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En la segunda mitad del siglo XIX, con un sistema económico potente afianzado en
el capitalismo gracias al éxito de la Revolución Industrial y con un mapa político nuevo
reordenado y estructurado conforme a las necesidades del momento, Europa aparece
diseñada como el foco hegemónico del mundo. Las nuevas necesidades económicas y las
ambiciones políticas empujarán a los estados a dar un salto fuera de los límites
continentales lanzándose a la conquista del mundo. Surge así un nuevo fenómeno, el
imperialismo en el que estas naciones intentarán dominar y controlar un imperio mundial
bajo la bandera de la modernidad y el control económico.
LA CONFERENCIA DE BERLIN
En el último tercio del siglo XIX y principios del XX, coincidiendo con la Segunda Revolución Industrial y
el auge del capitalismo industrial y financiero se produce la Conferencia de Berlín. Se trató de uno de
los grandes acontecimientos diplomáticos de finales del siglo. La conferencia se celebró en Berlín entre
el 15 de noviembre de 1884 y el 26 de febrero de 1885 organizada por el canciller alemán Bismarck
ante los conflictos que se estaban generando por los intereses contrapuestos de las potencias
europeas que ansiaban el dominio del territorio africano (Gran Bretaña y Francia especialmente).
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El resultado consistió en el reparto del continente africano, de forma que si antes del Congreso, los
europeos ocupaban sólo posiciones costeras; a principios del XX, el África está totalmente repartida
entre las potencias europeas y sólo dos estados escapan al dominio europeo: Liberia y Etiopía.
1. Las cuencas fluviales de Nigeria y Congo fueron declaradas rutas libres para el comercio
internacional.
2. Se prohibía la práctica de establecer colonias vacías que no fueran ocupadas de manera
efectiva.
3. El dominio efectivo del Congo pasa a Leopoldo II, rey de Bélgica, a título personal.
4. Aquella potencia que dominara el litoral de un territorio ostentaría la autoridad sobre el interior.
5. La prohibición del tráfico de esclavos.
A pesar de los intentos por llevar a cabo un proceso imperialista de forma pacífica (en lo que se refiere
a la relación entre las distintas naciones europeas), se producirían conflictos a principios del XX. Por
otro lado, el congreso dibujó las fronteras de los distintos territorios africanos de acuerdo con los
intereses imperialistas y sin tener en cuenta ningún tipo de consideraciones geográficas o étnicas.
Muchas de estas fronteras se han mantenido hasta la actualidad, conformando las guías maestras
sobre las que se han dibujado las fronteras africanas actuales. Muchos de los conflictos étnicos
surgidos durante el siglo XX y desde la descolonización son una herencia directa de las decisiones
tomadas en esta época.
El Imperio Británico. Era el mayor de todos y formado, por territorios muy distintos:
A principios del siglo XX, Inglaterra dispone de un imperio de 33 millones de km. cuadrados con 450
millones de habitantes, aproximadamente la cuarta parte de la población mundial.
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El Imperio Alemán. Es muy tardío, se formó con Camerún, Togo, Namibia y Tanganika en África; y
con las islas Marianas, las Carolinas y las Palaos en el Pacífico.
El Imperio Italiano. Debido a su reciente unificación. Italia decide crear tarde un imperio colonial.
En primer lugar se establece en Eritrea y Somalia, y más tarde se anexiona Libia.
El Imperio Holandés. Posee un imperio compuesto por zonas de las Indias occidentales, como
Guyana y algunas islas de las Antillas. y de las orientales, como las Indias Holandesas, Molucas y
Célebes.
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El Imperio Belga. Sólo consigue la rica región del Congo, que recibe su rey Leopoldo II, a título
personal, en la Conferencia de Berlín de 1885. A su muerte el Congo pasaría a Bélgica.
El Imperio Portugués. Ve desaparecer su imperio americano (Brasil) y parte del resto, por
independencia de las colonias o arrebatado por otras potencias. Pero mantiene algunas factorías y
amplía sus colonias costeras africanas, Angola y Mozambique, junto a Guinea Bissau, logrando así un
imperio de 2 millones de km. cuadrados.
El Imperio Español. Pierde su imperio americano y asiático a lo largo del siglo XIX, una pérdida
que culmina con el "Desastre del 98" (pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas). Poco antes de este
hecho, logra en África los territorios de Río de Oro (Sáhara) y Guinea Ecuatorial. Ya en el siglo XX,
inicia lentamente y con bastantes problemas la conquista de su protectorado de Marruecos.
El ejemplo más característico de continente colonizado es el africano. África quedó t otalmente dividida
entre las grandes potencias, a excepción de Etiopía, que resistió con éxito si intenta de conquista
italiano, y de la República de Liberia.
A nivel económico, las colonias suponen una fuerte sangría del presupuesto de los Estados y grandes
inversiones, por lo menos en una primera fase, para crear la infraestructura necesaria que permita la
posterior explotación de las mismas. Pero pronto las colonias aportan grandes cantidades de materias
primas, minerales o agrícolas. Además absorben fuertes cantidades de productos manufacturados de
las industrias metropolitanas, que alivian así sus excedentes.
En el campo demográfico y social, las colonias son una válvula de escape para la presión
demográfica porque, al facilitarse la emigración a ellas, disminuyen los problemas sociales que podrían
derivarse del aumento de la población.
Políticamente, permiten olvidar los problemas internos o externos, con lo que se alivian las tensiones
socio-políticas. Los jefes políticos, así como las naciones, cobran mayor prestigio a nivel internacional.
No obstante, las colonias suponen también una nueva fuente de conflictos internos, pues en todos los
países aparecen focos de oposición frente a la política colonial, ya sea para reclamar el empleo de las
inversiones en objetivos internos, o bien como protesta ante la explotación y la barbarie llevadas a cabo
en las colonias.
Factores que impulsaron el imperialismo colonial
La primera consecuencia es que se crea una nueva geografía al cambiar la estructura de las costas
con la construcción de puertos y la del interior con la aparición de nuevas ciudades, nuevas vías de
comunicación, nuevas estructuras agrícolas, etc. Esto y la llegada de productos industriales ponen las
bases de una nueva economía de mercado, que utiliza para los intercambios el papel moneda. La
producción y el consumo suelen aumentar, aunque la renta de los campesinos tradicionales no crece.
El comercio con la metrópoli es desigual, ya que al no existir las industrias, se exportan materias
primas y se compran productos manufacturados, por lo que el comercio es siempre deficitario para las
colonias.
A nivel demográfico también se dan contradicciones. Mientras la medicina europea crea hospitales y
vence las epidemias tradicionales, el contacto con los blancos facilita el contagio de enfermedades
desconocidas en estas latitudes. Por ello, aumenta al principio la mortalidad de los indígenas,
produciéndose un estancamiento e incluso un retroceso de la población. Sin embargo, pronto
disminuye la mortalidad general, al tiempo que se mantiene la natalidad, lo que provoca un fuerte
crecimiento de la población.
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En el terreno social, surge con fuerza la vida urbana, aparecen nuevas ciudades y se rompen las
estructura tribales al aparecer nuevas clases sociales desconocidas hasta entonces en las colonias:
En esta sociedad urbana aparece una segregación racial y social, con barrios claramente
diferenciados.
Desde el punto de vista cultural, la consecuencia más destacada es el cambio mental, fruto de la
evangelización y de la enseñanza. Los misioneros llevan a cabo una profunda influencia en todos los
campos de la vida, desde la higiene a la religión. La enseñanza, aunque difunde los conocimientos
técnicos y científicos de Europa, es matizada y orientada a unas mayores posibilidades de explotación.
Todo esto contribuye a que se produzca un grave proceso de aculturación indígena, con un fuerte
retroceso de las lenguas, costumbres y culturas nativas.
Por último, hay que señalar un lento proceso de difusión de ideas políticas y la ap arición de un
anticolonialismo, producto de los abusos en la explotación y la miseria en la que quedan sumidos los
indígenas. Se van a producir revueltas de muy distinto signo y resistencias armadas o pasivas. Aquí
tienen ya su origen los movimientos nacionales organizados que, a mediados del siglo XX, lograrán la
independencia.