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Descartescompleto
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Materiales de Descartes
Materiales de Descartes
0.- Del pensamiento griego a la modernidad
1.- Contexto
2.- Nueva filosofía resumida. Descartes, el triunfo de la tradición pitagórica
1.- Antecedentes de la filosofía Cartesiana
1.1.- Descartes frente al escepticismo renacentista
1.2.- La nueva ciencia y sus consecuencias filosóficas
1.3.- Reflexión sobre la necesidad del método
2.- Filosofía cartesiana
Breve resumen de la argumentación cartesiana:
El proyecto cartesiano y sus dos primeros supuestos
Modos de conocimiento de la razón: intuición y deducción
Tercer supuesto: la unidad de método
El método Cartesiano
Duda metódica:
Primera verdad:
Criterio de verdad:
Teoría de las ideas
Demostración de la existencia de Dios
Dios garante de criterio de verdad
Demostración de la existencia de la sustancia extensa
Estructura de la realidad: las tres sustancias
3.- Textos Selecionados de Descartes
SEGUNDA PARTE
CUARTA PARTE
4.- Guía de lectura del Discurso del Método
Parte II
Parte IV
5.- Exámenes de Descartes en los últimos 8 años
6.- Vocabulario cartesiano
7.- Actualidad de los temas de la filosofía cartesiana
8.- Otro autor (Relación del tema propuesto con otra posición filosófica)
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La filosofía helenística había dado una orientación práctica al saber, dirigiéndolo hacia la felicidad
del hombre. Es el caso del estoicismo y del epicureismo, que habían colocado a la ética en el vértice
del saber. A lo largo de los primeros siglos de nuestra era, la progresiva expansión del cristianismo
y otras religiones mistéricas irá provocando la aparición de otros modelos de felicidad o “salvación
individual”, que competirán con los modelos filosóficos. Frente a la inicial hostilidad hacia la filosofía
manifestada por algunos de los primeros padres apologistas cristianos, sus continuadores
encontrarán en la filosofía, especialmente a partir del desarrollo del neoplatonismo de Plotino, un
instrumento útil, no sólo para combatir otras religiones o sistemas filosóficos, sino también para
comprender, o intentar comprender, los misterios revelados. Surge de ahí una asociación entre
filosofía y cristianismo o, más en general, entre filosofía y religión, que pondrá las bases de la futura
filosofía medieval.
LA EDAD MEDIA
De acuerdo con los criterios historiográficos usuales, la Edad Media comienza a partir del hundimiento
del imperio romano, a finales del siglo V, y se prolonga hasta el siglo XIV.
La destrucción del imperio romano trajo como consecuencia inmediata una decadencia generalizada y
la pérdida de muchos logros de la civilización romana, especialmente en el ámbito de las
comunicaciones (correos, rutas terrestres y marítimas).
El sistema socioeconómico correspondiente a esta situación es el feudalismo, que divide las
poblaciones en dos clases, la de los señores y la de los vasallos, que cultivan las tierras de aquellos.
Ya a partir del siglo XII comenzó a cambiar la situación, iniciándose un proceso ininterrumpido de
recuperación en todos los aspectos. Se produjo un crecimiento notable de la agricultura y un
aumento de la población. Gracias a esto se inició una cierta economía de mercado y las
ciudades crecieron, aumentando su peso e importancia. De este modo se inició la ruptura del
sistema feudal.
El proceso de crecimiento y de transformación se acentuó en el sigo XIII. En este siglo, floreció el
arte gótico, se fundaron nuevas órdenes religiosas (como los dominicos y los franciscanos) y se
crearon las primeras universidades (París, Oxford). Las consecuencias de este proceso se dejaron
notar ampliamente en el siglo XIV.
La política general en la Edad Media cristiana se articulaba en torno a dos poderes: el religioso (el
papa) y el político (el emperador).
En el aspecto cultural, la Edad Media se caracteriza, en fin, por el predomino de la religión en todos
los ámbitos (formas de vida, arte, literatura, pensamiento). La filosofía se puso al servicio de las
creencias religiosas. El tema fundamental de reflexión pasará a ser la divinidad, quedando
subordinada la comprensión e interpretación del mundo, del hombre, de la sociedad, etc. al
conocimiento que se pueda obtener de lo divino. La fe, que suministra las creencias a las que no
se puede renunciar, tratará de entrar en diálogo con la razón. La inicial sumisión de la razón exigida
por la fe, dejará paso a una mayor autonomía propugnada, entre otros, por Santo Tomás de Aquino.
RENACIMIENTO
A la Edad Media le sigue el Renacimiento (siglos XV y XVI), que conducirá, tras la crisis de la
Escolástica (nombre con el que genéricamente se conoce a la filosofía medieval), a la exigencia de la
independencia de la razón con la que se iniciará la filosofía moderna (siglo XVII).
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Una de las características filosóficas más notables del Renacimiento es el antropocentrismo, lo que
supone una valoración no sólo de la personalidad del ser humano, sino también de su individualidad.
También el naturalismo irá asociado al desarrollo del Renacimiento. Se destacan los aspectos
naturales del hombre versus los aspectos sobrenaturales. Es algo de lo que encuentran los
renacentistas que “vuelven” a Aristóteles: la separación del universo y de Dios y la exaltación de la
naturaleza; al igual que los que se “vuelven” hacia Platón, buscando una religiosidad natural y la
exaltación del hombre y de su libertad (el hombre no es malo, es ignorante, no necesita, pues, la
gracia divina para su redención).
El Renacimiento supone, pues, el renacer del espíritu de libertad de un ser humano que se quiere
inserto en la naturaleza y en la historia.
FILOSOFÍA MODERNA
Suele afirmarse que la filosofía moderna tiene su comienzo en el siglo XVII y se extiende hasta el
primer tercio del siglo XIX. De acuerdo con esta cronología, su iniciador fue Descartes y su último
gran representante fue Hegel. La filosofía moderna incluye los siguientes momentos fundamentales:
● Racionalismo (siglo XVII).
● Empirismo (siglo XVII-XVIII).
● Idealismo trascendental de Kant ( siglo XVIII).
● Idealismo absoluto de Hegel (siglos XVIII-XIX)
mecanicista de la realidad física, le aporta una regularidad tal que de ella es posible un
conocimiento firme, seguro, matemático, indudable. Éste comenzará a ser el paradigma nuevo
del conocimiento y se buscará en todos los ámbitos una seguridad semejante a la aportada
por él.
● Insistencia en el sujeto humano como punto de partida del conocimiento. Ello supone el
abandono de la tesis del realismo ingenuo de la Antigüedad y el Medioevo que sostenía que
en el conocimiento se ofrece el objeto o cosa tal como es, y tal como sería aunque yo no lo
conociera.
● Primacía de la Gnoseología sobre la Ontología. Al desplazarse el interés de la realidad tal
como es al sujeto. Lo que nos interesa fundamentalmente –y esta afirmación habría que
matizarla mucho- es lo que el sujeto conoce. En consecuencia, la filosofía primera, el saber
fundamental y fundante de los otros, ya no será la Ontología, reflexión sobre el ser, sino la
Gnoseología o Teoría del Conocimiento, reflexión sobre el conocer. De ahí que, quizás, el
primer problema que se plantearán los filósofos de la modernidad será el del alcance o límites
de nuestras facultades cognoscitivas.
● El concepto de verdad también varía. La verdad ya no es entendida en el sentido clásico de
“adecuación de la cosa con el intelecto”. Aunque a veces se defina así o de forma parecida lo
que se quiere decir es otra cosa. Las riendas del conocimiento y por tanto de la verdad,
propiedad del conocimiento, ya no estarán en la cosa misma, sino en el propio intelecto del ser
humano. Pero, ¿qué hay en el entendimiento que pueda darme noción de verdad? La certeza.
Es decir, el sentimiento de seguridad que siempre acompaña a la posesión de la verdad. Aquí
estará el punto arquimédico, por eso, habrá que buscar los rasgos de esa certeza que tienen
que ser comunes a todos los seres cognoscentes.
Es común en la historia de la filosofía usar el término racionalismo para designar una cierta forma de
fundamentar el conocimiento: cabe pensar que el conocimiento descansa en la razón, o que descansa
en la experiencia sensible; así, puesto que valoraron más la razón que los sentidos, podemos llamar a
Parménides, Platón y Descartes racionalistas; y podemos decir que Aristóteles, Santo Tomás y, por
supuesto, Hume, tienden al empirismo, dado el valor que dieron a la experiencia sensible o
percepción.
Sin embargo, a pesar de que pueda recibir distintas acepciones y aplicarse en esferas distintas, el
término “racionalismo” se utiliza primordialmente para referirse a la corriente filosófica de la Edad
Moderna que se inicia con Descartes, desarrolla en la Europa continental con Spinoza, Malebranche y
Leibniz, y se opone al empirismo que en esta misma época tiene éxito en las Islas Británicas. Los
rasgos que mejor caracterizan al racionalismo moderno son los siguientes:
1.- Contexto
DESCARTES
1. Contexto histórico
El contexto histórico de Descartes se corresponde con el descrito en la obra de Los Tres Mosqueteros
de Alejandro Dumas. Descartes (1596-1650) es un filósofo del siglo XVII. El contexto histórico en el
que fue escrito el Discurso del Método es el Siglo de Oro francés. Políticamente, Francia, al igual que
el resto de las grandes naciones europeas de la época, se organiza como una Monarquía Absoluta,
que llegará a su apogeo con Luis XIV y la identificación entre el monarca y el estado.
El siglo XVII es también un período de crisis en Europa: La consolidación de los estados modernos,
sus afanes imperialistas y la lucha por la hegemonía entre Francia, España, Holanda e Inglaterra,
provocan grandes enfrentamientos entre ellos. Una buena parte de la vida de Descartes coincide con
la Guerra de los 30 años entre los estados católicos y protestantes del imperio alemán. De hecho, el
capítulo segundo del Discurso del Método se ubica en Alemania donde el propio Descartes afirma que
había ido movido por el “deseo de conocer unas guerras”.
Desde el punto de vista socioeconómico, en el siglo XVII se produjo un fuerte desarrollo de la
burguesía vinculada al capitalismo mercantilista, favorecido a su vez por la expansión del comercio
marítimo y colonial.
2. Contexto cultural
Si desde el punto de vista histórico el tiempo de Descartes es el siglo XVII, desde el punto de vista
cultural su tiempo es el Barroco. Es esta una época cuyo tono general es pesimista. A este
pesimismo contribuye en gran medida la confrontación teológica entre católicos y protestantes de la
que hemos hablado antes y en la que Descartes participó. Sobre esta cuestión opina Bertrand Russell
en su Historia de la Filosofía occidental que el cansancio intelectual que esta interminable guerra
provocó, tuvo el efecto de desviar la atención de las mentes más brillantes (entre ellas la de
Descartes) hacia temas no religiosos, especialmente la ciencia y las matemáticas, afirmación esta que
puede considerarse acertada en el caso de Descartes.
Otro rasgo cultural interesante de esta época es la invención y desarrollo de la imprenta. Este invento
permite, entre otras cosas, que el ámbito de la cultura salga fuera de los círculos eclesiásticos
(Monasterios, catedrales) haciéndose accesible a personas ajenas a la religión. De ahí también que el
latín comience a no ser la lengua culta en exclusiva y se publiquen muchos libros en las lenguas
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nacionales. De hecho, el texto que estamos comentando fue una de las primeras obras escritas en
francés.
Un hecho tuvo singular importancia en la vida intelectual de Descartes: su conocimiento de la
condena de Galileo por el tribunal de la inquisición en Roma. Descartes tuvo miedo de que algunas de
sus ideas pudiesen ser objeto de un juicio parecido y, por ello, decidió no publicar su Tratado del
mundo. Sólo unos años más tarde, en 1637, publicó una parte de su obra científica, Dióptrica,
Meteoros y Geometría, precedida, como introducción metodológica, por el Discurso del Método. Es
probablemente el miedo que tiene a la censura el que le hace publicar esta obra de forma anónima,
aclarando insistentemente en el capítulo segundo, que sus intenciones no son otras que las de
reformar su propio conocimiento y que desaconseja a todo el mundo que haga lo mismo y, en la
cuarta parte, le llevarán a destacar la importancia de Dios como garante de cualquier conocimiento.
Sin duda, lo contrario podría haber sido entendido como una llamada a una especie de revolución
absolutamente inaceptable para las autoridades de la época.
Todas estas “precauciones” le sirvieron de poco. En 1643 el Consejo de la Universidad de Utrecht
condena a Descartes por ateísmo, después será acusado de pelagianismo, y tras su muerte alguna
de sus principales obras serán condenadas por la Iglesia.
3. Contexto filosófico
La vida de Descartes coincide con el final del Renacimiento. Desde el punto de vista filosófico,
podemos decir que ya hacía algún tiempo que Dios había dejado de ser el centro de la preocupación
filosófica como ocurría en la Edad Media. El hombre se convierte en el objeto principal de la filosofía
y, especialmente, los temas relacionados con el conocimiento. Este es el terreno en el que
Descartes es considerado el fundador y principal representante de la corriente racionalista. Esta
corriente toma como referencia la ciencia moderna (Galileo, Bacon, Kepler) y como modelo el método
matemático. Además, como el propio nombre indica, conceden a la razón, el conocimiento teórico,
una importancia radical, aceptando el innatismo de los principios esenciales del conocimiento y
despreciando el conocimiento sensorial como fuente fiable. Leibniz, Spinoza y, por supuesto el propio
Descartes son los principales representantes del Racionalismo. Descartes formuló una teoría sobre el
mundo físico (sustancia extensa) denominada mecanicismo que intenta explicar el mundo como una
gran máquina y que será precursora de las concepciones materialistas posteriores como la de La
Mettrie en su obra El hombre máquina.
Históricamente, el Racionalismo encuentra su oposición en el Empirismo británico de Locke y Hume.
Ellos, y especialmente Hume, representan la oposición radical a la filosofía cartesiana fundando una
corriente que rechaza la existencia de ideas innatas y pone en la información sensorial, la fuente y el
límite del conocimiento humano.
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Sin embargo no será propiamente la astronomía, sino la mecánica la que originó la verdadera
revolución científica ya que la contribución de Galileo en este campo será decisiva. En el movimiento
lo único que hay que tener en cuenta son las cualidades cuantificables, medibles: espacios recorridos,
velocidades, magnitudes, etc. Lo que se busca al estudiarlo es su medición, no su esencia o
naturaleza. Así, por ejemplo, al estudiar el movimiento en caída libre, Galileo no se preocupa por cuál
es la causa o esencia de este movimiento. Su mente científica se contenta con probar que es
uniformemente acelerado, esto es, que la distancia recorrida es proporcional al cuadrado del tiempo
transcurrido, lo que le permite hacer los cálculos oportunos y predecir resultados. Será entonces la
matemática y no la observación ingenua la que nos muestre la verdadera realidad.
Algunas de las principales consecuencias filosóficas de lo que acabamos de contar serían estas
cuatro:
1.Renuncia a la búsqueda de causas últimas o esencias al investigar los movimientos. La tarea del
científico es la de reducir lo real a magnitudes.
2.Las matemáticas representan la verdadera y objetiva realidad ya que proporcionan a ésta su
estructura inteligible. Son “el lenguaje en el que está escrito el mundo”
3.Exaltación de la razón humana como fuente de conocimiento capaz de alcanzar certezas absolutas.
Y todo ello sin necesidad de la observación empírica o de acudir a la autoridad de la tradición. Galileo
afirmará que
“El intelecto humano entiende algunas cosas tan perfectamente y con tan absoluta certeza como
pudiera tenerla la sabiduría divina. Y estas son las ciencias matemáticas puras, es decir, la geometría
y la aritmética, de las cuales el intelecto divino conoce infinitas proposiciones más, porque las sabe
todas: pero en aquellas pocas que el intelecto humano conoce, creo que su conocimiento iguala al
divino en certeza objetiva, porque alcanza a comprender su necesidad, más allá de la cual no puede
existir mayor seguridad”.
4.Nueva imagen del mundo y del ser humano. Se tiende a ver el mundo como una gran maquinaria de
relojería cuyo funcionamiento puede ser conocido si se conocen las piezas de que está formado y las
leyes del movimiento según las cuales se transmiten movimientos por presión, choque o contacto.
Descartes es el máximo representante de esta nueva concepción. Explicará el cuerpo humano en
términos mecanicistas, sin embargo el alma, al tratarse de una entidad espiritual, quedará libre de
estas leyes.
no hizo posible por sí sola la aparición de teorías científicas. Galileo obtuvo sus conocidos resultados
sobre el movimiento rectilíneo uniforme y sobre el movimiento rectilíneo uniformemente acelerado
(caída libre) cuando pudo abstraer de la realidad empírica los rozamientos, irregularidades del terreno
o resistencias del aire, reduciendo mentalmente la naturaleza a un espacio tridimensional vacío donde
los móviles que circulan en él no son afectados esos defectos. Es decir, eliminó mentalmente todo lo
que no fuera numérico o geométrico, matemátizó e idealizó el espacio para que hacer posibles las
demostraciones matemáticas. La experiecia de la que parte Galileo es una experiencia analizada,
descompuesta en términos matemáticos gracias al uso de la razón.
El primer aspecto, el de la observación minuciosa de la naturaleza, fue desarrollado por Francis
Bacon (1561-1626) en su Novum Organum de 1620. Considera, como Descartes, que la ciencia debe
ser algo útil para el ser humano y que para poder dominar a la naturaleza hay que saber obedecerla,
es decir, hay que conocerla. Propuso para conocer a la naturaleza el método inductivo (método que
parte de experiencias particulares para extraer de ellas conclusiones universales) y desarrolló las
condiciones para hacer buenas inducciones, procurando evitar las inducciones precipitadas a partir de
la observación de pocos casos.
Por el contrario, Galileo destacó, como hemos visto, el aspecto racional, la confección de
esquemas matemáticos a los que sometemos los fenómenos naturales. Su método, que el llamó
“resolutivo-compositivo” -el precedente del actual método científico o método hipotético-deductivo-
consta de los siguientes pasos:
● resolución o análisis: análisis o descomposición del fenómeno, dejando fuera de nuestra
consideración aquellos aspectos que no sean matematizables o cuantificables. Se toma en
consideración tan solo aquello que sea susceptible de medición.
● Composición o síntesis. Elaboración de una hipótesis suponiendo una relación entre algunos
de los elementos cuantificables analizados anteriormente y expresando esa relación en
términos matemáticos. Por tanto la relación representa una proporción entre números o figuras
geométricas.
● De estas hipótesis se deducen consecuencias que deberán ser válidas para fenómenos
futuros.
● Verificación de las consecuencias deducidas. Contrastación de las previsiones matemáticas
con la experiencia a través del experimento. Lo que Galileo desdeña es el recurso a la
experiencia ingenua, no al experimento controlado en que el investigador pone a prueba una
hipótesis matemática proyectada por la razón.
La existencia de estos dos aspectos del método científico, el empírico y el racional, hará
posible la aparición de dos formas diferentes de filosofía. Mientras que en Inglaterra, bajo la
influencia de Bacon, se va a desarrollar el Empirismo, en el continente europeo van a surgir
sistemas filosóficos racionalistas que han tomado la matemática como modelo del saber.
Descartes es el fundador del Racionalismo. El Racionalismo se caracteriza por conceder la primacía a
la razón para alcanzar la verdad, y sostiene como principio básico que nuestros conocimientos
verdaderos de la realidad tienen su origen y fundamento en la razón. Siguiendo el modelo de las
matemáticas, los racionalistas establecen como ideal del conocimiento “el sistema deductivo”.
Recordemos que la deducción es un razonamiento que alcanza una conclusión necesaria a partir de
unas proposiciones primeras y generales. Si estas proposiciones son verdaderas, la conclusión
también lo será. La pretensión de los racionalistas será, pues, partir de unos principios universales,
absolutos y evidentes de por sí, y deducir de ellos el resto de verdades, lo cual no significa un rechazo
total de la experiencia.
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El problema que tendrán que resolver será el de establecer el origen de estas ideas y principios.
Como se verá más adelante, el Racionalismo afirmará que el entendimiento posee esos principios en
sí mismo como ideas innatas, aunque con ello no quieren decir que el ser humano nazca ya
consciente de esas ideas, sino que son ideas connaturales a la razón, ya que ésta posee una
predisposición natural a albergarlas.
5.- Descartes se siente legitimado para hacer lo anterior porque asume determinados supuestos:
a) Unidad de razón (hablar también del funcionamiento de la misma).
b) Unidad de saber
c) Unidad de método
6.- El mismo filósofo racionalista se refiere a estos supuestos mediante la metáfora del árbol de la
ciencia que los relaciona conjuntamente.
7.- La aplicación del método al resto de la ciencias empieza con la metafìsica y conducirá a la
identificación de los tres principios sobre los que descansa el edificio del saber que ha proyectado el
filósofo, las raíces del árbol de la ciencia. Esta empresa la acomete ya en la parte IV del Discurso del
Método.
8.- El proceso de deducción de los tres principios según el método cartesiano requiere una primera
verdad a partir de la cual deducir el resto. Para encontrar esta primera verdad, el autor someterá
todas sus ideas previas a duda para ver cuáles de ellas han sido introducidas por la razón y por tanto
son verdaderas y cuáles no.
9.- Pronto encontrará una primera verdad inmune a toda duda, el cógito.
9.- Analiza esta primera verdad y se da cuenta que en ella puede encontrar el criterio de certeza, el
prototipo de toda verdad futura: toda idea que sea igual de evidente que esta ser igualmente
verdadera. Aunque este criterio no tendrá absoluta garantía hasta que no se demuestre la existencia
de dios.
10.- Llegado a este punto, el autor hace balance de aquello con lo que cuenta y de lo que puede
afirmar sin miedo a equivocarse: un método, una primera verdad (su yo o alma, la sustancia
pensante) y el criterio para descubrir otras verdades (la evidencia), pero no ha demostrado todavía
que exista la realidad extramental, ni siquiera que exista su cuerpo ya que éste es diferente de su yo y
forma parte de lo que denominará sustancia extensa.
11. Para poder salir de simismo (abandonar el solipsismo en el que había caído: solo existe el yo y
sus ideas) el autor racionalista necesita demostrar la existencia de dios para que este se convierta en
el puente hacia la realidad. Esto lo hace mediante tres argumentaciones: la cosmológica o de
causalidad, la gnoseológica y la ontológica.
12.- Una vez demostrada la existencia de este segundo principio, el autor afirmará que de ellos (alma-
yo y dios) tenemos una certeza metafísica muy superior a la simple certeza moral que obtenemos de
nuestros sentidos a través de la imaginación.
13.- Gracias a la teoría de la veracidad divina podemos estar seguros entonces de que cuando
pensamos con absoluta evidencia que algo es verdadero lo es. Dios, que es nuestro creador, no
puede habernos hecho de tal modo que precisamente cuando estamos seguros de algo sea cuando
nos equivocamos. Se descarta la existencia de un genio maligno. Dios se convierte en garante del
criterio de certeza cartesiano.
14.- De modo que cuando percibimos que el mundo existe, este debe existir. ¿Pero qué garantiza la
veracidad divina?. La veracidad divina garantiza la evidencia, el criterio de certeza, pero ¿el criterio de
certeza garantiza cualquier conocimiento del mundo exterior?. No, el criterio de certeza solo garantiza
la veracidad del conocimiento de lo “extenso”, de aquello que puede ser objetivado, matematizado,
medido, pesado. De aquello que tiene anchura, altura, de lo que podemos extraer un conocimiento
matemático. No garantiza la existencia de las cualidades secundarias, porque estas son subjetivas y
no pueden expresarse a través de magnitudes. Dicho de otro modo, la realidad extensa es aquella
que puede ser “entendida”, “pensada” según la más pura tradición pitagórico-platónica que encuentra
también su continuidad en Descartes y Galileo.
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15.- Ahora ya, despejadas todas las dudas y fundamentada la posibilidad del conocimiento
matemático del mundo, tal y como lo entiende la física clásica, el filósofo puede dedicarse a
desarrollar ese conocimiento, su física determinista que constituye el tronco del árbol de la ciencia.
16.- Acaba así la búsqueda y demostración de los tres principios de la metafísica cartesiana, empresa
que había emprendido al principio de la parte cuarta mediante la aplicación del método descubierto en
la parte segunda.
17.- De modo que podemos decir que para el filósofo racionalista la realidad presenta la siguiente
estructura: Sustancia extensa o mundo, sustancia pensante (yo o alma) y sustancia perfecta o infinita
(dios).
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Además, si aceptamos los dos supuestos anteriores, a saber, que la razón es única y el saber
también, no hay ningún inconveniente en admitir un tercero: el de la unidad de método. Así, es
necesario que la filosofía siga este mismo estilo argumentativo: partiendo de la intuición de verdades
absolutamente evidentes, deducir el resto de verdades que la mente no ve con inmediatez que son
ciertas. De igual modo que la verdad matemática, la verdad filosófica sólo será alcanzable si
renunciamos al engaño de nuestros sentidos, si prescindimos de lo sensible y recurrimos a lo
inteligible: sólo el entendimiento es capaz de alcanzar la verdad.
“En fin, despiertos o dormidos no debemos dejarnos persuadir nunca si no es por la evidencia de la
razón. Y adviértase que digo de la razón, no de la imaginación o de los sentidos”. (Discurso del
Método., IV)
El método Cartesiano
Teniendo muy presentes los supuestos anteriores, Descartes procede a elaborar su método, que
define como
“…entiendo por método reglas ciertas y fáciles, mediante las cuales el que las observe
exactamente no tomará nunca nada falso por verdadero, y, no empleando inútilmente ningún
esfuerzo de la mente; sino aumentando siempre gradualmente su ciencia, llegará al
conocimiento verdadero de todo aquello que es capaz”. (Reglas para la dirección del espíritu)
Como es conocido, las reglas que formula Descartes son las siguientes:
● Evidencia: Es la primera y más importante de las reglas del método. Consiste en aceptar como
verdadero sólo aquello que se presente con “claridad y distinción”, es decir, con evidencia. Es
el ejercicio de la intuición.
● El análisis (“resolución”): es el método de investigación consistente en dividir cada una de las
dificultades que encontramos en tantas partes como se pueda hasta llegar a los elementos
más simples, elementos cuya verdad es posible establecer mediante un acto de intuición.
● Síntesis o método de la composición: consiste en proceder con orden en nuestros
pensamientos, pasando desde los objetos más simples y fáciles de conocer hasta el
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Duda metódica:
El primer problema que se le plantea es cómo encontrar las verdades absolutamente ciertas sobre las
cuales no sea posible dudar en absoluto, que permitan fundamentar el edificio del conocimiento
verdadero con absoluta garantía. El primer momento de este proceso de búsqueda del conocimiento
verdadero y de su método consiste en la llamada duda metódica que supone revisar todo lo que
creemos y rechazar todo aquello de lo que inicialmente sea posible dudar.
Descartes nos propone tres motivos para dudar:
1.Poca fiabilidad de los sentidos: Si a veces los sentidos nos engañan, ¿qué seguridad tenemos,
entonces, de que no nos engañan siempre?. El conocimiento ofrecido por los sentidos no es
absolutamente verdadero.
2.La dificultad para distinguir la vigilia del sueño: En ocasiones tenemos sueños tan reales que los
tomamos por efectivamente reales y solo al despertar nos damos cuenta que eran sueños. Si el
motivo anterior nos hacía dudar de que las cosas fueran como las percibimos, este nuevo motivo nos
permite dudar incluso de la existencia de las cosas mismas.
3.Hipótesis del genio maligno engañador. El tercer motivo de la duda es aún más radical y extremo,
tanto que el propio filósofo le llama “duda hiperbólica”. Consiste en suponer que no hay un verdadero
Dios fuente de toda verdad sino cierto genio maligno, que pone todo su interés en engañarme. Este
tercer motivo de duda afecta a las verdades matemáticas mismas ya que éstas tampoco resisten la
duda generada por esta hipótesis.
En cualquier caso, los rasgos básicos de la duda metódica son los siguientes:
Es metódica y no escéptica: con ello se quiere decir que no hay que confundirla con las dudas del
escepticismo como movimiento filosófico al que nos referíamos más arriba. Incluso, en su época
había en Francia escépticos que creían imposible el conocimiento. Sin embargo Descartes emplea la
duda precisamente para superar este escepticismo y tiene como objetivo encontrar una proposición
que resista absolutamente cualquier duda imaginable. Además, la duda es una consecuencia de la
primera regla del método: debo admitir como verdadero sólo aquello que no ofrezca duda, que se
presente ante mi mente con absoluta claridad y distinción y por lo tanto con evidencia.
Es universal: pone en cuestión absolutamente todos los conocimientos, tanto los de sentido común y
los basados en la percepción como los que tienen su origen en la investigación científica, incluida la
propia matemática. El único tipo de creencias que no cuestiona expresamente es el relativo a las
verdades religiosas: cuestiona la legitimidad de los sentidos y de la razón pero no trata explícitamente
de la legitimidad de la fe y la revelación.
La duda propiamente no descubre verdades nuevas, verdades en las que no creyese al principio,
antes de usar la duda metódica; antes de la duda creía en la veracidad de la matemática, de los
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Primera verdad:
La duda metódica no lleva a Descartes al escepticismo como hemos dicho. Por el contrario, será de la
duda radical, precisamente, de donde extraerá la primera certeza absoluta: la existencia del sujeto
que piensa, verdad que expresa en su célebre formulación: “Pienso, luego existo”.
El cogito (“cogito ergo sum”) es la primera verdad en el orden del conocimiento en dos sentidos: por
una parte porque es la primera verdad a la que llegamos cuando hacemos uso de la duda metódica, y
en segundo lugar porque a partir de ella podemos fundamentar todas las demás. Viene a ser el
axioma básico a partir del cual desarrollar toda la filosofía como un sistema de conocimiento
absolutamente fundamentado.
Es conveniente tener presente las siguientes aclaraciones:
Aunque el filósofo francés presenta este conocimiento en forma inferencial (“luego…”) no hay que
creer que llega a esta verdad a partir de una argumentación o demostración. El “cogito, ergo sum” es
una intuición, es decir, una evidencia intuitiva, un acto mental que capta una realidad (idea) con
claridad y distinción. Descartes entiende por intuición “un concepto de la mente pura y atenta, tan fácil
y distinto que no queda duda ninguna sobre lo que pensamos” o también “ Si fuese el resultado de
una demostración no sería la primera verdad.
Una idea es clara cuando está presente y manifiesta a una mente atenta. Si sólo aceptásem os como
verdadero aquello que se presenta con claridad, nunca nos equivocaríamos. Distinta es aquella idea
que aparece en mi consciencia bien delimitada en sus contornos, sin mezclar con ninguna otra.
Por otra parte, es preciso tener cuidado con la palabra “pienso” que para Descartes tiene un
significado muy genérico y viene a ser sinónima de acto mental, o vivencia o estado mental o
contenido psíquico. Todo acto mental como tal presenta la característica de ser indudable, ninguno de
ellos puede ser falso, aunque lo sea su contenido. Por tanto igual valdría decir “recuerdo, luego
existo”, “imagino, luego existo”, “deseo, luego existo”, “sufro, luego existo”, que decir “pienso luego
existo”.
Criterio de verdad:
Pero el cogito es algo más que la primera verdad: es también el modelo o prototipo de toda futura
verdad. O lo que es lo mismo, con el cogito descubre la primera verdad y también el criterio general
de certeza. En la proposición “pienso, luego existo” no hay nada que asegure su verdad excepto que
se ve con claridad que para pensar es necesario existir. Por eso podemos tomar como regla general
que “las cosas que concebimos más claras y más distintamente son todas verdaderas”.
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2 ya que yo no soy perfecto, debo haber sido creado por alguien que es, además de la realidad
objetiva de la idea de perfección que hay en mí, también la causa de mi ser compuesto.
(Argumento cosmológico)
Con las argumentaciones anteriores se llega a la conclusión de que la naturaleza de Dios incluye
todas las perfecciones de las que yo carezco y que, por tanto, este ser debe existir. Si no existiera no
sería tan perfecto, ya que le faltaría la existencia. Este es el conocido argumento ontológico. En lo
esencial, este argumento mantiene que concebir a Dios es casi la misma cosa que concebir que
existe ya que en la idea de Dios está concebida su existencia, del mismo modo que en la en la idea
de triángulo está el que la suma de los tres ángulos internos sea igual a dos rectos.
“…mientras que, volviendo a examinar la idea que yo tenía de un ser perfecto, encontraba que
la existencia estaba comprendida en ella, del mismo modo que está en la del triángulo que sus
tres lados sean iguales a dos rectos, o en la de una esfera que todas sus partes son
igualmente distantes de su centro, o aún más evidentemente; y que, por consiguiente, es por
lo menos tan cierto que Dios, que es ese ser perfecto, es o existe, como cualquier
demostración de la geometría lo pueda ser”. (Discurso del Método, IV)
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Materiales de Descartes pacoPRoFeBLoG
En definitiva, los sentidos ni nos engañan ni nos enseñan nada sobre la verdad. Es necesaria la razón
para captar la estructura inteligible de la realidad de un modo muy parecido a como afirmara Galileo.
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Materiales de Descartes pacoPRoFeBLoG
5.4. DESCARTES:
Discurso del Método. II, IV (Trad. G. Quintas Alonso). Ed. Alfaguara.
Madrid. 1981, pp. 14-18, 24-30.
SEGUNDA PARTE
Pero al igual que un hombre que camina solo y en la oscuridad, tomé la resolución de avanzar tan
lentamente y de usar tal circunspección en todas las cosas que aunque avanzase muy poco, al menos
me cuidaría al máximo de caer. Por otra parte, no quise comenzar a rechazar por completo algunas
de las opiniones que hubiesen podido deslizarse durante otra etapa de mi vida en mis creencias sin
haber sido asimiladas en la virtud de la razón, hasta que no hubiese empleado el tiempo suficiente
para completar el proyecto emprendido e indagar el verdadero método con el fin de conseguir el
conocimiento de todas las cosas de las que mi espíritu fuera capaz.
Había estudiado un poco, siendo más joven, la lógica de entre las partes de la filosofía; de las
matemáticas el análisis de los geómetras y el álgebra. Tres artes o ciencias que debían contribuir en
algo a mi propósito. Pero habiéndolas examinado, me percaté que en relación con la lógica, sus
silogismos y la mayor parte de sus reglas sirven más para explicar a otro cuestiones ya conocidas o,
también, como sucede con el arte de Lulio, para hablar sin juicio de aquellas que se ignoran que para
llegar a conocerlas. Y si bien la lógica contiene muchos preceptos verdaderos y muy adecuados, hay,
sin embargo, mezclados con estos otros muchos que o bien son perjudiciales o bien superfluos, de
modo que es tan difícil separarlos como sacar una Diana o una Minerva de un bloque de mármol aún
no trabajado. Igualmente, en relación con el análisis de los antiguos o el álgebra de los modernos,
además de que no se refieren sino a muy abstractas materias que parecen carecer de todo uso, el
primero está tan circunscrito a la consideración de las figuras que no permite ejercer el entendimiento
sin fatigar excesivamente la imaginación. La segunda está tan sometida a ciertas reglas y cifras que
se ha convertido en un arte confuso y oscuro capaz de distorsionar el ingenio en vez de ser una
ciencia que favorezca su desarrollo. Todo esto fue la causa por la que pensaba que era preciso
indagar otro método que, asimilando las ventajas de estos tres, estuviera exento de sus defectos. Y
como la multiplicidad de leyes frecuentemente sirve para los vicios de tal forma que un Estado está
mejor regido cuando no existen más que unas pocas leyes que son minuciosamente observadas, de
la misma forma, en lugar del gran número de preceptos del cual está compuesta la lógica, estimé que
tendría suficiente con los cuatro siguientes con tal de que tomase la firme y constante resolución de
no incumplir ni una sola vez su observancia.
El primero consistía en no admitir cosa alguna como verdadera si no se la había conocido
evidentemente como tal. Es decir, con todo cuidado debía evitar la precipitación y la prevención,
admitiendo exclusivamente en mis juicios aquello que se presentara tan clara y distintamente a mi
espíritu que no tuviera motivo alguno para ponerlo en duda.
El segundo exigía que dividiese cada una de las dificultades a examinar en tantas parcelas como
fuera posible y necesario para resolverlas más fácilmente.
El tercero requería conducir por orden mis reflexiones comenzando por los objetos más simples y más
fácilmente cognoscibles, para ascender poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más
complejos, suponiendo inclusive un orden entre aquellos que no se preceden naturalmente los unos a
los otros.
19
Materiales de Descartes pacoPRoFeBLoG
Según el último de estos preceptos debería realizar recuentos tan completos y revisiones tan amplias
que pudiese estar seguro de no omitir nada.
Las largas cadenas de razones simples y fáciles, por medio de las cuales generalmente los
geómetras llegan a alcanzar las demostraciones más difíciles, me habían proporcionado la
ocasión de imaginar que todas las cosas que pueden ser objeto del conocimiento de los
hombres se entrelazan de igual forma y que, absteniéndose de admitir como verdadera alguna
que no lo sea y guardando siempre el orden necesario para deducir unas de otras, no puede
haber algunas tan alejadas de nuestro conocimiento que no podamos, finalmente, conocer ni
tan ocultas que no podamos llegar a descubrir. No supuso para mi una gran dificultad el decidir Commented [1]: pacoteje:
Examen nº 1
por cuales era necesario iniciar el estudio: previamente sabía que debía ser por las más simples y las
más fácilmente cognoscibles. Y considerando que entre todos aquellos que han intentado buscar la
verdad en el campo de las ciencias, solamente los matemáticos han establecido algunas
demostraciones, es decir, algunas razones ciertas y evidentes, no dudaba que debía comenzar por
las mismas que ellos habían examinado. No esperaba alcanzar alguna unidad si exceptuamos el que
habituarían mi ingenio a considerar atentamente la verdad y a no contentarse con falsas razones.
Pero, por ello, no llegué a tener el deseo de conocer todas las ciencias particulares que comúnmente
se conocen como matemáticas, pues viendo que aunque sus objetos son diferentes, sin embargo, no
dejan de tener en común el que no consideran otra cosa, sino las diversas relaciones y posibles
proporciones que entre los mismos se dan, pensaba que poseían un mayor interés que examinase
solamente las proporciones en general y en relación con aquellos sujetos que servirían para hacer
más cómodo el conocimiento. Es más, sin vincularlas en forma alguna a ellos para poder aplicarlas
tanto mejor a todos aquellos que conviniera. Posteriormente, habiendo advertido que para analizar
tales proporciones tendría necesidad en alguna ocasión de considerar a cada una en particular y en
otras ocasiones solamente debería retener o comprender varias conjuntamente en mi memoria,
opinaba que para mejor analizarlas en particular, debía suponer que se daban entre líneas puesto que
no encontraba nada más simple ni que pudiera representar con mayor distinción ante mi imaginación
y sentidos; pero para retener o considerar varias conjuntamente, era preciso que las diera a conocer
mediante algunas cifras, lo más breves que fuera posible. Por este medio recogería lo mejor que se
da en el análisis geométrico y en el álgebra, corrigiendo, a la vez, los defectos de una mediante los
procedimientos de la otra.
Y como, en efecto, la exacta observancia de estos escasos preceptos que había escogido, me
proporcionó tal facilidad para resolver todas las cuestiones, tratadas por estas dos ciencias,
que en dos o tres meses que empleé en su examen, habiendo comenzado por las más simples
y más generales, siendo, a la vez, cada verdad que encontraba una regla útil con vistas a
alcanzar otras verdades, no solamente llegué a concluir el análisis de cuestiones que en otra
ocasión había juzgado de gran dificultad, sino que también me pareció, cuando concluía este
trabajo, que podía determinar en tales cuestiones en qué medios y hasta dónde era posible
alcanzar soluciones de lo que ignoraba. En lo cual no pareceré ser excesivamente vanidoso si
se considera que no habiendo más que un conocimiento verdadero de cada cosa, aquel que lo
posee conoce cuanto se puede saber. Así un niño instruido en aritmética, habiendo realizado una Commented [2]: pacoteje:
Examen nº 2
suma según las reglas pertinentes puede estar seguro de haber alcanzado todo aquello de que es
capaz el ingenio humano en lo relacionado con la suma que él examina. Pues el método que nos
enseña a seguir el verdadero orden y a enumerar verdaderamente todas las circunstancias de lo que
se investiga, contiene todo lo que confiere certeza a las reglas de la Aritmética.
Pero lo que me producía más agrado de este método era que siguiéndolo estaba seguro de
utilizar en todo mi razón, si no de un modo absolutamente perfecto, al menos de la mejor forma
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Materiales de Descartes pacoPRoFeBLoG
que me fue posible. Por otra parte, me daba cuenta de que la práctica del mismo habituaba
progresivamente mi ingenio a concebir de forma más clara y distinta sus objetos y puesto que
no lo había limitado a materia alguna en particular, me prometía aplicarlo con igual utilidad a
dificultades propias de otras ciencias al igual que lo había realizado con las del Álgebra. Con Commented [3]: pacoteje:
Examen nº 3
esto no quiero decir que pretendiese examinar todas aquellas dificultades que se presentasen en un
primer momento, pues esto hubiera sido contrario al orden que el método prescribe. Pero habiéndome
prevenido de que sus principios deberían estar tomados de la filosofía, en la cual no encontraba
alguno cierto, pensaba que era necesario ante todo que tratase de establecerlos. Y puesto que era lo
más importante en el mundo y se trataba de un tema en el que la precipitación y la prevención eran
los defectos que más se debían temer, juzgué que no debía intentar tal tarea hasta que no tuviese
una madurez superior a la que se posee a los veintitrés años, que era mi edad, y hasta que no
hubiese empleado con anterioridad mucho tiempo en prepararme, tanto desarraigando de mi espíritu
todas las malas opiniones y realizando un acopio de experiencias que deberían constituir la materia
de mis razonamientos, como ejercitándome siempre en el método que me había prescrito con el fin de
afianzarme en su uso cada vez más.
CUARTA PARTE
No sé si debo entreteneros con las primeras meditaciones allí realizadas, pues son tan metafísicas y
tan poco comunes, que no serán del gusto de todos. Y sin embargo, con el fin de que se pueda opinar
sobre la solidez de los fundamentos que he establecido, me encuentro en cierto modo obligado a
referirme a ellas. Hacía tiempo que había advertido que, en relación con las costumbres, es necesario
en algunas ocasiones opiniones muy inciertas tal como si fuesen indudables, según he advertido
anteriormente. Pero puesto que deseaba entregarme solamente a la búsqueda de la verdad, opinaba
que era preciso que hiciese todo lo contrario y que rechazase como absolutamente falso todo aquello
en lo que pudiera imaginar la menor duda, con el fin de comprobar si, después de hacer esto, no
quedaría algo en mi creencia que fuese enteramente indudable. Así pues, considerando que nuestros
sentidos en algunas ocasiones nos inducen a error, decidí suponer que no existía cosa alguna que
fuese tal como nos la hacen imaginar. Y puesto que existen hombres que se equivocan al razonar en
cuestiones relacionadas con las más sencillas materias de la geometría y que incurren en
paralogismos, juzgando que yo, como cualquier otro estaba sujeto a error, rechazaba como falsas
todas las razones que hasta entonces había admitido como demostraciones. Y, finalmente,
considerado que hasta los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos pueden asaltarnos
cuando dormimos, sin que ninguno en tal estado sea verdadero, me resolví a fingir que todas las
cosas que hasta entonces habían alcanzado mi espíritu no eran más verdaderas que las ilusiones de
mis sueños. Pero, inmediatamente después, advertí que, mientras deseaba pensar de este
modo que todo era falso, era absolutamente necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna
cosa. Y dándome cuenta de que esta verdad: pienso, luego soy, era tan firme y tan segura que
todas las extravagantes suposiciones de los escépticos no eran capaces de hacerla tambalear,
juzgué que podía admitirla sin escrúpulo como el primer principio de la filosofía que yo
indagaba. Commented [4]: pacoteje:
Examen nº 4
Posteriormente, examinando con atención lo que yo era, y viendo que podía fingir que carecía de
cuerpo, así como que no había mundo o lugar alguno en el que me encontrase, pero que, por ello, no
podía fingir que yo no era, sino que por el contrario, sólo a partir de que pensaba dudar acerca de
la verdad de otras cosas, se seguía muy evidente y ciertamente que yo era, mientras que, con
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Materiales de Descartes pacoPRoFeBLoG
sólo que hubiese cesado de pensar, aunque el resto de lo que había imaginado hubiese sido
verdadero, no tenía razón alguna para creer que yo hubiese sido, llegué a conocer a partir de
todo ello que era una sustancia cuya esencia o naturaleza no reside sino en pensar y que tal
sustancia, para existir, no tiene necesidad de lugar alguno ni depende de cosa alguna material.
De suerte que este yo, es decir, el alma, en virtud de la cual yo soy lo que soy, es enteramente
distinta del cuerpo, más fácil de conocer que éste y, aunque el cuerpo no fuese, no dejaría de
ser todo lo que es. Commented [5]: pacoteje:
Examen nº 5
Analizadas estas cuestiones, reflexionaba en general sobre todo lo que se requiere para
afirmar que una proposición es verdadera y cierta, pues, dado que acababa de identificar una
que cumplía tal condición, pensaba que también debía conocer en qué consiste esta certeza. Y
habiéndome percatado que nada hay en pienso, luego soy que me asegure que digo la verdad,
a no ser que yo veo muy claramente que para pensar es necesario ser, juzgaba que podía
admitir como regla general que las cosas que concebimos muy clara y distintamente son todas
verdaderas; no obstante, hay solamente cierta dificultad en identificar correctamente cuáles
son aquellas que concebimos distintamente. Commented [6]: pacoteje:
Examen nº 6
A continuación, reflexionando sobre que yo dudaba y que, en consecuencia, mi ser no era
omniperfecto pues claramente comprendía que era una perfección mayor el conocer que el dudar,
comencé a indagar de dónde había aprendido a pensar en alguna cosa más perfecta de lo que yo era;
conocí con evidencia que debía ser en virtud de alguna naturaleza que realmente fuese más perfecta.
En relación con los pensamientos que poseía de seres que existen fuera de mi, tales como el cielo, la
tierra, la luz, el calor y otros mil, no encontraba dificultad alguna en conocer de dónde provenían pues
no constatando nada en tales pensamientos que me pareciera hacerlos superiores a mi, podía estimar
que si eran verdaderos, fueran dependientes de mi naturaleza, en tanto que posee alguna perfección;
si no lo eran, que procedían de la nada, es decir, que los tenía porque había defecto en mi. Pero no
podía opinar lo mismo acerca de la idea de un ser más perfecto que el mío, pues que
procediese de la nada era algo manifiestamente imposible y puesto que no hay una
repugnancia menor en que lo más perfecto sea una consecuencia y esté en dependencia de lo
menos perfecto, que la existencia en que algo proceda de la nada, concluí que tal idea no podía
provenir de mí mismo. De forma que únicamente restaba la alternativa de que hubiese sido
inducida en mí por una naturaleza que realmente fuese más perfecta de lo que era la mía y,
también, que tuviese en sí todas las perfecciones de las cuales yo podía tener alguna idea, es
decir, para explicarlo con una palabra que fuese Dios. A esto añadía que, puesto que conocía Commented [7]: pacoteje:
Examen nº 7
algunas perfecciones que en absoluto poseía, no era el único ser que existía (permitidme que use con
libertad los términos de la escuela), sino que era necesariamente preciso que existiese otro ser más
perfecto del cual dependiese y del que yo hubiese adquirido todo lo que tenía. Pues si hubiese
existido solo y con independencia de todo otro ser, de suerte que hubiese tenido por mi mismo todo lo
poco que participaba del ser perfecto, hubiese podido, por la misma razón, tener por mi mismo cuanto
sabía que me faltaba y, de esta forma, ser infinito, eterno, inmutable, omnisciente, todopoderoso y, en
fin, poseer todas las perfecciones que podía comprender que se daban en Dios. Pues siguiendo los
razonamientos que acabo de realizar, para conocer la naturaleza de Dios en la medida en que es
posible a la mía, solamente debía considerar todas aquellas cosas de las que encontraba en mí
alguna idea y si poseerlas o no suponía perfección; estaba seguro de que ninguna de aquellas ideas
que indican imperfección estaban en él, pero sí todas las otras. De este modo me percataba de que la
duda, la inconstancia, la tristeza y cosas semejantes no pueden estar en Dios, puesto que a mi mismo
me hubiese complacido en alto grado el verme libre de ellas. Además de esto, tenía idea de varias
cosas sensibles y corporales; pues, aunque supusiese que soñaba y que todo lo que veía o
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Materiales de Descartes pacoPRoFeBLoG
imaginaba era falso, sin embargo, no podía negar que esas ideas estuvieran verdaderamente en mi
pensamiento. Pero puesto que había conocido en mí muy claramente que la naturaleza
inteligente es distinta de la corporal, considerando que toda composición indica dependencia y
que ésta es manifiestamente un defecto, juzgaba por ello que no podía ser una perfección de
Dios al estar compuesto de estas dos naturalezas y que, por consiguiente, no lo estaba; por el
contrario, pensaba que si existían cuerpos en el mundo o bien algunas inteligencias u otras
naturalezas que no fueran totalmente perfectas, su ser debía depender de su poder de forma
tal que tales naturalezas no podrían subsistir sin él ni un solo momento. Commented [8]: pacoteje:
Examen nº 8
Posteriormente quise indagar otras verdades y habiéndome propuesto el objeto de los geómetras, que
concebía como un cuerpo continuo o un espacio indefinidamente extenso en longitud, anchura y
altura o profundidad, divisible en diversas partes, que podían poner diversas figuras y magnitudes, así
como ser movidas y trasladadas en todas las direcciones, pues los geómetras suponen esto en su
objeto, repasé algunas de las demostraciones más simples. Y habiendo advertido que esta gran
certeza que todo el mundo les atribuye, no está fundada sino que se las concibe con evidencia,
siguiendo la regla que anteriormente he expuesto, advertí que nada había en ellas que me asegurase
de la existencia de su objeto. Así, por ejemplo, estimaba correcto que, suponiendo un triángulo,
entonces era preciso que sus tres ángulos fuesen iguales a dos rectos; pero tal razonamiento
no me aseguraba que existiese triángulo alguno en el mundo. Por el contrario, examinando de
nuevo la idea que tenía de un Ser Perfecto, encontraba que la existencia estaba comprendida
en la misma de igual forma que en la del triángulo está comprendida la de que sus tres ángulos
sean iguales a dos rectos o en la de una esfera que todas sus partes equidisten del centro e
incluso con mayor evidencia. Y, en consecuencia, es por lo menos tan cierto que Dios, el Ser
Perfecto, es o existe como lo pueda ser cualquier demostración de la geometría. Commented [9]: pacoteje:
Examen nº 9
Pero lo que motiva que existan muchas personas persuadidas de que hay una gran dificultad en
conocerle y, también, en conocer la naturaleza de su alma, es el que jamás elevan su pensamiento
sobre las cosas sensibles y que están hasta tal punto habituados a no considerar cuestión alguna que
no sean capaces de imaginar (como de pensar propiamente relacionado con las cosas materiales),
que todo aquello que no es imaginable, les parece ininteligible. Lo cual es bastante manifiesto en la
máxima que los mismos filósofos defienden como verdadera en las escuelas, según la cual nada hay
en el entendimiento que previamente no haya impresionado los sentidos. En efecto, las ideas de Dios
y el alma nunca han impresionado los sentidos y me parece que los que desean emplear su
imaginación para comprenderlas, hacen lo mismo que si quisieran servirse de sus ojos para oír los
sonidos o sentir los olores. Existe aún otra diferencia: que el sentido de la vista no nos asegura menos
de la verdad de sus objetos que lo hacen los del olfato u oído, mientras que ni nuestra imaginación ni
nuestros sentidos podrían asegurarnos cosa alguna si nuestro entendimiento no interviniese.
En fin, si aún hay hombres que no están suficientemente persuadidos de la existencia de Dios
y de su alma en virtud de las razones aducidas por mí, deseo que sepan que todas las otras
cosas, sobre las cuales piensan estar seguros, como de tener un cuerpo, de la existencia de
astros, de una tierra y cosas semejantes, son menos ciertas. Pues, aunque se tenga una
seguridad moral de la existencia de tales cosas, que es tal que, a no ser que se peque de
extravagancia, no se puede dudar de las mismas, sin embargo, a no ser que se peque de falta
de razón, cuando se trata de una certeza metafísica, no se puede negar que sea razón
suficiente para no estar enteramente seguro el haber constatado que es posible imaginarse de
igual forma, estando dormido, que se tiene otro cuerpo, que se ven otros astros y otra tierra,
sin que exista ninguno de tales seres. Pues ¿cómo podemos saber que los pensamientos tenidos Commented [10]: pacoteje:
Examen nº 10
en el sueño son más falsos que los otros, dado que frecuentemente no tienen vivacidad y claridad
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Materiales de Descartes pacoPRoFeBLoG
menor? Y aunque los ingenios más capaces estudien esta cuestión cuanto les plazca, no creo
puedan dar razón alguna que sea suficiente para disipar esta duda, si no presuponen la
existencia de Dios. Pues, en primer lugar, incluso lo que anteriormente he considerado como
una regla (a saber: que lo concebido clara y distintamente es verdadero) no es válido más que
si Dios existe, es un ser perfecto y todo lo que hay en nosotros procede de él. De donde se
sigue que nuestras ideas o nociones, siendo seres reales, que provienen de Dios, en todo
aquello en lo que son claras y distintas, no pueden ser sino verdaderas. De modo que, si bien
frecuentemente poseemos algunas que encierran falsedad, esto no puede provenir sino de
aquellas en las que algo es confuso y oscuro, pues en esto participan de la nada, es decir, que
no se dan en nosotros sino porque no somos totalmente perfectos. Es evidente que no existe Commented [11]: Examen nº 11
una repugnancia menor en defender que la falsedad o la imperfección, en tanto que tal, procedan de
Dios, que existe en defender que la verdad o perfección proceda de la nada. Pero si no conocemos
que todo lo que existe en nosotros de real y verdadero procede de un ser perfecto e infinito, por claras
y distintas que fuesen nuestras ideas, no tendríamos razón alguna que nos asegurara de que tales
ideas tuviesen la perfección de ser verdaderas.
Por tanto, después de que el conocimiento de Dios y el alma nos han convencido de la certeza de
esta regla, es fácil conocer que los sueños que imaginamos cuando dormimos, no deben en forma
alguna hacernos dudar de la verdad de los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos.
Pues, si sucediese, inclusive durmiendo, que se tuviese alguna idea muy distinta como, por ejemplo,
que algún geómetra lograse alguna nueva demostración, su sueño no impediría que fuese verdad. Y
en relación con el error más común de nuestros sueños, consistente en representamos
diversos objetos de la misma forma que la obtenida por los sentidos exteriores, carece de
importancia el que nos dé ocasión para desconfiar de la verdad de tales ideas, pues pueden
inducirnos a error frecuentemente sin que durmamos como sucede a aquellos que padecen de
ictericia que todo lo ven de color amarillo o cuando los astros u otros cuerpos demasiado
alejados nos parecen de tamaño mucho menor del que en realidad poseen. <> Pues, bien, Commented [12]: pacoteje:
Examen nº 12
estemos en estado de vigilia o bien durmamos, jamás debemos dejarnos persuadir sino por la
evidencia de nuestra razón. Y es preciso señalar, que yo afirmo, de nuestra razón y no de
nuestra imaginación o de nuestros sentidos, pues aunque vemos el sol muy claramente no
debemos juzgar por ello que no posea sino el tamaño con que lo vemos y fácilmente podemos
imaginar con cierta claridad una cabeza de león unida al cuerpo de una cabra sin que sea
preciso concluir que exista en el mundo una quimera, pues la razón no nos dicta que lo que
vemos o imaginamos de este modo, sea verdadero. Por el contrario nos dicta que todas
nuestras ideas o nociones deben tener algún fundamento de verdad, pues no sería posible que
Dios, que es sumamente perfecto y veraz, las haya puesto en nosotros careciendo del mismo. Commented [13]: pacoteje:
Examen nº 13
Y puesto que nuestros razonamientos no son jamás tan evidentes ni completos durante el sueño
como durante la vigilia, aunque algunas veces nuestras imágenes sean tanto o más vivas y claras, la
razón nos dicta igualmente que no pudiendo nuestros pensamientos ser todos verdaderos, ya que
nosotros no somos omniperfectos, lo que existe de verdad debe encontrarse infaliblemente en
aquellos que tenemos estando despiertos más bien que en los que tenemos mientras soñamos.
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Materiales de Descartes pacoPRoFeBLoG
Parte II
Nos habla de su método, inspirado en las matemáticas, de los supuestos del proyecto
emprendido de encontrar la verdad y de la aplicación de las reglas de su método a las
matemáticas.
Descartes pretende analizar todas la opiniones y creencias que hasta ahora ha recibido para
comprobar mediante su razón si son o no verdaderas. Esto exige actuar con mucha prudencia y
contar con un método que le ayude al determinar si sus opiniones son ciertas. Hasta lograrlo nuestro
autor no rechazará ninguna opinión ni admitirá nuevos conocimientos.
Descartes elabora su método utilizando elementos de la lógica y las matemáticas. En todas ellas
encuentra defectos y dificultades por eso se propone encontrar un método que “asimilando las
ventajas de estos tres, estuviera exento de sus defectos”
Este método constará sólo de cuatro reglas. Mejor pocas y tomar la determinación de seguirlas
siempre.
La primera regla es la evidencia. La razón encuentra la evidencia cuando percibe con claridad y
distinción.
Cuando nos encontramos ante una cuestión compleja cuya verdad no sea evidente deberemos usar
la segunda regla a, a saber, el análisis. Esto supone dividir la dificultad en tantas cuestiones simples
como sea necesario para que puedan ser intuidas.
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Materiales de Descartes pacoPRoFeBLoG
La tercera regla o regla de la síntesis permite a la razón ascender desde los elementos simples a
otros elementos cuya verdad depende de los primeros. En definitiva esta regla nos permite descifrar lo
no evidente de modo inmediato y finalmente conocerlo.
Por último, la enumeración impone un repaso y recuento de los pasos dados en el análisis y en la
síntesis.
Las reglas del análisis, de la síntesis y de la enumeración regulan el funcionamiento de la deducción,
mientras que la evidencia regula el funcionamiento de la intuición.
A continuación se refiere a los supuestos del proyecto que ha emprendido y que no es otro que la
búsqueda de la verdad a través de un método adecuado. Los supuestos a los que nos referimos son
la unidad de la razón ( ya que es la misma en todos nosotros y única, se aplique a la materia que se
aplique) y la unidad del saber o conocimiento adquirido a través de ella. Según este segundo
supuesto, todas las ciencias no son sino manifestaciones de un saber único. Por último, si tenemos en
cuenta los dos supuestos anteriores, podemos afirmar que el método utilizado en todas las ciencias
puede ser el mismo. Este método será, precísamente, aquel que ha obtenido tan buenos resultados,
el matemático o deductivo.
Es necesario empezar a aplicar estos principios a las ciencias y decide hacerlo en aquel campo que
ha “logrado establecer algunas demostraciones”, las matemáticas. Para el estudio de las mismas,
tiene en cuenta que todas tienen algo de particular, pero que también todas tienen algo en común. Por
eso decide centrarse en esto segundo, es decir, en lo que tienen en común. A continuación afirma que
lo que todas tienen en común es la consideración de “las diversas relaciones y posibles proporciones”
sin tomar en cuenta los objetos a los que se aplican, es decir, sin vincular o interpretar estas
relaciones y proporciones. En definitiva, lo que se propone el filósofo-matemático es estudiar las
proporciones y relaciones entre magnitudes independientemente de los objetos a los que pertenezcan
esas magnitudes.
“Es más, sin vincularlas en forma alguna a ellos para poder aplicarlas tanto mejor a todos
aquellos que conviniera”.
“darlas a conocer mediante algunas cifras lo más breves que fuera posible”,
permiten representar y simplificar relaciones entre dimensiones. Uniendo ambas cosas Descartes
descubre la Geometría Analítica que dota a la geometría de procedimientos algebráicos y otorga un
significado a las operaciones de álgebra a través de una interpretación geométrica.
Los éxitos obtenidos con la geometría y el álgebra demuestran que el método es bueno y fecundo y
por tanto se propone aplicarlo para resolver las dificultades de otras ciencias.
Antes de la aplicación a otras ciencias el autor considera necesario establecer los principios de
todas ellas, principios que deberán ser tomados de la filosofía, entendida ahora como metafísica
(fundante) o ciencia de los primeros principios. Esto es lo que hará en la parte IV
Parte IV
Se propone fundamentar el edificio del conocimiento, el arbol de la ciencia, encontrando o
identificando sus primeros principios, sus primeras certezas. Descartes es consciente de que
este empeño es difícil y de carácter metafísico.
Aunque propiamente hablando el primer principio (“la primera verdad que buscaba”, dirá) es el
cógito o yo, ya que los otros se deducen de él, es corriente considerar al yo, Dios y mundo
como los primeros principios.
Descartes aplica el método inicialmente sólo a lo teórico y no a las costumbres o ámbito moral porque
mientras encuentra las verdades que busca no puede dejar de vivir y tal vez, aunque no lo reconoce
así, por miedo a las presiones de la
iglesiahttps://docs.google.com/document/d/1U9GbieoNTB5BnYe4QVOXy9EJGRt1TAGAY9yf6N-
kV_Y/edit#https://docs.google.com/document/d/1U9GbieoNTB5BnYe4QVOXy9EJGRt1TAGAY9yf6N-
kV_Y/edit# católica.
Decide buscar la verdad poniendo a duda todos los conocimientos para ver si así encuentra alguno
inmune a toda duda, es decir, indudable.
Siguiendo este procedimiento encuentra diferentes motivos para dudar o diferentes niveles de duda:
● falacia de los sentidos
● errores de la razón (paralogismos)
● Imposibilidad de distinción entre la vigilia y el sueño
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Materiales de Descartes pacoPRoFeBLoG
nº 4. Primera verdad
Inmediatamente aparece la primera verdad, el yo, concebida con claridad y distinción y por
tanto evidente, cierta. Esta primera verdad es asumida como el primer principio de la
filosofía.
nº 6. El criterio de certeza
Una vez que ha encontrado una primera verdad, se propone usarla para descubrir otras:
como regla general, considerará verdad lo que conciba con la misma claridad y ditinción que
esta primera, el cógito.
Ahora se dispone a demostrar la verdad del segundo principio, Dios, mediante tres argumentos y
el recurso a la idea de perfección.
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Materiales de Descartes pacoPRoFeBLoG
2.- Siguiendo este proceso percibe con evidencia (o más bien retoma
esta evidencia porque ya la había demostrado) que existe una
composición sustancial (composición de "dos naturalezas") en el ser
humano.
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Materiales de Descartes pacoPRoFeBLoG
Una demostración evidente es verdadera aunque el geómetra la descubra durmiendo. Sin embargo, la
viveza de los sueños no debe preocuparnos (nos preocupa porque cuando son muy vivaces parecen
reales, y al despertar y comprobar que no lo son, este hecho nos hace dudar de las percepciones
sensibles que tenemos cuando estamos despiertos) porque ella (la viveza) no es un criterio de verdad
ni siquiera cuando usamos los sentidos estando despiertos.
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Materiales de Descartes pacoPRoFeBLoG
es.
Por otra parte, los razonamientos más claros los tenemos mientras estamos despiertos.
● La falacia de los sentidos: aunque seguimos sin poder fiarnos de ellos, afortunadamente
quien decide sobre la verdad de lo que procede de ellos es la razón. Y si ésta considera que
algo es claro y distinto, lo será.
● Genio maligno engañador: descartado gracias a la teoría de la veracidad divina. No es
posible que yo viva engañado pensando que lo que concibo con claridad y distinción es
verdadero y no lo sea porque eso atenta contra la teoría de la veracidad divina. Dios no
puede ser un engañador.
● Imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño: Da lo mismo estar despiertos o dormidos,
la evidencia de una demostración es una evidencia estemos despiertos o dormidos.
Además, la evidencias más auténticas (mayor claridad y distinción) se dan durante la vigilia.
● Paralogismos de la razón: La razón en sí misma es infalible porque procede de Dios, que
es mi creador y autor de todo lo bueno que hay en mi, así que si me equivoco será cosa
mía, no de la razón. Debo evitar entonces la precipitación y estar atento para usarla como
debo.
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Materiales de Descartes pacoPRoFeBLoG
alguna material. De suerte que este yo, es decir, el alma, en virtud de la cual yo soy lo que soy, es
enteramente distinta del cuerpo, más fácil de conocer que éste y, aunque el cuerpo no fuese, no
dejaría de ser todo lo que es”. R. DESCARTES, Discurso del Método, IV.
El criterio de certeza:
“Analizadas estas cuestiones, reflexionaba en general sobre todo lo que se requiere para afirmar que
una proposición es verdadera y cierta, pues, dado que acababa de identificar una que cumplía tal
condición, pensaba que también debía conocer en qué consiste esta certeza. Y habiéndome
percatado que nada hay en pienso, luego soy que me asegure que digo la verdad, a no ser que yo
veo muy claramente que para pensar es necesario ser, juzgaba que podía admitir como regla general
que las cosas que concebimos muy clara y distintamente son todas verdaderas; no obstante, hay
solamente cierta dificultad en identificar correctamente cuáles son aquellas que concebimos
distintamente”. R. DESCARTES, Discurso del Método, IV.
las cuales piensan estar seguros, como de tener un cuerpo, de la existencia de astros, de una tierra y
cosas semejantes, son menos ciertas. Pues, aunque se tenga una seguridad moral de la existencia de
tales cosas, que es tal que, a no ser que se peque de extravagancia, no se puede dudar de las
mismas, sin embargo, a no ser que se peque de falta de razón, cuando se trata de una certeza
metafísica, no se puede negar que sea razón suficiente para no estar enteramente seguros el haber
constatado que es posible imaginarse de igual forma, estando dormido, que se tiene otro cuerpo, que
se ven otros astros y otra tierra sin que existan ninguno de tales seres. R. Descartes: Discurso del
método.
Una vez garantizado por Dios el criterio de certeza, la evidencia de nuestra razón tiene validez
incluso si estamos dormidos
Y en relación con el error más común de nuestros sueños, consistente en representamos diversos
objetos de la misma forma que la obtenida por los sentidos exteriores, carece de importancia el que
nos dé ocasión para desconfiar de la verdad de tales ideas, pues pueden inducirnos a error
frecuentemente sin que durmamos como sucede a aquellos que padecen de ictericia, que todo lo ven
de color amarillo o cuando los astros u otros cuerpos demasiado alejados nos parecen de tamaño
mucho menor del que en realidad poseen. Pues bien, estemos en estado de vigilia o bien durmamos,
sólo debemos dejarnos persuadir por la evidencia de nuestra razón. Descartes, Discurso del Método,
IV.
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ANÁLISIS: Primera regla del método. Consiste en la descomposición de algo en sus elementos
constituyentes. El análisis es uno de los procesos deductivos de la razón.
CADENAS DE RAZONES: se refiere a las razones que encadena el pensamiento humano de manera
deductiva. A su vez, esa deducción sería toda inferencia necesaria a partir de otros hechos que son
conocidas con certeza y cuyas características son: movimiento o sucesión de la mente, dependencia
de la memoria y supone la intuición.
CLARIDAD: Junto con la distinción, uno de los rasgos principales de la evidencia. El conocimiento que
tenemos de las cosas cuando están presentes, manifiestas, ante nuestra mente.
CÓGITO: Literalmente significa “yo pienso”. Básicamente significa dos cosas: la mente propia en el
acto mismo de pensar y la primera verdad: “pienso, luego existo”. Esta es la primera verdad a la que
llegamos cuando hacemos uso de la duda metódica, y a partir de la cual se fundamentarán todas las
demás verdades. El cógito por lo tanto se convertirá en criterio de verdad.
CONOCIMIENTO: Sólo es conocimiento el conocimiento cierto. Conjunto de ideas que están en la
mente y que son percibidas como ciertas (evidentes) por la razón. En el texto puede significar
“conocimiento o saber humano” que vendría a ser el conjunto de saberes o disciplinas que ha
alcanzado el ser humano a lo largo de la historia, (mates….)
CUESTIONES: Materia de estudio de una disciplina que normalmente incluye aspectos que no
hemos resuelto del todo o de cuya verdad no estamos completamente seguros. Sinónimo de
“dificultades” Sobre ellos afirma Descartes haber aplicado su método y haber obtenido excelentes
resultados.
CUERPO: Cualquier sustancia extensa, incluido el cuerpo de los seres vivos. Para explicar los
movimientos voluntarios del ser humano, sus sentidos, deseos… Descartes afirma que el cuerpo
humano y la sustancia pensante están íntimamente unidos en la glándula pineal. (Pero son
independientes uno del otro).DEDUCCIÓN: toda inferencia necesaria a partir de otros hechos que son
conocidos con certeza (hechos que en su origen provienen de una primera intuición). Es un
movimiento o sucesión de la razón, depende de la memoria y supone la intuición.
DIOS: para Descartes, ser perfecto y creador del mundo que existe precisamente porque si nosotros
somos capaces de tener idea de perfección y somos imperfectos, tiene que haber otro ser perfecto del
que me vengan dichos conocimientos. Se caracterizaría por ser sustancia por excelencia (infinita) y
nosotros poseeríamos de manera innata la idea de su existencia.
DISTINTO: junto con la claridad, uno de los rasgos principales de la evidencia. Una idea es distinta
cuando no es confusa, cuando la mente puede aislarla del resto de ideas sin problemas.
ESCÉPTICOS: Aquellos que niegan la existencia de una realidad objetiva y/o la posibilidad de
conocerla. En la época de Descartes existía una fuerte corriente escéptica que éste trató de combatir
con su método.
EVIDENCIA: Aquello que se conoce con claridad y distinción. Descartes afirma que la evidencia
equivale a lo claro y distinto. A su vez, la verdad es la evidencia, la imposibilidad de dudar, la certeza.
No todos los conocimientos ciertos son inmediatamente evidentes, ya que la razón también conoce
mediante la deducción.
IDEA: Concepto o representación de la mente humana. Constituye el objeto del pensamiento, lo que
el yo (sustancia pensante) piensa. Ya no es directamente sobre las cosas, sino sobre las ideas, sobre
las que recae el pensamiento. Por eso, Descartes dice que las ideas son "la forma de todos nuestros
conocimientos" y que tenemos conciencia de ellas por una percepción inmediata. Hay tres clases de
ideas: adventicias, facticias, innatas.
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INGENIOS: Descartes se refiere a todas las personas (filósofos y entendidos) que, al igual que él, son
capaces de utilizar la razón y llegar a concretar lo que es evidente. No debemos olvidar que Descartes
asegura que no todo el mundo tiene la capacidad de zambullirse de manera profunda en la búsqueda
de la verdad (los ingenios sí) y que quien no tiene dicha capacidad ha de guiarse por los que, al
contrario, sí la poseen.
INTUICIÓN: acto de la mente por el cual vemos de forma inmediata, con claridad y distinción, la
verdad de una proposición. La intuición es la luz natural de la razón que no deja duda de aquello que
comprendemos. Descartes diferencia claramente entre intuición y deducción, siendo la primera un
acto simple de evidencia presente y teniendo un valor básico, y la segunda siendo un acto de
sucesión de la mente y que depende siendo un acto de sucesión de la mente que depende de la
primera (la deducción son intuiciones sucesivas).
NATURALEZA INTELIGENTE:SE REFIERA A LA SUSTANCIA PENSANTE. Se caracteriza por ser
autosuficiente y completamente distinta del cuerpo. Como sabemos la sustancia pensante es la
encargada de pensar ideas y juzgar. La naturaleza inteligente es la encargada de alcanzar la certeza
entendida como imposibilidad de dudar y como evidencia. Será verdadero lo que la naturaleza
inteligente considere evidente.
PENSAR: Descartes llama pensamiento a todo lo que se da en la mente y de lo que cabe ser
consciente, de manera que pensar es equivalente a acto mental mediante el cual tenemos conciencia
de algo. En este sentido, se puede decir que creer, temer, amar o dudar son actos mentales y por
tanto suponen el pensamiento.
PROPOSICIÓN:Juicio en el que se afirma algo de un sujeto,Como dice Descartes una proposición
puede se verdadera o falsa.
RAZÓN: sinónimo de “bona mens” (buen sentido). Facultad innata que permite en el ser humano
establecer juicios correctos y distinguir la verdad del error. Es la misma en todos los seres humanos y
única, se aplique a lo que se aplique, lo que permite adquirir una ciencia universal y también única.
Todo el pensamiento de Descartes consistirá en la búsqueda de un método capaz de conducir a la
razón a su objetivo: la verdad teórica y práctica. La razón posee dos modos de proceder: intuición y
deducción.
SER PERFECTO: La sustancia infinita (Dios). Es el ser perfecto porque aglutina todas las
perfecciones, incluida la existencia.
SUSTANCIA: Una cosa que existe por sí misma y no necesita de nada ni de nadie para existir. Por
tanto, estrictamente, sólo hay una sustancia, Dios.Por ello, cuando Descartes califica al yo o los
cuerpos como sustancias, aplica ese concepto de un modo analógico, pues el yo y los cuerpos tienen
cierta independencia respecto a otros seres, pero ambos han sido creados, y, por tanto, dependen de
Dios. Las sustancias se caracterizan esencialmente por sus atributos. Hay tres(infinitud,pensamiento y
extensión)y por ello tres tipos de sustancias:infinita, pensante y extensa.En segundo lugar, las
sustancias, excepto la infinita, tienen modos, que son las distintas modificaciones que pueden sufrir
los atributos.
SEGURIDAD MORAL=CERTEZA MORAL:Certeza que juzgamos suficiente para guiarnos en nuestra
vida,aunque sepamos que puede ser falsa.Así,los que nunca han estado en Roma no dudan de que
es una ciudad de Italia,aunque podría suceder que les hubiesen engañado. Lo contrario de una
seguridad moral es posible.
SER PERFECTO: La sustancia infinita (Dios). Es el ser perfecto porque aglutina todas las
perfecciones, incluida la existencia.
YO O ALMA=SUSTANCIA PENSANTE. El atributo por el que conocemos esta sustancia, el que
constituye su esencia y del que dependen todas las demás es el pensamiento. Todas las propiedades
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que encontramos en la “res cogitans” no son sino diferentes modos de pensar: la imaginación, el
sentimiento y la voluntad, dependen de tal modo de una cosa que piensa, que no podemos
concebirlos sin ella. El alma es independiente del cuerpo pero está ‘’compuesta’’ con él.
VERDAD, VERDADERO: La evidencia o certeza de la razón. Las ideas que la razón a través de la
voluntad juzga evidentes y/o ciertas son verdaderas. La verdad, por tanto, no se da en la idea como
tal, sino en el juicio que sobre ella se hace. Es decir, propiamente la verdad no es fruto del
entendimiento sino de la voluntad. Verdad es igual a certeza y cereza a mposibiidad de dudar o
evidencia.
Alma-cuerpo:
Descartes encuentra notables dificultades para explicar la relación alma-cuerpo dada la
autosuficiencia sustancial de la res cogitans y la res extensa. Hoy día el tema se ha llevado hasta el
planteamiento mente-cerebro, con una gran amplitud de respuestas que pueden resumirse en tres
posiciones:
Dualismo: existen algunas teorías independentistas pero son minoritarias. Lo mental y lo corporal son
entidades diferentes que interactúan , pero consideran que la conciencia no es reducible ni
identificable con los procesos cerebrales (funcionalismo de Fodor o Teoría de la información de
Chalmers).
Monismo: Los procesos mentales son resultados o propiedades del funcionamiento del cerebro.
Existe una única entidad, el cerebro, que produce fenómenos especiales, explicables por medio de
sus estructuras y conexiones (Teoría neuronal de Crick).
Emergentismo: posición intermedia, que en ocasiones se acerca a una u otra de las anteriores. Lo
mental surge, emerge, y depende de los procesos físico-biológicos, pero sus propiedades son
cualitativamente diferentes (estructurismo de Lain Entralgo).
El método:
En nuestro siglo el debate en torno al método ha sido tan intenso como en la época de Descartes pero
con conclusiones bien distintas. Lo que definitivamente se ha abandonado hoy es la aspiración a
encontrar un método de validez universal y la idea de que el conocimiento científico es el único y de
más valor de que dispone el hombre. La mayoría de las discusiones sobre metodología científica
tienen su arranque en el neopositivismo. Para esta corriente solo la ciencia nos proporciona
conocimientos válidos, las afirmaciones de la religión o la metafísica carecen de sentido. El principio
de verificación afirma, de modo muy general y con matices posteriores, que una proposición sólo tiene
sentido si es verificable empíricamente, por tanto la tarea de la ciencia es realizar estas verificaciones
y admitir como verdaderas a las teorías que se ajusten al criterio.
Karl Popper se opuso a los neopositivistas al afirmar que las proposiciones universales de la ciencia
nunca pueden ser verificadas definitivamente, en línea con el pensamiento de Hume, criticando el
principio de inducción. En su lugar propone como método adecuado de la ciencia el de conjeturas y
refutaciones y sustituye el criterio de verificación por el de falsabilidad.
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Posteriormente las críticas a las teorías del neopositivismo y Popper se han multiplicado. Hanson:
cualquier enunciado observacional depende de la teoría en que se enuncia. Kuhn: la ciencia no
progresa de un modo acumulativo, porque se hagan nuevas observaciones o se amplíen las teorías,
sino mediante revoluciones que sustituyen unos paradigmas por otros por razones no sólo científicas,
también económicas, sociales, políticas, psicológicas, etc. Feyerabend: acentúa el relativismo de
Kuhn, todos los métodos tienen sus limitaciones y la única regla es “todo vale”, la ciencia no es una
forma de conocimiento superior.
Ciencia y metafísica:
Descartes entendía que la metafísica era el fundamento de la ciencia y que ella misma era el más
importante conocimiento que podía alcanzarse. En la actualidad los científicos hacen una doble
consideración acerca de las cuestiones metafísicas: de un lado toda teoría debe precisar el modelo de
realidad en el que alcanza validez es decir el marco metafísico en el que sus afirmaciones tienen
sentido; de otro, la metafísica como conocimiento científico de la sustancia, de lo que “hay” en el
mundo, no tiene valor alguno y nos encontramos más próximos a la visión de Kant, podemos pensar,
pero no conocer, conceptos como dios, alma y mundo.
La actual filosofía de la ciencia considera que la experiencia, sea para verificar, según los
neopositivistas, sea para refutar, según Popper, es el limite del conocimiento científico. Las
proposiciones metafísicas carecen de sentido, por no poderse verificar empíricamente según el
neopositivismo, o por carecer de contenido al no poder ser falsables según Popper.
Mecanicismo:
El modelo de la máquina ha sido hoy abandonado para dar paso a principios como el de
incertidumbre de Heisenberg y planteamientos de la mecánica cuántica que alteran el orden aparente
de causas y efectos. Algunas de las ideas de Descartes están en abierta contradicción con la ciencia
moderna: los quars parecen el limite último de la división de la materia y por supuesto se admite la
existencia del vacío y de fuerzas como la gravedad o la electromagnética. La nueva ciencia considera
cada vez mas factores despreciados por racionalistas y empiristas como el azar y el caos, el
comportamiento de la naturaleza sólo se puede prever en términos de probabilidad.
Certeza y verdad:
8.- Otro autor (Relación del tema propuesto con otra posición filosófica)
Es curioso como a pesar de que Descartes manifiesta en sus Principios de filosofía que “toda la
filosofía, es como un un gran árbol cuyas raíces son la metafísica, el tronco es la física, y las ramas
que proceden del tronco son todas las demás ciencias” a partir de él se inicia una concepción de ésta
como metafísica fundante debido al empeño de este autor, según dice en la parte cuarta de su
Discurso del método, por encontrar en la filosofía los primeros principios del conocimiento a partir de
los cuales construir el edificio del saber. Como es sabido estos primeros principios son el cógito o
alma, Dios o sustancia infinita y el mundo o sustancia extensa.
Por eso en este apartado vamos a contraponer la metafísica cartesiana con la respuesta que recibe
de parte de autores empiristas como Locke o Hume. Nos centraremos sobre todo en aquella parte
destinada a minar los cimientos de esta metafísica ya que incide sobre sus primeros principios a
través de la crítica del concepto de sustancia y de causalidad o conexión necesaria. De alguna
manera, estos autores conscientes de que los esos tres principios descansaban a su vez sobre
los conceptos de sustancia y de causalidad, decidieron dirigir sus críticas demoledoras hacia ellos
para así hacer caer todo el edificio de la metafísica racionalista y cartesiana. Commented [14]: pacoteje:
Para introducir apartado "otro autor"
Se conoce como empirismo a una corriente filosófica que se desarrolla entre los siglos XVII-XVIII
paralela al racionalismo y cuyos máximos representantes son naturales de las Islas Británicas (por lo
que a veces también se conoce a esta corriente con el nombre de empirismo inglés).
Puntos de discrepancia:
● Para los racionalistas solo podemos tener certeza acerca de aquello que el entendimiento
construye por sí mismo, al margen de la experiencia, ya que la experiencia produce ideas
confusas. Para el empirismo, en cambio, sólo tienen validez aquellas ideas que son recibidas
de la experiencia de modo pasivo por el entendimiento.
● Los racionalistas creen en las ideas innatas: ciertos conceptos fundamentales que el
entendimiento elabora por sí mismo a partir de las cuales se pueden deducir otros
conocimientos. Sin embargo, algunos empiristas como Locke sostienen que el entendimiento
es, al nacer el individuo, como un papel en blanco (una tabula rasa) en el que no hay nada
escrito. En general, va en contra de los principios empiristas suponer que el entendimiento
pueda construir por sí mismo conceptos, al margen de la experiencia.
● Empiristas y racionalistas consideran que la intuición es el modo adecuado de acceso al
conocimiento, negando validez al conocimiento abstractivo de los escolásticos. Ahora bien, a
diferencia de los segundos, los primeros parten de intuiciones empíricas y no intelectuales.
Esto quiere decir que su punto de partida no son puros conceptos, sino las imágenes, es decir,
las huellas que deja la sensación en el entendimiento.
● Los empiristas erigen como modelo de saber a las denominadas ciencias empíricas,
fundamentalmente a la física y dentro de ésta a la mecánica, que adquiere en esta época, de
manos de Newton principalmente, un gran desarrollo. Los racionalistas anteponen las
matemáticas a la física como modelo de saber.
● Al negar la existencia de ideas innatas, los empiristas consideran que todo conocimiento ha de
ir de la experiencia a sus principios (o leyes). Por eso anteponen el método analítico-inductivo
al sintético deductivo.
Crítica de Locke
Según Locke, la idea de sustancia es una idea compleja que proviene de la combinación, por parte
del entendimiento, de cualidades o ideas simples. Tomemos una sustancia cualquiera, por ejemplo
una rosa. ¿Qué es lo que percibimos? Percibimos un cierto color, un volumen, una figura, un tamaño,
un olor agradable, una sensación suave al tacto, etc.; en una palabra, un conjunto de sensaciones
simples. Pero, ¿es esto en realidad la rosa?. Todos nosotros, piensa Locke, nos sentiremos inclinados
a contestar que no. El color, el olor, fla figura, etc., no son la rosa: son el color de la rosa, el olor de la
rosa, etc. ¿Qué es, entonces la rosa, aparte de estas cualidades sensibles?. Puesto que lo único que
percibimos es el color, el olor, etc., hemos de confesar que no sabemos qué es la rosa, que
suponemos que por debajo de estas cualidades hay algo misterioso que les sirve de soporte. La
sustancia, el soporte de las cualidades es, según Locke, incognoscible. La consecuencia del
empirismo de Locke es que no conocemos el ser de las cosas, conocemos solo aquello que la
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Crítica de Hume
Hume realiza una férrea crítica a la noción de causa o conexión necesaria y concluye que no
podemos obtener certeza metafísica apoyándonos en esta noción. Como nunca hemos tenido una
impresión directa de “conexión necesaria”, mucho menos podemos obtener certeza de su aplicación.
Debido a la experiencia acumulada y a la creencia en que la naturaleza opera siempre de modo
uniforme llegamos a la conclusión (infundada) de que siempre ocurrirá igual, pero no tiene que ser así
necesariamente. (Aunque hayamos visto dos millones de veces que A produce B, no podemos
asegurar que la ocurrencia dos millones uno de A vaya a producir B, ya que nunca hemos tenido
impresión directa de la supuesta conexión necesaria, sólo hemos visto ocurrir A y ocurrir B). Con este
criterio Hume echará por tierra las demostraciones cartesianas de la existencia del mundo, Dios y el
yo o sustancia pensante:
○ Mundo o realidad exterior: La existencia de los cuerpos como realidad distinta y exterior
a las impresiones o sensaciones se justifica en una inferencia causal: la realidad
extramental es la causa de nuestras impresiones. Ahora bien, esta inferencia es
inválida, a juicio de Hume, ya que no va de una impresión a otra, sino de las
impresiones a una pretendida realidad, que está más allá de ellas y de la cual no
tenemos, por tanto, impresión o experiencia alguna. La creencia en la existencia de
una realidad corpórea distinta de nuestras impresiones es, por tanto, injustificable
apelando a la idea de causa.
○ Existencia de Dios: Descartes había utilizado el principio de causalidad para
fundamentar la afirmación de la existencia de Dios. Dios era la causa de la idea de
infinito que yo poseo de forma innata. A juicio de Hume, esta inferencia es también
injustificada por la misma razón, porque no va de de una impresión a otra, sino de
nuestras impresiones a Dios, que no es objeto de impresión alguna.
○ El yo o sustancia pensante: La existencia de una sustancia cognoscente distinta de sus
actos había sido considerada indudable por Descartes. Sin embargo Hume considera
que no tenemos impresión alguna del yo o sustancia pensante. Además, no existe un
yo o sustancia distinta de las impresiones e ideas, como sujeto de la serie de los actos
psíquicos.
Descartes Empirismo
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9.- Bibliografía:
CALVO, T y NAVARRO CORDÓN, J.M: Historia de la filosofía. Ed Anaya.
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