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El Callejón de Huaylas es también el lugar de una historia muy triste pero con una enseñanza,

ya que en 1970 un terrible terremoto asoló varias ciudades, cobrandose víctimas fatales. En
total fueron 20.000 habitantes de Huaraz los que perdieron la vida. Esta tragedia motivó a los
gobiernos y personas de todo el mundo a unirse para solidarizarse con los damnificados; fue tal
la magnitud de la solidaridad entre varios países que el lugar ahora también es conocido como
de «Capital de la Amistad Internacional».

El mundo se puso de pie

Por esos días era frecuente observar sobre los cielos de las
ciudades afectadas a muchos paracaidistas planeando con
cautela y llevando auxilio médico o alimentos a los
damnificados. La ayuda del exterior, canalizada por la Junta de
Asistencia Nacional (JAN), empezó a llegar a los pocos días
del suceso.

Uno de los primeros auxilios en medicamentos, víveres, ropa


de abrigo y otros elementos llegó de Canadá y, por supuesto,
de los países vecinos del continente; asimismo, la ayuda
humanitaria aterrizó desde los países nórdicos de Suecia,
Finlandia y Noruega; así como de Holanda, los países
asiáticos, EE.UU. y la URSS, estos últimos extremos
internacionales que se juntaron a través de sus respectivas
cruces rojas o directamente desde sus gobiernos.

Otra cadena de ayuda clave fue la de los médicos peruanos y


extranjeros. Médicos alemanes, estadounidenses, cubanos,
argentinos y chilenos atendieron a los heridos más graves y
luego previnieron epidemias, para lo cual en los 15 días
siguientes se llegaron a vacunar a unas 80 mil personas.

El papa Pablo VI no olvidó al Perú y nos envió su mensaje de


solidaridad y apoyo por los momentos trágicos que vivíamos:
“Un saludo fraternal y confortante para todo el pueblo peruano.
Glorioso por su cultura antiquísima y más glorioso aun por su fe
católica (…)”.

Mensajes como el del Papa quizás calaron en el sentimiento


solidario de los artistas plásticos peruanos, quienes

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