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VIII Congreso Argentino de Antropología Social

Simposio 14 Cultura y envejecimiento. Perspectivas multi e interdisciplinarias

Vejez e identidad cultural. Reflexiones desde la experiencia etnográfica.

Crivos, Marta crivos@museo.fcnym.unlp.edu.ar

Martínez, María Rosa mrmart@netverk.com.ar

CONICET-Universidad Nacional de La Plata

Introducción
Los estudios etnográficos dan cuenta de modos de vida actuales, cualquiera
sea la sociedad, sector social, o institución. La aproximación a microescala
propia del enfoque etnográfico conlleva el énfasis en la implementación de
metodologías cualitativas a través de las cuales es posible indagar en las
perspectivas de los actores sociales respecto de la vejez y los procesos del
envejecer culturalmente construidos.
Nuestra investigación etnográfica se desarrolla en dos poblaciones rurales de
nuestro país –Valles Calchaquíes y Valle del Cuña Pirú- con una larga historia
de asentamiento en ecosistemas específicos.
Las características socio-culturales de ambos enclaves, si bien con sus
particularidades, muestran que la organización de las unidades domésticas
tiende a estar basada en núcleos familiares extensos. Esta circunstancia nos
ha permitido acceder a las interacciones de miembros de distintas
generaciones y su proyección más allá del ámbito doméstico donde los
ancianos asumen el rol de referentes en relación a distintos aspectos de la vida
comunitaria. El ambiente transitado a lo largo de su vida es reconocido por
ellos en su variabilidad y potencial para resolver los problemas de la vida diaria.
La evocación en el justo momento de este saber por parte de los mayores
actualiza y recrea el modo adecuado de hacer las cosas acorde a la tradición
cultural. Esta evocación adquiere la forma de una narrativa que articula
eventos, situaciones, conductas ejemplares en un tiempo no lineal, incierto, que
por momentos fija la alusión a episodios críticos de sus trayectorias de vida.

En estos recorridos es posible reconocer experiencias, encuentros y


desencuentros, éxitos y fracasos, pero en ellos inevitablemente se dibujan
estrategias particulares de vida cuya eficacia reconocida en el pasado se
proyecta como alternativa de acción posible en el presente. Los procesos
identitarios resultan entonces de una dialéctica pasado/presente que es posible
reconocer en la narrativa de los ancianos en diálogo con los más jóvenes.
Los Asentamientos

El Departamento de Molinos está ubicado en el centro del valle Calchaquí


salteño. Su población es de 5.565 habitantes y de 881 la del pueblo del mismo
nombre1, donde se centra la actividad administrativa y comercial. De particular
importancia durante un largo período de la historia posterior a la Conquista y
uno de los más antiguos asentamientos del Valle, el pueblo de Molinos es hoy
una pequeña comunidad que participa de los rasgos típicos del resto de las
poblaciones vallistas.
La distribución de la población mantiene, en general, una estructura
semiurbana, caracterizada por pueblos asociados a campos cultivables, y
familias extensas – incluyendo servidumbre, bajo un régimen paternalista – en
las fincas agrarias. Los pueblos muestran mayores rasgos culturales
hispánicos, mientras las áreas rurales y la montaña conservan con mayor vigor
los rasgos indígenas. Podría decirse que la población actual es producto de
una larga historia de contactos interétnicos que integra componentes culturales
indígenas e hispanos, lo cual confiere a los valles una fisonomía muy definida
aunque no homogénea (Crivos, 2004).
El relativo aislamiento geográfico y la creciente pérdida de importancia
económica a lo largo de gran parte de la historia de los valles, desalentaron la
inmigración y promovieron la emigración. La falta de trabajo condujo a un
amplio sector de la población joven a desplazarse hacia áreas más bajas como
las plantaciones tropicales, al valle de Lerma o a ciudades como Salta y
Buenos Aires.
En las referencias de los pobladores a su ambiente se destaca la
categorización dicotómica del espacio en el "alto" y el "bajo", en que los
componentes del entorno asumen características distintivas de las cuales
pueden derivarse interpretaciones, explicaciones y conductas en relación al
medio natural. En relación al “bajo”, el "alto" es considerado un espacio
amedrentador, territorio de entidades o seres sobrenaturales. Un espacio ligado
a lo desconocido y peligroso –cerros y puna- se opone a un espacio familiar -el
"pueblo", el "valle”-. Este último no es un espacio totalmente homogéneo, hay
lugares -cementerios (generalmente sobreelevados en relación a los
asentamientos humanos)- que, potenciados por el tiempo -en horas o días
"malos"- es riesgoso recorrer. El conocimiento implicado en esta distinción
interviene como componente esencial en el diseño y puesta en práctica de las
actividades que caracterizan el modo de vida de los habitantes del valle de
Molinos (Crivos y Martínez,1997).

La selva paranaense es el espacio habitado por los Mbya en la provincia de


Misiones. Los miembros de estas comunidades se desplazan en pequeños
grupos entre sus aldeas, algunas en la periferia de pueblos y ciudades y otras

1
Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (INDEC), 2001.

2
más cercanas al “monte”. Para el año 1995 se registran 50 comunidades cuya
población total asciende a 3700 personas2.
La economía de estos pueblos se basa fundamentalmente en la horticultura de
roza y quema, combinada con la caza, pesca, recolección de vegetales y miel
del monte y, en forma creciente, con la producción y comercialización de
artesanías. Asimismo los varones, jóvenes y adultos, son contratados como
mano de obra temporaria en ocasión de las cosechas de tabaco y yerba mate,
siendo frecuente observar parejas con sus hijos pequeños marcharse hacia
distintas localidades de la provincia buscando esas fuentes de trabajo.
La forma de vida en las comunidades gira en torno a actividades diseñadas y
realizadas básicamente en lo que se llama el “monte”; en lengua Mbyá
“Kaaguy”, selva; “Kaaguy ete”, monte verdadero (Cadogan,1992). El término
alude no solamente a un espacio pródigo en recursos económicos sino a un
estilo de vida particular que depende de la existencia de ese espacio.

Los argumentos acerca del ambiente natural en que se desenvuelve la vida de


las comunidades incluyen y destacan los componentes pragmáticos y
simbólicos de la noción de “monte”. Como escenario que condensa lo relativo
al mundo natural, debe poseer características que garanticen el abastecimiento
de recursos para su subsistencia (Crivos y Martínez, 2000). Como espacio vital
asume carácter sagrado. Es por ello que la horticultura, la caza de animales y
la recolección son actividades que deben realizarse observando una gama de
prohibiciones instaladas en su universo religioso. Un espacio pródigo,
incontaminado, donde la conjunción del peligro y lo sagrado da sustento a una
estrategia de explotación equilibrada de sus recursos. En este sentido
constituye para los Mbya un espacio crucial en la toma de decisiones que
conducen al asentamiento, establecimiento y proyectos de vida futura en la
región.

Nuestro Enfoque

Nuestra aproximación etnográfica a la vida doméstica en ambos enclaves nos


conduce a los ancianos como aquellas personas aptas y habilitadas para dar
cuenta de las características “propias” de estrategias de vida fundantes de su
identidad cultural.
El conocimiento del medio ambiente, de sus posibilidades, límites y riesgos ha
sido capitalizado por los ancianos a lo largo de su trayectoria de vida. Las
actividades económicas, hoy diversificadas y transformadas por la tecnología
disponible, continúan fuertemente ancladas en los recursos naturales que el
medio provee. Es por ello que los ancianos son una fuente de información y un
referente constante respecto del desarrollo de estas actividades.
Tomando la “unidad doméstica” (UD)3 como unidad elemental para la
observación y descripción de la vida grupal, la metodología etnográfica

2 Según datos proporcionados por la Dirección Provincial de Asuntos Guaraníes


3 En nuestras investigaciones utilizamos la unidad doméstica (UD) como referente empírico-analítico

3
constituye una herramienta inmejorable para alcanzar y comprender las
actividades y rutinas cotidianas de los ancianos, su interacción con otros
miembros al interior y exterior de las UD, sus trayectorias de vida y las
representaciones y prácticas grupales acerca de la vejez, envejecer y ser viejo.
La implementación de técnicas cualitativas, entre las que se destacan las
entrevistas en sus formas abierta y/o semi estructurada, provee un corpus oral
cuyo análisis conduce indefectiblemente a información de valor actualístico. Al
mismo tiempo esta estrategia permite explorar el pasado a través de las
concepciones y vivencias de los actores, las cuales dan fundamento y sentido
de pertenencia a los miembros de las sociedades en estudio.
Las historias de vida, las biografías y las trayectorias vitales aportan
información acerca de vínculos sociales, experiencias laborales, migraciones,
enclaves o lugares transitados, en una abigarrada trama donde se entrelazan el
nivel individual, familiar y grupal. Distintos contextos y actores emergen en
virtud de la selección operada por los sujetos quienes, en entrevistas
sucesivas, reiteran contenidos y estilos discursivos produciendo un efecto de
saturación que, sumado a recurrencias observadas a lo largo de la tarea
etnográfica, les otorga valor de generalidad.
El análisis de los diferentes tipos de registro hizo posible la evaluación de los
datos en relación a las recurrencias temáticas y las circunstancias que
rodearon su producción. Así por ejemplo, el análisis del registro oral nos ha
dado acceso al significado y alcance de los términos que en lengua Mbya
designan a hombres y mujeres ancianos y a los atributos asignados a la vejez
tanto en el pasado como en el presente. Por otra parte, la implementación de
técnicas de observación permitió ampliar el registro etnográfico al escenario de
las actividades cotidianas en que los ancianos se involucran interactuando con
miembros de otros grupos etarios.
En este trabajo analizaremos la información pertinente al tema que resulta del
registro oral y observaciones realizadas a lo largo de sucesivos encuentros con
nuestros informantes. En ella es posible reconocer aspectos relevantes al rol
de los ancianos en sus proyecciones en distintos ámbitos de la vida
comunitaria.

Ancianos y vida doméstica

Al momento de nuestras investigaciones los ancianos y adultos mayores del


departamento de Molinos constituyen un sector importante del grupo
doméstico. Se destaca su amplia experiencia en el desarrollo de actividades
agrícola-ganaderas así como su pericia en la manufactura de textiles y otros
productos típicos de la región.

inicial para la descripción de la vida grupal: “La UD es una unidad compleja que incluye un componente
social -grupo de personas que comparten la residencia- y un componente espacial -el espacio físico que
habitan-, articulados por un conjunto de actividades relevantes a la subsistencia del grupo que se realizan
parcial o totalmente en ese ámbito” (Crivos y Martínez, 1996b)

4
En muchos casos la ausencia por diferentes circunstancias de los hombres -
esposos e hijos- conduce a las mujeres a la realización de tareas productivas al
interior de la UD o en las fincas: cosecha, marcación de animales, artesanías.
Yo he estado en Bs. As. con mis hijos, Yo aquí estoy con una hija casada y otra soltera, nada
mas, ahi hay un hijo y dos hijas ,otra es costurera, trabaja de sastre, es profesora. (CGL, 63
años)

El gran número de ancianos y ancianas que no acceden a los beneficios de


pensiones y/o jubilaciones coadyuva a una difícil condición económica que
conduce a la necesidad de continuar con tareas que realizan desde muy
jóvenes. Esto a pesar de limitaciones físicas (pérdida de la visión, dificultades
en el desplazamiento) o del deterioro de su salud al ser muchos de ellos
portadores de conocidas enfermedades endémicas (Chagas-Mazza) que con el
correr del tiempo ocasionan graves consecuencias a las personas que las
padecen. Estos ancianos viven en fincas -en calidad de arrieros, medieros-,
fuera de ellas como propietarios de pequeñas parcelas de tierra o bien en el
pueblo, solos o compartiendo la vivienda con alguno/s de sus hijos o nietos. En
la unidad doméstica el aporte económico de los viejos es limitado,
destacándose como valores heredables: la seguridad emocional, compañía,
experiencia que resulta de sus interacciones en distintos ámbitos y el
aprendizaje acumulado durante sus trayectorias de vida, ya que la herencia de
bienes materiales pierde sentido.
Voy a pasear a los animales que tengo por el bajito. Todos los días Dios mediante voy. Todos
las tardes vengo y todos los días voy me hago la viandita

Cuantas horas tiene hasta allá ?

Una hora y media para ir y volver. Todos los días tengo que ir con los animalitos. Yo tengo 68,
69 por ahí

Y solita está?

Con los nietitos pero ahora no han venido se han quedado por allá, son grandes ,un
atorrantecito (se ríe) la casa la tengo en el alto pero yo me quedo aquí para cocinar todo
porque allí no tengo cocina

Cuantas ovejitas tiene?

Y serán como 26 no son muchas, con la lanita hago cama, yo lo consumo para la casa nomás.
Pero ahora yo no trabajo casi, ya estoy jubilada

Y que se lleva ahí atrás?

“Ahí llevo mi bolsita, mi platito y aquí llevo la comida, así tengo que andar, ahí enciendo fuego
la tengo que calentar, allá hago fuego para calentar la ollita y a la tarde, vengo a tomar el te, y
después me voy para el alto. La señora que ha salido recién ella me acompaña mucho,
cuando va a la ciudad quedo solita con mi chango y alguna vez yo solita, y estos (perros) me
acompañan”. (SH)

“ yo así el trabajo de las casas, limpieza yo no se nada, cocina nada, a mi mandeme a trabajar
al potrero deme una pala, un pico un azadón y un par de mulas y yo me voy arando así en la
casa de limpieza no lo se… no lo se, capaz me gustara, floja, no me gusta, me gusta el potrero”
Y va a trabajar al potrero?
no ahora ya va de 9 años que no lo hago, ahora para la cebolla voy a ir a sacar cebolla

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y cargar los camiones, descargarlos (LCh,69 años)

(en un Taller con jóvenes de la Escuela primaria y secundaria)


Y de donde aprendieron uds. eso?
- de la abuela, de los padres de nosotros, todos ellos sabían más antes todo esto
- Si porque mi papa cura, cura el susto y el hace los remedios
Hay médicos campesinos ahora?
- varios : si muchos
- Hay uno para La Arcadia, cerca de La Angostura que se llama Pedro, P. C
- Doña Clorinda,I: son los médicos viejos
- Hay un lugar que se llama Los Pozos, la Despensa hay una señora que se llama C, son los
que mas la gente consulta,
- En San Carlos también
- En Seclantás

En esta población hay una tendencia a que la crianza de los niños esté a cargo
de los abuelos. Constituyen el referente de jóvenes y niños, ya sea en aquellos
casos en que los padres están ausentes, como en los que conviven las tres
generaciones (Alba, 1992). La estrecha relación en el ámbito doméstico entre
dos generaciones alternas podría ser una de las razones por las que los
ancianos son respetados y sus juicios y consejos considerados al momento de
tomar decisiones: son ellos quienes brindan cariño y contención en ausencia de
los padres. Desde la perspectiva de los ancianos la convivencia con sus nietos
constituiría una forma de estar activos, hay por quién pensar, para quien
trabajar. Por lo general son las mujeres ancianas solas –viudas, separadas- las
que viven con uno o varios nietos asumiendo su crianza.
..Yo tengo dos hijas muertas y mis varones no han muerto ninguno de ellos, son cinco, ellos
viven todos, son grandes, ellos van a trabajar en El Tabacal
Y de las mujeres no queda ninguna viva?
Unita me ha quedao. Esa se ha hecho grande y ya se ha casao. Vive en Molinos, del puente
para abajo vive ella. Me viene a ver, yo también la voy a ver, mi única hija y es amable para mí,
igual yo para ella, ya se ha casao, tiene cuatro hijos.(NG)
Es así que muchos de los nietos y/o hijos, obligados por razones laborales a
ausentarse largo tiempo de sus comunidades, aportan a las necesidades de los
ancianos a través del envío de dinero y/o mercaderías y reconocen la
obligación moral de esta compensación. Aquellos que permanecen en el
pueblo o en otros parajes procuran el cuidado necesario de los ancianos
minusválidos.
en enero, en el 82,(la madre) tenía 92años, era muy ancianita, daba tanto trabajo, porque ella
perdió la memoria y no sabía nada, había que cuidarle como una criatura.
..parece que vuelve a la niñez cuando somos ancianos porque era ella peor, algunas veces,
peor que una criaturita (ARG)

En las comunidades Mbya son frecuentes las escenas de la vida cotidiana


donde se observa a las tres generaciones -abuelos, padres y nietos-, compartir
actividades, contextos en que los intercambios se realizan en lengua vernácula,
vehículo en que se recrea y actualiza la costumbre. Los ancianos,
particularmente las mujeres, si bien comprenden el español, lo hablan en pocas
oportunidades. A pesar de que es cada vez mayor el número de personas -

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niños y jóvenes- que acceden a la educación formal y con ello el aprendizaje de
otra lengua y de otros códigos, esto no es considerado una amenaza para la
continuidad de su cultura. Sí lo es el hecho de que algunos jóvenes no
conozcan las canciones ni las danzas Mbya, concurran a bailes y escuchen
música de los jurua (blancos) alejándose de las costumbres de ‘los antiguos’.
La convivencia de distintas generaciones en la UD refuerza el papel de los
ancianos como principales agentes en la transmisión y enseñanza de modos
de actuar y pensar especialmente valorados. En la vida diaria, la crianza y el
cuidado de los niños está en gran medida bajo su responsabilidad. Son quienes
con frecuencia los asisten desde el comienzo mismo de sus vidas.
“Para nosotros si viven todos juntos es mejor, porque hay más charla. De ahí ya sabemos más
cómo tenemos que hacer, qué cosas tenemos que hacer. Se aprende más, (los abuelos)
cuidan más a los nietos, a las nietas. Cuando yo salgo a mi trabajo entonces queda(n) en la
casa de mi mamá, (ella) cuida a los nietos, a mi señora cuida (M G, 30 años, Yvy Pytã).

“ yo me acuerdo cuando mi abuelo, mi abuela, a la tardecita así, siempre venían todos los
chicos, los mita-i, y le daban consejos, nos juntábamos así alrededor del fuego, hacíamos
fuego y con los chicos así alrededor estábamos sentados y por ahí contaba una historia o una
moraleja digamos, que dejaba también (una) enseñanza, y eso era muy bueno, y aparte de eso
daba consejo directo, digamos, que uno tiene que portarse bien, (que) hay que trabajar, y todo
para el futuro, pensando hacia el futuro,... pero antes no te daban una explicación, te decían
una cosa ... ‘eso no tenés que hacer’ o... y no te decían por qué, ...” (A.F, 26 años, Kaaguy
Poty)

Es a los ancianos a quienes “hay que escuchar y obedecer” en la resolución de


problemas inherentes a la vida diaria. Al respecto, nuestra indagación sobre las
actividades de subsistencia muestra distintas modalidades de participación de
los ancianos en la economía grupal. Por ejemplo en la caza, a cargo de los
hombres, los ancianos cumplen un rol importante en la confección de las
trampas, en la elección del lugar adecuado donde colocarlas y en su control
periódico (Teves et al., 2005).
“... la mayoría los mas ancianos saben donde debemos poner esa cimbra porque antes no era
cualquier parte nomás, adonde hay trillitos de animales ... hay algunas partes (que) no dan
para armar (cimbra) porque (hay) demasiado piedra y entonces tenemos que cambiar y ubicar
donde es. También los mas ancianos (saben hacer) de guembé. Algunos, yo no puedo hacer la
cimbra para preparar ese de guembé a veces le pido a mi papá que me haga, entonces él me
la hace...” (AB, 31 años, Kaaguy Poty)

En general se señala la competencia y habilidad de los ancianos en el manejo


de tecnologías tradicionales, las cuales, fundamentalmente en el pasado, han
permitido el acceso a los recursos naturales del monte. En este contexto, el uso
de términos como “abuelos”, “antiguos”, “baqueanos”, destaca el valor de la
experiencia acumulada por las generaciones precedentes. Aun hoy algunos
jóvenes y adultos se interesan y aplican en sus prácticas de caza y recolección
este conocimiento aportado por los ancianos, a través de la observación o
atendiendo a sus juicios, a fin de transmitirlo a los niños y difundirlo más allá de
los límites de las comunidades Mbya
“Antes los abuelos usaban arco y flecha para pescar, algunos (jóvenes) que aprendieron de su
papá lo hacen…” (AB, 31 años, Kaaguy Poty)
:
“… los abuelos pescaban con pari (tipo de cesto)” (SB. 51 años, Kaaguy Poty)

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“… los baqueanos, que son los antiguos los que saben de lo antiguo, de las cosas de antes.
Son los que van a cazar, los que saben hacer el opy, ... los baqueanos enseñan para que los
demás hagan, solo para la casa antigua para la nueva no. (ZO, 60 años, Kaaguy Poty)

Los ancianos –tuja- quedan exentos del trabajo fuera de la comunidad en las
Colonias4. Ocasionalmente trabajan en la chacra, van al monte a revisar las
trampas de caza y a colectar plantas que utilizan en actividades médicas y
artesanales, o a lugares en las cercanías de su vivienda a los que les es fácil
acceder, sin demasiado esfuerzo físico o largas caminatas.
Hallamos referencias en otros autores respecto de las actividades que
desarrollan los adultos a diferencia de los ancianos “Se trabaja afuera cuando
se es joven, pero ‘tarefear gasta mucho a la persona’, después de los 50 años,
un hombre debe ‘quedarse tranquilo’, hacer su chacra y sus canastos. (...) ”
(Gorosito Kramer,1982).
“ trabaja carpiendo (...) hace canastos (y no se cansa haciendo la carpida?) se cansa a
veces, no quiere trabajar más, está viejita ya (...) buscamos ñandyta para hacer canastos”. (AV,
69 años, Kaaguy Poty)

“: en qué trabajan los tuja-i? tuja-i a veces se va a mariscar... aunque sea tuja-i, aunque sea
viejito ... algunas veces se va a cazar alguna cosita o... tiene por ahí alguna cimbra, se va a
mirar... y caza alguna cosa ...” (AC, 46 años, Kaaguy Poty, 1999)

A medida que los individuos envejecen se esperan enfermedades y dolencias,


lo cual justifica una menor dedicación a las tareas desarrolladas durante gran
parte de su trayectoria laboral. Esta situación es naturalizada tanto por los
ancianos como por los miembros jóvenes de la comunidad
“...los nuevo (s) trabajan en los obrajes, los viejitos se enferman de los huesos, reuma, a causa
del trabajo, cansancio, dolor de cintura, del calor, tuberculosis...”

Más allá de los lazos de parentesco, es un comportamiento ampliamente


extendido en estos grupos asistir a los ancianos imposibilitados de valerse por
si mismos, proveyéndolos de todo lo necesario a su subsistencia.
“ Fruta y miel se le convida a los viejitos, a las mujeres viejas y viudas por ello hay que ayudar
también a los hombres viejos y solos y que no pueden ir al monte... A veces le traen miel o
carne de tatú.” (AV, 69 años, Kaaguy Poty)

En la cotidianeidad de estos grupos abundan situaciones en que niños y/o


adultos acompañan y ayudan a los ancianos en su desplazamiento hacia
distintos lugares de la comunidad. También es común ver a un anciano o
anciana sentado en el suelo junto a un grupo de personas de diferentes edades
compartiendo un plato de comida o una amena charla durante el desarrollo de
alguna actividad

Franqueando los límites de lo doméstico: Los ancianos como expertos

4 “Colonia” designa a una unidad de producción agrícolo-ganadera, generalmente de pequeña extensión,


destinada a las familias de inmigrantes europeos llegados a nuestro país a partir de la segunda mitad del
siglo XIX y que hoy en día explotan sus descendientes, llamados “colonos” (Pochettino et al., 2002)

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Al iniciar nuestras investigaciones en los Valles Calchaquíes, la búsqueda de
referentes para nuestra exploración de las tradiciones locales conducía
inevitablemente a las personas mayores, señaladas por el resto de la población
como los únicos capaces de dar cuenta de las características del modo de vida
en los Valles en su proyección histórica y expresión actual. Es así que el
conocimiento relacionado con el entorno natural, los textiles, alimentación,
construcción de las viviendas, forraje de animales, y otros aspectos
idiosincrásicos fueron recuperados fundamentalmente en nuestras entrevistas
con los ancianos. Más tarde nuestro interés por las tradiciones médicas nos
acerca a los “médicos campesinos” expresión con la que localmente se designa
a los “expertos” en este dominio. La mayoría de ellos resultaron ser personas
entre los 60 y 80 años de edad, residentes en distintas localidades y parajes
del valle, lugares a los que, a los fines de su consulta, se desplazan los
pobladores recorriendo, a veces, largas distancias.
En cuanto a las fuentes de este conocimiento “experto”, la mayoría de los
informantes, ancianos y jóvenes refieren a una inclinación "natural" o
"curiosidad", que, en la infancia, los condujo a aprender estas habilidades de
sus mayores.
Doña A., Ud como aprendió?
Y bueno mi finada abuela y mi finado papá, eran muy curiosos, eran muy curanderos, hasta
para el parto habían sido
Su papá sabia para el parto
Si, mi abuelita F. era partera, parece que yo he salido (conocedora) de enfermedad (AGG, 58
años, Molinos)
En general, varones y mujeres señalan haber aprendido de sus abuelas a
temprana edad los oficios y habilidades que hoy poseen. Estos conocimientos
son resultado de la estrecha relación con los adultos mayores con quienes
conviven -en general las abuelas-, atendiendo a cómo éstos realizan las
distintas tareas, colaborando en algunas de ellas y adquiriendo especial
destreza en aquellas por las que se sienten "naturalmente" más inclinados
"las abuelas sí sabían, curaban, daban remedios campesinos. Para una cosa daban uno.
Antes, esa enfermedad que le decíamos la pulmonía daban la leche de la burra negra. Con ese
sanaban, pero ahora no...Las abuelas sabían, íbamos a la casa de las abuelas. Donde había
una señora grande, esa sabía." (R.C., La Angostura)

"aprendí de gente de antes, de Tacuil, de esa gente, ancianos que ya no están. Una señora
que se llamaba N.R., la madre de D.R., que él también cura...también aprendí de otro señor
que vivía pa'l lado de Hualfín, A.F.. Doña N. es familia, prima hermana de mi mamá. Veía como
curaba y decir: -Así hay que curar. Yo le veía cómo curaba, cómo hacía. Y decía que conocía
el pulso y asustado, pero eso no le he aprendido, le conocía. Aprendí lo que me habrá llamado
la atención" (A.G., Tomuco)

Las personas que son indicadas por los pobladores como experimentados
curadores señalan que entre la edad en la que fue su entrenamiento (alrededor
de los ocho a los doce años) y la edad en que son consultados como
especialistas (alrededor de los sesenta años) hay una etapa de la vida en la
que no se hace ninguna referencia a esa actividad. Parece que resultara
necesario un largo período para que esta actividad trascienda el ámbito
doméstico y que, sólo en la madurez, con una gran experiencia acumulada, les

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fuera posible ser reconocidos como "expertos" y ser consultados por el resto de
la comunidad.
"más primero yo sabía curar pero yo no me sabía dar (cuenta) que sabía curar, sabía andar
callado. Por ahí cuando ya sabía curar, ya se han enterao unos y otros y después ya me
buscaban...de aquí del pueblo, por ahí cuando ando...de Colomé, Tacuil, me buscan" (AG.,
Tomuco)

Sin embargo sigue siendo el ámbito doméstico en que fundamentalmente se


adquieren, recrean y actualizan los conocimientos y habilidades médicas. A
través del mismo mecanismo por el que describe su propio aprendizaje, este
"médico campesino" ilustra cómo transmite su experiencia a las nuevas
generaciones.
“sí tengo (un aprendiz) pero no sé si le llamará la atención. Una nieta, una chica que tengo, esa
parece que le llama la atención así cuando yo estoy curando del zafado, está mirando cómo
estoy haciendo...tiene once años, es escolera (va a la escuela), esa es la única que parece que
le llama la atención, porque siempre cuando yo voy a curar así, le gusta estar ahí, mirando.
Cuando uno quiere aprender algo, le llama la atención, en seguida nomás le queda pués"
(A.G., Tomuco)

En el escenario social en que transcurre la vida de las comunidades Mbya


encontramos que más allá del ámbito domestico los ancianos desempeñan
diferentes roles -consejeros, pai u opigua, curadores o poropoano vae,
parteras- los cuales deben ser ejercidos por personas reconocidas por su
amplia experiencia y eficacia en la resolución de problemas que afectan al
grupo (Martínez et al., 2002).
Las categorías utilizadas al referir a quienes transitan esta etapa de la vida
condensan atributos que se reconocen en el desempeño habitual de los adultos
mayores. Así por ejemplo, el término karai en su aplicación en diferentes
contextos alude a madurez, espiritualidad, sabiduría y poder, atributos que
habilitan a quienes los poseen –hombres o mujeres- a realizar tareas
indelegables a los jóvenes.
A través de la comunicación con los dioses, el Opygua puede predecir eventos,
diagnosticar enfermedades y brindar consejos que hacen al bienestar de las
personas. Asociado a estos atributos pueden dirigir las ceremonias vinculadas
con el ciclo anual de actividades y el ciclo de vida individual. Si bien existen
personas “destinadas” a desempeñar esta función, por lo general es necesario
un largo proceso de aprendizaje y auto-disciplina para lograr el respeto y
aceptación por parte del grupo.
“...hacer como karai nomás, no se puede, uno no sabe ... yo mismo quería ser karai pero yo no
sabia nada lo que trabaja, cómo es karai, cómo se maneja. Si no sabe, no puede ser karai, así
es nuestro sistema... “ (SB. 51 años, Kaaguy Poty)

También se denomina Karai y Kuña Karai a hombres y mujeres mayores que


poseen habilidades y conocimientos terapéuticos. Estos individuos gozan de
prestigio en virtud de esos saberes, que incluyen el manejo, no sólo de los
remedios del monte (poã), sino también de las oraciones y cantos que
acompañan toda curación. Muchos de ellos son consultados por miembros de
otras comunidades Mbya y por los blancos.

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“…Kuña Karai es porque es “curandera” pero no es Opygua…” (S.C, 48 años, Kaaguy Poty)

“ ése es kuña karai kuña karai: kuña karai mbyté ... eso quiere decir medio vieja de edad ...
kuña karai quiere decir que es rezadora, mi ayudante es, eso es kuña karai.. “(FV. 63 años, Yvy
Pytã)

“además de curar tiene que procurar ... orar para Ñande Jara (Nuestro Dueño), Ñande Ru
(Nuestro Padre) el bien de toda la comunidad ... Él sabe cómo, lo que manda Él tiene que
hacer... (Pero) algunos (conocimientos) ya tengo por mí, yo sé, porque vos sabés que mi
abuelo mismo es médico curandero, él curaba a los chicos nuestros y de los blancos también,
todos le mandaban, era médico y entonces me enseñó, cuando tenía 8 años yo trabajé con él,
estaba como secretario de mi abuelo” (S.B. 51 años, Kaaguy Poty)

Así el Opygua de la comunidad de Kaaguy Poty presentaba, a modo de


síntesis, las diferentes fuentes del saber del Karai instalando este saber en una
dinámica que articula lo dado y lo adquirido.
Los adultos jóvenes en general y particularmente los caciques, reciben el
consejo de los ancianos, ya sean Opygua o “consejeros”, quienes los orientan
en la toma de decisiones personales o aquellas que involucran a la comunidad.
En la actualidad resurgen antiguas instituciones culturales como la “gran
reunión de ancianos” o Aty Guasu, que en otros tiempos cumplía un papel
importante en la dirección política y religiosa de las comunidades Guaraní. De
este modo, la intervención de los ancianos se extiende a la esfera política,
participando activamente en las negociaciones entre las comunidades Mbya y
distintos sectores de la sociedad nacional.
Ancianos como articuladores entre el pasado y el presente
En los Valles Calchaquíes, la biografía de los ancianos se haya íntimamente
asociada a un espacio: la finca, en que se articulan personajes, alternativas de
subsistencia y proyectos de vida dentro y fuera de la región.
La versatilidad que muchos informantes se atribuyen, tiene su origen en haber
transitado diferentes contextos y experiencias. En los valles, transcurre la niñez
hasta la muerte de los abuelos o alguno de sus padres; la ciudad de Salta,
Buenos Aires, son centros urbanos donde a menudo se desplazan a trabajar
enviados por los patrones de la finca o por recomendación de parientes
supuestamente exitosos, y muchas veces se regresa a los valles siendo
jóvenes para casarse y conformar una familia. Trayectoria que casi sin matices
tiende a reproducir la de sus progenitores.
“Yo tenía once años cuando ha muerto mi padre y mi mamá también enferma grave la han
llevao al hospital en Salta. Y a nosotros esos años el patrón entonces no sabía haber oídos a
favor de nada. Sabíamos tener que sufrir cosas. Entonces me han regalao pa’la familia U. de
Z., en Salta, y he alcanzao a estar nueve años y después ya me he hecho grande, he tenío
más de veinte años me he venío a ver la mamá y no me he vuelto, ya me he casao ahí nomás
a los dos meses...” (NRG, Amaicha)

Las narrativas contrastan pasado y presente, eventos de la historia de los


valles permiten dar cuenta de las duras condiciones de vida en el pasado, la
curiosidad por indagar acerca de las costumbres de sus abuelos modela sus
aptitudes en el presente

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“Mi abuelita había nacido en Tacuil, por eso ella sabe cuando han venío los Varela. Ella bien
viejita ha muerto y entonces cuando han venío los Varela creo que tenía catorce años, Pero
ellos dice que sabían vivir en la pobreza, no sabían tener ropa, no tenían ni cama no conocían
nada ellos. La gente, cuando se enfermaban se curaban con algunos yuyitos de campo,
algunos se componían y algunos también morían...En esos años no había escuela, nada pues,
la mayoría de esa edad (...), nadie sabe leer, aquí esta gente de Hualfin, de Tacuil, nadie sabía
leer porque entonces no había escuela.

"Mi abuelita ha muerto en 1933... yo tenía once años...Yo de ella todo le averiguaba, cómo
sabía hacer, cómo tejían, cómo hilaban, cómo sabían...todo, todo. Ahora, eso que ella hablaba,
eso ya no se oye ya" "yo con mi abuelita sabía pasar hecho una gloria, charlaba, contaba todo
lo de antes, cómo hacían, cómo vivían todas esas viejitas. Con mi mamita no: -no me acuerdo,
no sé, así decía" "Mi abuela me ha dao idea, mi abuela era así, curiosa, que también por ahí
era partera, así era mi abuelita. Pero eso (los partos) no me acuerdo tan bien, porque casi no
me llamaba la atención, no me gustaba a mí averiguarle de eso. Yo lo que le averiguaba era
cómo ellos lo han pasao, qué sabían comer; eso me llamaba la atención, yo le averiguaba eso
y cómo sabían dormir en el campo. Dicen que sabían amanecer sentados tapados así, con una
mantita o algo, cuidando las chivas. Así decían."(N.R., Amaicha)

Así, para una de nuestras informantes, la figura del abuelo evoca la sufrida
rutina de los arrieros en el marco de las actividades económicas de las fincas.
Estos relatos enfatizan las duras condiciones de trabajo en un ambiente
considerado hostil –la Puna- cuyas características físicas y climáticas
contrastan con las del Valle. Los forzados, largos y riesgosos recorridos
transportando ganado en pié solían dejar huellas en el cuerpo o cobraban la
vida de la gente y de los animales.
“Ella, mi abuela vivía con su marido, después el viejito también ha muerto, pero cuando él ha
muerto no estaba ahí porque sabían trabajar la gente por un lado y por otro. Ese era mi abuelo
que había viajado, esa gente que viajaba a Chile, mi abuelo él era quebrado dos dedos del pie:
hijita, dice, yo cuando viajaba a Chile nos enterraba la nevada se escarchaban, se morían los
vacunos, se morían de frío. Ya conocido es cuando va a hacer mal tiempo. - Pero esa noche,
que ya nos quedamos en el campo, los vacunos empezaron a bramar. Llevábamos a Chile de
contrabando y a la otra noche ya nos ha enterrado la nevada. Cuando los enterraba la nevada,
estaban escarchados los piecitos, todo, porque no se conocía la bota, todo era la ojotita y el
escarpín que se hacían. Yo sé tejer el escarpín es de lana gruesa para cubrir, pero dice que el
escarpín no valía, le pasaba el frío, ellos caminaban, porque están congelados. (NRG,
Amaicha)

La vida de la gente se centraba en el trabajo en la finca, desde niños cuidaban


los animales, los llevaban a pastar, ayudaban en las cosechas, a preparar la
comida para los peones, actividades necesarias al funcionamiento de esta
unidad económica.
´...Cuando yo ya estaba en mi casa con mi mamita. Mi mamita no quería que yo cuide las
chivas: -qué!,dice, -vos has estado en Salta con los patrones, no vas a venir a cuidar esas
cabras!, las voy a cuidar yo. Yo era regalona, vivía con los patrones y después uno tenía que
sufrir. A veces la comida me causaba pena, yo decía: -Cómo he vuelto para irme !, ya no voy a
poder volver!, no dejaré! qué sabré pensar yo?.Y bueno, después ya he estado quince días
aquí en Amaicha, ya habían cortado trigo, había trigales Y bueno, el patrón ha dicho -Usted N
vaya a ayudar a alzar el trigo!. Claro, a los hombres, que ya había muchos hombres, y había
también unas señoras grandes que trabajaban en alzar el trigo, trabajaban trabajo bruto.
Alzaban trigo, esa gente, cortaban el trigo, nada de máquinas, nada, cortaban todo con hichuna

En este contexto la salud era un bien escaso que la medicina local no lograba
alcanzar. Nuevamente pasado y presente se funden en la descripción de

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enfermedades endémicas y epidemias que como la Fiebre Exantemática, en
los tiempos de los abuelos y la enfermedad de Chagas-Mazza, endémica y
común en la zona, en el presente ofrecen desafíos que el saber tradicional no
puede enfrentar (Crivos y Martínez,1996a; 2006).
"sabía contar mi abuelita...cómo era la fiebre...pasaban las veinticuatro horas y ya no se morían
y al que le da fuerte se moría enseguida. ¿cómo sabría ser eso? Eso ya no se oye ahora.
Dicen que se morían en cada casa de tres, de cuatro, de cinco y que les enterraban ahí cerca
nomás de la casa...cerquita nomás que les enterraban y no llevaban al cementerio ni
nada"(NRG, Amaicha)

El aprendizaje con su abuela en el ámbito doméstico que estimula su interés


por las cualidades terapéuticas de los recursos naturales del valle, su estadía
en la ciudad de Salta en el seno de una encumbrada familia, su amplia
experiencia en la atención de la salud de los habitantes de la región, le
permitieron acceder y recrear conocimientos y prácticas médicas provenientes
de diferentes contextos. De este modo, la trayectoria de nuestra informante
como “médica campesina”, enriquecida por el contacto con gentes diferentes y
por su propio padecimiento, la acerca a la medicina científica. Es así que en su
madurez dispone de un amplio espectro de alternativas entre las cuales hallar
la más adecuada a las demandas de la población local. En esta instancia su rol
como experta en el saber médico tradicional se amplía al de mediadora en el
diálogo entre los agentes de salud pública y la gente del valle, conciliando
universos hasta entonces inconmensurables (Crivos y Martínez, 2006).

Las referencias al valor del “monte” en el presente hallan fundamento en una


relación estrecha y antigua entre los Mbyá y su medio natural. En ellas, el
“monte” como escenario del modo de vida Mbyá en el pasado condensa los
atributos de un mundo idealizado y perdido, que recrea en el presente el relato
de los ancianos.
“... Ahora tenemos un poco más de trabajo, anteriormente nuestros abuelos vivían de otra
manera, tranquilos, no les molestaba nadie, estaban en el monte, no llegaba la enfermedad, es
lindo pero ahora cambia, no es como antes, cambiamos un poco, no es bien, no es mejor que
antes” (Yvy Pytá, LG, 1996)

En los relatos la subsistencia aparece íntimamente vinculada al desplazamiento


en el espacio, lo cual nos permite indagar en la relación de estos grupos con el
medio ambiente natural en distintos enclaves elegidos para su asentamiento a
través del tiempo, delineando el territorio reconocido en su valor y variabilidad.
Esta narrativa articula la profundidad temporal del establecimiento de los Mbyá
en el lugar, la necesidad del monte como espacio para desarrollar sus
actividades económicas y la preocupación de los ancianos por los cambios en
el presente y el futuro de las generaciones jóvenes en relación a un territorio en
el cual sea posible dar continuidad a su estilo de vida.
(Antes) se plantaba mucho más que ahora, se iba más al monte, palmito, se sacaba miel, se
andaba mas que ahora en el monte. Ahora ya no quieren ir al monte. Saben que uno va se
pierde y no quieren ir más. Se van a trabajar acá en la colonia, hacen laburos ahí....

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Las costumbres no se pierden, cambian. Si sabe leer ya pueden estudiar otras cosas, no
aprenden más las costumbres. Yo a veces me voy a una colonia a trabajar...dos meses y ya no
me hallo, tengo que ir al monte. Yo acá tengo esperanza Dios que me da cada día de comer y
con eso me voy al monte y si tengo suerte alguna cosa bichito mato y traigo para toda mi
familia. En la ciudad no falta comida pero se paga, se compra con la plata y sin plata no se
come. Yo no paso tanto hambre: si planto batata, tengo; mandioca, tengo. Pero lo que pasa es
que me acostumbré ya de tomar mate, comer harina, sal. (PD, KP)

“Algunas cosas hay del río, del monte. Todas tienen espíritu. Los animales tienen todos dueño.
Si usted mata y come todito no importa pero si va con la escopeta y mata y mata y mata...al
dueño no le gusta. En la pesca es igual. En la lengua se dice: dueño de piedra (la piedra es
todo, es todo lo que hay en todas partes, en todo el mundo), dueño de monte, dueño de río.
Los bichos también tienen dueño. Cada uno tiene su dueño. El jabalí tiene dos partes: los
jabalíes que mata el blanco, que el cazador entra y otros que los manda el Dios mismo. Ese
viene si reza. Algunas veces ellos (los Paí) saben, ellos tienen cimbra allá en el monte y ellos
saben como tienen que tratar los bichitos para que nosotros también tengamos salud.”(FV, YP)

“algo ha cambiado y hay enfermedades que pueden curar los blancos. Nunca se han
enfermado los aborígenes que están mas alejados de las colonias, siempre hay mas
enfermedades acá que el que está alejado. Mas alejado mas sano, ni siquiera uno o dos veces
por mes visita el medico (AR, KP)

Argumentos míticos y seculares fundamentan el actual estilo de vida y


muestran la continuidad de un proyecto armónico de utilización de la
naturaleza. En este sentido la cosmovisión Mbyá evocada por ancianos y
jóvenes se relaciona con actuales perspectivas ecológicas, en las cuales la
conservación de la biodiversidad se plantea como un ideal a alcanzar.

Ancianos e identidad cultural


En ambos enclaves los ancianos adquieren un creciente rol protagónico y
ocupan un espacio privilegiado en la trama social de poblaciones que, con un
fuerte anclaje en estilos de vida tradicionales, exploran alternativas para
conectarse y mostrar su “alteridad” en un mundo globalizado.
Las trayectorias de vida de los ancianos, su saber basado en una rica y vasta
experiencia en múltiples contextos son recuperadas y valoradas por las
generaciones jóvenes como fuente y baluarte de su identidad cultural y como
fundamento y guía para la construcción de proyectos de vida futura.
Las referencias al pasado se presentan en el relato de los informantes como
“recuerdos fragmentarios”, que constituyen no sólo indicadores “de un pasado
real, claves de la conciencia colectiva y de la identidad personal, sino también
una forma del pasado todavía activa en el presente” (Thompson,1993),
adquiriendo plena vigencia y sentido como justificación de proyectos de vida en
ambos enclaves. Las estrategias de subsistencia en su medio natural emergen
y se proyectan, desde un presente narrativo, hacia el pasado reconstruido y el
futuro perfilado. Es en este sentido en que el aprovechamiento de la
experiencia inherente al envejecer, aparece remarcada en los relatos.
No obstante los cambios significativos en cada una de las poblaciones
estudiadas, el conocimiento por parte de los ancianos de situaciones análogas

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a las que hoy viven los jóvenes en el pasado o su perspectiva frente a los
nuevos escenarios conducen al ejercicio y búsqueda conjunta de alternativas.
Es por ello que en sus procesos de construcción de identidad los jóvenes
recurren al dialogo con los ancianos, expresan sus límites, reflexionan acerca
de las dificultades en la comprensión de algunos aspectos de las problemáticas
que se les presentan e intentan, en relación a sus experiencias fallidas y
certeras, soluciones posibles y superadoras.
Nuestra aproximación etnográfica centrada en la descripción de las actividades
cotidianas en el ámbito doméstico ofrece una lectura de las relaciones entre
miembros de distintas generaciones en que la integración y complementariedad
prevalecen sobre la exclusión.
En este sentido sus resultados confirman hipótesis que desde la antropología
fueron planteadas tempranamente por autores de la corriente Cultura y
Personalidad según las cuales en las sociedades tradicionales “el niño es
condicionado de continuo, desde la infancia, para la participación social
responsable, mientras que al mismo tiempo las tareas que se esperan de el
son adecuadas a su capacidad” (Benedict, R 1964: 10). En este entrenamiento
asumen un rol relevante los adultos, en particular los ancianos cuya
experiencia en las estrategias de vida propias de cada grupo es mayor. De este
modo, el comportamiento recíproco entre adultos y niños garantiza la
continuidad de un proyecto cultural allanando diferencias y distancias entre una
generación y otra. Al tiempo que “el niño pone en practica en la infancia las
normas que le servirán de base como adulto” (Benedict, R 1962: 13), los
adultos mayores actualizan sus habilidades y flexibilizan sus saberes
acompañando y orientando la trayectoria de las generaciones jóvenes.
Los procesos de aculturación en el marco de condiciones de dominación de
estos grupos, subsumidos históricamente a otros proyectos culturales, han
colapsado los valores, la moral, y el tradicional devenir de las relaciones
intergeneracionales. Hoy, inmersos en un proceso de revalorización y
afirmación de su identidad cultural, jóvenes y adultos en estas sociedades en
forma consciente buscan atesorar relatos - historias, mitos, costumbres- que
desoyeron o relegaron en otras circunstancias de su vida. Ante un presente
conflictivo y desorientador, y a diferencia de lo que observamos en nuestra
sociedad, indagan en la experiencia y conocimiento de los ancianos
alternativas viables y superadoras.
En este sentido y en palabras de Moragás respecto de la sociedad
industrializada “el equívoco actual, consiste en presentar conocimientos
tradicionales de ancianos frente a saberes contemporáneos de jóvenes como si
aprovechar unos supusiera negar los otros y aquí está la falacia del
planteamiento, ya que ambos son indispensables en una sociedad madura. Lo
importante de la experiencia de las personas mayores son los conocimientos
que poseen de la vida psíquica y social del hombre, posibles respuestas para
los temas contemporáneos de crisis individual, dialogo entre generaciones,
conflicto entre grupos y tantos otros problemas contemporáneos. Mientras que
lo valioso de los jóvenes es su capacidad de innovación e iniciativa. (Moragas,
2004).

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Tanto en la búsqueda de reconocimiento de sus derechos como poblaciones
originarias como en los avatares cotidianos de la lucha por la subsistencia, los
ancianos adquieren un creciente rol protagónico contrariando el alcance y
sentido de la vejez en las consideraciones de nuestra sociedad acerca de esta
etapa de la vida.
Esta valoración de los ancianos conduce a que ser viejo no sea un estigma
sino que, por el contrario, alcanzar esta etapa de la vida ofrezca la posibilidad
de ocupar un espacio privilegiado en la trama social de poblaciones que, con
un fuerte anclaje en estilos de vida tradicionales, exploran un lugar propio y
original en un mundo globalizado.

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