Está en la página 1de 32

GEOLOGIA

FALLAS Y ZONAS DE CIZALLA ASPECTOS GENERALES

Detalle de una zona de falla (transcurrente) al norte del distrito minero de


Punitaqui (Cu-Au-Hg), Chile

Introducción

Por razones diversas, con el pasar de los años se ha producido un divorcio


progresivo, hoy notable, entre lo que es la geología de minas-exploración y
la geología estructural. En este sentido se han generado dos problemas
fundamentales, ambos relacionados con la enseñanza de la geología en los
centros universitarios. O bien la enseñanza que se imparte es demasiado
clásica, o bien ésta es tan especializada que resulta difícil relacionar los
conceptos allí discutidos con el campo aplicado de la geología económica.

Estas notas pretenden justamente esto, cerrar de una manera simple el


gap existente entre una geología estructural moderna, quizás demasiado
teorizante, y las potenciales aplicaciones de ésta en el campo de la
geología de minas-exploración. A lo largo de las próximas secciones
revisaremos desde la base los conceptos más importantes en lo que

docsity.com
respecta a fallas y zonas de cizalla: qué son, como se reconocen, como
podemos determinar su historia cinemática, y sobre todo, como podemos
definir ambientes estructurales favorables para el desarrollo de
mineralizaciones. Finalmente quisiéramos señalar que este apartado no
puede ser considerado como un manual de geología estructural, en el cual
tendríamos que entrar forzosamente en innumerables consideraciones
teóricas que desvirtuarían el propósito del trabajo. Por el contrario, se
trata de unas notas muy simples, desglozadas en dos partes (Parte I y II)
que pretenden servir de herramienta de trabajo de tal manera que el
geólogo de minas o de exploración pueda reconocer y entender el
comportamiento de una falla a diferentes escalas.

El descubrimiento de Kalamazoo (Arizona, USA): la importancia de


entender una falla

"Cuando se trabaja hacia la solución de un problema, siempre ayuda el que


usted sepa la respuesta; claro está, asumiendo, por supuesto, que usted
sepa que existe un problema ..."

Quizás pocos ejemplos ilustran mejor la importancia de los estudios


estructurales como el descubrimiento del yacimiento tipo pórfido cuprífero
de Kalamazoo en la década de los 60, en el cual participó de manera
fundamental el geólogo americano J.D. Lowell. Dicho descubrimiento está
rodeado de varios aspectos notables entre los que habría que destacar
sobre todo, el estudio "integral" del problema. Si no entendemos la
"geología" de una zona, poco podremos hacer en lo que respecta a
exploración, salvo que, se confíe en la "suerte" como elemento esencial del
proceso. Esto cobra especial relevancia si lo que se está buscando es un
cuerpo que puede ser no aflorante.

Los años 70 estuvieron marcados en el campo de la geología económica


por la publicación de una serie de trabajos sobre alteración hidrotermal -
pórfidos cupríferos en la revista americana Economic Geology. Quizás el
más significativo de ellos es un clásico en el tema: "Lateral and vertical
alteration-mineralization zoning in porphyry ore deposits" (Lowell y
Guilbert, 1970). Una de la ilustraciones más conocidas del trabajo muestra
la zonación espacial de las facies de alteración hidrotermal en San Manuel-
Kalamazoo (Arizona, USA) (Fig. 1). En la actualidad dicha figura se
encuentra en prácticamente todos los textos de estudio sobre yacimientos
minerales. Sin embargo, un detalle a veces poco señalado (y en ocasiones
omitido) en dicha figura, es la presencia de una falla que corta el esquema
de manera oblicua (Fig. 1). Se trata de la falla San Manuel, y como
veremos a continuación, bajo el punto de la aplicación de métodos
estructurales al estudio y exploración de yacimientos minerales, es un
rasgo extremadamente importante, paradójicamente, poco o nada
señalado en los textos de estudio.

docsity.com
Fig. 1: Esquema de alteración en el pórfido cuprífero de San Manuel-
Kalamazoo. Nótese la falla San Manuel separando los dos segmentos del
pórfido (Lowell y Guilbert, 1990).

San Manuel-Kalamazoo no es ni económica ni geométricamente un


yacimiento único, por el contrario, se trata de dos cuerpos mineralizados
basculados: San Manuel y Kalamazoo, separados por una falla normal de
bajo ángulo (falla San Manuel; WNW/25-30° S) (Fig. 2). Si bien
originalmente constituían un solo cuerpo mineralizado, el movimiento
normal de la falla cortó el cuerpo mineralizado generando los dos
segmentos actualmente conocidos. San Manuel (más cercano a la
superficie) se localiza a muro (foot-wall) de la falla y Kalamazoo 1.6 km
hacia el oeste (a una profundidad de 800-1220 m) a techo (hanging-wall).

docsity.com
Fig. 2: Esquema geológico de los segmentos desplazados San Manuel y
Kalamazoo. Simplificada de Lowell (1968).

Si bien San Manuel era conocido, el descubrimiento de Kalamazoo ("Lower


K") fue la consecuencia de un trabajo geológico integrador, que relacionó
las facies de alteración y la mineralización con la estructura. El
razonamiento básico de exploración fue el siguiente (Lowell, 1968): 1) San
Manuel representaba sólo una parte de un cuerpo mayor; 2) el cuerpo se
encontraba basculado; y 3) la falla que cortaba San Manuel era normal y de
bajo ángulo. Conclusión, un segmento de San Manuel tenía que estar más
abajo, sobre la falla. Resultado, efectivamente, más abajo, hacia el oeste
yacía un cuerpo mineralizado, luego bautizado como Kalamazoo.

Fallas, zonas de falla y zonas de cizalla: definiendo conceptos


fundamentales

Existen tres conceptos fundamentales relacionados entre si: falla, zona de


falla y zona de cizalla (e.g., McClay, 1987; Davis y Reynolds, 1996),
utilizados a veces de manera indistinta y de manera incorrecta. Una falla
es por definición una fractura frágil a lo largo de la cual ha ocurrido un
desplazamiento visible, en general paralelo a la superficie de la misma. Por
su parte una zona de falla se encuentra compuesta por innumerables
superficies de falla frágiles, subparalelas e interconectadas, estrechamente
espaciadas conteniendo zonas de brecha o fault gouge. La zona de cizalla
(Fig. 3) corresponde a una ancha zona de deformación generada bajo
condiciones dúctiles a dúctiles-frágiles. Digamos además que una zona de
cizalla grada hacia arriba hacia una zona de falla. Las rocas son

docsity.com
deformadas frágilmente en los niveles superiores de la corteza terrestre y
dúctilmente en lo inferiores. La profundidad a la que la deformación pasa
de frágil a dúctil es conocida como la transición dúctil-frágil y
generalmente se encuentra a unos 10-15 km bajo la superficie (e.g.,
Sibson, 1990) (Fig. 3). En dicha transición se desarrollan ambos tipos de
deformación, mientras que por encima o por debajo la importancia relativa
de una de estas disminuye progresivamente. De cualquier manera los 10-
15 km antes mencionados deben ser solamente considerados como un
referente general solamente, ya que zonas deformación dúctil pueden
desarrollarse a profundidades menores bajo condiciones de un gradiente
geotérmico anómalemente alto (e.g., magmatismo activo, actividad
hidrotermal de alta T generalizada, etc), y también pueden darse
deformaciones frágiles en profundidad como respuesta a movimientos
sísmicos bruscos. Como veremos más adelante existen dos series de rocas
de deformación en relación con las zonas frágil y dúctil, que representan
tipos extremos dentro de una serie intermedia muy amplia: la serie
cataclástica y la serie milonítica respectivamente (Fig. 3,4).

Fig. 3: Esquema de una gran zona de cizalla y rocas asociadas. Transición


dúctil-frágil en líneas verticales. Simplificada de Sibson (1977).

Fig. 4: Clasificación de las rocas de fallas en función de las tasas de


deformación y recuperación. Simplificada de Wise et al. (1984).

docsity.com
La textura de las rocas deformadas es principalmente el resultado de la
relación dinámica entre la deformación y la recuperación/recristalización
del material sometido a esfuerzos (Wise et al., 1984). El balance entre la
tasa de deformación y la tasa de recuperación/recristalización determina
la textura de la roca de falla. A su vez, ambas tasas son función de
variables tales como la composición de la roca, el tamaño de grano, la
temperatura, la velocidad, la presencia/ausencia de fluidos y el campo de
esfuerzos.

Rocas de falla

Los materiales que se encuentran sometidos a una rápida deformación, a


relativamente baja temperatura, con recuperaciones bajas o nulas,
originan rocas pertenecientes a la serie cataclástica. En el otro extremo,
ahí donde domina la recuperación/recristalización, a temperaturas más
elevadas, se formarán rocas pertenecientes a la serie milonítica (Wise et
al., 1984). Considerando que en muchos aspectos texturales (y su modo de
formación) esta última recuerda a las rocas metamórficas, las rocas
miloníticas pueden ser consideradas como tales. De hecho en Chile se
acuñó el término "esquistos dinámicos" para referirse a rocas de la serie
milonítica encontradas en grandes zonas de cizalla como la de Atacama.
Sin embargo, a diferencia del metamorfismo regional (que abarca extensas
zonas), en el caso de las rocas miloníticas el proceso se encuentra
circunscrito a una banda de deformación más o menos estrecha, también
conocida bajo el término "corredor milonítico". Sin lugar a dudas esto
puede crear innumerables problemas de interpretación en aquellas zonas
donde coexisten deformaciones metamórficas de carácter regional con
grandes zonas de cizalla.

Las rocas de la serie cataclástica (o simplemente "cataclasitas") se


generan en un régimen frágil e incluyen rocas tales como brechas,
microbrechas, la denominada "fault gouge" (o harina de falla en español)
(Fig. 5), y las seudotaquilitas. Dado que las dos primeras son fácilmente
reconocibles, nos centraremos en las últimas. La fault gouge es una roca
arcillosa pulvurulenta, poco consolidada y rompible con los dedos (salvo
cuando ha sido cementada por fluidos hidrotermales), que puede presentar
colores desde el blanco grisáceo hasta llamativos colores (rojos, verdes,
violáceos). Esto último puede provocar grandes equívocos al ser
confundida con aquellas rocas fuertemente alteradas asociadas a
yacimientos epitermales, o con ciertas rocas sedimentarias o metamórficas
de bajo grado (e.g. arcillas, pelitas, esquistos de bajo grado). Al respecto
(y dado que la confusión es posible), lo importante es ver si rocas con
estas características tienen una persistencia regional dentro de una zona
de cizalla (con estructuras internas típicas de estas deformaciones), si
pertenecen a una formación geológica cartografiable con marcada
estratificación (o esquistosidad interna), o corresponden a una
fenomenología local de morfología irregular (e.g., zona de alteración). Por
otra parte, el que reconozcamos unas rocas alteradas como pertenecientes
a una zona de falla no implica que estas carezcan de "interés económico".
Por el contrario, solo nos encontraríamos en otro ambiente geológico, en el
cual tambien pueden existir mineralizaciones. Al respecto cabe destacar la
posibilidad de mineralizaciones auríferas encajadas en la zona de cizalla o
zona de falla. Las seudotaquilitas (Fig. 6) son un fundido de roca de origen
mecánico (friccional) generado por un movimiento muy rápido de la falla
bajo régimen sísmico. La inyección de este fundido en grietas de tensión

docsity.com
locales conlleva el enfriamiento instantáneo del material dando una roca
con aspecto vítreo (de allí el nombre).

Fig. 5: Ejemplos de "fault gouge" estructurada con criterios P, Y, R


(movimiento sinestral). Sureste de España (Doblas et al., 1997b). Este es
una ejemplo de fault gouge "cohesiva" por circulación de fluidos
hidrotermales.

Fig. 6: Pseudotaquilita, Vaal River (Sudáfrica). El afloramiento tiene unos 2


m, note los bloques angulosos de granito en una matriz negra de grano
fino a microcristalina. Tomada de Spray (1998).

Las rocas de la serie milonítica son cohesivas y foliadas, se desarrollan en


régimen dúctil (asísmico) e incluyen a las protomilonitas, milonitas y
ultramilonitas. Las protomilonitas presentan una matriz producida por
procesos de recristalización sintectónica, y muestran al menos algo de
foliación. Las milonitas (Fig. 7) presentan una matriz de recristalización
sintectónica y foliaciones internas. En estas rocas son claramente
reconocibles las denominadas estructuras S-C (del francés: schistosité-
cisaillement). Finalmente, las ultramilonitas (Fig. 8) representan el caso
extremo de deformación dentro de la serie, la recristalizacióm es muy
avanzada y los planos S se hacen paralelos a la fábrica C dando lugar a una
foliación milonítica y estructuras de tipo SCC'.

docsity.com
Fig. 7: Granito milonítico S-C del Sistema Central Español (Doblas, 1990).

docsity.com
Fig. 8: Evolución de la deformación en granitos cizallados del Sistema
Central Español (Doblas, 1990). Nótese la evolución de la deformación
desde grados medios (A) hasta grados ultramiloníticos (F).

Fallas: conceptos básicos

Anderson (1905) realizó a comienzos de siglo una clasificación dinámica


de las fallas basada en posicionamiento de tres vectores principales de
esfuerzos: σ 1 , σ 2 , σ 3 , ortogonales entre si, que cumplen el requisito
general de σ 1 > σ 2 > σ 3 (Fig. 9). Dependiendo de las posiciones de los
vectores se definen los tres tipos de fallas principales: normal (σ 1 vertical,
σ 2 y σ 3 horizontal), transcurrente (σ 2 vertical, σ 1 y σ 3 horizontal), e
inversa (σ 3 vertical, σ 1 y σ 2 horizontal). Como veremos más adelante, la
clasificación Andersoniana es muy restringida y presenta problemas para
la interpretación de muchos casos. Por ejemplo, no explica el
comportamiento lístrico (curvamiento progresivo del plano de falla en

docsity.com
profundidad) de las fallas normales (Fig. 10), ni menos las grandes
superficies tipo "detachments extensionales" (Fig. 11), o el carácter
irregular (con variaciones en el rumbo) de las fallas transcurrentes. Otro
aspecto a considerar es el hecho de que muchas veces la fallas presentan
un movimiento combinado, (e.g., normal-transcurrente). En resumen, las
fallas distan mucho de presentar un comportamiento "ideal" Andersoniano
y al respecto deberíamos recordar una premisa fundamental: las fallas se
curvan y de hecho casi nunca son planos sino más bien superficies.
Producto de esas curvaturas se generan situaciones asimétricas en la
distribución de esfuerzos a ambos lados de la falla o zona de falla,
resultando en zonas de extensión o compresión locales. Discutiremos esto
más adelante.

Fig. 9: Clasificación dinámica Andersoniana de las fallas. 1,2,3: vectores de


compresión s 1,2,3. Tomada de McClay (1987).

Fig. 10: Fallamiento normal de carácter lístrico en la región costa afuera de


Nova Scotia. 1: corteza inferior de origen magmático; 2: rocas plutónicas
masivas; 3-4: basaltos y rocas sedimentarias; 5: rocas sedimentarias.
Tomada de Davis y Reynolds (1996).

docsity.com
Fig. 11: Sistema tipo detachment extensional. Wernicke (1985).

De acuerdo al sentido de movimiento podemos decir que una falla normal


(Fig. 12) es aquella en la que el bloque del techo se mueve hacia abajo con
respecto al bloque del muro. Estas fallas suelen tener buzamientos
moderados a altos, con un promedio de 60° . Con buzamientos menores a
45° (no previstos por la dinámica Andersoniana) pasan a denominarse
fallas normales de bajo ángulo. Las fallas transcurrentes (Fig. 12) son
aquellas que acomodan movimiento horizontal de los bloques adyacentes.
Estas dependiendo a su vez del movimiento relativo de un bloque con
respecto al otro, pueden ser de dos tipos: dextrales o sinestrales. Por su
parte, las fallas inversas (Fig. 12) se caracterizan por un movimiento del
bloque del techo hacia arriba con respecto al muro. Las fallas inversas
tienen generalmente un buzamiento menor a 45° , en promedio 30° . Si
estas buzan más 45° pasan a denominarse fallas inversas de gran ángulo.
Tanto las fallas normales como las inversas pueden ser lístricas.

Fig. 12: Clasificación de las fallas en función del sentido de deslizamiento.


Tomada de Davis y Reynolds (1996).

docsity.com
A esto habría que agregar el movimiento combinado que pueden tener las
fallas, hablaremos en este caso de fallas con deslizamiento oblicuo (Fig.
12), que son combinaciones de movimiento (mixto) entre fallas
transcurrentes (traslación horizontal) con movimientos normales o
inversos (deslizamiento hacia arriba o abajo a lo largo del plano de falla).

Zonas de cizalla

Una zona de cizalla (e.g., Davis y Reynolds, 1996) (Fig. 3) es una


estructura ancha formada bajo condiciones dúctiles a dúctiles-frágiles
compuesta por rocas de la serie milonítica. La intensidad de la deformación
dentro de una zona de zona de cizalla es muy grande. Por ejemplo,
granitos afectados por una zona de cizalla pueden dar el aspecto, y ser
erróneamente cartografiados, como ortogneisses, metariolitas o esquistos
o pizarras de origen metasedimentario. En este último caso, la presencia
de estructuras S-C (zona dúctil) da el aspecto de los típicos clivajes de
crenulación indicativos de una foliación S 2 superpuesta a una inicial S 1 .
Ejemplos en Chile de grandes zonas de cizalla incluyen los de la falla de
Atacama (Fig. 13) y la de Liquiñe-Ofqui (Fig. 14). Las zonas de cizalla
pueden tener desde centenares de kilómetros de largo, kilómetros de
ancho (y cortar a escala cortical) hasta solo algunos centímetros de largo
por un milímetro de ancho. Las grandes zonas de cizalla pueden mostrar
desplazamientos relativos de los bloques de decenas a centenares de
kilómetros. Muchas veces las zonas de cizalla son en realidad sets de
múltiples subzonas de mayor o menos grado de la deformación,
subparalelas a oblicuas entre si, resultando en una morfología
anastomosada. Una zona de cizalla dúctil evoluciona hacia zonas más
superficiales hacia una zona de cizalla más estrecha en régimen dúctil-
frágil, dando lugar en las zonas más someras a una compleja zona de falla
frágil. Por lo tanto una zona de falla (Fig. 15a,b) es a menudo la
prolongación en superficie de una ancha zona de cizalla dúctil en
profundidad (Fig. 3). Las zonas de falla consisten en conjuntos de fallas
relacionadas cuya envolvente o límite externo está marcado por un paso
más o menos discreto hacia rocas no fracturadas. Las fallas internas suelen
envolver a su vez a rocas con una fracturación más o menos intensa. Las
zonas de falla pueden desarrollarse a todas las escalas, con potencias
desde unos pocos centímetros a un kilómetro o más. Cabe destacar sin
embargo, que este termino se aplica principalmente a los conjuntos
potentes observados en la zona de deformación frágil. Otra característica
de las zonas de falla es la potencia variable que presentan, mostrando
adelgazamientos y engrosamientos.

docsity.com
Fig. 13: Un segmento de la zona de cizalla de Atacama (norte de Chile).
Nótese la relación espacial con mineralizaciones de hierro. Thiele y
Pincheira (1984).

docsity.com
Fig. 14: La zona de cizalla de Liquiñe-Ofqui (sur de Chile). Hervé (1984).

docsity.com
Fig. 15a: Ancha zona de deformación frágil con presencia de fault gouge de
llamativos colores. Zona de falla en Almería (SE de España).

docsity.com
Fig. 15b: Pequeña zona de falla con presencia de fault gouge de color
negro, incluyendo cantos de la roca original. La roca de color claro
corresponde a la unidad Caliza de Montaña (Carbonífero), Poncebos (Río
Cares), Asturias. Note el desarrollo de una fábrica incipiente.

Describiremos a continuación las características internas de las zonas de


cizalla dúctiles y las zonas de falla frágiles. Existen determinados tipos de
rocas y fracturas que podemos esperar en una zona de falla frágil. Entre
las primeras se encuentran las brechas, fault gouges y seudotaquilitas
(Wise et al., 1984). Existen tres sets de fracturas que pueden desarrollarse
en una zona de falla frágil. Estas son los denominados planos de Riedel (R)
1 y 2 (R 1 y R 2 ; tambien denominados R y R') y los planos P (Fig. 16). Los
planos sintéticos R 1 se forman a un ángulo agudo (~ 15°) con la
envolvente general de la zona de falla. Su arreglo geométrico es en
échelon (escalonadas), es decir, paralelas entre ellas dentro de la zona de
cizalla. Las fracturas antitéticas R 2 son conjugadas con respecto a R 1 y
forman un ángulo de unos 75° con respecto a la envolvente de la zona de
falla. Debido a la evolución dinámica de la zona de falla se producen ciertos
fenómenos que llevan a la rotación de los sets R 1 y R 2 . Los primeros se
disponen progresivamente a ángulos inferiores (< 15° ) con respecto a la
envolvente y los segundos evolucionan hacia un ángulo mas grande (> 75°
). Por otra parte, durante esta evolución aparece un tercer set de
fracturas, esto es, los planos P, formando un ángulo agudo con la
envolvente. Otras estructuras que se pueden formar en esta zona son
pliegues y grietas de tensión en échelon, aunque estas últimas suelen ser
más representativas de transición dúctil-frágil. Las grietas de tensión

docsity.com
tienen sus puntas orientadas de forma paralela a σ 1 y suelen rellenarse de
minerales fibrosos que crecen en la dirección de σ 3 .

Fig. 16: Fracturas de Riedel (1 y 2) y planos P. Tomada de McClay (1987).

Una zona de cizalla dúctil está caracterizada por la presencia de rocas de la


serie de la milonitas (proto a ultramilonitas; Wise et al., 1984). Como
podemos imaginar esta zona dúctil se caracteriza por una altísima
deformación, que ha generado importantes niveles de recristalización
dinámica en las rocas afectadas. Las estructuras más notables en la zona
dúctil son las denominadas S-C (del francés: schistosité-cisaillement) que
corresponden a planos de foliación (S) y de cizallamiento (C). Los planos C
son fácilmente reconocibles (superficies discretas), siendo paralelos a la
dirección de cizallamiento. Los planos S son sigmoidales y oblicuos a la
dirección de cizallamiento (oblicuos con respecto a C) y perpendiculares a
la dirección de compresión (planos de aplastamiento, perpendiculares a
σ 1 ). Como veremos más adelante esto permite determinar el sentido de
movimiento en una milonita.

En la práctica muchas zonas de cizalla presentan en realidad un caracter


dúctil-frágil, ya que han operado mecanismos propios de ambos tipos de
deformación (e.g., Davis y Reynolds, 1996). Gran parte de los yacimientos
de oro asociados a zonas de cizalla en Canada y otras regiones del mundo
se han originado justamente en este ambiente. Alternativamente, las

docsity.com
zonas de cizalla pueden presentar una evolución en el tiempo, de dúctil a
frágil o de frágil a dúctil si el sector en concreto ha sufrido un alzamiento o
hundimiento tectónico progresivo mientras funcionaba el sistema.

Arreglo geométrico de las zonas de falla: fenómenos de curvatura

Uno de los aspectos no previstos por la teoría Andersoniana (Fig. 9) es que


las fallas se curvan. Las fallas se curvan, entre otras cosas, porque los
materiales geológicos no son isotrópicos. Las inhomogeneidades causadas
por el paso de un ambiente geológico a otro (litología, estructuras previas)
a escala local o regional induce variaciones direccionales en el vector de
propagación de una falla, en otras palabras, una falla o zona de falla no
puede mantener una continuidad en el rumbo (a veces ni siquiera una
continuidad ...) debido a los cambios físicos que encuentra en el camino.

Esto tiene la mayor importancia en lo que se refiere a la interpretación de


la estructura regional local bajo estudio. Como veremos a continuación, el
que nos encontremos con dos sets de fallas transcurrentes, por ejemplo
N30° E (sinestrales) y N30° W (dextrales), no implica necesariamente que
estas constituyan un par conjugado en el sentido Andersoniano del
termino, con σ 1 orientado según N-S. Perfectamente podríamos
encontrarnos ante el caso de un duplex que analizaremos más adelante
(Woodcock y Fischer, 1986) (Fig. 17), ocasionado por el curvamiento de
una falla, cuyas características e implicaciones difieren substancialmente
del concepto simple de par conjugado. Antes de abordar este tema en
concreto analizaremos las geometría más simples del fallamiento.

Fig. 17: Inflexiones, saltos, abanicos imbricados y duplexes en sistemas


transcurrentes. Woodcock y Fischer (1986).

docsity.com
Saltos e inflexiones en fallas

Los sectores transcurrentes en zonas de falla pueden disponerse


espacialmente de diversas maneras: en échelon (o escalonadas), en
relevo, anastomosadas, en terminaciones en "cola de caballo" (Fig. 17,
18). Estas disposiciones reflejan las diferentes formas en que se puede
distribuir el deslizamiento en función de las condiciones reológicas y el
esfuerzo total que tiene que ser acomodado. Cabe destacar que algunas de
las consecuencias estructurales más interesantes desde el punto de vista
de los yacimientos ocurren justamente donde las fallas se curvan o se
escalonan.

Fig. 18: Arreglos diversos de fallas. Tomada de Davis y Reynolds (1996).

El movimiento de las fallas a lo largo de superficies planares perfectas


(cosa poco común en la naturaleza) se desarrolla sin complicaciones,
deslizándose una pared sobre la otra sin interferencias. Bajo estas
condiciones la aparición de ramales a partir de la falla principal es mínima
a inexistente. Sin embargo, si una falla presenta una inflexión abrupta o
gradual se producen situaciones complejas, que dan lugar a procesos de
estiramiento o acortamiento. La curvatura de las fallas puede ser descrita
en términos de inflexiones (bends) (Davis y Reynolds, 1996) (Fig. 19).
Inflexiones en apertura (releasing bends; zona en extensión) tienden a
crear espacios, en tanto que las inflexiones en cierre (restraining bends;
zona en compresión) son sitios donde el acortamiento genera apilamiento.
Hablaremos de inflexiones en cierre cuando el movimiento de uno de los
bloques a lo largo de la falla se realiza "contra" la curva. Por el contrario,
si el movimiento "aleja" el bloque de la curva, diremos que se trata de una
inflexión en apertura. Bajo el punto de vista de la exploración de
yacimientos minerales, las inflexiones en apertura son las más
interesantes, ya que es en esos lugares geométricos donde se generan
espacios, y por ende, donde las soluciones hidrotermales pueden circular
con mayor facilidad. Además, a escala regional, una inflexión en apertura
es el lugar perfecto para el desarrollo de intrusiones menores bajo
condiciones extensionales.

docsity.com
Fig. 19: Situaciones de extensión y compresión (ver sentido de las flechas)
en sistemas de fallas dextrales y sinestrales con inflexiones y saltos.
Tomada de Davis y Reynolds (1996).

Aparte de las inflexiones otro rasgo típico en fallas son los saltos
(stepovers, offsets) (Fig. 19), que a diferencia de las inflexiones, no se
conectan entre si, aunque mantienen parecida dirección y el mismo sentido
de movimiento. Al igual que las inflexiones, decimos que los saltos pueden
generar zonas en apertura o en cierre.

Las zonas en apertura y en cierre (en inflexiones y saltos) pueden dar


lugar respectivamente a depresiones (pull-aparts) susceptibles de ser
rellenadas por materiales sedimentarios, o a alzamientos compresionales
(pop-ups, push-ups) (Fig. 20).

Fig. 20: A: Depresión (pull-apart) susceptible de ser rellenada por


materiales sedimentario y alzamiento compresional (pop-up, push-up)
asociados a una falla transcurrente dextral; B: Esquema sinóptico (en

docsity.com
planta) de la situación observada en el bloque superior. U: bloque
levantado, D: bloque descendido (movimiento relativo). Tomada de Davis y
Reynolds (1996).

Duplexes y estructuras en flor

La presencia de inflexiones y saltos a lo largo de una falla promueve la


formación de estructuras denominadas duplexes (Woodcox y Fischer,
1986). Las rocas que se encuentran dentro de la zona de influencia de una
inflexión o salto se pueden fallar progresivamente (fallas menores
paralelas a la dirección de la inflexión) generando sistemas imbricados en
relación a la falla principal. Por otra parte en el caso de fallas de traza
recta, la formación de un duplex puede originarse a través del desarrollo
de fracturas de Riedel.

El análisis del proceso de formación de duplexes puede realizarse a través


de dos mecanismos: procesos de deformación planar (plane-strain) y de
deformación no planar (non-plane strain) (e.g., Davis y Reynolds, 1996).
En el caso teórico de la deformación planar si una esfera es deformada
triaxialmente y ocurre un estiramiento en la dirección S 1 (máximo
estiramiento) éste será compensado de manera perfecta por un
acortamiento en la dirección S 3 (mínimo estiramiento), sin que se
produzcan cambios en la dirección S 2 , así una esfera perfecta se
transformará en un elipsoide perfecto (de revolución). Si llevamos ésto al
caso que nos interesa (sistemas de fallas transcurrentes), la situación será
la siguiente (Woodcock y Fischer, 1996): dado que σ 1 (esfuerzo máximo) y
σ 3 (esfuerzo mínimo) están en la horizontal, todos los cambios ocurrirán
ahí. En otras palabras, bajo esta perspectiva teórica, no habrían
levantamientos (pop-ups, push-ups) o hundimientos (pull-aparts), ya que
estos tendrían que ocurrir en la dirección de σ 2 (en este caso, equivalente
a S 2 ), que es perpendicular a la superficie horizontal. La deformación
planar es difícil de mantener en sistemas reales, pero sirve en todo caso
como referente para introducir el modelo cinemático.

La diferencia principal que presentará la formación de duplexes por


deformación no planar (caso más cercano a la realidad) se encuentra en la
compensación volumétrica por hundimientos y levantamientos. Así en
duplexes extensionales se formaran hundimientos, y en los
compresionales, levantamientos. Unas de las estructuras más notables
derivadas de la deformación no planar son las denominadas flores
positivas (positive flowers) y flores negativas (negative flowers)
(Woodcock y Fischer, 1986) (Fig. 21), que a su vez se corresponden con
los casos de duplex compresional y extensional, respectivamente. La
geometría interior de las fallas secundarias en un duplex muestra que
estas convergen en profundidad hacia una zona de falla única. En el caso
de una estructura en flor negativa, las fallas secundarias dentro del duplex
tendrán un comportamiento mixto, transcurrente-normal, por lo cual
podemos decir que la zona interior está en extensión y sometida a
hundimiento. Por el contrario, en una estructura tipo flor positiva, las fallas
interiores se comportarán como transcurrentes-inversas, por lo cual
podemos decir que la zona está en compresión y por lo tanto sometida a
levantamiento.

docsity.com
Fig. 21: Estructuras tipo flor negativa (A) y flor positiva (B). Note la
subsidencia y alzamiento respectivo en A y B, así mismo como el caracter
mixto (transcurrente-normal y transcurrente-inverso) del fallamiento
asociado. Woodcock y Fischer (1986).

Departamento de Geología, Museo Nacional de Ciencias Naturales, Consejo


Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), España.

docsity.com
Distrito de Rodalquilar (Au), zona de falla extensional en unidad
ignimbrítica

Generalidades

En la Parte I pudimos ver que los sistemas de fracturación presentan


sectores en extensión y compresión. Bajo el punto de vista de las
mineralizaciones hidrotermales, son los sectores en extensión aquellos que
nos interesan más (Fig. 1). La razón radica en que aquellas zonas se
encuentran "en apertura" lo cual tiene dos consecuencias principales: 1)
permiten una circulación más fácil de los fluidos hidrotermales; 2) si la
precipitación de la carga mineral ocurre en esos sectores, la masa mineral
será mayor dado el carácter en expansión que presentan. Las relaciones
empíricas entre zonas en apertura y masas minerales de mayor entidad es
de largo conocida (e.g., McKinstry, 1948), sin embargo no ha sido hasta los
años 80-90 que esta relación ha empezado a entenderse en términos de la
dinámica de fluidos en sistemas de fallas (e.g., Sibson, 1990). Como se ha
hecho notar en las secciones anteriores, los sectores a lo largo de una falla
o zona de cizalla que presentan inflexiones o saltos en extensión son los
más interesantes. En la figura 2 podemos observar un sistema
mineralizado de dirección WNW asociado a una falla de carácter dextral. La
masas mineralizadas principales (Discovery y Hancock) se localizan
precisamente en zonas en extensión de dicha falla. Por ejemplo, la masa
Discovery se encuentra relacionada con una estructura tipo duplex
extensional.

docsity.com
Fig. 1: Zonas favorables y desfavorables para la exploración en un sistema
de fallas.

Fig. 2: Variación en la potencia de una veta con los cambios en el rumbo en


una falla dextral. La masa Discovery estaría asociada a una estructura tipo
duplex extensional. Tomada de McKinstry (1948).

Fluidos en zonas de falla

Sibson (1990) ha descrito de una manera muy completa los condicionantes


que llevan a la precipitación de mineralizaciones hidrotermales en zonas

docsity.com
profundas (mesotermales) y someras (epitermales). Mientras que en el
ambiente somero epitermal se encuentra caracterizado por condiciones de
presión hidrostática (P = columna de agua) los sectores profundos (varios
kilómetros) presentan condiciones de presión litostática (P = columna de
roca). Entre un ambiente y otro existe toda una zona transicional que se
denomina de presión suprahidrostática. En el caso de los yacimientos
auríferos, los epitermales, formados a profundidades de 1 km o menos se
han generado bajo condiciones netamente hidrostáticas. Los grandes
yacimientos auríferos mesotermales asociados a zonas de cizalla en
régimen dúctil-frágil, corresponden por su parte a situaciones donde la
presión ha sido suprahidrostática a litostática. Una de la premisas
fundamentales es que las mineralizaciones se generan en sistemas de falla
activos, es decir, en relación con actividad sísmica. La capacidad de
ruptura de un sismo induce abruptamente el movimiento de fluidos en una
falla, y por lo tanto, la precipitación de su carga metálica en zonas
estructuralmente favorables (en extensión) donde se crean las condiciones
físicas adecuadas (e.g., abruptas caidas de presión ® ebullición). De
acuerdo a Sibson (1990) existirían dos mecanismos principales que
llevarían a la formación de mineralizaciones hidrotermales (Fig. 3): 1) La
bomba de succión (suction-pump); y 2) la válvula activada (fluid-activated
valve).

Fig. 3: Esquema teórico para la relación entre la variación entre la presión


de fluidos en el tiempo en función de eventos rupturales causados por
sismos (EQ). P l : presión litostática, P h : presión hidrostática. Sibson
(1990).

El caso de la bomba de succión es aplicable a las mineralizaciones


epitermales, donde las condiciones son básicamente hidrostáticas y
activadas por rupturas sísmicas. Las estructuras a rellenar son típicamente
extensionales y presentan morfologías variadas tales como en escalera,
lazo sigmoide, y cola de caballo. En la nomenclatura de Sibson éstas se
denominan "jogs" y corresponden básicamente a las inflexiones, saltos,
abanicos imbricados, y por supuesto, duplexs extensionales que vimos
previamente en otras secciones (Fig. 4). A profundidades someras las
estructuras en extensión se caracterizan por la presencia de texturas tipo
crustificaciones y brechificaciones. Estas últimas consisten en brechas de
implosión, caracterizadas por un arreglo en puzzle de fragmentos
angulares de la roca encajante, los que se encuentran cementados por una
matriz hidrotermal. La apertura forzada (sísmicamente) de la malla de
fracturas extensionales (Fig. 5) a velocidades más rápidas a la que migran
los fluidos genera un desequilibrio de presión que genera una fuerza de
succión (Fig. 5). Dependiendo de las condiciones del sistema el proceso

docsity.com
puede ocasionar el colapso interior (implosión) de las paredes de la
fractura en expansión, lo que resulta en el desarrollo de una brecha de
implosión cementada por la carga mineral de los fluidos que han sido
"succionados" hacia ese entorno.

Fig. 4: Estructura interna de sistemas mineralizados filonianos en jogs


extensionales generados por saltos de fallas transcurrentes sinestrales.
Sibson (1990).

Fig. 5: Sistema tipo bomba de succión. Apertura forzada (sísmicamente) de


una falla con movimiento dextral. A: Pre-ruptura, presiones de fluido
uniformes; B: Post-ruptura, inyección de fluidos a los jogs extensionales,
colapso de paredes ® implosión, formación de brechas. Sibson (1990).

El modelo de la válvula activada (Fig. 3) es básicamente aplicable a las


grandes zonas de cizalla en régimen dúctil-frágil. Para que el modelo se
cumpla la zona de cizalla debe cortar a través de un gradiente de presión
que excede las condiciones puramente hidrostáticas. Los gradientes
suprahidrostáticos pueden desarrollarse en vastas zonas o concentrarse en
las vecindades de una falla, cuando por ejemplo esta corta una barrera

docsity.com
impermeable (evaporitas, lutitas, rocas cristalinas). La acción de la válvula
se inicia cuando se produce una rotura sísmica en el sistema, que permite
a los fluidos superar la barrera (Fig. 6). La descarga hacia arriba se
mantiene hasta que el gradiente de presión pasa a hidrostático en la
barrera (equilibrio). El proceso se ve favorecido en fallas de gran ángulo,
en particular, en aquellas de tipo inverso.

Fig. 6: Sistema tipo válvula activada. A) Barrera impermeable separando


regímenes de presión litostática e hidrostática. B) Ruptura de la barrera e
inyección de fluidos. Nótese el paso de condiciones suprahidrostáticas en
la zona de la barrera (A) a condiciones hidrostáticas (B). Sibson (1990).

Nótese que en ambos modelos (bomba de succión y válvula activada) el


proceso mineralizador es repetitivo, lo cual originará sucesivas etapas de
ruptura-mineralización. La presión (hidrostática o suprahidrostática) cae
durante el proceso y vuelve a acumularse durante los períodos de quietud
en el sistema (Fig. 3).

Aspectos morfológicos de las masas minerales en zonas de falla

Los aspectos morfológicos más conocidos en mineralizaciones


hidrotermales asociados a fallas son aquellos relacionados con los
sistemas que han operado en régimen frágil. Entre ellos cabe destacar las
morfologías tipo en escalera (échelon), lazo sigmoide, y cola de caballo, así
como las mallas complejas (Fig. 4). Hemos destacado así mismo la decisiva
importancia de que estos sistemas se encuentren bajo condiciones
extensionales. Una morfología tipo lazo sigmoide no es importante bajo el
punto de vista económico "per se" sino si y solo si, ese lazo sigmoide se
originó bajo condiciones extensionales. De ahí que resulte vital no solo

docsity.com
entender la geometría general de un sistema si no que además debemos
conocer la cinemática del mismo.

Si bien la relación de zonas de cizalla con mineralizaciones auríferas es


ampliamente conocida en países como Canada y Australia, donde estas
grandes estructuras son relativamente comunes, en el ámbito andino aun
dista mucho por establecerse el potencial real de las grandes estructuras
de este tipo, por ejemplo, la zona de falla de Atacama y sus ramales. Es
más, la zona de falla de Atacama podría considerarse en muchos aspectos
(estructurales y litológicos) como un "análogo moderno, de nivel
estructural alto" de las grandes zonas de cizalla del escudo canadiense,
eso si, con su propias peculiaridades. Además debemos tener en cuenta
que en el caso del escudo canadiense se produjo una intensa erosión, que
permite la observación hoy en día de las zonas de cizalla en sus niveles
dúctiles profundos. Dentro estas analogías cabría destacar la presencia de
formaciones volcanosedimentarias del Jurásico y Neocomiense, que
podrían ser consideradas, con restricciones, como un análogo a los
cinturones de rocas verdes (greenstone belts) del Arqueozoico. El
potencial real de exploración de la zona de falla de Atacama aun falta por
ser establecido.

Como ya hemos mencionado, la mayor parte de las mineralizacionnes


asociadas a zonas de cizalla se encuentran asociadas a la zona dúctil-frágil
de las mismas, donde pueden generarse un mayor numero de estructuras
de apertura discreta para albergar las mineralizaciones. Aunque el objetivo
de este manual no es el de entrar en "disquisiciones filosóficas" sobre el
origen último de los metales, bien vale la pena aquí no obstante referirnos
a ello brevemente. La razón para esta pequeña "desviación" de la línea
principal de este trabajo radica en que de alguna manera, podemos
relacionar la presencia de mineralizaciones en la transición dúctil-frágil,
con la migración de fluidos en una gran zona de cizalla. Una explicación
muy satisfactoria ha sido propuesta por Cameron (1989) quien propone
que los fluidos durante su migración hacia niveles estructurales superiores
precipitan su carga metalífera en la transición de dúctil a frágil. La razón
básica sería la siguiente: las grandes zonas de cizalla presentan un fuerte
estrechamiento hacia arriba (imaginemos un embudo invertido en
sección), lo cual permite que los fluidos mineralizados (provenientes de
vastas zonas de la corteza inferior) se "concentren" en corredores
progresivamente más angostos, ya en la zona transicional dúctil a frágil.
Razones que avalan esta idea (Cameron, 1989) son entre otras el hecho de
que la zona dúctil de las zonas de cizalla (ahí donde se han podido
observar) se encuentren notablemente empobrecidas en oro con respecto
a su entorno, y que las mineralizaciones auríferas solo se encuentren
desde la transición frágil dúctil hacia arriba. A estas observaciones habría
que agregar el rol de las intrusiones graníticas contemporáneas, las cuales
tambien pueden jugar un papel importante en los procesos
mineralizadores (e.g., Oyarzun et al., 2000). A estos razonamientos nos
gustaría agregar el siguiente, es justamente a partir de la transición que se
generan una serie de estructuras tipo espacios abiertos (e.g., grietas de
tensión) donde la carga metalífera puede ser descargada. No queremos
decir con esto que no se puedan depositar importantes masas minerales en
un fábrica dúctil (de hecho sí ocurre) sino que las mejores perspectivas se
dan en la concurrencia de condiciones frágiles y dúctiles.

Las morfologías más comunes en zonas de cizalla (transición dúctil-frágil)


son las siguientes (Hodgson, 1989):

docsity.com
1) Fracturas de cizalla: venas centrales (por dilatación de cizallas C) y
oblicuas (por dilatación de cizallas P) (Fig. 7).

2) Fracturas de extensión: grandes venas extensionales; grietas de tensión


en échelon (Fig. 8).

3) Fracturas de extensión y cizalla: venas tipo "leather jacket" (venas


centrales con envoltura de grietas de tensión); venas ciempiés ("centipede
veins") (combinación venas de extensión-cizalla oblicua) (Fig. 8).

Fig. 7: Rasgos estructurales de una zona de cizalla y algunos tipos


filonianos asociados, en relación con el elipsoide de deformación. Hodgson
(1989).

docsity.com
Fig. 8: Diversos arreglos de filones en zonas de cizalla. Hodgson (1989).

Consideraciones finales sobre fallas y yacimientos: la exploración

La exploración de yacimientos es una de las labores más arduas y poco


reconfortantes en términos de la relación éxito/fracaso. No obstante, es
una actividad que se ha desarrollado, se desarrolla y se desarrollará en el
futuro, por dos razones fundamentales: 1) porque los metales tienen un
valor económico y son necesarios para el desarrollo de los países, y 2)
porque a pesar de que los fracasos superan a los éxitos, estos últimos
compensan con creces a los primeros. La exploración de yacimientos
requiere de planteamientos geológicos. Cualquiera puede determinar una
anomalía de color (gossan, zona de alteración) en el campo o en una
imagen satelital. Por el contrario, sólo un geólogo puede entender la
geología de una zona y aplicar ese conocimiento a la prospección de
yacimientos minerales. La era de los grandes descubrimientos de
yacimientos aflorantes está finalizando, hoy más que nunca
("afortunadamente") se requiere de la visión geológica de los problemas
para la búsqueda de masas ocultas de mineral. De alguna manera el factor
"suerte" siempre será importante en exploración, sin embargo, una
compañía no puede basar su estrategia en ello.

Nos gustaría terminar este manual resumiendo a manera de un decálogo lo


que creemos son los los puntos esenciales a considerar en un campaña de
exploración:

1) Las zonas extensionales son las más favorables para el desarrollo de


mineralizaciones. La extensión genera espacios, la compresión los sella.
Esto tiene dos consecuencias, ahí donde se generan espacios los fluidos
podrán circular con mayor facilidad y las masas minerales serán mayores.

docsity.com
2) Las fallas y estructuras asociadas cumplen dos roles principales en la
formación de yacimientos: actúan como canales de migración de los fluidos
hidrotermales y albergan a las mineralizaciones.

3) La determinación del sentido de movimiento de una falla individual o


zona de cizalla es vital para predecir la presencia de zonas en extensión.
Por ejemplo, el determinar la presencia de un duplex no es un hecho
significativo si no entendemos las condiciones mecánicas interiores de
éste, y para entender ésto, necesitamos saber cual es el movimiento de la
falla principal y del sistema imbricado.

4) Las fallas rara vez presentan "un" solo sentido de movimiento. Por
ejemplo, una falla puede haber jugado primero como inversa y luego como
falla normal. Un duplex puede haberse originado como una estructura
compresiva y luego haber pasado a condiciones extensionales. Para ello
hay que "leer" en la falla su historia cinemática. La utilización de software
"especializado" puede llevar a grandes errores si no se conoce
previamente, y con precisión, cual es la historia cinemática de una falla o
zona de falla. Al respecto dos corolarios: a) el software es tan bueno o tan
malo como su usuario; b) el software no substituye a un geólogo de
campo.

5) Independientemente de la escala (desde la microscópica a la regional),


las fallas pueden presentar localmente zonas extensionales y
compresionales. Esas zonas están relacionadas directamente con las
curvaturas (inflexiones) o saltos de las fallas. Las estructuras que nos
interesaran serán aquellas tipo abanicos imbricados (cola de caballo),
inflexiones, saltos, duplexes (lazo sigmoide; flor negativa), de caracter
extensional.

6) El segmento más interesante de una zona de cizalla bajo el punto de


vista económico, se encuentra desde la transición dúctil-frágil hacia
superficie. Es ahí donde se generan los espacios y estructuras discretas
donde mejor puede ser precipitada la carga mineral.

7) Las zonas de cizalla pueden tener una larga y compleja historia. La


superposición de una fábrica frágil a una fábrica dúctil es un fenómeno
relativamente normal por alzamiento tectónico del bloque en cuestión
durante la evolución del proceso. El encontrar estructuras frágiles (e.g.,
fallas, brechas) superpuestas a una fábrica dúctil (e.g., milonitas) es el
mejor indicativo de que ha ocurrido este proceso.

8) La exploración de yacimientos tiene que estar basada, antes que nada,


en el conocimiento de la geología local o regional de una zona. La
determinación de la estructura es a su vez un requisito esencial para
entender la geología. Dado que las fallas juegan un rol principal en la
formación de un gran número de mineralizaciones hidrotermales, el
entender como funcionan éstas resulta vital.

9) No existen fallas "buenas" o fallas "malas", en general todas presentan


sectores más favorables y menos favorables para el desarrollo importante
de masas minerales.

10) Si la evidencia de campo contradice los planteamientos teóricos


iniciales, substituya la teoría, lo opuesto cuasi garantiza el desastre.

docsity.com
docsity.com

También podría gustarte