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SONIA OMELLA VALLÉS

DIPLOMADA EN EMPRESARIALES
INTRODUCCIÓN
En este trabajo se pone de manifiesto el evidente cambio que está sufriendo la
enseñanza en pos de intentar mejorar los métodos que en ella coexisten, para lograr
así un éxito sostenible en el aprendizaje.
No hay más que observar los índices alarmantes referidos a la educación, en cuanto a
abandono escolar, absentismo, y fracaso escolar. España es líder de la Unión
Europea en fracaso escolar, con una tasa del 21,9% de jóvenes entre 18 y 24 años que
han abandonado prematuramente el sistema educativo habiendo completado como
mucho el primer ciclo de secundaria. El porcentaje duplica la media comunitaria que se
sitúa en un 11,1%; y la proporción de fracaso escolar es muy superior entre los chicos
(25,6%) que entre las chicas (18,1%). Los datos mejoran en la educación superior, ya
que nos acercamos más a la media propuesta por la UE (44%) pues en España el 42,3%
de los jóvenes entre 30 y 34 años han completado la educación universitaria. Aunque
la tasa de fracaso escolar ha ido bajando en los últimos años desde el 30,3% de 2006 al
23,6% en 2013 y al 21,9% en 2014, todavía queda mucho por hacer.
Hay que echar la vista atrás para observar la principal diferencia entre nuestros
tiempos como estudiante y los tiempos actuales, la sociedad. La enseñanza debe ir
siempre de la mano de la sociedad y adaptarse a ésta, y no viceversa. Si hemos
experimentado un profundo cambio en la sociedad desde hace unos años hasta ahora,
es de mención decir que quizá los viejos hábitos y métodos en la enseñanza hayan
quedado un tanto obsoletos e ineficaces en los tiempos que corren, y a la vista de los
datos proporcionados, es evidente que el camino a seguir no es éste.
Con la globalización, la inmigración y sobre todo la tecnología, hemos cambiado la
forma de comunicarnos, expresarnos y de interaccionar. Incorporar la tecnología a la
educación es una tarea complicada pero que puede aportar grandes éxitos en el
aprendizaje.
En los tiempos en los que era estudiante, el material escolar era más físico, me refiero
a los libros sobre todo. Incluso en la universidad, seguíamos utilizando libros,
manuales, consultando libros y documentos físicamente en la biblioteca, tomando
apuntes en las clases a medida que el profesor exponía su clase magistral, y
recogiendo de reprografía transparencias en forma de fotocopias que habían sido
mostradas anteriormente en clase. La enseñanza se basaba en eso, en una exposición
por parte del profesor, si la clase era teórica, o en la realización de una serie de
ejercicios explicados por éste, si era una clase práctica. El material de apoyo constaba
en la consulta, como he dicho en la biblioteca, de otros libros para ampliar lo impartido
en clase.
Actualmente, la metodología ha cambiado bastante, ahora los materiales no son tan
físicos como antes, son más virtuales, en muchos casos, me remito a mi experiencia en
la universidad, no hay libros, ni manuales, ni fotocopias, todo está pero en otra forma
no física, está colgado en el aula virtual, moodle, o alguna web de formación usada por
algunos profesores como human site. Son todo herramientas tecnológicas, virtuales,
donde se exponen apuntes, material de apoyo, vídeos, clases grabadas, etc., y donde
el alumno puede entrar y visionarlo cuantas veces quiera para así poder estudiar.
Estos nuevos métodos poseen ventajas pero también desventajas, por ejemplo y una
de las más importantes, su implantación, ya que supone en ocasiones un mundo un
tanto desconocido para algunos que, como yo, no somos “milenials” y hemos crecido
con la vieja escuela. Muchos profesores ven en esto un inconveniente por no “subirse
al carro” de la tecnología, bien por su incapacidad para manejarla o bien por su
negativa a hacerlo.
A pesar de todo, quedan constatadas las múltiples ventajas emergentes de la
incorporación de las nueva tecnologías de la información y la comunicación (TIC’S) en
la educación y de los cambios en la forma de entender el aprendizaje.

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