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NUM.

38 DICIEMBRE 1991

TRIESTE
ITALO SVEVO • UMBERTO SABA
CLAUDIO MAGRIS • ROBERTO GALASSO • ROBERTO BAZLEN
ANDRE PIEYRE DE MANDIARGUES • NINO FRANCK
ANGELO ARA • PAULINE PAUL • FRANCK VENAILLE
PHILIPPE RENARD • MARIO FUSCO
L a biograffa del escritor frances que ha vivido su siglo de
manera mas total que cualquier otro de sus contempor6neos
y, a Ia vez, Ia biograffa del siglo mismo.

EDICIONS ALFONS EL MAGNANIM


INSTITUCIO VALENCIANA D' ESTUDIS I INVESTIGACIO
GENERALITAT VALENCIANA- DIPUTACI6 PROVINCIAL DE VALENCIA
EL HOMBRE DE LAS FRONTERAS
Clau dio Magris
A frontera es doble, ambigua: a veces es un puente para encontrar al otro, a
L veces una barrera para repeler al otro, para situar a todos los otros al o tro
!ado. Hasta 1989 Ia frontera que cortaba Europa en dos, el tel6n de acero, hada
de una mitad de esa Europa una especie de terra incognita. En efecto, Ia
Europa central y oriental era, por antonomasia, Ia «otra Europa•. Este concepto
no designaba s6lo un bloque polftico-militar, el mundo comunista; era tmnbien
en si mismo una categorfa metafisica de extraiiidad y rechazo, de ignorancia. La
otra Europa estaba al otro !ado de esa frontera, estaba al este, y el Este
significaba -y no s6lo por el imperio de Stalin- algo negarivo, confuso e
inquietante, quiza incluso no m uy conveniente. Cuando yo era pequefio creia
que Praga se encontraba al este de Viena, y fue para mi una gran sorpresa e1
desmentido que me dio mi atlas escolar.
Entre Oeste y Este se alza a menudo Ia obsesi6n de una barrera, el empefio de
situar algo o a alguien al o tro lado. El principe de Metternich deda que
inmediatamente despues del Rennweg, la calle que atravesaba Viena, empezaban
los Balcanes, o, dicho de otro modo -a los ojos de el- ,
una turbulenta promiscuidad asiatica.
Por orro lado, en Ulm, que se encuentra muy al oeste
de Vierra, se dice que en Neu-Ulm, en Ia misma dudad,
pero al otro !ado del Danubio, empiezan los Balcanes,
termino que tambien alii tiene una connotaci6n
negativa [...].
El muro de Berlin ha sido, sin duda, a 1a vez el
simbolo y la realidad mas terrible de esa esdsi6n, de
ese desgarro que parece dividir el Este y el Oeste e
impedir asi el advenimiento de una verdadera unidad
europea. Hoy, en Berlin, ya no existe el muro,
felizmente, pero las barreras entre las dos ciudades, Ia
del Este y Ia del Oeste, siguen siendo palpables. Las
fronteras tienen Ia vida dura, se camuflan, se regeneran
y se multiplican como celulas cancerosas. El defecto, la
maldici6n de las fronteras es que se las considera
infranqueables, «unuberwindlich», como dice Willy
Haas a prop6sito del triple gueto de Praga, que
separaba a los hombres con un triple recinto de muros.
Hoy, apenas derrumbados los muros ideol6gicos que
impedian Ia creaci6n de una Europa unida, he aqui que
resurgen unos muros nacionales y etnicos igualmente
huraiios y funestos, igualmente peligrosos para nuestra
patria comun, Europa. Tras los grandiosos
acontecimientos de 1989 sabemos al menos que no
hay «otra Europa», que esos paises -ayer todavia
ignorados o menospreciados- de La Europa central y
oriental tambien forman parte de nuestro destino y que
no es pensable construir una Europa de Ia que
estuviesen excluidos. Tanto mas terrible aparece la
tragica division que esta troceando, destruyendo o
amenazando destruir en muchos sitios la unidad europea, que se disuelve en la
acritud de la afirmaci6n visceral y obsesiva de Ias identidades particulares -no
justamente afirmadas y amadas en el marco de una comun unidad superior,
sino idolatradas como un absoluto. -
Las ciudades de Ia Mitteleuropa sabre todo, a menudo son un nudo de
fronteras, lugares de transici6n y muros de separaci6n a la vez. Quiza porque
nad en Trieste, Ia literatura, para rni, es esencialmente un viaje en busca de
todo aquello que pueda desacreditar el mito del «Otro !ado•, hacer que se
adquiera conciencia de que cada uno de nosotros es ora de un !ado de Ia
frontera, ora del otro; de que cada Uno - el ]edermann de los misterios sacros
de Ia Edad Media- es el Otro. El escritor que invent6 el paisaje literario
triestino, Scipio Slat~er, comenzaba su libra Il mio Carso intentan do decir
quien era el, y descubda que para ser sincero como poeta tenia que inventar y
decir que el era otro, alguien del Este.

Q UISIERA solamente contaros algu nas experiencias triestinas de las fronteras,


de lo que tienen de buena y de malo, de las fronteras abiertas y cerradas,
rfgidas y m6viles, fosilizadas y desplazadas, protectoras y destructoras. Trieste
es, por definicion, un punta de intersecci6n entre el Este y el Oeste, Ia puerta
oriental de Italia, la frontera occidental a cuyo traves muchos elementos de Ia
cultura y de Ia civilizaci6n •mitteleuropeas• entraron en Italia. Pero Trieste es
tambien una encrucijada Norte-Sur que a menudo se olvida en la imagen
estereotipada de Ia ciudad, pero que esti bien presente y profundarnente
arraigada en el imaginario colectivo. Trieste es el encuentro entre los Alpes y el
mar, una primera etapa en el descubrimiento del Sur para muchos viajeros
.transalpinos, especialmente los austroalemanes. Trieste es, sobre todo, un punto
de encuentro de Ia civilizaci6n germanica y Ia civilizaci6n eslava con el mar,
con el Adriatico veneciano. El mar de Trieste -sentido como Sur, como
encanto y atractivo del Sur- ejerce una fascinaci6n existencial y cultural sobre
Ia sensibilidad transalpina, desde Maximiliano, el emperador de Mejico, que
cre6 Miramare , hasta aquellos austriacos que despues de 1918 y el hundimiento
del imperio austro-hungaro no se resignaron a dejar Trieste, convertida en
italiana, precisamente porque no podian renunciar a ese componente maritimo,
adriatico, idealmente vuelto hacia el Mediterraneo y Ia Europa del Sureste que
era Trieste para ellos . Encerrarse en una tierra danubiana sin
contacto con el mar se habia hecho impensable.
Mitteleuropa, en Trieste, es tambien esa nostalgia del mar que
nace de una cierta melancolia continental y que he intentado
expresar en Danubio. Por lo demas, en lo que a mi
concierne, Ia presencia constante, central y fundadora del mar
en casi todo lo que escribo -y no s6lo en Ia ultima novela
que acabo de publicar, Un altro mare (Otro mar)- esta
indisolublemente ligada a mi experiencia del mar en Trieste,
en !stria y en Dalmacia, indisociable para mi de Ia infancia y
del amor, del sentimiento de unidad de Ia vida [... ].
Pero tambien el mar tiene fronteras , arbitrarias y funestas
como todas las fronteras.
En Ia bella estaci6n , de mayo a principios de octubre, en
Trieste , voy a nadar todos los dias , aunque s6lo sea media
hora, a Ia riviera di Barcola, no lejos del improbable castillo
de Miramare. Enfrente veo Trieste, y mas lejos aun, en el
brazo de tierra que cierra el golfo, mas alia de Ia frontera
yugoslava, en !stria, el campanario veneciano de Pirano -un
mundo familiar , en el cual me siento tan en mi casa como en
Trieste-, de donde son originarios algunos de mis parientes
y de mis compaiieros de clase, adonde es natural ir a tomar un cafe o a darse
un chapuz6n en el mar de un azul mas profundo en esta parte , y que sin
embargo se encuentra al otro !ado de Ia frontera.
Cuando yo era pequefio esta frontera no existia; ese campanario y esa ciudad,
toda de callejas y plazoletas venecianas, se encontraban en Italia, y acudir alia
lejos, al otro !ado del golfo , era tan natural y necesario como pasar de un
cuarto al otro cuando uno esta en su casa. Despues de Ia guerra, !stria fue
conquistada por Yugoslavia; Ia frontera que vino entonces a separarla de
nosotros era el tel6n de acero, y aquellos lugares poco antes tan familiares se
volvieron inaccesibles, perdidos como estaban en las pavorosas e informes
lejanias del imperio de Stalin, que comenzaba a seis o siete kil6metros de
nuestra casa.
Despues de algunos afios sombrios que carnbiaron por Ia violencia e1 rostro de
aquellas tierras, alterando su italianidad, esta frontera , en correlaci6n con las
transformaciones interiores de Yugoslavia, se volvi6 franqueable de nuevo, casi
puramente formal ; Ia atravesabamos continuamente y llegamos a olvidarla. A
veces, sentado en un albergue o tendido en una playa, por un instante ya no
sabia uno muy bien en que !ado se encontraba. Se sentia uno de nuevo en su
casa, si bien en una realidad modificada y, para Italia, perdida; descubria uno
que pertenecia no s6lo a su propio pais sino a un mundo enmarafiado y
diverso , un mundo adriatico italoeslavo que .se extendia hasta Dalmacia.
Hace tres meses los enfrentamientos entre los eslovenos y el ejercito federal
yugoslavo, y luego los mas terribles aun entre serbios y croatas, han vuelto a
exacerbar los problemas de esta frontera, desgarrando nuestra realidad
cotidiana, interrumpiendo y rompiendo absurdamente relaciones, costumbres y
necesidades de cada dia, o al menos haciendolas dificiles . Para mi, no poder
franquear esa frontera seria grotesco: tanto como prohibirme cruzar Ia calle al
salir de mi casa. El drama que esta ensangrentando hoy a Yugoslavia me atafie
directamente, ataca mi universo, hiere en carne viva mi vida cotidiana, y me
arranca un trozo de mi realidad.
Cuando se puede franquear sin dificultad, Ia frontera no existe; cuando no se
puede franquear, nos damos cuenta de que pasa a traves de nosotros y de que
parte en dos nuestro ser, separandonos de nosotros mismos. Si Ia frontera tras
Ia que se encuentran el mar, las ciudades costeras de !stria y el Karst esloveno
se tuviera que cerrar por mucho tiempo, yo me sentiria parcialmente exiliado,
porque perderia una parte de mi universo. Perderia precisamente ese acceso al
Sur, al Sur maritimo, pero no s6lo maritimo , que para mi, parad6jicamente, no
es representado sino por las carreteras que llevan hacia el sur italiano, el
Mezzogiorno y Ia Gran Grecia, pero tambien por las que van hacia el sur del
Adriatico, Dalmacia y, mas lejos, Grecia . Dalmacia es en cierto modo una
simbiosis entre el Este y el Sur, una Europa del Este abierta al mar y a Ia
civilizaci6n meridional. Sin esta civilizaci6n no veo c6mo podria vivir
y escribir [... ].

Traducci6n de Eduard]. Verger


TRIESTE
He atravesado toda la ciudad.
Despues he subido una cuesta,
al principia poblada, mas alla desierta,
que un pequefio muro clausura:
un rincon en el que , solo,
me siento. Donde el acaba
dirfa que se acaba la ciudad.

Trieste posee una gracia


arisca. Si gusta
es como un golfillo brusco y voraz,
de ojos azules y manos demasiado grandes
para regalar una flor ;
como un amor
con celos.
Desde esta cuesta, diviso cada iglesia
y cada una de sus calles, se encaminen a la playa ocupada
o a la colina donde , en su cima
pedregosa, una casa, la ultima , se aferra.
Alrededor
de cada cosa circula
un aire extrafio, un aire de tormenta,
el aire nativo.

Mi ciudad, que allf donde mires esta viva,


tiene el rincon hecho para mf, para mi vivir
pensativo y esquivo.

Umberto Saba
(de «Trieste e una donna»)
Traducci6n de Marc Granell
T:RES C.ALLES
Hay en Trieste una calle donde me reflejo
en los largos dias de cerrada tristeza;
se llama Via del Lazzaretto Vecchio.
Entre casas antiguas e iguales como hospicios,
posee una nota, una sola, de alegria:
el mar al fondo de sus costados.
Oliendo a especias y a brea
de los almacenes desolados que se encaran,
comercia en redes, en cordajes
para las naves: una tienda tiene por letrero
una bandera; en su interior, vueltas
hacia el viandante que, infrecuente, les concede
una mirada, con los rostros exangues e inclinados
sobre los colores de todas las naciones,
las operarias expfan Ia pena
de Ia vida: inocentes prisioneras
cosen tetricas las alegres banderas.

En Trieste, donde hay muchas tristezas,


y bellos cielos y paisajes,
existe una cuesta que se llama Via del Monte.
Comienza con una sinagoga
y termina en un convento; a medio camino
hay una capilla; en este Iugar el negro fmpetu
de Ia vida avistar puedes desde un prado,
y el mar con las naves y el promontorio,
y el gentfo y los toldos del mercado.
Tambien, al !ado de la cuesta, hay un camposanto
abandonado, donde ningun entierro
entra, ya no se entierra alH, que yo
recuerde: el viejo cementerio
de los judfos, tan caro a mi pensarniento,
si pienso en mis antepasados, despues de tanto
penar y mercadear, alH enterrados,
semejantes todos en espiritu y semblante.

Via del Monte es Ia calle de los santos afectos,


pero Ia calle de la alegrfa y del amor
es siempre Via_Domenico Rossetti.
Este verde barrio suburbano,
que pierde dfa a dfa su color,
que es cada vez mas ciudad, menos campo,
todavia conserva el encanto de sus buenos
tiempos, de su.s primeras villas dispersas,
de sus espaciadas hileras de arbolillos.
Quien por el pasea en estos ultimos atardeceres
de verano, cuando estan abiertas todas
las ventanas, y es cada una un mirador
donde hacienda punto o leyendo se esta a la espera,
· piensa que quizas aquf en su amada
reverdecerfa el antiguo placer
de vivir, de amarle a el, a el s6lo;
y una salud mas risueiia en su pequeiio.

Umberto Saba
(de «Trieste e una donna»)
Traducci6n de Marc Granell
© 1991 Edicions Alfons el Magnanim-IVEI. El texto de O. Rolin procede de O. Rolin, Sept Vil/es, Rivages, 1988 © Éditions Riva-
ges. El ensayo de Elvio Guagnini fue publicado en Elio Apih, Com., Trieste, Editori Laterza, 1988 © 1988 Laterza. El texto de Ange-
lo Ara y Claudia Magris pertenece al libro de ambos Trieste. Una identitá di frontiera, Einaudi, 1982, reimp. 1987 © 1982 y 1987
Einaudi. Los textos de R. Calasso y de R. Bazlen proceden del libro de Roberto Bazlen Scritti, Adelphi, 1984 © 1984 Adelphi Edi-
zioni. Los ensayos de N. Frank, F. Venaille y Ph. Renard fueron publicados en /talo Svevo et Trieste, Centre Georges Pompidou ,
Pari~. 1987 © Éditions du Centre Georges Pompidou. El texto de André Pieyre de Mandiargues procede de Troisiéme belvédére
© Editions Gallimard, 1971 . El articulo de Pauline Paul apareció en Die Zeitn .' 15/1991 .. EI texto de Alain Borer Rimbaud .de Ara-
bia, que se presenta como suplemento de este número de Debats, ha sido publicado por Editions du Seuil, Paris, 1991 © Editions
du Seuil, 1991.
ISSN 0212-0585. Depósito lagal V.-978-1982
ITORNO a Trieste. Lluvia. El velero, un poco mujeres de Trieste «se privan a menudo de comer para

R barco fantasma, se desliza por el agua gris del


Mandracchio, el viejo puerto caro al corazón
de Quarantotti-Gambini. La joven, medio griega, me-
pavonearse con hermosos vestidos por la escollera». El
muelle del Audace, nombre del navío de guerra italiano
que tomó posesión, en 1918, del antiguo puerto irre-
dio italiana, desembarca en el muelle del Audace, un dentista, ha quedado como lugar de paseo de la ciudad,
hombre de mediana edad, con el cigarrillo en los labios, corso que desemboca en el vacío del mar. Cuando la luz
silencioso, hace girar la guindaleza. «Te reconozco, vie- declina, de todas partes converge en sus grandes losas
jo contrabandista.» el pueblo de las sombras triestinas, ni verdaderamente
muertas ni francamente vivas, especie de cimerios de la
Giani Lepre, hombre de cine, de televisión y de tea-
Odisea. Viejos señores con bastón y sombrero, parejas
tro - ha trabajado en Inglaterra con Peter Brook-
de viudas de paso lento, empleados de los innumerables
ahora instalado en Oslo, agitado, voluble, difícil de se-
bancos o compañías de seguros que andan apresurados,
guir en su dialecto italo-triestino-inglés, intenta hablar-
portafolios en mano, hacia una improbable cita de ne-
me de los sentimientos contradictorios que experimenta gocios con el sol poniente, enamorados embelesados
por su ciudad: «A typical annot town: aquí tenemos
que van a enlazarse ante el centelleo del agua. Trazos
siempre mil razones para explicar por qué las cosas no
negros sobre los charcos relucientes, pasan y vuelven a
pueden hacerse. Una ciudad aparte. Roma, Viena, es-
pasar, mecánicos, abstraídos, silenciosos, los remeros
tán lejos. Trieste te deja sobrevivir sin demasiado afán,
de las Regatas de San Francisco.* Caen las sombras, el
eso es todo. Easy going. Una ciudad agradable para es-
faro della Vittoria, el único del mundo, sin duda, que
cribir, sin duda. Sin embargo, vuelvo a ella todos los
está iluminado de azul y rosa, se enciende en lo alto de
años». Las palabras se traban, vacilan, Gianni el liebre
Barcola, los Jacquemarts dan las horas en la campana
se abalanza sobre un magnetoscopio y conecta una cas-
del Ayuntamiento, frente al edificio resplandeciente de
sette: «Es más fácil con imágenes. Es una película que
electricidad de las Assicurazioni Generali que emplea-
hice el año pasado para la RAI. Ritorno a Trieste».
ron a Franz Kafka en su sucursal de Praga, la terraza
«Te reconozco, viejo contrabandista: somos una del café degli specchi, el café de los Espejos, se vacía
ciudad fronteriza, una ciudad smugglers, de pasajeros, poco a poco, las luces de un viejo carguero fondeado
no de héroes.» Bajo la lluvia que le pega los cabellos, en el exterior de los muelles tiemblan en el mar, las con-
la joven golpea los sarcófagos, los cipos, los capiteles versaciones, golpeteos de bastones y pasos menudos de-
rotos que blanquean la hierba en suave pendiente del clinan en la escollera. Las once: el teatro Verdi cierra
jardín lapidario, ante la catedral de San Giusto, bajo el las puertas, pasan los últimos viandantes apresurados:
Adriático ensanchado entre los promontorios azules de en el silencio sobrevenido, no herido ya más que por el
la Istria yugoslava y la costa baja en que unos humos raro siseo de los neumáticos y el chapoteo de los char-
que se han ido con las nubes están suspendidos sobre cos, abandonada bajo los fulgores regulares de los fa-
Venecia invisible. Hic jacet, no lejos de las tumbas de ros, cúpulas azules de San Espiridión, cimborrio aplas-
los archiduques de Austria, Johan Joachim Winckel- tado de San Antonio al final del largo trecho de agua
mann, hijo de un zapatero mecklemburgués convertido negra del canal, frontones neoclásicos, austeras facha-
en prefecto de las antigüedades del Vaticano y funda- das María Teresa, mercado Liberty reconvertido de la
dor de la arqueología, misteriosamente apuñalado en Stazione Campo Marzio bajo los mástiles de la Sachet-
un albergue de Trieste cuatro años después de haber es- ta, Trieste parece entonces no tanto una ciudad real
crito su Historia del Arte entre los Antiguos. «Entre como la reconstrucción según documentos, instruida e
nosotros, la tradición es una excusa, y una carga, no ingenua a la vez, de una ciudad después de una catás-
una fuente de inspiración.» Inmóvil bajo un paraguas, trofe. «Cuanto más permanecen las cosas 1 Verdaderas
cara de piedra entre las piedras, gafas negras, un viejo e intactas en su antiguo aspecto, 1 Trieste, tú más de-
observa a la joven, se acerca, la sigue, la persigue, y ella moras tu final.» (P. A. Quarantotti-Gambini.)
pronto baila en un hospicio, en medio de un círculo de
rostros arrugados, de ojos fijos que reflejan estupor, o
STACIÓN, mercado y cementerio: tres buenos
bien absortos en la rememoración de muy antiguas
emociones, pesadas manos nudosas sobre los pomos de
los bastones, bajo las sardónicas máscaras de yeso que
vigilan en el techo. Congelación de imagen. «Esta es la
E sitios para hacerse una idea de una ciudad cuya
gloria consistió en ser una pequeña Babel peri-
férica. En la Stazione Centra/e, junto a los trenes de
Roma o de Viena, llegan los que provienen de la otra
ciudad que cuenta con la mayor proporción de viejos en
Europa, tan próxima. Diretto 260 Moskwa-Warszawa-
Europa. Los cementerios crecen mientras que la ciudad Budapest-Zagreb-Ljubljana. Espresso 262 lstambul-
decrece.» Hela aquí ahora encendiendo un cirio a los
Athinai-Beograd-Skopje. La tradición cosmopolita de
muertos en la oscuridad hormigueante de oros y platas
Trieste la comerciante, la «identidad fronteriza» de que
de la iglesia ortodoxa de Hagios Nikolaos, entre las si-
habla Claudia Magris, no pesan mucho ante el temor
llas del coro de madera negra en que luce suavemente
que inspira el mundo del Este. La ciudad guarda un mal
el cobre de las letras griegas. Ya el barco fantasma hien-
recuerdo de los cuarenta y dos días de ocupación, en
de el agua del Mandracchio nocturno y las pálidas fa-
1944, por los partidarios de Tito, y los indicadores de
chadas de los palacios de los Rive se enturbian in the
carretera no siempre se resignan a dar a Pola o Capo-
distance, gris de pluma del Lloyd Triestino, mosaicos
distria, las ciudades de la Istria perdida, sus nuevos
recamados de lentejuelas del Palazzo del Governo, ocre
nombres yugoslavos. De los vagones cubiertos de polvo
del Teatro Verdi, pilastras, cúpula pistacho, estatuas de
de Panonia descienden multitudes de campesinos croa-
arqueros y de buccinadores de Capitanía, columnas y
tas, hombres de traje oscuro, de rostro lustroso y bigo-
balcones ligeramente malva del Savoia Palace, pasare-
tudo bajo la gorra, mujeres con amplios vestidos, con
las oxidadas de la Estación marítima donde no arriban
los cabellos recogidos bajo el pañuelo, y uno piensa que
ya las grandes formas blancas, agujereadas de luz, de
el limes que pasa por aquí no separa solamente dos es-
los paquebotes.
pacios políticos, sino también y ante todo la pequeña
James Joyce, il maestro inglese de la Berlitz School, península urbana de Europa occidental de la inmensi-
observa con malhumor, en una carta de 1905, que las dad del mundo agrario, ruso, turco, y todo lo que si-

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gue. Volvemos a encontrar a los viajeros danubianos en co, donde, en un decorado bastante bello de sombra y
el mercado de la piazza Ponterosso, bajo las ventanas plata, unos jóvenes se dedican a tener aspecto de escri-
donde Joyce enseñó y vivió, las cruces de la iglesia ser- bir -y, después de todo, quizá algunos lo hacen de
bia a la que le dio por ir a oír misa, no, ciertamente, por verdad-; el Specchi no es tan espejeante, ni falta que
excesiva devoción al «Señor Jaysus», sino por amor al hace, como su nombre haría suponer, pero, en fin, su
canto -que él mismo intentaba practicar-. Escapa- terraza es el paradero obligado, a la «hora solemne» en
rates de vaqueros de todo género, retrovisores-obús y que, según Saba, «todo parece aparcado 1 en el seno de
minivolantes, artículos para la farsa automóvil del po- la acción misma 1 y todo ese movimiento 1 reviste una
bre, juguetes de pacotilla para la chiquillería, los precios apariencia de inmovilidad», para ver caer la tarde sobre
están indicados en liras y en dinares, pero las miradas el mar y las palomas revolotear alrededor de la fuente
de los foráneos son negras. La colina de los cemente- de los Cuatro Continentes; en su galería frente al teatro
rios, hacia San Sabba, da testimonio, sin embargo, de Verdi, el Tergesteo no tiene apenas otro interés que el
lo que Morand llama, en la coda bastante chateaubria- de ser uno de los lugares destacados de las novelas de
nesca de Venises, «una diversidad que es el último lujo Svevo. <<¡Tergesteo! ¿No baja usted?», pregunta la
de Occidente: necrópolis italiana, inglesa, rusa, judía, guapa conductora de tranvía al «buen viejo» perdido
ortodoxa y griega». «Esta colina de los muertos», aña- en la traqueteante contemplación del hueco de su hom-
de, «ante el último valle industrial de Italia, eleva sus bro, en el nacimiento de la curva del seno, bajo unos
cipreses, sus mármoles fríos, por encima de los altos cortos rizos negros aplanados por una boina azul. Etcé-
hornos [... ] allí iré a yacer después de este largo acci- tera. Tarjetas postales pasadas, imágenes de antaño,
dente que ha sido mi vida.» Y bien, allí yace, en efecto, Baños Ausonia derruidos, deslavazados bajo una lluvia
bajo la. tierra de la parcela griega, frente al «fluir del insistente, con las grúas del puerto, grises, detrás, el
mar eslavo, él mismo empujado por el océano mon- mar batiendo suavemente las casetas cien veces repinta-
gol». Lo más conmovedor de los acattolici, aunque das de azul y verde brillantes, los enrejados de madera
sólo fuese por haber sido celebrado por Umberto Saba enjalbegada y olorosa, los muros del castillo de Mira-
y por James y en el pequeño y adminible texto llamado mare, esa especie de casino cargante donde se embarcó
Giacomo Joyce, es sin duda el cementerio judío del que para Méjico, un día de 1864, Maximiliano el desdicha-
toda una parte abandonada, con grifos de león y tetra- do, en la fragata Novara que tres años más tarde había
gramas de piedra invadidos, envueltos por los laureles, de devolver su cuerpo acribillado y una emperatriz loca.
las lilas, los mirtos, en la verde y olorosa penumbra,
bajo el canto de las tórtolas, evoca bastante las ruinas Si «Trieste e una dona» como dice -casi- el título
de una ciudad india de la Amazonia. Giacomo: «Cuer- de un libro de Umberto Saba, debe ser una vieja dama,
pos de judíos yacen a mi alrededor, pudriéndose en el y ninguna más encantadora ni más triestina que Letizia
limo de su camposanto. He aquí la sepultura de su pue- Fonda Savio, la hija de Italo Svevo. Un vasto aparta-
blo, losa negra, silencio sin esperanza». mento, cuadros de Veruda, un pequeño Renoir. Un
rostro que la avanzada edad no ha destruido y, en unas
Ciudad de seguros y de bancos. Ciudad prudente. fotos antiguas , el recuerdo de una impresionante belle-
Atípica, italiana y vienesa, occidental y levantina, mit- za. Se lo señalamos, ella ríe: «Eso decían». Cuando ha-
teleuropea, insatisfecha e indecisa, Trieste no goza, en bla de su padre, lo llama «papá>>, y ello no es un estor-
general, de la mejor consideración entre los viajeros. bo, se tiene la súbita impresión de que es todavía hijita
Para Chateaubri~md, «el último aliento de Italia viene y de que Ettore Schmitz, llamado Italo Svevo, sonrien-
a morir en esta orilla, y comienza la barbarie». Stend- te, con bigote y pajarita, va a entrar al salón, de vuelta
hal fue cónsul allí, y se aburrió. Nerval, de camino ha- de su empresa de pinturas submarinas. «Interiormente,
cia las mujeres del Cairo, habla de Trieste como de una papá era un pesimista. Pero le gustaba reírse, de sí mis-
«ciudad bastante taciturna, situada en un brazo de tie- mo y de los demás . Estaba desesperado por el poco éxi-
rra que se adentra en el Adriático, con sus grandes ca- to de sus libros . Se reconfortaba con el violín, que toca-
lles que la cortan en ángulo recto y donde sopla un vien- ba muy mal. Pero estudiaba durante horas, como para
to continuo»: primera aparición de la bora, que se iba escribir. Un día, tenía que tocar una parte solo en un
a convertir en un personaje meteorológico de las nove- cuarteto, y la trabajó durante varios días. Cuando llegó
las de Svevo. Morand evoca «un ahorcado en lo alto de el momento, tocó una nota falsa. Se detuvo: "¿Quién
la ojiva adriática, en un abandono desgarrador». Inclu- ha tocado una nota falsa?" . Ese era su carácter. Se
so Joyce, que vivió allí once años, vio en ella una ana- pasó la vida apostando que dejaría de fumar. Yo, como
morfosis odiseana de Dublín y encontró en su melt- niña, gané bicicletas, cantidad de cosas: perdía siempre
indoeuropeo lingüístico algún espoleo a la aventura li- él. Con su futura mujer, que era también su prima,
teraria de Finnegan 's Wake, habla al principio de ella, apostó que, si no fumaba durante tres meses, ella le
injustamente, como de «la ciudad más primitiva en que daría un beso. Llegado el día, tuvo su beso. Entonces
he vivido jamás». Y luego añade que ese exilio no fue le confesó que la había engañado, que no había podido
inútil, ya que en él engendró un hijo, aprendió el ale- contenerse de fumar a escondidas.» Y Letizia saca de su
mán, escribió 500 páginas del Portrait oj the artist ... y biblioteca un volumen de las opere de Manzoni dedica-
timó a dos sastres ... do por Svevo a Livia en recuerdo de esa artimaña: «Un
bacio dato non e mai perduto», un beso dado no es
Trieste «de gracia sombría», calles estrechas de la nunca perdido , Trieste, 20 de diciembre de 1895,
ciudad vieja por las que Jamesy deambulaba por la no- Ettore.
che, fumando sus cigarros Virginia, complete/y drunk,
cantando barcarolas y dando vueltas bajo su sombrero «El primero que le dio ánimos para volver a escribir
de anchos bordes al recuerdo de la blanca piel acaricia- fue James Joyce. El Almirantazgo británico se interesó
da de Amalia Popper, Trieste melancólica y abandona- por las pinturas submarinas de la empresa Veneziani ,
da, cuyos cafés remozados exhiben casi todos el mal de la que papá era uno de los directores. Se le envió a
gusto burgués de los años sesenta; el Tommaseo está en Londres, pero allá, en el Almirantazgo, no encontraba
reparación, parece que para dejarlo idéntico, así que la las palabras, hablaba con las manos, todo el mundo le
vida tabernaria intelectual se ha replegado al San Mar- miraba las manos . Al volver, decidió que tenía que

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Foto de Mario Doudero, Plaza de la Unidad.

aprender inglés. Y cogió a aquel joven Joyce, que aca- Joyce, sumamente indiferente a los sones de la guerra
baba de llegar apenas, pero que era ya el profesor de que cunde, se escribe con un protector desconocido que
toda la burguesía triestina. Era largo, largo, flaco ... se llama Ezra Pound y comienza la redacción de los pri-
con unos lentes que le hacían unos ojos enormes. Siem- meros capítulos de U/ises. Dentro de unos meses, Zeno
pre sin dinero. Pasaba mucho tiempo en las tascas» Cosini, que ha salido de madrugada a dar un paseo y
-Letizia, en su francés casi perfecto, dice «les buvettes» acariciar de paso a una joven campesina, se verá impe-
[las cantinas]- «pero nunca lo vi ebrio. En fin, no era dido de volver a tomarse el desayuno en Lucinico con
muy normal... La primera vez que vino a la villa Vene- Augusta por cinco soldados armados hasta los dientes
ziani, leyó algo de Dubliners o del Retrato. Y papá y un oficial que le gritará descortésmente: « Was wi/1
dijo, modestamente: "yo también he escrito dos nove- der dumme Kerl hier?», ¿qué viene a hacer aquí este
las". Cuando Joyce volvió, habiendo leído Senilitá, le imbécil? Y la princesa de Thurn und Taxis observará
dijo que era un gran escritor. "Usted ha hecho en mí con alargavistas, desde un balcón del Savoia Palace,
el milagro de Lázaro", le decía después a Joyce» (a pe- cómo los primeros obuses italianos destruyen la torre
sar de toda su gentileza, uno se pregunta si Letizia lo del homenaje del castillo de Duino inmortalizado por
resucitaría a él, a Jamesy ... La impresión, quizá falsa, las Elegías de Rilke, y que se alza hoy, restaurado, por-
es que no ... ). «Sus clases, más bien eran charlas lite- tando todavía los colores azul y rojo de la familia, so-
rarias. También yo seguí cursos de conversación con bre el mar zumbador de lentos motores, las grúas y las
él, en Zurich, durante la guerra. Teníamos discusiones chimeneas industriales de Monfalcone. El siglo veinte
terribles: yo, como patriota italiana, deseaba la victoria empieza, Trieste se duerme. «No hay nada que lamen-
de los Aliados, y él, irlandés, quería la derrota de tar, he tenido una buena vida»: éstas son, transmitidas
Inglaterra.» por su hija, las últimas palabras de Italo Svevo. Y lue-
Trieste, agosto del catorce. En el muelle del Auda- go: «Niños, ved cómo se muere». D
ce, que todavía no se llama así, al son de los tambores Traducción de Eduard J. Verger.
velados y de lós «Salvi Dio /'austriaco regno», un barco
con las águilas a media asta ha depositado, hace unas
semanas, los féretros de los archiduques Francisco Fer-
nando y Sofía, en camino para su último viaje de Saraje-
vo a Viena. En el número 4 de la via Donato Bramante,
bajo el castillo veneciano, en un apartamento con aires - - - - - -- - - NOTA - - - - - - - - -
de iglesia donde Dubliners se pavonea en un facistol, * Novela de Pier Antonio Quarantotti-Gambini

7
TRIESTE

,
TRIESTE, SIMBOLO
DE UNA EUROPA
,
EN MUTACION
SÍ podrían ser las cosas: la Estación Central repúblicas yugoslavas». A fin de estimular los negocios

A de Berlín sería la estación más septentrional


de una hipotética línea directa a la Eurocity
sudorienta!. Se llegaría a Trieste en apenas seis horas
en el Este, existe el proyecto de crear una zona franca
en el puerto destinada a las transacciones finanCieras.
Esto también forma parte del proyecto de Polis de
pasando por Praga, Viena y Lubiana. Muchos de los 1988. Entretanto, el gobierno italiano ha elaborado un
pasajeros irían en viaje de negocios -las Salas de proyecto de ley similar. Según este proyecto de ley, las
Juntas del tren estarían de bote en bote, pues el tiempo empresas radicadas en la zona franca podrán buscar en
es oro. el mercado financiero internacional los medios necesa-
Así podrían ser las cosas. Y, sin embargo, en la ac- rios para el comercio de mercancías sin depender de la
tualidad, el viaje apenas ha cambiado desde la época normativa italiana sobre bancos y divisas e, igualmen-
del imperio: desde Berlín y sin contar los retrasos, se te, podrán desarrollar sus negocios en el Este libres de
tarda alrededor de veinte horas en llegar, con escalas en cualquier presión fiscal.
Hannover, Munich, Verona y Mestre. Ahora como an- A los inicios de la historia moderna de Trieste
tes resulta bastante pesado viajar a Trieste, la que fuera
capital comercial en el imperio de los Habsburgo, de
modo que echo mano de una lectura nostálgica: El Da-
Y revelan la existencia de privilegios y conside-
raciones de orden político y económico sobre
la ciudad: en 1719, Culos VI la declaraba puerto fran-
nubio. Biograj(a de un río. Una frase llama profunda- co y durante el reinado de Maria Theresia (17 40-1780)
mente mi atención: «El Danubio representa una Euro- se suprimió el monopolio comercial del Estado y se le-
pa Central germánica, húngara, eslava, latina y judía gisló la igualdad"jurídica de los extranjeros. Al cabo de
que se contrapone críticamente al Reich germánico: un apenas unas décadas se pasó de las escasas 5.000 almas
ekumene "transnacional" .. . ». Cuando Claudio Ma- que habitaban en la pequeña ciudad italiana del Adriá-
gris, escritor y germanista, escribió estos ensayos sobre tiCo (ciudad que se había sometido de modo voluntario
el Danubio a mediados de los años ochenta, jamás ha- a la protección del Estado austríaco desde la Baja Edad
bría podido imaginar que su ciudad natal podría volver Media), a un emporio comercial de carácter internacio-
a convertirse de nuevo, apenas diez años más tarde, en nal y, hasta la Primera Guerra Mundial, Trieste fue,
el centro mercantil de ese "ekumene transnacional": junto a Hamburgo y Rotterdam, uno de los tres puertos
¡Trieste, la gran metrópolis comercial y financiera del principales de Europa. Casi mil barcos de vapor salían
Adriático! ¡Con vías de comunicación rápidas a todas y entraban mensualmente en el puerto, y existía una lí-
las ciudades importantes de los Balcanes! ¡Trieste, Bol- nea directa de barcos entre la ciudad y Nueva York .
sa internacional en la que se fijan los precios del café, Mientras tanto, la población era ya de 250.000 habi-
punto clave del tráfico de mercancías y de divisas entre tantes -cifra que se ha mantenido sin variaciones
Oriente y Occidente! Con un periódico editado en tres hasta hoy.
lenguas, húngaro, checo e italiano, que informa a sus
ciudadanos y visitantes de los últimos acontecimientos Durante siete largas décadas, Europa ha contempla-
mundiales. do despectivamente esta herencia como una carga. Con
la caída de la monarquía danubiana, sin embargo, se
Algunas de esas posibilidades han empezado a ser cumplió uno de los anhelos más profundos que la ma-
tomadas en consideración desde los acontecimientos de yoría de los habitantes de Trieste acariciaba desde el Ri-
1989 -por ejemplo, la posibilidad de construir el traza- sorgimento: cuando el 3 de noviembre de 1918 los sol-
do de un tren de alta velocidad (inicialmente, sólo hacia dados italianos desembarcaron en el puerto, Trieste fue
el Oeste), la instalación de una Bolsa de contratación y -por fin- incorporada al Estado nacional italiano.
de divisas, la edición de periódicos en otras lenguas-. «Hemos alcanzado la cima de nuestro destino», cele-
Se ha llegado, incluso, a barajar la posibilidad de crear braba con júbilo el diario Nazione.
una especie de Art W orld Trade Center en la zona del
viejo puerto que sería diseñado y construido por la so- Y es que Trieste, a pesar de sus numerosos ciudada-
ciedad Polis (sus socios mayoritarios son Assicurazioni nos extranjeros y de su pertenencia a la monarquía de
Generali, el famoso trust de segUros fundado en 1831 los Habsburgo, había acentuado siempre su carácter
por comerciantes de Trieste), por Fíat Impresit y por italiano. El vínculo cultural que unía las diferentes na-
Finporto, las compañías financieras y coilsignatarias) . cionalidades de sus habitantes era y es la lengua italiana
Desde ese centro, dotado de centrales electrónicas de o, dicho de modo más exacto, el dialecto de Trieste. Sin
control y dirección, se gestionaría en el futuro toda la embargo, al producirse la Redenzione, la «liberación»
actividad de los bancos nacionales e internacionales, de del dominio austríaco, se inició también la decadenCia
compañías de seguros y de empresas industriales y de económica. Fuera del ámbito de aquella gigantesca mo-
transporte entre el Este y el Oeste. narquía plurinacional, el puerto dejaba de ser el eje del
tráfico comercial ultramarino que unía el Adriático y
Así pues, el mundo de los negocios ha vuelto a diri- los Balcanes con el Lejano Oriente y que comunicaba
gir sus ojos hacia esta ciudad. «Desde el punto de vista todo el territorio danubiano. Ahora, Trieste no era más
geopolítico», explica Tito Favaretto, director del IS- que un ángulo muerto.
DEE (Istituto di studi e documentazione sull'Europa
Comunitaria e !'Europa Orientale), «la situación de Por muy optimistas que los ciudadanos de Trieste se
Tri este, entre la CEE y la EFTA y en la misma frontera sientan respecto al futuro, la realidad es que las som-
de la Europa Oriental, es sumamente interesante». El bras de ese pasado todavía ser ciernen sobre la ciudad.
ISDEE, un Instituto de Estudios sobre la Europa Es cierto que el puerto ha vuelto a ser, como antes, un
Oriental fundado en 1969 en Trieste, está realizando, importante mercado internacional de café y frutas tro-
desde 1986, análisis de las condiciones económicas que picales, un punto fundamental de embarque y transpor-
se requerirían para iniciar una colaboración Este-Oeste te de materias primas; especialmente de madera, y que
más estrecha. La situación geográfiCa de Trieste es ópti- a través de su oleoducto TAL se bombea petróleo en
ma a este respecto: «Desde Trieste se puede llegar con bruto hacia Austria y Baviera. (Solamente durante la
bastante rapidez, incluso en coche, a Baviera, Austria, última década se inviertieron cientos de millones en la
Checoslovaquia, Hungría, Eslovenia, Croacia y otras modernización de las instalaciones portuarias, se insta-

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ló una terminal controlada por ordenador y se dedica- Perseguían el objetivo de crear una federación de esta-
ron sumas astronómicas a mejorar las comunicaciones dos democráticamente organizados en Centroeuropa.
por carretera.) A pesar de ello, Trieste sólo reviste im- Su idea logró sobrevivir, pero sólo como utopía. En es-
portancia como puerto para Baviera y Austria. Incluso tos momentos, a la vista de los conflictos nacionalistas
ahora, tras los acontecimientos de 1989, no existe gran que han estallado en la vecina Yugoslavia, esa idea ha
actividad. « Trieste is waiting and she /ooks so tender», cobrado una actualidad evidente. De hecho, esta idea
dice en una de sus canciones Gino d'Eliso, cantante de ha vuelto a cobrar vida hace un año.
rock. Su privilegiada situación geográfica, que hizo su
fortuna en el pasado, se convirtió para la ciudad en una El 14 de febrero de 1990, la Dieta Democrática Is-
maldición durante el siglo xx. triana presentó en Istria un programa de partido de ca-
rácter supranacional. Este partido, que hasta el mo-
Situada en el centro de las tensiones del mundo aus- mento sólo está organizado a nivel regional, ha surgido
trogermánico, latino y eslavo, Trieste, en tanto que ciu- de un movimiento ciudadano que cobró actividad a
dad de inmigración, se convirtió en crisol de las cultu- partir de 1988; su nombre -«Asamblea Democrática
ras más dispares y, hacia finales del siglo XIX, se vio de Istria»- hace referencia a una tradición. De hecho,
cada vez más arrastrada hacia los conflictos nacionalis- entre 1861 y la Primera Guerra Mundial existió en Istria
tas, unos conflictos que habían entallado también en una Dieta Provincia/e, un Parlamento cuyos diputados
todos los territorios de la monarquía. Con profunda se esforzaron por armonizar los diversos intereses de las
preocupación se procedió, pues, a perseguir en Trieste poblaciones italiana, croata y eslovena.
a todo el movimiento paneslavista que comenzaba a ga-
nar posiciones en los Balcanes. Por su parte, los eslove- Loredana Bogliun, una joven poetisa, procede de
nos que habitaban en el territorio circundante y que una familia italiana; su marido, Dino Debeljuh, es
también constituían una poderosa minoría en la ciu- croata. Ambos son miembros fundadores de la nueva
dad, comenzaban a articularse en una fuerza política y Dieta. Su objetivo es el de crear una organización de ca-
nacionalista autónoma. Para ellos, el puerto adriático rácter estatal «que respete las particularidades regiona-
representaba su capital natural (en Trieste, la pro- les, étnicas y culturales» tras setenta años de terror na-
porción de población eslovena era mayor que en Lu- Cionalista que acabaron por despoblar esa pequeña
bliana) . península y esquilmaron sus riquezas naturales. La ca-
racterística más relevante de Istria es la de haber conse-
El hinterland istrio, por su parte, estaba -y sigue guido «generar unos sistemas de valores y unos hábitos
estando en la actualidad- habitado por grupos étnicos cotidianos comunes», a pesar de las diferencias que
muy diversos: la mayoría de la población rural es croa- puedan separarles, a lo largo de siglos de convivencia
ta y en el Norte eslovenos, mientras que en las ciudades de las poblaciones latinas y eslavas y a pesar también de
costeras, que en otro tiempo fueron venecianas, habita- la división en tres zonas, una eslovena, una croata y
ban predominantemente italianos. Durante más de mil una (más pequeña) italiana. La aspiración política de la
años, el espacio adriático fue habitado y explotado con- Dieta es la de volver a «poner en marcha» esa unidad
juntamente, como el territorio plurinacional que era, fraguada a lo largo de la historia cultural por medio de
por italianos y eslavos . Es cierto que, al calor del domi- una administración autónoma de carácter regional.
nio secular que Venecia había ejercido sobre estos terri-
torios, se había ido generando una creciente desigual- Más aún: esa administración autónoma de carácter
dad de orden social y económico. En los años que regional habría de tener un carácter supraestatal. Las
precedieron a la guerra, las contradicciones sociales tres cabras que figuran en el anagrama de la Dieta (des-
existentes -dicho de modo simple- entre los ciudada- de hace dos mil años, h1 cabra ha constituido el emble-
nos italianos ricos y los campesinos eslavos pobres, se ma de Istria). «Hemos elegido ese anagrama represen-
habían ido agudizando y transformándose peligrosa- tado por tres cabras, porque Istria fue dividida en tres
mente en un conflicto de tipo nacionalista. Sin embar- zonas tras la Segunda Guerra Mundial», dice Loredana
go, ¿dónde trazar las fronteras nacionales en un territo- Bogliun. «Nuestro objetivo es conseguir que esas tres
rio como ese, tan plurinacional, sin destruir al mismo cabras vuelvan a ser una sola pronto. » Para Loredana
tiempo unas estructuras de raíces históricas, sin arran- Bogliun, a la vista de los cambios que están producién-
car violentamente a una u otra minoría nacional de sus dose en las relaciones Este-Oeste, los acuerdos multila-
lugares de origen? terales entre Italia y Yugoslavia y sus respectivos terri-
torios, en los que se sientan las bases para el
lo largo de las últimas décadas de la monar-

A
autogobierno de Istria, ya no constituyen ninguna uto-
quía de los Habsburgo, los socialistas de pía. Muy al contrario, ese modelo de autogobierno que
Trieste trataron de impulsar una solución se propone para Istria podría llegar a convertirse en un
razonable frente a unos resentimientos nacionalistas ejemplo «para el futuro europeo» y en una muestra de
cada vez más violentos y frente a las aspiraciones terri- «funcionamiento altamente democrático. En estos mo-
toriales: la creación de una región neutral y autóno- mentos, la Dieta se ha convertido ya en la mayor fuerza
mamente administrada en la que, siguiendo el modelo política de Istria».
hanseático, Trieste habría de desempeñar un papel me-
diador en calidad de ciudad libre. En todo caso, ese Mientras eso llega, Loredana Bogliun continúa tra-
puerto adriático y su hinterland oriental reflejaban la bajando como redactora. Ella es quien se encarga de
evolución natural de las identidades nacionales existen- coordinar la parte italiana de la revista mensual Istra-
tes en todo el ámbito danubiano en miniatura, por así nova (La Nueva Istria) que viene publicándose en las
decirlo. En todos los territorios fronterizos se superpo- tres lenguas desde septiembre de 1990. Istranova no
nían grupos étnicos diferentes, en todas las provincias constituye, en modo alguno, un órgano de partido . Lo
de ese imperio austríaco plurinacional habitaban mino- que pretende, más bien, es ofrecer a todos los habitan-
rías nacionales. Los socialistas no aspiraban a transfor- tes de Istria la posibilidad de participar directamente,
mar esa compleja estructura estatal en estados naciona- en su lengua natal, en el debate sobre el futuro demo-
les, sino a reformar su estructura política centralista. crático de su región.

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Quien pretenda calibrar correctamente la trascen- definitivamente estas zonas fronterizas como frontera
dencia de tal iniciativa, habrá de remontarse necesaria- permanente entre Italia y Yugoslavia. Las ciudades cos-
mente al pasado más reciente de esa zona de Centro- teras de la zona B se vaciaron: 350.000 italianos aban-
europa - tan extrañamente similar a la común historia donaron sus lugares de origen.
germano-polaca de este siglo.
También Fulvio Tomizza se marchó a Trieste. En la
L final de la Primera Guerra Mundial significó actualidad, se considera un «escritor representativo de

E la señal de partida para la división territorial


de Istria. Tanto Trieste como la pequeña penín-
sula fueron atribuidas a Italia. Apenas unos años más
una Centroeuropa renOvada que se opone al comunis-
mo en nombre de la tradición cultural heredada de la
época de los Habsburgo y perteneciente a una cultura
tarde, con la llegada al poder del fascismo de Mussolini construida sobre los fundamentos de los derechos de
-que constituyó «el primer nacionalismo radical», los ciudadanos y del individuo en tanto que parte inte-
como dice el historiador polaco Krzystof Pomian en sil grante de una comunidad internacional». Por eso, sus
ensayo Europa y sus naciones, «que logró conquistar el libros son también una protesta contra toda arrogancia
poder en un país relativamente grande y que, por eso nacionalista y contra cualquier clase de soberbia étnica,
mismo, se convirtió en un modelo para toda Europa»- confesional o ideológica.
se inició un proceso de colonización orientado contra la
población eslava. Se le prohibió el uso de su lengua ma- Tras el éxodo de los italianos, se inició en Istria una
terna, se clausuraron asociaciones culturales y escuelas, nueva oleada colonizadora para borrar de la memoria
los nombres eslavos fueron italianizados . Cualquier de los hombres, ahora bajo el estandarte comunista, el
alusión a esa historia común de italianos y eslavos en la pasado común de italianos y eslavos. Decenas de miles
costa adriática había de ser evitada. El escritor de ori- de hombres y mujeres de otras zonas de Yugoslavia fue-
gen istrio Fulvio Tomizza ha descrito de modo muy ex- ron obligados a instalarse aquí. Con el objeto de man-
presivo esa destructiva cruzada cultural en su novela, tenerlos vinculados al gobierno central de Belgrado, se
basada en documentos históricos, Los amantes de Via les concedieron cargos de responsabilidad en una re-
Rossetti. gión cuyas particularidades y problemas les resultaban
totalmente ajenos y ante los que con mucha frecuencia
Pero la situación empeoró todavía más. En 1938 se reaccionaban con bastante indiferencia. Así pues, la
extendieron a Italia las leyes raciales nacionalsocialis- quiebra de la industria, de la artesanía y de la agricultu-
tas. Tras el derrumbe militar de Italia en 1943, Trieste ra de Istria no fue sólo una consecuencia de la planifi-
y Venecia-Julia cayeron bajo el dominio de la Alemania cación económica comunista; antes bien, fue el resulta-
nazi, «que ya desde 1941 venía adoptando medidas do de una ideología nacional yugoslava impregnada de
para llevar a término el genocidio del pueblo esloveno» estalinismo .
en palabras de Ales Lokar, historiador adscrito a la
Universidad de Udine. Fue justamente en Trieste, que En la actualidad, tan sólo la Constitución de la Re-
debía su prosperidad económica y su riqueza cultural a pública de ESlovenia revisada en 1989 garantiza a las
la convivencia e interacción de sus numerosos grupos minorías nacionales -húngaros e italianos- cierta
étnicos, donde se instaló el único campo de concentra- autonomía cultural, así como un amplio derecho de
ción construido en suelo italiano en los restos de un vie- participación en los organismos municipales y regiona-
jo molino de arroz. les y en el Parlamento. Sin embargo, mientras que la
República de Croacia, que comprende el mayor de los
Al concluir la Segunda Guerra Mundial, fueron los territorios de Istria, continúe sin conceder ningún tipo
nacionalistas eslavos de corte estalinista quienes desata- de representación política a sus minorías, italianos y
ron una oleada de violencia y brutalidad. La ocupación serbios, el modelo político propuesto por la Dieta no
de Trieste por los partisanos de Tito en los meses de pasará de ser un modelo utópico, un bellO recordatorio
mayo-junio de 1945 ha pasado a las crónicas de la ciu- de tiempos mejores. Hay muchas personas, cuenta Lo-
dad como los «atroces cuarenta días». Los comunistas redana Bogliun, «especialmente los más viejos, que llo-
no hicieron ascos ni siquiera a la colaboración con los ran» cuando los miembros del partido explican en las
fascistas a fin de conseguir la anexión del puerto adriá- asambleas su visión de una Istria supra-nacional y auto-
tico y de toda la región al Estado yugoslavo: más aún, gobernada. «Austria, esa Centroeuropa histórica sigue
su persecución se dirigió preferentemente contra los ita- viva en la memoria de la gente.» Sin embargo, con fre-
lianos antifascistas. cuencia se olvida que en el plurinacional Estado aus-
tríaco los eslavos no desempeñaron nunca más que un
NTRE las víctimas se encontraba también el

E padre de Fulvio Tomizza. Murió en 1947 como


consecuencia de dos estancias en la cárcel. En
aquella época, su hijo cursaba el último año de bachi-
papel subalterno.
Lógicamente, durante la guerra fría, Trieste perdió
definitivamente toda su importancia como centro eco-
llerato italiano en Capodistria. El joven Tomizza, que nómico del Adriático . Separada de su hinterland orien-
había crecido en un pueblo habitado en su mayoría por tal, la ciudad se convirtió, simplemente, en el último te-
familias eslavas, se encontró de repente entre dos fue- rritorio fronterizo antes del territorio enemigo . Ello
gos nacionalistas y encendidos de odio y de deseos de supuso también nuevos problemas para la minoría eslo-
venganza. «Para unos, yo era un cerdo italiano, y para vena de Trieste. «Durante mucho tiempo se mantuvo el
los otros, un cerdo eslavo.» principio», se lamenta Dusan Udovic, redactor jefe del
periódico esloveno Primorski Dnevnik que se publica
El año en que murió su padre, la patria de Tomizza en Trieste desde 1945, «de que los eslovenos siempre se-
fue dividida en dos zonas : en la zona A, Trieste y sus rán comunistas eslavos sólo porque al otro lado de la
alrededores, la administración pasó a manos de las frontera existía un régimen comunista» .
fuerzas de ocupación anglo-americanas; los actuales te-
rritorios croatas y eslovenos de Istria quedaron en la Solamente cuando se propagó el mito de la Cen-
zona B bajo administración yugoslava. El 5 de octubre troeuropa histórica como «metáfora de la protesta,
de 1954; en el Tratado de Londres, los aliados fijaban como protesta contra los gobiernos pro-soviéticos en el

11
Foto Mario Doudero, Gran Canal.

Este, y como protesta tambien contra la "american way vaquia- constituyen, a la vista de la gravedad de los
of life" en el Oeste», segun expresion de Claudio Ma- problemas que se plantean en el Este, un buen comien-
gris, es cuando los prejuicios nacionalistas comenzaron zo para una nueva politica europea. lnjustamente se ha
a ser superados. Son sobre todo los jovenes de Trieste considerado en Bonn estos acuerdos como «anti-
quienes mas orgullosos se sienten hoy de su compleja y alemanes»; es evidente que «Un solo pais (se refiere ala
multiple identidad cultural. Muchos de ellos como, por Republica Federal) no puede ser capaz de resolver el in-
ejemplo, Mauro Manzin, redactor local del historico mensa caos social de la Europa Oriental».
diario Il Picolo, proceden de familias que «han pasado
Del mismo modo que Berlin Occidental se vio arro-
la frontera». «Los ciudadanos de Trieste estan impreg-
jado ala realidad repentinamente desde las sombras del
nados del espiritu italiano, eslavo y tambien aleman» y,
muro, tambien Trieste habra de resolver el conflicto
en este sentido, afiade mirando al futuro, «tal vez Tries-
suscitado entre la Europa rica y vieja y la Europa nueva
te sea la ciudad mas europea de Europa».
y pobre. t,Lograra sobrevivir aquel viejo suefio de la
En la actualidad - con la vista puesta en Trieste metropolis centroeuropea? t,Lograra hacerse realidad?
como futura metropolis adriatica- se intenta impulsar
cada vez mas la colaboracion italiana y eslava. En opi- Inicio mi viaje de regreso con sentimientos confu-
nion de Tito Favarello, «independientemente del cami- sos; en el fondo, me siento muy contenta de que el tren
no que tome Yugoslavia, el de un Estado federal o con- se aleje, como siempre, lentamente. 0
federal, hemos de crear las bases para desarrollar una
politica comun e igualitaria en el ambito adriatico».
Los acuerdos pentagonales - acuerdos firmados por
Italia, Austria, Hungria, Yugoslavia y Checoslo - Traduccion de Elisa Renau.

12
TRIES TE

TRIESTE, SVEVO, SABA,


EL COMERCIO
YLA ESCRITURA
N este puerto en que todo se compra, se alquila, da la sensación de que tiene conciencia de marginalizar

E se transporta, se asegura, transita y se vende,


en esta ciudad marcada por el vaivén cotidiano
de las mercancías y los cargueros, la labor asalariada de
aún más a sus escritores. El dinero confina la escritura
en una especie de clandestinidad que vuelve todavía
más anónimo el trabajo de sus creadores . Su obsesiva
los dockers, el mercantilismo, el juego del comercio, en presencia singulariza todavía más unas obras que, du-
esta urbe en que se codean griegos y albaneses, eslove- rante años -sobre todo en el caso de Svevo- no ten-
nos y judíos, funcionarios austríacos, burgueses y pue- drán siquiera el derecho a ser reconocidas. ¿Venganza?
blo llano en lucha por la incorporación a Italia, el dine- ¿Represalia? ¿Perversidad? ¡Quizá! La ciudad entera
ro sirve de denominador común, de punto de anclaje, levanta mil obstáculos en el camino literario de los dos
ayuda a reunir y a mezclar con cierta armonía razas y hombres que, sin embargo, mejor la definen. Pero ¿es
etnias, procura a cada triestino la ilusión de encontrar sorprendente que una urbe esquizofrénica, atormenta-
su verdadera identidad. Las lenguas se superponen y se da, agitada por la colisión de sus lenguas, el choque de
imbrican. El inglés, el alemán, el italiano, el turco, el un pasado floreciente y un presente que se disgrega, im-
dialecto local, forman una especie de estratos de cono- ponga a sus creadores que vivan ese mismo conflicto
cimiento que, lejos de oponerse, se funden hasta no que la mina? Trieste lleva a Svevo y a Saba a sufrir to-
formar ya más que una única lengua: ¡la del poder! dos los males que la abruman á ella misma y de los que,
¿Los billetes de banco, las letras de cambio y las factu- finalmente, se alimenta con fruición . De ese caos eco-
ras tienen alma? ¿Los intereses y los agios, las órdenes nómico, moral, existencial y psicológico nacerán, sin
de pedido y las pólizas de seguros son otros tantos pun- embargo, dos obras desprovistas de toda abyección.
tos de referencia puestos en el camino de la moral cívica Una y otra dispondrán, vía Schopenhauer, Nietzsche,
por quienes los utilizan? Trieste vive y se agota, se desa- Freud y Weiss , del recurso al psicoanálisis para verse
rrolla y periclita no rogando ante los iconos de la iglesia mejor a sí mismas. Dirán el sufrimiento, el dolor, la an-
serbo-ortodoxa, la orfebrería ritual y los manuscritos gustia que sienten dos seres libres. Orgánicas de la ciu-
raros depositados en las sinagogas o las estatuas de la dad, acertarán a superar las singularidades aparentes de
Virgen que abarrotan todas las iglesias católicas, sino la urbe enferma para ser reconocidas por sus lectores
implorando al único Dios que reconoce realmente: ¡el por lo que verdaderamente son: no cuadros de género ,
dinero! En el momento en que el niño Schmitz, el niño sino creaciones personales que escapan a la manumi-
Poli, el niño Stuparich o el niño Slataper viene al mun- sión económica, histórica y moral de su urbe.
do, su destino está trazado: vivirá por, para y contra Sin embargo, Saba no está hecho más que de Tries-
ese dinero que, como la bora; ha investido a la ciudad te. El niño que tan a menudo ha vagado por el muelle
entera. Como en cualquier parte se nace aquí rico o po- San Cario, soñado con el destino de Ulises, asistido a
bre. Más que en cualquier otra parte se pertenece a un la llegada y la partida cotidianas de los barcos, no ha
imperio que ha hecho de la transacción y del comercio dejado nunca la ciudad . Adulto, descubre París. No es
sus principios y su razón de ser. ¿Cómo exigir entonces un viaje sino una huida. Se detiene en Roma, Florencia
a la literatura que escape a lo que es algo más que una y Milán. Esos son los únicos jalones del «vagabundeo»
contingencia? ¿Por qué los hombres que escriben de un hombre para quien cada piedra, cada calle, cada
(Schmitz, que se convertirá en Svevo -Poli, Saba- tapia triestina evoca, lo más a menudo, un recuerdo do-
Schoenbeck, Giotti) tienen necesidad de pasar por el ar- loroso. La infancia marca al poeta para siempre. La in-
tificio del seudónimo para expresarse? ¿Será para vol- fancia y la inmadurez, el vínculo doloroso con la ma-
ver a una especie de virginidad que les .p ermita escapar
dre, la libertad proporcionada por el primer salario
a las leyes económicas? ¿Para huir del reconocido mer- percibido, la iniciación sexual, el sentimiento de una
cantilismo de su patria? ¡Para descubrir aquello que la falta cometida -hace tiempo- quizá incluso antes de
literatura y la poesía más orgánicamente necesitan: el
nacer, todo eso se inscribe en la obra. Pero el tema del
sentimiento de gratuidad! Sin embargo, toda su vida, primer dinero ganado vuelve con una insistencia y una
Sevo estará «ocupado en negocios» y Saba asumirá sin regularidad que hay que tener en cuenta. Está presente
pasión ni desdén, eso es cierto, su destino de comer- en La gallina, repetido más tarde en Ernesto, precisado
ciante. No escaparán a la singularidad de su ciudad, y una vez más en un texto dedicado a «mi tía Regina Ci-
por otra parte ¿cómo hubieran podido? Pero es renun- nesto». ¿Por qué esa recurrencia? ¿Qué es lo que reve-
ciando a ser escritores de dedicación plena como gana-
la? El dinero ganado está en la base de un conflicto con
rán esa indefinible libertad de tono que singulariza sus la madre. Hace pensar al hijo que no es amado. Señala
obras. Svevo mata a medias al Schmitz que perdura en al mismo tiempo el paso de la infancia a la adolescen-
él. Saba hace lo mismo con Poli . De esa lucha queman- cia, es decir, ¿por qué no?, el fin de un mundo. Está li-
tienen uno y otro contra el atavismo comerciante es la gado a una forma de sexualidad que hace de Ernesto un
escritura, en definitiva, quien sale ganando. ¿Pero a semejante de Torless. Con ese primer salario, Umberto,
qué precio? Ernesto, u Odone (poco importa cómo se lo nombre) va
Cuando Saba, encerrado en su librería, da una lira a poder estar con una mujer, alguien que tendrá para
a su amigo, cómplice y confidente Carletto Cerne para con él la ternura de su tía o de su nodriza pero con la
que salga, vaya a tomarse una copa y lo deje solo en el que, además, consumará el acto sexual. Pero el jornale-
«antro oscuro» de la via San Nicolo para trabajar, ¡qué ro, el hombre que vende tan duramente su fuerza de
hace sino simplemente comprar el derecho a escribir trabajo, el iniciador del joven Ernesto, se ofrece igual-
poesía! Cuando Svevo se instala en su oficina, exige mente a pagarle. Así, simbólicamente, por un mismo
que no se le moleste, da el pretexto de una correspon- acto, el chico da y recibe. Es a imagen de su ciudad. La
dencia comercial que redactar y se pone en realidad a madre presiente todo eso. Cuando su hijo le regala una
continuar la redacción de una de sus novelas, su volup- gallina, ella la mata inmediatamente. Ha comprendido
tuosidad literaria es doble, y su angustia creadora tam- que Ernesto le proponía en realidad un intercambio: al
bién. Tiene conciencia de traicionar a los que le rodean. hacerle ese regalo exige de ella que acepte sus tenden-
Restituye a la literatura esa parte de perversidad inefa- cias sexuales. Desde entonces, el dinero, por más que
ble que conocen todos los creadores. Con todo, me pa- indispensable, es «sucio». ¡La madre no puede matar a
rece que Trieste nunca se deja engañar fácilmente . Me su hijo! ¡La madre no puede oponerse a las aspirado-

14
nes profundas de su chico! Sacrifica, pues, el animal
que está en el centro de la transacción jamás claramente
expresada. La matanza se produce. Es un sustituto. El
hijo lo comprende. Se separará lentamente de su madre
para aproximarse todavía más a la verdadera iniciadora
del drama que se acaba de representar: ¡Trieste! ¡La
ENR1C
amada y odiada Tries te! ¡La pedigüeña y exigente
Trieste! ¡Ciudad donde todo se compra y se vende, sal-
vo lo esencial y la razón de ser del poeta Umberto Saba:
su escritura! VALOR
este perfil biográfico responde otro práctica-

A mente semejante, el de Svevo. También él


está ligado visceralmente a su ciudad. Sufre
todos sus inconvenientes. El primero, esencial para un
escritor, tiene que ver con el lenguaje. Svevo -a la in-
versa, en eso, de Saba- escribe un italianb fuertemente
marcado e influido por el dialecto local. En la forma,
su lengua es «impura», como lo son los pensamientos
de Ernesto. Él sufre por ello. Intenta remediarlo.
¿Comprende que lleva consigo las aspiraciones de una
urbe enteramente volcada en el comercio, abierta al
mundo entero, enriquecida por el aporte renovado de
lenguas y dialectos diferentes? Su escritura no puede ser
pura puesto que su ciudad natal no lo es (pero ¿quién
lo es?). Él no hace más que dar forma y contar tipos de TRI LOGIA:
intercambios, de transacciones, morales, sentimentales,
afectivas e intelectuales. Es el testigo, a mentido pasivo, CICLE DE CASSANA
de sobresaltos económicos, históricos y financieros que
conmueven el puerto y la historia de su propia familia. PREMIDELESLLETRES
También él, curiosamente, viaja poco. De la infancia, VALENCIANES 1985
quedan recuerdos alemanes, el aprendizaje de otra len-
gua, más «noble», más universal que la suya. Ya adul- PREMI DE LES LLETRES
to, si se desplaza es aún para adquirir los elementos in- CATALANES 1987
dispensables de la lengua universal del comercio -el
inglés- , de la que obtiene (hasta su encuentro con Joy-
ce) unos acentos tan poco armoniosos como los que
arranca a su violín. Un viaje a Murano, una estancia en
Venecia, son otras tantas conmociones en esa aparente
quietud que impone a su prójimo. Pasa de las oficinas
de un banco a las de la empresa familiar. La quiebra del
padre, su desaparición del registro de comercio, está
emparentada con la huida del de Saba. En cierto mo-
mento los dos hombres se reconcilian en la ausencia y
quizá sea ahí donde haya que buscar una de las razones
de la vocación literaria de sus hijos . Es eso en todo caso
lo que marca su sensibilidad y su destino económico.
Los dos triestinos llevan de consuno (sin entonces cono-
cerse) dos vidas totalmente esquizofrénicas. Su papel
con membrete comercial les da derecho a ser reconoci-
dos por sus conciudadanos. La página en blanco que
llenan y emborronan no les procura más que deberes
con respecto a la idea que uno y otro tienen del trabajo
literario. La obra nace como un submarino. No en-
cuentra, en el caso de Svevo, más que sarcasmos e in-
comprensiones en el momento mismo en que, durante TOTA UNA VIDA
esos largos años, está imponiendo a todos y cada uno
su éxito en los negocios. Este hombre, que no existe TOTA UNA OBRA
sino por la escritura, puede legítimamente creer que su
vida es un fracaso. Hoy sabemos que el trabajo a ratos
perdidos, subterráneo, que llevó a cabo a escondidas de REGALEU· VOS· LA
su prójimo en la noche triestina hace de él uno de los
maestros de la literatura de ese tiempo . Es traicionando
a conciencia el orden triestino establecido como en-
o n o t m

AlU
cuentra su verdadero yo. La literatura no se da. Se
arranca de las contingencias cotidianas. ¡Es la lección
inalienable que nos dan los dos comerciantes triestinos
y es, ante todo, una regla moral! D
e d i e 1 o n s

Traducción de Eduard J. Verger.


TRIESTE
UABO y de orientación italiana, como tal se de- do con el francés: no es sino Svevo y nada más que Sve-

S clara en su seudónimo, omitiendo añadir israe-


lita, pues no era todavía el momento de indicar
este detalle para reivindicar un elemento de su identi-
vo, no semejante a ningún otro.

Y esto es ya responder a la cuestión que se me ha


planteado: «Qué influencia ha ejercido en usted la obra
dad. Por Italia, ésta es de especie lagunaria, pues la fe-
liz aclimatación se producirá en tierras venecianas. Por de Svevo». En cuanto a una «influencia» efectiva y di-
lo suabo, o, dicho en números redondos, lo germánico, recta, nada que decir, Svevo es demasiado él mismo,
los cálculos dan, nacido en 1861, cincuenta y siete años pensamiento y escritura, como para suscitar la más mí-
de vida en el Imperio Austro-Húngaro, frente a apenas nima aproximación. No se puede hacer otra cosa que
diez en el reino de Italia, entre el final de la otra guerra dar testimonio acerca de él, comentarios o imágenes y
y la muerte, en 1928. A lo cual habría que adjuntar la recuerdos. Así pues, las cartas sobre la mesa. Y, a este
frecuentación asidua y profesional de la vida londinen- respecto, tengo ante mí, para empezar, algunos volú-
se, por su industria de fabricante de productos para la menes que me son preciosos.
navegación. Total, en pocas palabras, un perfecto tries-
Y en primer lugar La coscienza di Zeno, la primera
tino, simbólico de esa ciudad enorme crisol de razas,
edición por cuenta del autor, con la fecha de compra
justamente a semejanza de Londres y otras; de ese
anotada a mano por mí en la página de guarda: enero
Trieste donde, a pesar de todo, tomando por primera
de 1925 . Es decir, cuando, en Italia mismo, los prime-
vez la pluma en 1892 (Una vida), se expresa en su ita-
ros anuncios del tímido descubrimiento propuesto por
liano. Montale llegan a mis oídos: seguirá la admiraCión,
y, mucho más tarde, en la primavera de 1928, en París,
«Su». ¿Es por hacerle eco al por cuenta del autor, el encuentro efectivo con el industrial Ettore Schmitz,
que se repetirá en los dos libros siguientes (Senilita en rico y feliz, encantado de encarnar por fin al escritor
1898, y finalmente La conciencia de Zeno en 1923)? ¿A Italo Svevo. Y, aquí también, unos libros: Senilita, la
la falta de éxito que se prolonga durante más de treinta primera impresión de 1927, con una dedicatoria del
aflos y que, según las reacciones de los primeros lecto- autor: «A N. F., en recuerdo de algunas horas agrada-
res apresurados, se debería a una escritura bárbara y bles. Italo Svevo», con fecha del 12 de marzo de 1928.
casi ilegible? Esta será, aun después de Zeno, la opinión Y por fin Una vita, el precioso por cuenta del autor de
que prevalece, a orillas de una época de escritores «ile- 1898, que él me envió con la dedicatoria «A N. F., con
gibles» -y citemos para hacer memoria, qué sé yo, al mis más cordiales saludos» -el autor ya había dado
suizo vaudés C. F. Ramuz, y al parisino L. F. Céline del por terminadas sus cortas vacaciones parisinas y había
Voyage au bout de la nuit, un trío de autores cuyo úni- vuelto a sus ocupaciones triestinas, fecha 7 de abril de
co rasgo común es el del primum vivere, con lo que ello 1928. Unos meses más y se anunciará, en los periódi-
supone, y el enraizamiento en lo local, lo rigurosamente cos, la muerte del industrial y escritor, de resultas de un
local y personal. accidente de automóvil.

Infrecuentable pues, de buenas a primeras, como el Junto a esos libros que me quedan, un último testi-
viñatero vaudés o el perorador de cafés suburbiales, monio en forma de papel impreso: el Homenaje a Sve-
trío heterogéneo destinado a acceder, llegado el mo- vo, publicado en marzo de 1929 por la revista So/aria
mento, al rango de escritores crudos y poderosamente de Floren.cia, todavía soportada por el fascismo reinan-
originales. Para Céline esto será bastante rápido, hasta te , aunque libre y «sospechosa» . Alberto Carocci, su
tal punto se mendigaba la renovación de un idioma y valiente animador, había reunido allí algunos tributos
una sensibilidad ya tan usados. Para Ramuz será más de admiración de los escritores italianos; a lo cual se
largo, y hará falta la obstinación de un Poulaille y de añadía un buen puñado de escritores franceses y gene-
otros dispuestos al fin a reconocer lo verdaderamente ralmente extranjeros que Carocci me había pedido que
inédito. Pero para Svevo será interminable, y hará falta juntase, y que forman casi la mitad del número: Maree!
la caída de un inmenso imperio: más aún, en Italia mis- Brion, Benjamín Crémieux, Ilya Ehrenbourg, Juan
mo, la intervención de un aprendiz de gran poeta y fu - Chabás, lvan Goll, Franz Hellens, James Joyce, Valery
Larbaud, Paul-Henri Michel, Adrienne Monnier, Phi-
turo Premio Nobel, Eugenio Montale, alertado por el
lippe Soupault, André Thérive. Un recuerdo divertido:
lector triestino Bazlen, y, en París, la intromisión deJa-
el breve texto de Joyce me había sido dictado, palabra
mes Joyce, amigo del autor y que, a su vez, alerta a
por palabra, por el glorioso irlandés y viejo triestino,
Benjamín Crémieux, Valery Larbaud y Adrienne Mon-
que hablaba admirablemente el italiano . Otro recuer-
nier: de ahí, rápidamente, la preparación de una tra-
do: junto a esos textos falta uno mío, ya que mi firma
ducción francesa de Zeno. Y de ahí, para Svevo mismo, estaba rigurosamente proscrita en cualquier publica-
que practicaba desde hacía treinta años, no sin regoci- ción italiana, «para que no nos cojan» me escribía Ca-
jo, su autoburla como escritor, la pequeña sátira intitu- rocci -pues los expedientes fascistas me clasificaban
lada Una farsa lograda, en la que perpetúa su escepti- en aquella época como «antifascista no peligroso» .
cismo, que conservará hasta sus últimos días, a
propósito de su propia afirmación como gran escritor. Aparte de estas pequeñas informaciones de carácter
digamos bibliográfico, otros testimonios de un humor
Una última palabra para esclarecer un punto justa- más vivo y que son inolvidables para mí. No se trata
mente controvertido, en Francia, a raíz del «descubri- más que de imágenes del hombre que, durante su estan-
miento » de Svevo: el anuncio puramente publicitario cia en París, aquella primavera de 1928, me impresion.ó
de «Un Proust italiano». Yo soy testigo: no pretendía casi tanto como la lectura de sus libros, por cuanto su
expresar más que la revelación de un desconocido ge- presencia producía, efectivamente, una influencia mag-
nial, de ningún modo señalar una similitud, cualquiera níficamente sveviana, humor de Zeno, verismo de Seni-
que fuese. Svevo no tiene absolutamente ningún parecí- lita, hiperrealismo de Una vida.

17
La imagen perfectamente lagunaria ante todo, bajo el dialecto triestino (recordemos que su hijo y su hija
las arcadas de la rue de Rivoli, su barrio que era el del habían nacido en Trieste, donde residía también, por
hotel de la rue Saint-Honoré donde se alojaba. Yo ha- otra parte, su hermano Stanislao).
bía ido a buscarlo (habiéndome prevenido ya Montale
y Joyce) y, bajo estas arcadas, él encontraba el paso Pero, hecho histórico, conviene recordarlo: hay dos
lento de Venecia, donde uno no se siente nunca amena- Triestes, la gran ciudad que pasa de su antiguo destino
zado por la circulación de automóviles: andadura natu- de puerto comercial y único de un vasto imperio, el de
ral con detenciones que permiten hacer los gestos indis- Francisco José, alto enriquecido a más no poder en una
pensables para la conversación. Dos pasos por delante de las rutas continentales hacia Oriente, a su triunfo de
de nosotros, la señora Svevo, que se impacientaba ama- ciudad «irredenta» que se engloba en el reino de Italia,
blemente y le llamaba lumacone (o «caracolazo»): pero pierde así su riqueza, al no ser ya más que un puer-
«¡Vamos, camina, caracolazo!». Y él que me suelta, to menor en una nación propiamente marítima, siendo
moviendo la cabezota: «¡Ya ves cómo son todas!». eclipsada su importancia por la de otros puertos como
Génova, Nápoles, Palermo, Brindisi, y sobre todo, en
La misma sencillez en un pequeño restaurante de sus proximidades, la feliz Venecia. En los tiempos anti-
Mon.tparnasse, el Trianon, me parece, adonde James guos, su prestigio se prolongaba por la colonia limítro-
Joyce nos había invitado. Larbaud de viaje, sólo está- fe que eran la Lombardía y el Véneto, ciudad de etapa
bamos Svevo, Joyce y Benjamin Crémieux, asiriamente para los archiduques cuando iban a hivernar alegre-
barbudo y en minoría frente a la connivencia pronto es- mente a Venecia o a las colinas euganianas. Ahora
tablecida entre nosotros los tres adriáticos, del alto bien, esa Trieste de los Habsburgo es la que sigue estan-
Adriático los triestinos que eran Joyce y Svevo, del do presente en las tres grandes novelas de Svevo, inclu-
bajo yo, originario de la Apulia, siendo el mar en cues- so en Zeno, compuesta en tiempos de la anexión al rei-
tión ni más ni menos que una patria interior. Y Cré- no de Italia: recordemos la referencia ya mencionada,
mieux, por ponerse amablemente al unísono, ni corto en el caso personal de Svevo: cincuenta y siete años de
ni perezoso va y pide unos erizos que, con su barba de vida en el Imperio austríaco y nada más que sus diez úl-
por medio, engullirá con dificultad. Y Svevo, finamen- timos años en la ciudad convertida por fin en italiana,
te feroz, va y lo decepciona anunciándole que en Trieste pero ciudad fronteriza, entregada a las obsesiones de
no se comen erizos ... sus nuevas naciones vecinas.

Una última imagen, en un banquete del Pen Club, Una comparación estrictamente literaria ayuda a
en la Closerie des Lilas, me parece, en que se honraba, ilustrar la cuestión. Hay, como bien se sabe, otro gran
si mal no recuerdo, a Italo Svevo e Isaac Babel: una triestino, el poeta, intimista a más no poder, Umberto
cena con discurso de Jules Romains, por supuesto, y Saba, contemporáneo de Svevo: y éste, tan «irredento»
muy logrado. Pero lo que recordaré sobre todo, en dos como el autor de Zeno, congenia mucho con los gran-
momentos de la velada, es una pregunta casi susurrada des italianos de su tiempo, los que vendrán a llamarse
y aproximadamente la misma, de los dos extranjeros, los «crepusculares». Para el italiano y suabo, todo
uno y otro una pizca entre estupefactos y gloriosos, Ba- cambia: si hay que emparentarlo con alguien no es, en
bel por desconfianza de caballero cuasi-cosaco, Svevo absoluto, con los italianos, de d' Annunzio y Pirandello
ya sumergido en la inspiración que le dictará Una farsa a los más jóvenes, sino, digámoslo, con los Musil, con
lograda. «¿Todo esto es de verdad?» los Doderer, o con Altenberg. Y poco importa la dife-
rencia de idiomas.
STOS detalles bibliográficos y estas imágenes

E parlantes responden, espero, a la pregunta que


se me ha hecho. La profunda impresión que
me produjo, por la lectura y la frecuentación, la perso-
Todo esto está reflexionado y dicho algo deprisa, y
pido disculpas. Pero evoco el humor satírico de Zeno,
tan continua y bonachonamente divertido, y el fermen-
nalidad del triestino indica, en suma, el ejercicio de al- to yo diría que veneciano que se puede detectar en él,
guna influencia suya en mí. Pero en este momento im- la burla del psicoanálisis, por ejemplo, todavía casi ig-
porta que toquemos, en una palabra, el lugar en el norado en Italia. Pienso sobre todo en el juego del «úl-
mundo de este italiano suabo, profundo vínculo en que timo cigarrillo», el fatídico D. C. inscrito por doquier.
se mantiene con todas sus fibras y que es Trieste misma, ¿No se podría ver ahí, en broma, algo así como una ob-
conglomerado único y singular, territorio bien delimi- sesión por un pasado que abandonar y olvidar? D
tado de su inspiración, y que, en el transcurso de la vida
del escritor, sufre una modificación radical de su es- Traducción de Eduard J. Verger.
tatuto.

Ciudad específica a más no poder por la compleji-


dad de su autonomía sentimental, y cuyo destino será
de los más contrastados en el período que nos ocupa.
Yo apenas si he hecho más que pasar por allí; me sería
difícil, pues, hablar de su «triestitud» misma: no la he
conocido y amado más que por medio de la lectura y,
curiosamente, por la frecuentación de triestinos tales
como Svevo, que lo era en cuerpo y alma, o de James
Joyce, emigrado irlandés, por supuesto, pero que la
adoptará como una segunda patria y que, detalle sor-
prendente, en familia, por gusto, no hablaba más que

18
EN RECUERDO
DE TRIESTE
RIESTE, ¿qué otro nombre aparte de éste, la memoria. Como hacía mucho calor (debía ser a prin-

T o qué simple palabra se puede escribir al prin-


cipio de una introducc;:ión a la gran nc>Vela de
Quarantotti Gambini? Es bien sabido que en muchos
cipio de agosto), el irascible poeta estaba casi tumbado
en un sillón, comiéndose un trozo de sandía por el cual
parecía haber sido engullido hasta el cuello. Molesto
lugares del mundo uno tiene la impresión de que un por mi llegada, me pegó un largo grito, más de pájaro
vasto cuerpo, que no es inanimado, se encuentra exten- que de hombre, y no se me ocurrió otra cosa que com-
dido sobre la tierra, a menudo delante del mar. Las ciu- prarle un librito de emblemas del siglo XVII (que me
dades, sobre todo, tienen una especie de personalidad, arrepiento de haber regalado más tarde, como he hecho
más bien femenina que masculina, que desde hace mu- tontamente muchas veces). Después compré algo de su
cho tiempo ha sido percibida por los artistas y los escri- obra a otro librero (que me intimidaba menos), y descu-
tores, y que les ha proporcionado abundantes motivos brí una poesía cuyo encanto sensual y melancólico nun-
para emocionarse o para inspirarse. De este modo ca ha dejado de ejercer su poder sobre mí. La mayor
Trieste, sentimentalmente, históricamente, es realmen- parte de las novelas de Quarantotti Gambini están habi-
te una persona para Quarantotti Gambini. De este tadas en cierto modo por una sombra o por un eco de
modo la ciudad, o más bien el golfo de Trieste, es el aquello más ardiente, más oscuro y más desgarrador de
protagonista de La calda vita, mientras que Sergia, la poesía de Saba.
Max, Fredi y Guido, los cuatro héroes del libro, en el
fondo no existen más que por su relación con el lugar
Antes de la última guerra, Trieste tenía en el mundo
preciso donde el autor ha elegido hacerlos vivir dramá-
y sobre todo en Italia la reputación de ser una «ciudad
ticamente. ¿Acaso es necesario recordar aún que todos
de mujeres». Si las costumbres eran allí mucho más li-
los relatos de Quarantotti Gambini han tenido como es-
berales que en otras ciudades similares de la península
cenario hasta ahora un universo que se limita a la re-
(en Emilia por ejemplo), no estoy seguro pero creo que
gión de Venecia Julia (al igual que los de Faulkner están
la libertad se escondía allí menos que en otras partes,
delimitados por las fronteras de la antigua federación
la máscara era menos necesaria. Legendaria también, la
sudista)? ¿Hay que recordar que el nov~lista nació en
belleza de las mujeres y de las muchachas era totalmen-
la ribera oriental del golfo, en Istria, en la bella ciudad
te digna de su fama, y en los muelles o en las calles uno
de Capodistria, que hasta hace poco era italiana, des-
no se veía menos sacudido por el bora (el violento vien-
pués de haber formado parte de Austria, y que actual-
to dálmata) que impresionado por la aparición de una
mente pertenece al Estado yugoslavo? Sin duda, por-
criatura tan maravillosa que te cautivaba (y te hacía se-
que estas nociones, que serían accesorias en la mayoría
guirla) con tanta autoridad como si el encuentro hubie-
de los casos, son absolutamente primordiales en La cal-
ra tenido lugar en una página de Umberto Saba. Enton-
da vita, y creo que uno se haría del libro y del escritor
ces Trieste (hoy es un poco diferente, por razones que
una opinión bastante superficial si las dejara de lado y
desgraciadamente todos conocemos) estaba poblada
sólo se interesara por la violenta intriga.
por italianos, eslavos, germanos y judíos, y también
Uno de los encantos de Italia es que esté fragmenta- por algunos orientales aunque en menor número, y de
da en muchas regiones que se parecen tan poco entre todas estas sangres mezcladas la mujer era la reina in-
ellas como Portugal se parece a Dinamarca, y que sin discutiblemente, carne real entregada con despreocupa-
embargo están sumidas en una especie de atmósfera co- ción a los rayos del sol y al aliento del golfo. Intencio-
mún, reconocible inmediatamente. La literatura italia- nadamente (supongo), Quarantotti Gambini situó su
na siempre ha estado fragmentada de la misma manera: novela en el tiempo en el límite extremo de este reino
apenas empieza e estarlo un poco menos. Sabemos (o carnal, el último día de agosto y los tres primeros días
deberíamos saber) que en los tiempos modernos una de de septiembre de 1939, época en la que las tropas ale-
sus ramificaciones más importantes es la triestina, den- manas entraron en la ciudad de Dantzig. Sólo quedaría
tro de la cual se han desarrollado dos obras de primera una duda, la simple elección de un punto crítico como
magnitud, la de un novelista, ltalo Svevo, y la de un éste (comparable, en el caso de Trieste, al ataque de los
poeta, Umberto Saba. Más recientemente, la rama turcos en el caso de Bizancio) bastaría para demostrar
triestina ha producido una tercera obra que pienso que que el novelista quiso poner aquí en juego toda su fuer-
no es menos importante ni menos original, la del escri- za espiritual conscientemente, y que La calda vita es su
tor que nos ocupa y cuyo principal libro, que acaba se obra capital. Con una intensidad angustiosa a veces,
ser traducido al francés, está ahora ante nosotros. ¿Lle- durante estos cuatro días (y sus noches), a través de los
gará mucho más lejos esta rama?, ¿será fructífera du- recuerdos y los sueños de varios personajes, se ordena
rante mucho tiempo? Sin querer jugar al adivino (y sin y se recompone toda la historia de Trieste (o, si se pre-
interesarme mucho por esa cuestión), no lo creo, por- fiere, toda la historia de Europa relacionada con Tries-
que hoy en día Trieste es una ciudad en estado letárgi- te), desde la dominación austríaca hasta la primera gue-
co, el cuerpo con el que la he comparado antes no es rra mundial, la liberación de 1918, la llegada al poder
ya más que una masa exangüe aferrada a la frontera y el endurecimiento del fascismo italiano. Así los amo-
oriental de Italia, y es en Venecia donde Quarantotti res de Bruno y Anita, de Silvia (la madre de Fredi), de
Gambini decidió vivir, donde persiste la vida y donde Liuli (la hermana de Sergia), forman todos juntos una
se ha refugiado el alma. pared reluciente en la que la historia se refleja un poco
teatralmente entre sonrisas de mujeres y gentil desidia.
A Quarantotti Gambini le gustaba su antecesor, El drama de Dantzig es como una pedrada que rompe
Umberto Saba, y lo admiraba. El título de la novela (en este bello espejo. Trieste ya no será nunca más el teatro
italiano La calda vita) procede de una frase del poeta, pasional desenfrenado y ligero cuyas últimas represen-
quien aparece también en el libro, en compañía de un taciones conoció Quarantotti Gambini y cuya nostalgia
personaje episódico con el cual se diría que el autor se le sirve de inspiración. Un cierto tono irónico, tan deli-
ha retratado modestamente. Por mi parte, me emocio- ciosamente frívolo y tan agudo como el del siglo XVIII
né leyendo la descripción de la tiendecita de librero an- en París o en Venecia, será abolido poco a poco, y más
ticuario que Saba tenía en Trieste, para poder subsistir, tarde brutalmente suprimido a partir de final del vera-
allí donde recuerdo que le conocí, en 1932 si no me falla no de 1939.

20
Cuando leo y cuando en mi imaginación toma for- gando hasta unos límites tan absolutos o hasta unas
ma la heroína del libro, Sergia (porque Quarantotti consecuencias tan extremas, y podemos preguntarnos
Gambini es un escritor que posee el gusto y el arte de razonablemente si no había decidido agotar el tema en
mostrar a las mujeres), inevitablemente me traslado este libro, para evitar la tentación de volver a él de nue-
con el pensamiento a este mes de agosto de 1932 que he vo. Lo que publique a partir de ahora nos demostrará
mencionado, y creo volver a ver tal o tal otra joven si realmente se separó de su gran motor, y si puede en-
triestina del Bagno Savoia que yo solía frecuentar. En contrar otro con tanta facilidad. Pase lo que pase en el
el trampolín (desde los primeros pasos sobre él) o en la futuro, y sin prejuzgar el porvenir de un escritor que
superficie destinada a tomar el sol, la mayoría de las tiene ciertamente muchos recursos, reconozcamos que
adolescentes tenían un comportamiento franco, leal el sacrificio (porque es de eso de lo que se trata) al que
como el de un becerro de noble raza que es puesto a asistimos cuando leemos La calda vita es casi ofensivo
prueba con un pase de muleta. Existía, en las jóvenes, por su brillantez, y que nos sorprende la habilidad de
una especie de costumbre a la desnudez en los baños su maquinación.
públicos que no engañaba a nadie. Muchas de estas jó-
venes debían estar ya preparadas para el juego del En el centro de una especie de círculo, o de circo,
amor, me decía a mí mismo, y las otras estaban a punto
cuya construcción, ya lo hemos visto, está en deuda con
de estarlo. Repito que bajo este punto de vista Trieste la historia y la geografía, todo el interés se concentra en
era antes de la guerra un lugar excepcional respecto al la virginidad de Sergia y en la sangre que será derrama-
resto de la costa del Mediterráneo: y añado que en Ser-
da cuando triunfe uno de los dos jóvenes que se juegan
gia se reúnen y están descritos a la perfección todos los a cara o cruz el privilegio de ser el primer agresor, en
aspectos y las ventajas, a veces incluso un poco irritan-
la sangre que será finalmente el premio de la victoria de
tes, da una mula de la alta burguesía triestina. La pala-
un tercero, un hombre hecho y derecho, y presto a dar
bra mula («chica» en el dialecto triestino y también en
la estocada, al no haber sabido o no haber querido
la lengua veneciana, de la cual el primero no es más que aprovechar la ocasión los adolescentes. Por episodios
una variedad menos rica y más ruda) expresa muy bien rememorados, como palabras que se oirían desde unas
la encantadora animalidad del objeto que designa. Ser-
gradas cada vez más alejadas del espacio central, es en
gia armoniza con el sol y el agua salada, con la arena,
esta virginidad de la heroína y en este próximo derra-
las rocas y los pinos cercanos a la ribera, como si hubie- mamiento de sangre en los que el autor hace que se cen-
ra sido creada el día anterior y la hubieran hecho madu- tre, indirecta pero imperiosamente, la atención del lec-
rar sus primeros pasos sobre el suelo del islote desierto tor. Más directamente, algunos hechos situados bajo
donde la han llevado dos chicos, no mayores que ella,
una luz más clara, como el fracaso y la pérdida de san-
con el deseo de seducirla. Su naturaleza y su sensuali-
gre por la nariz de Max, subrayan el tema, y en el re-
dad, su disposición y su caprichosa impaciencia tienen
cuerdo de Guido confirman con una magnificencia bas-
un carácter edénico sin duda. Además, ¿acaso toda tante espantosa las historias de los negros castrados y
isla, a condición de que sea pequeña y soleada y esté
linchados en América. Y cuando Guido, ganador segu-
despoblada, no es una especie de jardín original?
ro ya del torneo, le dice a Sergia que la virginidad (la
AY que relacionar también con la mitología circunstancia de su pérdida) es «lo más importante» (de

H del origen la extrema importancia conferida


por el autor de La calda vita a la sangre,
y más concretamente a la sangre de la virginidad perdi-
la existencia), ¿acaso no nos está dando Quarantotti
Gambini la propia clave de su obra? Cuando finalmen-
te Sergia, en la mañana del cuarto día, le ofrece a Fredi
la pulsera cuyos cascabeles tintineaban el día anterior
da. Los verdaderos escritores y artistas tienen casi siem-
pre una preocupación profunda, como una espina en el en su muñeca de virgen, y cuando lo conduce a su habi-
corazón, que los impulsa a crear. Los pedantes son los tación para enseñarle su cama devastada y sangrienta,
únicos que la tratan como una obsesión. Ahora bien, el drama llega al paroxismo. Entonces el diálogo se
yo creo que para Quarantotti Gambini la mujer nace de hace cruel con una tensión sorda, como si las frases pa-
la sangre de su propio desgarramiento, después de ha- saran por encima de un cuerpo apuñalado. «¿Quieres
ber desgarrado mucho tiempo atrás el vientre de su ma- saberlo todo? Te estaba esperando, comprendes, y tú
dre, y es este segundo nacimiento el que le interesa por no viniste», dice Sergia a Fredi. «Te has portado como
encima de todo y el que da origen a sus relatos. Libros un niño: no has hecho más que sufrir», le dice también,
como L 'onda dell'incrociatore y Amor militare, son feroz como una fierecilla herida. Y ella recibirá una se-
más que convincentes en este sentido; el segundo, sobre gunda herida de manos de Max, a través de un revólver
todo, es con todo el sentido de la palabra una de las no- que había rechazado utilizar para defenderse de la vio-
velas más crueles que conozco, y sus personajes y todo lación, una herida que, por dañarle los senos, es una
su decorado (hasta el motor del camión que sólo sirve ofensa para la consecución total de la futura materni-
para ocultar con su ruido la masacre) únícamente tie- dad, que sin embargo ella deseaba. No es imposible que
nen sentido y existen en relación al rojo líquido cuya es- en esto se pueda ver un castigo infligido por el autor a
casa pérdida hace que la joven se convierta en mujer, su heroína por haberse dejado desflorar por alguien
pero cuyo agotamiento o cuya pérdida considerable distinto a quien ama. Todo creador mantiene unas
conduce a la muerte. complicadas relaciones con los personajes creados por
él. El problema del libre albedrío y de la sanción sólo
Un dramaturgo elisabetiano (la sombra de uno de queda un poco claro si lo consideramos desde el punto
ellos está a veces unida al recuerdo que nos queda de la de vista del arte y la literatura. Al final, el único perso-
esbelta figura de Pier Antonio Quarantotti Gambini, lo naje femenino (episódico, es cierto) de la novela que
que me da la ocasión de alabar la obra de este último) responde completamente a las exigencias de la noción
le hubiera puesto a La calda vita un título quizás más de «vida ardiente» y que parece contar con el perdón
adecuado según los gustos de su época, como por ejem- absoluto del autor es Arna, la joven negra americana
plo la tragedia de la sangre. Efectivamente, el novelista que ha sabido transformar los sangrientos sacrificios de
nunca había confesado tan francamente su tema favori- la gente de su raza en una especie de bautismo o de ini-
to, nunca lo había explotado tan completamente, lle- ciación sexual, que le da la agilidad de una bailarina en

21
Folo de Arturo Giacomelli, Corso Italia.

los campos de batalla en los que sucumben Ia mayoria naci6n a esta gran novela llena de mitos y de objetos
de las mujeres. Algo totalmente inesperado y extraordi- simb6licos. Este relampago verde en Ia noche erotica
nario en el alma de un italiano y de Ia clase social a Ia por naturaleza del verano mediterraneo, es Ia vieja mi-
que pertenece Quarantotti Gambini: cosa que quere- rada luciferina que no deja nunca de brillar en las tinie-
mos hacer constar como merito suyo o, si se prefiere, blas calidas, cuando Ia inocencia esta en juego, cuando
en su honor. Ia virginidad se ve amenazada y cuando aparece Ia san-
gre como un astro ascendente. Su alcance es aqui doble,
En los cuatro dias y las cuatro noches de La calda
por el hecho de que su resplandor intermitente brilla en .
vita habra tempestades y tormentas, que esparcen por
el umbra! de una catastrofe hist6rica, aunque parezca
el suelo pedregoso de Ia isla cadaveres de pajaros que
surgido de Ia profundidad del tiempo. D
conmueven o provocan Ia burla de los adolescentes
exaltados por un amor torpe. Pero me parece que es el [1964]
rayo verde del faro de San Lorenzo in pelago (San Lo-
renzo de los abismos), que regularmente viene a explo-
rar el cielo sobre el golfo, el que aporta Ia mejor ilumi- Traducci6n de Eva Calatrava.

22
I se hojea el. Canzoniere que agrupa toda la pro- Una sola información evidente, el segundo verso:

S ducción poética de Saba desde 1900 hasta 1954


se ve que las poesías escritas después de la Li-
beración ya no siguen estrictamente el orden cronoló-
«En este libro, trece poesías que toman su nombre de
la última». De hecho, el último dístico del Canzoniere
es célebre: «Vivo, hablaba a un pueblo de muertos.
gico que es norma en todo el resto de la obra. Los poe- Muerto, rechazo el laurel y reclamo el olvido». Es el
mas de Mediterráneas datan de 1946; Pájaros, de 1948; Epígrafe del poeta. El resto es menos claro : En este li-
Casi un relato, de 1951; Seis poesías de la vejez, de bro es ci.ertamente un ex-libris, pero temporal: las poe-
1953-1954; pero Epígrafe, que cierra el volumen, lleva sías pertenecen a Saba y él no quiere compartir esa pro-
la indicación 1947-1948. Resolver la unidad perdida de piedad en vida, lo que enseguida intriga: ¿por qué esa
Epígrafe y Pájaros nos ha parecido, como a otros críti- prohibición? Los destinatarios son unos pájaros y un
cos, 1 rico de sentido: después de la traducción de amigo: ahora bien, no se habla de pájaros en Epígrafe
obras todavía en gran parte desconocidas, he aquí, salvo, una vez, metafóricamente (el ruiseñor), justa-
como estaba previsto, el comentario que no pretende mente para indicar el segundo destinatario: ese amigo
más que facilitar su lectura. que, nadie lo ignora, es Federico Almansi. Otro indi-
cio: Saba nos anuncia trece poesías, mientras que no
hay más que seis. La explicación se nos da en una nota
Cuando Umberto Saba publica Pájaros en 1950, en de Epígrafe, pero la conocíamos ya por la introducción
las ediciones del Zibaldone dirigidas por Anita Pittoni, a Uccelli: los otros poemas han ido a parar a este último
se lanza, sin saberlo, a una operación ambigua que cuaderno que, por supuesto, él sí, sólo habla de pája-
acredita a los ojos del gran público la imagen hagiográ- ros ... ¡y de otras cosas más! Con todo, la cuenta no sale
fica que su entorno tenderá a expandir cada vez con redonda, pues Uccelli contiene once piezas, y once más
más insistencia. ¡Vaya ganga, este buen anciano incli- seis no dan trece. La explicación es simple: en la fecha
nado sobre unos suaves volátiles! Verdad es que no hay de la poesía liminar En este libro Saba no había escrito
malicia por parte del poeta, pues, para él que no dudó aún todos sus Pájaros, cosa que la correspondencia
nunca de su genio, 2 estas poesías se insertan con toda confirma.
naturalidad en el conjunto de su obra y adquieren su
sentido definitivo a la luz de toda esa «novela» de una
vida y un tiempo que quiere ser el Canzoniere. ¡Basta- No es una vocación reprimida de policía de archivo
ría con saber leer! Sin embargo, Saba duda en publicar lo que nos hace insistir en todos estos detalles, sino la
el opúsculo y, en una carta inédita a Anita Pittoni, convicción de que no son inocentes y permiten delimi-
declara: «Creo difícil poder editar Pájaros en el Zibal- tar la postura y el estatuto de la escritura del Saba de
done. 3 Ese grupo de poemas forma parte de un peque- la última época. Pues hay en él, a la vez, el deseo de de-
ño volumen (Epígrafe) que deseo ver publicar después cir y el deseo de callar. Quiere publicar, como es el an-
de mi muerte». 4 Hay en la actitud de Saba una incohe- helo legítimo de todo autor, pero no puedo hacerlo: en
rencia aparente, ya que la revista Botteghe Oscure ha rigor, aísla lo publicable pero conserva para sí lo in-
dado ya a conocer el texto. 5 Se explica, sólo en parte, nombrable. Eso innombrable no es Opicina, como él
por la necesidad en que se encuentra el poeta de sacar afirma, aunque el humor triestino fuese quisquilloso en
el máximo de dinero posible de sus producciones litera- una época en que el estatuto de la ciudad no se había
rias . fijado todavía: un verso como «Abajo, en las paredes
de mi blanca ciudad 1 estaba inscrito Tito bien visi-
ble» , aun cuando no contenga más que una observa-
De entrada estamos, como ocurre a menudo con ción objetiva, podía pasar por ser una provocación: no
Saba, presos en una enmarañada red de complicaciones olvidemos que, unos meses más tarde, el artículo «Si
editoriales 6 y existenciales a la que él debió tener cari- me nombraran gobernador de Trieste», que propugna-
ño en el fondo (en el consciente y sobre todo en el in- ba la tolerancia y condenaba el racismo, suscitó un con-
consciente) aun cuando no cesaba de quejarse de ello cierto de protestas a veces violentas; además, la obser-
amargamente. Pues el embrollo proviene del nacimien- vación final del amigo de Saba, Federico, «Después del
to confuso del cuaderno. En el prefacio de Pájaros, que fascismo negro, el clérigo negro», aunque pueda pare-
hemos podido leer aquí mismo, Saba se explica: los cer agresiva, evoca perfectamente el clima de cruzada
poemas de Uccelli «forman parte de un cuaderno, muy que siguió a la votación del 18 de abril de 1948 en que
escaso por otra parte, que se titula Epígrafe y que apa- triunfó la Democracia Cristiana. ¡Saba solía tener otro
recerá después de mi muerte. [... ] Los escribí durante el ánimo! No hay aquí materia para remitir su lectura a
verano del 48». Ahora bien, la lectura de las cartas de después de su propia muerte. En rigor, podía retrasar
1947-1948 permite entender la génesis del opúsculo : en la publicación. No, lo innombrable es el joven Federi-
un primer momento sólo se trata de Epígrafe. La pri- co, que ocupa casi por entero -su presencia o su
mera mención del cuaderno aparece, como post- fantasma- los últimos años de la vida productiva de
scriptum, en una carta a Quarantotti Gambini del 1 de Saba. Todavía en Epígrafe, el poema en forma de Car-
diciembre de 1947: «He escrito cinco poemas que son ta recuerda oportunamente que el Telemaco de Medite-
hoy por hoy impublicables (a causa del tercero "Opici- rráneas (cuaderno de 1946) era ya Federico. ¿Qué re-
na')». Se trata de las cinco últimas poesías que cierran presenta, pues, ese joven para Saba? ¿Cuáles fueron
el Canzoniere, pero no las encontramos, por supuesto, sus relaciones reales con él? Son preguntas a las que la
más que en la reedición que siguió a la muerte del poe- lectura de la correspondencia no permite aportar res-
ta. Sin embargo, existe una sexta pieza, muy corta, que puest¡¡.s definitivas. Pero ¿puede haber algo definitivo
sirve de introducción a Epígrafe, titulada En este libro. en la materia? Sea como sea, lo cierto es que Saba no
Su lectura nos permitirá orientarnos en el laberinto de escondió nunca su amistad -¿su amor?- hacia Fede-
la quinta época sabiana (la última) por tomar la bella rico . Había conocido a los Almansi en Padua, pues el
expresión de Giacomo Debenedetti. padre de Federico tenía el mismo oficio que él: compra-

24
ba y revendía libros antiguos. En Milán se alojaba en Ahí aparece un fantasma sabiano muy conocido: la
casa de los padres del joven, en la misma habitación atracción por las Cosas leves y erráticas de las que Fe-
que él; en Trieste lo recibía en su casa. Prácticamente derico es un ejemplo. Ahora bien, Cosas leves y erráti-
no hay carta de esos años (sobre todo el 1948) que no cas es el título de un cuaderno de 1920 10 que relata
evoque la figura del adolescente: habla de sus relacio- unos amores fugaces con chicas jovencísimas, emplea-
nes con Federico a su mujer (Lina), 7 a su hija (Linuc- das de la famosa «librería antica e moderna» de la que
cia), a sus amigos (entre otros, Vittorio Sereni), como Saba es propietario, en la vía S. Nicolo 30, en Trieste.
de la cosa más natural del mundo. Las cartas al joven Estos seres apenas salidos de la adolescencia alían la
que quizá nos hubieran podido informar han desapare- tierra con el cielo y son un doble del pájaro:
cido o más bien no han reaparecido (¿es eso un indi-
cio?) y sin embargo sabemos que fueron enviadas: Paolina fruto
«Esta noche, por ejemplo, me ha despertado a la una del país,
y media: quería hacerme jurar por la vida de Linuccia hecha de las cosas más aéreas pero también
las más terrestres,
que ya no escribiría hermosas cartas a otros jóvenes, y nacida allí donde sólo tú podías nacer
eso porque, de otro modo, las que le he escrito y que en la bendita ciudad donde yo nací,
piensa publicar después de mi muerte perderían su va- sobre la cual yerran al atardecer los bellos colores,
lor... literario y comercial». 8 los más divinos colores que, ¡ay!, no son
nada: vapores acuosos.U
Que no se espere de nosotros una picante investiga-
ción de los presuntos amores entre Saba y Federico: el Pero Federico, por su parte, es algo; es poeta (Saba
entusiasta discípulo de Freud que se pretendía Saba no escribió una introducción a un cuaderno de poemas su-
dejaba de saber que incluso una amistad implica la esfe- yos), 12 escribe relatos (cf. en Para una fábula nueva la
ra de la sensualidad, pero la realidad entre viejo y joven alusión al «ángel que vive 1 dos días y medio en la tie-
atañe a la raíz del ser. Ella define al poeta en su relación rra»), no es intercambiable como Paolina: nombrarlo
con el mundo, en la visión que tiene de sí mismo, y en no basta, pues, para expulsarlo, para liberarse de él.
eso no hace más que reanudar y enriquecer experiencias Aun cuando tiene su naturaleza aérea, no se diluye
anteriores. Es verdad, por otra parte, que Saba no tiene como una jovencita o una pompa de jabón, permanece
ningún tabú sexual, ya se trate de hetero o de homose- como un enigma y como un don imposible. Ahora. bien,
xualidad, y prueba de ello es la poesía inédita publicada para Saba, el matrimonio levedad-peso es el único sa-
en Paragone, 9 La fanciul/a egoísta (1922), que relata cramento inimaginable. Pues entonces el prójimo se
con crudeza las relaciones íntimas entre una adolescen- convierte en un obstáculo, un cuerpo extraño inasimila-
te y un cuadragenario, o, más aún, Ernesto (1975), que ble y fuente de dolor.
narra una iniciación homosexual. El poeta sabe sola-
mente que va por delante de su tiempo y que no puede Para conjurar la alteridad, el drama de la presencia
del otro que no puede reducir, Saba inventó unos sub~
permitirse decirlo todo para no comprometer su ima-
terfugios consistentes en erosionar la agresión que pro-
gen, dificultosamente construida (y finalmente acepta-
duce el prójimo mediante metamorfosis que lo subsu-
da), para uso de un público formado en el molde católi-
co preconciliar. men en nube, pompa, globo o pájaro, 13 pero tropieza
siempre con su ser irreductible. Sin embargo, lo ha in-
tentado todo: mucho antes que las jaulas de pájaros de
Ahora bien, en Viejo y joven lo dice todo, a su ma- Casi un relato imaginó la esclavitud. Cómo tener una
nera, que no es contar solamente historias del cuerpo jovencita leve y errática sino comprándola en un merca-
(en ese sentido, La fanciulla egoísta es una excepción) do de esclavos:
sino también historias del alma, por emplear un voca-
blo que él no repudia. Cuerpo y alma, por lo demás, ... Ahora eres mía,
inextricablemente mezclados, pues Saba es fundamen- eres mi esclava; chiquilla, podría
talmente monista, de ahí su repulsión por Petrarca y hasta pegarte; pero no te haré
toda su descendencia. Nunca ha exigido un poema has- sino bien; entre beso y beso te haré,
ta ese extremo un conocimiento tal del conjunto de su si no decirme, al menos pensar: es hermoso,
obra. Nunca ha conseguido hacer cohabitar hasta ese siendo esclava, tener un buen patrón. 14
extremo unas instanCias tan contradictorias: ahora
bien, la mezcla explosiva, o más bien implosiva, se deja Obtener el reconocimiento del esclavo no es, segura-
leer como una nana. Empieza por la afirmación cruda: mente, la clase de sentimiento que Saba podía esperar
«Un viejo amaba a un muchacho». Luego, bruscamen- de Federico; tanto menos cuanto que no podía formu-
te, la presencia del joven es aspirada por su propia in- lar conscientemente un tal requerimiento.
fancia (se pasa de ragazzo a bimba). De muy joven, Este fantasma del buen patrón persigue a Saba has-
pensaba en los misterios del mundo, y por tanto tam- ta el fin de su vida, se muda en el del patrón supremo:
bién en los del sexo. Sigue una deducción de Saba por Dios o Júpiter. En una carta a Nora Baldi del30 de ene-
lo menos sorprendente por el rodeo de la «mujer que ro de 1957, siete meses antes de su muerte, escribe estas
acompasa su paso 1 ligero al tuyo» evocada al mismo palabras sorprendentes: «La poesía, al menos en las úl-
título que el niño que «pone su manita en la tuya». El timas profundidades de mi ser, no me ha interesado
deseo de Saba no es sólo conocer la infancia de Federi- nunca. Me he vuelto hacia ella en la imposibilidad de
co sino también revivida con él dándole fantasmagóri - actuar. Y mi acción no habría sido en el sentido de Hit-
camente la mano. (Es Pavese quien afirma que amar de ler o del buen Napoleón, sino, más bien, en el de Jesús .
verdad a alguien implica querer conocer su infancia.) En el fondo yo estaba ávido sólo de almas humanas.
Además esa tierna edad evoca un poco la levedad de los Como un águila me habría precipitado sobre el corde-
primeros pasos con la mujer amada por primera vez. ro, pero no para devorarlo -¡oh, no!-. Si el destino

25
me hubiera hecho nacer en Viena y me hubiera permiti- Se comprende por qué Saba repitió tanto que no
do llevar a buen término un análisis con Freud cuando quería publicar Epígrafe sino después de su muerte.
yo tenía alrededor de veinte años, habría permanecido Pero -inversión de situación muy sabiana- me entero
fiel a su disciplina (nadie -que yo sepa- ha encontra- de que unas cartas poco conocidas depositadas en el
do, después de él, algo nuevo) pero habría tenido, ade- centro sabiano de Pavía probarían que el poeta tenía in-
más, el don de la expresión y la consciencia, la sensa- tención de restablecer el orden cronológico en una futu-
ción profunda de que el hombre no está hecho para el ra edición del Canzoniere. Encontramos, trasladada al
Sabbat, sino el Sabbat para el hombre.» 15 Saba, en plano de una cronología material, la aporía precedente:
este texto, intenta una vez más conciliar lo inconcilia- ¡Saba habría anhelado, en definitiva, que ese cuaderno
ble: la poesía no le interesa, dice, pero tiene el don de estuviera en su lugar antes de Pájaros 18 y quedase asi-
la expresión; quiere liberar a los hombres abalanzándo- mismo como conclusión del Canzoniere!
se sobre su alma; las expresiones mismas son contradic-
torias, ¿cómo reunir en una misma síntesis águila, cor- OR una carta inédita del 21 de agosto de 1948
dero y Sabbat? Y sin embargo, pretende ser médico de
almas . Es la lucha de Saba con el ángel, con el incons-
ciente. No quiere renunciar a nada de lo que hace impo-
sible una resolución lógica de su drama y asegura una
P a uno de sus editores, Alberto Mondadori, nos
enteramos de que Epígrafe consta de diecisiete
poesías. Este es el número final de poemas de los dos
cuadernos a reunir: Epígrafes más Uccelli. En esa fecha
permanenCia poética de los contrarios que sólo la poe- Saba ha terminado, pues, su trabajo. Lo anuncia a Vit-
sía es capaz de asumir. torio Sereni y a Ettore Serra: 19 las poesías «hablan, en
No estamos lejos de Viejo y joven, que no ha sido gran parte, de pájaros, y es a su maravilloso mundo
olvidado por el camino, ya que el joven tirano (¿es cor- adonde me he evadido del horror de los tiempos y del
dero?, ¿es águila?) espera que su maestro (el término es país en que estoy condenado a vivir mis últimos años.
rico es ambigüedades)* le cante la nana de su vida. Pero He dicho evadido; quizá debería haber dicho: intentado
ese maestro es también un padre doblado de amante (?) evadirme». El 17 de septiembre escribe a Bassani (¡cuyo
que no se conforma con perder su tesoro, aunque sea nombre desfigura convirtiéndolo en Barani!) para pro-
en sueños . Querría poseerlo todo entero : haberlo hecho ponerle publicar en Botteghe Oscure diez poesías sobre
físicamente (paternidad), intelectualmente y moralmen- los pájaros. La decisión de escindir lo publicable de lo
te (ser su maestro) 16 y amarlo con amor: ahora bien, que no lo es está, pues, tomada. 20 Saba propone des-
no se posee a nadie, sobre todo cuando se es viejo. Sólo pués a Mondadori editar Este año en un boletín edito-
se puede amar en la opción mutilante, lo cual rechaza rial de su firma. La opción por la escisión se manten-
Saba. Después de todo, ¿no fantasmea él un amor - drá. Se ve afirmada por la publicación de Pájaros en
más allá de la sexualidad y de las prohibiciones que la 1950 por el Zibaldone. Se ha rizado el rizo. Estamos
rigen- que sólo Dios podría permitirse? otra vez en el punto de partida.
¿A menos que, último avatar, no se trate también En Pájaros, Federico parece relegado muy lejos,
de una proyección narcisista de sí mismo sobre un jo- pero en realidad está presente en bastantes poemas.
ven que no tiene veinticinco años? Las semejanzas entre Con todo, las alusiones son tan discretas que una lectu-
Saba y Federico son muchas: la misma sensibilidad, la ra superficial puede dar el pego: así, la historia de ese
misma salud delicada (la misma predisposición a los ruiseñor que abandona al mirlo por avidez de vida no
trastornos de la psique), el mismo origen social -Fede- es otra cosa que la historia del maestro y el discípulo;
rico es una sangre «mixta»: medio judío, tuvo que huir por si alguien no lo entendiera, el poeta se cuida de sub-
a Suiza para escapar de las persecuciones raciales como rayar: «Como antaño 1 el dulce niño a quien de mí nu-
Saba se escondió en Florencia-, la misma opción ideo- tría» . Del mismo modo en Palomas en la plaza de Co-
lógica (el antifascismo, la resistencia: cf. Opicina) y so- rreos (de interpretación y de traducción muy difíciles),
bre todo el mismo gusto por la poesía. En cierto sentido que a simple vista no parece más que una descripción,
Saba se encuentra a sí mismo en Federico y, amándole, la presencia de las palomas no adquiere su sentido sino
ama su propia imagen de cuando tenía veintitrés, vein- por las alusiones, oscuras a veces, a una espera huma-
ticuatro años. Efectivamente, pues, le niega la alte- na, a un don dado y aceptado. Y sobre todo a una de-
ridad. cepción: «Pero es un triste niño. Y pienso 1 que, de su
don, quien más desconfía tiene más razón». El tema de
¿Cómo salir de estas interpretaciones proliferantes La ornitología caritativa es parecido, por más que el
que se añaden unas a otras? 17 Saba sabe que el mundo amigo de los pájaros, en este caso, da espontáneamente
de la aporía no podrá deshacerse sino en la muerte. él mismo la libertad al pájaro salvado y cuidado en la
Piensa en la suya; él no sabía que Federico iba a morir jaula. Vemos cómo Saba fantasea soluciones diversas a
tan pronto para el mundo entrando en la locura. Sin su relación con Federico. Fue Giacomo Debenedetti
embargo, la imagen de ángel vive con esa gracia leve quien primero insistió sobre la operación de exorcismo
lastrada por el plomo de la angustia que aflora apenas a que se entrega por huir de su dolor y transferirlo, su-
y que la lectura atenta desvela. blimándolo, a esos seres ahtdos. Saba inventa un apólo-
Lo innombrable es proferido, pero hay que dar la go «que cuenta cómo, por delegación de un poeta "ex-
vuelta a la expresión: no es el escándalo lo que hay que cluido", toman sobre sí la pena y la alegría de vivir en
esconder (¿qué escándalo?), es la voluntad demiúrgica su nombre». 21 Esta operación no podía sino desembo-
de Saba de no renunciar a nada: tenerlo todo, mirarlo car, una vez más, en la figura del poeta mismo: objeto
todo, incluso lo que suscita un placer mortal, vivir el del exorcismo.
oxímoron con gracia hasta el fondo. La regla es subver-
tida y el Sabbat no es más que un acicate de la libertad. De hecho, el pequeño Berto parece revivir como en
Pero ¿no es eso un sueño?, lo innombrable es, sencilla- los buenos tiempos del cuaderno homónimo, 22 y así El
mente, aquello a lo que no se puede encontrar un niño y la cotorra greca vuelve sobre una poesía de Pre-
nombre. ludio e Canzonette (1922-1923): La chica y la cotorra,
* Maftre significa «maestro», pero también «amo», donde concluye después que el querido pájaro lo haya
«dueño», «Señor», [N. del T.] atacado:

26
¿Qué pensamiento es ese que oprimirá el corazón del
Pero también sé esto: que en vosotras
a menudo se encuentra, chiquillas, P?eta tras la partida de las golondrinas y que lo ocupa-
el corazón de mi cotorra. 23 ra durante los largos meses de invierno? Nos lo revela
una carta a Eugenio Montale del 2 de diciembre de
Ya los pájaros eran utilizados por Saba, como en La 1956, después de la muerte de su mujer: «El pensamien-
Fontaine, con la diferencia de que no hablan 24 y de to que me hacía angustiosa la partida de las golondrinas
que no hay moraleja. En 1948 el poeta es perfectamente era justamente el terror de su muerte». 26 Esa muerte
consciente de la operación de transferencia a que se en- t~mida que anuncia el final del verano con sus migra-
trega. _El p~jaro no es, en la letra, más que una imagen ciOnes sólo será exorcizada, temporalmente, por la pre-
o, meJor, una estructura retórica, pero en el sentido sencia de otros pájaros, los estorninos primero, después
más fuerte del término, pues transforma el texto le los oscuros gorriones, que lo consuelan de la partida de
confiere ligereza y gracia sin denegarle el peso del d~lor los primeros.
que el verso puede entonces asumir. Pero se trata de
una transferencia plurívoca en que el pájaro es a veces ANSADO de vivir, minado por la neurosis y
Saba, a veces aquel o aquella a quien querría enjaular.
Así el fantasma de la joven esclava evocada más arriba
reaparece en forma, más aérea aún, de pájaro.
C la depresión, Saba no puede dejar el mundo
de los seres, de las cosas, de los objetos, de
lo concreto que ha amado tanto, que tanto lo ha hecho
Acabamos de hablar de un mirlo negro (color de sufrir. Elige el mundo de los pájaros -sucedáneos libe-
mal agüero) abandonado por un joven ruiseñor: el mis- rados de toda pesadez- porque ellos le repiten su dra-
mo volátil vuelve en la poesía homónima de Pájaros. ma personal; que él proyecta en ellos, porque le dejan
Existía ya en una poesía de Saba a su hija Linuccia, ti- también una puerta de salida hacia lo alto, no en una
tulada Pequeña fábula a mi hijita. 25 Entre el primer perspectiva mística, sino en la de una inmanencia subli-
mirlo y el último está toda la evolución del poeta de n:ada. Los pájaros no son más que materia, pero mate-
treinta y siete años al de sesenta y cinco. En la primera na alada: «en la Naturaleza sublimación 1 del reptil».
versión asistimos a la desesperación del joven Saba que Ya las jóvenes, recordémoslo, estaban hechas «de las
ve cómo huye su alado amigo: narcisistamente, el poeta cosas más aéreas 1 pero también las más terrestres». El
adulto procura consolar a la pequeña Linuccia contán- proceso de decantación que se puede seguir desde el
dole su desesperación de niño. En la última variación principio del Canzoniere, con sus etapas fundamenta-
la descripción es filtrada a través del sueño y ... del co~ les, como Palabras (1933-1934), desembocan en la poé-
nocimiento (intelectual y práctico) del psicoanálisis. Sa- tica del pájaro. Y es realmente de una poética de lo que
bemos las difíciles relaciones de Saba con su propia ma- se trata. Los filósofos no sabrían qué hacer con ella ni
dre, reemplazada en su corazón por la nodriza, Peppa siquiera Nietzsche, tan caro al corazón de Saba: <;En
Sabaz, la madre de alegría. No es sorprendente que el torno a una grandeza solitaria 1 no vuelan los pája-
sueño le restituya una imagen vaga de su madre: «A ros ... ». Poética que desempeña un papel doble: sin
ella, apena~ la veo» . Resaltan, por el contrario, los co- edulcorar el mundo moral del poeta, permite mantener
lores del mirlo (el negro y el amarillo), nada más nor- a distancia las agresiones de lo real, y obliga también a
mal puesto que el mirlo es él, el pequeño Berto, y él re- una concentración en torno a un tema único. Esta pola-
produce en el animal lo que su madre le reserva la rización permite a la vez reunir lo poco de concreto li-
prisión: «Entra un muchacho enjaulado ... ». Pero ~or gado al tema y encontrar el tono del relato seguido, y
otra parte está la aguda conciencia del viejo que sabe po.r tanto volver a comenzar, una vez más, tras unas
que el relato de su primer poema no era sin duda más mascaras encantadoras, la novela de una vida en que
que un engaño: «Y yo digo 1 que mi amigo querido todos los personajes fundamentales están ahí, sin que
acertaba a entender 1 todas mis palabras», escribía. A se sospeche su presencia. Poética que hace milagros
su ingenuidad de entonces responde ahora con una son- puesto que despierta la inspiración sabiana: primero
risa: ese mirlo <<que alegre me saludaba 1 con sU canto Pájaros, después Casi un relato, que vive enteramente
(tal era mi pensamiento)» ya no entiende lo que le dice de la prolongación del opúsculo precedente. 27 Las Seis
el poeta: ¡no llega a San Francisco quien quiere! El an- poesías de la vejez, que son, hoy por hoy, las últimas
tropomorfismo ha muerto en Saba: él sabe que entre el piezas conocidas de Saba, caen en lo discontinuo. Los
pájaro y el hombre no hay más que lazos poéticos sin pájaros desaparecen, tal como habían comenzado en
la mentira de ilusiones falaces. El estribillo «tal era mi la metáfora. No le queda a Saba más que el «fár~aco
pensamiento» aplicado al mirlo que desea la carne pica- letal», la droga, para huir de «los pesos de la vida» 28
da por la madre de Umberto, insiste, por lo demás en mientras espera la última liberación. D
la avidez natural del pájaro que no vive sino par~ sí
mismo y no puede imaginar que Berto también pueda
comer la misma pitanza. Es decir, ser, en el sentido eti- Traducción de Eduard J. Verger
mológico, un compañero. La conclusión esperada no se
hace esperar; entre el mirlo y el niño «había un amor
un equívoco también». De ahí a suponer que todo amo;
se basa en un equívoco ...
Lina, que lo ha experimentado, reaparece en dos --------NOTAS--------
poesías .. Su gran época -de Casa y campo a Trieste y (1) La idea no es original: es de Giacomo Debenedetti
una mz:}er (~909-1912)- concluyó hace mucho tiempo, en primer lugar; luego la sigue Mario Lavagetto. Es la única
pero sigue Siendo la guardiana del hogar. Ella abre la que mantiene la coherencia y permite la comprensión de la
ventana en Cielo y permite al viejo lobo de mar contem- última producción sabiana.
plar nubes y golondrinas. El tono, aparentemente estoi- (2) En la correspondencia (debo a la cortesía de Lucia-
co, de reposo bien merecido después de la tarea cumpli- no de Maria, a quien se lo agradezco calurosamente la auto-
da fue en vano, no ha de dar el pego. La segunda poesía rización para publicar aquí extractos de la corresp~ndencia
para Lina, Este año, corrige el tiro. Pero es un enigma. inédita que aparecerá próximamente en Mondadori bajo la

o 27
dirección de A. Marcovecchio) Saba no cesa de repetir esa (16) Saba recuerda este papel de maestro en su «Prefacio
persuasión: una prueba entre mil es este pasaje de una carta a las "poesías" de Federico Almansi», 1948, Prose, op. cit.
a Lina, su mujer, del28 de abril de 1948: «Yo también lo sé, Da asimismo a entender que, abandonando a su viejo maestro
que el Canzoniere es eterno: y que ninguna fuerza en el mun- por otros más jóvenes, Federico no ha mejorado la calidad de
do puede destruirlo, QUE LLEGARÁ su HORA>>. Está persuadi- su poesía.
do de ello hasta tal punto que liga, no sin paranoia, el descu- (17) Cf. al respecto la apasionante interpretación de Gia-
brimiento o redescubrimiento de su obra al «renacimiento» como Debenedetti: la poesía como exorcismo en La sua quin-
de Italia: «Italia se halla hoy en la incapacidad absoluta de en- ta stagione (1960) en Intermezzo. Mondadori, Milán, 1963,
tender el Canzoniere y Scorciatoie: ni siquiera sospecha lo que p. 90 y la de Mario Lavagetto: «la poesía atestigua, a todos
mi obra significa. El día que tal comprensión sea posible, Ita- los niveles, su ambición terapéutica, que; una vez más, es en-
lia se encaminará hacia su renacimiento» (carta a Ettore Serra contrar un compromiso con la alteridad», en La gallina di
del? de septiembre de 1948, de próxima aparición en Monda- Saba, Einaudi, Turín, 1974, pp. 194-195 . Cf. igualmente todo
dori). el capítulo titulado «L'ornitologo pietoso».
(3) Colección dirigida por Anita Pittoni en los años (18) Eso es lo que hará, por lo demás, Mario Lavagetto,
1950-60, centrada sobre todo en el descubrimiento o redescu- uno de los mejores exegetas actuales de Saba, en una esperada
brimiento de los grandes textos de la literatura triestina. edición de todas las poesías (incluidas, pues, las descartadas
(4) Carta del 21 de mayo de 1950. voluntariamente por el mismo Saba) que aparecerá en Mon-
(5) Giorgio Bassani fue quien publicó el texto. Su apa- dadori, en la colección 1 Meridiani.
rición suscita esta reflexión de Saba: «Botteghe Oscure ha pu- (19) Carta inédita del 22 de agosto de 1948.
blicado Uccelli, pero eso me ha dejado indiferente» (carta del (20) Otra carta inédita del 22 de agosto de 1948.
21 de mayo de 1950). Para complicar las cosas, la Fiera Lette- (21) En op. cit., p. 92.
raria publica otros poemas de Pájaros «completamente a mis (22) En Canzoniere, op. cit., pp. 385-406. La serie de
espaldas», afirma Saba para defenderse de los reproches que poemas, compuesta en 1929-1931, coincide con la cura psi-
le dirige Anita Pittoni (carta del 18 de noviembre de 1950). coanalítica seguida por Saba bajo la dirección de Edoardo
(6) De hecho, Saba depende de tres editores: Einaudi Weiss.
para el Canzoniere completo (1. • edición einaudiana en 1945, (23) «Ma questo ancora io so 1 che spesso e in voi fan-
después ediciones aumentadas en 1948 y 1957). Mondadori ciulle della mia gazza il cuore», en Canzoniere, op. cit.,
para los opúsculos sueltos del Canzoniere y Garzanti que ha p. 222.
heredado derechos de Treves para Figuras y Cantos y Tres (24) Una sola excepción parece Ruiseñor. Pero las pala-
composiciones que reagrupa Corazón mortal, El hombre, bras del pájaro no son sino el contracanto del poeta mismo.
Preludio y figuras y El pequeño Berto. El poeta tendrá con No era Saba quien podía decir: «¡La dulzura del mundo es
Aldo Garzanti una larga controversia antes de obtener la una, una, una!» ¡Y sin embargo él quería que eso fuese dicho!
autorización para publicar estos cuadernos en Mondadori. (25) En Canzoniere. Cose leggere e vaganti, op. cit.,
En compensación por la pérdida de sus derechos, Garzanti p. 117.
publicará en 1951 una edición de lujo del Canzoniere. (26) En Per Conoscere Saba, al cuidado de Mario Lava-
(7) Cf. carta de Milán del 28 de marzo de 1948 a Lina: getto, Mondadori, Milán, 1981, p. 529 (la nota es de Carla
«Hace por mí todo lo que puede hacer humanamente un mu- Ghirardi).
chacho por su maestro[ ... ]. Se puede decir que su compañía (27) «Estos tres últimos días -escribe a Alberto Monda-
basta para hacerme vivir: tanto más cuanto que, a pesar de dori, el4 de mayo de 1951- he escrito tres poesías breves (to-
sus defectos, es de una nobleza de ánimo infinita, absoluta- das el mismo día) que querría añadir a Epígrafe»: En Umber-
mente incapaz de vulgaridad ni de bajeza. Dice palabras, hace to Saba, Amicizia, Mondadori, Milán, 1976, p. 32. Se trata
cosas que hacen salir las lágrimas a los ojos. Este ha sido el de la correspondencia, principalmente entre Saba y su hija,
último don que me ha hecho la vida; pueda Dios recompen- que acompaña la composición de los poemas de Casi un rela-
sarlo». to. El volumen es enriquecido por textos de Cario Levi y de
(8) Todavía carta a Lina del 28 de marzo de 1948. Sergio Miniussi. En Casi un relato Federico está todavía pre-
(9) Paragone, número 430, diciembre de 1985, Sansoni sente: lo prueba este Envío en el momento en que el joven en-
editor, pp. 13-16, seguido de un comentario muy fino de Arri- tra poco a poco en el mundo desheredado de la demencia:
go Stara, pp. 17-28. «Después de tres años de silencio he escrito 1 algunos versos.
(10) Cf. a este respecto las pertinentes observaciones de No puedo 1 enviártelos a ti, cuya alabanza 1 me era (me se-
Arrigo Stara en el artículo citado. ría) tan cara. (Ignoro con qué sentimiento 1 las acogerías).
(11) «Paolina, frutto 1 natío. 1 Fatta di cose le piu Pero traspasado 1 está mi corazón por una punta agu-
aeree e insieme 1 ie piu terrene, 1 nata solo ove nascere pote- da 1 como un remordimiento.» en Canzoniere, op. cit.,
vi, 1 nella citta benedetta ove nacqui, 1 su cui vagano a sera p. 570.
i bei colori, 1 i piu divini colori, 1 e ahime sono nulla: acquei (28) Cf. Canzonierelvecchi, op. cit., p. 604: «avrei do-
vapori», en Canzoniere, op. cit., p. 182. vuto guarire, sottrarmi 1 un farmaco letale, caricarmi di pesi
(12) «Prefacio a las "poesías" de Federico Almansi», sempre piu gravi» (Los viejos: «hubiera debido curarme, sus-
1948 . Prose, Mondadori, Milán, 1964, pp. 676-686. traerme 1 a un fármaco letal, cargarme de pesos siempre más
(13) Por ejemplo para la nube, cf. en Canzoniere, pesados»).
Einaudi, Turín, 1961: Ammonizione, p. 7, tema recuperado
en Sognavo al suol prostrato, p. 163 y, entre otras, Sopra un
mio antico tema, p. 237. En cuanto al globo: Mezzogiorno
d'invierno, p. 187, Commiato, p. 192 o Autobiografia,
p. 245, etc. Para los pájaros: léase la continuación del artículo.
(14) «Ora sei mia, 1 sei la mia cosa: ti potrei fanciu-
lla 1 anche battere, invece solo 1 bene ti faro; ti faro fra un
bacio e l'altro 1 se non dirmi, pensare almeno: e be-
llo 1 quando si e schiavi, avere un buon padrone», en Canzo-
niere, op. cit., p. 189.
(15) En Lettere a un'amica. Einaudi, Turín, 1966,
p. 133.

28
TRIES TE

ENTREVISTA
SOBRE TRIESTE
UES ... pero date cuenta de que no vivo en Trieste ga al pintor Fittke, que fue un pintor refinado y a tener

P desde el 34 y que no he vuelto a poner los pies


en Trieste desde el 37, y no puedo contarte más
que historias muy viejas: nací en 1902, dieciséis años de
en consideración, incluso por lo que respecta a paráme-
tros no provincianos, por su ventanilla, en Trieste, pa-
saba todo el mundo, y solamente con ver el modo en
Austria, después la liberación y luego, hasta el 34, otros que firmaban los recibos los oficiales de marina ingle-
dieciséis años de Italia - más tarde me liberaron de ses, daneses, japoneses, comprendió el mundo mejor de
nuevo, pero esto ya.no tiene nada que ver con Trieste- lo que lo haya podido hacer mucha gente que lo ha visi-
vamos a ver la de veces que me volverá a ocurrir. - tado concienzudamente de una punta a otra - y ade-
más estaba el tiempo libre, Fittke, un impresionista tí-
El imperio austro-húngaro de los últimos años de la
mido y discreto de la época en que el Impresionismo
primera anteguerra ... un mundo con unas dimensiones
estaba todavía vivo, pintó, y mucho, en las horas en las
tan diferentes de las nuestras, de ahora - existían, es
que no iba a la oficina. -
verdad, las luchas nacionales, pero también éstas con
dimensiones que ahora ya no parecen verdaderas - en El mundo, o por lo menos esa parte del mundo que
Trieste de vez en cuando había peleas, se lo tomaban en se acostumbraba a considerar el mundo, era rico: Aus-
serio en aquellos tiempos, y había siempre alguna cabe- tria era un Estado rico, Trieste una de las ciudades más
za rota y alguna pierna rota, y lesiones varias, venía pu- ricas de ese Estado rico de ese mundo rico - solamente
blicado en el Piccolo, consideradas curables en el plazo después de la primera guerra oí hablar por primera vez
de ocho días, pero la tramontana, en Trieste, provoca- de paro; antes, quien no tuviera la iniciativa de ponerse
ba desastres mucho más graves de los que pudiera co- a trabajar por su cuenta (y se necesitaba tan poco ... ) si
meter el furor cívico - era uno de esos pocos casos de buscaba un puesto de trabajo, lo encontraba en el mis-
la historia en el que los elementos son más perniciosos mo día y no tenía más que escoger - ganaba fácilmente
que el hombre. lo poco que necesitaba para arreglárselas, e incluso po-
día llevar el otro poco que le quedaba a finales de mes
A Francisco José lo llamaban el Emperador de los
a la Caja de Ahorros Triestina, y la susodicha Caja de
verdugos, y se vivía bajo el «yugo» y se pasaban horas
Ahorros, además, estaba abierta incluso los domingos:
de «oscura esclavitud» ... sin embargo, si no me equivo-
la única diferencia era que el domingo sólo se podía in-
co, en casi setenta años de reinado, Francisco José hizo
gresar y no retirar, probablemente para evitar que en
ahorcar a treinta y seis personas (quizá me equivoque,
los momentos de entusiasmo de aquellas borracheras
pero creo que no), alrededor de la mitad de ellas en el
que duraban desde el sábado por la noche hasta el lunes
48, cuando fue coronado emperador, y solamente para
por la manaña la gente se lo gastara todo (aunque gas-
saldar cuentas pendientes contraídas por otros - que-
társelo todo no fuera fácil): borracheras de aquí te es-
dan por lo tanto cerca de una veintena en alrededor de
pero, si piensas que un mozo de cuerda del puerto que
setenta años, entre los cuales estaba aquel Oberdan al
hiciera dos turnos ganaba de seguro mucho, pero que
que mató, es verdad , Francisco José, pero solamente
mucho más de lo que gana ahora el director de una su-
porque era Oberdan quien había querido matar a éste. -
cursal de Banca, y yo, que cuando era pequeño vivía en
Austria, un país rico, con un mecanismo burocráti- una casa en el límite entre un barrio aristócrata y uno
co ampuloso y circunspecto y que, naturalmente, podía popular, recuerdo que el sábado no podía dormir por
parecer ridículo y pedante ... pero sin embargo funcio- culpa de todos los borrachos que pasaban (además, le
naba de manera perfecta, con empleados lentos, preci- daban de beber incluso al burro y daban vueltas por
sos, concienzudos, en general incorruptibles, con un Trieste con el burro borracho), cantando «no tengo las
respeto religioso por las leyes del Estado - también llaves del portal no vuelvo a casa» [en dialecto en el ori-
porque estaban bien pagados y no tenían necesidad ginal. N. del T.], por lo que la juerga continuaba hasta
de propinas, limosnas y chantajes para llegar a final de el lunes por la mañana, cuando el portal se abría
mes - con el sueldo del Estado se podía vivir bastante - un mundo casi pantagruélico, donde se trabajaba
bien para las exigencias de entonces, más que bien para mucho y se comía todavía más, bebían, hacían el amor,
las exigencias de hoy - piensa por ejemplo que un vie- y a pesar de toda la retórica nacionalista el problema
jo amigo mío de Trieste, que fue la primera persona era «viva España donde se bebe y donde se yanta» [en
con una verdadera cultura que he encontrado en mi el original eviva la Spagna, do ve si beve e do ve si magna
vida, era empleado de Correos, quería vivir en paz, no ripio con inflexión dialectal. N. del T.]- y no se queja-
ambicionaba hacer carrera, y pasando todos sus años ban ni siquiera de los impuestos y te lo digo porque,
de servicio detrás de una ventanilla, hasta cuando se ju- después, el problema fiscal se ha vuelto un problema
biló, pudo, con su sueldo, comprarse un piso decente realmente serio (pero aquí te debería contar lo que he
de cuatro habitaciones, reunir una bonita biblioteca visto en la Istria liberada, y no tiene nada que ver con
con algunos millares de volúmenes, libros de arte, la esto) - aquella vez había, si no me equivoco, una co-
mayoría de ellos bien encuadernados, comprarse un misión compuesta por ciudadanos que verificaba los
violín y un piano de cola, casarse, pagarle los estudios impuestos, y en los pocos casos en los que la denuncia
a su hijo, ir cada noche al café a tomar un vaso de vino, podía parecer no demasiado aceptable, llamaban al in-
al teatro y hacer cada año un viaje de un mes durante teresado y arreglaban las cosas de manera que todos
las vacaciones - ahora puede parecer extraño que una quedaran contentos (es decir, si él estaba contento, los
persona con verdadera cultura se haya adaptado a ha- demás también) - en general Austria era ecuánime y
cer vida de oficinista, precisamente en un período en el tolerante, porque era vieja, porque tenía un sedimento
que cada cual tenía ante sí las «puertas abiertas», pero de antiguas experiencias, porque tenía la dignidad de
ser oficinista en Austria era una cosa posible, para la los moribundos ceremoniosos; la constitución recono-
gente que no tuviera ganas de afrontar la «lucha por la cía los mismos derechos a todos los pueblos sujetos a
vida», que tuviera otras cosas en qué pensar, era una Austria, y la burocracia, respetuosa con la constitu-
solución ideal- una vida de trabajo lento y tranquilo, ción, a decir verdad, no cometía injusticias. Tampoco
de poca responsabilidad, que garantizaba todas las ne- hay que olvidar que tenían la habilidad de mandar a los
cesidades de la existencia, no solamente las materiales puntos neurálgicos, a las ciudades donde el problema
-y no era una vida estéril: además de tener como cole- nacional era más delicado, sus mejores y más seleccio-

30
nados funcionarios, los que más tacto tenían, y que en modistillas que se «desmaquillan» en el gallinero, se
la medida de lo posible, sabían resolver los problemas eleva transportado sobre doradas alas, y el entusiasmo
irritando lo menos posible (aquella vez podía parecer es tal que el teatro, como se decía en Trieste, se viene
que no, pero después de lo que se ha visto ... ), pero los abajo. Un profesor mío, que hace su primer viaje a
sujetos eran irritables, y ponían todo el interés en que Italia después de haber sido liberado, me trae como
los irritaran; por otra parte, hasta el 18 frecuenté escue- regalo un libro con la dedicatoria «como pequeña pren-
las alemanas (naturalmente era irredentista, pero ya te da de mi gran afecto», y un primo mío, que luego se
lo contaré después) y te puedo asegurar que en clases en volvió una persona civilizada, dibuja, a eso de los die-
las que había italianos, alemanes y eslavos, en propor- ciocho años, para la Lega Nazionale una tarjeta muy a
ciones aproximadamente iguales, no recuerdo (a pesar lo De Carolis, de finas líneas negras y rojas, con el ara,
del innegable patriotismo de algunos profesores llega- la espada, el libro abierto, el granado y la frase: «Tam-
dos de alguna Bohemia germano-nacionalista, y a pesar bién a nosotros nos convendrá vencer la pugna», yo, en
de cuatro años de guerra) que haya habido nunca una la enciclopedia infantil, encuentro una poesía de la que
toma de posición ofensiva, o una frase irónica o llena no entiendo absolutamente nada, pero me gusta tanto
de odio respecto a italianos o eslavos -Por lo demás, que termino por aprendérmela de memoria, y doy vuel-
me has pedido anécdotas: para que te hagas una idea de tas por la casa gritando: «Cuando Jasón dal Pelio 1
lo que era la legalidad en aquellos tiempos, te voy a empujó dentro del mar los abetos 1 y fue el primero en
contar una historia de Svevo: una niña pariente suya hendir 1 con los remos el seno de Tetis 1 cantaba el vate
(creo que era su hija Letizia, pero no estoy seguro) tele- odrisio», hasta que una sirvienta nuestra me pregunta
fonea a una amiga suya, de su misma edad, y en un ac- en qué lengua hablo. Una poetisa triestina, en el «vapo-
ceso de furor patriótico se ponen a cantar, por teléfo- retto» de Grignano, dice a su hijo que ha tirado al suelo
no, una canción prohibidísima en Austria, sería un su espada de madera: «Daría, recoge la tizona».
«himno» (¡caray con los himnos!), o el de Mameli o el A otra parte de la burguesía, la menos culta, con
de Garibaldi. Una telefonista (el teléfono automático
fue instalado en Trieste solamente algunos años des-
pués de la primera guerra mundial), oyéndolas cantar,
interviene: «Cuidado, mocitas, con lo que hacéis» [en
L tinúa haciendo sus negocios, invierte los benefi-
cios en empresas seguras (para perderlos todos
al final de la guerra), va al Tergesteo, habla de negocios
en lugar de hablar de política, pero a pesar de todo
dialecto en el original. N. del T.] - La pequeña se lo
esto, se deja guiar por las ideas de los homosexuales, se
cuenta a Svevo, Svevo se lo cuenta a Felice Venezian emociona y delira también ella al final de no sé qué acto
(uno de los amos del Irredentismo triestino), quien, de Los Puritanos («que suene la trompa, intrépido»),
fuera de sí de alegría por tener entre sus manos un argu- compra sellos de la Lega Nazionale, paga su cuota a la
mento tan grave contra los opresores : «violación del se-
sociedad «Patria», a la Lega Nazionale, a la Filarmóni-
creto telefónico», se va corriendo a ver al directOr de
ca dramática, mientras las señoras, en cambio, se des-
Correos y Telégrafos austríaco, a protestar violenta- mayan en Los Espectros de lbsen, y cuando Osvaldo se
mente porque una telefonista se había entrometido pone a balbucear «mamá, dame el sol», son transporta-
mientras las dos niñas cantaban un himno prohibidí-
das en brazos fuera de la sala. No exagero, entre las
simo en Austria. El director de Correos palidece, despi- desmayadas estaba también una tía mía.
de inmediatamente a la empleada (¡violación del secre-
to telefónico!), crisis de conciencia de Zeno de Svevo, Así pues, en la ciudad esta burguesía- a pocos pa-
que, por su culpa, aquella pobre ha perdido su puesto sos de la ciudad, en el Carso, los campesinos eslovenos
de trabajo con jubilación, va a parlamentar con el di- viviendo en una tierra pobre, rocosa, estéril, donde,
rector de Correos que se manifiesta inamovible (¡viola-
salvo en las torcas, tienen que arrancar a la piedra unos
ción del secreto telefónico!) y Svevo, para tranquilizar pocos metros cuadrados de terreno cultivable. Primi-
la conciencia de Zeno, le busca otro trabajo a la telefo- tivos, encerrados en mitos superados, sin tradiciones
nista despedida por haber violado el secreto telefónico
culturales, orgullosos y con toda la susceptibilidad de
de dos niñas que cantaban un himno prohibidísimo en
un orgullo fácil y justificadamente herido. Los italianos
Austria. sienten toda su superioridad sobre estos seres, y esta
La situación era delicada: una ciudad que habla un superioridad basada en un diploma de bachillerato
dialecto véneto, rodeada por una campiña en donde no (maturita), en su vida asegurada en las Assicurazioni
se habla más que una lengua eslava, la parte más inte- Generali (era un mundo en el que se aseguraba todo),
lectual de la burguesía, que se siente separada del país en sus relaciones comerciales con países extranjeros, se
al que cree pertenecer por lengua y por cultura (aunque la hacen sentir. No sé qué posibilidades de entendimiento
no conozcan el «toscano» y aunque la cultura ... pero puede haber en estos momentos en Trieste entre italia-
no hablemos de la cultura), y que se ve obligada, en nos y eslavos, pero sé que todas las familias italianas
pleno siglo XX, a recurrir a una fraseología retórica que tenían criadas eslovenas (y los contactos entre ita-
decimonónica típica del Risorgimento; que mantiene lianos y eslovenOs se limitaban, salvo unos pocos ten-
alto el pabellón, que cree que el italiano es el idioma deros, vendedores de hierbaS, etc., a una relación entre
gentil, biensonante y puro, y Florencia la ciudad de las familia italiana burguesa y criada eslovena ex campe-
flores, que cree que en Roma ordeñan a la loba para sina) y que se relacionaban con ellas humanamente, sin
dar de beber a la estirpe, que ofrece lámparas votivas, altanería ni superioridad culturales, quedaron más que
que pega por todas partes leones de San Marcos, que satisfechos de estas criadas: trabajadoras, fieles, aten-
tiembla, invoca, palpita, aspira, sufre, espera, desea, se tas, más inteligentes que las amas, rápidas en la asimi-
angustia, arde, se inmola, reivindica, anhela, ansía, y lación y en el aprendizaje, pero que, por otra parte, se
cuando en el Teatro Comunale representan el Nabucco, ofendían demasiado fácilmente, atrincherándose en
el pensamiento de todos los comerciantes, corredores, una oposición testaruda y vengativa. Pero, en general,
directores de banca y de sociedades de seguros, médi- siempre llenos de esta superioridad, las despreciaban
cos, abogados, importadores y exportadores sentados («eslavo» [Bazlen habla de «sciavo», voz dialectal. Po-
en el patio de butacas, de los profesores de escuela sen- dría ser o «slavo» o «schiavo», ambas con la misma
tados en los palcos, de los estudiantes y de las raíz, procedentes del latín medieval: sclavu(m), sHí.vu(m)

31
«prisionero eslavo». N. del T.] era una ofensa), ya por Los italianos tenían su Societft Ginnastica, los ale-
el hecho de que hasta el momento en que no lo habían manes el Turnverein Eintracht, los eslovenos su Sokol,
aprendido no comprendían el italiano (pero se hubieran dependiente del Narodni Don, todos hacían sus cabrio-
sorprendido muchísimo si los eslovenos los hubieran las y sus flexiones por su respectivo ideal político, la
despreciado porque no sabían el esloveno), provocando ciudad continuaba enriqueciéndose, los opresores po-
en éstas un sordo resentimiento que crecía. Por otra nían todo su empeño en oprimir; los oprimidos, por su
parte, por aquella rapidez de asimilación que de la cul- parte, ponían todo su empeño en sentirse oprimidos.
tura europea tienen los pueblos de la Europa oriental,
estas criadas, en condiciones favorables, asumían con Y de repente el 14: Sarajevo, el cortejo fúnebre de
facilidad una pátina señorial, y como Budapest era más los restos mortales de Francisco Fernando y su mujer
parisina que París, Liubliana era más vienesa que Viena. que atraviesan la ciudad. En la escuela, algunos días de
(Matrimonios en Sicilia.) vacaciones en señal de luto, yo le pido al Señor quema-
ten dos archiduques al mes; siguen los ocho o diez me-
Te he dicho que frecuentaba escuelas alemanas y ses de neutralidad italiana, los pequeños reinos vuelven
que era irredentista. Mi familia pertenecía a esa bur- al reino, gran parte de las familias italianas vuelve a Ita-
guesía menos intelectual de la que te he hablado. Por lia, los jóvenes en edad militar atraviesan la frontera
tanto, escuelas alemanas, como hacía la mayor parte de con Austria, que hace como que no se da cuenta; des-
la burguesía: era el período en el que se sabía que pués, mayo del 15, la intervención, yo voy a Barcola
«quien sabe lenguas tiene el mundo en sus manos», con un maestro particular mío que me habla del discur-
como si hubiera una necesidad ilimitada de porteros de so de D' Annunzio, de la guerra que no puede durar
hotel. Por tanto, hasta los siete años no tuve ninguna más de tres meses y de la libertad que tendremos cuan-
impresión política. Pero a los siete años mis primeras do termine la guerra, dentro de tres meses .
vacaciones en Italia, en el «reino» y con otras palabras,
en el Friuli, arriba de Udine. Y allí, en el hotel gran fies- Pero ahora, antes de continuar, intentemos rápida-
ta «pro» Lega Nazionale, banderas tricolores, discur- mente comprender qué son estos triestinos, esta cultura
sos, usurpadores, invasores, verdugos, dominio extran- triestina, esta ciudad de la que se decía, y los triestinos
jero, himno de Garibaldi, himno de Mameli, Marcha no se ofendían, al contrario, que es un crisol.
Real. Y una señora, así de gorda y así de alta (no exa-
gero) con bigotes, no se me olvidará nunca, y que Dios Casi, casi diría, que Trieste ha sido de todo menos
no la perdone, cuando oye que frecuento las escuelas un crisol: el crisol es ese utensilio en donde mezclas los
alemanas me explica a mí, con todo el rencor de que era elementos más diferentes, los fundes y el resultado es
capaz, a mí, que medía poco más de un metro, que ella una fusión homogénea, con una distribución igual de
es una oprimida y que yo soy un opresor, lo que me todos los componentes, y con características constantes
produjo una sensación verdaderamente turbadora; tan- - y en Trieste, que yo sepa, un tipo fundido no se ha
to me perturbó que me dediqué con todo el empeño a producido nunca, o un tipo con características constan-
convertirme en un oprimido a toda costa, y creo que lo tes (en el sentido de que un «romano», un «milanés»,
logré bastante bien. Por tanto, abajo Austria, el inva- un «siciliano», sí son típicos, cuando entras en un café
sor, el tonto, el sablista, y esto con todo el entusiasmo los reconoces, mientras que vete a saber cuándo entra
de un muchacho que tiene la edad en la que se juega a un «triestino», si no habla), - existía la posibilidad de
indios, sufriendo lo indecible por tener que frecuentar lo que los italianos llaman «diálogos» (cuando son ele-
las escuelas alemanas, y con un sentimiento de inferio- gantes), de muchos encuentros, de acercamientos entre
ridad de aquí te espero. elementos normalmente distantes, pero de estos inten-
SÍ que la ciudad lucha por su italianidad y Aus- tos y aproximaciones surgían figuras que nunca eran

A tria, impertérrita, se lo concede todo. Trieste


recibe todo cuanto necesita, recibe tanto que,
me han dicho, una de las mayores habilidades de lapo-
completamente definitivas, experimentos de Dios llega-
dos hasta cierto punto. Gente con premisas diferentes,
que ha de intentar conciliar a los inconciliables, que
naturalmente no lo consigue, y se producen tipos extra-
lítica irredentista consistía precisamente en pedir y al
mismo tiempo hacerse rechazar la Universidad italiana ños, aventureros de la cultura y de la vida, con todos
en Trieste. Si la hubieran obtenido, ya no les habrían los fracasos más extraños y más atormentados que pue-
quedado argumentos. dan derivar de tal planteamiento: Trieste tenía (no sé si
todavía lo tiene) uno de los porcentajes más altos de
Así que esta ciudad que habla un dialecto véneto, tuberculosis (la segunda generación de los eslovenos
esta campiña que habla un dialecto eslavo, están en urbanizados), de locura y de suicidios de toda Europa.
manos de una burocracia irreprensible, pero que habla Donde se funden es en lo físico, y se producen, cuando
alemán. Un mundo de alta burocracia, por lo general hay mezcla de sangre eslava, cuerpos maravillosamente
aristócratas con hijas rubias y ama de llaves, con pianos sanos y armoniosos, la salud primordial eslava unida a
Boesendorfer, con porcelanas estilo Vieja Viena, con un cierto refinamiento latino: lo que se ve en la playa,
muebles Biedermeier, que lo permiten todo, que (inclu- en Trieste, es difícil, me dice gente que conoce mucho
so .con más estilo) son más liberales que los irreden- más baños de mar que yo, de ver en otras ciudades. Es
tistas, que de vez en cuando se ven obligados a prohibir más, en relación a esto recuerdo que, con ocasión de un
algo cuando uno de los tantos Sem Benelli quiere ir a referéndum entre periodistas americanos sobre los siete
Trieste para hacer una demostración de la falta de tacto milagros europeos (un asunto de hace más de veinte
italiana; que arrestan sólo cuando no pueden evitarlo, años), se citaban (después de la diferencia de precio de
molestísimos por tener que hacerlo, y entonces grandes la gasolina en los distintos estados europeos) los cuer-
escándalos, oscurantismo, Edad Media, interpelaciones pos de la juventud de Trieste.
en el Parlamento, viva la libertad. Y esta vida pacífica,
bien alimentada, monótona, continúa hasta el 14, en Y así como no existe un único tipo triestino, tampo-
los últimos tiempos con un argumento más de entusias- co existe una cultura creativa triestina; crear una obra
mo: la bella tierra de su amor, Trípoli, estaba a punto homogénea con semejantes premisas, hubiera sido im-
de ser italiana bajo el fragor de los cañones. posible. Trieste, por estas razones, ha sido una óptima

32
caja de resonancia (por otra parte, no hay que olvidar cadentismo, el último momento europeo en el que la li-
que a pesar de ciertas características cosmopolitas teratura (y quizá también el arte) ha dado una aporta-
- que además son tales únicamente si se comparan con ción viva a la cultura europea. Es el momento de Van
el nivel no europeo de la pequeña burguesía italiana- Gogh, de Nietzsche, de Wilde, de Strindberg, de Jarry.
no es más que una pequeña ciudad de provincias con Ahora bien, en aquel momento, Italia no dio más que
unos 250.000 habitantes) y no ha producido absoluta- la obra de Svevo, que no pudo tener la resonancia que
mente nada que, de alguna manera, haya aportado un merecía y que tiene una mala suerte particular: dema-
elemento nuevo a la cultura europea (no digo que no siado diferenciada, demasiado sutil y demasiado minu-
haya dado alguna obra digna de respeto, pero elimínala ciosa para ser comprendida en el momento en que fue
de Europa, y todavía más, del mundo, y Europa se publicada, y por otra parte, exteriormente y estructu-
queda igual). Cultúralmente, el primer acontecimiento ralmente, de un convencionalismo estilístico, de una
importante sucedido en Trieste fue el homicidio de gaucherie típica del ochocientos demasiado rígida (ele-
Winckelmann, un asunto poco claro de ambiente homo- mentos externos, pero que de todas maneras molestan)
sexual. Luego, hace más de cien años, Ressel hizo en para ser digerida inmediatamente en los días que co-
Trieste los primeros experimentos sobre la hélice. Más rren.
tarde, en el siglo XIX, como toda ciudad provinciana,
Trieste aportó sus necesarios intelectuales de provincia, Por consiguiente, aunque Trieste no haya dado
humanistas, escritores, que habrán hecho sus sonetos grandes valores creativos, ha sido una óptima caja de
perfectos y sus investigaciones perfectas de historia resonancia, ha sido una ciudad con una capacidad sis-
regional, pero que ahora sirven únicamente para dar mográfica fuera de lo común: para comprenderlo, hay
nombre a las calles, o para quedar con la novia bajo sus que haber visto las bibliotecas que acabaron en los
monumentos. Aportó un pintor de cuadros históricos, puestos de los líbreros del gueto a principios de la otra
Gatteri, y además estaba un tal Domenico Rossetti, que postguerra, cuando Austria se había derrumbado, y los
eh sus tiempos tendría su influencia, ya que una de las alemanes se iban o vendían los libros de gente muerta
calles más largas de Trieste lleva su nombre, y tiene uno durante la guerra. Toda una gran cultura no oficial, li-
de esos monumentos de los que ya he hablado (ante los bros verdaderamente importantes y desconocidísimos,
que se quedaba por la mañana para ir de excursión, y buscados y recogidos con amor por gente que leía ese
por la tarde para ir de paseo con la nOvia), pero que me libro porque tenía necesidad precisamente de ese libro.
muera ahora mismo si yo, que soy triestino y soy lo que Todo cosas que he tenido entre mis manos, donde des-
se llama una persona culta, sé lo que ha hecho en su cubría cosas que en mi vida había oído nombrar, pero
vida o por qué se ha hecho célebre. Pero, dejando de la mayoría, de la que todavía no intuía la importancia,
lado las Academias, y para hablar de esos locos que in- se me ha escapado. Todavía hoy, si oigo hablar de li-
vestigaban por su cuenta, ahora que la Alquimia se ha bros definitivamente imposibles de encontrar y que han
convertido en uno de los más profundos problemas psi- sido revalorizados en estos últimos veinte o treinta años
cológicos y que la Física moderna retoma ciertos temas y que no encontraré nunca más, recuerdo que los he te-
suyos, parece ser que la última intervención en Europa nido entre mis manos, en los puestos del gueto, hace
a favor de la Alquimia fue un libro de un tal Adolfo unos treinta años, polvorientos y listos para ser extra-
Helfferich, publicado en Trieste hace poco menos de viados, a una lira cada uno, a dos liras cada uno. Hablo
cien años. de las bibliotecas de los alemanes, de los oficiales de la
marina austríaca, etc., si la situación hubiera sido a la
Y piensa que incluso los artistas extranjeros que se inversa y se hubieran ido los italianos, los puestos se ha-
dejaron caer por Trieste pueden ser considerados todos brían derrumbado bajo el peso de Carducci, Pascoli,
ellos entre los menos catalogables, esa extraña línea D' Annunzio y Sem Benelli, con guarnición de Zambini
Burton Lever Joyce (Burton de Arabia, para entender- y de otra gente que traía mala suerte.
nos, el traductor de Las Mil y una Noches) y Stendhal,
y Hamerling y la extraña infancia de Ferrucio Busoni. Y además, era una ciudad musical, donde todos
Y lo que da un sabor particular a la cultura triestina es cantaban, y bien, cancioncillas con una cadencia típica,
la cercanía del castillo de Duino, donde vivió Rilke reconocibles a simple vista, donde nacían canciones
huésped de la Thurn und Taxis, donde nacieron Las casi populares, con un Teatro Comunale donde el éxito
Eleg{as de Duino, y por donde, a caballo entre dos si- de una ópera o de un cantante tenía, en el siglo XIX , un
glos, pasó todo lo que de más highbrow tenía la cultura válor poco inferior a un éxíto en la. Scala. Por otra par-
europea (y ha pasado, por lo tanto, por Trieste). te, si pensáis en lo que os he dicho respecto a investiga-
ciones, experimentos, etc., ¿no fue precisamente Buso-
L disenso particular entre dos planteamientos

E culturales diferentes lo ves claramente en un


poeta triestino, Teodoro Daubler, de quien
habréis oído hablar. Una capacidad de visión cósmico-
ni, que tiene escritos fundamentales sobre la música
moderna, que hizo en otros países experimentos musi-
cales quizá fallidos, pero sin lugar a dudas significati-
vos, el que pasó los primeros años de formación de su
cultural de río sin márgenes, y por otro lado una nece- vida en Tries te ... ?
sidad de formas estrechas, angulosas, y de aquí ese
chirrido particular que hace fracasar la obra de este Pero ahora volvamos al 15 . D
hombre, que ha sido uno de los más grandes visiona-
rios, digno casi (casi) de compararse con Blake o Lau-
tréamont. Traducción de Mila Ferrer.
Y además, Trieste ha dado otro ejemplar interesan-
te: !talo Svevo, judío triestino educado en Suabia, de
aquí el seudónimo - con una obra que ha sido, a mi
parecer, una de las poquísimas aportaciones vivas que
la literatura en lengua italiana ha dado a Europa a fina-
les de siglo. A mi modo de ver, el final de siglo ha sido,
contrariamente a lo que se suele decir, hablando de de-

33
TRIESTE

'
I
«Aro1rov ae €L r¡ an-ytLr¡ xevov.» ca aborrece las investigaciones experimentales; quien
«Es absurdo que el punto sea vacío.» mira a lo moderno ve la barbarie en el pasado; quien mira
ARISTÓTELES, La Física. a lo antiguo ve la degeneración en el presente.
Corolarios: el literato habla usando lugares comu-
nes de las últimas cosas; el lector de divulgaciones de
E Roberto Bazlen sería arbitrario decir qué era Oriente, ama cualquier forma de Kitsch espiritual; el
D lo que pensaba; una cosa es segura: que su
presencia obligaba a los demás a pensar. Mu-
chas frases, pareceres, aforismos, incluso largas argu-
erudito no sabe vivir; el hombre que conoce la vida co-
mete errores de sintaxis; el científico explica el mundo
reduciéndolo a una pobre imagen; el entusiasta no sabe
mentaciones se le pueden atribuir, entre otras cosas lo hacer cuentas; el neófilo no ve la antigüedad del presen-
que ha sido publicado en este libro [Roberto Bazlen, te; el restaurador no ve la modernidad de lo antiguo.
Scritti, Adelphi, 1984] . Pero nada nos autoriza a recon- Todas estas incompatibilidades son una invención bas-
ducir estos datos a sus presupuestos: las palabras de tante reciente, una consecuencia entre tantas de ese fe-
Bazlen eran indicaciones precisas, sin embargo no se cundo principio esquizoide que desde hace tiempo nos
podía deeir de qué cosa a qué cosa condujeran. Entre gobierna. Quien no obedece estas máximas es sospe-
un final y un principio que no eran enunciados, y de los choso, una persona poco seria, un ecléctico, un hombre
que todo dependía, los presupuestos se encontraban ra- que siembra la confusión. Bazlen no obedecía ninguna
ramente: cuando sucedía, era por equivocación. Bazlen de estas incompatibilidades, ni siquiera otras. En este
se callaba los axiomas, descuidaba las reglas del juego sentido nadie como él sabía sembrar esta confusión.
del pensamiento, y nunca afirmó que las quisiera respe-
tar. Su rigor obedecía a otros controles. Bazlen podía ser centrífugo sólo porque en el centro
de sí mismo había un punto vacío que lo regía todo: vis-
Nació en la Trieste de los Habsburgo, y de aquel cli- tos desde ese punto sus elementos no daban, desde lue-
ma de civilización mixta recordaría siempre algunas vir- go, la impresión de una masa informe, si acaso la de
tudes . Pero es mejor que acabemos inmediatamente una forma realizada cada vez por un momento, que se
con el argumento de Trieste, porque es una falsa ayuda. ampliaba y se reducía según la respiración en cada una
Bazlen era un hombre post-histórico y ningún cuadro de sus partes. Había una totalidad compuesta, pero es-
cultural o reconstrucción de ambiente conseguirá ha- taba sobre todo la vigilia latente de ese punto vacío.
cerle justicia. Envejeciendo se volvía cada vez más el Hoy no es difícil mancillarse con todo tipo de signos,
habitante de un mundo que en una lógica de las esen- los almacenes de la cultura nunca estuvieron tan abaste-
cias sería el mundo sucesivo, una vez que el nuestro se cidos ni disponibles, por la calle nos encontramos con
hubiera extinguido. Por esta capacidad suya de antici- personajes tatuados con cartas que no han tenido ni si-
pación se le apareció en seguida, por ejemplo, el co- quiera necesidad de leer. La preparación del vacío, en
mienzo de la tercera guerra mundial, como una vez lo cambio, es un acontecimiento fuera de la norma -lo
contó: «1945, la guerra acaba de terminar. Vía del Ba- ha sido siempre-, pero no sólo esto: las formas de vida
buino vacía, las tiendas cerradas. De un coche negro actualmente más difusas educan a olvidar la posibilidad
sale una digna pareja de ancianos que se para a mirar misma del vacío. Y esa posibilidad era el lugar geomé-
muebles antiguos en el escaparate de un anticuario» . trico de Bazlen.
No se nace solamente, como quería Coleridge, pla-
MIGOS y enemigos han lamentado la continua
tónico o aristotélico, se nace también taoísta, como
Bazlen. No es que él lo declarase: en sus discursos las
referencias directas podían faltar completamente o ser
muy raras. Pero ello no tiene relevancia, Bazlen era una
A elusión de la obra por parte de Bazlen. Pero
esa especie de elusión ha sido precisamente uno
de sus mejores descubrimientos. No me gustaría que se
persona extremadamente desconfiada con respecto a creyera que la publicación de este libro y de las prece-
sus propios argumentos. En sus cuadernos escribió: «El dentes Cartas editoriales debe ser entendida como tar-
peor enemigo es el enemigo que tiene nuestros argu- día reparación del pecado. Aquí no hay obra, sólo un
mentos». Taoísta era la inmensa agilidad, el flujo conjunto de apuntes agrupados por otros para formar
- «orden en el movimiento»-, la alianza con el vacío, un libro. Bazlen ha conseguido pasar tan bien a través
la familiar circulación entre los opuestos, la atención de las mallas, que ha hecho vano incluso este intento de
puesta en los acontecimientos germinales. Para llegar a unir escritos a su nombre. Diría incluso que ésta es la
esto no basta la sabiduría psicológica -que Bazlen razón más convincente para decidirme a publicar estos
también tenía-, es necesario también tener la habili- escritos: la certeza de que cualquier esfuerzo que se
dad de quien sabe hacer perder sus propias huellas, de haga no es suficiente para hacer, de esta obra fantasma,
quien sabe agitar ulteriormente el caos y, al día siguien- la obra de Bazlen. El texto de las Note senza testo está
te, puede retirarse a un orden hecho de pocos elementos desde siempre en otro lugar. Tampoco me gustaría que
-como aquellos con los que vivía en la segunda parte todo esto fuera entendido como último aditamento del
de su vida, pocos, apropiados, porque la elegancia, el culto romántico de la obra-no-obra, de lo maravilloso
oído estético desarrollan una función biológica irrenun- incompleto, de la vida irreducible a la constricción de
ciable: mantienen en vida la apariencia, evitan que los la forma. La parte de nihilismo romántico que actuaba
espejos se rompan. en Bazlen era mucho más radical y le había permitido
corroer incluso esa extrema imagen de ambigua salva-
Existen incompatibilidades forzosas: el literato no ción. Realizada esta destructio destructionis, no queda-
quiere oír hablar de la sabiduría oriental; el insatisfecho ba más que dirigir la mirada más allá de las voluptuosas
que persigue la sabiduría oriental no quiere saber nada torturas de la literatura imposible. En la antigua quere-
de la literatura; el erudito no quiere oír hablar de expe- lla entre el hombre del libro y el hombre de la vida, Baz-
riencias no librescas; quien lleva a cabo experiencias no len representaba al hombre del libro que es todo en la
librescas no quiere saber nada de filología; quien se fía vida y el hombre de la vida que es todo en el libro. En-
de las comprobaciones de la ciencia no se fía de las tre las muchas soluciones que le ofrecía el mundo des-
comprobaciones de la mística; quien ensalza la místi- truido, había escogido esta imposibilidad. «Existe la

35
Foto de A rturo Giacomelli, En el muelle de San Carlos.

epoca de los prologos, la epoca de la obra, la epoca de otra cara es afirmacion sorprendente, perspectiva sobre
los epilogos (pero nuestros moribundos no han sabido lo posible. Las paradojas de la obra son grandes y
epilogar). » Bazlen habia crecido justamente entre estos aplastantes, viven todavia hoy algunos inteligentes eru-
epilogadores no resignados a su papel de tales, era su ditos en la materia que siguen abordandolas una y otra
terreno, el de los nacidos entre 1860 y 1910 (el era del vez y haciendolas cada vez mas claras, extremas, irreso-
1902). En esos afios se habia llevado a cabo la irreversi- lubles: naturalmente Bazlen conocia todo esto y no ig-
ble y misteriosa transformacion que Bazlen ha fijado noraba su gravedad, pero, por lo que le atafiia, con la
brevemente en una nota: «Hasta Goethe: la biografia actitud propia de un maestro Zen, se habia vuelto de
absorbida por la obra. De Rilke en adelante: la vida espaldas y cambiado de direccion .
contra la obra» . El proceso que se condensa en este pa-
saje tiene origenes y consecuencias lejanos. La coaccion « ... Hace tiempo, uno nacia vivo y poco a poco mo-
a la obra, precisamente en el punto en que alcanza la ria. Ahora se nace muerto -algunos consiguen trans-
maxima intensidad, precisamente cuando la obra se formarse poco a poco en vivos.» Esta debio parecerle
desvincula de toda dependencia, revela tambien la mez- a Bazlen, entonces, la obra mas urgente: transformarse
quindad de su presupuesto: ver la obra segun la catego- poco a poco en vivo. Una transformacion sin fin que
ria del resultado y en particular como la proyeccion de requeria capacidad adivinatoria, no solo la voluntad de
un sujeto en un objeto. Esto decreta la ruina de la obra; transformacion sino fa afinidad con lo transformado:
la sombra del Kitsch, hasta entonces astutamente es- un chaman vestido de civil, al que no le importaba para
condida, se transforma en el cuerpo del arte. La obra nada ser reconocido, intervenia con ligereza y precision
pierde su entidad porque, en rigor, no es resultado, no en la red de las casualidades. Entre las cualidades capi-
es proyeccion, noes atribuible a un yo. Dos concepcio- tales de una obra, Bazlen incluia siempre la que el deno-
nes opuestas, que habian convivido largo tiempo en minaba «primeravecidad» . Una invencion incluso mi-
una equivoca union, se escinden ahora sin remedio: la nuscula, un gesto rapido , solo por el hecho de aparecer
obra como transjormacion de un material se opone ala por primera vez, adquieren otro sentido y esa aporta-
obra como proyeccion en un objeto. En la tradicion al- cion insignificante al mundo, mueve su orden. Pero, un
quimista estas dos concepciones todavia estaban uni- momento despues, esa agregacion ha perdido su efica-
das : el opus alchymicum era al mismo tiempo acelerada cia. Tambien por esto Bazlen conocia tan bien el arte
maduracion de los metales y tambien proyeccion, ejer- de quitar y de quitarse la tierra bajo los pies, el don de
cicio demiurgico. En la era moderna, en cambio, estas hacer entender que no es indispensable apoyarse en
dos posibilidades - ya escindidas- van al encuentro algo - el apoyo puede impedir el movimiento-. (El
cada una de una contradiccion mortal: la obra como punto vacio es, entre otras cosas, aquello en lo que uno
transformacion de un material no deberia fijarse nun- nose puede apoyar.) Y su movimiento era continuo, sin
ca; la obra como proyeccion, una vez caido el poder final ni direccion fija: un proceso de autotransforma-
vinculante del canon de la proyeccion -o sea la cion en el que los elementos gradualmente resucitados
retorica-, queda confiada a la voluntad del yo indivi- seguian el movimiento poseidonico de flujo y reflujo
dual, emancipado y misero; la trampa mas temible. entre un polo de complejidad algebraica, arrancada ala
sustancia, y un polo de elementalidad inmovil, escondi-
da en la sustancia. Ese proceso no era ni para decirse
Forma parte por lo tanto de la obra de Bazlen -y ni para escribirse - y casi hubiera podido no dejar hue-
es una parte decisiva- el hecho de no haber producido lla. D
una obra. Lo que sobre una cara lleva, para quien no
sabe ver nada mas, el signo de la esterilidad, sobre la Traduccion de Mila Ferrer.

36
UN sin querer, en esta breve introducción, jugar banalidad que se precie, que sirven de fondo a una ver-

A al juego de la búsqueda de las causas de la


causa, se hace necesario fijar el ambiente y
el momento histórico de ltalo Svevo, para explicar
dad que tenga un relieve más personal [... ].
Es sintomático que la psicología surja solamente
donde surge la necesidad de un examen, ya sea en cul-
cómo pudo surgir, en los límites de la cultura italiana, turas no completamente «solidificadas», ya sea en el
una figura tan insólita, y que tan mal se adapta al «cli- punto de contraste entre dos culturas diversas. Véase el
ché» del «literato» italiano. judío «psicológico».
Nada nos hará comprender mejor el alejamiento en- Svevo, psicólogo «judío», en un ambiente no <<for-
tre la obra de Svevo y otras obras italianas contemporá- mado». Trieste, ciudad de mudas renuncias y de trage-
neas suyas, que las diferentes premisas de las que surge dias inexpresadas: el hombre, demasiado expuesto a
la deformidad formal de Svevo por una parte, y por la diferentes influencias, pero ¿qué diversidad? ... , polos
otra la excesiva y antinatural integridad formal de Italia, opuestos al máximo, cte los que, por su máxima ten-
y esto nos explicará también por qué esta figura no sión, puede surgir la chispa más viva, chispa que no en-
pudo «encajar» en el mundo literario de antes de la cuentra la forma y que se agota en el vano mendrugo
guerra, y pudo encontrar su pleno (?) reconocimiento del genio «impotente», al que la lengua ya formada no
sólo hace pocos años . puede bastar! e y que no encuentra la propia: Daubler. 1
La Italia de antes de la guerra: el país de Europa con - La cultura de Trieste: las bibliotecas que se en-
una cultura más solidificada. El hecho, digno de aten- cuentran en los «puestos» del «gueto», todo lo demás
ción, de que desde Dante en adelante, para no salirse de es por el momento, a pesar de mi gran respeto, «belan-
la lengua, la lengua no ha cambiado; la cultura, por lo glos» (irrelevante), por ejemplo, Stendhal.
tanto, de mayor forma. Forma que nace de una admi-
rablemente fundida unidad de fondo, de una síntesis - Las tumbas de muchos reyes españoles, muertos
realizada a priori, en la que, por lo tanto, y como con- en el exilio, y otros, que recuerdan los cementerios de
secuencia lógica, cada necesidad de expresión se vuelve los pájaros, hasta llegar al siglo XX.
juego, búsqueda de un nuevo, cada vez más refinado Y con ello, la posibilidad del nacimiento de esa fisu-
equilibrio, distanciado el uno del otro por una nuance ra donde nace la «psicología»: inseguro, casi ... , no tan-
(y dejemos esta palabra, surgida espontáneamente de to .el hecho de conocer was der Mensch ist (lo que el
la pluma, con todo su bovarismo caricaturesco) y bajo hombre es), sino el hecho de zu wissen was der Mensch
la cual -con inmenso respeto por todas las excepciones nicht ist (saber lo que el hombre no es): no noble, no
a la regla- difícilmente se sentirá el esfuerzo recalen- consecuente, no causal.
tado del genio en su intento de unir lo que no se puede Pero nuestro continuo parasitismo, no una causa,
unir, de uniformar lo imposible de uniformar, de con- sino muchas causas, y el amor, y por qué somos, y la
ciliar lo inconciliable. necesidad de racionalizar, y todo se vuelve símbolo, y
Un mundo, pues, ya completamente pulido, sin el hombre sin límites -dónde termina, dónde empieza
aventureros ni pioneros de la cultura; «el problema» el otro, y por qué se actúa, y todo, incluso reducido al
resuelto a priori, ninguna necesidad que haga surgir nivel más inferior, no satisface- y la vida «por pode-
el revolucionario de las formas, todo ya consecuencia res», etcétera, etcétera.
lógica de lógicas consecuencias, cada gesto indiscutible Cada gesto tiene su propio significado, convenido
y aceptado plenamente, que se destaca sin disonancias e imprescindible; cada palabra su perfil preciso; cada
de un fondo también aceptado plenamente, jamás la frase su cadencia premeditada. Y el episodio; más bien
sensación de la falta de «cobertura» entre gesto, pala- el gusto humanista de la repetición que no la inmediatez
bra y ambiente, por lo que al literato italiano no le que- de la primera visión.
da más que un juego casi completamente combinatorio,
- Y la obra maestra romántica se vuelve ejemplo
verter, en combinaciones diferentes, viejos sentimien-
de prosa clásica.
tos en viejas formas, y seguir puliendo, limando, afi-
nando una palabra y una cadencia ya demasiado afina- - Es comprensible, por lo tanto, que los estetas no
da a través del filtro de docenas de generaciones. se hayan fijado en las mangas de camisa del burgués
triestino: desde sus torres de marfil de imitación.
Cada gesto tiene su propio significado, convenido
e imprescindible, cada palabra su perfil preciso, cada - Cultura solidificada, triunfo de los especialistas.
frase su propia cadencia premeditada. Y el episodio El novelista, como no está especializado, no existe.
mismo, en la narración, es presentado más como pre- - Zeno: un juego más complicado y menos mecá-
texto para el sapiente juego de estilo y por un gusto nico de referencias y de interdependencias.
humanista de la repetición, que por la inmediatez de la - No hay lugar para lo inexpresado.
primera visión. Tanto es así que la mayor obra de arte
romántica se transforma en tal y es válida no por la - Premisas diferentes de la literatura italiana y de
humanidad que la caracteriza, sino como ejemplo de la, llamémosla así, literatura triestina.
«bella escritura». Cultura solidificada, triunfo de los - Y de ahí surge la unión imprescindible entre la
especialistas: especialistas de la cabeza, del ojo, del posibilidad de crear estas figuras y la absoluta falta
oído, críticos, pintores, músicos, y no hay sitio para ese de estilo.
gran diletante que es el novelista ... ausencia de esa des- - Genialidad recalentada y exaltación sin salida.
avenencia, de esa fisura, de la que surgen la inseguridad
y la duda, padres de la observación, de la introspec- - Y no hay que olvidar la gratitud que la hones-
ción, primer paso, única premisa para el interés «psico- tidad del héroe de mañana debe a la honestidad del
lógico». cobarde de ayer. D Traducción de Mila Ferrer.
EMASIADAS banalidades se escribieron sobre

D Trieste, ciudad de la «disensión» y del «crisol»,


banalidades innegables, pero verdaderas e in-
discutibles como toda banalidad, y premisas, como toda
----------------- NOTA -----------------
(1) T. DA.UBLER (Trieste 1876- St. Blasien 1934), autor
del gran «epos lírico» Das Nordlicht (1910).

38
,
lPOR UE
ESCRIBIR1
A vocación literaria de ltalo Svevo se remonta cuenta realmente de la naturaleza de su vocac10n de

L a su adolescencia y hay que relacionarla con la


gran atracción por la literatura que se le mani-
festó ya en la época de su estancia en Segnitz. Bastante
escritor. Cuando en 1902 proclama solemnemente su
adiós a la literatura, añade enseguida que quiere poner-
se a escribir un diario para «llegar a comprenderse me-
pronto, como a menudo sucede, el gusto por los libros jor a través de estas páginas». En el mismo fragmento
se transformó en un ferviente deseo de rivalizar con los añade: «una vez más [... ] la pluma me ayudará a llegar
autores cuya lectura ocupaba sus veladas, de modo que al fondo tan complejo de mi ser». Una parte impor-
reencontramos en los orígenes de la obra de Svevo el tante de los escritos de Svevo corresponde de hecho a
famoso «¡quiero ser Chateaubriand o nada!» del Víc- la necesidad de analizar un carácter complejo, de des-
tor Hugo adolescente. Por tal motivo, Ettore Schmitz, enredar los datos de una inquietud que era el fondo
en cuanto estuvo en Trieste, se dedicó en cuerpo y alma mismo de su personalidad. En particular, los textos
a múltiples intentos literarios. Aquellos intentos de un reunidos en las pagine sparse, redactadas en épocas
autodidacta apasionado fracasaron en su mayoría, en muy diversas, se inscriben la mayoría de las veces en
parte a causa del relativo aislamiento al que se veía obli- esta perspectiva. Por otra parte, Svevo estaba profun-
gado Schmitz, lejos de las fuerzas más vivas de la vida damente convencido de que la vida que llevaba lo con-
cultural it'aliana. (Sería interesante y útil, por esta razón, denaba a quedarse en la superficie de los sentimientos.
hacer un examen sistemático de la prensa triestina de la Es por luchar contra su propia dispersión por lo que
época para precisar cuál era la información literaria de Svevo afirmaba la necesidad de escribir y de escribir
la que Schmitz podía disponer.) Sabemos que Ettore cotidianamente. Pero además de la importancia de este
estaba interesado en las polémicas literarias del mo- constante ejercicio, destinado a hacer más fácil la ex-
mento, y todo lo que podemos reconstruir de sus lectu- presión de sus ideas y más verdadera la traducción de
ras nos permite precisarlo. sus impresiones, hay que ver también en este impulso
hacia la escritura la necesidad de llegar hasta el fondo
Ahora bien, de aquella mediocridad sin alegría en de los propios pensamientos y de las propias reaccio-
la que empezaba a iniciarse a la vida social, surge de nes. Que en su caso la meditación debiera efectuarse a
repente Una Vita, la primera gran novela en la que través de la pluma prueba sólo una cosa: la confianza
Svevo revela toda su personalidad y en la que final- en el acto de la escritura. Una vez más, la escritura era
mente encuentra su verdad como escritor, en la medida una ayuda en la lucha contra la superficialidad y la va-
en que lleva a cabo una primera realización de lo que nidad de la vida cotidiana y un medio para dar curso
será en adelante su forma favorita de expresión: la no- al análisis y a la investigación psicológica.
vela de análisis psicológico fundada sobre datos auto-
biográficos. Una Vita es la primera aparición de la SCRIBIR, pues, era para él una manera de lu-
«forma» de Svevo, en la que se resume todo lo que de
más rico y original hay en su obra. En ésta encontramos
los dos momentos esenciales de la creación literaria sve-
E char contra la corrosión del tiempo. Ya que si
Svevo podía decir: «Pero mi inercia fue rápida-
mente colmada por aquello que yo amo considerar mis
viana: la inmersión en sí mismo, en busca de los ele- juguetes. Mi persona antes que nada y el tiempo», el
mentos de una crisis profunda y la proyección sobre un tiempo era también el gran enemigo, el tiempo que ni-
solo personaje de los datos negativos de esta crisis. Al- vela las alegrías y las penas, las aspiraciones y las año-
gunos años después, Senilita retoma la misma forma ranzas. «Yo pienso que[ ... ] mi vida ha sido demasiado
con una maestría mucho más evidente y una economía corta», observaba Svevo en 1906: «Estuvo llena de sue-
de medios que aumentan extraordinariamente su poten- ños que yo no noté ni retuve». Y en 1917 volvía sobre
cia. Esto significa que Svevo, a partir de Una Vita, el mismo tema: «Murieron definitivamente tantas cosas
toma conciencia de sus posibilidades y de los medios de y personas que fueron tan importantes para mí, que me
su arte, y que inmediatamente alcanza el nivel de sus apesadumbro intensamente por ello. ¡Qué pálidas han
grandes libros. Ahora bien, desde el punto de vista de quedado aquellas cosas y aquellas personas!». Escri-
la «forma» característica de Svevo, es justo admitir, biendo tenía, por tanto, la impresión de huir del lento
como él mismo hacía por otras razones, que todas las hundimiento en el olvido, del que sentía fuertemente la
novelas tienen su punto de partida en Una Vita. No es amenaza.
solamente el tema y cierto tipo de problemas, un con-
texto psicológico y un fondo lo que se impone de una A las razones que Svevo nos ofrece espontáneamente
vez por todas con Una Vita, es también una forma las demasiado raras veces que intenta definir las razo-
novelesca, un tono nuevo y hasta ahora sin precedentes nes de su actividad de escritor, hay también que añadir
en la literatura italiana. Que la forma haya evolucio- la sensación experimentada por él de tener algo que
nado más adelante, que Una Vita sea todavía una nove- decir y de tener que expresar en una obra su propia ori-
la imperfecta, recargada y demasiado dispersa en torno ginalidad o, si se prefiere, la diferencia que lo separaba
a diferentes temas divergentes, es un dato de hecho. de sus vecinos y de sus contemporáneos. Sin embargo,
Pero ya se encuentra en acción lo mejor de Svevo, y es la habitual ironía de Svevo no cesa de dirigirse contra
el motivo por el que, a pesar del fracaso de la primera sí mismo: «Además, ¡apañados estaríamos si hubiera
novela, Svevo tuvo la sensación de traicionarse a sí mis- muchos otros que sintieran como yo! ¡Pobre humani-
mo cuando, en 1898, creyó tener que renunciar a su vo- dad! ¡Cuántas autobiografías!». Al margen de esta re-
cación de escritor. Lo que equivale a decir que sus no- serva humanística y de poca importancia, Svevo ponía
velas, para él, tenían una importancia fundamental y en tela de juicio la actividad del autoanálisis de manera
que su actividad de escritor se había vuelto parte esen- mucho más tajante: «Es extraño que el análisis de las
cial de su equilibrio interior. Para él, escribir más que causas de un sentimiento demasiado doloroso no baste
la imitación espontánea de un muchacho enamorado de ni para anularlo ni para mitigarlo siquiera. Las causas
la literatura, era ya un modo real de vivir, un modo descompuestas resultan un malentendido, un error fá-
de ser. cilmente subsanable, una ceguera que impide poner en
el plano que le corresponde un hecho, una cosa, una
Por eso, además, las razones que Svevo daba de palabra. Pero una vez concluido el análisis, todo queda
su necesidad de escribir son insuficientes para darnos como era antes, un dolor, una desilusión, un apasio-

40
nado deseo». El análisis de sí mismo puede, por tanto, lógico, que él finge considerar estéril, quizá esté justifi-
a veces, parecerle inútil a Svevo, ya que las causas del cando un gran número de escritos íntimos, incluso de pa-
sufrimiento no pueden ser anuladas. ¿De qué sirve co- sajes voluntariamente autobiográficos de su obra, pero al
nocer las causas, pensaba, y, razón de más, para qué mismo tiempo limita el alcance de estas páginas, o por lo
sirve expresarlas? El repentino escepticismo que parece menos no da más que una imagen muy incompleta.
poner en cuestión gran parte de los escritos íntimos de
Svevo, incluida su correspondencia, no ha tenido, sin Por otra parte, el abundante epistolario de Svevo,
embargo, efectos en su obra. Si en efecto es índice de en la medida en que no es solamente la crónica de he-
su constante rechazo a conformarse con hablar y de chos y gestos cotidianos, es ya una actividad de escri-
dejarse engañar por soluciones ilusorias, éste expresa tura concertada y positiva, por la repetición incesante
también, y mucho más claramente, la desconfianza que de temas afines variados infinitamente. Las variaciones,
Svevo manifestaba de buen grado, en el último período las repeticiones son por sí mismas la prueba de que,
de su vida, hacia el psicoanálisis. El tono del fragmento para él, el modo en que las realizaba era al menos tan
citado nos lleva a otro texto: [Un amigo mío neurótico] importante como el tema que trataba. Sin embargo, los
«se hizo psicoanalizar durante dos años y volvió de la textos están ahí para recordarnos que, aparte de estos
cura absolutamente destrozado: abúlico como antes, autoanálisis y confidencias, la mayor parte de los escri-
pero con su abulia agravada por la convicción de que tos de Svevo está compuesta por novelas y cuentos y,
él, puesto que era así, no podía actuar de otra manera. en menor medida, por obras dramáticas. Por consi-
Fue él quien me convenció de que era peligroso expli- guiente, para Italo Svevo escribir no representaba sola-
carle a alguien cómo uno era [.. .]». Se trata en realidad mente un intento de análisis introspectivo y de contem-
de una objeción muy banal contra el psicoanálisis, con- plación más o menos narcisista, sino que significaba
siderada erróneamente la explicación hecha por el tera- también, y sobre todo, la realización de una obra de
peuta al paciente de los elementos de su personalidad y creación y de imaginación.
juzgada siguiendo el criterio de una revelación fatal ERO la obra de imaginación se asienta sobre una
contra la que no hay posibilidad de recurso. Quizá era
esa la idea que tenía Svevo de la cura analítica, siguien-
do la guía de lecturas en conjunto desordenadas y frag-
mentarias, y que el intento de autonálisis al que decía
P amplia base autobiográfica. Como ya hemos di-
cho, es en ella donde vemos los signos más níti-
dos de su unidad . Que se tratara en sus novelas de una
autobiografía indirecta y parcial no cambia nada, si los
haberse dedicado sin orientación alguna no podía más puntos de contacto se refieren a lo que de más profun-
que confirmar. Pero como se ha visto en el curso de do y más esencial existe en Svevo. Lo que tendería a
nuestra lectura de la Coscienza di Zeno, si Svevo man- probar simplemente que su imaginación estaba orienta-
tenía semejante opinión, que es quizá la causa de su da, condicionada por las tendencias profundas de su
idea de análisis sin médico, él tenía sin embargo, sobre personalidad -cosa, además, evidente- y que en la
otros puntos, una comprensión del juego de la afecti- medida en que esta personalidad se encontraba en una
vidad profunda de sus héroes mucho más cercana a una situación difícil, Svevo, conscientemente o no, proyec-
justa interpretación del pensamiento de Freud. Y ha- taba en los personajes de sus libros ciertos datos de su
ciendo un análisis extremo nos podemos preguntar si en propia crisis, los más cruciales. Se trataba quizá, en su
las reservas que hemos mencionado no habría que con- caso, de la necesidad de cargar a sus héroes con los as-
siderar un fenómeno de resistencia hacia un médico pectos más dolorosos de su carácter, para exorcizar sus
considerado a priori como un peligroso intruso, por tendencias, expresándolas y dramatizándolas; ¿o era
una especie de extrapolación que llevaba a Zeno a po- quizá solamente el deseo de objetivar los fantasmas que
ner en cuestión todo análisis psicológico. sentía más o menos implícitamente en él y de volver a
encontrar la serenidad contemplando esas criaturas
Pero aun cuando Svevo hubiera renunciado a espe-
desgajadas de su yo más profundo? Nos parece que am-
rar del análisis psicológico cualquier resultado práctico,
bas posibilidades han coexistido en él.
me refiero a una mejoría de los «sentimientos doloro-
sos» que decía experimentar, es cierto que él ha hecho Después de la tentativa de Una Vita, tentativa ma-
del análisis de su personaje la base de todo lo que ha es- gistral, las novelas autobiográficas nacidas de una crisis
crito, ya nos refiramos a Una Vita, a sus primeras y de la dramática necesidad de expresarla terminan
páginas autobiográficas o a sus primeras cartas. Quizá siendo muy pronto la realización exclusiva de la acti-
Svevo no esperara grandes resultados de esta opera- vidad literaria que el joven Schmitz había soñado siem-
ción, pero es un hecho que gracias a ella había de ad- pre. Ettore Schmitz, si debemos creer a su hermano
quirir un conocimiento, una comprensión en profundi- Elio, pasó años esbozando novelas y trabajos teatrales,
dad de sus propios problemas; por otra parte, sabemos pero la búsqueda que más claramente le interesaba era
que ya en 1902 él había definido este análisis como el la de los temas. Es significativo ver que Schmitz se vuel-
único fin del acto de escribir. «Llegar a comprenderme ve Svevo precisamente cuando descubre , al mismo
mejor», «llegar hasta el fondo tan complejo de mi sen>, tiempo, el tema de su obra -el tema era él mismo-
he aquí la única función asignada a la escritura, y esto Y la forma que, a partir de Una Vita, hará suya para
en un momento de desaliento en el que amargamente siempre. La definición que daba en 1902 (escribir para
afirmaba haber roto con la literatura. Incluso después comprenderse mejor) corresponde, quizá, a todo lo que
de la famosa resolución de 1902 a la que, por otra par- tenía intención de continuar haciendo, después de ha-
te, no conviene atribuir un valor demasiado absoluto, ber pensado en renunciar a la literatura, pero ésta es
la correspondencia sigue ofreciendo a Svevo numerosas incompleta y no da razón ni del conjunto de su obra,
oportunidades para retomar el análisis de sus propios ni sobre todo de su originalidad.
sentimientos, más allá de toda perspectiva de creación
novelesca. Y es aquí donde se debe constatar la impro- Lo que caracteriza realmente la vocación literaria de
cedencia del razonamiento que analizábamos antes. Svevo es la necesidad irresistible de expresar, recurrien-
do a las técnicas del arte narrativo, los elementos de
En efecto, cuando Svevo define la actividad del es- una situación personal que le era imposible conciliar
critor como lucha contra el olvido y como análisis psico- con el marco en el que estaba condenado a vivir. Insa-

41
Italo Svevo con el manuscrito de " Una Vida", !892.

tisfecho, infeliz pero no rebelde, Svevo no podia for- obra, y es por esto por lo que el sufria tan cruelmente
mular tal cual el problema de su vida, no habiendo por una renuncia que sin duda le parecia una autentica
podido encontrar una posibilidad de comunicacion di- traicion, pues renunciar a escribir era para el cerrar la
recta. Esta situacion no tenia el lado inconfesable de la unica puerta que habia conseguido abrir hacia un mun-
de un Marcel Proust durante el mismo periodo; pero si do interior demasiado ardiente. Es tambien por este
Svevo hubiera querido expresar directamente las pro- motivo, y no por simple vanidad, por el que el fracaso
fundas razones de su angustia, no habria sido compren- de sus libros le hirio tan profundamente. Ya que si la
dido, habria hablado para no decir nada. literatura es una expresion, es tambien, al menos vir-
tualmente, el esbozo de una comunicacion. AI final de
Que haya recurrido a la novela es quiza una para- su vida, unos meses antes de la publicacion de los ar-
doja, pero es la paradoja comun a todas las grandes ticulos de critica que le asegurarian la celebridad, es
obras de arte. Cuando Picasso declara: «Se pinta par- decir, un publico de lectores, Svevo observaba con una
que no se es feliz», cuando Rilke escribe: «Cantar es melancolia algo ironica: «En este mundo hay que escri-
sem, ellos expresan a su manera el doble aspecto de una bir, pero [... ] no es necesario publican>. Puesto que
realidad de Ia que tambien Svevo tuvo experiencia. cualquier texto presupone un lector, es mejor, como
Como escribe J. P. Richard en el pro logo a Litterature hizo Stendhal, escribir para una posteridad de la que no
et Sensation: «La escritura es una actividad positiva y se sabe nada, pero sobre cuya existencia se apuesta, que
creadora, dentro de la cual algunos seres consiguen quedarse encerrado en su propio drama.
coincidir plenamente consigo mismos [... ]. La elabora-
cion de una gran obra literaria no es, de hecho, nada Asi, cuando Svevo observaba en 1899: «En fin, fue-
mas que el descubrimiento de una perspectiva verda- ra de la pluma no hay salvaciom>, daba, quiza sin cali-
dera sobre si mismos, la vida, los hombres. Y la litera- brar la importancia de la formula, no solo la mejor
tura es una aventura de sem. definicion de su obra, sino tambien el sentido profunda
Es, sin duda, porque Svevo habia percibido, ya des- de toda autentica vocacion de escritor. 0
de Una Vita, la importancia vital de su actividad de
novelista, por lo que le importa tanto continuar su Traduccion de Mila Ferrer.

42
LA CULTURA. ,
UNA, FISONOMIA
DIFICIL
• Q U É significa te»); Trieste, ciudad de ancianos. A estos lugares comu-
(, · «cultura» de nes gerontológicos (corroborados -todo se ha de
TRIESTE: una ciudad? decir- por las estadísticas) se acompañan los relativos
A menudo se realizan a la identificación del mejor puesto de observación para
UNA identificaciones demasia- mirar y «leen> la ciudad: lugar privilegiado, los cafés;
do simplistas: cultura= topos que ha contagiado incluso a los visitantes no
IDENTIFICACIÓN literatura. triestinos con algún provecho (¡esperemos!) para los
pocos cafés que permanecen hoy abiertos o se reabren,
PROBLEMÁTICA En lo referente a Tries-
te, la crítica moderna (de
convertidos en algo parecido a un cruce entre la tertulia
de jóvenes que buscan revivir literariamente un mito o
Slataper en adelante) se ha simplemente encontrar un sitio tranquilo para trabajar,
planteado el problema de la existencia o no de eventua- y la melancólica tertulia de viejos habitués, entre los
les tradiciones culturales. Mejor dicho, Slataper hizo cuales también -presencia sin embargo en absoluto
algo más. Al afirmar, en tono polémico (1909), que masiva e insuficiente para identificar a través de ella a
«Trieste no posee tradiciones culturales» y tiene que una ciudad- algún raro escritor anciano y venerable.
disponerse a formarlas sobre bases nuevas, quiso trazar
el mapa de la situación de su época y realizó un trabajo Lo curioso es que todos estos discursos se producen
-a pesar de las limitaciones señaladas por algún siempre en clave más existencial o abstractamente espi-
historiador- mucho más vanguardista que muchos ritual que concreta y referida a causas precisas quepo-
historiadores de la cultura triestina, incluso de muchas drían generar una situación. Más aún: falta a menudo,
décadas posteriores. Abarcó: población, componentes como contexto de estos discursos, alguna referencia
étnicos y lingüísticos, política cultural oficial guberna- -que no sea de gran vaguedad- a una historia con
mental, periódicos, bibliotecas, círculos culturales de la contornos determinados, a vivencias que, si bien no son
oposición política, etc. Y, sobre todo, ofreció una vi- de fácil interpretación, sí que tienen una fisonomía pre-
sión viva e incisiva, no académica. Además, miró la cisa: el envejecimiento y la fosilización de la ciudad no
ciudad como un organismo concreto, realzando asimis- son fenómenos genéricos de decadencia fisiológica y de
mo sus zonas muertas, sus niveles bajos: considerando crisis con motivaciones espirituales o existenciales; an-
el cuadro de esta cultura frente a su pasado pero tam- tes que nada, son el reflejo de una crisis que tiene cau-
bién en la perspectiva de su futuro cultural, entendido sas precisas de carácter material, político y económico,
sin embargo como resultado de un desarrollo político y como son las que han marcado la historia de la ciudad
nacional. en el transcurso de todo este siglo.
La comparación con el talante de los estudios suce-
sivos surge espontánea. Este talante parece haber dado Así pues, dos hechos curiosos se han significado en
un vuelco. La óptica predominante parece ser relación con la perspectiva en la que se lee correctamen-
-todavía en años no muy lejanos- la de la literatura te la historia de la cultura triestina. El primero es habi-
y de las actividades intelectuales tomadas separadamen- tual y es justificable en relación a todo un modo de leer
te, en su especificidad. Aparte de algún esfuerzo recien- e interpretar los fenómenos de cultura de un territorio.
te, la historia de la literatura en Tries te se identifica pre- La «historia de la cultura» se hace coincidir, entonces,
dominantemente con la historia de la literatura italiana. con la producción literaria de algunos escritores de ma-
Sólo recientemente se ha procedido a algún cambio en yor relieve, con un panorama artístico y cultural más
esta costumbre. Pero eso podría también entrar en el amplio (ensayístico, etc.). En general, de este marco se
ámbito de una opción precisa del estudioso ocupado en excluyen expresiones o condiciones culturales más glo-
esta dirección que posee determinadas competencias y bales, en particular (pero no sólo) de las clases subalter-
que no pretende introducirse por caminos que no le son nas (sobre este problema se encuentran numerosas indi-
conocidos. Esto, sin embargo, ha tenido consecuencias caciones valiosas, incluso de carácter bibliográfico, en
con perspectivas !imitadoras en las tesis expuestas. La M. Cattaruzza, La jormazione del proletaria lo urbano,
primera, respecto a la cual parece que hoy incluso mu- Torino, 1979): por ejemplo, el propio nivel de compe-
chos de sus propugnadores de ayer niegan la paternidad tencias lingüísticas y culturales de la población en su
y dan marcha atrás, ha sido la de mitologizar ciertas compleja y penosa tarea de integración de componentes
condiciones características, ciertamente de la literatura diferentes; las canciones populares (en general se fun-
triestina, pero no sólo de ella (atención a los problemas den en una única perspectiva producciones populari-
de la conciencia; tensión moral; investigación psicológi- zantes, obra de autores con alguna cultura, y expresio-
ca, apertura a las culturas europea y centroeuropea), nes más auténticamente populares o reelaboraciones
elevándola a condición espiritual paradigmática presen- populares de temas tradicionales; pero para esta distin-
te en la cultura de todo el territorio sin límites de tiem- ción cfr. B. Maier, «lntroduzione allo estudio della
po (si no, quizás, en los términos a quo; ciertamente no canzonetta triestina tra il 1890 e il 1918», Il Tesaur, 1,
en los ad quem: por lo cual, para algunos críticos, la 2, septiembre-octubre de 1949); la vida asociativa y po-
condición «padronal» de un nacimiento en Trieste sig- lítica (que constituye, también ella, uno de los lenguajes
nificaba por sí misma -y a menudo todavía significa de la cultura); los hábitos y el estilo de la vida cotidiana
cuando se considera a un escritor- identificación tout en sus diversos niveles; las opciones urbanísticas y ar-
court con las características de esta condición triestina quitectónicas (tanto las oficiales como las privadas que
o «triestinidad» ). elegían alinearse con soluciones vulgares y corrientes o
La segunda perspectiva !imitadora se refiere a la es- expresar una presencia propia en la ciudad con formas
trechez de miras actual de los discursos sobre Trieste y inás o menos originales: para este tema véase, no obs-
la literatura triestina. Los lugares comunes son los mis- tante, el valioso estudio de Ezio Godoli, Trieste, Roma-
mos que utiliza tanta publicística al uso: Trieste, ciudad Bari, 1984).
que se encamina hacia la agonía; Trieste, ciudad muer-
ta (un suplemento dominical de Le Matin de abril de Un segundo hecho a señalar es el silencio bastante
1979 titulaba un reportaje sobre Trieste: «Mort a Tries- riguroso sobre la posible relación entre situaciones de

44
desarrollo y de crisis culturales y análogas líneas de evo- (visto que lo era); y por qué ha sido inevitable que gran
lución en el terreno político, social y económico. De to- parte de él acabase en la papelera en todos los sentidos?
das formas, para despejar el camino de equívocos, hay
que recordar que las conexiones no serían nunca mecá- Hace algún tiempo, en un sendero de la meseta -en
nicas y directas, por lo que se consideran fenómenos el linde- con vistas al mar y a Istria, uno de mis ami-
consecuentes de retraso, intuiciones anticipativas, des- gos más queridos -desprejuiciado analista sin tacha de
fases, etcétera. Es bastante curioso, en cualquier caso, la realidad ciudadana- me planteaba una pregunta
que la liquidación -por ejemplo- de un patrimonio más o menos análoga: ¿cuál sería hoy la extensión de
de relaciones internacionales tras la finalización de la la ciudad si hubiese ganado Austria la primera guerra?
primera guerra mundial o las penalidades (también cul- Y se respondía, más o menos, en estos términos: Capo-
turales) de la ciudad en la época de la administración dristria sería un suburbio de Trieste; una especie de
aliada hayan sido aceptadas sin demasiados problemas, apéndice, sede del muelle maderero y de otras activi-
todo lo más relegando la cuestión en pocas líneas donde dades portuarias. ¡Por favor, nada de «antihistoria»
se registran los cambios sin intentar comprender las (aquella que suscita la indignación de los estudiosos de
consecuencias más profundas de los fenómenos. Por lo bien : lo que es real es racional; lo que existe es lo que
que respecta a la segunda postguerra, por ejemplo, to- ha vencido y por tanto se ha de tomar como la mejor
davía se ha escrito o dicho poco (con alguna valiosa ex- solución, etc.)! Por lo demás, mi amigo añadía después
cepción) sobre la cultura musical y cinematográfica de (con ironía) que la historia oficial no debe plantearse
aquellos años (sobre este último problema véase ahora, preguntas demasiado abstrusas (en apariencia) ni levan-
en particular, C. Cosulich, «Le cinéma a Trieste dans tar tapaderas de recipientes con restos de contenido
les années d'apres-guerre. Un marché différent», en demasiado peligroso. Salvo plantearse, después, estas
AA. VV ., Un regard retrouvé. Auteurs et acteurs du ci- preguntas -al menos de vez en cuando- con el fin in-
néma a Trieste, Milán, 1985): una cultura que se desa- directo de demandarse qué podía hacerse para hacer
rrolla en contacto con las experiencias recientes de la menos desastrosa y accidentada una situación de crisis
producción estadounidense, o de obras cinematográfi- dolorosa, consecuencia inevitable de la sistematización
cas provenientes de los países del Este, difundidas a tra- de las fronteras al final de la guerra (primera y segun-
vés de las programaciones de una sala de cine ligada al da). Y aquí regresamos, de nuevo, al problema plantea-
Partido Comunista del Territorio Libre de Trieste. Sin do al principio: la crisis, el sentimiento de pérdida de la
embargo, se trata de fenómenos que han incidido sobre identidad, el envejecimiento, etc., y todos los otros lu-
un sector particularmente activo y relevante de la cultu- gares comunes invocados por los ensayistas para definir
ra contemporánea de Trieste. la actual Weltanschauung triestina deberían remitir a
otros problemas más fundamentales: de carácter más
general y relativos a causas de fondo de tipo amplia-
mente político.
E podría plantear una argumentación análoga re-

S lativa a la interpretación de las vicisitudes que


habían llevado -con el final del primer
conflicto- a una indiscutida hegemonía cultural, ade-
En este sentido, es bastante interesante también el
debate que se ha producido recientemente sobre las
perspectivas de desarrollo de la ciudad y de su provin-
más de político-estatal, italiana sobre las culturas de los cia. A menudo se hace referencia a Trieste como lugar
otros grupos nacionales eliminados u oprimidos a causa elegido para convenciones, congresos, instalación de
de los acontecimientos subsiguientes a la finalización centros de investigación y sede de organizaciones cultu-
del conflicto. Es cierto que hoy ha llegado a ser menos rales internacionales. Perfecto. Nadie podría negar
infrecuente oír hablar de la política de desnacionaliza- la importancia -no sólo de prestigio sino también
ción puesta en marcha por el fascismo. Pero es también económica- para la ciudad de iniciativas de este géne-
un hecho que son discursos que a menudo se realizan ro, que pueden cualificar su presencia y su fisonomía
en glissant, o pro forma, sin ningún interés real por en comparación incluso con otras ciudades italianas y
profundizar en el análisis de las consecuencias negati- extranjeras . Lo que choca en muchas voces de este de-
vas de tal proceso: no estaría de más ir al fondo. Pero bate es, por un lado, casi una desvinculación del discur-
el problema no se ha de ver sólo bajo este aspecto, que so sobre la cultura de un más amplio contexto preciso
es el más obvio (los pecados del régimen, la cuestión es- de desarrollo de las perspectivas económicas y de super-
lovena, etc.), sino también bajo un perfil diferente. vivencia real y más general de la ciudad incluso en tér-
Con su acostumbrada lucidez, en pocas líneas, Bobi minos materiales; por otro lado, una especie de resigna-
Bazlen centraba bien la esencia del problema cuando ción ante la fatalidad de un progresivo envejecimiento
pensaba (cfr. B. Bazlen, «lntervista su Trieste», en y paralela marginación económica de la ciudad. Una
Note senza testo, Milán, 1970, pp. 147-148) en lo que actitud a veces corregida por imprevistos brotes de pro-
habría sucedido si el curso de la historia oficial hubiese testa contra la política oficial, algún fenómeno margi-
sido distinto, y en el valor de aquellos libros alemanes nal (un poco de color) de nostalgias independentistas
que acabaron en los puestos de compra-venta callejeros o filohabsburguesas (también con su cultura y su len-
después del final de la primera guerra, cuando se pro- guaje), alguna satisfacción justificada por cualquier
dujo la casi extinción de una cultura alemana en Tries- recuperación temporal del tráfico portuario, que, sin
te. A veces, las preguntas simples e ingenuas, en apa- embargo -tomada aisladamente y no como manifesta-
riencia paradójicas, son las que hacen dirigir la ción de una política y de perspectivas más generales-
atención hacia las cosas importantes. ¿Qué descubría la no constituye en absoluto una respuesta satisfactoria a
pregunta de Bazlen? No sólo algo obvio (es decir, que una situación crítica en fase avanzada de engangre-
quien gana la guerra impone normalmente su cultura y namiento.
esto -necesariamente- en perjuicio de otro), sino
también algo más sutil. Se podría reformular la pregun- Es un hecho que la situación actual de crisis y de
ta de otro modo, igmi.lmente ingenuo: ¿por qué no ha degradación económica (además de demográfica)
sido posible contener más decidÍdamente la pérdida de de la ciudad es debida a un proceso, desarrollado en el
un patrimonio de conocimientos y relaciones culturales transcurso de largas décadas de este siglo, pero después

45
precipitado particularmente en los últimos años, a un bía transformado en et adulto; el cambio de la conjun-
encadenamiento de causas. ción a su forma latina era debido, explicaba el profe-
sor, a la intención de hacer el verso «más bello», «es de-
A principios de siglo Trieste se encontraba en una cir, más italiano, mejor aún latino (Carducci de viejo
coyuntura especial e interesante. Su posición la llevaba escribía, por ostentación de romanidad, "et" en lugar
-al mismo tiempo- a estar en una doble situación: de "ed")».
por un lado periférica, respecto a la cultura italiana y
en el ámbito del Imperio habsburgués, pero asimismo Por otra parte, es un hecho que Trieste vive también
en un lugar de potencial centralidad para posibles liga- una experiencia singular. En el ámbito de la cultura lite-
zones entre las diferentes culturas de las áreas entre cu- raria italiana del siglo XVIII en adelante (es decir, desde
yas fronteras la ciudad se situaba. ¿Cuáles eran las con- que la ciudad alcanza una fisonomía moderna y vital),
secuencias de esta posición? Ciertamente no deducibles se desarrolla en ella una producción básicamente en
mecánicamente de la consideración de sus potencialida- línea con las grandes tendencias dominantes de la cultu-
des. La apertura de contactos se refería sólo a una pe- ra italiana y sin grandes rasgos de originalidad, si se ex-
queña parte de las culturas existentes en Trieste. Estos ceptúan unos pocos personajes y algunas experiencias,
contactos pueden ser explícitos o implícitos, y son di- entre ellas la de Antonio de'Giuliani entre el setecientos
versamente reconocibles en las diferentes personalida- y el ochocientos o -entre 1836 y 1846- la publicación
des. En algunos, este contacto puede traducirse en de la Favilla.
discurso manifiesto sobre las propias relaciones, con- A gran época de la cultura triestina en lengua ita-
vertirse en reflexión abierta sobre las relaciones y
conflictos en curso; en otros, la complejidad de la situa-
ción vivida puede traducirse en una psicología bastante
agitada, tensa, contradictoria, introspectiva, es decir,
L liana está ligada a una serie de nombres pertene-
cientes a algunas generaciones crecidas y forma-
das entre la segunda mitad del XIX y primeros años del
XX . Se trata de un número limitado de ejemplos (hablo
concretizarse en una actitud de búsqueda que refleja in- de los que caracterizaron el panorama) frente a la masa
quietudes y contradicciones más amplias, una compleji- de escritores activos en la ciudad durante los mismos
dad psicológica. En otros, finalmente (y no son pocos), años. Ejemplos importantes cuya característica es la de
la misma situación puede traducirse en un afianzamien- una diferenciada pero común tendencia a investigar en
to, en un rechazo, en la adhesión a una y sólo una tradi- el interior de la psicología del hombre. Una psicología
ción para sentirse enraizado en algo preciso y definido, desgarrada entre impulsos individualistas y deseo de in-
a causa del terror a verse fagocitado por una tradición mersión en la experiencia cotidiana y colectiva (Saba),
diferente. A veces, este terror tiene la apariencia de un entre tensiones naturales conscientes e inconscientes del
hecho neurótico, se convierte en obsesión, repetitiva yo y papeles coactivos impuestos por una sociedad bur-
necesidad de reforzar la propia pertenencia a una de las guesa moderna eficiencista (Svevo), una psicología, por
dos o más vertientes del complejo mundo en el que uno último, caracterizada por el esfuerzo de establecer una
se encuentra viviendo, otras veces se convierte en repul- difícil relación entre sugestiones y matrices nacionales
sa de lo «otro» de diferentes maneras, desde la pater- y culturales presentes a un tiempo en el mismo contex-
nalista condescendencia de quien presume de una supe- to: una tensión en la que se inserta el problema de la
rioridad histórica o cultural propia al escarnio, al toma de conciencia de una relación~conflicto entre una
desprecio. naturaleza primitiva y potencialmente regeneradora,
una realidad ciudadana que puede ser punto de arran-
Desgraciadamente, la última gama de comporta-
que de nuevas y más amplias relaciones a una escala
mientos está bastante extendida también en los prime- bastante mayor y una ética del trabajo que puede dar
ros años del siglo XX y últimos del XIX, y asimismo será
sentido generador a estas potencialidades, con un es-
una actitud constante y permanente después, en algu-
fuerzo de voluntad y seriedad (Slataper). Este intros-
nos hasta hoy, debido a formas diferentes de adhesión
peccionar común de los escritores se expresa también a
y de defensa de la propia identidad nacional. Una acti-
través de formas nuevas e inéditas de escritura, una ori-
tud que llevaba a veces a abrazar -por contraste- las ginal utilización de la tradición lingüística y literaria: es
formas oficiales y establecidas, en ocasiones las más in-
típico el caso de Saba, pero el «escribir bien» es un pru-
movilistas, de la cultura de la nación madre que se tenía
rito común a muchos triestinos; hecho a señalar tanto
como punto de referencia. Típico es el caso de tanto
en la búsqueda de autenticidad y en la voluntad de sen-
carduccianismo y dannunzianismo fosilizado de princi-
tirse enraizados en una tradición, como en la voluntad
pios del siglo XX triestino; o -también- ciertas for- -a menudo no coincidente con la primera- de encon-
mas de clasicismo erudito latinizante difundido en el
trar formas particularmente válidas de expresión para
ámbito cultural de la clase media burguesa (asimismo
una búsqueda que en muchos aspectos era inédita y ori-
en años más recientes: se encuentra en las inscripciones,
ginal, aunque podía coincidir con experiencias comu-
lápidas, discursos conmemorativos) como ingenua for-
nes, en aquellos años, de la cultura europea en sus
ma de expresión de la propia italianidad. Respecto a
rasgos más relevantes.
esto, hay una interesante anécdota narrada por Saba (la
carta de Saba a Sereni es del19 de noviembre de 1947. Hay que recordar que estas tensiones y rumbos tan
El texto se encuentra en U. Saba, La spada d'amore, complejos de la cultura triestina se coaligan -en las ex-
edición a cargo de A. Marcovecchio, Milán, 1983; para periencias citadas, entre finales del siglo XIX y primeros
el pasaje citado cfr. pp. 184-185): un profesor triestino años del XX (en el caso de Saba incluso más allá, hasta
-no nombrado en la carta-le había pedido, en 1947, los años cincuenta)- con una búsqueda que parte tam-
autorización para publicar algunos de sus poemas (seis bién de la comparación con expresiones culturales euro-
poemas de A vevo: A vevo una citta bella, etc.) en un al- peas de valor emblemático y de diverso género, de
manaque de una asociación cultural patriótica. Saba Schopenhauer a Nietzsche (leído por Saba de forma to-
había aceptado, movido también por la vanidad de ver talizadora y no reductiva, como «precursor>> de la in-
ampliamente difundidos sus poemas. Pero después ha- vestigación psicoanalítica), de lbsen a Freud, de Hebbel
bía descubierto con espanto que el profesor solicitante a Weininger (leído también éste de forma crítica, al me-
le había retocado ligeramente un verso: ed adulto se ha- nos por Svevo y por Saba).

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En la misma época está activa, en Trieste, una cul- zar una Trieste «europeizada» en un nuevo contexto
tura en lengua alemana: una producción -ha sido sub- político, como el defendido por la direcCión del periódi-
rayado recientemente (en particular por G. Cusatelli)- co y por su línea ideológico-política.
que tiene como punto de referencia más a la cultura ale-
mana que a la austriaca; una producción que refleja También es diferente el caso de la literatura en len-
tendencias existentes en aquellas experiencias con algún gua eslovena en Trieste, existente desde la segunda mi-
despunte interesante -hacia principios de este siglo- tad del XIX, pero que alcanzó una expresión propia,
en línea con una reflexión entre autobiográfica e inves- original y moderna, especialmente en las primeras déca-
tigación naturalista (Kugy) o de carácter místico- das del siglo xx y, más tarde, en años más recientes.
panteísta (Daubler). La singularidad de ésta (que se Una literatura que se ha expresado a través de un triple
concreta -en el ámbito de la cultura italiana- en la contacto: con las diferentes tendencias habituales de la
formación, por ejemplo, de un Svevo en un colegio bá- literatura de la nación madre pero en posición periféri-
varo, donde leyó a escritores alemanes -de Goethe a ca; con la literatura europea y con algunas de sus ten-
Schiller, de Jéan Paul Richter y Schopenhauer a dencias dominantes (es significativo el contacto de poe-
Reine-, o en la formación en Munich de gran parte de tas como Kosovel y de algunos artistas figurativos con
los artistas triestinos que trabajaban en el campo de la el constructivismo y los movimientos de vanguardia
figuración entre el XIX y principios del xx) radica tam- centroeuropea en los años treinta); con la literatura ita-
bién en el hecho de que un acontecimiento histórico liana: con ésta -desde el punto de vista cultural- la
como la primera guerra mundial tiene el efecto de inte- vida intelectual eslovena en Trieste ha tenido siempre
rrumpir de forma bastante nítida la vida literaria en ale- relaciones estrechas; dentro de éstas, ha mostrado dife-
rentes formas de atención. Recordemos -específica-
mán, subsigüientemente a la drástica interrupción de la
mente- un interesante capítulo de estudios sobre Dan-
vida organizada, en Trieste, de una amplia comunidad
te ya en los años veinte; un interés particularmente
alemana. Es cierto que no hay que olvidar el hecho de
intenso por la literatura neorrealista, por la poesía con-
que, al igual que antes había ejemplos de actividad lite-
temporánea (muy traducida en diversos centros y con
raria bilingüe (es el caso, por ejemplo, de Enrico Elia,
diferente competencia o intereses, incluso a nivel de re-
de algún texto suyo -entre los pocos que quedan- re-
vistas estudiantiles) y por la literatura triestina en sus
dactado en lengua alemana: la Lettera a Rosa S. y la manifestaciones de mayor apertura y nivel. La biblio-
Lettera a una signorina di Vienna, ahora en E. Elia, grafía relativa a este tema registra muchas reseñas y es-
Schegge d'anima, Pordenone, 1981, pp. 80 y ss.), tam- tudios aparecidos tanto en forma de artículos periodís-
bién sucedería esto -aunque aisladamente- en los ticos en revistas y diarios de diversa orientación, como
años siguientes, entre las dos guerras y después. Re- en programas radiofónicos. Y podemos recordar tam~
cuérdese sobre todo la producción bilingüe de Bobi bién el repertorio del Teatro Nacional Esloveno de
Bazlen, autor de una correspondencia plurilingüe, de Trieste, que ha concedido una amplia audiencia, en es-
una novela inacabada en gran parte en alemán, J/ capi- tas últimas décadas, a muchas obras italianas clásicas
tana di fungo corso, publicada ahora sólo en traduc- y modernas.
ción italiana, y de algunos poemas en lengua alemana:
un autor que -por tanto- sería estudiado también OR lo que respecta a las características particula-
como escritor, precisamente, en lengua alemana. Pero,
repito, se trata de un caso aislado, especial, que no pue-
de ser comparado con la tradición literaria en alemán
anterior a 1918; se trata, más bien, de una manifesta-
P res de la producción eslovena en Trieste, hay
que recordar que, junto a una interesante pro-
ducción que privilegia aspectos de reconstrucción de
contextos históricos de un pasado próximo y lejano o
ción en línea con la parte viva de la cultura triestina del tensiones espirituales (Rebula), existen tendencias de
siglo xx, de carácter y tensión ampliamente europeas o introspección en las que -como tan bien ha subrayado
con referencias centroeuropeas. Por lo demás, Bazlen recientemente Arnaldo Bressan- se encuentra contac-
es conocido sobre todo como infatigable y ávido lector tos con la cultura psicoanalítica. Bressan señala, por
(de él se recuerda el retrato de Stuparich en Trieste nei ejemplo, las afinidades entre el acercamiento al psicoa-
miei ricordi), descubridor -para editoriales punta y de nálisis de Vladimir Bartol y el de Guido Voghera, así
calidad (de Einaudi a Adelphi)- de textos de la cultura como pone en evidencia que la evolución de la relación
moderna todavía desconocidos por el público italiano. con el psicoanálisis por parte de Bartol (de Freud a
Por otra parte, tampoco constituirá un capítulo impor- Jung) fue muy similar a la de Bazlen (cfr. A. Bressan,
tante de la cultura triestina del siglo xx el intento «Appunti sull'influenza della psicanalisi tra la giovane
-en el período de la ocupación nazi en los años 1944 intelligenza slovena degli anni Ven ti e in particolare
y 1945 (cuando Tries te se convierte en la capital del nell'opera dello scrittore triestino Vladimir Bartol», en
«Adriatisches Küstenland» con la perspectiva latente de Metodi e Ricerche, N . S. a. V., n. 0 2, julio-diciembre
una anexión al Reich)- de dar vida a alguna forma de de 1986, pp. 5-11). Por otra parte, hay que subrayar
expresión cultural en lengua alemana: en este sentido, que -en la cultura literaria eslovena en Trieste- tiene
ciertamente no son significativos los artículos (más bien un especial relieve -no sólo en el ámbito narrativo,
pobres y apologéticos) de la Deutsche-Adria Zeitung, sino también en diferentes experiencias líricas- una in-
de la que era redactor jefe Hermano Pirich y en la que vestigación de tipo realista con estrías muy sólidas de
colaboraron también algunos autores italianos (véase carácter político y social (Zofka Kvedrova, lgo Gru-
sobre este tema la interesante antología Drehscheibe den, Boris Pahor, Josip Kravos, entre otros). Lo que,
Triest. Der Adriaraum im Zeitrajjer der «Deutschen- por lo demás, respondía a causas precisas. Por un lado,
Adria Zeitung», publicada en abril de 1945 con un pró- la incidencia magistral ejercida por el modelo constitui-
logo del gauleiter Friedrich Rainer: una publicación do por lvan Cankar, el máximo escritor esloveno de fi-
que no tuvo tiempo de llegar a los kioskos y a las libre- nales del XIX y principios del XX , autor de numerosas
rías a causa del fin de la guerra). Estos textos tendían novelas y cuentos en los que se representaba con dra-
-de diferente manera- a valorar la componente ale- mático realismo el mundo campesino esloveno, las in-
mana de la cultura triestina en el ámbito de la unión de justicias y las violencias de la explotación, la mentali-
la monarquía habsburguesa con la intención de relan- dad y psicología de ese mundo observado desde el

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interior y con una actitud no paternalista, con una lúci- ducción en lengua eslovena -que también participa de
da comprensión de las causas y de las perspectivas: lvan estas características- afirma una más decidida orienta-
Cankar había venido a Trieste diversas veces entre 1907 ción de relación directa con problemas de la realidad
y 1918 para ofrecer conferencias en círculos socialistas histórica y social, afrontada de modo explícito. Asimis-
(cfr. M. Pirijevec, «11 ruolo della cultura e la sorte della mo, no está fuera de lugar un cotejo con la historia de
nazione slovena nei discorsi di lvan Cankar a Trieste», las artes figurativas. El propio movimiento realista y
en Saggi su/la /etteratura slovena da/ xvm al xx seco/o, neorrealista, rico en presencias (en este sentido) en el
Trieste, 1983, pp. 59 y ss.). Por otro lado, recuérdese vecino Friuli (también en la producción lírica y ensayís-
la sensibilidad que el grupo nacional esloveno de Tries- tica) revela escasas adhesiones en la cultura juliana.
te ha mostrado siempre hacia las problemáticas políti-
No es casualidad que un escritor como Tomizza,
cas y sociales. Esta sensibilidad está motivada por cau-
que -además de con la cultura italiana- ha manteni-
sas concretas. En primer lugar, la particular posición
do y mantiene contacto directo con las culturas eslavas,
que gran parte de él ha tenido en la historia social de
sea, entre los escritores triestinos actuales, el que más
la ciudad (inmigración del campo y del territorio cir-
haya revelado una relación de conexión con una bús-
cundante; una burguesía a la búsqueda de una afirma-
queda narrativa planteada sobre una confrontación
ción y espacio propios en el tejido urbano; una gran
abierta a temas que afectan asimismo a la historia so-
parte de proletariado empleado en trabajos subalter-
nos, también él a la búsqueda de una posición y mejo- cial del territorio y la relación entre civilización campe-
sina y civilización urbana en transformación y evolu-
ramiento de sus condiciones; sobre este problema ha es-
crito páginas muy concretas M. Cattaruzza, La ción subsiguientes a los traumáticos acontecimientos
recientes (guerras mundiales, nuevo ordenamiento te-
formazione del proletariato urbano, Turín, 1979). En
rritorial de la región Julia; éxodo desde Istria; convi-
segundo lugar, el compromiso manifestado por el pro-
vencia y relación entre nacionalidades diferentes; con-
pio grupo (en formaciones políticas de diversa orienta-
tradicciones y evolución de la relación en épocas
ción -socialista, comunista, liberal, católica- y de di-
recientes además de en la historia de un pasado próxi-
verso espectro ideológico, entre nacionalismo e
mo y lejano).
internacionalismo) en la reivindicación de derechos na-
cionales y políticos no sólo a través del reconocimiento OR otra parte, los ejemplos más estimables de la
del propio papel, sino también a través de una forma
de autodefensa -en el período fascista- contra lapo-
lítica de desnacionalización llevada a cabo por el ré-
P producción literaria juliana que también apun-
tan a contactar más directamente con la tradi-
cwn literaria triestina de raíces recientes, revelan un
gimen. acercamiento indirecto pero ciertamente no reductivo a
estas cuestiones: entre otros, en su diversidad, pueden
Es interesante registrar un hecho curioso. En la vas-
ta producción de la literatura triestina del presente si- ser citados libros de gran relieve como La rosa rossa
de Pier Antonio Quarantotti Gambini (que plantea
glo, no son muchos (como se podría esperar) los escri-
-entre otras cosas- el problema de la alternancia de
tores que afrontan de forma directa y crítica la
compleja y multinacional problemática política y social diferentes presencias sociales y modelos políticos en la
Istria de la inmediata postguerra) o relatos como
de la ciudad, si se exceptúa el caso (algo aislado) de Sla-
L ,adescamento de Renzo Rosso, que plantea el tema de
taper y, a su modo, y en años más recientes (pero es un
la atracción ambigua y contradictoria que un joven
caso diferente), el de Tomizza, del que hablaremos des-
burgués triestino siente por un coetáneo esloveno que lo
pués. O si se exceptúan presencias de intelectuales que
aleja del contexto familiar para convencerlo de que se
han dejado testimonios de las propias vicisitudes bio-
aliste en los partisanos.
gráficas relacionadas con acontecimientos históricos
fundamentales o con la propia actividad política: desde Pero se trata, evidentemente, de historias, de viven-
el antifascismo a la Resistencia pasando por la guerra cias y de fisonomías diferentes. Por un lado, se trata de
de España. Junto a éstos hay que recordar también la escritores que proceden de un mundo burgués diversa-
investigación testimonial y crítica de Giani Stuparich. mente articulado: Quarantotti Gambini vive en una pe-
En la misma línea, hay que subrayar que gran parte de queña ciudad istriana que se mide con un contexto cam-
la literatura eslovena de nuestro siglo -sobre todo en pesino que presiona y emerge con fuerza y que desflora
el ámbito de la narrativa y de la ensayística- posee un la problemática existencial exquisita y aristocrática del
carácter militante, comprometida con temas y cuestio- escritor junto con una búsqueda en la conciencia y la
nes de orden político y nacional, con reflexiones en tor- memoria; Rosso, por el contrario, pertenece a una ciu-
no a la posición y a la historia de la nación eslovena y dad de consolidadas y contradictorias tradiciones bur-
de sus problemáticas sociales y políticas: de lgo Gruden guesas que reprimen y ocultan tensiones dramáticas de
a Alojzij Remec, de Boris Pahor a Filibert Benedetic, relación con las propias raíces sociales y con una histo-
Rado Bordon, Ales Lokar, Pavle Merku o Joze Pir- ria de crecimiento y de expansión económica y social
jevec. violenta. Por otro lado, se trata de un escritor (Tomiz-
za) que surge de una realidad burguesa campesina y que
En la cultura triestina en lengua italiana del si-
glo XX está ausente, o al menos se encuentra con tonos vive directamente, en primera persona, incluso a través
de una particular peripecia personal y familiar, el clima
muy tenues, un capítulo correspondiente a un fenóme-
de la guerra, de los choques violentos -en Istria- del
no tan vasto y caracterizador de la cultura literaria en
mundo eslavo con el italiano, del mundo agrario con la
Italia (con todas las contradicciones conocidas) como
realidad burguesa y ciudadana; un escritor que vive el
es el neorrealismo: más bien, con una mayor amplitud,
problema del afloramiento de una historia de conflic-
el realismo con sus orígenes en los años treinta y su
tos, violencias, conculcación de derechos, reordena-
desarrollo hasta los años cincuenta.
miento de civilización (con todo lo que de necesaria-
Frente a una cultura (como la triestina en lengua ita- mente injusto comporta este proceso cuando están en
liana) que posee las señas de identidad enraizadas en la juego regulaciones seculares de valores y alteraciones
poética de la memoria y de la búsqueda interior con de población y estamentos dominantes en un terri-
la problemática de la conciencia como fondo, la pro- torio).

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Se trata de ejemplos que quieren representar dife- cultura alemana que sobrevive en la actividad de inves-
rentes modos de vivir la realidad «de frontera», una ca- tigación de diferentes estudiosos (Devescovi, Spaini, De
racterística atribuida tout court (y genéricamente), Tuoni o Magris, entre otros). Sino que también decae
como componente esencial y común, a toda la literatu- el impulso hacia una vida cosmopolita de la ciudad, el
ra triestina de este siglo. peso que las diversas comunidades que en ella existen
ejercen activamente sobre el conjunto de su tejido, tam-
En su acepción más abierta, y explícita, el escritor bién el cultural.
que ha representado -mejor que los demás- esta rea-
lidad «de frontera» es Tomizza. En unos casos, la rela- En Trieste, los años de entreguerras no son sólo los
ción está presente, pero de forma más implícita o más ya conocidos de un régimen con todas las consecuencias
difuminada. Y en otros, de forma más lejana o se en- comunes al resto del país: las consecuencias de la dicta-
cuentra ausente. En la mayoría, a través del afianza- dura tienen entresijos específicos también en el plano
miento en una realidad individual o meramente existen- cultural. La acentuación de la perspectiva nacionalista
cial o de la defensa de una identidad de una sola cara en la cultura oficial posee asimismo efectos negativos
o del rechazo de lo «otro», la relación se ha banalizado para las futuras posibilidades de estudio e investigación
o rechazado o degradado, hasta llegar al desprecio por sobre las matrices y componentes diversos y complejos
el posible interlocutor «diferente». de la cultura triestina, además de sobre su crecimiento
y desarrollo. Los mecanismos de desnacionalización de
Así pues, las cosas son más complejas de lo que la comunidad eslovena puestos en práctica por el fascis-
parece. Las imágenes canónicas y convencionales del mo producen efectos inmediatos, pero actúan también
mundo cultural triestino del siglo xx poseen la indu- a más largo plazo. Cambios de apellidos, supresión
dable ventaja -como todas las necesarias modeliza- progresiva de periódicos, eliminación de escuelas, pro-
ciones- de anclarse en la imagen literaria de un princi- hibición del uso de la lengua, represiones de actividades
pio de siglo obtenida del denominador común de una no sólo en el terreno político sino también en el cultu-
producción de calidad de una generación inquieta, desi- ral, religioso, público y privado: son todos intentos de
gual en sus contornos, con resultados diversos (piénse- deformar una identidad, de falsificarla, que han tenido
se, por ejemplo, en la diferencia entre Saba y Slataper), consecuencias incalculables incluso más allá del fin de
pero de cualquier modo homogénea por el trasfondo aquel período. «No se limitó -recuerda 1. Pirijevec
común de historia social de una ciudad en fase de desa- (lntroduzione a/la storia cultura/e e politica s/ovena a
rrollo burgués y de concentración de energías en la Trieste ne/'900, Trieste, 1983, pp. 22-23)- a las organi-
perspectiva de una investigación sobre la inadaptación zaciones públicas, sino que se interviene también en la
y la inquietud de las jóvenes generaciones respecto al esfera privada[ ... ]. "Creo", afirma el escritor y perio-
contexto histórico-social. dista Guido Miglia, "que éste es el único lugar del mun-
es justamente esto lo que justifica también la do en el que decenas de miles de familias han sido obli-

Y asunción como categoría historiográfica del


concepto de «triestinidad», unido a esta mode-
lización. Pero se trata de un concepto que tiene validez
gadas a cambiar sus apellidos, para disfrazar, casi para
olvidar, su origen". Sólo en la provincia de Trieste se
promulgaron 15.000 decretos sobre la transformación
de los apellidos en el período comprendido entre 1927
únicamente si va unido a la precisa exigencia de definir
la tendencia de una generación: es decir, un intento de y 1931. Afectaban evidentemente a todos los compo-
conceptualización histórica para fijar perspectiva de un nentes de una familia e incidieron por tanto de manera
fenómeno nuevo e inédito, no de un sistema operativo decisiva en la imagen étnica de nuestras tierras.» Des-
für ewig como en realidad ha sucedido si se consideran pués y en breve espacio de tiempo, la guerra, la acti-
esquematizaciones usuales de la crítica periodística re- vidad antifascista, la lucha partisana y el final de la
ferentes a cualquier producto nacido en Trieste (en di- contienda: otros hechos que, en Trieste, asumen conno-
ferentes décadas y con características distintas) en el taciones características porque el bagaje dramático de
transcurso de todo este siglo. la época precedente y la posición de la ciudad pesan de
módo particular: el intento de anexión de Trieste al
Ahora también las reseñas bibliográficas al uso, que Reich a través de la construcción del «Adriatisches Küs-
hasta hace algunos años consideraban el siglo xx como tenland»; la dramática división del movimiento antifas-
un solo bloque, distinguen entre primer y segundo No- cista ante las perspectivas de una solución para Trieste
vecento, aunque sólo sea por exigencias de sistematiza- en la postguerra; la ocupación yugoslava y, por tanto,
ción del material crítico. Las propias historias más ge- la anglo-americana y la constitución del Territorio Li-
nerales de la literatura y de la cultura (incluso las bre de Trieste: son todos fenómenos que ejercen su
escolares, aunque ligadas a sistematizaciones más am- peso específico también sobre el desarrollo de la cultura
plias y difíciles) establecen distinciones. En la conside- triestina. Piénsese, por ejemplo, en las rupturas dramá-
ración usual del siglo xx literario (y más ampliamente ticas -antes y después de la guerra- no sólo en el mo-
cultural) en Trieste no es posible sustraerse a esta nece- vimiento antifascista sino en la misma formación políti-
sidad con alguna posterior y necesaria distinción. ca del movimiento obrero; rupturas traumáticas que
La historia económica, social y política del siglo XX impiden -entre otras cosas- el desarrollo de una cul-
triestino presenta cesuras, saltos muy claros por razo- tura del movimiento obrero de más amplia extensión y
nes evidentes de transformación radical de asentamien- organicidad, impiden -por ejemplo- al espíritu inter-
to que el territorio en el que la ciudad está comprendida nacionalista que la debería caracterizar ejercer una fun-
sufre a lo largo del siglo. ción de elemento cohesionador y comparativo entre los
diversos componentes nacionales existentes en su con-
En Trieste, el final de la primera guerra no significa texto. O piénsese, también, en la posición anómala de
sólo la conclusión de un trauma: significa también el la ciudad que se convierte en capital de un pequeño Es-
fin de la relación con un mundo, con una realidad polí- tado (el TLT-Territorio Libre de Trieste), que vive una
tica (la monarquía habsburguesa, que desaparece) en la vida artificial y participa de un destino todavía incierto:
que la ciudad había vivido y dentro de la que había co- lo que impide su integración en un sistema nacional sin
nocido su crecimiento. No sólo decae la relación con la que la ciudad alcance, sin embargo, un papel real y una

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fisonomía internacional, obligada a una posiciOn al lla Underground» (nacida en 1968 como centro de in-
mismo tiempo periférica y colonial donde muchos pa- vestigaciones y experimentación en el campo de lo
peles y funciones se «inflan» para ser redimensionados audio-visual, de las artes plásticas, del cine y del espec-
después de 1954. táculo) que, junto a actos específicos en el terreno cine-
matográfico para un público especializado de cinéfilos,
La voluntad de inclinar el destino futuro de la ciu- ha venido organizando (años setenta-principios de los
dad en un sentido o en otro determina un gran esfuerzo ochenta) conferencias, muestras, debates, y cursos de
de las partes interesadas para mantener presencias o formación para organizadores culturales: todos de gran
instituciones (también culturales) consideradas válidas nivel y con cualificadas asistencias de representantes
para el afianzamiento de la línea defendida. Más ade- nacionales e internacionales. Pero también esta activi-
lante, el apoyo se hace más débil, más frágil, y muchas
dad se encuentra ahora parcialmente suspendida por la
de estas instituciones decaen, declinan, entran en crisis.
ausencia de una sede factible e idónea al alcance de los
Después, el período posterior a 1954. Un período en programas del círculo. Asimismo, el Festival de
el que las expectativas de un desarrollo de la ciudad in- Ciencia-ficción, un festival internacional organizado en
serta en el tejido nacional no encuentran respuesta en Trieste desde 1963 hasta 1983 con una amplia participa-
la realidad, y Trieste levanta acta de su condición de ción de películas y de directores de nivel, tuvo que clau-
centro periférico difícilmente reversible. surar su actividad. Un discurso análogo se podría hacer
respecto a las actividades teatrales, motivo de especial
Por otro lado, la inserción de la ciudad en la reali- prestigio para la ciudad desde principios de siglo, más
dad regional crea nuevas y diferentes perspectivas, tam- aún, desde el siglo pasado. Cuestiones de practicabili-
bién en este caso - sin embargo- vividas con proble- dad de las salas unidas a problemas de naturaleza orga-
mas y dificultades de adaptación del área juliana a la nizativa y política (nombramientos o renovaciones de
friuliana (y viceversa). Tampoco este marco carece de responsables) han modificado una tradición y patrimo-
consecuencias en el ámbito de la cultura. nios potenciales de calidad. Lo de los teatros líricos y
NA vida asociativa más bien asfixiante sobre dramáticos, se entiende, es un problema nacional, pero

U todo a partir de los años sesenta. El Círculo


cultural oficial en el ámbito ciudadano (el Cir-
colo della Cultura e delle Arti-CCA), que en los años
en Trieste la cuestión se entremezcla con la carencia de
una política de programación a largo plazo de las es-
tructuras destinadas a representar institucionalmente y
a acoger -renovándola- la vida del espectáculo dra-
cuarenta y cincuenta había vivido un período de gran
entusiasmo (entre los más importantes colaboradores mático y del teatro lírico. Y, sin embargo, el contexto
encontramos a Francesco Collotti, Silvio Benco, Biagio y el favor del público, y la capacitación y calidad de los
Marin, Umbro Apollonio, Luciano Budigna, Marcello directores son todo lo contrario que negativos. Activi-
Mascherini, Federico Righi, Cesare Barison, Vito Levi, dades tradicionalmente vitales como la de la Societa dei
Cario Schiffrer, Baccio Ziliotto, Tullio Kezich, Callista Concerti se encuentran ahora constreñidas y limitadas
Cosulich, Tino Ranieri, Oliviero Honoré Bianchi y por la ausencia de una sede capaz de acoger y satisfacer
Manlio Cecovini), comienza a dar señales de cansancio, la demanda, que -significativamente- proviene inclu-
en parte porque el apoyo financiero ya no era suficiente so (en no pequeña proporción) de un público juvenil.
(véase la breve -pero densa en informaciones- histo- Asimismo, la política museística registra esfuerzos y
ria del CCA de B. Maier, «lntroduzione» al vol. Trieste gestos de buena voluntad de las personas encargadas de
nella cultura del Novecento. Profili e testimonianza, los diversos sectores . Pero choca con elementos objeti-
Trieste, 1985, pp. IX y ss.). El Circolo della Cultura e vos que revelan la ausencia de una política general de
delle Arti había estado activo en Trieste desde 1946 ordenamiento del sistema. Colecciones enteras de obje-
(bajo la presidencia de Giani Stuparich), para reforzar tos, hallazgos, donaciones, yacen inutilizadas en los al-
el vínculo entre la cultura triestina y la italiana con mi- macenes. Pero esto, quizás, es inevitable -hoy- en la
ras al afianzamiento de la solución nacional italiana en organización de los museos. El hecho es que sectores
la «cuestión de Trieste». El Circolo conoce un período enteros del patrimonio museístico de Trieste son desde
de gran desarrollo sobre todo hasta 1954, aunque es un hace años inaccesibles o se encuentran en condiciones
hecho que su actividad organizativa de manifestaciones de precariedad y ausencia de desarrollo. Algunos ejem-
culturales y editoriales -recuérdese la antología Poeti plos. La Galleria Revoltella y el Museo de Arte Moder-
e narratori triestini en las dos ediciones sucesivas de no esperan desde hace mucho tiempo una solución a su
1958 y 1968- continúa incluso hoy, aunque sea des- ubicación, que ahora se está encaminando a su conclu-
pués de un redimensionamiento tanto material (sede, fi- sión. El Museo del Teatro «Cario Schmidl» (una de las
nanciación) como del propio volumen de actividades. más prestigiosas colecciones italianas de documentos
Por otra parte, en el mismo período (después de los relativos a las diversas formas de vida musical y teatral
años sesenta), se asistirá también al intento de despegue de la ciudad) espera desde hace tiempo su sistematiza-
de otras formas de asociacionismo cultural no carentes ción. El Museo Civico di Storia Naturale (por lo demás
de vitalidad, como las actividades culturales relaciona- bien dirigido y organizado) tropieza con limitaciones
das con las actividades estudiantiles universitarias y di- objetivas de espacio y con una situación material de sis-
ferentes círculos culturales de la izquierda triestina (del tematización que es todavía la de los primeros años del
«Morandi» al «Salvemini», pasando por el «Che Gue- siglo, ya descrita por Slataper en Iás Lettere Triestine,
vara») que hoy han encontrado también desarrollo en en las que se denunciaba la presencia de un museo lleno
otras nuevas formas organizativas interesadas no sólo de materiales inflamables situado precisamente en la
en la organización de actos individuales sino más bien planta superior de la Biblioteca Civica (en Scritti politi-
en la de congresos sobre temas de actualidad y sobre re- ci, Milán, 1954, p. 21: «Biblioteca. Entre el Museo de
sultados de investigaciones en curso relativas a la reali- Historia Natural y ésta parece lógico que tendría que
dad regional y nacional (el Centro Studi «Ercole Mia- haber por precaución una gran distancia. Por el contra-
ni»; el Club Rosselli; el lstituto Gramsci Regionale). rio en Trieste el estrecho parentesco del alcohol con el
Del mismo modo, conviene recordar la actividad - en papel está separado sólo por un techo: en el tercer piso
un ámbito específico- de un círculo como «La Cappe- aquél, en el segundo ésta»).

50
La vida bibliotecaria se encuadra en la misma situa- tranjera que no se mueva en la misma línea). Y son pro-
ción de crisis. Crisis de personal, de espacios, de posibi- ductivas cuando, junto a la imagen de la ciudad, están
lidades de elaboración de una política de apertura y en disposición de promover publicaciones, catálogos,
servicio eficiente (muchas veces denunciada por los inventarios serios e investigaciones relacionadas con es-
propios responsables) para el gran público. La lista po- tos temas : obras que son susceptibles de una potencial
dría ser larga y los términos de los cahiers de doléances renovación de los estudios sobre el patrimonio ciudada-
resultarían idénticos a tantos cahiers elaborados en no : el pasado y el futuro de la ciudad cuando sea dirigi-
otras ciudades italianas. do con inteligencia. En este plano, además, el ayunta-
miento ha dado vida a iniciativas sobre Jo yce, Saba y
L panorama de una ciudad redimensionada en

E
Giotti, que han conocido la aparición de publicaciones
sus funciones económicas, industriales y comer- (actas de coloquios, de mesas redondas, obras y textos)
ciales, deprimida -en consecuencia- también que pretenden estimular otras investigaciones sobre
en el plano de la iniciativa cultural, tiene sin duda sus estas personalidades.
vertientes positivas. Algunas son manifestaciones aisla-
das que no hay que subestimar . Iniciativas de diversos El panorama, por tanto, es de gran complejidad,
entes: ediciones o publicaciones venales realizadas con con muchos indicios de crisis y de dificultades pero
acierto por la Cassa di Risparmio de Trieste o por en- también con señales positivas. El mundo editorial, por
tidades aseguradoras como el Lloyd Adriático (que ejemplo.
- por ejemplo- con ocasión del centenario del naci- No demasiado rico en grandes empresas editoriales,
miento de Saba reimprimió en una espléndida edición si se exceptúan algunos interesantes episodios del XVII
el manuscrito del Canzoniere de 1945); publicaciones y y el XVIII , el mundo editorial triestino cuenta - como
exposiciones promovidas por la Azienda di Soggiórno exponente principal que Jo introduce en la historia de la
e Turismo de Trieste; encuentros y congresos de alto ni- edición italiana- con la actividad de la Tipografía del
vel como Jos meetings sobre las minorías patrocinados Lloyd Austriaco, en especial la publicación de la «Bi-
por la Provincia de Trieste; iniciativas de alto coste blioteca dei Classici Italiani» dirigida por Antonio Ra-
(como la exposiCión sobre Trieste en París organizada cheli, natural de Viadana (Mantova), llevada a cabo
por el Istituto Italiano di Cultura y el Centro Pompidou por la Tercera Sección «artístico-literaria» de la compa-
y financiada por el Ayuntamiento de Trieste) que que- ñía entre 1856 y 1859: una empresa ambiciosa e intere-
rían ser promocionales de la imagen de Trieste en el ex- sante, realizada en entregas quincenales, que tenía en
tranjero. Se trata de algunos ejemplos, muy diferentes proyecto la publicación de un corpus amplísimo de
entre ellos (algunos, iniciativas de investigación; otros, autores de la literatura italiana clásica y contemporánea
manifestaciones impresas; otros más, inversiones para pero que -dadas las limitaciones de tiempo y financia-
el futuro con la esperanza de instaurar relaciones cultu- ción de la iniciativa- alcanzó sólo a publicar las obras
rales y económicas con otros países) . La lista sería lar- de Ariosto, de Varchi (2 vol.), de Cavalca, de Vasari,
ga: en términos de balance son esfuerzos aislados y, en de Metastasio, de Alfieri, de las Croniche de Giovanni,
cualquier caso, de calidad para dar vida a iniciativas de Matteo y Filippo Villani (2 vol.), y de sendos textos del
estudio y de relanzamiento del patrimonio ciudadano Teatro Classico Italiano.
cuya resonancia a menudo se queda sólo en el ámbito
regional. Desgraciadamente, en la era de los mass me- Pero esta empresa, que se proyectó con miras a un
dia, una iniciativa cultural incluso de calidad se con- amplio público y que obtuvo también un cierto recono-
vierte en incisiva y operativa cuando el esfuerzo y la cimiento por parte de la crítica por la seriedad filológi-
tensión organizativa van acompañados por el eco que ca de la institución y por el intento divulgativo, no fue
la propia iniciativa encuentra en la prensa y en los me- una iniciativa aislada de la Tercera Sección del Lloyd
dios de comunicación nacionales e internacionales. Y, Austriaco, que publicó -entre otras cosas- numero-
por otra parte, los exploits individuales deberían encon- sos periódicos y revistas en diferentes lenguas, entre los
trar un apoyo en las instituciones permanentes ciudada- que sobresalen especialmente las Letture di famiglia
nas, en el contexto que debería confirmar con eficacia (1852-1862), uno de los primeros periódicos ilustrados
la imagen expuesta, la oferta producida: lo cual no su- italianos pensados para un público amplio.
cede; piénsese sólo en la deficiente y limitada estructura Por otra parte, si comparamos tanto con la segunda
hotelera que debería constituir el apoyo de acogida a mitad del XIX como con la primera del XX (y más allá),
congresos y coloquios considerados hipotéticamente la empresa del Lloyd Austriaco permanece aislada, en
como uno de los posibles destinos futuros de la ciudad lo referente a la homogeneidad de su proyecto y relativa
o al estado todavía en proyecto de las estructuras mu- realización. Se mantiene, por el contrario, muy dinámi-
seísticas y bibliotecarias ciudadanas. Y una ciudad que ca la actividad de las imprentas (que es un ámbito dife-
pretenda, ahora, explotar sobre todo su pasado ilustre, rente al mundo editorial), disponibles para las empresas
que atrae la atención mundial, no puede ignorar el pro- de impresión de volúmenes individuales .
blema. Pero todo está en curso, en forma de proyecto,
y quizá sea bueno atenerse a los hechos. Y los hechos, Es cierto que no se pueden descuidar empresas par-
por ahora, son pocos y aislados: la preferencia se dirige ticulares, como la editorial emparentada con la librería
hacia las iniciativas que se emparentan con la evocación de Giuseppe Maylander que -en una serie de mono-
de los momentos históricos más altos y significativos de grafías sobre ciudades o aspectos de «La Venezia Giulia
un pasado cjue produjo nombres de categoría mundial e la Dalmazia» (que así se llamaba la colección)- pu-
en diferentes ámbitos: no importa si se trata del inven- blicó, a principios de siglo, obras -entre otros- de
tor de la hélice (Giuseppe Ressel), del gran ingeniero Baccio Ziliotto, Attilio Tamaro y Silvio Benco (Trieste,
naval (Gustavo Pulitzer Finali), de los escritores de una 1910). Después de que la librería fuese adquirida - en
ilustre tradición (de Svevo a Saba) o de pintores origi- 1919- por Umberto Saba, aparecieron algunos volú-
nales como Bolaffio o Marussig. menes de las ediciones de la «Librería Antica e Moder-
na» : una primera edición de los escritos de Enrico Elia
Las iniciativas conmemorativas son numerosas e (Tentativi d'arte, s. a.), o el Canzionere (1921) y Am-
importantes (por lo demás no hay ciudad italiana o ex- monizione e altre poesie (1932) del propio Saba. En

51
1935 Ferdinando Parsini -en la introducción a la anto- originales de la reciente edición triestina recordemos al
logía de Scrittori Giuliani (Trieste) realizada por D. menos los catálogos de la Editoriale Libraria (especiali-
D'Orazio y G. Sambo- todavía recordaba, a propósi- zada particularmente en las publicaciones para el públi-
to de la primera postguerra: «[ ... ]toda nueva iniciativa co infantil y juvenil), de la editorial LINT (libros es-
editorial que deseaba tener su sede y su centro de irra- colares, publicaciones por cuenta de entes públicos,
diación en nuestras tierras, abortó o se consumió rápi- colecciones en colaboración con la universidad, guías
damente» (p. 13). Y, mientras recordaba la rarefacción turísticas, etc.), de Dedolibri (pocos libros hasta ahora:
de los periódicos, subrayaba cómo únicamente losAn- reediciones de Angelo Vivante, Quarantotti Gambini,
nuari y los Annali de la Universidad podían vanaglo- Slataper, Svevo, etc.), de la Editoriale Stampa Triestina
riarse de una salida regular y continuada. (especializada en ediciones de la o sobre la cultura eslo-
vena o de los eslovenos en Trieste: ha publicado, entre
Para encontrar la primera (y sin duda todavía hoy, otras, las cartas de Stanko Vuk, Scritture d'amore, con
la más orgánica) empresa editorial triestina, hay que prólogo de Fulvio Tomizia, además de obras de Srecko
llegar a los años cuarenta, cuando Anita Pittoni -con Kosovd y Ciril Kosmac), o de la editorial emparentada
la valiosa colaboración de Giani Stuparich- dio vida con la Libreria Svevo. Hay que recordar también una
(desde 1949) a las ediciones del «Zibaldone», que pre- serie de colecciones (Actas, Cuadernos, Monografías)
tendía «trabajar por un mayor conocimiento de las tie- realizadas por la Universita Popolare de Trieste y publi-
rras de la frontera oriental de Italia» con el siguiente cadas por cuenta del Centro di Ricerche Storiche de Ro-
programa: «[ ... ]fijar los rasgos complejos de Trieste y vigno: un ejemplo interesante de colaboración entre
su región incluyendo en una colección atractiva y de instituciones culturales de la ciudad y grupo nacional
ágil lectura obras originales de todos los tiempos que, italiano en Istria.
a través de la variedad de los temas, pudiese ofrecer un
panorama objetivo de la fisonomía de la tierra julia, Conectada con la actividad eventual de autores de
poco o mal conocida». «Lo Zibaldone», que quería ser diverso nivel y condición, se ha desarrollado la activi-
«fiel espejo de Trieste, puerta de Italia abierta a Euro- dad editorial de la Societa Artistico-Letteraria, dirigida
pa» y debía articularse en tres colecciones de veinticin- durante muchos años con gran entusiasmo por Marce-
co volúmenes cada una, abarcaba autores del pasado y no Fraulini y representada sobre todo por los almana-
contemporáneos, italianos y extranjeros traducidos por ques periódicos de «Scrittori Giuliani», útiles también
estudiosos julianos. Con una imagen tipográfica sobria por las informaciones autobiográficas y bibliográficas
y elegante, muy coherente con el carácter del programa ofrecidas por los autores publicados: una crónica «des-
editorial, los volúmenes del «Zibaldone» iban acompa- de dentro» de un cierto milieu de la sociedad literaria
ñados por un boletín bio-bibliográfico redactado con triestina unida a las tertulias periódicas en el café, gene-
pasión por Pittoni, que ofrecía al lector puntos de vista rosa en la aceptación de todas las aportaciones y voces
críticos sobre los volúmenes publicados, opiniones so- nuevas del mundo literario local.
N carácter, naturalmente, de mayor especializa-

U
bre la colección, aparato bibliográfico, informes y pro-
yectos editoriales. Para una granparte de la cultura ita- ción presentan dos colecciones relacionadas
liana el «Zibaldone» representó -durante varios con el ámbito de la investigación historiográ-
años- la cultura triestina y es -todavía- la empresa fica: la colección «Civilta del Risorgimento», dirigida
editorial más recordada, en su especificidad, de la cul- por Giulio Cervani y Salvatore Francesco Romano
tura triestina del siglo XX: «[ ... ] he ahí un proyecto cul- (subvencionada por el Comité de Trieste y Gorizio del
tural -recordaba una nota del Contemporaneo, fe- Istituto per la Storia del Risorgimento Italiano), y
brero de 1960-, lleno de nombres prestigiosos e «Lotta politica e Resistenza», a cargo de la Deputazio-
importantes, que se instala en nuestra memoria y se ne Regionale per la Storia del Movimento di Liberazio-
hace presente.con la dignidad y la medida propias de un ne nella Venezia Giulia (después transformado en lsti-
hecho no provinciano. Y cada vez nos viene a la mente tuto Regionale per la Storia del Movimento di
qué vacío existe en nuestro discurso crítico que tiene tan Liberazione nel Friuli-Venezia Giulia), que cuenta con
poco en cuenta el trabajo de hombres como Svevo y interesantes publicaciones incluso no directamente rela-
Stuparich, por nombrar sólo a dos de los más grandes . cionadas con la problemática de la Resistencia: sobre el
Y sin embargo, se trata de raros momentos europeos de éxodo istriano, sobre la metodología dt"lla investigación
nuestra cultura moderna. La llegada puntual de estos histórica regional o sobre el movimiento obrero en
"noticiarios" sirve para recordárnoslo como una repri- Trieste.
menda cívica». En la prestigiosa colección, que espera Así pues, muchas iniciativas de calidad (a las que
todavía quien recoja su auténtica herencia cultural (ya podrían añadirse otras menores): una situación de bús-
que era ámbito de originales recuperaciones, de inteli- queda en la que, todavía, existe el espacio suficiente
gentes relecturas y de nuevas propuestas en el campo de para una empresa coherente, orgánica e influyente de
la cultura juliana), aparecieron libros famosos como la amplio aliento. Pero quizás hoy el momento es otro y
biografía de Svevo escrita por su mujer Livia Venezia- la representatividad de una cultura podría muy bien ser
ni, el Diario per lafidanzata, y el adelanto de las Lette- asumida por editores extraños a la zona y a la región,
re al/a moglie del mismo escritor, numerosos textos im- capaces de realizaciones editoriales valientes, con la
portantes de Saba, Giotti, Giani Stuparich, Giulio ventaja de mezclar saludablemente títulos «triestinos»
Camber Bárni, textos de autores del pasado como An- con otros que no lo sean, incrementando sin embargo
tonio de'Giuliani, Antonio Madonizza o Enea Silvio la difusión de los títulos «triestinos» de indudable
Piccolomini, y obras de autores jóvenes como Tullio mérito.
Kezich, Sergio Miniussi, Claudio Grisancich, además Y es también un hecho que el mundo editorial na-
de la propia Anita Pittoni. cional mantiene óptimas relaciones con Trieste y acoge
Demandaría, quizás, un tratamiento aparte el mun- abundantemente a los triestinos y los escritos sobre
do editorial no triestino que observa desde hace algunos Trieste en sus catálogos.
años con atención (desde la seriedad o al compás de las Otras valoraciones se pueden plantear acerca del
modas) los asuntos triestinos. Entre las iniciativas más sector del periodismo y las publicaciones periódicas. En

52
este ámbito, Trieste cuenta con sólidas tradiciones. La nomía administrativa y jurídica: así que, no sin razón,
segunda mitad del XIX representó para la ciudad un pe- en el diario, que se convierte en fiel portavoz del régi-
ríodo de gran desarrollo del periodismo. «Después de men hasta el punto de llegar a ser pleonástico y de am-
1862 -escribió Silvana Monti (! giornali triestini da/ parar al órgano local del Fascio, JI Popo/o di Trieste
1863 al 1902, Trieste 1976, p. 10)-, en un crescendo (uno de los primeros órganos del Partido en Italia, más
que sufrirá apenas una inflexión a finales de siglo, se adelante integrado en la edición vespertina del propio
produce un auténtico boom del periodismo, que dará «Piccolo» ), se reivindicaba una identidad de ideas con
origen en el espacio de cuarenta años a más de 550 el fascismo ya durante el período anterior a la Marcha
cabeceras nuevas, a menudo efímeras, pero a veces du- sobre Roma (cfr. S. Benco, Il Piccolo di Trieste. Mezzo
raderas.» No sólo el desarrollo económico de la ciudad, seco/o di giornalismo, Milán-Roma, 1931, p. 266).
sino también la ampliación del público, de los potencia-
os capítulos siguientes no registran la ruptura de
les lectores de periódicos y, además, las necesidades de
expresión de una vida social y política en expansión y
rica en conflictos, se encuentran en la raíz de este fervor
tan intenso, en el que junto a los diarios «oficiales»
L este monopolio aunque -en la segunda post-
guerra- el diario desaparece hasta 1954 de la
lista de las publicaciones vigentes, pero sólo como cabe-
cera, porque en realidad su estructura se mantiene bajo
como el Osservatore Triestino (1784-1933) y a la Tries- el nuevo nombre de Giornale di Tries te. A decir verdad,
ter Zeitung (fundada hacia mediados del siglo XIX y su- durante los años de la inmediata postguerra se registra
primida en 1918), se desarrolla una articulada prensa -junto al Giornale Alleato apoyado por la administra-
política, cultural y satírica en diferentes lenguas y con ción del GMA- un intento, más bien prolongado, de
especializaciones también particulares (por ejemplo, un diario de oposición de izquierda, Il Corriere di Trieste,
diario dedicado a los problemas relativos al mundo ju- fundado en 1945 y publicado eón regularidad hasta
dío , otros periódicos de temática referente a problemas 1959: un diario que quería ser la expresión del perfil de
e intereses específicos como la filatelia y la taquigrafía). una «democracia popular progresista» y que, en 1946
«Alrededor de 700 periódicos publicados en Trieste en- (27 de septiembre; el artículo, titulado «Trieste banco
tre 1758 y 1918 -recordó Tullio Pisan ("Storia del di prava dell'europeismo», es de Mario Dezmann),
giornalismo", en Enciclopedia monografica del Friuli afirmaba la necesidad de que en Trieste se realizase la
Venezia Giulia, 3, p. 11, Udine, 1979, p. 955)-, de los unión y la convivencia de pueblos de lengua y cultura
que 621 fueron italianos, 44 eslavos, 23 alemanes, 7 diferentes, y de que la conciencia internacional de la
franceses, 4 griegos y uno inglés.» Más adelante, en el ciudad madurase sobre todo a partir de la visión de la
mismo artículo se recuerda que la prensa eslava conta- realidad de la clase trabajadora. El diario, que durante
ría posteriormente (entre 1866 y nuestros días) con casi un período tuvo como director a Carolus L. Cergoly,
ochenta periódicos, llegando en un cierto momento a fue atacado cada vez con más acritud por filoindepen-
publicar tres diarios al mismo tiempo (ivi, p. 966). dentista, filoaliado y filoeslavo .
Hubo un momento (1898) en que Trieste contó con diez
diarios a la vez con tiradas más bien altas como la del La situación actual todavía es, por tanto, de mono-
Piccolo, que llegó en aquella época a los 18.000 ejem- polio del «Piccolo» (otro diario publicado en Trieste es
plares . Es asimismo un hecho que -al tensarse el clima el esloveno Primorski Dnevnik, de izquierda, muy aten-
político por conflictos emergentes y poco a poco radi- to a los acontecimientos de la cultura italiana). En los
calizados de carácter social y nacional- gran parte de últimos años Il Piccolo ha vivido situaciones especiales:
este periodismo debió asumir caracteres progresiva- dirigido al prinCipio por Chino Alessi, que era su pro-
mente politizados que se encuentran incluso en la pren- pietario, continuó rigurosamente la línea «nacional» de
sa de evasión y en el periodismo satírico. Esta historia la tradición con ribetes a veces muy inflamados; el fin
tuvo como protagonistas principales de la época (hasta de la propiedad Alessi señaló también un giro en el te-
la primera guerra mundial) a los diarios Il Piccolo (pu- rreno político y político-cultural. Con la dirección pri-
blicado desde 1881), que fue en sus inicios órgano de mero de Ferruccio Bario y después de Luciano Ceschia
expresión de la formación liberal-nacional y se distin- sobre todo fue intentada la vía de la apertura y el diálo-
guió de los otros periódicos «nacionales» por su bien go: un discurso -de todas formas cauto- sobre la
organizado acercamiento al amplio público burgués; convivencia que determinó una línea más «abierta»
L'Independente (1877-1914), diario de inflamado irre- también en el terreno cultural.
dentismo; Edinost (1876-1928), órgano de la formación
Recientemente, un nuevo cambio de rumbo . Adqui-
nacionalista eslovena; y el socialista// Lavoratore, fun-
rido por el grupo Monti, tras un movimiento carrusel
dado en 1895. Pero hay que subrayar que éstas eran las
de directores, Il Piccolo está dirigido en la actualidad
cabeceras más conocidas y difundidas de un mundo
por Paolo Francia y ha emprendido una línea coherente
muy rico y en ebullición. Muy diferente sería el panora- con los otros periódicos del grupo, políticamente
ma siguiente. La ley de prensa promulgada por el go-
«moderada».
bierno fascista en 1925 vino a crear las condiciones
ideales para establecer un régimen de centralización y Está por ver la incidencia más general que el cambio
control político. En Trieste, con la supresión de Il La- de línea política del diario tendrá sobre las páginas cul-
voratore, del Edinost y de algunas otras cabeceras de turales, normalmente menos sujetas a transformacio-
oposición, se estableció el monopolio del diario Il Pie- nes demasiado repentinas . Últimamente el diario, que
colo, renacido en 1919 y en disposición de conquistar el ha sufrido alguna merma en sus ventas, ha conocido di-
mercado con mayor vigor que las otras cabeceras «na- ferentes transformaciones técnicas que han llevado a
cionales» como Era Nuova, La Nazione y el propio In- una fuerte reducción de la cuota de informaciones re-
dependente. Violentamente antieslavo, antisocialista, gionales y de reportajes. Quizá también por este moti-
activo en la propaganda nacionalista, Il Piccolo, desde vo, aunque no solamente por él, ha registrado un creci-
su reaparición, había apoyado diligentemente una polí- miento de difusión el semanario Meridiano di Trieste.
tica del «orden» social y económico en el país y En la tradición periodística triestina no hay que olvidar
en la región y afirmado la necesidad de una política la existencia de publicaciones especializadas en cultura
autoritaria y su oposición a cualquier proyecto de auto- de calidad: entre ellas hemos de recordar al menos

53
Umana, dirigida -en la primera época desde 1918- La escuela juliana de la preguerra fue sin duda una
por Silvio Benco y retomada en una segunda y activa escuela clasista, selectiva en los fines y bastante rígida
época por Aurelia Gruber Benco (de 1951 a 1973); en cuanto a las barreras sociales y culturales; fue una
Trieste (publicada de 1954 a 1978), «revista política ju- escuela en la que encontraba lugar y expresión la exi-
liana» (entre sus colaboradores Giorgio Cesare, Diego gencia formativa sobre todo de los cuadros dirigentes y
De Castro, Arduino Agnelli, Guido Botteri, Cario ejecutivos provenientes de las clases altas y medias. El
Schiffer, Biagio Mario, Guido Miglia, Bruno Maier, control social en relación con las capas subalternas era
Livio Zeno, Tino Ranieri y Cario Ventura), que promo- sin embargo intentado a través del especial cuidado de-
vió un importante diálogo cultural entre las fuerzas po- dicado a los grados inferiores de la educación. La pro-
líticas triestinas que representaban la herencia del CLN pia burguesía liberal-nacional había considerado aten-
y darían vida más adelante a la línea de «centro- tamente la posibilidad de difundir, a través de la
izquierda»; Pagine Istriane; L 'Archeografo Triestino enseñanza y las actividades paraescolares y recreativas,
(que continúa todavía la época fundada en 1829 por su ideología social y nacional en clave antisocialista y
Domenico Rossetti y está dedicado sobre todo a estu- antieslava a nivel de pequeña burguesía y proletariado
dios de historia triestina coordinados y promovidos por italianos, dedicando una importante y cuidadosa aten-
la Societa di Minerva). También en este terreno se trata ción a este sector.
de un sector que había sido bastante activo a principios
de siglo (destaquemos al menos -entre todas las publi- La reforma Gentile y las sucesivas disposiciones re-
caciones de esa época- el Palvese, publicado en 1907, lativas a la enseñanza del régimen no sólo eliminarían
periódico que replantea casi como encrucijada la ima- progresivamente todos los posibles elementos positivos
gen de la vieja cultura triestina tardodecimonónica y -con todas las limitaciones que se quiera- del sistema
-al mismo tiempo- la nueva de los jóvenes: colabo- educativo anterior, como la obligatoriedad hasta los 14
ran en él, entre otros, Slataper, Saba, Benco, Pasini) e años, una cierta dosis formativa en el planteamiento ge-
incluso en años posteriores en diferentes frentes: re- neral de los programas o el peso específico concedido
cuérdese -además de los ya citados- también la Porta a la enseñanza técnica y científica, sino que también
Orienta/e, aparecido en 1931 con una línea cultural de- evidenciarían y exacerbarían los mecanismos de selec-
cididamente nacionalista. Pero hoy el sector muestra ción y discriminación, tanto en el aspecto social como
los signos de una crisis. Cerrados Umana y Trieste, en el nacional. Si los aspectos más generales de la ense-
agotadas en brevísimos espacios de tiempo experiencias ñanza en la Venecia Julia en la época fascista coincidie-
interesantes (como lo fue en 1947 la del Ponterosso, di- ron con los de la enseñanza italiana tras la reforma de
rigido por Giuseppe Menassé y en el que colaboraron 1923, el aspecto particular fue el de un progresivo desa-
-entre otros- Giotti, Cusin, Pincherle, Carolus L. rrollo de aquella política de «cerrazón» respecto a la es-
Cergoly o Maria Lupieri), hoy el panorama se presenta cuela eslovena que se había iniciado ya después del final
más bien exiguo aunque no carente de productos intere- de la primera guerra y que encontraría desarrollo en im-
santes. Junto al citado «Archeografo», de talante eru- portantes actuaciones como fueron, por ejemplo, el
dito y académico, se encuentran los Quaderni Giuliani R. D. de 1 de octubre de 1923 (el italiano como lengua
di Storia (órgano de la Deputazione Giuliana di Storia de «enseñanza»; el esloveno desclasado a segunda len-
Patria), Metodi e Ricerche («Revista de estudios regio- gua para los alumnos «alienígenas») y el R. D. de 22 de
nales», publicada en údine pero realizada con la cola- noviembre de 1925 (eliminación de toda forma de ense-
boración de diversos redactores de la Universidad de ñanza en lengua eslovena en la escuela).
Trieste), Most (una interesante revista eslovena que pu-
blica textos en bilingüe, dirigida por Ales Lokar); Qua- La historia posterior coincide con la más general de
lestoria (órgano del lstituto Regionale di Storia del la enseñanza italiana, para lo bueno y para lo malo, con
Movimento di Liberazione); el periódico e (de la Asso- la particularidad de que en Trieste coexiste un sistema
ciazione Culturale Franco Basaglia, dirigido por Piero doble de escuela italiana y escuela eslovena.
Del Giudice, que recoge sugerencias de la experiencia Diferente ha sido, por el contrario, la histori¡¡_ de la
de la psiquiatría democrática, la cual ha conocido re-
enseñanza universitaria que -planteada todavía en el
cientemente en Trieste una época de gran interés).
XIX y el XX como reivindicación política (un debate so-
Como se ve, se trata en gran parte de revistas científi-
bre la universidad italiana en Trieste ocupó a toda la in-
cas, medios de expresión de grupos de investigación an- telectualidad italiana; pero hubo también reivindicacio-
tiguos y recientes; sólo en pocos casos, de revistas mili- nes nacionales eslovenas) y no resuelta por Austria-
tantes de cultura o política cultural. encontró desarrollo posterior en el reconocimiento de
También por lo que se refiere a la enseñanza, sería dignidad literaria a la Scuola Commerciale Revoltella
posible un largo discurso comparativo entre principios (con decretos de 1920, 1921 y 1924) y más tarde en la
de siglo y el período posterior. Incluso en términos de fundación de nuevas facultades que se fueron añadien-
pura estadística, hay que recordar que la monarquía do poco a poco hasta formar un distrito universitario
habsburguesa había favorecido la situación de la ense- articulado como es actualmente. En estas últimas déca-
ñanza (articulación importante de institutos; escolari- das, la Universidad de Trieste -gracias también a la
zación relativamente elevada; impulso a acciones enca- dedicación y al prestigio de profesores y estructuras-
minadas a solucionar el problema del analfabetismo y ha conocido un crecimiento importante en algunos sec-
del cumplimiento de la obligatoriedad; difusión de la tores. Asimismo, gracias a ser punto de referencia para
instrucción secundaria y de la asistencia paraescolar; vi- estudiantes de toda la región, al igual que de otras ciu-
talidad de la escuela de las diversas comunidades; for- dades italianas y de numerosos países extranjeros, la
mación profesional de los profesores; impulso al traba- Universidad de Trieste es un pulmón vivo de la ciudad
jo coordinado; sistema de oposiciones y de evaluación y asegura intercambios y contactos que a menudo fal-
de las calificaciones, etc.) hasta tal punto que suscitaba tan en otros sectores. La política de programación cien-
interés -después de 1918- por parte de pedagogos tífica, desarrollada con muy amplias derivaciones na-
e inspectores de enseñanza enviados a las diversas cionales e internacionales, asegura también contactos
provincias. vivos a la ciudad y desarrollos de aperturas interesan-

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tes, además de iniciativas editoriales de prestigio. No es hace coincidir a veces toda la cultura triestina, la crítica
casual que precisamente organismos prestigiosos como y la historiografía pasan cuentas con el fenómeno
el Area per la ricerca scientifica e tecnologica, el Centro Trieste, con la cultura «de frontera» (utilizo el término
Internazionale di Física Teorica o la Scuola Superiore adoptado por Ferdinando Pasini) e intentan algunas
di Studi Avanzati -con la que la ciudad cuenta ahora aproximaciones definitorias. Y es también un hecho
para un aspecto de su propio desarrollo- hayan nacido que en 1924 -antes de los «descubrimientos» en el ám-
como consolidación de realidades prestigiosas de la ins- bito nacional de Svevo y de Saba- no existe todavía
titución universitaria. una imagen definida de la cultura triestina y de un posi-
ble denominador común. Léase, por ejemplo, la breve
conclusión (bastante escueta y genérica además de retó-
RAN parte de la re-

IDENTIKIT G sonancia que hoy


posee Trieste en
Italia y en el extranjero es
rica) del librito divulgativo-erudito de Baccio Ziliotto,
Storia letteraria di Trieste e del!'lstria (Trieste, 1924),
intento de trazar un panorama global de la cultura ju-
liana desde los orígenes hasta el siglo xx. Estas páginas
CULTURALES debida no sólo a la singu- ponían el acento sobre el valor esencialmente «nacio-
laridad de su posición y de nal» de esta cultura, mientras que el autor parecía bas-
su historia, sino sobre todo a la existencia -en ella- tante escéptico acerca de posibles contribuciones artísti-
de una literatura de excepción, una parcela especial de cas de Trieste a la literatura nacional. En las últimas
esta cultura, la más compleja y la más conocida, que líneas era recordada, sin embargo, una «generación de
parece haber interpretado de forma particularmente vanguardia» que había madurado «en silencio». Eran
eficaz la sensibilidad ligada a esta excepeionalidad y nombrados Silvio Benco, Cario Stuparich y -tam-
complejidad. De modo que, si por un lado pueden pa- bién- Ruggero (Fauro) Timeus y Scipio Slataper, con-
recer reduccionistas títulos como el de un estudio de siderados casi como talentos complementarios. Las
Magris («Les comes de la page ou la ville de papier», líneas conclusivas del perfil se centraban en el sacrificio
en AA. VV ., Portraits pour une ville, Milán, 1985, de estos protagonistas y en lo que habría podido nacer
pp. 12 y ss.; «La citta di carta» es también el título del de ello («Y a la tumba consagrada descendieron recon-
último capítulo de la segunda edición de A. Ara-C. Ma- fortados por la visión de un porvenir radiante»: p. 95).
gris, Trieste, Turín, 1987) o de un libro de Ernestina Ni una sola palabra sobre Svevo o sobre Saba, que evi-
Pellegrini (La Trieste di carta. Aspetti della letteratura dentemente no encontraban todavía lugar en un pano-
triestina del Novecento, Bergamo, 1987), éstos respon- rama que se componía estrictamente de imágenes pa-
den en realidad a un mito que ha conocido la traduc- trióticas y que, en esta línea, desarrollaba los rasgos de
ción quizá más eficaz de su dramática realidad fáctica una cultura dirigida por funciones dictadas por el com-
en las obras literarias. Traducción no reduccionista: al promiso de la «afirmación nacional».
contrario. Menos reduccionista de lo que han sido cier-
tas interpretaciones historiográficas, incluso literarias, Un panorama más vivo del problema de la relación
oficiales, que a menudo se han abandonado a la exclu- entre literatura juliana y cultura nacional sería trazado,
sivización privilegiada y acentuada (y por tanto reducti- en años posteriores, por un protagonista de la etapa vo-
va) de aspectos, mitos y tendencias particulares de su ciana, el trentino Ferdinando Pasini (que fue más tarde
historia. profesor de Literatura en la Universidad de Trieste), en
un artículo publicado en la revista triestina La porta
La ciudad -de tradiciones modernas recientes, lle- orienta/e, órgano de la Compagnia volontari giuliani e
nas de nuevas aportaciones que reivindicaban su paten- dalmati. En esta revista, que declaraba como una de sus
te de existencia, de presencia social, de consistencia y funciones la de ser portavoz de posturas «nacionales»,
enraizamiento en alguna de sus diferentes tradiciones, Pasini -en diciembre de 1932- publicaba el artículo
de sensibilidad compleja- encontraba en la escritura la titulado «Ufficio della letteratura in terra di confine»,
forma de un vínculo no efímero que prometía alguna donde se exponía el programa y las finalidades de una
consistencia no demasiado precaria. literatura como la juliana. En la primera de un amplísi-
Dentro de una común condición, muy trabajada y mo aparato de notas, Pasini recordaba que se trataba
resultante de aportaciones y vicisitudes complejas y a de un discurso ya planteado en 1914 por la Universidad
veces dramáticas, la cultura triestina ha registrado res- de Pisa, cuyo texto se había perdido y después reescri-
puestas diferentes, diversas por el carácter, el tempera- to. El artículo pretendía evidenciar las leyes que regulan
mento, ei talento, el conjunto de las ideas y de las posi- las relaciones que median entre literatura nacional y li-
ciones políticas y cultura]es y el momento específico en teratura regional. El proceso de relación entre regiones
que se sitúan las diferentes fases de la actividad. periféricas y nación era representado por Pasini en una
serie de fases diferenciadas: en primer lugar, la de la
En realidad, ese bloque indiferenciado y homogé- importación, la de una voluntad de documentar la pro-
neo, como ha sido a menudo considerada la literatura pia unión con el centro y con la patria; en segundo lu-
triestina del siglo XX , posee rasgos comunes, pero tiene gar, un proceso de exportación que, en muchos casos,
también dentro de sí diferencias nada despreciables. sería representado por la que Pasini define como «in-
Los rasgos comunes han sido analizados gradual- tensificación del pensamiento nacional. Y es una expor-
mente por una crítica literaria que ha procedido a defi- tación no dirigida hacia el interior, sino dirigida más
nir su corpus de referencia. No ha sido una operación propiamente al exterior, más allá de las barreras que
realizada en el momento oportuno, ni la cultura triesti- nos separan de otros pueblos». En cuanto a la literatura
na -hasta épocas recientes- ha estado siempre dili- reciente, se subrayaba la maduración de una generación
gente en la afirmación y relanzamiento de las propues- de jóvenes que «comenzaba a superar el período de la
tas de estos críticos. importación iniciando el de la exportación» . En una
acumulación demasiado rápida, en las páginas finales,
Es un hecho que, después de la etapa vociana, des- Benco y Slataper eran alineados con el trentino Giovan-
pués de la anexión de Trieste a Italia y el descubrimien- ni Costanzi, con los dálmatas Virgilio Paganello, Luigi
to de algunas grandes personalidades con las que se Bauch y Antonio Battara, con Biagio Marin y Cario

55
Michlastadter (¡sic!), con los istrianos Tino Gavardo, di "letteratura triestina"», en Dimensione Trieste.
Renato Rinaldi, Bruno Astori, Giuseppe Stefani, Gio- Nuovi saggi sulla letteratura triestina, Milán, 1987,
vanni Quarantotto e lginio Bassi, con el fiumano Mario pp. 21 y ss.), es el siguiente. Y merece la pena rescatar
Anghében y con el triestino Umberto Saba, del que se alguno de sus puntos cruciales para una comparación
alababa la mirada nueva sobre la ciudad y sobre la con el más conocido texto posterior:
vida. Era también citado, con especial entusiasmo,
¿Existe hoy una literatura triestina? Creo que sí.
Ruggero Timeus (que cruzaba su acero con «Angiolo Uno no peca de retórica o de regionalismo afirmando
[¡sic!] Vivante, e irrumpía con confiado arrojo contra que en los últimos treinta años ha aparecido en Trieste
todos los pero, los si bien, los quizá de una conciencia una familia de escritores, poetas y prosistas, diferentes
escéptica y ya enviciada). Pasini recordaba que se trata- pero de algún modo consanguíneos, secretamente con-
ba de un batallón de asalto, invasor y fiero, que venía juntados entre ellos [... ] Michelstaedter, Slataper,
«a sustituir a la generación de la defensa», y, en una Saba, Giotti, Svevo, Cantoni, Cario y Giani Stuparich
nota, remitía un poco a granel a algunos textos apareci- [... ] siente que entre ellos o entre algunos de ellos, exis-
dos después de 1928: entre otros, de Silvio Benco y te un parentesco, difícilmente nombra a uno, sin pen-
Giusseppe Marussig, Ettore Cantoni y Luigi San Gius- sar en otros. No basta con indicar una fácil comunidad
de cultura; escritores naturalmente bilingües, sufrieron
to, Giani Stuparich, Giuseppe Furlani, Virgilio Giotti, muy pronto a través del alemán influencias nórdicas,
Silvino Gigante, Aldo Mayer, Morello Torrespini, Er- fueron ellos los primeros en hablarnos no sólo de Heb-
manno Viezzoli, etc. In extremis, en la última nota al bel sino también de Weininger, de Strindberg o de lb-
texto (¡el artículo era de 1932!), había también una re- sen; más tarde, los primeros en escuchar a Freud. Y a
ferencia a Svevo. La recuperación de Svevo {«este hom- través de los eslavos, los triestinos limitaban natural-
bre es apenas un ensayo de las virtudes latentes en la li- mente con los rusos[ ... ]. ¿En qué medida participaron
teratura de las tierras de frontera») se producía sin los triestinos en la nueva y más viva literatura italiana,
embargo de forma más bien genérica y Pasini alababa tal como se manifestó, sobre todo en Florencia, alrede-
bastante impersonalmente e indirectamente («hoy, den- dor de los años de la guerra? ¿Cuánto les debió, en sus
corrientes menos simples y más profundas, el interven-
tro y fuera de Italia, se exalta a ltalo Svevo») la moder- cionismo? Nos lo dirá un día Silvio Benco, que no sólo
nidad del escritor triestino. Un grupo de «vocistas» y es el crítico autorizado de Tri este; es el más atento y re-
«nacionalistas» (como eran definidos, en otra nota, Ti- ceptivo talento de nuestras letras. Y nos dirá también
meus, Slataper, Stuparich, etc.) eran considerados por en qué medida la vida y la cultura de Trieste ejercieron
el contrario como los elementos sólidos conquistados su influencia durante muchos años sobre James Joyce,
por la propia cultura de frontera. Por lo demás, tam- hoy el más cenagoso, el más temible entre los escritores
bién el discurso más amplio sobre Svevo en un artículo europeos.
de Pasini de 1929 («Italo Svevo», en Annali del/a Estas afirmaciones -como recordó Maier- provo-
R. Universita degli Studi Economici e Commerciali di caron una encendida polémica en Trieste, donde Mi-
Trieste, 1, 1) se situaba por un lado sobre el trasfondo chele Risolo, director del fascista Popo/o di Trieste, ex-
de un marco de «energías» emergentes (donde se cita- presó su indignación por el «arbitrario» retrato de los
ban a granel nombres de escritores de nivel muy dife- escritores triestinos, insistiendo en el hecho de que éstos
rente); por otro lado, partía de la justificación de las no eran bilingües, que el alemán había sido una imposi-
razones que habían obstaculizado necesariamente ia ción de Austria y que en todo caso entre Trieste y los
consideración de Svevo en la literatura triestina ante- eslavos había una distancia considerable, que Joyce no
rior, vinculada a problemas políticos y 'nacionales. había sufrido influencias del ambiente triestino.
L primer esbozo o intento de comprensión unita-

E ria y de elaboración de un denominador común


para la generación literaria formada en Trieste
entre finales del XIX y principios del XX debía nacer, de
En cuanto a las afirmaciones de Pancrazi, hay que
decir que gozan todas de una cierta legitimidad (en un
sentido muy amplio) pero a condición de no verlas ni
como una prerrogativa exclusiva de los triestinos ni de
modo significativo, precisamente de la reflexión de un exagerar el denominador común ni de perder de vista
crítico toscano, Pietro Pancrazi, en páginas muy cono- las identidades individuales y una cierta amplitud de
cidas en los años de entreguerras, en las que se propo- miras al examinar determinadas motivaciones comunes
nía una fórmula generalizadora que alcanzaría gran y asimismo al advertir los peligros de generalizaciones
fortuna y resonancia en lo sucesivo: la de una «familia más radicales.
de escritores, poetas y prosistas, diferentes y de algún
modo conjuntados entre ellos» (se citaba a Michels- Diría que el perfil que Silvio Benco debía trazar de
taedter, Slataper, Saba, Giotti, Svevo, Cantoni y Cario la antigua y nueva literatura triestina en 1933 en Pegaso
y Giani Stuparich). Escritores todos, afirmaba Pancra- (la revista dirigida por Ojetti de la que Pancrazi era se-
zi, entre los que existía un parentesco que se definiría cretario de redacción) estaba bastante menos orientado
tanto a través de «afinidades aparentes» como a través hacia la búsqueda de estas motivaciones y condicionan-
de una «vena más íntima», es decir «un parentesco más tes comunes. Partía, en realidad, de una réplica enun-
verdadero». ciada con claridad meridiana desde el principio: «Mu-
chos contemporáneos, sacándola a colación (la cultura
El parentesco más íntimo se volvía a encontrar en triestina) a propósito de Italo Svevo, manifiestan creer-
un común (y más acentuado que en el resto de la tradi- la hija reciente de no sé que enlaces matrimoniales
ción italiana) «malestar moral» . italo-alemanes o italo-eslavos: no hay concepto más
En realidad el texto de Pancrazi que hoy puede leer- equivocado que éste». El capítulo final del panorama
se encabezando el ensayo sobre Giani Stuparich triesti- trazado por Benco, titulado «L'ora nuova», pretendía
no (en «Scrittori d'oggi», Serie seconda, Laterza, Bari, señalar con tintes claroscuros el crecimiento de una
1944, pp. 103-104) resulta ser la manipulación posterior nueva literatura con indicios interesantes y recordaba
del texto de un artículo del Corriere del/a Sera del16 de también los comienzos del primer Saba y el «dolor hu-
junio de 1930 («Scrittori triestini»). El texto del artícu- mano del poeta» que, ciertamente, constituía la «voz de
lo, retomado recientemente y analizado por Bruno un "hombre nuevo"» llegada por primera vez a la poe-
Maier («Una discussione degli anni Trenta sul concetto sía italiana desde Trieste. Pero quien le parecía a Benco

56
haber sentido -mejor y más que los otros- el «espas- civilización marcada -sumado todo- por un espíritu
mo de la ciudad» de forma muy «diferente a la del irre- de afabilidad y conciliación, además de bienestar mate-
dentismo industrioso y contemporizador de hace sólo rial. Y Trieste es presentada bajo la luz de una ciudad
pocos años» era el«osado» y «divino joven», Slataper, agradable y festiva, donde -entre otras cosas- las di-
que sentía poéticamente, como ningún otro, «la belleza ferencias nacionales raramente llevarían a tomas de po-
dramática de aquella ciudad disputada por imperios, sición ofensivas, a ironías y odios recíprocos. Al dibu-
por estirpes, por concepciones opuestas de todo el jar el panorama cultural, Bazlen ironizaba también la
acontecer histórico» . En este sentido, según Benco, la costumbre de la burguesía italiana de recorrer a osten-
literatura tries tina debía contribuir, ahora finalmente taciones toscanas y tradicionales, el sentimiento de su-
de modo original, al desarrollo de la literatura italiana perioridad madurado por la propia burguesía en rela-
con un Slataper junto al que se recordaban las probatu- ción con los eslavos, la habilidad de Austria de
ras todavía juveniles e inmaduras pero premonitorias conceder todo (excepto la Universidad: error de Austria
de Carlo Stuparich y Enrico Elia, el «feroz ascetismo y habilidad de los irredentistas: si Austria la hubiese
del pensamiento» de Michelstaedter y el trabajo de Sve- concedido, éstos no habrían tenido a su alcance un ar-
vo, el «descubridor de desconocidos archipiélagos del gumento de agitación), la falsedad del lugar común de
alma humana». Trieste como «crisol», que hacía que los triestinos se
sintieran orgullosos de él como de un honor: «[ ... ]
ODO un encuadramiento interpretativo (implíci-

T to y explícito) de la nueva cultura triestina de


este período debería desarrollar (o iba ya desa-
rrollando) una lectura en clave «internacional» o
El crisol es aquel utensilio en el que metes todos los
elementos más dispares, los fundes, y lo que sale es
una fusión, homogénea, con una igual distribución de
todos los componentes y con características constantes
«europea» de la cultura triestina reciente y articularía -ahora, en Trieste, que yo sepa, no se ha producido
el descubrimiento de una «línea» triestina sobre esta jamás un tipo fundido [... ]-. Gente con premisas dife-
base, pero con amplitud de perspectivas. En este reco- rentes, que debe intentar reconciliar lo inconciliable,
nocimiento, la cultura florentina de entreguerras juga- que naturalmente no lo consigue, y salen tipos extra-
ría un papel nada despreciable. Hasta demasiado natu- ños, aventureros de la cultura y de la vida, con todas
ral resulta la alusión al fundamental capítulo solariano, las frustraciones más extrañas y más atormentadas que
sobre el que se ha escrito mucho durante estos últimos derivan de un planteamiento como éste[ ... ]. Y como no
años. El discurso de Salaria no versaba directamente existe un único tipo triestino, no existe tampoco una
sobre la cultura triestina ni hubo de desarrollarse sólo cultura creativa triestina; crear una obra homogénea
a través de artículos críticos. Más bien, como por lo que con semejantes premisas habría sido imposible[ .. . ]. La
se refiere a las otras posturas críticas y programáticas singular disensión entre dos planteamientos culturales
asumidas por la revista, hay que recordar que aquél diferentes se comprueba especialmente en un poeta
-más que a través de una serie de artículos- era ex- triestino, Teodoro Daubler [... ]. Una visión cultural
presado a través de la propuesta de textos. cósmica de río sin orillas, y por otra parte una necesi-
En cualquier caso un episodio capital de Salaria por dad de formas restringidas, ampulosas [... ]. También
lo que respecta a la suerte de la cultura triestina en la Trieste ha dado otro ejemplar interesante: Halo Svevo,
literatura italiana lo constituye la publicación de los dos judío triestino educado en Suabia [...], con una obra
números extraordinarios, muy conocidos, dedicados que ha sido una de las escasas aportaciones vivas [.. .]
respectivamente a Saba (mayo de 1928) y a Svevo que la literatura italiana ha dado a la Europa fin de sie-
(marzo-abril de 1929) que marcan un hito en la acepta- cle [... ]. Por tanto, aunque Trieste no ha dado grandes
ción italiana e internacional de los dos escritores. valores creativos, ha sido una óptima caja de resonan-
cia, ha sido una ciudad de una sismograficidad pOco
Estas aportaciones (las más abiertas y nuevas) fue- común».
ron muy valiosas para desarrollar de forma original la El retrato de la ciudad y de la cultura es indudable-
idea de la consistencia histórica de una cultura, circuns- mente tendencioso (ni una sola palabra, por lo de-
crita en el tiempo y con límites definidos, que presenta- más, sobre Saba). Pero es un retrato -en algunos
ba rasgos de afinidad pero también diferencias y desni- aspectos- lúcido, de hombre de cultura que ha com-
veles. Mientras que por diferentes razones Benco y prendido algunos puntos dificultosos y fundamentales
Quarantotti Gambini negarían la ligazón comunitaria de la vida también (aunque no sólo) cultural triestina y
entre los diversos sectores por razones de nacionalismo que ha querido afrontar ciertos tabús, algunos temas
crítico, para subrayar por el contrario con más ahínco generalmente ocultados, abordándolos con mucha iro-
el vínculo con la cultura italiana (cfr. sobre este punto nía. Pero, quizás, en su tendenciosidad (que viene a
B. Maier, «"Letteratura triestina": storia di un concet- afirmar paradójicamente que no existe <<Una cultura
to critico», en op. cit., pp. 19-20), la producción crítica triestina»), Balzen quiso sobre todo recordar (y éste es
desde la segunda postguerra hasta hoy se ha aplicado en el mensaje que subyace en el fondo) el tormento y las
diversos grados en profundizar y precisar esta línea. contradicciones de una situación compleja, las disen-
Para no caer en el listado me referiré únicamente a al- siones y las dislocaciones de una cultura que ha presen-
gunos, pocos, ejemplos capaces de sugerir direcciones tado a menudo características que contrastaban con
y desarrollos diferentes en la interpretación de la cultu- el panorama de las letras italianas, basadas en rasgos
ra y literatura triestina del siglo xx. que difícilmente pueden encajar en el marco general
En primer lugar, las páginas de Bobi Bazlen titula- normal.
das «lntervista su Trieste» (publicadas en Note senza Muchos años después y con una óptica diferente,
testo, cit., a cargo de R. Calasso, Milán, 1970, pp. 131 que fijaba el objetivo sobre todo y directamente en los
y ss.): páginas referidas, por lo que sugiere una nota, «escritores», Bruno Maier («Condizione della letteratu-
«a los años inmediatamente posteriores al final de la se- ra triestina del Novecento», en L 'Approdo letterario,
gunda guerra mundial», páginas llenas de brío e inteli- 9, n. s., a. VI, enero-marzo de 1960, pp. 5 y ss.) trazaba
gencia, en las que la imagen del Imperio y de su civiliza- una síntesis que privilegiaba los temas característicos
ción se presenta bajo una luz favorable y cordial: una comunes, los nexos y las concomitancias. Establecía a

57
comienzos del siglo XX la fecha de nacimiento de un¡¡. que señalar como la introducción en Trieste (en un de-
cultura específicamente «triestina», con características terminado ambiente burgués y en algunos escritores)
propias dentro del ámbito de la literatura nacional y del psicoanálisis. Sobre este tema específico hay que
«resueltamente diferenciada de la anterior literatura ju- recordar antes que nada un artículo bastante riguroso
liana, directamente tributaria, en un ámbito provincial («Saba e la psicanalisi», en Pietre, Génova, junio-
y en una condición de epigonismo y de atraso, de la lite- agosto de 1981) que sintetizaba, fijaba y desarrollaba
ratura nacional». Y se hacía coincidir esta fecha de co- ciertas observaciones, recordando cómo no sólo Trieste
mienzo con la renovación promovida en Florencia por no había sido la primera ciudad italiana en la que había
la Voce, a la cual, por otra parte, habían contribuido habido un interés por el psicoanálisis (puesto que ya an-
los triestinos (colaboradores o simplemente próximos al tes -en la primera década del siglo- otros estudiosos
periódico), ofreciendo -con actitudes que ya se habían de otras ciudades habían debatido sobre él), sino tam-
dado antes de la aparición de la revista- el apoyo a bién las razones por las que el propio psicoanálisis ha-
una línea existente en la publicación: la de la «literatura bía podido penetrar en el ambiente culto de la ciudad
como "vida" y como riguroso compromiso humano y ya antes de la primera guerra (Edoardo Weiss; Halo
ético; seriedad y sinceridad; problematización e intros- Svevo) y había podido arraigar en la primera postgue-
pección; anticonformismo y antiacademicismo». El rra y en especial en el ambiente judío: «Para la burgue-
ejercicio de las letras en Trieste en esta nueva acepción sía triestina irredentista la "rendición" había ido acom-
era reconducido a la condición de un «alma» ciudadana pañada por decepciones especiales: la crisis económica,
en un nuevo sentido, a una inquietud romántica, altor- aun prevista y aceptada, resultaba quizá más grave, y
mento de una ciudad que, slataperianamente, quería más difícil de soportar, de lo que se había imaginado,
ser «crisol» de civilización, punto de encrucijada: una y además Italia, soñada como patria de la libertad, se
literatura, por tanto, qué situaba al hombre y sus con- iba hundiendo en la pútrida ciénaga del fascismo. Qui-
flictos internos y externos en el centro de la atención: zá también por ello el psicoanálisis era saludado como
un proceso ya definido en el primer Svevo y que fue una posibilidad de evasión, un modo de burlar la absur-
poco a poco desarrollándose más adelante sobre los pa- da "realidad" presente y de considerarla como una
rámetros de la «verdad», de la «honestidad» y de la grotesca fachada de necias ambiciones, de impulsos
«humanidad». agresivos irracionales, de inútiles deseos de superación,
que enmascaraban todo un conjunto de instintos y te-
N cualquier caso, Maier -que posteriormente

E retomaría y desarrollaría este tema y los proble-


mas relativos a él en otros muchos artículos y
aspectos particulares de esta cultura- ponía en guardia
rrores infantiles y animalescos, de sentimientos de infe-
rioridad inconscientes. Finalmente, existía entonces en
Trieste una comunidad judía numerosa y en conjunto
más bien culta; y casi todos los triestinos que se apasio-
contra el posible achatamiento del panorama en un naban por el psicoanálisis eran judíos o medio judíos,
cuadro simplificador: «Y sin embargo no hay que for- animados por un fuerte espíritu anticonformista, por
zar los términos de "ciudadela" y de "tradición", has- una notable propensión a aceptar puntos de vista nue-
ta el punto de hacer de ellos algo cerrado y necesaria- vos y revolucionarios». Un «ciclón», el descrito por
mente angosto; y esto, en primer lugar, porque los
Voghera, que tuvo su cima en los años veinte y -como
poetas y narradores más representativos de la literatura dice el autor- «no fue más allá de ciertos ambientes
triestina poseen una fisonomía [... ] europea [... ] y en restringidos». De cualquier forma, una relación que
segundo lugar porque algunos autores que se consoli- -directa o indirectamente- tuvo repercusiones nada
dan en la segunda postguerra están ampliando el ámbi-
despreciables sobre el núcleo más avanzado de la cultu-
to de la tradición de Trieste, abriéndolo fecundamente ra triestina, al menos en el modo de considerar dinámi-
a las nuevas aportaciones de nuevas corrientes espiri- camente -también desde fuera de la observancia de la
tuales y artísticas»: un aparente agotamiento que, en doctrina y de la ortodoxia freudiana y junguiana, inclu-
realidad, mostraba que, llevado a término el compro-
so únicamente en términos de sensibilidad genérica ante
miso histórico de «bisagra entre Italia y Europa», la li- lo profundo y la problemática psicológica- el universo
teratura triestina continuaba «su vida en los itinerarios mental y las complejas articulaciones de la psicología
individuales de los diferentes autores». y del comportamiento humano, dividido entre coac-
En la perspectiva indicada, el perfil de Maier, por ciones, condicionamientos e impulsos conscientes e
tanto, planteaba también un problema de periodización inconscientes existentes en el individuo.
del siglo xx triestino: entre un período de epígonos de Si ya esta óptica sirve para establecer ciertas distin-
la literatura del XIX que se entrelazaba con la nueva y ciones en la configuración de la cultura literaria entre
más caracterizada forma -que tenía sus raíces ya en la los años diez y los años veinte (y siguientes) del siglo,
segunda mitad del siglo XIX con las dos primeras nove- otro escrito de Voghera («Letteratura e Trieste», en 1/
las de Svevo- y una segunda postguerra y décadas pos-
Ponte, enero-febrero de 1971, ahora en G/i anni de/la
teriores caracterizadas por la apertura a otras experien- psicanalisi, cit., pp. 105 y ss.) aborda más directamente
cias europeas e italianas: de Moravia (0. Honoré el problema -que ha sido puesto a debate- de la pe-
Bianchi) a Dostoyevski y Mann (E. Bettiza) pasando
riodización de la cultura triestina del siglo XX. En este
por García Lorca y Éluard (S. Miniussi). importante escrito, Voghera recuerda cómo, a princi-
Giorgio Voghera, en una convincente contribución pios de siglo, Trieste era paradójicamente y al mismo
al tema, se detendría en este problema de la periodiza- tiempo ciudad culturalmente atrasada y cosmopolita,
ción. En una amplia serie de artículos (algunos reedita- abierta, dotada de una clase culta formada por gentes
dos en la antología G/i anni de/la psicanalisi, Pordeno- procedentes de diversos países: una ciudad donde se
ne, 1980: me refiero especialmente al artículo que da leía a los clásicos de las diferentes naciones, al mismo
nombre al libro) Voghera analizó con elegancia e inteli- tiempo que eran «asimiladas también en profundidad
gencia algunas de las facetas más cualificadoras del si- tendencias literarias más modernas» : «Balzac, Nietzs-
glo xx triestino en su aspecto literario: por un lado, la che, algunos novelistas del XIX alemán, por dar sólo al-
relacionada con la presencia del elemento judío en la gún ejemplo, eran más "de casa" en Trieste que en Mi-
cultura triestina de este siglo, por otro lado la que hay lán, Florencia o Roma. Y no hay que olvidar que los

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triestinos leían en magníficas traducciones alemanas a vos. ¡Pero no todos!»). Por otra parte, la afirmación
los grandes narradores rusos, a lbsen, etc., bastantean- del «hombre» como centro de la nueva cultura, ante-
tes de que se dispusiera de traducciones italianas, y a puesto a cualquier literariedad. Las tesis de Slataper
menudo incluso francesas, mínimamente decentes». Y, eran colocadas por Marin en el centro de su trabajo,
junto a esto, el autor recuerda también el peso determi- más bien en el punto de partida, al considerar a Sla-
nante de la escuela austriaca, el paso de cierta psicolo- taper como elaborador del manifiesto de la literatu-
gía judía. En cuanto a la determinación de rasgos afines ra triestina del siglo xx, que tenía a Svevo y Benco
en la cultura triestina, más allá de esos datos comunes -además de Michelstaedter- como precursores y se
de un milieu y de una experiencia histórica particular, extendía hasta Quarantotti Gambini y Tomizza: con el
Voghera subraya sobre todo las enormes diferencias in- malestar moral y la problematicidad (indicados por
dividuales y la dificultad de encontrar un espíritu co- Pancrazi) como características peculiares, con el antia-
mún si no nos conformamos con observaciones en el cademicismo como contraseña (por lo que -para
ámbito de la forma, del lenguaje o del contenido. Si Marin- la literatura tries tina es toda ella «vociana») y
acaso, se identifican como rasgos comunes el rechazo con la búsqueda de la italianidad como indicador privi-
-en la mayor parte de los escritores más conocidos- legiado: «He aquí la última verdad -ya implícita, sin
del énfasis y la redundancia, del amaneramiento y la embargo, en la definición que de la triestinidad había
abstracción; el rechazo del interés (derivado también de ofrecido Pancrazi-: somos diferentes porque durante
las tesis de Croce) por la forma; la atención mostrada siglos y siglos hemos luchado por ser italianos, pero de
a los contenidos; la consideración de la forma como an- una italianidad afirmada con valentía contra los otros
cilla substantiae; el culto por la verdad, la honestidad, pueblos que querían hacernos perder el alma. Nuestra
la seriedad; la propensión al autobiografismo y a la italianidad es, ante todo, una alta exigencia moral».
profundización psicológica; la atención a la infelicidad
individual como síntoma de una infelicidad más general En esos mismos años y en los siguientes ha tenido
(por eso, recuerda Voghera, Trieste ha sido definida lugar la actividad de una crítica literaria que ha proce-
como «ciudad leopardina»); un cierto espíritu kafkiano dido a definir el corpus de los escritores triestinos del
y freudiano existente ya antes del conocimiento directo siglo xx y a sistematizarlos y analizarlos en su poética
de Kafka y de Freud (en los comienzos de Svevo). En y en su trayectoria. En particular, el mayor esfuerzo
cuanto a la relación con la Voce, Voghera subraya no por trazar un perfil global de la cultura italiana en
sólo cómo se trató de una de las manifestaciones del Trieste lo representó el amplio prólogo (un volumen
contacto que los escritores italianos de Trieste busca- dentro del volumen) de Bruno Maier a Scrittori triestini
ban mantener con los círculos literarios italianos («mo- del Novecento, editado por cuenta del CCA en Trieste
vidos a menudo más por sentimientos patrióticos que en una segunda edición (1968) mucho más completa
por una necesidad íntima de enriquecer su propio mun- que la anterior. En esos mismos años sesenta y poste-
do poético»), sino también el sustancial extrañamiento rionrtente, época en que el conocimiento de la cultura
de algunos de los más conocidos escritores (Svevo, triestina y de la cultura centroeuropea encontrará una
Saba, Giotti) respecto a este movimiento. difusión mayor en Italia y en el extranjero, aumenta
también la bibliografía de estudios sobre Trieste y la
OR otra parte, Voghera recuerda asimismo cultura triestina publicados en Italia y en el extranjero .

P -como dato especial del cambio de rumbo de


la cultura literaria triestina- la llegada de una
«literatura del exilio», obra de escritores istrianos o li-
Y en Trieste se siente más viva la exigencia de una valo-
ración más global de las diferentes formas de la cultura
triestina. Una colección publicada por la Provincia de
burnos o dálmatas que - en algún caso- sufrieron la Trieste (en colaboración con la Facultad de Letras) pre-
influencia de la «vieja literatura triestina», inmersa, sin veía - entre otros- una serie de volúmenes que debería
embargo, en un «substrato psicológico y cultural» dife- abordar la literatura en Trieste en tres textos dedicados
rente del de la antigua intelectualidad triestina, que se respectivamente a la cultura italiana, a la eslovena y a
había desarrollado en general al margen de la influencia la alemana (los tres únicos publicados hasta ahora),
véneta. De esta nueva literatura, Voghera subraya tam- junto a los que estaban previstos otros estudios sobre la
bién una tendencia positiva a mirar más allá de la nos- vida teatral; lengua, dialecto y sociedad; las culturas de
talgia y la melancolía, rechazando actitudes revanchis- las comunidades nacionales religiosas; la cultura cientí-
tas y en algún caso (Tomizza) trabajando por establecer fica; las tradiciones populares en ambiente urbano; la
contactos y reconciliaciones entre italianos y eslavos. vida musical; las artes figurativas; el periodismo; las
instituciones educativas: una serie de instrumentos para
Diferente es la lectura de síntesis de la cultura tries- la escuela; en realidad, un pequeño proyecto para un
tina del siglo XX efectuada por Biagio Marin («Qualche estudio global y articulado de la vida cultural en
appunto sulla storia e sull'anima di Trieste», en VV. Tri este.
AA., Le bianche case al/a riva, Génova s. f., pero 1971,
pp. 22-28), que desde el principio cuestiona la afirma- Signos de insatisfacción y de búsqueda de un plan-
ción de Slataper según la cual la ciudad tendría un teamiento del panorama distinto se podían advertir des-
«alma fría [...], un alma sólo mercantil». Marin subra- de diferentes sectores: querría recordar al menos las
ya más bien «su secular combate por salvar la propia palabras polémicas con las que -recientemente- Ar-
autonomía», llegando a ofrecer a Italia un «valioso ca- naldo Bressan no sólo ha subrayado como característi-
pítulo de su literatura del siglo XX» al final, en respues- ca de la literatura triestina del siglo xx una ignorancia
ta «a todos los que cuestionaban su italianidad». Ma- básica, si no demonización (incluso en los casos de estu-
rin, por tanto -también en términos de substrato-, diosos más abiertos), de la cultura y de los escritores es-
refuerza sobre todo la italianidad de esta cultura, que lovenos, sino también cómo -en los estudios sobre la
sería evidente ya en el uso tenaz de un dialecto véneto literatura «triestina», italianos y extranjeros- está
(«Ya el uso general en Trieste del dialecto véneto era ausente toda referencia a escritores que no sean de len-
una gran victoria italiana»): un dialecto que se imponía gua italiana. De entre los que rompen esta concepción
en todos los numerosos estratos de población que allí monolítica y separada, además de la iniciativa de la
existían («Sólo resistían· a la fascinación por él los· esla- Provincia de la que se ha hablado, que tuvo su inicio

59
en 1980 (pero el proyecto retoma impulso el año pasa- no sólo como individuos sino como grupo» (para las
do), hay que recordar -como ha hecho Arnaldo citas anteriores, cfr., Tries te, cit., pp. 14-16).
Bressan- el libro de Ferruccio Folkel y Carolus Cer-
goly, Trieste citta imperiale (Milán, 1983), que pretende De ello deriva la singular consecuencia de una ciu-
plantear al lector una especie de «Contrahistoria» (de dad donde italianos y eslovenos viven «una relación de
una Trieste vista habitualmente desde la óptica oficial separación», donde no existe un «natural pluralismo
italiana y nacionalista) y el perfil realizado por Angelo lingüístico y cultural» (p. 43), y donde por el contrario
Ara y Claudio Magris Tries te. Una identita di frontiera la «multinacionalidad cultural» aparece como un «he-
(Turín, 1982), ahora reimpreso (1987) en una segunda cho sobre todo de élite, unido a un especial humus fa-
edición que en realidad es una nueva edición a todos los miliar, cultural y profesional; es la excepción y no la re-
efectos. Sintomáticamente, las nuevas aportaciones (in- gla» (p. 45). Un asunto, por tanto, que concierne a la
cluidas en publicaciones o estudios recientes o todavía cultura, la cultura triestina centroeuropea.
en curso) contemplan precisamente la investigación Por la específica sensibilidad e intereses culturales
desde el área política y -también en la vertiente de uno de los dos autores, el germanista Claudio Ma-
literaria- la relación entre culturas diferentes en la gris, se concede en el estudio un tratamiento especial a
Trieste moderna. Sobre todo tras su reciente revisión, la relación con las recientes tradiciones culturales cen-
Trieste de Ara y Magris revela algunas novedades sus- troeuropeas, a los procesos (como en el exquisito análi-
tanciales de planteamiento: el esfuerzo por considerar sis sveviano) de «desarticulación de la totalidad y del
los recorridos de la historia y de la cultura, una actitud gran estilo clásico» , y a los itinerarios de la crisis («Sve-
tendencialmente disponible a la ruptura de muchos ta- vo es el escritor postmoderno que quizá mejor que cual-
bús en el debate de problemas candentes de la historia quier otro ha comprendido el crepúsculo del sujeto in-
local, un gusto claro por la distinción de valores, cali- dividual», p. 83).
dad y relevancia de autores y obras. En el panorama li-
terario podría decirse que domina la «función Slata- ON estas premisas, es lógico que la historia lite-
per», el papel asignado en dicho panorama no tanto al
escritor como tal, como, principalmente, a su progra-
ma y actitud frente a la realidad:
C raria y cultural posterior -aunque llevará los
signos claros de esta herencia (hasta hoy)-
posea (a los ojos del ensayista) los caracteres de una
grandeza derivada del reflejo de esta problemática ar-
Trieste es un concentrado del imperio, está hecho quetípica, y -por otro lado- los de una progresiva
de contrastes y sucumbe con cada solución unívoca de pérdida del «aura», de caída de aquella condición de
los mismos, pero colabora, con heroico y tortuoso epicidad contradictoria que la había animado en el mo-
autolesionismo, a esa solución, es decir, al propio de- mento más alto tan bien definido en la última cita que
clive; vive del conflicto entre su significado histórico- se ha recogido .
económico, unido a su pertenencia al imperio, y la as-
piración irredentista, que aspira a la separación del im- En el panorama global de estos últimos años, los as-
perio y al acabamiento de la propia peculiaridad. pectos de enclaustramiento entre las diferentes compo-
Y este irreductible extrañamiento de todo y de sí nentes (por otra parte ya señalados al comienzo) pare-
misma, aunque demasiadas veces alardeado y ostenta- cen acentuarse y son subrayados por su hosquedad
do , ha conferido a Trieste, y en particular a su literatu- (p. 188). La crisis de la ciudad aparece como la causa
ra, su significado ejemplar, su valor de modelo en un que preside (y no se puede no estar de acuerdo) el an-
mundo consagrado al extrañamiento creciente. Slata-
per, que niega la cultura provincial que le precede, pre- quilosamiento, la fijación en formas crónicas y osifica-
tende con ello, inconscientemente, destruirla; desde das de la «triestinidad» literaria, de los topoi centroeu-
este punto de vista la reacción visceral y municipal con- ropeos . En este sentido, el libro contiene también una
siguiente es justificada. Además sueña con fundar e precisión autocrítica: «El mito habsburgués [... ] se con-
iniciar, en aquel terreno limpio de despojos, una cultu- vierte en un punto de referencia central de la triestini-
ra nueva, mientras él mismo -y con él los demás escri- dad, una clave esencial de su imaginario; no es casuali-
tores triestinos, incluso los grandes como Svevo y dad que el término adquiera su éxito en el libro
Saba- expresa, con su vitalidad, la poesía que nace de publicado en 1963 [.. .] que construye la idea del mito
la agonía y del fin de una cultura, no de su comienzo, habsburgués por negación y sustracción, evocándola
la verdad que se desvela y se configura -es decir,
nace- en el ocaso y en la muerte . [...] Slataper es de aparentemente para desmitificarla y en realidad ocu-
origen eslavo, como su nombre indica, pero se encuen- pándose de ella a través de la impugnación» (p . 191).
tra distanciado del mundo eslavo; es, por ciertos ver- En este contexto se señala también una literatura «más
sos, alemán de formación, pero se siente diferente de auténtica y más autónoma», en la que la «ciudad es un
los alemanes, debe aprender su lengua y al final se los trasfondo autónomo y callado, una inquietud que pres-
encontrará enfrente en la guerra; es un italiano, pero ta imágenes y analogías a una condición existencial hui-
de algún modo un italiano especial. Su identidad la diza, secreta y desgarrada por una precisa consciencia
puede encontrar en la literatura, es decir, en la expre- política» (sobre Renzo Rosso). Y, después, la aporta-
sión dada al fantasma poético de su vida, a su imagina- ción a la literatura italiana -a través de Tomizza- de
rio; la triestinidad existe en la literatura, su única
auténtica patria, de otro modo no localizable de forma un «sanguíneo territorio interior eslavo-véneto».
definida. Y, continuamente, numerosas imágenes estereotipa-
das de Trieste. La historia se desmenuza en crónica, y
De ahí una afirmación que es también una clave de los mejores fragmentos son los que reproducen las más
lectura del libro y de su armazón ideológico: «De tal lejanas ambivalencias y fracturas: como Mattioni, que
modo la literatura alcanza un valor existencial, una ra- es definido como «poeta de la alienada vida contempo-
zón de vida que no quiere ser confundida con el ejerci- ránea pero también de su inefable seducción», escritor
cio literario. La anti-literariedad de los triestinos de la «nacido también él de la antigua escisión». La condi-
que tanto se ha hablado, es la actitud de hombres que ción cultural general de hoy en día de Trieste es, por
demandan a la escritura no belleza sino verdad, porque tanto, una vez más (como en los inicios) considerada no
para ellos escribir quiere decir adquirir una identidad, como síntesis e interacción (la perspectiva del «crisol»),

60
sino como «hacinamiento [... ] mera adición y alinea- ción del «no-tiempo triestino, de su mosaico heterogé-
miento heterogéneo de opuestos irreductibles y particu- neo e inconexo», del «ocaso de la vieja Europa que es-
lares en huida. Sin embargo, sólo del caos, de la pérdi- pera continuamente que llegue su hora». Una imagen
da de un nexo, de la disociación, puede surgir una que se vuelve a dar bastante eficazmente en el otro es-
realidad que es espejo de una condición humana gene- crito citado, el del catálogo de la exposición sobre
ral; un microcosmos que, a escala reducida, reproduce Trieste en el Centro Pompidou (1985-1986), donde
la babel moderna, así como el beneinander, la coexis- Trieste se convierte en una «ciudad que no existe y don-
tencia heterogénea, es también el estilo a través del cual de se tiene la impresión de encontrarse en todas partes
el arte de vanguardia reproduce y denuncia la plurali- y en ninguna» y donde el «café sería el mejor lugar para
dad irreconciliable de un mundo -de todo el mundo en conmemorar» el mundo después de su final (p. 17).
desorden» (p . 201).
Un panorama que se puede compartir o no, pero del
Una situación que sin duda podría ofrecer ventajas: que no se puede negar la sugestión y la organización
«Trieste es un intérieur, estimulante para quien sepa (¿por qué no?) literaria de la imagen que debe sustentar
adivinar en su aura los signos de la crisis general de la literatura como placer supremo de un panorama de-
identidad y para quien sepa aprovechar la libertad que finido precario, en decadencia, si no directamente in-
ofrece el intérieur: libertad de vagabundear y de des- existente: y sin embargo -en paralelo- también un
cansar, de meditar y de callar» (p. 202). panorama fenomenológico que mientras tanto se ha ido
STE panorama realizado por Ara y Magris, tan enriqueciendo con hechos antes negados a la crónica li-

E rico y lúcido, contiene al mismo tiempo los ca-


racteres del marco histórico y del perfil psicoló-
gico: al aproximarse a nuestros días el último aspecto
teraria de Trieste: algunos de los cuales son apOrtacio-
nes de años recientes, introducidos por nuevas publi-
caciones, congresos (por ejemplo el del Gabinete
«Vieusseux» del 83, dedicado a los Intellettuali dijron-
prevalece: el retrato interior de atmósfera, el itinerario
existencial. Y Trieste, en páginas realmente sugestivas, tiera, organizado espléndidamente e introducido por el
asume el papel de escenario, trasfondo, interior, clima, fiumano Marino Raicich) o debates de estos años .
espacio literario, caja de resonancia de la babel y de la Y también es un hecho a tener en cuenta que Ara-
desorientación universal. El escenario de una vivencia Magris organizan su panorama en torno al tema de la
dramática se convierte en personaje o en espacio escéni- «identidad de frontera»: por tanto una óptica muy pre-
co literario. Lo que, por lo demás, se encuentra con cisa y «contemplada». La conclusión podría ser que el
más nitidez en dos escritos de Claudio Magris, asimis- «crisol», que estaba implícito en algunos intelectuales
mo muy sugestivos (con las características de una preci- que expresaban su multiplicidad y complejidad a prin-
sa página narrativa: además Magris, no por casualidad, cipios de siglo, que era el intento de una síntesis a través
ha iniciado recientemente -con Danubio- el camino de la escritura, permanece como tal al final de este
de una narrativa llena de cadencias ensayísticas y de itinerario, en una ciudad donde los entendimientos y las
una ensayística narrativa): «1 luoghi della scrittura: confrontaciones han sido intentados pero sin resulta-
Tri este» (en !taca e oltre, Milán, 1982) y el ya citado dos sustanciales, donde el pasado y el presente y las di-
«Les comes de la page ou La ville de papier», que reto- ferentes tensiones se encuentran presentes pero no com-
ma algunas argumentaciones del anterior. También penetradas. Donde la escritura, que era un placer
aquí el personaje y la función Slataper se hallan en el más vigoroso y contextualizado en la primera mitad del
centro de la óptica de Magris sobre Trieste; también siglo XX, se convierte ahora en un placer un poco soli-
aquí la literatura, es decir la «poesía», se convierte en tario, de café.
el instrumento para decir «lo que no se logra definir de
forma explícita, contar las contradicciones irreconcilia- No se puede no compartir ciertos pesimismos de
bles sin intentar resolverlas, dándoles así cuerpo y ha- este panorama (más bien, a otros niveles, se podría ser-
ciendo de ellas una razón de vida [... ] Trieste se con- lo aún más: p. ej., sobre el futuro económico, sobre la
vierte en una ciudad de escritores, grandes, mediocres frustrada integración regional, etc.).
o malogrados, porque los contrastes que anulan o para- Ciertamente el panorama tiene el valor de subrayar
lizan su historia inducen a creer que sólo escribiendo , el papel conductor que la literatura ha representado y
expresando esta situación, se puede dar consistencia a representa en el marco de la vida triestina del siglo XX .
la propia persona». He ahí el porqué de la «ciudad de Un papel, quizá, del que han sido muy conscientes los
papel» de ayer y también de hoy. Trieste, por tanto, escritores y que se puede verificar, hoy, como conclu-
como ciudad de anacronismos, ciudad donde se apren- sión de una gran parte del marco de este siglo. Es un he-
de «a soportar pero también a gustar y a gozar de ese cho que no siempre la ciudad ha dado ejemplo de aco-
extravío general que es el mundo», Trieste como ciudad ger esta presencia y saberla valorar. Los casos que
del tiempo no rectilíneo sino «continuo y contradicto- podrían citarse serían muy numerosos: desde Svevo,
rio, que va adelante y atrás volviendo cada vez sobre sí que escribe (hasta cierto punto) entre el desinterés del
mismo, interrumpiendo la sucesión de las cosas y ha- milieu que le rodea (y que lo quiere industrial y mana-
ciéndolas todas simultáneas alineando [... ] como des- ger), y que llega al reconocimiento deseado sólo en los
pojos sobre la playa, estaciones y épocas diferentes y le- años veinte de este siglo (antes en Europa y en Italia que
janas» (p. 282). en Trieste); a Saba, criticado demoledoramente y para-
En este col/age las distinciones se pierden. El emble- dójicamente por Slataper en la Voce que le había publi-
ma de esta situación son los cafés y las tabernas donde cado el segundo libro de poemas importante, atormen-
«el tiempo se ha coagulado en grumos separados y ad- tado por el problema de un reconocimiento también en
yacentes; pasar de una mesa a otra quiere decir salir de su ciudad que tardaba en llegar (y que fue muy tardío);
una época, a través de una invisible puerta temporal, y y a Giotti, todavía hoy -a pesar de las celebraciones
entrar en otra» (p. 283). Una interrupción, ésta, de la del centenario de su nacimiento- más conocido quizás
que nace el placer de la escritura, «la escritura ensayísti- entre los estudiosos italianos que en Trieste (véase el
ca y oblicua de quien se siente un pasajero clandestino muy reciente reconocimiento en la antología Poeti dia-
de la historia»; el ejercicio de quien advierte la fascina- lettali del Novecento, a cargo de F. Brevini, Turín,

.61
1987), despedido dos veces de los Ospedali Riuniti don- A menudo, la canc10n popular -bajo apariencia
de estaba empleado. Éstos son los casos más conocidos. humorística- habla de problemas y de personajes se-
Hay muchos otros, los casos de indiferencia y pérdida rios y dramáticos, de un marco social de miseria, enfer-
de un potencial intelectual nada irrelevante debidos a medades, violencias, opresión: un mundo en el que los
dificultades de coloca<:;ión aclecuada y reconocimientos problemas existenciales están presentes del mismo
ciudadanos. No faltan, es cierto, casos de aceptación de modo que los que conocemos mejor (porque la literatu-
quien confirma y consuela, interpreta y expresa lo que ra habla de ellos, se tiene de ellos abundantes documen-
existe (posiblemente con formas edulcoradas, jocosas o tos) del mundo burgués: pero aquí son denunciados a
ligeramente dramatizadas -no demasiado- pero con través de la evasión (pero no tanto) mediante la chanza,
elementos compensatorios y reconocimientos de natu- la denuncia, el ataque incluso crudo, y se exponen a tra-
raleza literaria). En este sentido, es indiferente que se vés de un discurso no metafísico sino referido a condi-
trate de un sketch, de una comedia o de un ensayo de ciones materiales. Las canciones del grupo étnico eslo-
crítica literaria: cuenta el consuelo del llamamiento a la veno de la provincia de Trieste podían presentar
nostalgia (aunque sea en términos críticos) en el que se también, junto a temas habituales del canto popular
confunden -como en las mentes seniles, donde los re- tradicional, acentos relacionados con la problemática
cuerdos se achatan- el irredentismo y la Mitteleuropa. social, como la común de la emigración.
En el recuerdo, también los familiares malvados -tras
muchas décadas- pueden ser mitologizados y absueltos. Los dramáticos problemas sociales que nacen de las
condiciones de las clases trabajadoras en Trieste en la
El discurso crítico es otra cosa. Ara-Magris, creo, segunda mitad del siglo XIX y principios del XX (y que
han reflejado muy bien un rasgo de la historia de Tries- se encuentran definidos con precisión en el citado libro
te al recordar que (p. 47) «es indudablemente el mundo de Marina Cattaruzza) muy raras veces penetran en el
de los negocios, de la economía, de las finanzas y del tejido de las obras literarias más conocidas del siglo xx
comercio el que más contribuye a imprimir a la ciudad triestino. La literatura triestina de este siglo (y me refie-
su fisonomía y su carácter». ro especialmente a la italiana) es una literatura que, sal-
La historia de la cultura de la ciudad es perfilada vo pocas excepciones, es expresión de la ciudad burgue-
casi siempre -no se hace en ello bastante hincapié- a sa en sus diferentes facetas y con diversa y crítica
través de los nombres literarios. Pero aquélla no está consciencia. Entre estas excepciones, naturalmente, se
hecha sólo de estos nombres : no coincide únicamente encuentra Virgilio Giotti, un escritor en el que el mun-
con nombres y obras que (hoy) representan la parte du- do popular aparece siempre «realista, concreto», nunca
radera del nombre de Trieste (hasta tal punto quG «idealizado abstractamente». Giotti es capaz de pene-
-hoy- la fama y el nombre de la ciudad se identifican trar en figuras, ambientes y grupos de personajes popu-
con estas presencias: en Trieste, pero -especialmente- lares; hacia «la pobreza, la desventura», el escritor
en Italia y en el extranjero). muestra «comprensión plena y profunda, como sólo
puede hacerlo quien se ha introducido hasta el fondo en
S un gusto y una fisonomía cultural más amplia

E
la experiencia de la vida». Sin esteticismos, moralismos
los que deben enjuiciarse, en concomitancia con ni acentos superficiales -escribió Elio Apih («Poeta
un crecimiento que, «indudablemente» (como dei poveri», en Pagine lstriane, VII, 26, 111, s. 27 sep-
subrayaba la cita anterior), debería ser remontado al tiembre de 1956, pp . 12-14)- se expone un «mensaje
«mundo de los negocios, de la economía, de las finan- de humanismo y de filantropismo que ofrece un tono
zas y del comercio» que contribuía a dar a Trieste «su reverberante, sugestivo, a menudo sentencioso, a la re-
fisonomía y su carácter>>. Hechos, éstos, que tenían un presentación de este mundo popular», se desarrolla su
reflejo inmediato en la fisonomía urbana, en el creci- «denuncia de la miseria como mal, como limitación a
miento de la ciudad, en el gusto ecléctico (exteriores e la vida» .
interiores) de las casas particulares y de las adquisicio-
nes artísticas y arquitectónicas de los edificios eclesiás- Desde otro punto de vista se puede recordar a Saba,
ticos y de representación en los que se alojaban los cen- cuya obra refleja en gran manera el problema de la
tros administrativos y las oficinas de las grandes posible interacción y de la voluntad de integración del
empresas industriales y comerciales, en la arquitectura individuo en el ambiente y -por otro lado- de las re-
industrial y naval, y -por otro lado- en la construc- sistencias a esta relación que nacen del fondo de «dife-
ción popular, en las costumbres de vida cotidiana de las rencias» de la propia naturaleza e historia personales:
clases subalternas, apretujadas en los nuevos barrios una dialéctica dramática que se encuentra en la base de
populares o en viviendas insalubres de los viejos ba- toda su lírica. Una dialéctica que asume diversos len-
rrios, obligadas a turnos laborales agotadores, con to- guajes y que se hace más profunda a través de apropia-
dos los problemas de quien ha tenido experiencias de ciones de ópticas más globales como la psicoanalítica,
inmigración más o menos recientes y cuya familia resul- pero que no renuncia casi nunca a una situación en un
ta ser el fruto de matrimonios entre personas de nacio- escenario real de una vida corpórea y concreta, por lo
nalidades y lenguas diferentes. La vida de estas clases que Saba es también un observador lúcido de la ciudad
-representada en una narrativa populista, de la que se y de la vida cotidiana con perspectivas interesantes
conservan débiles huellas, y en la crónica periodística- como «CiWt vecchia» (lugar de historias individuales y
era difícil que encontrase expresión, como alguien ha de conflictos sentimentales, de dolor , sumisión, fatiga
destacado, en una literatura «de lo bajo» que expresase y miserias de la pobre gente) o el «Caffe Tergeste», o
con vigor sus dramas y condiciones de vida, sus aspira- la «Cucina economica», el «lugar de comidas» popular
ciones y utopías. Pero hay que recordar los cantos «po- de Piccolo Berta, donde el viejo toma su «comida sin
pulares»: canciones que recuerdan encarcelamientos y vino», la comida de los pobres: una imagen que al poe-
episodios judiciales, o la violencia cruda de las relacio- ta le recuerda a su «pobre padre errabundo» y que le
nes sociales, o los problemas planteados por el servicio arranca un discurso sobre sus propios orígenes: «Cer-
militar obligatorio, o, también, con formas que pare- ca 1 me siento de mis orígenes; siento, 1 si no me equi-
cen jocosas y burlescas, el tema del internamiento psi- voco, haber regresado a un lugar mío; 11 al pueblo en
quiátrico, o la pérdida del privilegio del puerto franco . el que muero, donde nací».

62
Por otro lado, además, para encontrar la noticia desde principios del siglo XVIII, ha contado en sus filas
clara de una sociedad compleja -donde la experiencia con numerosos intelectuales, aseguradores, comercian-
histórica con sus dramas y con los dolores que son su tes y funcionarios, entre los cuales también hay que se-
consecuencia es explorada por un conjunto de obras en ñalar a los conocidos benefactores Cecilia y Cario de
las que la incidencia de la gran historia sobre el discu- Rittmeyer y al músico Valdo Medicus): una comunidad
rrir humano y cotidiano se convierte en ocasión de ex- que hoy organiza -en la propia iglesia- importantes
ploración respecto a respuestas, actitudes y psicologías actividades musicales de gran nivel. Y habría que recor-
de protagonistas de mundos diferentes (el rural y el ur- dar también a los greco-orientales (cuya iglesia de la
bano), de nacionalidades y clases diferentes (la italiana, Santísima Trinidad y de San Nicolás se inauguró en
la croata, la eslovena; la popular y la burguesa)- hay 1787, poco después de que se produjese la separación
que llegar a Tomizza. Este escritor istriano, desde su entre griegos y serbo-ortodoxos); entre ellos se cuentan
primera e incisiva obra Materada (1960) hasta su re- numerosas familias de banqueros, comerciantes, asegu-
ciente novela Gli sposi di via Rossetti (1986), ha llevado radores, hombres de negocios, estudiosos y amantes del
a cabo una nueva operación esencial dentro del mundo arte (los dos legados Scaramanga y Stavropulos deja-
cultural triestino: proponiendo con notable calidad lite- dos a la ciudad provienen de miembrOs de esta comuni-
raria (paso a paso renovada en la óptica, en el lenguaje dad) y un actor como Alessandro Moissi. Asimismo se
y en el corte de la escritura y la observación) la aproxi- registran las importantes presencias de los anglicanos
mación a temas nuevos, en este horizonte triestino (y a (ahora el templo ha sido abandonado), que desde el si-
menudo tabús incluso en el milieu intelectual), como el glo xvn fue en Trieste una comunidad muy vital y acti-
éxodo, la confrontación entre nacionalidades y cultu- va en la ciudad en el ámbito de las relaciones diplomáti-
ras, la conflictividad social y generacional que derivan cas y comerciales; y de los serbo-ortodoxos que -como
de esos conflictos, las dramáticas vicisitudes de indivi- los greco-ortodoxos- guardan en sus iglesias espléndi-
duos y grupos nacionales y sociales implicados en las dos ornamentos y piezas del arte de tradición bizantina
responsabilidades del fascismo y de la segunda guerra y registran -entre los miembros de la comunidad-
mundial en las tierras de la frontera oriental, sobre el numerosos hombres de negocios, armadores y autori-
trasfondo de la más amplia dinámica histórica de la re- dades marítimas.
lación entre civilización en movimiento y entre ciudad
y mundo rural. Y, naturalmente, hay que recordar la componente
judía, presente en Trieste desde hace muchos siglos.
Una comunidad que tuvo un desarrollo especialmente
L cuadro de la c.ultura triestina, como. asimismo

E el propio panorama material de la ciudad, sería


sin duda mucho más pobre si no se registrase la
presencia en él de comunidades religiosas distintas de la
importante tras la promulgación del «Edicto de Tole-
rancia» de José 11, después de la apertura definitiva del
gueto (en 1784), y a causa tanto de una atmósfera ciu-
dadana que, en comparación con otras latitudes, era
dominante, es decir la católica, en número muy elevado mucho más favorable y abierta a esta componente,
que corresponde a la compleja realidad vivencia! de como del gran desarrollo de la ciudad, que ofrecía espa-
aportaciones y estratificaciones de la demografía e his- cio a actividades económicas y comerciales. La comuni-
toria ciudadana. El paisaje urbano tampoco sería el dad, que, a principios del siglo xx, contaba con cerca
mismo: tan característico incluso por el perfil vagamen- de 5.000 miembros y que había dado y daría una contri ~
te sirio del templo judío, las cúpulas color cardenillo de bución de enorme valor a las actividades políticas, eco-
la neobizantina iglesia serbo-ortodoxa de S. Spiridione, nómicas e intelectuales de la ciudad, sufrió una trágica
o los puntiagudos pináculos de la neogótica iglesia y drástica merma como consecuencia de la deportación
evangélico-luterana diseñada por un arquitecto de Bres- y muerte de muchos de ellos en los campos de concen-
lavia. Un balance sintético de la existencia y la historia tración nazis, además de la emigración a otros países
de estas comunidades ha sido realizado recientemente del mundo y -naturalmente- a Israel, donde hoy resi-
por la Enciclopedia monografica della Regione (vo- den muchos triestinos, magníficos representantes del
lumen 111, parte 11), que ha registrado la variedad y mundo intelectual y de la investigación.
complejidad de sus trayectorias. Al igual que los ce-
menterios de las diferentes comunidades (incluso un Una difundida tesis periodística e histórica querría
cementerio musulmán, con la pequeña cúpula caracte- que uno de los episodios más vergonzantes de la histo-
rística rematada por una medialuna), también las igle- ria italiana de entreguerras, las leyes raciales, encontra-
sias -con sus tesoros artísticos, particularidades, se en Trieste pocos y tibios partidarios, a causa de una
monumentos e inscripciones- son un patrimonio in- presencia judía bien insertada en la ciudad además del
sustituible de la ciudad. Como lo son las trayectorias peso que importantes judíos habían tenido en el irre-
vitales y la historia de los componentes y de los miem- dentismo y en el movimiento «nacional» entre los si-
bros individuales de las comunidades: por ejemplo las glos XIX y XX. Es un hecho que, entre las orientaciones
de los lazaristas-armenios, cuya iglesia situada en Via del Picco/o de aquellos años que Galliano Fogar llamó
Giustinelli (propiedad de los lazaristas de Viena) es hoy «filonazis», pudo señalarse un «inicial desacuerdo de
el punto de encuentro de los católicos alemanes residen- Alessi en relación con las medidas racistas antijudías» .
tes en Trieste (la frecuentó también Julius Kugy, escri- Un desacuerdo que, por lo demás, «se desvaneció rápi-
tor triestino en lengua alemana, naturalista, músico, al- damente» de modo que «el diario triestino "recuperó
pinista y autor de obras sobre los Alpes julianos, que su lugar"» (G. Fogar, Dall'lrredentismo al/a Resisten-
donó a la iglesia un órgano muy valioso); por ejemplo za nelle Province Adriatiche: Gabriele Foschiatti, Del
las de los protestantes suizos y valdenses, unidos en el Bianco, Udine, 1966, p. 96), hasta el punto de dirigir
culto en la espléndida basílica románica de San Silves- tales elogios al segundo grupo de leyes para la defensa
tro (del siglo XI), una comunidad muy sensible a los de la raza que el director del Piccolo pudo decir el 3 de
problemas de las relaciones entre los diferentes cultos y septiembre de 1938 (R. Allessi, «Resurrexit» ): «Los va-
a los problemas civiles del mundo contemporáneo, de- Cíos serán honrosamente rellenados incluso en aquellas
batidos con rigor; por ejemplo, también, las de la co- materias por las que los judíos sienten especial predilec-
munidad luterano-augsburguesa (presente en la ciudad ción . Grandes economistas, financieros, matemáticos y

63
Slataper entre unos estudiantes en Praga. 1991. (Archivo personal Aurelio S/ataper.)

fisicos del Renacimiento eran italianos de pura estirpe Voghera-, de insatisfaccion que se ha trasmutado en
ario-romana. De ellos nacio Ia ciencia moderna sin Ia una necesidad continua de mirar, de excavar dentro de
necesidad de Ia contribucion judaica [... ]». sf mismos, de interpretar el sufrimiento y el dolor, el in-
teres por los problemas psicologicos (y mas tarde por el
Resulta facilmente comprensible que genero de con- psicoanalisis, que encontro, no por casualidad, maes-
secuencias y significado pudiesen tener las !eyes racia- tros, interpretes, terapeutas y defensores, ademas de
les en una ciudad como Trieste, donde -tradicional- usuarios , dentro del mundo judio), Ia falta de prejuicio
mente- el elemento judfo era uno de los mas vivos y y Ia libertad en el trabajo intelectual, el espfritu cosmo-
activos tambien en el campo intelectual. Quien ha ofre- polita que ha favorecido el interes y Ia apertura frente
cido un analisis de estas contribuciones ha sido Giorgio a las diferentes culturas, Ia sensibilidad por los contras-
Voghera («Presenza e spirito ebraici nella letteratura tes entre el individuo y el ambiente, un extrafiamientc
triestina», en G/i anni della psicanalisi, cit.), conside- basico (sefialado por Magris y por Voghera) respecto al
rando Ia presencia tanto de los judfos como de «aque- historicismo idealista italiano y aleman como conse-
llos que cambiaron de religion o pertenecieron even- cuencia de un natural y enraizado pesimismo en rela·
tualmente a otra religion desde el nacimiento o de cion con Ia experiencia historica.
ascendencia directa judfa», y describiendo los diferen-
tes vfnculos con el judafsmo y con Trieste de Italo Sve- De todos modos hay que recordar que - por razo.
vo, Umberto Saba, Giorgio Farro, Bobi Bazlen, Carlo nes de solidaridad y de solidos vfnculos familiares )
y Giani Stuparich, Guido Voghera, Aldo Oberdorfer, culturales- tambien judfos no practicantes o no obser·
Ettore Cantoni, Arturo Castiglioni, Bruno Pincherle, vantes han mantenido bien soldadas las ligaduras cor
Edoardo Weiss, Enrico Elia, Delia Benco, Ida Finzi sus rafces sobre todo en los momentos en que estas erar
(Haydee), Fortuna Morpurgo (Willy Dias) y Pia Rimi- amenazadas por la violencia antisemita. Un documentc
ni: una parte considerable de Ia cultura reciente de que sirve por todos. Bruno Pincherle, laico y ateo, me
Trieste, representada por personajes de relieve que tu- dico y estudioso de historia de la medicina, vinculadc
vieron diferentes relaciones con Ia cultura y la religion con el antifascismo de «Justicia y Libertad» y despue!
judfa, algunos mas estrechamente proximos a Ia comu- con el movimiento socialista, respondfa asf (el 20 dt
nidad, otros menos y no practicantes, otros incluso agosto de 1939) a un cuestionario del Sindacato Medic
ateos. Todos, de diferentes maneras, conectados, sin Fascisti di Trieste e Provincia (Confederazione Nazio
embargo, con una sensibilidad o espfritu judios, de los nale Sindacati Fascisti Professionisti e Artisti) que de
«judfos occidentales alejados ahora de las formas de bfa establecer la lista de los medicos de raza judia: «Dt
vida y de Ia espiritualidad -a veces altfsima- del gue- conformidad con el articulo 6 de Ia Ley de 29 de junic
to», con «ciertas particularidades psicologicas y espiri- de 1939 numero 1.059 y a los efectos oportunos, decla
tuales que los distinguen de los no judfos, incluso cuan- ro: "YO SOY JUDIO" . Bruno Pincherle» (el docu
do se encuentran totalmente alejados de Ia religion mento se conserva en el Fondo P - Sema-C. Bibalo
judfa y de sus practicas», caracterfsticas que se hallan R_ 39/7-687/ VII)_ O
asimismo en los «no judfos que viven con ellos», aun-
que en ellos resultan mas acentuadas (op. cit., paginas
137-138): un sentimiento de inseguridad -afiade Traduccion de Marc Granell

64
\ .

APOLO Y
MERCURIO
La intensa -si bien poco llamativa- confluencia cribe en un rosario de poemas la línea ferroviaria
plurinacional tenía pues sus instituciones y sus tradicio- Viena-Trieste, estación por estación, celebrando -con
nes de cultura, pero no tenía una cultura propia; no graciosa tosquedad estilística, no exenta de agudeza
tenía sobre todo, hasta el siglo xx, una literatura que política- el nexo entre la prosperidad de Trieste y su
expresara de manera adecuada su problemática existen- relación con el Imperio, denigrando los movimientos
cial y social. Hasta finales de este siglo, Trieste era lite- irredentistas italianos y, con particular acrimonia, la
rariamente una periferia, o mejor dicho, una serie de autonomía linguístico-nacional eslovena e insistiendo,
periferias, seguidoras de los respectivos centros. Los es- con sagaz intuición de la situación triestina, sobre la
critores del siglo xrx son epígonos de los italianos, economía de la ciudad (Von Wien nach Triest. Eisen-
cuyo eco es recibido y continuado con retraso. Es la líri- bahnlektüre in gemüthlichen Reimen, 1863). Rudolf
ca del Risorgimento y del tardío Risorgimento de Be- Baumbach canta al vino y a la montaña, especialmente
senghi degli Ughi, Fachinetti y Revere, la de Picciola y las cimas y las leyendas del Tricorno, cumbre de los Al-
de Pitteri que imitan a Carducci, o la de Rinaldi que si- pes Julianos y monte sagrado de los eslovenos, en ver-
gue los pasos de Pascoli; hay quizá más poesía en las sos que recuerdan los innumerables cancioneros post-
doctas y amables evocaciones ilustrativo-eruditas del románticos alemanes.
pasado que salen de la grata pluma de Giuseppe Ca-
prin. Se trata de una literatura que se beneficia de las Esta mínima poesía vive en el aislamiento y en el os-
tradiciones del humanismo istriano y de los estudios fi- tracismo. Rudolf Hamerling, también él profesor, vive
lológicos de Historia y Letras patrias, los cuales se hon- en Trieste desde 1855 hasta 1865, pero no toma en con-
ran de poseer nobles tradiciones, de Domenico Rossetti sideración la ciudad real sino que la presenta, como ha
a Pietro Kandler. observado Silvana de Lugnani, 1 como vago y mítico
telón de fondo de su poesía esteticista y apocalíptica,
La herencia de compromiso ideológico, tan vivo en dirigida, no sin noble pathos y valores formales, a un
el humanismo triestino-istriano especialmente en los culto sagrado por la belleza, consagrada a la muerte y
tiempos de la Reforma y de la Ilustración, pierde color opuesta a la vulgaridad de la vida y del comercio. Pocos
en el ámbito del clasicismo erudito. Es una cultura que amigos leen bajo las pérgolas de una hostería las can-
impregna con su espíritu particular incluso a sus intér- ciones de Baumbach, junto a su propio autor; ningún
pretes y a sus historiadores, como por ejemplo a Baccio intelectual italiano nota la presencia de Hamerling, que
Ziliotto en su Storia letteraria di Trieste e dell'lstria a su vez ignora al mundo que lo circunda.
(1924), en la que se une el gusto por lo antiguo, el apoli-
ticismo de imitación clasicista y el idealliberalnacional; Jovan Vesel Koseki, esloveno que hace carrera en la
en su erudito y conservador extrañamiento de la Histo- administración habsburguesa de Trieste obteniendo in-
ria, esta cultura continuará viviendo durante décadas y cluso un título nobiliario, decide escribir versos en eslo-
todavía hoy continúa viviendo en la hornacina -deco- veno para «ennoblecer nuestro dialecto» contra «el
rosa y patéticamente, pero también impávidamente, ofensivo desprecio tan difundido en relación a él», 2
ajena al devenir histórico- de los estudios y de las como dice en una carta escrita, no obstante, en alemán;
Letras locales. escribe en su pequeño estudio pobres poesías, que son
STA literatura triestina carece de todo carácter aplaudidas por Bleiweis, en el periódico de Liubliana

E específicamente triestino, es una genérica y tar-


día literatura menor italiana; la peculiaridad de
Trieste, de la que nace la adhesión a esos modelos lite-
No vice, como obras maestras de una literatura naciente
y que son ignoradas por el ambiente triestino, que él
frecuenta cada día. El funcionario que escribe versos,
ha observado Al es Lokar, 3 es una especie de Mis ter
rarios ya superados en Italia, borra las huellas de su
propia excentricidad y se mimetiza con la literatura ge- Hyde, que permanece en el anonimato.
neral italiana. Lo mismo le sucede a la exigua y secun- La ciudad ignora no sólo la presencia del mediocrí-
daria producción en lengua alemana, que nace de esos
simo Koseski, sino también por ejemplo la del gran
grupos y de esos círculos de los que ya se ha hablado: Preseren, el notabilísimo poeta que inicia realmente la
se trata de profesores de las escuelas alemanas, que pro- literatura eslovena moderna, e incluso la de Henrik
siguen fuera de las aulas sus ejercicios de nitidez clasi-
Turna, aguda y equilibrada figura de intelectual, a la
cista llena de sentimentalismo de imitación romántica;
que se debe la iniciativa cultural y profesional eslovena
sus nombres -Raab, Menzel, Gnad, Schatzmayer, en Gorizia y la propuesta de una Universidad italiana
Holtzl, Miihr, Hoffmann, Herr, Braun, Steinbrüchel,
y eslovena en Trieste, así como la autoría de una auto-
Von Schaub, Swida- no existen en la historia literaria, biografía (Iz mojega zivljenja [Dalla mia vita], 1937)
ni siquiera en la de una literatura menor. Mientras los
que constituye un interesantísimo análisis del Imperio
documentos de vida -como los interesantísimos dia- de los Habsburgo visto, en sus diferentes provincias,
rios de Hohenberger y Mosser, sobre los que Silvana de por así decirlo, desde abajo, desde la perspectiva de las
Lugnani atrae nuestra atención- testimonian la pre-
clases y poblaciones subalternas, emergentes y no rebel-
sencia de la cultura alemana, los verdaderos escritores des. El contacto es escaso entre el complejo de la ciudad
en lengua alemana se nos muestran anclados en posicio-
y el emergente mundo esloveno, cuya vitalidad está
nes decididamente seguidistas. confiada, en esta fase naciente, no ya a la literatura en
Su característica es el retraso, la generalidad del sí -por ejemplo los escritos de Verdeljski, es decir, Jo-
ejercicio estilístico desvinculado de una relación con- sip Godina- sino a la iniciativa político-cultural: por
creta con la realidad de Trieste. Moritz Horst (seudóni- ejemplo, la sociedad «Ljudski oder» (Escena popular)
mo de Anna Jahn Schimpff) escribe cuatro volúmenes de inspiración socialista, con su biblioteca y sus confe-
de Racconti dellitorale (Aus dem Küstenlande, 1865), rencias, entre las cuales figura aquella famosa que dio
inspirados en una resignación Biedermeier y en una idí- en 1907 lvan Cankar sobre la cultura eslovena, o los pe-
lica conciliación típicamente habsburguiana de los riódicos, también éstos socialistas, como el Delavski
componentes nacionales del territorio de la Giulia; list, fundado en 1890, o el Rdeci prapor (Bandera roja),
Heinrich von Littrow, capitán de la Marina y más tarde órgano oficial de la socialdemocracia yugoslava funda-
director de la Academia Náutica y del Comercio, des- do en 1898 en Trieste por Etbin Kristan.

66
A verdadera literatura triestina nace a principios gués que une laboriosidad mercantil, elevación artística

L del siglo xx, como ha observado Bruno Maier; 4


nace de este vacío y como reacción a este vacío
y extraerá su grandeza fundadora del esfuerzo de edifi-
en la música y armonía con la naturaleza, en una sabia
y cívica compacidad de vida que conoce la disciplina
(Kugy, patriota austríaco, se enrola en la primera gue-
car de la nada. Los literatos decimonónicos ya habían rra mundial) y la fraterna apertura (Kugy, en la trinche-
intuido el alma burguesa y comercial de la ciudad, esa ra, sigue unidísimo a los amigos que combaten por Ita-
pretendida indiferencia hacia las Letras, esa preponde- lía). La misma inspiración impregna la amorosa
rancia de Mercurio sobre Apolo, que es uno de los te- descripción que Kugy hace del almacén repleto de mer-
mas principales de la polémica moral que anima a la li- cancías, con una poesía del comercio que se remonta al
teratura triestina. Ésta es, y lo sabe, la literatura de una Meister goethiano, y la límpida, severa contemplación,
ciudad que quizá sea más burguesa que muchas otras, también esta goethiana, de sus amados Alpes Julianos.
que vive el hecho de ser burguesa como un destino, en
pocas palabras, como su forma de ser. Al igual que la Pero la mésalliance entre Apolo y Mercurio deter-
palabra «burgués», también esta condición es ambigua, mina también una inquieta inseguridad, una mutación
rica en contrastes. Emporio y puerto del Imperio aus- de valores, y hace de Trieste un ambiguo «lugar de
tríaco, Trieste era una ciudad provinciana cosmopolita, transición» donde «todo es doble o triple»; 7 «el carác-
en la cual la burguesía italiana, como ya se ha dicho, ter traficante» de Trieste planea «como un plomo gris»
asimilaba, ampliamente, los más diversos grupos étni- sobre la atmósfera de la ciudad, pero le confiere <<Una
cos y culturales: alemanes, eslovenos, croatas, griegos, originalidad de afán». 8 En una ciudad carente de tra-
levantinos, judíos. Ciudad sin la continuidad de un pa- diciones culturales, la literatura que se desprende del
sado, era una ciudad burguesa por excelencia, nacida, panteón humanístico de las Letras patrias no conoce
crecida y eXistente -en el plano económico y en el ningUna institucionalización, no asume la dignidad de
espiritual- solamente en esta dimensión mercantil. Ca- una actividad, sino que es cultivada como un vicio se-
rente de una historia ilustre, Trieste poseía a sus espal- creto, entre las pausas y los intervalos de la existencia
das sólo una reciente y mínima prehistoria, las ramifi- social y laboral.
cadas ascendencias de sus ciudadanos procedentes de
los más diversos lugares, los injertos, los cruces, y los El escritor es un ser clandestino, un comerciante de-
choques que constituían un latente tejido de contradic- dicado a un vicio solitario y despreciado, como le suce-
ciones, de rupturas olvidadas, de perplejidad e inquie- derá a Svevo, pero esta clandestinidad le confiere la ve-
tudes, reprimidas bajo el decoro del comportamiento racidad del escritor moderno, que no puede formar
burgués y de la arquitectura neoclásica -de esa arqui- parte de ninguna institución o sociedad literaria, sino
tectura neoclásica que da a la ciudad teresiana y deci- que se ve obligado, si quiere ser un poeta auténtico, a
monónica un pa.thos sólido y secreto, convencional y al ser un vagabundo y un tránsfuga, un náufrago sin ta-
mismo tiempo elusivo-. Cario Wostry retrata en sus blas de la ley ni columnas de la sociedad, uno que escri-
cuadros la opulenta vida mercantil triestina, pero de la be garabatos y los confía a botellas errantes hacia lo
ciudad burguesa nace, como ha escrito Giulio Monte- desconocido. Desarraigados o carentes de todo contex-
nero, 5 un arte figurativo de la «desolación fantástica», to cultural, Svevo y Saba -los dos mayores escritores
la pintura imaginativa e inquieta de los Veruda, de los de la literatura triestina y que han hecho de Trieste una
Cambon, de los Grünhut, de los Fittke, de los Rovan , capital de la literatura mundial- no pueden, pues, for-
de los Nathan. mar parte de la tradición retórico-humanística local y
precisamente por ello crean y fundan un mundo poéti-
Bajo la grisácea corrección de las costumbres bur- co, se abren a culturas distintas a la italiana, introdu-
guesas nace la vocación por el análisis. Joyce sacará en ciéndolas en Italia, y dan vida a una poesía italiana. de
gran parte de Trieste, y de Svevo, el impulso para su- inspiración supranacional.
mergirse en la pequeña psicología privada y dragar un
limoso fondo colectivo. Arqueólogo de la vida privada, La tertulia literaria no es el lugar de la literatura,
Svevo descenderá, a través de las cicatrices que la psico- sino la oficina, el escritorio sveviano en el Banco
patología de la vida cotidiana produce como grietas en Unión, la trastienda de la librería de Saba, el Café, la
el rostro del hombre medio, hasta las raíces de la vida. hostería, como le ocurre también a Joyce. Al igual que
Dublín, Trieste se transforma en una capital de la poe-
Julius Kugy (1858-1944) -comerciante, musicó- sía gracias a su pobreza cultural decimonónica; ciudad
logo, alpinista y poeta de la montaña de puro periférica respecto a los grandes filones de la civiliza-
clasicismo- evoca en su autobiografía la íntegra soli- ción decimonónica, como por ejemplo el Idealismo, se
dez burguesa de su infancia triestina, intacta como la convierte en punta de lanza de la cultura analítiCa que
primera generación de los Buddenbrok: «Y por encima nace de la crisis de esa civilización unitaria.
de todo ello, tanto sol, luz, y calidez. El cielo meridio-
nal vertía su sonrisa radiante como un milagro azul, el La literatura nace como reacción e infracción a la
mar trémulo reflejaba sus colores, el sol de nuestra ju- norma social; el escritor se enmascara detrás del comer-
ventud trazaba sobre nosotros su órbita gloriosa y nos ciante, pero cada comerciante es un escritor en poten-
saludaba al crepúsculo con haces de rayos ardientes. La cia. El alma comercial entra en conflicto con la italiana
madreselva despedía su fragancia, las rosas de verano en el plano económico, y con la poética en el plano espi-
ardían, los racimos maduraban. Protegido y seguro, ritual. «En cada comerciante -decía Slata.per- ha.y un
tiernamente guiado a través de aquel dulce reino pa- dolor metafísico latente.» 9 Pero este «alma atormenta-
terno, adquirí poco a poco la conciencia de existir». 6 da» 10 es la poesía, el «desgarro ... entre fuerzas opues-
La vida y la obra de Kugy -si bien marcada por pro- tas y anhelos extenuantes y crueles luchas y abando-
fundas turbaciones psíquicas, unidas también a la crisis nos», 11 el drama que constituye a Trieste: «Ésta es
histórica, y por inquietantes neurosis- encarnarán esta Trieste: compuesta de tragedia. Una cosa que obtiene
seguridad de un mundo y de una personalidad que se con el sacrificio de la vida límpida su propia originali-
formó armoni<rsamente bajo la guía de una mano pa- dad de afán. Hay que sacrificar la paz para poder ex-
terna. En los libros de Kugy palpita un clasicismo bur- presarla. Pero expresarla ... Tries te tiene un tipo triesti-

67
no: debe querer un arte triestino que recree con la ale- toda su cálida e impura riqueza. La obra lírica se con-
gría de la expresión clara esta convulsa y afanosa vida vierte así, incluso a riesgo de acoger también los dese-
nuestra»Y El e~critor triestino se da cuenta de que la chos y las escorias del propio trabajo, en el resultado
poesía no consiste en el simple rechazo espiritualista de global de un fluir de la vida -de la vida entera- en
Mercurio, sino en la compenetración de todas las antí- poesía. La poética coincide con el sentido de la vida en
tesis triestinas, «comercio y literatura, salones y ciudad cuanto gran unidad indiferente que lo engloba todo en
vieja, Carso y pavimentado, eslovenos e italianos»; 13 su discurrir más allá del bien y del mal: «la vida te cuen-
Trieste no puede enfocar «su doble alma», 14 sus «dos to una y que todo 1 en ella se contiene». 2° Francotira-
naturalezas», 15 porque si así lo hiciera moriría. La his- dor de la poesía como todos los más significativos escri-
toria sucesiva de la ciudad tratará sobre este problema, tores triestinos -guerrilleros aislados que llevan su
sobre el intento -a menudo autolesivo- de eliminar batalla desde posiciones esparcidas y periféricas-,
una de sus almas o, todo lo contrario, sobre la exagera- Saba vive y al mismo tiempo sondea su cálida vida y
da convivencia de elementos contrarios. fija su mirada implacable en el malestar de la civiliza-
ción, quedándose casi siempre agazapado en su librería
A ciudad mercantil y sin poesía, de la que los de viejo, antro de neurosis y al mismo tiempo familiar
L viajeros decimonónicos denunciaban la ausencia
de espiritualidad, se convierte en la fuente de la
poesía: para Saba, Trieste es una ciudad «áspera y he-
refugio de amistad. En este rincón escondido pasa la
mayor parte de su existencia, se abandona a sus pasio-
nes y a sus angustias sin rémoras, asiste a la «turbia de-
chicera», 16 «la ciudad más extraña» 17 que «conserva mencia» 21 europea de los años 30 y 40, su poesía desti-
una masculina adolescencia» 18 y tiene una «arisca gra- la una sabiduría fatigosamente conquistada en la lucha
cia».19 Esta arisca gracia de Trieste es la poesía de contra el ansia y la infelicidad, y lo hace tan bien que
Saba, que podía decir con toda tranquilidad que con su consigue recomponer en un todo armonioso las muchas
canto había unido para siempre la ciudad a Italia, lo «voces en vano discordes» de la vida. 22
que le había conferido la italianidad espiritual, sin ha-
berla recibido de ella. Ciertamente Saba se encuentra ya El «doloroso amor» 23 cantado por Saba es la re-
más allá de la ambiguedad burguesa. Poesía moderna conquista del deseo a despecho de la neurosis de la civi-
de la escisión, del análisis y de la introversión, la lírica lización, la composición del «dolor del mundo» en un
de Saba, que se afirma ya en la primera década del si- «sonido suave», 24 el anhelo de una felicidad persegui-
glo, pero alcanza su punto culminante en los años entre da por encima y más allá del dolor, en el esplendor de
las dos guerras y en la postguerra de la segunda guerra la apariencia en donde por un momento, como dice una
mundial, sabe también remontarse a la superficie, ha- poesía, sobre el telón de fondo de las orillas y de la ma-
cerse clara y ligera, advertir el mal original de la vida rina a principios de verano «todo se mueve alegremente
sin cargar las tintas, afirmar incesantemente el princi- como 1 si todo fuera de existir feliz». 25 El mismo Saba
pio de placer aun siendo consciente de la inevitable declaró, en un recuerdo-cuento, que le habría gustado
victoria, no sólo biológica, sino también histórico- pintar, cuando ya era viejo, «con tranquila inocencia el
política, del instinto de muerte. Existe un proverbio de mundo maravilloso»; 26 escrita entre inquietantes an-
Nietzsche, citado a menudo por Saba: seamos profun- gustias, su poesía es, sin lugar a dudas, una gran prueba
dos, volvamos a ser claros. La poesía de Saba tiende a de valentía y de alegría de vivir. La profundidad del de-
esta gracia purísima e indiferente, a una tersa y despia- seo aparece completamente resuelta en los gestos y en
dada transparencia que deja aparecer íntegramente, sin la simplicidad de la superficie, todo parece coincidir
mediaciones, el oscuro fondo de la vida y de las pulsio- con el candor de la vida tal cual es y como fluye ante
nes en la límpida superficie de las co~as tal y como son. nuestros ojos, la poesía se identifica con un estricto ca-
El azul, el intenso y rapaz azul celebrado en la lírica de tálogo de cosas y de actos llamados por su nombre con
Saba, es el color de la poesía, entendida como mirada temeraria inocencia. Saba se mueve con implacable li-
que se dirige al mundo y al subsuelo psíquico sin poner- bertad en esa sabiduría del arte que supera todo dualis-
les por delante filtro alguno, como mucho, interponien- mo entre mundo falso y mundo verdadero, entre la
do un leve e impalpable velo como el aire o como un apariencia y la realidad, entre la vida y su signíficado;
agua cristalina, sobre cuyo espejo se dibuja y se asoma el bien y el mal, en sus páginas, pasan y discurren como
nítidamente la tortuosa geometría de las cavidades sub- olas del mar.
marinas.
La inocencia de Saba es celosa y agresiva, difícil y
El Canzoniere está animado continuamente por esta turbia, cruel y precaria: es la inocencia de quien acepta
tensión entre la profundidad que se enturbia en la oscu- la vida entera en su dulzura y en su ferocidad, como los
ridad y la dura claridad de la apariencia, que agota pájaros de las líricas sabianas, que cantan pero también
todo significado en un juego espléndido e imperturba- roban ferozmente el alimento; en ese torbellino inextri-
ble. En El Canzoniere, una vida apartada e infatigable- cable de dedicación y de avaricia, ese «callado anhe-
mente disponible tanto al deseo como al sufrimiento se lo» 27 que Saba mismo ha vivido y encarnado a fondo
resuelve en una poesía que, destinada a padecer directa- con un deseo jamás sublimado ni aplacado, en el que
mente los desgarramientos y las pasiones de toda una el arrebato de amor se enlazaba con el egocentrismo
época histórica; eleva cada dato autobiográfico íntimo más vehemente. La infelicidad le había dejado una
a la categoría de situación válida para todos. cuenta siempre abierta con la vida y este crédito inextin-
guible le inducía a no retroceder ante nada, a atraparlo
Junto a la verticalidad y a la profundidad de la gran todo sin vacilaciones y sin renuncias . Continua trama
poesía contemporánea, Saba, que también sobresale in- de madura sabiduría e infantil asombro, la poesía de
cluso en estas direcciones, obteniendo resultados de ex- Saba hunde sus raíces en ese misterio de lo profundo
traordinaria concentración y densidad, recupera, como para exponerlo a la luz de la razón y después olvidarlo
él mismo decía, incluso la dimensión de la anchura (de con una sonrisa de difícil y sublime serenidad.
la que, por el contrario, la poesía moderna a menudo
carece), la extensión de la vida, el corte ancho y la am- Esta inocencia de la poesía conoce la bondad y la
plia panorámica de la existencia cotidiana, acogida en amargura y toma puerto al mismo tiempo en ese fondo

68
anárquico y salvaje de la vida, que en una estupenda lí- Svevo vive su mejor época creativa en la posguerra,
rica de la vejez, Saba descubre en la verdad del animal después del fracaso de sus dos primeras novelas, escri-
que ignora los pudores y los arrepentimientos. Saba es tas a punto de finalizar el siglo, y de la larga aparente
muy consciente, aludiendo a ello en poemas de oscura inercia literaria. La tardía liberación afina la inteligen-
y grandísima dramaticidad, de cuán «incauto» 28 es su cia y el placer en las obras y en los días del último Sve-
amor por la vida, cuán avido de dominio aun en la en- vo, pero no debilita la conciencia de la amplia victoria
trega de la pasión, cuán lleno de violencia y de culpa. del espíritu burgués . Es la experiencia de esta victoria,
La claridad ligera, que es sin duda un milagro de su lí- sufrida y vivida en su propia carne y asimilada por Sve-
rica, nace de una profundidad tortuosa y turbia que co- vo con amarga ironía, la que le consiente ser quizá el
noce toda la gama del deseo. Sobre las olas, como dice más grande, o sea, el más desilusionado poeta de la
una poesía suya, se persiguen blancas espumas, que en vida burguesa, el escritor que ha fijado más a fondo su
alta mar eran sirenas 29 y el «doloroso amor», 30 del que mirada en la división de la existencia burguesa y en el
habla en otro poema, empuja al poeta mar adentro. compromiso que la remienda, sin creer que se pueda
verdaderamente subsanar esa escisión pero sobre todo
Saba, que amó «las palabras trilladas» y la rima sin creer que ese compromiso pudiera hacerse pasar por
«flor-amon>, 31 es una de las voces más clásicas de la curación de esa herida o por superación de esa disen-
poesía del siglo XX; habló para todos, proclamando la sión y mediación de los valores en conflicto. Para Sve-
melancolía de la vida inaferrable y la gracia de la pleni- vo esa laceración es tan irreparable que sólo queda una
tud alcanzada por un instante. Con él, la ciudad de la posibilidad de defensa: introducirse en ella como en
senectud burguesa expresó una indomable aunque do- una fisura, buscar un refugio en algún pliegue un poco
lorosa gracia del deseo diabólicamente exento de toda más cómodo de entre los dientes afilados de sus bordes
represión . y aferrar, mientras tanto, algún fragmento de placer y
de felicidad, arrancado al vacío y a la inexistencia de la
También la ciudad burguesa tiene dos almas; o me- verdadera vida.
jor, también su alma burguesa es vivida de dos mane-
ras. La grandeza de Svevo consiste también en la pro- En sus dos primeras novelas, Svevo pone como ejem-
fundidad con que él vivió la condición burguesa como plos de esta fuga de la vida a la vejez y a la ineptitud,
condición total de la existencia en el mundo, la viscosa asumidas como símbolo de la condición del individuo en
y camaleónica capacidad de la civilízación burguesa de la tardía civilización burguesa. Senilita, la segunda nove-
confundirse con la vida misma, de identificarse con ella la publicada e.n 1898 tan amada por Joyce, subraya ya
arrogándose el derecho de representarla en su totalidad en el título el cansancio vital y existencial -o mejor, la
y de meter en el mismo saco los sentimientos y los de- conciencia de este cansancio- que ataca a la cultura
seos de la existencia primaria. Trieste es el escenario europea y a la inteligencia burguesa, y que es vivida des-
ideal para llevar a cabo esta ambigua y senil falsifica- de el interior, en el plano inmediato de los sentimientos
ción e identificación de la vida con la burguesía, que y de las pulsiones, a través de las ambivalencias del amor
contraseñan tanta literatura europea, por ejemplo Tho- y de los celos. El envejecimiento y el agotamiento de la
mas Mann, y de las que Svevo es el más destacado poeta. sociedad condenan al intelectual a la ineptitud personal,
conduciéndolo a una narrativa fuertemente influenciada
Si Tonio Kroger es un burgués desviado por el arte, por el Naturalismo y por el pensamiento de Schopen-
a quien el arte consigue por lo menos alejar parcialmen- hauer, y propensa a ilustrar pasionales naufragios priva-
te de la actividad burguesa, Svevo es un artista al que dos como parábolas de un destino social.
la vida burguesa ha estado a punto de desviar de la poe- La primera novela sveviana, Una Vita (1892), debía
sía o al menos de su pasión primordial y de encerrar titularse, en un principio, Un inetto y muestra cómo la
dentro de su propio rango, haciendo de él ese hombre monotonía burguesa seca la linfa del instinto, mientras
de negocios que la familia, obviamente, esperaba que Senilita traza mi palpitante análisis, no sólo de la pose-
fuera y que a pesar de todo fue realmente, por esa para- sión amorosa, de su frustración y de los celos, sino tam-
dójica eliminación de los contrarios que marca su exis- bién de los vicios de la imaginación perezosa. El pro-
tencia. tagonista derrotado , que al final se autoengaña
idealizando en el recuerdo a la amada infiel y perdida,
L comerciante Ettore Schmitz, que se convierte

E en el escritor ltalo Svevo, es el caso extremo


del triestino que escribe, del individuo que per-
tenece al mundo económico austriaco y que se traslada,
no es solamente un hombre que busca compensación a
la infelicidad sentimental, sino que es el intelectual apá-
tico e indulgente ante las sutilezas y las divagaciones de
la indolencia, ante ese gran mal europeo que es el ocio
en la elaboración fantástica, al mundo cultural italiano .
La victoria del espíritu burgués, aplazada y eludida por moral y del que sobre todo los escritores franceses y ru-
sos, que Svevo conocía muy bien, habían ofrecido ilus-
Svevo con una disimulada guerrilla cotidiana de gestos
tres ejemplos.
y de sentimientos, se delinea hasta el final como un des-
enlace inexorable de la condición humana y el mismo En su obra de madurez o tardía, Svevo retoma estos
SvevO la cree invulnerable a los ataques que él le infiere grandes temas no ya en clave de representación o fic-
con su trabajo literario, oculto y embarazoso como un ción realista, como en sus dos novelas de juventud, sino
vicio. Solamente al final, el autor de la Conciencia de bajo forma de parábola o de metáfora. La poesía ya no
Zeno (1923) se dará cuenta, con vacilante e incrédula quiere ser un denso retrato de la vida, ilusoria y ficticia-
felicidad, de ser no ya una víctima o un producto de ese mente fiel a su inmediatez natural, sino que se convierte
mundo, que le había parecido el único posible, sino un en un tratado de la existencia, en una articulada enci-
disolvente y un destructor de ese mundo, un descen- clopedia de la vida, abierta y reactiva a sus fugitivos
diente suyo. Se dará cuenta porque serán los demás, fa- atractivos sensibles pero irónicamente persuadida de
mosos hombres de letras reconocidos como tales en poderlos aferrar, o mejor dicho, de poder aferrar su
toda Europa, quienes le dirán lo que él, sólido y perple- eco y su exigua huella, solamente en el angustiado catá-
jo comerciante de provincias, sospechaba sin atreverse logo que la pluma inquieta y asidua traza, de esos ecos
a reconocer. y de esa huella, sobre el papel. En este sentido, Svevo

69
pertenece a la gran tradición analítica, ético-científica Al principio de La conciencia, al disponerse a escribir
de la narrativa austriaca o europea que, desde princi- con el papel y el lápiz en la mano, Zeno observa: «Mi
pios de siglo hasta los años 20 y 30, ha transformado frente está tersa porque eliminé de mi mente todo es-
la literatura en un glosario del delirio contemporáneo, fuerzo. Mi pensamiento parece que esté aislado de mí.
en un manual de geometría de las tinieblas. Yo lo veo. Asciende y desciende [... ] pero es su única
actividad. Para recordarle que es el pensamiento y que
Desde la Conciencia de Zeno hasta los últimos cuen- su tarea sería la de manifestarse tomo el lápiz. Y enton-
tos, Svevo está dominado por una pasión analítica que ces la frente se frunce porque cada palabra está com-
lo disgrega todo, planteándose como objetivo la articu- puesta por tantas letras y el presente imperioso resurge
lación de un diccionario universal de la vida. Al igual y ofusca el pasado». 35
que los clásicos de esta tradición -de Kafka a Broch,
de Musil a Canetti; estos dos últimos, entre otras cosas, Svevo pertenece a esa generación de escritores en la
lo leyeron y amaron- también Svevo es un agrimensor que se cumple, con excelentes resultados poéticos, la
del mundo, un enciclopedista que crea vocablos y lemas fundamental revolución de la literatura moderna, es de-
para cada detalle de la existencia, para cada partícula cir, la desarticulación de la totalidad y del gran estilo
de la totalidad fragmentada. Su aspiración a la tota- clásico. Con esto último se infringe también esa violen-
lidad parte inductivamente del dato inmediato para lle- cia metafísica que -según Nietzsche y Heidegger-
gar, saltando el momento específicamente político- está implícita en todo gran estilo, que fuerza y compri-
social, a una morfología antropológica que resume y me las dolorosas disonancias del mundo, y también sus
condensa en la peculiaridad del gesto marginal, la ten- diversidades liberatorias, en la compacta armonía de la
sión histórica de una sociedad, de una época entera. Es forma y del significado. El lugar violado de la clasifica-
en el nervioso cigarrillo de Zeno o en la veleidosa aven- ción es ante todo el lenguaje, el orden del Logos y de
tura con la criada de Giovanni Chierici (el viejo rejuve- la sintaxis que impone un sentido y una jerarquía a la
necido de la comedia La rigenerazione) en donde el uni- vida. Svevo titula genialmente Nietzsche una serie de
verso burgués aparece en toda la dramaticidad, callada bosquejos y aforismos que no se refieren directamente
y en vano ocultada, de su callejón sin salida. al filósofo alemán y ni siquiera lo nombran, sino que
se dirigen a una vida desnuda y salvaje liberada de todo
A representación de la vida, o sea; la novela-

L
orden y de todo valor, una vida en la que no existen án-
enciclopedia, está destinada a la imperfección, a gulos «que se puedan calcular matemáticamente» y que
la oscuridad y a la irregularidad. «Lo recuerdo se nos aparece como «el litigio en una gran extensión de
todo, pero no entiendo nada», 32 dice Zeno, autor de la agua entre cada una de las moléculas de agua sobre cuál
autobiografía que debería curarlo y proporcionarle cla- de ellas deba evaporarse antes». 36 La vida es <<Una en-
ridad. Las categorías en las que la poesía y la inteligen- fermedad de la materia», 37 un proceso inflamatorio
cia distinguen el hormigueo del mundo no son más co- que en un momento dado y quién sabe por qué ha he-
herentes, a pesar de su rigor, que aquellas con las que cho supurar la materia muerta y qu~ en un momento
el perro Argo, en el cuento Argo e il suo padrone, quie- dado volverá a apagarse en la pureza de lo inorgánico
re poner orden entre los olores: «Existen tres olores en y de lo inanimado.
este mundo: El olor del amo, el olor de los demás hom-
bres, el olor de Tití, el olor de distintas razas de anima- Como para Musil, la vida ya no mora en la totali-
les (liebres que son a veces pero .raramente cornudas y dad, la anarquía de cada uno de los átomos corroe las
grandes, y pájaros y gatos) y para finalizar, el olor de grandes unidades del discurso y de la existencia, cada
las cosas». 33 Él imaginario editor de las observaciones partícula adquiere autonomía a expensas del Todo. El
del perro hace notar que «ésta es la verdadera, la gran sujeto se asoma sobre el torbellino de una inmensa pro-
sinceridad filosófica». 34 Es una sinceridad filosófica liferación del deseo, en el cual el mismo sujeto se desha-
que mucho antes que la famosa enciclopedia china ima- ce, en la medida en que siente su misma unidad como
ginada por Borges, en la que Foucault se inspiró para una cadena. En Corto viaggio sentimentale, irónica his-
su libro Las palabras y las cosas, denuncia lo absurdo toria de un inocente viaje en tren de Milán a Trieste,
de toda lista clasificadora, la imposibilidad de crear el anciano señor Aghios se siente imperceptiblemente
una relación estable entre una categoría y sus objetos, transportado, desde su asiento en el compartimiento y
la desaparición de toda identidad, que se disuelve conti- desde las banales conversaciones con los vecinos, al vér-
nuamente en subunidades cada vez más pequeñas. tigo de lo incierto y de lo mutable: «Se quedó absorto
mirando durante algunos minutos el humo denso que
El esfuerzo de catalogar y de reunir es incesante: el salía de la chimenea de una locomotora fuera de la esta-
señor Aghios, en el cuento Corto viaggio sentimentale, ción. El viento lo empujaba. Al salir de la chimenea a
se propone no sólo poner orden en sus bolsillos, sino borbotones, era inmediatamente reducido y esparcido
también llevar en uno de ellos un buen registro, con el por el viento. Cada núcleo de humo, mientras sufría tal
plano de los bolsillos y la lista de los objetos allí conte- destrucción, parecía que se desnudara y mostrara la
nidos . Tal esfuerzo, sin embargo, naufraga, porque fal- existencia, dentro de él, de una cabeza, un hocico, un
ta un lugar determinado en el que se puedan reagrupar ser animado. Y esa cabeza, antes de deshacerse, abría
y alinear ordenadamente las cosas. Este lugar fragmen- desmesuradamente los ojos para mirar mejor y por mi-
tado es el pensamiento, que no puede o no quiere ya re- rar mejor acabada por descomponerse completa-
solver, como si se tratara de una unidad, las contradic- mente» .38
ciones de la realidad, sino que es el fermento mismo de
estas contradicciones, el agente que disuelve la unidad Es el torbellino de la vida, infección de animales que
del mundo y de la experiencia vital. en los tiempos primordiales invadieron la tierra desierta
poniéndose a amar y a traicionar y siguieron amando y
Lo que le ocurre a Argo con los olores, le ocurre traicionando en todos los estadios de su evolución. En
también a Zeno con los recuerdos, es decir, con las ex- el sueño que sorprende al respetable señor Aghios senta-
periencias y con las unidades significativas de su vida, do en su asiento, él se encuentra suspendido en el vacío,
que su autobiografía terapéutica debería aclarar y orde- con su hermosa hija que yace incestuosamente debajo de
nar y que ésta, por el contrario, descompone o altera. él, el rubio cabello al viento en el espacio infinito.

70
La paz, el orden y el sentido impartidos a la vida, progresivamente al hombre de la naturaleza, o lo que es
pueden ser sólo un efecto de la distancia, como la iluso- lo mismo, de la vida, el héroe sveviano se defiende lle-
ria inmovilidad de las luces tranquilas de una aldea leja- gando a un acuerdo con ella y buscando refugio entre
na, que se ve desde la ventanilla del tren; es la arbitraria sus pliegues. Sólo podemos salvarnos del malestar de la
adopción de una perspectiva, en la que orgullosamente civilización, viéndola hasta el fondo, identificándonos
se sitúa el ego, la que consiente la ficticia composición con ella hasta que se convierta en nuestra propia natu-
del caos. raleza, que es la única realmente auténtica.
La risa de Zeno nace de este vacío y de la irónica, Los viejos de Svevo están ocupados, como dice en
dolorosa guerrilla para engañarlo. Svevo es el escritor uno de sus apuntes, en «borronear diariamente»; 42
postmoderno que quizá más que cualquier otro ha com- esta operación, ha sido dicho en el Vecchione, es una
prendido el crepúsculo del individuo; él mismo se limita «medida de higiene». 43 Sirve para mantener jóvenes,
a registrar -en el agradabilísimo y autoirónico Sog- es decir vivos y sanos, a los viejos. Escribir significa
giorno londinese- «esa cierta ausencia mía contínua transformar la vida en pasado, es decir, envejecer; libe-
que es mi destino». 39 rarse del presente híspido y lleno de artistas para encon-
VEVO busca la salvación de esta ausencia a través trar otro presente, liso y suspendido en un puro trans-

S de una continua oscilación entre la vida y la re-


presentación de la misma. En sus últimos cuen-
tos y bosquejos, que -como ha escrito Gabriella
currir indeterminado: el de la vejez o el de la lectura.
«La única parte importante de la vida -dice el
anciano- es el recogimiento.» Y él desea que la vida se
Contini- deberían haber confluido probablemente en «literaturice», que cada uno pase el tiempo leyendo la
una cuarta novela, apenas esbozada y rápidamente in- vida escrita de los demás o, mejor todavía, su vida mis-
terrumpida por la muerte, él imaginaba que Zeno, pro-
ma. Este conocimiento es a la vez amargo y consolador,
tagonista y ficticio narrador autobiográfico de La Con-
es la revelación de que la verdadera vida desaparece sin
ciencia, seguía viviendo, un poco más viejo, los últimos
dejar huella, pero es también el tranquilizador descu-
fulgores de su existencia, dándose cuenta de haber en-
brimiento de un refugio que protege de las insensatas
tregado la inquieta movilidad de su vida a la mórbida
heridas y de los absurdos golpes que la «verdadera y
rigidez de la escritura, de haberse fosilizado a sí mismo horrenda vida», 45 como el anciano la define, depara
en su autobiografía, de ser únicamente aquel que ha es- cruelmente en el momento de su transcurso, en el ins-
crito su propia vida y no aquel que la ha vivido. En
tante inmediato en el que es vivida. La gran literatura
Conjessioni del veg/iardo, uno de estos últimos cuentos europea ha expresado -de Svevo a Kafka, de Musil a
o capítulos que deberían haber formado parte de la Canetti y Doderer- la angustia por la vida inmediata,
proyectada novela, el viejo comprende que la única
que hiere y muerde mientras fluye, y el intento de cons-
cosa importante de su vida es esa descripción de una truir con la escritura un aparato defensivo contra esta
parte de ella que de por sí no era en realidad importan-
crueldad .
te, pero que se ha vuelto importante por el hecho de que
él la ha fijado por escrito . Vejez y escritura representan la corrosión anárquica
En estos cuentos se verifica un continuo intercam- de toda organización ya definida de la existencia. Estas
bio de papeles entre vejez, ineptitud y escritura. Si el in- no culminan en el momento de la realización sino en el
dividuo sveviano es el inepto para vivir, el viejo es este de la posibilidad: en la disponibilidad del viejo a la sali-
individuo por excelencia, el hombre amenazado y ex- da del infierno familiar, o en la feliz espera del escritor
cluido de la vida, del engranaje social de la marginación Mario Samigli, con la pluma en la mano ante el papel
que hace de cada persona un vencido. Envejecer se siempre en blanco: «Y aquellos fueron sus años más fe-
vuelve el símbolo de sobrevivir. Si la vida es una enfer- lices, tan llenos de sueños y desprovistos de cualquier
medad de la materia, la vejez es la máscara más real de experiencia fatigosa, una encendida segunda infancia
esta vida entendida como enfermedad, como proceso preferible incluso a la madurez del escritor más afortu-
entrópico y evolución decadente, según la óptica pesi- nado que sabe expresarse sobre el papel, más ayudado
mista de un intelectual, que observa el declive de su ci- que impedido por la palabra, y que se queda después
vilización sin ilusiones y sin salir de los horizontes de como una piel vacía que cree ser, sin embargo, sabroso
ese declive. Pero en estos magistrales textos del último fruto». 46 El héroe sveviano intenta de esta manera cris-
Svevo, en los que una sonriente y ambigua sabiduría talizar no ya un estado inerte, sino una continua ten-
cubre con un velo de afable reticencia las heridas más sión siempre abierta: «Podía seguir siendo feliz aquella
profundas y la más lacerante división de la personali- época -prosigue el paso citado de La Burla riuscita-
dad, la vejez ya no es el rostro de la ineptitud sino el sólo mientras durase el esfuerzo por salir de ella. Y por
de la vida misma, es el baluarte que vence a la ineptitud parte de Mario este esfuerzo, no demasiado intenso,
o al menos la guerrilla que la mantiene en jaque, disi- existió siempre. Afortunadamente él no encontraba la
mulándola y transformándola en un arma en la lucha puerta por la que poder alejarse de tanta felicidad»Y
por sobrevivir.
Este jaque mate del personaje sveviano, que no en-
«La vida del viejo -escribe Svevo- es verdadera- cuentra la puerta, es su suprema defensa; en el viejo,
mente salvaje.» 41 La vejez es salvaje porque es la pau- esta defensa inconsciente se vuelve astucia consciente.
sa, es la vida -dice Svevo- despojada solamente de lo Svevo extrae sobre todo del psicoanálisis el sentimiento
que nunca tuvo, es decir, del futuro y por lo tanto redu- del malestar de la civilización, que conduce al presagio
cida a puro presente, a intervalo lúcido y sin empeños, de la destrucción global al final de la Conciencia de
a ocio libre de deberes y significados. No por nada el Zeno. El héroe sveviano no tiene miedo de no ser ama-
viejo protagonista-narrador de los últimos cuentos de- do, sino de no amar; no teme que su deseo quede insa-
dica uno de ellos a «mi ocio». La vejez significa estar tisfecho, sino que éste se apague. Svevo comprende que
libres de la obligación de confirmarnos a nosotros mis- el hombre contemporáneo se sienta asediado no sola-
mos y a los demás nuestra valía, nuestra capacidad y vi- mente por su posibilidad de ser feliz, sino también por
talidad. Del malestar de la civilización, que excluye la de tender hacia la felicidad y que tenga miedo de ser

71
herido en las raíces mismas de la vida y del instinto. No de la tragedia, la aceptación de amar la representación
es la razón la que está amenazada, sino el subconscien- burguesa que no se puede estimar. El viejo, en Rigene-
te, la profundidad del deseo; la humanísima razón de razione, se encuentra entre cosas que no están en su lu-
los personajes svevianos se emplea a fondo, como ha gar, pero dice que vive como si lo estuvieran. La ama-
observado con gran perspicacia Eduardo Saccone, 48 en ble superficialidad de la vida burguesa se convierte en
elaborar una estrategia para bloquear o al menos para el velo extendido para ocultar la inexistencia de una
retrasar el peligro de no amar más, de no desear más. vida intensa y profunda, el indumento conformista y
correcto que uno se pone con tranquilo respeto hacia
Este arte de retrasar y de aplazar es una típica técni- las normas y hacia las formas, fingiendo que la fachada
ca defensiva de la casa de los Habsburgo, unfortwurs- convencional oculte una esencialidad misteriosa y sa-
teln -es decir, la técnica política de seguir adelante re- biendo en cambio a ciencia cierta que detrás de ella no
trasando lo más posible la elección- transformada en hay nada. La superficie del comportamiento externo, la
estilo existencial. Provisional compromiso de tenden- afable y banal compostura burguesa se muestran como
cias antitéticas y precaria convivencia de contrastes, la única barrera capaz de proteger del vacío qu~ hay de-
Austria debía su supervivencia, desde el siglo pasado, trás, de la desesperación de reconocer que no existe una
al arte de prolongar tal provisionalidad y de evitar toda vida verdadera o que ésta es horrenda.
elección decisiva, que habría implicado la ruptura de
este equilibrio y la eliminación de muchos de sus com- La inteligencia sveviana, sin embargo, después de
ponentes esenciales y antitéticos, que habrían sido des- haber sondeado el desorden y lo absurdo de las raíces
cartados con el fin de favorecer una dirección unidi- primarias de la vida, se ha excavado un lugar en el caos,
mensional. ha elaborado una sutilísima táctica de acuerdos con la
imposibilidad de vivir. El viejo que recuerda todo y no
VITAR la decisión es el único sistema que per-

E
comprende nada, que se hunde en el torbellino de las
mite sobrevivir un poco más; desde los perso- pulsiones y se sienta correctamente al escritorio de su
najes de Grillparzer hasta los de Hofmannsthal, oficina, sabe que el burgués contemporáneo no tiene
el héroe austriaco no elige para no perecer, se mueve en una biografía personal. Pero este conocimiento le con-
una continua oscilación interpolar a fin de mantener lo fiere la única biografía personal y original posible, la
más lejanos posible los términos de la antítesis y de evi- risa zaratustriana de Zeno que va también dirigida con-
tar que no se encuentren nunca en una síntesis que los tra sí mismo, contra la ambigüedad de la propia inteli-
anule. Entre mujer y amante, entre salud y enferme- gencia, que se arraiga en ese mismo engaño que está
dad, entre tabaquismo y desintoxicación, entre instinto desenmascarando, sin poder separarse de él.
y moral, entre Ada Augusta y Carla, entre lo existente
concreto y lo indefinido imaginario, Zeno y los demás En una de las últimas páginas escritas por Svevo, su
viejos de Svevo no eligen para no perder. Este espacio viejo imagina, mientras está desnudándose a media no-
de la indecisión y de la evasión, que quiere impedir che para irse a la cama, que a esa hora podría aparecér-
siempre a los diferentes elementos en juego que se com- sele Metistófeles y proponerle el antiguo pacto, y piensa
pongan en una unidad definitiva, es el espacio de la que él, sin lugar a dudas, estaría dispuesto a cederle el
vida precaria y amenazada, del deseo erótico siempre alma, y a toda prisa, pero sin saber qué pedirle a cam-
en acción debido a la oscilación irónica, del significado bio: la juventud no, que es horrenda aunque la vejez
siempre en fuga, pero que existe y brilla en esa fugitiva sea insoportable, la inmortalidad tampoco, porque la
disimulación. El ego mismo se resuelve en un campo vida es intolerable aunque la muerte sea horrible. Ima-
móvil de tensiones, y en esta movilidad encuentra su ginándose al diablo como representante de una empresa
más verdadera identidad. que ya no tiene nada que ofrecer, que se rasca, confun-
dido, la barbilla en el infierno, se echa a reír, mientras
El movimiento de la novela sveviana es la búsqueda se introduce entre las sábanas; su mujer, medio dormi-
de cualquier imaginable alternativa al constrictivo plan- da, farfulla diciéndole lo afortunado que es al tener
teamiento binario del dilema: la indecisión se transfor- ganas de reír incluso a aquellas horas. D
ma en resistencia contra el aplanamiento de las múlti-
ples potencialidades vitales en el universo racionalizado
y cosificado de la planificación burguesa. Al culto del Traducción de Mila Ferrer.
principio de realidad en cualquier versión, hegeliana o
freudiana, se opone el sentimiento de las posibilidades.
Esta evasión es también la de la sociedad triestina,
de su clase mercantil perpleja y compromisaria, de la
que Svevo ha hecho una categoría existencial. El viejo
sveviano es el gran anarquista en la medida en que, des- - - - - - -- - NOTAS--------
tronado de la realidad, juega con su fachada y es el úni- (1) S. de LUGNANI , «Cultura e letteratura tedesca a
co en saber que el comportamiento es el indumento de Trieste negli anni tra il1850 ed il1870», tesis doctoral, Facul-
la falsedad . La conciencia anárquica del nihilismo de la tad de Filosofía y Letras, Universidad de Trieste, curso acadé-
vida moderna, universalmente formalizada, evita tam- mico 1969-70.
bién cualquier protesta concreta contra ese horror, para (2) A. JNKRET, lavan Vese! Koseski, Maribor, 1971,
no ponerse ni siquiera en contacto con su lógica. Con p. 57.
los ojos «cansados de sol» y «proclive a la inercia», el (3) A. LOKAR, Gli Sloveni. Storia di uno sviluppo da!
viejo, en uno de sus últimos cuentos, deja que las cosas ventre delta Mitteleuropa, en imprenta, pág. 97 del manuscri-
lleguen a él y se vayan «desprovistas de sentido», 49 to, consultado por amable concesión del autor.
(4) B. MAIER, «La letteratura triestina del Novecento»,
pero es también el único en intentar - por ejemplo en introducción a Scrittori triestini del Novecento, a cargo del
Rigenerazione- una tragicómica salida del orden, C. C. A., Trieste, 1969.
mientras los demás, los jóvenes, están solamente impa- (5) G . MoNTENERO, «Nella citta del realismo borghese
cientes por integrarse. Esta escéptica y venturosa supe- il fiore della desolazione fantastica», en Quassú Trieste, pági-
ración de sí mismo significa tambiém burlesca evasión nas 143-178.

72
Foto de Arturo Giacomelli, paseando por el muelle.

(6) G. KUGY, La mia vita, traducción italiana de (28) Id., Il canzoniere, p. 579.
E. Pocar, Bolonia, 1969, p. 10. (29) !bid., p. 567.
(7) SLATAPER, Scritti po/itici, p . 134. (30) !bid., p. 595.
(8) !bid., p. 45. (31) !bid., p. 577.
(9) ldem, Al/e tre amiche, p. 90. (32) l. SVEVO, La coscienza di Zeno, Milán, 1964, p. 52.
(10) Id., Il mio carso, p. 131. (33) Id. Racconti, saggi, pagine sparse, Milán, 1968,
(11) Id., Scritti politici, p . 45. p. 314.
(12) !bid., p. 46. (34) !bid.
(13) Id., Al/e tre amiche, p. 424. (35) Id., La coscienza di Zeno, p. 24.
(14) Id., Scritti politici, p. 45. (36) Id., Racconti, saggi, pagine sparse, p. 842.
(15) !bid. (37) !bid.
(16) U. SABA, Il canzoniere, Turín, 1961, p. 473. (38) !bid., p. 150.
(17) !bid., p. 86. (39) !bid., p. 689.
(18) !bid. (40) G. CONT!Nl , Il quarto romanzo di Svevo, Turín,
(19) !bid., p. 84. 1980.
(20) !bid., p. 645 . (41) SVEVO, Saggi, racconti, pagine sparse, p. 844.
(21) Id ., Prose, a cargo de L. Saba, prólogo de G. Piove- (42) !bid.,
p. 816 .
ne, nota crítica de A. Marcovecchio, Milán, p . 599. (43) !bid.,
p . 137.
(22) Id., JI canzoniere, p. 391. (44) !bid.,
p. 372.
(23) !bid. , p. 595. (45) !bid.
(24) !bid. , p. 662. (46) !bid., p. 79.
(25) !bid. , p. 515. (47) !bid.
(26) Id., Prose, p. 203. (48) E. SACCONE, Commento a «Zeno», Bolonia, 1973.
(27) Id., JI canzoniere, p. 510; N. BALO!, JI paradiso di (49) SVEVO, Saggi, racconti, pagine sparse, p . 133.
Saba, Milán, 1958 y U. SABA, Lettere a un'amica. Settanta-
cinque lettere a Nora Baldi, Turín, 1966.

73
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intelectuales- Crisis económica, paro y reestructuración
industrial • Movimientos sociales - El cine na~ • Socialdemocracia
y socialismo - Arqueología industrial • Dictaduras y legiti-
midad - Estados nacionales y violencia • La historia como
narrativa - Sindicatos y sistema político • Marx y Keynes: dos
centenarios - Industrialización rural • La mujer en la histo-
ria - La cultura femenina • La discriminación laboral de la
mujer - Feminismo hoy • Democracia industrial - El miedo
en Occidente • Modernidad ypostmodernidad - La Ilustración,
Diderot y la Enciclopedia • La economía sumergida - Historia
oral • La segunda República, la guerra civil y el Franquismo
- La crisis del Estado del bienestar • El futuro de la demo-
cracia -Partidos políticos yvoluntad popular • Reconsideración
de la Revolución industrial inglesa - El futuro del socialis-
mo • Inmigración y racismo en Europa - La cultura de la
libertad • Sartre y el arte - Ciudades en guerra • Viena
1880-1938 - Ideología/ lucha armada yterrorismo • Alemania
y su memoria histórica - Mayo del 68 veinte años después
• La América de Reagan - El declive de la oposición • La
historia como ficción - La novela política • Prostitución - El
enigma japonés • Bicentenario de la Revolución Francesa
- Berlín 1905-1933 • Cultura de vanguardia y políti-
ca radical en la Europa de prin-
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pero con un denominador
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temporáneo.

PRIMEROS TÍTULOS Micha Brumlik-Hauke Brunkhorst


IDENTIDAD CONTINGEN"';E Y
Rimbaud de Arabia. RESPONSABILIDAD ,HISTORICA.
A los veinticuatro años, ALAIN BORER UNA CONVERSACION CON
Rimbaud tenía «la tez KARL-OnO APEL
oscura de un cabila». De
cami no hacia Attigny, en
RIMBAUD Jürgen Habermas
la campiña violeta de las DE CIUDADANÍA E IDENTIDAD
Ardenas, había dejado
bruscamente a su amigo ARABIA NACIONAL. CONSIDERACIONES
Delahaye: «¡La fiebre!. .. SOBRE EL FUTURO EUROPEO
¡La fiebre me persigue! Jürgen Habermas
Necesito el clima cálido
de Levante». Su amigo ya TEORÍA DE LA DEMOCRACIA
no había de volverlo a ver
nunca más.
Luciano Cafagna
Delahaye le escribe dos LA ESTRATEGIA DE LA OBESIDAD.
años más tarde, en diciem- GENEALOGÍA DE UNA MUERTE
bre de 1881 : la señora Rimbaud abre ella misma la carta ANUNCIADA
y responde a Delahaye que su «pobre Arthur» se encuen-
tra en aquel momento «en Arabia». Michael Walzer
LA IDEA DE LA SOCIEDAD CIVIL
Un día más en la vida.
"Un Kapuscinski vale por RYSZARD KAPUSCIÑSKI Otto Kallscheuer
mil fantasioperiodistas gri-
ses; y a través de su asom- UNDIAMAS EL LIBERALISMO COMUNITARIO
DE MICHAEL WALZER
brosa mezcla de reportaje
y talento artístico nos EN Marcel Gauchet
acercamos a lo que él
llama la imagen incomuni- LA VIDA PACIFICACIÓN DEMOCRÁTICA,
cable de la guerra, más de DESERCIÓN CÍVICA
lo que podamos en cual-
quier otra lectura. El nues- David Selbourne
tro es el más críptico de
los siglos, su naturaleza un EL FRACASO DE LA IZQUIERDA
oscuro secreto. Ryszard John Keane
Kapuscinski es el tipo de
transgresor de códigos que RESPUESTA A DAVID SELBOURNE
necesitamos".
SALMAN RUSHDIE, THE GUARDIAN

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