Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
De acuerdo a Néstor Arboleda (2005), para formular una acción por silencio administrativo, es
necesario que exista una base de derecho, un proceso administrativo, que el pedido se dirija a
organismos competentes, que la vía escogida sea la prevista en la ley; en este sentido no
procedería que – por ejemplo – a través de un reclamo administrativo, peor silencio
administrativo, se solicite a la Presidencia el pago de indemnización que debería tramitarse en
sede administrativa o se deba declarar por acción judicial y vía ordinaria; en otro ejemplo
tenemos que si una persona, natural o jurídica, reúne los requisitos y pide al Ministerio de
Educación que apruebe el funcionamiento de un establecimiento educativo, la solicitud debe
ser contestada con los términos legales, de no ser contestadas se abren las puertas del reclamo
por silencio administrativo.
Para Adriana Duque (2012), una de las características de la democracia es que las personas, en
ejercicio de sus derechos, puedan concurrir ante la administración con sus peticiones; por su
parte, la Administración está en la obligación de responder esos requerimientos; de esta forma
el “derecho de petición” con la obligación de resolver, conduce a que el administrado tenga
derecho a una respuesta, y, en caso de no existir respuesta se configure el Silencio
Administrativo.
Para Arboleda Terán (2005) el silencio frente a una demanda que ha sido citada se considera
negativa pura y simple; el silencio en procedimientos administrativos se consideraba como
denegación tácita de la solicitud y abría la posibilidad de emprender una acción; el silencio de la
Administración equivaldría a una aceptación tácita, que nace por mandato de la ley, para ser
reconocido; la abstención de pronunciamientos a o de manifestación de voluntad que puede
darse en las relaciones jurídicas, tiene efecto jurídico; así por ejemplo, el asignatario constituido
en mora de declarar si acepta o repudia una herencia, se entiende que repudia (artículo 1278
del Código Civil); el Silencio administrativo fue regulado con la ley de Modernización del Estado
de 18 de agosto del 2000, en la que consta que las peticiones se las debe resolver en treinta
días; posteriormente mediante Derecho Ejecutivo se expidió el Estatuto del Régimen Jurídico
Administrativo de la Función Ejecutiva -ERJAFE-, publicado el 18 de marzo del 2002, que
establece el plazo de sesenta días, como término para resolver los procedimientos
administrativos.
El derecho de los ciudadanos a realizar peticiones a las autoridades públicas y recibir una
respuesta de ellas ha estado presente, con algunas variantes, en todas las constituciones que
han regido nuestra vida republicana. En la Ley de Modernización… consta que las peticiones se
las debe resolver en treinta días; define la aplicación del silencio positivo en lugar de la
denegación tácita que hasta esta fecha venía ocurriendo en algunas materias.
Para Guido Escobar (2016), el silencio administrativo es una figura jurídica, da efectos a la falta
de pronunciamiento, pues solo la administración puede provocar el silencio administrativo no
el particular; si éste no ejerce sus derechos en los términos de ley caduca su derecho a
demandar.
Los efectos del silencio administrativo nacen por la fata de una decisión pública en un
determinado tiempo, esto desde la dimensión del administrado, los efectos en la
administración, es que se genera la imposibilidad jurídica de pronunciarse sobre un hecho
porque ha pasado el tiempo para hacerlo, entonces carecería de competencia para
pronunciarse, a esa falta de ejercicio del derecho dentro del tiempo se la conoce como
caducidad.
Para Patricio Sacaira (2008), el acto administrativo reglado, es aquel que solo puede ser
expedido cumpliendo los procedimientos fijados en la norma jurídica preexistente; ya que esta,
de modo previo a la emisión del acto, ajusta la conducta del órgano público que debe la
competencia; se refiere al ejercicio específico de una potestad pública en manos de una
Autoridad que es la que representa a la Administración, en un caso especifico dentro del tiempo
determinado en la ley sometida a las condiciones establecidas en la misma. La prescripción no
es aplicable para la administración porque las potestades que son propias del poder del Estado
son permanentes y eternas; en cambio, la caducidad es aplicable para la administración porque
tiene que ver con la voluntad de la Autoridad competente cuyo accionar está regulado por el
ordenamiento jurídico.
La norma jurídica establece reglas que deben cumplirse para que el acto del poder público sea
emitido y tenga valor efectivo. Así por ejemplo para destituir a un funcionario debe,
previamente, efectuarse el sumario administrativo. Son actos impugnables en vía judicial.
El efecto positivo del silencio puede ocurrir en dos vías: a.- producto de un reclamo que impugna
la actuación administrativa, situación al que ipso jure se deja sin efecto el acto administrativo,
por lo que el administrado sólo tendría que accionar si la administración insiste en su ejecución;
b.- cuando la pretensión es una actuación u obligación de la administración (devolución de pago
indebido, emisión de licencia, permiso, etc.), que se efectiviza cuando la autoridad pública emita
el acto solicitado, o se proceda a la ejecución vía judicial de un título de ejecución, como
sentencia, acta de mediación, laudo arbitral, ante el contencioso administrativo.
Duque cita a Patricio Secaira (2004), quien afirma que la petición debe ser dirigida a la autoridad
a la que la Constitución o la ley le han entregado derechos para que pueda expresar la voluntad
pública relativa al caso puesto en conocimiento.
Para que se configure una petición como Silencio Administrativo, debe cumplirse las
características que le corresponden como acto administrativo, que a criterio de Duque y Secaira,
son:
a. Que el solicitante tenga legitimación activa del derecho reclamado, el derecho debe tener
una vinculación directa e individual con la persona solicitante, que esos derechos no
involucren ni afecten derechos que puedan pertenecer a otras personas;
b. El objeto de la petición debe ser un hecho posible, lícito, susceptible de ejecución, conforme
a la moral pública y que no constituya delito;
c. La petición debe adecuarse “manifiestamente” a la norma legal que se cita como sustento;
d. Los actos no deben tener por objeto la satisfacción ilegitima de un interés particular;
e. La petición debe estar motivada en normas vigentes o principios jurídicos, con una
explicación de la pertinencia;
f. La petición debe ser dirigida a la autoridad competente;
g. Que el derecho que se pretende ser reconocido sea verdadero y tenga un antecedente
válido, además no haya caducado por el transcurso de tiempo.
De esta forma, Secaira (2004) señala que no será a través de una petición extemporánea y de
la falta de respuesta de la administración que ese derecho, fenecido por el ministerio de la ley
quede restituido; pues solamente la ley tiene la fuerza jurídica suficiente para restablecer un
derecho extinto. Ni la administración ni los jueces pueden crear derechos o hacerlos renacer.
Para José Meythaler, la falencia de esta figura jurídica radica en que se demostraba su
existencia, mediante una certificación que aceptaba el vencimiento del término, lo cual
ocasionaba dificultades en el reconocimiento del silencio administrativo; otra forma es obtener
la constatación del vencimiento del término por medio de una diligencia notarial o judicial,
parte de los jueces administrativos.
Según manifiesta Edgar Acosta (2017), el artículo 207 del Código Orgánico Administrativo
(COA), entiende positiva la respuesta a los pedidos o reclamos, no resueltos por la
administración pública en el término de treinta días hábiles, y no quince que prescribe la ley
vigente. Para que sea válido y ejecutable el acto administrativo presunto no debe adolecer de
vicios de nulidad (como: contrario a la ley, autoridad incompetente, situaciones imposibles); el
artículo 210 ordena que la resolución que la autoridad pública dicte con posterioridad al silencio
administrativo, sólo podrá ser confirmando el derecho del administrado.
El efecto positivo del silencio puede ocurrir en dos vías; a.- producto de un reclamo que
impugna la actuación administrativa, situación en la que ipso jure se deja sin efecto del acto
administrativo, por lo que el administrado sólo tendría que accionar si la administración insiste
en su ejecución; b.- cuando la pretensión es una actuación u obligación de la administración
(devolución de pago indebido, emisión de licencia, permiso, etc.), que se efectiviza cuando la
autoridad pública emita el acto solicitado, o se proceda a la ejecución vía judicial de un título
de ejecución, como sentencia, acta de mediación, laudo arbitral, ante el contencioso
administrativo.
El artículo 208 del COA, regula el principio de oficialidad de los procedimientos, por iniciativa
de la administración, estableciéndose que la falta de resolución dentro de tiempo produce la
figura del silencio positivo a favor de los interesados involucrados en el procedimiento; los
treinta días se contabilizarían desde que el administrado presenta la petición.
El efecto del silencio positivo en los procedimientos sancionatorios también se halla
contemplado en la norma anterior. La falta de actuación de la autoridad provoca la caducidad
de la facultad sancionadora, por lo que la norma ordena que deba dictarse una resolución que
así lo reconozca y que ordene el archivo del proceso. Si no se lo hace, se acude a la vía judicial.
Un cambio en la figura del silencio positivo lo encontramos en el artículo 229 del COA, cuando
frente a la falta de pronunciamiento de la administración sobre el pedido de suspensión del
acto administrativo, la norma ordena que se entenderá ocurrida la negativa táctica de lo
solicitado, de lo cual no hay recurso ulterior, situación que sería una excepción a la regla general
del silencio administrativo positivo.