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MÓDULO 10
ESQUEMA DE CONTENIDOS
A) Contenidos:
Repaso general
RESULTADOS DE APRENDIZAJE
1Copyright: Antonio Moreno Hernández, UNED, 2016. Prohibida la reproducción total o parcial de este
material.
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Fundamentos de Latín (UNED, 2018-2019) Módulo 10
Hemos revisado en el Módulo 1 las principales fases de la evolución del latín. Conviene
cobrar conciencia de que su duración como lengua viva se prolongó durante más de un
milenio, desde la fase preliteraria, hasta su conversión en lengua llamada ‘de cultura’
es decir, aprendida y manejada pero no ya lengua vernácula, algo que sucede entre
finales de la Antigüedad Tardía y los primeros siglos de la Edad Media.
Este proceso de tránsito entre la lengua latina tardía y los romances tempranos sigue
siendo en muchos aspectos desconocido para nosotros, habida cuenta de la ausencia
de testimonios documentales que acrediten cómo se produjeron muchos de los
fenómenos involucrados en esta transformación lingüística, a partir de las formas
evolucionadas que presenta el latín tardío, llamado en ocasiones ‘latín vulgar’, por
reflejar registros lingüísticos coloquial-vulgares.
Esta circunstancia se debe al hecho de que el surgimiento y desarrollo como lengua
hablada del romance en los territorios que habían formado parte del imperio romano
no quedó plasmada, en la mayoría de los casos, en la lengua escrita, de manera que en
ésta no quedó reflejada, sino muy parcialmente, la realidad de esa lengua hablada,
pues el latín siguió siendo la lengua escrita dominante durante buena parte del
Medievo.
El latín de la Antigüedad nos proporciona, como hemos estudiado en este curso, un
modelo lingüístico relativamente homogéneo, a pesar de evidenciar diversos procesos
evolutivos en los distintos niveles lingüísticos. Este latín de época antigua comprende
propiamente tres etapas: el latín arcaico (desde principios del s. III a.C. hasta el
primer cuarto del s. I a.C.), el latín de época clásica (entre el segundo cuarto del s. I
a.C y el fin de la Época Augústea 14 d.C.) y el latín postclásico (entre la muerte de
Augusto, 14 d.C. y finales del s. II d.C).
Entre los rasgos propios de esta época se encuentran dos fenómenos que afectan a la
estructura de la lengua latina y que se hacen patentes en la Antigüedad Tardía: la
pérdida de oposición de cantidad vocálica y el desgaste del sistema casual, con grandes
implicaciones en la evolución de la lengua, sobre las que luego volveremos en el
Apartado 3.
Hay que subrayar que la desintegración del poder político romano, que deja paso a la
aparición de reinos independientes controlados por diversos pueblos germánicos, no
implica la desaparición del sustrato cultural latino y de la lengua latina como una
herramienta plenamente vigente durante esta época, en los ss. V y VI, toda vez que
buena parte de los pueblos germánicos que se esparcen por occidente están
fuertemente romanizados, han adoptado la religión cristiana y tienen el latín como
lengua propia.
Los siglos posteriores, que entran dentro del marco de la Edad Media, se caracterizan
por la disociación creciente entre la lengua escrita y la lengua hablada: el latín se
convierte en lengua de cultura escrita, mientras la lengua hablada sufre un proceso
de transformación y fragmentación, propiciado por el aislamiento que
experimentan muchas zonas del imperio sometidas a los pueblos germánicos, proceso
que está en la génesis de las lenguas romances, entre los ss. VIII y XI.
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Fundamentos de Latín (UNED, 2018-2019) Módulo 10
a) En las actas del concilio de Tours (810 d.C.) se autoriza a los predicadores en
los territorios que hoy corresponden a Francia y a Alemania a dictar sus
homilías en sus lenguas y no en latín: rusticam Romanam linguam aut
Theodiscam, quo facilius cuncti possint intellegere quae dicuntur, “en la lengua
rústica romana (una suerte de romance primitivo), o en la lengua tudesca -
germánica- para que más fácilmente puedan entender todos lo que se dice”.
b) En los Sacramenta Argentariae, conocidos como los “Juramentos de
Estrasburgo” (842 d.C.), escritos en tres lenguas: el latín medieval, el francés
antiguo y la teudisca lingua (es decir, el antiguo alto alemán, antecesor del
alemán moderno).
En el ámbito hispánico, los indicios de una lengua protorromance castellana son los
llamados becerros Gótico y Galicano de Santa María de Valpuesta (Burgos), cartularios
copiados en dos códices visigóticos que recogen documentos fechados entre el s. IX y
el s. XIII y escritos en latín, y los testimonios del s. XI de las Glosas Emilianenses, del
monasterio de San Millán de la Cogolla (La Rioja) y de las Glosas Silenses (Santo
Domingo de Silos, Burgos).
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Fundamentos de Latín (UNED, 2018-2019) Módulo 10
La expansión romana en la península ibérica tuvo lugar a lo largo de 200 años, entre el
218 a.C., con la entrada en Ampurias de Cneo y Publio Escipión durante la Segunda
Guerra Púnica, y el 19 a.C., cuando acaban las guerras cántabras y Octavio Augusto
culmina la conquista de toda la península.
Sin embargo, este proceso de romanización cultural y lingüística fue más lento que la
expansión militar, pues la romanización culminó entre los ss. II y IV d.C., y fue muy
heterogéneo si atendemos al nivel de arraigo de la influencia romana en la península,
más rápido e intenso en el sur de la península, en la bética, mientras que en el centro y
en el norte peninsular y en zonas como la Tarraconense, abiertas a la influencia del
latín de la Galia, la penetración romana fue más lenta. De hecho, la epigrafía evidencia
la coexistencia prolongada de las lenguas locales con el latín en la península cuando la
conquista romana estaba ya asentada.
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Fundamentos de Latín (UNED, 2018-2019) Módulo 10
bajo influencia romana, y de hecho hay muchos rasgos evolutivos del latín
documentado en Hispania que son coincidentes con la expansión romana en otras
zonas del imperio, como la confusión en la pronunciación entre la “b” y la “v”, en una
única articulación como consonante oclusiva bilabial sonora, similar al fonema “b” que
se conserva en el español.
Q. Metello Pio … qui praesertim usque eo de suis rebus scribi cuperet ut etiam
Cordubae natis poetis pingue quiddam sonantibus atque peregrinum tamen auris
suas dederet (Cicerón, Arch. 26), (”Quinto Metelo Pío … quien además deseaba que
se escribiera sobre sus gestas hasta tal punto que prestaba sus oídos incluso a unos
poetas oriundos de Córdoba que tienen una cierta pronunciación tosca y
extranjera”).
En esta época el latín hispánico comparte las tendencias evolutivas del latín
postclásico que ya hemos señalado, tanto la pérdida de oposición de cantidad vocálica
como el desgaste del sistema casual, y se expande la literatura bíblica y cristiana, como
en el resto del imperio.
Este periodo se caracteriza por el dominio de la península ibérica por los pueblos
visigodos, en un entorno de fragmentación creciente de los territorios del imperio
romano, y por la implantación creciente del cristianismo en la cultura y la sociedad de
la época, sirviéndose del latín como la herramienta para la predicación, la liturgia y la
formación de la población, emergiendo algunos autores cultos de formación clásica
como Isidoro de Sevilla.
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El latín de época visigoda se caracteriza porque los fenómenos que se observan son en
general de carácter panrománico, y muestran la uniformidad lingüística del latín de la
península en época visigoda. Entre los rasgos más característicos de la evolución
fonética que pueden remontarse a este período se encuentran:
-La diptongación de ĕ en posición tónica en ie (valientem, parientibus), anterior a la
diptongación de ŏ en ue.
-La palatalización del grupo sc e i en un sonido š (fricativa postalveolar sorda, /ʃ/)
con grafía -ss- (concupissentia, dissipulos).
-La vocalización de las consonantes en el grupo -gm-: praumatica, praumatice, y
pérdida de la g en palabras como aumento, aumentare.
-Metátesis en grupos triconsonánticos (rs más consonante), en particular con los
prefijos super y per: suprestitio (por superstitio), prescuntantur por perscuntantur,
prespicue por perspicue.
Aunque no son muy abundantes los testimonios de este periodo, se advierte un mayor
aislamiento lingüístico del latín de la península ibérica, dentro del cual se desarrollan
en Al Andalus hablas latino-romances como el mozárabe, extendida no sólo entre los
cristianos mozárabes, y que se pierden con la expansión de la reconquista, que trae así
mismo la expansión, por los territorios recuperados a los árabes, de un latín más
influido por la lengua hablada, que documentan los escribanos y notarios de la época.
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En esta época convive el castellano como lengua vigente en pleno desarrollo, con el
latín como lengua de cultura, y ambas se relacionan intensamente en el contexto del
humanismo renacentista, dando lugar a una segunda influencia latina en la castellana,
ya no mediante la evolución de las formas latinas, sino mediante la adopción de
cultismos en castellano procedentes del latín, tanto en la lengua literaria (Berceo, Juan
de Mena, Garcilaso…) como en la lengua técnica, mediante la creación de cultismos
tanto léxicos (es decir, palabras que no han experimentado los cambios fonéticos
propios de la evolución del castellano), como cultismos semánticos, cuando una
palabra recobra una acepción que poseía el étimo de la voz española y que ésta no
había conservado: así en Garcilaso se encuentran cultismos semánticos como
“animoso viento” (“animoso” con la acepción de “impetuoso”); “verso numeroso”,
(‘numeroso’ recogiendo la acepción latina de “armónico”); “importuno dolor”
(‘importuno’ en el sentido de “penoso, grave”); “grave”, con la acepción de “pesado”;
“estudio”, con el sentido de “empeño, dedicación”, o “curiosidad”, con el significado de
“artificio”.
El surgimiento del humanismo trajo consigo una recuperación de los modelos clásicos
frente al mundo medieval, y tiene una de sus primeras manifestaciones en el ámbito
hispánico en la corte de Juan II de Castilla y en el entorno del Marqués de Santillana,
un núcleo cortesano que estimula la cultura tanto en lengua castellana como en lengua
latina, considerada el modelo de referencia, así como el gran impulso que ofrecen las
universidades de Salamanca y Alcalá de Henares (antigua Complutense), y proyectos
culturales de la envergadura de la Biblia Políglota complutense, promovida por el
Cardenal Cisneros, y la labor de figuras tan destacadas como Antonio de Nebrija
(1441-1522) o humanistas como Sánchez de las Brozas, Alfonso de Palencia, el
Brocense, Juan Luis Vives, los hermanos Alfonso y Juan de Valdés o Juan Ginés de
Sepúlveda.
Entre las tendencias que van a caracterizar la evolución del latín tardío se encuentran
algunos fenómenos de distinto orden gramatical que en la mayor parte de los casos se
hallan en el latín clásico, de forma embrionaria o bien en estados más desarrollados,
pero que se acentúan significativamente en el latín tardío, contribuyendo a la
transformación de algunas de las estructuras fonológicas, morfológicas y sintácticas
básicas de la lengua latina y que han dejado su huella en las lenguas romances:
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- En la expresión del beneficiario o perjudicado de una acción, concurre el uso del caso
dativo (más inespecífico, pues no precisa la afectación como beneficiario o
perjudicado) con el empleo de varios giros preposicionales, que ofrecen matices
semánticos más precisos: pro más ablativo marca explícitamente mediante la
preposición la noción de beneficio, mientras que las preposiciones contra, adversus o
in más acusativo aportan la noción inequívoca de perjuicio.
En un autor como Celso, que escribe en el s. I d.C., es habitual encontrar abstinere con
el sintagma ab más ablativo en lugar del ablativo sin preposición:
- El objeto indirecto puede construirse con dativo y con ad más acusativo, si bien,
aunque remitan al mismo referente, la preferencia por uno u otro refleja relaciones
semánticas originariamente distintas en latín clásico: así, en contextos como mittere
litteras tibi / ad te, el dativo apunta al receptor del mensaje, mientras el giro
preposicional alude al término de la dirección con verbos de movimiento, como mitto.
1. ALTERACIONES FONÉTICAS:
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2. ALTERACIONES MORFOLÓGICAS
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Verbos en -ir: todos los de la 4ª conjugación (“venir”, venire; “oír”, audire, “dormir”,
dormire), y una parte de los de la 3ª (“decir”, dicere, “pedir”, petere, “reír”, ridere) y de
la mixta (“huir”, procedente de latín tardío fugīre, derivado a su vez de fugĕre;
“percutir”, percutere).
d) Sustitución de formas nominales del verbo sintéticas del latín (es decir,
expresadas mediante morfemas en una sola palabra) por construcciones
analíticas en español (que requieren el uso de varias palabras): el sistema
nominal del español ha reducido sensiblemente las marcas formales de sus formas
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Fundamentos de Latín (UNED, 2018-2019) Módulo 10
nominales del verbo para reemplazarlas por construcciones que requieren dos
palabras:
En el caso del infinitivo, el latín expresa mediante formas sintéticas el infinitivo
presente activo (cantare, audire), el infinitivo presente pasivo (cantari, audiri) y el
infinitivo de perfecto activo (cantavisse, audivisse). El castellano solo cuenta con una
forma sintética para el infinitivo presente (“cantar”, “oír”), mientras que para el
infinitivo pasivo recurre a una perífrasis (“ser cantado”, “ser oído”) y para el infinitivo
de pasado activo utiliza la construcción “haber cantado”, “haber oído”.
El gerundio se mantiene en español fosilizado en una sola forma, procedente del
ablativo del gerundio latino (“amando”),
El gerundivo y el supino no se conservan en español.
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