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V
CrEditos
3
Mir & Cjuli2516zc
Maye
Srta. Ocst
Caronin84
Caronin84
Lectora
4
V
Indice
PROXIMO LIBRO
6
DEDICATORIA
V
A nuestros lectores que se deleitan en jugar nuestros juegos tortuosos.
Ker & K
7
V
SINOPSIS
E
l nombre de Vasiliev es poderoso.
Hasta ella.
Hasta ella.
Soy Vlad.
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Los Juegos V, Elenco de Personajes
(En orden de poder e influencia)
Primeras Familias:
Vera: Madre (45) Los dejó no mucho después de que nacieron los gemelos.
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Segundas Familias:
Familia Egorov
Otros personajes:
12
V
PROLOGO
U
n padre cría a sus hijos y los moldea, a medida que crecen, para que
puedan ingresar al mundo como alguien con el potencial de ser
grandioso. Esto lo hacen, dando buenos consejos, aliento y
orientación.
Bajo el reinado de padre, aprendes no solo cómo jugar, sino cómo ganarlo
todo. Mujeres, poder, dinero, todo al alcance de la punta de tus dedos si sigues sus
estrictas instrucciones.
—La suerte es para los débiles —dice, con una sonrisa pícara en su joven
rostro—. La suerte es para los perezosos que no quieren trabajar por lo que
quieren. —A pesar del carácter juguetón en su voz, no puedo dejar de notar cuánto
suena como padre.
Puede que sea mi hermano menor, pero mis instintos son probablemente más
paternales que los de nuestro padre. Quiero agarrar a Vik por los hombros y darle
una buena sacudida. Necesita una dosis de realidad. Las víboras en nuestro
mundo están a la espera, ansiosas por tomar los huevos de oro por los que hemos
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trabajado tanto en crear.
Poderoso.
Inquebrantable.
Brutal.
Ganará.
Una arena llena de espectadores estalla al otro lado de las puertas mientras la
adrenalina bombea en mis venas.
—Los hombres Vasiliev siempre lo hacen —le digo con calma, sin inflexión
en mi voz a pesar de mi deseo de ofrecerle consuelo en este momento. El afecto
puede ser usado como un arma cuando se le da a las mujeres, especialmente una
tan astuta como nuestra querida hermana.
No encontrará ninguna.
—Tal vez deberías llamarlo —le digo, con una sonrisa agradable adornando
mis labios—. Es tu novio, no el mío.
Sus fosas nasales se ensanchan y cruza los brazos sobre su pecho. Quiere que
hable. Que me vuelva contra ella y la acuse de las cosas que ambos sabemos que ha
hecho. Mi hermana quiere tener el control, pero estos son mis juegos.
Podría decirle que tal vez debería revisar la habitación de Viktor ya que es allí
donde él anhela estar; solo para irritarla. Pero eso sería infantil. La forma en que
juego es mucho, mucho más oscura.
Y si bien puede pensar que ganó a corto plazo, tengo cada movimiento
mapeado hasta el día en que ella muera. Es parte de mi deber. Nuestro padre
insiste en eso. Ella es una pieza de ajedrez para ser utilizada cuando sea necesario,
así que le dejamos tener sus juegos por ahora. Se casará con Niko. Vika hizo su
cama, y ahora estará obligada a dormir en ella.
E
stas cosas son tan aburridas e irritantes. Un desperdicio de tiempo. Me
pican los dedos por escribir en mi diario: garabatear todas las
frustraciones que hierven a fuego lento por dentro, solo esperando que
alguien me sacuda como una lata de gaseosa y vea el caos de la
explosión. En cambio, la tinta mostrará mis pensamientos, escritos en garabatos
urgentes tan pronto como llegue a casa y tire este vestido de regreso en el armario
de mi hermana, donde pertenece. Por qué debo asistir a estas cosas me
desconcierta. Usualmente, soy vista pero no escuchada; oculta bajo la sombra de 18
mi increíble hermana, Diana.
Bastardo.
Ella me gusta.
El suave murmullo del viento que hace vibrar las puertas de la iglesia me
recuerda por qué nunca uso vestidos. Si no fuera por el alcohol calentando mi
sangre, sería una paleta helada ahora mismo. La iglesia está llena, pero hay un
extraño vacío en la atmósfera, provocando que un escalofrío me atraviese.
Parece más enojado que triste por la forma en que está apretando los dientes
y cuán tenso está. Parece que estos imbéciles probablemente están más enojados
porque su Viktor no logró salir, que por haber perdido a un ser querido.
Mi hermana me contó un secreto el día en que murió Viktor, uno que puso mi
vida de cabeza. Ella debía ser prometida a Viktor. Padre ya estaba en
negociaciones para su matrimonio arreglado, y ella iba a ser su esposa, una viuda
si Los Juegos hubieran sucedido medio año después. Otra razón por la que padre
estaba furioso. Es casi como que culpara a Yuri Vasiliev por sacrificar a su hijo
menor para evitar su unión.
Toda mi vida, mi madre prometió que nuestras vidas no serían como la suya.
Que nuestros matrimonios serían por nuestra elección y no por lo que beneficiara a
la familia.
Y si él planea que ella se case, eso significa que iré detrás de ella y el negocio
que hemos estado aprendiendo a asumir, desde que pudimos hablar, se fusionará
con la familia Vasiliev. Es una buena estrategia de negocios, pero fortalece a los
Vasiliev más que cualquier otra cosa. Se espera que nos acostemos boca arriba y
produzcamos herederos para nuestros maridos como en mil ochocientos.
Aguafiestas.
Maldición, mi cabeza gira como si hubiera estado bebiendo un licor con mil
por ciento de alcohol y no solo ochenta.
No soy tan rebelde, no soy una mujer que podría estar con un hombre como
él.
Solo soy una niña, una niña Volkov, que hará lo que le digan y vivirá como
un pájaro con un ala rota, deseando tanto volar y hacer su propio camino, pero
atorada sin poder hacerlo.
Vlad atrae mis ojos. De nuevo. Quiero ver su emoción, su empatía por su
hermana. En cambio, rueda la cabeza sobre esos hombros impresionantes, y el tic
en su mandíbula está de regreso.
Respira, me instruyo.
Arrastrando mis ojos hacia arriba, veo que me ha esquivado y está mirando y
hablando con mi hermosa hermana.
Por supuesto.
Sacudo la cabeza. Una risa burbujea en mi pecho, pero la engullo y los dejo
para tomar un poco de aire. Mi enamoramiento infantil por Vlad siempre ha sido
un secreto, y seguirá siendo solo eso.
CAPITULO DOS
V
Dos meses después de los Juegos V...
—L
os Vetrov no cederán —le digo a padre, con un dolor de
cabeza que me aturde desde adentro hacia afuera. Me
abstengo de frotarme las sienes y drenar el resto del vodka
en mi vaso.
Las cejas de padre se unen en su ceño fruncido. Incluso a los veintidós, ese
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ceño fruncido me hace sentir como si tuviera nueve años otra vez y hubiera sido
atrapado pateando una pelota en su estudio cuando no se me permitía entrar.
Irritado.
Jodidamente molesto.
Decepcionado.
Pero es mentira.
No le he ofrecido lo que él más quiere.
Él no solo aniquiló durante Los Juegos V, sino que estaba aprendiendo muy
bien. Con más orientación, pudo haber sido tan bueno como estaba siendo
preparado para ser.
Ahora se ha ido.
Dejó ir a su hijo.
Él odia ceder. Casi nunca lo hace. Pero él, como yo, ve la imagen más grande.
Siempre pensando en muchos movimientos por delante.
Las fosas nasales de padre se ensanchan, una explosión de ira burbujea hacia
la superficie. Quiero jodidamente echar la cabeza hacia atrás y reírme de la
hilaridad de todo esto. Parecería que padre me enseñó demasiado bien. Puedo
jugar sus malditos juegos mejor que él.
—Yegor es un tonto. No voy a hacer que mi hija, una Vasiliev, se case con un
hombre que tiene que usar sus pantalones debajo de su estómago glotón. No tiene
orgullo de sí mismo, y no dejaré que se ponga en celo con mi niña como una bestia 27
salvaje durante la temporada de apareamiento —dice entre dientes, y la rabia lo
vence por un momento. Decir que Yegor y padre tienen sus desacuerdos es un
eufemismo—. Ella es mejor que ese cerdo.
Pero el aguijón de su traición me impactó más que nada en mi vida. Con una
madre que nos abandonó y huyó después que nacieron los gemelos, y un padre
que gobernaba con puño de hierro dejando el afecto a las niñeras y los sirvientes,
los tres formamos un vínculo más fuerte que el de los hermanos normales. Solo nos
teníamos a nosotros para confiar, y eso explotó el día que Vika decidió que su
orgullo y su propia agenda valían más que la vida de su hermano. Ella selló su
destino ese día. Ahora es mi hermana solo de nombre.
—Niko era débil, Vlad —dice padre entre dientes—. Ella se casará con
Veniamin.
Ante esto, quiero reírme. Veniamin puede querer jugar con los juguetes de su
hermano, pero no los conserva, y ciertamente no juega con mi hermana. Nunca lo
ha hecho. Sabe la odiosa traidora que es Vika. En cambio, le regreso sus palabras.
—Él es mejor que esa... —cerda. Los ojos de padre se estrechan, suplicando
que diga la palabra para que pueda rugir y enojarse conmigo. Pero como me gusta
molestarlo, simplemente continúo como si no hubiera estado a punto de llamar a
nuestra hermana perra repugnante—. Él es mejor que ese padre suyo.
Padre gruñe.
—Lo cual es exactamente por qué él es perfecto para ella. ¿Crees que nuestra
—diabólica víbora manipuladora— dulce Vika puede persuadir a Ven? Él casi la dobla
en edad y es duro. Rus es joven, suave y flexible. Él es lo que necesitamos.
Hiciste que enviaran lejos a la única persona a la que realmente me sentí cercano, y
ahora lo pagarás.
—Tendrás que darle la noticia. Tengo asuntos que atender. —Se levanta de la
silla y sale de mi oficina sin dar una mirada atrás.
Una punzada de tristeza me recorre. Por perderla a ella al igual que a Viktor.
—Por favor —le digo, señalando el asiento que mi padre recientemente dejó
vacante—. Toma asiento.
Frunce el ceño.
—¿Cómo...? —Se calla, y sus ojos se amplían—. ¿Veniamin? ¿Me casaré con
Ven? —Me sonríe, y la expresión ilumina su rostro. Mi hermana es hermosa
cuando no está tramando el mal de su propia carne y sangre. Ven tendría suerte de
tenerla. Eso es... hasta que ella abriera la boca o vomitara su odio.
Me levanto y doblo el mapa prolijamente. Cuadrados precisos. Lentamente.
Solo para hacerla esperar. Cuando resopla, abandono mi tarea y la miro a los ojos.
—Él no hará nada —digo entre dientes apretados; mi propia ira rebosando
por la superficie—. Él no hará nada porque ya está decidido.
Grita mientras arremete contra mi escritorio y tira todos mis papeles al piso.
Sus rasgos presuntuosos han sido reemplazados por una expresión gruñona y
llena de ira. Los ojos ambarinos brillan como si el mismísimo diablo estuviera
dentro de ella, listo para causar estragos.
Simplemente le sonrío.
—Ya lo veremos.
Mi padre puede pensar que diseñó estos juegos, no solo Los Juegos V, sino
cada juego en la vida. Con lo que nunca contó fue con que alguien cambiara las
reglas.
32
CAPITULO TRES
V
L
as paredes en la oficina de Diana me vuelven loca. Por qué insiste en
plasmar art deco en todas partes es extraño para mí. Prefiero las
pinturas clásicas, el arte real, elaborado durante horas por una
columna vertebral arqueada y calambres en las manos con pinturas al
óleo y el ojo de tu mente.
—Sombra. —Mi hermana espeta el apodo que me dio mi padre desde antes
de que pueda recordar. Aparentemente, he estado viviendo a la sombra de mi
hermana desde que era una niña pequeña.
—¿Sombra?
Los feroces ojos azules que coinciden con los míos me fijan en el lugar.
¿Prestar atención? Sus palabras son un insulto. Siempre presto atención. Cada
detalle es capturado, registrado y almacenado para un uso posterior. Me doy
cuenta que está usando más maquillaje de lo habitual y los dos botones superiores
de su blusa están abiertos en lugar de cerrados como cualquier otro día. La calidez
en sus mejillas es notable, y sigue revisando su teléfono celular, y luego cruzando y
descruzando sus piernas.
—¿Estás segura que los números son incorrectos? —insta.
—Los números no mienten, Diana —le digo en un tono seco—. Las personas
que ingresan los números mienten.
Suspira y toma un trago de una taza sobre su escritorio. Ella bebe demasiado
café.
Nuestros negocios legítimos son la base para el otro lado de nuestro negocio, 34
y necesitan ser ejecutados con las mismas reprimendas para evitar que estos
eventos desafortunados vuelvan a ocurrir.
Irvac se sienta más erguido y entrecierra los ojos, su mirada va y viene entre
Diana y yo.
—Me apetece mors1 para cenar —murmuro, y ella asiente. Con unas pocas
palabras que son confusas para los demás, indico que Irvac es un ladrón
mentiroso. 35
Él se pone de pie y se pasa una mano por el cabello negro y largo que termina
justo arriba de sus hombros.
Me muevo hacia ella otra vez y toco los botones en la computadora portátil
como si le mostrara algo.
1
Mors: es una bebida de fruta rusa no carbonatada preparada a partir de bayas,
principalmente de arándano rojo y arándano rojo (aunque a veces arándanos, fresas o frambuesas).
Diana hace un gesto hacia el asiento que ha dejado libre, pero la ignora y
comienza a pasear de un lado a otro.
Él sacude la cabeza.
—Iba a devolverlo.
Mentiroso.
Ella levanta su mano para detenerlo. Hay gotas de sudor en su frente y mira
hacia la puerta.
Él me suelta con un duro empujón, y tropiezo hacia atrás contra una alta
biblioteca de cristal, atravesando el vidrio que llueve a mi alrededor como confeti
mortal. Los fragmentos salpican mis hombros y el impacto me roba el aliento.
—Estaré bien —le aseguro, y mi voz es cortante. La paso, pero tengo que 37
parar cuando Vlad no se mueve de la entrada, impidiéndome huir. Lo miro,
esperando que esté estudiando a Diana o la escena que tiene delante, porque soy
invisible para él, para todos, pero nuestros ojos chocan y el mundo deja de
moverse.
Mi corazón late más lento, y la sangre corre por mis venas como el vino en
una copa durante una cena. Mirarlo de cerca es como ver las Siete Maravillas del
Mundo a la vez. Como escuchar mi canción favorita cantada en vivo y solo para
mí. Pasan los segundos, pero se sienten como horas. Sus ojos se deslizan de mis
ojos a mi nariz. Mis mejillas se calientan ante su cuidadosa inspección. En el
momento en que me sonrojo, una esquina de sus labios se contrae como si fuera a
sonreír. No lo hace. En cambio, continúa mirándome, esta vez aterrizando en mis
labios. Los separo levemente como para empaparme de él.
Me deja para ver cómo está Diana, y reúno mi fortaleza para pararme e ir a
mi habitación. Mientras corro por el laberinto de intrincados pasillos, trato de no
pensar en él, pero como la zanahoria colgante que nunca podré tener, los ojos
perfectos de Vlad están en primer plano en mi mente. Mirándome. Notando cada
pequeña peca que trato desesperadamente de esconder detrás de mi base.
—¿Y Vlad?
—¿Siquiera te gusta? —Las palabras saltan de mis labios con un tono más
severo de lo previsto.
40
V
CAPITULO CUATRO
El pasado...
—¿Dónde crees que guardan el vodka? —pregunta Niko, con una sonrisa en su
rostro. Le está creciendo un bigote, y se ve tan jodidamente idiota. Aparentemente, su padre
no es estricto como el nuestro. Padre dice que siempre debemos estar limpios y presentables
porque nunca sabrás a quién te puedes encontrar en cualquier momento.
Sin embargo, él mantendrá sus opciones abiertas todo el tiempo que pueda, en caso de
que algo mejor aparezca. Siempre calculando tres movimientos por delante, tal como le
enseñó a Viktor y a mí en el ajedrez.
Su mirada sigue a la mía hacia la pequeña artista, la chica sentada con las piernas
cruzadas en el suelo. Su cabello es un desorden rubio salvaje mientras pinta una imagen en
un lienzo mucho más detallado y bien hecho que cualquiera de los que he visto colgando en
nuestras paredes en casa. Es joven, tal vez de la edad de Viktor, diez u once, pero pinta
como si lo hubiera estado haciendo durante siglos. Es una de las razones por las que disfruto
venir con mi padre a sus reuniones con los Volkov.
—Es difícil creer que son hermanas —dice Niko—. Diana es tan jodidamente sexy, y
esa niña parece que tiene un padre diferente. Apuesto a que su madre se folló al
mayordomo. No hay forma de que vengan de...
—Creo que escuché al viejo Volkov decir que Diana está en la biblioteca —espeto,
cortándolo.
Se va sin otra palabra, dejándome mirar desde las sombras mientras la chica pinta un
amanecer detrás de una montaña cubierta de nieve. Los rayos son brillantes y casi una
réplica exacta de la forma que el sol entra por la ventana y se refleja en su cabello.
Como si me sintiera, se da vuelta y me mira con una expresión solemne. Hay puertas
de vidrio que nos separan, y sé que no puede ver mi rostro en este ángulo con el sol que se
refleja en ella desde el cristal. Donde Diana es toda sonrisas y ojos azules grandes y
brillantes, su hermana menor es seria. Ella mira fijamente en mi dirección, como si quisiera
que sus ojos me vieran. He visto su mirada perdida en mí cada vez que entro en una
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habitación, estudiándome. Por un breve momento, me pregunto si alguna vez me pintó.
Estrecho mi mirada, pero no pestañeo. Si ella puede ver a través del vidrio, quiero que vea
un poco del verdadero yo, el yo que me permito ser cuando no estoy bajo el escrutinio
vigilante de padre.
Sus labios se tuercen en una mueca y sus cejas doradas se arrugan. Estoy a segundos
de entrar en el invernadero y preguntarle si le gustaría pintarme. Por alguna razón, la idea
de tener mi rostro, no el que veo en el espejo cada día, en un lienzo, es seductora.
—Chica tonta, siempre está pintando —dice Diana detrás de mí, con una sonrisa en
su voz. Me alegra que ella se preocupe por su hermana. A pesar de sus palabras, su tono
habla de amor y aceptación. Siento lo mismo por Viktor. En cierto modo, esto nos conecta.
Tal vez Diana y yo podríamos ser buenos juntos en nuestro futuro.
Las mejillas de Irina se ponen rosadas, y vuelve a su arte. Con un suspiro sofocado,
miro a Diana. Hoy, su cabello está alisado, y el castaño es atrapado por la luz de la lámpara
de techo. Tomo nota de que su cabello no tiene el mismo brillo que el de su hermana menor.
—Lo juro —dice, y sus labios rosados y regordetes se tuercen en una sonrisa—, te
vuelves más alto cada vez que te veo. —Sus dedos agarran mi bíceps a través de la chaqueta
que padre siempre me exige que use—. ¿Has estado haciendo ejercicio?
La comprensión destella en su fría mirada azul. Si alguien entiende sobre crecer bajo
un hombre poderoso, es Diana Volkov.
—Ten cuidado. A algunos de nosotros nos gustaría verte llegar al otro lado.
—No, el traje. Un hombre bien vestido es un accesorio maravilloso para una dama. —
Hace un guiño, y con un movimiento de cabeza, gira sobre sus talones y desaparece dentro
de la casa. Un resplandor de cabello castaño dorado pasa corriendo a mi lado, y una capa
roja brillante fluye detrás de él. El hijo del ama de llaves favorita de los Volkov siempre ha
vivido aquí, pero por lo general no tiene permitido estar en la casa principal cuando los
Volkov tienen compañía. Vas se precipita en la terraza acristalada gritando sobre ser un
supervillano. Solo tiene diez u once años, la misma edad que Irina, y es una amenaza.
Supervillano le queda. Y fiel a la forma, él procede a aterrorizar a la pequeña Irina casi de
inmediato. Ella le chilla cuando él tira de la parte posterior de su cabello.
—Si alguna vez te metes con ella otra vez o destruyes sus pinturas voy a pintar la
maldita pared con tu sangre —dijo furioso en un susurro violento. Probablemente es
demasiado, pero quiero asustarlo muchísimo, así dejará a Irina tranquila a partir de ahora.
Los ojos azules del niño se ensanchan sorprendidos, pero no con miedo. Algo no está
bien en la cabeza del pequeño tirano. Lo libero y él sale corriendo.
—Lo siento... —Mi voz se va apagando cuando noto que Irina ya no está en la
habitación—. Lo siento —me digo de nuevo a mí mismo.
Presente...
Cuando rodeo el auto, Diana ya está saliendo. Las mujeres Volkov no pierden
el tiempo en dejar que los hombres les abran las puertas. Respeto eso en Diana. A
pesar de ser la más hermosa, todavía se aferra a su fuego interior. Es una excelente
empresaria, y a menudo me he preguntado cómo lo hace. Verla sosteniendo un
arma y a uno de sus hombres en el suelo con una bala en la frente fue
sorprendente, pero no una total sorpresa. Las mujeres Volkov son conocidas por
tener columnas de acero: hacen lo que hay que hacer cuando llega el momento. Su
padre las crió de esa manera, preparándolas para hacerse cargo del negocio
familiar. Sin embargo, no tenía que haberse molestado. Una vez que lleve mi
apellido, me haré cargo de todo y llenaré su estómago con nuestro propio
heredero.
Ella bate sus pestañas hacia mí y me da una sonrisa que reconozco como real.
Contengo la risa que quiere filtrarse de mis labios. Ella nunca me ha visto de
otra forma que no fuera de traje. Nos acercamos al puesto del anfitrión donde un
hombre vestido todo de negro me hace una simple inclinación con la cabeza antes
de escoltarnos a la esquina cerca de las ventanas. Es la mesa siempre reservada
para mí. Diana se pone rígida a mi lado, pero no dice una palabra. Pasamos por su
propia mesa que permanecerá vacía esta noche. Esto se trata de unir a dos familias
ricas y poderosas. Ella lo sabe tan bien como yo, y a pesar de que fue criada para
hacerse cargo del legado de su familia, será una Vasiliev. Con ese título viene el
respeto que exigiré me muestre como su hombre y marido.
Asiente mientras endereza sus hombros. Sus ojos azules se vuelven afilados e
intensos. Modo negocios. Admiro esto sobre la dulce Diana.
—Ninguna. —Porque no las tengo. Me voy a casar con Diana para fortalecer
nuestra posición familiar. Nada más. Hay opciones mucho peores que la Volkov
mayor. Ruslan, por ejemplo, ha sido emparejado con mi hermana, porque así lo
deseé. Opciones mucho peores, de hecho. Él está aquí esta noche con su padre y su
hermano, Ven.
—¿Sí?
Le sonrío.
47
—Por supuesto. ¿Algo más?
—¿Sí?
—¿Estás bien? Gruñiste. —Arquea una ceja oscura.
—Lo siento, no, estoy bien. Solo estaba pensando qué gran partido sería ese
para tu hermana.
Los ojos azules de Diana brillan con fuego mientras me clava una mirada
feroz. Estar bajo su mirada furiosa me da ganas de tirar del cuello de mi camisa
para poder respirar mejor y obligarla a arrodillarse para conocer su lugar cuando
esté conmigo. Puedo ver por qué dirige su negocio tan bien. Lo hace con ferocidad.
De nuevo, es bastante admirable. Tengo suerte de tenerla en mi cancha.
—Se casará con quien le plazca, Vlad. No hay negociación. Quiero tu palabra
sobre esto. La dejarás venir a vivir con nosotros y ella tendrá libre albedrío.
He sido consciente de este atractivo hacia Irina desde que era un niño. Claro,
simple fascinación al principio. Curiosidad. Y luego, con su edad, llegó un encanto
tan intenso, que encontraba mis pensamientos vagando hacia ella por horas
después de haberla visto de paso solo unos segundos. Siempre asumí que mi lugar
sería con Diana, incluso desde niño, así que nunca le había mostrado a Irina el
impacto que su simple presencia tenía en mí. No está en mi naturaleza revelar mis
debilidades.
—Puedes tener hijos, ¿sí? —pregunto antes de poner otro beso en su mano y 49
liberarla.
—Oh, no tengo dudas sobre eso, prometida. Simplemente estoy haciendo las
preguntas de las que mi padre quiere respuestas. —Mentiras. Ya sabemos las
respuestas porque hablé con su padre, Leonid, más sobre este compromiso de lo
que lo he hecho con ella. Ella está en perfecta salud y se le ha prohibido tener citas.
Los muchachos son una distracción, le dijo su padre, cuando de hecho él solo la
estaba manteniendo pura. Es difícil de creer que una mujer como Diana no hubiera
atendido sus necesidades. Nuestro trabajo es estresante. Pensamientos de ella
tocándose para aliviar la tensión pasa por mi mente y me lamo los labios. Estudio
sus dedos delgados mientras levanta su mano hacia la luz.
—Esto es hermoso. —Sus ojos se levantan para encontrarse con los míos—.
Por lo que sé, estoy perfectamente saludable. —Una ceja se arquea hacia mí—. Me
reservaré para la noche de bodas, así que no tengas ninguna idea divertida. —Ja.
Ella lee mentes.
Deja escapar una risa lírica que una vez más atrae la mirada de muchos
hombres.
—Al menos no seré miserable por casarme con el gran Vlad. Él tiene buen
sentido del humor.
Vika. 50
Fuego y furia llamean en su mirada. Está sentada entre Ruslan y Ven Vetrov.
Ven está en una acalorada discusión con su padre, mientras que Ruslan tiene el
brazo acomodado sobre la parte posterior de la silla de Vika. Ella no estaba con
ellos antes. Quizás estaba en el baño. Sus tetas están sobresaliendo de su vestido
rojo brillante. Ella es lo opuesto a Diana. Diana es clase, gracia y belleza atemporal.
Una adversaria digna. Un partido incluso mejor. Vika no es más que una puta. Y
verla debajo del brazo del joven bobalicón me hace sonreír.
Abre la boca para hablar cuando una conmoción resuena desde la cocina.
Disparo.
—Estoy aquí por una maldita Volkov. ¡Sé que ella está aquí! —grita—.
¡¿Dónde está Irvac, maldita puta?!
Antes que pueda formular una respuesta, Diana pasa a Ven y a mí con su
arma desenvainada. Sus palabras son frías y crueles mientras las entrega sin
miedo.
¡Pop!
Padre.
—Él vino por la sangre de mi prometida —le digo, con mi voz ahora
tranquila, como la de mi padre.
Nadie ofrece la información de que Diana fue quien disparó el tiro mortal. No
es de la maldita incumbencia de nadie.
—No me di cuenta que estarías cenando esta noche —le digo, con una ligera
agudeza en mi voz. Los guardaespaldas se amontonan y comienzan a limpiar el
desorden.
53
V
CAPITULO CINCO
L
as voces escaleras abajo me despiertan de mi sueño. Me pongo mi bata
de seda sobre el camisón y me froto el sueño de los ojos, comprobando
mi reloj. Todavía es temprano. Diana no debería estar en casa tan
pronto, sin embargo escucho su voz entre otras. Me apresuro para ver
de qué se trata la conmoción. Tan pronto como llego a la oficina de Diana, entro en
una escena de la que desearía poder volver a salir. Anton, mi padre, varios de los
hombres de Vlad, mi hermana y el propio Vlad hablan rápidamente y todos a la
vez. Pero lo que me hunde el corazón son Diana y Vlad y su proximidad. Ella está
hermosa como siempre usando un vestido de noche negro, pero sobre su vestido,
está usando la chaqueta del traje de Vlad como si ella le perteneciera. Mi estómago 54
se hunde. El mundo se expande a mi alrededor, y casi siento que estoy flotando.
Está ocurriendo.
Respira.
Respira.
Están comprometidos.
Respira.
Por mucho que me gustaría tener una sobrina o un sobrino, no esperaba que
fuera así. Esto duele demasiado. Quiero que pare, quiero despertar en mi cama y
darme cuenta que esto es todo un sueño.
Un poco de vodka pasa por mi labio y corre hacia mi barbilla. Está a punto de
gotear de mi mandíbula cuando estira la mano con un dedo doblado y lo recoge.
Su tacto me electriza. Él lleva el dedo mojado a sus labios carnosos y su lengua
rosa sale para lamerlo de su piel. La habitación gira y el calor me inunda. Mis
bragas están empapadas y estoy horrorizada preguntándome si puede oler mi
flagrante excitación por él.
Es el prometido de mi hermana.
—Irina —gruñe.
—¿Mmm?
Inclino la cabeza para estudiar los movimientos de sus labios. ¿Y eso que
significa?
—Ahora corre, solntce moyo. Vete. —Mi sol. No puedo respirar. Me urge para
que me mueva con un gesto de su cabeza. Me doy vuelta y tropiezo hacia adelante.
Cuando lo miro de nuevo, ya está caminando hacia la conversación. Diana le da
una sonrisa suave antes de volver a hablar con nuestro padre.
Él es de ella ahora.
Lo que sentí justo ahora fue real. No fue un juego o un movimiento ni nada
por lo que los hombres en nuestro mundo sean conocidos por jugar. Vlad me nota.
Lástima que su deber siempre prevalece, por lo que está de vuelta donde quiere
estar, con su brazo alrededor de mi hermana y una expresión estoica en su rostro.
Mi sol.
No una sombra.
Pero se sintió bien brillar como uno, aunque solo fuera por un momento.
Los villanos merodean la noche; sin duda es más una pesadilla que un cuento
de hadas.
Nos tientan con alguien a quien podemos amar, y luego nos lo quitan. Somos
obligadas a seguir reglas que sangran la felicidad directamente desde nuestra
médula.
Debo aceptar que no hay finales felices para las chicas Volkov.
Hay un ligero golpe en la puerta, que me saca de mis pensamientos internos,
y mi hermana llama a través de la madera que nos separa.
—¿Sombra?
—Te conozco de toda la vida, Irina —dice pesadamente, con sus cejas oscuras
fruncidas. Me recuerda a cuando éramos niñas y ella se preocupaba por mí. Tan
maternal y amorosa—. Sé cuándo estás durmiendo y cuándo no.
Los nervios bailan en mis entrañas como si hubiera un desfile dentro de mí.
—Si él sigue besándome como lo hizo esta noche, puede ser más pronto que
tarde —admite con una risita, tirando de mí en la cama y colapsando junto a mí en
mi almohada. Los dos miramos al techo, respiramos pesadamente por el esfuerzo.
Sus palabras juguetean en mi mente.
Él la besó.
Se besaron.
Mi ritmo cardíaco se acelera al imaginarme cómo se sentirían sus labios
presionados contra los míos. Sedosos. Húmedos. Dominantes.
—¿Cómo fue? —pregunto. Sin querer saberlo, pero desesperada por hacerlo.
—Suave, pero fuerte —murmura, colocando las yemas de sus dedos sobre sus
labios—. Apasionado e intenso. —Se sienta y se inclina sobre mí—. Así. —Se
inclina y pone sus labios sobre los míos, empujando con fuerza, y todo lo que
puedo pensar es que sí saben a Vlad.
—Siempre seré tu hermana mayor —promete—. Siempre haré lo mejor por ti.
Lo prometo, este matrimonio no nos cambiará.
Quiero que sus palabras sean verdad tan profundamente, pero mi corazón se
está marchitando, y ella no ve que me estoy muriendo por dentro. Estar cerca de él
será brutal.
Sí, la tenemos.
62
CAPITULO SEIS
V
E
sta noche fue un desastre. Primero, el idiota en el restaurante que
causó que se rompieran todo tipo de códigos de honor, luego tuve que
llevar a Diana a casa solo para encontrarme en una situación con Irina
que puso a prueba mis límites.
Nadie puede.
Maldición.
Alzando mis manos para tomar el rostro de Diana, estrello mis labios contra
los de ella. Duro, profundo, brutal. Separo sus labios con un golpe de mi lengua.
Ella sabe al vino tinto que ha estado bebiendo y es agradable. Sus labios se mueven
contra los míos con facilidad. Estoy definitivamente seguro que no es su primer
beso.
Cuando me alejo, sus ojos están vidriosos, y por una vez, no está tan
compuesta. Sus labios están hinchados, y su lápiz labial rojo está un poco
manchado alrededor de su boca.
Entonces, me despido.
64
Ven puede ser intimidante para la mayoría. Tiene la locura Vetrov encima.
Con barba y aparentemente descuidado. Apenas contenido debajo de un costoso
traje de Armani y zapatos de cuero italianos de mil doscientos dólares. Recuerdo al
Ven adolescente, cuando éramos más jóvenes, corriendo por el bosque en la nieve.
Mayor y más feroz que cualquiera de los otros chicos, incluyéndome a mí. Ven era
el único estúpido en correr por la nieve sin una camisa puesta. Como si eso lo
hiciera más rudo. En aquel entonces, prácticamente no tenía cabello como el resto
de nosotros. Ahora, su barba y su cabello rebelde coinciden con ese niño salvaje
que recuerdo. Su padre puede obligarlo a usar un traje e inculcarle modales, pero
Ven sigue siendo el buitre despiadado que la cima de su familia enuncia.
La toma con una sonrisa pícara, y sus dedos tatuados se enroscan alrededor
del cuello de la botella. Me hace preguntarme qué piensa el viejo Vetrov sobre los
tatuajes de su hijo mayor. Mi propio padre odia los míos, por eso trato de
mantenerlos ocultos debajo de mi traje. Ven usa los suyos, exponiéndolos para que
todos los vean.
—¿Cómo está? —Se está refiriendo a Diana. Al igual que yo, la conoce desde
65
que éramos niños, y si mal no recuerdo, solía molestar a Niko por su
enamoramiento con ella.
Hay cariño en sus ojos cuando hablo de Diana, y sé que se reflejan en los
míos.
—¿Crees que son reales? —Sé que está hablando de las tetas de la chica sin
que tenga que explicarse. Son inusualmente grandes en un marco tan pequeño.
—Pagarle a los sirvientes por placeres siempre fue el estilo de Niko, no el mío
—digo negándome a decir su nombre, mostrándole que no creo que se merezcan
que sepa su nombre en absoluto.
—Él era conocido por perseguir a la ayuda. Una vez, lo atrapé con su polla
entre el colchón y la base de su cama, pajeándose. Incluso le había pagado a
Ursula, nuestra cocinera de cincuenta años, para que le metiera una zanahoria por
el culo.
—Es verdad. Tenía diecisiete. Nuestra madre, que en paz descanse su alma,
habría matado a esa mujer si hubiera vivido lo suficiente para averiguarlo, y me da 66
miedo pensar lo que habría hecho nuestro padre si hubiera conocido esa
información.
—Me quitó las ganas de comer en casa, te puedo decir eso —agrega,
terminando el emparedado—. Lo extraño.
Asiento.
—Como yo, moy drug. —Mi amigo—. ¿Cómo se está acomodando Vika? —
digo con una sonrisa de suficiencia, ganando una mirada asesina.
—Es verdad. Debo admitir, pensé que podría haber sido presentado como
una opción. Que yo me casaría con tu hermana menor. Y sin faltarte el respeto,
Vlad, pero de hombre a hombre, de amigo a amigo, prefiero casarme con una
campesina que con esa mujer.
—No me ofendo. —Levanto una ceja hacia él—. Pero me debes una.
Siempre lo hace.
Subiendo las escaleras de dos en dos, sonrío cuando escucho sus pisadas
detrás de mí. Juntos, caminamos por el pasillo en el ala norte hacia una de nuestras
muchas habitaciones extras y giro el picaporte. Reviso rápidamente mi reloj y mi
sangre se apresura directamente a mi polla cuando escucho el silbido de la ducha
desde el baño de la habitación. La sirvienta, o Rada, como tan amablemente me
recordó Ven, usa esta ducha cada noche a la misma hora, justo después de su
turno. Los cuartos de los sirvientes no están a la altura de sus estándares
aparentemente. Ella no sabe que conozco sus trucos, pero este lugar tiene cámaras
en cada esquina.
Ella comienza a golpear con sus piernas hacia atrás, tratando de patearlo sin
éxito. Sus ojos brillan y su piel se ruboriza de un hermoso color rojo oscuro. Hago
un gesto con la cabeza hacia Ven, y él suelta su cuello, pero envuelve un brazo
alrededor de su cintura para mantenerla erguida. Ella inhala aire, sedienta de él.
Ven se ríe.
—¿Lo sientes? —le pregunto, colocando una palma en su corazón. Sus ojos se
inundan y me mira, herida—. ¿El aire que succionan tus pulmones? ¿La sangre
corriendo a través de tus venas, alimentando tu corazón? Permanecer en la cúspide
es éxtasis. Un regalo. Persigue el placer, maylshka.
Las manos de Ven se envuelven alrededor de su cuello una vez más, y esta
vez, ella no lucha contra eso. Sus pezones están duros y desesperados por alivio, y
sin sumergir mis dedos dentro de ella, sé que su coño estará goteando con sus
jugos. Sus labios, hinchados y palpitantes, suplican ser llenados y follados hasta
quedar en carne viva. Las venas en sus ojos casi ondulan mientras lucha por
mantenerlos bien abiertos, mirándome fijamente.
Está lista.
71
V
CAPITULO SIETE
D
iana está en una acalorada conversación con Anton cuando llego a su
oficina después de un desayuno tardío. Estoy agotada por las
revelaciones de anoche. No es típico en mí, pero por una vez, dormí
hasta tarde.
cuento.
—Te ves tensa —le comento, mirándola en busca de signos de querer echarse
para atrás.
—Ahora no, Irina. Si vas a ser una mocosa, puedes trabajar desde tu propia
oficina.
—Sé que no lo hiciste —digo entre dientes apretados—. Así que no digas
cosas que no quieres decir.
—Está bien. Lo siento. No eres tú. —Suspira y toca sus labios con la yema del
dedo, su anillo de compromiso de diamantes amarillo canario se refleja
brillantemente—. Estoy un poco estresada.
Doblo los brazos y doy un par de pasos hacia mi silla. Ella camina de regreso
a su escritorio. Me giro abruptamente y abro la puerta de mi oficina. Su jadeo es
audible, y se apresura a cerrar la puerta. Sus ojos están tan redondos y brillantes,
que parecen lunas llenas.
—Yo-yo-yo duermo allí a veces —balbucea, y su voz titubea por los nervios—
. Cuando estoy trabajando hasta tarde en la noche.
No le digas a nadie.
Antes que pueda evocar un pensamiento, chillidos hacen eco por los pasillos.
Reconozco la voz de nuestra madre y me giro para seguir la interrupción. El
profundo tono de mi padre brama desde su oficina, y cuando llegamos a la puerta,
está entreabierta. Los sollozos de nuestra madre rebotan a través del espacio
abierto.
—No tengo el hábito de mirar a los criados, Olga. ¿Me estás diciendo que lo
sabías? —gruñe.
—¿Crees que no puedo ver los ojos de mi propio marido mirándome? ¿Por
qué crees que los despedí?
Los ojos de nuestro padre se dirigen a mí, y luego a Diana, quien me siguió
adentro.
—¿Qué está pasando? —digo jadeando. Escaneo la escena delante de mí,
asimilando todo. Cuando mis ojos se posan en el hombre que está parado al lado
de nuestro padre, se me revuelve el estómago.
Vas.
—Ella sabe que te follas a las criadas —espeta madre—. No son ciegas o
estúpidas. —Se estremece, y todo el fuego se apaga cuando padre deja caer las
manos de Diana y se mueve desenfrenadamente hacia ella.
Ha pasado una semana completa desde que mi padre dejó caer la bomba. Y
una semana fue todo lo que tomó para que empacáramos para mudarnos a la finca
Vasiliev. Padre estaba extremadamente entusiasmado cuando nos acompañó a
nuestro nuevo hogar. Está consiguiendo lo mejor de ambos mundos. Dos hijas que
puede tratar de usar como espías para obtener la sartén por el mango, y ahora un
hijo para gobernar el imperio que deja. 76
Lo odio.
Y toda la furia de mamá murió una vez que la puso en su lugar. Ella se retiró
a su habitación y ahogó sus penas en el vodka más caro de padre, tomando
pastillas para el dolor como si fuera su trabajo. Eso es bueno ma. Esconderse detrás
de una bruma de entumecimiento mientras tus hijas son enviadas a la refriega para
hacer el trabajo sucio.
Premios.
Ya me cansé de comportarme.
—Por aquí —dice una mujer con grandes tetas y una sonrisa forzada. La
seguimos a través de una serie de pasillos hasta que se abren en una nueva ala de
la casa—. Esta es el ala norte. Cinco dormitorios, cinco baños, una pequeña cocina,
una biblioteca, una oficina y una sala de estar. Espero que estas instalaciones les
complazcan. —Otra sonrisa falsa—. Los baños, especialmente, son bastante
agradables.
—Soy Rada —dice la mujer—. Si necesitan algo, por favor presionen el botón
en cualquiera de los paneles en cada habitación y estaré a su servicio.
77
Cuando la mujer comienza a irse, Diana la detiene.
—No estoy segura, señora. Alguien vendrá aquí para avisarle. —Rada inclina
la cabeza, luego se apresura para irse.
—Debería hospedarme con ustedes en caso que surja algún problema —dice
Anton entre dientes—. Tendré que llegar a ustedes dos rápidamente.
Mi hermana me sonríe.
—Solo pienso que estas casas grandes son melancólicas. Todo lo que tomaría
serían unas cuantas mantas de felpilla, un par de almohadones de piel de imitación
y un toque de color. Voila. Calabozo espeluznante convertido en mágico espacio
de lectura.
—Y ¿qué te hace pensar que el gran Vlad malo estará de acuerdo con la
felpilla y el verde azulado?
A
rmas.
—Me gusta esta —le digo a Oleg, el traficante de armas que ha viajado casi
ochocientos kilómetros de distancia para ofrecerme su alijo.
—Para empezar —le digo mientras sostengo el cuchillo. Brilla bajo la luz del
techo. Es curvo como una garra rizada con una cuchilla afilada en ambos lados. La
punta tiene forma de un anzuelo de pesca. Quien se encuentre con el extremo de
esto no vivirá para contarlo—. ¿Qué más tienes?
Todavía.
Un ganador.
Salgo del garaje y entro a nuestra casa. Oleg conoce la rutina. Trae armas todo
el tiempo. Mi padre y él se conocen desde antes que yo naciera. Ahora que estoy
más o menos a cargo, yo trato con Oleg. Quién diablos sabe qué hace Padre estos
días además de inmiscuirse en mi negocio. Oleg roba una manzana de una canasta
y tengo que escuchar su crujido y sorbidos todo el camino hasta mi oficina. Si yo 81
Una vez dentro de mi oficina, Oleg acomoda su fornido cuerpo en una de las
sillas. Camino hacia un retrato gigante de mi padre, Vika y yo. El que solía incluir a
mi hermano, ha sido retirado de las instalaciones. Lo permití como un signo de
respeto hacia mi padre, pero el resto de las fotos de mi hermano y yo en mi oficina
se quedaron. Agarro la parte inferior izquierda del marco gigante y lo aparto de la
pared. Detrás de la odiosa pintura está mi gran caja fuerte. Mientras Oleg le hace el
amor a su manzana, tecleo mi código y abro la caja fuerte. Dentro hay un bolso
marinero lleno de dinero; dinero que ya ha sido negociado con Oleg. Él conoce la
rutina. Puede que me guste fingir que estoy decidiendo sobre las armas, pero
termino comprándolas todas.
Anhelo mirar la pila de fotos en la parte posterior de la caja fuerte, pero ahora
no es el momento. Las fotos de mis hermanos y yo cuando éramos niños son
valoradas profundamente, junto con las joyas de mi madre y la vieja billetera de
Viktor. No existen fotos de mi madre. Todo lo que me queda de ella es lo que hay
en esta caja fuerte y los escasos recuerdos de su sonrisa. Pero con la billetera de mi
hermano, a veces puedo sostenerla contra mi nariz e inhalar la colonia persiste en
ella. Los recuerdos de él son más intensos y aún están grabados en mi mente.
Maldición, cómo extraño a mi hermano.
Oleg se mete uno de sus sucios dedos en la boca y sorbe los jugosos restos.
Con los ojos en su mano, me permito un momento para mostrar mi asco. Hago una
mueca y niego con la cabeza. Jodidamente repugnante. No puedo comprender
cómo padre aguantó esto durante décadas.
—Bueno —dice, una vez que está satisfecho de que está limpio—. Tengo
quince en el camión. Sucias como todo el maldito infierno, pero a Yuri le gustan de
esa manera. Cuanto más sucias, mejor. A algunas de las perras incluso les gusta la
humillación. —Se agarra su entrepierna y me sonríe salazmente.
—No necesitamos que les guste nada —digo mordaz—. Las necesitamos
fuertes y flexibles.
—¿El dinero?
Antes que pueda abrir la boca para amenazarlo, fijo los ojos en un par azul
hielo mirándome desde un rincón oscuro de mi oficina.
La pequeña Irina.
Estoy tan aturdido por su repentina aparición, que dejo que la mierda arroje
—y falle, para el caso— el centro de la manzana en mi cubo de basura. Gruñe y se
levanta para ir a recogerlo. No puedo apartar la mirada de la niña escondida en mi
oficina, observando mis negocios como si fuera su derecho otorgado por Dios.
Pero las chicas corrientes no espían a los mafiosos rusos sin miedo en los ojos.
Aprieto los dientes y le echo una mirada furiosa a Irina. Sabía que las damas
Volkov llegarían hoy, pero ciertamente no esperaba ver a ninguna hasta la cena.
Tenerla aquí resultará ser más difícil de lo que originalmente pensé. Tal vez ver a
las putas en el camión ayudará al estado de mi polla. También haría bien en poner
a mi pequeña sombra en su lugar. Ahora que están aquí, las cosas no funcionan
como lo hicieron alguna vez.
¿La dulce Irina se correría, con mi nombre rebosando de sus labios que no
tendrían más tiempo para probar el aire?
—No vi nada, niño —dice—. Te espero en el camión. —Se apresura para salir
de mi oficina y fuera de mi vista. Hombre sabio.
—¿Qué estás haciendo aquí? —exijo, y mi voz es baja y mortal. Mis ojos
todavía están en la entrada porque no puedo mirarla. Ella me debilita con su
mirada. Tan dulce y curiosa. No puedo lidiar con esto ahora mismo.
No fue sino hace unos meses que ella no era más que una niña. Intocable,
fuera del alcance. Aun así, fantaseé con cosas que ningún hombre debería. Sueños
de sostenerla, extender sus cremosos muslos y empujarme dentro de su calor
apretado y virgen. A veces desearía que mi mundo no fuera tan complicado.
Renunciaría a mucho solo para tener una probada de lo que otros dan por sentado.
Algo tan simple como follar a una mujer a la que eres adicto, y yo soy adicto. Ella
tiene un poder sobre mí, y la atracción se está volviendo insoportable.
No me gustaría nada más que continuar con esta broma y coqueteo con la
preciosa chica. Desafortunadamente, el deber me llama, maldita sea. Ella es la
hermana de mi prometida. No puedo hacer esto. Incluso si egoístamente quisiera
follarla y tomar esa cereza madura que sé que tiene toda para mí, no puedo. Padre
pediría mi cabeza si estropeo este matrimonio arreglado.
—Ya es hora de que los Volkov vean cómo los Vasiliev hacen negocios —digo
entre dientes, y mi voz se vuelve fría. No puedo obligarme a liberar su mano—.
Cuéntame qué es eso que quieres, entonces haré que pagues por ello haciendo algo
por mí.
—Necesito un estudio.
Parpadeo hacia ella.
—Hay una oficina y me dijeron que Diana y tú compartían una antes de…
—No una oficina, un estudio. —Sus mejillas se vuelven rosadas mientras deja
caer su mirada de la mía—. Como la terraza acristalada en casa.
Para pintar.
—Gracias, Vlad.
86
La miro por un momento más, imaginando lo hermosa que se verá con el sol
de la mañana cubriéndola mientras pinta en el invernadero justo al lado de la sala
de estar junto a mi habitación. Podría mirarla sin que ella lo supiera. Como en los
viejos tiempos. Mi polla se estremece contra mi muslo, ansioso por esta idea.
—Está arreglado —digo entre dientes, alejando todos los pensamientos sobre
Irina pintando en mi casa—. Ven conmigo.
Oleg abre la parte trasera del camión y muchos ojos miran desde la
oscuridad. Mujeres usadas, cansadas y agotadas nos miran fijamente. Muchas son
hermosas a pesar de su apariencia sucia. Padre estará contento.
Les hago un gesto para que me sigan. Susurran bajo entre ellas mientras salen
del camión. Irina sigue disparándome miradas asesinas, que solo sirven para
endurecer mi resolución. Ella hará esto porque es lo que se le pide. Si espera
protección de mi parte, y un maldito estudio, entonces puede hacer esto por mí.
Tiene más sentido que una mujer lo maneje de todos modos. Al menos no tengo
que preocuparme de que ninguna de ellas termine embarazada, violada o muerta
misteriosamente.
Irina resopla, murmurando furiosas maldiciones rusas en voz baja.
—No puedo creer que hayas comprado estas mujeres —murmura Irina.
—Por aquí.
Intenta apartar su brazo del mío, pero lo aprieto. La pequeña Irina va a lucir
muchos de mis moretones. Llegamos al fondo que se extiende en un área gigante
cubierta con esteras. Las paredes están llenas de habitaciones usadas para varias
cosas. En el caso de las mujeres, dormirán y entrenarán aquí. Por entrenar, me
refiero a que aprenderán a follar como si sus vidas dependieran de eso.
Porque lo harán.
Tan pronto como Stepan, Irina y yo nos vayamos, encerraremos a las quince
mujeres dentro. Serán alimentadas y cuidadas. Simplemente no podrán salir.
—¿Nombre?
—Darya.
—Lleva a Darya al establo uno —le digo a Stepan—. El resto puede elegir su
propio establo.
Irina está rígida a mi lado, pero sabiamente no dice una palabra. Cuando
estoy al mando en mi elemento, la gente se doblega a mi voluntad. Se inclinan a
mis pies y obedecen mis órdenes. Incluso la dulce chica a la que me gustaría pasar
cada día follando.
—¿Establos? ¿Qué somos? ¿Ganado? —me desafía una rubia bocona con un
abrigo de piel raído.
Puta beligerante.
Rabia.
No pienso mientras aparto la silla del camino antes de que derribe a Irina.
Empujo al ejemplo de mujer que todavía está en pie, pero rápidamente se está
vaciando, y colapsa en el suelo. Catorce mujeres ahora. Padre no estará contento.
Sin embargo, los agudos gritos cuando Stepan encierra a la joven en el establo uno
me dicen que pronto seré perdonado.
—Solo diré esto una vez, así que escucha con claridad. Hago. Lo. Que.
Quiero. Ella era una puta, comprada y pagada, y ahora es un ejemplo para las otras
mujeres.
Diana.
Los juegos.
Padre.
Intento enfocarme en todo eso, pero no puedo. Todo lo que veo es a ella. Los
labios rosados de Irina manchados con la sangre de la puta. Labios que se separan
para poder jadear por aire. Me inclino hacia adelante, liberando un poco mi agarre,
para que pueda absorberme. Necesita aprender que soy su amo ahora. En el
momento en que deslicé esa piedra en el dedo de su hermana mayor y Diana me
suplicó que cuidara también de Irina, ambas se convirtieron en mías. Irina es mía en
cierta medida, y puedo sentir mi control sobre su vida tensándose como un
tornillo. Saber que no solo no se casará con alguien que su padre desee, sino que no
se casará con nadie en absoluto, hace que mi polla se ponga dolorosamente dura.
La pequeña Irina morirá como una virgen pura y delicada porque yo lo ordeno.
—Tu deber es entrenar a estas mujeres. Diana estará ocupada haciendo otras
cosas que le pediré, pero esto es algo que puedes hacer. Enséñales cómo actuar
como una dama. Enséñales cómo vestirse y comportarse. Haz que tomen un
maldito baño. —Enderezo mi abrigo y dejo que mi mirada recorra su estructura
temblorosa. La sangre manchando su rostro la hace lucir aún más sexy. Imágenes
sobre perforar su piel con mi cuchillo y untar su sangre por todas sus tetas
perfectas y jóvenes casi hacen que me corra en mis pantalones.
Frunce los labios, pero no discute. Y cuando le tiro las llaves, las atrapa y las
mete en su bolsillo.
—Sí.
M
iro fijamente mi reflejo en el espejo del tocador en mi nueva
habitación. Todo en este lugar se siente frío. Simplemente soy un
extraño de visita.
Mis labios están pintados con el lápiz labial más rojo que poseo porque lo
juro, no importa cuánto froté mi boca, la sangre de la mujer permanecía en mis
labios. Un estremecimiento me recorre. He visto destellos del poder de Vlad, pero
nunca había visto eso. Lo que vi antes fue violento y aterrador. He visto gente
matar antes —diablos, Diana mató a un hombre por lastimarme— pero nunca ha 92
sido tan brutal.
A sangre fría.
Sin emoción.
¿Pero ahora?
Saco el material gris plateado de la percha y lo deslizo hacia arriba por mis
muslos. Es largo y ajustado, apenas a un cabello del suelo, pero tiene una abertura
en el costado que atraviesa el material hasta llegar a mi cadera. Subo la cremallera
en el costado y me dirijo al espejo de cuerpo entero. El vestido tiene un escote
peligrosamente bajo, revelando mis pechos temblorosos que simplemente se ven
tan flexibles y maduros debido al estupendo sujetador. El material cuelga un poco
de mis hombros y se hunde en mi espalda, mostrando la piel justo por encima de la 93
grieta de mi culo.
Vaya.
Luzco…
Soy hermosa.
Vlad puede ser un monstruo, el monstruo de Diana, pero por primera vez en
mi vida, me siento hermosa y libre de casarme con quien yo quiera.
Tal vez mientras Vlad se besa con mi hermana, su prometida, yo empiece a
poner mi punto de mira en otro lugar. Stepan, un hombre apuesto al que me
habían presentado antes, no sería un mal beso. Vi la forma en que sus ojos me
seguían por la habitación.
Diana me llama desde el pasillo. Tomo unos guantes negros de seda y los
deslizo por mis brazos. Entonces, salgo de mi habitación hacia mi hermana. Con su
espalda hacia mí mientras habla con un Anton muy bien vestido, admiro a mi
hermosa hermana. Es un ángel, una visión, con su vestido blanco ajustado que es
apto para una princesa. Brillante e inocente. Cualquier hombre en las
inmediaciones estará teniendo pensamientos sucios. No puedes mirar a una mujer
como Diana con un vestido así y no estar afectado. Anton la fulmina con la mirada
y sacude la cabeza antes de mirarme. Cuando me ve, su boca se abre.
—¡Oh Dios mío! ¡Te ves preciosa! ¿Ese es el vestido que te di? —Deja escapar
94
un chillido de emoción mientras se apresura a mi alrededor para inspeccionarme
desde todos los ángulos.
—¿Está bien?
—Sí.
—¿Alguna de las otras familias estará aquí esta noche? —pregunto, y mi voz
tiembla ligeramente.
Diana asiente.
—Los Vetrov estarán aquí. Veniamin, Ruslan y la hermana de Vlad, Vika.
Ambas compartimos una mirada que nos hace reír. A ninguna nos gusta Vika
en absoluto. Especialmente a Diana. Ella no me dirá qué pasó entre ellas cuando
eran más jóvenes, pero pase lo que pase, Vika muestra ira por mi hermana.
Diana une su brazo con el mío y Anton sigue detrás mientras caminamos a
través de los corredores hacia la sala principal. Al llegar al hueco de la escalera,
siento que los ojos están puestos en nosotras. Muchos ojos. La habitación de abajo
está llena de invitados y camareros. Mientras descendemos las escaleras, parecen
estar conteniendo la respiración. Busco a Stepan en la multitud, con la esperanza
de llamar su atención y encontrarlo desde el principio. Diana irá hacia Vlad, y me
quedaré sola. Ya estoy planeando mi ruta de escape.
Mi carne se calienta, y sé que los ojos de Vlad nos han encontrado. Intento no
mirarlo, pero mis ojos me traicionan. Él está de pie en la parte inferior de las
escaleras con una máscara de indiferencia. Pero veo el fuego ardiendo en su
mirada ambarina. El mismo fuego que ardió cuando destripó a esa mujer por
contestarle. Excepto, que él aparenta delante de todas estas personas. Incluso de mi
hermana. Nuestros ojos se encuentran y casi tropiezo. La risa de Diana es como
95
campanas tintineantes mientras se aferra a mí para evitar que caiga.
Entrenarlas. Tales cosas están por debajo de mis capacidades. Con los
números es donde brillo. Podría ser una ventaja para su imperio si no fuera tan
ciego y testarudo. Quizás le enseñe matemáticas a sus putas en su lugar. Eso le
mostrará.
—¿Tienes frío? Puedo enviar a Anton de vuelta por tu chal —dice ella con
preocupación.
—Parece que alguien llamó su atención —le dice Diana a Vlad en voz baja
96
con orgullo en su voz.
—Mi padre no mintió sobre la belleza Volkov —dice Artur con una sonrisa
lobuna.
Vlad se burla:
Artur toma el golpe de Vlad como una broma y se ríe. Profundo, fuerte, y
masculino. Me encuentro entusiasmada con él casi de inmediato. He oído hablar
de Artur, es diez años mayor que yo, pero nunca lo conocí en persona. Su
hermano, Iván, que tiene treinta años, sin embargo, tiene reuniones con mi padre a
menudo.
Diana interpreta bien su papel. Se sonroja ante sus cumplidos. Se inclina por
sus gentiles besos en la mejilla. Le ofrece su oído cuando tiene un secreto del que
solo ella tiene conocimiento. A pesar de su resbalón monstruoso el día de hoy, él
ha vuelto a su yo habitual. Sereno y sofisticado. Imponente y poderoso. Las
mujeres lo miran con corazones en los ojos. Los hombres desean ser él.
Intento besar la boca de Artur, pero choco los dientes contra su mandíbula
cuando fallo. Él se ríe, y el sonido es ronco y adorable.
Señalo hacia las escaleras. Cuando se da cuenta que apenas puedo caminar,
me recoge en sus brazos. Me aferro a él mientras me lleva rápidamente por los
escalones y por el pasillo como si no quisiera que nadie lo viera. Nadie más como
Vlad. Imágenes aterradoras revolotean a través de mi borrachera mientras imagino 98
qué tipo de cosas haría alguien como Vlad si supiera lo que está a punto de
suceder debajo de su techo. ¿Estaría enojado conmigo? ¿Sería lo que faltara para
extinguir cualquier aparente atracción hacia mí y enfocarse únicamente en mi
hermana? Decido que eso es lo que necesita ocurrir. Me besaré con Artur, tal vez
veré a dónde nos lleva la noche, y superaré a Vlad.
—Déjala abierta.
Su mirada se oscurece.
—Pervertida. Me gusta.
Miro con horror mientras saca el mismo cuchillo curvo de antes. Brillante y
prístino. Ya no gotea con la sangre de esa mujer. Da un paso hacia la cama y yo me
siento apoyándome sobre mis codos, evaluando rápidamente mis rutas de escape.
Sus ojos siguen los míos hacia el baño y sacude la cabeza.
—No pertenezco a nadie. Diana dijo que estabas de acuerdo con eso...
Antes que pueda pronunciar otra palabra, se abalanza sobre mí, su pesado
cuerpo se aplasta contra el mío en la cama. Su fuerte mano está en mi garganta otra
vez y su nariz está a centímetros de la mía. Dios, su olor es embriagador. Me odio
por estar atraída por él, incluso cuando está comportándose como un lunático.
Lucho contra él, pero se las arregla para meterse entre mis muslos. Su cuerpo
duro presionado contra el mío trae tantas fantasías sucias de hace años, estoy
teniendo problemas para centrarme en por qué estoy enojada porque todo lo que
noto es la forma en que mi centro late con necesidad.
—Viste un vestido como ese otra vez y lo cortaré frente a nuestros invitados.
No me pruebes, pequeña Irina. —Camina hacia la puerta, pero se detiene de
espaldas a mí—. Toca de nuevo a Artur Voskoboynikov y lo destriparé a tus pies.
—Se gira para darme una sonrisa siniestra—. Tú. —Me señala con su cuchillo
feroz—. Me perteneces. Incluso si nunca te uso. Eres mía.
C
uando bajo las escaleras Artur está merodeando en el vestíbulo. Se
pasea y se detiene cuando me ve.
—Oh, ahí están los dos —canta Diana mientras viene caminando hacia
nosotros en su vestido blanco angelical.
Su perro no está muy atrás, manteniéndose en el fondo. Solía tener respeto
por Anton. Ha estado con Leonid por mucho tiempo y es un asesino despiadado,
pero esta nueva tarea está por debajo de él y es risible. Su disgusto es evidente.
—Se retiró a su habitación —le informa Artur—. Me tengo que ir, pero
¿puedes dale esto por mí? ¿Quizás mañana cuando despierte? —Artur le da a
Diana una tarjeta de negocios con sus detalles estampados en letras demasiado
sofisticadas. Él lo intenta demasiado. Es patético.
—Por supuesto, Artur. Estoy segura que estará encantada de llamarte. —Me
lanza una mirada que me dice que está emocionada por su hermana.
Sus largas pestañas se agitan mientras se estira para presionar sus labios en la
esquina de mi boca.
Miro hacia abajo a la tarjeta que tomé de la mano de Diana y froto mi pulgar
sobre el número de Artur. Luego rompo la tarjeta en pedazos.
Cuando regreso al comedor, todos se han ido. Todos menos Ven, Rus y Vika.
Ven está escribiendo en su teléfono celular mientras Vika le habla animadamente.
Él no la está escuchando y es lamentable. Bastante risible, de hecho. Los ojos de
Rus están clavados en ella, pero es demasiado egocéntrica para darse cuenta que
está molestando a su futuro esposo. No es que le importe de todos modos.
Sus tacones haciendo clic sobre los pisos de madera me alertan que está
103
siguiendo mi orden. Camino a mi oficina. Es el único lugar que, hasta esta tarde en
que Irina invadió el espacio, era privado y solo para mí.
—¿Qué quieres, Vlad? Sé que esto no es gracioso. —Pasa su mano por una de
las estanterías altas que adornan la pared trasera. Su nariz se arruga mientras finge
limpiar el polvo de su mano—. Este lugar realmente se está yendo cuesta abajo.
Deberías contratar ayuda que sepa como limpiar realmente y no solo pulir tu polla.
—Veo que tu boca vulgar todavía está intacta —me burlo, tomando asiento
detrás de mi escritorio.
—¿Celoso?
—¿De mi hermana? Lo dudo. Tú sabes hacerlo mejor que eso, Vika. —Casi
me río, pero eso sería una recompensa para ella. Ella no merece una reacción de
ningún tipo.
—Solo digo que Ven tiene un atractivo, que incluso el más estirado de
nosotros no puede negar. ¿Por qué no le preguntas a tu prometida, qué piensa? —
Con eso, sonríe con suficiencia y se pone de pie antes de salir de mi oficina como si
fuera la dueña del lugar.
¿Qué diablos quiso decir con eso? Me rehúso a dejar que me irrite. Es lo que
pretende y no soy tan fácil de jugar. Le preguntaré a Diana a qué se refería con sus
palabras y ella me dirá. Es Vika siendo Vika. Ven lo habría mencionado si Diana
hubiera hecho algún movimiento con él. ¿No es así?
Apretando mi eje casi al punto del dolor, lo libero y lo vuelvo a meter en mis
pantalones. Tengo una prometida para esta mierda. Poniéndome de pie, camino
hacia arriba por las escaleras y me deslizo en la habitación de Diana. La ducha
todavía está a todo volumen, pero se apaga algunos segundos más tarde. Sus
movimientos suenan a través de la puerta abierta, pero no la empujo para echar un
vistazo. 105
Alzando la mano, toco la tela que sujeta como si fuera una balsa y se
estuviera ahogando.
—Suéltala —ordeno.
—No soy un juguete o tuya para que me mandes, Vlad. Sabes que quiero
esperar a nuestra noche de bodas. —Se mueve hacia la puerta de la habitación y
traba la cerradura, encerrándonos dentro.
—Hace años, Vlad, cuando éramos más jóvenes. Fue por culpa de que Vika lo
molestara todo el tiempo. Lo hicimos para que ella lo dejara en paz. No fue nada. Y
para que conste, ella no lo dejó en paz.
107
Vika, pequeña serpiente, entrando en mi mente y contaminándola con su
veneno de nuevo.
Sí.
Mentira.
—Claro —gruñe.
108
V
CAPiTULO ONCE
B
rillante.
Dios, espero no haber hecho el ridículo delante de toda esa gente. 109
Moviéndome al final de la cama, noto tela tocando el piso y recojo una hebra.
Mi vestido de anoche.
—Pensé que podrías necesitar esto —dice mientras me da la taza y pasa junto
a mí a la habitación.
—Me duele la cabeza —me quejo, uniéndome a ella mientras toma asiento en
la cama.
—¿Qué pasó?
—¿Tal vez se quedó atascado, así que lo rompí? —supongo y sorbo el líquido
caliente.
—Te ves fatal. —Sonríe, extendiendo la mano para tratar de domar el cabello
de mi cama.
—Vlad —grazno.
Se pone rígida un poco, luego se relaja, se acuesta y mira hacia el alto techo.
—Sí, por supuesto, Vlad. ¿Quién más podría visitar mi habitación? —Deja
escapar un suspiro derrotado, frustración en su tono—. Me preguntó si soy virgen.
—¿Él qué? ¿En qué tiempos estamos viviendo, Diana? Qué cosa tan ridícula
de preguntar.
Suspira y me mira.
—¿Diana? —susurro.
Gira su cuerpo hacia mí y me abraza con tanta fuerza que mis costillas se
sienten como si se pudieran romper bajo la presión.
Ella no es virgen
—¿Por qué está cojeando así? —le pregunto a Stepan, señalando a la chica
que Vlad separó de las demás cuando llegaron por primera vez. Darya, creo que
era su nombre. Camina como si se hubiera cagado y tiene moretones en la mejilla.
—Eso sería porque mi padre la llevó a jugar —canta Vika por encima de mi
hombro. Ni siquiera la escuché acercarse. Se desliza sin ser detectada.
—Vika, no me di cuenta de que aún vivías aquí. —Le sonrío con malicia. Es
sarcástico, pero me encanta verla con los pelos de punta.
—Oh Dios, Vlad debe amar tenerte por aquí. La dulce inocencia es algo tan
raro en estos días. —Se acerca a mí con un delgado dedo y me acaricia un lado del
rostro.
—Escuché tus buenas noticias —corto. Dos pueden jugar este juego. Retiro su
dedo y cruzo mis brazos para defenderme de parecer tan frágil. Las serpientes
comen a sus presas cuando ven debilidad.
—Ruslan Vetrov —me burlo—. Vaya. ¿Qué edad tiene él de nuevo? ¿Como
quince?
112
Su mano se levanta de golpe y empuña un puñado de mi cabello, tirando de
mi cabeza hacia atrás y cerrando el espacio entre nosotras para que su cuerpo roce
contra el mío.
Vika suelta mi cabello, pero Diana agarra su muñeca antes que pueda
retraerla por completo. Ella se mueve entre nosotras, poniéndose justo en la cara
de Vika.
—He matado hombres por menos, Vika —gruñe Diana, con sus perfectos
labios rojos encogidos en odio—. No vuelvas a ponerle las manos encima a mi
hermana o perderás ambas. Tendrás que ponerte el anillo de Ruslan en una cadena
alrededor del cuello como el perrito sucio que eres. —El tono de Diana es frío como
el hielo. Violento y amenazante. Mi hermana quiere decir cada palabra.
No tienes ni idea.
—Bueno, necesito volver a casa de papá. Me han bloqueado todas las cuentas
comerciales y no puedo contactarlo por teléfono.
Eso es extraño.
—No, no, quédate aquí. Llevaré a Anton. Sé que no quieres ver a papá ahora
mismo.
—¿Estás segura?
—Bien.
—Stepan, dale a esa chica algo de ayuda médica —murmuro—. Es inútil para
nosotros así.
—El médico está en camino para revisar a todas las mujeres, señora.
¿Señora?
Es solo la hora del almuerzo, lo que significa que Diana planea irse toda la
tarde. Ya estoy aburrida.
—Ve a averiguar lo que está pasando —la animo, a pesar de que hay una
piedra en mis entrañas que crece rápidamente. Nuestro padre está retirando todo
lo que nos fue dado. Somos la razón por la que VolkovSpirits está tan en auge
como lo está. Ese fue nuestro proyecto. Nuestra empresa. Desafortunadamente, él
todavía tiene la llave de todo. No fue tan estúpido para entregarnos todos los
derechos.
Mis ojos se levantan para ver a Vlad parado allí sosteniendo la barandilla.
Trece… catorce…
Vlad.
N
ecesito un guardia en esta puerta para evitar que cualquiera
entre aquí.
—Si te estás refiriendo a mi prometida, pisaría con cuidado. Ahora ella tiene
más derechos aquí que tú.
Irina.
—Rus me dijo por lo que me cambiaron. ¿Tierra, Vlad? En serio, ¿eso es todo
lo que valgo para mi padre?
Los rostros que me miran a través de la pantalla son los de las chicas viviendo 117
su vida. No tienen idea de que no llegarán a casa hoy si yo lo apruebo.
Y nadie la tendrá.
4Ruso en el original.
—Señor Vasiliev, estaba terminando y viniendo a buscarlo. —La mujer alta y
rubia, Marina, fue quien diseñó la mayoría de las habitaciones de esta casa. Ella fue
mi primera llamada después de la petición de Irina.
—Te he ahorrado el problema. —Le ofrezco una sonrisa apretada y tomo los
planos que ella ha dibujado de su mano.
Los ojos de Marina se abren de par en par, pero asiente con entusiasmo.
Pausa.
La puerta se cierra, y miro hacia abajo para ver a mi pequeño sol soplando un
mechón de cabello de su rostro.
—Irina —grito.
Frunce los labios como si estuviera luchando para evitar que las palabras se
derramen libremente, luego se mueve para obedecer. Buena chica. Se toma su
tiempo subiendo las escaleras, arrastrando su mano a lo largo de la barandilla
mientras casi se balancea hacia mí.
—Vlad —saluda. Su voz es cálida, y quiero decirle que se detenga... solo deje
de ser ella.
¿Gracias?
—No debería haber bebido tanto vino. No me sienta bien. Estoy tan
terriblemente avergonzada por mi comportamiento. Ni siquiera recuerdo que eso
ocurriera.
Una sonrisa genuina levanta las comisuras de mi boca. Real. Qué analogía
perfecta. Apuesto a que también sabrá dulce, como el glaseado de cerezas.
Espero que se aleje, como debería, pero no lo hace. En cambio, envuelve sus
manos con las mías y abre su boca, deslizando mi pulgar dentro. Su boca caliente,
suave y húmeda, aprieta cuando cierra los ojos y suspira.
—Señor Vasiliev, bien, todavía está aquí —llama Marina desde detrás de mí.
Los ojos de Irina se abren y me saca de su boca. Dejando caer sus manos, se
da la vuelta para correr por las escaleras.
—Lo siento. Solo quería informarle que vendrán los de la mudanza para
despejar el espacio disponible para decorar mañana.
—Bien. —Eso es todo lo que consigue por interrumpir el delicioso momento
con mi pequeña adicción. Me alejo de ella hacia mi oficina. Una vez que entro,
llamo a Danill, mi adquirente de la carga femenina especialmente seleccionada.
—Da. —Sí.
—Ya vozmu ix vsex. —Las llevaré a todas. Termino la llamada sin esperar una
respuesta. A quien no coloque en Los Juegos, la venderé a otra persona. Ya tengo
compradores en mente.
—Todavía está fresco para algunos de nosotros. —Mis palabras son frías a
pesar de la herida abierta en mi pecho.
—Vika perdió a dos personas ese día —reflexiona, mirando otras fotos que se
muestran en la oficina.
Ella me mira.
Si hubiera sabido que obtendría una sonrisa tan impresionante, habría tenido
miles de estudios hechos para ella.
—Vlad —grita, un alegre chillido estallando de ella mientras salta hacia mí.
No tengo más remedio que atraparla. Su pequeña estructura se moldea a la mía
como si hubiera sido creada para encajar allí. Su cabello me hace cosquillas en la
mejilla y la mandíbula, y el olor explota en mis sentidos.
Madreselva.
—Gracias.
Sus labios me atraen, y no puedo pensar con claridad. Todo lo que veo, oigo, 122
huelo, es a ella.
Maldición.
Voy a arruinarla.
—Lo sé —digo entre dientes, con frustración en mi tono—. Pero solo esta vez.
Solo un beso. —Lo digo más para mí que para ella.
Ella muerde su labio inferior y estoy desesperado por morderlo también. Esta
chica ordinaria me hace cosas extraordinarias.
—No. —Baja sus ojos. Agarro la parte posterior de su cuello y tiro su cuerpo
al mío, amando la forma en que sus tetas descaradas se presionan contra mi firme
pecho. Agarrando su mandíbula con mi otra mano, inclino su cabeza hacia atrás
para que se vea obligada a mirarme. Obligada a respirarme—. Vlad —suplica, pero
es débil. Los planos que sostenía revolotean en el suelo a nuestros pies.
—¡No!
Me alejo, para horror de mi polla. Podría pasar horas besando su boca dulce y
carnosa que sabe a pecado traído directamente del cielo. Una mezcla sobrenatural
y divina. Es una comida digna de un rey y quiero devorarla.
La devoraré toda.
124
V
CAPITULO TRECE
O
h Dios mío.
—Te ves hermosa —murmura Diana desde la puerta. Todavía está vestida
con su abrigo y bufanda, sus mejillas sonrosadas por el frío.
No puedo mirarla a los ojos. No sin que mis ojos le digan lo que le hice. Me
muerdo el labio y miro el brazalete.
—Gracias.
Me encojo de hombros.
—Es una habitación más bonita. —Se maravilla cuando se sienta en la cama—
. Sombra, ¿qué pasa?
—Esto. —Sus manos hacen un gesto en el aire mientras sorbe por la nariz—.
Todo.
—Está bien. Las mujeres Volkov son fuertes donde sea que estén. Mientras
estén juntas —le digo firmemente. Lo que sea que haya sucedido entre Vlad y yo
nunca volverá a suceder. Me aseguraré de ello. Necesito que esto funcione por el
bien de Diana. Ella es brillante y exitosa. Lo que sea que esté pasando con padre
está tratando de arruinar eso. Su alianza con Vlad solo la fortalecerá.
—Nos bloqueó. —Ella hipa mientras más lágrimas caen—. No tengo acceso a
ninguna de las cuentas.
Sonriéndole, abro mi boca para decirle las palabras cuando noto un moretón
en su garganta. No solo cualquier moretón. Un chupetón. Mi sonrisa cae.
Sus ojos se agrandan y mira por encima del hombro antes de tratar de
cubrirlo con la mano. Lo aparto e inspecciono más de cerca.
—¿Quién te hizo un chupetón? —exijo, mis ojos se abran de par en par con
horror.
127
Frunce los labios y lanza su mirada a la puerta de nuevo antes de saltar de la
cama y correr hacia el espejo.
—Blyad. —Mierda.
—¿Diana?
—Dime —ordeno.
Su nariz se arruga.
—¿Qué? No. Nosotros somos... nosotros... —Se calla, y más lágrimas brotan—
. Sombra, lo amo.
No.
Puaj.
Sacude la cabeza.
—¿Crees que no lo sé?¿No crees que no me preocupo cada segundo de cada 128
día, lo que podría significar si nos atrapan?
—Dulce hermana, eres tan inocente. Por eso, me alegro. Sin embargo, tienes
mucho que aprender sobre el mundo exterior. —Se envuelve la bufanda alrededor
de la garganta y me frunce el ceño—. He estado durmiendo con él durante años.
Años, Irina. Eso es amor. Lo que tenemos es amor.
Sacude la cabeza.
—No —dice, haciendo señas a nuestro alrededor—, esta no soy yo. Pero
todos tenemos un papel que desempeñar.
Puede que Vlad haya metido su lengua en mi garganta más temprano hoy,
pero no creo ni por un segundo que él tome lo mismo que está sucediendo contra
él a la ligera. Vlad es un jugador de un juego definitivo en el que siempre sale
como el ganador. Si hurga por ahí y descubre que Diana ha estado acostándose con
cualquiera bajo su propio techo, nada menos, querrá venganza. 129
Debo distraerlo.
—Yo... uh...
—Yo la acompañaré a cenar —dice una voz fría y masculina—. Vete al sótano
y revisa a mi Darya.
—El vestido te queda bien. Aunque, prefiero el de anoche antes que este.
Brillante y amenazante.
Un cuchillo.
Me corrí.
Dios mío, me corrí.
Conciencia.
La furiosa rabia se extiende a través del aire, tan palpable, que eriza los vellos
en mi brazo. Cuando levanto la vista del suelo, bloqueo miradas con la mirada
furiosa ámbar de Vlad. Todo lo relacionado con su postura y expresión indica lo
contrario, pero he aprendido a leer sus ojos reveladores.
No dicen, gritan.
—Ah, niña, no tan rápido. Estamos jugando un juego. ¿Te gustan los juegos?
131
—Gira la cabeza y me levanta una ceja.
—Mi juego. Son todos mis juegos, después de todo. —Sus labios se levantan
de un lado. Este es el mismo hombre que le dio una paliza a la siempre amorosa
mocosa de Darya. ¿La violó también?
—Padre —dice Vlad con frialdad. Me sorprende que nos haya alcanzado tan
rápido.
—Hijo.
—No esta noche, hijo. Ella es mía por esta noche. —Me mira con una sonrisa
diabólica—. Un anciano con una mujer joven y hermosa en el brazo por la noche,
no puedo pensar en una mejor manera de pasar la cena.
Vlad me lanza una mirada de advertencia. Algo brilla en sus ojos ámbar.
Miedo. Me sorprende la visión y casi tropiezo cuando Yuri me guía a la mesa. Él
saca una silla y hace un gesto para que me siente.
Oh Dios.
¡Mierda!
Esto causará una guerra. Si mi hermana está jodiendo con Ven mientras está
comprometida con Vlad, eso pondrá en guerra a tres familias.
¡Doble mierda!
Comienzo a ponerme de pie para detener lo que sea que esté sucediendo,
pero luego todos toman sus asientos. Ven se sienta frente a mí mientras Yuri se
sienta a mi izquierda. Vlad se sienta a mi lado, y Diana se sienta frente a él con
Anton a su izquierda.
Mis ojos están pegados a ellos mientras Ven se rasca la barba oscura, una
sonrisa coqueta en su rostro mientras se inclina y le susurra algo a Diana. Ella se
ríe, y me hace rechinar los dientes. Puedo sentir a Vlad a mi lado mirándolos.
¡Triple mierda!
133
—Señorita Volkov —dice Yuri, sobresaltándome—. ¿Ha considerado
participar en los próximos Juegos V? Ciertamente tiene edad suficiente. Vlad entró
cuando era mucho más joven que tú.
—¿Q-qué? ¿Yo?
—Sé lo de tu padre. Sobre ese hijo bastardo suyo que ahora favorece más que
a sus hijas. Lo sé todo, querida niña. Cómo dependes ahora de los Vasiliev para
asegurar tu futuro y bienestar. ¿Estoy equivocado?
—No, Darya es buena para una follada violenta. Ella grita, y vaya que grita
fuerte. Esos gritos atraerán incluso a los luchadores más concentrados. —Se inclina
hacia adelante y pasa la punta de su dedo a lo largo del exterior de mi brazo—.
Pero eres demasiado fuerte e inteligente para eso. Las chicas brillantes que pueden
manejar los negocios de su padre con los ojos cerrados merecen ser jugadoras
mucho más grandes que las que se acuestan boca arriba con las piernas abiertas.
—Ya veremos.
Los ojos de Yuri brillan con fuego. Su mandíbula se aprieta como si apenas
pudiera evitar que las palabras viciosas e incontrolables salieran de su boca.
Vika muerde una fresa que sacó de su copa de champán y pregunta mientras
mastica:
—Si te quiere tanto, ¿por qué te ha sacado de sus negocios? —El brillo en los
ojos de Vika, como si hubiera ganado un premio, me da ganas de pincharle un ojo
con mi tenedor.
—Vika, ¿quién te llena la cabeza con esas cosas? Es cierto que las dinámicas
han cambiado, pero nuestro padre nos entrenó. Nos preparó para el mundo
despiadado y he estado a cargo del negocio por bastante tiempo. En ese tiempo, las
acciones se transfirieron a mi propio nombre. Volkov Spirits es una compañía que
Irina y yo construimos desde cero. Él puede tener el resto para pasárselo a Vas, si
eso es lo que él elige, pero Volkov Spirits es y siempre será nuestro.
—Es una mujer de negocios. Me gusta —dice Ven con una sonrisa, 135
juguetonamente tirando de la bufanda de Diana. Su flagrante coqueteo hará que la
maten antes que termine la noche. Antes de perder el valor, hago algo que no tiene
vuelta atrás: hago mi movimiento.
V
CAPITULO CATORCE
M
i atención se tambalea ante la escena que tengo ante mí, mientras
Arkady Orlov habla monótonamente a mi lado sobre un nuevo
proveedor de cocaína. Los Orlov son los mayores narcotraficantes
de este lado de Rusia. He querido robar una parte de su mercado y
los he estado vigilando de cerca.
Excepto ahora.
—Quiero pintarte.
—¿Oh?
Asiente, metiendo un mechón de cabello rubio detrás de su oreja. Los dedos
de sus pies siguen burlándose juguetonamente de mí debajo de la mesa y mi polla
se tensa en mis pantalones. Bien podríamos ser solo ella y yo en esta habitación.
Nadie más importa. Ni Diana. Ni el matrimonio. Ni el nombre Vasiliev, ni mi
horrible padre.
Se encoge de hombros.
—Porque eres algo hermoso. Me gusta pintar cosas hermosas. —No percibo
el engaño en sus palabras. Solo honesta verdad.
—Tal vez un día —le digo, volviendo mi cabeza hacia el sonido de la risa de
Diana.
Mastico lentamente y la miro. Esta noche está preciosa con un vestido negro
recatado pero corto que muestra lo guapísima que es. Casi me puse histérico al
verla antes al lado de mi padre. Si no hubiera causado una escena, la habría
arrancado de su agarre y la habría arrojado sobre mi hombro como un maldito
cavernícola. Todavía estoy tentado de hacer eso.
Me voy a follar a la dulce pequeña Irina. La idea casi roba el aire de mis
pulmones. Me dije a mí mismo que no. Me comprometí con la idea de casarme con
Diana y no tomar lo que realmente quiero. Pero después de sentarme a cenar con
Diana riendo y tocando a Ven cada pocos segundos, he decidido que no le debo ni
una maldita cosa y lo que ella no sabe no puede hacerle daño de todos modos.
¿Verdad?
Oh, la dulce, pequeña Irina se correrá para mí. Extenderá sus muslos lechosos
y exploraré los tesoros que ningún hombre ha visto o tocado antes. Entonces, tal
vez la saque de mi sistema y pueda seguir adelante y convertirme en el esposo que
estoy designado a ser para su hermana.
Sucederá. 138
—Tu hermana está mirando —me burlo, mirándola por una reacción.
—¿Ahora?
—Ahora —repite.
La atraparé.
No pierdo el tiempo y corro tras ella. Puede que haga maldito frío en Rusia,
pero aun así hago al menos doce kilómetros por día corriendo en una cinta de
correr. Adentro. Donde hace calor. Ella nunca me superará. Escucho un portazo.
Ha entrado al ala de mi padre en la casa. Mi dulce y pequeña Irina tiene suerte de
139
que esté aquí para protegerla. Quedarse sola en la guarida de papá es un lugar
horrible para estar.
Gime de nuevo.
—Sí.
—Tu cuerpo es tan receptivo. Quieres esto, Irina. Quieres que destruya cada
parte de ti. Te encantará.
Antes que baje de su euforia, deslizo mi mano entre nosotros y busco sus
bragas. Mojada. Empapada. Está tan caliente para mí que está haciendo un
desastre. Me vuelve loco. Deslizo sus bragas hacia un lado y un sonido
estrangulado se escapa de ella.
Sus dedos arañan mi cuero cabelludo y asiente, pero susurra las palabras.
—No, no podemos.
Le beso la boca para amortiguar sus gritos mientras deslizo mi punta hacia su
estrecha abertura y la empalo con un empuje rápido y violento que hace caer los
libros del estante junto a nosotros.
Apretada.
141
Maldición, mi dulce pequeña virgen está apretada.
—Vlad...
Y entonces… 142
Pero aquí mismo, en esta habitación, puede tenerme. Todo de mí. El verdadero
yo.
—Irina.
—Vlad —susurra.
—Sobrevivirás —bromea.
Alejándome, miro fijamente sus ojos brillantes. Una fuerte emoción brilla en
ellos, una que he visto aflorar a través de los años cuando miraba en mi dirección.
Una que fue más fuerte esta tarde cuando nos besamos. Una mirada que ahora casi
me derriba.
Cayendo.
La atraparé.
—Nadie puede saberlo. —Odio tener que arruinar este momento con la
verdad.
Su labio tiembla.
—Yo lo sé.
Malditamente mía.
Se me abre el pecho y dejo entrar a esta chica. Sé que es una tontería. Todos
los que dejo entrar mueren o me traicionan o me abandonan. Y aun así…
—¿Vlad?
—¿Mmm?
Parpadeo y abro los ojos para encontrarla sentada en el piso frente a mí. Sus
caballetes aún deben estar empacados, pero puedo ver donde ha sacado artículos
de las bolsas y los esparció a su alrededor. Pinturas y pinceles. Un lienzo en blanco.
Su cabello mojado está torcido en un moño desordenado y su rostro está libre de
maquillaje. Las pecas que generalmente están ocultas por el maquillaje hacen su
aparición, recordándome cuando ella era más joven.
Me sonríe.
—Bien.
—Oye ahora —dice juguetonamente—, mantén esa cosa bajo control. Tengo
145
un hombre que pintar.
Me río. Es real y poco característico para mí. Ella me hace sentir libre, sin
carga y joven. Me hace sentir como un hombre y un niño, todo en uno. Nunca
antes me había sentido tan relajado con otra persona. Me quité la ropa, pero me
hace sentir desnudo. Como si estuviera mostrando no solo mi piel y mi cuerpo,
sino también mi alma.
—¿Vlad?
146
V
CAPITULO QUINCE
M
e despierto enterrada bajo una montaña de mantas. Un bostezo se
me escapa mientras aparto las mantas y entrecierro los ojos al sol
de la mañana. Miro hacia la silla en mi habitación, pero Vlad ya no
está allí. Vagamente, recuerdo que él me llevó a la cama después de
que me dormí.
Todo me duele.
Excepto que ahora siento que he hecho las cosas diez veces más complicadas.
Claro, permití que mi hermana durmiera con Ven sin interrupción al distraer a su
prometido para que tomara mi virginidad, y si eso no es jodido, no sé lo que es.
Me encojo de hombros.
—No es propio de ti dormir todo el día. Especialmente con todo ese alboroto
ocurriendo al final del pasillo. —Suspira mientras me mira—. Gracias.
—¿Por qué?
Oh, lo sé...
—Diana. —Empiezo, pero las palabras se quedan cortas—. Solo quiero que
seas feliz.
—La felicidad no está con Vlad Vasiliev. Lo supe cuando acepté casarme con
él. —Noto la amargura en su tono. Es tan extraño para mí porque siento lo
opuesto. Anoche, Vlad descubrió una nueva parte de mí. Esas horas después de
que tuvimos sexo y lo pinté, me sentí más cerca de él de lo que nunca me sentí con
nadie. Incluso Diana.
Sonríe, pero no llega a sus ojos, y luego se va. Tan pronto como se va, entro al
baño y miro mi reflejo. Soy una persona terrible. Mintiendo a mi hermana.
Follando a su prometido a sus espaldas. Ugh. Me quito la camiseta sin mangas. Tal
vez una ducha limpiará esta sensación de suciedad. Cuando noto la pintura sobre
mi abdomen, jadeo.
Mía.
Paso los dedos por las letras y no puedo evitar la sonrisa en mis labios. Este
juego que Vlad y yo estamos jugando... me gusta. Me gusta mucho.
Algo me dice que las chicas tontas y esperanzadas no deberían estar jugando
con hombres violentos y magistrales.
Hay una atmósfera diferente por aquí hoy. Pero no estoy segura si es solo que
me siento diferente, más como una mujer, pero con la sensación atolondrada de ser
una niña también. Es diferente. Entro en la cocina para encontrar a Vika y a Vlad
en una discusión acalorada. Diana está parada cerca con los brazos cruzados sobre
el pecho y una mirada de molestia en sus bonitos labios fruncidos.
Arrastro mis ojos hacia los dos. El pulso de Vlad late en su cuello y su
mandíbula está tensa. Sus ojos son fuego y azufre mientras mira a su hermana.
Parece darse cuenta que está metiendo un tigre en su propia jaula y se desinfla.
Veo cómo la puerta se cierra suavemente detrás de ella, luego miro a Vlad,
quien me está mirando fijamente con una feroz hambre en los ojos.
Estamos solos.
Estar a solas con él hace que mi piel se caliente y mi cuerpo arda de adentro
hacia afuera.
Oh Dios.
Demasiado.
Agarro el costado del mostrador para ponerme en tierra. Siento que estoy
flotando en una nube de éxtasis. ¿Todos los hombres hacen esto? ¿Siempre se
siente así de bien?
—Lo sé —le digo, porque lo hago. Me lavo las manos rápidamente, pero no
elimina la suciedad que siento en este momento.
—Ve a ayudar a Diana a empacar para esta noche —urge, su tono es suave y
gentil. Es difícil llegar a un acuerdo con quién me está tocando y quién apuñaló a
un hombre hasta la muerte hace unos segundos—. Haré que te traigan comida
cuando haya limpiado este desastre.
—Está bien. —Me las arreglo para decir, luego me alejo del fregadero para
irme, mi cuerpo temblando violentamente.
Nuestros dedos bailan el uno con el otro antes que nuestra conexión se
rompa. Con los ojos llorosos, pero una nueva determinación, empujo las puertas y
le permito hacer lo que mejor sabe hacer.
S
tepan entra a la cocina cinco minutos después de llamarlo. Mira a uno
de los lacayos de mi padre y levanta una ceja inquisitiva. No es su
trabajo interrogarme, así que ignoro su pedido no dicho y le digo que se
encargue de eso.
Es mía.
—Con la muerte de Viktor, pensé que te habrías acercado más, pero pareces
estar en desacuerdo con tu hermana.
Sus cejas se fruncen mientras coloca una mano sobre mi corazón. 155
Estudio sus rasgos por un momento. Se supone que esta mujer pronto será mi
esposa. La irritación burbujea dentro de mí. A veces me pregunto si Diana y yo
somos demasiado parecidos para ser compatibles. Un día, su tendencia a
cuestionar mi autoridad me hará enojar y no terminará bien.
La ira me pone los nervios de punta. ¿Cómo se atreve a hablar de cosas que
no comprende?
—Lo haré.
—Suena como una gran idea —coincido. Sus hombros están rectos mientras
bebe su vodka, una nueva marca, cortesía de mi prometida. Evidentemente, padre
no ha terminado de hablar.
Me trago una sonrisa y me inclino hacia adelante, uniendo mis manos frente a
mí sobre el escritorio.
—¿Oh?
Como si pareciera reflexionar sobre esta elección, frunce el ceño por un 157
momento antes de asentir con un leve movimiento. Baja el contenido de su vaso y
lo deja en alto.
—Ella me recuerda a tu madre. Creo que la tendré cerca por un mes o dos.
—Haré que se hagan cargo —le aseguro, aunque no fue una petición.
—Estoy pensando que ella podría haber sido una mejor pareja para ti —dice,
sus cejas arrugándose mientras considera sus palabras.
¿Qué?
¿Esperanza?
—Ven parece enamorado de las mujeres Volkov. Creo que Leonid alentaría
ese acoplamiento.
Pum.
Mis manos se aprietan, las venas en mis brazos están listas para reventar y
pintar mi escritorio de rojo.
Irina es mía.
Malditamente mía.
—Tal vez Irina considerará mi sugerencia para que participe en Los Juegos.
Un heredero Volkov aún no ha demostrado su valía en Los Juegos y Leonid ha
expresado interés en invertir más dinero y poner su nombre en el círculo interno.
Dejarlo que demuestre su compromiso.
Resopla.
—No hay honor en esa sangre diluida. Es el hijo de una criada. El único honor
que trae es deshonor. —Con eso, me deja solo para reflexionar sobre todo lo que
acaba de poner sobre mí.
Tira de las mantas hasta su pecho, mordiendo ese labio inferior suculento y
grueso y sacude la cabeza.
No hay escapatoria.
Siempre la capturaré.
—No.
—Gritaré —amenaza.
—No puedo hacer esto. —Su voz es suave y carece de convicción mientras
me mira tímidamente por encima de su hombro.
—Entonces no lo hagas.
Su culo se aprieta. Está tan hambrienta por mí como yo por ella. La dulce
Irina no quiere ser mala, pero su cuerpo no recibió la nota.
Poseerla.
Meto un dedo, luego otro, estirando sus paredes. Los saco y me los meto en la
boca. Su excitación es potente y deliciosa mientras invade mi lengua. Empujo sus
caderas hacia el final del colchón y alineo mi polla a su entrada.
Entro en ella, brutal y rápido. Gime a través de las bragas mientras su cuerpo
se mece contra el mío, igualmente desesperada por la conexión. Sacudo mis
caderas en su interior, golpeando su piel con la mía. Su coño me estrangula,
suplicando por más.
Le daré más.
Le daré todo.
Boca.
Todo.
Mía.
—Eso espero. —Sonrío, abriendo su mandíbula con las yemas de mis dedos.
Envuelvo la corbata alrededor de su cuello y lentamente alimento mi polla en su
boca. Es cautelosa y tímida al principio, pero le doy un empujón alentador con una
de mis manos enredadas en su cabello y la otra tirando de la corbata para tensarla.
Esta chica sacude todos los cimientos que he construido y sobre los que me he
apoyado. Me hace perder el foco en el mundo debajo de mí porque estoy
demasiado ocupado mirando directamente al sol. Irina me ciega. Me debilita. Me
destruye con su dulzura. Y no puedo mirar hacia otro lado. De buena gana le
permito arruinar todo sobre mí.
Ya no soy Vlad, el gran mafioso ruso que juega mejor que nadie.
Soy suyo.
Fuerte y resistente.
Cuando mi polla deja de moverse, me deslizo fuera de su boca. Ella jadea por
aire y jala la corbata para aflojarla. Está jadeando y escupiendo un poco, pero luego
me mira con lujuria y devoción.
—Sabías tan bien. —Se lame los labios, y mis piernas casi se doblan. Nunca
había visto algo tan malditamente ardiente en mi vida.
Cálido y reconfortante.
Perfección.
Ojalá no tuviéramos que salir de esta habitación. Pero tenemos que hacerlo. El
amanecer se arrastra en el horizonte y Diana volverá pronto. Un bostezo suena de
Irina mientras estira su cuerpo agotado. Está cubierta de moretones y marcas de
mordiscos. Todo lo cual tiene orgullo y posesividad masculina sobre ella surgiendo
a través de mí. Por supuesto, deberán esconderse de su hermana. No debí haber
marcado su piel, pero no pude evitarlo. Necesitaba estar en su carne, dentro de su
cuerpo, y existir en la misma estructura de su ser.
No puedo permitir que nadie más la tenga, sin importar lo que diga mi padre.
Ella es mía.
Nunca he estado más seguro de algo de lo que estoy sobre esto. El destino la
trajo aquí, y nunca estará lejos de mí. Cuando esté buscando entre los días oscuros,
ella iluminará el camino y me llevará a casa con ella.
Cumpliré con mi deber y me casaré con Diana, pero el hombre egoísta que
soy mantendrá a Irina también.
165
—Estás obsesionado con dejarme moretones —murmura Irina mientras se
mira en el espejo de la pared de mi oficina y pasa el dedo por mi marca más
reciente justo debajo de su oreja.
Todo lo que puedo pensar es regalarle a la dulce Irina marcas más coloridas
para que las admire.
—¿Te pusiste ese vestido solo para mí? —pregunto mientras tiro del nudo de
mi corbata. La habitación se ha calentado varios grados ahora que ella está aquí.
Hemos tenido cuidado de mantener nuestros momentos íntimos escondidos de los
demás desde el momento en que nos atraparon en la cocina y tuve que manejarlo.
No me puedo dar el lujo de que vuelvan a ocurrir percances como ese. Padre no es
estúpido, y ciertamente no lo necesito husmeando a mi alrededor en este
momento.
—¿Esta cosa vieja? —se burla mientras se mueve hacia adelante. Hoy lleva un
vestido de suéter negro que llega por encima de su rodilla y botas de cuero negro
que se detienen justo debajo de la rodilla. Esa pequeña vista de sus rodillas es
suficiente para volverme loco con la necesidad de volverlas de un rojo brillante con
quemaduras de alfombra.
Reuniones.
—¿De qué se trata la reunión? —pregunta, sus ojos parpadeando con lujuria.
—Código de vestimenta.
Echa la cabeza hacia atrás y se ríe, el sonido llena el aire a mi alrededor. Mi
pecho se expande y le sonrío.
Sus helados ojos azules siguen mi movimiento y tira sus regordetes labios
pintados de rojo sangre. Tuerce su pendiente nerviosamente antes de dejar escapar
un suspiro.
—Bien.
—Estamos esperando.
—¿Nosotros?
—Nosotros.
Pone los ojos en blanco, los nervios la abandonan y comienza a subir su 167
vestido por sus muslos. Bebo la carne cremosa mientras se revela hasta que sus
bragas negras de seda aparecen a la vista. El material continúa subiendo
lentamente, como si disfrutara el arte de la tortura en paralelo, y muestra su
estómago. Esbelto y delicado, pero con los últimos chupetones que le regalé. Mi
polla se sacude en mi agarre.
El vestido es apartado del camino y mi mirada cae sobre sus tetas saliendo de
su sujetador negro. Irina tiene el tipo de pechos que se ajustan perfectamente en la
palma de tu mano. Pero este sostén vudú suyo los tiene el doble de grande. Más
escote. Sexy como la mierda.
—Déjate puesta toda esa mierda sexy y ven aquí. Las botas también se
quedan —gruño, haciendo un gesto hacia la parte superior de mi escritorio frente a
mí.
Ella se pavonea hacia mí, cómoda en su propia piel. Me gustaría pensar que
tiene algo que ver conmigo. Cuando adoras el cuerpo de una mujer, pronto
comienza a amarlo también. Se muestra en su confianza. Mi sol está saliendo de las
sombras paso a paso.
—Escuché a Rada el otro día hablando con otra criada —murmura mientras
se sienta frente a mí. Ella levanta sus piernas, apoyando ambos pies en mis
rodillas.
—¿Y?
Se me hiela la sangre.
—¿Y?
—Quiero abrir todas las puertas contigo. Empezaste esto —corta. Con la
punta de su bota, aparta mi mano de mi polla y presiona contra mí—. Así que
termínalo, Vasiliev.
Con un gruñido, separo sus rodillas y me levanto. Sus ojos se abren ante mis
rápidos movimientos, pero no se aparta cuando agarro su garganta, suavemente al
principio.
Me sonríe mientras se frota contra sí misma con los dedos. Y me deleito con la
forma en que sus ojos se cierran.
Confianza.
Al acercarme a ella, inhalo su delicioso aroma. Puedo oler las fresas del
desayuno aún en sus labios. Con un apretón, la dejo sentir el poder de mi agarre
mientras la beso suavemente. Hace un sonido entre un gruñido y un jadeo
mientras su lengua busca la mía. La beso a un ritmo desenfrenado a medida que
aumento la presión sobre mi agarre. Cuando la escucho succionar aire, me alejo.
—Realmente eres perfecta —murmuro en voz alta. Aprieto mi agarre, y ella 169
lucha por mantener el ritmo mientras se toca—. No te preocupes, te ayudaré.
Tropiezo con mis pantalones, pero pronto libero mi polla. Le doy una
palmada a la mano frotando su coño con mi dura erección como una roca hasta
que la quita.
Trata de negar con la cabeza y no puedo evitar la sonrisa que adorna mis
labios.
Toma sus bragas sedosas empapadas y se las pone sobre su bonito coño rosa
para esconder sus delicias de mí.
Retiro una mano de su garganta, pero mantengo la presión con una mano. La
aparto de sus bragas, las agarro con mi puño y tiro hasta que se rompen.
Sus ojos brillan y entro en ella hasta que estoy completamente asentado. El
gemido que intenta escapar de su garganta es amortiguado por mi agarre. He
estrangulado a suficientes mujeres para saber lo difícil que es apretar sin
aplastarles la tráquea. Les das solo una brizna de aire. Suficiente para permanecer
coherente pero no cómoda. Lo suficiente para mantener un poco de miedo
corriendo por sus venas junto con la emoción.
La valiente Irina me mira con tanta confianza y deseo. Cree que me haré
cargo de ella y no la lastimaré de verdad. Me extiendo entre nosotros y acaricio su
clítoris mientras comienzo a empujar en su apretado coño. Mi mano se comprime
más fuerte. Sé que he tocado un nervio cuando se aprieta a mi alrededor. Sus
piernas a cada lado de mí comienzan a temblar.
Maldición, es hermosa.
Morada.
Tan morada.
Pensé que prefería el azul, pero eso era porque no tenía esto. Este era el color
por el que estaba luchando. El mismo color del tono más oscuro en muchas de las
puestas de sol que pinta. Le contaré esto más tarde para que también pueda
apreciar el color.
—Mi hermosa niña —siseo mientras me corro. Mi calor explota fuera de mí,
cubriendo sus entrañas. En cuanto su temblor disminuye, libero su garganta y la
atraigo contra mi pecho. Envuelvo un brazo alrededor de su cintura y la llevo
conmigo mientras me siento en mi silla—. Mira qué perfecta eres —le susurro
mientras le beso las tetas llenas y la clavícula.
—Me gustó eso —dice con voz áspera, su voz es apenas audible. Una sonrisa
tira de sus labios hinchados.
Se encoge de hombros.
—Consideraría que es una petición extraña, pero como acabo de decirte que
quería pintar tu rostro mientras me asfixias, supongo que no es tan extraño en el
gran esquema de las cosas.
172
CAPITULO DIECISIETE
V
Un mes después…
L
as últimas cuatro semanas han pasado tan rápido. Soy completamente
adicta a un hombre que no es mío.
Él es todo.
Sus ojos me siguen a donde sea que vaya, y le robo miradas al apuesto
hombre que conoce mi cuerpo mejor que yo.
Diana ha estado hablando de Volkov Spirits con padre y Vas, pero todo lo
que quiero hacer es ahogarme en el embriagador aroma de Vlad. Envolver mis
piernas alrededor de su cintura delgada y montarlo como un preciado semental.
Está bajo mi piel, tan profundo, que no creo que lo saque nunca.
—Entonces, Vas estará aquí esta noche. Quiero que estés en guardia —dice
Diana, rizando el último mechón de mi cabello en un tirabuzón flojo—. Es un
resbaloso, lo sé. —Reuniendo mi cabello, une los rizos en un sofisticado recogido,
dejando caer unos mechones para enmarcar mi rostro. Acaricia con un dedo la
parte posterior de mi cuello y me sonríe en el espejo—. Tienes un cuello tan
elegante, Irina. Es como el de mamá.
Se pone frente a mí y pinta mis labios del mismo color carmesí que la tela.
—Padre también vendrá esta noche —dice, haciendo una mueca de dolor—.
¿Estás lista? —pregunta, tendiéndome su mano para que la tome.
—Sí.
Música resuena en los corredores mientras nos dirigimos a la gran sala. Las
personas se mezclan, las copas tintinean y los tacones hacen clic sobre los pisos de
madera. Hay una fragancia dulce por los arreglos florales colocados en todas
partes.
—¿No se supone que es una fiesta del dieciocho cumpleaños? —me burlo-
susurro a Diana, quien sonríe y aprieta mi brazo con más fuerza. 174
—Oh, mira, ahí está Ven —canta Diana. Tiro de su brazo para detener su
partida. Se da la vuelta para mirarme y frunce el ceño—. ¿Qué pasa?
—Oh, Dios, Irina —dice entre risas—. Ven y yo solo somos amigos.
—¿Él no es tu amante?
—No, por supuesto que no —me asegura, su sonrisa cayendo. Sus pestañas
fuertemente maquilladas golpean rápidamente sus mejillas como si se estuviera
preguntando cómo llegué a esta conclusión—. Él no me ve de esa manera.
—Diana, Irina, ambas están preciosas. —La voz de Vas nos envuelve, seguida
por sus brazos. Nos besa a ambas en la mejilla, y quiero decirle que salte de un
puente, pero el hecho es que no es culpa suya quién es su padre. Él es nuestro 175
hermano. Tenemos un hermano.
—No se sentía bien, así que estoy aquí en su lugar para representar a nuestra
familia y desear suerte a la feliz pareja.
—Oh, no sé —canta Vas, arrastrando los ojos por el cuerpo de Vika. Puaj.
—Asqueroso. —Diana se encoge. Vas se ríe con ganas y en voz alta, ganando
la atención de los otros asistentes de la fiesta.
—Voy a tomar un trago —les digo y los dejo para encontrar un sirviente.
Siento los ojos de muchos hombres sobre mí, mirando cuando paso junto a ellos, y
los nervios se forman en mi estómago. Me aventuro hacia el fondo de la habitación
y salgo por las puertas francesas para tomar un poco de aire. Nunca he sido buena
en estos ambientes, y no estoy acostumbrada a ser tan visible y notada. Diana suele
ser la fantasía en las mentes de las personas y el cumplido en su lengua, pero ha
habido un cambio dentro de mí, y es visible en el exterior para los demás.
—Sí.
—La luna está hermosa esta noche —digo, sintiendo que estoy soñando todo
esto. 177
—Eres la luna más brillante, Irina. No hay nada más hermoso que tú.
Su lengua se bate a duelo con la mía y en ese momento, sé que vamos a estar
juntos...
Simplemente no sé cómo.
Me lavo y regreso con los invitados antes que Diana envíe un equipo de
búsqueda. Estoy saliendo del baño cuando me golpeo contra la pared de acero que
es Stepan, sorprendiéndome.
—¿Qué?
—Me encontré pasando por tu habitación —explica—. Mantienes la puerta
abierta por la noche.
Pum.
Pum.
—¿Qué tipo? —Me voy a enfermar. ¿Está hablando de Vlad? ¿Él lo sabe?
¿Qué?
Traga y una mirada de pura maldad pasa por sus ojos. Están desolados, como
si estuviera estudiando un portal al mismísimo infierno. 179
—Se estaba tocando a sí mismo. —Me agarra de los brazos y me sacude como
si fuera el punto clave.
¡¿Qué?!
No es verdad.
—Lo mataré —sisea, saliva aterrizando en mi rostro—. Por ti, lo mataré. —Se
inclina hacia adelante e inhala mi cabello.
Creo que está un poco loco y confundiendo los sueños extraños que ha tenido
con la realidad.
Quiero correr hacia él y rogarle que me abrace. Suplicarle que me diga que
todo está bien. Que lo que acaba de suceder hace unos momentos fue solo tonterías
de un loco. No puede ser verdad. Mi mente no lo permitirá.
Ven agarra el brazo de Vika y le gruñe algo, pero Vlad da un paso atrás y
luego se va. Me apresuro a seguirlo y rastrearlo hasta su oficina. Cuando llego a la
puerta, ya está sentado, mirando al monitor de su computadora. La repugnancia
está pintada con una mueca de desprecio en su hermoso rostro.
La busco en la habitación, pero no está en ninguna parte. Hice un lío con ella,
por lo que es más que probable que este limpiándose. Tomo un trago de un mesero
y bebo el contenido. Vas-el-nuevo-Volkov se acerca, y no he bebido lo suficiente
para tratar con él ahora mismo.
—¿Vlad, o debería llamarte hermano ahora? —pregunta, con una sonrisa en 181
su rostro—. Te vas a casar con mi hermana, después de todo.
Resoplo.
Estrecha sus ojos azules, y puedo imaginar las formas en que está pensando
en hacerme pedazos. Tendría los mismos pensamientos si me hablaran así.
Pasando una mano por su traje barato, mira la habitación como le enseñé.
—¿Así es como Diana te llama? —se burla, tratando de meterse bajo mi piel.
Niño tonto.
—Es cierto, Ven, la preciosa Diana y ese viejo, Anton, no hacen nada bueno a
espaldas de mi buen hermano.
—Tus mentiras matarán a inocentes, Vika —dice Ven entre dientes—. Diana
no se parece en nada a ti, así que deja de proyectarte. —La toma del brazo,
mofándose de ella.
No me pierdo nada.
Maldita sea.
No puedo ver a ese viejo tirándosela. Adelanto la grabación hasta que él sale
de su habitación y cambio a las cámaras del corredor. Deben ser estúpidos y tener
ganas de morir por hacer esta mierda en mi casa. No es el hecho de que Diana está
follando a otra persona, es quién y el engaño, la deslealtad descarada. Ella me dijo
que era virgen e insistió en traer a ese hombre aquí. Leonid perderá la cabeza por
esto. Si sale a la luz que permití que esto sucediera bajo mi techo sin ninguna
retribución, seré un hazmerreír.
Han pasado diez minutos desde que Anton ha vuelto a su habitación cuando
abre su puerta de nuevo.
No.
—¿Vlad? ¿Qué pasa? —llama la voz de Irina desde la puerta. Ella flota hacia
mí, y tengo que levantar la mano para detenerla. Si esto muestra algún signo de
Anton y ella tocándose, no puedo confiar en mí mismo para no matarla.
Aparto los ojos de Irina y miro a la pantalla. Está dormida en su cama, ajena
al hecho de que incluso él está allí. Él se detiene al pie de su cama y saca su polla
de sus pantalones.
Hijo de puta.
—Oh, Dios —grita Irina. Ni siquiera la había notado acercándose a este lado
de la habitación.
Sus ojos están abiertos de par en par y llenos de terror como un ciervo
184
atrapado en los faros.
—Alguien me tocó cuando era una niña —susurra, las lágrimas en sus ojos se
derraman por sus mejillas—. Solo una vez, y la presencia de Diana los asustó.
Pensé que era un sueño, pero está volviendo a mí. Lo bloqueé, pero ahora está tan
claro. Fue Anton.
Alguien va a morir.
Choco con Diana y Ven cuando salgo de mi oficina como un tornado. Diana
choca contra Ven, y él tiene que sujetarla para evitar que caiga al suelo.
Bien, puta. Ten miedo. Ten tanto maldito miedo. Esta mierda termina esta
noche.
—¿Dónde está Anton? —digo con un gruñido tan mortal, que ella palidece y
comienza a llorar.
—Vlad —suplica, con los ojos llenos de lágrimas de traición. Ella sabe. Ella
sabe lo que hizo y yo también lo sé.
Subo las escaleras de tres en tres. Irina y Diana me siguen, mi nombre en sus
labios mientras me llaman, pero soy más rápido que ellas dos.
Pero es muy tarde. Estoy en una bruma de rabia, y nada me alejará de eso.
Saco mi cuchillo, y con suficiente impulso, lo meto en su ingle, clavando la cuchilla
hasta la empuñadura.
—¡No! —grita Diana mientras arrastro el cuchillo por su estómago, rasgando
la carne, cortando una abertura hasta su pecho. Me quedo atrás, luego lo pateo por
encima de la barandilla.
—Lo amabas. Lo amabas, Diana. Pero no puedes amarlo ahora porque está
muerto. Ahora, recoge tu mierda y lárgate de mi casa —grito. Doy un portazo,
dejándola empacar sus cosas. 186
Los suaves golpes mientras baja por las escaleras detienen mi corazón.
Antes que pueda alcanzarla, Vas toma a Irina en sus brazos. Ella se mueve y
agita sus ojos hacia mí. La sangre cubre su piel y empapa su vestido. Sus ojos están
dolidos.
No puedo respirar.
Bastardo.
Mi padre me fulmina con la mirada, con rabia en sus ojos. Quiero arrebatarle
a Irina a Vas y correr un millón de kilómetros lejos de aquí. Estoy a punto de hacer
exactamente eso cuando una puerta se cierra de golpe y veo a Diana con una bolsa
en los brazos mirando entre lágrimas la cuerda atada a la barandilla donde cuelga
su enfermo amante muerto.
Esto no ha terminado.
Dulce Irina.
La necesito.
Jodidamente la necesito.
—Nop —escupo.
Ella se hunde.
—Vlad, por favor... —Se pasa la nariz por el abrigo y sorbe—. Haré todo lo
que pueda para arreglarlo. Lo prometo.
—Ella grita tan bien cuando entro en ella —me burlo mientras me detengo en
la entrada de mi ubicación—. Me gusta arruinarla para cualquier hombre. Algo así
como la forma en que Anton te arruinó. Eres una puta, y que me condenen si me
caso con una vagabunda usada.
—A diferencia de ti, Diana, ella era virgen. —Me detengo y le sonrío 189
maliciosamente—. Pero uso el término a la ligera porque la he follado de nueve
formas desde el domingo.
—Ublyudox. —Bastardo.
Comienza a rebuscar en su bolso y saca una pistola. Ya estoy fuera del auto y
rodeando el vehículo. El aguanieve mezclado con nieve me cubre el rostro, pero no
hace nada para enfriar la ira que burbujea dentro de mí. Abro la puerta y le quito el
arma. Lanza un disparo que resuena a nuestro alrededor, pero se la arranco y la
arrojo a la nieve. Luego la agarro por el cabello con una mano y cojo su bolso con la
otra mientras la llevo a la inmensa finca, casi rodeada por espesos bosques.
Cuando llego a la puerta de entrada, se abre, y Ruslan me mira sorprendido.
—Ya tienes una puta que va a usar el apellido Vetrov. ¿Qué es una más?
Parece que te gusta mucho, Veniamin —grito. El control que normalmente tengo
con la correa tan apretada se ha ido. Se ha ido completamente al carajo.
—Oh, cómo han caído los poderosos —resopla Vika a Diana. El sonido del
dorso de la mano de Yegor golpeando a Vika resuena en la habitación, y ella
golpea el piso como una piedra que cae al océano. Otro signo de poder. Es débil, y
poco sabe él, me importa un carajo Vika. Ni tampoco sus hijos por lo que parece.
Veniamin está demasiado ocupado observándome y consolando a Diana. Patético.
190
—Eres un jodido imbécil —dice Ven, abrazando a Diana. Ella tiembla y llora
y me pone jodidamente loco de ira.
—E
stoy bien —digo por décima vez en los últimos
cinco minutos.
Anton.
Muerto. 191
Intento acceder a los sentimientos que me permiten sentir lástima por él, pero
no puedo. Se lo merecía. Era un depredador. Pero lo que me mata son los gritos de
horror que continúan persiguiéndome, gritos que salían de mi hermana mientras
veía que la persona que amaba era brutalmente asesinada frente a todos.
Me estremezco, pero eso hace que me duela el cuerpo. La caída por las
escaleras dolió, y sé que voy a tener moretones por días, pero en general, estoy
bien. Solo quiero cambiarme de este vestido arruinado y sumergirme en un baño
caliente.
Cierro los míos para tratar de enfocarme en ellos. Estaba enojado por mí.
Mató a Anton por mí. Lo sé con cada gramo de mi ser. Quería venganza. Matar al
hombre que me lastimó. A pesar de todas las peleas y la muerte de esta noche, una
pequeña pizca de calidez me reconforta.
—¿Q-qué?
Vas se pone rígido a mi lado. Por un momento, lo siento por él. El amor de
padre es fugaz, y Vas pronto lo sabrá. Espero que haya disfrutado su tiempo en el
centro de atención porque ahora pasará el resto de su vida sin ser lo
suficientemente bueno para Leonid Volkov. Ninguno de sus hijos lo es.
—Puedo ayudarte con los libros, pero mañana, quiero irme a casa —le digo a
mi padre, mi voz ligeramente quebrada. No es frecuente que le haga frente.
Él se burla.
—No seas tonta, niña. Nunca volverás allí. Enviaré a Vas por tus cosas, pero
estás en casa ahora. A salvo. Y harás lo que te digan hasta que pueda arreglar tu
matrimonio con Artur Voskoboynikov.
Lo aparto de un golpe.
—Suficiente. Tu madre llenó tu cabeza con esa tontería, no yo. Te casarás con
quien yo determine que nos beneficia más.
—Diana está a salvo —dice padre—. Acabo de hablar por teléfono con Yegor
Vetrov. Ella se quedará allí por el momento. Con suerte, podrá usar sus encantos
con uno de los hombres de Vetrov y redimir la vergüenza que ha traído sobre 193
todos nosotros. —Me frunce el ceño—. El mayor siempre ha sido codiciado. Ni
siquiera la pequeña Vika Vasiliev pudo conseguir a Veniamin. Pero tu hermana lo
intentará si valora la reputación de su familia. Tiene una deuda con nosotros. Y
ahora los Vasiliev querrán retribución. Necesitamos fortalecer nuestro nombre con
el de nuestros aliados. Así finalmente podemos eliminar a los Vasiliev. Nos
convertiremos en la familia más poderosa con Vas al frente aquí, Diana casándose
con Veniamin, y tú con Artur.
Me retuerzo contra él, pero estoy demasiado débil, y Vas está construido
como una máquina.
—Está hecho. Negociaré con Iosif para ver si Iván se casará contigo. Eso sería
mejor que Artur, pero no puedo hacer que los milagros sucedan. Esto es lo mejor
que podemos esperar en ese momento.
Un fuerte estruendo resuena desde algún lugar de la casa, luego varios
disparos fuertes. Grito de horror y Vas me arrastra a la esquina de la oficina fuera
de la línea de fuego. Saca un arma con su mano libre y apunta hacia la puerta.
Padre ya tiene su arma apuntando a la puerta.
Los vellos de mi brazo se erizan como si viniera una tormenta. Puedo sentir la
carga en el aire. El crujido y el zumbido cuando la entidad se acerca. Mi corazón
salta en mi pecho e intento alejarme de Vas.
Vlad.
—Irina, ven —gruñe Vlad, su voz baja y mortal. Nunca lo había visto así.
Como si fuera un demonio recientemente escapado del infierno, determinado a 194
causar estragos en la tierra.
—Ella no es tuya —dice entre dientes padre a Vlad—. Has echado a Diana, y
eso es todo.
Los ojos de Vlad brillan con furia y la vena de su cuello late salvajemente. Es
absolutamente impresionante. Un príncipe oscuro que viene a salvar a su princesa
en apuros.
—Vlad —murmuro.
—Dámela. Ahora, —sisea Vlad, su rabia apenas contenida. Si siguen
presionando, me temo que mi padre va a comerse un montón de balas.
Caliente.
Seguro.
Protegida.
Su mirada se intensifica.
—Si estás bien, entonces te limpiaré y te follaré hasta que no estés bien.
Le sonrío.
—Lo siento.
—¿Por qué?
—Siento que las cosas no hayan sido fáciles desde el principio. Siento que
haya pasado todo lo demás para conseguir esto. 196
Y lo hace.
A Vlad no le importa.
Vlad me encuentra.
—Me has atraído durante tanto tiempo —admite, su voz ronca—. Jugué los
juegos de mi padre, pero era un chico egoísta. Yo quería cosas que se suponía que
no debía tener. —Su nariz corre a lo largo de la mía—. Yo te quería.
—¿Siempre?
—De alguna manera u otra desde el día en que te conocí. Cuando eras una
niña, solo quería que me pintaras. Para hacer que algo feo y destinado a la
destrucción fuera hermoso. Sólo una vez. Quería ser algo hermoso y digno, aunque
solo fuera por un momento. Capturar el yo real en un instante y encerrarme allí.
Quería ser tuyo, entonces y para siempre. No tenía sentido, pero mi corazón me
susurraba estas cosas. Prometí que te tendría un día. Harías más que pintarme, te
pintarías a ti misma en toda mi alma.
Gime mientras sus labios chocan contra los míos. Su mano fuerte agarra mi
culo magullado, y me levanta. De buena gana envuelvo mis piernas a su alrededor
y lo invito, a todo de él, que entre en mí. Resbalosa entre nosotros, su polla erecta
se desliza hasta que está profundamente. Ambos gemimos en nuestro beso,
necesitando desesperadamente esta unión más que cualquier otra cosa en nuestras
vidas.
—Lo que siento por ti es mucho más poderoso que el amor, pequeña sombra.
199
CAPITULO VEINTE
V
H
e evitado a todas las personas de mi casa. Incluyendo a padre.
Todavía no hemos hablado desde que maté a Anton hace más de
una semana, y no estoy listo para hablar con él. Todavía estoy
demasiado volátil. Necesito estar frío y tranquilo cuando hablemos.
Hoy, hablaré con él, y luego todo continuará como si Diana y Anton nunca
hubieran sucedido. Todavía tenemos una boda que planear. Solo acabo de
reemplazar a la novia. 200
Deslizo mis dedos por su cabello, una sonrisa alzando mis labios. Tenerla en
mi cama todas las noches y despertar con ella en mis brazos ha sido el paraíso. Un
demonio como yo no se merece un ángel, pero tengo uno de todos modos. Y nunca
la dejaré ir.
—Buenos días —dice, su voz ronca por el sueño. Se sienta sobre su codo y me
da una linda sonrisa. El sol brilla desde la ventana, haciendo que sus mechones
rubios se iluminen. Nunca me canso de mirarla. Nunca. De hecho, es bastante
distractora en ese sentido.
—Buenos días, hermosa. —Me inclino hacia adelante y beso sus labios
regordetes. Estoy a punto de llevar las cosas más lejos cuando mi teléfono suena
desde la mesa. Gimo mientras lo agarro—. ¿Qué?
—En parte —dice mordaz—. Pero tengo más asuntos para discutir. Mi oficina
en diez.
—Puedo hacer eso —gruño. Él no necesita saber que la robé de la finca hace
tres días, la llevé a la ciudad, encontré el anillo más costoso que pude, y luego le
propuse matrimonio de forma romántica mientras caminábamos por la nieve de
camino a un restaurante. Esos momentos son solo para nosotros. No para
entrometidos o personas que usan tales cosas contra hombres poderosos. Aparte
de mi explosión de la semana pasada, nadie nunca sabrá lo absolutamente
obsesionado que estoy con esta mujer.
—¿Eso es todo? —Mis palabras salen como un siseo cuando Irina agarra mis
bolas y toma mi polla profundamente en su garganta.
Se ríe desdeñosamente.
—¿Qué sabe la pequeña Irina sobre mostrarles cómo tomar dos pollas a la
vez?
—Y, Vlad, tal vez debería probar lo que han aprendido hasta ahora. Voy a
querer elegir entre ellas —refunfuña.
—Darya está aprendiendo cómo tomar un puño en su coño. Ella está bien.
—Sí.
—Entonces muéstrame.
Le lanzo una sonrisa lobuna antes de atacarla. Sus chillidos son adorables
cuando le doy la vuelta y la clavo en la cama. Cuando alcanzo el lubricante sobre la
mesa, me mira con recelo. Hago un gran espectáculo de verterlo sobre mi mano y
untar el lubricante en mis dedos. Sus ojos están tan amplios como platos.
—Vlad...
—Por favor…
—¿Qué es lo que estás rogando, pequeña sombra?
—Tú. Te necesito.
Deslizo mis dedos fuera de ella y agarro mi polla con mi mano resbaladiza.
Gime cuando me burlo de su apertura. Con un empujón rápido, me conduzco
dentro de su cuerpo. Busco su boca con la mía y la beso con fuerza. Mis caderas
chocan violentamente contra las suyas, y la follo demasiado duro por la mañana.
Pero mi dulce niña lo toma. Ella coincide con mi paso y arrastra sus uñas
dolorosamente por mis hombros.
Una vez que mi polla se ablanda y mi semen se agota, levanto la vista para
mirarla. Sus ojos parpadean perezosamente y sonríe. Sus sonrisas serán mi muerte.
Todos estos años, he jugado según las reglas de los juegos de mi padre.
Pero luego tomé a Irina y la hice mía. Esas reglas y esos juegos no son los que
me interesa jugar.
Un mes después…
Ella mira por la ventana de la suite de luna de miel de nuestro hotel y asiente.
—No soy estúpida, Vlad. Ella no tenía permitido venir. No comencemos este
matrimonio con mentiras.
No se le escapa nada.
Lo soy, desafortunadamente.
—Oye —murmura, sus palmas cubriendo mis mejillas—. Entiendo por qué no
se le permitió venir. Pero eso no cambia el hecho de que doliera que mi hermana
mayor no me viera en mi gran día. —Las lágrimas brillan en sus orbes azul
cristalino—. Sin embargo, estoy feliz. Muy feliz contigo. Quiero hacer esto bien. No
como nuestros padres. Somos mejores que ellos. Más inteligentes y más fuertes. Tú
y yo, Vasiliev. Somos tú y yo contra nuestro mundo.
Es hora.
Nunca me he entregado por completo a otra persona, pero mi sol —mi 206
Sombra— se ha ganado este derecho simplemente por ser ella.
—Ven y siéntate —le digo mientras me dirijo hacia un sofá de nuestra suite.
Siempre paciente, permanece callada con las manos unidas en su regazo. Los
dos anillos que la atan a mí están ubicados pesadamente en su delicado dedo. Me
encanta lo escandalosos y costosos que son, prácticamente gritándole a cualquiera
que tenga ojos que no solo la tomaron, sino que la tomo el maldito Vlad Vasiliev.
Primero saco las fotos y se las doy. Las hojea, se ríe de algunas, dice "aww"
cuando se encuentra con fotos de bebés y mira largamente a uno de mis hermanos
y a mí cuando los gemelos eran bebés y yo un niño en edad preescolar. En
realidad, es mi foto favorita porque, aunque no puedes verla en la foto, mi madre
está sosteniendo a los gemelos en su regazo. Padre, hace mucho tiempo, cortó su
cabeza de la foto, de todas las fotos. Pero ella todavía está allí, y ver sus manos en
la foto ayuda a que mis recuerdos pinten el resto de su apariencia.
—Estas son dulces —dice cuando termina.
—Amaba a mis hermanos. Padre era un idiota y no tenían madre. Los cuidé y
los mantuve fuera de problemas. Vika, como sabes, era precoz y andaba por ahí
aterrorizando a todo el mundo. ¿Pero Viktor? Él era mi pequeño camarada. Lo
hacíamos todo juntos. Lo amaba tanto... lo amo, más bien.
Vika moriría antes de dejar que Niko durmiera con su gemelo durante su
matrimonio. Al sacar a Niko de la escena, se vengó de Viktor. Mi hermana
destruye todo lo que toca.
—Entonces, Vika ordenó a Niko que matara a Viktor, pero falló y se ordenó
que lo mataran por eso —murmura, señalando el primer clip—. Pero si falló,
¿cómo murió Viktor?
—Está muy vivo —le aseguro cuando abro otra carpeta. En el interior hay
información sobre la ubicación de mi hermano—. Si algo me sucede, es tu deber
como mi esposa asegurarte que él continúe siendo atendido.
—Diana nunca puede saber esto. Sé que la amas, pero nadie sabe que él está
bien. Padre fingió su muerte por una razón —obligar a mi hermano a vivir en la
vergüenza y estar solo por el resto de su vida. —Un gruñido retumba a través de
mí, el odio por mi padre y Vika desborda a la superficie—. Pero recuerda mis
palabras, Irina, algún día lo traeré de vuelta a casa. Encontraré una manera. Veré,
tramaré y jugaré este maldito juego. Y un día, cuando sea el momento adecuado...
—Me callo.
—¿Y Vika?
—No es mi problema.
Ya somos dos.
—Con Yegor como suegro, me imagino que todos los días son como los
Juegos con ella. Yegor es conocido por darle una paliza a una víbora por contestar.
Y eso es todo lo que Vika sabe hacer. Seguramente, su vida es un infierno allí,
209
especialmente ahora que se ha casado con Ruslan. Ese niño es un idiota como su
padre.
Ninguno de los dos habla del hecho de que Diana tendrá el mismo destino.
Pero a diferencia de mi hermana, Diana es una jugadora mucho mejor. Aterrizando
con los Vetrov, supuestamente con Ven, a menos que Yegor decida lo contrario, era
su mejor resultado posible. La alternativa habría sido encontrar el mismo destino
que Anton.
—El mejor equipo —está de acuerdo, sus manos deslizándose hacia mis
hombros.
Gruño.
Vil.
Viciosa.
Villana.
Vasiliev.
210
V
CAPITULO VEINTIUNO
H
emos estado casados durante cinco meses, pero todavía se siente
como ayer. El período de luna de miel que mi padre me aseguró que
se esfumaría a las pocas semanas de ser esposos, de hecho todavía
está en pleno apogeo. Mi padre nunca ha amado a una mujer como
yo a Irina. Si lo hubiera hecho, nunca habría permitido que escapara de sus garras.
211
Me vuelvo hacia ella y le paso una mano por el culo, que está más lleno de lo
que solía ser. A ella le gusta su comida, y me gustan las nuevas curvas que le da a
su cuerpo. Podría navegar las olas de su cuerpo para siempre y nunca hartarme.
Ella es mi luz, ilumina mi cielo. Mi mundo. Cuando estamos juntos, las chispas
vuelan, encendiéndonos a ambos, y nadie puede opacar nuestro brillo.
—Me encanta lo redondo que está tu trasero estos días, solntce moyo —le
digo antes de morderlo como si fuera un melocotón.
Se muerde el labio, sus ojos bailan con amor. Así debe ser como se siente la
verdadera felicidad.
—Dilo de nuevo —le ordeno.
—¡Estoy embarazada!
212
Reviso mi reloj y me pregunto si dos horas es tiempo suficiente para que Irina
se recupere de nuestro profundo hacer el amor esta mañana. Basándome en cómo
se desmayó inmediatamente después, completamente agotada, creo que le vendría
bien otra hora. Después de todo, está gestando a mi hijo, y lo ha estado haciendo
durante los últimos tres meses, reveló más tarde.
¿Qué demonios?
Él quita sus manos cuando me ve acercarme, e Irina limpia una lágrima que
cae de su mejilla. Mis instintos protectores me hacen estirar la mano y agarrarlo
por el cuello, estrellándolo contra la pared.
—Tienes dos segundos para decirme por qué tenías las manos encima de mi
esposa —gruño, rociando su rostro con saliva.
No se inmuta ni lucha contra mí. Es más listo.
—Solo le pedí que protegiera a Diana en Los Juegos —grita Irina, exasperada.
Aprieto los dientes, luego libero a Stepan. Él rueda la cabeza sobre sus
hombros gruesos y endereza su camisa.
Todavía.
Lo averiguaré.
No envié una víbora a su casa solo para castigarla. Vika es útil para obtener
213
información. Una pequeña serpiente astuta.
—¿Es asunto tuyo? —Gruño. Mirándolo, sus ojos se han quedado demasiado
tiempo en Irina, demasiadas veces. Me acerco a él—. Me representarás en Los
Juegos, honrando la habilidad de los Vasiliev de entrenar guerreros de verdad.
Diana hizo su propio destino.
Un pliegue se forma en su frente.
—¿Irina es tu maestro?
Se necesita un apretón extra, pero luego sus ojos se llenan de agua sin su
permiso, la furia que he estado persuadiéndolo se desborda.
—Bien.
Muy bien.
214
—Hola, mi bella esposa —saludo con una sonrisa—. Te traje algo de comer.
—Entro en su espacio y coloco el sándwich que hice preparar a Rada. Tan pronto
como las mujeres Volkov entraron a mi casa hace muchos meses, Rada retrocedió y
dejó de tratar de llamar mi atención. Ahora solo hace su maldito trabajo como le
pagan por hacerlo.
Mis ojos siguen la imagen que me devuelve la mirada. Soy yo. El sol
iluminando mi rostro. Hay colores dentro de mí que nunca había visto antes, todos
capturados en una versión mía que ella debe ver. Las pinceladas son delicadas y
precisas. Hay una sonrisa en mis labios mientras miro a través de mis pestañas. Es
la expresión que debo tener cuando la miro antes de devorarla.
215
V
EPILOGO
Diana
Los Juegos V...
H
an pasado tantas cosas en un año.
Hombres.
Hombres malos.
Malditos hombres con derechos, que piensan que pueden hacer lo que
jodidamente quieran.
Creen que moriré en Los Juegos. Lo sé, y en parte, creo que mi padre lo
preferiría. Borrón y cuenta nueva, como la familia Vasiliev hizo con el pobre
Viktor. Esos hijos de puta tienen otra cosa por venir.
Vivir bajo el mismo techo que Vika ha demostrado ser útil. Ella se quiebra y
revela verdades con ira. Su lengua es como una olla de oro para alguien que
colecciona municiones contra las Primeras Familias.
Ella es hermosa.
Madura y elegante.
Por él.
No Vlad.
Veniamin.
No quería que las cosas salieran de esta manera. Nunca quise quebrarlo tanto.
Pero lo hice.
Y este es mi castigo.
Lo rompí.
Me rompí 218
Nos rompí.
Con un triste suspiro, acaricio con mis dedos el cabello sedoso de Irina antes
de acercarla a mí y abrazarla fuertemente. La amo tanto, pero mi mente es un
desastre. Mi pequeña sombra se deslizó detrás de mí y tomó todo lo que se
suponía que era mío.
A él.
A Veniamin.
—Esa es la única sangre que derramaré por esta familia. Ganaré Los Juegos
por mí, nadie más. Él no tiene honor.
—Diana —susurra Irina, pero no soy la hermana que una vez conoció. He
sido endurecida por el dolor y el desamor.
Nuestros ojos chocan brevemente, pero la furia que una vez vi en ellos se ha
disipado con el tiempo. Mi traición me convirtió en basura, pero que él hiciera lo
mismo con mi hermana le consiguió una esposa y Volkov Spirits. Le otorgó un
niño creciendo dentro del estómago de Irina.
Yegor Vetrov.
Me muevo hacia el baúl de armas y saco mis piezas favoritas. El reloj suena a
mi derecha, y la baranda sube detrás de mí, separándome del resto de la gente en
la habitación.
Irina me grita:
“Testosterone” de Bush
222
V
PROXIMO LIBRO
223
Ven
El apellido Vetrov viene con expectativas.
Hasta ella.
Hasta ella.
Ella me consumió.
Pero no puedes amar a una rosa y esperar no ser dañado por sus espinas.
Y me desangré.
Mi alma huyó.
Soy Veniamin.
Soy una mamá y eso está en primer lugar en mi vida, pero cuando tengo
tiempo libre me encanta asistir a conciertos de música o sesiones de lectura con mi
hermana menor.
226
Es la autora de docenas de libros románticos
en muchos géneros diferentes, incluyendo
romance contemporáneo, romance histórico,
romance paranormal y romance erótico. Cuando
no está pasando tiempo con su esposo con el que
lleva casada doce años y sus dos adorables hijos,
participa activamente en las redes sociales y se
conecta con sus lectores.