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Me iré calladamente como llegué un día.

He llenado mi alforja de
palabras, de frases sueltas y amarradas, de pensamientos a medias y de
frases medias pensadas. Guardaré en mi memoria las tardes de café sin
compañía y la compaña del café sin tu presencia. L noches de vino a las
nueve con copa vacía y el vacío de tu presencia haciéndome compañía.
El dulce sabor de un largo beso; delicioso cual ninguno, y que hoy; a falta
de tus labios, lo vivo solamente en ayuno. Viviré cada día con el hermoso
recuerdo de la única cita a ciegas, me lo recordarán cada vez nuestros
cómplices testigos mudos; un sofá y un escritorio, algunos cuadros y libros,
estatuas inertes calladas, dos sillas inmovilizadas, una refri tan fría como el
silencio dejado después de nuestra salida, todos ellos testigos silenciosos de
nuestro amor en secreto.

Me iré calladamente como llegué un día. Porque desde el inicio había


comprado el boleto de salida; no supe por cuanto tiempo, pero de seguro
algún día lo usaría. Al irme no me arrepiento, porque vivir el momento por
corto que haya sido es mas valioso por cierto que nunca haberlo vivido.
Haber probado tus labios, recorrido con mis manos muchas partes de tu
cuerpo, sentir en mis brazos tu piel y haber tocado tu cabello, es mas de lo
que deseaba y hubiera esperado tenerlo.

Me iré calladamente como llegué un día, me llevaré en la mochila del


recuerdo un par de miradas furtivas, sensaciones en mi piel robadas de un
solo gran abrazo, de besos apasionados con una intención intencionada.
Mis manos entre las tuyas con nervios semi- encontrados y mas de un te
amo sincero; quizás sí, un poco apresurado, pero salido de lo profundo de
un corazón realmente enamorado.

Me iré calladamente como llegué un día…

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