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ALBERTO GARIBAY

Nacido en Querobamba, distrito de Sucre en Ayacucho, en 1964, Alberto Garibay es uno


de los mayores representantes de la talabartería, el manejo y el decorado sobre cuero. Ha
dicho con anterioridad que el trabajo lo aprendió primero de su padre cuando tenía
aproximadamente diez años, pero que poco a poco él lo fue perfeccionando y dándole un
carácter artístico, fijándose en la representación de motivos vegetales, así como
representaciones de festividades de carácter costumbrista.

Garibay empezó desarrollando su trabajo manufacturando pequeños objetos como


monederos o llaveros y notó que tenía un público interesado en él cuando viajaban a
Huamanga para las celebraciones de Semana Santa. Menciona haber aprendido a tallar de
maestros ancianos —de los que no dice los nombres—, quiénes le ayudaron a
perfeccionarse.

Inspirado en las flores que nacen cerca de abril y mayo en Ayacucho, Garibay desarrolla
un gusto especial por representaciones naturalistas, de tal modo que las flores son una
constante en su obra. También le gusta variar en cuanto a los temas que maneja, busca
reinventarse y seguir aprendiendo. En su taller cuenta con la ayuda de su familia, siendo
su esposa la encargada de la pintura y de la costura, en la que también ayudan sus hijos.
Los objetos que crea para la venta van desde una gran variedad de carteras, monederos,
correas, monturas, estuches para diferentes usos y objetos muy finos.

En el año 2012 participó en el Concurso de Artesanía San Juan Bautista, obteniendo el


segundo lugar. Enseñó su trabajo en diferentes exposiciones como «Sumaq Qaramanta»,
que se dio en el Colegio Real de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en el año
2013, y en «Feria y Concurso UNKO», del 2014, el mismo año en que fue creada la
Asociación Regional de Artistas Populares Andinos, Wari y Ayacucho, de la que él es
parte. También tuvo su lugar como parte de la exposición «Sumaq Llankay» en el año
2015, promovida por el Museo de Arqueología, Antropología e Historia del Perú.

Le gusta experimentar con los acabados de su trabajo, matizándolos con colores nuevos
y diferentes terminaciones. Le gusta el arte en que se desarrolla y su mayor interés es que
perdure en la historia, por lo que no tiene ningún reparo en tomar aprendices para enseñar
la importancia de la talabartería, buscando que se mantenga viva esta actividad.

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