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El sistema Toyota ha sido aclamado como la principal fuente de su destacado desempeño como
empresa manufacturera. Sus distintivas prácticas, como el kanban y los círculos de calidad por ejemplo,
han sido ampliamente implementadas en otros países y empresas. GM, Chrysler y Ford han hecho
esfuerzos internos por adoptar las mejores prácticas mundiales y han creado, independientemente,
iniciativas importantes para desarrollar sus sistemas de producción lo mas parecidos al de Toyota.
Muchas otras compañías de diversos ramos como aeroespacial, productos de consumo, metal
mecánica, productos industriales, etc., han tratado de adoptar el sistema.
Lo mas curioso es que pocas manufactureras hayan gestionado adecuadamente para imitar a Toyota
con éxito, aún aquellas que se han mostrado extraordinariamente abiertas a compartir sus prácticas.
Cientos y miles de ejecutivos de otros tantos miles de negocios han visitado las plantas de Toyota en
Japón y Estados Unidos. Frustrados por su inhabilidad para replicar el desempeño de Toyota, muchos
visitantes asumen que el secreto del éxito Toyota, radica en las raíces culturales japonesas. Y este no
es el único caso. Otras compañías japonesas, como Nissan y Honda, se han quedado cortas para
alcanzar los estándares de Toyota, quien ha introducido por todas sus plantas del mundo su sistema de
producción, incluyendo Norte América, y en este año está sobrepasando la producción de mas de un
millón de automóviles, mini vans y camionetas ligeras.
¿Porqué ha sido difícil descifrar el sistema de producción Toyota? Creemos que la respuesta radica en
que los observadores, en sus visitas a las plantas, confunden las herramientas y prácticas que ven, con
el sistema en sí. Esto también imposibilita resolver una paradoja aparente del sistema: ¿cómo es posible
que las actividades, la coordinación, los flujos de producción rígidamente prescritos promuevan y
permitan la enorme flexibilidad y adaptabilidad de las operaciones de Toyota?. Todas las actividades y
procesos se desafían y empujan constantemente hacia mejores niveles de desempeño, permitiendo a la
compañía a innovar y mejorar continuamente.
Para entender el éxito Toyota debemos desenredar la paradoja aparente, tendremos que apreciar que la
rigidez en sus especificaciones es uno de los mejores aspectos que hacen posible esa flexibilidad y
creatividad. Es por esto que realizamos un estudio extensivo de cuatro años al sistema, en el cual
tuvimos la oportunidad de examinar el trabajo de mas de 40 plantas en los Estados Unidos, Europa y
Japón, algunas operando de acuerdo al sistema y otras no. Analizamos tanto los procesos como
aquellas manufactureras discretas cuyos productos iban desde chumaceras prefabricadas, auto partes,
ensamble final de automóviles, teléfonos celulares, impresoras, hasta inyección de moldes para plástico
y aluminio extruído. Investigamos no solo la rutina de trabajo en la producción, sino también las
funciones de servicio como el mantenimiento de equipo, el entrenamiento de empleados y supervisores,
la logística y manejo de materiales, así como el diseño y rediseño de los procesos.
Encontramos que la clave es entender que el sistema de producción Toyota crea una comunidad de
científicos. Siempre que se define una especificación, se establecen una serie de hipótesis que deben
probarse; en otras palabras: se sigue el método científico. Para hacer cualquier cambio, Toyota aplica
un riguroso proceso de solución de problemas que requiere una evaluación detallada del estado actual
de los hallazgos y un plan de mejora, el cual resulta en una prueba experimental de los cambios
propuestos. Con esta mentalidad que iguala al rigor científico, el cambio en Toyota representa algo mas
relevante que la prueba y error arbitraria, o que el caminar despistadamente por la vida.
El arraigo del método científico en Toyota es el factor que permite que la compañía no caiga en un
ambiente exagerado de comando o control, como cualquiera podría esperar de un alto grado de
especificación y estructuración. De hecho, al ver a la gente haciendo su trabajo y ayudando a diseñar
sus procesos de producción, aprendimos que el sistema estimula a los trabajadores y gerentes a
comprometerse en esa clase de experimentación, ampliamente reconocida como piedra angular en las
“organizaciones que aprenden”. Esto es lo que precisamente distingue a Toyota de otras organizaciones
que hemos estudiado.
El sistema de producción Toyota y el método científico que lo apuntala no fueron impuestos, ni siquiera
fueron conscientemente seleccionados; el sistema maduró naturalmente a través del trabajo de la
compañía durante cinco décadas. Nunca se ha escrito y frecuentemente los empleados no son capaces
de articularlo; es por esto que para los extraños resulta todavía más difícil comprenderlo. En este
Aún las tareas complejas y poco frecuentes, tales como el entrenamiento de personal inexperto en una
nueva planta, el lanzamiento de un nuevo modelo, el cambio de una línea de producción o el cambio de
una parte de una planta a otra, se diseñan con esta misma regla. En una de las plantas proveedoras de
Toyota Japón, por ejemplo, se requería mover el equipo de un área para crear una nueva línea de
producción, en respuesta a los cambios de demanda de ciertos productos. El movimiento de este
equipo se fragmentó en 14 actividades separadas. Posteriormente, cada actividad se subdividió y se
diseñaron series de tareas. Se asignó una persona para ejecutar cada actividad en la secuencia
específica. Mientras cada máquina se movía, se iba rectificando la forma en que las tareas se hacían y
lo que se esperaba, de acuerdo al plan original, y las discrepancias se señalaban inmediatamente.
La regla 1 obliga a la gente a probar sus hipótesis a través de la acción, al hacer que efectúen su trabajo
en una secuencia especificada. Cuando se efectúan pruebas de cada actividad o tarea, siempre se dan
dos hipótesis implícitas: primero, si la persona que hace la actividad es capaz de realizarlo
correctamente y, segundo, si la ejecución como tal es capaz de dar el resultado esperado. Recordemos
la instalación del asiento: si el operador no puede colocarlo en la forma y tiempo establecidos, entonces
él estará descartando evidentemente una de las dos hipótesis, se cuenta entonces con un indicio
indiscutible de que la actividad necesita rediseño o que el trabajador requiere re entrenamiento.
Cualquier proveedor no conectado a la Un proveedor no especificado Descubrir porqué el proveedor no especificado fue requerido
ruta de flujo, no se requiere. provee un bien o servicio actualmente y rediseñar la ruta de flujo.
intermediario.
4 Un cambio específico en una actividad, El resultado actual es diferente Descubrir cómo se realiza actualmente la actividad, o cómo
conexión o ruta de flujo mejoraría el costo, del esperado. se opera la conexión o ruta de flujo. Determinar los efectos
la calidad, el tiempo de entrega, el reales del cambio. Rediseñar el cambio.
tamaño del lote o la seguridad en una
cantidad específica.
Para hacer los cambios, se espera que la gente presente una lógica explícita de las hipótesis. Veamos
que implica esto. Hajime Ohba, gerente general del Centro de Soporte de Proveedores Toyota (TSSC)
visitaba una fábrica en la que uno de los consultores del centro estaba liderando una actividad de
entrenamiento y mejora (para entender el rol de los centros de promoción del Sistema Toyota, ver tabla
“El Compromiso de Toyota con el Aprendizaje”). El consultor estaba ayudando a los empleados de la
planta y su supervisor a reducir el tiempo de cambio de producto de una línea particular y Ohba estaba
ahí para evaluar el progreso del grupo.
Los miembros del equipo empezaron su presentación describiendo los pasos mediante los cuales se
creaba el producto, delineando todos los problemas que identificaron al estudiar por primera vez el
proceso para cambiar la fabricación de un producto por otro en una máquina. Explicaron los cambios
específicos que hicieron en respuesta a cada uno de los problemas detectados. Concluyeron diciendo:
“Cuando empezamos, el cambio de producto requería 15 minutos. Esperábamos reducirlo dos terceras
partes hasta lograr 5 minutos en el tiempo de cambio, de tal forma que pudiéramos reducir el tamaño de
lote hasta dos tercios. Mediante las modificaciones que implantamos, logramos que el tiempo de cambio
de producto se hiciera en 7 minutos y medio, una reducción de la mitad del tiempo original”.
Después de la presentación, Ohba preguntó a los miembros del equipo porqué no pudieron lograr la
meta de 5 minutos originalmente establecida. Se hicieron un poco para atrás. Después de todo, habían
reducido el tiempo de cambio de producto en un 50% y todavía la pregunta de Ohba sugería que se
habían detectado oportunidades mayores que no se habían logrado. Ofrecieron una explicación que
tenía que ver con la complejidad de la máquina, con dificultades técnicas y con los costos de
mejoramiento del equipo para lograrlo. Ohba respondió a su contestación con más preguntas todavía,
cada una con la intención de apremiar a que el consultor y los miembros del equipo articularan y
desafiaran sus suposiciones más elementales acerca de qué se podía y no se podía cambiar –
suposiciones o paradigmas tanto guiadas como forzadas por la forma misma en que habían resuelto los
problemas. ¿Estaban seguros de que se requerían los cuatro tornillos?, ¿sería posible hacer el cambio
solamente con dos?, ¿estaban seguros de que todos los pasos eran los requeridos?, ¿quizá algunos se
pudieron haber combinado o eliminado? Al preguntar esto, Ohba no estaba sugiriendo que el equipo
había fallado, al contrario, estaba tratando de llevarlos a comprender que no exploraron completamente
todas las oportunidades de mejora porque no cuestionaron con suficiente profundidad todos sus
paradigmas.
Había una razón secundaria en la persistencia de Ohba. Estaba tratando de mostrar al grupo que sus
actividades de mejora no se habían llevado a cabo como un experimento bona fide. Establecieron la
meta de 5 minutos basados en la premisa de que los cambios rápidos y los lotes pequeños son mejores
que los cambios largos o lentos y los lotes grandes. Habían confundido las metas con predicciones
basadas en hipótesis. La meta no era una predicción de lo que creyeron poder lograr a través de las
mejoras específicas. Como resultado, no diseñaron el esfuerzo de mejora como un experimento con una
hipótesis explícita, claramente articulada y verificable, de la forma: “si hacemos los siguientes cambios
específicos, esperamos lograr este resultado específico”. A pesar de que lograron reducir el tiempo de
cambio considerablemente, no comprobaron la hipótesis implícita en su esfuerzo. Para Ohba, era crítico
que los trabajadores y su supervisor se dieran cuenta que era igualmente importante el cómo hicieron las
mejoras y cuáles mejoras hicieron.
Quién hace las mejoras. Los trabajadores desde su trinchera hacen las mejoras a su propio trabajo y
los supervisores proveen la dirección y asistencia como maestros. Si algo va mal en la forma en que el
operador se coordina con un proveedor particular dentro del área inmediata de ensamble, ambos hacen
las mejoras con la asistencia de un supervisor común. El equipo de Aisin que veíamos previamente, por
ejemplo, consistía de los operadores de línea mas su supervisor, quien también fungía como su
El Ideal Toyota
Inculcando el método científico a todos los niveles de la fuerza de trabajo, Toyota asegura que la gente
pueda establecer claramente las expectativas de lo que comprobarán cuando implementen los cambios
que han planeado. Pero mas allá de esto, encontramos que la gente en las compañías que aplican el
Sistema Toyota, comparten un objetivo. Tienen una sensibilidad común de cómo debería ser el sistema
ideal de producción, y esa visión compartida les motiva a implementar mejoras más allá de lo necesario
para cumplir con las necesidades actuales de sus clientes. Este concepto del ideal es bastante
persuasivo y estimamos que es esencial para comprender el Sistema Toyota.
Cuando se refieren al ideal, los empleados de Toyota no describen algo filosóficamente abstracto.
Poseen una definición muy concreta en mente, que es notablemente consistente en toda la organización.
Muy específicamente, para los empleados de Toyota, el efecto o resultado de una persona, grupo de
gente o máquina ideales es:
Libre de defectos (como tal, que tiene las características y desempeño que el cliente espera)
Puede entregarse en cantidades de uno, pedido a la vez (un tamaño de lote de una pieza)
Puede proveerse bajo demanda en la versión requerida
Puede entregarse inmediatamente
Puede producirse sin desperdicio de materiales, mano de obra, energía u otros recursos (tales
como los costos asociados a los inventarios)
Puede producirse en un ambiente de trabajo física, emocional y profesionalmente seguro para
cualquier empleado.
En las plantas encontramos que la gente, muy consistentemente, instiga y empuja a las operaciones
hacia este ideal. En una compañía que fabrica productos electro mecánicos por ejemplo, encontramos
que los empleados diseñaron una gran cantidad de dispositivos que detectaban errores, generando una
señal simple y axiomática (si-o-no) que indicaba si el resultado estaba libre de defectos como se
establece en el ideal. En otra planta que manufactura partes de inyección moldeada, encontramos que
los trabajadores redujeron el tiempo de cambio de un molde pesado, desde 5 veloces minutos, hasta 3,
lo cual permitió a la compañía reducir el tamaño de los lotes de cada parte producida, hasta un 40%,
llevándola mas cerca del tamaño de lote ideal de una pieza. Mientras Toyota se mueve hacia el ideal,
puede darse el caso de que detecte que una de las dimensiones del ideal resulte ser más importante que
otra. Algunas veces esto deriva en prácticas que van en contra de la visión mas popular de las
El estado ideal de Toyota comparte muchas características de la noción popular de la “producción hecha
a la medida” – la habilidad para crear virtualmente variaciones infinitas de un producto tan eficientemente
como y al menor costo como sea posible. El ideal de planta Toyota es sin duda aquella en la que sus
clientes puede plantarse en su muelle de embarque, pedir un producto o servicio a la medida y obtenerlo
de inmediato, al precio mas bajo posible y sin defectos. En toda la extensión de cualquier planta Toyota,
o de una actividad de un trabajador, el ideal está a pocos pasos, y esta cercanía es precisamente la
fuente de tensión creativa para futuros esfuerzos de mejora.
Steven Spear es profesor asistente de administración de negocios en la Escuela de Negocios Harvard en Boston
H. Kent Bowen es profesor de administración de negocios en Bruce Rauner y en la Escuela de Negocios Harvard.