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Crisis ideológicas

El hombre ha profanado su conciencia y, por ende, a las ideologías que son respuestas al devenir
social. MARIANO SIERRA Colombia 11 DE AGOSTO DE 2017 18:19 h Una reflexión requiere
conceptualización para mayor comprensión del tema, antes de entrar en materia, más aún
tratándose de ideologías, entre las cuales hacen parte instituciones políticas, económicas,
familiares, educativas, culturales, religiosas, sindicales, sociales, de grupos étnicos, entre otras, y
apuntan a creencias, tipos de pensamientos, actos diversos, que buscan ordenamientos de una
persona o colectividad persiguiendo unos propósitos determinados. La didáctica propia de la
realidad ideológica se ve plasmada en su función social u objetivos definidos. A través de la
historia, las ideologías han conformado diversos discursos conceptuales que, por no cumplir
preceptos, se les tilda de mentiras de conciencia o de prácticas de ocultamiento. Los enunciados
ideológicos tienen la particularidad de ser compartidos por una colectividad, pues existe un fin
dentro de los procesos sociales y dentro de los diversos pensamientos que varía según la historia y
el desarrollo de los pueblos, pero que esencialmente promueve poderes grupales. Las ideologías
por lo regular contienen instrumentos de dominación y poder que desplazan actos de libertad y de
autonomía del hombre convirtiéndolo en un esclavo, sin facultad de crítica. Hay ideología cuando
hay identidad de compromisos. De allí que exista siempre una obligación reflexiva, pues en las
situaciones se presentan obstáculos de corrupción, de violencia, de irrespeto, de poder, de
imposiciones, de manipulación. La reflexión conduce a la razón, a indagar, a estudiar la
consistencia del pensamiento ideológico, a determinar su función, su razón de ser. La ideología, de
otra parte, tiene su desarrollo en cualquier conjunto de credos que, por lo regular, están ligados a
los distintos movimientos sociales o distintas instituciones. Las instituciones ideológicas viven de
sus correspondientes profetas que las lideran, unos proclamando sus doctrinas falsas donde la
verdad y la certeza se ocultan, y otros proclamando sus doctrinas donde fluye la verdad y la
certeza, en muy contadas excepciones, Podemos hablar de crisis de las ideologías, sí, pero
también podemos pensar que hay ideologías que pueden superar sus estructuras para adecuarse a
los nuevos tiempos y en especial a los nuevos requerimientos sociales. La espiritualidad no ha
muerto. Morirá si los sistemas existentes proliferan en sus actos sin sentido alguno, sin unas
premisas de lucha, si siguen marginadas de la realidad vigente, son híbridos donde el imperio
retórico mantiene su hegemonía, invadidas por una gama de toxinas políticas que embriagan y
debilitan. Cada institución ideológica se moldea según su visualización social. No siempre el fin
ideológico es el fin político, aunque lo político es parte de la esencia humana. Podemos decir que
el fin o la continuidad ideológica lo marca la confianza. Hoy existen factores determinantes en la
vida ideológica. La corrupción, por ejemplo, es una determinante fuerte para su existencia o no.
No es necesario decir que la economía define las instituciones ideológicas porque ella va ligada a
los contextos sociales y ejerce el principal poder en lo político. En la vida de las instituciones tienen
gran fuerza las leyes del país, pues una ley que esté por fuera del orden democrático causa la
muerte institucional, ya que las leyes están arraigadas al principio de libertad de un pueblo. Y qué
decir del dogmatismo global y la composición de interpretaciones reaccionarias que no se ubican
en las instituciones sociales en razón a los intereses que se quieran defender. Pero surge la
determinante capitalista, sistema demoledor que no permite que le invadan sus terrenos para de
inmediato proceder con toda su maquinaria neoliberal. Este enemigo de toda institución social
hunde sus raíces en la fuerza económica, en el manejo de las fuerzas productivas, en el poder
financiero que todo lo destruye como un rey midas imponente, destructor, cuya forma de
aniquilar es debilitando todas las instituciones que se le enfrenten. Y todos sabemos que
instituciones debilitadas difícilmente se pueden sostener, salvo que estén al servicio del sistema.
Muchas instituciones ideológicas pierden su norte ante la apatía, la cual va acompañada con el
manejo displicente de las comunicaciones, eje de todo órgano humano. Cuando se falta a la
verdad, cuando el proceso de las comunicaciones no es coherente, surgen la distorsión de los
mensajes, un lenguaje ofensivo y confuso, una falencia en los ideales, y esto en la praxis de todo
objetivo. Un pensador ante los fracasos de una institución nos dice que “la indignación ante los
fracasos enseña a rechazar las cosas y, con valor, a combatirlas". Los fundamentos de una
ideología están en la lucha de relación entre los hombres y entre estos con la naturaleza. La
proyección ideológica se funda en la conciencia humana. En este sentido, el hombre se proyecta
social y políticamente. Ideología pues es la conciencia y el sentir social que lleva el hombre en su
discurrir histórico, discurrir que es para lograr el bien común; de lo contrario, toda proyección
ideológica será infecunda. Todas las instituciones ideológicas procuran en su desarrollo no solo
llevar a cabo sus programas, sino ejercer control en las tácticas empleadas. Estos controles están
compuestos por los valores y la ética, por las normas, por las prohibiciones que garanticen
estabilidad social, por las tareas que eviten desaciertos, por la cultura ideológica que proporcione
credibilidad y certeza, y por la fiscalización ciudadana. Estos controles permiten no caer en
ilusionismo ideológico, que es lo mismo que decir no ser engañados. El componente ideológico
siempre ha hecho presencia en donde se esgrimen luchas sociales, de pensamientos y creencias.
Cualquier ideología o formación de conciencia pierde su referente cuando los hombres cambian la
realidad socio-histórica. Muchos líderes y la ciudadanía misma han tenido el valor de denunciar
aquellas posturas que perturban la práctica ideológica. Existen vacíos en las instituciones
ideológicas cuando el ideario se concibe al margen de la realidad social y ejercen poder y presión
en todas las relaciones de la sociedad, en la articulación de juicios, criterios y opiniones porque se
ha perdido el principio de la verdad y la justicia. Un poco de reflexión deja en claro que cualquier
dominación es un mal intuitivo. Lo contrario, seria disfrutar de la ausencia de poderes arbitrarios.
Las ideologías han perdido el sentido de la realidad con las personas que representan. Por lo tanto,
persona y sociedad ya no son representadas. Las ideologías están para presentar y proponer
programas creíbles que conecten a la sociedad con sus problemas e intereses. En el interior de las
instituciones ideológicas subsisten muchos mitos que si no se rompen irán camino a la
incertidumbre. Existen muchas pasiones que generan desavenencias, dando al traste con los
objetivos. Nada más real en las ideologías que practicar el culto a la personalidad, dejando los
hechos en las bitácoras del olvido. Bolívar decía que "nadie tiene derecho a descansar mientras
todo no este hecho". Y otra voz profética nos recuerda "hacer es la mejor manera de decir". Solo
lo que se haga bien queda blindado a toda perversidad. Las instituciones ideológicas se convierten
en la voz de los sin voz, de los que tienen miedo, de los abandonados, de los perseguidos, de los
invisibles, de los que buscan un futuro, de los que se proyectan en pos de una conciencia y un
pensamiento libre, de los justos. Pero ojo: una ideología también puede ser destructora de
conciencias, puede llegar a confundir, ser instrumento de violencia y originar la pérdida de la ruta,
si no practica sus postulados. Toda conformación ideológica da sentido a propuestas y exámenes
críticos de razonabilidad, pues en ellas convergen pensamientos diversos, objetivos diversos. El
hombre no podrá desprenderse de las ideologías ya que con ellas ha convivido por siempre a
pesar de los resultados. En el contexto ideológico se manifiestan alteraciones con relación al
acomodamiento entre las estructuras y las personas. De ahí que el hombre que quiera entender
las posturas sociales deberá mirar la acción y la rebeldía humana. Por más que se conozcan las
ideologías, suscitan siempre un pálpito de desconfianza. El núcleo ideológico presenta unas
concepciones sobre la vida, una representación de conductas de diversas doctrinas donde se
busca ver la realidad social y al hombre mismo, que de otra parte indica la forma de pensar en
esferas muy complejas. Llevar a cabo las ideologías no es un simple proceso institucional. El fin es
social, naciendo y creciendo en sembrados fértiles, con semilla sana, con principios abonados,
donde los evangelios de esas ideologías fecunden esperanzas con sentido humano. El fruto de las
ideologías debe llegar a todos los que estén desorientados, a los que requieran apoyo, y su
desplazamiento debe ser coherente. Hay que sembrar ideologías con semillas sanas donde crezca
la paz. No más ideologías fracasadas que solo van a servir a intereses personales, a imperios de
poder. Las ideologías perversas se convierten en un objeto de poder político, en un ejercicio para
dar rienda suelta a apetitos burocráticos, deformadores del pensamiento libre, contradictorio de
la condición humana. La lucha ideológica es la lucha contra las esferas, es la lucha contra cualquier
dominación. Una cultura ideológica construirá una cultura social y espiritual que servirá de sostén
para preservar las instituciones que están bajo premisas comunitarias. El poder ideológico tiene
significación, pues responde a fases históricas de desarrollo humano, ya que la ideología es lucha
de clases, de pensamientos, de creencias, descansando sobre la base de las relaciones de capital,
políticas, religiosas, económicas, culturales. Una ideología como sistema juega un papel
preponderante en el seno de una sociedad, cuyo papel es práctico y social, con pensamientos
susceptibles de que se conviertan en peligros para los poderes dominantes o bien sirvan para los
propósitos de aquellos poderes. El hombre ha profanado su conciencia y por ende a las ideologías
que son respuestas al devenir social, donde no debe imperar el miedo, pues este produce tiranía y
acallamiento que van a frenar la libertad para enfrentar los poderes dominantes. Urge que
sociedad e instituciones sociales ideológicas se organicen libremente en función de principios con
conciencia de libertad, procesos humanistas y espíritu de socialización a fin de superar toda crisis.
Mariano Sierra – Abogado – Cali (Colombia)

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