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LA ORACIÓN:
Escuchemos a Jesús
El uno por ciento importa
¿CÓMO ESCUCHAMOS?
Pensemos por un momento en los métodos que sugirió el pastor
Wilson.
Las señales. Cuando Gedeón pidió una señal física, el vellón mojado,
y luego el vellón seco (ver Juec. 6:36-40), Dios se dignó a atender su
pedido. El pedido de una señal, sin embargo, a menudo surge de una fe
débil. Dios generalmente habla de otras maneras.
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Capítulo 10
Los sentimientos. Ésta también, suele ser una evidencia menor. Los
sentimientos pueden variar mucho. Pero a veces, si tenemos dos posibb
lidades igualmente buenas, Dios acepta cualquiera que prefiramos.
El consejo de otros. El libro de los Proverbios dice: “En la multitud de
consejeros hay seguridad” (Prov. 11:14). En realidad, lo dice dos veces
(ver también 24:6). Cuando consideramos el matrimonio, el consejo
que pueden dar padres piadosos merece ser tomado muy en cuenta. En
el libro El ministerio de curación, Elena de White escribió:
“Si gozáis de la bendición de tener padres temerosos de Dios, consul
tadlos. Comunicadles vuestras esperanzas e intenciones, aprended las
lecciones que la vida les enseñó, y os ahorraréis no pocas penas” (p.
277).
La oración. Ésta es la primera de las mayores. Otra indicación mayor:
la convicción producida por el Espíritu Santo. Estas dos a menudo van
juntas. Cuando hemos pasado tiempo con la Palabra de Dios, la ora
ción nos abre la mente a la conducción del Espíritu. Las frases siguientes
de la cita recién mencionada nos instan: “Sobre todo, haced de Cristo
vuestro consejero. Estudiad su Palabra con oración”.
Puertas abiertas o cerradas. Esto es lo que a veces llamamos una provi
dencia. Si envías una solicitud a dos o más colegios, y uno contesta rápi
damente, y los otros no contestan, eso podría ser una providencia. O
alguno podría ofrecerte ayuda financiera. Si estás buscando una casa,
ya sea para comprar o arrendar, una puerta abierta o cerrada puede
guiarte.
Jesús aprendió de las experiencias de la vida y de las providencias, y
usó varias de' ellas en el Sermón del Monte: la sal que pierde su salinidad
(Mat. 5:13), la visibilidad de una ciudad en un lugar elevado (vers. 11),
la hipocresía de los fariseos (vers. 17-20; 6:1-4), la violencia (5:21-26),
la tendencia de los hombres de mirar con deseos sexuales a una mujer
con la que no están casados (5:27-30), la frecuencia del divorcio (5:31,
32), el odio por los enemigos (vers. 43-48),‘y así se puede seguir. Mucho
de lo que Jesús dijo estaba basado en lo que había observado.
El estudio de la Biblia. Ella ofrece lo que Wilson llama el “medio cla
ve” por el cual Dios habla. Elena de White, repetidamente, nos dirige
hacia la Biblia, en declaraciones como ésta: “Una frase de la Escritura
tiene más valor que diez mil ideas o argumentos humanos” (joyas de los
testimar.ios, t. 3, p. 110). Y “La Biblia es la voz de Dios, tan ciertamente
como si pudiéramos escucharla con nuestros oídos” (Testimonies, t. 6,
91
Grandes Oraciones de la Biblia y Quienes las elevaron
p. 393).
La gente que escuchó la voz de Dios en el Sinaí probablemente
nunca olvidó la reverencia y el asombro que le causó. Si recordáramos
que Dios realmente habla cuando abrimos las Escrituras, ¿no las leería
mos con asombro y admiración? ¿No consideraríamos a la Biblia como
cien veces más interesante que cualquier otro libro o programa de la te
levisión?
Necesitamos dar prioridad a la Palabra y a la conducción del Espíri
tu. El Salmo 119 nos habla acerca de la Palabra de Dios. En el versículo
9, David pregunta: “¿Con qué limpiará el joven su camino?” La respues
ta: “Con guardar tu palabra”. Luego añade: “En mi corazón he guardado
tus dichos, para no pecar contra ti” (vers. 11). Más tarde, indica cuál
debería ser nuestra constante oración: “Abre mis ojos, y miraré las mara
villas de tu ley” (vers. 18). Y, finalmente, declara: “Lámpara es a mis
pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (vers. 105).
La Palabra de Dios fue dada por medio del Espíritu: “Los santos
hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2
Ped. 1:21). Necesitamos la conducción del Espíritu para comprenderla,
porque las cosas del Espíritu de Dios “se han de discernir espiritualmen-
te” (1 Cor. 2:14). Y sí pedimos esa conducción, oiremos una voz que
nos diga: “Éste es el camino, andad pór él” (Isa. 30:21).
Finalmente, Dios también nos habla mediante la naturaleza. Mien
tras Jesús crecía, María hacía de las Escrituras lo primero en su educa
ción, pero él también aprendió mucho por su observación del mundo
natural. Esto queda manifiesto por el uso frecuente de ilustraciones que
él tomaba de las aves y las flores (ver, p. ej., Mat. 5:25-30).
Los padres harían bien en ir con frecuencia al capítulo titulado “La
enseñanza por la naturaleza”, en el libro Consejos para bs maestros, pa
dres y alumnos. La siguiente verdad, por sí sola, podría valer millones
para la futura felicidad de los niños: “La belleza de la naturaleza, por sí
misma, aparta el corazón del pecado y de las atracciones mundanas, y lo
lleva hacia la pureza, la paz y Dios” (p. 178).
¿P o r q u é e s c u c h a r ?
Los jóvenes que rehúsan escuchar el “consejo de un instructor detrás
del volante” probablemente no obtendrán su licencia para conducir. De
forma similar, el no hacer caso a un supervisor en el trabajo, o el dar oí-
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Capítulo 10
hecho de que me tomo tiempo para orar por estos niños repetida
mente significa que tal vez pueda ver a algunos de ellos en la Nueva
Jerusalén.
Otra indicación acerca de cómo escuchar puede encontrarse en la
sugerencia: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Sal. 46:10).
Muchas veces yo mismo uso la pregunta: “¿Qué?” durante los mo
mentos de quietud. Lo hago de este modo.
Tomo media hoja de un cuaderno de apuntes, y en la mitad del
frente escribo “Ayer”. Bajo ese encabezamiento escribo “Qué”. Luego
registro cosas que necesito vigilar, tendencias que podrían causarme
problemas, pecados que debo evitar. Luego uso el resto de la página
para otros asuntos de Ayer: breves menciones de errores, oraciones
contestadas, providencias, conducción, pecados que necesitan ser
confesados, etc.
En la parte de atrás de la media página escribo: “Vigilar”. Allí re
gistro preguntas como: “¿Cuál es el siguiente paso en mi relación
contigo, Señor?” “¿Cuál es el siguiente paso en mi relación con mi
cónyuge (o niños)?” “¿De qué modo, con tu ayuda, puedo manejar
las tentaciones?”
Nunca olvides, y no permitas que los ángeles malos te hagan olvi
dar, que cada persona es importante para Dios. En Lucas 15, el pastor
salió buscando el uno por ciento. ¡El uno por dentó le importa a Dios!
En el capítulo “¿Podemos comunicamos con Dios?” de El camino
a Cristo, se señala que Dios toma un “interés inmediato” en cada una
de nuestras necesidades, en cada uno de nuestros gozos, en cada per
plejidad (p. 101).
¡Un interés inmediato! Como poderoso Ayudador, Dios nos da el
Espíritu Santo, mencionado ocho veces en Romanos 8, y esto es para
darte ánimo:
“Asimismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudamos.
No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros
con gemidos que no pueden expresarse con palabras” (Rom. 8:26,
Nueva versión internacional).
Aplicación
• Durante tu tiempo de oración lee unos pocos versículos de la Escritu-
ra. Considera que Dios te habla mediante ella tan ciertamente como si él
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Grandes Oraciones de la Biblia y Quienes las elevaron
Referencias
1 Tribune, de South Bend, Indiana, del 22 de abril de 1999, pág. Bl.
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