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Universidad pedagógica nacional Francisco Morazán

Tema: Historia de los Terremotos o Sismos.

Espacio pedagógico: Geografía Física.

Catedrático: Msc. Jose Luis Corea

Estudiante: Jorge Alfredo Rivera Hernández

Registro: 1804-2001-02782

Fecha de entrega: 30 julio del 2019


HISTORIA DE LOS TERREMOTOS O SISMOS
Primero lo que debemos aclarar es si existe una diferencia entre el sismo o el terremoto.
Todos los movimientos de la tierra son sismos. Un temblor es el sacudimiento del suelo que
produce susto en la población y no genera daño estructural; mientras que un terremoto es
el movimiento que produce el colapso de viviendas y pérdidas humanas. La diferencia entre
ambos es la magnitud.
Se suele llamar terremoto a los movimientos que superan los 7.5 grados, mientras que
cuando llegan a los 4,0 grados se les dice temblor.
¿Qué es un sismo?
Un sismo es un rompimiento repentino de rocas en los puntos de encuentro de las placas
tectónicas (fallas), en el interior de la Tierra. Esta liberación repentina de energía se propaga
en forma de ondas que provocan el movimiento del terreno. Popularmente, un sismo se
refiere a un movimiento telúrico de menor intensidad.
La palabra sismo proviene del griego seismós y significa ‘terremoto’, siendo una adaptación
al español del francés séisme. En Hispanoamérica se utiliza la palabra “sismo” con mayor
frecuencia, mientras que en España es más común que se utilice “seísmo”. Otras palabras
utilizadas para referirse a un sismo ligero o de baja intensidad son "temblor" y "remezón".
Características de los sismos
Las características de los sismos ligeros o de baja intensidad son:

 No es posible predecir dónde ocurrirán, su duración, magnitud o intensidad.


 Tienen corta duración y esta varía según el lugar de medición y distancia del
epicentro, instrumentos utilizados y la percepción de quien los siente.
 Daños leves.
¿Qué es un terremoto?
Terremoto y sismo son sinónimos y se refieren al mismo fenómeno. Sin embargo, en varios
países hispanohablantes, “terremoto” y “sismo” se utilizan de forma diferenciada, según los
efectos que este movimiento de tierra produce y cómo se perciben.
La palabra terremoto proviene del latín terraemotus, compuesta por terra, que significa
‘tierra’, y motus, que significa ‘movimiento’, por lo que un terremoto es un movimiento de
tierra.
Generalmente, se considera que un terremoto produce daños materiales graves e implica la
presencia de víctimas mortales. La intensidad y magnitud con la que se mide la presencia de
un terremoto puede variar de una región a otra.
El punto de origen de un terremoto se denomina foco o hipocentro. El epicentro es el punto
de la superficie terrestre que se encuentra directamente sobre el hipocentro. Dependiendo
de su intensidad y origen, un terremoto puede causar desplazamientos de la corteza
terrestre, corrimientos de tierras, maremotos (o también llamados tsunamis) o actividad
volcánica. Para medir la energía liberada por un terremoto se emplean diversas escalas,
entre ellas, la escala de Richter es la más conocida y utilizada por los medios de
comunicación.
Características de los terremotos
Ya que los terremotos son sismos, percibidos con una intensidad más alta, estos tienen las
mismas características generales que los sismos ligeros o de baja intensidad.
Entre las características que se asocian a los terremotos se encuentran:

 La presencia de graves daños materiales y económicos.


 La pérdida de vidas humanas.
Por tal podemos decir que el estudio de los terremotos es tan antiguo como la misma
humanidad, pues podemos afirmar que este nace con ella, puesto que en China se
encuentran escritos de más de 3000 años en los que se describe el impacto de las sacudidas
sísmicas tal como las percibimos hoy en día, incluso en Europa y Japón se encuentran
registros de una antigüedad aproximada de 1600 años.
El interés académico por los terremotos también se remonta a tiempos antiguos. Las
primeras especulaciones sobre sus causas naturales se atribuyen a Tales de Mileto,
Anaxímenes de Mileto, Aristoteles y a Zhang Heng quien pertenecía a la dinastía Han, en
132 a.C. diseño el primer sismógrafo conocido.
En 1664, Athanasius Kircher propuso que los terremotos serían causados por el movimiento
del fuego dentro de un sistema de canales que existiría dentro de la Tierra. En 1703, Martin
Lister y Nicolás Lemery propusieron que los terremotos serían causados por explosiones
químicas dentro de la Tierra.
El estudio de los terremotos se denomina Sismología y es una ciencia relativamente
reciente. Hasta el siglo XVIII los registros objetivos de terremotos son escasos y no había una
real comprensión del fenómeno. De las explicaciones relacionadas con castigos divinos o
respuestas de la Tierra al mal comportamiento humano, se pasó a explicaciones
seudocientíficas como que eran originados por liberación de aire desde cavernas presentes
en las profundidades del planeta.
El primer terremoto del que se tenga referencia ocurrió en China en el año 1177 A de C.
Existe un Catálogo Chino de Terremotos que menciona unas docenas más de tales
fenómenos en los siglos siguientes. En la Historia de Europa el primer terremoto aparece
mencionado en el año 580 a. C. Los terremotos más antiguos conocidos en América
ocurrieron en México, a fines del siglo XIV y en Perú en 1741, aunque no se tiene una clara
descripción de sus efectos.
Desde el siglo XVII comienzan a aparecer numerosos relatos sobre terremotos, pero parece
ser que la mayoría fueron distorsionados o exagerados.
Uno de los mayores problemas para la medición de un terremoto es la dificultad inicial para
coordinar los registros obtenidos por sismógrafos ubicados en diferentes puntos de modo
que no es inusual que las informaciones preliminares sean discordantes ya que fueron
basadas en informes que registraron diferentes amplitudes de onda. Determinar el área
total abarcada por el sismo puede tardar varias horas o días de análisis del movimiento
mayor y de sus réplicas. La prontitud del diagnóstico es de importancia capital para echar a
andar los mecanismos de ayuda en tales emergencias.
A cada terremoto se le asigna un valor de magnitud único, pero la evaluación se realiza,
cuando no hay un número suficiente de estaciones, principalmente basada en registros que
no fueron realizados forzosamente en el epicentro sino en puntos cercanos. De allí que se
asigne distinto valor a cada localidad o ciudad e interpolando las cifras se cosique ubicar el
epicentro.
Una vez coordinados los datos de las distintas estaciones, lo habitual es que no haya una
diferencia asignada mayor a 0.2 grados para un mismo punto. Esto puede ser más difícil de
efectuar si ocurren varios terremotos cercanos en tiempo o área. Aunque cada terremoto
tiene una magnitud única, su efecto variará grandemente según la distancia, la condición del
terreno, los estándares de construcción y otros factores.
Un sismo o terremoto puede provocar tanto daños materiales como psicológicos en las
personas como resultado de las pérdidas humanas y económicas que estos generan.
Entre los efectos materiales que resultan de un sismo están el daño y la destrucción de
edificaciones, como casas de habitación, edificios y sistema vial. También está el impacto
económico negativo causado por el daño a centros de producción de alimentos, la
paralización de servicios básicos y de comercios.
En países desarrollados, la intensidad de los terremotos y sus efectos pueden mitigarse
hasta cierto punto. En países donde hay un alto grado de pobreza y mayor densidad
demográfica, las consecuencias negativas pueden ser más devastadoras.
A los terremotos se les dio desde la Antigüedad hasta la Edad Media una explicación mítica
asociada con el castigo o divino. Por ejemplo, en Japón, los terremotos eran atribuidos a un
enorme pez gato, que yacía bajo la tierra y era controlado por un dios, quien mantenía su
cabeza enterrada bajo una piedra; cuando el dios se descuidaba, Namazu se movía y con
fuertes latigazos de su cola hacía temblar la tierra. En Siberia, los terremotos eran atribuidos
al paso de un dios en trineo bajo la Tierra; los maoríes creían que su dios Raumoko,
enterrado accidentalmente por su madre, la Tierra, gruñía causando los terremotos. Los
aztecas pensaban que la vida humana se extinguía periódicamente a causa de diferentes
calamidades; a cada era o ciclo le denominaron “Sol”. El quinto Sol, el actual, cuyo signo era
nahui ollin debería terminar a causa de un terremoto. Así, los aztecas pretendían retratar el
cataclismo que habría de poner fin al quinto Sol mediante chalchíhuatl, el agua preciosa del
sacrificio.
En Sudamérica, los mapuches creían que los terremotos eran causados por diversos seres
mitológicos, entre los que destacan, la serpiente Trentren. Las tribus chibchas de la sabana
colombiana tenían la creencia de que cuando el dios Chibchacum sentía ira, pateaba el
suelo, sacudiendo la Tierra. En América Central, las culturas precolombinas pensaban que
cuando la Tierra estaba superpoblada, cuatro dioses que la sujetaban la sacudían para
retirar la gente sobrante y restablecer el equilibrio.
Los terremotos también han sido fuente de supersticiones. Según Tucídides, los ejércitos del
Peloponeso que avanzaban sobre Beocia fueron sacudidos por terremotos en 476 a. C. En
ese momento estos fueron considerados como malos augurios, por lo que la invasión se
canceló. También en el 480 a. C. fracasó un ataque persa a Delfos debido a un terremoto
atribuido al dios Apolo. En la China antigua, se creía que los terremotos anunciaban cambios
inminentes en el gobierno, por lo que se había desarrollado un sistema de informes sísmicos
muy completo.

Bibliografía

https://www.definicionabc.com/geografia/terremoto.php
https://es.wikipedia.org/wiki/Terremoto
https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_sismolog%C3%ADa
https://www.udc.es/dep/dtcon/estructuras/ETSAC/Investigacion/Terremotos/QUE_ES.htm
https://www.diferenciador.com/sismo-y-terremoto/

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