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Marxismo Asiático
Marxismo Asiático
Queríamos pasar ahora a una serie de cuestiones que nos parecen centralmente
problemáticas del planteo de Nicolás, empezando por la caracterización misma de qué
es un “marxismo asiático”. Dice:
Un análisis político que tenga en cuenta las preguntas antes mencionadas lleva
de forma necesaria a la conclusión de que el marxismo no puede volver a
Asia porque nunca se fue de ahí [destacado nuestro. N. de E.]: hay cinco
países (Corea del Norte, China, Laos, Nepal y Vietnam) que cuentan con
gobiernos de partidos comunistas o maoístas, bajo los cuales viven 1.500
millones de personas, el 20 % de la población mundial. En occidente se
acostumbra despreciar este hecho.
A nuestro entender, se trata de una afirmación sumamente impresionista, donde se pone
un signo igual entre el marxismo y corrientes políticas que son diversas variantes del
estalinismo que podríamos caracterizar, si cabe, incluso como sumamente aberrantes. Al
mismo tiempo, se agrupan en una misma categoría Estados y regímenes de distinto tipo
y origen, desde Corea del Norte donde en la Guerra de Corea (1953-56) el ejército
guerrillero local junto con el Ejército Popular de Liberación chino avanzaron
expropiando al capitalismo y estableciendo en el poder a una casta militar brutalmente
burocrática que hoy está avanzando en la restauración, pasando por países como China
y Vietnam, donde el capitalismo fue restaurado hace décadas pero manteniendo el
régimen estalinista, hasta Nepal, donde no hubo ni una insurrección maoísta ni una
revolución triunfante [3], sino una guerra civil tras la cual se pactó con la burguesía y la
ONU una transición a una república, y donde desde hace 11 años las distintas facciones
“comunistas” del país han entrado y salido de distintos gobiernos, pero donde no hubo
expropiación del capitalismo de ningún tipo. En la enumeración faltaría agregar a los
distintos partidos maoístas indios, que gobiernan desde hace muchos años en los estados
de Bengala Occidental y Kerala simplemente gestionando el capitalismo dependiente
del país. Más allá de tener una cierta imagen del maoísmo, nos parece, un tanto
romántica y más “clásica” de los movimientos armados (como tomada del maoísmo
previo a 1949 y luego las guerrillas de los ‘50 y ‘60), hoy esta corriente, donde
gobierna, generalmente combina la gestión del capitalismo junto con la larga
“expertise” que posee de los gulag y los “campos de reeducación” que está en su
ADN…
Desde ya, nos parece que queda claro en el artículo que Nicolás no propone relegar el
trotskismo en favor de una estrategia maoísta (ha escrito muy buenos artículos sobre la
historia de los orígenes del marxismo y el trotskismo en China para LID), pero en su
propuesta de pensar una estrategia diferenciada para Asia y la idea de un “marxismo
asiático”, sumado a lo discutido más arriba, pareciera apuntar en el sentido de alguna
especie de “síntesis” entre elementos del trotskismo y del maoísmo. El acento en “la
persistencia de distintas formas de marxismo en Asia” parecería abonar esta idea.
La división que hace Nicolás entre un “Oriente” que hoy abarcaría centralmente el
sudeste asiático, y un “Occidente” que comprendería al resto del mundo es un esquema
algo arbitrario que ha sido planteado de distintas formas, incluso en la actualidad, donde
siguen existiendo corrientes de pensamiento en la izquierda que siguen postulando, por
ejemplo, que América Latina es mayormente “oriental” en términos de formaciones
económico-sociales, sujetos sociales y tradiciones culturales y que también, por lo tanto,
habría que tener algún tipo de “estrategia diferenciada”.
[1] Ver Nicolás Torino, “[DEBATE] El marxismo y Asia”, IdZ Semanario, 14/04/2019.
[2] Ver el sitio oficial del gobierno chino: China’s political system. IV. The System of
Multi-Party Cooperation and Political Consultation
[3] Al respecto, dos artículos de Achin Vanaik en New Left Review: “The New
Himalayan Republic”, NLR II, 49, enero-febrero 2008, y “Nepal’s Maoists in
Power”, NLR II 92, marzo-abril 2015.
[4] Perry Anderson, Consideraciones sobre el marxismo occidental, México DF, Siglo
XXI, 1987, p. 144.
[6] Ver Peter Fryer, Balasz Nagy y Pierre Broué, Hungría del ’56, Buenos Aires,
Ediciones IPS-CEIP, 2006.
[7] “Al carecer de todo antecedente marxista nativo, el comunismo chino desciende
directamente del bolchevismo. Mao se para sobre los hombros de Lenin”, en Isaac
Deutscher, “Maoism, its origins and Outlook” (1964), marxists.org. Al respecto, ver
también Perry Anderson, “Trotsky’s interpretation of Stalinism”, New Left Review I,
139, mayo-junio 1983.
[9] Perry Anderson, “Two revolutions”, New Left Review II, 63, enero-febrero 2010.
[10] Porque con la muerte de Mao, en 1976, termina derrotada su propia fracción
burocrática, que lanza diez años antes la llamada “revolución cultural” –que causó
estragos y brutales consecuencias sociales en la ya híper-burocratizada y deformada
economía china– contra la fracción rival de Deng Xiaoping, que termina imponiéndose.
Los actuales dirigentes chinos son herederos de esta última, aunque en las formas y
rituales siguen reivindicando a Mao. Eso llevó a que los maoístas “puros” pasaran a la
oposición.
[11] Donde incluso es altísimamente improbable que hoy una fuerza maoísta repita la
excepcionalidad histórica de romper con la burguesía y expropiar, como la que llevó a
Mao Tsetung a tener, muy a su pesar, que romper, en 1949, el bloque con el
Kuomintang.
[12] Aquí remitimos al capítulo 6: “Estrategia militar y objetivos políticos”, parte 3: “El
bloqueo al objetivo del comunismo”, p. 389 de Emilio Albamonte y Matías
Maiello, Estrategia socialista y arte militar, Buenos Aires, Ediciones IPS-CEIP, 2017.
[13] Ver al respecto León Trotsky, Stalin, el gran organizador de derrotas. La III
Internacional después de Lenin, Buenos Aires, Ediciones IPS-CEIP, 2011, Obras
Escogidas de León Trotsky, vol. 1.
[14] Nicolás menciona el hecho de que en todas las universidades chinas haya, dentro
de la currícula oficial, cátedras de marxismo. Salvando las diferencias, durante décadas
la URSS y todo el bloque oriental hicieron exactamente lo mismo, donde, por ejemplo,
se editaban, leían, citaban y hasta exportaban en lenguas extranjeras permanentemente
textos como “El Estado y la revolución” de Lenin, que planteaba que el Estado obrero
es la socialización de las funciones políticas, donde “toda cocinera puede gobernar” y
que debía ir extinguiéndose a medida que se avanzara hacia el comunismo, lo cual
contrastaba con el discurso oficial de que el comunismo ya se había alcanzado o se
estaba por alcanzar mediante el desarrollo de la técnica “socialista”, a pesar de la
experiencia cotidiana de una burocracia totalitaria, un aparato ingente de delación y
espionaje y el Gulag.
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