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EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO DE 1810 EN LA ZONA DEL RIO DE LA PLATA Elias Quinteros La revoluci6n espafiola En el periodo que comprende los ultimos afios de siglo XVIII y los primeros del siglo XIX, el escenario espafiol presencié la aparicion de dos liberalismos: un liberelismo nacional, democrético y progresista que pre- tendia la construccién de un Estado nacional, la instauracion de la demo- cracia, la moderizacién de las formas de produccién, la ampliacion del mercado interno y la promocién del desarrollo social; y un liberalismo an- tinacional, autoritario y conservador que defendia la libertad de comerci de una manera exclusiva y que, por ende, condenaba a Espafia, un pais que habia entrado tardiamente en la historia mundial, a depender de los paises desarrollados de la época. Bajo las consignas del primero de ellos, el pueblo espafiol protagonizé una lucha de caracter independentista que tenia el propésito de expulsar a los ejércitos franceses que ocupaban su territorio: circunstancia que desencadené con el tiempo una lucha de ca- racter democratico que poseia la finalidad de instrumentar un conjunto de reformas politicas, econémicas y sociales dentro de su frente interno. An- te este panorama, los americanos se manifestaron a favor de la Junta Central de Sevilla y en contra de los franceses que habia invadido Espa- fia. Pero, cuando la Junta fue reemplazada por el Consejo de Regencia y, por lo tanto, el gobierno efectué un giro hacia la derecha, desconocieron la autoridad del Consejo y apoyaron el movimiento popular de la peninsu- la que confiaba en Femando VII. Este movimiento revolucionario, que no queria una dominacién francesa ni una dominacién espafola de caracter absolutista, se expandié por América, en nombre del monarca que estaba prisionero, tal como consta en los juramentos de fidelidad que fueron efectuados por las juntas de Caracas, Buenos Aires y Chile. Y, al igual que el sector reaccionario, estuvo conformado por espafioles de origen europeo y espafioles de origen americano (criollos), que otorgaron en un principio, a la lucha armada que se produjo en América, la naturaleza de una guerra civil, en lugar de una guerra independentista’, En Mi campaiia hispanoamericana, Manuel Ugarte manifest: “Nin- guna fuerza puede ir contra si misma, ningun hombre logra insurreccio- narse completamente contra su mentalidad y sus atavismos, ningun grupo consigue renunciar de pronto a su personalidad para improvisarse otra nueva. Espafioles fueron los habitantes de los primeros virreinatos y es- pajioles siguieron siendo los que se lanzaron a la revuelta. Si al calor de la lucha surgieron nuevos proyectos, si las quejas se transformaron en intimaciones, si el movimiento cobré un empuje definitivo y radical fue a 1 causa de la inflexibilidad de la Metrépoli. Pero en ningiin caso se puede decir que América se emancipé de Espafia. Se emancipé de! estanca- miento y de las ideas retrégradas que impedian el libre desarrollo de su vitalidad... ¢Cémo iban a atacar a Espanta los mismos que en beneficio de Esparia habian defendido, algunos afios antes, las colonias contra la in- vasi6n inglesa? {Cémo iban a atacar a Espafia los que, al arrojar del Rio de la Plata a los doce mil hombres del general Whitelocke, habian firmado con su sangre el compromiso de mantener la lengua, las costumbres y la civilizacion de sus antepasados?... Si el movimiento de protesta contra los virreyes cobré tal colosal empuje fue porque la mayoria de los americanos ansiaba obtener las libertades econdémicas, politicas, religiosas y sociales que un gobierno profundamente conservador negaba a todos, no solo a Jas colonias, sino a la misma Espafa... No nos levantamos contra Espa- fia, sino a favor de ella y contra el grupo retardatario que en uno y en otro hemisferio nos impedia vivir®. Y, en concordancia con lo expuesto, en La Revolucién de Mayo, Norberto Galasso escribié: “[...] los sectores popula- 88 se insurreccionan en Espafia contra el invasor, organizéndose en Jun- tas Populares; esa Juntas Populares asumen, en la lucha misma, no sélo la reivindicacion nacional sino Ja reivindicacién democratica y transforma- dora; el movimiento se impregna entonces de la ideologia liberal expandi- da por la Revolucién Francesa que ha prendido en pensadores, politicos y soldados espafioles, aunque con variantes reformistas y moderadas en muchos casos, y este movimiento asume como referente a un hombre prisionero del invasor, que tiene derecho a gobernar Espafia por la vieja legalidad monérquica, pero que se manifiesta, desde su reciusién, como abanderado de las nuevas ideas democraticas: Fernando Vil. Por otra parte, la revolucién espafiola —por intermedio de la Junta Central— hace saber a las tierras de América que no son colonias sino provincias con igualdad de derechos (22 de enero de 1809). Y convoca asimismo a los pueblos americanos a que se organicen en Juntas (28 de febrero de 1810), confiando que de este modo se aseguraré la resistencia a las pre- tensiones francesas. gDe qué manera reaccionan los americanos ante estos importantisimos cambios que se operan en Espana y ante las pro- puestas de los revolucionarios de allende e/ mar? Reaccionan organizan- do Juntas que desplazan a la burocracia ligada al absolutismo que ha caido en Espafia. Pero las Juntas de América no tienen frente a ellas, al ejército francés, sino apenas, su amenaza. De tal modo, que la cuestion nacional no nutre, desde el principio, su contenido ideolégico”. La revoluci6n americana en el Rio de la Plata Sélo doscientos cincuenta y un individuos asistieron al Cabildo Abierto del 22 de mayo, ya que varios grupos de personajes con cuchillos y pistolas debajo de sus capotes merodeaban por la Plaza Mayor, con el z fin de amedrentar a los miembros de a faccién reaccionaria, seatin las indicaciones dadas por el empleado Antonio Luis Beruti, el cartero Do- mingo French y el teniente Buenaventura Arzac. Desde el comienzo, el desorden, los gritos y los insultos caracterizaron el desarrollo de un deba- te que tuvo como protagonistas principales al obispo Benito Lué y Riega y al fiscal Manuel Genaro de Villota, por la faccién que deseaba la perma- nencia de Baltasar Hidalgo de Cisneros, y a los abogados Juan José Cas- telli y Juan José Paso, por la faccién contraria. Por eso, Norbeto Galasso dijo atinadamente con motivo de este suceso: “No hay pues medulosos cambios de ideas, ni buenos modales, ni patricios respetables polemizan- do con sesudos abogados, sino un grupo de privilegiados dispuestos fre- néticamente a resguardar con ufias y dientes sus fortunas y su posicién social, frente a otro grupo, intrépido y fogoso, animado por el espititu de la revolucién”. Tras las deliberaciones, la mayoria vot6 por la remocién del virrey, la formacién de una junta por parte del Cabildo y el otorgamiento de una cuota de confianza al sindico procurador general Julidn de Leiva. Pero, el 23 de mayo, los cabildantes resolvieron la constitucién de una Junta con la participacién de Baltasar Hidalgo de Cisneros (a esa altura, ex virrey), Comelio Saavedra (militar), Juan Nepomuceno Sola (sacerdo- te), Juan José Castelli (abogado), y José Santos de Inchaurregui (comer- ciante), de acuerdo a la propuesta de Bernardo de la Colina (cufiado de Julién de Leiva); y la convocatoria de los representantes del interior, de acuerdo a la propuesta de Juan Nepomuceno Sola. Y mantuvieron esa decision a pesar de los reparos de los comandantes y, en especial, de Martin Rodriguez (representante de los Husares del Rey): militares que les comunicaron durante la noche, en forma personal, que el pueblo re- clamaba la separacién de Baltasar Hidalgo de Cisneros y que las tropas no iban a disparar contra la gente para sostener al ex virrey. El 24 de mayo, la jura de los integrantes de la Junta Provisoria Gu- bernativa se desarroll6 segin lo previsto, aunque la gente habia arranca- do, pisoteado e incendiado los bandos del Cabildo y, ademés, habia ata- cado a los alguaciles que habian pegado dichos bandos*. Después, du- rante el resto del dia, el malestar del pueblo crecié. La casa del fiscal Ma- nuel Genaro de Villota fue apedreada. Las tropas entraron en un estado de efervescencia. Y los miembros del ala revolucionaria, Cornelio Saave- dra y Juan José Castelli, presentaron su renuncia: actitud que condujo a la disolucién del gobierno. No obstante lo acontecido, el 25 de mayo, los cabildantes hicieron lo imposible para evitar el triunfo de sus adversarios. Requirieron el nombramiento de una delegacién a los manifestantes que ingresaron en el edificio del Ayuntamiento. Prolongaron las tratativas has- ta la realizaci6n de una reunién con los comandantes. Procuraron el sos- tenimiento del gobierno por medio de las armas: propuesta que fue recha- zada por los militares que se entrevistaron con ellos. Pretendieron la per- manencia del resto de los miembros de la junta, tras la aceptacién de la 3 renuncia de Baltasar Hidalgo de Cisneros, para que Comelio Saavedra y Juan Nepomuceno Sola contuviesen las exigencias de los exaltados y mantuviesen la influencia de Julian de Leiva: algo que no prosper6. Exi- gieron la presentacién de las demandas de los revolucionarios por escrito Cuestionaron la representatividad del escrito que reclamaba el remplazo de Baltasar Hidalgo de Cisneros, por un junta integrada por Cornelio de Saavedra, como presidente, Juan José Passo y Mariano Moreno, como secretarios, y Miguel de Azcuenaga, Manuel Alberti, Juan José Castell, Domingo Matheu, Manuel Belgrano y Juan Larrea, como vocales. Y, por Liltimo, exigieron la ratificacién de las personas que se hellaban en la Pla- za Mayor®, Mariano Moreno EI movimiento insurreccional tuvo dos figuras destacadas. Una de ellas fue Mariano Moreno: abogado y politico que nacié el 23 de septiem- bre de 1778; fue secretario de la junta de gobierno; condujo el ala jacobi- na de la revolucién’; fund6 la Gazeta de Buenos Ayres; redacté el Plan Revolucionario de Operaciones y el Decreto de Supresién de Honores; cre6 la Biblioteca Pblica; y murié el 4 de marzo de 1811, en una fragata briténica, como consecuencia de un envenenamiento®. En el primero de los textos mencionados, el Plan Revolucionario de Operaciones, este por- tefio (denominado por Domingo French como el Sabiecito del Sur’), pro- movid el desarrollo de la actividad industrial. 7...) una cantidad de dos- cientos 0 trescientos millones de pesos, puestos en ef centro del Estado para la fomentacién de las artes, agricultura, navegacién, etc., produciré en pocos arios un continente laboriaso, instruido y virtuoso, sin necesidad de buscar exteriormente nada de lo que necesite para la conservacién de sus habitantes, no hablando de aquellas manufacturas que, siendo como un vicio corrompido, son de un lujo excesivo e inttil, que deben evitarse principalmente porque son extranjeras y se venden a mas oro de lo que pesan [...]""°. ¥ aconsejé la proteccion de los recursos naturales. ‘[...J tan- to para cubrir los emperios del Estado, como para nuestros emprend- mientos y demas que sean necesarios [...] que ningun particular trabaje minas de plata u oro, quedando el arbitrio de beneficiarla y sacar sus te- soros por cuenta de la Nacién, y esto por el término de diez afios (mas 0 menos) imponiendo pena capital y confiscacién de bienes, con perjuicios de acreedores y de cualquier otro que hubiere derecho a los bienes de alguno que infringiese la citada determinacién o mandato, para que con este medio no se saque, ni trabaje ocultamente en algunos destinos nin- guna mina de plata u oro [...]""" Recomendé el aprovechamiento de las posibilidades de la politica monetaria. ‘[...) A la nueva moneda [...] con arreglo al valor que ahora 4 tiene, se le debe mezclar una parte, tanto al oro como a /a plata, que le rebaje de su ley un 15 6 20 por ciento, con cuya utilidad debemos contar anuaimente, pues [...] ¢s arbitraria su alteracién cuando /as circunstancias la requieran, y cuando se combine por un sistema ventajoso [...]". Y de- fendié la regulacién del mercado inmobiliario. 'T...] es susceptible que mu- chos europeos, cuya estirpe es la que en todas estas provincias obtienen los gruesos caudales, no adaptandoles el sistema, traten de emigrar lle- vandoselos al mismo tiempo o remitiéndolos por otros conductos que los pongan a salvo [...] En esta virtud debe nombrarse, en cada pueblo, una comisién de cuatro a cinco sujetos, a proporcién de la poblacién de cada uno, para que, en un término fijado, formen un estado de todos los cauda- les, bienes, fincas, raices y demas establecimientos, con especificacién particular de los de cada uno y lo presenten en dicho término al Superior Gobierno, quien inteligenciado de todos sus pormenores, debe mandar se publique por bando con la mayor solemnidad, irrevocable en todas sus partes, sin admisién de recurso alguno en la materia, constituyéndolos al mismo tiempo no sélo por sospechosos, sino por reos del Estado; y es que, en término de quince o veinte afios, ningunos establecimientos, fin- cas, haciendas de campo, u otra clase de raices puedan ser enajenadas, esto es, vendidas a ninguno, cuando no concurra la circunstancia eviden- te y comprobada que se deshace de alguna parte de sus bienes o del to- do por una absoluta necesidad que le comprometa, pues en tal caso el que comprase dichos bienes sin el conocimiento del Gobierno y verificase a emigraci6n de aquel que vendid y exportacion de sus valores, aunque sea pasado cualquier término, les serén decomisados para los fondos nacionales los mismos establecimientos, o sus justos valores [...]""*. Previé el control del comercio exterior. '...] todo negosiante euro- p20, por el mismo término no podré emprender negocios a paises extran- jeros, con el todo de su caudal, ni hipotecando establecimientos 0 raices algunos, en cambio de otros frutos movibles, sin el completo conocimiento del Gobierno adonde competa su jurisdiccién, pero si de hecho resultase algin fraude sera nula y de ningun valor fa referida hipoteca; pues cuando mas, y eso con las imposiciones que hubiere a bien establecer el Gobier- no, sélo podra girar con la mitad de su referido caudal que obtuviese, para que circulando la otra mitad en el centro del Estado, sea responsable y fiadora de aquella parte que extraiga con semejante fin”*. Y fomenté la promocién de una politica de tierras. ‘J...) Debemos igualmente, hacer publicar en todos los pueblos que a todas las familias pobres, que volun- tariamente quisiesen trasiadarse a la Banda Oriental y a las fronteras, a poblar, se les costeard el viaje, déndoles las carretas y demas bagajes para su transporte y regreso, y contempléndoles como pobladores, se les darn terrenos a proporcién de! mimero de personas, que comprenda ca- da familia, capaces y suficientes para formar establecimientos, siembras de trigo, y demés labores, y esto por el término de diez afios [...J". "Que 5 para el efecto y fomento se les suministrard, en los dos primeros aitos, con algunas fanegas de distintos granos, algunas yuntas de bueyes y va- cas, para sus establecimientos, y asimismo algunas yeguas y caballos [...] quedando exentos en el dicho término de diez anos, cualquiera de tales familias, de servir en las milicias, ni en ningun otro cargo que pudiera perjudicarles, y en la misma forma, en dicho término, serén exceptuados de toda contribucién y derecho de cualquier fruto que vendan o introduz- can, en cualquiera pueblos 0 provincias, dependientes del Gobierno Ame- ricano del Sud”. José Gervasio Artigas La otra figura de los inicios del movimiento revolucionario fue José Gervasio Artigas: politico y militar oriental que nacié el 19 de junio de 1764; enfrenté a las tropas espafiolas del bando reaccionario, las tropas portuguesas y las tropas portefias; protagonizé la gesta de la Redota; or- ganiz6 el Congreso de Tres Cruces y el Congreso de Oriente; dicté la Oracién Inaugural, \as Instrucciones para la Asamblea del Affo Xill y el Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de la Campaiia y Seguridad de sus Hacendados; se refugié en el Paraguay, al comprender que sus enemigos lo habia vencido; y murié el 23 de sep- tiembre de 1850, tras treinta afios de exilio. En el primero de los escritos, la Oracién Inaugural, este hombre (que quedé en la historia como el Pro- tector de los Pueblos Libres), reivindicé la soberania popular. “Ciudada- nos: El resultado de la campafia pasada me puso al frente de vosotros por el voto sagrado de vuestra voluntad general, Hemos corrido diecisiete meses cubiertos de Ia gloria y la miseria, y tengo la honra de volver a hablaros en la segunda vez que hacéis uso de vuestra Soberania. En ese periodo, yo creo que el resultado correspondié a vuestros designios gran- des. EI formaré la admiracién de las edades. Los portugueses no son los Sefiores de nuestro territorio. De nada habrian sorvido nuestros trabajos, si con ser marcados con la energia y constancia no tuviesen por guia los principios inviolables de! Sistema que hizo su objeto. Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia Soberana. Vosotros estais en el pleno goce de vuestros derechos: ved ahi el fruto de mis ansias y desvelos, y ved ahi también todo el premio de mi afén. Ahora en vosotros esté el conservarlo. Yo tengo la satisfaccién honrosa de presentaros de nuevo mis sacrificios y desvelos, si gustais hacerlo estable”®. En las Instrucciones para la Asamblea del Afio Xill, demandé la in- dependencia. “Primeramente pediré la declaracién de la independencia absoluta de estas colonias, que ellas estén absueltas de toda obligacién de fidelidad a la corona de Esparia y familia de los Borbones, y que toda conexién politica entre ellas y e! Estado de Espaiia debe ser totalmente 6 disueita”’. Propugné el federalismo. “Articulo 1° La Provincia Oriental del Uruguay entra en el rol de las demas Provincias Unidas. Ella es una parte integrante del Estado denominado Provincias Unidas del Rio de la Plata. Su pacio con las demas provincias es ei de una estrecha e indisoluble Confederacién ofensiva y defensiva, Todas las provincias tienen igual dignidad, iguales privilegios y toda conexién politica entre ellas y el Esta- do de la Espajia es, y debe ser, totalmente disuelta”. “Articulo 2° No admi- tira otro sistema que el de confederacién |...J°. “Articulo 7° El gobierno supremo entender solamente en los negocios generales del Estado...” “Articulo 11° Que esta provincia retione su soberania, libertad @ indepen- dencia, todo poder, jurisdiccién y derecho que no es delegado expresa- mente por la confederacién a las Provincias Unidas [...]". “Articulo 17° Que esta Provincia tiene derecho para levantar los regimientos que nece- site, nombrar los oficiales de companifa, reglar la milicia de ella para la seguridad de su libertad [...]”. “Articulo 19° Que precisa e indispensable- mente sea fuera de Buenos Aires donde reside el sitio del gobierno de las Provincias Unidas"*. Promovi6 el republicanismo. “Articulo 4° Como el objeto y el fin del gobierno debe ser conservar la igualdad, libertad y segu- ridad de los ciudadanos y los pueblos, cada provincia formar su gobierno bajo esas bases, ademas del gobierno supremo de la Naci6n”. “Articulo 5° Asi, este como aquel se dividirén en poder legislativo, ejecutivo y judicial”. “Articulo 6° Estos tres resortes jamas podran estar unidos entre si [...]”. “Articulo 20° La Constitucién garantiré a las Provincias Unidas una forma de gobierno republicana y que asegure a cada una de ellas de las violen- cias domésticas, usurpacién de sus derechos, libertad y seguridad de su soberania, que con la fuerza armada intente alguna de ellas sofocar los principios proclamados. Y asimismo prestara toda su atencién, honor, fi- delidad y religiosidad a todo cuanto crea o juzgue necesario para preser- var a esta Provincia las ventajas de libertad, y mantener un gobierno libre, de piedad, justicia, moderacién e industria”. Defendié la libertad civil y religiosa. “Articulo 3° Promoveré la libertad civil y religiosa en toda su ex- tensién imaginable”®. Y apoyé la libertad de comercio. “Articulo 14° Que ninguna tasa o derecho se imponga sobre articulos exportados de una provincia a ora; ni que ninguna preferencia se dé por cualquiera regula- cién de comercio o renta a los puertos de una provincia sobre de los de otra; ni los barcos destinados de esta Provincia a otra seran obligados a entrar, anclar o pagar derecho en otra" Y, por ultimo, en el Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de la Campafia y Seguridad de sus Hacendados, dispu- so la reforma agraria, convirtiéndose de ese modo en el primer americano que instrumenté esa medida. “1° E/ seffor Alcalde Provincial ademas de sus facultades ordinarias, queda autorizado para distribuir terrenos [...]”. “6° El Sr. Alcalde Provincial y demas subalternos se dedicarén a fomentar con brazos itiles la poblacién de la campana, Para ello revisaré cada uno, Z en sus respectivas jurisdicciones, los terrenos disponibles; y los sujetos dignos de esta gracia con prevencién que los mas infelices seran los més privilegiados. En consecuencia los negros libres, los zambos de esta cla- se, los indios y los criollos pobres, todos podran ser agraciados con suer- tes de estancia, si con su trabajo y hombria de bien propenden a su felici- dad, y a la de la Provincia”. “7° Seran igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieran hijos. Serén igualmente preferidos los casados a los americanos solteros, y éstos a cualquier extranjero”. “8° Los solicitantes se apersonaran ante el sefior Alcalde Provincial, 0 @ los subalternos de os partidos donde eligieron el terreno para su poblacién, Estos daran su informe al sefior Alcalde Provincial y éste al Gobierno de Montevideo de quien obtendré la legitimacién de la donacién, y la marca que deba distin- guir las haciendas del interesado en lo sucesivo [...]°. “12° Los terrenos repartibles son todos aquellos de emigrados, malos europeos y peores americanos que hasta la fecha no se hallan indultados por el jefe de la Provincia para poseer sus antiguas propiedades””. * Domingo Matheu, Juan Antonio Alvarez de Arenales y Juan Larrea eran espafioles. Manuel Belgrano estudié la carrera de derecho en Espaifia. Antonio Gonzalez Baloarce, José de San Martin, José Matias Zapiola, José Miguel Ca- rrera y Carlos Maria de Alvear integraron el ejército espafiol en la peninsula. Jo- 86 de San Martin no llamaba a los enemigos espajfoles, sino realistas, chapeto- nes 0 godos. Antonio Luis Berutl y Domingo French repartieron estampas con la efigie de Fernando VII en los dias de Mayo. La bandera espafiola fue izada en las ceremonias piblicas durante varios afios. Los ejércitos revolucionarios enar- bolaron la bandera espafiola al enfrentar a los ejércitos absolutistas, durante la etapa inicial de la guerra. Y la independencia s6lo fue declarada seis afios des- pués del estallido de ta revolucion. Por su parte, Juan Pio Tristan (que enfrent6 a Manuel Belgrano en ia batalla de Tucumdn y en la batalla de Salta), Juan Ange! Michelena (que bombarded la ciudad de Buenos Aires en 1811). y José Manuel de Goyeneche (que reprimié la rebelién de Pedro Domingo Murillo), eran ameri- canos. ? MANUEL UGARTE, Mi camparia hispanoamericana, Edit. Cervantes, Barcelona, 1922, p. 23; citado en NORBERTO GALASSO, La Revolucién de Mayo, Ediciones Colihue, Buenos Aires, 1994, ps. 25-26. ° NORBERTO GALASSO, La Revolucién.... p. 21. * NORBERTO GALASSO, La Revolucién.... p. 53. § Seguin Norberto Galasso, el resultado de la votacion del Cabido Abierto y la composicion de la Junta Provisoria Gubernativa trasiucen la existencia de un acuerdo celebrado secretamente por la faccién reaccionaria (el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, el Cabildo y la Real Audiencia), y la derecha de la faccién revolucionaria (el coronel Comelio Saavedra), por obra de Julian de Leiva, con el propésito de alcanzar una solucion gatopardista. NORBERTO GALASSO, La Revolucién..., ps. 56-57. * La nueva junta juré desempefiar legalmente su cargo, conservar esta arte de América para Femando Vil y quardar las leyes del reino. ” Fue responsable del destierro de Baltasar Hidalgo de Cisneros, de los miembros de la Real Audiencia y de los miembros del Cabildo; al igual que del fusilamiento de Santiago de Liniers, Juan Gutiérrez de la Concha, Santiago Allende, Victorino Rodriguez y Joaquin Moreno en Cabeza de Tigre y de Fran- cisco de Paula Sanz, Vicente Nieto y José de Cédoba y Rojas en Potosi. ° En una misiva a Manuel Moreno, su hermano, describié con precision la labor que quedaba por delante. “Conozco los peligros que tendré que vencer un magistrado para gobernar los negocios en tiempos tan expuestos, La variacién presente no debe limitarse a suplantar los funcionarios publicos e imitar su co- rrupcién e indolencia. ES necesario destruir los abusos de la administracion, desplegar una actividad que hasta ahora no se ha conocido; promover el reme- dio de los males que affigen al Estado, excitar y dirigir el espiritu publico, educar al pueblo, destruir a sus enemigos y dar una nueva vida a las provincias. Es ne- cesario emprender un nuevo camino en que lejos de hallarse alguna senda, seré necesario practicarla por entre los obstéculos que @! despotismo, la venalidad y Jas preocupaciones han amontonado después de sigios ante los progresos de fa Telicided de este continente. Después que la nueva autoridad haya escapado a Jos ataques a que se verd expuesta por solo fa calidad de ser nueva, tendré que suttir los de las pasiones, intereses @ inconstancia de los mismos que ahora fo- ‘mentan fa reforma’. MARIANO MORENO, Comunicacién a su hermano a horas del 25 de Mayo; en MANUEL MORENO, Vide y memorias del Dr. Mariano More- no, Talleres Rosso, Buenos Aires, 1937: citado en NORBERTO GALASSO, La Revolucién..., p. 71 Desde la segunda mitad del siglo XIX, una postura historiogréfica se es- fuerza por mostramos un Mariano Moreno que desprecia Io espafiol y lo ameri- ano; que no cuenta con la adhesion de las masas populares, sino con el apoyo de los j6venes ilustrados de su entorno; que no tiene como guia al Plan Revolu- clonario de Operaciones, sino a la Representaci6n de los Hacendados; que sue- fia con la construccién de un pais oligérquico y agroganadero que pueda comer- ciar libremente con Gran Bretafia; y que, por ello, preanuncia a Bemardino Riva- davia y a los hombres de la Genereacién del 80. Paradéjicamente, la corriente mmitrista y algunas corrientes revisionistas coinciden en el hecho de exhibir un Mariano Moreno falso. La primera lo transfigura para que quede como el profeta que anuncia la llegada de Bartolomé Mitre. Y las segundas hacen lo mismo para que Comelio Saavedra (lider de la faccion moderada de la revolucin y enemigo del secretario de la junta), quede como el representante de las masas populares durante el proceso revolucionario y como el precursor de los caudillos federales y, en particular, de Juan Manuel de Rosas. Es decir, la misma persona es utili Zada para enaltecer a Don Bartolo y al Restaurador (dos figuras que estan ubi- cadas en pustos opuestos, desde la perspectiva ideolégica). Sin duda, Bartolo- mé Mitre nececita que sus seguidores sostengan una imagen faisa de Mariano Moreno para justiicar su actuacién politica, Pero, Juan Manuel de Rosas no pre- 9 cisa que algunos rosistas equivocados denigren al mas jacobino de los revolu- Cionarios de Mayo para justificar la suya, ® Recuerdo de Manuel Andrés Arroyo y Pinedo; citado en RAUL MOLINA, La primera polémica sobre la revolucién de Mayo, Buenos Aires, 1967; citado, a su vez, en NORBERTO GALASSO, Mariano Moreno. “E] sabiecito del sur’, Edi- ciones del Pensamiento Nacional, Buenos Aires, 1994, p. 10. *° MARIANO MORENO, Plan Revolucionario de Operaciones, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1993, ps. 63-64. * MARIANO MORENO, Pian... p. 64. *? MARIANO MORENO, Plan..., p. 65. '® MARIANO MORENO, Plan..., ps. 66-67. MARIANO MORENO, Plan..., p. 67. *® MARIANO MORENO, Plan..., p. 84. Jorge Abelardo Ramos sintetiz6 el pensamiento de Mariano Moreno del siguiente modo: ‘f... Moreno planteaba una verdadera politica revolucionaria no porterta, como ocurrira inmediatamente después de su caida, sino nacional americana. Moreno sostuvo ef monopolio def ‘comercio exterior, fundamental ayer como hoy para la defensa econémica de un pals semicolonial; el control de cambios y del tréfico de oro y divisas; la expro- piacién de las grandes fortunas improductivas y su utilizacién por e! Estado para @! desarrollo de la industria nativa, de la educacién técnica, de la agricultura y de la navegacién; el monopolio estatal de la industria minera; la expansién america- na de! movimiento revolucionario y la aplicacién de medidas severas para exter- inar los focos de fa contrarrevolucién”. JORGE ABELARDO RAMOS, Las ma- sas y las lanzas (1810-1862), Hyspamérica, Buenos Aires, 1986, ps. 30-31 © JOSE GERVASIO ARTIGAS, Oracién Inaugural, 5 de abril de 1813; ci- tado en PACHO O'DONNELL, Artigas. La versién popular de la Revolucién de ‘Mayo, Aguilar, Buenos Aires, 2012, p. 91 *T JOSE GERVASIO ARTIGAS, Instrucciones para la Asamblea del Ario Xill, 13 de abril de 1813; citado en PACHO O'DONNELL, Artigas... p. 97. '® JOSE GERVASIO ARTIGAS, Instrucciones para la...; citado en PA- CHO O'DONNELL, Artigas... ps. 97-100. ‘8 JOSE GERVASIO ARTIGAS, instrucciones para la...; citado en PA- CHO O'DONNELL, Artigas..., ps. 98-100. 2° JOSE GERVASIO ARTIGAS, Instrucciones para la...; citado en PA- CHO O'DONNELL, Artigas... p. 98. 10 ®" JOSE GERVASIO ARTIGAS, Instrucciones para /a...; citado en PA- CHO O'DONNELL, Artigas... p. 99. JOSE GERVASIO ARTIGAS, Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para e! Fomento de la Camparia y Seguridad de sus Hacendados, 10 de septiembre de 1815; citado en PACHO O'DONNELL, Artigas..., ps. 134-135. "

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