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Pau Carmichael
Ana09

Majo MadHatter
Ana09

Yira patri

AleVi

ValeV

Erienne
Yani

Bibliotecaria70

Pau Carmichael

Ximee ❤
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Próximo Libro
Ahora que Jenny Erickson es mía, tengo todo lo que deseo. Hasta que un
disparo de escopeta casi me lo arrebata...
Como presidente de los Hellfire Riders, hay dos cosas que me importan:
proteger a mi mujer y destruir a los Eighty-Eight antes de que ellos tomen todo
por lo que he luchado. Antes hirieron a Jenny y juré que arrancaría mi propio
corazón antes de que le hicieran daño de nuevo. Cada toque caliente, cada beso
abrasador es una promesa para mantenerla a salvo. Ahora los Eighty-Eight
vienen por mí, y sin importar lo que cueste, no voy a dejar que coloquen ni
un solo dedo sobre ella. Sacrificaré lo que sea para protegerla. Mi libertad. Mi
corazón. Incluso mi vida.
Hellfire Riders MC #3
Traducido por AleVi
Corregido por Yani

—Yo creo que es tiempo de una cerveza. —Stone presiona las manijas de la
parte trasera de la camioneta de Gunner y cierra la puerta—. Deja que las Viejas
Damas se preocupen por esto. Los prospectos pueden mover las cosas demasiado
pesadas para las mujeres.
Asintiendo, Gunner seca el sudor de su rostro con el frente de su camiseta. —
Secundo eso. ¿Presidente?
Una cerveza fría suena malditamente bien, hemos estado moviendo muebles
desde el Club en la ciudad hasta el rancho Erickson la mayor parte del día, y lo que
comenzó como una mañana fresca se convirtió en una perra calurosa por la tarde.
Pero, aunque la mudanza terminó, yo aún no lo hago.
—Vayan sin mí —digo —.¿Conducirán al cuartel esta noche? —Desde que los
Hellfire Riders tomaron las tierras que rodean el territorio de los Eighty-Eight
Henchmen, hemos mantenido una fuerte vigilancia allí. Enviar una gran cantidad
de Riders en esa dirección, significa perder negocios en mi taberna, el Wolf Den.
Pero soporto ese golpe por ahora. Cortar las piernas de los Eighty-Eight es más
importante que mi flujo de efectivo.
Stone sujeta su taza con fuerza, cicatrices blancas e irregulares contrastan con
su bronceado. —Estaremos ahí. Howler y algunos otros Blue Coyotes llegarán para
hablar de la creación de un ring1 durante el ralis de Pindleton. ¿Estás dentro?
Pelear. Lo he hecho antes. Mis puños ganaron el pago inicial del Wolf Den.
Sería una forma rápida de solucionar el flujo lento de efectivo, pero no necesito la
distracción. —No esta vez.

Stone y Gunner intercambian una mirada rápida. Probablemente decidiendo


si tratarán de convencerme.
—No hasta que los Eighty-Eights se hayan ido —digo y Stone asiente.

1
Sitio donde se llevan a cabo peleas y apuestas principalmente clandestinas.
—Suficientemente justo. En su lugar, depositaremos nuestras esperanzas en
el chico bonito. —Agita su pulgar hacia Gunner.
El sargento de armas le lanza un beso por encima de la parte trasera de la
camioneta, luego dice—: ¿Entonces no crees que es lindo nuestro presidente?
Stone resopla mientras me observa. —Jefe, habitualmente eres un muñeco
Kent. Un enorme muñeco Kent.
—Excepto que no es rubio —dice Gunner.
—Y con barba
—Pero sin los trajes lisos.
—O pantalones cortos con adornos Hawaianos.
Gunner levanta las cejas. —¿Sabes qué tipo de pantalones usaba Kent?
—Porque tengo una hermana, imbécil. ¿Sabes cuántas veces le puse los
pantalones a Kent? Me estremecía cada vez que Anna dejaba a Kent desnudo sobre
sus muñecas. Amigo, él no tiene pene. Era mi deber sagrado como hombre cubrir esa
mierda.
Jesús. Podría pasar mi vida sin imaginarme a algunos de los Riders vistiendo
a un muñeco sin pene con pantalones cortos floreados.
Nada asegura más el mantener a Gunner en una conversación como la
mención de Anna, a menos que ella esté cerca, entonces se calla rápidamente. Es
bueno en simular ser casual, pero sus acciones no mienten. Ante cualquier mención
de ella siempre la sigue con una pregunta.
—¿Los tenía completamente desnudos?
—Sí, Anna les obligaba a hacer cosas raras. Hubiera sido genial si solo las
muñecas hubieran estado desnudas, porque tenían pechos increíbles. Tan
respingones y del tamaño perfecto para frotar con los pulgares. Aunque la primera
vez que vi una mujer de verdad, me pregunté qué demonios eran sus pezones.
—Cállate ya —corté a Stone antes que comenzara a contar cómo se
masturbaba con los pechos de plástico. —Y lárgate de aquí antes que encuentre una
muñeca y te la meta en el culo.
Sonríen mientras suben a la camioneta. Son graciosos los dos, hasta que la
mierda comienza a descender o están de guardia. Entonces son los dos hijos de puta
más fríos que actualmente llevan los colores de los Riders.
Los neumáticos levantan la tierra roja y las ramas de pino secas tiradas fuera
del club antes de alcanzar el camino de grava. Tendremos que asfaltar la zona en
poco tiempo. Ahora que nos mudamos aquí, conduciremos por este camino a
menudo, y la grava es dura como el infierno en una moto. También es dura como el
infierno en el rostro de un motociclista.
No es necesario hacer más cambios. La casa club solía ser la casa de campo
principal de un rancho que el abuelo de Red Erickson trabajaba. La propiedad pasó
a Red justo antes de que iniciara a los Steel Titans. El Club ha hecho de la casa su
hogar durante algunas décadas, y a diferencia de algunos MCs, tomaron el cuidado
de la casa y convirtieron el antiguo establo en un taller de reparación y garaje. Un
par de cabañas se encuentran detrás de la casa de campo donde los hermanos
pueden acostarse si están muy cansados para conducir a casa, o si no tienen casa a
la cual conducir, pueden usar el lugar por un tiempo.
Es una muy buena instalación. No como la moderna casa que los Riders
tienen en la ciudad, pero la casa es más grande y la propiedad nos da más espacio
para movernos. Y no hay vecinos que se quejen del ruido del motor o teman que
incendiemos sus casas y violemos a sus lindas y pequeñas hijas, como si la mayoría
de nosotros no viviera o trabajara junto a ellos, y como si sus hijas no nos buscaran
para cualquier tipo de paseo que mis hermanos puedan darles. Espero tener a
muchas buscándonos aquí, aunque no vienen directamente. Te atrapan en el Club o
en el cuartel. Después sus papis las buscarán. En los cinco años que llevo como
presidente de los Hellfire Riders, he tenido que amenazar a unos cuantos padres que
buscan a mis hermanos de sangre, y apaciguar a los policías que a menudo traen
consigo.
En su lugar, prefiero que los hermanos manejen su mierda. Follan el coño, se
hacen cargo de las consecuencias. El problema es que más de un Rider es lo
suficientemente impulsivo para provocar que la situación se convierta en una
mierda peor. Otros solamente piensan con sus pollas. Así que es mejor que yo lo
maneje.
Pero no tendré tiempo para eso en las próximas semanas. No mientras trate
de llevar a dos clubs juntos y deshacerme de los Eighty-Eight Henchmen. A
excepción de las Viejas Damas y las chicas que conocemos desde hace tiempo, la
mejor manera es prohibirles a los hermanos traer mujeres aquí hasta que todo se
haya establecido. Si quieren joder, lo pueden hacer en la ciudad.
Reduciré algunos problemas del club, pero ahora no me preocupan los
padres. Los Eighty-Eight son unos hijos de puta cobardes. No nos enfrentarán cara
a cara. En su lugar irán por detrás, o buscarán un punto vulnerable para meterse, y
envenenar a todos los que encuentren.
Una mujer puede convertirse en el punto vulnerable de un hombre muy
rápido. Así que tendremos que vigilar mucho a cualquier coño nuevo que aparezca
y se aferre a alguno de los hermanos, por si fue enviada por Reichmann, el
presidente de los Henchmen. Aquellos Riders que ya tenemos mujer, las
mantendremos a salvo. Porque esa es una forma en la que los Eighty-Eight pueden
llegar a nosotros. Tratarán de dañar a nuestras mujeres. Lo han hecho antes. Se
fueron después de lo que le hicieron a la hija de Red Erickson, es la razón de lo que
está pasando ahora, los titanes, los Steel Titans y los Hellfire Riders, están juntos en
esta guerra cervecera con los Eighty-Eight Henchmen.
Fueron tras la hija de Red, y mi mujer. Fue entonces cuando Reichmann y sus
hombres lo jodieron.
Jenny no me hace vulnerable. Me hace una maldita fuerza de la naturaleza.
Imparable. Inquebrantable. No hay línea que no cruce con el fin de protegerla.
Tendré la sangre de cada Henchmen en mis manos antes de que pongan otro dedo
sobre ella. No importa el costo.

•••

Hace casi quince años, proteger a Jenny me costó un tiempo que se me hizo
interminable pero que repetiría. Ni siquiera la conocía entonces. Solo vi a una chica
gritando mientras que el presidente de los Eghty-Eight la inmovilizaba en el suelo y
se metía entre sus piernas. Intenté sacarlo de encima con mi brazo herido por una
metralla actuando como Koskov2, pero no lo conseguí. Así que le di una patada que
logró quitarlo.
Ese golpe en la cabeza lo mató. No volví a ver a Jenny hasta el juicio en que
testificó a mi favor. Aunque estuve cinco años en prisión por homicidio, no me
arrepiento ni un segundo de lo que hice. No me arrepentí entonces, no me arrepiento
ahora. Lo haría mil veces a todas las personas que la amenazaron. Y esta vez, la
muerte no sería un accidente, porque si alguna vez la pierdo, me quedaré sin nada.
Pasar mi vida en prisión no importaría, siempre y cuando ella esté a salvo.
Sin embargo, Jenny estará más segura si estoy con ella. Así que por el
momento no estamos al acecho para matar a Reichmann y su tripulación. Aún no.
Aunque no esperaremos mucho tiempo. Los Eighty-Eight ya han matado a
uno de mis hermanos, Goose, después le plantaron suficiente heroína que los
federales habrían mantenido una larga y dura vigilancia sobre los Riders si no
hubiésemos encontrado el paquete primero. Espero que llegue más mierda astuta
como esa.
La otra razón por la que muy pronto todo se vendrá abajo, conduce su
motocicleta personalizada hacia la casa club. Red Erickson, el presidente de los Steel
Titans. Este es su lugar. Jenny es su hija. Y en unos cuantos meses el cáncer
carcomiendo sus pulmones lo matará. Es por eso que vino a mí para solicitar la unión
de los clubs. Hay dos cosas que quiere antes de ser enterrado: saber que Jenny está
protegida y ver a Reichmann muerto.
Le daré ambos.

2
Personaje de la película de James Bond.
La enfermedad todavía no se manifiesta. Red siempre ha sido un gran hijo de
puta, y continúa siendo un músculo sólido. Años atrás, consiguió su apodo a causa
de su cabello, pero el rojo ya no es tan brillante; su barba es sobre todo gris.
Como Jenny es de contextura pequeña y cabello oscuro, supongo que lo
heredó de su madre, quien murió en un accidente cuando Jenny era una adolescente.
Red apaga su motor, recorre con la mirada el lote casi vacío. —¿Todos fueron
a un paseo del que yo no me enteré?
Algunas motos están aquí, a pesar de que es un domingo por la tarde en
verano. —Es día de mudanza —le digo—, así que repentinamente casi todos los
hermanos tuvieron reuniones familiares o servicios en la iglesia a los que asistir.
Su sonrisa es como la de su hija, rápida y amplia. —Y de pronto no lamento
que Jenny me tuviera vigilando la cervecería hoy. ¿Has escuchado de ella?
—Hace como una hora. —Cuando estaba en la ciudad cargando la camioneta
pudo haberme enviado un mensaje, y a Red, desde entonces, pero la recepción aquí
es una mierda —. Estaba empacando. Dice que saldrá de Portland a las seis.
Donde ha atendido un estand por el festival de la cerveza durante la mayor
parte de la semana. Una maldita larga semana. Todas las noches mientras
hablábamos por teléfono escuchaba lo cansada que estaba. Y ahora tiene un viaje de
cuatro horas por delante. Es muy probable que se dirija directamente a casa así que
no la veré hasta mañana después del trabajo.
Red asiente. —He quedado con Thorne en la casa. ¿Por qué no me acompañas
y te tomas una cerveza fría?
Mi cuello se tensa. Parece una simple invitación.
No lo es.

•••

Antes de hoy nunca puse un pie en la casa de Jenny. Me invitó pero


probablemente sabía que no vendría porque no es solo su casa; también pertenece a
Red. Y a pesar de que me entregó la casa y los Hellfire Riders, este sigue siendo su
territorio. No le faltaría el respeto viniendo aquí.
Ahora sería una falta de respeto si no lo hago. Así que estoy de pie en el patio
con una de las cervezas de Jenny en mi mano, observándolo todo y asando media
docena de salchichas en la parrilla. Es un gran patio, unido a una gran casa. Aunque
Red lo heredó junto con el rancho, con Thorne lo han hecho bien durante los últimos
años, asociándose con una empresa de construcción especializada en sistemas de
riego y tanques de depósito, y ha invertido un poco de dinero en la casa. Cada
habitación parece salida de una revista, pero no son lujosas o estériles, solo grandes
y amplias, el tipo de lugar donde podrías imaginarte comiendo una tarta de fresa en
el verano y haciendo fogones en el invierno.
Y toda la extensión, desde la casa de campo hasta esta, será de Jenny cuando
él se haya ido. Tal vez ya lo es. Ella me contó que su abogado sigue llevándole
papeles para que firme.
Thorne atraviesa las puertas francesas trayendo platos y acompañamientos.
Es fácil ver que se encuentra en su casa. Años atrás, él y Red pertenecían a los Hellfire
Riders. Se alejaron después del enfrentamiento con Lucifer, el primer presidente de
los Riders, y juntos comenzaron los Steel Titans. Thorne ha sido el vicepresidente de
Red todo ese tiempo, y es lo suficientemente cercano para que Jenny lo llame “tío”.
Cuando unifiquemos los clubs, Thorne será mi vicepresidente también. Así
que tal vez no sea la última vez que esté aquí con él.
—¿Terminaste con la mudanza? —me pregunta, recostándose contra la
barandilla del patio y encendiendo un Marlboro.
—Todo menos lo que está en la cochera. Blowback está cuidando de eso.
—Mi actual vicepresidente—. Es muy particular con las herramientas.
Le pateará el trasero a quien deje las herramientas por ahí o no las coloque
en su sitio. Así que es mejor que él las ubique en sus nuevos lugares.
Thorne sonríe. —Suena como a Red. ¿Ya te mostró su cochera?
Solo atravesé la puerta principal, la cocina, y salí al patio. —Todavía no.
—Lo haremos, tiene que limpiar su cochera muy pronto. —Red me mira—.
¿Establecieron la fecha en la que se mudaran aquí?
En esta casa. Con Jenny
Algo en mi pecho se comprime. Solo con tener la oportunidad de estar con
ella es como si me ofrecieran la luna. ¿Vivir juntos aquí? Es como recibir al sol. Pero
no puedo tomarlo todavía. No importa lo mucho que lo quiera, no puedo tomarlo.
Y demoré mucho en responder. Aunque los ojos de Red son del mismo tono
verde que los de Jenny, los de ella nunca fueron tan fríos. Hay acero en su voz
cuando pregunta: —¿Dudas sobre estar con ella?
—No. —Joder, no—. Ninguna.
—Pero estás inseguro por algo. —El tono de Thorne es fácil, pero sus nudillos
se tornan blancos alrededor de su cerveza mientras pregunta—: ¿Tal vez piensas que
mudándote aquí estarás echando a Red?
—Eso es mierda —dice Red—. La casa es lo suficientemente grande, ambos
podemos movernos alrededor sin que nuestras pollas choquen. Entonces, ¿qué es
muchacho?
Ahora acaba de presionar mis botones. Muchacho. Cualquier otro hombre se
tragaría sus dientes justo ahora. Nadie llama al presidente de los Hellfire Riders
muchacho.
Pero no puedo decir lo que necesito como presidente de los Hellfire Riders.
Como presidente, no necesito justificarme o explicarme, y estoy seguro que esto no
es acerca de asegurar mi lugar. Sin embargo, no hablamos sobre el club.
—Ahora no hablaremos de presidente a presidente. Hablaré con el padre de
Jenny. ¿De acuerdo?
—Eso depende de quién eres tú.
—Soy el hombre que prefiere estar muerto que vivir sin ella.
—Viviste sin ella durante mucho tiempo.
—No. Siempre estuvo aquí. Suficientemente cerca para ver pero no para
tocar. —Ella no era mía.
Mirándome, Red toma un largo trago de su cerveza antes de asentir. —De
acuerdo. Habla.
—No he ganado el derecho de estar aquí a su lado.
—¿Crees que soy sordo y ciego? —Resopla y niega—. Ella ha estado en tu
cama durante semanas.
Y eso es algo que Jenny nunca me dio, yo lo tomé, pero no es lo mismo.
—No pasó aquí. —En esta enorme casa a la que llama hogar. Este lugar
significa que su futuro es estar conmigo. Es para una familia. Tengo que ganarme
eso. Aún no lo hice. No hasta que Reichmann esté muerto.
Porque aunque la esté protegiendo, Reichmann aún consiguió llegar a ella
hace algunas semanas. Puso sus manos en ella. No importa cuánto le quité o que
haya pagado con dolor y sangre. No es suficiente. No cuando todavía está por ahí y
podría hacerle daño, no le daré ninguna oportunidad.
—Jenny no estaría de acuerdo contigo sobre necesitar ganar tu lugar —dice
Thorne—. Diría que lo ganaste hace quince años, cuando la salvaste en el rally.
Red niega. —Diría que él no tiene que ganar nada. El simple hecho de que
Jenny lo quiera aquí es suficiente.
—Con todo el respeto a Jenny —les digo—. Estaría equivocada en ambos
casos.
Y no necesito explicarle eso a Red. Su enojo disminuye. Toma otro largo trago
y finalmente dice: —Aún si lo matas, nunca merecerás a Jenny.
Eso es un hecho que conozco desde hace mucho tiempo. Pero no quiere decir
que la dejaré ir.
—No voy a discutir eso —le digo.
—Incluso si no lo discutes, me importa una mierda qué te mereces. Lo que
me importa es lo que Jenny se merece. Se merece un hombre que dé su vida por ella,
un hombre que le entregue su corazón y su lealtad, no solo cuando todo sea fácil,
también cuando duela.
—Eso lo tiene. —Siempre lo tendrá.
Red asiente. —Probablemente te necesite para largarse de aquí antes de que
consigas a Reichmann.
Porque Red está enfermo y se pondrá peor, y ella no tendrá a nadie más. —Si
me necesita, ya le dije que vendré.
—Así será entonces. —Olas de humo salen cuando levanta la tapa de la
parrilla—. Ahora de presidente a presidente, ¿cómo quieres moverte a continuación?
¿Quieres parchear a los Titans de inmediato?
—Quiero esperar. Hay peligro de que exista fricción ahora que los clubes
estarán compartiendo la misma casa. Los dejaré establecerse, dar algunos paseos
juntos, que comiencen a sentirse como hermanos. De esa manera significará algo
cuando les dé a tus hombres sus nuevos colores.
—¿Y cuál será mi papel?
—Eres el presidente de los Titans. No tengo ningún interés en dejarte fuera.
Los Riders no toman el control. Vamos juntos. Así que montaremos lado a lado hasta
que no puedas más. —No dice nada durante un largo minuto. Solo remueve las
brasas. No espero una respuesta, de todos modos.
Excepto por esto. —Cuando llegue el momento, me gustaría parcharte
primero. A menos que quieras permanecer como un Titan.
Ahora mira hacia arriba. —Te diré que pasará si entierras Reichmann, yo
moriré como un Rider.
Funciona para mí. —Te verás malditamente bien en nuestros colores.
—Siempre lo hizo —dice Thorne mientras aplasta su cigarrillo—. Así que solo
tenemos un problema, ¿cómo sacaremos a los Eighty-Eight?
Traducido por Yira Patri
Corregido por ValeV

Expulsar a los Eighty-Eight Henchmen no será la parte más difícil. La parte


complicada es llegar a ellos. El cómo de eso todavía sigue carcomiéndome hasta muy
tarde esa noche, mientras trabajo con la bolsa de boxeo en mi garaje. Aunque tengo
la puerta principal abierta y un ventilador encendido, el aire es asfixiante. Los
músculos de mis brazos se sienten como hierro fundido, pero quiero el dolor. Quema
la frustración de no saber cómo llegar a los Eighty-Eight, me ayuda a aclarar mi
mente y a concentrarme en el problema.
Y, Cristo, extraño a Jenny.
Pronto tendría que saber de ella. Mi teléfono se encuentra sobre el banco de
pesas. En cualquier momento, debería llamar para decir que llegó bien a casa. Una
semana sin ella es jodidamente demasiado tiempo. La próxima vez que tenga uno
de estos festivales, trataré de disponer al menos un par de días e ir con ella.
Pero no lo haré hasta que los Eighty-Eight hayan desaparecido.
Y esto no está enfocado. Sacudiendo mi cabeza, recojo mis guantes y me
muevo hasta el saco de boxeo. La luz en el garaje se derrama a través del corto
camino de entrada. No se escucha ningún sonido desde afuera, excepto los grillos.
La calle está tranquila. Mi casa se encuentra al final de un callejón sin salida, con
jubilados viviendo a ambos lados de mí. Las luces de sus casas se apagaron casi antes
de que el sol se ocultara. Alrededor de las once, la señora Caffee saldrá en su bata y
esperará mientras su perro orina sobre las macetas de flores. Si todavía estoy aquí
afuera y ve la luz encendida en mi garaje, caminará y echará un vistazo, solo para
asegurarse que no he dejado accidentalmente la puerta del garaje abierta, eso me
dice siempre. Jenny opina que la mujer mayor probablemente solo comprueba para
ver si estoy usando una camisa mientras levanto pesas.
Mierda. Tal vez solo debería conducir hasta la casa del rancho. Veré a Jenny
y me desharé de este dolor hueco en mi estómago.
Pero ha estado trabajando su trasero fuera toda la semana. Sin embargo,
siempre está trabajando muy duro, además nunca sonó tan cansada como lo hizo
cuando hablamos por teléfono. Así que la dejaré descansar, y mantendré mis manos
lejos de ella hasta mañana.
De todos modos, todavía no he ganado ese lugar en su cama. Y jamás lo haré
si no me concentro en el jodido Eighty-Eight.
Su codicia va a hacerlos caer. Muchos de los clubes fuera de la ley están
mezclándose en mierda como la que ellos tienen. No los Hellfire Riders, pero
tampoco tenemos las manos limpias. Cuando tenemos un problema, nos
encargamos del mismo y la ley no aprecia con buenos ojos algunos de los métodos
que hemos usado. Pero estamos aquí para montar. Estamos aquí para luchar y follar.
No estamos aquí para hacernos ricos, soy cuidadoso sobre quiénes piden favores a
los Riders y quiénes terminan debiéndonos.
Pero los Eighty-Eight comenzaron en California con una agenda de
supremacía y luego empezaron a perseguir el dinero en efectivo, añadiendo filiales
en otros estados. El Eighty-Eight local se estableció aquí hace unos veinte años.
Mayormente preparan metanfetamina y la suministran a las filiales más poderosas.
Probablemente han añadido otra mierda, armas de tracción o cualquier otra cosa,
pero es la metanfetamina lo que acabará con ellos. Porque no tengo una sola jodida
ilusión sobre cómo trabaja la hermandad en esos clubes. Si el suministro no llega,
Reichmann y todos los demás están muertos.
Sin embargo, no quiero que las filiales más grandes hagan mi trabajo. Solo
necesito que los Eighty-Eight entren en pánico. Si me deshago de su cocinero, su
cocina y los oficiales del club, los demás se dispersarán, asustados de que ellos serán
los que paguen por los envíos que no llegaron.
Tendrá que ser duro, limpio y rápido. Y ese es el maldito problema. Los
Eighty-Eight tienen un recinto en el quinto infierno. De verdad, hay trampas
establecidas a su alrededor. Tal vez eso es solo para asustar a la gente, pero no
apostaré las vidas de mis hermanos en ello. Algunos de los miembros de Eighty-
Eight hacen que Ted Kaczynski parezca cuerdo. Y aunque los superamos en número,
una confrontación cara a cara no va a funcionar. Conducir en cincuenta motos
probablemente solo pide ser disparado desde alguna fortaleza.
O tal vez abatido a tiros desde algunas cabañas o chozas de metal. Debido a
que no sabemos hacia qué nos estaríamos dirigiendo. Ninguno de los Riders tuvo los
ojos sobre el lugar.
Tenemos que conseguir algo de información antes de salir. Porque la única
otra opción es tratar de sacar a los Eighty-Eight en otro sitio. Una especie de
emboscada mientras se encuentran montando fuera. Pero hay demasiadas variables
en ese escenario. Mejor mantenerlo simple. Quemar su cocina. Sacar a Reichmann,
al cocinero y a los oficiales.
Tengo que vigilar ahí afuera.
Mis pulmones arden cuando me detengo para secarme el sudor de mi rostro.
Mis brazos están como goma caliente. Miro mi teléfono, luego de nuevo hacia la calle
cuando unos faros iluminan a través de la oscuridad. Entrecierro los ojos contra el
resplandor y reconozco el camión.
La camioneta de Jenny.
Mi sangre hierve. Mi polla se encuentra dura tan rápido que duele. Lanzo mis
guantes y salgo del garaje mientras estaciona.
Sus luces interiores se encienden y la vista de ella es como un golpe sobre mi
pecho. Todo ese cabello oscuro para envolverlo alrededor de mi puño y esos labios
carnosos de color rosa que ya se encuentran curvados en una sonrisa, como si el
agotamiento que muestran sus ojos no fuera nada. Lleva una camiseta negra y una
falda corta negra que usa en su cervecería, lo cual significa que después de que el
festival terminó, ni siquiera regresó al hotel para cambiarse a sus ropas regulares
antes de volver a casa.
Antes de regresar a casa conmigo.
Sus ojos verdes brillan mientras abre la puerta. —Mírate, todo sudado y
medio desnudo. Debo ser una chica muy buena para merecer esto.
Sonrío y tomo su cintura antes de que sus botas toquen el suelo, empujándola
hacia atrás sobre el asiento del conductor. —La Señora Caffee saldrá dentro de poco
—digo contra su boca—. Pensaba en darle algo con lo que soñar.
Suelta una carcajada y luego estoy lamiendo mi camino para entrar,
degustando el chocolate y el café que la mantenían alerta mientras conducía. La
necesidad es un puño caliente en mis entrañas, con los dedos alcanzando a exprimir
mi corazón. Dios, esta mujer. Jodidamente le pertenezco. Me encuentro en mi propia
maldita calzada de pie y de alguna manera soy quien regresa a casa.
Su respiración es temblorosa cuando levanto mi cabeza. Sus labios relucen.
Su voz está ronca por la excitación. —Te extrañé. Demasiado.
—¿Cuánto? —Agarro sus caderas y la deslizo hacia adelante. Sus muslos se
abren para hacerme espacio y un pequeño gemido hambriento se le escapa cuando
siente la dura longitud de mi polla contra su coño—. Porque cuando te saque de esta
camioneta y te lleve hasta la casa, te tendré inclinada sobre la mesa de la cocina tan
rápido como pueda, y tal vez duraré solo un minuto.
Sus pequeños pechos se agitan un poco cuando se ríe. Sus pezones son como
balas debajo de su camisa apretada. —No duraré mucho más que eso. Pensaba en ti
todo el camino.
—¿Sí? —Paso la punta de mis dedos por el interior de su muslo, mirando sus
labios separarse—. ¿Pensabas en mí lamiendo tu dulce coño?
Se estremece. —Sí.
—¿Y tomando mi polla?
—Sí. Me sostenías debajo de ti y me follabas tan profundo. —Su cabeza cae
hacia atrás mientras levanta las caderas, moliéndose contra mi erección—.
Haciéndome tomarla por completo.
Cristo. Solo su braga y mi pantalón de chándal impiden que me hunda en su
interior. —¿Te encontrabas mojada?
—Estoy más húmeda ahora.
Está temblando y sin aliento. Mierda. No bromeo acerca de lo rápido que la
tendré y cuánto tiempo duraré. En el segundo que se encuentre en mi casa, me
enterraré profundamente en su pequeño coño jugoso, llenándola con mi semen. Pero
no importa lo mojada que esté, su coño nunca toma mi polla fácilmente; no
inmediatamente. Es mejor conseguir que se encuentre lista ahora.
—¿Teniéndote abajo? —Agarro la parte posterior de su cuello y se queda
quieta, mirándome. No hay duda en sus ojos. Solo necesidad—. ¿Sobre tu espalda o
tus rodillas?
—Mis rodillas. Contigo detrás de mí.
De pie aquí con la puerta de la camioneta abierta y Jenny sentada sobre el
borde del asiento, no puedo colocarla en esa posición ahora. Pero no importa.
Retrocedo un poco, aliviando la presión de mí polla entre sus piernas, empujo mi
mano entre nosotros.
Sus bragas están empapadas. Solo jodidamente empapadas. Y voy a perderlo.
—Dime —ordeno. Es duro, pero no puedo evitarlo. Apenas estoy resistiendo.
Su coño se encuentra tan caliente y húmedo que tan pronto como tenga mis dedos
en su interior sé que se sentirá como el cielo—. ¿Por qué te obligaba a que lo tomaras?
¿No lo querías?
—Lo hacía. Demasiado. Pero no debería.
—¿Por qué? —Tiro de sus bragas hacia un lado y deslizo mi dedo medio entre
los labios de su coño, regordetes e hinchados con necesidad.
Gime. —Porque eres un Rider. Y eso causará demasiados problemas.
Oh, mierda sí. Muchos problemas, al menos los tendría desde hace un mes. Y
me encanta hacia dónde va con esto.
Mi agarre se aprieta sobre su cuello. Su respiración es rápida y superficial
cuando empujo mi primer nudillo. Sus paredes interiores abrazan mi dedo como si
me estuviera succionando. —Jenny, ¿cuántas veces te has imaginado esto? ¿El Rider
grande y malo obligándote a tomar su polla?
Destella una sonrisa malvada. —Todas las noches durante nueve años.
Desde que salí de la cárcel. La primera vez después del juicio que nos
encontramos el uno con el otro. Me ha necesitado casi todo el tiempo que yo la he
necesitado. —Y tu papá es el presidente de los Titans. —Así que no podía tocarla
durante demasiado maldito tiempo—. Si hago que lo tomes, no deberías sentirte
mal, ¿verdad? No eres desleal, incluso cuando me ruegas por ello.
Sus caderas se mecen hacia adelante. —No rogaré jamás.
—¿Princesa incluso cuando te tengo debajo? ¿Cuando alivio tu pequeño coño
apretado? ¿Cuando hago que te corras?
—No voy a correrme. No renunciaré.
Su cuerpo tiembla cuando mi pulgar se desliza sobre su clítoris. —¿Quieres
que te haga correr ahora?
—No lo haré.
—Voy a hacer que te corras. —Su coño aprieta mi dedo mientras empujo
profundamente y grita, arqueando su espalda—. Haré que te corras tan jodidamente
duro. Luego, tu coño caliente va a tomar cada centímetro de mi polla. Dime que lo
quieres.
—No.
—¿No? —gruño contra sus labios—. Princesa estás montando mi mano. El
jugo de tu coño está sobre todos mis dedos. ¿Quieres más?
—No —dice y se lo doy, deslizando un segundo dedo, forzando sus paredes
interiores a estirarse, trabajando su clítoris más rápido. Se aferra a mis brazos, sus
uñas clavándose en mis bíceps—. Saxon. Dios. Dios. Por favor.
No más juegos. Todo su cuerpo tiembla se tensa. A punto de correrse.
—Jenny voy a llevarte adentro y follarte. —Mi voz es áspera, bombeo más
duro en su interior—. Vas a tomar cada jodido centímetro. Entonces lameré tu clítoris
hasta que te corras de nuevo. ¿Quieres eso?
—Sí.
Dios, es tan hermosa cuando se corre. Sus ojos verdes se vuelven vidriosos y
sus mejillas se ruborizan antes de que se acurruque más cerca, su boca caliente y
abierta contra mi cuello. Su grito es ahogado contra mi garganta. Mis bolas se
aprietan con la necesidad de correrme cuando su coño convulsiona alrededor de mis
dedos, y sigo bombeando, mantengo deslizando mi pulgar sobre su clítoris hasta
que sus caderas paran y de repente me aleja.
—No más. —Jadea—. No puedo más.
Lo hará cuando entremos. Pero retrocedo por ahora, deslizándome fuera de
su coño y lamiendo la humedad de mis dedos. Mi mano derecha se desliza por su
espalda, sujetándola contra mí mientras recupera su aliento. Su frente presiona mi
hombro y pequeños estremecimientos la recorren cada pocos segundos.
Finalmente levanta su cabeza y me mira. —Bueno, eso fue un hola un poco
divertido. —Su voz es tan suave y cálida como la expresión de sus ojos—. Dios, ha
sido una larga semana.
—Demasiado larga. —Retiro su cabello fuera de su rostro—. Estás cansada
como la mierda.
—Entonces es una buena cosa que estarás haciendo todo el trabajo cuando
entremos; solo puedo acostarme allí y quedarme dormida, ¿verdad? —Me regala
otra sonrisa maliciosa cuando sonrío, entonces tira de la pretina de mi pantalón y
pasa sus dedos sobre la cabeza de mi polla. Su ligero toque es una tortura.
—Aunque no puedo decir que espero con ansias arrastrarme después fuera
de la cama y conducir al rancho. Así que te hago un trato. Me llevas la maleta y me
quedaré allí toda la noche.
Ese es un trato que tomaré. Dejo caer un beso sobre su boca y retrocedo. Su
bolsa de viaje se encuentra en la parte trasera de la camioneta, atada con una cuerda
elástica. Mientras desengancho la cuerda, un movimiento por la cerca de la señora
Caffee me hace mirar en esa dirección.
No es una mujer de cabello gris con una bata. No es un pequeño perro blanco.
En su lugar es el brillo opaco del cañón de una escopeta, balanceándose y
apuntando.
—Jenny…
La explosión ahoga mi rugido. Mis oídos suenan y por un segundo no estoy
aquí, no hay calor pero sí frío y mi hombro es como vidrio triturado, y puedo oler
mi sangre y el combustible quemándose, puedo escuchar a Anderson gritar porque
su pierna ha sido arrancada, pero no es un Marine gritando. Es Jenny, rogando.
—Oh, Jesús, ayúdame. Por favor, por favor. —Tira de mi brazo y me
encuentro sobre mis rodillas.
Tengo que levantarme. Pero mi cabeza da vueltas y mis piernas no se
estabilizan.
—¡Ha caído! —El grito viene del otro lado del patio—. Tomen a la chica. El
jefe quiere a su puta.
Jenny. Reichmann envió a sus hombres a por ella.
—Entra en la casa —le digo con dificultad. Voy a frenarlos aquí—. Corre.
Las lágrimas ruedan por sus mejillas, coloca las manos debajo de mis brazos
y empuja. —¡Entra!
Me tambaleo y de repente hay un hijo de puta cabeza rapada con una
esvástica tatuada sobre el cuello viniendo alrededor de la parte delantera de la
camioneta, viéndose sorprendido al encontrarme vivo. Rápidamente, me encuentro
sobre él, mi puño sobre su estómago y estrello mi codo sobre su espalda. Cae sobre
el suelo, agarro su cabeza y conduzco su rostro contra el concreto, entonces mi
hombro está en llamas y Jenny se encuentra gritando, tirando de mí.
—¡Entra! —Tira con su hombro en mi estómago como un defensa,
golpeándome hacia atrás contra la cabina de la camioneta—. ¡El otro viene con la
escopeta!
Y me estoy desvaneciendo. Me deslizo sobre su asiento y hay sangre goteando
sobre de mí. Entonces grita—: ¡Abajo! —la ventana trasera de la cabina explota,
lloviendo cristales, Jenny se agacha en su asiento y da marcha atrás.
Nos topamos con algo, la acera o un cuerpo y no me importa una mierda. Mi
brazo no se mueve. No puedo levantar mi cabeza y la sangre se derrama por mi
cuello. Me desplomo sobre la puerta del pasajero cuando azota la camioneta
alrededor, entonces se sienta derecha, las farolas pasando como largas cintas
brillantes mientras se arranca la camisa.
—Mantén esto contra tu cuello. ¡Saxon! Por favor, por favor. —Lanza una
mirada rápida hacia la carretera. Entonces se inclina sobre mí, metiendo la camisa
arrugada contra mi garganta antes de tomar mi mano y levantarla para presionar
contra el mismo lugar—. Mantenlo allí. El hospital se halla solo a cinco minutos. Solo
resiste.
Aguantaré. Porque ahora está llorando, manchas de sangre mezclada con sus
lágrimas, y no habla conmigo, solo solloza una y otra vez, por favor no puedo perderlo,
por favor eso sería demasiado fácil, por favor no.
No sé a quién le ruega porque no hay nadie quien pudiera llevarme. Nunca
me alejaré de ella.
Pero se lo diré que más tarde, cuando pueda. Estoy demasiado cansado ahora.
Solo voy a dormir.
Ha sido una maldita semana larga.
Traducido por MaJo MadHatter
Corregido por Erienne

Todo es tan jodidamente brillante. La luz está perforando mi cráneo. Entrecierro


mis ojos en su contra y giro mi cabeza, y hay una respiración irregular a mi lado.
Jenny.
Se encuentra inclinada sobre mí, su rostro como una sábana blanca teñida de
rosa oscuro alrededor de sus ojos.
—No llores. No te voy a dejar —le digo y hay un desierto en mi garganta.
Nada más que un susurro ronco sale de allí—. ¿Te encuentras bien?
—Sí. —A pesar de mis palabras, esos ojos verdes se están llenando de nuevo
y puedo escuchar la densidad en su voz—. Igual que tú.
Eso es bueno. Pero no me da una oportunidad para decirlo, inclinándose, su
respiración caliente contra mi oreja.
—Dije que no vi quien fue —dice en voz baja, tan bajo, que sus labios se
presionan en mi mejilla y levanta de nuevo su cabeza—. El alguacil está aquí para
hacerte algunas preguntas, y las enfermeras probablemente se asomarán otra vez,
así que regresaré cuando hayan terminado.
Asiento y me doy cuenta que está sosteniendo mi mano. Empieza a alejarse
pero presiono mis dedos.
—¿Jenny, estás bien? —Pienso que ya lo pregunté. No me convenció con su
respuesta.
Sonríe y sus lágrimas se derraman. —Estoy bien.

•••

No estoy bien. Mi pecho se siente como si un iceberg se encontrara alojado


en su interior, pesado y frío. Pero no estoy insensible. Desearía serlo. Porque
entonces no estaría tan herida. De esa forma puede que no vea sangre explotando
del hombro y el cuello de Saxon cada vez que cierro mis ojos.
Pensé que lo perdía.
El Henchman usó una escopeta, el arma favorita de los clubs de motos porque
la balística es más difícil de rastrear para los policías, no hay estrías en los perdigones
disparados, y no hace falta tener puntería, lo que es perfecto cuando estás
disparando mientras conduces una moto. Solo tienes que encontrarte cerca de un
objetivo para que una escopeta sea efectiva. Eso probablemente fue lo que salvó la
vida de Saxon. El Henchman estaba lo suficientemente lejos y solo golpeó músculo
en su mayoría; tuvieron que sacar una pila de perdigones de plomo del hombro
izquierdo de Saxon. Pero también arrancaron un pedazo grande de su cuello, y había
tanta sangre. Creí que su arteria se había abierto. Pensé que estaba muerto y solo
observaba cómo se desangraba.
Si el Henchman hubiera apuntado solo un poco más hacia la derecha, Saxon
se habría desangrado.
Y todo el mundo sigue preguntándome si me encuentro bien. Media docena
de tazas de café fueron puestas en mi mano, pero no puedo entrar en calor y no
puedo despertar de la pesadilla de verlo sangrar y sangrar y luego caer inconsciente.
Pensé que lo estaba observando morir. Regresó de eso. Gracias a Dios volvió
de eso.
No creo que yo lo haya hecho todavía.

•••

—¿Sabes lo que es estúpido? —pregunta mi amiga Anna—. Toda la cosa de


voy a violarte en venganza.
Aparto la mirada del pasillo en el hospital donde se encuentra la habitación
de Saxon. El alguacil todavía no ha salido. —¿Qué?
—Los Eighty-Eight y la forma en la que van tras de ti. —Dice eso en voz baja,
para que no pueda ser escuchada por nadie—. Porque, en verdad, ¿qué se gana con
eso? Especialmente cuando vales mucho más por tu cerebro. Quiero decir, piénsalo.
Elaboras cerveza y tienes un título en química. ¿Qué tan difícil podría ser preparar
metanfetaminas para ellos?
Dios. —No soy exactamente Walter White.
—Apuesto a que podrías hacerlo. Así que si fueras un genio químico criminal,
no querría tu coño. Solo te encadenaría y obligaría a preparar drogas todo el día y
sería rica vendiéndolas. Luego contrataría a un montón de chicos que atienden
cabañas y me los cogería a ellos. En venganza.
—Reichmann no es un genio. —Y no desea mi coño. Solo quiere hacerme
daño.
Resopla. —Como dije. ¿Sabes lo estúpido que suena eso?
Cierto. Pero lo estúpido todavía puede ser bastante peligroso.
El alguacil Landauer no está en la habitación de Saxon mucho tiempo. Ya ha
hablado conmigo, pero no me sorprende cuando se dirige de nuevo hacia mí.
Cuando Anna lo ve, coloca esa expresión de luchadora en su rostro, como si fuera a
decirle que retroceda, o que espere hasta mañana, o que se vaya a sentar sobre un
palo afilado. Niego con mi cabeza y ella se desalienta.
—¿Estás segura?
Asiento y se levanta, moviéndose al otro lado de la sala de espera en donde
su hermano Stone, y un grupo de otros miembros del Hellfire Riders están sentados.
Hoy temprano eran más, pero después de que Saxon despertara y recibieran las
buenas noticias, algunos empezaron a irse a sus casas.
Landauer se sienta en la silla a mi izquierda y tapa su huesuda rodilla con su
sombrero. Es delgado y nervudo, con cabello corto rubio mezclado con gris y tenía
una barbilla al estilo Clint Eastwood, incluso su mandíbula. Una cicatriz en su labio
superior lo hace lucir como si siempre estuviera lleno de desprecio, pero no es tan
malo.
—¿Lo estás llevando bien?
Solo puedo arreglármelas para lanzar una risa hueca y breve.
—Sí, eso es lo que pensé. ¿Me pareció ver a Red antes? No tuve la oportunidad
de decirle hola.
Mi papá. No sé si son lo suficientemente amigos como para intercambiar
saludos, o si Landauer solo está haciéndolo sonar como que lo son, para que me
relaje con él. Jamás lo he escuchado decir una mala palabra contra el alguacil, lo que
no es el caso para casi todos los demás policías de la zona. —Fue a buscarme algo de
ropa.
Tiré de la parte delantera del uniforme que me dio el hospital. Llegué medio
desnuda, con mi blusa presionando contra el cuello de Saxon y mis pantalones cortos
empapados con su sangre. Mi maleta se encuentra en mi camioneta pero el alguacil
ya ha dicho que no sacaré nada de allí hasta que hayan terminado de inspeccionar
el vehículo.
Su mirada haciendo caso omiso de los Riders reunidos, que estaban mirando
hacia acá. Tal vez pensando que necesitarían liberar a su primera dama de las garras
de la policía. Me encuentro con los ojos de Blowback. Puedo manejar esto. Le dice
algo a los demás y todos de repente tienen otras cosas a las que mirar.
—Sabes que siempre pensé que tu hombre tuvo un mal acuerdo hace años.
Crane realmente era duro de pelar.
El fiscal del condado. —Supongo.
—Debió haber retirado los cargos con tu testimonio.
—Un jurado no estuvo de acuerdo. Parecía que nada de lo que dijera
importara.
—Bueno, Crane hizo un buen trabajo en pintarlo como un pedazo buscador
de pleitos de mierda, ¿no? —Se inclina hacia adelante, sus manos entre las rodillas,
observando mi rostro—. Ahora, aquí estamos.
—¿Y dónde estamos?
—Hace quince años te sacó de encima a patadas a Timothy Reichmann. Ahora
su hermano menor es el presidente de una banda de motociclistas, y se dice que
anda tras ti. De ti, a pesar de que fue Saxon Gray quien mató a su hermano.
Porque Luke Reichmann es una misógino cobarde que piensa que su
hermano solo me estaba dando lo que merecía, y porque sabe que es mejor opción
que ir tras Saxon. Al menos él, sí lo sabía. Pero todavía no ha venido en persona. En
su lugar, envió a dos de sus hombres.
Pero, supuestamente, yo no sé eso. —¿Se comenta que está detrás de mí?
¿Quién dice eso?
Landauer no me contesta, pero continúa—: Y se habla de que hubo un
altercado entre Gray y Reichmann allá en el Corral hace un par de semanas y que tal
vez tú estabas en medio de eso.
No estaba precisamente así. Me encontraba en una cabina y empujada contra
una pared con Reichmann amenazándome hasta que Saxon me lo quitó de encima.
Pero solo me encojo de hombros. —Estaba allí con él, pero no vi ningún
enfrentamiento.
—También comentan que Reichmann estuvo en el servicio de urgencias
alrededor de una semana para que tres de sus dedos fueran operados. Dicen que se
los pilló con un cortacésped. Los doctores le salvaron dos.
¿Sus dedos habían sido cortados? No tengo que mentir sobre eso. —No sé
nada sobre el asunto.
Pero tampoco lo siento o estoy sorprendida.
El alguacil levanta sus hombros en un encogimiento de hombros relajado. —
Eh, vive en una granja. Pueden suceder todo tipo de accidentes, especialmente si
estás cortando el pasto por la noche como dijo que hacía. Pero se me ocurre que se
está formando un patrón, y en subida, y que tu hombre puede que esta noche haya
tenido el último golpe. Lo que significa que el siguiente será peor.
Tiene razón. No puedo imaginar que los Hellfire Riders no devolverán el
golpe con fuerza y rapidez, y que será sangriento. Sin embargo, no le voy a dar a
Landauer lo que desea. —Entonces todas estas cosas están revoloteando por ahí, y
dicen que puede que yo esté en peligro y, ¿esta es la primera vez que me estás
interrogando? Tal vez sea porque, ¿hasta que alguien reciba un disparo o sea
violada, no hay mucho que puedas hacer para ayudarme? Eso es un poco demasiado
tarde, ¿no?
—Ahora puedo ayudar.
No, no puede. Porque incluso si le entrego al hombre que nos atacó esta noche
y hace un arresto, los Henchmen no van a señalar con sus dedos a su presidente y
dirán que fue él quien dio las órdenes. Van a mantener sus bocas cerradas y nada
cambiará. Todavía seguiré en peligro. Landauer no puede protegerme. Saxon, sí
puede.
La única pregunta es cuánto pagará por protegerme. De nuevo.
—Puede que haya atropellado a uno de los que dispararon —digo—. O tal
vez era el buzón de Saxon. No lo sé; estaba agachada en mi asiento porque solo
disparaban hacia mi ventana trasera. —Es lo que encontrará al mirar mi camioneta;
no voy a decirle nada que no sepa o que no descubrirá—. Tienes mi vehículo, así que
supongo que sabrás si fue a un hombre a quien atropellé, y si encuentras un cuerpo
con huellas de neumáticos sobre él, supongo que sabrás si lo maté. Así que, ¿qué
crees? ¿Crane va a venir por mí por homicidio porque tenía prisa tratando de salvar
a un hombre después de haber recibido un disparo? Porque eso no parece muy
diferente de encarcelar a un hombre que mató accidentalmente a alguien mientras
salvaba a una chica de ser violada.
—No suena para nada diferente —me sorprende que esté de acuerdo—. Lo
que sí es diferente es la palabra, accidente. Digamos, si un hombre al tratar de
proteger a su mujer decide tomar represalias en lugar de solo defenderla. Tal vez
creas que la única diferencia es un línea delgada en la ley, porque proteger es
proteger... pero es una diferencia que enviará a un hombre lejos por mucho tiempo.
Lo sé. Y el peso aplastante en mi pecho de repente es más pesado y más frío.
—Desearía poder ayudar. Pero no vi quienes eran. Estaba girando para ir a casa
cuando recibió el disparo, y luego los estaba esquivando yo detrás de la camioneta.
—¿Y no escuchaste nada?
El jefe quiere a su puta. —No. Tal vez dijeron algo, pero no lo escuché. También
estaba haciendo un montón de ruido, empecé a gritar después de que los disparos
pararon y me di cuenta que Saxon había recibido uno.
Los vecinos confirmarán eso.
Da un suspiro profundo. —De acuerdo. Si de repente recuerdas ver o
escuchar algo, ¿me lo dejarás saber?
—Lo haré.
—Me alegro. —Golpea sus muslos como si estuviera a punto de levantarse,
entonces hace una pausa—. Porque se dice que durante ese altercado en el Corral,
tu hombre estaba en tomando represalias... pero entonces le pediste que no lo
hiciera. Dicen que tú dijiste que no podías soportar perderlo o verlo de nuevo en
prisión. Lo que pasaría, si asesina a alguien.
Mi garganta es una quemadura irregular. No puedo responder.
—Supongo que solo esperaré a que aparezca evidencia que pueda ayudar a
atrapar a esos bastardos que te dispararon para encerrarlos, junto con cualquiera
que pueda haberles dicho que apretaran el gatillo. Entonces no habrá nadie a tu
alrededor amenazándote, y nadie del que tu hombre tendrá que protegerte, ¿ves?
Asiento y se levanta, con el sombrero en su mano.
—Bueno, tal vez solo consúltelo con la almohada, señorita Erickson. Un poco
de descanso tiende a ser una forma de refrescar la memoria.
Y obviamente sabe que estar aterrorizada de perder a alguien que amas,
también tiene ese efecto.
Traducido por AleVi
Corregido por Bibliotecaria70

―Nunca he odiado los hospitales de la manera en la que algunas personas lo


hacen ―dice papá.
Es lo primero que cualquiera de nosotros ha hablado en un rato. El reloj marca
después de las cuatro. Anna se encuentra dormitando contra mi hombro. En una
habitación al final del pasillo, Saxon está siendo bombeado con analgésicos y estará
durmiendo hasta por la mañana, por lo menos, y no puedo sentarme con él, porque
el hospital de Pine Valley es pequeño y ahora está compartiendo espacio con un
adolescente que cayó desde una ventana mientras trataba de escaparse de su casa.
Los padres del niño se encuentran sentados bajo la televisión silenciada montada en
la esquina. La madre está durmiendo y el padre se ve a punto de quedarse dormido.
Lo que sea que haya sucedido, el niño no debió de haber estado tan mal herido. Si
lo hubiese estado, lo habrían transportado al hospital Bend.
No me gustan los hospitales, los odio. Pero imaginaba que mi padre los
odiaría. Especialmente ahora, el estar aquí debe hacerle pensar en todo lo que le
viene.
O no le vendrá. Porque no creo que espere hasta estar en un hospital. No creo
que me haga sentarme en una habitación como esta. No. Dará un paseo por el Crater
Lake, tal vez. Siempre fue una de sus rutas favoritas. Y el tortuoso camino al norte
rodeando la caldera no tiene desniveles o barandillas, a pesar de la caída en picado
en el otro lado de la línea blanca. Un hombre enfermo podría simplemente… volar.
Así que no puedo siquiera preguntarle por qué no los odia. El iceberg en mi
pecho se ha convertido en un glaciar en movimiento hacia mi garganta. Solo
observándolo en este lugar. No está mirando hacia atrás, pero está observando a la
mujer en la estación de enfermeras.
Su voz es un poco más dura. ―Me recuerda a tu madre.
Quien fue una enfermera también. No trabajó aquí. Su uniforme era de un
color distinto. Pero supongo que no importa.
Tomo su mano.
Hace años, cuando me fui a la universidad, empecé una carrera médica sobre
todo debido a mamá. Con la esperanza de continuar algún tipo de legado para ella,
porque no tuvo mucha oportunidad de hacer uno. Terminé con especialización en
química orgánica, pero en lugar de dirigirme a la universidad de medicina, me
decidí por una maestría en administración de negocios y empecé mi cervecería.
Nunca me he arrepentido de ello hasta ahora. Si hubiera ido a la universidad de
medicina, tal vez hubiera sabido que Saxon no se estaba muriendo, que su artería no
fue perforada.
En cambio preparo mucha cerveza. No sé si podría beber lo suficiente como
para hacerme olvidar el momento en que pensé que estaba muerto.
―¿Sabes lo que tu madre estaría haciendo en este momento, Jenny? Estaría
sentada en ese escritorio pensando que todos esos imbéciles solo necesitan ir a casa.
―Papá…
―Tiene razón ―murmura Anna a mi lado. Mi hombro-almohada ha dejado
una gran mancha rosa en su mejilla. Señala a Stone que asiente―. Tengo que seguir
adelante, o Saxon estará realmente molesto y me despedirá por quedarme dormida
en el Den mañana. ¿Quieres quedarte en mi lugar?
―No.
Anna mira por encima de mi cabeza a mi padre. No veo lo que pasa entre
ellos, pero asiente y se para, estirando sus brazos y haciendo estallar su cuello:
―Dios, sentiré estos calambres toda la semana. Llámame si me necesitas, ¿de
acuerdo?
―Está bien
―Si el sigue aquí, volveré antes de mi turno de mañana y te traeré el almuerzo.
―Se inclina para abrazarme―. Él está bien. Sabes que es fuerte y sería demasiado si
deja que esto lo derribe.
―Lo sé, gracias.
Solo ha pasado un minuto desde que se fue cuando mi padre dice: ―Nosotros
deberíamos irnos también. Necesitas dormir.
―Tal vez lo necesite. Eso no quiere decir que pueda. No seré capaz de hacerlo.
―Cuando llegaste y terminaron de revisarte, te prescribieron un sedante, ¿o
no lo hicieron?
Uno que me noquearía más de lo que quiero. Si lo tomo, Saxon probablemente
despertaría antes que yo.
―Sí, pero…
―Lo recogí de la farmacia cuando fui por tu ropa. Ahora escucha, ¿de
acuerdo? Estos chicos no van a ninguna parte. ―Hace un gesto hacia Blowback,
Stone y Gunner, los tres Riders que siguen aquí―. Ellos van a vigilarlo y se
asegurarán de que nadie llegue a él mientras este durmiendo. Estará a salvo.
A salvo. ¿Cómo puede estar a salvo? Mis ojos están ardiendo. ―Papá, tú no lo
viste. Había tanta sangre.
―Y ha dejado de sangrar. Ellos le han dado más. Están cuidando de él. Pero
te ves como una mierda y si te ve así, no le ayudarás. Solo se preocupará más de lo
que ya está. Y sé eso Jenny. Lo sé porque me siento de la misma manera. Nunca te
había visto tan cerca de romperte.
Porque nunca me había sentido tan cerca. Más cerca que ahora, porque ese
borde desigual en su aliento ha regresado, el que viene justo antes de que tenga un
ataque de tos y escupa un poco de sangre.
―Está bien ―le susurro―. Vayamos a casa. Trataré de dormir.
Asiente mientras envuelve un enorme brazo alrededor de mis hombros,
apretándolos. ―Estarás bien, nena.
Tal vez. Solo que no veo cómo.

•••

―¿Así que están dejando que te vayas? ―pregunta Gunner, su tono cuidadoso
me dice que cree que estoy malditamente loco3, pero sabe que es mejor no decirme
eso.
―No les di mucha opción. ―Además ellos solo querían mantenerme para ver
si había infección. No hay más que puedan hacer por mí solo emparcharme. Pero no
soy estúpido. Tomaré mis antibióticos como un chico bueno y regresaré si comienzo
a sentir fiebre. Lo que no quiero es quedarme aquí, dopado con morfina cuando
Landauer puede entrar y comenzar con el interrogatorio. Necesito mi cabeza clara.
El dolor al moverme me dará eso―. ¿Cómo está Jenny?
―Se está sosteniendo. Red prácticamente la arrastro a casa alrededor de las
cuatro.
Son solo las siete y media. Estuve a punto de irme antes, pero tuve que esperar
por el papeleo y a que el médico me diera una revisión final. Me pongo mis Jeans y
agarro mi camisa que yace doblada en la silla. Esto dolerá como un hijo de puta. Por
suerte todavía estoy flotando en la mierda que me dieron la noche pasada.
Cuidadosamente enrollo la manga en mi brazo. Un enorme vendaje acolchado cubre

3 En el texto original Batchit Crazy, que se refiere a una persona que no solo está loca sino que tiene
la cabeza llena de mierda de murciélago.
el frente de mi hombro. Me han dicho que se ve la carne molida por debajo. El área
de mi cuello es donde tendré que ser más cuidadoso, asegurándome de no rasgar
los puntos de sutura. La que más duele, sin embargo, está en el lado de la mandíbula
cubierto por un simple pedazo de gasa. Un pequeño perdigón golpeo el hueso y al
abrir la boca me dan ganas de golpear mi puño a través de la pared.
Pero sigo hablando sin fin, porque lo que tengo que decir es más importante
que un poco de dolor: ―Quiero a cualquiera de Hashtag o Scarecrow con Jenny a
cada segundo. Y conseguid teléfonos que funcionen por aquí. O un teléfono satélite
por el momento.
.―Lo haremos.
―Tengo una lista de prescripciones.
―Enviaremos a alguno de los prospectos a recogerlos ―dice Gunner mientras
mira como Stone y Blowback se acercan.
La mirada de Stone se dispara a la otra cama. ―¿Está durmiendo el chico?
―Está fingiendo ―le digo―. Y mantendrá la maldita boca cerrada. ¿No es así
muchacho?
No abre los ojos pero, asiente. Sonreiría si mi mandíbula no me doliera tanto.
No me preocupa que algo de lo que hemos dicho salga de aquí, de cualquier manera.
―¿Cuál es tu nombre, chico?
―Thomas James Clark ―contesta Blowback antes de que el chico pueda
hacerlo. A esta altura, probablemente ya sabe cuánto pesó el niño cuando nació y a
que chica en la ciudad se esconde para meterle la polla.
Stone añade: ―Pero nosotros lo estamos llamando el Defenestrador4, porque
es mucho más rudo que ser el que se cayó por una ventana, ¿verdad? Así que debes
usarlo en la escuela, chico. Ponlo en la parte posterior de tu chaqueta.
El chico finalmente habla. ―Ni siquiera sé cómo deletrearlo.
―Jesús. Te visitaré dentro de un mes y patearé tu trasero si aún no puedes
deletrearlo para mí entonces.
―Escúchalo, chico. Es muy serio con la defenestración. ―Empujando mis pies
dentro de mis botas recojo el cabestrillo que la enfermera dejo para mí―.
Pongámonos en marcha. Reúnete con Widowmaker en el cuerno e inicien contacto
con los hermanos. Quiero a todos los que puedan estar en la casa en dos horas. Mi
chaleco está en el rancho. También mi moto y mi teléfono. Alguien necesita
manejarla fuera del rancho. ―No seré yo por unos pocos días, por lo menos.

4
Defenestrador: persona que expulsa o separa a otra de su cargo, especialmente si es de forma
inesperada.
―Yo lo haré ―dice Stone―. Gunner tiene su atuendo. Puedes dejarme e ir a
dar un paseo fuera de la casa con él.
Bien. Veremos si los policías continúan estando alrededor de mi propiedad,
también. No lo haré. Aún no he ganado mi lugar en la casa de Jenny. Pero no me
importa una mierda. No esperábamos ese movimiento de Reichmann. Y siempre
supusimos que estaría a salvo en el rancho. No estaré asumiendo que estará segura
en ninguna otra parte. No hasta que Reichmann sea hombre muerto. Pero creo que
la muerte estará con él muy pronto. Porque estoy yendo a por él y nada me va
detener.

•••

No tomé el sedante pero aun así trate de dormir. Lo hice un poco, creo.
Cuando sonó la alarma que programé para las ocho, debí haber estado dormitando
porque me despertó de un sobresalto. Llamé al hospital para comprobar a Saxon y
me encuentro con que le han dado el alta, pero no me contestó el teléfono cuando
trate de llamarle para descubrir donde se había metido. Entonces mi padre consiguió
el mensaje de que están llevando a cabo una reunión de emergencia en el club. Así
que están haciendo planes para los Eighty-Eight y hay una buena probabilidad de
que a pesar de que sobrevivió a un disparo de escopeta, vaya a perderlo de cualquier
manera. Si no lo hago en esta guerra con Reichmann, será porque Laundauer sabe
demasiado y sabrá exactamente a quien buscar. Entonces Saxon irá a prisión y no se
arrepentirá porque lo habrá hecho para protegerme.
Y ni siquiera puedo respirar, solo de imaginarlo. Todo duele. Me duele tanto
que finalmente estoy adormecida, haciendo mi camino como una zombi a través de
la ducha y consiguiendo vestirme, después de comer algunos bocados del desayuno
tomo la camioneta de mi padre hacia el antiguo granero donde se encuentra mi
cervecería.
No importa lo que pase, siempre habrá trabajo. Perderé a mi padre, perderé
a Saxon, pero el trabajo siempre estará esperando por mí. Me pregunto cuanto
tiempo pasará antes de que el trabajo no sea suficiente para mantenerme andando.
Estoy allí solo unos cuantos minutos cuando escucho una moto llegando por
el camino. No es Saxon. Ya conozco el sonido de su Harley. Tampoco es mi padre.
Agarro la escopeta, me escondí en mi oficina el año pasado cuando las amenazas de
Reichmann comenzaron a circular, y observo por la ventana.
Hashtag. Uno de los prospectos de los Hellfire Riders, solo porque no tiene
sus parches no quiere decir que sea un novato. No sé mucho sobre él excepto que
Stone fue quien lo patrocinó. Es un par de años más joven que yo, quizás veintiséis
o veintisiete, y por la forma en que camina, estoy bastante segura que en algún
momento fue militar. Es probable que muy recientemente.
Cuando ve mi arma sus manos se disparan. ―¡El presidente me envió a cuidar
de ti!
Por supuesto que Saxon lo hizo. Le señalo que entre. Scarecrow5 aparece
media hora más tarde y luce como su nombre. Comienza a hacer rondas, Hashtag
permanece cerca de mí, y está haciéndome tantas preguntas sobre la sala de cocción
que no escucho a la camioneta de Gunner llegar. Justo cuando me giro veo a Saxon
ahí, su brazo se encuentra en un cabestrillo y su barba se ha ido. Mi corazón golpea
duro y creo que el iceberg está agrietándose, porque está aquí y está vivo, viéndose
malo y fuerte justo como me gusta.
Mi mano tiembla, haciendo que el hidrómetro que estoy sosteniendo
traquetee contra el lado de la bandeja antes de deslizarse en su lugar. ―Hola.
Observa a Hashtag. ―Retírate.
El prospecto desaparece. No estoy muy segura de hacia dónde se dirige.
Saxon viene hacia mí, sus oscuros ojos se bloquean en mi rostro. No puedo
ver nada más y el iceberg dentro de mi pecho continúa agrietándose dejando todo
el dolor atrás. Aunque no sé dónde tocarlo. No sé si voy a herirlo.
Pero sé que nuca me dirá que le duele. Necesito tocarlo, sin embargo. Mi
garganta es un nudo sólido, rozo mis dedos por el lado derecho de su mandíbula.
―Te afeitaste
―La enfermera lo hizo esta mañana. Tuvieron que rasurar una parte para
suministrar la vacuna, así que lo rasuro todo. ―Su voz es baja y áspera. Su mirada
recorre todo mi rostro―. ¿Estás bien?
―Dios. ¿Lo estás tú?
―Lo estoy si tú lo estás.
―Entonces estoy bien. ―Mi respiración se estremece cuando su enorme mano
acuna mi rostro y acaricia mi mejilla con su pulgar―. Landauer sabe que fueron los
Eighty-Eight. Y no dijo nada. No tuve que decir nada.
―Lo sé.
―Estará vigilándote. Asegurándose de que no harás nada para tomar
represalias.
―Lo sé. Pero sabes que me ocuparé de esto.
No confío en mi misma para hablar, porque mi pecho se siente como si
estuviera siendo aplastado, así que solo asiento.

5
Scarecrow: Espantapájaros.
―Estarás a salvo, princesa. ―Cada palabra parece fundida en hierro―. Ahora
me dirijo a la casa de campo, pero si necesitas cualquier cosa, solo tienes que
preguntar. Si me necesitas aquí, vendré.
―Está bien. ―Me las arreglaré.
―¿Trabajarás aquí la mayor parte del día?
―Eso creo. Tengo mucho con lo que ponerme al corriente después de haberme
distanciado una semana. Y solo… necesito mantenerme ocupada. ―Asiente mientras
su pulgar cepilla mis labios.
―Me quedaré en tu casa contigo esta noche. ¿Eso está bien?
Eso es lo único que lo es. ―Sí.
Algo obscurece su expresión, después inclina su cabeza. Su boca atrapa la mía
en un beso que es demasiado dulce y demasiado breve. ―Veré si puedo mantenerte
ocupada esta noche y espero que tu padre no tenga una escopeta.
Me río por un segundo, todo dentro de mí se aligera. ―Tiene una. Solo espero
que no tenga mejor puntería que un Henchmen.
Su sonrisa viene, entonces se va tan rápido y me doy cuenta de que incluso
sonreír le lastima y el dolor aplasta mi pecho. Lo oculto, lo oculto duramente, y tal
vez estoy haciendo un buen trabajo porque en lugar de preguntarme si estoy bien
me besa nuevamente. Entonces se ha ido, dirigiéndose a la reunión que lo podría
alejar de mí para siempre.
Pero podría detenerlo. Podría detenerlo.
Aunque si lo hiciera, lo perdería de cualquier manera.
Traducido por MaJo MadHatter
Corregido por Yani

Los clubes de motos se ocupan de su propia mierda. No van a la policía. Un


miembro del club que lo hiciera, estaría traicionando a sus hermanos. No soy un
Hellfire Rider, no soy una Vieja Dama, pero soy de Saxon. Al decirle cualquier cosa
a Landauer acerca de la noche anterior, lo estaría traicionando.
Pero sigo viendo esa sangre. Y me pregunto con qué sería más difícil vivir:
¿con la muerte de Saxon o con Saxon sin que me ame?
Sé la respuesta. Porque anoche en el momento en que sus ojos se cerraron y
su cuerpo ensangrentado parecía sin vida, habría hecho cualquier cosa, lo que sea,
para traerlo de regreso. Incluso si nunca lo abrazaba de nuevo.
Sin embargo, tal vez hay otra forma. No sé cuál es. Estoy tratando de pensar
en una, pero Hashtag dejó de preguntar; en su lugar me cuenta sobre las gafas de
visión nocturna que él y Scarecrow usarán para asegurarse de que Reichmann no
intente otra vez acercarse a nosotros sigilosamente en la oscuridad. Luego dice que
todo sería mucho más fácil si pudieran solo bombardear el recinto de los Eighty-
Eight, y Scarecrow le dice que ha luchado en el extranjero por demasiado tiempo y
se olvida de las señoras y de los niños que probablemente viven allí afuera, o tal vez
solo no le importan una mierda los daños colaterales y le gustaría enviar un avión
no tripulado, luego empiezan a hacer comentarios maliciosos acerca de la última
elección presidencial y tengo que decirles que se callen la maldita boca para que así
pueda pensar.
Pero no estoy pensando. Me encuentro herida. Y ahora los dos siguen
disculpándose, así que les digo que me sigan hasta la casa en donde puedo hacernos
algo para almorzar. Tan pronto como estoy allí hago que se sienten en la cocina,
luego abro la nevera y me quedo mirando a la nada en su interior.
Un poco de leche. Un huevo. Por lo general uno de los prospectos de los
Titans hace las compras para mi papá los lunes por la mañana, un beneficio adicional
de ser el presidente de un club de motos es que jamás tiene que hacer nada de esas
cosas de todos los días, pero Bottlecap hoy no debió ir, porque se encuentra en una
reunión de emergencia.
Porque Saxon recibió un disparo.
Porque accedió a protegerme.
—Supongo que no tenemos nada —digo débilmente, luego algo en mi interior
se rompe y lloro. Por un momento interminable, lloro de impotencia frente a la
nevera abierta y puedo sentir que los dos, Scarecrow y Hashtag, silenciosamente
están entrando en pánico detrás de mí, preguntándose qué hacer, pero no hay nada
que puedan hacer.
Sin embargo, tal vez haya algo que yo pueda hacer.
Limpio mi rostro y respiro entrecortadamente. —No le digan a Saxon que hice
eso, ¿de acuerdo?
—Seguro —dice Hashtag. Sé que está mintiendo—. Es solo la conmoción
atrasada o algo así.
—Claro.
Scarecrow me ofrece—: ¿Qué te parece si voy a la ciudad y compro algo de
comida? No me tomará mucho tiempo.
Tengo una mejor idea. —¿Qué les parece si todos vamos y ya? De todas
formas quería reunirme con Anna en algún momento del día de hoy.
—Muy bien —acuerda Hashtag—. Solo tengo que avisarle al jefe que
saldremos. ¿Tienes algún lugar mágico aquí en donde pueda enviar un mensaje de
texto?
Algún lugar en donde la recepción telefónica llegue. —A veces consigues una
barra o dos si estás en el asiento de la ventana en mi habitación. Pero aquí hay un
teléfono fijo. La casa club es el primer número de marcación rápida.
—Sí, eso es genial, pero hablar es una verdadera mierda. ¿Está bien si subo a
tu habitación?
Asiento y empiezo a subir por las escaleras. —Te mostraré.
Porque también tengo que enviar un par de mensajes.

•••

Mi hombro duele y quema como un hijo de puta. Los pocos ibuprofenos que
tomé no lo calman, pero los analgésicos de gran potencia que tengo empañarán mi
cerebro y me dejarán medio dormido. Sin embargo, tal vez no haya diferencia. Hay
un dolor que aclara tu cabeza y otro que la vacía, y estoy justo en la orilla del
segundo.
Por suerte no tuve que hablar demasiado. En su lugar, Red expuso todo lo
que sabe, de cuál de los hermanos hay que cuidarse y qué partes de nuestros culos
necesitamos cubrir antes de que algún policía venga a hurgar. En dónde están las
casas de seguridad si alguien quiere esconder a su familia por un tiempo. El equipo
y la información que necesitamos antes de salir al recinto.
—La forma más fácil de conseguir esa información es atrapar a un Henchman
y persuadirlo para que nos cuente sobre su sistema. Pero Reichmann y los otros
seguramente mantendrán un perfil bajo la próxima semana o algo así —dice—.
Deben saber que el alguacil nos está observando muy de cerca. Sin embargo
Reichmann es tan estúpido como el trasero de un burro, así que puede que quiera
salir y rebuznar.
—Pero incluso si lo hace, seguirá escondiéndose detrás de alguien —digo y el
dolor en mi mandíbula nubla mis ojos—. Tiene dos opciones: herir a alguien más
débil que él, u ordenar que sus hermanos dañen a alguien más fuerte. Así que no
saldrá solo.
—¿Y si sale? —pregunta Beaver.
—Te marchas. Nos avisas que está afuera, pero luego te vas. Buscamos
conseguir a uno solo. —Miro a Blowback—. Y nos aseguraremos de que hable.
Picasso frunce el ceño. —¿Qué hay del prospecto que destrozó la motocicleta
de Zoomie? Sabemos en dónde se encuentra, ¿no?
—Se ha ido.
Ojos sin expresión y rostro duro, es la respuesta de mi vicepresidente.
Observándolo, la mayoría de los hermanos probablemente está asumiendo que
Blowback eliminó al prospecto. No lo hizo. Blowback le sacó algo de información
hace unas semanas atrás, mayormente sobre las operaciones con metanfetaminas de
los Eighty-Eight, pero el prospecto desapareció un día después. Todavía no sabemos
si se fue o si Reichmann lo mató por hablar.
—Entonces, necesitamos esa información —dice Red—. No queremos dejar
ninguna mierda al azar. Y nada que apunte a nosotros. Así que cuando quememos
su casa, necesitamos ser como un pene con un condón, entramos limpios y salimos
limpios.
Mierda. Esa es buena. Pero sonreír hace latir mi cabeza y mi temperamento
se agota, así que cuando veo a Bottlecap acercándose hacia Red y hacia mí, la mirada
que le dirijo al prospecto hace que se congele en el lugar.
Sostiene en alto un teléfono, mi teléfono. La última vez que lo vi fue cuando
lo dejé en una cesta junto a los de todos los demás para que así no hubiera
distracciones y nadie consiguiera que le patearan su trasero por enviar mensajes
durante la reunión.
—Tienes algunos mensajes —dice el chico.
—Presidente. —Le recuerda Red en voz baja.
—Tienes algunos mensajes, presidente. Estoy de servicio telefónico.
—Tráelo hasta aquí. Todo los demás, tómense diez minutos. —Dos
mensajes—. ¿Tienes recepción aquí?
—No, señor. Estaba cuidándolos afuera en el recodo del camino.
Uno de Hashtag.
La señorita E lloraba demasiado porque el refrigerador está vacío. Iremos a
PV para almorzar.
En el pueblo. —¿Por lo general quién hace las compras de comestibles?
—Yo, señor.
—Asegúrate de conseguirlas para esta tarde.
—Sí, señor.
Leo el mensaje de nuevo. Mi pecho está tenso como la mierda. Lloraba
demasiado. Jenny no llora con facilidad. No por la comida. Me dijo que se encontraba
bien.
No lo está.
Pero no hay ningún mensaje suyo, pidiéndome que vaya. Solo uno de
Zoomie. Según Blowback, no está aquí porque va en avión con una tripulación para
apagar incendios forestales a unos estados de distancia. Eso probablemente la enoja.
En verdad se cuida de no darles ninguna oportunidad a los hermanos para que
digan que no se encarga de su parte, y algunos lo harán. No dirán una mierda de los
hermanos que no pudieron salir del trabajo para venir a esta reunión. Pero algunos
dirán que tal vez ella tenga miedo de mezclarse con los Eighty-Eight.
Sin embargo, no es sobre la reunión.
Jenny está preguntándome si conozco a algún fotógrafo aéreo para que pueda
hacer un folleto. PERO NO QUERÍA CONTRATAR A MI PÁJARO. Le di algunos
nombres pero ¿QUÉ MIERDA? Los quiere para mañana. MAÑANA. ¿Se encuentra
bien?
La irritación me traspasa. ¿Cuál es el maldito problema sobre mañana? No
hay nada por hacer. Y si Zoomie se enoja porque Jenny quiere contratar a alguien
más, ese es su maldito problema. Jenny no gestiona un puesto de limonada. Todo lo
que hace con esa cervecería está basada en todo tipo de investigación de mercados
y planea todo con anticipación.
Demonios. Planea con mucha más anticipación que mañana. Es a eso a lo que
Zoomie quiere llegar. No hay nada en particular sobre el día de mañana. Es solo que
Jenny no maneja su negocio de esa forma.
Por lo general, también es generosa con sus amigos. Lo he visto. No hay casi
nada que no les dé y dirigir un pequeño negocio hacia ellos es solo una parte, igual
que cuando los hermanos se miran el uno al otro antes de contratar a alguien afuera
del club.
Y ella no se encuentra bien. Destrozada y llorando.
No es tan difícil adivinar lo que sucede. Sumergiéndose en el trabajo,
distanciándose de sus amigos. Se está culpando por esto. Tal vez le preocupa colocar
a Zoomie como objetivo solo por estar cerca. Probablemente le asusta que los Eighty-
Eight vengan de nuevo por mí. Si ese es el caso, nada la ayudará más que ir hacia el
recinto de los Eighty-Eight y terminar con esto.
Y yo soy la mierda más estúpida que jamás haya vivido.
Escribo una respuesta.
Estará bien. Trae tu trasero hasta aquí LO MÁS PRONTO POSIBLE.
Necesito contratar tu pájaro.
Bottlecap todavía espera. Le doy el teléfono. —Eso se enviará cuando regreses
afuera ¿no?
—Sí, señor.
—Entonces regresa afuera. —Miro a Red—. Necesitamos ojos en el recinto.
Ellos no solo estarán sobre el terreno.

•••

Blowback mañana por la noche irá con Zoomie. Ella volará, él inspeccionará
el lugar desde afuera. Más fácil que pescar a un Henchman, y menor posibilidad de
provocar una lucha. Preferiría que fuera más temprano pero será mejor de esta
forma. Hoy me he presionado demasiado. Puedo lidiar con el dolor pero mi hombro
está rígido. Si no le doy un día de descanso a este brazo, no serviré para nada cuando
llegue el momento de ir tras Reichmann.
Pero ya lamento muchísimo haber tomado esos analgésicos antes de venir a
la casa del rancho. Me siento casi borracho y no pongo mucha resistencia cuando
Jenny me empuja en su gran cama y me dice que me quede quieto. Pero no está aquí
conmigo. En vez de eso está guardando la ropa que recogió de mi casa. Así que solo
estoy aquí acostado, mi cuerpo pesado, observándola hacer espacio para mí en su
lugar. Aunque en verdad, es un ajuste fácil. Yo no tengo mucho y Jenny básicamente
tiene todo el piso de arriba para ella. Han abierto y ampliado las habitaciones, para
que tenga una gran suite con grandes ventanas con vistas al huerto de atrás. No hay
nada femenino. Habría estado bien con ello si fuera así. Pero en vez de eso hay un
montón de marrones, dorados y verdes, como si hubiera tomado los colores de sus
cabellos y de sus ojos y hecho una habitación con ellos.
Y no creo que esté equivocado. Se está distanciando. Se culpa. Es sutil, pero
no me mira tan a menudo como por lo general lo hace, y algunas veces cuando lo
hace, desvía la mirada rápidamente. También se mueve con rigidez, yendo y
viniendo del banquillo en el extremo de la cama hacia el armario lo suficientemente
grande para ser su propia habitación, sosteniéndose con mucho cuidado para no
quebrarse.
Ver cómo esto pesa sobre sus hombros duele más que haber recibido un
disparo.
—Zoomie dijo que le preguntaste sobre pilotos.
—Lo hice. —Le está prestando mucha atención a mis vaqueros mientras
vuelve a doblar un par que ya se encontraba doblado—. Pienso presionar en el
ángulo local. Ya sabes, ingresar a los campos locales, apoyando al agricultor. Esa
clase de cosas. Así que conseguiré fotos de algunas granjas cercanas.
—¿Desarrollarás alguna cerveza orgánica?
—No, pero eso sería inteligente. Eventualmente lo haré.
—Todo el tiempo me piden agregar más cosas orgánicas en el menú del Den.
Me mira sorprendida. —¿Los Riders te pidieron eso?
Mierda. Reírse duele como un hijo de puta. —Nah. La multitud para el
almuerzo. Especialmente los turistas.
Su sonrisa viene y se va rápidamente. Vuelve a girar hacia el armario.
Maldición.
Me levanto y voy tras ella, mis pies desnudos y mi brazo metido en un
cabestrillo. Cada músculo parece pesar una tonelada. —Te sientes culpable ¿no?
Todo su cuerpo se congela. Sus ojos muy abiertos miran hacia mi rostro. —
¿Qué? No. ¿Culpable sobre qué?
—¿No? Entonces ¿por qué te mueves por aquí toda nerviosa? —Sé que no me
teme. Lo que significa que solo está asustada—. ¿Tendré que follarte para sacarte la
respuesta?
Su mandíbula se endurece. —Odio cuando haces eso.
—Pero funciona. —Porque nunca pone distancia entre nosotros cuando la
toco. Pero jamás le advierto qué haré, y no voy a hacerlo ahora. Su respiración ya
está temblando. Me gusta cuando está enojada pero en estos momentos está más
cerca de llorar. Gentilmente deslizo mi brazo libre alrededor de su cintura y la llevo
hacia mi pecho—. ¿Sabes qué pienso?
Esconde su rostro. Su cabello cae sobre sus hombros cuando en silencio niega.
—Recuerdo estar sentado en mi celda y recibir una carta tuya. Solo páginas y
páginas de lo mucho que lamentabas haberte perdido en ese rally y meterte en
territorio de los Eighty-Eight. O lo mucho que sentías no haber logrado escapar de
Reichmann sin ayuda. Una y otra vez, porque sentías cada paso que me llevó a la
cárcel, incluso aquellos que no habías tomado. Así que ahora pienso que tal vez te
sientas de la misma forma, pero no lo has escrito, y tienes páginas y páginas de “lo
siento” formándose en tu interior justo ahora. Pero no las quiero. ¿Recuerdas lo que
te escribí en respuesta?
—Sí —susurra—. Así que suéltame, Saxon.
No quiero hacerlo pero lo hago, y la observo caminar alrededor de la cama y
abrir un cajón en la mesita de noche. Saca una nota y la desdobla. Los pliegues están
andrajosos. Todo el papel se cae a pedazos. Me lo entrega y es un puñetazo en mi
pecho. Ahí está mi respuesta para ella. Mi letra.
Jamás lo lamentes. Porque yo no lo hago.
—Sax.
Mi garganta se siente apretadísima. Guardó esto. Y por el estado del papel,
supongo que debió desdoblarla y leído cientos de veces. Trago saliva con fuerza y
digo—: Esta vez mi respuesta es la misma. ¿Anoche? Eso fue culpa de Reichmann,
no tuya. Y no lo siento. No lamenté haber ido a prisión cuando no te conocía, y estoy
segurísimo que no lamento haber estado contigo anoche. Incluso si eso me hubiera
matado. Todo lo que me preocupa es que te encuentres a salvo.
Se estremece cuando digo que pude morir. —¿Crees que me importa menos
que tú estés a salvo?
—No. Pero ¿lamentarías haber recibido una bala por mí? Eso jamás sucederá.
Pero solo digamos. ¿Lo lamentarías?
Sus ojos se cierran. —¿Estás diciendo que no te sentirías culpable si yo lo
hiciera?
Mierda. Caminé directamente hacia eso. —Jamás sucederá —digo de nuevo
y ella sonríe un poco.
Pero a pesar de la curva de sus labios, sus ojos están como hechizados cuando
me mira de nuevo. —Entonces ¿no hay nada que puedas lamentar?
No puedo pensar en una jodida cosa. Negando le devuelvo la nota. —No.
Pero siento no haberte escrito una carta mejor.
—No hay nada mejor —dice en voz baja y abre de nuevo el cajón de la mesita
de noche. Me deslizo por detrás y me encanta su pequeño suspiro irregular cuando
mis labios se presionan contra el lado de su cuello. Se gira y su boca es dulce y
tiembla contra la mía. La pruebo larga y profundamente y cuando gime por lo bajo
en su garganta, juego con ella, chupando la punta de su lengua hasta que se
estremece, tiro su labio inferior regordete entre mis dientes y lamo mi recorrido
hacia su interior.
La necesidad arde y una pesada calidez se desliza sobre cada músculo. Es solo
un paso hacia la cama, luego la coloco sobre mí. Pesa casi nada, sus muslos a
horcajadas en mi estómago mientras se inclina.
—Espera. —De repente se aleja, sus rosados labios hinchados—. Ni siquiera
puedes sonreír. Besar tiene que dolerte.
Es una jodida agonía. —No me importa.
—A mí sí. —Empuja mi pecho, sentándose—. Si fuera de otra forma, y
supieras que el besar me hace daño…
—Jenny. —Atrapo su barbilla y la obligo a mirarme—. No es de otra forma.
Y ya me duele. Así que ¿sentir dolor mientras te beso? Esa es una buena opción.
Sus ojos verdes se entrecierran. Su mirada cae al vendaje en mi mandíbula,
luego hacia mi cuello. —Entonces solo dime si te duele aun más —dice antes de
deslizarse más abajo y tirar de mi cinturón.
Mierda. Mi polla está tan jodidamente dura cuando desabrocha el primer
botón, eso duele más. Pero es un dolor malditamente bueno. Un gruñido retumba a
través de mi pecho cuando usa el filo de sus dientes para jugar con mi eje a través
de la mezclilla estirada, y su concentración se centra en mi rostro, como si tratara de
decidir si es un dolor bueno o uno malo.
—Princesa, todo está bien. —Tan jodidamente bien.
Aunque no debería estarlo. Estoy acostado en una cama que no me he ganado,
con una mujer que no merezco y quien se consume por la culpa porque yo no la
protegí como debía.
Mierda. Eso duele más que cualquier cosa.
—Jenny —digo con voz ronca—. Vuelve aquí arriba. Solo acuéstate conmigo.
Arruga su frente con preocupación. Inmediatamente se encuentra a mi lado
y tanteando con sus manos por todos lados, tocando con cuidado mi rostro, los
bordes de las vendas. —¿Por qué? ¿Estás bien?
—Me encuentro bien. —Apoyo su cabeza en mi hombro sano—. Solo me di
cuenta que abrazarte era una opción mucho mejor.
Resopla un poco y se acurruca más cerca. —El Percocet te golpea, ¿no?
—Lo estoy sintiendo. —No era mentira. Excepto que lo he estado sintiendo
por un rato.
Desliza su mano sobre mi pecho y la apoya sobre mi corazón. —Entonces
duerme.
—Tú también. —Sé que apenas logró dormir un poco anoche.
—También lo haré —dice. Y no pasa mucho tiempo antes de que me esté
durmiendo, pero ella no está conmigo. En lugar de relajarse solo parece encontrarse
rígida contra mí, como si estuviera preparándose.
Como si todavía se preguntara cuando se romperá.

•••

Despierto con una polla adolorida y la boca de Jenny sobre ella. No logro ver
nada en la oscuridad pero no necesito hacerlo. Está chupando con fuerza, haciendo
esos pequeños sonidos sensuales con su garganta que se convierten en zumbidos
cada vez que me lleva más profundo.
—Mierda. —Presiono la maldición entre mis dientes. Hace una pausa. Sé que
preguntará si me duele, pero solo dolerá si se detiene. Enredo mis dedos en su
cabello y la sostengo en el lugar antes de que pueda salir—. Continúa, princesa.
Gime y sé que su coño está empapado en estos momentos, que su coño está
tan hambriento por mi polla como lo está su boca. Luego está chupando mi polla
gruesa hasta el fondo de su garganta y tengo que pelear para no empujar más
profundo.
Mis puños se aprietan. —Hasta el fondo.
Y me toma. No logra tragar toda mi longitud pero hace todo lo que puede, su
garganta aprieta la cabeza de mi polla antes de retirarse, en busca de aire, y no puedo
contenerme más.
Me siento y la subo a mi regazo. Envuelvo mi brazo derecho en su cintura.
Automáticamente prepara sus manos sobre mis hombros, luego jadea y aleja sus
manos.
—Oh, mi Dios, Saxon.
No quiero escuchar nada sobre hacerme daño, y lo que sea que esté a punto
de decir sale como un grito ahogado mientras mi polla se desliza a través de su raja
empapada y se presiona profundamente.
No lo suficientemente profundo. Es tan jodidamente apretada. Y no tengo
ningún poder.
—Jenny inclínate hacia atrás. —Mi necesidad hace que salga como un
gruñido.
Su cambio de peso mueve mi polla más profundamente cuando lo hace.
Mierda, sí. Su cabeza cae hacia atrás con un gemido y va incluso más lejos, apoyando
sus manos en el colchón al lado de mis muslos, abre aún más sus piernas sobre mis
caderas, planta sus pies en la cama detrás de mí. Arquea su espalda. En la oscuridad,
sus pezones son sombras firmes contra la palidez de su piel.
Tengo que probarlos. —Ahora cabálgame.
Duda solo por un instante, resolviendo la posición. El primer impulso de su
cadera es inseguro. La estabilizo con mi brazo alrededor de su cintura y me inclino
hacia adelante para chupar su dulce y pequeño pecho, luego gimo cuando la
siguiente estocada de su caliente y apretado coño rodea toda la longitud de mi polla.
—Oh Dios. —Respira y mueve sus pies, clavando sus talones, y esta vez tiene
el poder para golpearse contra mí, reventando su coño y luego moliendo su pelvis
contra la mía—. Oh Dios. Te necesito tanto. Tanto.
Atrapo su pezón entre mis labios y libero su cintura. Está totalmente abierta,
completamente expuesta. Su clítoris está resbaladizo por sus jugos, y acaricio con mi
pulgar ese pequeño nudo apretado mientras lleno su coño con mi polla otra vez. Su
coño se aprieta con cada oleada de su cuerpo, sus gemidos elevándose en gritos. Tan
jodidamente excitante. La forma en la que se pierde a sí misma. La forma en la que
se entrega. La forma en la que da todo.
A mí.
—Jenny —digo su nombre con voz ronca. Luego la inclino sobre su espalda y
sobre su lado derecho, abriendo sus piernas y cabalgando entre sus muslos. Llevo
su rodilla izquierda hacia mi hombro y luego me hundo de nuevo en su calor
resbaladizo, más profundo. Grita mi nombre, y este maldito cabestrillo no me deja
llegar a su clítoris. Su coño está tenso y apretado, y sus músculos internos abrazando
la longitud de mi polla, ella está cerca, tan cerca. Me golpeo contra ella tan duro
como ella se folló contra mí. Agarra con sus dedos salvajemente las sábanas como si
tratara de apartarse pero se empuja contra mí, sus caderas haciendo espirales
pequeñas con cada estocada. De repente todo su cuerpo se bloquea, no está
respirando, ni moviéndose, pero su coño me aprieta con fuerza, tan fuerte, una y
otra vez.
No puedo durar después de eso. Mis bolas parecen llenarse de plomo caliente
antes de que mi semen salga disparado. Jenny se estremece suavemente y su coño
se aprieta de nuevo, como si el fuerte pulso de mi polla en su interior lo provocara.
—Mierda. —No puedo recuperar mi aliento. Con mi pecho agitado, coloco
mi brazo derecho detrás de mi espalda—. Dios, demonios.
Se sacude con una pequeña risa, y los músculos de su coño ondulan alrededor
de mi polla. Jesús. Podría quedarme enterrado en su calidez por siempre pero me
retiro con suavidad, usando la parte baja de mi camisa para limpiar el semen. Con
un pequeño suspiro de satisfacción, rueda sobre su estómago. Me ubico a su lado
sobre mi costado bueno.
Gira su cabeza hacia mí, apoyando su mejilla en la sábana. Observa mis
movimientos. —¿Necesitas otro Percocet?
—Tomaré uno en un minuto.
Asiente. Sube su mano y entrelaza sus dedos con los míos. —Tengo tanto
miedo de perderlos a los dos.
Su papá y yo. No puedo decir ni una maldita cosa, porque sí perderá a uno
de los dos. Decir que no seremos los dos, en realidad no es un consuelo.
—Sé que dirás que no me dejarás. Pero eso no significa que no te pueden
llevar. Y creí que sí te había perdido —continua y ahora su voz es solo áspera y
gruesa. En la oscuridad, sus ojos brillan con lágrimas—. La otra noche por un
minuto, pensé que estabas muerto, y eso me dolió tanto que también quise morir. Y
sigo viéndolo una y otra vez. Así que ni siquiera puedo… no puedo…
Su respiración se detiene de nuevo. La acerco más pero no llora. Solo se
estremece como si tuviera frío y suspira.
Traducido por Yira Patri
Corregido por ValeV

Podría perderlo si hago esto. Podría perderlo si no lo hago.


En mi correo electrónico hay un enlace del fotógrafo que me lleva a una
galería digital. Son fotos grandes, de alta resolución, y cuando le doy zoom a la
imagen, no toma mucho tiempo encontrar lo que estoy buscando. Una dependencia.
Muy notable en cualquier extensión de tierra en esta parte de Oregón, a excepción
de los espacios quemados en el suelo detrás del edificio. Todo a su alrededor, la
hierba es de color amarillo y se encuentra seca. Aquellos espacios quemados no son
de un incendio; son quemaduras químicas. Algunas mierdas desagradables están
siendo arrojadas detrás de esa dependencia. Un poco más atrás, un agujero cavado
en el suelo está lleno de basura. Una excavadora se encuentra al lado de él,
probablemente para que puedan cubrir la basura rápidamente si es necesario.
Imprimo el juego de fotos y las meto en un sobre de papel manila. Solo tengo
que escribir alguna nota anónima falsa y enviarla al alguacil Landauer. Él sabrá de
quién es. No le daré la información que quiere sobre la noche en que Saxon recibió
un disparo, eso es con lo que Saxon está lidiando, pero el entregarle a los tiradores
no sería suficiente, de todos modos. Simplemente quitaría del medio a dos
Henchmen. Algo como esto puede acabar con todo el club.
Y si lo hago, voy a tomar eso de Saxon. Estaré rompiendo todas las reglas que
aprendí mientras crecía. Los clubes se encargan de su propia mierda.
Pero solo quiero cuidar de mi hombre.

•••

Me lo tomé con calma. Solo visité el Den para firmar los cheques de pago y
hacer el poco trabajo que necesitaba ser terminado antes de regresar a la casa del
rancho. La camioneta usada de Jenny ya se encontraba estacionada en el frente y era
la única cosa buena que había visto en la mayor parte del día. Mi mandíbula me
molesta muchísimo. Los medicamentos y el cabestrillo me molestan demasiado.
Todo el mundo y todas las cosas me están molestando muchísimo.
Excepto Jenny. Solo ella me preocupa. Su cuerpo no fue tocado, pero aun así
la otra noche recibió una paliza. Pensando que había muerto. De alguna manera,
salió herida peor que yo. ¿Y si fuera yo, pensando que la había perdido, aunque
fuera solo por un segundo?
Preferiría que me disparen de nuevo.
Hashtag está en la puerta. Golpea mi puño cuando sale y me dice—: Jefe, está
arriba. Ha estado muy callada todo el día.
Asiento y subo por las escaleras. Tiene todo el piso de arriba para ella sola así
que no me toma mucho tiempo encontrarla. Lleva una camiseta y un pantalón corto,
se encuentra acurrucada sobre el asiento de la ventana, todas sus piernas largas y su
piel dorada con el sol a raudales sobre ella. Pero su rostro está pálido como una
sábana blanca, y se abraza como si se encontrara herida.
—¿Jenny? ¿Estás bien?
Con un suspiro tembloroso se sienta y apunta a un grueso sobre yaciendo
sobre la cama. —En realidad no. Deberías mirar eso.
—¿Qué es? —Con el ceño fruncido, abro el sobre, esperando ver unos papeles
legales, o tal vez algo con respecto al funeral de su papá o todos los otros
preparativos que vienen acompañados de una patada en el rostro cuando un padre
se está muriendo. En su lugar hay un montón de fotografías—. ¿De dónde son estas?
—Del recinto de los Eighty-Eight.
—¿Qué? —Eso no tiene ningún sentido. Zoomie y Blowback no saldrán allí
hasta esta noche.
Me está mirando, su expresión como una cáscara de huevo. Cuidadosamente
apacible pero luciendo demasiado fácil de romperse. —Hace poco pensé en ello.
Después de que empecé a escuchar a Reichmann amenazándome, y luego de
enterarme que mi padre se hallaba enfermo, pero antes de que él fuera a ti. Porque
tenía miedo de que me tuviera que ir, ¿no? Ya no tendría a nadie que me protegiera.
Así que trataba de pensar en lo que sea que pudiera hacer para sacármelos de
encima.
Jesucristo. Tiene la jodida cocina de metanfetamina encerrada en un círculo
rojo. Pero dudo que estuviera planeando entrar y quemarla. —¿En qué pensabas?
—En enviarle esto a la policía del estado.
Mi pecho parece ahuecarse, como una que navaja que entró y sacó todo.
Enviar esto. A los policías.
Para quitarse a los Eighty-Eight de su espalda.
Ella continúa—: No lo hice antes porque pensé que no iban a hacer nada de
todos modos. Quiero decir, alguien tiene que saber que estos chicos están operando
por ahí, y nadie ha hecho nada todavía. Pero Landauer me estaba pidiendo
información. Estos chicos no son ni siquiera de la jurisdicción de Landauer porque
son de otro condado, pero creo que va a presionar. Creo que va a asegurarse de que
Reichmann caiga.
Y no está equivocada. Landauer lo haría. Pero la navaja sigue sacando más de
mi interior, y mi pecho duele como si en cualquier segundo fuera a escupir sangre.
No puedo mirarla. No puedo mirar a nada en esta maldita habitación. Debí haberme
ganado mi lugar antes de poner un pie aquí.
Mi garganta está en carne viva. —¿Pensaste que no podría manejar la
situación? ¿Crees que no podría acabar con él?
—Sé que puedes hacerlo.
Eso no es lo que dicen estas fotos. Y la ira está viniendo, tan jodidamente
caliente. —Sabes que estamos planeando ir hacia allá.
Desliza sus brazos alrededor de su vientre como si estuviera abrazándose. Sus
ojos se encuentran enormes y se están llenando. —Sí.
—Pero hiciste esto. Mierda. —Lanzo las fotos de nuevo a la cama—. ¿Ahora
lloras? No eres la que acaba de ser apuñalada en el jodido pecho y en la jodida
espalda. Fuiste la que anoche me jodió, quien me dijo que malditamente me
necesitaba, sabiendo todo el tiempo que te llevabas la puta razón por la que estoy
aquí.
Sus ojos se cierran, las lágrimas deslizándose bajo sus pestañas. —No parecía
importar. Sabía que te iba a perder de una manera u otra.
—¿Perderme? —Mi risa desgarra mis entrañas y voy hacia ella. Le agarro la
barbilla y hago que me mire, y la miseria que veo en sus ojos nos hace un maldito
par perfecto—. ¿Perderme? No, Jenny. Sigue adelante y apuñálame por la espalda y
conviérteme en un pedazo inútil de mierda. Aún así no te dejaré ir. No me importa
si ya no me necesitas maldición.
Porque todavía la necesito. Jodidamente mucho. Necesito probarla y tomarla
ahora, su boca salada por las lágrimas. Está empujándome, pero no he terminado.
Voy más profundo, hasta que se aferra a mí, besándome en respuesta con su suave
lengua caliente.
Con mi puño en su cabello, me levanto y gruño—: Y por lo menos todavía
necesitas eso.
Empuja mi pecho. Esta vez la suelto. Se aparta de mí, su pequeño pecho
agitado, pero ahora no llora. Se encuentra bien y está cabreada. —¿Qué demonios
significa eso? ¿Crees que no te necesito más? ¿Para qué?
—Jenny para protegerte. Poque te aseguro como el infierno que no parece que
creas que pueda. —Y saberlo me está matando.
Me mira fijamente. —Sé que puedes.
—¿Entonces por qué mierda le pedirías a Landauer que lo hiciera?
—No lo hice. Si envío eso, sería para protegerte.
Eso no tiene ningún jodido sentido. —¿Qué?
—Sé que puedes eliminarlos. Pero también sé que Landauer va a estar
apuntando directamente hacia ti cuando lo hagas. Y yo no... —Su respiración se agita
antes de que se estabilice de nuevo—. Ya pasaste cinco años encerrado porque me
estabas protegiendo. Traté de ayudarte, pero nada de lo que dije hizo ninguna
diferencia. Pero lo hará ahora. Y yo no quiero perderte por el resto de mi vida. Así
que si quieres que envíe esto, para deshacerme de los Eighty-Eight de esa manera,
lo haré.
—Para protegerme a mí. —Todavía no encaja en mi cabeza pero llena el vacío
en mi pecho—. Jenny yo te protejo. No al revés.
—Ahora es así. Pero solo si lo deseas. —Toma un respiro tembloroso—.
Debido a que me diste una opción cuando mi padre vino a ti. Permitiste que
decidiera si dejaba que me protegieras. Es por eso que no envié las fotos. Para que
también puedas elegir.
—No quiero que lo hagas. —Tengo que eliminar a Reichmann por mi cuenta,
y tengo que ganarme un lugar a su lado, no esconderme detrás de ella. Sé que Jenny
no estará de acuerdo, y cuando sus ojos empiezan a llorar de nuevo, agarro su mejilla
con la palma de mi mano—. No lo quiero así. Pero ¿saber que tratas de cuidar de
mí? Me gusta muchísimo. Sin embargo no es necesario que me protejas. Eso es lo
que hacen mis hermanos. Nos cuidamos las espaldas, yo te cuido a ti.
—No había nadie cuidándote la espalda la otra noche.
Mierda. Sí, había alguien. —Jenny tú lo hiciste. Tú conseguiste sacarme de allí
y me salvaste la vida. Ahora voy a tener que tragarme cada palabra que acabo de
decir.
Sonríe un poco, luego suspira. —Sé que es así cómo funciona el club. Sé que
cuidan tu espalda. Todavía tengo miedo.
—Supongo que eso no va a desaparecer hasta que se haya terminado. Pero
seré cuidadoso. Porque tengo que volver contigo.
—Y yo te necesito aquí. —Tira de la parte delantera de mi camisa como si
quisiera asegurarse de que tengo su atención—. Tampoco es que sea solo para
protegerme. Esa no es la única razón por la que estás aquí. Espero.
—La dulzura de tu coño puede que tenga algo que ver con eso. —Y amarla
tanto que no puedo imaginar vivir sin ella.
Sonríe. —Bien. Porque me gusta tu gran polla.
—Mierda. La amas.
Sus dedos son un puño en mi camisa y me tira hacia la cama. —Eso hago.

•••

Saxon tiene a los Riders y a los Titans que irán al recinto reunidos en la casa
del rancho en lugar de la casa de guardia. Están distribuidos alrededor de nuestra
sala de recreación, escuchando mientras esboza el plan. Estoy de pie en la pared
del fondo y simplemente guardo silencio. Normalmente no hablarían de negocios
delante de mí, no solo para la protección del club sino también para la mía. Si algo
sale mal, mientras menos sepa mejor. Mi padre se encuentra de pie a su lado.
Aunque no le dijo nada a Saxon delante de los demás, puedo decir que no está feliz
de que esté aquí. Entonces Saxon les dice que tengo las fotografías diurnas de los
terrenos de los Eighty-Eight, así que ya me encuentro metida hasta las bolas en
esto y de repente mi papá se encuentra enojado conmigo en lugar de estarlo con él.
Sin embargo puedo manejarlo. Tengo toda mi vida.
Y sé por qué Saxon quiere hacerlo de esta manera. No saldré con ellos, pero
me ayuda escucharlos hablar de ello. Porque entrarán como imaginé que lo harían.
No motarán en sus motos ruidosas con un montón de escopetas atadas a sus
espaldas. En vez de eso, se parece mucho a una operación militar. Algo más con lo
que estos chicos están familiarizados, supongo.
A mi lado, Lily levanta su mano. Anteriormente me dio una mirada asesina
cuando le dije por qué había contratado a otra persona, para que las fotos no
pudieran ser rastreadas hasta los Riders, pero supongo que volar anoche sobre el
recinto y conseguir las fotos con infrarrojo ha bajado su irritación. Esas señales de
calor son probablemente más útiles de todos modos. Les dio una buena idea de en
dónde estarían los Henchmen alrededor de 3 de la mañana en una noche cualquiera,
y cuántos montaban guardia.
Saxon ve la mano de Lily. —¿Zoomie?
—Jefe, ¿traeremos nuestras propias armas?
Mira a su vicepresidente. —¿Blowback?
El hombre corpulento abre un largo cajón que antes rodó por la parte
delantera de la sala. Puedo decir que hay algunos rifles automáticos dentro, pero no
sé de qué tipo. Sin embargo los demás lo saben. Algunos de los chicos contienen sus
respiraciones y se miran los unos a los otros como necesitando la confirmación de lo
que están viendo.
—Jesucristo, maldición —murmura Lily a mi lado. Levanta su voz—. ¿Jack
de dónde diablos has sacado todo esto?
Blowback le lanza su mirada fría. —Me crucé con alguien que no debería
haberlas tenido, y es el único que sabe que los tengo ahora.
—¿Es alguien que todavía es capaz de hablar?
—No.
—Muy bien, entonces. —Lily relaja su espalda.
Blowback mira a los demás. —Estos no pueden ser rastreadas hacia mí o a
los Riders. Nada de esta caja se ha utilizado antes. Y ahora hay dos reglas que vienen
con ellos: No los tocan sin guantes, y los dejan atrás en el recinto.
—Espera. ¿Dejarlas esas atrás? ¿Solo deshacerse de ellas? —Gunner realmente
suena afligido.
—Eso es lo que dije.
—Una polla en un condón —añade mi papá, como si les estuviera
recordando. Es una de sus frases favoritas. Entrar limpio. Salir limpio. Esta vez, para
que las armas no puedan ser rastreadas hacia ellos.
—Estamos planeándolo para dos noches a partir de ahora —dice Saxon—. La
luna se pondrá en torno a las dos y media. Tres equipos. El de Blowback eliminará
la cocina y al cocinero. Con el mío entraremos a buscar a Reichmann. Red, Hashtag,
y Zoomie estarán en el perímetro. Hashtag es nuestros ojos y nuestra comunicación;
Red y Zoomie estarán volando.
¿Volando su helicóptero? —¿No será ruidoso? —le susurro a ella.
—Mi pájaro no. —Hace la mímica de levantar un rifle y tirar del gatillo—.
Bien en lo alto. En un techo o en un árbol.
Oh. Cubriendo la espalda de los demás. El nudo en mi pecho se descomprime
un poco más. No está deshecho para el momento en que la reunión termina, pero
cuando Saxon viene a mí después de eso y me pregunta en voz baja—: ¿Todo bien?
—Por primera vez, creo que podría estarlo.
Traducido por Ana09
Corregido por Erienne

Estamos esperando oír la cocina volar, pero hasta ahora no hay nada más que
grillos y perros.
El equipo de Blowback giró más allá del extremo norte del complejo. En los
dos días que han pasado desde nuestra reunión, ha estado aquí unas cuantas veces
con Stone, examinando nuestras rutas de acceso en relación a los rumores de las
trampas explosivas. Nada encontrado, pero todavía andamos con cuidado. Pienso
que toda la seguridad de los Eighty-Eight es más charla que espectáculo. Hay perros
por todas partes del complejo, y creíamos que los tendríamos que poner a dormir
para que no alertaran a los Henchmen antes de que estuviéramos en el lugar, pero
todos ladran sin parar. El silencio funcionaría de alarma.
Perros sin disciplinar, rumores de trampas explosivas que no están, un
complejo que es solamente un puñado de casas rodantes en una vieja finca. Es fácil
de identificar la Casa Club en las fotos, las motos estaban estacionadas alrededor,
pero el resto del lugar está plagado de chatarra. Seguridad real sería limpiar esa
mierda para que un equipo de tres hombres no pudiera hacer su camino hacia las
casas, ocultándose. La realidad, es que tenemos decenas de vehículos oxidados para
esconderse.
Agazapado detrás de la parte trasera de un viejo Ford, Gunner me mira.
Estamos usando pintura militar, así nuestros rostros no son objetivos en la
oscuridad. No puedo leer su expresión, solo ver el movimiento de sus ojos. —
Blowback llega tarde —dice tranquilamente.
—Dale otro minuto. Tener un equipo probablemente lo retrasó.
Stone jadea una risa silenciosa y dice: —¿Todavía nos ves?
Está hablándonos a través de un micrófono con sujección en su garganta. La
respuesta de Hashtag viene a través del receptor en mi oído, uno de los juguetes de
Gunner. Entre él, Stone y Blowback, estamos mejor equipados de lo que alguna vez
estuve durante mi corta temporada de marine.
—Estoy viendo tus bellos ojos ahora.
Sonriendo, Stone revolotea sus pestañas justo cuando brillantes luces
naranjas iluminan el cielo. Una explosión resuena a través del aire. Su sonrisa se
desvanece. —Aquí vamos. Máscaras puestas.
Para filtrar cualquier mierda tóxica que está siendo arrojada en el cielo ahora
mismo. Levanto la mía, dolor rechinando al pasarla por mi mandíbula. He sanado
lo suficiente durante los últimos días como para quitarme el cabestrillo y mover mi
brazo, pero me siento tan jodidamente dolorido.
—¡Santa mierda! —El grito viene de la izquierda.
Algunas risas. —¡Fuegos artificiales, de nuevo es el maldito cuatro de julio!
Hashtag nos dice: —Corredores están llegando al nueve. No están mirando
en tu dirección.
Porque un laboratorio de metanfetaminas explotando debido a un derrame
químico o condensación de gases se espera como pulgas en un perro callejero. Están
corriendo simplemente para ver qué pasó. Es la naturaleza humana. Y esa naturaleza
los dejará vulnerables.
—Tengo a Burke a la vista.
El ejecutor de los Eighty-Eight, el hijo de puta que me disparó y se habría
apoderado de Jenny. Maldición. Quería ojos en Reichmann antes de que
empezáramos a disparar. Por ahora los Eighty-Eight están pensando que es solo una
explosión accidental. Tan pronto como el primer disparo salga, el juego cambia
completamente. Se cubrirán y empezarán a disparar de vuelta.
Un afilado estallido divide la noche. El juego cambia. Zoomie, cubriendo al
equipo de Blowback. El tono de los gritos a nuestro alrededor cambia. No solo de
sorpresa sino también alarma.
—¿Red?
—Lo tengo.
Otro estallido.
—¡Mierda! —dice Hashtag en mi oído—. Acabo de avistar a Reichmann, pero
él vio a Burke caer. Se metió en la casa nueve.
Casa nueve. Realizamos un mapa a partir de las fotos y numeramos todos los
edificios. Es una localizada al noroeste, de una sola habitación.
—¿Estamos claros?
—Manténganse abajo y detrás de la chatarra. Tendrán unos dieciocho metros
de distancia máxima hasta la parte de atrás de la casa.
Nos movemos rápido. Ellos aún están dispersos, probablemente rumbo a las
armas. Zoomie y Red evitarán que la mayoría saquen sus cabezas. Nos detenemos
detrás del último basurero. Una corta carrera sin coberturas.
—¿Listos para ir?
—Tengo infrarrojo en la casa. No hay nadie en las ventanas, pero... Mierda.
Hay mujeres o niños en la habitación en la parte norte de la casa. Creo que son
mujeres. Son seis. Nadie realmente pequeño.
Joder. —¿Está Reichmann en la misma habitación con ellas?
—No. Hay dos hombres en la casa. Están en la sala de estar. Y... —duda por
un segundo—. Jefe, creo que están encadenadas.
¿Encadenadas? Solo una razón para ello. La rabia es rápida y caliente, pero la
enfrío. Tan jodidamente fría.
Así que no solo están manejando metanfetaminas y drogas. También están
vendiendo chicas. Y si alguna vez hubieran llegado a Jenny, no hay una maldita
duda de lo que hubieran hecho luego de que terminaran con ella. —¿La habitación
del norte?
—Sí. Están sentadas en el piso contra el muro sur. Al otro lado hay un cuarto
de baño. Hay una ventana en la pared oeste pero está tapiada.
Miré a Stone. —Si sacamos a esos dos, Reichmann irá por las chicas y se
esconderá detrás de ellas.
Su asentimiento es corto, su rostro duro. —Así que seremos rápidos, ¿sí?
Hashtag entra. —Debe haber pedido ayuda por comunicación interna porque
hay cinco hombres que se dirigen a tu camino, vienen del norte.
El otro lado de la casa. Así que por ahora estaremos cubiertos.
—Red, tengo a los cinco, puedes iluminar la Casa Club —irrumpe Zoomie.
—El equipo de Blowback está fuera y dirigiéndose al punto de encuentro.
Miro a Stone y Gunner. —Estamos yendo.
Solo dieciocho metros, y lo que nos rodea en la noche suena como a un campo
de batalla. Zoomie está sacando a los cinco Henchmen por el otro lado de la casa,
pero deben haber tomado cubierta detrás de más chatarra, porque estaban
disparando de vuelta. No sé si pueden verla o si solo están probando suerte. Una
línea atraviesa el cielo, uno de los cohetes que Red está usando para golpear la Casa
Club. Quemándola toda hasta los cimientos.
Llegamos rápido al lugar y tenemos nuestras espaldas contra la pared sur,
agazapándonos bajo. Todavía hay disparos viniendo del otro lado. —¿Zoomie?
—Casi los tengo. —Su voz sonaba tensa—. Y el condón en nuestra polla se
rompió. Necesito algo de blanqueador aquí.
—¿Estás sangrando? ¿Es grave?
—La sacaré —entró Blowback.
—Retrocede, Jack. Conseguiré a estos hijos de puta y saldré. Solo tráiganme
algún maldito blanqueador. —Pausa y el ruido del norte de pronto se calma. —Bien.
Cayeron.
—Blowback, sácala y límpialo —dije—. ¿Hashtag?
—Dos hombres a cada lado de la puerta principal. Reichmann está más atrás
en el mismo cuarto. Todos van armados. Escopetas o rifles.
—¿Estás seguro que es él? El infrarrojo no da una imagen tan detallada.
—Sí, jefe. En una muñeca lleva una férula y en su pie un yeso. Me imagino
que es porque alguien cortó sus dedos y otro rompió también su tobillo.
—Blowback puede reclamar el tobillo —dijo Stone por lo bajo—. Pero quiero
señalar que yo conseguí algunos dientes.
Se llevó una buena la paliza, y por tocar a Jenny. Los dedos eran de Red.
Su vida es mía.
Señalo al frente de la casa. Inmediatamente Stone y Gunner se mueven como
si estuvieran sincronizados, cada paso como si fueran dos partes de uno solo.
Sirvieron juntos mucho tiempo, incluso más del que pasaron como Riders, y no
necesitan palabras para comunicarse y saber lo que haría cada uno, así que pasarán
primero. Son como un bisturí de precisión. Yo solo soy un gran maldito puño.
Césped largo y seco crepita bajo nuestras botas. No evitamos el ruido. Es
bullicioso alrededor de la casa. Todavía hay bastantes gritos y ladridos de perros, y
ahora los motores calentando en la distancia, que nadie dentro debe ser capaz de
escuchar el sonido. No hay ninguna luz encendida. Entonces, alguien dentro es lo
suficientemente inteligente como para no estar a simple vista, pero al segundo en
que nos movamos al frente, el resplandor del fuego de la Casa Club les permitirá
vernos.
Elevando sus cejas, Stone mira a Gunner, quien dice realmente bajo. —
Hashtag, ¿aún están por la puerta principal?
—Afirmativo.
—¿De pie?
—Sí.
—¿Y las chicas continúan sentadas? Compruébalo dos veces ahora.
—Lo están.
Gunner observa a Stone, el cual se encoge de hombros. —Espera un segundo,
jefe —dice, y como si fueran uno están caminando a descubierto, como los dos
pendejos más osados que he visto, y abren fuego en el frente de la casa con dos rifles
de asalto del contrabando de Blowback. Las armas automáticas destrozan la mitad
superior de la puerta y cortan a través del revestimiento como una sierra. Jesucristo.
Aún si los guardias que se encontraban en la puerta continúan con vida, no hay
posibilidad de que sigan derechos. Están ya sea cubriéndose o escapando. Y sin duda
Reichmann está corriendo, pero solo hay una habitación para ocultarse.
Me dirijo a la puerta. Stone y Gunner dejan de disparar, posicionados delante
mia, barriendo el lugar. Uno de los guardas está gimiendo en el suelo, sangrando de
un hombro y su arma en una mano. Gunner apenas mira hacia abajo, rematándolo
con una corta explosión. Espero para ponerme mis gafas de visión nocturna, pero
hay una tenue luz que viene del vestíbulo ahora, a través de la puerta del dormitorio.
—Tiene a una de las chicas. La arrastró al cuarto de baño. Parece que está de
pie en la bañera y la tiene enfrente de él.
Como un escudo. Mierda. Ojos en la puerta del cuarto de baño, señalo a mis
dos hombres hacia el dormitorio. —Desencadenen a las otras y sáquenlas.
Stone asiente y cubre a Gunner mientras se deslizan por el pasillo.
—No es por discutir —dice Red por la radio—, pero no vamos a ser salir de
aquí limpios. Véndenles los ojos, si puede ser y las dejaremos en la Iglesia Episcopal
en La Pine. Y cuiden sus bocas. No utilicen sus nombres a partir de ahora.
Gunner apaga la luz del dormitorio, usando la visión nocturna así puede ver
pero las chicas a ellos no. Todavía hay una franja de luz bajo la puerta del cuarto de
baño.
Gritos apagados vienen de la habitación, estridentes con terror. La voz de
Gunner es baja y tranquilizadora. Cubro a Stone mientras se dirige a ayudar.
—¿Reichmann tiene su arma en la chica o en la puerta?
—En la puerta.
Un rifle o escopeta. Eso tiene que ser realmente duro de sostener cuando una
de sus manos aún se está curando. Pero si paso a través de la puerta, podría ser
hombre muerto. Si disparo a través de la puerta, podría ser una chica muerta.
Eso no va a suceder.
Pies desnudos golpean el piso. Cuatro mujeres, luciendo aterrorizadas y
sosteniéndose una a otra. Stone transportando a la quinta en sus hombros.
—Tengo dos hermanos saliendo con cinco mujeres. ¿Tienen vía libre?
—Sí, señor.
Les hago gestos para que salgan. —Diríjanse al punto de encuentro.
Gunner duda. —Jefe...
—Lárgate. —Lo digo tranquilo, sin el comunicador interno, porque si tengo
que decirlo de nuevo, esto va a ir hacia abajo realmente duro—. Aún tengo ojos
cuidando mi espalda.
Se dirigen hacia afuera. Veo la línea de luz bajo la puerta del cuarto de baño.
Reichmann tiene una escopeta y una mano incapacitada. A menos de que esté
usando una semiautomática, va a ser malditamente duro para él trabajar la acción
después de que realice su primer tiro. Y aún si tiene una automática, sostiene a
ambos, la chica y el arma. El tiro saldrá sin puntería, y si no lo estabiliza con las
manos, no será capaz de apuntar correctamente de nuevo.
Y él es un maldito cobarde. No se mantendrá firme. Entrará en pánico.
De la sala de estar, tomo uno de los teléfonos de los guardias. La pantalla está
quebrada pero no necesito utilizarlo. Regresando a la sala, me mantengo agachado.
Puse la puerta del cuarto de baño en la mira y apunto con el rifle de asalto a la parte
superior del marco. No estoy buscando golpear a nadie del interior; mi objetivo es
la luz.
Los martillos neumáticos retroceden contra mi hombro derecho y las balas
rasgan un agujero a través del panel de yeso sobre la puerta, acertando en el techo
del cuarto de baño. La luz guiña apagándose. Polvo de yeso y astillas de madera
llueven a través del piso del pasillo. La mujer está gritando, pero apenas la puedo
escuchar a través del zumbido en mis oídos.
Tiro el teléfono en los restos de la puerta. Golpea con un pumm. Un instante
después, el centro de la puerta estalla y la detonación de la escopeta de Reichmann
retumba por toda la casa.
Estoy pensando en Jenny mientras ataco por el pasillo y pateo los restos de la
entrada del cuarto de baño. Pensando en cómo la tenía apretujada contra la pared
en esa cabina, pesando en el miedo y la rabia en su rostro. Pensando en los
moretones en su brazo y su muslo. Pensando en cómo ella no lo había visto venir.
Él no me ve venir ahora. Ha dejado caer la escopeta de acción de bomba y
hurga para encontrar el cuchillo enfundado en su cintura, tratando al mismo tiempo
de retener a la mujer que está tirando. A través de mis gafas de visión nocturna sus
lágrimas son pistas fantasmales sobre sus mejillas.
Tiro lejos el cuchillo y cierro de golpe mi puño en su cara.
Eso es todo lo que se necesita. Su cabeza rebota contra los azulejos de la pared
y cae en la bañera. Quince años antes, maté a su hermano con un golpe. No quise
hacerlo, y ni siquiera sabía que había caído en coma y muerto hasta que los policías
se mostraron.
No sabía si maté a Reichmann ahora con eso. Pero esta vez, lo quería.
Tomando su cabeza, giro su barbilla alrededor hasta que su cuello chasquea.
Ahora estoy seguro.
•••

No hay luna en el cielo. Solo oscuridad afuera. Mi corazón se atascó en mi


garganta cuando Saxon se marchó; el bulto no se ha movido aún. No me he movido
tampoco. He estado sentada cuatro horas en el banco de la ventana de mi habitación
con un teléfono desechable en la mano. Scarecrow está de pie en una de las otras
ventanas. Bottlecap está afuera en el huerto, hacienda las rondas. Tío Thorne en la
planta baja.
Solo en caso de que todo vaya mal y Reichmann venga directo por mí.
De repente la luz llena el hueco de la ventana. El teléfono. Parpadeo contra
los repentinos puntos enfrente de mis ojos y trato de leer el mensaje. Es del segundo
desechable que Saxon escogió.
Está hecho.
Mi corazón se aprieta firmemente. No se supone que responda. Solo que me
deshaga del teléfono. Pero me voy a aferrar a este mensaje hasta que llegue a casa.
Scarecrow asoma su cabeza en la alcoba. —¿Eran ellos? ¿Está todo bien?
Suelto una respiración irregular. —Creo que sí.
Traducido por Ana09
Corregido Bibliotecaria70

Landauer viene al rancho dos tardes después. Red sale al porche para
saludarlo. Me quedo con Jenny en la cocina, donde está cortando tomates. Su cabello
oscuro está alto, así que beso su cuello desnudo antes de atraer su espalda contra mi
pecho. Su corazón está corriendo.
―¿Todo bien? ―pregunto suavemente y ella asiente.
Bien. Beso un lado de su cuello antes de tomar un par de cervezas del
refrigerador. Le ofrezco una al comisario mientras llega.
Sombrero en mano, sacude la cabeza. ―Aún en servicio.
Asiento y abro una para Jenny. Landauer nos mira. Estoy muy malditamente
seguro de lo que está buscando. Pero la única que caminó fuera de ese complejo con
una herida fue Zoomie, una herida superficial en la parte alta del brazo, y las mujeres
que encontramos encadenadas.
No miré atrás mientras caminé fuera de la Casa Nueve. Simplemente le dije a
Red que la incendiara.
La mirada fija de Landauer se posa en Jenny. ―Mi hijo me dice que le has
estado mostrando los alrededores de tu lugar, enseñándole un poco sobre la
preparación de la cerveza.
―¿Hashtag? ―Sus cejas se disparan hacia arriba. El prospecto no está
siguiéndola más pero ha estado mostrándole su granja por algunas horas cada día.
Ella ya me ha preguntado si contratarlo creará algún conflicto en el club―. No me di
cuenta de que era tu hijo.
―Su madre y yo no hemos estado juntos por algún tiempo. ―Aclara su
garganta y cambia su sombrero de la mano derecha a la izquierda―. De todas
formas. Parece realmente interesado en lo que están haciendo.
Ella se ríe. ―Cada chico de esa edad está interesado en la cerveza.
―Cierto. ―Su diversión se aprieta en una expresión grave―. Probablemente
conocéis la razón de mi visita.
―Podemos adivinar o puedes hacerlo verdaderamente explícito ―dice Red.
―¿Escuchasteis sobre esas seis mujeres que aparecieron en la iglesia en La
Pine?
Jenny hace una mueca. ―Leí sobre ellas esta mañana. ¿Están bien?
―Supongo que en casos como esos, bien es relativo. Están mejor de lo que
estuvieron. ―Rasca un lado de su quijada pero la está mirando de cerca―. Vinieron
de la granja de los Eighty-Eight.
Sus labios rosados se parten con sorpresa. Sus cejas se fruncen, me dispara su
mirada fija, luego vuelve a Landauer. Su conmoción es genuina. Red y yo no le
hemos dicho una maldita palabra sobre ello. ―¿Estaban traficando con mujeres?
―Luego la sorpresa sangra en rabia―. ¿Mujeres?
―Eso parece. ―Se encoje de hombros―. Es lo que escuché. Como los rumores
de que la investigación va a ser tomada del Condado de Deschutes y puesta en
manos de los federales. Algo sobre ellos encontrando armas que sugieren que un
gran cártel estaba mezclado en ello, y las mujeres diciendo que eran ejecutores o
militares quienes vinieron por ellos.
¿Un cártel? Jesucristo. ―¿Qué cártel?
No estoy fingiendo mi sorpresa, tampoco. Blowback tiene unas malditas
bolas gigantes, eso es seguro.
―Eso es todo lo que oí. Excepto por lo que vengo a decirte. ―Mira a Jenny de
nuevo―. El médico forense acaba de confirmar que algunos de los restos que
encontraron en una casa quemada pertenecían a Luke Reichmann.
Su rostro se congela. Lo mira por un largo segundo, luego sus ojos se llenan.
―¿Están seguros?
―Estamos seguros.
Su aliento queda atrapado y se estremece. Al segundo siguiente está en mis
brazos, enterrando su rostro contra mi pecho. ―No tienes que hacerlo ―suspira y sus
lágrimas empapan mi camisa―. No tienes que hacerlo.
―Me hubiera malditamente gustado ―dice Red, su voz dura y áspera, y no
creo que esté actuando. No le molesta lo que hice, pero le habría gustado hacerlo.
No digo nada. No hay escondite para mi satisfacción y dejo que Landauer
haga con eso lo que quiera. Él tiene sus sospechas pero dudas, también. Pero no
puede haber absolutamente ninguna duda de que me hace malditamente feliz
pensar en Reichmann muerto.
Y esta mujer en mis brazos, está protegiéndome, aún ahora. Cuidando mi
espalda, aún ahora. Mi espalda, la de su padre, y la de cada una de mis hermanos.
Llorando contra mí, pero tan malditamente fuerte.
―De todas formas. ―Landauer se pone su sombrero―. Solo quería dejar saber
a la señorita Erickson que Reichmann no la estará molestando de nuevo.
Se vuelve hacia él, llorando, temblando y secándose los ojos. ―Gracias.
Muchas gracias.
Solo malditamente increíble.

•••

Estoy leyendo en el asiento de la ventana cuando Saxon sale de la ducha con


solo una toalla alrededor de sus caderas. Dios. Dejo mi libro caer en mi regazo y
absorbo todo ese grueso, reluciente músculo y piel bronceada. Hoy fue a que
comprobaran sus heridas y los vendajes son más pequeños ahora. Solo un parche
contra el lado de su cuello y un cuadrado sobre la peor parte de su hombro. Su
cabello oscuro todavía está húmedo. No lo ha echado hacía atrás, y los extremos
caen hasta su fuerte mandíbula. Por ahora, se ha estado afeitando en lugar de dejar
crecer su barba de nuevo, y no puedo decidir cuál amo más. Luce grande, malvado
y sexy de cualquier manera, y es todo mío.
Estoy a punto de meterme en muchos problemas.
Me levanto del asiento. ―Entonces ¿estás saliendo ahora?
―¿Saliendo? ―Se detiene enfrente del armario. Su mirada se desliza sobre mi
camiseta y mis pantalones cortos de dormir, y un temblor caliente corre a través de
mi piel―. ¿A dónde?
―De vuelta a tu lugar, creo. Ya que no necesito más protección y es la única
razón por la que estás aquí.
Ojos azul oscuro se disparan para encontrar los míos. Su rostro es como el
granito y tiene esa vieja mirada en sus ojos, la que dice que es peligroso dar otro
paso.
Estoy un paso más cerca. ―Pero asumo que probablemente hay una gran
cantidad de otras chicas ahora que pueden querer tu protección. Especialmente
desde que tú aparentemente tienes esta necesidad de andar alrededor salvando
chicas en problemas. Pero ya no estoy en problemas, así que…
Me calmo con un encogimiento. Estoy lo suficientemente cerca ahora para
sentir su calidez, para respirar en su limpio olor a jabón. Sus ojos están aún cerrados
en mi rostro.
Su voz es áspera. ―Te dije que me gusta tu coño, princesa.
―¿Así que te vas a quedar por eso?
―Joder, sí, lo estoy.
De repente su brazo se engancha alrededor de mi cintura y me lanza contra
su ancho pecho, yendo a zancadas hacia la cama. Me lanza en el medio y viene
después de mí, atrapando mis tobillos mientras trepo hacia atrás. Excitación
envuelve cada nervio. La fricción de las sabanas contra mi piel es una quemadura
caliente cuando me arrastra hacia él de nuevo.
―Y porque todo esto es mío ahora. Esta cama. Mi lugar aquí contigo. ―Dedos
duros rasgan mis pantalones cortos y mis bragas hacia abajo por mis piernas―. Y
especialmente este dulce coño. Así que, sí, voy directo a mi lugar.
Sus manos agarran mis rodillas y las extienden ampliamente, fijándolas a la
cama. Oh, mi Dios. Estoy desplegada como una mariposa y su cabeza baja sin
vacilación, lamiendo un camino lento de mi entrada a mi clítoris. Su boca se cierra
sobre ese doloroso brote de carne y lo chupa duro.
Grito, mis caderas tironeando. Gruñe y va por otra lenta probada seguida de
un áspero lengüetazo, azotando su lengua sobre mi clítoris. Es tan bueno, demasiado
bueno, casi no puedo soportarlo y luego casi lloro cuando levanta su cabeza.
―Tan mojada. ¿Quieres mi polla, Jenny? ¿No es eso por lo que estás aquí, por
mi gran polla?
Llenándome. Porque estoy vacía y adolorida. ―Sí. Dios, sí.
―Entonces, ponte en tus rodillas.
Pero no espera que me mueva. Manos duras en mis caderas, me gira sobre mi
estómago y me arrastra hasta mis rodillas. Subo en mis codos pero empuja mi cuerpo
de vuelta a la cama, su palma entre mis omoplatos sosteniéndome hacia abajo.
Sus largos dedos resbalan a través de mi coño. Inútilmente gimo, mis manos
curvándose contra las sábanas. La anticipación es una caliente quemadura.
―Mírate, tan lista para mí. ―Cada palabra es tensa, su voz áspera. Al borde
del control―. Tan malditamente hermosa. ¿Quieres mi polla?
Mi cuerpo estremeciéndose con necesidad desesperada. ―Demasiado.
―Voy a hacerte tomar cada centímetro, Jenny. ―Desliza la amplia corona
entre los labios de mi coño, partiéndome. Mis caderas se mecen de vuelta y la presión
de su mano entre mis omoplatos aumenta―. Sin malditamente moverse. Solo tómala.
¿De acuerdo?
―Sí ―jadeo entre las sábanas, temblando, luego tensándome mientras empuja
contra mí, dentro de mí, estirando mi carne sensible.
―Joder, eso es tan caliente ―gime y sé que está viendo su gran polla hundirse
lentamente dentro de mí―. ¿Cuánto quieres, princesa?
Todo lo que tiene para dar. ―Todo.
―Entonces puedes tomarlo todo ―dice y empieza a retirarse. Oh, Dios. Se
siente como si estuviera llegando a cada nervio, placer chispeando a través de mi
hinchada y necesitada carne. Gime y se detiene con la cabeza de su polla alojada
justo dentro de mí, y sé que está mirando la humedad recubriendo su piel tensa y
lo estrecho de los labios de mi coño alrededor de su eje―. Extiende tus rodillas un
poco más… oh, joder, sí. ¿Te gusta eso, también? Tu coño apretándose todo a mí
alrededor.
No puedo responder, mi aliento entrando en pequeños sollozos jadeantes. En
este ángulo la cabeza de su polla se siente enorme, presionando más duro contra mis
paredes internas. Lloro mientras empieza a empujar más profundo, y la sensación
se intensifica con cada centímetro, hasta que no puedo sentir nada más que la gruesa
longitud enterrada dentro de mí.
―No, princesa. Jodidamente mantente quieta y tómala ―gruñe, y me doy
cuenta que estoy sacudiéndome contra él de nuevo, llorando y retorciéndome contra
la mano que me sostiene abajo y la polla rellenándome completamente. Toca fondo
y luego empuja más profundo, porque sabe que me corro más duro de esta manera,
pero ya estoy casi ahí y no sé si también puedo tomar eso ahora.
Pero sé que me va hacer hacerlo. Porque sus dedos empujan en mis caderas,
sosteniendo fuerte, y eso quiere decir que va a follarme duro.
Oh, Dios. ―Saxon…
Se retira y empuja profundo y grito, necesidad y placer como un cohete
ardiendo a través de cada nervio dentro de mí, y solo me da más, jodiendo en mi
carne apretada con largos golpes profundos, golpeando hasta el fondo de mí y
yendo más profundo hasta que ya no puedo tomarlo, no puedo tomar más. El
orgasmo explota a través de mí, lanzando mi cabeza hacia atrás y arqueando mi
espalda. Mi coño se afianza alrededor de su polla, aún deslizándose de ida y vuelta
dentro de mí. Saxon gruñe y bombea más fuerte, más fuerte, cayendo hacia adelante
sobre mí, su pecho contra mi espalda y su boca caliente contra mi oído. Golpea
profundo y cada uno de sus músculos se pone rígido, temblando contra mí mientras
se corre.
―Te amo. ―Su aliento se estremece contra mi cuello y gentilmente besa mi
piel sudada―. Te amo jodidamente mucho, Jenny.
Mi corazón se llena, llego atrás y deslizo mis dedos en su cabello húmedo.
―Esa es una buena razón para estar aquí.
―Tengo más. ―Sus ojos azul oscuro, gira y me lleva con él―. No importa si es
aquí o en mi casa o en una maldita tienda, nunca he tenido jodidamente tanto. Tengo
todo. Soy como un maldito rey, solo porque te estoy sosteniendo.
Con la garganta obstruida de emoción, recuesto mi cabeza en su pecho
mientras lo abrazo fuerte.
―No empieces a llorar. ―Suavemente, azota mi trasero―. Ve a revisar tu
mesita de noche.
Levantando mi cabeza, le estrecho la mirada, pero solo dice―: Hazlo,
princesa. ―Así que sonrío y me deslizo a través de la cama. En el interior del cajón,
una nueva nota yace doblada al lado de la vieja hecha jirones.
NUNCA te dejaré. Y SIEMPRE te amaré.
Ahora pon esto abajo en el maldito cajón y ven aquí y bésame.
―Sax
Eso hago.
Como único miembro femenino de los Hellfire
Riders, he luchado por todo lo que tengo. Pero ahora voy
a perderlo todo...
Una estúpida apuesta hecha hace años atrás me va
a arruinar. Me había olvidado por completo de ella, pero
el Señor de la Guerra de los Riders no. Ahora el miembro
más peligroso del club está decidido a recoger su premio:
una noche en mi cama.
Pero yo no soy lo que Jack Hayden quiere. Él ha
estado tratando de deshacerse de mí desde que estoy
parcheada. Él cree que soy débil. Cree que soy vulnerable.
La única posible razón por la que está tratando de seguir
con esta apuesta es tratar de derribarme delante de nuestros hermanos. Así que no
lo voy a dejar tenerme, no importa la cantidad de placer que él pueda darme. Nunca
voy a desear su toque ...

Hellfire Riders MC #4
TRADUCIDO, CORREGIDO Y DISEÑADO
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