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LA DOCTORITIS

Para algunos suele ser tan nefasta como la envidia, el egoísmo y los celos. Sin
embargo, para otros no es más que pura fantochada, fanfarronería, sobrades o una
muestra de lo que se conoce como arribismo, una actitud con la cual las personas
quieren aparentar lo que no son.

De todas formas, lo cierto es que muchos consideran que este virus está
deteriorando las relaciones interpersonales en empresas, colegios, universidades,
entidades oficiales y para no ampliar más este párrafo, en cualquier rincón del país,
Tal vez por eso es que algunos creen que no es un hecho aislado sino una
verdadera epidemia.

Su efecto es tan devastador que varios empleados y empresarios, reconocieron que


este síndrome genera barreras, los propios empresarios señalan que algunos de sus
altos ejecutivos gastan más tiempo tratando de adquirir la enfermedad que
generando ideas sobre cómo hacer crecer la empresa.

Se trata de la doctoritis. Un comportamiento que se observa en algunas personas


que creen que por ocupar un cargo importante, tener dinero o un título universitario,
adquieren el título de doctor.

Pero nada más erróneo que esto, ya que según el diccionario de la Lengua
Española, doctor es la persona que ha recibido el último y más elevado grado
académico que confiere una Universidad. Así las cosas un verdadero doctor es
aquel profesional que luego de terminar su carrera realiza otras especializaciones y
estudios que le permiten alcanzar el grado de doctor. Para ello las Universidades
han creado los estudios de doctorado.

Más doctor es usted…

Y es que la palabra doctor se ha desprestigiado tanto, que hoy en día cuando se


quiere hacer una broma o un saludo cómico a un amigo se le saluda con un “Hola
doctor” y si ese amigo sabe a qué nos referimos responde con algo de agresividad: -
Más doctor es usted!

Vacúnese contra la Doctoritis, según el periodista Antonio Pizco, unas cuantas dosis
de sencillez y de sentido común pueden ser suficientes para recuperar a las
personas que padecen esta enfermedad.

Ojala, por el bien del país, por la seriedad de los investigadores, dejemos de ser un
país de dotores y seamos un país de doctores. Un país con menos corbatas y más
neuronas. Un país en donde los grados los otorguen las universidades y no las
secretarias.

Recuperado en: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-875923

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