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Introducción
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respecta a fallas y zonas de cizalla: qué son, como se reconocen, como
podemos determinar su historia cinemática, y sobre todo, como podemos
definir ambientes estructurales favorables para el desarrollo de
mineralizaciones. Finalmente quisiéramos señalar que este apartado no
puede ser considerado como un manual de geología estructural, en el cual
tendríamos que entrar forzosamente en innumerables consideraciones
teóricas que desvirtuarían el propósito del trabajo. Por el contrario, se
trata de unas notas muy simples, desglozadas en dos partes (Parte I y II)
que pretenden servir de herramienta de trabajo de tal manera que el
geólogo de minas o de exploración pueda reconocer y entender el
comportamiento de una falla a diferentes escalas.
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Fig. 1: Esquema de alteración en el pórfido cuprífero de San Manuel-
Kalamazoo. Nótese la falla San Manuel separando los dos segmentos del
pórfido (Lowell y Guilbert, 1990).
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Fig. 2: Esquema geológico de los segmentos desplazados San Manuel y
Kalamazoo. Simplificada de Lowell (1968).
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deformadas frágilmente en los niveles superiores de la corteza terrestre y
dúctilmente en lo inferiores. La profundidad a la que la deformación pasa
de frágil a dúctil es conocida como la transición dúctil-frágil y
generalmente se encuentra a unos 10-15 km bajo la superficie (e.g.,
Sibson, 1990) (Fig. 3). En dicha transición se desarrollan ambos tipos de
deformación, mientras que por encima o por debajo la importancia relativa
de una de estas disminuye progresivamente. De cualquier manera los 10-
15 km antes mencionados deben ser solamente considerados como un
referente general solamente, ya que zonas deformación dúctil pueden
desarrollarse a profundidades menores bajo condiciones de un gradiente
geotérmico anómalemente alto (e.g., magmatismo activo, actividad
hidrotermal de alta T generalizada, etc), y también pueden darse
deformaciones frágiles en profundidad como respuesta a movimientos
sísmicos bruscos. Como veremos más adelante existen dos series de rocas
de deformación en relación con las zonas frágil y dúctil, que representan
tipos extremos dentro de una serie intermedia muy amplia: la serie
cataclástica y la serie milonítica respectivamente (Fig. 3,4).
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La textura de las rocas deformadas es principalmente el resultado de la
relación dinámica entre la deformación y la recuperación/recristalización
del material sometido a esfuerzos (Wise et al., 1984). El balance entre la
tasa de deformación y la tasa de recuperación/recristalización determina
la textura de la roca de falla. A su vez, ambas tasas son función de
variables tales como la composición de la roca, el tamaño de grano, la
temperatura, la velocidad, la presencia/ausencia de fluidos y el campo de
esfuerzos.
Rocas de falla
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locales conlleva el enfriamiento instantáneo del material dando una roca
con aspecto vítreo (de allí el nombre).
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Fig. 7: Granito milonítico S-C del Sistema Central Español (Doblas, 1990).
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Fig. 8: Evolución de la deformación en granitos cizallados del Sistema
Central Español (Doblas, 1990). Nótese la evolución de la deformación
desde grados medios (A) hasta grados ultramiloníticos (F).
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profundidad) de las fallas normales (Fig. 10), ni menos las grandes
superficies tipo "detachments extensionales" (Fig. 11), o el carácter
irregular (con variaciones en el rumbo) de las fallas transcurrentes. Otro
aspecto a considerar es el hecho de que muchas veces la fallas presentan
un movimiento combinado, (e.g., normal-transcurrente). En resumen, las
fallas distan mucho de presentar un comportamiento "ideal" Andersoniano
y al respecto deberíamos recordar una premisa fundamental: las fallas se
curvan y de hecho casi nunca son planos sino más bien superficies.
Producto de esas curvaturas se generan situaciones asimétricas en la
distribución de esfuerzos a ambos lados de la falla o zona de falla,
resultando en zonas de extensión o compresión locales. Discutiremos esto
más adelante.
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Fig. 11: Sistema tipo detachment extensional. Wernicke (1985).
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A esto habría que agregar el movimiento combinado que pueden tener las
fallas, hablaremos en este caso de fallas con deslizamiento oblicuo (Fig.
12), que son combinaciones de movimiento (mixto) entre fallas
transcurrentes (traslación horizontal) con movimientos normales o
inversos (deslizamiento hacia arriba o abajo a lo largo del plano de falla).
Zonas de cizalla
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Fig. 13: Un segmento de la zona de cizalla de Atacama (norte de Chile).
Nótese la relación espacial con mineralizaciones de hierro. Thiele y
Pincheira (1984).
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Fig. 14: La zona de cizalla de Liquiñe-Ofqui (sur de Chile). Hervé (1984).
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Fig. 15a: Ancha zona de deformación frágil con presencia de fault gouge de
llamativos colores. Zona de falla en Almería (SE de España).
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Fig. 15b: Pequeña zona de falla con presencia de fault gouge de color
negro, incluyendo cantos de la roca original. La roca de color claro
corresponde a la unidad Caliza de Montaña (Carbonífero), Poncebos (Río
Cares), Asturias. Note el desarrollo de una fábrica incipiente.
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tienen sus puntas orientadas de forma paralela a σ 1 y suelen rellenarse de
minerales fibrosos que crecen en la dirección de σ 3 .
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zonas de cizalla pueden presentar una evolución en el tiempo, de dúctil a
frágil o de frágil a dúctil si el sector en concreto ha sufrido un alzamiento o
hundimiento tectónico progresivo mientras funcionaba el sistema.
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Saltos e inflexiones en fallas
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Fig. 19: Situaciones de extensión y compresión (ver sentido de las flechas)
en sistemas de fallas dextrales y sinestrales con inflexiones y saltos.
Tomada de Davis y Reynolds (1996).
Aparte de las inflexiones otro rasgo típico en fallas son los saltos
(stepovers, offsets) (Fig. 19), que a diferencia de las inflexiones, no se
conectan entre si, aunque mantienen parecida dirección y el mismo sentido
de movimiento. Al igual que las inflexiones, decimos que los saltos pueden
generar zonas en apertura o en cierre.
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planta) de la situación observada en el bloque superior. U: bloque
levantado, D: bloque descendido (movimiento relativo). Tomada de Davis y
Reynolds (1996).
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Fig. 21: Estructuras tipo flor negativa (A) y flor positiva (B). Note la
subsidencia y alzamiento respectivo en A y B, así mismo como el caracter
mixto (transcurrente-normal y transcurrente-inverso) del fallamiento
asociado. Woodcock y Fischer (1986).
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Distrito de Rodalquilar (Au), zona de falla extensional en unidad
ignimbrítica
Generalidades
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Fig. 1: Zonas favorables y desfavorables para la exploración en un sistema
de fallas.
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profundas (mesotermales) y someras (epitermales). Mientras que en el
ambiente somero epitermal se encuentra caracterizado por condiciones de
presión hidrostática (P = columna de agua) los sectores profundos (varios
kilómetros) presentan condiciones de presión litostática (P = columna de
roca). Entre un ambiente y otro existe toda una zona transicional que se
denomina de presión suprahidrostática. En el caso de los yacimientos
auríferos, los epitermales, formados a profundidades de 1 km o menos se
han generado bajo condiciones netamente hidrostáticas. Los grandes
yacimientos auríferos mesotermales asociados a zonas de cizalla en
régimen dúctil-frágil, corresponden por su parte a situaciones donde la
presión ha sido suprahidrostática a litostática. Una de la premisas
fundamentales es que las mineralizaciones se generan en sistemas de falla
activos, es decir, en relación con actividad sísmica. La capacidad de
ruptura de un sismo induce abruptamente el movimiento de fluidos en una
falla, y por lo tanto, la precipitación de su carga metálica en zonas
estructuralmente favorables (en extensión) donde se crean las condiciones
físicas adecuadas (e.g., abruptas caidas de presión ® ebullición). De
acuerdo a Sibson (1990) existirían dos mecanismos principales que
llevarían a la formación de mineralizaciones hidrotermales (Fig. 3): 1) La
bomba de succión (suction-pump); y 2) la válvula activada (fluid-activated
valve).
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puede ocasionar el colapso interior (implosión) de las paredes de la
fractura en expansión, lo que resulta en el desarrollo de una brecha de
implosión cementada por la carga mineral de los fluidos que han sido
"succionados" hacia ese entorno.
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impermeable (evaporitas, lutitas, rocas cristalinas). La acción de la válvula
se inicia cuando se produce una rotura sísmica en el sistema, que permite
a los fluidos superar la barrera (Fig. 6). La descarga hacia arriba se
mantiene hasta que el gradiente de presión pasa a hidrostático en la
barrera (equilibrio). El proceso se ve favorecido en fallas de gran ángulo,
en particular, en aquellas de tipo inverso.
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entender la geometría general de un sistema si no que además debemos
conocer la cinemática del mismo.
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1) Fracturas de cizalla: venas centrales (por dilatación de cizallas C) y
oblicuas (por dilatación de cizallas P) (Fig. 7).
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Fig. 8: Diversos arreglos de filones en zonas de cizalla. Hodgson (1989).
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2) Las fallas y estructuras asociadas cumplen dos roles principales en la
formación de yacimientos: actúan como canales de migración de los fluidos
hidrotermales y albergan a las mineralizaciones.
4) Las fallas rara vez presentan "un" solo sentido de movimiento. Por
ejemplo, una falla puede haber jugado primero como inversa y luego como
falla normal. Un duplex puede haberse originado como una estructura
compresiva y luego haber pasado a condiciones extensionales. Para ello
hay que "leer" en la falla su historia cinemática. La utilización de software
"especializado" puede llevar a grandes errores si no se conoce
previamente, y con precisión, cual es la historia cinemática de una falla o
zona de falla. Al respecto dos corolarios: a) el software es tan bueno o tan
malo como su usuario; b) el software no substituye a un geólogo de
campo.
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