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La importancia de la información radica en que, con base en esta, podemos

solucionar problemas, tomar decisiones o determinar cuál alternativa, de un


conjunto de ellas, es la que mejor se adapta a nuestras necesidades. El
aprovechamiento que hagamos de la información, en este sentido, es la base
racional del conocimiento.

La consecuencia más importante de la información es cambiar el estado de


conocimiento que un individuo o sistema maneja con respecto a
determinado fenómeno o cuestión, todo lo cual influirá en las acciones,
actitudes o decisiones que se tomen a partir de la nueva información. Por
ejemplo, al informarnos sobre el estado del tiempo y enterarnos de que va a
llover, sabremos que nuestra mejor hipótesis para evitar mojarnos es llevar
un paraguas con nosotros al salir.

Por otra parte, algunas de las características fundamentales de la


información es que esta debe tener cierto grado de utilidad, pues, con base
en ella, el individuo o sistema modificará las sucesivas interacciones que
realice con su entorno. Asimismo, la información deberá poseer vigencia o
actualidad, pues de nada sirve informarse sobre el estado del tiempo del día
anterior para decidir si llevar paraguas o no. Y, finalmente, la información
deberá ser confiable, pues en la medida en que lo sea se dispondrán una
serie de acciones para confirmarla.

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