar que la palabra '"regalía" tiene una primera
acepción, como "retribución por utilización de recursos del subsuelo", pero no es en
ese sentido que se la utilizará en este trabajo; donde se tomará el vocablo en su
segunda acepción, de "remuneración por el uso de bienes corporales".
Como concepto introductorio, puede decirse que si los intereses constituyen la
remuneración típica de los capitales monetarios, las regalías representan la
remuneración típica de los capitales intangibles, provenientes de la propiedad
intelectual o industrial.
Sin embargo, al intentar precisar esa noción genérica, se advierte que en la doctrina
y legislación comparada existen dos conceptos, de muy diferentes alcances,
englobados por la misma palabra.
Podría así hablarse de un concepto restringido o estricto y de uno amplio respecto
a la noción de Regalía.
Las diferencias entre una y otra concepción, provienen de la solución que el
legislador dé a los siguientes tres puntos: a) qué tipo de bienes se remuneran
mediante regalías; b) qué clase de negocios referentes a esos bienes son los
englobados por la regalía; c) qué importancia, si alguna, tiene la forma de pactar la
remuneración.
En cuanto al primer aspecto, el más amplio concepto (del cuales ejemplo la
definición adoptada por la OECD),considera que la regalía puede remunerar: bienes
incorporales (derechos de autor, patentes, marcas de fábrica, procedimientos
secretos), o bienes corporales (películas cinematográficas y equipos industriales,

3 Con relación a legislaciones concretas, algunos autores han afirmado que la presunción de
intereses es solamente relativa, admitiendo prueba en contrario. Véase MARTlN, José M" op. cit. en
bibliografía. En puridad no habría motivos valederos para establecer una presunción solamente
relativa, especialmente en legislaciones que imputan renta ficta a quien p. ej. cede gratuitamente el
goce de una vivienda a un tercero.
comerciales o científicos), así como servicios (informaciones relativas a
experiencias industriales, comerciales o científicas).
En las versiones más restringidas, se excluyen los servicios (que serían, según los
casos, o trabajos personales o servicios de empresas), y se excluyen los bienes
corporales (que darían lugar a arrendamientos de bienes muebles, o
eventualmente, a rentas de industria y comercio) limitándose solamente a los bienes
incorporales.
En cuanto al segundo aspecto, en su figura típica, la regalía remunera negocios por
los que se cede temporariamente el derecho a usar esos bienes. Pero algunas
legislaciones amplían el concepto, considerando también regalías la remuneración
que se obtiene por la transferencia definitiva de algunos de esos bienes.
Y, por último, en cuanto a la forma de pactar la remuneración, algunas legislaciones,
por motivos prácticos, han definido las regalías en base a que el monto de las
mismas se determine en relación con una unidad de producción, de venta, de
explotación o de utilidades, en tanto, para otras, la forma de pactar la retribución es
irrelevante para asignar o quitar carácter de regalía a la contraprestación, debiendo
atenderse a la naturaleza sustancial del negocio.4
Debe tenerse presente que las distintas acepciones del concepto de regalía, que
tienen alta importancia en materia de tributación internacional, no son en cambio tan
relevantes en la estructuración interna del impuesto a la renta, especialmente si la
categorización de rentas responde solamente a propósitos de facilidad técnica, sin
involucrar discriminación en el tratamiento sustantivo de las rentas.
En Cuanto a la base imponible en materia de regalías, la renta bruta equivale
normalmente al ingreso bruto, admitiéndose generalmente la deducción de los
gastos que correspondan al principio de causalidad.
Debe hacerse mención del hecho de que, si la regalía fuera percibida por una
empresa, muy posiblemente la legislación no le otorgará el tratamiento previsto para
las rentas de capitales mobiliarios, sino que la considerará un ítem más dentro de
los beneficios de las empresas, rigiéndose en consecuencia por las normas de éstas
en cuanto a la deducción de gastos.
Una importante consecuencia práctica de tal criterio radicará en que.!os gastos de
investigación, que por ser destinados a la formación de la fuente, posibleri1ente no
serían deducibles de la regalía encarada como colocación de capital mobiliario,
podrán entonces ser deducidos, al jugar como gastos normales de la empresa.
3. Participación en Utilidades de Sociedades
Teóricamente, también en esta materia debería poder ser fácil el distinguir lo que
es remuneración del capital colocado a riesgo mediante inversión, y lo que puede
ser auténtica renta mixta de capital y trabajo.

4Véase VALDES COSTA, Abusos en los gastos incurridos en el exterior, conferencias en CIET
publicadas en Derecho Fiscal XXI, pág. 1.
Sin embargo, en la realidad de las cosas, muchas veces la inversión de capital lleva
aparejada participación del inversionista, en la marcha de la sociedad. Esta
situación es común en sociedades; personales y en anónimas de tipo "cerrado"
(véase el capítulo V).
En la medida en que esa participación personal del inversionista se remunere
separadamente, mediante sueldo, y la legislación lo admita, podría considerarse
que la restante es retribución pura del capital; pero sin embargo no siempre las
legislaciones siguen ese camino.
El tema está, obviamente, determinado por la solución que se dé al problema que
se analizará más adelante, referido a la conexión entre la imposición a la empresa
y la imposición al empresario.
En gran simplificación, puede decirse que en materia de sociedades personales, la
tendencia mayoritaria es a considerar las utilidades como distribuidas entre sus
socios, independientemente de que lo hayan sido efectivamente o no; en tales
condiciones, por lo general se consideran rentas provenientes de la aplicación
conjunta de capital y trabajo y no tributan en la categoría de rentas de capitales.
En cambio, en materia de sociedades anónimas, se entiende que el accionista es
un auténtico inversionista, que coloca su capital en un tercero, razón por la cual la
remuneración, bajo forma de dividendo, entra en esta categoría. En puridad,
estrictamente habría que distinguir entre sociedades "abiertas" y "cerradas",
asimilando las últimas a las sociedades personales y reservando a los accionistas
de las primeras el trato de sus rentas como derivadas exclusivamente de capital;
pero la distinción tropieza con dificultades administrativas o legales, razón por la
cual no es frecuente encontrarla en la legislación comparada. 5
Los dividendos generalmente se consideran gravados, no sólo cuando son
abonados en efectivo sino también cuando su pago se produce en especie,
valuándose los bienes entregados a su valor de mercado.
Sin embargo, existe un caso que ha sido especialmente discutido en toda la
literatura tributaria, que es el de pago del dividendo en acciones de la propia
empresa.
Se trata de un problema clásico en la Ciencia de las Finanzas, que abarca, no
solamente el caso del dividendo pagado en acciones, sino todas las otras
situaciones que en la sociedad entrega acciones a sus accionistas sin exigir de
éstos contrapartida: p. ej.: cuando se capitalizan reservas constituidas con
beneficios de años anteriores o cuando se reevalúan los bienes del activo fijo y en
base a tal nuevo valor del capital se emiten nuevas acciones.

5
A una distinción de este tipo se orienta la categorización, introducida en las últimas reformas del
Internal Revenue Code, de las "closely held corporations" (sociedades anónimas completa- mente
controladas). Del mismo modo, en la legislación colombiana existen previsiones, pero únicamente
para las sociedades de tipo familiar.
El tema ha sido arduamente discutido, pues involucra una cierta toma de posición
respecto del concepto de renta, y además, porque respecto de él es que se ha
planteado, con mayor énfasis; la polémica respecto de los requisitos de "realización"
y "separación" que parte de la doctrina exige en la renta.
Un sector doctrinario afirma que en tales casos el accionista no recibe renta alguna,
pues simultáneamente bajan de valor las acciones que poseía; desde ese punto de
vista, se dice que la distribución de acciones liberadas no le agrega nada a lo que
ya tenía. Es cierto, se agrega, que ese mayor valor puede provenir de ganancias
sociales de ese año; pero si éstas se hubieran mantenido en reserva, sin
capitalizarse, el accionista no habría tenido que pagar nada por ellas; el hecho de
haberse capitalizado y. distribuido los títulos representativos de esa capitalización,
no agrega nada sustancial; no gravándose las simples valorizaciones no realizadas,
no procede tampoco gravar este caso. Por último, se dice que la percepción de un
dividendo supone que alguna parte del patrimonio social .pase al patrimonio
individual del accionista. y eso no sucede en la hipótesis examinada, donde no
puede decirse que hay pago con fondos sociales. 6

En contra de los argumentos antes citados, y afirmando que en el caso hay auténtica
percepción de renta, se indica que al accionista le bastaría con vender las acciones
para hacerse del efectivo; que es un caso de pago en especies, habiendo acuerdo
en que no por no ser monetario el dividendo se sustrae a la imposición; desde ese
punto de vista, el accionista que mantiene las acciones recibidas en dividendo, debe
ser visto como quien recibe dividendo en efectivo y con él compra nuevas acciones.
Otro argumento que se utiliza, hace hincapié en que de otro modo, se produciría
una franca discriminación contra las sociedades de personas, donde las utilidades
son automáticamente atribuidas a los socios.7.

6
Es célebre la fundamentación del Juez Pitney en el "leading case" norteamericano sobre la materia
(Eisner vs. Macomber):
"Un dividendo en acciones muestra que los beneficios de la compañía han sido capitalizados, en vez
de distribuirse a los accionistas o retenerse como beneficios disponibles para su distribución en
moneda o en especie en su oportunidad. Lejos de ser una realización de beneficios del accionista,
tiende más bien a posponer tal realización y el fondo representado por las nuevas acciones ha sido
transferido de beneficio a capital y no es disponible para su actual distribución. El hecho esencial es
que el accionista no ha recibido nada fuera del activo de la compañía para su uso separado y
beneficio; por el contrario, cada dólar de su inversión original, junto con cualquier incremento o
acumulación que ha resultado del empleo de su dinero o del de otro accionista en 10.\ negocios de
la compañía, aún permanece "bienes de la compañía y sujeto a los riesgos de los negocios, de los
cuales pueden resultar pérdidas de la inversión total". Una trascripción completa de este fundamento
de voto se encuentra en García Belsunce, El Concepto de rédito, pág. 196 a 200.
7.
Dice García Belsunce (El Concepto... pág. 129) “... no comparto la tesis del caso "Eisner vs.
Macomber", porque considero que la percepción de las acciones liberadas, en tanto no importe una
pérdida de valor para las acciones que estaban en circulación, que baga que la tenencia total del
accionista después de haberlas recibido sea igual o menor que la que tenía antes de ese momento,
En buena medida, la consideración del problema debe realizarse teniendo a la vista
la totalidad del sistema y especialmente la regulación que reciban las ganancias de
capital, y dentro de éstas los resultados de la enajenación de acciones, para
apreciar la trascendencia práctica de una y otra solución. Si las diferencias entre
precio de compra y venta de acciones son, en todo caso, gravadas, el no
consideradas como renta tendría importancia pero sólo desde el punto de vista
financiero de aplazamiento de impuesto, así como de la eventual diferencia que
existiera entre la tasa personal progresiva del perceptor y la proporcional de las
ganancias de capital; un sistema de este tipo supone posibilidad de individualizar
todas las operaciones, así como a los accionistas, y que las acciones recibidas cano
liberadas sean computadas a un costo cero. También, debería preverse que la
hipótesis de rescate de acciones por la propia sociedad se equipare a percepción
de rentas, pues de otro modo sería muy obvia la maniobra de repartir dividendos en
acciones y a continuación rescatarlas en efectivo.
No pudiendo reunirse todas esas condiciones, la solución más razonable parece
consistir en considerar renta percibida los dividendos en acciones.
También es relevante, en la consideración de este punto, el tratamiento que el
sistema tributario dé al problema de la integración de la tributación de la empresa y
del accionista. En efecto, si se optara por el sistema de "transparencia fiscal", que
en definitiva otorga a las sociedades de capital el mismo tratamiento que a las de
persona, considerando íntegramente distribuidas las utilidades, el problema no
existiría; pero en los demás sistemas, la no consideración de las acciones liberadas
como distribución de utilidades puede alterar los efectos del régimen. 8

importa la incorporación a su patrimonio de una riqueza nueva, separada del capital y capaz de
realizarse, en cuanto tiene un valor perfectamente determinable, que como tal representa una
riqueza consolidada, cierta y estable".

Pese a tal postura teórica, más adelante agrega que "Sin perjuicio de ello, criterios de política
económica pueden aconsejar en un momento dado que los sistemas tributarios se aparten de ellos
y declaren la no imposición de tales supuestos, sea porque se establezcan impuestos reales a la
sociedad, prescindiendo de toda forma de gravamen a las distribuciones, o porque tendiendo a
fomentar la capitalización de las empresas, se exima del impuesto a esta forma de disponer de los
beneficios sociales" (pág. 130).

8
Un problema en cierto modo ligado al anterior, lo constituye el denominado "dividendo de liquidación
", o sea el plus que, por encima del valor nominal de la acción, puede obtenerse como rescate del
capital al producirse la disolución y liquidación de la Sociedad.

El tema es altamente dependiente del concepto de renta que tenga la legislación y del tratamiento
que se brinde a las ganancias de capital.

En cuanto a lo primero, un concepto de renta producto, ortodoxo en cuanto a los requisitos de


periodicidad y permanencia de fuente, muy posiblemente dejaría fuera esa ganancia, catalogándola
como ganancia de capital. En cambio, en el concepto de flujo de riqueza, muy posiblemente sena
considerado renta. En el criterio de consumo más incremento de patrimonio, las sucesivas
valoraciones de la acción irían siendo gravadas periódicamente, independientemente de que se
realizaran o no.
4. Rentas Vitalicias
Este tipo de rentas presenta algunos problemas a la técnica fiscal, por el hecho de
constituir, en puridad, en parte retorno del capital colocado bajo riesgo aleatorio y
en parte renta derivada de la operación.
Una solución puede consistir en recurrir a tablas actuariales sobre posibilidad de
vida de cada persona en particular y aplicar la porción de capital que de ellas resulte;
pero se trata de una fórmula con bastantes dificultades prácticas.
En virtud de ello, muy frecuentemente las legislaciones autorizan a que, en cada
pago de renta vitalicia, un cierto porcentaje de la misma se impute a recuperación
del capital, hasta llegar al monto total del mismo.

5. Arrendamiento de Bienes Muebles


Estas rentas constituyen el producido de capitales corporales muebles y en general
siguen los principios ya vistos en cuanto al concepto de renta brota y principio de
causalidad para las deducciones.
Un caso especial lo constituye el contrato de "Ieasing" o arrendamiento con opción
a compra, de amplia difusión en los últimos años.
En tanto quien de en "Ieasing" sea una persona física no empresaria, se aplicarán
al caso las normas del contrato al que pueda ser más fácilmente asimilable;
normalmente, se verá en la operación una especial forma de locación de bienes
muebles o inmuebles, según el caso; pero en algunas circunstancias, se ha
entendido que el elemento preponderante es el de una colocación financiera, con lo
cual sus rentas derivarían de la colocación de capitales monetarios.
Con todo, en la gran mayoría de los casos las operaciones de "Ieasing" son
realizadas por empresas, como parte de su giro; esa circunstancia hará que su
producido sea considerado como renta empresarial y no de colocación de capitales,
atento a lo ya expresado en el sentido de que la división en categorías normalmente
no se aplica cuando el perceptor es una empresa. En algunas legislaciones
latinoamericanas este tipo de contratos se ha previsto expresamente, para que la

Si se considerara que el dividendo de liquidación constituye una ganancia de capital, el punto


quedaría involucrado en el tratamiento que estas tuvieran en general; pero de todos modos, para la
persona física, la utilidad no estaría dada por la diferencia entre valor de liquidación y valor nominal,
sino entre el primero y el costo que para la persona tuvo la acción (por cuanto es posible que ya la
hubiera comprado con su valor acrecido, constituyendo ganancia de capital en cabeza de su
vendedor).

Las anteriores consideraciones no serían de aplicación si el accionista fuera una empresa, por
cuanto, siendo común que a su respecto se adopte el concepto de "empresa fuente" o de "balance",
el dividendo de liquidación quedaría calificado como renta gravada.
solución aplicable conste claramente y emane del propio legislador; a falta de
preceptos explícitos, las exactas consecuencias tributarias de la operación no
pueden menos que provocar dudas.9

BIBLIOGRAFIA

1. CLAVIJO HERNANDEZ, F. Estructuras y función del impuesto sobre las rentas


del capital en España, en Hacienda Pública Española, No. 47, 1977, pág. 181.
2. GlULIANI FOROUGE, Impuesto a los réditos, pág. 341 a 371.
3. LEJEUNE V ALCARCEL, E. Notas sobre la presunción de intereses en el
impuesto sobre las rentas del capital: evolución histórica y significado actual. En
Boletín DGI Argentina, N. 299, noviembre 1978, pág. 479.
4. LOPEZ, Alberto T. En tomo al tratamiento fiscal de los contratos de arrendamiento
(Leasing) en Derecho Fiscal T. XXVH, pág. 1121.
S. MARTIN OVIEDO, José M. Naturaleza y régimen jurídico de las operaciones de
leasing, en Revista de Derecho Financiero y Hacienda Pública, No. 106/107.
6. REIG, E. Impuesto a los réditos, cap. IX y X.

9 En algunos países como México (art. 19, VI, b., y art. 21 XII), Brasil (Dic. 78.186 art. 220) se han
reglamentado los efectos de la operación de “leasing”, tanto desde el punto de vista del dador como
del tomador. En otros países, en cambio, en ausencia de norma especial, el tema sigue siendo
opinable; para Argentina, véase la opinión de Enrique Reig, en el Impuesto al valor agregado, Ed.
Contabilidad Moderna, Bs. As. 1975, pág 166 y la réplica de Alberto T. López “En torno al tratamiento
fiscal de los contratos de arrendamiento (leasing)” en Derecho Fiscal T. XXVII, pág 1121.

Para el derecho español, pueden consultarse las obras de Oviedo y Soto Guinda citadas en
bibliografía.
7. SOTO GUINDA, J. Tributación de las empresas y operaciones de '7easing", en
Hacienda Pública Española No. 48, 1977, pág. 129.

CAPITULO IX
TRATAMIENTO DE LAS GANANCIAS DE CAPITAL

A. CONCEPTO

Los distintos bienes que pueden integrar el patrimonio de un titular son susceptibles de ser
divididos, de acuerdo a su afectación, en bienes de cambio y bienes de capital. Los primeros
son aquellos que son objeto de comercio por parte del titular y por ende están en su
patrimonio destinados a enajenados. Los segundos, en cambio, en tanto no son objeto de
comercio, son productores de rentas al explotárseles en forma pasiva o al ser combinados
con trabajo, o simplemente proporcionan rentas de disfrute o uso.
El concepto de ganancias de capital dice relación con la valorización que puede
experimentar esta segunda clase de bienes y puede ser manejado en un sentido amplio o
restringido,
En un sentido amplío, se considerarían ganancias de capital todos los aumentos en el valor
de venta de los bienes de capital, sin que fuera necesario que ellos se hubieran
efectivamente realizado mediante una enajenación. Por consiguiente, caerían dentro del
concepto las simples valorizaciones experimentadas por esos bienes, aunque no se
hubieran efectivizado en operaciones de traspaso de propiedad.

En un sentido restringido, en cambio, sólo se comprenden en el concepto de ganancias de


capital aquellas "realizadas", es decir, concretadas mediante una enajenación. Es en este
último sentido que se utilizará la expresión en el presente capítulo, salvo expresa indicación
en contrario.

Desde el punto de vista de la situación fiscal de esos beneficios, puede decirse que el de
ganancias de capital es un concepto residual, por cuanto su inclusión o no en el ámbito de
un gravamen sobre la renta, depende fundamentalmente del propio concepto de renta que
adopte la legislación.1

En un criterio de renta como equivalente a "consumo más incremento de patrimonio", las


ganancias de capital, tanto entendidas en sentido restringido como amplio, quedan
inequívocamente comprendidas dentro del concepto de ingreso gravado. El impuesto
recaería, no solamente sobre las ganancias de capital realizadas sino también sobre
aquellas resultantes de simples valorizaciones. La inclusión en la materia gravada se
produciría por el juego mismo de la aplicación del concepto rector; la consideración como
renta de los incrementos patrimoniales implica por definición la inclusión de las
valorizaciones de los bienes de capital no realizadas, y por su parte, las ganancias de capital
realizadas durante el ejercicio figurarían o como ahorro existente al final del período o como
consumo realizado dentro de él.

En el criterio de "flujo de riqueza", las simples valorizaciones no resultarían alcanzadas,


puesto que nada nuevo ha llegado desde terceros al patrimonio del contribuyente. En
cambio, quedarían comprendidas todas las ganancias de capital. realizadas, las que
deberían sumarse a las rentas comunes del año. Este criterio no es absolutamente
incompatible con la posibilidad de que se establezca algún tratamiento discriminatorio para
este tipo de ganancias; pero en principio, la solución teórica sería la de considerarlas
ingresos comunes del año.

En el criterio de "'renta producto", en cambio, ninguna ganancia de capital resultaría


alcanzada por el impuesto a la renta. En efecto, esas ganancias no son periódicas, ni
permiten la subsistencia de la fuente, sino que al contrario, la fuente se extingue (para el
contribuyente) al realizar la operación. 2

1 Dice Onitcanschi (op. cit. p, 443) que "una de las escasas uniformidades que es dable observar
con respecto al problema de la definición de las ganancias de capital, es que ésta procede por
exclusión de la de réditos, No es extraño que así sea, puesto que constituyen términos
complementarios de un conjunto: el de las variaciones patrimoniales".
2
Dicen Allix y Lecercle: "Es igualmente la existencia de una fuente durable la que explica que se
pueda vivir consumiendo renta sin empobrecerse, y que se enriquezca al no consumirla del todo,
mientras que uno se empobrece y arriesga, al contrario, arruinarse, si consume su capital. Este
hecho esencial comanda todas las reglas de la gestión de las fortunas públicas y privadas, y domina
también la legislación fiscal. Todo gravamen sobre el capital disminuye la fortuna de los
contribuyentes; el impuesto que no alcanza sino a la renta, deja por el contrario, sus facultades
intactas para el año siguiente" (op. cit. p. 168).
B. CRITERIOS DE IDENTIFICACIONDE LAS GANANCIAS DE CAPITAL

Normalmente las legislaciones tienen la necesidad técnica de dar criterios que permitan
diferenciar nítidamente las ganancias de capital de las demás rentas. Esa necesidad es
clara en el caso de que la ley adopte el criterio de renta producto, pues de ella derivará que
las ganancias de capital no resulten alcanzadas por la imposición. Pero ella se presentará
también en todo otro régimen que, aunque gravándolas, les brinde algún tipo de tratamiento
discriminatorio respecto de los demás ingresos.

Las posibles pautas que la ley puede contener para decidir si se está frente a una ganancia
de capital o a un ingreso corriente, pueden referirse, alternativa o conjuntamente, al tipo de
sujeto que realiza la operación, o a la naturaleza de la operación, al tipo de bien que está
siendo enajenado o a la habitualidad del sujeto en la enajenación de esos bienes.

1. Naturaleza del Contribuyente

En varias legislaciones, el primer criterio identificatorio para saber si una enajenación da


lugar a ganancias de capital, consiste en indagar sobre las características del sujeto que la
realiza. Si el sujeto es una Sociedad de Capital (o, en otras legislaciones, una empresa,
aunque revista otra forma jurídica)el resultado no se tipifica como ganancia de capital, sino
que se confunde con las demás rentas, sin perjuicio de que puedan existir algunas normas
especiales para la determinación de la ganancia (en especial, cómputo de las
amortizaciones).

Ello es debido a que esos sistemas adoptan, en materia de Sociedades de Capital (o


empresas) criterios del tipo de "empresa fuente" o de "teoría del balance" (Véase cap. 11).
En consecuencia, basándose en que esas entidades son por definición lucrativas y que
todas las utilidades que obtengan, habituales o no, propias de su giro o no, son gravables
como rentas comunes, resulta excluida la posibilidad lógica de distinguir las ganancias de
capital, concepto que queda restringido entonces, a las personas naturales o a las personas
naturales no empresarias.3

3
En la teoría de .la renta producto ortodoxa, no todos los beneficios que obtiene una empresa son
considerados renta. El siguiente párrafo de Allix y Lecercle ilustra acabadamente este temperamento
(que, como .ve indica en el texto, normalmente es superado por la legislación positiva actual, que se
afilia a la teoría del balance en materia de renta de empresas).

"Una empresa obtiene beneficios de la venta de productos que fabrica o con los cuales comercia;
estos beneficios son renta. Son igualmente renta, a nuestro entender, los beneficios provenientes de
la venta de residuos, o de las máquinas que se reemplazan por estar fuera de uso, o para modificar
el equipo. Esas no son operaciones excepcionales; la utilización de residuos, el rejuvenecimiento del
material son hechos normales y corrientes en una explotación; su producido es producto de la
explotación, que no disminuye el fondo productivo, lo mismo, por ejemplo, que los premios de
concursos literarios son, para el escritor, bonificaciones que forman parte de los beneficios normales
de su profesión. Si la empresa, por el contrario, vende con beneficio uno de sus inmuebles, o uno de
los títulos de su cartera, o el fondo de comercio mismo, este beneficio no es una renta. La operación
no es inherente al ejercicio normal de la explotación; ella es excepcional y no renovable; ella se debe,
no a la explotación sino a la cesión con plusvalía del fondo productivo y en sí mismo" (op. cit. p. 180).
2. Tipo de Operación de que se trata

En otros casos, es el tipo de operación el que arroja consecuencias en cuanto a la


caracterización de la ganancia obtenida.

En efecto, en muchas legislaciones se contemplan ciertas operaciones que, por sí solas,


hacen que el beneficio pase a considerarse como renta común. En general la ley contempla
en tal carácter operaciones que, aunque aisladas, denotan "espíritu de empresa" o "ánimo
mercantil"; tal es el caso de los fraccionamientos o loteos, la construcción o compra de un
edificio para vender en propiedad horizontal, etc.4

3. Naturaleza del Bien Enajenado

En varias legislaciones la índole misma del bien de que se trata puede determinar que los
beneficios que se deriven de su venta sean gravados a título de renta común, aunque el
enajenante sea una persona física y la operación sea aislada y no periódica.

Ello es frecuente tratándose de enajenación de bienes tales como el valor llave de un


negocio o patentes de invención, licencias de explotación, cesión de derechos de autor, etc.
(Véase nota 19 del Cap. 11).

4. Habitualidad de la Operación

Véase en Juan Pedro Castro citado en bibliografía una extensa exposición de los criterios aplicables
en materia de ganancias de capital de empresas, si a su respecto no se siguiera la teoría del balance
o de la empresa fuente.

4
Una clase de operaciones que puede plantear problemas especiales son las de tipo gratuito:
herencias, donaciones. Al constituir enajenaciones, ellas completan un ciclo de valorización del bien
en manos de su titular, y por tanto podrían ser asimiladas a un acto de realización, exteriorizador de
capacidad contributiva, y gravarse tomando en cuenta su valor real en ese momento (ya que no
habrá 'precio ", por definición).

Pero normalmente las legislaciones no adoptan ese criterio, y prefieren resolver el problema en
cabeza del perceptor; en el criterio estricto de flujo de riqueza, lo recibido por herencia o donación
será renta del perceptor; y aunque se adopte tal criterio, de todos modos la inexistencia de un “precio
de adquisición” arrojará consecuencias sobre la forma de computar la ganancia de capital que a su
vez el perceptor haga en el futuro.

En efecto, habrá que determinar qué costo ha de tener ese bien para el heredero, cuando en el futuro
lo enajene.
Las opciones más razonables son dos: o tomar el costo originario que tenía el bien para el causante
(puesto que el aumento de valor producido en vida de éste no fue gravado a su muerte), o tomar el
valor fiscal que el bien tuvo en la sucesión o donación; en este último caso, todas las ganancias de
capital producidas en manos del anterior titular quedan fuera de imposición.

Problemas muy similares a los indicados, pueden plantearse respecto del aporte de bienes a
sociedades.
Este es quizá el criterio más difundido, pero también el que más dificultades plantea en-~
concreción en pautas exteriores que definan los casos límites. '

Ello se debe a que el criterio de la renta producto (que diferencia entre rentas y ganancia
de capital según subsista o se agote la fuente en la operación), no siempre resulta de clara
aplicación, en circunstancias en que se vuelve dificultoso ubicar exactamente cuál es la
fuente, o dicho de otro modo, si el bien enajenado reviste la condición de bien de capital o
mercadería. Para poner ejemplos extremos, un mismo hecho (por ej. la venta de un
inmueble) puede dar lugar a ganancias de capital, si lo hace un particular o a una renta
producto, si es efectuada por quien hace su profesión habitual de la compra-venta de tales
bienes. En el primer caso, el inmueble es una fuente que, para el vendedor, se extingue en
la enajenación; en el segundo, en cambio, la fuente de la renta lo constituye la combinación
de capital y trabajo. 5

Para soslayar el problema casi insoluble que se plantearía en los casos intermedios
(persona que vende dos, o tres, o varios inmuebles en un año), poder dar pautas definitorias
claras que permitan identificar cuándo hay ganancia de capital y cuándo renta, muchas
veces la legislación atiende a uno o varios de estos elementos exteriores:

a. Período de tenencia

Es muy frecuente que, para cortar discusiones respecto de si determinado bien fue poseído
a título de capital o de mercadería, las legislaciones atiendan única o primordialmente a la
duración del bien en el patrimonio del contribuyente; en consecuencia, los activos poseídos
durante menos tiempo que el fijado por la ley se entiende que generan ingresos corrientes
y los que sobrepasan ese lapso, dan lugar a ganancias de capital.

b. Frecuencia de operaciones

Otro criterio seguido, es el de atender a la cantidad de operaciones del mismo tipo que el
sujeto ha realizado en un período dado, antes de la enajenación cuyo carácter interesa
determinar.

c. Inclusión en el objeto social

Este criterio es de exclusiva aplicación en materia do sociedades, cuando el régimen de la


Ley permite la posibilidad de que una entidad de ese tipo tenga ganancias que no sean
incluidas como rentas comunes, es decir, cuando no sigue enteramente la teoría de la
empresa fuente.

d. Importancia y relación de la operación con el giro del negocio

Como el señalado en el párrafo anterior, este criterio, de aplicación únicamente en


empresas, sólo admite ser aplicado si no se sigue el criterio de empresa fuente.

5
La diferencia es claramente explicada por García Belsunce (El Concepto de rédito, p. 122). “Las
ganancias resultantes de la realización de bienes, llamadas 'ganancias de capital' también derivan
de una fuente productiva, pero a ésta le falta la condición de ‘durabilidad', pues obtenido el producto
(ganancia) la fuente, que es el mismo bien que la ha producido, desaparece. Si se pretendiera
sostener que el precio obtenido sustituye al bien realizado y constituye fuente para nuevos réditos,
estaríamos entonces admitiendo que el bien enajenado no era un bien de capital sino una
mercadería".
C. ALTERNATIVAS EN CUANTO AL TRATAMIENTO FISCAL

Conforme se ha dicho, los criterios más contrapuestos en cuanto al concepto de renta,


darían como resultado dos tratamientos absolutamente extremos; en la óptica de renta
producto, las ganancias de capital no resultarían gravadas; bajo la luz del criterio de
consumo más incremento de patrimonio o de flujo de riqueza, ellas quedarían alcanzadas
como rentas comunes del año.

Sin embargo, así como las legislaciones rara vez siguen en forma absolutamente ortodoxa
ninguno de los criterios teóricos, del mismo modo es posible observar, en cuanto al
tratamiento de las ganancias de capital, una serie de fórmulas intermedias. Algunas veces,
esas fórmulas suponen considerar esas ganancias en el impuesto general, pero con
sistemas especiales; en otras ocasiones, se acude al establecimiento de un impuesto
independiente.

Por tal motivo, las diferentes soluciones positivas pueden alinearse en tres variantes; 1) la
no imposición de esas ganancias; 2) su consideración como rentas del ejercicio (con o sin
régimen especial); 3) su sometimiento aun impuesto independiente del de rentas. A
continuación se indicarán las principales alternativas al respecto.

1. La No Imposición de las Ganancias de Capital

Los argumentos en favor de no gravar este tipo de ganancias, y sus principales críticas,
pueden resumirse de la siguiente manera:

Desde el punto de vista ortodoxo de renta producto, sólo deben ser gravadas las rentas
típicas, ya que ellas son periódicas (se vuelven a generar a partir de la fuente) y sólo de
esa manera es posible dejar intacta la fuente, gravando su producido.

Se replica a este argumento, indicando que, en términos de capacidad contributiva, las


ganancias de capital también producen bienestar, lo cual justifica que sean incluidas en la
base imponible, o por lo menos que estén sujetas a algún gravamen.

En segundo lugar, se agrega que las ganancias de capital son irregulares e inesperadas y
por eso no pueden ser consideradas como otorgando la misma capacidad contributiva que
da una renta típica, de la que es posible esperar su reaparición periódica en el futuro. Como
se ve, el argumento justificaría a lo sumo un tratamiento discriminatorio, pero no conduce
necesariamente a dejar de lado esa materia imponible.

En tercer término, se dice que en muchos casos las ganancias de capital son sólo aparentes
y reflejan simplemente el deterioro de la moneda producido por la inflación; son ganancias
meramente nominales y no reales.

Este argumento también es objeto de contestación en la doctrina financiera, y desde un


doble ángulo. Algunos autores, entienden razonable y equitativo que esas ganancias de
inflación vengan a resultar gravadas.6 Pero la mayoría de la doctrina, entiende implícito en

6
Entre los argumentos que da para fundamentar su opinión en el sentido de gravar las ganancias
de capital en Latino América, dice Goode (op. cit. p. 251).
un régimen de imposición a las ganancias de capital un reajuste de los valores originarios
en función de la inflación ocurrida durante el período de tenencia, de modo de que
resultarían gravadas solamente las reales ganancias, depuradas del elemento
inflacionario.7

Por último, se indica que un gravamen de este tipo produce el denominado "efecto
congelamiento": los contribuyentes se vuelven reacios a desprenderse de sus bienes
patrimoniales, porque al hacerlo realizan ganancias imponibles. Esa retracción general de
operaciones deteriora la economía, que requiere fluidez de mercados, y en especial, se
dice, dificulta el acceso de fondos hacia nuevas empresas.

Sin embargo, ese argumento dista mucho de ser concluyente. En primer lugar porque,
conforme a caracterizados autores, ese efecto de congelamiento no es seguro, ni
cuantificable en cuanto a su importancia.8 Y en segundo lugar porque en los casos en que

"En segundo lugar, un impuesto sobre ganancias de capital contribuye en parte a subsanar las
injusticias causadas por la inflación, porque reduce los beneficios de aquellos que con más éxito se
han aprovechado de las condiciones inflacionarias. Esta circunstancia es deseable en aquellos
países que han experimentado inflaciones moderadas, pero en la mayor parte de los países en que
ha habido inflaciones más extremas se ha estimado conveniente permitir revaluaciones de activos y
otras formas de amortiguar el impuesto sobre ganancias de capital”.

Por su parte Cosciani (Jornadas Internacionales de Derecho Fiscal, Buenos Aires, Depalma, 1961,
p. 54), afirmó:

"Yo creo que la inflación, es un impuesto. Es un impuesto que recae especialmente sobre algunos
sectores determinados: trabajadores -si no hay salarios móviles-, acreedores de obligaciones y
perceptores de intereses; en cambio, no grava a los propietarios de bienes reales, porque el valor
nominal de estos aumenta. Y mi parecer es que, sobre todo en un periodo de inflación, es necesario
el establecimiento de un impuesto sobre las ganancias de capital como complemento del impuesto
personal. En Italia la inflación que se desencadenó luego de la segunda guerra mundial, trajo muchas
injusticias, incertidumbre e inquietud política. Sin entrar en la consideración sociológica, política e
incluso del problema de equidad que estas situaciones acarrean, creo que se podría gravar con un
impuesto a los propietarios de valores mobiliarios y bienes raíces, que no pagaron en su oportunidad
ese impuesto inflacionario. Ese es mi punto de vista".

7
Véase Jaime Ross, Efectos y correcciones de la inflación en la imposición al patrimonio ya las
ganancias de capital, CIET Doc. No. 842, y bibliografía allí citada.
8 Comentando el alegado efecto de congelamiento, dice el Grupo de la Escuela de Leyes de
Harvard citado en bibliografía:
"La dificultad en lo que concierne a este argumento consiste en que no se tiene conocimientos
suficientes sobre el complejo tema de los efectos económicos de varias disposiciones impositivas.
Los estudios existentes han tendido a demostrar que la relación entre un impuesto sobre ganancias
de capital y la movilidad de este último no es sencilla ni directa. El efecto inhibitorio de un impuesto
sobre ganancias de capital en cualquier caso determinado depende evidentemente de la proporción
efectiva del impuesto. Sise prorratea las ganancias en Colombia, durante cierto número de años, y
se sometieran a un promedio relativamente bajo de 20 por ciento, la renuencia a vender no debería
ser considerable. Además, hay otros muchos factores que afectan el deseo de vender de un
contribuyente como son, por ejemplo, en el caso de las acciones, la situación del mercado y los
méritos' relativos de las acciones antiguas y de las nuevas. Además, un factor importante es el de
saber en qué invertiría su dinero la persona que rehuse vender, si i decidiera hacerlo. Si conservara
sencillamente el dinero, esto podría dar por resultado que se ejerciera una presión descendente en
socialmente podría tener más impacto, como el caso de los inmuebles para vivienda, la ley
puede solucionar el problema exonerando el gravamen si el monto obtenido en la venta se
aplica a la compra de otra unidad similar. 9
Puede decirse que, en forma ampliamente mayoritaria, la doctrina se muestra partidaria de
gravar todas o por lo menos las más frecuentes ganancias de capital, sobre la base de que
ellas ponen de manifiesto capacidad contributiva en su titular.

Se señala además, que no gravarlas ocasiona arduas dificultades técnicas para precisar la
línea demarcatoria con las rentas gravadas. En muchas ocasiones la diferencia entre
ganancia de capital y rentas es muy tenue, como sucede con las acciones que aumentaron
de valor por haberse retenido las utilidades; si ellas se hubieran transformado en
dividendos, inequívocamente hubieran caído dentro del gravamen. Un caso similar se da
cuando la sociedad se disuelve, y en la liquidación la parte de cada accionista viene a
resultar acrecida con las utilidades no distribuídas por la empresa. Esa dificultad
demarcatoria posibilita además maniobras de los particulares, para convertir lo que serían
rentas en ganancias de capital. 10
Por último, se indica que los grupos de altos ingresos son los que realizan mayores
transacciones susceptibles de originar ganancias de capital, razón por la cual si éstas no
fueran gravadas, se introduciría un fuerte factor de regresividad en el sistema.

Obviamente, lo dicho en los dos últimos párrafos es de aplicación también a todo sistema
que discrimine favorablemente el tratamiento de las ganancias de capital en relación con
las rentas comunes, en la medida del beneficio relativo que las primeras experimenten.

2. Su Tratamiento como Rentas del Ejercicio

los precios; pero si tratara de comprar otras propiedades como hacen muchos, el efecto neto en la
curva de la oferta y la demanda seria casi insignificante" (op. cit. p. 206).

9
Esta medida también es llamada "transferencia" (roll over), porque en definitiva implica que el
contribuyente consideraría a su segundo bien adquirido al costo del primero. Como se indica en el
capitulo X, este sistema también es utilizado en materia de reemplazo de bienes amortizables, por
algunas legislaciones.

Refiriéndose al caso de la vivienda, el Grupo de Harvard citado en bibliografía dice que el sistema
aludido: "cuando se aplica en escala muy grande tiene también sus debilidades. Grava a una persona
en el momento preciso en que tiene mayor necesidad de efectivo, porque es probable que esta sea
la razón principal para que haya preferido no aprovechar los beneficios concedidos por la ley
mediante la reinversión de sus utilidades, y sólo pospone la dificultad básica, sin resolverla" (p. 208).

10 Due ejemplifica dos casos de maniobras como las que se indican en el texto:
"Un grupo de personas constituye una sociedad anónima para producir una simple película
cinematográfica, y luego venden las acciones de la compañía, -y de esa forma la película- a una
compañía distribuidora, obteniendo las utilidades de la película en la forma de ganancias de capital"...
Otro recurso común, concebido para aligerar la carga tributaría de los directores de empresa es la
técnica de la opción por acción. Se les concede el derecho de comprar cantidades adicionales de
acciones de la compañía a un precio relativamente pequeño; ejercitando ese derecho opcional y
vendiendo luego las acciones, el resultado está sujeto sólo a tasas correspondientes a las ganancias
de capital" (op. cit. P. 170).
Esta posibilidad admite diversas variantes: a) considerarlas como rentas normales y
comunes del período; b) gravarlas sólo en una parte, que es la que se incorpora a la renta
normal; c) acudir a algún sistema de promediación para fijar la tasa.

a. Las ganancias de capital como rentas normales

Los argumentos para una solución de este tipo, surgen del análisis que se ha hecho en
párrafos precedentes, y además, de los postulados teóricos de los criterios de consumo
más incremento de patrimonio y flujo de riqueza.

Sin embargo, pocos son los autores y las legislaciones que permanecen indiferentes ante
las consecuencias que apareja la aplicación de una tarifa progresiva a la totalidad de las
rentas, incluidas las ganancias de capital obtenidas en un año.

Este efecto resulta de la combinación de dos características: en primer lugar, de que sólo
se graven las ganancias cuando son realizadas, o sea en el momento en que se explicitan
valorizaciones que quizá se han ido gestando durante varios años y que, si hubieran sido
gravadas en cada uno de esos momentos, hubieran pagado tasas menores a la que
corresponde a su acumulación.
Y en segundo lugar, claro está, el aludido efecto es derivado de la estructura progresiva de
la tasa, ya que con una tasa proporcional resultaría irrelevante el abultamiento de ganancias
de capital que se produce en un año. Esta última circunstancia es la que explica que sea
tan difundida la inclusión de las ganancias de capital como rentas comunes en materia de
empresas (o sociedades), ya que muy frecuentemente éstas están gravadas con tasas
proporcionales.
Por último, se señala que la solución que se comenta tendría como lógica contrapartida la
aceptación de que las posibles pérdidas de capital fueran asimiladas a quebrantos
corrientes, resultado que puede ser peligroso, ya que, como el momento de realización
depende únicamente de la voluntad del sujeto pasivo, es posible que éste aproveche para
efectuar operaciones que le arrojen pérdidas, para escapar a tasas más aItas que debieran
aplicarse sobre sus restantes rentas.

.Como conclusión general, podría decirse que si fuera posible implementar algún sistema
de promediación de ingresos irregulares que abarcara todas las rentas aperiódicas (Véase
cap. IV), y que reuniera las características de ser justo y sencillo, las objeciones a una
integración total de las ganancias de capital perderían consistencia; pero en la medida en
que ese requisito no es de fácil cumplimiento. y los correctivos a la irregularidad de rentas
sean sólo parciales, para ciertos tipos de ellas, el sistema irá viendo gradualmente afectado
su carácter de global.

b. Consideración parcial de la ganancia de capital


Otra solución podría consistir en tomar solamente un cierto porcentaje de la ganancia de
capital obtenida, e incluido lisa y llanamente dentro de las rentas del año. La fijación del
porcentaje a considerar sería discrecional del legislador, y vendría a representar, en forma
muy imperfecta, el equivalente a un sistema de promediáción. Incluso podría tomarse en
cuenta el lapso de permanencia en el patrimonio del bien en cuestión, para dar diferentes
porcentajes, en función inversa del tiempo.
c. Sistemas de promediación para la fijación de la alícuota

En estos sistemas la ley establecería una cierta promediación de la base, realizada en forma
arbitraria por el legislador, y sería ese promedio el que se tomaría en cuenta a efectos de
fijar la alícuota, tomándose luego en cuenta la totalidad de la ganancia de capital, pero a
esa tasa.

El sistema a su vez puede adoptar dos variantes, según que esa alícuota así fijada se
aplique sobre el total de las rentas (comunes y ganancias de capital) o solamente sobre las
ganancias de capital. 11

11
Goode (op. cit. p. 214) describe así una posible aplicación de un sistema de este tipo: "un
contribuyente determinaría, ante todo, sus pérdidas o ganancias de capital a largo plazo, combinando
las ganancias y las pérdidas derivadas de los bienes conservados, por más de doce meses. Si tuviera
una ganancia neta a largo plazo procedería como sigue: 1) prorratearía la ganancia neta de capital,
dividiéndola entre cinco, tres o cualquier otra cifra arbitraria; 2) completaría un impuesto tentativo
con cuotas regulares sobre sus ingresos ordinarios, más la ganancia neta de capital ya prorrateada;
3) calcularía los impuestos sobre sus ingresos ordinarios; 4) calcularía los impuestos sobre su
ganancia neta de capital: a) sustrayendo el impuesto sobre los ingresos ordinarios calculado en el
inciso 3 del impuesto tentativo calculado en el inciso 2, y b) lo multiplicaría por el factor de prorrateo,
y 5) determinaría finalmente su responsabilidad impositiva, sumando los impuestos sobre sus
ingresos ordinarios calculados en el inciso 3 con el, impuesto sobre la ganancia neta de capital
calculada en el inciso 4 ".

Un sistema parecido al descrito, pero incluyendo la promediación de la renta común de los tres
últimos años fue propuesto por Scotti para Argentina.

El régimen colombiano, aunque con matices, se afilia también a la idea central que se analiza. Allí
se ha instituido un gravamen que comprende las principales ganancias "ocasionales" dentro, de las
que se incluyen, además de las ganancias de capital, las provenientes de herencias, loterías , etc.

De acuerdo al art. 104 del Decreto Legislativo 2053 de 1974, “EI impuesto complementario de
ganancias ocasionales se determina así:
1. A la renta gravable establecida conforme al Titulo lII del presente decreto, se agrega teóricamente
el veinte por ciento (20%) de la ganancia ocasional neta, determinada según los artículos
precedentes.

2. Se establece cuál es la tasa aplicable a ese resultado, según la tarifa fijada en este Decreto para
las personas naturales.

3. Dicha tasa, disminuida en diez puntos de porcentaje, se aplica a la ganancia ocasional neta. El
resultado es el impuesto complementario de ganancias ocasionales".

El impuesto aludido comprende sólo las personas naturales, puesto que las personas jurídicas
incluyen esas ganancias como rentas comunes del ejercicio.

En otro orden de ideas puede ser significativo indicar que los países europeos, que tradicionalmente
tuvieron cierta renuencia a gravar las ganancias de capital, gradualmente parecen evolucionar de su
posición. En tal sentido, es de destacar la reforma introducida en 1971 en el sistema del Reino Unido,
así como la importante modificación introducida en Francia por la ley No. 76-660, del 19 de julio de
1976. A este respecto, puede consultarse Brochier, Max Hubert, "Nouveau Regime d'imposition des
plus values en France", y van Wandemburg, "France introduces capital gains taxation, a major
3. Su Tratamiento mediante un Gravamen Independiente
La extracción de las ganancias de capital del ámbito del impuesto a la renta permite la
aplicación de una tasa proporcional, lo cual atenúa buena parte de los problemas antes
indicados. Al mismo tiempo, posibilita atender un tratamiento especial para las pérdidas de
capital, sea disponiendo que ellas no serán deducibles, sea estableciendo que sólo se
deducirán contra otras ganancias de capital, permitiendo o no trasladar ese quebranto para
ejercicios futuros, etc.
Lógicamente, todo paso que se dé hacia un gravamen independiente, puede ser visto como
deteriorando la progresividad de la imposición a los ingresos, por vía de limitar su
globalidad. En efecto, la tasa proporcional que se fije, al ser inferior a la marginal de los
grupos de altos ingresos, siempre les proporcionará un ahorro impositivo frente a la
alternativa de ser consideradas rentas comunes. 12

Otro flanco que reduce la progresividad, viene dado por el elenco de bienes cuya
enajenación da lugar a ganancias de capital. En teoría, el impuesto debiera cubrir la
enajenación de todo tipo de bienes sea inmueble, mueble, o aún intangible. Pero las
posibilidades de contralor de la administración, introducen muchas veces retaceos en la
materia imponible; por ejemplo, si fa ley de fondo admite la existencia de acciones de
sociedades anónimas al portador, ello vuelve ilusorio el gravar las ganancias de capital que
a su respecto se produzcan. Similares consideraciones pueden realizarse en relación con
las inversiones en joyas u obras de arte, pese a que muy frecuentemente ellas son utilizadas
como refugio de capitales ociosos de los grupos de altos ingresos, etc.
Por esa vía, las únicas ganancias de capital que pueden llegar a ser controladas terminan
siendo las obtenidas en inmuebles, cuotas de capital de sociedades personales y los bienes
muebles sometidos a registro (automóviles).
Sin embargo, aunque limitada por la reducción de los bienes gravados, todavía se estaría
frente a un impuesto independiente a las ganancias de capital, en tanto el gravamen tuviera
como hecho generador los resultados de las operaciones del año, permitiendo su
compensación entre sí.

Una forma mucho más rudimentaria de imposición a estas ganancias se dan en los
llamados "impuestos de plusvalía", donde la base imponible está circunscripta a la
diferencia de valores entre la adquisición y enajenación de un bien, sin sumarse
algebráicamente los resultados de operaciones similares que hayan podido realizarse en el
período.

breakthrough in continental taxation philosophy", en Bulletin for lnternational Fiscal Documentation,


1977/4, p. 159.

12 Con todo graficismo, Macon señala las dificultades derivadas de fijar una única tasa proporcional
a las ganancias de capital, que guarde cierta relación con la del impuesto a la renta:
"Si friamos por ejemplo una tasa más baja, ella guardará proporción con la:-que pagan los
contribuyentes de bajos ingresos, pero Seria totalmente insuficiente en relación a los contribuyentes
de altos ingresos. Si friamos una muy alta, ocurre desde luego exactamente lo contrario. Una
intermedia, será adecuada a los niveles medios, pero inapropiada para los extremos; y así podríamos
seguir subiendo y bajando sin llegar a ningún nivel aceptable" (op. cit. p. 134).
CAPITULO X
RENTAS DE EMPRESAS
(COMBINACIÓN DE CAPITAL Y TRABAJO)

Las anteriores categorías analizadas engloban rentas derivadas exclusivamente (o


fundamentalmente) de uno de los dos factores productivos básicos, o sea el capital y el
trabajo.
Las rentas que se van a analizar en este capítulo, en cambio, tienen como característica
especial la de derivar de una combinación de esos dos factores productivos, por cuanto la
aplicación del capital al trabajo humano, y viceversa, tiene la virtud de producir utilidades
distintas (y posiblemente superiores) a las que fluyen de cada uno de esos factores.
En general, la combinación de factores productivos, orientada por el fin de lucro, se refleja
en el concepto de "empresa". Sin perjuicio de ello, a efectos fiscales, es frecuente que las
leyes extiendan las disposiciones pertinentes también a ciertas actividades o profesiones,
genéricamente calificadas como "auxiliares de comercio", que realizan actividades
mercantiles, aunque sea dudoso a su respecto el decidir si configuran o no una empresa.

De todos modos, debe destacarse que la renta empresarial presenta una serie de
características distintivas, que le han valido un tratamiento especial en las legislaciones.
En los capítulos pertinentes, se ha visto ya que el concepto mismo de renta adquiere
connotaciones especiales tratándose de empresas; que en materia de principio
jurisdiccional, también existen previsiones particulares; que otro tanto sucede en cuanto al
método de imputación de las rentas a un cieno período de tiempo, etc.
También en materia de determinación de la renta bruta y neta, y en especial en cuanto a
los gastos juzgados necesarios para obtener la renta y mantener la fuente, existen
soluciones particulares, como se verá a lo largo del presente capítulo.
Existe una circunstancia especial en materia de empresas, que no se da en las rentas
aisladas del capital o del trabajo, y consiste en que normalmente el empresario precisa
llevar una contabilidad y practicar balances periódicos, a fin de ir conociendo la evolución
económica de su explotación (balance comercial).
A su vez el fisco tiene necesidad de conocer en qué medida la empresa ha producido
utilidades de las gravadas por la ley, para lo cual es necesario también -si se ha de
determinar en base a rentas reales o efectivas- que se practique balance a esos fines
(balance fiscal).
Uno y otro balance pueden ser diferentes, en cuanto el primero (comercial) ha de responder
a las personales concepciones del empresario sobre lo que es utilidad, su mayor o menor
ánimo previsor, etc. Por ello, este balance interesará al empresario para sus relaciones
comerciales o internas de la empresa (repartos a accionistas, etc.) y eventualmente a las
instituciones que, a fines comerciales o de vigilancia, tengan necesidad o conveniencia de
guiarse por él (bolsas comerciales, Superintendencia de Sociedades, etc.).
El balance fiscal en cambio está determinado por el concepto que la ley tributaria tenga de
lo que es renta, y puede obviamente diferir del anterior. Por ejemplo, a sus propios fines
comerciales, un empresario puede ser tan previsor y conservador como quiera, y por ello
castigar sus utilidades con reservas para prever contingencias del futuro; pero ello no
implica que el Fisco admita que las utilidades impositivas se disminuyan por tales reservas,
en la medida de que no estén contempladas por ley.
Por consiguiente, balance comercial y balance fiscal pueden no coincidir, cuando no hay
normas que dispongan obligatoriamente una cierta forma de llevar el primero; pero a efectos
tributarios, el único que ha de tener valor ha de ser el segundo.1

1
Como se indica en el texto, se admite generalmente que, en tanto el balance comercial o general
y el fiscal están movidos por finalidades diferentes (determinar la utilidad comercial el primero,
determinar la utilidad fiscal el segundo), una empresa puede tener dos tipos de balances, uno a
efectos comerciales y el otro a fines fiscales. Sin embargo, se discute si uno y otro pueden ser
sustancialmente diferentes en ciertos puntos, o si debe existir una cierta uniformidad básica entre
ellos. Los puntos en cuestión, se refieren, sustancialmente, a los métodos de imputación, y a los
sistemas y coeficientes de amortización. Si ambos balances coincidieran en ésto, podría decirse que
el balance fiscal es el balance comercial con ciertos ajustes (inclusión de ganancias fiscales que no
han sido asentadas como tales, deducción de gastos no admitidos fiscalmente, etc.). En caso
contrario, se tratar{a de balances independientes y autónomos. En la doctrina argentina, las
A. LA RENTA BRUTA: DEDUCCION DEL COSTO DE BIENES VENDIDOS

Si en las demás categorías, muy en términos generales, podría decirse que la renta bruta
generalmente coincide con el ingreso bruto, en materia de renta empresarial se hacen
necesarias importantes precisiones, especialmente en materia de ingresos que derivan de
la realización de bienes.
En primer lugar, porque esas operaciones suelen tener reducciones en su entidad
numérica, derivadas de devoluciones, bonificaciones, descuentos u otros conceptos
similares.
En puridad, puede entenderse que tales montos sólo aparentemente integraron el ingreso
bruto; en la realidad de las cosas, o la venta se rescindió (devoluciones) o la operación se
hizo por una menor remuneración que la originalmente pactada, por incidir una bonificación
o descuento.
En segundo lugar, porque en las operaciones de enajenación de bienes, es obvio que el
precio de venta, aún neto de descuentos, no constituye la renta bruta, ya que el bien vendido
debió ser previamente comprado o producido por la empresa, de modo que para ella tiene
un costo.
En consecuencia, en tal caso la renta bruta no equivaldrá al ingreso bruto, sino que será
preciso deducir el costo tributario del bien vendido (es decir, el costo calculado de modo
especial, no necesariamente coincidente con el concepto comercial). De modo entonces
que el concepto de renta bruta será el resultado de deducir, del ingreso bruto, el costo
tributario de los bienes enajenados.

Los bienes cuyo costo puede deducirse, son, obviamente, aquellos cuya enajenación da
lugar a renta gravada, y no otros. Pero la forma de calcular el costo tributario, depende del
tipo de bien de que se trate, así como del concepto de renta gravada que haya adoptado la
legislación.
Por ejemplo, si en hipótesis, la ley siguiera un concepto estricto de renta producto, los
únicos bienes cuya enajenación daría lugar a renta (y cuyo costo sería deducible) serían
los bienes de cambio, o activo circulante, que son aquellos dedicados a ser enajenados, y
por consiguiente, cuya utilidad puede considerarse normal, periódica, etc. Sin embargo,
como se vio oportunamente, por distintas consideraciones, el concepto de renta aplicado a
las empresas significa, según los países, ampliaciones al concepto de rédito producto, o la
adopción, con alteración, del criterio de flujo de riqueza.
Por tal razón, corresponde ir examinando separadamente los problemas de deducción de
costo en los diversos bienes cuya enajenación puede teóricamente dar lugar a renta
gravada, es decir: 1) bienes de cambio; 2) bienes corporales depreciables; 3) bienes
intangibles; 4) otros bienes.

opiniones están divididas, pues mientras Reig(La contabilidad...citado) afirma tal independencia, ella
es cuestionada por Jarach (Curso Superior, T. 11, pág. 159. Balance comercial... citado). En
Uruguay, con textos muy similares, Peirano Facio coincide con Jarach. Ver Semana Tributaria citada.
Para el derecho francés, véase el art. de Plagnet citado.
1. Costo Computable en Enajenación de Bienes de Cambio
Cualquiera que sea el criterio adoptado para definir el concepto de renta, la realización de
los bienes de cambio constituye el objeto mismo de la empresa, y por lo tanto, sus
resultados quedan en todos los casos incluidos en la definición de renta dada por la ley.
En principio, el costo computable de los bienes de cambio estará dado por su costo real de
adquisición o producción, según se trate de bienes adquiridos por la empresa o producidos
por ella.
Sin embargo, la determinación del costo real de los bienes vendidos puede resultar
sumamente trabajosa. Como el impuesto es periódico mediante ejercicios anuales, este
criterio supondría que se identifique el costo real de cada uno de los bienes vendidos
durante el ejercicio, sea que hayan sido adquiridos en ese período o que formaran parte de
las existencias que se poseían al principio del mismo y también el de cada uno de los bienes
que componen las existencias acumuladas al fin de ejercicio.

Tal método de costo real puede considerarse factible, cuando las existencias se componen
de bienes perfectamente individualizados como p. ej. automóviles, pero no en la
generalidad de los casos, en que las existencias comprenden gran cantidad de rubros y
gran número de objetos.
Por otra parte, debe tenerse en cuenta las posibles fluctuaciones de precios, en cuyo caso
el cúmulo de operaciones de compras y ventas que realiza la empresa en el curso del
ejercicio hace necesario un riguroso y permanente control de los movimientos operados
respecto de cada artículo, demandando un esfuerzo que frecuentemente supera las
posibilidades de la organización administrativa de muchas empresas.

Para superar esos inconvenientes, por lo general las legislaciones del impuesto a la renta
establecen que se computará como costo de los bienes de cambio el valor de inventario,
apoyándose en métodos de valuación que prescinden de la atribución directa de costo, y
determinan que las existencias iniciales y finales jueguen globalmente en la determinación
de los resultados.
De tal modo, restando del valor del inventario final el valor del inventario inicial más las
compras realizadas en el período, se obtiene el costo que, para las empresas, han tenido
las ventas del período. Los ingresos por ventas menos el costo de ventas, dan la renta bruta
por tal concepto.
Sin embargo, lo anterior nada nos dice respecto a cómo han de ser avaluados los bienes
en los inventarios, teniendo en cuenta que objetos iguales pueden haber sido comprados a
precios históricos diferentes, los cuales, a su vez pueden ser distintos de su precio actual,
lo cual indica la necesidad de adoptar algún método de valuación común a ambos
inventarios.

En general, puede decirse que los requisitos mínimos que debe cumplir un método de
valuación, consisten en que sea técnicamente aceptable, que posibilite una correcta
fiscalización por parte de la administración, y que tenga en cuenta la naturaleza de la
explotación; por esa razón es frecuente que las legislaciones permitan que, llenadas esas
exigencias, Ios contribuyentes puedan optar entre más de un método, a condición de que
una vez adoptado uno, no lo varíen sin autorización, para evitar dejar en sus manos la
posibilidad de alterar o regular a su arbitrio Ios resultados del balance impositivo, cambiando
alternadamente los sistemas de valuación de sus inventarios.
De los diferentes sistemas de valuación de inventarios, los más frecuentes y utilizados son
los siguientes:

a. Costo de producción o adquisición.

b. Costo por valor de mercado.

c. Costo de adquisición o costo en plaza, el que sea menor.

a. Costo de producción o adquisición


Puede considerarse que éste es un único sistema, aunque contempla dos casos distintos,
que son el de la empresa elaboradora, extractiva o agropecuaria (producción) y el de la
empresa intermediaria (adquisición).
En las empresas productoras, la valuación comprenderá tanto productos elaborados y
semielaborados, como materia prima e insumos adquiridos de terceros. Los bienes
adquiridos de terceros, podrán tener el tratamiento de costo de adquisición, que se verá
más adelante, razón por la cual las características del sistema de costo de ptoducción
quedan restringidas solamente a Ios productos elaborados y en proceso de elaboración.
En ellos, lo normal es tener en cuenta su costo de fabricación, para lo cual se considerará
d costo de adquisición de materias primas e insumos, más la mano de obra y los gastos de
fabricación. Entre estos últimos, generalmente las legislaciones excluyen la posibilidad de
deducir intereses por los capitales invertidos por los dueños y socios de la explotación.

En cuanto al costo de adquisición, él exige, por una parte, la determinación del monto al
que asciende, y por otra, la aplicación de algunos de Ios métodos de valuación que la
técnica contable ofrece.

El precio de adquisición se integra, bajo la primera perspectiva, no solamente con el precio


de compra, sino también con los gastos efectuados por concepto de acarreos, fletes,
seguros, derechos de aduana, gastos de despacho aduanero, etc.; todas estas
erogaciones, por consiguiente, se considerarán costo de Ios bienes y no gatos o
erogaciones del ejercicio.
En cuanto a los métodos de valuación, los más utilizados son los siguientes:

1) FIFO. (Primero entrado, primero salido). Este método supone que las mercaderías se
venden - en el orden en que se han adquirido. En épocas de inflación, significa que las
mercaderías que salen hoy son las más antiguas (y por ende, de menor precio histórico), lo
cual trae como consecuencia que dicha venta arroja una utilidad más alta que la resultante
por otros métodos, por cuanto la empresa aparece vendiendo la mercadería que más barato
adquirió, y también, que Ios inventarios aún sin vender son siempre Ios últimos adquiridos,
o sea de valor más alto.
2) LIFO. (Ultimo entrado, primero salido). Este método supone, que las mercaderías le
venden en un orden inverso al que han entrado, es decir, que lo que hoy se vende es lo
último que se adquirió. Por consiguiente, suponiendo inflación, la utilidad arrojada por la
venta es menor que la que derivaría del otro sistema (porque se vende un bien de costo
más alto), y correlativamente, los inventarios aún sin vender son siempre los primeros
adquiridos, o sea de valor más bajo. En la medida en que ello suceda, la empresa va
difiriendo lo que de otro modo serían utilidades, las que sólo aparecerán a la luz en caso de
cese de explotación y venta de la totalidad de los inventarios.

3) Precios promedio. En estos sistemas, el costo de adquisición del bien vendido (y por
ende, el de los restantes en el inventario), pasa a ser un promedio; en las distintas variantes
que puede asumir, el promedio aludido puede realizarse tomando como base las
adquisiciones de un determinado período del ejercicio o el de las realizadas en el período
de mayor movimiento.

b. Costo por valor de mercado

La característica común a los sistemas de costo de producción o adquisición, es que todos,


de un modo u otro, toman en cuenta operaciones efectivamente realizadas por la empresa;
las diferencias entre ellos básicamente radican en si se atienden a las primeras compras o
a las últimas o al promedio de un cierto período.
Los métodos de costo por valor de mercado, en cambio, acuden a valores que son externos
a la empresa y que dicen relación con la situación general del mercado. Los principales,
son los siguientes:

1) Valor de reposición. (Costo en plaza). Este método supone manejar dos elementos: por
un lado, el costo que supondría la reposición de las existencias a la fecha de cierre del
ejercicio, y en segundo término, una evaluación de cuáles son las existencias normales (o,
lo que es lo mismo, el volumen normal de compras), ya que la valuación se refiere al costo
en plaza comprando el artículo en los volúmenes que son normales para la empresa.
2) Precio en plaza menos gastos directos de venta. Este método se diferencia del anterior
en cuanto incluye en el valor de los inventarios el margen de utilidad. De acuerdo con sanas
prácticas contables los gastos de ventas a deducir son los directos, es decir, los gastos en
que se incurre después de que las mercaderías salen de los depósitos (comisiones de
ventas, embalaje, acarreo, despacho, etc.). El método se adecúa al caso de artículos que
tienen una cotización conocida, como cereales, azúcar, cueros, café, lanas, etc.
3) Precio de venta en plaza menos gastos directos de venta. Este método es
sustancialmente equivalente al anterior, con la diferencia de que se aplica en casos de
mercaderías que no tienen una cotización conocida. En tal caso, el valor de las existencias
está dado por el precio que la propia empresa tiene asignado para la venta, excluida la
incidencia que tengan en tal precio los gastos que puedan originarle sus enajenaciones.

También es de utilización en empresas que se dedican a la comercialización de artículos


perecederos, con rotación de inventarios muy grande, ya que la consideración como
vendidas de las mercaderías en existencia no ha de ocasionar grandes problemas.

En puridad, tanto este sistema como el anterior (precio en plaza menos gastos directos de
venta) no son estrictamente métodos que tomen en cuenta el costo, sino el precio de venta
(ajeno o propio), pero utilizándose solamente en situaciones muy especiales y particulares,
no se justifica, a efectos expositivos, incluirlos en una categoría aparte.

c. Costo de adquisición (o producción) o costo en plaza, el que sea menor


Este sistema supone la aplicación alternada de los dos sistemas de valuación antes visto.
y pese a ello no debe ser considerado una fórmula mixta, sino que tiene características
propias bien definidas.

El sistema parte de la base de que por lo general, al cierre de ejercicio los bienes de cambio
pueden tener dos valores: el de costo contable y el de precio en plaza. Como se ha visto,
cada uno de esos valores fundamenta la aplicación de un cierto sistema de valuación. Pero
sucede que ambos, aplicados aisladamente, pueden dar lugar a resultados que las
doctrinas contables consideran no reales. El primero de ellos (costo de adquisición),
enfrentado a una situación en la que un cierto artículo baja sustancialmente de precio en
mercado, como no registra esa merma ya que se guía por el costo que tuvo para la
empresa, oculta la pérdida ocurrida (rectius: la pérdida que ocurriría si en ese momento se
enajenaran todas las existencias). El segundo de ellos, se dice, al valuar por precio de
mercado, arroja una utilidad equivalente a la diferencia entre éste y el costo de venta, siendo
que esa utilidad -en esa doctrina- no ha sido aún realizada, esto es, concretada mediante
una operación de venta.

Para evitar ambos inconvenientes; se presenta este sistema, en el cual ambos métodos
son utilizables, según cual de los dos arroje el menor valor, con lo que se evitan ambos
inconvenientes. En puridad, y especialmente en su aplicación tributaria, el método siempre
arroja consecuencias favorables al contribuyente., cambiando alternadamente de
fundamento: así, no grava las utilidades emergentes de un mayor valor de mercado, a título
de que ellas no se han aún realizado, y por ende no corresponde tenerlas en cuenta, pero
en cambio se apresura a registrar las pérdidas resultantes de un menor valor de mercado
respecto del costo de adquisición o producción, sin considerar que tampoco esas pérdidas
se han realizado.

2. Costo Computable en Enajenación de Bienes Depreciables


Según se señaló al tratar el concepto de renta, es normal que en materia de empresas, aún
adoptándose el criterio de la renta-producto, se le acuerde carácter de tal a los beneficios
que resulten de la realización de bienes depreciables, especialmente cuando se trata de
bienes corporales muebles. Obviamente, cuando se adoptan criterios más amplios (flujo de
riquezas, etc.), tales resultados constituyen inequívocamente renta de la empresa.

Pero como se trata de un número menor de bienes, y totalmente identificados, no se


presentan respecto de ellos los problemas que se han analizado en materia de bienes de
cambio. Respecto de los bienes depreciables, no existen dificultades en establecer su costo
real de adquisición (o, en su caso, de producción) puesto que tales costos constituyen la
base para el cálculo de las depreciaciones.

Por consiguiente, es lógico que el costo computable, en caso de venderse, se refiera a


aquellos valores que se toman como base para su determinación, acrecidos con el costo
de las adiciones o mejoras de que pudieran haber sido objeto.
Sin embargo, como a los efectos tributarios se acepta que tales bienes sufren un desgaste
en el transcurso de su vida útil, autorizándose un cargo a las utilidades a efectos de permitir
la formación de una reserva para su reemplazo, ese valor determinado por el costo de
adquisición o producción, según se trate de bienes adquiridos o elaborados por la empresa,
más el costo de adiciones o mejoras, debe disminuirse en el importe de las depreciaciones
correspondientes al período de vida útil transcurrido hasta el ejercicio en que tiene lugar la
realización. Otro criterio que conduce a los mismos resultados prácticos consiste en no
efectuar la detracción señalada, pero en cambio, considerar rentas del ejercicio las
depreciaciones recuperadas a raíz de la realización del bien.
El costo de adquisición de los bienes depreciables, debe incluir las partidas indicadas en
caso de bienes de cambio (acarreos, fletes, seguros, etc.) y también los gastos incurridos
para ponerlos en condiciones de funcionamiento (incluidos gastos de instalación).

3. Costo Computable en Enajenación de Activos Intangibles


Según se vio en su momento, normalmente las legislaciones incluyen como renta gravada
los resultados derivados de la enajenación de bienes intangibles como marcas, patentes,
llaves, etc., sea que lo hagan por considerarlos incluídos en el concepto de renta- producto
o en el de flujo de riqueza.

Sin embargo, no todos los activos intangibles de la empresa tienen un costo deducible, a
los efectos que estamos considerando.

En efecto, el intangible puede ser o producto de la propia empresa o adquirido de terceros.


En primer caso: las erogaciones necesarias para formarlo (propaganda, investigación, etc.)
normalmente han sido consideradas gastos operativos de la actividad de la empresa, y por
ende, se han deducido del ejercicio correspondiente (en el que se devengaron o realizaron,
según el método que se siga). En consecuencia, al enajenarse, estos activos intangibles de
auto-formación no tienen un "costo" deducible y el producido constituye enteramente renta
(bruta).

En cambio, los intangibles adquiridos de terceros, tienen su costo de adquisición, que en


su momento no fue deducido, por no considerarse un gasto sino una inversión, razón por
la cual su deducción el) ocasión de la venta es necesaria.

La forma de efectuar la deducción, depende del tratamiento que la ley fiscal dé a este tipo
de activos, y especialmente, si acepta o no su amortización. Si no la aceptara, el costo
deducible sería la totalidad del precio de adquisición. Si, por el contrario, fuera procedente
la amortización de intangibles, entonces deberían aplicarse los criterios indicados respecto
de bienes corporales depreciables.

4. Costo en Caso de Otros Bienes de Activo

En los casos de realización de otros bienes del activo, la regia general es que el costo
computable está dado por el costo de adquisición o en su caso, de producción del bien
enajenado.
Algunos problemas especiales podrían plantearse en caso de acciones y otros valores que
se cotizan en bolsa, donde podría presumirse que su costo está dado por la cotización
vigente en el día de su adquisición; pero esa presunción, que persigue facilitar la prueba,
parece no tener objeto en caso de empresas que siguen adecuados sistemas de
contabilidad.
En el caso de acciones liberadas que son recibidas como dividendos, la solución dependerá
de lo que el régimen de fondo disponga respecto a su gravabilidad. Si esas acciones
liberadas fueron gravadas cuando se percibieron, habría que considerar como costo, el
valor que se les atribuyó para gravarlas. Si esos dividendos no fueron gravados en
oportunidad de recibirse, al enajenarse no debería reconocérseles ningún costo.

B. LA RENTA NETA: REGIMEN DE DEDUCCIONES

La renta bruta, tal como quedó definida en el capítulo anterior, tampoco constituye la
verdadera renta.

Para llegar a ella es necesario restar una serie de rubros que la van progresivamente
depurando. Un grupo de esas partidas, denominado genéricamente "deducciones",
comprende erogaciones que, a grandes rasgos, reflejan los gastos incurridos, las mermas
en la aptitud productiva de Ios equipos, y algunas previsiones y reservas para cubrir ciertos
gastos o riesgos futuros.

El otro rubro, que denominaremos "desgravaciones", responde a detracciones que la ley


autoriza, pero no porque directa o indirectamente se relacionen con la generación de la
renta o mantenimiento de la fuente productiva, sino por razones de política económica,
como las reinversiones, etc. Este tipo de medidas, por ubicarse dentro del campo de los
incentivos fiscales, requiere un estudio especializado bajo tal enfoque y por consiguiente
no ha de ser analizado en este Manual.
En forma genérica, puede afirmarse que todas las deducciones están en principio regidas
por el principio de causalidad, o sea que sólo son admisibles aquellas que guarden una
relación causal directa con la generación de la renta o con el mantenimiento de la fuente en
condiciones de productividad. Más específicamente, la relación de causalidad se establece
con la generación de la renta gravada, lo que significa la necesidad de soluciones
especiales en casos en que la empresa es productora también de rentas exentas o de
rentas no alcanzadas por el gravamen (p. ej.: rentas generadas en el exterior, si el principio
jurisdiccional del país es el de territorialidad de la fuente).

Estas deducciones pueden ser agrupadas en tres categorías: 1) gastos necesarios para la
obtención de la renta; 2) depreciaciones y amortizaciones; 3) previsiones y reservas.

1. Gastos Necesarios
Como concepto general, puede decirse que del propio principio de causalidad surgen
implícitos algunos de los caracteres que deben revestir los gastos para ser deducibles: ser
necesarios (algunas legislaciones hablan de "estrictamente imprescindibles") para obtener
la renta o mantener la fuente; ser normales de acuerdo al giro del negocio, mantener cierta
proporción con el volumen de operaciones, etc.2

2
KaIdor indica que tanto de acuerdo con las leyes inglesas como las hindúes se llega a los ingresos
gravables permitiendo que se deduzcan ciertos gastos de los ingresos de una persona durante un
período determinado, pero los gastos que se permiten como deducciones se definen de distinto modo
para diferentes clases de ingresos. Mientras que en el caso de a) una oficina, pensión o empleo, los
Sin embargo, es frecuente que las legislaciones hagan especiales adaptaciones de estos
principios, separándose de principio de causalidad en una doble dirección: por un lado,
admitiendo como gastos erogaciones que no guardan, en puridad, tal relación causal; por
otro, limitando, negando o condicionando otros gastos que, si bien teóricamente caben
dentro de tal principio, en la práctica se han demostrado merecedores de una regulación
especial, por cuanto en general pueden ser vehículo para evasión de utilidades.

a) Gastos no encuadrados estrictamente en el principio de causalidad


1. Gastos asistenciales en favor del personal. Bajo esa denominación se comprenden
gastos a favor del personal por asistencia sanitaria, educacional o cultural, actividades
recreativas, etc., adoptando un criterio estricto, en tanto se trate de erogaciones voluntarias
(es decir, no impuestas por la legislación laboral), no serían necesarias e indispensables
para la operativa de la empresa y deberían ser consideradas como liberalidades, es decir,
formas de usar la renta y no de obtenerla.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que las empresas hacen dichos gastos en procura
de motivar al personal para el mejor desempeño de sus obligaciones, sea brindándole
ventajas adicionales que los interesen en el mantenimiento de sus puestos y en un
adecuado rendimiento, sea dándole participación en sus resultados comerciales.

Esa finalidad, que vincula a los gastos de que se trata con la obtención de renta, es la que
permite, en una interpretación amplia, encuadrarlos en el principio de causalidad y es por
dio que normalmente las legislaciones afirman su carácter de deducibles.

Además, influye en este caso una finalidad de carácter social, la cual es promover el
mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores.

Bajo el concepto de gastos asistenciales, se comprenden por lo general, no solamente los


gastos hechos directamente por la empresa en las finalidades indicadas (asistencia
sanitaria, educacional, cultural, actividades recreativas), sino también los importes que la
empresa pague a terceros para la prestación de tales servicios o que aporte a entidades
independientes cuyo mantenimiento corre, total o parcialmente por cuenta de la empresa.

2) Gratificaciones y bonificaciones del personal. Para este rubro, son aplicables las
consideraciones realizadas en secciones precedentes, respecto al encuadramiento de los
gastos asistenciales en el principio de causalidad, a las cuales nos remitimos.

gastos deducibles se definen como los que "se hacen completa, exclusiva y necesariamente durante
la ejecución de las obligaciones" de la oficina o empleo, en el caso b) un negocio, una profesión o
vocación, los gastos deducibles se definen como "los 'que se preparan o efectúan completa y
exclusivamente para los fines del negocio ",

Agrega que: "No puede haber duda alguna de que la idea original de ingresos para fines de impuesto,
tuvo por objeto limitar los gastos deducibles a los desembolsos directos e inevitables de esa índole.
La extensión en que el concepto actual de ingreso se aparta de ella, es una medida del desgaste
causado por más de cien años de implacable presión ejercida por los intereses creados".

La definición propuesta por KaIdor, reduce e deducibilidad de gastos a "los que se hagan completa.
exclusiva e inevitablemente para ganar las utilidades del año" (obra citada en bibliografía, p.111).
En el caso de bonificaciones y gratificaciones, las mismas razones vistas pueden inducir a
su admisión como gasto, pero normalmente se establecen especiales condiciones para ello,
motivadas por el hecho de que la situación de dependencia que liga al perceptor con la
empresa, posibilita a ésta la creación de una vía para la disminución ilegítima de utilidades.

Una de esas limitaciones dice relación con la exigencia de que las gratificaciones y
bonificaciones hayan sido efectivamente pagadas, a cuyo efecto pueden adoptarse varias
medidas: no reconocer la simple acreditación en cuenta, ni el simple hecho de que los
fondos estén a disposición del beneficiario; facultar a la Administración para exigir a los
beneficiarios las pruebas respecto de la incorporación de ellas a sus patrimonios, etc. Una
limitación bastante frecuente en las legislaciones exige que esas bonificaciones o:
gratificaciones estén efectivamente pagadas al vencerse el plazo para la presentación de
la declaración jurada de la empresa, lo cual introduce una modificación parcial al régimen
de "devengado" o "percibido" que pueda estar utilizando la empresa.

Otra limitación bastante común y lógica dice relación con las retribuciones extraordinarias,
admitiéndose solamente hasta un importe razonable. La forma de establecer ese límite
razonable puede variar y determinarse en función de las utilidades de la empresa o de las
retribuciones normales y ordinarias del personal, o en función de ambos parámetros a la
vez. Cabe incluso la posibilidad de establecer un monto mínimo de deducción destinado a
regir en todos los casos o condicionar la deducción al hecho de que las retribuciones
extraordinarias queden sujetas a contribución de seguridad social, etc.

b) Gastos cuya deducción se niega, condiciona o limita

1) Gastos para obtener rentas mixtas. (Gravadas y no gravadas). Según se dijo antes, el
principio de causalidad establece una relación directa entre gasto y renta gravada, lo cual
permite, desde un Inicio, descartar que puedan ser deducibles los gastos realizados para
obtención de rentas no gravadas (entendiendo por tales, tanto las exentas, como las no
alcanzadas por el ámbito jurisdiccional o por la definición del concepto de renta).

Sin embargo, existe una serie de gastos en los cuales su afectación no resulta clara, puesto
que se refieren a la totalidad de la empresa y no a una específica actividad productora de
rentas. En esos casos, no existe otro remedio que efectuar una prorrata, permitiendo la
deducción en la proporción que las rentas gravadas guarden con las no gravadas.
Pese a que tal solución sólo sería indispensable en caso de gastos afectados a rentas
mixtas, es frecuente que ella sea extendida a toda la empresa, de modo tal que,
independientemente de que un cierto gasto pueda ser identificado en su relación causal,
con una renta exenta, se tome el total de gastos y se permita su deducción en la proporción
que el total de rentas gravadas guarde con el total de. rentas obtenidas; tal solución sólo
puede aceptase por motivos de simplificación y economía administrativa.
2) Gastos en el exterior. Existen de tipos de gastos en el exterior que normalmente son
relevantes a los efectos fiscales. En primer lugar, las adquisiciones de bienes que se
efectúan en el extranjero y que se importan de esa jurisdicción; éstas normalmente son
controlables en cuanto a su verosimilitud, o son objeto de regulación especial en cuanto a
su pago, razón por la cual no han de ser analizadas aquí.
Y por otra parte, queda el resto de las erogaciones que pueden realizarse en el exterior, en
virtud de transacciones realizadas allí (gastos en propaganda, investigación, viajes, etc.).
En tales casos, desde el punto de vista técnico, probada la relación de causalidad con la
renta, no cabe duda de que procedería su deducción, y ello, independientemente de que el
principio jurisdiccional del país en cuestión fuera de renta mundial o territorialidad de la
fuente.
La desconfianza con que las legislaciones miran ese tipo de gastos, entonces, no proviene
de que sea dudosa su admisibilidad teórica, sino de las dificultades para controlarlos
eficazmente, ya que se realizan fuera del territorio.
Tal circunstancia hace que algunos países establezcan directamente la no deducibilidad de
esas erogaciones, en tanto que otros consagren la presunción genérica (desvirtuable
mediante prueba en contrario) de que no se encuentran vinculados con la obtención de
renta nacional. En este último supuesto, o bien se deja librado al criterio de la Administración
la aceptación de la realidad de su vinculación con la renta nacional, o se exigen
certificaciones de auditores.
Es frecuente que además se establezca, como requisito para la admisión del gasto, que se
acredite la efectiva retención del impuesto debido, si los pagos constituyen rentas gravadas
para el perceptor. Cuando en todo caso se exige la efectiva retención como requisito
general, en los hechos se está negando la deducción de los gastos en el exterior que no
sean calificables como de fuente nacional, lo que cercena grandemente el ámbito de la
deducción.
3) Remuneraciones a los dirigentes de la empresa. Este tema debe ser analizado en forma
separada, según el tipo de empresa de que se trate.
En efecto, en empresas unipersonales, o en sociedades de tipo personal, el empresario
está muy directamente vinculado con la empresa, al punto de que en algunos regímenes,
la renta de ésta se supone fictamente distribuida al fin del ejercicio. En consecuencia,
existen motivos para presumir que el total de la remuneración del empresario está
constituido por su utilidad, o por consideraciones especiales permite deducir una cierta
suma, generalmente con topes o condicionamientos especiales, a título de remuneración
de su propio trabajo. La conveniencia o no de maniobras en ese senado estará dada, en
cada sistema fiscal, por la altura de las tasas que graven las ganancias de empresas, las
utilidades empresariales y las rentas del trabajo.
En cambio, tratándose de sociedades de capital, la distinta personalidad de la sociedad
pareciera otorgar al accionista un cierto carácter de tercero, y por lo tanto, cuando
desempeña funciones en la empresa, el enfoque primario sería considerarlo mandatario de
la asamblea (en caso de Directores) o empleado según los casos, y no como propietario
del capital, Por consiguiente en ese enfoque, el tratamiento de sus reml1neraciones no
debiera diferir del que se acuerde a las que corresponden a otros dirigentes o empleados
que no tienen con la sociedad aquella vinculación.
Sin embargo, varias veces se ha señalado que en la realidad imperante en Latinoamérica,
tiene prevalencia las sociedades de familia o de personas organizadas bajo la forma de
sociedades anónimas (sociedades cerradas). En ese supuesto, las condiciones de
accionista y empresario se confunden y las decisiones empresariales suelen tener en
cuenta, a los efectos tributarios, tal conjunción de intereses.

Por consiguiente, es frecuente que en los países se impongan límites al monto de las
retribuciones que las sociedades de capital abonan a sus directores, así como a las que
asignan a otros funcionarios que son a la vez sus accionistas, para cerrar una vía de escape
con múltiples proyecciones tributarias, porque la misma suma pesa como gasto de la
empresa y escapa al tratamiento como utilidad en cabeza de perceptor, beneficiándose, del
tratamiento benévolo que puede estar establecido para las rentas del trabajo. 3 Claro está
que, en cuanto las rentas del trabajo están sometidas a tributación por seguridad social, el
incentivo a la evasión podrá o no considerarse neutralizado, dependiendo de la altura de
las respectivas alícuotas.

4) Gastos de representación. Puede decirse que este es uno de los rubros que más
problemas plantea en la aplicación práctica del impuesto sobre la renta de las empresas, lo
cual normalmente lleva a dictar disposiciones expresas a su respecto.
Bajo esta denominación pueden comprenderse una variedad grande de erogaciones, que
se encuentran en el límite entre lo que es un gasto vinculado por principio de causalidad a
la renta y lo que es un gasto de carácter personal, consumo de renta y no productor de ella.
Esa circunstancia determina que este rubro configure una de las vías preferentemente
utilizadas para disminuir las utilidades de la empresa por vía de gastos, mientras
simultáneamente se realizan retribuciones extras a directivos o repartos de utilidades al
margen de la imposición personal.

3
Los criterios que se han de seguir para el establecimiento de esos límites pueden ser muy variados.
Una primera solución consiste en dejar librado al juicio de la Administración el carácter razonable de
la retribución señalándose o no los índices que deben tener en cuenta, como podría ser la ganancia
del ejercicio, la importancia de la empresa y/o de los servicios prestados, la rentabilidad del capital,
etc.

Otra alternativa consiste en establecer en la propia ley un límite, eliminando toda apreciación de la
Administración, señalando un monto máximo, o relacionar dicho monto de retribuciones con uno o
varios índices, como por ejemplo la retribución de funcionarios no accionistas (equiparándolos a ellos
o admitiendo un cierto exceso), los mínimos no imponibles aplicables en el impuesto personal a la
renta, ganancias del ejercicio o monto de salarios que paga la empresa. Por último, otra solución
sería condicionar la deducción al hecho de que se efectúen contribuciones de seguridad social por
las retribuciones de que se trata, cuando la altura de la" tasas respectivas permita suponer que ella
será suficiente para disuadir maniobras.

Por otra parte, los criterios aplicables pueden diferir en cuanto al alcance, desde el punto de vista
subjetivo, de las normas que imponen limitaciones. Por lo general, las disposiciones limitativas se
refieren a remuneraciones de directores u otros altos dirigentes de la empresa, pero también es
posible que contemplen el caso de accionistas que ocupan cargos de menor importancia.

Como se comprende, el alcance de todo este tipo de disposiciones es limitado, en la medida que la
legislación permita el anonimato de las acciones de las sociedades anónimas.
La circunstancia señalada ha tomado necesario limitar o condicionar la deducción de estos
gastos. Al efecto se puede aplicar distintas fórmulas, aunque ninguna de ellas resulte
totalmente satisfactoria.4

5) Gastos de propaganda. En principio, es indiscutible que la obtención de renta puede


hacer necesario o conveniente que la empresa efectúe gastos de propaganda, destinados
tanto a hacer conocer los productos que se lanzan al mercado, como a la empresa misma.

Ello no obstante, ese tipo de gasto ha sido objeto de reservas, desde un doble punto de
vista.
En primer lugar, en diversos países se mira con desconfianza estos gastos, por cuanto
pueden prestarse para sobrefacturaciones que permitan evasión de utilidades, maniobra
más posible cuando el último sector del circuito propagandístico (medios de comunicación)
se encuentra exonerado de impuestos. Tal tipo de consideraciones se traduce en
regulaciones que tienden a otorgar garantías en cuanto a la realidad del gasto y de su
cuantía, teniendo en cuenta su vinculación con la actividad de la empresa, la índole de los
servicios prestados, la actividad de quienes los prestan y su condición de contribuyentes.

Pero en segundo lugar, aunque se acepte la realidad del gasto, también se han hecho
consideraciones respecto de si deben ser totalmente deducidos en el ejercicio en que se
producen o si es más lógico darles otro régimen. Desde ese punto de vista, se destaca que
los efectos de la propaganda tienden a perdurar (creando la llamada "imagen" del producto
o de la empresa), bastante después del ejercicio en el que producen impacto como gasto.
Y por consiguiente, la solución del problema, cuando así se presenta, consistiría en obligar
al diferimiento parcial de la deducción del gasto en un determinado número de períodos.
Cuando se intenta ajustar lo más posible el impacto del gasto con el efecto del mismo, se

4
Una primera solución, consiste en dejar a criterio del órgano administrativo la determinación del
monto deducible. Esto puede producir un cierto efecto preventivo, pero obliga a la administración a
un examen caso por caso, siembra de incertidumbre la deducibilidad de un gasto basta que no exista
pronunciamiento administrativo y multiplica las situaciones controvertidas. con el consiguiente
aumento de tareas.

Las circunstancias antedichas llevan muchas veces a adoptar criterios objetivos, como p. ej.: limitar
la deducibilidad a determinados gastos (p. ej.: transpone, hospedaje, alimentación, erogación por
uso de automóviles) o incluso a fijar sumas máximas de viáticos diarios, considerando a tal efecto
las pagadas a funcionarios; gubernamentales o atendiendo a otros índices. También resulta posible
exigir la documentación de ciertos gastos (hospedajes, pasajes, etc.) y limitar la deducción a un
porcentaje de las remuneraciones ordinarias cuando no deba rendirse cuenta de las sumas recibidas
en concepto de gastos de representación.

Este tipo de medidas restrictivas puede simplificar en cierta medida el problema, pero sin darle
solución cabal. En efecto, si bien deniegan la deducción de una serie de variadas erogaciones, cu-
ya conexión con la generación de la renta de las empresas es dudosa, en cambio posibilitan esa
deducción -limitada o no- en situaciones en que esa misma indefinición se presenta, tal como suele
ocurrir en los casos de viajes de. negocios al exterior, que parece constituir una de las modalidades
preferentemente usadas por las empresas para retribuir a sus directivos.
Cabria agregar, que desde el punto de vista técnico, en la medida en que esas sumas resultan
deducibles para la empresa, ellas constituyen renta de su perceptor, razón por la cual corresponde-
ría tratarlas según el caso o como distribución de utilidades o como renta del trabajo.
fijan montos que se escalonan en orden decreciente, considerando la proximidad de la
deducción a la fecha en que se realizó la erogación.

2. Depreciaciones y Amortizaciones

Según se indicó oportunamente, el concepto de renta neta supone la depuración, no


solamente de las sumas necesarias para obtener la renta, sino también de las que
posibilitan el mantenimiento y conservación de la propia fuente.

Desde este punto de vista, es evidente que los bienes corporales afectados a la empresa
experimentan una pérdida de valor originada por el desgaste que en ellos produce esa
afectación. Por ende, a efectos de la determinación de .la renta neta, resulta necesario
contemplar ese hecho, mediante la deducción de una proporción de la renta bruta, de modo
que permita la recuperación del capital fuente, y, mediante su puesta en reserva, el
reemplazo de los bienes cuando ya no resultan utilizables.

En el caso de los activos intangibles, cuando se trata de derechos de depuración limitada


(y no en otro caso), es claro que el valor que ellos representan va experimentando una
disminución en virtud del transcurso del tiempo. Cuando se trata de derechos adquiridos, la
deducción del costo que posibilita la recuperación del capital en ellos invertido opera a
través de un número determinado de ejercicios, que corresponde a la duración de aquellos
intangibles. El caso de los activos intangibles no adquiridos sino producidos por la empresa
es distinto, por cuanto los gastos necesarios para su producción han sido deducidos como
tales gastos en su oportunidad, y por consiguiente no tienen "costo" en ese especial
significado del término.

Como anotación terminológica, debe señalarse que mientras en algunos países


latinoamericanos las expresiones "depreciación" y "amortización" se utilizan casi como
sinónimos, en otros se distinguen nítidamente, reservándose el primer vocablo para las
deducciones que se refieren a bienes corporales del activo inmovilizado, buscando
contemplar las pérdidas de valor que ellos experimentan.

En tal caso, la voz "amortización" se reserva para las deducciones que se refieren a activos
intangibles, y por extensión al tratamiento diferido de ciertos gastos, como los de
constitución de sociedad, propaganda, etc.

Como en buena medida gran parte de los problemas son comunes a ambos casos, y
especialmente el referido al, costo a. considerar y sistemas a utilizar, en las líneas
siguientes se utilizará el vocablo depreciación, pero con la advertencia de que, en lo que
fuere aplicable, lo que se diga respecto de esa hipótesis es trasladable a la de amortización.

a. Costo depreciable

La base para el cálculo de la depreciación es normalmente el costo de adquisición o el de


producción, cuando el bien ha sido elaborado por la propia empresa.

Dicho costo incluye también los gastos incurridos a raíz de la compra e instalación del bien,
como se expuso en la sección 2, letra A, supra, manteniéndose también la solución
consistente en no permitir computar como costo de producción intereses sobre el capital
propio.
En situaciones de inflación, es frecuente que se autoricen o exijan revaluaciones de activos,
en cuyo caso la base de cálculo pasa a ser el costo revaluado.

b. Sistemas de depreciación

El sistema tradicionalmente utilizado a efectos contables y tributarios es el denominado


"depreciación lineal". Consiste en dividir el costo del bien por el número de años
correspondiente a la vida útil que se le asigna, obteniéndose un resultado que constituye la
cuota de depreciación anual. En consecuencia, la deducción correspondiente a cada año
de vida útil es uniforme y al agotarse aquella, se ha posibilitado la recuperación de la
totalidad del capital invertido.

La vida útil de los distintos tipos de bienes puede ser fijada por la ley, el reglamento o la
Administración, de acuerdo con los usos y prácticas comerciales. Dado que resulta
imposible predecir con exactitud la vida útil de los bienes, la determinación de ella se funda
en estimaciones que no necesariamente habrán de coincidir con la real duración en cada
caso particular.

Normalmente, la adopción del método de depreciación lineal no es rígida. En primer lugar,


como los coeficientes de depreciación resultan del cómputo de una vida útil calculada en
función de utilización normal, cabe considerar su ajuste cuando los bienes son sometidos
a una utilización más intensiva. Asimismo, suele preverse la adopción de otros regímenes
que resultan más adecuados a la naturaleza de la explotación (depreciación global,
depreciación por unidad de utilización, etc.), exigiéndose a tal efecto autorización expresa
de la Administración.
El régimen de depreciación lineal ha sido criticado en base a consideraciones de orden
económico. Se ha sostenido que desde ese punto de vista, la cuota de depreciación debe
ser realista, teniendo en cuenta en ello la rápida obsolescencia que deriva del progreso
tecnológico. Bajo tal ángulo, se argumenta que, para que realmente permanezca intacto el
capital fuente, es menester que el mismo se mantenga adaptado al progreso técnico, puesto
que de otro modo la empresa verá disminuir su potencial.

En otro orden de ideas, se ha señalado que el régimen de depreciación lineal sólo resulta
adecuado en el caso de estabilidad de precios. En cambio, cuando los precios se elevan
constantemente, el costo de sustitución de los bienes es mucho más elevado que el capital
recuperado a través de las depreciaciones, situación que denota que las cuotas de
depreciación han sido insuficientes y que el impuesto ha incidido sobre el capital.

Críticas como las indicadas han dado lugar a los llamados regímenes de "depreciación
acelerada ", que consisten básicamente en acelerar la recuperación del capital invertido,
aumentando las depreciaciones correspondientes a los primeros años de vida útil de los
bienes.
Los métodos de depreciación acelerada pueden ser muy variados: puede citarse el de
"depreciación a doble tasa sobre saldos" o depreciaciones regresivas, en el que el
coeficiente de depreciación se aplica sobre el valor residual; el de "suma de números
dígitos", en el que la cuota de depreciación es el producto de un coeficiente que tiene como
numerador el número de años que restan de vida útil y como denominador la suma de los
números de los años sucesivos de vida útil; los que logran la aceleración acortando la vida
útil de los bienes y los que permiten deducciones iniciales considerables en el ejercicio de
adquisición de los bienes. 5

5
A título de ejemplo, véase las diferencias entre el método de depreciación lineal y los métodos de
depreciación acelerada:
a) Depreciación lineal: Al dividir el costo entre el número de anos de vida útil, se aplica todos
los años igual porcentaje.

Año Base Tasa Cargo Anual de Amortización Amortización Acumulada


I 150,000 20% 30,000 30,000
II 150,000 20% 30,000 60,000
III 150,000 20% 30,000 90,000
IV 150,000 20% 30,000 120,000
V 150,000 20% 30,000 150,000

b) Depreciación acelerada de base decreciente con doble tasa. En este sistema, el porcentaje
sigue constante, pero se calcula a doble tasa de la normal, (para que sirva de incentivo) y
se aplica sobre el saldo no amortizado.

Tasa
Año Base Cargo Anual Acumulación
40%
I 150,000 40% 60,000 60,000
II 90,000 40% 36,000 96,000
III 54,000 40% 21,000 117,000
IV 32,000 40% 12,000 130,000
V 19,440 40% 7,776 138,336

c) Depreciación acelerada por suma de números dígitos: Este sistema sobre una base que
permanece invariable, se va haciendo una depreciación variable, producto de un cociente
que tiene como numerador el número de años que restan de vida útil y como denominador
la suma de los números de los años de vida útil del bien.
Ejemplo

Año Base Tasa Cargo Acumulación


I 150,000 5/15 50,000 50,000
II 4/15 40,000 90,000
III 3/15 30,000 120,000
IV 2/15 20,000 140,000
V 1/15 10,000 150,000

Los efectos de todo régimen de amortizaciones y en mayor grado de aquellos de depreciación


acelerada, consiste en provocar un diferimiento del impuesto correspondiente. En la medida en
que las empresas no hacen una sola inversión, sino que normalmente hay adiciones de equipo,
en los hechos se crea un diferimiento continuo de impuestos, mientras prosigan las
incorporaciones de activo fijo.

Pero de todos modos, el régimen de amortizaciones tiene efectos laterales, como los siguientes:
a) discrimina a favor' de los empresarios con fuertes inversiones en activo fijo, lo que puede
desvirtuar a la progresividad del sistema total; b) discrimina en favor de empresas que, por la
naturaleza de su giro, están obligadas normalmente a una más rápida renovación de equipos,
tanto por razón de desgaste como de obsolescencia.
Cabe agregar que en caso de procesos inflacionarios agudos, para contemplar sus efectos,
se ha recurrido al otorgamiento de depreciaciones adicionales a las normales para nuevas
inversiones, a la depreciación calculada sobre costos de reposición, a la revaluación de
activos a fin de adecuar las cuotas de depreciación o a la aplicación de índices de
actualización a las cuotas normales.

c. Desuso
El caso de desuso se plantea cuando un bien queda fuera de uso antes de haberse agotado
la vida útil que se le asignara, sea en razón de haber sufrido un deterioro mayor al previsto
en aquella, sea porque el progreso tecnológico lo ha convertido en obsoleto, tornando
antieconómica su utilización.
En tal situación, uno de los criterios técnicos aplicables puede consistir en disponer la
deducción del total del valor aún no depreciado en el ejercicio en que se produce el desuso.
Otro, exigir que se continúen las depreciaciones normales hasta contemplar los períodos
que restan para completar la vida útil del bien. Una combinación de ambos se obtendría
autorizando al contribuyente a optar por uno de los dos procedimientos. y un tercer sistema,
consistiría en autorizar a la empresa a optar por mantener el valor residual al momento del
desuso y aplicarlo como costo computable en oportunidad en que venda el bien.

d. Reemplazo
Se configura un caso de reemplazo cuando la empresa, dentro de un mismo ejercicio, vende
un bien depreciable y adquiere otro para reemplazarlo. Estrictamente, lo que
correspondería en tal caso es llevar a los resultados del ejercicio la ganancia obtenida en
la venta del bien, y depreciar al nuevo tomando como base de cálculo su costo de
adquisición. Sin embargo, es frecuente que a fin de favorecer operaciones de este tipo, que
redundan en el mejoramiento tecnológico de la empresa, se le permita imputar la utilidad
obtenida, al costo de adquisición del nuevo bien. Al hacerlo, el costo depreciable resultará
inferior al de adquisición y las cuotas de depreciación serán inferiores a las que hubieran
correspondido en el régimen normal, pero la utilidad resultante de la venta del bien
reemplazado no figurará en ese ejercicio, sino que afectará los ejercicios futuros, durante
la vida útil del nuevo bien, por vía de menores deducciones.

e. Pérdidas o beneficios por daños sufridos por bienes depreciables


Es norma general admitir la deducción de las pérdidas sufridas por caso fortuito o fuerza
mayor por los bienes depreciables, en la parte no cubierta por indemnización o seguro. A
fin de determinar esas pérdidas, los bienes deben considerarse por el valor residual que les
correspondía al iniciar el ejercicio en que se experimentaron aquellas.
En los casos en que la indemnización recibida supera el valor residual del bien, es también
normal que el beneficio resultante se considere renta del ejercicio, sea por disposición
expresa de la ley o como consecuencia del alcance conferido al concepto de renta. Sin
embargo, en los casos en que el bien que dio origen al beneficio se reemplace o
reconstruya, es común que se autorice a imputar aquel beneficio al costo de adquisición o
de reconstrucción, aplicando el mismo criterio que se comentara en el caso de reemplazo.

f. Bienes inmuebles
En el caso de inmuebles, la depreciación abarca, como se dijo antes, solamente las
construcciones, las cuales se rigen por lo general por reglas similares a las comentadas en
los parágrafos anteriores. Sin embargo, en razón de la prolongada vida útil que les resulta
atribuible, es común que se admita la depreciación calculada en función de un coeficiente
bajo (2 o 3%.) durante todo el tiempo que resulten utilizables. Además, en algunas
legislaciones, razones de practicidad determinan que se autoricen a calcular las
depreciaciones no sobre el costo de adquisición o construcción, sino tornando como base
el avaluo fiscal de las construcciones.

3. Previsiones y Reservas
Al cierre de cada ejercicio, es frecuente que las empresas tengan la perspectiva de tener
que atender en el ejercicio siguiente algunos gastos que se han generado en el actual, pero
respecto de los cuales no ha nacido aún la obligación de su pago, razón por la cual,
estrictamente, no podrían ser computadas ni aun en el sistema de lo devengado.
Es frecuente que en sus prácticas comerciales, las empresas efectúen cargos que
disminuyen su utilidad de ese ejercicio, para reservar parte de ella para atender esos
gastos. Del mismo modo, suelen hacerse reservas para hacer frente a determinados
riesgos que pueden afectar su actividad.
El balance fiscal, en principio, no tiene por qué aceptar que la utilidad gravada del ejercicio
se vea afectada por reservas para gastos que, estrictamente, ni han sido realizados, ni han
sido devengados. Pero de todos modos, es frecuente encontrar en las legislaciones la
autorización para que se efectúen este tipo de reservas.
Dentro de ese concepto genérico, algunos países distinguen entre "previsiones" y
"provisiones", siendo las primeras aquellos cargos que incidirán necesariamente en la
cuenta de ganancias y pérdidas, en los cuales el monto es incierto pero que puede ser
calculado estimativamente. Provisiones serían en cambio (en las legislaciones que
distinguen entre ambos conceptos) aquellos cargos ciertos y de cálculo exacto que deben
gravitar en los resultados del ejercicio, pero que no constituyen obligaciones exigibles a la
fecha de balance (p. eje.: provisiones para impuestos y cargas sociales).
En general, puede decirse que existe un único punto sobre el cual hay unanimidad en
cuanto a su aceptación, que es la formación de reservas técnicas por parte de las
compañías de seguros, ya que su necesidad deriva de la misma mecánica de la actividad
productora de rentas.
Dejando de lado la especial problemática de los seguros, puede decirse que existen otros
dos conceptos que frecuentemente las legislaciones recogen admitiendo a su respecto la
constitución de reservas: las eventuales pérdidas derivadas de la incobrabilidad de créditos
provenientes de operaciones que constituyen el objeto de la actividad de la empresa, y el
pago de las indemnizaciones que, de acuerdo con el régimen de seguridad social,
corresponden al personal en caso de despido.

a. Créditos incobrables
En el régimen normal de deducciones, las pérdidas que originan los malos créditos
provenientes de operaciones comerciales debieran incidir en la determinación de los
resultados del ejercicio en que se configura la incobrabilidad. Atendiendo a esa situación,
varias leyes del impuesto a la renta admiten que los castigos por créditos incobrables sean
computados a efecto de la determinación de la renta neta. Sin perjuicio de ello, es frecuente
que esas leyes autoricen a la empresa a formar fondos destinados a hacer frente a aquellas
contingencias. En estos casos, las empresas deducen parte de sus utilidades para constituir
el fondo y al producirse la incobrabilidad, las pérdidas son absorbidas por aquél y sólo
afectan a los resultados del ejercicio en la parte no cubierta por el mismo.
Normalmente, estos fondos presentan la característica de no ser acumulables. Al cerrarse
un ejercicio, se constituye un fondo que cubrirá exclusivamente la incobrabilidad que se
configure en el ejercicio siguiente; finalizado éste, la parte no utilizada del fondo debe
incrementar las utilidades, sin perjuicio del castigo que se efectúe contra las mismas para
constituirlo nuevamente, con el objeto de atender las situaciones que pudieran producirse
en el ejercicio que se iniciará.6
b. Indemnizaciones por despido

Los pagos que las empresas deben efectuar a su personal en caso de despido, de acuerdo
con las normas de seguridad social que regulan esa situación, constituyen gastos
deducibles a efectos de la determinación de la renta neta del ejercicio en que se devengan
o paguen, según cual fuere el criterio de imputación que autorice la ley, y en su caso, el que
aplique habitualmente la empresa.

Ello no obstante, teniendo en cuenta que, al menos en parte, el monto de la indemnización


se vincula a la antigüedad, es frecuente que se autorice a las empresas a constituir fondos
destinados a hacer frente a la proporción correspondiente de los pagos por despido,
deduciendo de las utilidades una porción que cubra el aumento de riesgo originado por la
prestación de servicios desarrollada durante el ejercicio al que corresponde el castigo.

Estos fondos son acumulables, de modo que los sucesivos castigos de utilidades van
acrecentando su monto. Por su parte, producida la cesantía, los pagos devengados o, en
su caso, realizados, se imputan al fondo, disminuyéndolo sin incidir en los resultados del
ejercicio, salvo en el caso de que una parte de las erogaciones no resulte cubierta por aquél.
7

6
Los métodos admitidos para calcular el castigo pueden variar de país en país, aun cuando siempre
debieran considerar el monto de créditos provenientes de operaciones comerciales existentes a la
finalización del ejercicio en que se constituye el fondo. Así, pueden aceptarse castigos razonables o
fijar legalmente el porcentaje que se aplicará sobre el monto del crédito para establecer la deducción,
etc. Sin embargo, parecer(a que el procedimiento que resulta más adecuado es el que tiene en
cuenta los índices de incobrabilidad de la propia empresa durante un determinado periodo. A tal
efecto, se establece el porcentaje promedio de incobrabilidad, tomando en cuenta los casos
producidos en los últimos ejercicios -considerados en un número que fije la ley o el reglamento y que
incluya al de constitución del fondo- en relación con los montos de créditos existentes a la fecha de
iniciación de cada uno de ellos.

Cabe agregar que para imputar las pérdidas sufridas al fondo, o en su caso, a las ganancias del
ejercicio, la incobrabilidad debe establecerse en base a índices tales como la prescripción de la
deuda, el fallecimiento o desaparición del deudor, la quiebra, el concordato, la cesación de pagos,
etc., de acuerdo con lo que en cada caso dispongan las leves y sus reglamentos.

7 En cuanto a los métodos aplicables para establecer la deducción, corresponde señalar que en
razón de la vinculación del rubro considerado con las normas de seguridad social que reglan el
despido, por lo general se adecuan a las estipulaciones que esas reglas establecen. Del mismo
modo, si de acuerdo con las leyes de seguridad social la indemnización también procede en caso de
retiro voluntario, el régimen establecido a efectos tributarios contemplará las modificaciones
pertinentes.
CAPITULO XI

TRATAMIENTO DE LAS UTILIDADES DE LAS EMPRESAS Y DE SUS


TITULARES

En la vida económica, las empresas existen para obtener utilidades. Detrás de cada
empresa, a su vez, existen personas físicas que son en definitiva sus titulares y que se
encuentran más o menos distantes de ella, desde el punto de vista jurídico.
El punto álgido de la tributación, como se advierte a primera vista, radica en decidir qué
trata- miento fiscal han de obtener las rentas que obtiene la empresa y, dentro de ellas, las
que obtiene el empresario. Dicho de otro modo, se trata de resolver si ha de reconocerse
entidad suficiente a esos entes intermediarios como para interponerse en el camino de las
rentas hacia las personas físicas, constituyendo sujetos tributarios independientes o
autónomos, o si por el contrario esos entes, en principio, han de ser considerados como
meros conductores de rentas hacia ellas.
a) El primer criterio se plasma en el llamado "del ente separado", por cuanto parte de la
base de que la entidad intermediaria es un sujeto distinto y diferente de la persona física.
Por consiguiente, la imposición operará en dos momentos: primero a nivel de entidad, y
luego independientemente, en cabeza de las personas físicas, por las utilidades que a éstas
proporcione la entidad.
Esta consecuencia es denominada comúnmente "doble imposición económica"; las mismas
utilidades sufren doble gravamen, a nivel de entidad y de persona; sin embargo, los
defensores del criterio de ente separado impugnan la corrección de la denominación, ya
que: según su criterio, en tanto se trata de sujetos distintos, no puede hablarse de "doble"
imposición.

Este criterio es susceptible de aplicarse, tanto a todas las empresas, como restringido a las
sociedades de capital, según los distintos objetivos que inspiren el sistema, como se ha
visto en el capítulo V.
b) El segundo criterio parte de la base de que las personas físicas son los únicos entes
cuya capacidad contributiva importa y que las entidades intermediarias son meras
conductoras de renta hacia ellas. En consecuencia, busca la "integración plena" de las
rentas obtenidas por las sociedades, en el impuesto de la persona física. La problemática
aquí queda reducida a las sociedades e incluso, a las sociedades de capital, por cuanto la
empresa unipersonal o las sociedades personales, son susceptibles de criterios de
integración plena sin mayores dificultades.
El presente capítulo, se destinará a efectuar una descripción esquemática de ambos
criterios y de los principales sistemas intermedios. A continuación, se evaluarán los
sistemas descritos en función de su efecto sobre el destino de las utilidades, así como de
sus aspectos recaudatorios y administrativos. Por último, deberá hacerse referencia,
aunque sea superficialmente, a la problemática que plantean los movimientos
internacionales de capitales y especialmente la posibilidad de que el capital de las
sociedades pueda pertenecer, total o parcialmente, a accionistas radicados en el exterior.

l. DESCRIPCION DE LOS DISTINTOS SISTEMAS

1.1 Sistema Clásico o del Ente Separado


De acuerdo a él, como se dijo, la entidad tributa el impuesto por las utilidades totales y a su
vez las utilidades que distribuya constituyen para la persona física que las percibe rentas
de colocación de capitales y en tal carácter están sometidas al impuesto personal sobre la
renta, con la progresividad que corresponda a su nivel de ingreso. 1

Ello quiere decir que en definitiva, las utilidades de la entidad sufren una imposición distinta,
según se distribuyan o no. En el primer caso, existe una primera imposición a nivel de
entidad y una segunda a nivel de persona física, lo cual permite hablar de que éstas últimas
sufren una "tasa combinada", producida por el hecho de que el accionista recibe dividendos
que ya han sido disminuidos por el impuesto pagado a nivel social. La tasa combinada,
entonces, resulta de considerar la tasa que tributa la entidad, el saldo líquido que queda

1 En algunos países, por distintas circunstancias, no se produce ese doble juego de imposición (a
nivel social y personal); así p. ej.: en Argentina, donde luego de la reforma de 1976 los dividen- dos
pagados a residentes no resultan alcanzados por el impuesto, o en Uruguay, donde no existe
impuesto a las rentas de personas físicas.
Un sistema de este tipo, que puede ser denominado "imposición exclusiva a nivel de empresa", evita
la doble imposición económica, pero al costo de deteriorar seriamente la progresividad y globalidad
del gravamen personal. En los hechos, puede decirse que se instala una cédula, separada del
impuesto general.
El informe Carter analiza esta posibilidad, diciendo que: “Esta solución no cuadra del todo con
nuestra propuesta de que, los tipos progresivos de impuesto para ser equitativos, deben ser
aplicados a una base imponible que comprenda la renta procedente de las sociedades; es por ello,
por lo que descartamos esta propuesta" (pág. 183).

El sistema al que se alude es susceptible de ser aplicado, tanto a sociedades, como a toda empresa
y la lógica indicaría la conveniencia de extenderlo a toda la actividad empresarial, ya que en definitiva
resulta una alteración de la globalidad del gravamen, que es más racional otorgar en función de la
actividad que se realiza, y no en base a la forma jurídica que se adopte.
para distribuir y el impuesto aplicado sobre la utilidad retirada, el que depende en cada caso
de la escala de progresividad en que se encuentre el accionista.2

Este sistema clásico, puede instrumentarse, tanto tomando como sujetos pasivos a las
sociedades, como a las empresas.

No cabe duda de que técnicamente, éste es el sistema más sencillo, pues los problemas
que presenta son pocos.

Por un lado, en caso de que una sociedad sea accionista de otra, se plantearía el riesgo de
una imposición, ya no doble, sino triple o múltiple; pero el problema puede solucionarse
mediante el simple expediente de excluir los divide¡¡dos percibidos de otras empresas de
la utilidad imponible de la sociedad perceptora.

Otro problema, podría plantearse en las sociedades cerradas, por cuanto los accionistas-
dirigentes tendrían la tentación de efectuar reales distribuciones de utilidades
encubriéndolas como préstamos a los socios, asignación de gastos de representación, etc.;
pero estos aspectos pueden ser solucionados. 3

y también existirían los problemas inherentes a la individualización de accionistas a efectos


de verificar que en su declaración personal de rentas se incluyen los dividendos.

En cuanto a sus desventajas, consistirían básicamente en que posibilita -según los


defensores de ese punto de vista- una doble imposición económica, de efectos negativos,
y en que discrimina el tratamiento fiscal de empresas similares según su forma jurídica si
sólo abarca las sociedades de capital.

1.2 Sistema de la Transparencia Fiscal

2 El concepto de tasa combinada surge de la aplicación sucesiva de las dos imposiciones. Así, si la
sociedad gana 200 y la tasa a su nivel es del 50%, debe abonar 100, que reducen el dividendo
disponible para sus accionistas; suponiendo que distribuya el total de los 100 restantes, y que la tasa
media personal del accionista sea del 40% deberá abonar 40, y le quedarán 60. En definitiva, el
impuesto adeudado sobre 200 originales es 140, lo cual da una tasa combinada del 70%.

3
Existen una serie de medios técnicos para solucionar el problema:

a) disponer que los préstamos a accionistas serán considerados como distribución de


utilidades; esta medida supone la nominatividad de acciones;

b) establecer que ese tratamiento se otorgará a todo préstamo que realice una entidad cuando
no tenga giro financiero;

c) fijar límites para la deducción de gastos de representación y similares efectuados por el


personal directivo, etc.;

d) en algunos países se ha implantado un impuesto adicional sobre las utilidades retenidas que
al vencer un determinado período no hayan sido invertidas en la forma reglada por la ley,
presumiéndose que por medios indirectos han sido entregadas a los accionistas; esto da
lugar a una multiplicidad de gravámenes no muy recomendable.
Constituye la antítesis del precedentemente expuesto, por cuanto tiende a una integración
total y completa de las utilidades de la sociedad, en cabeza de los accionistas. Estos son
considerados como los reales propietarios de la empresa, los cuales obtienen una utilidad
equivalente a la proporción que corresponde al paquete accionario de cada uno en el
beneficio total de la sociedad.

Por consiguiente, puede decirse que no existe gravamen a nivel social y las utilidades se
gravan en su totalidad (distribuidas o no) en cabeza de los accionistas. Por ese sistema, se
llega a una "integración total" de las ganancias empresariales en las personas. Ello
configura un tratamiento similar al que normalmente se dispensa a las sociedades de
personas en los regímenes unitarios de imposición a la renta.4

Pese a los atractivos del sistema en cuanto a instrumento para propender al objetivo de
globalidad y redistribución de ingreso, presenta dificultades de tal magnitud, que puede
decirse que ningún país lo ha puesto en práctica.

En las sociedades anónimas abiertas, por ej., los accionistas deberían tributar sobre sumas
que no han recibido, y que no tienen seguridad de recibir ni como dividendo, ni como
ganancias de capital; 5 sus posibilidades de influir en la distribución de dividendos pueden
ser escasas con lo cual pueden encontrarse en real imposibilidad de pagar el impuesto. Se
puede intentar atenuar el problema obligando a la sociedad a efectuar un pago a cuenta,
pero esto no está libre de inconvenientes.6

4 Precisamente, quienes abogan por la adopción del criterio de la transparencia fiscal, fundan su
posición en razones vinculadas con los principios de neutralidad y de equidad, alegando que el
impuesto no debe discriminar en función de la forma jurídica que se adopte para organizar la
empresa y que la atribución de las rentas a. los titulares del capital de tales entidades constituye la
única medida que permite que las utilidades de las empresas tributen de acuerdo con el principio de
la capacidad contributiva, que no podría ser concebido sino en relación con las personas físicas.

5 En efecto, la opinión predominante en la doctrina entiende que el sistema de transparencia no


contempla la realidad que configura la sociedad anónima abierta.

Atento a la existencia jurídica y económica independiente que se atribuye a tales entidades, se


señala que el criterio de la transparencia fiscal da lugar a que los accionistas deban tributar el
impuesto sobre sumas que no tienen la seguridad de percibir ni como dividendo ni como ganancias
de capital, ya que la fluctuación de la cotización de las acciones por lo general no evoluciona en
función de la retención de beneficios por parte de las empresas.
Asimismo, se señala que aun cuando aquellas fluctuaciones fueran regulares, se presentarían
situaciones anómalas, como sucedería cuando se transfiere una acción cuya cotización se elevó a
raíz de previsiones favorables sobre los beneficios del año, en cuyo caso el transferente se
beneficiaría con la renta en tanto que el impuesto lo tributaría el adquirente, que revestiría el carácter
de accionista al cierre del ejercicio comercial. También se alega que los repartos de beneficios
anteriores no estarían gravados en cabeza de sus receptores, a pesar de constituir para ellos una
renta y se destacan los graves problemas de aplicación que provoca el sistema.
6
La determinación de la tasa aplicable a efectos del pago a cuenta es uno de los principales
problemas, atento a la estructura progresiva del impuesto personal y la diferente ubicación que al
accionista puede corresponder.
Si la tasa es baja, es muy posible que los accionistas traten de no incluir las utilidades de la sociedad
en su declaración personal, para evitar el pago complementario. Si por el contrario, es alta, se
generarán numerosos pedidos de devolución, sobre todo si, como es previsible, los contribuyentes
fraccionan sus paquetes accionarios. Una tasa intermedia, posiblemente dará lugar a que se
Intentando salvar las objeciones, algunos autores recomiendan su implantación con
carácter opcional, de forma que las sociedades pudieran elegir entre tributar como ente
separado o adjudicar sus utilidades a los accionistas en régimen de transparencia; pero aún
esta aplicación opcional puede presentar problemas. 7

Otro problema lo plantea la movilidad que caracteriza a las acciones, que son objeto de
transacciones múltiples a lo largo del año. El sistema de transparencia supone manejar
como una unidad )das las rentas imputables al año y asignarlas a quien es titular de la
acción en un momento determinado; basta pensar que una misma acción puede haber sido
poseída sucesivamente por dos más personas para advertir el problema y la dificultad de
su solución.

Teóricamente, podría acudirse a diversos métodos (prorratear las utilidades atribuibles


según el tiempo de tenencia de cada poseedor, etc.); pero la dificultad mayor proviene del
hecho de que no existe una correlación exacta entre el valor de una acción en cada
momento, y las utilidades que asta ese instante vaya teniendo la sociedad, ya que en la
cotización puede estar influyendo, tanto el desconocimiento de las utilidades hasta ese
momento logradas, como expectativas favorables respecto de lo que serán las utilidades
futuras (véase nota 4).
El sistema de transparencia presenta también otro ángulo de problemas -comunes también
a las sociedades de personas- en cuanto a las regias de determinación de la renta de

declaren las utilidades sólo en los casos en que la tasa media del accionista sea inferior o igual a la
aplicable para calcular el pago a cuenta.

Por otra parte, si se admite la devolución del pago a cuenta, será necesario establecer quién tiene
derecho a obtener el reintegro de los saldos, ya que imputándose utilidades no distribuidas, los
mismos pueden originarse en pagos efectuados total o parcialmente con fondos de la empresa, no
afectados a ser repartidos como dividendos. Si no se admite la devolución del pago a cuenta, en los
hechos la retención funcionará en cierta medida como un impuesto a las sociedades.
Como se advierte, varios de estos problemas -excepto el planteado en el párrafo precedente- se dan
también cuando se trata de poner una retención q cuenta sobre los dividendos, en un sistema clásico.

7
Esta aplicación opcional, vigente durante algún tiempo en Gran Bretaña, obedecerla a un propósito
de neutralidad, a fin de mitigar la discriminación que implicará el criterio del ente separado al acordar
un tratamiento distinto a las sociedades de capital.

En realidad, y aun cuando se considerara que el problema vinculado a la neutralidad es relevan- te,
la solución que se comenta podría favorecer a sociedades de personas de limitada dimensión,
organizadas bajo forma de sociedad anónima, cuyos socios tributen en el impuesto progresivo con
una tasa media inferior a la del impuesto a cargo de las empresas. Esas sociedades, por otra parte,
en general no cumplen la función económica que justifica las ventajas inherentes a la forma jurídica
adoptada.
En cambio, no contemplaría la situación que se plantea cuando, siendo las tasas medias superiores
a la de las empresas, aquellas sociedades se transforman en anónimas a fin de congelar la
imposición en el nivel de la tasa que soportan éstas últimas.
Por otra parte, como es posible que los distintos socios de una misma empresa estén situados en
diferentes tramos de la escala progresiva, el ejercicio de la opción puede provocar situaciones
conflictivas entre ellos.
empresas, efectos de ajustes o determinaciones de oficio hechas por la administración, etc.,
cuya solución lo hacen aún más complejo. 8
1.3 Sistema de Doble Tasa
Si el de transparencia fiscal es un intento por elimina, totalmente la doble imposición
económica, el que se analizará ahora se contenta con atenuar y sólo atenuar, ese efecto y
busca hacerlo mediante un alivio fiscal que opera a nivel de sociedad.
Ello se consigue estableciendo tasas diferentes a nivel social, según que las utilidades sean
destinadas a distribución o a ser retenidas. Por ejemplo; en Alemania las utilidades
retenidas pagan el 51%, mientras que las que se distribuyen tributan a nivel social sólo el
15%. 9
Las utilidades que se distribuyen vuelven a tributar en las declaraciones personales de los
accionistas, razón por la cual en el sistema también puede hablarse de una "tasa
combinada"; pero esta es sustancialmente inferior a la que resultaría en un sistema clásico,
justamente por el alivio que ellas tuvieron a nivel social. 10

8
En un sistema de transparencia fiscal, las utilidades a atribuir a los accionistas serán las partes
proporcionales de los beneficios impositivos de la empresa, de modo que la renta de cada uno de
aquellos no sólo estará influenciada por las normas relativas a valuación de stocks, depreciaciones,
etc. sino que quedará sujeta a las modificaciones que puedan resultar de los ajustes que el órgano
administrativo introduzca en la determinación de la empresa.
Paralelamente, será necesario definir a quienes corresponde la responsabilidad de infracciones
cometidas por la empresa.

Si la sociedad es a su vez accionista de otra u otras, además de las dificultades vistas deberán
tenerse en cuenta las repercusiones en cadena que provocarían los ajustes que efectúe la
administración, las dificultades que presentará la imputación de los pagos a cuenta efectuados por
las sociedades y la necesidad de reglar cuidadosamente las normas de imputación al ejercicio fiscal,
ya que en virtud de ellas, el pago del impuesto sobre utilidades de determinadas empresas podría
demorarse por términos de basta un año. El sistema tampoco es aplicable cuando las acciones
pertenezcan a tenedores del exterior, como se verá más adelante.

Por razones de este tipo, cuando el Gobierno Canadiense propuso su Libro Blanco sobre reforma
tributaria, indicó tres restricciones que consideraba inevitables para poder implementar un sistema
de transparencia fiscal, aún restringido a las sociedades cerradas. Esos requisitos eran: a) la
sociedad sólo podría tener una clase de acciones (para poder averiguar rápidamente qué parte de
beneficios recibe cada uno); b) todos los accionistas debían ser residentes en Canadá (para evitar
el riesgo de "hombres de paja" domiciliados en el extranjero); c) tratándose de acciones en manos
de sociedades anónimas, ellas debían tener el mismo ejercicio económico que la sociedad, porque
en ausencia de una norma de este tipo, sería posible posponer el impuesto varios años usando una
cadena de sociedades con cierres de ejercicio escalonados.
9
Una variante extrema del sistema de doble tasa puede ser considerado el denominado "crédito por
dividendo pagado", en el cual la sociedad paga impuesto exclusivamente por los beneficios que
retiene; significa, como se advierte, aplicar tasa cero a las utilidades que se distribuyen. Esas
utilidades estarán gravadas plenamente a nivel individual.
En tanto el sistema tiene gran afinidad estructural con el de doble tasa, la mayor parte de los
comentarios que se realizan respecto de éste le resultan aplicables.
10
Si en el ejemplo de nota 2, se supone un sistema de doble tasa, por el cual las utilidades
distribuidas paguen el 15% a nivel social, 200 a distribuirse pagarán 30, Y en cabeza del perceptor
Esta característica ha motivado que el sistema sea clasificado como de "integración
parcial", por contraposición al de transparencia, que sería de "integración total".
La tasa favorable a nivel social para las utilidades que se distribuyen se justifica únicamente
por el deseo de aliviar la doble imposición que resultará cuando se incluyan en la
declaración del accionista; y de esta circunstancia derivan una serie de aspectos técnicos,
que deben resolverse para implementar el sistema:

a) Discordancia entre balance fiscal y comercial. Uno y otro balance pueden no coincidir, lo
cual trae como consecuencia que tampoco lo hagan las utilidades que ellos arrojen. Por
ello, será necesario prever normas que reglen cómo se considera que están compuestos
los dividendos, estableciendo la forma y el orden en que se imputarán los beneficios
sometidos a impuesto.
b) Inseguridad sobre el destino de utilidades. Concluido el ejercicio, las sociedades
necesitan un tiempo para resolver qué destino darán a las rentas obtenidas. Pero a su vez,
el Fisco no podría esperar indefinidamente a que se adoptara esa decisión, que a su vez
es esencial para saber a qué volumen de utilidades se aplica una y otra tasa.
Una solución de este problema se obtiene estableciendo una tasa única a las utilidades,
independientemente de su destino y luego exigiendo un pago adicional sobre las no
distribuidas después del transcurso de un cierto período desde el cierre del ejercicio
comercial.

c) Cambio en el destino de las utilidades. Esto puede asumir tres variantes:


c.1. Utilidades que originariamente se destinaron a distribución y luego se retienen. En este
caso, si no se adoptaran correctivos, ellas quedarían pagando la tasa reducida. Una
solución del problema se obtiene disponiendo que la imposición sobre utilidades a
distribuirse se complete aplicando una tasa adicional a las que permanezcan en poder de
la empresa una vez transcurrido un cierto período a partir del cierre del ejercicio, como se
vio en el párrafo anterior.
c.2. Utilidades originariamente destinadas a retenerse, que se distribuyen. En este caso, lo
lógico es otorgar al accionista un crédito por la diferencia entre las dos tasas o sea que si
las utilidades pagaron, en el ejemplo, el 51% y luego se distribuyeron, correspondería dar
un crédito del 36%, que es la diferencia entre la tasa del 51% y la del 15%.
c.3. Utilidades retenidas en ejercicios anteriores, que se distribuyen. Es un caso similar al
anterior, sólo que proyectado a más de un ejercicio. La solución más lógica consiste en
también aquí otorgar un crédito, pero en este caso, se requiere establecer un. orden para
la imputación de los beneficios acumulados en los distintos años. Por otra parte, deberían
preverse las complicaciones adicionales, si en el interín han variado las tasas. A fin de

(tasa media 40%) las 170 restantes pagarán 68; el total del impuesto soportado será de 98, lo cual
da una tasa combinada del 49%.

El ejemplo anterior no es aplicable al régimen concretamente implementado en Alemania, porque


allí se supone que el impuesto sobre las utilidades distribuidas se paga con utilidades retenidas (que
soportan el 51'!.), lo cual eleva la tasa nominal del 15'!. a una efectiva del 23.4%; véase Sato y Bird
citados en bibliografía, pág. 389.
disminuir esos inconvenientes, puede limitarse el derecho al crédito, estableciendo que sólo
procederá respecto de las distribuciones de beneficios de un determinado número de años.

d) Dividendos en acciones liberadas. La solución dependerá en buen grado del tratamiento


que estas operaciones tengan a los efectos del impuesto personal.
Si en él no se encuentran gravados, eso indicará que la ley considera que ellos implican
una capitalización de renta de la sociedad; por ende, en la sociedad deberían gravarse con
la tasa de utilidades no distribuidas.
Por el contrario, si en el impuesto personal esos dividendos están gravados, ello significará
que se hace la ficción de que la sociedad distribuye y el accionista integra simultáneamente
nuevo capital, razón por la cual, a nivel social, debe ser asimilada a una distribución de
utilidades, beneficiándose con la tasa reducida.

e) Dividendos percibido s por sociedades. Esta hipótesis puede dar lugar a dos variantes.
Si la sociedad perceptora de dividendos a su vez los distribuye, ello significa que ha actuado
como simple intermediaria entre la sociedad originaria y el accionista, razón por la cual en
principio correspondería exonerar esos dividendos en la perceptora, para evitar que
pagaran dos veces.
Si, por el contrario, la perceptora no distribuye, a su vez, el dividendo percibido, entonces
el resultado es que esas utilidades han quedado a nivel social, sin integrarse en el impuesto
personal, razón por la cual no deberían beneficiarse de la tasa benigna, correspondiendo
que complementara el impuesto hasta el nivel de la tasa mayor. 11

f) Dividendos percibidos por tenedores exentos. El problema puede dar lugar a dos
enfoques encontrados, que llevan a soluciones contrapuestas.

Visto el sistema como un mecanismo para evitar doble imposición económica, podría
concluirse que, puesto que el tenedor está exento, no hay posibilidad de tal doble gravamen,
de modo que, a efectos de cuál tasa aplicar, las utilidades distribuidas a tenedores exentos
deben considerarse con la tasa de las retenidas.

Pero por otra parte, analizado desde el ángulo subjetivo del perceptor exento, puede decirse
que, ya que el sistema rechaza el criterio del ente separado y considera a la utilidad social
como una forma mediante la cual el accionista obtiene rentas, la forma de no anular la
exención subjetiva radica en reconocer que las utilidades se han distribuido. Incluso,
llevando el argumento hasta sus últimas consecuencias, podría sostenerse que, por esas
utilidades, tampoco la empresa debiera pagar ni siquiera la tasa reducida, pues esa sería
la única forma de que la tasa combinada fuera cero, a nivel del tenedor exento.

1.4 Sistema de Imputación de Crédito

11
Eso supone, claro está, reglar los plazos en los cuales se entiende que el dividendo debe
redistribuirse, y establecer el orden de imputación aplicable cuando la sociedad perceptora
distribuye, dentro de los términos previstos, dividendos por un monto inferior al beneficio real del que
forman parte los dividendos percibidos de otras empresas.
Este sistema también tiene como objetivo atenuar el efecto de doble imposición, pero lo
hace mediante mecanismos que operan a nivel de accionista, y no a nivel de sociedad,
como es la característica del de doble tasa.

El sistema admite una gran cantidad de variantes, que amplían o restringen su eficacia para
el objetivo propuesto; la siguiente exposición se hará sobre la base del más representativo,
indicándose en nota los subsistemas más relevantes.

En el sistema típico, (Francia, 1965) la sociedad paga una tasa única sobre el total de
utilidades, independientemente de su destino. El accionista a su vez recibe un crédito ("avoir
fiscal") equivalente al 50% del impuesto que la sociedad pagó por las utilidades que se
distribuyen.
El juego del crédito no es directo, sino que el accionista incrementa el dividendo recibido,
con el "avoir fiscal", mediante fórmula de acrecentamiento de renta; calcula el impuesto que,
a su tasa personal, corresponde a ese dividendo incrementado y contra eso deduce su
"avoir fiscal". Si existiera sobrante, le debe ser devuelto. 12

12
Una variante restringida del sistema que se indica en el texto, se da cuando el crédito fiscal no
supone una previo acrecentamiento de dividendos, y se dispone, además, que el crédito no utilizado
no es reembolsado, sino que se pierde.

A su vez, el crédito puede jugar, según los sistemas, contra la base, reduciendo el monto de
dividendos que se entiende recibidos, o contra el impuesto.
En el primer caso, el mayor beneficio lo experimentan los accionistas con mayor tasa marginal, pues
aprovechan la reducción en función de ella, como se verá más adelante, en ocasión de analizar el
mínimo no imponible.

En el segundo caso, operando como crédito, contra el impuesto, ese efecto actúa con mayor
intensidad, como surge del siguiente ejemplo, tomado del Libro Blanco Canadiense:

Tasa marginal del accionista


0% 20% 50% 80%
Dividendo recibido 100 100 100 100
Impuesto bruto 0 20 50 80
Menos crédito por dividendo (20%) 0 20 20 20
Impuesto Neto 0 0 30 60
Dividendo luego de impuesto 100 100 70 40
Ingreso que normalmente habría sido necesario 100 125 140 200
producir para ese monto luego de impuesto

En cambio, el sistema que se comenta en el texto (denominado también "sistema inglés"), en tanto
determina que el crédito fiscal aumente (por grossing up) los dividendos y luego se sus- traiga, y
que se devuelva el exceso, es neutro a ese respecto. Supóngase que la sociedad ganó 200 y a la
tasa del 50'/. pagó 100 de impuestos, reparte los 100 restantes y que el crédito fiscal es del 50%:

Tasa marginal del accionista


0% 30% 50% 70%
Dividendo recibido 100 100 100 100
Más crédito imponible ( 50%) 50 50 50 50
Monto imponible 150 150 150 150
Impuesto Bruto 0 45 75 105
Menos crédito 50 50 50 50
La filosofía que subyace a este sistema, consiste en considerar parcialmente el impuesto
pagado por la sociedad como un pago hecho por cuenta del accionista (la consideración es
parcial, porque el crédito abarca sólo una parte de lo pagado por la sociedad). Desde ese
ángulo, puede decirse que el dividendo recibido por el accionista se integra con lo que
recibe, más una parte del impuesto que la sociedad pagó por él.13 13

Como se advierte, la diferencia entre este sistema y el clásico o de doble imposición, lo


constituye el crédito; la determinación del monto del crédito a otorgar (etapa pre-legislativa)
puede ser ardua; pero una vez decidido, es fácil instrumentarlo como un porciento de lo que
el accionista recibe, de modo que el sistema es relativamente sencillo.

Neto (o devolución) (50) (5) 25 55


Monto obtenido 150 105 75 45
Ingreso que normalmente habría sido necesario 150 150 150 150

13
Si el crédito que se concediera fuera por la totalidad de lo que la sociedad abonó, se estaría en
un sistema de "integración completa", tal como se propone en el Informe Carter.

Debe tenerse presente que en la propuesta Carter, está explícito el hecho de que la tasa de las
sociedades es igual a la marginal máxima de las personas, o dicho de otro modo, que no hay tasas
marginales que superen a la tasa a nivel social. En esas condiciones cada accionista termina
pagando, por los dividendos que se le atribuyen, una suma igual a su tasa personal.

Suponiendo una sociedad gana 200; siendo la tasa social del 50%,paga 100, y distribuye los otros
100. Informa a los accionistas que para pagar esa suma como dividendo debió abonar de impuesto
otro tanto, o sea que tendrán un crédito acumulable del 100%. El accionista que recibe 100, entonces
incrementa su monto imponible en un 100%, (200) y aplica su alícuota personal obteniendo el
impuesto bruto y luego deduce el crédito acumulable.

Véase como el efecto varía según la tasa personal:

TASA PERSONAL
0% 30% 50%
Dividendo recibido 100 100 100
Más crédito acumulado 100 100 100
Igual monto imponible 200 200 200
Impuesto bruto 0 60 100
Neto a pagar (o devolución) (100) (40) 0
Monto total obtenido 200 140 100
Ingreso que normalmente habría sido necesario 200 200 200

Como se advierte, al no haber nadie con tasa marginales superior ala tasa social, la progresividad
tiene a ésta como “techo” máximo y opera desde allí hacia las escalas más bajas.

En la propuesta Carter, las utilidades no distribuidas pagarían la tasa común del 50% y las ganancias
de capital provenientes de enajenación de acciones resultarían gravadas.
Subsisten, sin embargo, algunos problemas ya examinados, como por ejemplo, el de la
discordancia entre el balance comercial y el fiscal. En el caso de Francia, existe un
importante factor diferencial entre uno y otro, que deriva de que las rentas de fuente
extranjeras de la sociedad no están gravadas a nivel social. Como el crédito se otorga como
porcentaje del dividendo percibido, cualquiera sea el origen de la utilidad, la solución ha
consistido en imponer un impuesto compensatorio a nivel social (precompte mobilier, o
impuesto de igualación). Ese impuesto se aplica, en general, a las distribuciones hechas
con utilidades de fuente extranjera, pero también a las realizadas con utilidades que no
pagaron la tasa normal (p. ej.: ganancias de capital), así como a dividendos de utilidades
acumuladas por más de cinco años.

CUADRO SINOPTICO

Denominación A nivel Sociedad A nivel accionista

Clásico o Doble Imposición Gravamen sobre todas las El titular incorpora las utilida
utilidades, distribuidas o no. des que recibe a su renta
personal.

Transparencia No hay gravamen; a lo sumo, El titular incorpora todas las


paga por cuenta del utilidades, aún las que no
accionista. recibe por no haberse
distribuido.

Doble Tasa Gravamen sobre todas las El titular incorpora las


utilidades, pero con tasa utilidades que recibe, pero
reducida para las tiene crédito por parte del
distribuidas. impuesto pago por la
sociedad.

Imputación Crédito Gravamen sobre todas las El titular incorpora las


utilidades, distribuidas o no. utilidades que recibe, pero
tiene crédito por parte del
impuesto pago por la
sociedad.

II. EVALUACION DE LOS SISTEMAS EN FUNCION DE DISTINTOS OBJETIVOS

Hecha la descripción sintética de los más importantes sistemas, corresponde analizar su


comportamiento en función de los diversos objetivos que puede proponerse la tributación.
Por una parte, se relevarán las principales implicancias que cada uno de ellos tenga
respecto de una decisión que es esencial en la vida económica (de la empresa o de la
economía toda), cual es el destino a dar a las utilidades obtenidas.

Desde ese punto de vista, debe tenerse presente que toda empresa se encuentra en la
opción de financiarse asumiendo deudas, reteniendo utilidades o emitiendo nuevas
acciones. Especialmente, los dos primeros caminos dependen del costo relativo que cada
uno de ellos tenga.
Por. consiguiente, uno de los objetivos de la Política Tributaria sobre el punto puede
consistir en fomentar el autofinanciamiento, evitando a la empresa endeudarse y recurrir al
mercado de préstamos.

Ese objetivo es eventualmente conflictivo con otro, que también puede válidamente ser
procurado por el sistema tributario: inducir a la máxima distribución de utilidades entre los
accionistas. Esa política inductora a la distribución, puede estar basada en consideraciones
de distribución del,.. ingreso (porque así la mayor parte de la renta social tributará en las
declaraciones personales de lo. socios, sometida a tasas progresivas), o simplemente
orientarse a formar un fluido mercado de , capitales accionarios: en la medida en que las
acciones den buenos dividendos, el ahorro privado se canalizará presumiblemente ,hacia
ellas, volviendo el capital a las empresas pero a través de la Ia elección realizada por el
accionista.
Por consiguiente, bajo el título de "efectos sobre el destino de las utilidades", se tratará de
analizar cuál ha de ser el efecto final del sistema elegido, en el sentido de: inducir a retener,
o a distribuir o mantener perfecta neutralidad en cuanto a ese punto. Este último también
puede ser un objetivo válido, por cuanto puede pensarse que el sistema fiscal no debe
interferir en la asignación de recursos en esa materia.

Es supuesto implícito pero básico de todo ese análisis, la no traslabilidad del gravamen a
los beneficios de sociedades, al menos en el corto plazo; en la medida en que se demuestre
inequívocamente que el impuesto se traslada a los precios, el enfoque deberá cambiar
radicalmente, porque las consecuencias de la imposición no repercutirían, ni sobre la
posibilidad de autofinanciarse, ni sobre la utilidad a repartir a los accionistas. Corresponde
aquí reiterar lo dicho en el capítulo 1, en el sentido de que este Manual parte de ese
supuesto, sin que ello signifique desconocer la polémica doctrinaria sobre el punto.

Posteriormente, se analizarán las implicaciones de los sistemas, tanto en el aspecto


recaudatorio como administrativo. Respecto de lo primero, se estudiará el nivel de las tasas.
que teóricamente serían necesarias en cada sistema, para obtener un resultado monetario
igual en todos los sistemas. Los aspectos administrativos se referirán a las dificultades de
implementación de cada sistema y especialmente a si ellos comportan la necesidad de
establecer un régimen de nominatividad en las acciones.

A su vez, en la mayoría de los casos, será necesario distinguir los efectos de cada sistema,
según se trate de sociedades abiertas o cerradas. Es en este aspecto, quizá más que en
ningún otro, que se advierte la profunda diferencia que existe entre estructuras societarias
formalmente iguales, que recubren contenidos sustanciales radicalmente diferentes.

II.1 EFECTOS SOBRE EL DESTINO DE LAS UTILIDADES

II.1.1 Sistema clásico, del ente separado

En sociedades de tipo cerrado, puede afirmarse que el sistema induce a retener utilidades;
la razón es lógica: repartiéndose, los beneficios volverán a tributar a nivel personal, lo cual
se evita si son mantenidas en la entidad. En consecuencia, en este caso, el sistema puede
provocar la formación de ahorro a nivel de empresa. Por consiguiente, el mecanismo no
parece apto para operar el instrumental tributario en función de una política de distribución
del ingreso, por cuanto el sector más importante de rentas sólo se integraría en una mínima
parte a la materia imponible del impuesto personal, dañando así su globalidad y
progresividad.

En sociedades abiertas, en cambio, el sistema puede provocar cierta neutralidad, porque


los intereses personales de los accionistas individuales no tienen tanto peso en la decisión.
Por consiguiente, es posible que en la política de distribución de utilidades la empresa deje
de lado el interés de los accionistas desde el punto de vista fiscal y resuelva el punto en
función de otras consideraciones: requerimientos presentes y futuros de liquidez,
necesidades de expansión de la empresa, costo del endeudamiento externo, política de
mantener dividendos estables, etc.

Lo más que podría decirse, desde ese punto de vista, es que, en tanto las tasas necesarias
a nivel social serían en este sistema más bajas que en otras opciones alternativas, ello
posibilitaría un auto- financiamiento menos oneroso para la sociedad. (13b)

II.1.2 Sistema de Transparencia fiscal


Este sistema es idóneo para el objetivo de distribución del ingreso, independientemente de
la concreta decisión de la empresa, puesto que el total de utilidades se adjudica al
accionista, se distribuyan o no.

(13b)
Si se deseara influir netamente en favor de la retención de utilidades sobre la base del sistema
clásico o del ente separado, se podría recurrir a establecer un impuesto adicional, a cargo de la
sociedad, que gravara la distribución de ganancias, tal como la tiene Brasil.

En este caso, la tasa seria única a nivel social, abarcando todas las utilidades; pero las que se
distribuyan, tendrían un gravamen adicional.

El sistema maneja dos tasas; pero a diferencia del clásico de "doble tasa" donde, para atenuar doble
imposición, la tasa más baja es para las utilidades distribuidas, en este el sentido sería inverso y los
más gravados serían esos beneficios distribuidos.

Por otra parte, la variante que aquí se comenta se basa nítidamente en el criterio del ente separado
y es apta de utilizarse, no sólo para sociedades, sino para toda empresa.

Un sistema de este tipo fue sugerido en el documento “La política tributaria en cuanto determinante
del nivel y estructura de las inversiones" presentado por la Secretaria Ejecutiva de OEA en la III
Conferencia lnteramericana sobre Tributación, donde se dice:
“En forma alternativa, y quizá más conveniente, uno podría gravar el total de las ganancias de las
empresas con una tasa rija. Sobre las ganancias después de pagado el impuesto no se aplicaría
ningún otro tributo si se retienen esas ganancias; y por el contrario, si se distribuyen se gravarían a
nivel de las personas" (pág. 421).
La parte que se distribuyera, además estaría alcanzada por altas tasas de imposición a la renta,
razón por la cual el documento expresa que:

"Las propuestas sugeridas nos permiten reconciliar el problema de la maximización de la tasa de


ahorro (especialmente el que tiene lugar en las empresas) con el de la redistribución del ingreso
disponible de las clases de mayores ingresos. Estas propuestas muestran que un buen uso del
sistema impositivo puede mejorar la distribución del ingreso disponible sin afectar los incentivos,
estimulando al mismo tiempo el ahorro del sector privado" (subrayado en el original), (pág. 422).
En sociedades cerradas, posiblemente provoque una mayor tendencia a distribuir
utilidades, en la medida en que deje de tener objeto la práctica de retenerlas a nivel
societario para evitar la aplicación sobre ellas del impuesto personal.
En sociedades abiertas, el efecto final sobre la política de distribución dependerá de dos
tendencias opuestas: por un lado, al no existir impuesto que pese sobre la sociedad, sus
ejecutivos tendrán propensión a distribuir menos utilidades y utilizar ese dinero para
autofinanciamiento de la empresa. Pero ese efecto será neutralizado, muchas veces, por la
necesidad en que se encontrarán de dar dividendos lo suficientemente importantes como
para compensar en el accionista el desestímulo derivado de la aplicación del impuesto
personal sobre las utilidades que la empresa retiene en su poder. El efecto conjunto de
ambas tendencias, presumiblemente, provocará la neutralidad fiscal sobre el punto.
En resumen, y como balance, este sistema es idóneo en función del objetivo distribución
del ingreso. En cambio, no resulta adecuado para inducir la formación de ahorro, ni a nivel
de empresa, ni tampoco a nivel de personas, puesto que bien puede ser que las utilidades
no sean efectivamente distribuídas.

II.1.3 Sistema de doble tasa


En general, este sistema está orientado para favorecer la distribución de utilidades, puesto
que discrimina la imposición a nivel social en función del destino de las mismas, aplicando
una tasa mayor a las retenidas que a las que se reparten. Por consiguiente, en principio a
la empresa le sale caro retener utilidades y posiblemente opte por otro tipo de
financiamiento.

De lo anterior, se deduce que el sistema resulta apto tanto para el objetivo distribución del
ingreso, como para fomentar la formación de ahorro a nivel individual, incentivando el
mercado accionario.

Tratándose de sociedades cerradas, sin embargo, el precedente esquema teórico puede


sufrir adaptaciones. En ellas, será altamente significativa, para la decisión de distribuir o no
utilidades, la tasa combinada que sufran los accionistas (accionistas-dueños,
estrictamente), lo cual depende del nivel relativo de tres tasas: la que se aplica a las
utilidades retenidas, la que afecta a las distribuidas a nivel de empresas y la escala de tasas
personales.
Si la tasa combinada sobre las distribuidas es inferior a la que corresponde a las utilidades
no distribuidas, existirá estímulo a la distribución. En caso contrario, los accionistas dueños
preferirán mantener los beneficios a nivel social. En este tipo de empresas, además pueden
existir mayores dificultades para tener acceso al mercado de préstamos y por definición no
se financian, al menos significativamente, en el mercado accionario, todo lo cual puede
inducir a retener utilidades y autofinanciarse.
Por consiguiente, de la altura recíproca de las tres tasas dependerá que el sistema sea apto
para introducir una neutralidad relativa sobre las decisiones respecto al reparto de utilidades
o que induzca a la distribución de las mismas. 14 Eventualmente, el sistema sería apto para

14
Como se aprecia, el sistema de doble tasa tiene la virtud de que puede ser estructurado para
responder a dos objetivos alternativos: o introducir neutralidad relativa o inducir a la distribución.

Si las utilidades distribuidas sufren a nivel de los accionistas un trato más gravoso que los beneficios
retenidos, pero menos oneroso que el que origina un sistema de doble imposición económica, el
inducir a una inversión selectiva, si como incentivo se estableciera que las sumas invertidas
en los sectores promovidos tendrán la misma tasa con que se imponen las utilidades
distribuídas. 15

II.1.4 Sistema de imputación de crédito

En su forma completa, es decir, implicando acrecentamiento de los dividendos con el crédito


fiscal y devolución del crédito no utilizado, puede afirmarse que el sistema introduce
neutralidad en la decisión sobre reparto de utilidades.
En efecto, en sociedades abiertas, los ejecutivos serán en principio indiferentes a los
resultados que en la declaración de los accionistas tenga la distribución o retención de
utilidades; la tasa a pagar por la empresa será la misma.
En las sociedades cerradas, sólo se produciría estímulo a la retención, si el grupo
dominante estuviera con tasas personales muy superiores a la tasa a nivel social, de modo
tal que el crédito les resultara notoriamente exiguo; en los demás casos, se mantendrá a la
neutralidad.

sistema favorecerá la distribución en empresas cuyos accionistas estuvieran situados en los tramos
medios de la escala personal, por lo que se podría esperar que la cuantía de los dividendos sea
superior a la que tendrían en el caso de aplicarse el sistema clásico, aún cuando este efecto no
resulte cuantificable.
Para obtener un efecto estimulo en favor de la distribución de utilidades, podría reducirse al máximo
la imposición sobre utilidades distribuidas, de modo que la tasa sobre las retenidas, siendo
relativamente moderada, sea superior a la tasa combinada media máxima de los accionistas; de este
modo, éstos siempre encontrarían menor presión fiscal distribuyendo utilidades. El problema, en este
caso, consiste en que difícilmente un impuesto así estructurado brindara importes significativos a
nivel de sociedades.
Otro medio para lograr el efecto buscado consistirla en fijar la tasa sobre utilidades retenidas en un
nivel superior a la tasa media combinada máxima que tributen los accionistas. Esta medida, empero,
puede dar lugar a que se fijen tasas sumamente elevadas, haciendo prohibitivo el autofinanciamiento
que, como ya se ha señalado, para las sociedades cerradas constituye el medio más eficaz de que
disponen para financiar su mantenimiento y expansión.
Una última posibilidad radicarla en que además de diferenciar entre las tasas aplicables a la sociedad
en función del destino de las utilidades, se otorgara a los accionistas un crédito para que compensen
parte del impuesto tributado por la empresa sobre los beneficios repartidos. De esta manera se
reduciría la tasa media combinada sobre rentas personales, permitiendo que la tasa sobre utilidades
retenidas se fije a un nivel superior a la máxima de aquella, sin resultar por ello demasiado elevada.

15
En cuanto a la variante del sistema de doble tasa consistente en no gravar a nivel social más que
las utilidades retenidas (crédito por dividendo pagado), él tiene un claro efecto dirigido a maximizar
la distribución de utilidades: cuanto mayores son los dividendos que se reparten, menor el impuesto
a abonar por la sociedad.
En sociedades cerradas, influirá también la tasa media de los accionistas, pues si resulta mayor que
la societaria, hará conveniente retener las utilidades,
Salvo ese aspecto, puede concluirse que el sistema, por sus características, penaliza el
autofinanciamiento de las empresas; pero, dependiendo de otras circunstancias socio económicas,
puede ser idóneo para impulsar un activo mercado de capitales accionarios, por la alta rentabilidad
a la que induce.
Sin embargo, -y esta reflexión vale para todas las evaluaciones realizadas hasta ahora- los
sistemas no deben ser sólo analizados en función de sus virtudes considerados
aisladamente, sino también, respecto de cada país, tomando en cuenta cúá1 era el sistema
anterior. Desde ese punto de vista, el efecto diferencial del nuevo sistema respecto del
antiguo, será el que dará idea del sentido del cambio; así, por ejemplo, si el sistema
existente es el clásico o de doble imposición económica y se le reemplaza por uno de
imputación de crédito, a pesar de que este último, aisladamente considerado, sea neutral,
el sentido global del cambio puede ser interpretado como incitando la afluencia de fondos
a las empresas por vía de un mayor interés de los particulares en el mercado accionario.

II.2 ASPECTOS RECAUDATORIOS y ADMINISTRATIVOS DE LOS DISTINTOS


SISTEMAS

No sólo a la luz de su aptitud para producir determinados efectos deben ser evaluados los
posibles sistemas de imposición a las utilidades empresariales; existen otros ángulos
relevantes, que aunque sea muy sintéticamente deben ser considerados, como por
ejemplo, las implicaciones recaudatorias y administrativas que cada uno de ellos puede
tener.
Desde el punto de vista recaudatorio, debe tenerse presente que el impuesto a las
sociedades es un elemento normalmente muy importante en los ingresos fiscales, 16 y que
para obtener una recaudación sustancialmente igual, los distintos sistemas suponen la
aplicación de tasas diferentes; a su vez, el nivel mismo de la tasa es relevante, por cuanto
tasas muy elevadas producen mayor propensión a la evasión.
También es importante el aspecto administrativo, por cuanto soluciones que teóricamente
colmarían los anhelos de equidad, muchas veces son demasiado sofisticadas para poder
ser correctamente implementadas, traduciéndose en definitiva en inequidades mayores que
las que se quería evitar. '

Tiene fundamental importancia, para apreciar la factibilidad administrativa de cada sistema,


la posibilidad o no de que existan acciones al portador, permitidas por el ordenamiento
mercantil.

Algunos métodos suponen necesariamente, que todas las acciones sean nominativas;
otros, en cambio, requieren menos imprescindiblemente ese requisito.
Desde el punto de vista estrictamente tributario, no cabe duda de que el anonimato de
acciones y otros valores abre vías de evasión, se constituye en obstáculo de una plena
progresividad y muchas veces posibilita incluso la regularización o "blanqueo" de capitales
que se han sustraído a la imposición. Pero muchas veces el punto "anonimato vs.
nominatividad" es resuelto por los países no solamente en función de consideraciones
tributarias, sino también en otras vinculadas con las tradiciones mercantiles, el propósito de
captación de capitales, etc. Por consiguiente, en la evaluación de los sistemas a la luz de
su factibilidad administrativa, nos limitaremos a indicar cuál de ellos, por su propia

16
Victorio Valle Sánchez adjunta un cuadro sobre la importancia relativa del impuesto a la renta de
sociedades en el total de impuestos, en 1965. De él resulta que los países que tenían un impuesto
con menor peso relativo eran Suecia (6.2%), Grecia (2%), Francia (4.9%), e Italia (2%), en tanto los
mayores eran Japón (21%), Portugal (21.3%), Estados Unidos (16.5%), Canadá (15.5%) y Suiza
(12.1%).
mecánica, requiere en forma más necesaria la nominatividad de acciones y cuál es más
compatible con un sistema que mantenga el anonimato.

II.2.1 Sistema clásico o del ente separado


Desde el punto de vista recaudatorio, este sistema se caracteriza por su amplia base de
imposición (que abarca todas las rentas de la sociedad, distribuidas o no), así como por las
seguridades que, dentro de lo relativo, brindan las empresas en materia de recaudación
(registros contables, etc.).
Ambas circunstancias permiten afirmar que este sistema posibilita obtener una masa de
recursos significativa. utilizando en las sociedades una tasa más baja que las que exigirían
otros sistemas.

En cuanto a sus implicaciones administrativas, dado que el sistema, en sociedades


cerradas puede inducir a la retención de utilidades mediante una discriminación en contra
de los beneficios distribuidos, cabe esperar, sobre todo cuando predominan ese tipo de
sociedades, que los repartos de utilidades se minimicen. En consecuencia, se trata de un
sistema que, en materia dé recaudación pone el énfasis en la imposición a las sociedades,
con las consiguientes ventajas que el control de este tipo de contribuyentes supone para la
administración tributaria.
Al mismo tiempo, la escasa significación de las distribuciones restará importancia, en
términos de pérdidas de recursos, a la evasión que pudiera operarse en el impuesto
personal, por lo que, en principio, podría concluirse que en el sistema de doble imposición
económica, el problema de la nominatividad pierde significación y que puede paliarse -pero
no suprimirse- con una retención adecuada al accionista al percibir el dividendo.

II.2.2 Sistema de transparencia fiscal

Respecto del efecto recaudatorio de este sistema nada puede decirse en abstracto, sin
tener a la vista la concreta escala de tasas de la imposición personal. Teóricamente, si los
tenedores de acciones son personas ubicadas en los tramos altos de la escala, se supone
que tributarían por tasas mayores, pero este efecto depende de la efectividad con que se
consiga implementar el sistema.
Desde el punto de vista administrativo, su adoptación provocaría un considerable recargo
de tareas, aumentando significativamente los riesgos de evasión.

La administración; en lugar de obtener el impuesto de un número limitado de contribuyentes


que tienen una organización administrativa y contable que facilita las tareas de verificación,
deberá controlar que un número considerablemente más elevado de personas físicas
incluya en sus declaraciones personales las utilidades de las empresas de las que son
accionistas, tarea que además de las dificultades inherentes a la fiscalización de ese tipo
de contribuyentes, exige como requisito fundamental la previa individualización de los
mismos. Un régimen de pago a cuenta en las sociedades podría paliar ese problema, pero
no resolverlo. (Véase nota 6).

Por ende, debe concluirse que la nominatividad de las acciones constituye un requisito
indispensable para poder aplicar este problema, aunque no pueda decirse que por sí solo
sea suficiente para aventar los riesgos de evasión.
Por último, deberá tenerse en cuenta, de manera muy especial, un factor limitante que está
dado por la real capacidad operativa de las administraciones tributarias. Para lograr la
efectiva integración de las utilidades de las empresas en el impuesto personal, no bastará
con contar con elementos que posibiliten la individualización de los contribuyentes, sino que
es menester estar en situación de utilizarlos, desarrollando una tarea de procesamiento y
una acción fiscalizadora que requiere la aplicación de recursos considerables y un esfuerzo
administrativo intenso.
Todas estas razones explican por qué, si bien el sistema cuenta con la adhesión teórica de
muy buena parte de la doctrina, no se encuentra en aplicación en ningún país.

II.2.3 Sistema de doble tasa


En general, se considera que este sistema permite obtener una recaudación significativa,
especialmente si se le combina con una retención a cargo de la sociedad en momentos de
abonar el dividendo, como pago a cuenta del accionista. La retención no debe ser tan alta
que provoque muchos pedidos de devolución y su establecimiento completaría la obtención
de un buen ingreso a nivel de empresa. Por consiguiente, parecería que el sistema asegura
un producido satisfactorio, aún cuando los riesgos de evasión en el impuesto personal
subsisten, por la parte no retenida.
Para disminuir esos riesgos, sería necesario que el sistema se acompañe con la eliminación
del anonimato, medida que resulta imprescindible para posibilitar el control administrativo.
17

II.2.4 Sistema de imputación de crédito

La existencia de un crédito que operará a nivel personal hace necesario que para obtener
un mismo producido, éste sistema requiera una tasa más elevada que la que se adoptaría
en un sistema clásico o de doble imposición económica.
Desde el punto de vista administrativo, la estructura del sistema hace que la parte
fundamental de la recaudación proveniente de la imposición de la renta empresarial se
origine en el impuesto a las sociedades, atento al nivel de la tasa de ese gravamen y a la
reducción del impuesto personal que se deriva de la utilización del crédito. Por ello, la
evasión que se registra en este último tributo no es muy significativa en términos de

17
En cuanto al sistema de crédito por dividendo pagado, descrito en llamada No. 9, al cobrar
impuesto a nivel social sólo por las utilidades retenidas, este sistema supone una tasa más elevada
que la de los anteriores. De todos modos, la elevación de la tasa chocará contra un factor que
produce la tendencia inversa, ya que, cuanto más alta la tasa, mayor la cantidad de utilidades
dedicadas a distribución y por ende menor el producido del impuesto. En definitiva, la conclusión es
que difícilmente se obtendrán producidos fuertemente significativos a nivel social con este sistema.

Desde el punto de vista administrativo, como el sistema supone el objetivo de fomentar la distribución
de utilidades (en otro caso, no parecería lógico) cabe suponer que las retenciones de beneficio se
situarán en el nivel más bajo posible, sobre todo si predominan las sociedades cerradas. En
consecuencia, el grueso recaudatorio se concentrará en el impuesto personal, por lo que la
aplicación exigiría, como requisito indispensable, la nominatividad de las acciones.
recaudación y por ende la nominatividad podría considerarse menos necesaria que en otros
sistemas, aun cuando sí lo sería si aquella deseara minimizarse.

III. LOS DISTINTOS SISTEMAS ANTE EL ACCIONISTA DEL EXTRANJERO

Hasta ahora, los análisis hechos en los párrafos precedentes han sido tomando como base
implícita el supuesto de que el accionista de la sociedad está sometido a la potestad fiscal
del Estado de cuyo sistema se trata, y que en él es contribuyente del impuesto a la renta
personal. Las distintas opciones entre gravar a nivel social o personal, el aliviar la doble
tributación económica o la posibilidad de una integración total, parten del implícito postulado
que tanto sociedad como accionista están por igual sometidos a tributación del mismo
Estado.

Sin embargo, como existe en el mundo real un movimiento internacional de capitales, la


evaluación de los efectos de un sistema dado sólo puede hacerse en forma completa,
analizando el comportamiento del mismo frente al inversor del extranjero.

El tema general de aspectos internacionales de la tributación ha de ser objeto de un capítulo


especial del presente Manual, donde con mayor detalle se ha de abordar la totalidad de la
problemática respectiva. Por esa razón, corresponde aquí hacer solamente una breve
referencia introductoria.
En forma genérica, la inversión extranjera puede realizarse bajo dos formas: inversión
directa ,o simple colocación de capitales. En la primera, existe actividad empresarial de la
empresa extranjera: p. ej.: se abre un establecimiento en el país, etc. En la segunda, se
asiste a una pura colocación de capital: se cede una patente, se otorga una licencia, etc. o
-que es lo que viene al caso- se adquieren acciones de sociedades locales como inversión
de capital.
Como, según se dijo en el capítulo V, una forma de ejercer actividad empresarial en el país
consiste en formar o comprar una sociedad local, surgen de inmediato los problemas para
diferenciar esa situación (que sustancialmente involucra actividad empresarial), de aquella
en la que el extranjero se limita a hacer una pura inversión de capital. Las dificultades para
diferenciar uno y otro caso son arduas y en todo caso similares a las que se presentan en
el ámbito interno, para distinguir al "accionista-empresario" del "accionista- inversor".

En el lugar correspondiente, se analizará la forma de tributar de las sucursales o


establecimientos permanentes; a continuación, se hará un ligero resumen del
comportamiento de cada sistema de integración, frente al caso del accionista-inversor
extranjero. El sector que queda en el medio de los dos extremos mencionados (o sea las
subsidiarias, empresas controladas), podrá, según los países, ser asimilado a las
sucursales o por el contrario recibir el tratamiento de un accionista individual.
En el sistema clásico, o de doble imposición económica, el accionista extranjero no plantea
ningún problema a nivel social; como el gravamen es independiente del destino de las
utilidades, es indiferente la nacionalidad o el domicilio del accionista a los efectos del
impuesto a las sociedades.
El problema que se puede plantear a nivel personal, por el hecho de que el accionista
extranjero no puede caer dentro de la estructura global y personal del impuesto a la renta
nacional, general- mente se resuelve con el establecimiento de un impuesto por retención
en la fuente, de tipo definitivo y con tasa proporcional.
La alícuota de ese impuesto a las remesas de utilidades al exterior, puede ser fijada
tomando como eje o la tasa media a que están sometidos los nacionales o la tasa marginal
máxima. Si se adopta el primer sistema, aquellos cuya tasa media sea superior a la indicada
quizá pudieran tener estímulo para sacar capitales al exterior y reingresarlos bajo la
apariencia de extranjeros, pues en ello obtendrían ahorro fiscal. Si se fija la retención al
nivel de la tasa máxima, en cambio, ese peligro desaparece, pero se corre el riesgo de que
la tasa combinada que en definitiva pague el accionista del extranjero sea demasiado alta.
De todos modos, y en resumen, puede decirse que el sistema clásico resiste bien la
problemática del accionista extranjero, al ser complementado con un impuesto de retención
en la fuente para los dividendos distribuidos y con disposiciones destinadas a evitar se burle
la retención mediante fraudes.
El sistema de transparencia fiscal, en cambio, pierde buena parte de sus virtudes teóricas,
al enfrentarse al mismo problema. Su objetivo es captar la totalidad de capacidad
contributiva, pero de las personas sometidas a su potestad tributaria en forma ilimitada y no
de los extranjeros, que solamente tributarán por las rentas de fuente del país. Siendo un
sistema nacido buscando la progresividad, se tendrá que contentar con una tasa
proporcional en este caso yeso abrirá la posibilidad de que aún capitalistas nacionales
utilicen "hombres de paja" del exterior, si la tasa proporcional les conviene (véase nota 8).
El sistema de doble tasa, por su parte se enfrenta con la disyuntiva de decidir si a las
utilidades remesadas al exterior, ha de reconocerse o no la tasa especial establecida para
las distribuidas. En principio, la respuesta debiera ser negativa: la rebaja de tasa a nivel
social obedece al propósito de atenuar la doble imposición económica de los dividendos y
esa hipótesis no es pensable tratándose de un accionista del extranjero que no paga en el
país impuesto personal sobre la renta en base a escala progresiva.

Sin embargo, debe destacarse que uno de los principales países que usa este sistema
(Alemania), obliga a pagar a las utilidades de accionistas del exterior un impuesto por vía
de retención: y al mismo tiempo extiende para las utilidades remitidas el tratamiento
favorable previsto a nivel social para las utilidades distribuidas. 18

En cuanto al sistema de imputación de crédito, también genera el problema de decidir si el


accionista del exterior se ha de beneficiar de ese crédito y también en principio la respuesta
debiera ser negativa, por las mismas razones vistas: la razón de ser del crédito es la de
atenuar la doble imposición económica de dividendos y el accionista del exterior no está
sujeto al impuesto personal sobre la renta a tasas progresivas.

18
Juegan en esta materia delicados problemas vinculados con la neutralidad (no discriminación)
entre inversiones nacionales y extranjeras. Si el sistema de doble tasa no se aplica para el accionista
extranjero, y las utilidades que se le remiten soportan la tasa mayor prevista para las no distribuidas,
presumiblemente se reprochará al régimen el discriminar en contra del accionista externo.
Pero a su ves, si a cambio de una retención proporcional se le extiende el tratamiento beneficioso,
posiblemente, dependiendo del nivel de la tasa de retención, surjan alegaciones en el sentido de
que beneficia al inversor del exterior frente al nacional.
Por consiguiente, normalmente el sistema de imputación de crédito funcionará sin
reconocer crédito al accionista extranjero, al cual se le impone un impuesto proporcional de
retención en la fuente.
Sin embargo, es destacable el hecho de que uno de los principales países que utiliza ese
sistema (Francia) ha negociado una serie de tratados en los cuales ha extendido el crédito
fiscal a estas situaciones, reduciendo paralelamente la tasa de retención, de modo que el
accionista del exterior quede en igual situación que el inversor local.19

19
El problema de la negativa del crédito al extranjero presenta iguales flancos a la crítica basada en
el principio de no discriminación que se ha visto en la nota anterior.
La extensión del crédito fiscal a extranjeros, combinada con un sistema de crédito de impuesto en el
país de residencia, puede igualar el trato fiscal de accionistas extranjeros y nacionales.

Sato y Bird, citados en bibliografía, dan el ejemplo de Francia, a pág. 437 de su ensayo. Como
presumimos que en el desarrollo del ejemplo que dan dichos autores existe error tipográfico, nos
permitimos reexponer el caso.
En su régimen normal, Francia no extiende el "avoir fiscal" a los extranjeros; en consecuencia, un
accionista exterior que obtuviera dividendos por 100, soportaría una retención del 15%, y quedarían
85 libres. En el país de residencia, (suponiendo una tasa personal del 30'1,), ese estado calcularía
30% sobre 100, otorgaría crédito por los 15 pagados y cobraría otros 15. En síntesis, Francia cobraría
15, el otro país 15 y el inversor recibiría 70.
Esa situación significa discriminar contra ese inversor en relación con otro de igual tasa personal que
residiera en Francia. Por ello este país, en algunos tratados internacionales reciente- mente
celebrados, ha aceptado extender el crédito a inversores extranjeros de la siguiente forma:
El accionista recibe 100 de dividendo, e imputa además un "avoir fiscal" de 50 (50% de los dividendos
recibidos). Sobre esa suma, soporta una retención de 22.50 (15% de 150), pero recibe el "avoir fiscal"
de 50, con el que cubre la retención y queda con un crédito de 27.50 contra el fisco francés.
El país de residencia, cobra su impuesto del 30% (45), pero descuenta la retención sufrida m 1fuente
(22.50) como crédito de impuesto. El accionista, en definitiva, termina con dividendos netos iguales
a 105 (100 más 50 de crédito, menos 22.50 retenidos y 22.50 cobrado en su país de residencia).

La extensión del crédito, como se advierte, tiene un costo importante para el país que la otorga, y
beneficia más al inversor que al fisco de su residencia, aunque ambos resultan mejorados. El país
de residencia (como un todo) que antes recibía 85 (70 el accionista, 15 el fisco), recibe ahora 127.50
(22.50 el Fisco, 105 el accionista); su ganancia respecto de la situación anterior es de 42.5, que es
lo que la medida cuesta a Francia (15 que deja de recibir y 27.50 importe neto del crédito en su
contra).
Pero a cambio de ello, se obtiene neutralidad entre el accionista extranjero y el nacional; en efecto,
suponiendo que este último tiene también tasa personal el 30% en Francia, él también calculará
“avoir fiscal” de 50, sobre la suma (150) aplicaría la tasa del 30 o/o, dado por resultado 45 de
impuesto a pagar; como su “avoir fiscal” es de 50, resultaría con un crédito neto a devolver por el
fisco de 5, que sumando a los 100 que recibe dan dividendos netos de 105, como en el caso anterior.
CAPITULO XII

DETERMINACIÓN DE LA RENTA NETA GLOBAL IMPONIBLE

Según se indicara en el capítulo VI, la determinación de la base imponible de un impuesto


personal y global sobre la renta supone un proceso que consta de diferentes etapas. En un
esquema de categorías, las rentas se van categorizando por sus orígenes, primero en su
expresión bruta y luego en forma neta: es decir, con detracción de los gastos necesarios
para obtenerlas y conservar la fuente. Las características de las rentas brutas y netas de
las principales categorías, fueron expuestas en los capítulos VII, VIII y X.

EI proceso, a partir de la determinación de renta neta de categoría, consiste, básicamente,


en la realización de tres operaciones, a saber: la compensación de resultados, la deducción
de partidas pasivas no vinculadas a ninguna categoría y la aplicación de mínimos no
imponibles deducciones personales y cargas de familia.

I COMPENSACIÓN DE RESULTADOS

Es de esencia de un impuesto global, que los distintos resultados, positivos y negativos, de


las diferentes categorías, resulten sumados algebráicamente entre sí. Como se vio en su
oportunidad, la atribución de rentas a distintas categorías tiene, en la tributación interna,
solamente un objetivo de simplificación y no comporta la identificación de objetos fiscales
autónomos.
Si el objetivo de la tributación sigue siendo la captación de capacidad contributiva, ella
deberá buscarse a nivel de la persona, de la totalidad de rentas positivas y negativas
devengadas o percibidas en el período, lo cual sólo puede lograrse compensando unos y
otros resultados de categorías, para conformar un saldo neto final.

Si bien el objetivo globalidad, como se ha dicho, llevaría a una compensación simultánea


de todos los saldos de categorías, algunas veces las legislaciones imponen un cierto orden
de prelación para la imputación de los saldos negativos que puede tener alguna categoría,
Esta técnica posibilita el tratamiento diferencial de cada una de ellas, el cual puede a su vez
determinar que resulten no compensables los resultados negativos de ciertas categorías de
rentas.
En principio, las categorías respecto de las cuales se han levantado reparos (objeciones
que llegan incluso a discutir la posibilidad de que tengan resultados negativos), son la
empresarial y las rentas de capitales, especialmente mobiliarios.
En cuanto a la primera, algún autor ha objetado la justicia de que los quebrantos
comerciales enjuguen rentas positivas de otras categorías, admitiendo únicamente su
traslación en el tiempo, hacia el futuro del pasado, pero dentro de la misma categoría. 1

Respecto de las rentas de capitales, se ha cuestionado también que ellas puedan ser
negativas, ya que en tales casos, lo que existiría sería una pérdida de capital y no una renta
negativa, razón por la cual el régimen debería depender del tratamiento otorgado a las
ganancias de capital.

II DEDUCCIÓN DE PARTIDAS PASIVAS NO VINCULADAS A NINGUNA CATEGORÍA

Calculado el saldo neto de rentas categorizadas, procede la deducción de una serie de


partidas pasivas que no tienen posibilidad de operar en las categorías, por cuanto no son
claramente imputables a ninguna de ellas.

Respecto de esas partidas, la división en categorías, mero expediente técnico para producir
la síntesis de rentas, deja de tener utilidad, por cuanto ellas deben gravitar contra el total
de la renta.
En general, revisten ese carácter: a) algunos gastos no referidos a determinados ingresos
(intereses, impuestos, primas de seguro, etc.); b) algunas desgravaciones establecidas, no
en función del origen de la renta sino del destino que se le dé (p. ej., inversiones en
industrias promocionadas, etc.); c) la traslación de quebrantos netos de años anteriores.

a) Gastos no referidos a determinados ingresos


Un típico ejemplo de esta clase se encuentra en materia de intereses.

Debe tenerse en cuenta que el régimen a que se somera el interés que se abona por una
deuda,
va a depender, en buena parte, de dos factores: por un lado la afectación que haya tenido
el dinero recibido en su momento; por otro, el tratamiento que tengan las rentas derivadas
de los bienes en los que se utilizó el préstamo.

En cuanto a lo primero, en teoría al menos es posible, que frente a cada préstamo tomado
por el contribuyente, se identifique si fue afectado a la producción de rentas, o no; en este

1
Así Kaldor manifiesta una actitud genérica contraria a la admisión de quebrantos, por cuanto "es
muy dudosa la idea misma de que el rendimiento neto de una fuente positiva de ingresos pueda ser
negativo. Nadie está obligado a continuar un negocio, y mientras el valor neto del mismo sea positivo,
el propietario siempre estará en libertad de disminuir sus pérdidas cuando los productos de las ventas
derivados de la realización lo pongan en condiciones de obtener un ingreso positivo correspondiente
a los intereses sobre el valor realizado" (en "La imposición... pág. 184).

Su crítica es más fuerte aún, respecto de la posibilidad de que las eventuales pérdidas, de la actividad
empresarial se compensen con rentas positivas de otras fuentes a nivel de persona
física.
A tal efecto, destaca que una pérdida empresarial puede dar lugar a dos métodos: el de
compensación (contra otras fuentes positivas del mismo año), o el de transferencia (contra rentas
futuras de esa misma fuente); en definitiva, y pese a su actitud contraria, llega a aceptar la
transferencia, "como medio de promediar los ingresos contra el tiempo" (op. cit. pág. 185).
último caso, debe tenerse presente que, si el préstamo se tomó para financiar consumos,
representa más una utilización de renta que un gasto necesario para obtenerla, y su
deducción no estará justificada.

Suponiendo que sea posible afectar a cada categoría de rentas con los intereses de las
deudas incurridas para obtenerlas, los problemas se plantean cuando las rentas en cuestión
están exentas (o no son consideradas gravadas). Ejemplo de estas situaciones pueden
verse en países donde los intereses de deuda pública están exonerados, o donde no se
considera renta gravada el valor locativo de la casa habitación. En estos casos, no sería
lógico que la legislación reconociera como gasto el interés pagado para comprar unos
bonos públicos cuya renta está exenta, o para comprar una casa habitación cuya renta
imputada no es tomada en cuenta como gravada. Sin embargo, no todas las legislaciones
guardan consistencia sistemática en este punto. Por otra parte, y excepto algunos casos
especiales (como los intereses por hipotecas), puede resultar difícil establecer una ligazón
inequívoca entre el acto de recibir dinero en préstamo y la realización de otra operación, ya
que el dinero es un bien fungible, y no es posible demostrar su utilización efectiva en un
cierto destino. 2

Otro ítem que requiere ciertas especificaciones, está constituido por las primas de seguros.
En la medida en que los bienes saturados estén afectados a la producción de renta, la
solución más corriente radica en aceptar como gasto de esa categoría a las primas, y
aceptar como pérdidas los resultados de los siniestros, en la parte no cubierta por el seguro.
3

2
Dice Goode que: "Pese a que las inequidades existentes no pueden ser completamente eliminadas
desde que montos sustanciales de renta monetaria o imputada son excluidos de la renta bruta, podría
hacerse una mejora, permitiendo deducir los pagos de intereses sólo en la medida en que sean
costos de obtener ingreso gravado. Una manera de aplicar este principio consistiría en restringir la
deducción a los intereses pagados, por deudas contraídas para propósitos profesionales o
mercantiles, o para la adquisición de bonos gravados, negando la deducción para intereses en
préstamos de consumo y para intereses en hipotecas de casas, si la renta imputada no está gravada.
Esta es la regla en Canadá" (Individual Income Tax, pág. 160).

A su vez, respecto de la deducción de intereses, dicen Allix y Lecercle que: "se justifica por dos
razones: en primer lugar, si no se admitieran, el contribuyente pagar{a impuesto por rentas
superiores a las que habría gozado efectivamente, y se violaría el principio general de que el
impuesto no toca más que a la renta disponible; en segundo lugar, como existe un impuesto sobre
los réditos de los préstamos, que grava al acreedor, existiría doble imposición, puesto que los
intereses serían gravados a la vez en la renta del deudor y en la del acreedor". (Op. cit. pág. 81 T.
II).
De todos modos, los autores señalan que el tema presenta por lo menos tres tipos de dificultades:
a) deducción de intereses, cuando el rédito para el que se contrae el préstamo se calcula en forma
presunta; b) casos en que los intereses pagados sean superior a la fuente para la que fue aplicado
el préstamo; c) deudas que no se refieren a una categoría de rentas, sino que abarcan a más de
una.
3
La deducción de las pérdidas sufridas por bienes a raíz de caso fortuito, como bien señala Goode
(pág. 162) no es algo conectado al concepto de ingreso, sino una disposición introducida por el
legislador para contemplar situaciones especialmente penosas del contribuyente.
Pero existe una forma típica de seguro, que es el de la propia vida, en la cual la afectación
no puede hacerse contra una fuente especial. En tal caso, la solución técnica aconsejaría
no aceptar que las primas pagadas jueguen como deducción, so riesgo de crear una
disparidad, beneficiando la inversión en seguros frente a formas alternativas de inversión;
pero frecuentemente las legislaciones adoptan una actitud amplia, permitiendo tal
deducción. En este caso, como el gasto no tiene vinculación con ninguna categoría de
rentas, su deducción debería hacerse de la renta neta global, surgida de la suma algebraica
de los resultados de todas las categorías. 4

En cuanto a la deducción de impuestos, algunas precisiones pueden ser necesarias.

En principio, en tanto los impuestos son un gasto ineludible que quita ingreso disponible, su
admisión debe considerarse procedente.

Por lo tanto, si el impuesto tiene directa relación con una cierta categoría de renta (tributo
inmobiliario, etc.), su deducción puede operarse a nivel de categoría. Pero es posible que
en el sistema fiscal existan impuestos que no digan relación a una concreta fuente de renta
ya los que habría que deducir de la renta global (p. ej.: impuesto al patrimonio neto).
De todos modos, hay dos clases de impuestos cuya deducción no es lógica ni congruente
con las finalidades del sistema. En primer lugar, el propio impuesto sobre la renta; su
admisión como deducible facilitaría la traslación del mismo, en la medida en que ella fuera
posible.

y en segundo lugar, aquellos tributos establecidos por motivaciones extrafiscales, con los
cuales se busca inducir un cierto comportamiento del sujeto pasivo. Por ejemplo, si se
establece un impuesto a los predios baldíos con el fin de promover su construcción y se
permitiera que lo pagado por este tributo se dedujera a los efectos de calcular la renta, el
propio sistema estaría conspirando contra la finalidad extrafiscal buscada.

b) Desgravaciones

En general, se denominan desgravaciones a una serie de deducciones que la ley permite


realizar de la renta neta global, que no tienen relación de causalidad con la renta, sino que
traducen incentivos fiscales para orientar el dinero de los contribuyentes hacia
determinadas finalidades que se consideran útiles.

Pero es importante señalar la necesaria vinculación entre la posibilidad de deducir dichas pérdidas,
y la deducción de primas de seguros; si no se permiten deducir estas últimas, el sistema discrimina
en contra de quienes aseguran sus bienes, y el gobierno actúa como un coasegurador, ya que
participa en la pérdida en la medida de la tasa marginal del contribuyente.
4
Señala Goode (pág.111)que: "Las pólizas de seguro (de vida) son en parte una protección contra
riesgo y en parte una forma de inversión. Según la presente legislación impositiva estadounidense
los beneficios de la inversión no son gravados por el impuesto a la renta, a menos que la póliza esté
extendida en favor del propio interesado, en cuyo caso las ganancias en forma de intereses están
gravadas. De tal manera las personas que gozan de buena posición reciben un gran incentivo para
invertir en seguros, ya que procediendo de ese modo pueden aumentar la suma que quedará
disponible a sus herederos, en relación con la que resultaría si hubiesen invertido el dinero en otros
valores que reditúan ingresos gravables”.
Así, por ejemplo, pueden desgravarse (total o parcialmente), las sumas que el contribuyente
destine a forestación o a inversión en acciones o donaciones filantrópicas, etc. 5
Por vincularse nítidamente con la utilización del instrumental tributario en función de
incentivos fiscales, tema ajeno al presente trabajo, corresponde simplemente aquí
mencionar su existencia, recordando que también ellas pueden jugar disminuyendo el saldo
de la renta neta global.

c) Traslación de quebrantos

En el capítulo IV se analizaron los problemas que derivan de la segmentación de flujo de


rentas en períodos anuales, a efectos de la aplicación del impuesto.

Un aspecto de dicha problemática se reitera al analizar la traslación de quebrantos


resultantes en la renta neta global de un año, en cuyo caso una solución consiste en permitir
que sean compensa- das las pérdidas experimentadas en determinados ejercicios con las
utilidades de otros.

A tales efectos, puede permitirse la traslación de quebrantos a un número determinado de


ejercicios pasados y a otro número de ejercicios futuros, a efectos de obtener una
promediación de renta. Este sistema, sin embargo, presenta el inconveniente práctico de
que supone la rectificación de declaraciones ya presentadas, lo cual normalmente significa
perturbaciones en la labor de la administración. Por tal motivo, muchas veces las
legislaciones sólo admiten que los quebrantos se trasladen hacia el futuro, compensándose
con los beneficios de un determinado número de ejercicios; pasado ese tiempo, si aún se
arrastran pérdidas, ellas no podrán seguirse compensando.

5
La deducción de donaciones escapa totalmente al principio de causalidad y constituye un claro
ejemplo de uso o consumo de la renta, y no de gasto necesario para obtenerla.
Su justificación se hallará, entonces, en el deseo del Estado de favorecer cierto tipo de asignación
de recursos (ya que normalmente se exige que el donatario sea, o una institución pública, o una
entidad filantrópica, educacional, etc. Va implícita en la amplitud con que se establezca el régimen,
la toma de posición respecto de quién de los dos (el Estado o el contribuyente) está en mejores
condiciones de decidir sobre cuál concreta institución es merecedora de transferencias gratuitas. Un
régimen amplio, indica que el legislador considera que es el contribuyente quien está mejor colocado
para ello; un sistema restrictivo, implica que el Estado prefiere no privarse del ingreso y por ello
primero recauda lo correspondiente, y luego, en su plan de gastos, hace las asignaciones que
considere del caso.

De todos modos, es claro que, pudiendo deducirse los donativos de la base imponible, el Estado
contribuye a la donación en función de la tasa marginal del contribuyente, pues ese es el monto que
se priva de recibir.

Esta materia está normalmente rodeada de precauciones especiales para poder verificar en todo
momento la realidad del gasto, ya que por su propia naturaleza se presta a maniobras de connivencia
entre donante y donatario tendentes a exagerar el monto de la donación; por igual motivo, suelen
establecer topes máximos a ser deducidos, frecuentemente en relación con fa renta neta obtenida
en el período.
En materia de imposición a las empresas, estos problemas presentan aristas particulares.
A nivel de la entidad, no obstante que muy frecuentemente las tasas que se aplican son
proporcionales y no progresivas, la admisión de la traslación de quebrantos se presenta
como una medida aconsejada para evitar los problemas de fluctuación de ingreso y para
evitar discriminar contra negocios que temporalmente pueden involucrar alta dósis de
riesgo. 6

Por otra parte, también es altamente relevante el tratamiento de integración de las rentas
de la empresa con las del empresario. En sistemas de "transparencia fiscal", utilizados en
sociedades de personas y propuesto en algunos casos para sociedades de capital, la
pérdida de la sociedad deberá, excepto disposición especial, imputarse al socio en la
proporción respectiva, salvo que se resuelva que la entidad intermediaria tiene una cierta
sustantividad, con lo cual la traslación se operaría a nivel de empresa, y sólo el resultado
depurado de quebrantos anteriores se incorporaría a la renta personal. Cuando el sistema
de imposición a la empresa las considera total o parcialmente como sujetos de impuesto,
la traslación de quebrantos se producirá solamente a nivel de empresa.

III. DEDUCCIONES PERSONALES, CARGAS FAMILIARES, ETC.

La renta neta global, resultante del proceso determinativo hasta ahora detallado, no es,
tampoco, la base imponible sobre la que se aplica el impuesto. Representa, sí, la
cuantificación de la renta tal como fue conceptuada por la ley, esto es, ingreso bruto menos
gastos necesarios para obtenerlo y mantener la fuente.

Pero el principio de capacidad contributiva quiere que se refleje en la detracción fiscal el


hecho de que existe un nivel mínimo necesario para la subsistencia de cada persona, así
como la circunstancia de que el poder económico de una persona está condicionado por el
número de personas que tiene a su cargo, los gastos que ellas le significan, etc. En algunas
legislaciones, incluso, el tratamiento de favor que se quiere dar a las rentas provenientes
del trabajo se instrumenta mediante una deducción adicional incorporada en esta etapa de
la liquidación. También se incorporan, en otras legislaciones, una serie de gastos

6
Prest (11 Conferencia, pág. 374), refiriéndose a las disposiciones que impiden o limitan la traslación
de quebrantos de empresas, dice que: "cualquiera sea el origen de tales disposiciones legales,
parece que no ex¡"te argumento para retenerlas, y un sistema regular de permitir transferir pérdidas
por un periodo de, digamos, 5 Ó 6 años parece esencial si se quiere evitar discriminación en contra
de actividades sujetas a grandes riesgos ".

En una línea coincidente, dice Reboud (op. cit, pág, 253): “Admitir la traslación de las pérdidas es
tratar de conciliar la continuidad en el tiempo de la actividad de las empresas y la división anual de
la carga fiscal, El fisco se hace así asociado de las empresas en la mala como en la buena fortuna.
Se considera el déficit sufrido en el curso de un ejercicio como una carga del ejercicio siguiente, y se
admite la deducción de esa pérdida del beneficio del año siguiente. Pero en general no podrá
realizarse la compensación, y tras el primer año de traslación, quedará un excedente de déficit, Esto
ha inducido a los países a admitir la amortización de una pérdida sobre varios años.

Así, la traslación de las pérdidas tiene por finalidad someter a un mismo régimen fiscal a una empresa
cuyo beneficio neto sobre varios años esté constituido por el saldo de balances deficitarios o con
superávit, y a otra que realizaría el mismo beneficio neto sin haber registrado ejercicio deficitario
alguno ".
especiales (sepelio, enfermedad, educacionales, etc.) que dicen relación directa con la
persona del contribuyente o con su familia.

a) Mínimo no imponible

La justificación básica de la existencia de un mínimo no imponible, radica en la necesidad


de liberar un cierto nivel mínimo de vida del ámbito del impuesto. Desde ese punto de vista,
el mínimo representa la suma indispensable para subsistir; en la medida en que dicho
umbral no fuera superado, no podría hablarse de "capacidad contributiva" en el
contribuyente.

Existe otra razón, de índole administrativa, y de alta relevancia, para el establecimiento de


mínimos no imponibles, pues estos tienen como efecto el excluir una importante masa de
sujetos (cuya dimensión variará con el concreto nivel a que se fije el mínimo) de las
obligaciones tributarias de presentar declaraciones. Ello se traduce en un alivio de tareas
para los administradores tributarios, que les permite concentrarse en los sectores de
ingresos mayores, cuyo producido fiscal es más significativo.

La idea general indicada en los párrafos anteriores, puede implementarse en la legislación


de varias formas, cuyos efectos alternativos corresponde analizar.

a) En primer lugar, el postulado indicado puede lograrse mediante el establecimiento de


una deducción en la base del impuesto, o sea que el mínimo opera como una suma que se
detrae de la materia imponible.

A su vez, esa deducción en la base puede revestir diversas variantes:

1.- Exención limitada. En este sistema, el mínimo no imponible sólo aprovecha a los que no
superan su monto; quien tenga ingresos que excedan de ese nivel, deberá pagar impuesto
por el total de ellos, puesto que la exención está limitada a quienes no tengan ingresos
mayores.

El efecto de este sistema es el de un brusco empinamiento en la curva de progresividad en


los primeros tramos, razón por la cual es muy poco usado. 7

2.- Exención general, o de suma global. Aquí; todos los contribuyentes aprovechan de la
exención, en el sentido de que todos rebajan de su ingreso el monto correspondiente. Los
que no superan el monto, nada pagan, pero tampoco pueden trasladar a años siguientes el
saldo no utiliza- do (véase supra, Cap. IV 11.2). Los que exceden el nivel, igual detraen esa

7
Comenzando esta solución, Blum y Kalven dicen que “presenta la dificultad de que da por resultado
unos tipos marginales extraordinariamente altos, cuando no absurdamente elevados, sobre la renta
situada inmediatamente por encima del nivel de exención. Por ejemplo, supongamos que la exención
es de 1,000 dólares, y el tipo fijo es del 10%. Si a los contribuyentes con renta superior a 1,000
dólares no se les autoriza para deducir una parte de la exención, entonces un contribuyente con una
renta de 1,100 dólares pagaría una cuota de 110, lo que supone un gravamen del 110 o/o sobre sus
últimos 100 dólares. Este resultado es tan injusto y poco práctico que es poco probable que haya un
sistema tributario que a sabiendas lo adopte" (op. cit. pág. 233).
suma, lo cual trae por consecuencia el otorgar una cierta progresividad a la tarifa, aun
cuando la tasa sea proporcional. 8
Un segundo efecto de este tipo de exenciones, es el de que ellas tienen un efecto variable
entre los distintos contribuyentes, beneficiando más a los que tributan a tasas más altas.
Ello se explica porque, actuando como deducción de la base imponible, las cantidades
incluidas rebajan la liquidación en el monto que sobre ellas significaría la aplicación de la
tasa marginal del contribuyente, cuando la escala es progresiva. 9

3.- Exención graduada. Para evitar algunos inconvenientes que tiene el sistema
anteriormente indicado, se ha propuesto un régimen de exenciones graduadas o "que se
desvanecen", o sea que la exención va decreciendo a medida que el ingreso aumenta,
hasta desaparecer totalmente.

b) Como alternativa al establecimiento de deducciones contra la base, se han propuesto y


utilizado sistemas de crédito contra el impuesto.
Si el crédito fuera: en una cierta cantidad fija, que reflejara el aprovechamiento que del
mínimo no imponible hacen los sectores ubicados en los tramos inferiores de la escala,
desaparecerían los efectos regresivos atribuidos a! sistema de exención general contra la
base. 10

8
El establecimiento de un mínimo no imponible, aún en impuestos de tipo impositivo. constante,
produce lo que se ha denominado "progresividad indirecta" u "oculta" o "degresión", caracterizada
por el hecho de que el tipo efectivo del gravamen (relación entre el impuesto adeudado y la magnitud
de la base) crece, pese a que la tasa legal es proporcional y por ende constante. Así, suponiendo un
impuesto a la tasa del 10%, con un mínimo no imponible de 500, quien tiene 1,000 pagará 50, o sea
el 5% efectivo; quien tiene 2,000 pagará 150, o sea el 7,5%; quien tiene 3,000 pagará 250, ó sea el
8,3% efectivo, etc.
9
Este efecto constituye la contracara del analizado en la nota anterior. En la medida en que el mínimo
no imponible supone restar riqueza de la base imponible, el efecto de esa sustracción se evidencia
haciendo inaplicables tasas marginales que, de otro modo, se aplicarían. Por ejemplo, supóngase
una escala de tasas donde por los primeros 1,000 se pague el 1%, por el excedente; hasta 2,000 el
2%, por el excedente; hasta 3,000 e13%, etc. Si se introduce un mínimo no imponible de 1,000,
quien ganaba 3,000 y pagaba 60 de impuesto, pasa a pagar 30. En cambio, quien ganaba 2,000 y
pagaba 30 pasa a pagar 10; en todos los casos, el resultado equivale a aplicar la tasa marginal de
la persona al monto del mínimo no imponible.

10
En el ejemplo de la nota anterior, si el mínimo no imponible de 1,000 se reemplaza por un crédito
de impuesto de 10 (que es el resultado de aplicar la primera escala de tasas a ese monto), resultaría
que, quien gane 3,000, pasará a pagar 50 (60 menos 10), y quien gane 2,000 pasará a pagar 20 (30
menos 10); evidentemente, la progresividad aumenta en el sistema del crédito.

Al respecto, la opinión de Due es la de que "Este problema puede resolverse solamente en términos
de consenso de opiniones respecto a la equidad, que parece favorecer el método de la deducción
(contra la base) del ingreso. Este procedimiento se usa en el plano federal y es adoptado por muchas
legislaciones estatales de los Estados Unidos de América, aunque unas pocas utilizan el otro
método" (op. cit. pág. 128).
En los últimos tiempos se ha reavivado la polémica doctrinaria entre uno y otro sistema en Estados
Unidos; véase los artículos de Brannon and Morss y el de Gottscbalk citados en bibliografía. En
puridad, uno y otro sistema sólo pueden ser comparables como alternativas suponiendo que la
opción es entre deducir de la base una cierta cantidad, u otorgar un crédito equivalente al impuesto
En alguna propuesta, incluso, el sistema ha sido más sofisticado, planteándose el
establecimiento de un "impuesto negativo", otorgando derecho a que, quienes no lleguen
al mínimo, reclamen del Estado el monto faltante para completar dicho nivel, a título de
subsidio. 11
En cuanto a! monto concreto que en cada país y momento se refleja en el mínimo no
imponible fijado, teóricamente él debería estar al nivel de subsistencia deseable como
mínimo en la colectividad; pero muy frecuentemente en su fijación influyen las exigencias
financieras de tesorería.
En relación con las fluctuaciones cíclicas, un mínimo imponible fijo tiene virtudes
estabilizadoras, por cuanto en períodos de alza de precios congelaría poder de compra,
aumentando paralelamente las disponibilidades del gobierno. Sin embargo, en países con
fuerte inflación, las tensiones sociales han exigido intentar adecuar el mínimo a las
variaciones de precios, lo que en algunos casos se ha intentado llevar a cabo mediante
ajustes automáticos y en otros por medio de periódicos retoques a la legislación. 12

b) Cargas familiares
Además del mínimo no imponible, normalmente las leyes acuerdan deducciones por los
familiares a cargo del contribuyente.

que, a las más bajas tasas de la escala, generaría esa misma cantidad; de otra forma la discusión
se torna imposible.
11
Sobre el "impuesto negativo sobre la renta ", puede leerse el trabajo de Shoup, "Negative Taxes,
Welfare Payments and Subsidies", en Revista de Diritto Financiero e S. delle Finanze, diciembre
1967, pág. 522.

Hacienda Pública Española en su número 1, pág. 9, publicó una extensa bibliografía sobre el tema,
que abarca basta 1970, amén de dos artículos de R. Calle y D. Martínez.

En la misma Revista Hacienda Pública Española, consúltese José V. Sevilla Segura, "Soluciones
operativas para el impuesto negativo sobre la renta", en N. 28 pág. 55.

Este autor enfoca el tema como una coordinación entre imposición a la renta y seguridad social:

"En síntesis, la idea que preside tal coordinación es bastante simple: puesto que tanto el impuesto
sobre la renta como gran parte de las prestaciones que realiza la seguridad social se apoyan en la
cuantía de los ingresos así como en la propia situación familiar, puede resultar posible y cómoda una
actuación conjunta de ambos sistemas, que simplifique y racionalice las actuaciones del sector
público en esta parcela" (pág. 55).

Desarrollando la idea, indica que "existen tres elementos fundamentales que deben definirse en el
impuesto negativo sobre la renta. En primer lugar se trata del nivel de renta disponible mínima o
garantizada, que se corresponde con el volumen máximo de subsidio pagado para un nivel cero del
Ingreso. En segundo lugar, se deberá determinar lo que suele denominarse nivel de renta de
equilibrio, esto es, aquella que no está sometida a impuestos ni a subsidios, Este punto es
identificable con el mínimo exento, aunque con las características propias de un impuesto negativo
sobre la renta. Finalmente habrá que señalar como tercer factor a tener en cuenta el grado de
progresividad tanto para valores positivos como negativos del impuesto" (pág. 57/58).
12
Véase González Cano, Ajustes por inflación del impuesto sobre la renta personal, octubre 1976,
CIET No. 841, pág. 13, Y bibliografía allí citada.
En algún sistema, esto puede no ser así, porque el familiar es considerado como integrado
el propio núcleo contribuyente, y su inclusión se refleja en la presión fiscal sobre este (ver
supra, Cap. V-1). Pero en caso contrario, se considera justo y adecuado al concepto de
capacidad contributiva que se otorgue una deducción, cuando se den las condiciones para
que se configure una carga familiar.
Normalmente, esas condiciones son por lo menos tres: que tenga un cierto parentesco con
el contribuyente; que esté realmente a su cargo; 13 y que no tenga entradas que superen
cierto monto que establece la ley.
En cuanto a los familiares que dan lugar a ser considerados carga familiar, las soluciones
pueden ser variadas; tendrá tal carácter el cónyuge, salvo que se le considere integrado el
núcleo familiar que sea unidad contribuyente. Los descendientes son generalmente
admitidos, cuando son menores de edad; siendo mayores, algunas legislaciones admiten a
las hijas, en tanto sean solteras, y vivan con el contribuyente; otras admiten alguna
extensión de las edades límites cuando se trata de personas que están cursando estudios,
etc. Entre los ascendientes, normalmente se reconocen a los padres y eventualmente a los
abuelos.
En lo que dice relación con el monto máximo de rentas propias que pueden tener esas
personas para calificar como dependientes, depende de criterios propios de cada país, y a
su respecto no pueden hacerse consideraciones generales.
La posibilidad de que durante el año se vayan produciendo variaciones en el número de
dependientes (hijos que nacen o que superan el tope de edad, etc.) plantea el problema de
la incidencia de tales modificaciones en el ejercicio. Algunas legislaciones sientan el
principio de que las deducciones personales se cuentan mensualmente, prorrateándose en
consecuencia; otras, con afán simplificador, adoptan la ficción de contemplar la situación
de la unidad familiar exclusivamente en el instante de finalización del período.

c) Gastos de enfermedad, educacionales, etc.


Suele acordarse también una deducción de gastos de enfermedad, que comprende los
gastos de médicos, medicamentos, sepelio, etc., en que han incurrido el contribuyente y los
familiares a su cargo.
Frecuentemente, estas deducciones se limitan hasta un monto determinado, porque no
hacerlo posibilitaría deducciones excesivas, obligando a la Administración a una difícil tarea
de control. Sobre los gastos médicos, se ha dicho que es conveniente admitirlos, porque de
esa manera se adquiriría información sobre los ingresos de los profesionales, pero en la
práctica ese resultado es dudoso. Otra razón, no de tipo administrativo sino sustancial para
el establecimiento de un límite, radica en que de otro modo las clases más pudientes serían
las más beneficiadas, al tener acceso a tratamientos y medicamentos más onerosos.
También se ha discutido el tratamiento de los gastos de educación, respecto de los cuales
las opiniones no son coincidentes. En efecto, por un lado puede pensarse que son gastos
de formación de una fuente, de la aptitud futura del contribuyente, y como tales, no serían

13
Respecto del concepto de "estar a cargo" que debe revestir el dependiente, dicen Allix y Lecercle
que “Para ser considerado como teniendo una persona a su cargo, no es necesario albergarla o
subvenir a todas sus necesidades. Así, un anciano en una casa de retiro, un niño en un internado,
son considerados como pudiendo estar a cargo del contribuyente. Se tiene a su cargo una persona
a la que se provee de un apoyo pecuniario, aún si ella tiene una residencia distinta, y aún si este
apoyo no es más que el complemento de recursos personales insuficientes", pág. 96, T.ll.
deducibles. En otro enfoque, pueden considerarse como gastos necesarios para obtener
una renta. En el plano de las legislaciones positivas, normalmente la solución contempla
solamente el taso de educación de los dependientes, y se admite una deducción,
generalmente limitada, para quienes solventan esa educación. 14

Una característica general de las deducciones personales y cargas familiares, es la de que,


normalmente, no originan quebrantos computables, o sea que si la renta neta global es
inferior al monto de las deducciones personales, la diferencia no se considera una pérdida
que se impute contra las rentas netas de los ejercicios siguientes, sino que se pierde. Ello
se debe a que su finalidad es la de contemplar la capacidad contributiva durante un
determinado ejercicio, no teniendo porqué establecerse comunicación entre ese período y
los anteriores o posteriores.
Otra característica bastante difundida, es la exigencia de que se trate de contribuyentes
residentes en el país, para el otorgamiento del mínimo no imponible, y de que los familiares
también residan en él a efectos de calificarse como cargas.

14
Señala Reig El Impuesto a los réditos, pág. 171 que "En cuanto se relacione con los hijos, la
educación está incluida en la suma deducible por cargas de familia; en general puede admitir- se
que el gasto de educación propio del beneficiario del rédito está vinculado con el capital fuente del
mismo y que por lo tanto no sería un gasto imputable contra el rédito, sino necesario para el
incremento de ese capital productor, sin embargo. como señala Due en relación con la experiencia
norteamericana (pág. 144), tales gastos son deducibles por responder al concepto general de
necesarios para obtener, mantener o conservar el rédito, esto en términos de las condiciones
necesarias para la deducibilidad de gastos que establece nuestra legislación. Así, el caso de los
profesores que deban incurrir en gastos necesarios para mantener sus conocimientos en
condiciones de actualidad que les permitan continuar desempeñándose eficientemente.
CAPÍTULO XIII

LAS TASAS DEL IMPUESTO, LIQUIDACIÓN Y PAGO

I. LAS TASAS DEL IMPUESTO

Se denomina impuesto proporcional, aquél que mantiene una relación constante entre su
monto y el valor de la riqueza imponible.
Progresivo es aquél en el que la tasa va aumentando, a medida que aumenta el valor de la
riqueza gravada. Si la relación fuera inversa, es decir si se produjera una disminución de la
tasa ante el aumento de la base, correspondería hablar de un impuesto regresivo.
Por razones lógicas, el ámbito de las tasas proporcionales lo constituyen los impuestos de
tipo real, donde se gravan manifestaciones aisladas de riqueza. El impuesto a la renta en
su forma cedular pura, puede ser considerado un ejemplo de ellos.
En los impuestos personales, que buscan captar la totalidad de la capacidad contributiva
del individuo, es donde la aplicación de la progresividad aparece como natural,
estrechamente vinculada con el objetivo económico de redistribución del ingreso. La
aplicación de progresividad en impuestos reales, si bien es utilizada a veces, ha sido objeto
de críticas, por cuanto ella sólo aparece justificada, en término de distribución del ingreso,
en pos de captación de capacidad contributiva global de la persona. 1
En materia de impuesto a la renta, por consiguiente, es normal que, cuando se le
instrumenta en base a alcanzar la globalidad de las rentas, las tasas aplicables a personas
físicas sean progresivas; en materia de imposición a empresas, la problemática es distinta,
y si bien varias legislaciones tienen tasas también progresivas para el1as, la opinión técnica
dominante aconseja gravarlas en forma proporcional.

1
Un impuesto real puede establecerse sobre la base de que el sector de riqueza afectado es índice,
pero parcial, de capacidad contributiva. En tal caso, como en la propia elección del objeto impositivo
se descarta la capacidad global de la persona, no parece del todo justificado introducir la
progresividad.

Ella puede explicarse, en cambio, por otros objetivos. Así, por ejemplo, en términos de capacidad
contributiva, un millón de pesos de renta dan la misma capacidad de goce, sea que provengan de
dividendos, o de alquileres o de ambos. En un impuesto que gravara la percepción de alquileres, por
ende, no se justificaría (en términos de distribución de ingreso) la progresividad. En cambio, si el
objetivo fuera desalentar p. ej., los arrendamientos de bienes rurales, buscando inducir a su venta
por quienes no los explotan directamente, seria razonable -en función de esa finalidad- introducir una
escala progresiva.
1) Fundamentos de la progresividad
Para la aplicación de un sistema de tasas progresivas, se dan normalmente dos clases de
fundamentaciones: unas de tipo técnico, vinculadas directa o indirectamente, a las teorías
marginalistas del sacrificio y otras de tipo político-social.
En cuanto a las primeras, reposan todas el1as en el principio de la utilidad decreciente del
dinero, de acuerdo al cual, las personas adjudican a su riqueza un valor menor a medida
que más riqueza tienen. En esas condiciones, la aplicación de tasas progresivas podría
procurar una distribución del ingreso mediante la imposición de un sacrificio igual a todos
los contribuyentes, o proporcional a la riqueza de cada uno de ellos, o minimizando el
sacrificio conjunto de todos los contribuyentes. 2

2
Supongamos tres contribuyentes (A, By C) con ingresos de 5,000, 4,000 y 3,000 respectivamente.
Las teorías del sacrificio suponen: a) que de algún modo la utilidad es cuantificable; b) que es igual
para todas las personas y c) que es susceptible de intercompararse, con lo cual podría plantearse
el siguiente cuadro:

UTILIDADES ATRIBUIDAS POR EL CONTRIBUYENTE A CRECIENTES CANTIDADES DE


DINERO
A B C
Primeros 1,000 10 10 10
Segundos 1,000 9 9 9
Terceros 8 8 8
Cuartos 5 5 -
Quintos 3 - -
---------- ---------- ---------
Total utilidades 35 32 27

1) aplicando la teoría del sacrificio igual, se detraen las mismas unidades de utilidad a cada uno. Por
ende, si sacamos 1,000 a C, para el que valen 8, deberemos sacar 2,000 a A, y 1,375 (1,000 más
3/5 de 1,000) a B. Ya la inversa: si necesitan recaudarse 1,000, deberían sacarse: de A 458, de B
314, y de C 228, causando un igual sacrificio a todos.

2) en la teoría del sacrificio proporcional, el impuesto debe ser proporcional a las utilidades que cada
contribuyente adjudica. Por ejemplo, un sacrificio proporcional del 10% daría por resultado detraer
3.5 de A, 3.2 de B y 2.7 de C. Traducido a pesos, significaría detraer de A 1,100 (1,000 que valen 3,
más 1/10 del 4to. millar que vale en total 5, etc. En este esquema, suponiendo que lo que hay que
recaudar es 1,000, las contribuciones serian 561, 308 y 161.

3) en la tesis del sacrificio social mínimo, requiriéndose 1,000 de recaudación, habría que sacarlos
íntegramente de A, pues su valor utilitario de los últimos 1,000 es el mínimo, en comparación con B
y C.

Como observaciones generales, puede anotarse:


En general, estas teorías, que intentaron explicar la progresividad sobre bases
absolutamente científicas partiendo de la base de la utilidad marginal decreciente, son
pasibles de la objeción de que no es científicamente posible la comparación de las utilidades
de una persona con las de otra. Dicho de otro modo, no existe "puente" que permita una
intercomparación de los sacrificios subjetivos de una persona respecto de otra, y en la
medida que ello sea así, las teorías pierden rigor científico. 3

Tal constatación, abre paso a las explicaciones de tipo político sobre la fundamentación de
la progresividad: ella se basaría en que la conciencia social media estima justo que los que
más tienen paguen más (no sólo en términos absolutos, sino también relativos), que los
que tienen menos. Como se ve, estas explicaciones plantean el problema más en el campo
ético-político que en el científico, ya que el fundamento de la progresividad del sistema -y
el efectivo grado que en cada caso asuma- derivan de un juicio ético de la colectividad
respecto de la presente distribución del ingreso, y del grado de injusticia que él significa. 4

1ro.) En gran medida, la progresividad de los sistemas del sacrificio está directamente vinculada a
la forma como decrezca el valor utilitario de cada unidad de riqueza (en el ejemplo: 10, 9, 8, 5, 3). Si
el decrecimiento fuera más brusco, la progresividad de los tres sistemas aumentaría.
2do.) El sistema de sacrificio mínimo otorga más progresividad que el del sacrificio proporcional, este
más que el del sacrificio igual, y cualquiera de ellos más que una tasa proporcional.

3ro.) El sistema de sacrificio mínimo supone que los contribuyentes de menos recursos quedan
exentos de detracción en gran cantidad de casos, llevando implícito el establecimiento de mínimos
imponibles altos, lo cual aumenta su efecto redistributivo.

3
Con su característica ironía, Einaudi dice que la utilización de las teorías del sacrificio requeriría
que previamente se inventara un “psicoscopio", es decir, "un instrumento introspectivo que fotografíe
las reacciones sicológícas cuantitativas de cada hombre frente a la adquisición o a la privación de
las sucesivas unidades de riqueza". Y concluye: “El psicoscopio no existe, y no lo podemos sustituir
por el método de la confesión auricular con el funcionario de Hacienda" (Mitos... pág. 239).

En doctrina se han intentado explicaciones científicas de la progresividad desde otro ángulo. Así, p.
ej. Seligman propuso como fundamentación, la mayor "capacidad de ganar" de quien más tiene, para
obtener incrementos adicionales de renta o de riqueza. Sin embargo, tal explicación sólo serviría
para las rentas no provenientes del trabajo, y de todos modos "admitir la progresividad supondría
aceptar de nuevo comparaciones personales de utilidad" (prólogo al libro de Blum y Kalven, pág. 25).
4
Sin embargo, narrando los resultados de una investigación empírica, realizada por ellos respecto
de la opinión pública sobre el tema de la progresividad, Blum y Kalven (op. cit. pág. 47) dicen que:
'"Los asuntos fiscales generalmente resultaban de poco interés para el público, y entre esas
cuestiones, la distribución de la carga tributaria se clasificaba casi al final".

"Incluso cuando nos habíamos reconciliado con la ausencia de toda opinión consciente y habíamos
vuelto a la búsqueda de 'sentimientos latentes’, nuestros esfuerzos quedaron casi completamente
frustrados.

"Vale la pena subrayar aquí las dificultades encontradas. Excepto entre una élite relativamente
pequeña, la idea misma de un impuesto progresivo resultó estar más allá del alcance de la mayoría.
La gente en general podía comprender que el adinerado pagase más impuestos que el menos
pudiente, pero no comprende la idea de que el rico pague más que un impuesto proporcionalmente
mayor que el menos rico. La elección entre tipos impositivos proporcionales y progresivos no se veía
que nevaba consigo una cuestión de principio ".
2) Mecanismos de progresividad
Respecto de la forma concreta de implementar la progresividad, se conocen básicamente
dos sistemas:
En el primero, de progresividad "por escalas", se divide la base imponible en tramos, a cada
uno de los cuales corresponde una tasa. Pero cada tramo de riqueza paga la tasa
correspondiente, y recién por el excedente se paga la tasa superior. Por ejemplo: hasta
1,000 el 5%, por el excedente hasta 5,000 el 7%, por el excedente hasta 10,000 el 9%, etc.
Este sistema es de una progresividad muy lenta, porque los incrementos de la tasa se
aplican solamente sobre los excedentes. Si se divide el total de la base imponible entre el
monto de impuesto obtenido de la aplicación de las sucesivas alícuotas, se obtiene la "tasa
media", que es la que en definitiva viene a resultar aplicada sobre el total imponible. La tasa
indicada en la ley para la última escala que resulta gravada, constituye la "tasa marginal",
por cuanto marca la detracción impositiva a que se somete esa porción marginal del ingreso.
El otro sistema básico, lo constituye el de la "progresividad por clases", donde el monto
imponible total paga en su integridad. la tasa correspondiente al todo. Por ejemplo: hasta
1,000 el 5%, hasta 5,000 el 7%, hasta 10,000 el 9%, etc. Pasando de una "clase" a la otra,
el total de riqueza paga la nueva tasa.
Este sistema produce una progresividad más acentuada, puesto que hasta las primeras
fracciones de riqueza imponible son gravadas a la tasa de la última fracción, pero tiene
como gran inconveniente el hecho de producir importantes "escalones" o "errores de salto"
en los umbrales entre uno y otro tramo. Así, en el ejemplo, por $4,990 se paga $349.30, y
por 5,010 se paga $450.90; $20 de aumento en la base imponible cuestan $101.60 de
impuesto. Ello tiene como primera consecuencia excitar la incentiva de los contribuyentes
para disminuir su riqueza gravable por cualquier me- dio, cuando se encuentran próximos
a cada umbral. 5

"Esta misma barrera matemática explicaba probablemente otra dificultad. Nuestra impresión es que
la mayor parte de las personas estaban interesadas solamente en el importe de sus propios tributos
y no en la relación de ese importe con la carga tributaria de otras personas con rentas diferentes ".
Y más adelante agregan:
"Esta ausencia masiva de toda opinión pública, excepto entre la élite, añade un nuevo enigma a la
historia política de la progresividad. En el ensayo “habíamos observado que los argumentos
intelectuales en apoyo de la progresividad llegaban todos mucho después de que la progresividad
se hubiera convertido en un hecho político. Se podría deducir de aquí que los' intelectuales estaban
siguiendo al pueblo en vez de dirigirlo y que trataban de encontrar una fiase racional para un
sentimiento popular evidente, pero no articulado. Las fuentes del desarrollo político, que hace diez
años encontrábamos oscuras, ahora parecen más misteriosas que nunca. Es difícil creer que el
escaso sentimiento popular que fuimos capaces de desenterrar podrá haber sido bastante fuerte
para originar el hecho político de la progresividad"
*) Lo transcripto pertenece al prólogo a la segunda edición, realizada diez años más tarde del ensayo
original.

5
Otro sistema de progresividad, no tan utilizado , es el de progresividad implícita, donde para cada
nivel de renta hay una tasa distinta, que se saca por una fórmula matemática. La ley indica una tasa
máxima y una tasa media y luego da un elemento variable. que se determina matemáticamente y
que se va restando de la tasa máxima.
3) El diseño de la escala progresiva
El efecto de una escala progresiva de impuesto a la renta sobre la re distribución del ingreso
depende básicamente de dos aspectos: de la "erosión" que pueda existir en la base, y del
concreto diseño de la escala de tasas.
En cuanto a lo primero, se denomina erosión al debilitamiento que va sufriendo el campo
de la base imponible, a partir del concepto teórico de renta gravada, por una serie de
exclusiones dispuestas por la ley: exenciones, ganancias de capital, deducciones,
desgravaciones, división de ingreso entre cónyuges, etc. Ello determina que se diferencien
los conceptos de "tasa nominal", que sería aquélla que según la ley correspondería aplicar,
si absolutamente toda la renta del contribuyente soportara imposición, y de "tasa efectiva",
que es la que realmente resulta pagada, luego de efectuar los ajustes necesarios en la base
imponible.
Obviamente, en la medida que la tasa efectiva se distancie de la nominal, los efectos sobre
la distribución del ingreso se obtienen en forma más defectuosa.
En lo que dice relación al concreto diseño de la escala de tasas, se trata de saber cuáles
son los tramos de riqueza imponible que resultan relevantes, y qué tipo de aumento en la
tasa ellos determinan. Volcado a la forma de gráfico, ello determina una curva, cuyo diseño
indica el comportamiento de la escala en relación a las personas de bajos, medianos y altos
ingresos. Una curva que comienza con aumentos moderados, y que sólo en los altos tramos
de riqueza adquiere fuerte elevación, significa que es tenuemente progresiva con la clase
media, y fuertemente en los sectores altos. En cambio, una curva que comienza con una
rápida elevación y luego tiende a colocarse paralela al eje de las abcisas, tiene el efecto
contrario. Tratándose de progresividad por el sistema de .escalas, los análisis del diseño
de la curva deben hacerse tomando en consideración la tasa media
que resulta aplicable; la dimensión de la tasa marginal máxima tiene también importancia
indicativa, aunque, por la propia estructura del sistema, ella nunca será aplicable a la
totalidad de la base, y sí sólo a los incrementos que se tengan respecto de la penúltima
escala.

4) Las tasas en la imposición a las empresas


La primera pregunta teórica que surge a este respecto, es la de si existen razones de peso
para hacer que las empresas abonen según la misma escala de tasas prevista para las
personas físicas, o sea, si es conveniente que las legislaciones establezcan una única
escala de tasas, para todos los sujetos pasivos, independientemente de que sean personas
físicas o empresas (o sociedades de capital, según cual sea el sujeto intermediario elegido
por la legislación).
Un sistema de este tipo podría tener como justificación, el deseo de igualdad entre los
diversos tipos de contribuyentes; pero en puridad, como se verá más adelante no sólo no
logra esa igualación, sino que provoca diversos efectos perjudiciales.
La igualación no se produce, porque la equiparación como sujetos tributarios de personas
físicas y empresas (o sociedades) es solamente una ficción técnica que no oculta, ni podría
hacerlo, el hecho de que los trasfondos reales son totalmente diferentes: en definitiva, las
entidades intermediarias conducen rentas desde las diversas fuentes hacia las personas
físicas que son sus socios, accionistas o propietarios.
Por otra parte, se ha señalado 6 que sólo es posible aplicar la misma escala de tarifas a los
individuos y a las empresas, mientras la carga impositiva es muy baja y los límites extremos
de la escala no se encuentren muy separados. De otro modo, las tarifas que pueden ser
progresivas para los individuos se volverán, en los hechos, proporcionales para las
empresas, simplemente por una razón de mayor volumen absoluto de sus rentas. En esas
condiciones, si se intentare aumentar la tarifa sobre los individuos, la imposición podría
hacerse prohibitiva para las empresas.
Descanada la existencia de una única tarifa, cabe incluso preguntarse si se justifica que las
empresas tengan una tarifa progresiva o si la proporcionalidad constituye la mejor opción a
su respecto.
En puridad, sólo una muy enfática aceptación del postulado de que las empresas pueden
tener capacidad contributiva propia, y una muy especial concepción de esa capacidad,
puede llevar a establecer progresividad en su imposición. El volumen de utilidades,
aisladamente considerado, muy poco es lo que dice, y especialmente en materia de aptitud
para pagar, considerando que puede haberse originado por la aplicación de volúmenes de
capital totalmente distintos. 7
Por otra parte, la progresividad puede, a nivel de pequeñas compañías, detener su
desenvolvimiento antes de que hayan alcanzado su desarrollo óptimo, en la medida en que
el crecimiento les suponga aumento de la tasa aplicable. Ello, claro está, si la empresa no
consigue burlar la progresividad mediante su artificial fraccionamiento.
La consideración a que se hacía referencia antes, de que el volumen de utilidades,
aisladamente considerado, es muy pobre índice para basar la tributación, puede llevar a
que se frustren proyectos ambiciosos, que, aunque supongan una baja tasa de retorno,
involucren cifras de utilidades altas en términos absolutos, los cuales resultarían castigados
simplemente por la dimensión que suponen. 8

6
Véase en "Imposición fiscal en países subdesarrollados", los artículos "Imposición de las compañías
y de los dividendos" (Informe Shoup para Venezuela) y "Características especiales de la imposición
corporativa en los países subdesarrollados", pág. 157.
7
Una variante de la imposición progresiva, pero que altera, sustancia/mente la mecánica y filosofía
del impuesto sobre la renta, consiste en la denominada "imposición según intensidad del
rendimiento", o imposición a las ganancias elevadas, etc. En tal caso, la progresividad de la tasa a
sociedades se estructura, no en {unción del volumen de la utilidad, sino en atención a la relación que
esa utilidad guarde con el capital que la produce. Ello permite comenzar la imposición a partir de un
determinado rendimiento que se considera mínimo (y harta las veces de mínimo no imponible, en
una hipotética adaptación del principio de capacidad contributiva a las empresas), pero sus efectos
han sido considerados perniciosos por la doctrina, que sólo lo justifique en ciertos casos y como
impuesto de emergencia. Por otra parte, las posibilidades de integración de un impuesto de este tipo
a nivel social con el impuesto global en cabeza de accionistas, son altamente difíciles. Por tal motivo,
en la actualidad se conocen pocos países que mantengan ese tipo de imposición, salvo en lo que se
relaciona con las inversiones extranjeras, en cuyo caso es frecuente que, como medida dirigida a
incentivar la reinversión de utilidades, se impongan tributos para remesas de utilidades que excedan
de un cierto porcentaje sobre la inversión original (Brasil, Uruguay, Argentina, etc.).
8
En su conferencia de 1961 en Buenos Aires, el Prof. Laufemburger decía: "Desde luego, la tasa
progresiva es un contrasentido ".
En una persona física, cuanto más elevada es la utilidad marginal del ingreso, menos se considera
su sacrificio, el gravamen sobre ella. No puede afirmarse lo mismo en cuanto a una sociedad de
capitales, ya que en el fondo ese capital tiene otro fin, un fin económico, no de producir para
Una tasa progresiva a nivel de empresas, por otra parte, puede crear problemas técnicos
importantes en el problema de fondo de integración de la imposición a nivel de empresa o
sociedad y de personas físicas que la componen. En efecto, muchos de los sistemas que
se analizaron en el capítulo respectivo, suponen que a nivel empresarial la tasa sea
proporcional, puesto que de otro modo surgen dificultades, por ejemplo: para dar normas a
priori sobre el monto de crédito a acordar al accionista por el impuesto debido por la
sociedad, etc.

Por consiguiente, y en conclusión, puede afirmarse que la tasa proporcional es la solución


técnica más apropiada en cuanto a la imposición de empresas y la que permite mayor
amplitud en cuanto a los sistemas a elegir para el problema de la integración de la
imposición de empresa y de empresario.
En algunos países la tasa proporcional no es única sino doble, estando la primera tasa
dirigida a operar exclusivamente sobre lo que pueden considerarse pequeñas empresas, y
la segunda (o la combinación de la primera con una sobretasa) destinada a aplicarse a la
mayoría significativa de empresas. Esta solución, que puede considerarse de una
progresividad muy atenuada, obliga a incorporar a la legislación normas especiales que
precavan contra un artificial desdoblamiento empresarial, que es uno de los problemas
técnicos importantes de la progresividad de la tasa en materia de empresas. 9

II. LIQUIDACIÓN Y PAGO

El impuesto a la renta involucra un buen número de problemas administrativos derivados


de la necesidad de implementar procedimientos y sistemas que conduzcan a un
cumplimiento cabal de las previsiones contenidas en la ley.

Por las características de este Manual, no corresponde profundizar en ellos, que son objeto
de detallados estudios desde el punto de vista de la Teoría Administrativa. 10

Basta señalar, por consiguiente, las principales características que supone el aludido
gravamen, en cuanto a su implementación administrativa.

a) La declaración

consumir; y la progresividad tampoco puede aplicarse sobre los accionistas porque no se les conoce.
Cuando se grava a la sociedad no se piensa en los accionistas. Por consiguiente, en mi opinión la
progresividad no se concibe". (Jornadas Internacionales de Derecho Fiscal, pág. 18).
9
Comúnmente, la legislación introduce el concepto de "conjunto económico" o "grupo de
sociedades", mediante el cual procede a aplicar la tasa correspondiente al real volumen de utilidades
de la empresa, por encima de los desdoblamientos formales. Véase al respecto: De Marco, en
Semana Tributaria, Montevideo, 1962, pág. 64; Amigo, en "Temas Tributarios", Macchi, Bs. Aires,
1910, pág. 641; De Jua1to, en D. Fiscal, noviembre de 1968, pág. 380; Sihlerstoin, en Derecho
Fiscal, noviembre de 1912, pág. 392; Guyenot, "Les groupements d'interest economique"; régimen
fiscal, en Impotes et sdcietés noviembre 1910, pág. 3; Alvarez Nelcon, El impuesto sobre sociedades
y los grupos de sociedades, Hacienda Pública Española n. 24/25 pág. 419; Thomas, "Brother sister
múltiple corporations; control tests" en Monthly digest of Tax Articles, enero 1914.
10
Véase especialmente el documento del Programa de Finanzas Públicas de OEA "Un sistema de
funciones de apoyo", y el trabajo de Yudkin, citados en bibliografía.
En primer lugar, es de destacar que el impuesto a la renta es el clásico ejemplo de tributo
determinado mediante "auto declaración", o sistema de "auto imposición" (self assessment).

Como se sabe, cada tributo tiene su módulo procedimental propio, mediante el cual se llega
a su determinación, o sea, el establecimiento de la suma líquida y exigible adeudada en
virtud del acaecimiento del hecho generador.

Algunos tributos implican procedimiento de determinación por la propia administración, la


cual, finalizado el procedimiento, comunica al contribuyente el monto exacto de su deuda;
los tributos inmobiliarios, o a los automotores, son ejemplos de este tipo de impuestos, que
con denominados "tributos con acto de imposición" en cierta doctrina.

En cambio, otros suponen, en su modalidad normal, la iniciativa y actividad del


contribuyente, que es quien comparece ante la Administración, declara la ocurrencia del
hecho generador, y proporciona los elementos de hecho que dan lugar al tributo, así Como
su medida y dimensión (declaración, generalmente jurada). En muchos esquemas, el
contribuyente no se limita a la declaración, sino que, en base a esos mismos datos, liquida
el tributo, es decir, aplica la tasa legal sobre la base imponible, e incluso, en algunos
sistemas, acompaña el justificativo de haber pagado lo debido.

El impuesto a la renta, como se dijo, es paradigma de este tipo de tributos.

Y ello, no por una razón accidental, sino porque en definitiva los dos módulos básicos de
determinación (por la administración y por el contribuyente) vienen prefijados un poco por
el tipo de tributo de que se trate.

Si se trata de tributos cuyo universo de contribuyentes es relativamente limitado, y respecto


de los cuales la dimensión de la base imponible es susceptible de ser conocida por la
administración sin ayuda ajena (p. ej., valor fiscal de un inmueble empadronado), la solución
más lógica y económica es)a de la determinación por la administración.

En cambio, cuando el tributo en cuestión abarca un gran número de contribuyentes (todos


los que ganan renta por encima del mínimo exento); cuya base imponible total es imposible
saber sin la colaboración de éste, y en el cual pesan con importancia elementos
absolutamente personales de cada uno (familia, cargas, etc.), la solución más obvia radica
en el régimen de auto determinación.
Este régimen, como se ha dicho, supone la activa intervención del contribuyente declarando
los hechos relevantes, y en algún caso mensurándolos, y eventualmente efectuando la
liquidación.
La actividad de la Administración, queda para un segundo momento, en el que, mediante
el uso de las facultades que la ley le concede, puede, o rectificar la declaración presentada,
en algún rubro concreto en que merezca impugnación, o suplantarla. Esta última
oportunidad puede deberse, tanto a que no se presentó declaración alguna, como al hecho
de que la presentada no merece fe (determinación de oficio rectificativa o supletiva, según
los casos).
Este régimen, por cuanto posibilita una actuación sólo eventual de la administración,
permite operar con grandes masas de contribuyentes, pero descansa en buena medida en
el cumplimiento voluntario de éstos. Tal circunstancia es de alta importancia al estructurar
un régimen que prevea los posibles incumplimientos en que puede incurrir el contribuyente,
pues el sistema represivo debe orientarse a facilitar e inducir ese cumplimiento voluntario y
en tiempo. 11

b) El pago
Como se ha visto, el concepto de renta, especialmente en las concepciones de flujo de
riqueza y acrecentamiento patrimonial, tiene una importante implicación temporal: la renta
neta imponible es el resultado de un flujo, sumado algebráicamente, de ingresos y gastos,
de y hacia el patrimonio del contribuyente a lo largo de un cierto tiempo.
La doctrina mayoritaria del derecho tributario enseña que la obligación tributaria surge al
realizarse el hecho generador, lo cual, en este tipo de impuestos, ocurre en el momento en
que se completa el período. Es en ese momento en que nace la obligación, la que se volverá
exigible (en el sentido de poder ser reclamada compulsivamente) recién después del
vencimiento de un plazo que la propia norma otorga para que el contribuyente realice el
cumplimiento hábil de su obligación.
Sin embargo, así como la globalidad y personalidad del gravamen inducirían a esperar,
primero el vencimiento del período fiscal, y luego el del plazo de cumplimiento hábil de la
obligación, otras consideraciones, básicamente de naturaleza financiera y administrativa,
inducen a buscar fórmulas que acorten el plazo de espera, y permitan un fraccionamiento
en los pagos. Como fórmula de compromiso entre uno y otro objetivo, surge el denominado
sistema "pague a medida que gane" (pay as you earn), que básicamente se instrumenta

11
Dice Illanes que "La infracción tributaría tiene como objetivo inmediato el poder sancionar el
incumplimiento de una obligación expresamente señalada en la ley, para obtener el cumplimiento
voluntario de tal obligación" (pág. 10).

“El procedimiento de autodeterminación de la obligación tributaría, ha hecho surgir la necesidad de


que la ley. conjuntamente con establecer el impuesto en particular, haya debido señalar las demás
obligaciones que son necesarias para su adecuado control”(...) Por tratarse de obligaciones, la ley
tributaria las establecerá con carácter imperativo, lo que significa que el contribuyente puede ser
compelido forzadamente a su cumplimiento. Pero la simple facultad .de la administración para forzar
al cumplimiento en ningún caso puede satisfacer las necesidades de un sistema de
autodeterminación, por razones ya comentadas. Bastaría pensar que el sistema de
autodeterminación ha surgido como una necesidad de descargar a la administración de la
determinación de la obligación, impuesto por las características de las nuevas formas de imposición,
para comprender que carecerla de sentido organizar tal administración para forzar el cumplimiento
de todos y cada uno de los obligados". (Pág. 11).

Por ello, "las infracciones que se establezcan y las sanciones correspondientes, deben constituir un
verdadero sistema, tanto en sus aspectos formales como sustanciales. Esto quiere decir que debe
existir una correlación funcional entre las diferentes sanciones, de forma de poder constituir este
elemento del riesgo de modo que sirva eficazmente el objetivo que se pretende alcanzar" (pág. 32).

"Las características de la sanción tributaria se deben conformar a la necesidad de crear un


instrumento administrativo apto para ser integrado en un sistema de control tributario. Sus principales
características se pueden resumir diciendo que la sanción debe ser cierta, oportuna, suficiente, y de
aplicación masiva" (pág. 34). Las citas son del trabajo "Derecho Tributario Penal", San José, Costa
Rica, 1974.
mediante dos medidas que se analizarán a continuación, cuáles son las retenciones en la
fuente, y los anticipos de impuesto.

B.1.- Las retenciones en la fuente


Corresponde distinguir nítidamente dos tipos de retención que, aunque pueden coexistir en
un sistema tributario, reflejan objetivos distintos, y moldean en forma diferente el impuesto,
según que ellas sean de tipo definitivo, o simplemente a cuenta.
Cuando la retención en la fuente es definitiva, o sea, no sujeta a reliquidación futura, en
puridad lo que se está configurando es un impuesto de tipo real, al producido de una
determinada fuente, sin consideración a las características personales del perceptor. No es
que estemos en presencia de la aplicación de una variante del impuesto a la renta global y
personal, sino ante un impuesto diferente, cuyo hecho generador no es duradero sino
instantáneo, y en el cual se grava una manifestación parcial y fragmentaria de capacidad
contributiva.
Es una fórmula aún más alejada del impuesto único y global que el impuesto cedular, puesto
que en este último no se descarta la deducción de gastos reales, siendo que la retención
definitiva no considera otra cosa más que el producido, o a lo sumo refleja los gastos que
"presume" se han hecho, en la fijación concreta de la tasa de retención. Su utilización es
motivada a veces por razones técnicas (p. ej., estar el perceptor radicado en el exterior, e
inmune por ello a toda fiscalización de la autoridad nacional), y en otros por motivos de
simplificación administrativa, sencillez, o simplemente desinterés en tener una imposición
global y progresiva sobre ciertas fuentes.

En el caso de la retención a cuenta, en cambio, los caracteres de personalidad y globalidad


del impuesto no se alteran, ya que solamente estamos en presencia de un medio técnico
para mejorar y facilitar la recaudación.

Sus ventajas se advierten desde dos ángulos distintos, cual son los vinculados con los
problemas derivados del pago del impuesto en una sola oportunidad, así como con el
número de contribuyentes a ser controlados por la administración.
En lo que dice relación con el primer aspecto, debe tenerse presente que exigir el impuesto
en una sola oportunidad, o sea al finalizar el plazo de cumplimiento hábil que subsigue al
período fiscal, presenta inconvenientes, tanto para el contribuyente como para la
administración.
Para el primero, porque un sistema de pago único plantea dificultades, ya que le somete a
una única detracción que puede comprometer gravemente su liquidez, si no ha ido haciendo
con tiempo las correspondientes previsiones.
Desde el punto de vista de la administración, si existen situaciones de inflación en la
economía, se produce una pérdida en el valor real de la suma recaudada; 12 pero aún en

12
Véase García Mullin citado en bibliografía. Para literatura ampliatorio, Gomes de Souza, “Aspectos
jurídicos de la inflación en el sistema tributario. El caso Brasilero" en Cuadernos de Finanzas Públicas
de OEA, N. 7, Hirao y Aguirre “Mantenimiento de recaudación del impuesto a la renta bajo
condiciones de inflación" en Revista DGI, Argentina N. 225.
condiciones de estabilidad, el resultado es una fuerte acumulación de ingresos en un sólo
mes, pero la privación de ellos en los restantes.. con efectos desestabilizadores respecto
de su flujo de caja.
A su vez, desde el punto de vista del número de sujetos a ser controlados, el sistema de
retención en la fuente se ha mostrado especialmente eficaz en el caso de rentas derivadas
del trabajo en relación de dependencia, y en general en todas aquellas situaciones en que
pueda afirmarse que el pagador de la renta forma una categoría de menor dimensión y
mejor organización contable, que los perceptores;

Las anteriores razones y otras afines han determinado una cada vez más frecuente
utilización del instituto de la retención a cuenta en el impuesto a la renta, especialmente en
materia de rentas del trabajo en relación de dependencia.

En general, el sistema se instrumenta mediante el establecimiento de la obligación de


retener un determinado porcentaje por quien abone rentas de ese tipo; tal previsión puede
estar contenida en la ley, o autorizarse en ella a la administración para que la establezca.
El nivel de retención a ser fijado requiere un detallado estudio, porque cualquier defecto o
exceso en la retención tendrá consecuencias perjudiciales; si la retención es muy
insuficiente, resultará que al fin del período el contribuyente estará sujeto al pago de un
ajuste o complemento que puede desequilibrarlo, y para el cual normalmente no habrá
hecho previsión alguna.

Por otra parte, si la retención ha sido excesiva, obligará a efectuar pedidos de devolución
que pueden complicar la tarea de la administración, además de ser una situación
intrínsecamente injusta. Por consiguiente, la fórmula para el establecimiento de retenciones
a cuenta en estos casos deberá tener en cuenta, no sólo el monto del ingreso sujeto a
retención, sino la situación del trabajador: si ése es o no su único ingreso, las cargas de
familia y otras deducciones a que tenga derecho, etc.

8.2.- Los anticipas

Los anticipos o pagos a cuenta constituyen obligaciones creadas por la ley en forma
paralela a la obligación tributaria sustantiva (que se devenga solamente al final del período)
y buscan que, antes de devengarse la obligación, el contribuyente ya vaya ingresando
fondos, como típica res- puesta del ordenamiento jurídico al problema de la concentración
de ingresos en una sola época de vencimiento fiscal, y también, en países con inflación,
como forma de precaverse de la pérdida de valor de las obligaciones en moneda expuesta
a desvalorización.
Siendo una obligación distinta de la que surgirá al final del período, el anticipo requiere, al
igual que la obligación principal, un cierto hecho generador y una determinada base de
cálculo. El primero lo es, normalmente, la circunstancia de encontrarse realizando actividad,
o el haber pagado impuesto el año anterior, o el comenzar una actividad lucrativa.
En cuanto a la base de cálculo, la misma puede tener en cuenta, a los resultados del año
anterior, o las estimaciones del contribuyente, o la relación entre ingresos brutos e
impuestos a la renta en los últimos años, o en fijaciones de autoridad, o en una combinación
de uno o más de estos índices.
El primer sistema, supone que los anticipos a lo largo de un año equivaldrán al impuesto
generado el año anterior. Como esa cifra se puede obtener en los primeros meses, a lo
largo del año puede irse logrando una anticipación razonable, suponiendo -y esa es la
principal debilidad del sistema- que la actividad económica generadora de renta del
contribuyente es aproximadamente igual en ambos años, que se percibe en épocas
coincidentes con las de vencimiento de anticipos y que los niveles de precios se mantienen
aproximadamente constantes.

Los dos primeros problemas pueden resolverse en forma general en la norma que establece
los anticipos, permitiendo la presentación del contribuyente para solicitar reducción de la
cuota que le correspondería, explicando y justificando los motivos. En cuanto al tercero
requiere otro tipo de correctivos, vinculados con la respuesta del orden jurídico ante el
problema de la inflación.

Sí, por el contrario, se atiende a las estimaciones del contribuyente, ello puede significar un
sistema más justo, porque cada uno de ellos es quien mejor puede hacer, durante el año,
un cálculo prospectivo de lo que será su resultado económico. Pero dejar el monto del
anticipo únicamente librado a las previsiones de quien debe pagarlo, se presta para las
subestimaciones, las cuales pueden ser parcialmente evitadas con el establecimiento de
fuertes recargos para el saldo que en definitiva resulte impago.

Con todo, si el fenómeno inflacionario es muy intenso, es posible que también ese sistema
se muestre insuficiente, si el alza de precios supera d interés punitorio contemplado para
ajustes por encima del tope admitido, o si las propias previsiones del contribuyente quedan
rebatidas por la realidad. Por tal motivo, algunas legislaciones pueden llegar a contemplar
la facultad del Poder Ejecutivo de incrementar las cifras resultantes de anticipos basados
en datos del último año, o en estimaciones, mediante porcentajes que reflejen
aproximadamente el alza del nivel de precios.
También es posible recurrir, a la relación histórica que ha existido en la empresa, entre
ingresos brutos e impuesto a la renta pagados a lo largo de p. ej., un período de tres o cinco
años, aplicando el porcentaje resultante a los ingresos brutos de cada mes o trimestre.

Tal sistema parte de la base de que en cada empresa el porcentaje de ganancia gravada
sobre los ingresos brutos se mantiene constante, independientemente de la variación en el
nivel general de precios. Por consiguiente, ese porcentaje aplicado sobre los ingresos del
mes posibilita un anticipo bastante razonable del impuesto a generarse. Los casos atípicos,
a ser contemplados especialmente, estarán dados por las situaciones de cambio en el giro
de la empresa, instalación de empresas nuevas, o cuando se produce una sustancial
modificación en las alícuotas del impuesto.

c) Soluciones especiales para sociedades.


En general, no existen mayores diferencias teóricas en el tratamiento de estos puntos entre
personas físicas y sociedades o empresas.

A lo sumo, lo que podría decirse es que la mejor organización contable de estas, que
posibilita un mayor contralor, puede hacer menos necesario operar con el sistema de
retenciones a cuenta, el que en cambio puede entenderse casi imprescindible para
personas naturales.

Pero en materia de responsabilidad por la deuda tributaria, muchas legislaciones han


introducido la responsabilidad adicional de los directores de sociedades, por las deudas de
éstas.
Nótese que desde el punto de vista jurídico, la mayoría de las sociedades (S.A., S.R.L.,
Sociedades en comandita) constituyen una persona separada y distinta de las personas
físicas que las dirigen integrando sus directorios o consejos de administración, razón por la
cual la respuesta primaria del derecho privado sería la de afirmar que las deudas de la
entidad no se comunican a los patrimonios de sus directores.

Sin embargo, varias son las legislaciones que consagran la responsabilidad solidaria de Ios
directores, por las deudas de impuesto a la renta de las sociedades.

Las condiciones en que nace esa responsabilidad, y su concreta extensión, pueden diferir
según las legislaciones.

El Modelo de Código Tributario para América Latina, consagra la responsabilidad de


"directores, gerentes o representantes de las personas jurídicas y demás entes colectivos
con personalidad jurídica"; así como la de quienes "dirijan, administren o tengan la
disponibilidad de los entes colectivos que carecen de personalidad jurídica" (art. 28 inc. 3 y
4), pero a continuación limita la responsabilidad "al valor de Ios bienes que se administren,
a menos que los representantes hubieran actuado con dolo", y excluye la responsabilidad
"si ellos hubieran procedido con la debida diligencia ".
Otras legislaciones, en cambio, extienden irrestrictamente esa responsabilidad, sin limitarla
al monto de Ios bienes administrados, ni supeditarla a la existencia de culpa o dolo, en tanto
un tercer tipo de ordenamientos jurídicos no ha considerado del caso esa extensión de
responsabilidad a los directores o administradores.

CAPITULO XIV

TRATAMIENTO ESPECIAL DE CIERTAS RENTAS EMPRESARIALES

A. INTRODUCCIÓN

En estricta teoría, y especialmente cuando más se comparta el objetivo de globalidad del


impuesto a la renta, éste debería recaer sin discriminaciones sobre todas las rentas del
sujeto, bajo el aforismo de que "un peso es un peso", cualquiera sea el origen desde el cual
la riqueza llega a la esfera de disponibilidad del individuo.
Sin embargo, un ligero vistazo a las legislaciones positivas, indica que ese postulado se
mantiene quizá en el terreno de las aspiraciones, pero dista bastante de hallar concreción
real.
No se trata solamente de que las legislaciones realicen distinciones y discriminaciones entre
la renta en función de su factor productivo predominante (especialmente buscando un trato
benévolo al trabajo), sino que determinadas actividades empresariales tienen tratamientos
especiales, por distintos motivos.
Muy sintéticamente puede decirse que la explicación de esos tratamientos particulares, se
encuentra la mayoría de las veces, o en razones de tipo técnico, o en motivos de índole
administrativa, u obedecen a especiales finalidades de política.
Motivaciones de tipo técnico llevan muchas veces a establecer regímenes especiales,
cuando las características operativas de la actividad en cuestión ofrecen dificultades para
adaptarse a las pautas generales del impuesto. Un ejemplo de ello lo da la actividad de
construcción, donde el fraccionamiento en períodos anuales de la actividad no siempre se
ajusta a los ciclos productivos de la empresa, los que se nuclean más en tomo a la
construcción de cada edificio, obra pública, etc. Otro ejemplo puede hallarse en los
problemas de valuación de inventarios referidos a haciendas o frutos del país en la actividad
agropecuaria, etc.
Otras veces, las consideraciones especiales provienen del campo administrativo, ante
actividades que son de controlar muy difícil, o que son practicadas por personas a las que
no en todos los casos es posible pedir que lleven afinados registros contables; el gravamen
a las rentas de la agricultura y ganadería puede, en algunos casos, plantear problemas de
este tipo. Situación parecida puede producirse en relación con comerciantes de muy
reducido volumen económico.
Por último las orientaciones políticas, de procurar que el impuesto a la renta sirva para
finalidades de política económica, muchas veces son las predominantes para explicar la
formación de esos regímenes especiales. Un ejemplo de ello se puede tener en la particular
tributación que en algunos países tiene el sector de explotación de productos del subsuelo,
donde el impuesto a la renta es utilizado como medio por el cual captar las especiales
utilidades obtenidas por economía de enclave. Otro caso puede ser el impuesto a la renta
agropecuaria potencial, cuando de lo que se trata es de forzar una maximización en el uso
del factor tierra. Otro, en fin, el especial tratamiento de las reorganizaciones de empresas.

La diversidad de causas determina que sean distintas. de un país a otro las áreas en que
se ha considerado necesario o conveniente una regulación particular y que sea también
diferente el grado de apartamiento de las normas generales de la imposición sobre la renta
que en cada caso se introduzca.

En la imposibilidad de reseñar todos y cada uno de los regímenes especiales, se harán


algunas referencias a cuatro rubros en los que con mayor frecuencia se produce este
fenómeno: las rentas de la actividad de construcción, las derivadas de la explotación del
subsuelo, las resultantes de explotaciones agropecuarias y las emergentes de procesos de
reorganización de empresas.

B. LAS RENTAS PROVENIENTES DE ACTIVIDADES DE CONSTRUCCIÓN

Este tipo de actividades, frecuentemente motiva disposiciones en materia de impuestos a


la renta por dos tipos de consideraciones diferentes: o el deseo de fomentar particularmente
la construcción de viviendas o la necesidad de adecuar la tributación a las especiales
características que en el caso presenta el proceso productivo de la 'renta.
Respecto del primer orden de consideraciones no serán analizadas aquí, puesto que en el
presente Manual el tema de los diversos incentivos, y la forma de Ilevarlos a cabo, no ha
de ser tratado.

En cuanto a las especiales características del proceso productor de rentas, debe indicarse
que se pueden plantear dificultades en materia de imputación de la renta al año fiscal, por
cuanto la construcción de una obra puede demorar más de un año, o comenzar en un
ejercicio y terminar en otro (aunque no exceda de un año); porque durante la construcción
pueden irse cobrando cuotas a cuenta del precio, o realizarse varias obras
simultáneamente, etc.

Por tal motivo, varias legislaciones 1 han estimado del caso, proceder a realizar especiales
adaptaciones de los regímenes básicos en materia de imputación que la renta al año fiscal.
Esas adaptaciones suponen modificaciones parciales de los dos métodos básicos de
imputación, o sea los métodos de lo percibido y lo devengado.

En la adaptación del método de lo percibido, se parte de la base de que el empresario


proyecta obtener un cierto margen de utilidad bruta de toda la obra, y se aplica ese margen
a las cuotas de adelanto del precio que recibe en el período. Esto da la utilidad bruta del
período, de la cual se descuentan los gastos efectivamente realizados, para establecer la
utilidad neta. Obviamente, la autoestimación del margen de utilidad puede ser corregida por
la autoridad administrativa, en caso I de no responder a un "test" de razonabilidad.

La adaptación del método de lo devengado, por su parte, supone también el cálculo de un


porcentaje de utilidad bruta, pero el mismo se aplica, no sobre las cuotas cobradas, sino
sobre el importe a cobrar por los trabajos realizados, independientemente de que ese monto
haya sido' percibido o no.

En cualesquiera de ambos casos, en el año de finalización de la obra se debe proceder al


ajuste, respecto de lo que ha sido efectivamente la utilidad obtenida.

Una tercera posibilidad, consiste en permitir diferir hasta el ejercicio anual en que se termina
la obra, el cálculo de las utilidades, las que en ese momento podrán ser determinadas sobre
base real. Pero ese sistema supone, por un lado, fijar una duración máxima de la obra, y,
por otro, que paralelamente haya estado funcionando algún sistema de anticipos o pagos
a cuenta, para evitar que el método derive en un diferimiento indefinido del pago del
impuesto. 2

1
Argentina, art. 73, ley 20,628; Perú, arto 69; República Dominicana, art. 50; Costa Rica, art. 32 del
Reglamento, etc.

2
La legislación peruana que es de todas las mencionadas en la nota anterior, la única que contempla
la posibilidad de diferir el impuesto, la limita a las obras que, según contrato, deban ejecutarse en un
plazo no mayor de cinco años y el régimen sin perjuicio de abonar los anticipos que correspondan,
de acuerdo al sistema general.
C. RENTAS DERIVADAS DE LA EXPLOTACIÓN DEL SUBSUELO

Pese a ser este un tema de alta trascendencia en cada uno de los países, es muy difícil a
su respecto hacer afirmaciones de tipo general.

Cada país, sobre el punto, presenta una problemática propia y específica, que deriva, en
primer lugar, del tipo de recursos del subsuelo del que se encuentra dotado, y, en segundo
lugar, del régimen de propiedad (pública o privada) al que estén sometidos tales
yacimientos, así como del grado de ingerencia que el Estado posea en las empresas que
los explotan, etc.

Por Otra parte, las regulaciones tributarias sobre el tema muchas veces no figuran en la
legislación general del impuesto sobre la renta, sino que están contenidas en normas
especiales que establecen la normativa del sector.

Otra causa de heterogeneidad en las distintas regulaciones, proviene del hecho de que el
aspecto fiscal puede servir, alternativamente, para objetivos muy distintos, en lo que tiene
que ver con el subsuelo. En efecto, en cada ley pueden primar, según los casos,
consideraciones de seguridad nacional, In cuanto al valor estratégico de los yacimientos a
efectos del autoabastecimiento de cienos productos, o propósitos de salvaguarda de la
economía, que algunas veces aconsejan permitir que sean rentables explotaciones de
mineral de baja ley, etc.

Otras veces; se advierte que el impuesto a la renta es el instrumento elegido para que el
Estado obtenga por su intermedio lo que estima ha de ser su adecuada participación en la
explotación de una riqueza nacional, lo cual deriva en un régimen muy especial de ese
sector, puesto que la imposición a la renta viene prácticamente a sustituir lo que sería un
impuesto a la exportación. Por tal motivo, se hacen aplicables a este caso las
consideraciones que se harán más adelante respecto de .los impuestos a la exportación y
los impuestos a la renta.

Todas esas circunstancias, someramente señaladas, confluyen para dar un panorama


extremadamente diverso según los países; a ello se agrega que en muchos estados el
régimen no es único para todos los recursos del subsuelo, sino que se introducen
diferencias entre hidrocarburos por un lado y el resto de recursos por el otro, etc.

Desde el punto de vista técnico, las rentas provenientes de la explotación del subsuelo
presentan problemas específicos para determinar la base imponible, tanto en lo referente
al valor atribuible a la producción que se extrae, como a los rubros deducibles, y la forma
de efectuar su deducción.
En cuanto al valor de la producción, en principio él será el precio al cual se comercializa
entre contratantes independientes; pero el hecho de que la industria extractiva presenta
una importante concentración a nivel mundial, y buena parte de los negocios se hacen entre
compañías afiliadas, lleva muchas veces a la fijación de "precios de referencia" por vía
gubernamental, para evitar manipulaciones artificiales del valor.

En lo que tiene que ver con las deducciones de la renta bruta, las especiales características
de la actividad determinan que existan algunas erogaciones particulares, cuyo tratamiento
fiscal suele diferir. A título de ejemplo, puede señalarse que en la operativa de extracción
se suele distinguir distintas etapas, todas ellas orientadas hacia el objeto lucrativo final, pero
que admiten diferentes tratamientos en cuanto a la forma en que los gastos que ellas
originan han de castigar las rentas que se obtengan. Así se distinguen, por un lado, los
gastos de exploración y prospención, que son aquellos realizados hasta la comprobación
de la existencia de yacimientos comercialmente explotables, por otro, los gastos de
desarrollo, que son aquellos que se realizan luego de comprobada la existencia de
yacimientos rentables, y antes de comenzar la operación. En tercer lugar se distinguen las
depreciaciones y amortizaciones de la planta y equipo afectada a la operación, y como
cuarta categoría de deducciones, deben mencionarse las correspondientes al agotamiento
que sufre el yacimiento con su explotación, como recurso no renovable.
Muy frecuentemente, como estímulo a nuevas exploraciones, los gastos de exploración y
prospección se permiten deducir directamente como gastos comunes, lo cual constituye un
beneficio, al menos para las empresas que están obteniendo utilidades con yacimientos ya
en explotación. Los gastos de desarrollo generalmente se asimilan a las depreciaciones y
amortizaciones de equipo, deduciéndose durante su vida útil estimada, sea en función del
tiempo o de la cantidad de material extraído.
En lo que tiene que ver con el agotamiento, en principio, tratándose de actividades
estractivas, es lógico reconocer que la producción involucra un consumo de capital, lo cual
lleva a admitir que es necesario aceptar una deducción por agotamiento del capital que
depure la renta bruta para obtener la utilidad neta. Desde ese punto de vista la deducción
por agotamiento es asimilable a la depreciación o amortización en los otros bienes de
capital.
En cuanto a la forma en que concretamente ha de operar esa deducción, se presentan dos
modalidades básicas, que se conocen bajo la denominación de "agotamiento-costo" y
"agotamiento- porcentaje".

La primera es la que mejor se compadece con las características que se han señalado del
instituto, y con su paralelismo con la depreciación: si de lo que se trata es de compensar el
desgaste del capital, lo lógico es calcular la deducción por agotamiento en relación con el
valor bruto de la inversión o capital, o sea los costos reales en que se ha incurrido para
obtener el activo que se agota.

En la segunda variante, en cambio, la deducción por agotamiento se calcula, no sobre la


inversión o costo, sino sobre la producción, la cual generalmente se estima en base a los
ingresos brutos que ha generado. En una sub-variante de este método, el porcentaje se
calcula, no sobre los ingresos brutos sino sobre los netos; pero en ambos casos, el
porcentaje que se deduce aparece desconectado del valor de la inversión, y lo recuperado
por agotamiento puede ser mucho mayor que lo invertido.
Esa circunstancia, de que la deducción no esté vinculada con el costo originario, posibilita
su utilización como vía para proporcionar incentivos tributarios a la inversión en el sector,
en la medida en que su monto, calculado sobre ingresos (brutos o netos), sea mayor que
la que correspondería si se la calculara sobre los gastos reales incurridos. 3

3
Especialmente en Estados Unidos el porcentaje de deducción por agotamiento ha sido
severamente cuestionado, y ha evolucionado a lo largo del tiempo. Para 1960, se ha afirmado que
la deducción entonces vigente, de un 27% de los ingresos brutos, excederla en un 20% lo que
hubiera sido la deducción sobre costos, equivaliendo por ende a una subvención. Véase Stepbell L.
MacDonald, "Porcentage depletion and the allocation of resources; the case of oil and gas", en
National Tax Journal, diciembre 1961, pág. 328.
D. LA IMPOSICIÓN DE LAS RENTAS AGROPECUARIAS

En este sector, es frecuente encontrar regulaciones especiales, las que, alternadamente,


parecen responder a una o más de las causas indicadas anteriormente: de tipo técnico, de
índole administrativa, o que responden a finalidades de política económica.

1. El Gravamen Según la Renta Real


En principio las rentas obtenidas de una explotación agropecuaria constituyen ingresos
derivados de la actividad empresarial, y, a falta de mención expresa, debe entenderse que
son de aplicación en su caso todas las normas para la determinación de los beneficios
provenientes de la combinación de capital y trabajo.
Desde el punto de vista técnico, sin embargo, algunas peculiaridades del sector
agropecuario pueden justificar soluciones especiales,
Un ejemplo lo plantean los problemas derivados de la irregularidad del ingreso, confrontada
con un impuesto de base anual con escalas progresivas.
Es sabido que el sector agrario está expuesto a fuertes oscilaciones tanto en cuanto al
volumen de producción, principalmente por condiciones climáticas, como al precio unitario
de las mismas, debido a movimientos en los mercados internacionales de productos
básicos. Por tal motivo, en uno de los sectores donde se ha sentido más el problema de la
irregularidad de ingresos, ha sido el agropecuario, según se indicara en el capítulo IV, B.
Ello no obstante, en Latino América no son muy abundantes las disposiciones sobre el
punto y muy posiblemente ello es debido a que la especialidad del tratamiento fiscal del
sector, motivada por otro tipo de consideraciones, ha opacado un poco este problema.
Otro aspecto técnico, lo constituye el tratamiento y valuación de los inventarios, por cuanto
obviamente en la explotación puede haber, tanto existencias adquiridas, como de propia
producción; en algunos países además, es normal que los frutos del país se vendan con
precio a fijar en el futuro, el cual puede no estar definido en el momento de inventariar, etc.
Del mismo modo, la distinción sobre bienes de activo fijo, cuyo costo debe amortizarse, y
mercaderías, cuyo régimen de deducción es diferente, puede volverse algo problemática
en casos como el de las haciendas hembras, o cierto tipo de semillas, etc. Podría agregarse
que, en general, la delimitación entre lo que puede considerarse gasto de mantenimiento,
y lo que merece ser catalogado como inversión, se muestra difícil en más de un aspecto,
como p. ej. en materia de fertilizantes, alambrados, etc.

Para el tratamiento en Canadá, Hodgson y Beard, "Summary review of federal taxation and legislation
affecting the canadian mineral industry", Mineral resources branch, Departament of Energy, Mines
and Resources, 1969. \

El congreso de la lFA de 1978, celebrado en Sidney, tuvo como primer tema el de "L« imposición de
las industrias extractivas", Del volumen editado con tal motivo (vol, LXIllA) son especialmente
interesantes los informes nacionales de Argentina (Dr. lsaac Rechter) " México (Dr. Rafael Caraza
Escobedo), así como el relatorio general del australiano Patrick V. Mayes.
En varios países latinoamericanos, la principal forma prevista para la tributación de la renta
agropecuaria, es sobre la base real. 4 Sin perjuicio de ello, claro está, si existe un propósito
de política económica de aliviar la presión fiscal del sector, se pueden instrumentar medidas
dirigidas a ese fin especifico, operando sobre la base imponible, u otorgando reducciones
del impuesto.

2. la Tributación Sobre Base Presunta


En este caso, sea como forma obligatoria, o en forma subsidiaria de declaración sobre base
real, o para un sector de contribuyentes de bajos o medianos ingresos brutos, el sistema
tributario instrumenta la posibilidad de algún tipo de declaración sobre base presunta. 5

Puede decirse que, en términos generales, la consideración decisiva para la implantación


de un sistema de este tipo, dice relación con el intento de solucionar los problemas
administrativos que derivan, tanto de la dificultad de controlar a este tipo de contribuyentes,
radicados fuera del área de fiscalización normal de la Administración, como de sus escasas
posibilidades de llevar contabilidad confiable.
En cuanto a la forma de establecerse, la tributación sobre base de renta presunta puede
estructurarse, tanto en tomo de presunciones simples, como de tipo absoluto, es decir, sin
admitir prueba en contrario.
En el primer caso, es claro el propósito de obviar inconvenientes administrativos: la ley
establece una cierta presunción de renta neta, sea a partir del valor del inmueble, sea a
partir de los ingresos brutos. Si en la realidad la renta neta es menor, queda abierta la
posibilidad de prueba en contrario. Lo que se busca, básicamente, es resolver el problema
de la gran masa de campesinos, evitándoles complicaciones, cuando la producción real de
sus predios es aproximadamente coincidente con la presumida, o mayor que ésta.

Cuando la presunción es absoluta, lógicamente no admite prueba en contrario; y si ella se


estructura en base a una rentabilidad presunta del capital inmobiliario, comienza aquí el
difícil campo de la delimitación entre los impuestos a la renta y los que afectan a los
capitales, ya que se está en presencia de un impuesto que, aunque dice gravar la renta, fija
inexorablemente su base imponible en función del capital.

3. La Tributación a la Renta Potencial

4
Tienen sistemas basados principalmente en la renta real agropecuaria, Argentina (art. 67, ley
20,628), México (art. 19, VI, f); Nicaragua, (art. 21); Perú (art. 36); Costa Rica (art. 27 del
Reglamento); etc. En Brasil el régimen de renta real se aplica para contribuyentes que exceden de
un cierto nivel (Decreto 76,186, art. 54); en Chile, para el caso de sociedades anónimas (art. 20, ley
impuesto a la renta); en Ecuador, sólo para los contribuyentes que lleven contabilidad (art. 29).
5
Tienen régimen de renta presunta: Brasil para pequeños contribuyentes (dec. 76,186, art. 54);
Ecuador para los que no lleven contabilidad (la presunción se aplica en función del valor de la tierra);
República Dominicana (presunción de renta del 10% del valor del inmueble con mejoras); Chile para
los contribuyentes que no son Sociedades Anónimas (presunción absoluta de que la renta es un
10% del avalúo). En Venezuela también existe la presunción, pero vinculada no al valor de la tierra,
sino al monto de ventas; se presume que un décimo de las ventas es renta neta.
En este caso, se produce un cambio importantísimo en el objetivo del impuesto, y por ende
en su técnica.

En efecto, en este caso ya no se trata de gravar lo que cada inmueble presumiblemente


rindió en la realidad, sino que la base imponible pasa a serio aquello que potencialmente el
inmueble hubiera podido dar, si hubiera sido explotado en ciertas condiciones de
capitalización, tecnología, etc.

A esos efectos, el régimen debe cubrir, por necesidades lógicas, no sólo las explotaciones
agro- pecuarias, sino también los casos en que los inmuebles rurales no están siendo objeto
de ninguna clase de explotación.

La renta potencial, por consiguiente, no es un concepto que trate de reflejar las cosas tal
como presumiblemente han ocurrido, sino como debieran ser, constituye técnicamente una
"ficción" más que una "presunción", aunque por supuesto, tampoco admite ningún tipo de
prueba en contrario. 6

Un sistema como el que se comenta, responde nítidamente a un objetivo de política


económica: el de aumentar la productividad global del sector agrícola, en países en los que
se entienda que la tierra es un factor insuficientemente explotado. Tal efecto lo logra por
cuanto el gravamen, si bien es general en términos de renta potencial, es discriminatorio
tomando en consideración la renta real, porque pesa más fuertemente sobre aquellos que
no explotan su tierra, o que lo hacen en forma ineficiente, y cuyo producido real, por
consiguiente, está más alejado del potencial que le adjudica la ley.

Claro que, al entrar de lleno en el campo de los objetivos extra fiscales, aparece una serie
de problemas técnicos en el terreno del impuesto a la renta como tal.
El primero y principal problema, dice relación con la vinculación que existirá entre ese
impuesto a la renta potencial de la tierra, con el impuesto sobre las demás rentas, o
impuesto general.
Porque si el propósito del legislador es el de atribuir fictamente una cierta renta
agropecuaria a todo poseedor de tierras, independientemente de que las explote o no, es
evidente, en primer lugar, que ya no estamos nítidamente en el campo de las rentas
empresariales, sino que más bien el impuesto parece derivar hacia un gravamen al hecho
de poseer un capital inmueble.
En segundo lugar, para que ese propósito incentivador se cumpla, sería necesario, en
puridad, que esa renta fictamente atribuida por el legislador se mantuviera separada de las
demás rentas de la persona. En efecto, en la mecánica del impuesto general sería posible
que la renta ficta agropecuaria resultara neutralizada, p. ej. por los quebrantos que el

6
Concretando las diferencias entre los conceptos de ficción y presunción dice J. M. Martín Oviedo:
"La ficción crea una realidad jurídica al margen de y prescindiendo de la correlativa realidad natural.
En cambio, la presunción deduce de una realidad o hecho natural, al que dota, no obstante, de
relevancia jurídica por la circunstancia misma de tal deducción, otra realidad o hecho igualmente
natural". (Ponencia Española a las III Jornadas Luso-Hispano-Americanas, Río de Janeiro, 1968).
Véase también Pérez de Ayala, José Luis, "Las ficciones en el derecho Tributario", Editorial de
Derecho Financiero. Madrid, 1970.
contribuyente hubiera podido tener en una empresa comercial o industrial. Ese resultado
sería lógico en términos del impuesto global sobre la renta, pero simultáneamente
contradeciría los objetivos extrafiscales procurados por el régimen de renta potencial,
puesto que bastaría tener una empresa comercial ruinosa para escapar al efecto inductor
del impuesto.

A su vez, aislar la renta agropecuaria del impuesto general, tiene un indudable costo en
términos de equidad, y de contralor administrativo: dado que en la actividad agropecuaria
se paga, no por rentas reales, sino por rentas potenciales, todos los sistemas de contralor
instrumentados sobre la base de la relación entre ingresos y patrimonio o nivel de vida o
consumo, quedan seriamente deteriorados, puesto que una alegada renta real
agropecuaria puede servir para explicar todo tipo de incremento patrimonial o de gasto, sin
ningún costo adicional en términos de impuesto.

El sistema supone, por otra parte, la fijación por vía legal o administrativa de aquélla que se
considere que es la renta que "potencialmente" puede dar un inmueble; desde ese punto
de vista, según el criterio con que se opere, puede atenderse a una potencialidad normal,
en la que se considere el nivel tecnológico disponible, y la media de actuación efectiva del
sector, o a una potencialidad óptima, obtenida en las mejores condiciones posibles.
Cualquiera que sea el entorno en que se le fije, la renta potencial tiene como efecto el
delimitar tres fajas dentro del universo de contribuyentes afectados por el impuesto: para
aquellos que efectivamente estén obteniendo una renta real similar a la ficta, el régimen no
significará gran cambio, ni alteración del gravamen (excepto en cuanto no se globalice con
las demás rentas de otras fuentes). En cambio, aquellos que superen en la realidad el
parámetro de la renta potencial, tendrán un gravamen sobre sus rentas reales
proporcionalmente menor; por su parte, aquellos que no exploten sus tierras, o que lo hagan
con una productividad inferior a la potencial:, tendrán que soportar un mayor peso relativo,
con lo cual el impuesto actúa de premio o castigo a la eficiencia, respectivamente,
coadyuvando a un mecanismo de redistribución de ingresos en función de productividad. 7

4. Gravámenes Sustitutivos a la Imposición a la Renta


Restaría mencionar, por último, que en algunos países se ha excluido toda o parte de la
actividad agropecuaria de la tributación sobre la renta, en forma absoluta, estableciendo en
su reemplazo gravámenes que recaen, según los casos, o sobre la comercialización de

7
Uruguay parece ser el único país latinoamericano, de acuerdo a la información disponible, que ha
instrumentado hasta ahora un impuesto a la renta potencial de la tierra (ley 13,695, de 24 de octubre
de 1968, y modificatorias).
En este país, el impuesto a la producción mínima exigible de las explotaciones agropecuarias
(IMPROMB) actúa separado del impuesto a la renta, y lo reemplaza. El nivel de gravabilidad se basa
en el promedio de la productividad de los principales renglones de la actividad ganadera (carne y
lana). La productividad promedio se ajusta a nivel de cada inmueble en función de su relación con lo
que puede considerarse la hectárea promedio del país. El ingreso gravado del inmueble, resulta de
multiplicar la productividad así ajustada, por el número de hectáreas. Son sujetos pasivos las
personas físicas y núcleos familiares, incluyéndose en la declaración también las cuotas partes en
condominios o sociedades anónimas, que no pueden ser al portador. Las alícuotas son fuertemente
progresivas (del 28% al 56%) a partir de un cierto mínimo no imponible.
productos primarios (tanto para consumo interno como para exportación) o solamente sobre
su exportación. 8
No es este el lugar para profundizar sobre los diferentes efectos económicos que provoca
este tipo de imposición, ni sobre los objetivos de política fiscal a los que puede responder.
Desde el punto de vista del impuesto sobre la renta, parece claro que este tipo de regímenes
resta probabilidad al impuesto, hace menos justificable la utilización de una acentuada
progresividad respecto de las restantes rentas, y causa erosióngeneral al sistema,
dificultando además la fiscalización.
Cuando estos gravámenes así estructurados pueden, en los hechos, ser trasladados hacia
adelante, el resultado es que se está cambiando la imposición directa por una de tipo
indirecto, a ser soportada por los consumidores.
Cuando -y esto es especialmente frecuente en los impuestos sobre exportaciones-, si el
país en cuestión no tiene un peso decisivo en el mercado mundial del producto, lo cual
impide la traslación hacia adelante, entonces esos impuestos pueden llegar a afectar la
renta del producto, pero sin globalidad ni progresividad ninguna. Por ello se entiende, en
general, que los objetivos a cumplir por un impuesto a las exportaciones de productos
primarios son diferentes y distintos de los de la imposición a la renta, razón por la cual no
deberían tener efectos de sustitución recíproca entre sí. 9

D. RENTAS DERIVADAS DE LA REORGANIZACIÓN DE EMPRESAS

Pueden englobarse, bajo el rótulo de "reorganización de empresas", una serie de cambios


o alteraciones en la titularidad de esas entidades, que muy frecuentemente arrojan
consecuencias de tipo tributario, las que en algunos países son consideradas por el
legislador como dignas de un tratamiento especial.

En gruesa síntesis, puede decirse que la reorganización de empresas puede asumir tres
variantes fundamentales: a) la simple transformación, cuando la empresa simplemente
cambia la forma jurídica bajo la cual está amparada, como cuando pasa de ser Sociedad
de Responsabilidad Limitada, a ser Sociedad Anónima. b) División, cuando la empresa se
fracciona en dos o más empresas que, a partir de ese momento, serán totalmente
independientes. c) Fusión, proceso éste caracterizado porque produce la extinción de una
o más empresas preexistentes. En general, se distinguen dos variantes dentro del concepto
de fusión, según que de la unión de dos o más empresas surja una entidad nueva y distinta

8 En Paraguay el D. L. N. 285, del 27 de marzo de 1961, eximió de impuesto a la renta a las


provenientes de la explotación pecuaria, y en su reemplazo instituyó un gravamen sobre la compra
venta de animales; situación similar existe en El Salvador respecto del café, en Bolivia con relación
a ciertos minerales, etc.
9
El Dr. Gerson Da Silva resumía su pensamiento al respecto diciendo que en algunos países
latinoamericanos se ha pretendido usar el impuesto de exportación como un sustituto del impuesto
a la renta, y viceversa; pero en verdad, y especialmente en relación con las economías de enclave
un y otro impuestos cumplen papeles distintos .v complementarios; los dos deben existir,
complementándose" (Imposición al comercio exterior, en la selección de ensayos del Dr. Da Silva
editada por OEA, SG/SER. G/14/1). Ver en igual sentido García Mullin, "El impuesto a la exportación
como instrumento de desarrollo", CIET doc. No. 812.
de las anteriores (fusión simple), o que la unión se produzca porque una de las entidades
preexistentes absorbe a la o las otras (fusión por absorción).
Como se dijo, todas las hipótesis examinadas, en mayor o menor grado, tienen la común
característica de que en principio arrojan consecuencias tributarias que pueden ser
altamente importantes.

En primer lugar las consecuencias fiscales pueden producirse en relación a la tributación


sobre los tránsitos o transferencias patrimoniales, puesto que por el juego de las distintas
personalidades jurídicas de las sociedades baje las cuales normalmente operan las
empresas, las transformaciones, daciones de capital y aportes que van involucrados en
cada una de esas figuras, generan en la mayoría de los casos ese tipo de gravámenes.
Pero en lo que dice relación con el impuesto a la renta, esa relevancia es igualmente
importante, y abarca, tanto al impuesto a nivel de sociedades como en cabeza de las
personas físicas que en definitiva sean sus titulares.
En puridad, puede entenderse que cada una de las hipótesis de reorganización, significa el
cese de la empresa anterior, y la realización de sus bienes sea por retiro, sea por aporte a
una nueva empresa.
Si ello es así, normalmente surgirán claras diferencias, a nivel de la empresa, entre el valor
que los bienes tienen en el inventario (establecidos en costos históricos o incluso
actualizados, pero ya castigados por depreciaciones), y el valor real por el cual esos bienes
son tomados o aportados.

Lógicamente, en la medida en que el acto de reorganización sea considerado como


momento de "realización" de esa ganancia, él involucraría la obligación, por parte de la
empresa que se extingue, de abonar el impuesto correspondiente, teniendo presente que,
como se ha dicho en el capítulo respectivo, el concepto de renta de empresas en América
Latina normalmente abarca también las ganancias de capital. Esos bienes, en tal caso,
entrarían con sus nuevos valores a la nueva sociedad (o a la empresa absorbente), y sobre
esos nuevos valores se practicarán las futuras depreciaciones.
A su vez, los titulares de la empresa que se extingue ven reemplazadas sus acciones o
cuotas de capital en dicha empresa, por cuotas de capital o acciones de la nueva sociedad.
Surge aquí una nueva oportunidad en que, dependiendo de lo que disponga la legislación
positiva, puede entender- se que se asiste a la realización de una ganancia, consistente en
la diferencia entre el valor de la cuota que se recibe, y el de aquélla de la que se desprende.
De acuerdo al tratamiento que reciban las ganancias de capital y los dividendos de
liquidación, podrá estarse en presencia de un nuevo hecho generador de impuesto sobre
la renta.

El tratamiento fiscal que se dé a este tipo de situaciones, es altamente dependiente de la


filosofía político económica que inspire a la legislación de cada país, y del respeto que se
tenga por la personalidad jurídica formal de las sociedades.

Por ejemplo, desde el punto de vista estrictamente formal, no cabe duda de que la hipótesis
de "transformación" supone la desaparición de una sociedad, y la creación de una persona
jurídica nueva y diferente, a la que se aportan bienes de la anterior. De modo que en
principio, surgirán consecuencias tributarias, de acuerdo a cada legislación. Sin embargo,
muchas legislaciones establecen un tratamiento fiscal especial para esos casos, en
atención a que la realidad económica indica que la nueva entidad no es más que la antigua
bajo un ropaje jurídico distinto. Eso, claro está, en las hipótesis de transformaciones puras,
es decir, cuando no se produce intervención de capital
nuevo.
En cuanto a la hipótesis de "división", resulta un poco más difícil que en principio los niveles
políticos tengan interés en una deliberada fragmentación de sus unidades empresarias,
dictando disposiciones que la fomenten; pero ello no quita que algunas legislaciones
extiendan a tal supuesto su tratamiento benévolo de la reorganización empresaria.
En cuanto al caso de fusión, posiblemente el más frecuente y el de mayores proyecciones
tributarias, puede decirse que son posibles, a su respecto, dos enfoques contrapuestos,
que llevan a soluciones diferentes.
Por un lado, si la preocupación de los poderes públicos se centra en el fenómeno de la
concentración empresarial, sus peligros monopolíticos, su efecto sobre la libre
competencia, el fenómeno de la fusión será visto como algo que debe ser vigilado,
reglamentado y analizado minuciosamente. Bajo tal óptica, muy difícilmente se dictarán
normas generales brindando un tratamiento fiscal favorable.
Contrapuesto al enfoque anterior, se encuentra el que puede entenderse dominante en
Europa y en algunos países latinoamericanos. El punto de partida no es la preocupación
por la concentración empresarial, sino que este fenómeno es considerado positivo, puesto
que se entiende que es un medio apto para superar la falta de dimensión de las empresas
nacionales, permitirles economías de escala, competitividad en mercados exteriores, etc. 10

10
Es bien interesante pero escapa un tanto a los límites de este Manual el problema de las fusiones
empresariales en el marco de referencia de proceso de integración económica, tema sobre el cual
existe amplia experiencia en Europa. El problema de hacer frente a la competencia de los grandes
colosos mundiales, especialmente norteamericanos, por parte de las empresas europeas, fue puesto
de manifiesto, con alcance mundial, por la conocida obra "El desafío ameri cano”, de amplia
resonancia en su momento.

Además de las disposiciones nacionales y comunitarias que intentan eliminar los costos fiscales de
esas fusiones, es importante mencionar los esfuerzos a nivel de la comunidad Económica Europea
para otorgar el marco jurídico para la creación de un tipo especial de sociedades, la "Sociedad
Anónima Europea", entidad de derecho comunitario.

Al respecto, puede consultarse el detallado análisis de Carlos García de Vinuesa y Zabala, "Los
problemas fiscales de la Sociedad Anónima Europea, en XX Semana de Derecho Financiero, pág.
187.

Un buen panorama de las disposiciones nacionales de los distintos países europeos, puede
encontrarse en el trabajo de Alfredo Escribano, "La fiscalidad de las fusiones empresariales fuera de
España", en Hacienda Pública Española, No. 24/25, pág. 395.

En el ámbito del pacto andino, la decisión No. 46 ha previsto la formación de Empresas


Multinacionales de origen andino, pero el tema del régimen fiscal de las fusiones necesarias para
constituirlas, no ha sido objeto de especial consideración, limitándose a establecer que "Los países
miembros adoptarán, individual o colectivamente, las medidas que sean necesarias para facilitar las
transferencias de capitales destinadas al funcionamiento de las empresas multinacionales y las
cuotas de capital que correspondan a sus nacionales para constituir la empresa". Hasta el momento,
no se conoce que se hayan creado empresas al amparo de este régimen.
La consecuencia lógica de este último punto de vista, es la de facilitar, en el campo
tributario, las fusiones de empresas, dictando un régimen fiscal especial, que evite o atenúe
lo que de otro modo sería el costo impositivo de la operación. 11

Esas medidas especiales dependerán, en su concreta implementación, del énfasis político


existente en promover el resultado buscado; por lo tanto, puede revestir diversas formas,
de las cuales las más frecuentes serán las siguientes:
a) En cuanto a los impuestos que afectan las transmisiones patrimoniales, las soluciones
pueden variar, desde la exención de impuestos, al otorgamiento de una tasa reducida; .
b) En lo que dice relación con el impuesto a la renta, el mayor problema (pero no el único),
es, como se ha visto, el de las plusvalías que surgen en la entidad absorbida.
La solución que puede considerarse más común, en los países que han decidido otorgar
trato favorable a las fusiones, radica en diferir transitoriamente la imposición de esas
plusvalías, mientras se mantengan en poder de la entidad absorbente o de la nueva entidad.
Esto se logra, disponiendo que la entidad continuadora tome los bienes de la antecesora
por el valor fiscal no depreciado que tenían en la contabilidad de aquella. 12

11
En latinoamérica se pueden detectar por lo menos tres posiciones en el tratamiento de la
problemática de la fusión de empresas: .

a) Algunas legislaciones, disponen expresamente que en tal ocasión se configura el hecho generador
del gravamen a las rentas; tal es el caso de México (art. 19, fracción VI, e) y de Colombia (art. 40 y
43 ley de rentas).

b) Otros textos nada disponen expresamente sobre el punto, por lo cual parecería que debe
entenderse que han de aplicarse los principios generales, que la mayor(a de las veces conducirán a
considerar nacido el impuesto;

c) Un grupo de países, dicta disposiciones tendentes a favorecer, de un modo u otro, esa


reorganización: Argentina, art. 76 y 77, ley 20,628; Perú, art. 32; Paraguay, art. 39; Brasil, art. 577
decreto 76,186. Sin embargo, los regímenes no son iguales en todas las legislaciones citadas,
existiendo diferencias entre ellas en cuanto al tratamiento de puntos concretos.

Las legislaciones de Argentina, Perú y Paraguay, contienen normas permanentes en cuanto a la


fusión de empresas; en Brasil, en cambio, los beneficios que se conceden dicen relación con las
fusiones que se realicen hasta el 31 de diciembre de 1979, marcando el carácter excepcional de la
medida.

12
La legislación paraguaya se limita a establecer que en el caso de reorganización de sociedades o
fondos de comercio, el valor de los bienes que se haga cargo la nueva entidad no podrá ser superior,
a los efectos de las amortizaciones, al que resulta de reducir de los precios de inventario de la
antecesora, las amortizaciones.
La norma peruana va un poco más allá, y establece que la ganancia que resulte del mayor valor
atribuido a los bienes no estará gravada, sin perjuicio de mantener el criterio de pie los bienes
transferidos tendrán para el adquirente el mismo costo computable que hubiera correspondido
atribuirles en poder del transferente.
El sistema más amplio es el argentino, que no sólo declara que los resultados que pudieran surgir
de la reorganización no están alcanzados por el impuesto, sino que consagra además un amplio
concepto respecto de los derechos y obligaciones correspondientes a los sujetos que se reorganizan,
Como consecuencia de esta solución, en el momento de la fusión no emergen plusvalías
para la antecesora; pero el aplazamiento de impuestos, es sólo temporario, porque cuando
la sucesora venda el bien en cuestión, esa plusvalía se pondrá de manifiesto en su totalidad,
en lo que dice relación con ese bien.
Como se advierte, de esa manera las plusvalías generan impuestos solamente cuando
cada bien es objeto de venta (realización), y no en ocasión del traspaso masivo de activo a
la entidad sucesora.

Esta solución conduce a que tampoco en cabeza de los socios o accionistas aparezcan, en
ese momento, plusvalías de ningún tipo.
c) Otra medida fiscal que tiende a favorecer las fusiones, dice relación con las posibles
reservas que tuviera la entidad absorbida, acogidas a privilegios determinados. La hipótesis
más frecuente será de reservas para reinversión, que en su momento fueron objeto de
desgravación parcial o total justamente para facilitar el proceso de capitalización interna. Al
extinguirse la entidad absorbida, desde un punto de vista estricto correspondería hacer
efectivo el gravamen sobre ellas. Sin embargo, siempre dentro del marco de una política de
fomento de esas operaciones de fusión, algunas legislaciones admiten que esas reservas
acogidas a privilegios determinados puedan continuar en tal situación en la nueva entidad,
siempre que se mantengan las causas que las justificaban.
d) Si la entidad absorbida tenía quebrantos impositivos, que de acuerdo a lo que permitiera
la legislación venía trasladando hacia adelante, al sobrevenir su extinción por fusión, la
consecuencia normal sería la de que tales quebrantos se perdieran. En general, la
posibilidad de trasladar quebrantos fiscales de la antecesora a la sucesora no es mirada
con buenos ojos por las legislaciones, porque obviamente ello puede dar lugar a maniobras.
Sin embargo, algunas legislaciones llegan hasta aceptar esa traslación, aunque la
supediten a que la empresa sucesora continúe el giro de la anterior como modo de evitar
que la fusión responda únicamente al propósito de abatir utilidades de una entidad con
pérdidas arrastradas por otra.
Hasta aquí, las medidas más comúnmente utilizadas, en pos del objetivo de favorecer los
procesos de reorganización empresaria. Algunas legislaciones supeditan el tratamiento
favorable, a la circunstancia de que las empresas que se reorganizan constituyeran desde
antes un "conjunto económico". Parecería que en tales casos, la legislación busca favorecer
sólo lo que sea consolidación o reconocimiento de una situación económica preexistente,
no aplicándose para nuevas combinaciones entre capitales anteriormente independientes.

Además de lo opinable de la solución, en cuanto a su justificación sustancial, ella involucra,


como problemas técnicos derivados, el de definir el concepto mismo de conjunto
económico, y el de establecer límites temporales a esa situación, es decir, concretar cuánto
tiempo antes debe haber existido esa conjunción económica, y cuánto tiempo después debe
mantenerse. 13

que son trasladados a la entidad continuadora: quebrantos impositivos no prescritos, saldos de


franquicias impositivas o deducciones especiales no utilizadas.
13
La legislación peruana y la argentina son las que vinculan el tratamiento favorable para la
reorganización, con la existencia previa de un conjunto económico.
Otras legislaciones tienden a ser más selectivas en el tratamiento fiscal favorable para las
fusiones, restringiendo los beneficios a los casos en que la fusión ha sido autorizada por la
autoridad pública en base a un programa donde se detallan los efectos positivos que ella
tendrá; los impuestos que deberían pagarse quedan en suspenso por un lapso de tres años,
y la exención solamente se consolida si en ese período se verifican efectivamente los
resultados positivos en base a los cuales se otorgó la autorización. 14

CAPÍTULO XV

ASPECTOS INTERNACIONALES DE LA IMPOSICIÓN A LA RENTA

A. INTRODUCCIÓN

En la formulación teórica más simple y elemental del Impuesto sobre la Renta, es posible
asumir al país en cuestión como un compartimiento estanco, absolutamente cerrado en sí.
Al proceder de tal forma, se simplifica bastante el análisis teórico: la suma de las rentas
ganadas por los individuos y empresas puede ser equiparada, como lo hacen algunos, al

La ley peruana, dispone que "la reorganización de sociedades o empresas se configura en los casos
de ventas, transferencias, fusiones, absorciones, liquidaciones u otros similares, entre entidades
que, no obstante ser jurídicamente independientes, integran un mismo conjunto económico". (Art.
32, inc. 2).

En la Argentina, la ley considera reorganización: a) la fusión de empresas preexistentes a través de


una tercera que se forme o por absorción de una de ellas; b) La escisión o división de una empresa
en dos o más que continúen en el conjunto las operaciones de la primera; y c) las ventas y
transferencias de una entidad a otra que, a pesar de ser jurídicamente independientes, constituyan
un mismo conjunto económico (art. 76, ley 20,652 en texto dado por ley No. 21,604).

14
El régimen de Brasil, tal como resulta del arto 577 Decreto N. 76,186, tiene las siguientes
características básicas:

a) Es transitorio, puesto que rige solamente hasta el 31 de diciembre de 1979; b) El régimen especial
que establece, está limitado a los casos de combinación o asociación de empresas que sean
consideradas de interés para la economía nacional, juicio que compete a una comisión de Fusión e
Incorporación de Empresas (COFIE); c) El beneficio consiste en que se puede revaluar los bienes
del activo inmobilizado, por encima de los límites de la corrección monetaria y hasta el valor de
mercado, sin abonar tributo; d) El beneficio consiste en un primer momento, en una mera suspensión
del pago, que se convierte en exención una vez cumplidos los objetivos económicos financieros
indicados en el proyecto, en el plazo de tres años; existe decisión ficta de que esos objetivos se han
cumplido, si la comisión no se pronuncia en 60 días; j) El aumento de valor derivado de la revaluación,
debe ser necesariamente utilizado para incrementar el capital; ese aumento no paga impuesto, ni a
nivel de sociedad ni a nivel de socios, accionistas o beneficiarios; g) si en cinco años posteriores se
hace una reducción de capital o se extingue la persona jurídica, pierde la exención.

Sin perjuicio de la anterior, la ley N. 6,404, de 15/12/76 sobre sociedades por acciones, admitió en
forma amplia la posibilidad de incorporaciones, fusiones o escisiones de sociedades. Como
derivación fiscal de esa modificación ocurrida en el ámbito mercantil el decreto ley No. 1598, de
26/XII/77 modificó el tratamiento fiscal para esos casos.
concepto de "renta nacional"; lo que es gasto para obtener la renta de una persona (y como
tal, deducible por aplicación del principio de casualidad), es renta en cabeza de su
perceptor, el que también está sometido al impuesto, etc.
Del mismo modo" es posible articular más de una forma de integración de la imposición a
las rentas de las sociedades con un gravamen a la renta personal de sus accionistas,
buscando globalidad y progresividad, porque una y otras están -por hipótesis- operando en
un mismo circuito cerrado.

Pero ese supuesto no es más que un recurso metodológico, apto para permitir profundizar
un aspecto del análisis, pero que no agota la realidad.
La realidad muestra por el contrario, que personas de un país, prestan servicios personales
fuera de fronteras, que los capitales salen o entran de las economías que, como
consecuencia, se producen posteriormente flujos de rentas generadas por esas
colocaciones; que empresas nacionales abren sucursales o subsidiarias en el extranjero, y
que empresas del extranjero hacen lo mismo en el país, etc.
Todos y cada uno de esos fenómenos plantean problemas que exceden a las soluciones
que pudieran haberse logrado trabajando en la hipótesis de compartimiento estanco,
justamente porque significan una alteración del supuesto básico.
Muchos de los puntos involucrados, han sido mencionados en este manual como los que
se encuentran en el capítulo III, cap. V-C; cap. XI-B2; cap. XI-C etc., y por ende no serán
reiterados en éste, cuya finalidad es la de presentar un panorama sintético de los principales
aspectos internacionales que pueden presentarse en la imposición a la renta.

Como se dijo en el Capítulo III, la potestad tributaría de los Estados se estructura en base
a ciertos "puntos de conexión" que el fenómeno económico productor de renta mantiene
con el país del que se trata.
Cuando el criterio elegido es únicamente el de territorialidad de la fuente, se dice que eI
país tiene un sistema de "fuente nacional"; cuando además de ese criterio, se atiende a
condiciones subjetivas del perceptor, se obtiene un sistema de "renta mundial". De acuerdo
con él, no sólo son gravadas las rentas con fuente en esa economía (quienquiera sea el
que las perciba) sino que también resultan afectas al gravamen las rentas que los
ciudadanos (o residentes, o nacionales, etc.) obtengan en cualquier lugar del globo.

B. PRECISION DEL CRITERIO DE TERRITORIALIDAD DE LA FUENTE

Debe destacarse que, por el hecho de que un país se afilie a un cierto criterio, no
desaparecen absolutamente los problemas, puesto que el concreto contenido del principio
jurisdiccional elegido puede variar, de país en país, al no ser absolutamente inequívoco.
Eso sucede, en primer lugar, con los criterios subjetivos: la nacionalidad, la residencia, etc.
son conceptos que requieren ser definidos y en su definición pueden producirse
discordancias entre los Estados, ya que es posible que uno atienda p. ej. a la nacionalidad
como derivada del lugar de nacimiento (jus soli), en tanto el otro lo haga como una
derivación de la nacionalidad de los padres (jus sanguini). Similares discordancias pueden
presentarse en cuanto al concepto de residencia, domicilio, etc.
Todas esas circunstancias pueden determinar que una persona resulte tener, a la vez,
carácter de nacional o de residente de más de un Estado, o que, inversamente, no lo tenga
para ninguno, como por ejemplo es el caso de los apátridas. Todo ello muestra cuán
equívocos pueden presentarse esos criterios, cuando de su mención genérica se desciende
a su concreto contenido.
Tampoco el criterio objetivo de la fuente está exento de dudas en cuanto a su exacto
alcance, y la concreta ubicación de la fuente productora puede variar, según el
entendimiento que del alcance del principio haga cada país, y de las excepciones al mismo
que expresamente introduzca en su legislación. Por la importancia que el tema tiene,
especialmente para Latinoamérica, se presentará a continuación un resumen de las
distintas posiciones, respecto de los diferentes tipos de rentas.

Esta materia ha merecido un profundo análisis técnico a nivel de ALALC, a través de


sucesivas Reuniones de Expertos en Doble Tributación Internacional enviados por los
gobiernos de las partes contratantes. Allí se ha realizado un prolijo estudio de las distintas
hipótesis de rentas, buscando determinar, en cada caso, en forma lo más explícita posible,
la concreta ubicación territorial de la misma. Ha sido mucho lo que se ha avanzado en la
materia, pero las dificultades del tema en algunos casos han obligado a reconocer la
existencia de criterios alternativos, ya que no siempre ha sido posible arribar a una solución
única.
Resumiendo brevemente los criterios más aceptados sobre el punto, se partirá para su
exposición, de la división de las rentas en: rentas de capitales inmobiliarios, rentas de
capitales mobiliarios, rentas provenientes de la prestación de servicios, rentas de
actividades empresariales, y ganancias de capital.

1. Rentas de Capitales Inmobiliarios


En esta materia puede decirse que existe un acuerdo general, en cuanto a que en tal caso,
la fuente debe entenderse situada en el territorio del Estado en que está ubicado el
inmueble.
Existen sin embargo problemas técnicos de menor trascendencia, como p. ej. el decidir cuál
es la ley que determinará el carácter de mueble o inmueble de un bien (en general, se
entiende que es la ley del Estado donde están situados). También se discute si se incluyen
como rentas del inmueble, las derivadas de explotaciones agropecuarias, ya que no
constituyen puras rentas de capitales, sino la combinación de capital y trabajo; no obstante
ello, generalmente se las incluyen en este capítulo.
También se suele asimilar a este tipo de rentas las provenientes de la sublocación de
inmuebles, pese a que estrictamente la renta deriva en tal caso de un bien mueble, como
es el derecho del arrendamiento.
Un último punto, de gran interés para Latinoamérica, dice relación con el derecho a explotar
recursos naturales, que si bien puede ser considerado al igual que el ejemplo anterior, un
bien mueble, existe acuerdo en que en el caso, la fuente de las rentas se entiende ubicada
en el lugar de situación del inmueble que contiene esos recursos.
La solución antedicha comprende, tanto las rentas generadas por el arriendo o subarriendo
del derecho de explotar esos recursos, como los derivados de la concesión de explotarlos
o la cesión del mismo.
2. Rentas de Capitales Mobiliarios 1
Puede afirmarse que, como postulado general, se entiende que las rentas de capitales
mobiliarios se consideran ubicados en el lugar en que esos capitales se encuentran
situados. Pero el concepto de "situación" de un capital mobiliario puede prestarse. a
interpretaciones divergentes.
A grandes rasgos, puede decirse que los dos criterios contrapuestos a efectos de
especificar la ubicación de la fuente en estos casos, lo constituyen el de la radicación
económica del capital fuente, por un lado, y el de la ubicación de la fuente pagadera de la
renta, por otro. Ambos criterios han sido reconocidos como técnicamente aceptables por
los Expertos de ALALC y adecuados a los intereses de los países en desarrollo.

a. Intereses
Para ubicar territorialmente la fuente de este tipo de rentas, descartando los criterios
basados en el domicilio del acreedor, se ofrecen tres posibilidades: 1) atender al lugar en
que el prestamista realizó la colocación; 2) considerar el lugar en que el tomador del
préstamo utilizó esos fondos o 3) tener en cuenta el lugar desde el cual se pagan esas
rentas.

El primero de esos criterios (colocación), si bien cuenta con cierto apoyo doctrinario, 2 no
ha merecido aceptación generalizada, considerándose que la voluntad del prestamista de
hacer su colocación en tal o cuál economía, no es pauta decisiva para determinar en cuál
de ellas tienen su fuente los intereses que posteriormente reciba. 3

1
Para un tratamiento con mayor extensión y profundidad del tema, véase Doc. ALALC DTI/Il/d t2,
"Impuesto a la renta. La atribución de la potestad tributaria según el principio de la territorialidad de
la fuente. Comentarios sobre algunos criterios aplicables para determinar la ubicación de la fuente
de rentas provenientes de capitales mobiliarios y de la prestación de servicios personales ".
Las reuniones de expertos de Naciones Unidas, se han ocupado del tema de los intereses en su
2do. informe (párrafos 99 y sgts.); de los servicios, en su Primer Informe y de los dividendos, en su
4to. Informe (párrafos 78 y sgts.).

2
Sostiene Valdes Costa que "a nuestro juicio, para la determinación de la fuente de esa renta
(intereses) debe tenerse en cuenta el lugar en que el prestamista coloca su capital, el que no tiene
el por qué necesariamente coincidir con el lugar donde ese capital prestado es explotado por el
prestatario; ni con el lugar donde éste obtiene los recursos con que paga los intereses, ni menos aún
con el lugar desde el que se efectúa el pago" (Comentarios a las Resoluciones de los Congresos de
1975 sobre la imposición internacional de las regalías, honorarios de asistencia técnica, intereses y
dividendos", Revista Tributaria, Montevideo, enero de 1976).
El criterio precedente fue aceptado en las VII Jornadas Latinoamericanas de Derecho Tributario
celebradas en Caracas, y hace hincapié en el hecho de que el contribuyente del impuesto es el
prestamista, el que debe quedar ajeno al uso que el deudor dé al dinero recibido.
3
Criticando el criterio de colocación, se ha dicho que el mismo “puede considerarse como
excesivamente centrado en las características subjetivas de la operación, y, por ende, muy cercano
a los criterios subjetivos del domicilio. El principio de territorialidad de la fuente se asienta en un
enfoque más objetivo, reivindicando para el Estado cuya economía produjo la riqueza nueva en que
consiste la renta, la potestad de gravar/a, independientemente de los acuerdos de las partes, del
El segundo temperamento, también llamado de "utilización económica", atiende a la
economía a la que se incorpora efectivamente los capitales, que es .la que brinda los
recursos con los que habrán de pagarse los intereses. Su empleo ha sido considerado
adecuado, en los foros técnicos, aconsejándose que se le acompañe de algunas
presunciones, dadas las dificultades prácticas que en algunos casos pueden presentarse
para determinar en qué jurisdicción fue utilizado económicamente un bien fungible, como lo
es el dinero.

Una primera presunción, generalmente de tipo absoluto, dice relación con los "intereses de
debentures, bonos, etc., u otros valores representativos de deuda, en cuyo caso se
establece expresamente que la fuente estará situada en el lugar de domicilio de la entidad
emisora.

Otra presunción que suele utilizarse, pero ya en carácter de simple, admitiendo prueba en
contrario es la de que el crédito ha sido utilizado en el lugar desde el cual se pagan los
intereses. O sea que en el caso el criterio de la fuente pagadora actúa como presunción
simple y genérica, dejando abierta la posibilidad de atender en casos concretos al real lugar
de utilización (Decisión 1 No. 40 del Pacto Andino, art. 10).

En cuanto al criterio de fuente pagadora, se muestra altamente simple, ya que basta con el
hecho material del pago para determinar la potestad tributaria del país. 4

Un problema de tipo general que se plantea en materia de intereses, lo constituye el decidir


si integran tal concepto, los aumentos o recargos que experimenta el precio de venta de un
bien cuando se trata de operaciones con pago diferido. En forma muy mayoritaria,
especialmente en Latinoamérica, se entiende que en el caso de venta con pago diferido
coexisten dos operaciones: una venta (por el precio normal de contado) y una colocación
de capital (por la financiación que el vendedor hace), y que esta última se remunera
mediante intereses. La conclusión es importante en el caso de importaciones, puesto que
se considera que la fuente de utilidad de ellas radica en el país exportador; en cambio, los

lugar de celebración del contrato, y de la nacionalidad, domicilio o residencia de los sujetos pasivos"
(Documento ALALC/DTI/lV/dt3.. preparado por CIET).

Las diferencias prácticas entre los tres criterios se ponen de manifiesto si suponemos que un
prestamista coloca dinero en el país A, a la casa matriz de una empresa; ésta deriva los fondos a su
sucursal que opera en B, y se cobra, mediante reintegro de gastos, por los intereses que paga. A su
vez, acuerda que el pago de intereses sea hecho por su sucursal C, a la que provee de fondos. En
esta hipótesis, los tres países podrían considerar que la fuente de la renta está en su territorio, según
el criterio que sigan: colocación, utilización, fuente pagadora.

No obstante, debe indicarse que en la práctica las regulaciones cambiarias y de movimiento de


capitales que suelen tener los países latinoamericanos no siempre permiten que una operación de
este tipo pueda efectivamente llevarse a cabo. Por tal motivo, las diferencias entre los dos últimos
criterios no son tan grandes, si a ambos se les interpreta como expresando una relación necesaria
entre el carácter de ,deducible que tengan los intereses para la empresa que opera en el país, con
la condición de fuente nacional que se atribuye a esas rentas.
4
El criterio de fuente pagadora podría presentar problemas en el caso de situaciones triangulares
como la indicada en la nota anterior. Sin embargo, las dificultades se evitan, si el país que
efectivamente soporta en última instancia el pago (por vía de reembolso de gastos de matriz) asimila
ese reembolso a un pago, con lo cual preserva su principio de fuente.
intereses que estén involucrados en el precio significarán una colocación de capitales en el
país importador y allí tendrán ubicada territorialmente su fuente.
Esa es, se repite, la solución aceptada desde el punto de vista técnico, sin perjuicio de que
por consideraciones de política fiscal y especialmente para no encarecer insumos ante la
probable traslación del impuesto por parte del acreedor extranjero, algunas veces las
legislaciones dictan exoneraciones totales o parciales. 5
Por último, debe indicarse que los criterios generales antes vistos suelen contener
normalmente una excepción al principio de la fuente en las legislaciones, en el caso de
créditos garantizados con derecho real, en cuyo caso la fuente se considera ubicada en el
lugar de situación del bien afectado.

b. Regalías
En esta materia, las dificultades y discrepancias dicen relación, tanto con el contenido
mismo del concepto, como con el lugar en el que corresponde tener por ubicada la fuente.
Respecto del contenido del concepto, corresponde remitirse a lo expuesto antes (Cap. VIII),
recordando que las discrepancias se refieren al tipo de bienes que se remuneran por medio
de regalías (si sólo bienes incorporales o también algunos corporales tales como películas
cinematográficas, equipos industriales, etc.); al tipo de negocio que con esos bienes se
realiza (si sólo cesión temporal o también la enajenación definitiva), y a la forma de pactar
la retribución (porque en algunas legislaciones, basta acordar el pago en relación con
unidades de producción, o utilidades, para categorizar la renta como regalía). En general,
puede decirse que la tendencia es a aceptar un concepto bastante amplio de regalía.
En cuanto a la ubicación territorial de la fuente, puede decirse que se reproduce aquí la
opción entre el criterio de utilización económica y el de la fuente pagadora, como
alternativas de concreción del concepto.

O sea que algún país gravará las regalías por los bienes o derechos utilizados
económicamente en su seno, independientemente de la jurisdicción desde la cual se
paguen, en tanto otros gravarán las que desde su territorio se paguen, independientemente
de dónde se utilizó económicamente el bien o derecho.

El modelo OECD atribuye derecho exclusivo de imposición en materia de regalías al país


del domicilio del perceptor, no reconociendo al país fuente ni siquiera el derecho a
establecer un impuesto con tasa limitada; pero se trata de una solución a la que se le
reconoce escasa fundamentación técnica, estando dictada básicamente por
consideraciones de intereses económicos y políticos de los países desarrollados. En los
tratados celebrados por los países latinoamericanos, especialmente Brasil y República
Dominicana, se ha llegado a la admisión del derecho del país fuente de establecer un
impuesto hasta un cierto monto, el cual suele variar de acuerdo al tipo de regalía que se

5
Véase sobre el problema, Valdes Costa, "Abuso en los gastos incurridos en el exterior", trabajo
presentado a la V Asamblea General del CIAT y publicado luego con notas ampliatorias en Derecho
Fiscal, T. XXI, p. 1. También del mismo autor, "Intereses por compras con pago diferido", informe a
la IFA publicado en Derecho Fiscal N. 270, pág. 529. En Argentina, véase Resolución N. 1110/66;
articulo de Alberto R. López en Derecho Fiscal T. XHI, pág. 810; comentarios de Arístides Corti al
fallo Reinsthal Hanomag. Cura en la Ley, T. 154, p. 54. Una síntesis de las discusiones habidas
sobre el punto. en el Grupo de Expertos de las Naciones Unidas, puede verse en el Informe de su
2da. Reunión, párrafo 108 y en el de su 5ta. reunión, párrafos 45 a 50.
trate (p. ej. admitiendo un mayor gravamen para la tecnología prescindible, marcas de
fábrica, etc.).

c. Dividendos y Participaciones
En esta materia, se aceptan en general que la fuente de los mismos se encuentra situada
en el lugar donde está domiciliada la empresa que los distribuye.
Esta solución es independiente del lugar donde se hayan obtenido las utilidades con las
cuales se pagan los dividendos. Así, si una empresa del país A obtiene rentas en. A, B y C,
esas rentas sociales podrán tener diferentes fuentes; pero los dividendos que con ellas se
paguen, serán considerados íntegramente de fuente de A, y sometidos por ende a su
potestad tributaria.

3. Rentas Provenientes de la Prestación de Servicios


La primera gran distinción que podría hacerse a este respecto, sería entre servicios
prestados por personas físicas, y servicios dados por empresas. Respecto de estas últimas,
la tendencia en los países desarrollados, consiste en considerar que la prestación del
servicio no es más que un posible rubro de las actividades comerciales o industriales de la
empresa, y someter este caso por consiguiente a la regIa del establecimiento permanente,
que se analizará más adelante. La consecuencia será entonces que aquellos servicios que
presten empresas sin tener un establecimiento permanente en el país, quedarán, según se
pretende, inmunes a la tributación del país fuente.
En cuanto a los servicios de personas, es posible distinguir a su vez entre los prestados en
forma independiente (profesionales, etc.) y aquellos realizados bajo dependencia, como
sería p. ej. el caso de un empleado de la empresa extranjera, que viene al país como
funcionario de ella.
Sin embargo, los países latinoamericanos gradualmente están englobando en una única
regulación todos los tipos de servicios, tanto prestados por empresas como por personas
físicas; esta solución es especialmente generalizada en relación a una clase especial de
servicios, que ha concitado la preocupación de todos los gobiernos, cual es el de asistencia
técnica.
En principio, los criterios para ubicar territorialmente la fuente de la renta en caso de
servicios, pueden consistir en atender: o al lugar de desarrollo de la actividad, o al de
utilización del servicio, o al del lugar desde el cual el mismo es pagado.

El primero puede considerarse el enfoque tradicional: la fuente de la renta derivada de


servicios, se encuentra ubicada en el territorio donde tales actos se realizan físicamente.
En consecuencia, los servicios desarrollados en el exterior, aunque sean pagados y
aprovechados en el país, corresponden a la jurisdicción tributaria del extranjero. En tal
hipótesis, la solución a la que se llega en materia de servicios personales de personas
físicas es igual a la de empresas, puesto que no ha existido actividad en el país.
Este criterio no deja de tener dificultades técnicas, cuando el servicio se desarrolla
parcialmente dentro y parcialmente fuera de fronteras, como en el caso de una asistencia
técnica prestada desde el extranjero, luego de una estadía en el país para compenetrarse
del problema y efectuar su diagnóstico.
También tiene complicaciones prácticas de acuerdo a él un empleado de una empresa
extranjera que viene al país por uno o dos meses a hacer un trabajo para su empresa,
deberá tributar por los sueldos que en el período genere, aunque los mismos le sean
pagados en su lugar de domicilio estable; pero a la Administración le será muy difícil
averiguar su cuantía, puesto que todos los elementos a controlar estarán en el extranjero.
El segundo criterio (utilización económica) viene a significar en el caso una nueva aplicación
del principio genérico ya visto, según el cual si es la economía nacional la que aprovecha
los beneficios del servicio, y de la que presumiblemente han de surgir los fondos para
pagarlos, es a ella a quien le corresponde la potestad tributaria bajo el principio de fuente.
Pero puede presentar también dificultades, especialmente en caso de servicios prestados
a empresas matrices con múltiples sucursales en el extranjero, para delimitar exactamente
el lugar de utilización de esos servicios.
En cuanto al tercer criterio (fuente pagadora) se despreocupa, tanto del lugar de
desempeño del servicio como del de utilización y atiende solamente al hecho de que el
mismo se ha pagado desde la economía en cuestión. Tanto este como el anterior, como ya
se ha dicho, involucran el establecimiento de una vinculación directa entre la deductibilidad
del gasto en servicios para la receptora nacional y el carácter del gravado de la renta
involucrada en ese gasto.
Debe dejarse constancia que, con relación a la asistencia técnica, algunas opiniones
sostienen que muchas veces ella no es caracterizable sin más como servicio, sino que
puede involucrar la colocación de un capital tecnológico intangible, el que como tal sería
remunerable mediante regalías, cuya fuente estaría ubicada en el lugar de utilización o en
el de pago, con total independencia de lugar de realización de la actividad. 6
Para finalizar, corresponde mencionar las más frecuentes excepciones al principio de
ubicación de la fuente en materia de servicios que suelen contener las legislaciones. En
esta categoría se encuentran, p. ej. las retribuciones por funciones oficiales que pagan a
sus funcionarios ubicados en el exterior. Otro ejemplo, lo da el atribuir carácter de fuente
nacional a las remuneraciones de Directorios o Consejos de Administración de empresas
nacionales que se reúnen en el exterior, en cuyo caso existe un claro propósito de evitar
evasión fiscal. También es muy frecuente que, tratándose del personal de naves,
aeronaves, etc. se opte por considerar que esos servicios tienen su fuente en el país de
matrícula de la nave o de dirección efectiva de la empresa, etc.

4. Rentas de Actividades Empresariales

a. Ubicación de la fuente
En el caso de los beneficios de empresas, entidades que como se sabe se caracterizan por
la combinación de capital y trabajo, los postulados del criterio de territorialidad de la fuente
conducen a atender, para determinar la ubicación de ésta, al lugar donde se haya

6
Véase artículo de José María Martín en Impuestos, 1965, pág, 403 y el informe de Nooteboom y
Schipper para el Congreso de IFA de octubre de 1972. En igual sentido, al menos en la generalidad
de los casos, véase "Algunas consideraciones en torno al concepto de asistencia técnica",
ALALC/DTI/III/dt3.
desarrollado la actividad que ha generado la renta, ya que de la actividad empresarial puede
inferirse una paralela afectación del capital. 7

El criterio precedentemente expuesto resulta entonces comprensivo de todo tipo de


actividades generadoras de renta, y es el reivindicado por los países en desarrollo.

Los países desarrollados, en cambio, en sus tratados tributarios, tratan de imponer el


criterio del "establecimiento permanente". De acuerdo a esa tesis, el derecho del país fuente
a gravar las rentas que en él obtiene una empresa extranjera, sólo nace si esa empresa
actúa en el país con una base fija de operaciones, que merezca el calificativo de
"establecimiento permanente". Las utilidades obtenidas sin tal tipo de establecimiento,
escapan entonces a la potestad tributaria de la fuente.

El modelo de OECD, por ejemplo, luego de sentar el principio antedicho, se enfrasca en


una larga y difícil definición del establecimiento permanente. Lo hace dando un criterio
general ("un lugar fijo de negocios en el que una empresa efectúa toda o parte de su
actividad") y luego lo aclara, indicando casos comprendidos en el concepto (sedes de
dirección, sucursales, oficinas, fábricas, talleres, etc.); Y a continuación, vuelve a
delimitarlo, esta vez por vía negativa, indicando algunas situaciones que, en el Modelo, no
constituyen establecimientos permanentes.
Por consiguiente, el área donde con mayor interés se plantea la diferencia entre el criterio
de "establecimiento permanente" y el de la "actividad generadora de rentas", cano principios
atributivos de potestad fiscal, está constituido por aquella zona abarcada por este último,
que no resultaría cubierta por el primero, a la luz de la delimitación que de él hacen el
Modelo OECD y los tratados que le siguen. Esto a su vez, obliga a detenerse un poco más
en el criterio de la actividad generadora.
En general, puede decirse que el criterio de la actividad generadora de rentas supone dos
requisitos: que exista en el país actividad de la empresa, y que esa actividad sea
generadora de rentas. Si falta alguno de ellos, el país no tendrá potestad tributaria, al menos
a título de gravar rentas empresariales, lo cual no quiere decir que no pueda considerar que
en el caso se asiste a rentas de colocación de capitales, aplicando los principios antes
vistos.

1) Existencia de actividad
En algunos casos, puede no resultar claro si la empresa realiza o no actividad en un país.
El principal ejemplo, lo constituye la contratación por medio de agentes, u otros
intermediarios.
Los foros técnicos de ALALC han entendido que, si los agentes son dependientes de la
empresa, o por lo menos no autónomos, su operativa debe ser vista como involucrando
actividad en el país de la empresa de la cual dependen. Si por el contrario se trata de.
agentes totalmente independientes, que actúan como simples corredores o comisionistas,
parecería que no podría considerarse que en tal caso existiera actividad en el territorio por
parte de la empresa.

7
Ver, para un más amplio desarrollo del punto, el documento ALALC/DTI/I1/dt1, "La aplicación del
principio de territorialidad de la fuente a los beneficios de empresas", así como las discusiones del
Grupo de Expertos de Naciones Unidas, Primer Informe, p. 33 y sgts.; Segundo Informe, p. 19 Y
sgts. y 74 y sgts.
Este criterio coincide sólo parcialmente con el recogido en el Modelo OECD, pues en éste
tiene una trascendencia diferente (ya que se refiere a si se configura o no un
establecimiento permanente) y además contiene requisitos más severos, pues se exige que
el agente dependiente esté provisto de poderes suficientes para concluir contratos, y que
ejercite esos poderes en forma habitual.

Desde el punto de vista del criterio de actividad, en cambio, la dependencia o independencia


será una cuestión de hecho; la existencia de continuidad en la actuación del agente, u otros
indicios tales como la exclusividad, darían también base para sostener que el intermediario,
pese a carecer de poderes formales, es un apéndice de la empresa, que es la que realiza
actividad en el país.
Otro problema en el cual está involucrada la existencia o no de actividad lo constituye el
almacenamiento de mercaderías en un país, al sólo efecto de que sean procesadas por
otra empresa de ese Estado ("maquila"). En tal caso, la empresa del exterior envía insumos
al país, donde otra empresa los elabora según sus indicaciones, reexportando el producto.
No cabe duda de que los beneficios que perciba la empresa elaboradora nacional, tienen
su fuente en el país. La duda se ha planteado respecto de si, en la medida en que la
empresa extranjera obtiene un beneficio al hacer elaborar el producto en el país (donde
presumiblemente el costo del factor trabajo es menor que en el exterior), es aceptable
gravar la "rentabilidad externa" que para la empresa extranjera derivaría de esa operación.
El foro técnico de ALALC se ha pronunciado por la afirmativa, pero dista mucho de existir
unanimidad sobre el punto. 8

2) Carácter de generadora de rentas de la actividad


Una problemática bastante más diversificada surge del carácter de generadora de rentas
que corresponda atribuir a esa actividad. Sucede que para afirmar o negar ese carácter,
pueden sustentarse dos criterios alternativos: según el primero, denominado "de
productividad", parte de la base de que todos los actos que realice una empresa o sus
partes componentes tienen por fin último la obtención de utilidades; según el. segundo, más
restringido, de la "vinculación directa", sólo aquellas actividades que tengan una directa
relación con la obtención de beneficios, pueden ser consideradas generadoras de renta.
Algunos ejemplos, en general extraídos de la enumeración que hace el Modelo OECD de
hipótesis que para él no configuran establecimientos permanentes, son los siguientes:

a) Actividades preparatorias o auxiliares


Del primer tipo, sería ejemplo la investigación científica, porque los resultados de esa
actividad serán aprovechados sólo bastante después en la operación económica; otro tanto
podría decirse de los actos tendentes a introducirse en un cierto mercado. Actividades
auxiliares, por su parte, son aquellas de tipo secundario, como la propaganda y la
publicidad.

8
ALALC/DTI/IIl/dt6, "Mercaderías almacenadas por una empresa extranjera en un país en desarrollo,
al sólo efecto de su elaboración por una empresa domiciliada en esa jurisdicción ". El art. 18 del
estudio técnico de ALALC indica que "la rentabilidad extensa generada por la elaboración o
transformación de mercaderías remitidas un Estado contratante al sólo efecto de la realización de
esos procesos, sólo podrá ser sometida a imposición por este Estado contratante".
Tanto en uno como en otro caso, el criterio de vinculación directa, posiblemente conduciría
a reconocer que no existe en el país una actividad directamente generadora de rentas. En
cambio, a la luz del criterio de productividad, parece claro que sí contribuyen a la
rentabilidad del conjunto, aunque fuera difícil cuantificar exactamente esa contribución. En
algunos casos, se ha propuesto que "siempre que la naturaleza de la actividad lo permitiera,
podría atribuírseles una utilidad similar a la que obtienen terceros que prestan esos mismos
servicios." 9

b) Oficinas de compra
En esta materia, un principio que los países desarrollados consideran medular, es el de que
la sola compra de un bien no produce utilidad alguna, ya que el beneficio sólo surgiría
cuando se revenda ese artículo (Modelo OECD, art. 7, par. 5). Es obvia la implicación que
el criterio tiene, para los países latinoamericanos, en materia de exportación de productos
primarios.
Ese postulado nevaría entonces a admitir, como lo hace el Modelo OECD, que la existencia
de una oficina encargada de comprar en plaza y remitir al exterior, si bien constituye una
actividad, no sería directamente productora o generadora de rentas.

Sin embargo, aún en el criterio de relación directa, habría que hacer la salvedad de que, si
al operar de esa manera, la empresa consigue comprar a precios inferiores a los que
hubiera tenido que soportar si importara directamente desde el exterior esos mismos
bienes, la diferencia constituiría renta de fuente nacional.
Por tal motivo, muchas legislaciones latinoamericanas equiparan a la exportación, las
simples remesas de bienes al exterior realizadas por sucursales, representantes, etc. Y
también se plantea la posibilidad de que el precio asignado a esa exportación sea inferior
al que resulta de restar, del precio vigente en el país de destino, los gastos de envío, seguro,
etc. Para tal hipótesis, muchas legislaciones indican directamente que esa diferencia
constituye la renta de fuente nacional, mientras otras se limitan a presumir de ello la
existencia de vinculación económica entre las partes, con la consecuente posibilidad de que
se rectifiquen los valores asignados, de modo que aparezca correctamente atribuida la
totalidad de rentas de fuente nacional.

c) Oficinas para reunir información

En este caso, a la luz del criterio de vinculación directa, si lo único que hace la oficina
instalada en el país es reunir información para uso de la propia empresa, muy posiblemente
no habría directa actividad vinculada con la generación de renta.
En cambio sí habría tal actividad generadora bajo la óptica del criterio de productividad,
porque evidentemente las informaciones recogidas sirven para mejorar la rentabilidad del
todo. En este último supuesto, las dificultades se plantearían por el lado de determinar el
monto de la utilidad atribuible, de ser posible, una de las soluciones consistiría en imputar
a tal actividad la rentabilidad normal para empresas que se dedicaran a ese giro.

9
ALALC/DTI/II/dt 1, pág. 18.
d) Locales utilizados para almacenar, exponer o entregar bienes
Si el almacenamiento se realiza respecto de bienes comprados que han de ser remitidos al
exterior, se replantea el caso de oficinas de compra.

Si se trata de almacenamientos de bienes enviados desde el exterior para ser vendidos en


el país, o para ser expuestos, o para ser entregados en virtud de ventas concertadas
directamente desde el exterior, parece claro que en todas esas situaciones hay o puede
haber actividad generadora de rentas. Por el criterio de la productividad, la respuesta sería
seguramente afirmativa, y la determinación del cuantum se haría aplicando la rentabilidad
normal de empresas dedicadas a esos giros.
De acuerdo al criterio de vinculación directa, esa actividad sólo sería generadora de utilidad
si el precio que se obtuviera vendiendo de tal manera, fuera superior al que se lograría en
exportaciones directas desde origen.

3. Forma de Calcular las Utilidades

Se conocen al respecto dos métodos aptos para calcular la utilidad atribuible a la actividad
realizada en el país. El primero, denominado "método indirecto" o de "balance consolidado",
calcula la utilidad de fuente nacional como una parte de la ganancia global de la empresa
a lo largo del mundo, en base a prorratearla en función de algún criterio que se elige. (P. ej.
activo afectado en el país, ingresos brutos, etc.).
El segundo, denominado método directo, practica la ficción de que la operativa en el
territorio es realizada por un ente separado, el cual lleva contabilidad independiente y
contabiliza sus operaciones con matriz a los precios en que operarían terceros no
vinculados. Esto involucra, claro está, que las transacciones con la matriz pueden ser
reexaminadas por la autoridad tributaria, a fin de que los precios asignados respeten ese
criterio. Como se trata de una ficción, muchas veces las legislaciones no la extienden más
de lo estrictamente necesario, y p. ej. frecuentemente se niega la posibilidad de que entre
unidades pertenecientes a una misma empresa se cobren o paguen regalías por
transferencia de tecnología. 10

4. Beneficios de Empresas Dedicadas a Actividades Internacionales


Existe una serie de giros empresariales, que presentan la característica de ser
internacionales por esencia, o sea que suponen necesariamente la realización de
actividades en más de un país.
Los casos más notorios a este respecto lo constituyen el transporte internacional, las
agencias internacionales de noticias, las compañías distribuidoras de películas para cine,
televisión, tiras cómicas, etc.; el arrendamiento de contenedores para el transporte
internacional de cargas, etc.

10
Para una exposición más extensa de los métodos directos e indirectos, véase ALALC/DTl/IIl/ dt4,
"Asignación de rentas y gastos entre empresas vinculadas”.
En todas esas situaciones, la aplicación del principio de territorialidad de la fuente conduce
a que la renta resulte gravable sólo parcialmente en dos o más países, porque la actividad
se desarrolla en todos ellos. 11
Quizá la mejor solución para estos casos, no existiendo tratado, estaría constituida por la
aplicación del método indirecto, de balance consolidado, prorrateando el resultado total en
función de los ingresos brutos obtenidos en cada jurisdicción. Pero este sistema no está
exento de inconvenientes, por cuanto los distintos países pueden aplicar normas diferentes
para el cálculo de)a utilidad fiscal, y, en todo caso, las operaciones realizadas en el exterior
son de difícil contralor, especialmente por las autoridades de los países en desarrollo en los
cuales no se encuentran situadas las matrices sino las sucursales y agencias de estas
empresas.
Por tal motivo, frecuentemente se imputa a ese tipo de actividades una renta neta ficta,
constituida por un porcentaje de los ingresos brutos obtenidos en el país. En algunos casos,
el sistema se instrumenta con carácter de presunción absoluta, no admitiendo prueba en
contrario; en otros países, en cambio, se admite que el contribuyente liquide por sus rentas
reales, sobre la base del balance consolidado, si así lo prefiere y si presenta las pruebas
del caso.

Por último debe señalarse que en la mayoría de los casos, el régimen de presunción de
renta neta a partir de porcentaje de los ingresos se aplica únicamente a las empresas
extranjeras dedicadas a las actividades indicadas, en tanto que las empresas nacionales
que operen en los mismos giros ven gravadas la totalidad de las utilidades que obtienen en
lo que significa un apartamiento ampliatorio del estricto principio de territorialidad de la
fuente.

5. Ganancias de Capital
Respecto de las ganancias de capital, como se sabe, la primera discusión radica en decidir
si entran o no en el concepto de renta.
De todos modos, a efectos de decidir a quién corresponde la potestad tributaria, para
gravarlas o no, parece claro que ellas derivan de una fuente precisa, constituida por el bien
cuya enajenación las produce.

En consecuencia, los foros técnicos han afirmado la potestad del país en cuyo territorio
encuentre situado el bien en cuestión, para gravarlas, si se estima del caso.

C. LA DOBLE IMPOSICIÓN INTERNACIONAL

1. Concepto

11
Para los casos en que las agencias de noticias, distribución de películas, etc. operen sin ejercer
actividad en el territorio nacional, la opinión de los Expertos de ALALC se inclina por entender que
en tales supuestos se asiste a la colocación de capitales mobiliarios, cuya remuneración constituye
regalías. Véase informe final sobre la II Reunión de Expertos en Doble Tributación Internacional,
pág. 11.
La existencia de potestades tributarias en más de una entidad, constituye en principio
condición suficiente para que el ejercicio de ellas produzca como efecto, el que un mismo
hecho resulte gravado más de una vez.
La denominación más generalizada para este fenómeno, es la de doble imposición, aunque
debe reconocerse que ella puede ser triple, cuádruple, etc. según sea el número de
potestades tributarías simultáneamente ejercidas.
En algunos países, principalmente por tradición, se utiliza el término "bitributación" o "doble
tributación"; pero estrictamente, el fenómeno es de casi imposible aparición en materia de
tasas (cuyo hecho generador está vinculado a un servicio) o en contribuciones especiales.
En teoría el fenómeno puede abarcar todo tipo de impuestos, pero se plantea
especialmente en los usualmente denominados "directos", al patrimonio y a la renta. 12
En esencia, el concepto de doble imposición internacional se integra con dos elementos:
pluralidad de normas emanadas de diferentes entes con potestad tributaria, e identidad de
hecho sometido a ellas.
Desde el primer punto de vista, puede diferenciarse la doble imposición internacional de la
doble imposición interestadual o interprovincial, que se presenta en el seno de países con
estructura federal o al menos con descentralización de la potestad tributaria. La doble
imposición internacional supone la existencia de dos Estados Nacionales involucrados, que
ejercen potestad tributaria sobre un mismo hecho económico.
El otro elemento constitutivo del concepto, consiste en que el hecho que integra la hipótesis
de las dos diferentes normas, sea el mismo.

En puridad, la doble imposición internacional se verifica cuando se cumple lo que se ha


denominado "regla de las cuatro identidades", según la cual debe existir: identidad de
objeto, o aspecto, material de uno y otro impuesto; identidad de período de tiempo, identidad
de sujeto gravado, e identidad de impuesto. 13

12
En buena medida, la existencia de doble imposición internacional, como problema que requiere
solución, está vinculada al hecho de que el impuesto en cuestión no se traslade.

En los denominados impuestos indirectos, que están destinados normalmente a trasladarse, el


problema es distinto, porque se convierte simplemente en una cuestión de precio. Si un país grava
la exportación de un producto, y el otro país al cual llega, grava su importación, ello producirá un
aumento del precio final del bien, de consecuencias económicas pero no jurídicas.
Por consiguiente, debe entenderse que los llamados "sistemas de imposición exclusiva en el país de
origen" y "de imposición exclusiva en el país de destino", no son estrictamente mecanismos
destinados a evitar doble imposición, sino sustancialmente dirigidos a efectuar un reparto de
competencias tributarias, en procesos de integración económica. Véase opinión coincidente de
Sorondo, J. C., en "Algunas reflexiones sobre el problema de la doble imposición internacional",
Revista Facultad de Derecho, Montevideo, 1957, pág. 248.

13
Conf. Alberto Xavier, Direito Tributario Internacional Brasileiro. Para Giuliani Fonrouge (Derecho
Financiero, p. 324), "existe doble (o múltiple) imposición cuando las mismas personas o bienes son
gravados dos o más veces por análogo concepto, en el mismo período de tiempo, por parte de dos
(o más) sujetos con poder tributario ", Como se advierte, el concepto abarca tanto la doble imposición
internacional, como la interna.
Si se entendiera que la identidad de impuesto surge de las características del objeto o
aspecto material, las identidades necesarias se podrían reducir a tres: impuestos, tiempo y
sujeto.
De ellas, la que menos problemas presenta es la referida al tiempo, puesto que es obvio
que si un país grava la renta de una persona un año, y el otro país la del año siguiente, no
existe concurrencia de potestades.
En cuanto a la identidad de sujetos, según se la entienda con mayor o menor rigidez, puede
dar lugar a conceptos distintos.
En efecto, se habla de "doble imposición jurídica" cuando efectivamente el sujeto es el
mismo en ambas normas. El concepto de "doble imposición económica" en esta materia es
en cambio más amplio, y contempla casos en los que el conflicto se plantea entre las
normas que gravan la utilidad de una sociedad, por un lado, y las que gravan las rentas de
sus socios o accionistas, por otro. Dado que la vida internacional moderna está
caracterizada por una amplia utilización de la operativa mediante subsidiarias, es decir,
sociedades formalmente diferentes de la matriz, es frecuente que, tanto en los tratados
internacionales como en las normas unilaterales para aliviar la doble imposición, se
contemplen y resuelvan problemas que dicen relación con la doble imposición económica:
y no sólo jurídica,
En lo referente a la identidad de impuesto, o de aspecto material, se trata de un tema difícil,
porque en vano se buscarán dos impuestos que sean absolutamente iguales. Por otra parte,
las pautas que da la Ciencia de las Finanzas para diferenciar, como categorías separadas,
los impuestos a la renta de los impuestos al capital, y aún de los impuestos al consumo, no
son siempre absolutamente unívocas para resolver situaciones en las que la concreta
calificación del impuesto sigue planteando dudas, Para ejemplificar en forma gruesa, baste
mencionar la existencia de impuestos a la renta que se calculan tomando como base una
productividad ideal del capital, o de otros en los que, sin admitir prueba en contrario, se
presume la renta imponible como un cierto porcentaje de los ingresos brutos.

Cuando se celebran tratados tributarios, esos problemas se resuelven expresamente en los


artículos iniciales, indicando qué impuestos de cada uno de los países quedan
comprendidos en d acuerdo. Pero tal expediente técnico no resuelve todos los problemas,
porque los países pueden cambiar en el. futuro sus impuestos, con lo cual el tema de la
similitud o identidad volverá a plantearse. Y estará también presente, en ausencia de
tratados, si los países tienen en su legislación normas destinadas a entrar en acción para
evitar o aliviar la doble imposición internacional, pues su aplicación dependerá de la previa
constatación de la existencia en el caso de las cuatro (o tres) identidades.

Si bien con las consideraciones precedentes puede entenderse acotado el concepto técnico
de doble imposición internacional, debería agregarse una referencia al hecho de que esa
concurrencia de normas sobre un mismo hecho tenga determinadas consecuencias, para

Sorondo (op. Cit., pág, 246) especifica la exigencia de que se trate del mismo impuesto,
entendiéndose en el sentido de "un mismo hecho imponible". Dice que “para que exista doble
imposición internacional es preciso además que el mismo gravamen, impuesto por dos soberanías
fiscales diferentes, incida sobre el mismo hecho imponible, ésto es, sobre los mismos presupuestos
de hecho".
motivar la preocupación de los Estados en solucionarla. Es así que algunos autores
agregan a los elementos vistos, el de que ella se traduzca en una sobrecarga tributaria, en
un gravamen final superior a la mayor de las dos imposiciones teóricamente concurrentes.
Se trata, como se ve, de un concepto no jurídico sino económico, pero que dice relación
con la distinta trascendencia práctica que puede tener el fenómeno.

A la luz de lo examinado en el comienzo del capítulo, es sencillo indicar cuáles son las
causas de que se produzca el fenómeno de doble imposición internacional.
En primer lugar, ella estará presente cuando un fenómeno económico interese a dos países
que tengan principios jurisdiccionales distintos, como p. ej. si uno sustenta un criterio de
renta mundial, en tanto el otro aplica principio de territorialidad de la fuente.
Pero además el problema se presentará también cuando los dos países, aún sustentando
igual principio teórico (nacionalidad, domicilio, fuente), tengan de ellos un diferente
entendimiento, a efectos de su aplicación correcta.

2. Medidas para evitar la Doble Imposición Internacional


Pueden diferenciarse, a este respecto, las "medidas" para evitar la doble imposición de los
"métodos" para hacerlo. El primer concepto dice relación con las características del
instrumento normativo con el que ha de intentarse prevenir la doble imposición, en tanto el
segundo se refiere a las características técnicas y operativas del sistema que se pone en
práctica.
Desde el punto de vista de las diferentes medidas, éstas pueden clasificarse en
multilaterales, bilaterales y unilaterales. En general, los distintos métodos son susceptibles
de instrumentarse en cualquiera de las tres variantes, aunque algunos de ellos tengan
mayores dificultades para ser establecidos por medio de medidas unilaterales.
Las medidas multilaterales serían las que más cabalmente podrían resolver los problemas,
especialmente tratándose de espacios económicos integrados. Sin embargo, se mantienen
en el plano de los propósitos, puesto que evidentemente su concreción presenta serias
dificultades.
No obstante ello, desde la época de la Sociedad de las Naciones se asiste a renovados
esfuerzos técnicos por parte de organismos internacionales para presentar soluciones que
gocen de aceptación generalizada y que por tanto puedan convertirse en base de convenios
multilaterales. La obra de la Sociedad de las Naciones ha sido continuada en buena medida
por las Naciones Unidas, pero también ha habido positivos trabajos de la Organización de
Cooperación y Desarrollo Económico (OECD), la cual representa bastante fielmente el
punto de vista de los países desarrollados.
En Cuanto a los países en desarrollo, debe mencionarse la Decisión No. 40 del acuerdo de
Cartagena, que aprobó modelos del tratado, uno a ser suscrito por los países del pacto
andino en sus relaciones recíprocas y el otro para. servir de base a las negociaciones con
terceros países. y en el seno de ALALC se han realizado estudios técnicos por sucesivas
Reuniones de Expertos en Doble Tributación Internacional, que han culminado en la
aprobación de un estudio bajo la forma de tratado tributario.
Las medidas bilaterales, por su parte, han sido abundantemente utilizadas, especialmente
por los países desarrollados en sus relaciones entre sí. Ha surgido así una red de tratados,
todos ellos sobre bases más o menos similares, pero todos con alguna diferencia entre sí,
que unen a esos países. Los tratados entre países desarrollados y países en desarrollo han
sido menos frecuentes pero de todos modos son de mencionar, en relación con
Latinoamérica, los suscritos en los últimos años por Brasil, así como el celebrado entre
República Dominicana y Canadá, etc.

Los acuerdos bilaterales presentan toda una problemática propia, de índole técnica, referida
a la delimitación de los impuestos que abarcan, las personas que resultan comprendidas
en ellos y que pueden invocar sus disposiciones, la forma de ser interpretados, y la cláusula
que normalmente contiene, prohibiendo la discriminación entre contribuyentes en razón de
su nacionalidad, temas éstos que exceden el marco de este Manual.

En cuanto a .las medidas unilaterales, son adoptadas en forma individual por los países e
incorporadas a su legislación interna, y traducen el propósito del país en cuestión en evitar
o aliviar lo más posible la doble imposición internacional.

Se presentan así, como un complemento frecuente (pero no necesario) de la adopción total


o parcial de criterios mundiales, y están referidos a rentas que teniendo su fuente en el
extranjero, tengan también que tributar en el país. Suponen tácitamente, en consecuencia,
que el derecho prioritario a gravar una renta radica en el país de la fuente, y que es al país
que utiliza un criterio mundial al que corresponde evitar las consecuencias de la doble
imposición.

Establecidas en esta forma unilateral, estas medidas deben necesariamente ser más cautas
y genéricas de lo que lo serían si se instrumentaran en tratados concretos. En efecto, en
este último caso, es posible tener a la vista el sistema fiscal con el cual puede producirse
potencialmente el conflicto, y afinar bastante más los criterios. En cambio, insertas en la ley
nacional para ser aplicadas frente a la colisión con cualquier indeterminado sistema fiscal,
las medidas deben lógicamente mantenerse en un plano más restringido, de menor
concesión apriorística.

3. Los Principales Métodos Utilizables

Para dar un cuadro sinóptico de los principales métodos utilizables, podría decirse que la
mayoría de ellos puede diferenciarse, según que opere sobre la base gravable, o sobre la
cuota de impuesto a pagar.

En la primera categoría, puede mencionarse, en primer lugar, el sistema de "deducción en


la base". En él, el país que aplica el criterio de renta mundial acepta que los impuestos que
sus contribuyentes han pagado en el extranjero, se deducen de la base imponible, como un
gasto más de su operativa en el exterior. Demás está decir que su eficacia en cuanto a
evitar la doble imposición es muy limitada, pues sólo opera en la proporción que esa
deducción ahorra impuesto en el país con renta mundial.
Un sistema más amplio, también operando sobre la base imponible, lo constituye el de
"exención" mediante el cual se eximen todas o algunas rentas de fuente extranjera. En
tratados tributarios, puede asistirse también a un proceso de "reparto de fuentes", en el que
un país reconoce la total potestad tributaria del otro sobre cierto tipo de rentas, en tanto
obtiene una ventaja recíproca en otra clase de ellas.

El sistema de exención, a su vez, presenta dos variantes, según sea simple o con
progresividad. En el primer caso, las rentas exentas no son tomadas en cuenta, a ningún
efecto, por el país en cuestión. En el segundo, en cambio, el país se reserva el derecho de
considerar esas rentas, pero al sólo efecto de determinar la alícuota progresiva que luego
ha de aplicarse exclusivamente sobre las rentas gravadas del contribuyente. 14

Por último, siempre referido a sistemas que operan sobre la base imponible debe
mencionarse que en algunos tratados puede acordase efectuar un "prorrateo de rentas", o
sea dividir la materia imponible mediante porcentajes establecidos, para imputarla a cada
jurisdicción. Así p. ej. en materia de dividendos puede establecerse que el 50% de las
sumas pagadas corresponde a la jurisdicción tributaria del domicilio del accionista, y el 50%
restante al país de domicilio de la pagadora, etc.

Como una categoría intermedia entre los sistemas que operan sobre la base y los que los
hacen sobre el propio impuesto, puede indicarse el de "limitación de tasa aplicable". El
mismo constituye una solución de compromiso a la que se llega en acuerdos bilaterales, y
significa, básicamente, que se reconoce al país de domicilio el derecho a gravar
determinadas rentas; el país fuente, por su parte, se compromete a no gravar esa misma
renta, sino a una tasa máxima que se indica. Por la parte gravada con tasa limitada, a su
vez, el país dé domicilio otorga crédito de impuesto. Una solución de este tipo está
contemplada en el Modelo OECD en materia de dividendos, con la peculiaridad de que la
tasa admitida como máxima al país fuente es doble, pues además de una alícuota máxima
general, existe otra.. menor, para el caso especial en que los dividendos se pagan por
subsidiarias a empresas matrices. 15

14
Cuando la tarifa progresiva es "por escalas" o progresional, en la que cada tramo de riqueza paga
una alícuota, y por el excedente recién se aplica la alícuota siguiente, se plantea adicionalmente el
problema técnico de decidir dónde se consideran situadas las rentas exentas.

Si se entiende que las exentas son las correspondientes a los últimos tramos, entonces incluirlas o
no, conduce a iguales resultados, pues las rentas gravadas continuarán tributando como antes. Si
se considera que las rentas exentas están en los primeros tramos, se produce el resultado inverso,
con un agravamiento de la carga Fiscal, y las rentas exentas alivian el impuesto a una alícuota menor
que la que soportan los ingresos gravados.

Una solución intermedia, consistiría en calcular primero un impuesto tentativo sobre todas las rentas
(cálculo del cual surgiría una tasa media tentativa), y aplicar esa tasa media a las rentas exentas,
restando su resultado del impuesto calculado primariamente. De tal forma, las rentas exentas evitan
una alícuota igual a la que soporten las gravadas, o, dicho de otro modo, las rentas exentas se
distribuyen a lo largo de todos los tramos de la escala. Véase al respecto Piedrabuena Richard,
Enrique, "Bases para una política latinoamericana sobre tratado. tributarios, VI Jornadas
Latinoamericanas de Derecho Tributario.
15
El art. 10 del Modelo OECD reconoce el derecho Prioritario del país de domicilio del perceptor del
dividendo, pero admite el derecho del país fuente de gravarlos también, pero el impuesto no podrá
exceder "el 5% del monto bruto del dividendo si el beneficiario es una sociedad (no de personas)
que posee directamente al menos el 25% del capital de la empresa que paga el dividendo, y el 15%
en los casos restantes ".
Dentro de la técnica de la limitación de tasas, el establecimiento de diferencias respecto de las tasas
máximas puede obedecer a otras razones; p. ej. en materia de préstamos, negociar una tasa más
baja para las colocaciones de largo plazo (ej. convenio Brasil-Francia, art. Xl par. 3B). o para
establecer una tasa más alta en caso de regalías por bienes incorporales que se consideran
prescindibles, como las marcas de fábrica (ej. Convenio Brasil, Dinamarca, art. 12,2, a).
En cuanto a los sistemas o métodos que operan sobre el monto de impuesto debido, los
principales exponentes lo constituyen el del crédito por impuesto pagado (o método de
imputación), y el de crédito por impuesto ahorrado (tax sparing, credit fictif, etc.).
En su concreción práctica, el sistema de crédito por impuesto pagado admite múltiples
variantes:

a) En cuanto a los impuestos pagados en el extranjero que pueden acreditarse:


normalmente serán los impuestos sobre la renta o similares (lo que replanteará los
problemas sobre similitud de impuestos concurrentes para configurar doble imposición).
Además, mientras en algunos países sólo se otorga crédito por los impuestos pagados a la
autoridad nacional, en otros se admite incluir también los pagados a gobiernos locales
extranjeros.
b) En cuanto al elemento temporal, puede limitarse el crédito solamente a impuestos
pagados en el extranjero por el mismo período fiscal en que se pretende utilizar, o adoptar
una posición más amplia, admitiendo la transferencia entre períodos de saldos no utilizados
de crédito.
c) Quizá la opción más relevante, es la que se produce respecto del o de los topes que ha
de tener un crédito.
Un primer tope es elemental, y está constituido por la suma efectivamente pagada en el
país extranjero: en ningún caso el crédito en el país de domicilio ha de exceder esa cifra.
Esto tiene como efecto el neutralizar las exenciones impositivas que se hubieran otorgado
en el país fuente, ya que si por virtud de ellas nada se pagó, nada habrá para acreditar.
Cuando no existe otra limitación más que esa, se dice que se está en presencia de un
sistema de "crédito íntegro", o de imputación íntegra. Pero normalmente los países
establecen otro tope, constituido por el monto que, conforme a su propia legislación, habría
correspondido pagar por esas rentas, configurándose entonces el sistema de "imputación
ordinaria". Este segundo límite, significa que el país del domicilio acepta acreditar impuestos
extranjeros pero no más allá de lo que sería su propio impuesto sobre las rentas que lo
causaron.

Esto tiene una doble consecuencia: en primer lugar, que toda la renta extranjera debe ser
recalculada a la luz de las pautas sobre determinación que existan en el país de domicilio.
Ese nuevo cálculo puede dar por resultado una suma diferente a la considerada como base
imponible en el país fuente, de acuerdo a las discordancias que existan en materia de
concepto de renta gravada, cálculo de depreciaciones, concepto de fuente nacional o
extranjera, tratamiento de ganancias de capital, etc.

Ven segundo término, sobre esa renta calculada corresponde aplicar tentativamente la
alícuota del país de domicilio, pues el resultado será el segundo tope máximo que puede
revestir el crédito. 16

16
La forma como se aplica la alícuota del país del domicilio a la renta extranjera recalculada puede
admitir variantes, que son de trascendencia especialmente si la escala de tasas es progresiva.
Una primera opción podría consistir en tomar en cuenta la alícuota promedio aplicable a la suma de
todas las rentas, nacionales y extranjeras. En tal caso el tope del crédito se obtiene mediante la
siguiente fórmula: A/-B x C donde A es la renta extranjera, B el total de rentas (nacionales y
En síntesis, entonces, tanto lo pagado en la fuente, como el impuesto que por la renta de
fuente extranjera habría correspondido en el país de domicilio actúan como topes
alternativos, jugando en todos los casos el que sea menor.
Pero una empresa puede estar actuando simultáneamente en más de un país, tener en
cada uno de ellos resultados diferentes, estar sometida a alícuotas distintas, etc.
Tal circunstancia da origen a que el sistema de crédito se bifurque a su vez en dos
modalidades, denominadas "limitación por país" y "limitación general", según que los topes
se vayan calculando de acuerdo a las jurisdicciones en que fueron obtenidas las rentas, o
que, por el contrario, se realice una comparación global entre rentas de fuente extranjera
totales, impuestos totales pagados por ellas, renta total e impuesto a pagar en el país del
domicilio.

Es de destacar que Estados Unidos, que hasta 1976 permitía a sus contribuyentes optar
entre uno y otro sistema, implantó luego el de limitación general con carácter único y
obligatorio, efectuando además otros ajustes a su mecanismo. 17

extranjeras) y C el monto de impuesto que en principio habría que pagar por ese total en el país del
domicilio.
Una segunda opción, supondría calcular cuál es la tasa marginal causada por el incremento de la
renta extranjera, y tomar el monto resultante como tope del crédito

17
Ley de Reforma Impositiva de 1976, sancionada por el Presidente Ford el 4 de octubre de 1976.

No es posible, dadas las características del presente Manual, indicar sino las más importantes
reformas introducidas por esa ley al sistema de crédito de impuestos norteamericanos.

Sintéticamente expuestas, puede decirse que ellas consisten en a) la eliminación de algunas


ventajas que la anterior legislación conceda a subsidiarias de países en desarrollo (less developed
countries corporations); b) eliminación de la posibilidad de optar por el tope “país por país"; c)
establecimiento de una forma especial de cómputo, para el caso que en años anteriores se hubiera
experimentado pérdidas en el exterior.

a) En la legislación anterior, en materia de crédito indirecto (crédito pagado por subsidiarias de las
que se recibe dividendo), se contenían normas más beneficiosas, cuando la empresa subsidiaria
estaba radicada en un país en desarrollo. En el régimen normal, los dividendos recibidos de una
subsidiaria eran incrementados (por grossing up) en la parte proporcional a los impuestos que esa
subsidiaria hubiera pagado (impuestos que eran acreditables). Pero esa regla no se aplicaba,
tratándose de empresas ubicadas en países en desarrollo, las que por ende computaban solamente
los dividendos recibidos, sin grossing up. Este tratamiento especial ha sido derogado.
b) En segundo lugar, en la ley anterior, se podía utilizar la limitación país por país. Esto traía por lo
menos dos consecuencias:

b.1) Era posible y útil la comparación de alícuotas entre cada país fuente y Norteamérica, puesto que
(dejando de lado diferencias en las normas para determinación de la base imponible) esa
comparación ya daba una idea sobre si el crédito resultarla o no suficiente para absorber el impuesto
pagado en el extranjero. P. ej., si la tasa del país fuente era del 65%, ya era claro que no sería
totalmente acreditable sobre la base país por país; pero si era del 45%, todo indicaba que seria
totalmente acreditable.
En el nuevo régimen, ya no es posible un cálculo a priori; hay que analizar en que países opera la
empresa, cuánto ha ganado en cada uno, y cuál es la tasa de cada uno de ellos, para poder llegar a
Por último, según que el sistema de crédito sea establecido para evitar solamente la doble
imposición jurídica, o también la doble imposición económica, se tendrá mayor o menor
rigidez para aceptar que se acrediten impuestos pagados, no ya por el propio contribuyente,
sino también por sus subsidiarias en el extranjero, o por las subsidiarias que esas
subsidiarias puedan tener, y así sucesivamente (crédito indirecto).
El sistema de "crédito por impuesto ahorrado", ha sido propuesto para evitar el principal
inconveniente que tiene el crédito por impuesto pagado especialmente para los países en
desarrollo, en cuanto neutraliza los incentivos tributarios que estos han podido otorgar,
convirtiéndolos en una transferencia de ingresos entre tesorerías. 18

conclusiones firmes, puesto que puede existir una compensación, entre tasas altas y bajas de
diferentes países, en función de lo que en cada uno de ellos se haya ganado.

b.2) En el régimen anterior, las pérdidas experimentadas en algún país del extranjero podrían
terminar por abatir, no otras ganancias del exterior, sino las propias utilidades obtenidas en USA.
Supóngase una empresa operando en Estados Unidos y también en los países X, Y y Z, con
ganancias de 100 en cada uno de los tres primeros, y pérdidas por 100 en Z. En tales condiciones,
su ingreso neto total era de 200 (300-100), Y el impuesto tentativo a abonar en USA, 96 (48%). Al
calcular el crédito país por país, conforme a la fórmula A/B y C (renta del país extranjero dividida
renta total por impuesto estadounidense); resulta que el país X absorbe una mitad del crédito
Estadounidense, el país. y la otra mitad, y no queda nada para pagar, no obstante en USA se ganó
100. En otras palabras, la pérdida del país Z se enjugaba primordialmente contra renta de fuente
nacional estadounidense. En una limitación general, en cambio, la pérdida afecta igualmente los
resultados positivos de todos los países.

c) Vinculado con el punto anterior, debe señalarse que en el régimen vigente basta 1976, además,
las pérdidas de un año no tenían compensación en el año siguiente. Para seguir con el ejemplo, si
en el país Z al año siguiente se ganaban 100, el sistema de crédito volvía a funcionar, de modo que
suponiendo que la tasa del país fuente fuera también del 48% absorbía todo el impuesto
norteamericano sobre esa ganancia, sin tener en cuenta que el año anterior habla castigado ese
impuesto.

Para evitar esto, la ley de 1976 trae una norma sobre "recuperación de pérdidas" (recapture of losses)
de acuerdo a la cual, en el ejemplo, en el año siguiente a la pérdida, el 50'/, de la ganancia obtenida
en el país Z será tratada como renta de fuente norteamericana, aumentando el elemento "B" de la
f6rmula, pero no el “A", con el agregado de que el impuesto pagado por ese 50% no será considerado
impuesto pagado en el extranjero.

18
En efecto, en tanto se otorgue solamente por aquello efectivamente pagado, resulta claro que
estas exoneraciones tributarias, pese a tener un alto costo para países fuentes sólo producen un
incremento del saldo neto a depositar en la tesorería del país del domicilio de la empresa extranjero.
Para una exposición del "tax sparing", y una visión de los esfuerzos realizados por Latinoamérica
para intentar lograr su admisión por los países desarrollados en tratados tributarios, véase Valdes
Costa, 'Problemas tributarios entre países desarrollados y países en desarrollo", versión de sus
conferencias en CIET en 1970, en Doc. CIET N. 514; Giuliani Fonrouge, Derecho Financiero, 2da.
ed., T. l. p. 361; Martines Molteni, C. "La cláusula tax sparing en los convenios firmados por
Argentina" en Derecho Fiscal, T. xx p. 442; Informe Gumpel, "Convenciones fiscales entre países
desarrollados y países en desarrollo", Naciones Unidas, p. 69, XVI, Nueva York, 1969; Diniz, José
Daniel, “Acordos para evitar a dupla tributacao entre países desenvolvidos e países en
desenvolvimiento", Río de Janeiro, 1975, Ed. Mimeog Fundacao Getulio Vargas.
Consiste básicamente, en que el país de domicilio otorga un crédito, tanto por los impuestos
efectivamente pagados como por aquellos que el contribuyente debía haber abonado y que
no pagó en virtud de leyes de incentivos. Supone, en consecuencia, un crédito "ficto", y así
es denominado en la terminología francesa.

Una variante del sistema anterior, lo constituye el "tax sparing fijo" o "macthing credit" o
"crédito presumido", que se encuentra en algunos tratados particularmente en los
celebrados por Brasil. Consiste esencialmente en que el país de domicilio atribuye un
crédito más alto incluso que la alícuota normal vigente en el país de la fuente. 19

En este caso, el sistema tiene un claro propósito, no sólo de preservar los incentivos
tributarios de la fuente, sino también de propiciar una corriente de capitales en el área en la
que se concede, mediante el abaratamiento selectivo del costo fiscal de esas rentas. 20

19
A su vez, una variante del "matching credit" consiste en el "tax sparing variable", en el cual el
porcentual del crédito reconocido va bajando a medida que baja la alícuota del país fuente. Así, si
en el tratado se reconoce un crédito del 25% tomando en cuenta que la alícuota en la fuente es en
ese momento del 15% si posteriormente esa alícuota bajara al 10% el crédito automáticamente
descendería proporcionalmente a 16,6%.
Incluso se ha mencionado la posibilidad de establecer un “tax sparing condicional", aplicable
solamente cuando se efectúe una reducción temporaria de alícuotas, de acuerdo a condiciones
previamente establecidas. Véase al respecto el trabajo de José Daniel Diniz, citado en nota anterior.

20 Es frecuente encontrar, en la literatura especializada, referencias a otros dos institutos, que suelen
presentarse como métodos para evitar la doble imposición internacional: el sistema de diferimiento
de impuestos (tax deferral) y el de crédito de inversión (investment credit).
El primero, consiste en que el país de domicilio no grave las utilidades obtenidas por subsidiarias en
el extranjero, sino en la medida en que sean remitidas, bajo forma de dividendos. Como se ve, no
es sino la aplicación, en el plano internacional, del principio del “ente separado” (véase cap. XI, A. I);
no evita la doble imposición, sino que a lo sumo la posterga hasta la remisión de la utilidad,
permitiendo en el ínterin la reinversión de la misma.
En cuanto al crédito de inversión, constituye una interesante medida de un cierto flujo de capitales;
como tal, mejora la rentabilidad de la operación, pero no influye específicamente evitando la doble
imposición.

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