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Las compañías que incorporar en sus procesos un sistema de gestión de calidad, trabajan
bajo un desarrollo de metas y objetivos, medibles y evaluables. Bajo este principio se acude
al análisis continuo cualitativo y cuantitativo, con el propósito de volverse más funcionales.
Dado que los mecanismos de control y medida, generan la necesidad de establecer una
estructura organizativa con una dinámica eficiente.
La mejora continua debe ser uno de los objetivos de la organización, para ello, es
fundamental definir, planificar y establecer actividades de seguimiento, medición, análisis y
evaluación, como mecanismo de control y soportando un proceso de medición claro,
argumentativo y cuantificable, centralizado en la planeación estratégica.
Dado este principio se puede afirmar que es imprescindible analizar y valorar las actividades
fundamentales que determinan el proceder de la organización, etapas y proceso
obligatorios, recursos y perfiles que están involucrados en estas observaciones. A partir de
lo anterior, se puede hablar de la validez de los mecanismos de medición al interior de las
organizaciones y su importancia.
En este orden de ideas se argumenta que los indicadores de gestión permiten hacer un
seguimiento a los diferentes procesos, dentro de un periodo de tiempo, donde representa
un impacto a la consecución de metas organizacionales. Acorde a los procesos o a un
conjunto de procesos, los indicadores permiten establecer, la capacidad y la eficacia
asociadas a las etapas evaluadas, perfiles, recursos u otro agente que componen las
actividades o procedimientos.