Está en la página 1de 1

Entendemos por secuelas aquellos síntomas o signos que persisten meses o años después de

una enfermedad.

Un año después de haber sufrido una TVP, uno de cada dos pacientes presenta molestias
permanentes en la pierna, ya sea dolor, calambres, hormigueos, picores, pesadez o hinchazón,
o una combinación de éstos. Es lo que se conoce como síndrome postrombótico y es la
complicación más frecuente tras una trombosis.

Es un malestar que puede alterar la vida del paciente de forma significativa. Los tobillos se
hinchan, la piel se endurece, cambia de color, pueden aparecer calambres, pruritos
(hormigueo) y parestesia (sensación de quemadura o pinchazo).

Si continúa evolucionando se corre el peligro de que aparezca una úlcera, una secuela no
dolorosa, pero que se infecta fácilmente y supura.

Estudios científicos han visto cómo la aparición de una úlcera es más frecuente en hombres,
personas con varices, personas que ya han sufrido una trombosis y en diabéticos.

Para prevenir tanto el síndrome postrombótico como la úlcera los médicos aconsejamos
siempre que el paciente camine, que no cruce las piernas cuando esté sentado, que si puede al
sentarse tenga la pierna un poco alzada y, sobre todo, que siempre que esté de pie lleve una
media de compresión fuerte.

La progresión natural de la TVP en una pierna es muy variable. Depende de la extensión y la


localización del trombo. Pero un año después de la TVP un 50% de los pacientes tienen alguno
de los siguientes signos y síntomas en la pierna: dolor, pesadez, calambres, picores,
hormigueos, hinchazón, piel enrojecida o más oscura y/o venas superficiales dilatadas. Estos
síntomas suelen empeorar cuando el paciente está mucho rato de pie y mejoran al estar
tumbado. O mejor aún: al mantener la pierna elevada. También el calor empeora los síntomas,
y el frío los mejora. Por ello aconsejamos que, después de una ducha a la temperatura
deseada, se pasen agua fría por la pierna de la trombosis.

También podría gustarte