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Belleza y abyección: la representación


del cuerpo femenino en la narrativa
de Silvina Ocampo

Paola Susana Solorza


“El poder se ha introducido en el cuerpo,
Lic. en Letras, FFyL, UBA. Ex invesgadora del Inst. se encuentra expuesto en el cuerpo mismo.”
Interdisciplinario de Estudios de Género, FFyL, UBA MICHEL FOUCAULT, Microfísica del poder

“Hay que reiterar que la belleza cambia mucho más allá del solo efecto
de la moda: contiene las grandes dinámicas sociales,
las rupturas culturales, los conflictos de género...”
GEORGES VIGARELLO, Historia de la belleza

El concepto de belleza se sostie- axiológica. Guy Debord en su célebre


ne, como tantos otros en el sistema libro, La sociedad del espectáculo
binario de la lengua,1 sobre la base (1967), donde analiza el surgimiento
de una negación, aquello que no es de un tipo de sociedad articulada en
bello y, por lo tanto, configura su función de las imágenes y las apa-
opuesto: la fealdad. Si analizamos los riencias, sugiere que “la perspectiva
sinónimos que da el diccionario para visual... [se ajusta] a modos de ver
bello y para feo, encontraremos que dominantes” (Debord, 2008: 15). Ni la
mientras lo bello es aquello lindo, mirada ni la percepción son “inocen-
atrayente, agradable, armónico; lo feo tes” sino que responden a los crite-
será, en sus diferentes contextos, rios de legalidad e inteligibilidad pro-
1. Ferdinand de Saussure concibió la lengua repelente, horrendo, desagradable, pios de una cultura determinada.
como un sistema de signos que mantienen entre grotesco, repugnante o abyecto.2 Existe un modo particular de ver y
sí relaciones opositivas: “El valor de cualquier tér- Solo lo bello se considera en térmi- percibir el cuerpo en términos de
mino [dentro del sistema] está determinado por nos positivos mientras que lo feo se belleza o fealdad dentro de lo que se
lo que lo rodea y por lo que se le opone”, en define por la negativa. denomina imaginario colectivo.
Saussure, Ferdinand de, Curso de Lingüística Gene- La percepción, sobre todo a tra- Los imaginarios colectivos se for-
ral, Saussure y los fundamentos de la lingüística. vés de la mirada, ha jugado desde jan a partir de paradigmas morales
Estudio preliminar, selección de textos y traduc- siempre, un papel importantísimo en promovidos por quienes ejercen el
ción de José Sazbón, Buenos Aires, CEDAL, l985. relación con los parámetros de belle- poder dentro del cuerpo social. Esta
2. En Diccionario de sinónimos y antónimos, za y fealdad para catalogar y definir noción la explica Foucault como
Madrid, Espasa-Calpe, 2006. lo percibido dentro de una escala aquel “que estaría constituido por una

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universalidad de voluntades”. Lo antítesis de la belleza, será considera-


importante de todo esto es que “no da una violación a dicha norma.
es el consenso [lo] que hace aparecer La fealdad como límite de la
el cuerpo social, es la materialidad del belleza conformará asimismo la fron-
poder sobre los cuerpos mismos de tera de la subjetividad o de la identi-
los individuos.” (Foucault, 1992: 112) dad de género, será el lugar de lo
La percepción, a través de la mira- “vacilante, amenazador, peligroso
da, se encontrará entonces “mediada” [que] se perfila como no-ser”, será el
por los criterios de legalidad e inteligi- punto mismo “donde el sentido se
bilidad que maneja el cuerpo social en desploma” (Kristeva, 1998: 91), lo
su escala axiológica y, desde este esta- “abyecto” en términos de Julia Kriste-
dio de predeterminación, se va a va, aquello que es excluido y de nin-
materializar en los cuerpos concretos guna manera podrá asimilarse a la Man Ray, Venus restaurada, 1936. Milán,
de los individuos. Siguiendo a Foucault norma, cayendo por fuera de ella. Colección Schwarz.
diremos que la identidad se forja en el
medio de este entramado de relacio-
nes de poder que emana de los discur-
sos y que estos mismos materializan
en los cuerpos. Uno de estos discursos
es el que rige las normas de inteligibili-
dad de género. Es, tal vez, el más
importante para interpretar y recono-
cer un cuerpo, pues tal como sugiere
Butler: “no puede afirmarse que los
cuerpos posean una existencia signifi-
cable antes de la marca de su género.”
(Foucault, 1992: 58)
Entre los atributos del género
femenino, lo bello ha ocupado desde
tiempo inmemorial, un lugar privile-
giado en la conformación de la iden-
tidad. Georges Vigarello afirma que “la
belleza valoriza el género femenino
hasta el extremo de parecer su cul-
minación” (2004: 28). Para obtener el
“reconocimiento social” un cuerpo
construido e interpretado como
femenino, deberá responder a los cri-
terios de belleza vigentes. Así, contri-
buirá a reforzar su identidad dentro
del cuerpo social, acatando un
modelo de proporción y armonía, un
canon o ideal de corrección de las
formas, un “deber ser” del cuerpo
para ser considerado bello, agradable
a la mirada. Lo femenino será conce-
bido en términos positivos si respon-
de a la norma estética constitutiva
de su género y, simultáneamente, la
fealdad, como límite constitutivo y

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cuerpo femenino. Los personajes


femeninos de Ocampo se posicionan
en los límites, ya sea mediante la paro-
dia de la norma social y estética, o
haciendo ostensible lo abyecto, en su
calidad de seres excluidos que denun-
cian su condición, con la imposibilidad
manifiesta de incluirse dentro del ima-
ginario social que recupera su autora.
Para el análisis hemos seleccionado
un corpus de seis cuentos, de sus
Obras completas: “La propiedad”, “El
vestido de terciopelo”, “Las vestiduras
peligrosas”, “El sótano”, “Azabache” y “La
cara en la palma”.
La mucama-narradora del cuento
“La propiedad” encarna al extremo los
mandatos de su género, en cuanto al
ideal de belleza, sometiendo su cuer-
po a experimentos de cirugía estética
con el fin de corregir sus defectos para
mejor responder a dicho ideal: “Apro-
veché las vacaciones... para someterme
a operaciones de cirugía estética:
empecé por la nariz, después fue el
turno de los ojos y de los senos. Los
médicos no me cobraban nada. Yo no
tenía inconveniente en prestarme para
experimentos de esos...”.3
Esta mucama toma como modelo
a imitar a la señora para la cual trabaja,
que es “rubia y bonita como el trigo”.4
Esta también somete su cuerpo, si
bien no a cirugías, a un régimen exce-
Silvina Ocampo Consideraremos la fealdad como sivo: “nunca estaba satisfecha. Siempre
“abyección”, en el sentido que Kristeva quería adelgazar más”.5
le otorga al término, como aquello que Vigarello se refiere en su obra a la
no se integra dentro del sistema –de importancia del arte de embellecer,
normas estéticas pre-establecidas, a presente ya en los tratados de belleza
los efectos de nuestro análisis–, y con- del siglo XVI. Para obedecer al “molde
forma su límite constitutivo, “la abyec- de la perfección” era necesario recu-
ción se construye sobre el no recono- rrir a “prácticas correctoras” y, entre
cimiento de sus próximos” (Kristeva, ellas, se encontraban los regímenes
1998: 13). Era, de hecho, uno de los de adelgazamiento y el empleo del
sinónimos que postulábamos al inicio corsé para modelar las formas. A par-
del presente trabajo. tir del siglo XIX, la belleza pasa a ser
3. Ocampo, Silvina, “La propiedad”, en Cuentos El objetivo será focalizar la tensión todavía más “democrática” con “la
completos I, Buenos Aires, Emecé, 1999, p. 220. entre belleza y abyección en un análi- apelación a la transformación de sí
4. Ibídem, p. 221. sis de la narrativa de Silvina Ocampo, misma” bajo el lema: “Vivimos en ple-
5. Ibídem. con su particular representación del na libertad y ese estado de cosas ha

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conferido a cada mujer la responsabi- Enrique Pezzoni afirma que “los


lidad de su belleza” (Vigarello, 2004: relatos de Silvina Ocampo (...) eligen la
142). En términos foucaultianos esto regla y la norma para dar sentido a los
podría interpretarse como el efecto desvíos alarmantes, y hacer irrisoria la
solapado que el poder ejerce sobre obediencia minuciosa” (1986: 194). De
los cuerpos. Foucault afirma que “los esta manera, se parodia la norma y las
ejercicios, el desarrollo muscular, la consecuencias atroces del poder sobre
desnudez, la exaltación del cuerpo el cuerpo son narradas con una cuota
bello... todo está en la línea que con- de humor negro, como lo hacen la
duce al deseo del propio cuerpo modista y la “inocente” niña de “El ves-
mediante un trabajo insistente, obsti- tido de terciopelo”. El acatamiento
nado, meticuloso, que el poder ha extremo del ideal de belleza termina
ejercido sobre el cuerpo...”. (1992: 112) por destruir y aniquilar por completo a
La señora de “La propiedad” busca los personajes femeninos que se
así responder minuciosamente al someten a él. Butler afirma que “la cre-
modelo y, cuando no lo logra, experi- ación de valores (...) exige la destruc-
menta una sensación de culpa: “¡Cuán- ción del cuerpo –de forma parecida al
tas veces la sostuve en mis brazos, llo- instrumento de tortura que en “La
rando porque no había bajado de colonia penitenciaria” de Kafka destru-
peso o porque había subido injusta- ye el cuerpo sobre el que se escribe–
mente, con muchos sacrificios!” –excla- (“...el cuerpo... debe ser destruido y
ma la mucama.6 transfigurado para que emerja la ‘cultu-
En “El vestido de terciopelo” se ven ra’”). (2007: 256-257)
también los efectos que ocasiona
constreñir el cuerpo para que se adap-
te a un modelo predeterminado, en La fealdad como límite de la belleza conformará
este caso, un vestido de terciopelo,
sobre el cual Cornelia Catalpina, la pro-
tagonista, afirma al probárselo: “es la frontera de la subjetividad o de la identidad de género,
como una cárcel. ¿Cómo salir?”7
Cornelia experimenta la contradic-
ción entre el gusto por acatar la norma será el lugar de lo “vacilante, amenazador” (...).
para transformarse así en una “mujer
deseable” y el peso que ello significa,
puesto que tanto la norma como el En “Las vestiduras peligrosas”, Arte-
vestido, la asfixian: “Yo comparo el ter- mia se pregunta: “¿Para qué tenemos
ciopelo con los nardos –dice– (...) El un hermoso cuerpo? ¿No es para mos-
nardo es mi flor preferida y sin embar- trarlo, acaso?”9 y obliga a su modista
go, me hace daño. Cuando aspiro su –que curiosamente se llama Rég[u]la
olor me descompongo”.8 en un juego con el significante “Regla”
El acatamiento de la norma y el aunque prefiere usar el sobrenombre
canon de mujer deseable y bella ter- de “Piluca”– a que le confeccione vesti-
minarán matándola. La muerte de Cor- dos transgresores que, en lugar de 6. Ocampo, Silvina, op. cit., p. 221.
nelia es narrada en tono risueño. La cubrir, muestren su bello cuerpo: “Los 7. Ocampo, Silvina, “El vestido de terciopelo”,
modista que le probó el vestido, al ver- vestidos eran por demás extravagan- en Cuentos completos I, Buenos Aires, Emecé,
la caída en el suelo, dirá secamente: tes... –afirma la modista–. El jumper de 1999, p. 252.
“Ha muerto. ¡Me costó tanto hacer este terciopelo... tenía un gran escote por 8. Ibídem.
vestido! ¡Me costó tanto!”, a lo que la donde me explicó que se asomaría 9. Ocampo, Silvina, “Las vestiduras peligrosas”,
niña-narradora agregará su irónico leit una blusa de organza que cubriría en Cuentos completos II, Buenos Aires, Emecé,
motiv: “¡Qué risa!”. sus pechos... El día que se le antojó 1999, p. 36.

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estrenar el jumper no estaba hecha la En el cuento “Las vestiduras peli-


blusa: resolvió, contra viento y marea, grosas” encontramos además, otra
ponérselo. Parecía una reina, si no vuelta de tuerca, hacia el final, cuando
hubiera sido por los pechos, que con la protagonista por insistencia de su
pezón y todo se veían como una com- modista “pantalonera”, acepta vestirse
potera, dentro del escote.”10 al estilo masculino, y todavía la violen-
De manera contradictoria, la nor- cia se manifiesta: “Una patota de jóve-
ma constriñe el cuerpo a la encarna- nes... violaron a la Artemia... y después
ción de un ideal estético pero, a su la acuchillaron por tramposa.”12 Dejan-
vez, encarnar el ideal; volverlo ostensi- do en claro que no se trata solo de no
ble a través del desnudo, tendrá una hacer ostensible en demasía la belleza,
repercusión violenta. La protagonista sino que tampoco hay que burlarla
tiene “dobles” a quienes ella llama “las adquiriendo atributos de otro género.
copionas”, mujeres que en todas par- En la genealogía que Georges Vigarello
tes del mundo copian los diseños de realiza de la belleza, aparecen ya en el
sus vestidos y al usarlos, resultan viola- siglo XIX, las mujeres denominadas
das: “leyó la noticia de Budapest, llo- “transgresoras” al estilo George Sand, a
rando. Una muchacha había sido vio- quienes se las “acusa de ‘desdeñar las
lada... llevaba puesto un jumper de gracias femeninas’ así como de ‘no
terciopelo, con un escote provocativo, querer gustar por su belleza’. Su falta
que dejaba sus pechos enteramente consistirá en adoptar demasiado visi-
descubiertos.”11 blemente los valores masculinos, jugar
Se exige un cuerpo bello pero, al con la ropa de hombre...” (Vigarello,
mismo tiempo, la belleza se vuelve 2004: 154) como lo hace Artemia, por
“provocativa”. Son las contradicciones eso es calificada con el término de
de la ley. Foucault afirma que histórica- “tramposa” y, finalmente, a modo de
mente ha tenido lugar una “histeriza- sanción social: violada y asesinada.
ción” del cuerpo de la mujer, un “triple Butler afirma en relación con ello que
proceso según el cual el cuerpo de la la “travestida” se burla del modelo que
mujer fue analizado –calificado y des- expresa el género así como de la idea
calificado– como cuerpo integralmen- de una verdadera identidad de género.
te saturado de sexualidad”. (Foucault, (2007: 267)
2003: 127) La norma misma genera un exce-
Al construirse como objeto de la dente, aquello que escapa de sus lími-
mirada y el deseo masculinos, el cuer- tes; Kristeva postula que es “esta lógica
po femenino es genéricamente inter- de la exclusión [lo] que permite la exis-
pretado en términos eróticos, el acata- tencia de lo abyecto” (1998: 88) y justa-
miento de la normativa estética mente, en la narrativa de Ocampo, no
también implica una provocación se trata solo de la fealdad en sí como
pues, como afirma Marco Antonio una cuestión de valoración estética
Bazzocchi en Corpi che parlano, en el sino que ello implica, a su vez, una
caso del cuerpo femenino “tocca insie- variable que marca las fronteras mis-
me bellezza e sessualità” (Bazzocchi, mas de la identidad de género y por lo
2004: 9). Es en este sentido también tanto, el límite del sujeto social.
que Pezzoni alega: en Silvina Ocampo En “El sótano”, una prostituta vive
10. Ibídem, p. 36. “la anomalía muestra el desorden encerrada –como el nombre del cuen-
11. Ibídem. como una exacerbación del orden” to lo anticipa– en el sótano de una
12. Ocampo, Silvina, “Las vestiduras peligrosas”, (1982: 13), pues la violencia surge casa que están a punto de demoler.
en Cuentos completos II, Buenos Aires, Emecé, como consecuencia de una obediente Allí convive diariamente con ratones.
1999, p. 38. repetición y exacerbación de la norma. Su estado raya lo abyecto no solo en

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Al construirse como objeto de la mirada y el deseo

masculinos, el cuerpo femenino es genéricamente

interpretado en términos eróticos.

términos de fealdad sino implicando el de diversas anomalías...” (Bajtín, 1987:


asco, la contaminación, “el límite de lo 311), “mezclas” que caen por fuera de
asimilable” (Kristeva, 1998: 28). La pros- la norma de lo bello, lo estético, no
tituta afirma: “Tengo sed: bebo mi solo en materia de comportamiento
sudor. Tengo hambre: muerdo mis sino también de rasgos físicos y, en
dedos y mi pelo.”13 Con su instinto de este sentido, Aurelia está muy alejada
conservación se alimenta de su propia del ideal de belleza y elegancia, su risa
abyección, de sus fluidos y hasta de su es “como un relincho” y le gusta “comer
carne. En ningún momento reniega de azúcar en la palma de la mano...” (Baj-
su estado y como una burla o una tín, 1987: 311). Se parece mucho a su
especie de golpe asestado en el cen- caballo preferido: Azabache. Tanto es
tro mismo de la norma, afirma: “Me así que hacia el final del cuento se
miro en un espejito: desde que apren- explicita el “juego del doble”, Azabache
dí a mirarme en los espejos, nunca me cae en un cangrejal vecino y Aurelia,
vi tan linda.”14 intentando ayudar al caballo, se hunde
Portadora de una mirada alternati- con él; su pareja pretende salvarla pero
va, deconstruye los términos opositi- al ver en ella el reflejo del animal,
vos y desligada ya de toda atadura desiste, la deja hundirse: “Le miré los
social, puede llegar a ver la belleza de ojos y vi esa luz extraña que tienen los
lo abyecto. caballos agonizantes: vi el caballo
En “Azabache”, la protagonista, reflejado en ellos. Le solté el brazo...”
Aurelia, tiene “su pelo negro y lacio (Bajtín, 1987: 245). Lo abyecto, al volver
como las crines de los caballos”.15 Su ostensible lo diferente, debe ser des-
enamorado la compara con “aquella truido. La destrucción tiene lugar
horrible mujer elegante, con las uñas cuando la diferencia se torna amena-
pintadas, de la cual [se] había enamo- zante, puesto que en tanto frontera de
rado años atrás”,16 exaltando la atrac- la subjetividad, pone en evidencia la
ción que le produce su “diferencia”. fragilidad misma del orden simbólico o
Mijail Bajtín postula que “la mezcla de del cuerpo social.
rasgos humanos y animales es una de Algunos de estos personajes “anó- 13. Ocampo, Silvina, “El sótano”, en Cuentos com-
las formas grotescas más antiguas” malos” intentan resistir estoicamente pletos I, Buenos Aires, Emecé, 1999, p. 212.
(1987: 284). La animalización grotesca en su diferencia. Es el caso de la prota- 14. Ibídem.
es asimilable a lo abyecto, pues se tra- gonista de “La mano en la palma”, por- 15. Ocampo, Silvina, “Azabache”, en Cuentos com-
ta de “la pintura de seres humanos tadora de una extraña diferencia cor- pletos I, Buenos Aires, Emecé, 1999, p. 243.
extraordinarios... personajes dotados poral: “Tengo en la palma de la mano 16. Ibídem, p. 244.

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izquierda una cara que me habla, que resistencia a la destrucción o disolu-


me acompaña, que me combate, una ción de lo abyecto, que es al mismo
cara pequeña como un bajo relieve, tiempo, una resistencia a la norma y a
que ocupa el lugar en que deben estar ser asimilada por el cuerpo social. Por
las líneas de la mano. Es un defecto de eso, la protagonista experimenta una
nacimiento... siempre esta pequeña contradicción de amor-odio, esto es:
voz contradice mis más íntimos pensa- una necesidad de amar que se con-
mientos como si fuera una enemiga.”17 trapone a la imposibilidad de su pro-
La protagonista-narradora mani- pio cuerpo de materializar y significar
fiesta su deseo de casarse y todo el la norma. Parece quedarse en el límite
cuento está narrado en segunda per- y, por consiguiente, sabe que de ese
sona, dirigiéndose como en una epís- modo, no podrá ser amada sino
tola al hombre que la salvó cuando excluida.
estaba hambrienta y desvalida, y que Estos cuerpos “diferentes” son,
ahora ama en silencio, pero con el como Silvia Juroievtzky afirma en
cual trata de evitar un acercamiento “Mujeres de raros diseños”, “cuerpos sin
más íntimo, pues anticipa que por su apoyatura teórica” (Amado y Domín-
“defecto” será rechazada. Esconde ese guez, 2004: 243), no tienen cabida
defecto debajo de un guante y lo dentro del imaginario del cuerpo bello.
mantiene en secreto. A la vez que establecen los límites de
Lo interesante es que esa anomalía la belleza, ponen de manifiesto una
corporal le habla, tiene voz y la incita a materialidad que existe por fuera del
ir en contra del orden social, generan- canon y de los discursos del poder que
do una resistencia que la aleja de toda delimitan las prerrogativas de género.
convención: la obliga a huir de su casa, Para Kristeva, esta materialidad por
abandonar su antigua vida e incluso la fuera de la norma implicaría un riesgo:
posibilidad de contraer matrimonio. “el riesgo que corre permanentemente
Para casarse tendría que desterrar esa el orden simbólico mismo, por ser un
contaminación o impureza que la dispositivo de discriminaciones”
vuelve un “cuerpo equivocado”18 o (1998: 94).
abyecto. Lo que la narrativa de Silvina
“¿Qué hacer de este abyecto? –se Ocampo hace mediante la representa-
pregunta Kristeva en Poderes de la per- ción del cuerpo femenino es mostrar
versión– (...). La cuestión podrá quedar justamente el punto de quiebre de lo
indecisa.” (1998: 67). En efecto, privile- canónico, ya sea con la parodia, una
giando este espacio bisagra de la inde- imitación burlesca de la ley, con perso-
finición, la protagonista de “La cara en najes que, por su obediencia y sumi-
la palma” afirma al final del cuento, diri- sión extremas al canon de belleza,
giéndose a Aurelio: “Si me ves llegar un alcanzan su destrucción y muerte; o
día con la manga del vestido vacía, con la presentación de personajes que
17. Ocampo, Silvina, “La cara en la palma”, en Cuen- como esos guardianes lisiados de las pertenecen al orden de lo abyecto, de
tos completos I, Buenos Aires, Emecé, 1999 , p. 389. plazas, sabrás que estoy dispuesta a lo excluido, aportando de esta manera,
18. La noción de “cuerpo equivocado” para definir casarme contigo, pero si me ves alejar- una visión alternativa, de una materia-
a “mujeres que portan una diferencia corporal” que me como siempre, aparentemente lidad o corporeidad “ruidosa” frente a lo
las distingue, es de Jurovietzky, Silvia, “Mujeres de normal, con ese guante tejido en la establecido, algo que busca una aper-
raros diseños”, ficciones, en Amado, Ana y Domín- mano izquierda, entiende que yo, tu tura y una recodificación de lo Simbóli-
guez, Nora (comps.), Lazos de familia–Herencias, enamorada, vivo oyendo en mí la voz co, con la posibilidad de replantear los
cuerpos, Buenos Aires, Paidós, 2004, p. 238. de alguien que te odia.”19 discursos sobre el cuerpo y la identi-
19. Silvina Ocampo, “La cara en la palma”, en Cuen- A pesar de todo, en esa tensión dad de género. Para lograr esto, se
tos completos I, Buenos Aires, Emecé, 1999, p. 391. entre el ser y el deber ser, hay una debe desterrar el modelo del cuerpo

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armónico como imagen de clausura y construido lo femenino como “el bello 20. Según Butler, los términos “sexo” y “género”
de exclusión. sexo”.20 Es necesaria una construcción son culturalmente construidos.
Un discurso sobre el cuerpo debe- variable del cuerpo femenino, que 21. La concepción de “cuerpo en devenir” ya está
ría apuntar a la pluralidad, tomando en desvincule la concepción de “belleza Bajtín cuando define el cuerpo grotesco como “un
cuenta la imposibilidad de cierre, es como conclusión del sujeto” (Vigarello, cuerpo en movimiento [que] no está nunca listo ni
decir, la imposibilidad del “Ideal”, lo que 2004: 244) y privilegie un “cuerpo en acabado: está siempre en estado de construcción...
deja en evidencia también, la precarie- devenir”,21 esto es, un discurso sobre el y él mismo construye otro cuerpo” (1987).
dad de cualquier identidad de género, cuerpo en estado de construcción y
identidad que históricamente ha creación permanentes.

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